~+~El recuerdo de las almas perdidas~+~

por **Angelo Ange D' Le Rose** Sáb Abr 18, 2015 4:25 am

Media noche. El silencio de la ciudad a re-aparecido, al estar alejado de cualquier alboroto que pueda escucharse en algún sitio poblado. Simplemente el viento ha de acompañarme, soplando con fuertes ráfagas provocando que las rejas de la puerta de entrada hacia aquel lugar sombrío y solitario se agitasen. Las hojas de los árboles continúan muriendo al zafarse de sus ramas provenientes y revolotean formando espirales al aire... Maravillado, melancólico; mi capa negra que portaba esa noche se ondeaba de un lado y se alzaba ligeramente hacia atrás, él me descubrió soplando la capucha que escondía mi cabeza, pues tal parece le agradaba molestarme alborotando mi cabellera bicolor que en ese momento la tenía suelta, libre de cualquier accesorio que la atara llegándome hasta la espalda alta.

La mirada bajo la media máscara de porcelana roja se tornaba fría, mirando el interior a través de los barrotes de fierro. Los muertos encerrados en las criptas en un eterno sueño... La reja es abierta con un poder sobrenatural, el candado truena y cae al suelo sin ser tocado, liberando las cadenas que custodiaban aquel cementerio. Al abrirse de par en par me adentre a aquel lugar, la capa que llegaba a cobijarme todo el cuerpo casi se arrastraba por el suelo terroso, mis pasos desquebrajaban las hojas secas al andar y mi cabello se ondeaba paseándose por mi rostro suavemente. Al fin, he llegado, casi al final del lugar lo he encontrado; aquel altar donde su cuerpo duerme en paz... —¿Cuánto tiempo ha pasado? Sólo gracias a ti puedo saberlo... —debajo de mi capa saque mi brazo derecho donde portaba un ramo de rosas escarlata y me flexione sentándome en los talones para estar frente a frente de aquella cripta custodiada por un ángel de mármol, agrietado y viejo orando al alma que ha dejado este infierno; dejando el ramillete sobre la base de piedra mientras leía la descripción grabada.

Gabriel D' Le Rose 1481 ~ 1493

"Tu cuerpo yace atrapado entre roca y arena..., pero tu alma ha sido liberada del castigo del infierno infinito."

Podía haber contemplado aquel altar por horas, pero no era así; sólo habían transcurrido unos minutos cuando comencé a hundirme en los recuerdos del pasado, habían pasado ya 3 siglos de aquello y aún lo recordaba con sumo detalle, si tan sólo hubiese habido alguien que lo ayudara hubiese vivido una vida plena... pero no, no fue así, la muerte no perdona nada, ni la edad y ni al ser más bueno del mundo. No, no había nada que se pudiera hacer. Tal vez fue mi culpa, o quizás no, o yo era un ser mortal ingenuo que creía que eran ciertas las habladurías de tal maldición que había caído en la familia y que yo la había traído con mi nacimiento, pero en ese tiempo ¿quién me convencería de lo contrario? esas eran creencias, sus creencias y nada más.

por **Montserrat Vasari** Mar Abr 21, 2015 1:32 am

No sé porque aún insistía en venir aquí, donde no había absolutamente nada más que el recuerdo de aquello... de todo ese pasado no tan lejano que seguía aquejando mi alma, recorría despacio el lugar, tratando de encontrar entre la humedad y la fragancia de olvido una razón a mis largas estadías por estos parajes, quizás estas visitas no eran más que un autocastigo por haber llevado a los dos hombres que más ame a la ruina o en realidad solo una forma de mantener viva la llamarada de esperanza que encendía a este corazón muerto, esos latidos secos que ponían mi imaginación a navegar por los mares hasta su palazzo, solía pensar para mi propio confort que Alessandro volvió a Venecia, que sus manos volvían a pintar capillas y muros, que leía y tocaba el piano a media noche para alguien que debía ocupar mi lugar, tras esto fue inevitable que mis manos entrelazadas se posaran pesarosamente en mi pecho, mientras mis pasos se detenían en medio de tumbas y de las huellas dejadas por el otoño en medio de un sendero que al parecer no me llevaba a ningún destino en particular << ¿Como es que me dueles? ¿Como?... si jamás estuviste a mi lado, si jamás fui tuya, si me trataste de la forma más vil que pude haber conocido >> reclamaba con ojos cerrados, el dolor era fuerte, el pensamiento débil y el control de mis acciones era nulo, por lo que hablaba en medio de sollozos discretos, mascullaba entre dientes reclamos y reproches hacia él, hacia Dios, hacia el diablo o quien fuese el responsable de mi desdicha.
Cuandos mis orbes decidieron por fin abrirse a la visión bellamente melancólica de la noche, todo un firmamento apareció frente de mi, a la par que mis sentidos se agudizaban solo suficiente para captar con precisión y cuidado cada sonido, cada fragancia, cada sensación, todo era igual a aquella noche en que volvimos a reencontrarnos aquí, los animales nocturnos componían su sonata, los ángeles y santos permanecían impasibles desde aquel día, sin que les molestase el hedor de la naturaleza muerta de las hojas que se habían desprendido de las ramas lúgubres y antiguas de los troncos que custodiaban quizás pasillos y mausoleos, sintiendo la brisa nocturna en la piel de mi rostro descubierto << ¿De que manera es que debo olvidarlos? >> pensé e intente leer entonces, me fiaba de la luz mortecina de la luna, ella en su palidez podía señalar algún indicio de la respuesta que tanto buscaba hace más de un año << Debo creerte vivo Alessandro y sin embargo no puedo evitar rezarle al cielo o el infierno >> clamaba con dolor, mientras un ramillete de flores blancas cortadas de la Galería reposaba en mis manos hasta que ellas pagaron el precio del estremecimiento que me encogía el corazón.
Mi silueta seguia en el andar de un alma en pena, con mi silueta cubierta por una capa larga y una capucha sobre la cabeza, el crujir de las hojas bajo mis pies continuaban siendo un eco estridente y continuo a la vez, probablemente habría más sonidos fuera pero yo cada vez me vía inmersa en pensamientos sin sentido, en espirales sin tiempo, hasta que mi vista apenas se poso en un caballero, su cabello largo y sus exquisitas facciones me hicieron detenerme, era mi curiosidad la que ardía en las brazas por conocerle, aunque no sabia que tan correcto eso sería, después de todo un cementerio no era el mejor sitio para socializar y sin embargo bajo la excusa de no haber entablado comunicación en un año con alguien ajeno a mí, me acerque apenas lo suficiente para saber que era uno de los míos, en cuyos ojos se notaba el dolor que amargaba la existencia eterna, que hacia mas cruel al verdugo que nos azotaba y ponía un eslabón a las cadenas que llevábamos a rastras todos lo que somos condenados a este purgatorio de almas malditas.
-Bonne nuit monseuir- salude con la voz frágil y discreta -¿Usted es nuevo por estos lares?- pregunte -Es la primera vez que lo veo por aquí, su rostro no me resulta familiar... yo... siempre vengo a depositar esto a medio camino principal- señale las flores que mis manos sostenían - O quizás, la hora jamás había coincidido- me encogí de hombros -¿Se encuentra usted bien?- interrogue con sincero espanto que la misma atmósfera envolvía a los dos, mientras que yo lidiaba con ocultar la nefasta sensación de la soledad y la desdicha, solo con ellos aquí había hablado entre muertos y ellos se habían ido, eso era lo que me dolía y no quería aceptar, yo fui su maldición que al final los arrastro por entre corrientes carmesí... se fueron para nunca volver.

P. D:

por **Angelo Ange D' Le Rose** Miér Abr 22, 2015 6:55 am

Permanecí admirando y contemplando aquella cripta como si quisiera grabarme cada detalle de la misma, el grabado de su nombre, del epitafio y del año... exhale suavemente al sentir el ambiente sereno y tranquilo a mi alrededor y cerré los ojos como si al hacerlo esperaba que "él" apareciera en estos, su imagen, su persona, su espíritu. Pero algo era claro, así era la vida para mí, tenía que resignarme a ver a todo ser vivo perecer, no hay nada que se pueda hacer. Ya habían pasado varios siglos y yo ya debería haberlo entendido, hace mucho tiempo que perdí huella de mis lasos mortales que no sabría si aún habían descendientes rondando por ahí. Tal vez debo aprovechar esta eternidad para averiguarlo pero no, si fuese así haría que vinieran a mí, ¿y cómo lo haría? con mis planes que me propuse a realizar hace tiempo... cuando deje de ser un cazador y me enseñaron a controlar mi sed distrayéndome con el arte.

Mientras continuaba hundido en mi pensar, percibí la presencia de otro bebedor de sangre cerca mío, aún a distancia podía escucharlo, su andar lento que se acercaba más y más; no me moví, preferí esperar. Deje que me encontrara pues su aura la sentía baja ¿novicia? ¿o igual ha aprendido a esconder su presencia? bueno, lo sabría cuando se acercara. En ese transcurso de tiempo pude percibir sus pensamientos ¿no sabía que si no tiene cuidado con ello cualquier ser inmortal con la capacidad de leer la mente podría escabullirse y leer estos? Podría decir que era una recién creada ¿o quizá igual la habían abandonado al momento de abrazarla? no lo sabría con certeza... ¿pero quienes eran esos dos que ella mencionaba? ¿por qué olvidarles? ¿sus familiares a caso? es lo que no me llegaba a revelar más su mente pues deje de recibir imágenes de su parte cuando sentí su esencia tan cerca de mí.

Su voz... muy suave, frágil, delicada. No tuvo el menor temor de acercarse a mí pues he de decir que incluso mi propia estirpe me teme ¿por qué? no lo sé, siempre se acercaban con temor, supongo que era porque me encontraba más con chiquillos que con antiguos; y hablando de antiguos no he llegado a encontrarme con ninguno mayor a mí, algo que para mí era mejor, no me agradaba compartir miradas a los más maduros. El sonido de mis ropajes contrayéndose, mi capa deslizándose atrayendo consigo unas cuantas hojas secas que se aferraban a la tela al levantarme sin mirar aún a la joven después de escucharle. Mire fijamente, por última vez, la tumba de mi hermano y al fin, viré mi cabeza lentamente hacia su persona bajando la mirada para verle fijamente, escondida debajo de una capa similar a la mía ¡vaya gustos compartidos! sus ojos que delataban que, efectivamente era una joven recién creada, una figura esplendida que fue transformada siendo muy joven... podría decir de unos Dieciocho años de edad mortales más o menos.

—Bonne nuit modemoiselle... —saludé al fin, dejando escuchar aquella voz serena, gruesa y seria a la vez, formalista. —Igualmente he de decir que vos es nueva para mí, es decir; igual no le había llegado a ver pero es comprensible... —le sonreí leve por cortesía y baje la mirada hacia sus manos al mostrarme las flores que llevaba en estas para algún difunto ¿sería para aquellos que mencionó en su mente hace un momento? tal vez lo sabría más adelante. Volví la mirada a ella sin dejar de prestar atención al sonido de su voz de seda. —Seguramente —asentí ante su comentario sobre el horario —pues ha decir verdad llevo siglos sin pararme en este sitio. Así que no es de extrañar que no me haya llegado a ver por estos lugares de París.

Ante su cuestionamiento de estar bien ¿por qué no lo estaría? ¿o es que llegó a ver algo en mi persona que no pareciera estar bien? de nuevo baje la mirada a las flores, blancas... total pureza en sus pétalos, inocentes y muertas por haber sido arrancadas de sus raíces al igual que yo lo había hecho con las rosas rojas escarlata que ahora se encontraban sobre el altar del mortal a quien había venido a visitar después de tanto tiempo (realmente mucho tiempo). Había vuelto la mirada a aquella tumba inconscientemente y el viento empujo mi cabello bicolor cobijándome ambas mejillas a lo que no dí importancia a ello. —He de encontrarme bien señorita, creo que no debe preocuparse por un extraño al cual acaba de encontrarse —sonreí ante mi comentario, sí, efectivamente era un extraño para muchos incluso para los de mi propia naturaleza pero eso que importaba, me agradaba serlo. —Solamente vine a ver a un viejo compañero mortal, a quien le debía la visita desde hace mucho. Pero bueno ¿vos por qué está aquí? tengo entendido que si porta flores blancas es para alguien especial en su vida, soy yo el que debería preguntar si vos se encuentra bien.

R=:

por **Montserrat Vasari** Jue Abr 23, 2015 7:57 pm

Al escucharle mis dudas fueron aclaradas y mis sospechas eran confirmadas, pues el pensamiento a veces acudía a mi presencia solo para restregarme en la cara que soy la única demente que visita estos lugares tan faltos de vida cada una de las noches desde que la culpa empezó por carcomerme el espíritu si es que aún, a pesar de mi maldición podía albergarse algo de aquello en mis adentros.
prestaba tanta atención a sus palabras, a sus gestos, a su mirada perdida en aquella tumba << Cuanto debe sufrir, por quien sea que allí se encuentre reposando >> pensé, sin reparar en nada más que en su sonrisa elegante y gentil, en sus cabellos largos y en su rostro cubiertos por estos, aliviaba mi sufrimiento perderme en esos pequeños detalles, por un momento ellos, el encuentro y la conversación me devolvían a la realidad de la que me empeñaba tanto en huir -Lo siento- me disculpe apenada, a pesar de estar inmersa en mis pensamientos, en mis conclusiones y mis laberintos mentales podía escucharle -No puedo evitar preocuparme por todo el mundo... o casi por todo- mi voz se eclipso por instantes -Es que yo... tenia largo tiempo de no entablar conversaciones con alguien ajeno al mundo oculto donde vivo- probablemente no me entendería o al menos no se imaginaria que había pasado un año al lado de Leviathán sin entablar una sola palabra con él o con Teobaldo y que esperar de mis víctimas... las odiaba tanto como para articular palabras antes de su ejecución ¿De que se podía hablar con un ladrón, un violador o un asesino mortal? -Por más de un año solo me comunico con estas frías losas- señale con la mirada aquellas placas de granito grisáceseo cubierto por hojas y polvo que ha dejado de acompañar a los aires del tiempo que vienen desde las lejanías del olvido -No son muy comunicativas ¿sabe?, otras tantas veces hablo con Dios sin esperanza a que siquiera me escuche o con el desconsiderado demonio que prefiere torturarnos a consolarnos en este mundo de soledad y penumbras- suspire, llevando a mis adentros la frescura y el aroma tan peculiar de la juventud de una noche de otoño.
Mis orbes contemplaron las pequeñas flores blancas, tan serenas, reposando en mis manos sin saber que ya no retornarían al piso del que fueron sustraídas y que por el contrario pronto pasarían a formar parte de este mundo plagado de muerte, donde estarían para honrar la memoria de dos inmortales de los que desconocí su cruel y fatal destino, su última morada -Al principio creí saber la razón de mi estadía, siempre vengo con esa idea... pero luego todo se disuelve tornándose en nada- conteste a su pregunta -Y entonces solo camino por entre tumbas, silencio y recuerdos- dirigí mi mirada hacia el firmamento claro y estrellado creyendo verlos en lejanía de lo alto -Eran mis creadores- dije débilmente -Para ellos son estas flores blancas aunque no se las merecen- me encogí de hombros y sonreí como medio para ocultar el dolor -Ellos me abandonaron desde el primer momento y se empeñaron por hacerlo eternamente, sin una promesa de retorno, se fueron con los seductores brazos de la muerte, no esta... sino la que pone el punto final al libro de la vida para llevarte luego al cielo o al infierno- retorne mi mirada a se peculiar ser del que no podía dejar de maravillarme por su imponente y misteriosa presencia -Quizás son figuraciones mías o es más mi necedad de ver mis emociones reflejadas en el otro, que creo verle sufrir por aquel que ahora goza del sueño eterno- gire mi cabeza en dirección al sepulcro, le recorrí de forma lenta, guardando en mi mente los detalles que se dibujaban a la luz de la luna -Debió de ser alguien importante para usted ¿Verdad?- cuestione sin verle, continuaba con la atención fija en aquella dirección -A veces creo envidiarlos, ellos ya carecen de conciencia, de dolores y sufrimientos, mientras nosotros perdidos, en un mundo que parece jamás tener final, llevando a cuestas el recuerdo de los mortales que nos rodearon alguna vez de una forma especial- asentí -Si tan solo supieran...- susurre -Debo de estar aburriendo con todo esto- sonreí nerviosa -Si gusta puedo marcharme para dejarle en compañía de él o ella-.

por **Angelo Ange D' Le Rose** Mar Abr 28, 2015 4:38 pm

Volví la mirada a ella para verle con detenimiento mientras escuchaba su respuesta, entre-abrí la mirada al escucharle decir sobre entablar conversaciones con otros, ¿cuanto puede aguantar un ser sin articular palabras a otros seres? debía saberlo, pues yo era de los que prefería el silencio pero no por tanto tiempo, otra cosa en común con ella. Aunque ¿por más de un año?, a diferencia de ella no aguantaría tanto, aunque no hablara mucho me agradaba compartir una buena charla con cualquiera que quisiera compartir sus experiencias de la vida en algún lugar cómodo con buena bebida y si era un mortal, con una buena comida. Desvié su mirada para explorar el lugar cuando ella lo señalaba con la vista y al volver a plantar mis ojos en ella observaba su personalidad a través de los suyos. —no estamos solos —comenté cuando ella se tomó el momento para guardar silencio—. La soledad acompaña a aquel quien quiera su compañía, eso sería siempre... —razoné—, pero no es por causa divina ni infernal, ¿quienes somos para decir de donde provenimos exactamente? somos unos más en el mundo —de nuevo, desvié su mirada para observar como movía sus manos tan ligera y suavemente por las flores mientras ella las contemplaba—. A veces... debemos aceptar lo que somos y descubrir el para qué fuimos creados, aunque a veces haya sido en contra de nuestra propia voluntad —al comentar aquello guarde silencio pensando en mis palabras, ¿por qué diría eso? ¿no fui yo el que se acobardo al último momento y acepto el don oscuro? debería retractarme por eso.

Me gire, casi dándole la espalda para caminar hacia la cripta que se encontraba al frente de la de mi familiar sin dejar de prestar atención a sus palabras, y después me volví para observarle y cuando ella alzó la mirada yo no dejaba de contemplarla; busque después con la mirada las tumbas donde ella hace un momento se encontraba, aunque no las viera mi mirada se posaba en aquella dirección mientras le escuchaba hablar sobre sus creadores. Entonces era cierto, la habían abandonado, pero no del modo en que me habían abandonado a mí. Advertí que me observaba mientras yo yacía con la mirada perdida tras lo que me había revelado y a la vez, pensaba en aquel ser quien me había transformado en lo que ahora era; agaché únicamente la mirada cómo si estuviera viendo el suelo, las hojas quebradas en la tierra húmeda bajo los pies de ella y uno que otros pétalos de otras flores de tumbas diferentes; de improvisto, y de forma violenta, mis ojos volvieron a posarse en la base de aquella cripta de mármol y después buscaron las alas desquebrajadas de aquel ángel que lo custodiaba tras escucharle. Sí, era alguien demasiado importante para mí, era alguien a quien yo admiraba, alguien a quien yo quería seguir su ejemplo; pero aquel a quien todos creen, a quienes los mortales veneran, me lo arrebató de mis manos cuando más lo necesitaba. Pero no soy quien para quejarme ahora, pues así era la ley de vida ¿no?

—Era mi hermano... —murmuré, interrumpiéndole al pensar que me estaba aburriendo con su conversación, quizá al mandarle esa señal de voz se quedaría y escucharía. Baje la mirada lentamente para después virar mi cabeza y volver a verle fijamente, después estiré mi brazo para ofrecerle que tomara asiento si gustase en la cripta ajena y con un movimiento de cuerpo hice que la capa descubriera mi cuerpo al hacerla hacia atrás. Vestía una levita roja que me llegaba hasta los tobillos por detrás y un pañuelo de encaje blanco cubriéndome el cuello, mis manos se encontraban cubiertas por guantes negros de tela y el pantalón completamente negro formal y elegante. Inconscientemente lleve mi diestra a mi rostro para tocar la media máscara que me cubría la mitad de mi cara para después decidir no quitármela. Caminé para posarme al lado de la cripta de mi hermano y unos momentos de volver a grabarme los detalles de la piedra regresé la mirada a ella. —Para mí su presencia y el que me hable de los seres a quienes vino a visitar, no significa que me aburra, el que guarde silencio no es sinónimo de que me esté aburriendo... —comentaba aquello en una forma tan serena y relajada, cualquiera que me escuchara podría incluso sentirse libre de cualquier tensión que le provocase la ambientación.

Asentí suavemente, no sé porqué, ¿quizá para buscar las palabras para comenzar la charla? ¿o aceptar su filosofía acerca de los mortales? —un tiempo, cuando acepte lo que es y cuando deje de atormentarse, ellos ya no la torturaran con sus recuerdos. Seguirán, claro, en su memoria pues el olvido no existe pero aquellos recuerdos ya no serán una tortura, sino que si usted lo permite, se convertirán en su fortaleza —volví a quedarme pensativo al volver la mirada a la cripta, observando, contemplando, pensando; cómo si aquellas palabras no las hubiera pronunciado yo sino que se me habían sido transmitidas ¿era esto lo que él quería que comprendiera? de nuevo, posé mi mirada en la suya y camine hacia ella, con sólo unos pasos me encontré al frente de su persona y tome una flor con cuidado dejando que ella me permitiera tomarla, al tener sus pétalos rosando mi mano flexioné mis piernas sentándome en los talones y observando aquella flor blanca cómo si quisiera grabarme cada detalle, desde su tallo hasta la textura con las que fueron creadas. —La inmortalidad es un don —aclaré—, pero sólo pocos saben como mantenerse dentro de este don, algunos no lo desean y otros lo mal gastan y otros más tratan de descubrir en qué se puede usar. —Sin percibirlo, sonreí ligeramente mientras me maravillaba de la belleza de la flor y mis ojos celestes brillaban ante la luz de la luna entre la oscuridad— si he de creer en la muerte —susurré mientras inclinaba la flor hacia a mí, acercándola a mi nariz para tratar de aspirar su aroma mientras cerraba lentamente los ojos— también he de creer en la vida que sigue después de ésta. —Suspiré lentamente al sentir la textura de la flor rosar mi piel blanquecina y volví a entreabrir los parpados para dirigir mi mirada hacia la mujer que estaba frente mío y contemplar su expresión y cada gesto de su mirada—.

por **Montserrat Vasari** Dom Jun 07, 2015 3:29 am

Por momentos sus palabras lograban perderme en el abismo de la paz y tranquilidad, nadie desde que todo comenzó entre penumbras me había hablado de un modo como aquel, nadie ni siquiera mis propios creadores aún después de conocer la visión que tenia al respecto de la inmortalidad intentaron sacarme de ese error con frases como aquellas, ese caballero lograba abatir toda falta de interés en la eternidad y darme aunque sea un resquicio de esperanza para aferrarme a seguir con vida.
Su voz era un eco estridente que retumbaba en mi interior alterando toda estructura espiritual, vibraba y al hacerlo sacudía de mi toda duda, por un momento incluso me sentí decidida a proseguir, sostuve las flores con fuerza, absorbí su aroma, el único elemento capaz de volverme al tiempo y al lugar -Sabe, en mi vida mortal- asentí con los ojos fijos en la tierra, incapaz siquiera de parpadear, pues recordaba y seguía navegando en el pasado humano que albergaba mi cabeza -Siempre estuve sola, me sentía bien de ese modo hasta que mi acción paso la factura, la tristeza se infiltro como la peste dentro de mi ser, ahuyentando a la compañía, enfermedad silenciosa que me orillo a dejarme transformar en esto, sin saber lo que hacia y todo lo que perdería después- aseguré -Quizás en ese pasado sustancioso, frágil y rebuscado jamás aprendí a invitar gente a mi vida- un momento el silencio pareció ser el protagonista vivido de la conversación, este se apodero de todo menos del sutil soplido del viento fresco, de los insectos nocturnos cantado su sonata, del aleteo escandaloso de un mosco que se apabullo cuando descubrió que en mi no había manjar a disfrutar -Opino en mi poca experiencia monseuir que así como el hombre trata de dar una explicación a las preguntas eternas de ¿Quienes son?, ¿De donde vienen? y ¿A donde van?, los vampiros también lo heces a menudo y como la gran mayoría al menos necesito aferrarme a la idea de que es por el infierno o el cielo que estoy aquí, sin esa creencia pereceré más rápidamente, quizás porque a pesar de que yo traigo a la muerte y deseo la muerte, me aterra... me aterra pensar que no haya más.. el velo negro que porta la incertidumbre me parece terrible, más si no hay algo en lo que creer- sentí el cuerpo estremecerse de solo pensarlo, las manos de mármol se aferraron al tallo verde y fresco de las flores, mi entrecejo quizás decía algo sobre mi emoción, quizás había guardado discreción, no lo sabía aún.
-No puedo aceptar lo que soy, porque ni siquiera lo sé- me encogí de hombros y por primera vez en un par de instantes le había devuelto la mirada -Cuando me transformaron tampoco lo sabía, perecí en medio de la confusión y vivo, si es que esto es vida, en medio de ella, no me transformaron a la fuerza- negué educada y de inmediato -Yo lo quise así pero porque jamás se me explico todo lo que debía pagar por ser lo que soy- inspire, calle y le contemple, seria por mis pocos años o porque no hacia mucho que finalmente salí más allá de los dominios de la galería pero aquel ser que tenia delante me resultaba agradable e intrigante, un ilustre vampiro tan diferente a todo lo que había conocido, era todo lo que hubiese deseado un maestro del Don oscuro, de acuerdo a como le llaman los vampiros la existencia en su caló, probablemente todo hubiera sido diferente y no andaría como alma errante chocando de frente de muro en muro con la muralla invisible de la ignorancia.
De pronto recorde que menciono a su hermano en todo el asunto, jamás supe que era tener uno, pero sabia que dolía tanto como perder a los padres, mis padres... -Siento mucho lo de su hermano, debió ser una buena persona- añadí -¿Lo amaba mucho verdad?- cuestione -Al menos usted sabe que su familia esta aquí, la mía me mato en vida- lleve las flores al rostro, hundí en ellas mi rostro y me embriague en su aroma puro y sereno -Lamento haber confundido su silencio con abolía- me disculpe de inmediato, apenada y nerviosa -Hace tiempo que no tenia una conversación ajena, llevo mucho tiempo como el más ermitaño de nuestra estirpe supongo- apenas sonreí y la mueca se desvaneció de un momento a otro, mis ojos no perdían de vista los suyos, ni sus movimientos, trataba simplemente de aprender y disfrutar de la compañía... fui una tonta al huir de ella antes y después de ser esto -Yo no puedo dejar de atormentarme con eso, porque siento la culpa tomándome por el cuello y restregando al rostro que de no ser por mi quizás estarían vivos, no los mate yo- reparé al instante -Pero me metí en muchos problemas que al defenderme de sus consecuencias, estas los empujaron a su muerte- asentí melancólica -Por eso creo que la culpa y el remordimiento me abandonaran por el tiempo que me reste, son las cadenas más pesadas de todas las demás ataduras que arrastro en mi espalda- entonces al recordar su afirmación, al escuchar su palabras en mi cabeza, todo mi ser se negó a creer lo que escuchaba, no podía ser, jamás presenciado algo que me hiciera pensar que en verdad la oscuridad es un Don -Nunca he podía ver la inmortalidad como usted lo dice, me han acontecido tantas cosas que a menudo pienso que esto es una maldición... ¿Porque en el fondo lo es cierto?- interrogue -Es una maldición, no puede ser de otra manera-, había contestado cada uno de sus argumentos, ignoraba si bien o mal, pero que se podía esperar de una neófita que de todo, nada sabia y que en el fondo lo único que deseaba era escuchar hablar al desconocido para calamar su alma rota.

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