Animaux en cage {Privé}

Las noches de otoño son las mejores, al menos Makenna lo cree de ese modo,  el calor había desaparecido ya no tendría que dar vueltas sobre el colchón buscando una posición refrescante que le permita descansar,  ahora puede andar en camiseta de tirantes y andar feliz por la vida, y es que para una mujer  que había nacido en las más frías tierras como lo era Holanda, aquello era el clima perfecto, ahora podría dormir en aquella enorme jaula junto con su león y no sentiría que el enorme pelaje la sofocaba, sin embargo en luna llena su madre no le permitía permanecer fuera de su carreta.

– Makenna, a la cama ahora y no lo repetiré dos veces – su madre adoptiva, una vieja trapecista ahora la esposa del dueño del circo la miraba con los brazos cruzados, la cambiaformas se encontraba recostada sobre el pelaje del enorme león cubriendo su rostro con la boina que siempre portaba, levantó levemente la cabeza para poder mirarla, a regañadientes acepto.

Aunque la cambiaformas siempre se salía con la suya, durmió gran parte de la noche en su carreta pero cuando abrió un ojo y noto que afuera clareaba lo suficiente para que la luna llena no estuviera en lo alto se levantó de un brinco para ir en busca de su gran amigo.
Junto con un gran bostezo entró a la carpa donde se encontraban las jaulas de todos los animales, todo permanecía oscuro – Hola viejo amigo – la cambiaformas saludó al viejo león que estaba más alerta de lo que ella hubiera esperando, Makenna coló la mano dentro de los barrotes para acariciar la melena de su compañero, este mordió suavemente su mano para advertirle de una presencia en el lugar que no era familiar, Makenna también había sentido su efluvio pero pensó que se trataba de las afueras no justo dentro del lugar, camino alrededor de la jaula para encontrarse con una silueta femenina acostada sobre el heno.

- ¿Pero qué? – preguntó en voz alta mirando al león, ¿Qué debía hacer? ¿Avisar a los demás? Ni pensarlo, los cirqueros la lincharían al saber su procedencia, ¿Despertarla?  Seguramente debía estar exhausta, a diferencia de los cambiaformas, los licántropos no respondían a sus actos cuando estaban transformados y no era culpa suya, además no había lastimado a nadie.

Decidió dejarla descansar un poco más, ahora que el sueño parecía haberse esfumado, Makenna decidió comenzar con sus labores antes de tiempo para así poder salir a pasear con Tristán por el bosque, alimentó a los animales que ya se habían puesto en pie, dejó salir a los perros malabaristas de sus jaulas, ahora solo quedaba cepillar y alimentar a Tristán, traía consigo un enorme balde de tripas y viseras varias para su gran amigo, junto con un viejo vestido de su gemela atado  a su cintura para la chica que aun yacía dormida o al menos eso suponía.

Estuvo a punto de soltarse a reír, pero no era justo hacerlo, la pobre no tenía ni idea de donde había ido a parar eso estaba segura. - ¿Tus cueros? ¿Seguro que te sirven de algo retazos de ropa? – vació el contenido del balde sobre un enorme cubo, abrió la reja de su compañero quien llamado por la curiosidad dio varios pasos hacía donde la extraña se escondía, Makenna negó con la cabeza y el león escondió la cabeza como regañado de vuelta hacía su alimento.
– Si te preocupa por lo que haya visto, tranquila tienes un buen cuerpo, bonito de contemplar – tiró el vestido hacía donde se escondía acomodándose después la boina sobre su cabeza – Es lo único decente que encontré, aunque sin ropa seguramente eres mucho más bella – La cambiaformas era una persona muy directa y no podía evitarlo.