The price we paid [Vaughn]

por **Apocalypse** Jue Abr 02, 2015 8:12 pm

“She told me not to step on the cracks,
I told her not to fuss and relax”

La luz de una única vela cortó la oscuridad que hasta ese momento había reinado en el lugar – Espero sea verdad que él acudirá – la voz, aunque suave y melodiosa, cargaba una amenaza implícita. Pocas eran las veces que ella se aventuraba fuera de su hogar, instalado en una zona poco poblada a las afueras de París. Poco era lo que le agradaba tener que cubrir sus rasgos distintivos de ojos curiosos, poco lo que le atraía tener que camuflar su imagen para poder desplazarse entre criaturas inferiores. Esa noche era una gran excepción dada solo porque tampoco le complacía el tener que dar la bienvenida en su residencia a un desconocido. Según su fiel sirviente, un vampiro joven de rubia cabellera y ojos oscuros que se había topado con ella por casualidad algunas décadas atrás, el hombre con el cual se encontraría esa noche sería una valiosa adquisición para la ya nutrida colección de informantes de la nosferatu. Hacía eones que tanto la fémina como su pareja en la senda de la inmortalidad se habían percatado de que el verdadero poder se encontraba en el saber. Con la información adecuada se podían mover imperios en la dirección deseada, pero para conseguirla debía contarse con una elaborada red, miles de canales provenientes de diferentes clases y especies que confluyeran en un único centro, ellas mismas. No se trataba ésta de una tarea sencilla. Si bien era cierto que mucha de la información era recolectada gracias a los cotilleos habituales, también era indispensable contar con piezas claves y confiables para los asuntos más delicados. Las fuentes de inquebrantable lealtad eran realmente escasas, y la veracidad respecto a las andanzas, anhelos y ambiciones de aquellos que pretendían ostentar el poder no podían dejarse en manos de cualquiera.

Los ojos de la fémina, oscuros como pozos infinitos, recorrieron de lado a lado la habitación que les albergaba. No requería de la paupérrima iluminación proveniente de la velita que sostenía su esbirro en alto, era esta una condescendencia específica para su invitado. A su alrededor se agolpaban algunas mesas, sendas planchas sobre soportes terminados en ruedas destinadas a soportar cuerpos en descomposición. Instrumentos varios salpicaban otras superficies, menos elevadas y más simples, y en las estanterías apostadas en dos de las paredes flotaban, mecidos por la voluntad del líquido que les contenía, órganos extraídos de los desdichados que tuvieron el infortunio de ser huéspedes de la lóbrega instalación. Se trataba de un lugar escalofriante para cualquiera que no estuviese acostumbrado a convivir con la misma muerte. Por esa, entre otras razones, era simplemente perfecto para que se celebrara la reunión a la que habían acudido. Si las cosas no salían como ella deseaba serían varios los órganos del desconocido que esperaban los que terminarían nadando tras las barreras de cristal. La inmortal permitió que sus sentidos se dilataran por la propiedad. Ningún aroma o sonido diferente a los esperados se manifestaron ante sí, confirmando que ningún humano o inmortal se encontraba presente en todo el lugar. Una pequeña precaución con la que se evitaban interrupciones inconvenientes. Solo los cadáveres serían testigos silenciosos del encuentro.

– Vendrá, mi señora, no debe usted albergar duda alguna. La ambición que le mueve es demasiado poderosa como para que deje pasar la oportunidad de encontrarse con usted frente a frente – Apocalypse reconoció el esfuerzo de aquel que le acompañaba por mantener la serenidad y demostrar una seguridad que no sentía. El neófito aún no conocía a plenitud la extensión de sus poderes, tal vez nunca llegase a saberlo, y por tanto ignoraba que ella le conocía mejor de lo que él mismo lo hacía. Él esperaba que el hechicero asistiera, pero no estaba por completo seguro de que así ocurriese. Una mano huesuda, de dedos inusualmente largos, piel rojiza y uñas afiladas y brillantes, se posó sobre el hombro del joven vampiro y le sostuvo en el lugar, impidiendo que le apartara el involuntario movimiento de estremecimiento generado por su toque. En los ojos del neófito se dilucidó el pánico y repugno que le embargara el inesperado acercamiento. – Solo unos momentos más, por favor… ¿lo escucha usted? Alguien se mueve tras la puerta principal, ya ha llegado – efectivamente hasta ellos llegó el inequívoco sonido de pasos a pesar de las puertas y corredores que les separaban de la entrada principal. El alivio en la pálida tez del vampiro fue tan evidente que Apocalypse se contentó con sonreír maliciosamente antes de permitirle acudir al encuentro. Había comprado su esbirro algunos años más para disfrutar de la luz de la luna. Se calzó entonces sobre la cabeza la capucha de la oscura capa que le cubría hasta los pies y ocultó las manos entre los pronunciados pliegues de la misma. El hechicero sabía que se encontraría con una criatura ancestral, pero hasta donde su sirviente le aclarara, nadie le había comunicado específicamente con que se toparía ¿Tendría la fortaleza de abrir su limitada mente y aceptar el prodigio que ante él se revelaría? ¿O permitiría que las engañosas percepciones visuales truncaran sus ambiciones y futuro de manera precipitada?