Mariposa de Cristal || Libre

por **Evelyne Nottingham** Sáb Abr 04, 2015 11:50 am

“No por favor… No te enfermes” lo único que quedaba era rogar internamente de que ningún infortunio terminara derrumbado la poca diversión que obtenía en esos momentos. Había conocido a dos jóvenes con las que había congeniado muy bien desde el primer momento de conversación con ellas en la universidad. Eran jóvenes de un extracto social cómodo, pero no llegaba a compararse con el de Evelyne, quien gracias que su padre era un reconocido militar podía vivir en parís sin preocupación alguna. Ella no hablaba mucho de su procedencia, solamente explicaba que se trataba de una pequeña familia al norte de reino unido y que por capricho de ella quiso venir a vivirse con su hermano a parís.

Mentir un poco no hacia mal; pensaba ella. Era una forma también de poder también cambiar un como su verdadera historia, en ocasiones ella misma se lo creía. ¡Cuánto anhelaba que pudiera ser verdad! Pero sus pies chocaban con la tierra, haciéndole que el dolor de huesos se presentara ante tan duro choque y su estado de ánimos bajara.

No quería mostrar su debilidad ante nadie, aun así le parecía extraño a muchas personas que la jovencita llegara tan cubierta al café, muchas miradas se centraban en ella, alguno simple de reojo, pero se podían sentir en su espalda, clavándose como cuchillos. A Evelyne solamente le quedaba agachar su mirada mientras se despojaba de su bufanda que cubría gran parte de su rostro, su amplio sombrero y luego de los gruesos guantes, para dejar al descubierto aquella pálida piel que trataba de proteger.

Las dos jovencitas la esperaban en un asiento cerca de un rincón sin mucho sol, perfecto para ella. Por unos momentos se sintió normal, era perfecto, hasta una amplia sonrisa de satisfacción salió de sus labios — Evelyne… — interrumpió una de las jovencitas — Tienes que decirnos tu secreto ¿Cómo haces para tener una piel tan bien cuidada? — por unos momentos sus piernas temblaron, pero luego sonrió suavemente, no se trataba de nada malo, era una curiosidad natural.

—El sol es nuestro enemigo principal, protegeos un poco más su piel y verán como agarra un tono perfecto — Si solo fuera eso. Suspiro entrecerrando sus ojos mientras trataba de disimular un poco su cara larga con él te. Su enfermedad era complicada, se podía sentir bien en ese momento, pero al minuto no sabía cómo su cuerpo iba a reaccionar con los componentes que le rodeaban.

por **Bolanie Svarti** Vie Abr 10, 2015 8:57 pm

Siempre vive para el trabajo, incluso para su hermano, no para ella; jamás se da tiempo para sí misma. Sus ojos se entrecierran todo el tiempo observando las paredes maltrechas de esa pequeña oficina. No es la suya, sin embargo en ese lugar solitario puede reflexionar. Bolanie ha tenido una vida dura, nadie lo cuestiona, y quizás por eso mismo se ha dedico simplemente a enriquecer su intelecto. Ese que muchos ponen en cuestionamiento simplemente por ser una mujer. En ese momento se siente deprimida, y se da cuenta que no se conoce nada, de esa manera reconocer que no vive, sólo transita, y que no disfruta nada, simplemente se deja llevar por lo que le ordenan y cree correcto.

Conoce la ciudad cómo la palma de su mano, aunque pocas veces le pone atención a lo que hay ahí. Se sabe el nombre de las calles, más no los negocios, y mucho menos los rostros de quienes los atienden. Seguramente ella no es conocida ni siquiera en la inquisición. Es una muerta en vida que no dejará huella alguna.

Como aquello no es vivir, la mujer decide romper esa monotonía que le angustia. Se pone de pie con decisión y sale de ese lugar solitario. Camina por los pasillos, saluda a unos cuantos conocidos, no va a buscar a su hermano, simplemente sale del lugar. La iglesia le resulta un lugar pequeño cuando tiene ese estado de animo, aunque siempre se queda, en esa ocasión no. Debe hacer algo distinto, y darse un lujo, o quizás muchos. Se los merecía, y aunque no era rica, al menos tenía el dinero suficiente para poder consentirse.

Así llegó a la zona comercial, y derrochó tiempo observando galerías de arte, incluso se instaló por minutos largos en el mercado. Todo le resultó fascinante, incluso la felicidad que algunos parisinos desbordaban. ¡Cuanta alegría! Incluso los más pobres parecían sonreír con la ayuda de quien podía brindarles. El tiempo se le fue volando hasta que su estomago rugió, y sin cuestionarse se dejó llevar por el aroma amargo del café. Se instaló en una mesa lejana y comenzó a comer con tranquilidad. Lo que llamó su atención fue una mirada ausente y triste en un rostro hermoso, uno que se acababa de acercar a su ubicación.

— Sol… Jamás lo hubiera imaginado — Comentó, aunque no con el tono burlón que cualquiera se hubiera imaginado, sino con aquel que comprendía lo adornado de su respuesta. No se necesitaba ser un gran genio para comprender que la chica escondía algo. ¿O no?

por **Evelyne Nottingham** Vie Mayo 08, 2015 1:08 am

Tenía un aire de princesa de porcelana, la cual podría derrumbarse fácilmente. En algunas ocasiones la primera impresión que daba la gente era la más importante, algunos acertarían, otros no. En cuanto quien era realmente Evelyne, era una joven tímida, la cual la vida le había enseñado que debía protegerse de los extraños, ya que ellos no comprenderían su condición especial. Si su padre; sangre de su sangre. No pudo aceptar que su hija no había nacido para ser la más sana y fuerte ¿Qué debería esperar de las otras personas?. Ella se paseaba por la vida como un cervatillo pasteando en el bosque, escuchando atentamente cualquier sonido que pudiera alertarla para huir de la escena rápidamente.
Sentía que su vida era una farsa, la habían creado para seguir con los lineamientos de la sociedad. Debía esforzarse a cumplirlos, sin importar las consecuencias que tuviera en su salud. Evelyne había comenzado a descubrir: a lo largo de los años. Cuáles eran los detonantes de su extraña enfermedad, todo gracias a la prueba y el error, por tal motivo trataba de resguardarse de lo que parecía hacerle daño, en tal caso uno de ellas era la luz solar.

Alguna de sus compañeras dejo salir una pequeña expresión de asombro, mientras que otra trataba de explicar que ella lo sabía y justificaba la razón de porque la rubia se cubría con tanto esfuerzo. La pequeña jovencita parecía aliviada, mientras escuchaba las conversaciones entre ellas sobre los secretos de belleza que otras personas le habían comentado; para tener el pelo más largo podrían untarse sábila cuando estaban lavándoselo y así podrían tener un cabello más lindo y largo. Agradecían a Evelyne por revelar su “secreto” y ahora se protegerían más del sol.

— No hay de que — sonrió un poco — Solo que recuerden que es un secreto — guiño el ojo y rieron en complicidad. Duro unos minutos en esa mesa hasta que comenzó a sentir la necesidad de tomar un poco de aire fresco, pues en ocasiones los lugares muy cerrados; como el interior del café. Comenzaba a ahogarla y necesitaba un poco de ventilación. Se disculpo antes de levantarse, prometió volver y camino hacia un lugar más abierto, pero en su camino tropezó con la pata de una mesa y esta misma se tambaleo — Ohh… mis disculpas — quiso apresurarse a estabilizar la mesa antes de hacer un estrago. Estaba totalmente apenaba, sus mejillas se volvieron totalmente rojas y su respiración comenzó a ser más pesada, quería salir de allí, pero no deseaba ser maleducada y verse como si estuviera huyendo de una irresponsabilidad de parte de ella. [/B]

por **Bolanie Svarti** Jue Jul 02, 2015 1:29 pm

Bolanie jamás tuvo demasiado acercamiento con personas de su mismo genero. Si bien era una chica bastante femenina, lo cierto es que no sabía muchas cosas, le faltaban detalles por descubrir, y también desarrollar ese lado amistoso con las mujeres. Necesitaba una amiga, de esas buenas, únicas, y que llegaran a comprender sus momentos de debilidad, tanto como los ratos de mal humor. Comprendía la variedad de estados de animo que experimentaba una mujer, todo gracias a las presiones sociales, pero también a los lapsos hormonales. ¿Por qué no podía hablar abiertamente con alguien de eso? Claro, porque no tenía con quien hacerlo.

Su única amiga se había marchado de París, aquella vampiresa que le mostró un lado distinto de la luna, que los inmortales podrían tener salvación tanto como extinción, y todo dependiendo de su desempeño en el mundo. La extrañaba, y notando su ausencia, decidió que debía romper el hielo, y así llegar a relacionarse con alguien más.

Aquella pequeña figura de cristal que se paseaba entre doncellas llamó su atención. Demasiado delicada para ser verdad. Se preguntó cómo se comportaría su hermano con alguien como la joven que veía. Seguramente sería tan torpe que la llegaría a maltratar. Se pondría nervioso, incluso altanero por no saber como comportarse, y al final, muy a regañadientes, terminaría por huir para no arruinar el momento o la situación. Sólo pensar en ello le formó una gran sonrisa en los labios, misma que se interrumpió por el choque de la mesa. Si seguía sonriendo parecería una burla, así que debía comportarse como alguien prudente.

— No se preocupe, son cosas que suceden, me ha ocurrido más de una vez — Su sonrisa se amplió, una cálida que intentaba hacer que pasara un bochorno menos grave. Algunas escenas generaban tal pena que volvía inseguros a los seres humanos — ¿Quieres compartir un café conmigo? No quise ser indiscreta, sin embargo pude escuchar algunos consejos que dabas a tus doncellas. Me interesarían algunos, mi hermano no me los podría ofrecer — Se relamió los labios dando un sorbo a lo que estaba bebiendo.

Guardó silencio esperando a que aceptara o se negara, a fin de cuentas en esos tiempos no se podía fiar de cualquier persona. Bolanie lo sabía, tanto las criaturas de la noche, como los humanos llegaban a ser terriblemente crueles.

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