AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Miradas perdidas [Privado]
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Miradas perdidas [Privado]
Ya no le debía nada. Ni siquiera, pude vengarme del apellido Cannif. Ahora, solo quedaba seguir mis pasos, unir a mi manada y luchar. Desde que Aren retomó sus pasos hacia la nada, porque eso quedó de donde él se crió, al igual que todos los habitantes de aquel lugar. Unos lograron escapar y otros...perecieron en el intento de luchar. Solo eran personas que vivían a su trabajo del día a día... gente que necesitase que fuesen salvados y no traicionados, como hice con él.
Aunque siendo egoístas, el haberlo arrebatado de allí, de sus orígenes... pude salvarlo. Salvarle del caos, lo salvé sin ser consciente...salvé a un maldito Cannif cuando lo quería a todos colgados, rodando cabezas a mis pies. Sin embargo, él era diferente. Me enseñó a ser valiente, a afrontar mis temores y a saber razonar. Estar conmigo no era estar a salvo, el rey me tenía en vigilancia constante pues tras haberle dejado ir, según mi testimonio “escapado de mis garras”. Le salvé y lo condené aún más pues cuando viese que su familia ya no se encontraba allí...volvería sediento de venganza.
Solo no podría, sería como una mosca a la que aplastar. Tenía que velar por él aunque él no lo supiese, así fue como seguí sus pasos. Mis hermanos me ayudaron a ello, siguieron cada uno de sus pasos hasta que se asentó en solitario, rehacer su vida...segura de esperar el momento perfecto para acabar con la tiranía o simplemente, esperar a que su familia lo hiciese por él.
Lo veía desde mi posición, en el lago. Toda la mañana, había estado observándole. No sabía cómo presentarme ante él después de lo ocurrido...me terminaría culpando pero lo que él no sabía es que tenía algo que él amaba a buen recaudo. Me deshice de la ropa, cayó a mis pies y mis pasos se perdieron en el agua hasta que me cubrió los hombros. Necesitaba perderme por esa noche, sucumbir al pecado de las aguas...perderme en ellas y por fin, suspirar aliviada...
Lo esperaba, tomaría el baño de cada noche... y en cuanto oí el chapoteo, me acerqué en silencio...sigilosa bajo el agua. Sabría de mi presencia en cuanto saliese a la superficie, decidí aparecer por detrás , sin avisar, sin hablar solo esperaba me reconociese.
-Aren. -susurré melosa, tras su espalda. Siseé para que no dijese nada, no iba a dañarle... solo a avisarle -El rey está lejos de aquí, no temas y lo se, sé que lo que amabas... ya no existe pero te equivocas, tengo algo para ti. No podía decírtelo, sabía que arrasaría tu aldea -esperaba que me acusase de traidora y no iba a negarlo. Tapé su boca para que dejase de hablar, aún tenía algo más que decirle... -Tus padres están a salvo, no pude salvar a los demás... no llegamos a tiempo -
me aparté de él, le observé en silencio, hacía mucho que no nos veíamos y tampoco esperaba nada. ¿Si le eché de menos? Quise comprobarlo, acercándome a su boca y darle un beso en los labios, fugaz...con los ojos abiertos, me esperaba rechazo por su parte . Busqué su mirada, sin encontrarla como siempre y por ello... bajé la cabeza hasta el agua.
-No sirvo al rey, o al menos...él cree que sí pero...mi manada está lejos de esas tierras. Soy una fugitiva...me buscan , como tú.
Aunque siendo egoístas, el haberlo arrebatado de allí, de sus orígenes... pude salvarlo. Salvarle del caos, lo salvé sin ser consciente...salvé a un maldito Cannif cuando lo quería a todos colgados, rodando cabezas a mis pies. Sin embargo, él era diferente. Me enseñó a ser valiente, a afrontar mis temores y a saber razonar. Estar conmigo no era estar a salvo, el rey me tenía en vigilancia constante pues tras haberle dejado ir, según mi testimonio “escapado de mis garras”. Le salvé y lo condené aún más pues cuando viese que su familia ya no se encontraba allí...volvería sediento de venganza.
Solo no podría, sería como una mosca a la que aplastar. Tenía que velar por él aunque él no lo supiese, así fue como seguí sus pasos. Mis hermanos me ayudaron a ello, siguieron cada uno de sus pasos hasta que se asentó en solitario, rehacer su vida...segura de esperar el momento perfecto para acabar con la tiranía o simplemente, esperar a que su familia lo hiciese por él.
Lo veía desde mi posición, en el lago. Toda la mañana, había estado observándole. No sabía cómo presentarme ante él después de lo ocurrido...me terminaría culpando pero lo que él no sabía es que tenía algo que él amaba a buen recaudo. Me deshice de la ropa, cayó a mis pies y mis pasos se perdieron en el agua hasta que me cubrió los hombros. Necesitaba perderme por esa noche, sucumbir al pecado de las aguas...perderme en ellas y por fin, suspirar aliviada...
Lo esperaba, tomaría el baño de cada noche... y en cuanto oí el chapoteo, me acerqué en silencio...sigilosa bajo el agua. Sabría de mi presencia en cuanto saliese a la superficie, decidí aparecer por detrás , sin avisar, sin hablar solo esperaba me reconociese.
-Aren. -susurré melosa, tras su espalda. Siseé para que no dijese nada, no iba a dañarle... solo a avisarle -El rey está lejos de aquí, no temas y lo se, sé que lo que amabas... ya no existe pero te equivocas, tengo algo para ti. No podía decírtelo, sabía que arrasaría tu aldea -esperaba que me acusase de traidora y no iba a negarlo. Tapé su boca para que dejase de hablar, aún tenía algo más que decirle... -Tus padres están a salvo, no pude salvar a los demás... no llegamos a tiempo -
me aparté de él, le observé en silencio, hacía mucho que no nos veíamos y tampoco esperaba nada. ¿Si le eché de menos? Quise comprobarlo, acercándome a su boca y darle un beso en los labios, fugaz...con los ojos abiertos, me esperaba rechazo por su parte . Busqué su mirada, sin encontrarla como siempre y por ello... bajé la cabeza hasta el agua.
-No sirvo al rey, o al menos...él cree que sí pero...mi manada está lejos de esas tierras. Soy una fugitiva...me buscan , como tú.
Brynja- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 07/05/2017
Localización : Dónde tú estés.
Re: Miradas perdidas [Privado]
Desde que lo perdí todo había distado mucho de aquel hijo de herrero que el mundo conocía, durante esos meses me uní a varios grupos nómadas, algunos de mercenarios, otros de asesinos, mi vida no fue fácil por si algo aprendí entre ellos es que el dolor te forja a fuego, te arrastra Hel y allí sumergido en el hielo te convierte en la espada mas afilada jamas usada.
Eso era yo hoy, un depredador, un asesino, mi misión solo tenia un nombre, venganza.
Atrás deje las enseñanzas de mis padres, esas que me enseñaban mas allá de lo que mi ceguera podía ver, ahora, algo también me llevaba mas allá, pero no era la bondad con la que juzgar a la gente, si no la ira que me convertía en lo mas peligroso de estas tierras, un hombre despojado de hogar de familia que nada tenia que perder ya
El rey del norte caería bajo el acero de mi espada, esa que ahora tras el entrenamiento mas duro de mi vida, el de permanecer vivo en montañas norteñas, se había convertido en un arma mitológica, una prolongación de mi mano.
Un tullido es lo que era antes de que el acero se convirtiera en mis ojos.
Engreído como solo un Cannif lograba mostrarse, me sumergí en las gélidas guas del rio, mi destino el castillo de ese tal Höor Cannif, me había metido en una barca por ser ciego, esperaba que ahora, que el acero se había convertido en mi sino y el odio en mi bandera tuviera hueco entre sus filas.
No buscaba cariño, ni afecto, ni un padre, ni un apellido, todo se resumía a una maldita palabra, vengar a los míos.
Padre siempre me advirtió que el odio, la ira y el rencor te devora por dentro, que nada queda de ti cuando esos sentimientos se instalan en tus entrañas carcomiendote por dentro.
Lo que no me dijo era que el vació también hace exactamente lo mismo.
Podia percibir el movimiento del agua a mi alrededor, cada onda que delineaba un cuerpo cercano al mio.
Su voz la delató, enarque una ceja antes de ladear la sonrisa.
Ahora venia aquí, a decirme que no era fiel al rey, que era una fugitiva como yo..pero la verdad ella y yo nada teníamos en común.
Odiaba a los Cannif y su odio lo había trasladado a mi. Si no me hubiera sacado de mi aldea, puede que estuviera muerto, pero a decir verdad, era mejor eso que lo que tenia.
Su boca me busco, la dejé hacer, bueno, mas o menos porque mi ímpetu fue cero.
-Voy al castillo de Höor Cannif..puedes correr a contárselo al rey, porque ni él, ni su ejercito va a impedírmelo.
Eso era yo hoy, un depredador, un asesino, mi misión solo tenia un nombre, venganza.
Atrás deje las enseñanzas de mis padres, esas que me enseñaban mas allá de lo que mi ceguera podía ver, ahora, algo también me llevaba mas allá, pero no era la bondad con la que juzgar a la gente, si no la ira que me convertía en lo mas peligroso de estas tierras, un hombre despojado de hogar de familia que nada tenia que perder ya
El rey del norte caería bajo el acero de mi espada, esa que ahora tras el entrenamiento mas duro de mi vida, el de permanecer vivo en montañas norteñas, se había convertido en un arma mitológica, una prolongación de mi mano.
Un tullido es lo que era antes de que el acero se convirtiera en mis ojos.
Engreído como solo un Cannif lograba mostrarse, me sumergí en las gélidas guas del rio, mi destino el castillo de ese tal Höor Cannif, me había metido en una barca por ser ciego, esperaba que ahora, que el acero se había convertido en mi sino y el odio en mi bandera tuviera hueco entre sus filas.
No buscaba cariño, ni afecto, ni un padre, ni un apellido, todo se resumía a una maldita palabra, vengar a los míos.
Padre siempre me advirtió que el odio, la ira y el rencor te devora por dentro, que nada queda de ti cuando esos sentimientos se instalan en tus entrañas carcomiendote por dentro.
Lo que no me dijo era que el vació también hace exactamente lo mismo.
Podia percibir el movimiento del agua a mi alrededor, cada onda que delineaba un cuerpo cercano al mio.
Su voz la delató, enarque una ceja antes de ladear la sonrisa.
Ahora venia aquí, a decirme que no era fiel al rey, que era una fugitiva como yo..pero la verdad ella y yo nada teníamos en común.
Odiaba a los Cannif y su odio lo había trasladado a mi. Si no me hubiera sacado de mi aldea, puede que estuviera muerto, pero a decir verdad, era mejor eso que lo que tenia.
Su boca me busco, la dejé hacer, bueno, mas o menos porque mi ímpetu fue cero.
-Voy al castillo de Höor Cannif..puedes correr a contárselo al rey, porque ni él, ni su ejercito va a impedírmelo.
Aren Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: Miradas perdidas [Privado]
No esperaba absolutamente nada. Supe cada uno de sus pasos después de que nos despidiésemos de aquel modo amargo. Realmente, pensé en largarme de allí y empezar de cero pero era fiel y leal a los míos, les llevé al borde del principio y ahora..era mi deber salvarles si caían. No me sentía orgullosa de mis decisiones, el odio y el rencor me llevó a unirme con el rey para vengarme de él, de un Cannif y fue otro quien me hizo dudar, replantearme lo que realmente era importante... hasta que lo vi con mis propios ojos.
Había cambiado, los dos lo hicimos y si hubo algo que nos unía, se rompió. Un fino hilo que nos separó a los dos fue cortado por el rencor. Yo no le odié, sí lo que representaba sin él saberlo pero me costó darme cuenta, lo supe cuando tuve que dejarle marchar. Volví a renunciar a la felicidad, porque aunque él no lo creyese...podía enseñarme y mostrarme más de lo que él pudiese imaginar. No, no era un tullido para mí pero qué más daba, él pensaría siempre como quisiera.
El Aren que conocí...ya no se encontraba ante mí, no hacía falta que me mirase a los ojos para saberlo, quise comprobarlo con un beso...y así fue como vi su rechazo, escupiendo las palabras con un odio infinito...el que me había ganado. Sonreí de medio lado, apartándome lo justo para que pudiese separarse si quería.
-Sigues pensando en que te traicioné cuando no lo hice, no te pido favores por salvarte porque eso sí que no estuvo en mi mano...era tu destino -asentí con la cabeza sin perder la sonrisa, no salvé a sus padres por favores... supe de los planes del rey y solo pude salvar a unos cuantos del poblado arrasado. No dije nada, estaba a punto de girarme para marcharme cuando oí pasos entre la maleza.
Siseé tapándole la boca, arrastrandolo a un lado del lago , ocultándonos bajo una madreselva. Teníamos dos opciones, o iban a por mí o por él.. o simplemente estaban de guardia. Eran soldados del rey, custodiaban cada parte de aquella tierra. Le solté, no quería que me apartase, dolería más que la indiferencia. Solo echaron un vistazo a las tierras, le miré de reojo y suspiré... iba a marcharme sin despedirme en cuanto los guardias se fueran.
-Tendremos que quedarnos aquí un buen rato, se han sentado a descansar -lo que me faltaba... quería irme y largarme de allí, su indiferencia me incomodaba demasiado -No me acerco, ni siquiera te hablaré -desnudos, escondidos...y lanzándonos dardos envenenados convertidos en palabras.
Había cambiado, los dos lo hicimos y si hubo algo que nos unía, se rompió. Un fino hilo que nos separó a los dos fue cortado por el rencor. Yo no le odié, sí lo que representaba sin él saberlo pero me costó darme cuenta, lo supe cuando tuve que dejarle marchar. Volví a renunciar a la felicidad, porque aunque él no lo creyese...podía enseñarme y mostrarme más de lo que él pudiese imaginar. No, no era un tullido para mí pero qué más daba, él pensaría siempre como quisiera.
El Aren que conocí...ya no se encontraba ante mí, no hacía falta que me mirase a los ojos para saberlo, quise comprobarlo con un beso...y así fue como vi su rechazo, escupiendo las palabras con un odio infinito...el que me había ganado. Sonreí de medio lado, apartándome lo justo para que pudiese separarse si quería.
-Sigues pensando en que te traicioné cuando no lo hice, no te pido favores por salvarte porque eso sí que no estuvo en mi mano...era tu destino -asentí con la cabeza sin perder la sonrisa, no salvé a sus padres por favores... supe de los planes del rey y solo pude salvar a unos cuantos del poblado arrasado. No dije nada, estaba a punto de girarme para marcharme cuando oí pasos entre la maleza.
Siseé tapándole la boca, arrastrandolo a un lado del lago , ocultándonos bajo una madreselva. Teníamos dos opciones, o iban a por mí o por él.. o simplemente estaban de guardia. Eran soldados del rey, custodiaban cada parte de aquella tierra. Le solté, no quería que me apartase, dolería más que la indiferencia. Solo echaron un vistazo a las tierras, le miré de reojo y suspiré... iba a marcharme sin despedirme en cuanto los guardias se fueran.
-Tendremos que quedarnos aquí un buen rato, se han sentado a descansar -lo que me faltaba... quería irme y largarme de allí, su indiferencia me incomodaba demasiado -No me acerco, ni siquiera te hablaré -desnudos, escondidos...y lanzándonos dardos envenenados convertidos en palabras.
Brynja- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 07/05/2017
Localización : Dónde tú estés.
Re: Miradas perdidas [Privado]
Su mano tapó mi boca, al parecer sus agudos sentidos habían captado antes que los míos la presencia de varios soldados que posiblemente ademas de hacer guardia por los alrededores se acercaban a refrescarse al rio.
Me pedía silencio, que los dejáramos pasar para que no nos sucediera nada, peor yo ya no era ese hombre que conoció un día, no era mi prioridad mantenerme con vida, forjar armas y algún día tener una numerosa familia.
Hoy mis objetivos habían cambiado, la venganza me carcomía por dentro y poco o nada me costó alzarme dejando a la loba atrás para caminar sereno hacia los guardias que pronto se echaron a reír al ver a un tullido acercarse en silencio.
Escuchaba sus mofas, cada insulto, incluso lo bien que iban a pasárselo con ese pobre desgraciado que los dioses habían puesto en su camino.
Seguí en completo silencio, uno que no desperdicié para a averiguar la posición de todos y cada uno de los soldados.
Mi sonrisa se ladeó cuando el primero de ellos se digno a intentar darme un puñetazo.
No esperaba fallar, reía a carcajadas, risa que se le borró al instante cuando no solo quebré mi espalda ligeramente hacia atrás esquivando el golpe, si no que cacé su mano con fiereza y de un tirón brusco rompí el hueso de esta dejandole el brazo colgando.
No terminó ahí mi sádico acto, mis manos sobrevolaron la distancia hasta la cara interna del chaleco, dos cuchillos bien resguardados que desenvaine.
Mordí con el acero su garganta sintiendo la presión de la sangre golpeando mi cara y pronto el cuerpo del tipo caer a mis pies desahogase en su propia sangre.
Pobre desgraciado el segundo soldadito, corría hacia mi para darme muerte, no llego ni siquiera a mi posición, pues cuando estuvo a la altura abrí los brazos y los cerré imitando la mordida de un escorpión clavando sendos aceros en su cuello.
Segundo cuerpo inerte que cayó al suelo y ya solo me faltaban dos.
Dos que dudaban, pero que envalentonados por su numero y también porque luchaban contra un ciego desenvainaron sendas espadas corriendo hacia mi dispuestos a embestir.
Me agaché con clama, uno de los soldados portaba envainada su espada, así que tiré del acero para liberarlo.
Hoja que silbo voraz, mas o hizo cuando ambos llegaron a mi posición lanzando sus ataques al unisono.
Disfrutaba de la muerte, admitía que lo hacia, nada me quedaba y ahora eso me convertía en un ser tan peligroso como el mismo rey del norte.
Interpuse mi espada, choque de aceros, chispas que de ellos brotaban y gruñidos plagados de rabia en un combate que no acababa.
Las puertas del Valhalla se abrían para sus guerreros, esa noche esos cuatro desgraciados cenarían con su linaje, de ellos en este mundo no quedarían ni los ojos, de eso se encargarían los cuervos.
Me pedía silencio, que los dejáramos pasar para que no nos sucediera nada, peor yo ya no era ese hombre que conoció un día, no era mi prioridad mantenerme con vida, forjar armas y algún día tener una numerosa familia.
Hoy mis objetivos habían cambiado, la venganza me carcomía por dentro y poco o nada me costó alzarme dejando a la loba atrás para caminar sereno hacia los guardias que pronto se echaron a reír al ver a un tullido acercarse en silencio.
Escuchaba sus mofas, cada insulto, incluso lo bien que iban a pasárselo con ese pobre desgraciado que los dioses habían puesto en su camino.
Seguí en completo silencio, uno que no desperdicié para a averiguar la posición de todos y cada uno de los soldados.
Mi sonrisa se ladeó cuando el primero de ellos se digno a intentar darme un puñetazo.
No esperaba fallar, reía a carcajadas, risa que se le borró al instante cuando no solo quebré mi espalda ligeramente hacia atrás esquivando el golpe, si no que cacé su mano con fiereza y de un tirón brusco rompí el hueso de esta dejandole el brazo colgando.
No terminó ahí mi sádico acto, mis manos sobrevolaron la distancia hasta la cara interna del chaleco, dos cuchillos bien resguardados que desenvaine.
Mordí con el acero su garganta sintiendo la presión de la sangre golpeando mi cara y pronto el cuerpo del tipo caer a mis pies desahogase en su propia sangre.
Pobre desgraciado el segundo soldadito, corría hacia mi para darme muerte, no llego ni siquiera a mi posición, pues cuando estuvo a la altura abrí los brazos y los cerré imitando la mordida de un escorpión clavando sendos aceros en su cuello.
Segundo cuerpo inerte que cayó al suelo y ya solo me faltaban dos.
Dos que dudaban, pero que envalentonados por su numero y también porque luchaban contra un ciego desenvainaron sendas espadas corriendo hacia mi dispuestos a embestir.
Me agaché con clama, uno de los soldados portaba envainada su espada, así que tiré del acero para liberarlo.
Hoja que silbo voraz, mas o hizo cuando ambos llegaron a mi posición lanzando sus ataques al unisono.
Disfrutaba de la muerte, admitía que lo hacia, nada me quedaba y ahora eso me convertía en un ser tan peligroso como el mismo rey del norte.
Interpuse mi espada, choque de aceros, chispas que de ellos brotaban y gruñidos plagados de rabia en un combate que no acababa.
Las puertas del Valhalla se abrían para sus guerreros, esa noche esos cuatro desgraciados cenarían con su linaje, de ellos en este mundo no quedarían ni los ojos, de eso se encargarían los cuervos.
Aren Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: Miradas perdidas [Privado]
No esperé su reacción. ¿Estaba loco? Aunque pronto me calló e hizo tragarme mis palabras cuando uno por uno fueron cayendo. No era el Aren que arrebaté de su aldea era alguien muy diferente, parecía más a quién debía ser...un Cannif. Al único que no consideré uno de ellos, yo misma le había incitado a convertirse en uno de sus guerreros inquebrantables.
Salí de mi escondite hasta la orilla, no muy lejos dejé mi ropa. Sin palabras, me vestí despacio sin mirarle. Volvíamos a ser unos desconocidos, o ¿acaso no dejamos de serlo? Él se había convertido en quien temí, otro más. Y otro Cannif volvía a hacerme sentir vulnerable, realmente le creí...como jamás llegué creer a nadie, pero como siempre...eran palabras que se las llevaba el viento.
Peiné mi cabello húmedo en silencio, dejándolo caer en cascada por uno de mis hombros y suspiré largamente, no tenía nada que hacer allí. Para él era una traidora y no se equivocaba, lo habia traicionado también ¿y acaso importaba? Ya nada tendría sentido. Me acerqué, inclinando la cabeza a modo de respeto y fruncí ligeramente el ceño. Dolía , dolía demasiado su indiferencia pero si hubiese estado a su lado no se habría convertido en quien es, y me importó demasiado...para dejarle marchar.
-Buen viaje al castillo de los Cannif, Aren -pero tan ensimismada en él estaba en que no reparé de algo...una flecha lanzada por uno de esos salvajes me había atravesado el vientre, en un lado. La sangre manchó de carmesí mi vestido blanco pero me dio igual, tiré de la flecha y tras sacarla la lancé a sus pies, girándome y dándole la espalda...volviendo en mis pasos porque no me necesitaba.
No pude, apenas seguí unos pasos cuando caí en el suelo, encogiéndome de dolor...no era una herida superficial, sí profunda. Quizás ese fuese el final del principio, en el que ninguno de los dos debió cruzarse en la vida del otro.
-Sanará. Esa herida sí, otras no -no hice ni mueca de dolor, dejé que sangrase siendo incapaz de moverme tan siquiera, no lo quería cerca...mentiras.
Salí de mi escondite hasta la orilla, no muy lejos dejé mi ropa. Sin palabras, me vestí despacio sin mirarle. Volvíamos a ser unos desconocidos, o ¿acaso no dejamos de serlo? Él se había convertido en quien temí, otro más. Y otro Cannif volvía a hacerme sentir vulnerable, realmente le creí...como jamás llegué creer a nadie, pero como siempre...eran palabras que se las llevaba el viento.
Peiné mi cabello húmedo en silencio, dejándolo caer en cascada por uno de mis hombros y suspiré largamente, no tenía nada que hacer allí. Para él era una traidora y no se equivocaba, lo habia traicionado también ¿y acaso importaba? Ya nada tendría sentido. Me acerqué, inclinando la cabeza a modo de respeto y fruncí ligeramente el ceño. Dolía , dolía demasiado su indiferencia pero si hubiese estado a su lado no se habría convertido en quien es, y me importó demasiado...para dejarle marchar.
-Buen viaje al castillo de los Cannif, Aren -pero tan ensimismada en él estaba en que no reparé de algo...una flecha lanzada por uno de esos salvajes me había atravesado el vientre, en un lado. La sangre manchó de carmesí mi vestido blanco pero me dio igual, tiré de la flecha y tras sacarla la lancé a sus pies, girándome y dándole la espalda...volviendo en mis pasos porque no me necesitaba.
No pude, apenas seguí unos pasos cuando caí en el suelo, encogiéndome de dolor...no era una herida superficial, sí profunda. Quizás ese fuese el final del principio, en el que ninguno de los dos debió cruzarse en la vida del otro.
-Sanará. Esa herida sí, otras no -no hice ni mueca de dolor, dejé que sangrase siendo incapaz de moverme tan siquiera, no lo quería cerca...mentiras.
Brynja- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 07/05/2017
Localización : Dónde tú estés.
Re: Miradas perdidas [Privado]
Nunca entendía sus palabras, era como si dentro de esa loba hubiera un debate interno entre el bien y el mal, uno que traicionaba a mi apellido peor que la forzaba del mismo modo a odiar al rey del norte.
Yo ya me había encontrado, ahora tenia que encontrarse a si misma y decidir si volver a mis brazos o correr en la dirección opuesta.
La batalla tenia que librarla ella y no seria yo el que la forzara.
Hace tiempo le pedí que me acompañara y una negativa fue cuanto encontré.
No era un necio, era consciente que me ayudó a escapar, pero también me capturó así que podíamos decir que nada me debía en este momento en el que podía ir en paz con su conciencia.
Mi destino el norte, el castillo de Höor Cannif, la guerra nunca fue mi destino, yo solo quería ser un herrero como mi padre, vivir en paz conmigo mismo y algún día tener un hijo que siguiera mis pasos y heredara la herrería aprendiendo mi oficio.
Hoy no había herrería, ni destino, nada mas que destrucción, caos, dio y venganza. Fuertes los sometimientos que anidaban como la peste en mi interior y me carcomían de un modo en el que ya no era yo.
Escuché su cuerpo caer, estaba herida, de otro modo no hubiera cedido. Me agaché a su lado haciendo caso omiso a sus palabras y palpé despacio su cuerpo hasta encontrar el boquete y la cálida sangre emanaba de este.
Tomé un trozo de mi camisa y le pedí que presionara con fuerza la herida para que no perdiera mas sangre.
-Aprieta -rugí poniendo su mano sobre la tela.
Mis pasos se perdieron en los alrededores para recoger leños que me permitieran hacer un fuego.
No tardé en volver a su lado prendiendo con la yesca y el pedernal las ramas secas uqe pronto se propagaron hacia los gruesos troncos.
-Tomé la bota de hidromiel de mi cinto pasándosela a la loba para que bebiera un trago.
Sus dedos rozaron los míos para tomarla mientras mi rostro se ladeaba ligeramente.
-Podíamos follar, llevo tiempo sin hacerlo y tengo ganas -apunté sin mas, como si estuviera pidiendo un pellejo de vino a un posadero.
Tomé la bota de nuevo y lancé sobre su herida un buen chorro de alcohol que la hizo rugir de dolor.
-Voy a meterte los dedos -ladeé la sonrisa -en la herida -corregí lo que de seguro penaba la loba y buscaré restos de astillas, después meteré un ungüento que te ayudará a cicatrizar y cortara toda infección y por ultimo voy a cauterizar la herida ¿de acuerdo? No te prometo que no será doloroso pero si que después te encontraras mejor, así que aguanta pequeña guerrera.
Hice lo dicho lentamente, sujetando su cuerpo que se removía fruto del dolor de cada uno de los pasos mencionados.
El final fue el fuego, eso que quita y da la vida, lo que forjan nuestros herreros.
Ahora yo era un guerrero forjado en nuestras fraguas.
-Descansa -susurré apartando le perlado sudor de su frente -mañana nos pondremos en pie el camino hasta el castillo Cannif es peligroso y algo me dice que vas a seguir mis pasos ¿cierto?
Me dejé caer arrogante a su lado cerrando los ojos ,el fuego calentaría nuestros cuerpos, no podía ver le firmamento que inmenso bailaba sobre nuestras cabezas, mas ciertamente podía imaginarlo.
Yo ya me había encontrado, ahora tenia que encontrarse a si misma y decidir si volver a mis brazos o correr en la dirección opuesta.
La batalla tenia que librarla ella y no seria yo el que la forzara.
Hace tiempo le pedí que me acompañara y una negativa fue cuanto encontré.
No era un necio, era consciente que me ayudó a escapar, pero también me capturó así que podíamos decir que nada me debía en este momento en el que podía ir en paz con su conciencia.
Mi destino el norte, el castillo de Höor Cannif, la guerra nunca fue mi destino, yo solo quería ser un herrero como mi padre, vivir en paz conmigo mismo y algún día tener un hijo que siguiera mis pasos y heredara la herrería aprendiendo mi oficio.
Hoy no había herrería, ni destino, nada mas que destrucción, caos, dio y venganza. Fuertes los sometimientos que anidaban como la peste en mi interior y me carcomían de un modo en el que ya no era yo.
Escuché su cuerpo caer, estaba herida, de otro modo no hubiera cedido. Me agaché a su lado haciendo caso omiso a sus palabras y palpé despacio su cuerpo hasta encontrar el boquete y la cálida sangre emanaba de este.
Tomé un trozo de mi camisa y le pedí que presionara con fuerza la herida para que no perdiera mas sangre.
-Aprieta -rugí poniendo su mano sobre la tela.
Mis pasos se perdieron en los alrededores para recoger leños que me permitieran hacer un fuego.
No tardé en volver a su lado prendiendo con la yesca y el pedernal las ramas secas uqe pronto se propagaron hacia los gruesos troncos.
-Tomé la bota de hidromiel de mi cinto pasándosela a la loba para que bebiera un trago.
Sus dedos rozaron los míos para tomarla mientras mi rostro se ladeaba ligeramente.
-Podíamos follar, llevo tiempo sin hacerlo y tengo ganas -apunté sin mas, como si estuviera pidiendo un pellejo de vino a un posadero.
Tomé la bota de nuevo y lancé sobre su herida un buen chorro de alcohol que la hizo rugir de dolor.
-Voy a meterte los dedos -ladeé la sonrisa -en la herida -corregí lo que de seguro penaba la loba y buscaré restos de astillas, después meteré un ungüento que te ayudará a cicatrizar y cortara toda infección y por ultimo voy a cauterizar la herida ¿de acuerdo? No te prometo que no será doloroso pero si que después te encontraras mejor, así que aguanta pequeña guerrera.
Hice lo dicho lentamente, sujetando su cuerpo que se removía fruto del dolor de cada uno de los pasos mencionados.
El final fue el fuego, eso que quita y da la vida, lo que forjan nuestros herreros.
Ahora yo era un guerrero forjado en nuestras fraguas.
-Descansa -susurré apartando le perlado sudor de su frente -mañana nos pondremos en pie el camino hasta el castillo Cannif es peligroso y algo me dice que vas a seguir mis pasos ¿cierto?
Me dejé caer arrogante a su lado cerrando los ojos ,el fuego calentaría nuestros cuerpos, no podía ver le firmamento que inmenso bailaba sobre nuestras cabezas, mas ciertamente podía imaginarlo.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: Miradas perdidas [Privado]
Odiaba sentirme débil, cayendo a los pies de un maldito hombre. Apreté con fuerza los dientes e intenté levantarme sin éxito. Dejé a Aren atrás, recé para que no se le ocurriese acercarse pero tarde. No quería seguir allí, la herida me ancló a él y sin moverme esperé ser curada. No entendía nada, quizás llegué tarde, no recordaba a Aren así y me sorprendía en quien se había convertido.
Bebí a regañadientes, estaba claro que solo quería marcharme. Estaba bien y seguramente podría hacer cualquier cosa por sí mismo, sin ayuda. Me descuadró su petición, “podíamos follar”, no respondí...solo giré el rostro y suspiré. Volvía a tratarme como su desahogo, otro Cannif con las mismas intenciones, cuán equivocada estaba... era igual que aquel quien me rompió el corazón. Ni lo miré, solo me sujeté la herida para que dejase de sangrar después de ser curada. No le di las gracias, no se lo pedí.
Ni me inmuté a lo que me hizo, mi pensamiento estaba en otro lugar...lejos de allí. Cerré los ojos con fuerza, terminando por recostarme de medio lado y cerrar los ojos pero sin dormir. Ahora mi comportamiento con él cambió, no sé porqué fui a buscarle, no debí hacerlo pero al alba cuando descansase me marcharía, no me necesitaba.
-No, no seguiré tus pasos. Mi destino está con mi manada, ni tendría que haber venido. -mis palabras fueron tajantes, estaba cansada, se notaba por como cerré los ojos y las pocas ganas que tenía de permanecer allí. Era un buen guerrero, todos los Cannif lo eran y no me sorprendió que en poco tiempo tuviese esas habilidades. -Y hay burdeles para tus otras necesidades -escupí mirando al cielo, no tenía nada más que decir -Deberíamos marcharnos de aquí, los guardias si no vuelven...serán buscados y volverán a encontrarnos -me senté, mirando las llamas danzar ante mis ojos.
-Aren Cannif , un herrero que se negaba a admitir quién era, un guerrero...hijo de uno de los hombres más importantes del norte. Deberías buscar tus respuestas sí, pero ten cuidado... solo tú tienes la respuesta pues no sabrás a quién creer o no. Puedo estar mintiéndote, o ellos... o todos, ya es cosa tuya a quién creas -y lo que venía a continuación estaba fuera de lugar pero no me importó , quería que lo supiese -No sigo los pasos de nadie, hace mucho que no confío. Y sigo sin hacerlo contigo -bajé la mirada dejando escapar un largo suspiro...-Solo vine a avisarte, me marcho -no iba a descansar a su lado, mi sitio no era aquel.
Me levanté tambaleándome, empezando a caminar... si me convertía en licántropo sería más fácil...o no, se me nublaba la visión.
Bebí a regañadientes, estaba claro que solo quería marcharme. Estaba bien y seguramente podría hacer cualquier cosa por sí mismo, sin ayuda. Me descuadró su petición, “podíamos follar”, no respondí...solo giré el rostro y suspiré. Volvía a tratarme como su desahogo, otro Cannif con las mismas intenciones, cuán equivocada estaba... era igual que aquel quien me rompió el corazón. Ni lo miré, solo me sujeté la herida para que dejase de sangrar después de ser curada. No le di las gracias, no se lo pedí.
Ni me inmuté a lo que me hizo, mi pensamiento estaba en otro lugar...lejos de allí. Cerré los ojos con fuerza, terminando por recostarme de medio lado y cerrar los ojos pero sin dormir. Ahora mi comportamiento con él cambió, no sé porqué fui a buscarle, no debí hacerlo pero al alba cuando descansase me marcharía, no me necesitaba.
-No, no seguiré tus pasos. Mi destino está con mi manada, ni tendría que haber venido. -mis palabras fueron tajantes, estaba cansada, se notaba por como cerré los ojos y las pocas ganas que tenía de permanecer allí. Era un buen guerrero, todos los Cannif lo eran y no me sorprendió que en poco tiempo tuviese esas habilidades. -Y hay burdeles para tus otras necesidades -escupí mirando al cielo, no tenía nada más que decir -Deberíamos marcharnos de aquí, los guardias si no vuelven...serán buscados y volverán a encontrarnos -me senté, mirando las llamas danzar ante mis ojos.
-Aren Cannif , un herrero que se negaba a admitir quién era, un guerrero...hijo de uno de los hombres más importantes del norte. Deberías buscar tus respuestas sí, pero ten cuidado... solo tú tienes la respuesta pues no sabrás a quién creer o no. Puedo estar mintiéndote, o ellos... o todos, ya es cosa tuya a quién creas -y lo que venía a continuación estaba fuera de lugar pero no me importó , quería que lo supiese -No sigo los pasos de nadie, hace mucho que no confío. Y sigo sin hacerlo contigo -bajé la mirada dejando escapar un largo suspiro...-Solo vine a avisarte, me marcho -no iba a descansar a su lado, mi sitio no era aquel.
Me levanté tambaleándome, empezando a caminar... si me convertía en licántropo sería más fácil...o no, se me nublaba la visión.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: Miradas perdidas [Privado]
La escuché en silencio preparando algo de cena en la fogata recién prendida.
Había cazado un par de conejos por la tarde, algo que nos ayudaría a recobrar fuerzas.
Los estaba despellejando con el cuchillo mientras ella seguía con sus rollos de siempre, “no me quedare, no se porque he venido, voy a irme”
Negué con la cabeza resoplando sin dejar de hacer mi trabajo, algo que nos daría de cenar.
-No deberías haber venido pero aquí estas -gruñí -así que porque no te callas, aceptas la situación y te centras en esta realidad.
Apagué el fuego dejando que se hiciera brasas y sobre ellas puse el conejo para que se cocinara.
Pero como no, la loba seguía insistiendo en complicar la situación y tambaleándose se alzó para largarse.
No llegaría ni a la esquina, pero su terquedad no conocía parangón y mi paciencia empezaba a estar muy limitada.
Fui por ella la cargué como un saco sobre el hombro y la volví a llevar frente al fuego.
-Te agradecería que dejaras de hacer el tonto y te quedaras si no en silencio si quieta.
No te has de preocupar por mis necesidades, aunque me sorprende que me reproches te pida sexo cuando así lo hiciste tu conmigo en el norte..creo que es un vocabulario usado por los dos a partes iguales -le recrimine -quizás necesites que te recuerde tus palabras cuando te pedí que vinieras conmigo...
Sacudí la mano al notar el calor cuando retiré el conejo del fuego, me relamí los labios, que hambre tenia.
-Sobre las verdades y las mentiras que unos y otros me cuenten ¿que quieres que te diga? Me dan igual. Para mi mi padre es un herrero y mi madre una humilde mujer que ha sacado adelante a un niño ciego, los dos están muertos por mi culpa..como comprenderás me importa una mierda lo que Höor Cannif me cuente, solo necesito su ejercito para mi venganza personal, eso es todo lo que me alimenta y consume por igual la vendetta que me voy a tomar.
Empecé a comerme el conejo pasandole un cacho a la loba.
-Come, te dará fuerzas, con los primeros rayos del loba partiremos, me vas a acompañar al castillo de Höor Cannif, considérate mi prisionera -apunté con una ladeada sonrisa.
…..............................................................................................................................................
A la mañana siguiente nos pusimos en pie con el amanecer, ella con su curación acelerada se encontraba ya casi recuperada, así que podríamos mantener un buen ritmo hasta llegar a la fortaleza de los que me abandonaron siendo solo un niño.
Supongo que deberían embargarme muchos sentimientos encontrados en este instante, sin embargo me sentía tan vació que nada me corroía por dentro en ese instante en el que la venganza lo era todo para mi.
Había cazado un par de conejos por la tarde, algo que nos ayudaría a recobrar fuerzas.
Los estaba despellejando con el cuchillo mientras ella seguía con sus rollos de siempre, “no me quedare, no se porque he venido, voy a irme”
Negué con la cabeza resoplando sin dejar de hacer mi trabajo, algo que nos daría de cenar.
-No deberías haber venido pero aquí estas -gruñí -así que porque no te callas, aceptas la situación y te centras en esta realidad.
Apagué el fuego dejando que se hiciera brasas y sobre ellas puse el conejo para que se cocinara.
Pero como no, la loba seguía insistiendo en complicar la situación y tambaleándose se alzó para largarse.
No llegaría ni a la esquina, pero su terquedad no conocía parangón y mi paciencia empezaba a estar muy limitada.
Fui por ella la cargué como un saco sobre el hombro y la volví a llevar frente al fuego.
-Te agradecería que dejaras de hacer el tonto y te quedaras si no en silencio si quieta.
No te has de preocupar por mis necesidades, aunque me sorprende que me reproches te pida sexo cuando así lo hiciste tu conmigo en el norte..creo que es un vocabulario usado por los dos a partes iguales -le recrimine -quizás necesites que te recuerde tus palabras cuando te pedí que vinieras conmigo...
Sacudí la mano al notar el calor cuando retiré el conejo del fuego, me relamí los labios, que hambre tenia.
-Sobre las verdades y las mentiras que unos y otros me cuenten ¿que quieres que te diga? Me dan igual. Para mi mi padre es un herrero y mi madre una humilde mujer que ha sacado adelante a un niño ciego, los dos están muertos por mi culpa..como comprenderás me importa una mierda lo que Höor Cannif me cuente, solo necesito su ejercito para mi venganza personal, eso es todo lo que me alimenta y consume por igual la vendetta que me voy a tomar.
Empecé a comerme el conejo pasandole un cacho a la loba.
-Come, te dará fuerzas, con los primeros rayos del loba partiremos, me vas a acompañar al castillo de Höor Cannif, considérate mi prisionera -apunté con una ladeada sonrisa.
…..............................................................................................................................................
A la mañana siguiente nos pusimos en pie con el amanecer, ella con su curación acelerada se encontraba ya casi recuperada, así que podríamos mantener un buen ritmo hasta llegar a la fortaleza de los que me abandonaron siendo solo un niño.
Supongo que deberían embargarme muchos sentimientos encontrados en este instante, sin embargo me sentía tan vació que nada me corroía por dentro en ese instante en el que la venganza lo era todo para mi.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: Miradas perdidas [Privado]
Él debía callar. Estaba enfadada conmigo misma. Tenía razón, estaba allí y seguía a su lado cuando debí matarlo en el norte. Tenía que haberlo hecho, otro Cannif me estaba condenando... y yo me dejaba, la culpa absoluta era mía. Él no me podía ver pero no dejé de mirarle en silencio, preguntándome demasiadas cosas de las que seguramente no hallaría respuesta.
Callé, esperando el alba. La noche ordenaría mis sentimientos y preocupaciones, colocándolas todas en su lugar. A esas alturas ya todo me daba igual, el rey reclamaba mi cabeza y seguía odiando a los Cannif, a él. No dije nada, tampoco le recriminé...comí de lo que me ofreció y guardé completo silencio. Perdí mucha sangre, el fuego me estaban dejando medio atontada y me perdí en sus palabras...cerrando los ojos.
A la mañana siguiente, mis ojos se abrieron de golpe. La curación acelerada casi había hecho su magia, ser un licántropo tenía sus ventajas. Lo busqué con la mirada y lo hallé recogiendo las cosas. Su prisionera. Aún sus palabras resonaban en mi cabeza y es que en parte tenía razón...era su prisionera pero de un modo que él ahora mismo no necesitaba, un momento en el que ninguno de los dos podría ofrecer al otro nada...más que acatar sus órdenes y cobrarse mi traición.
Llevábamos horas caminando. Alimentado de odio, quería lleva acabo esa venganza que conocía perfectamente bien pues era la misma que me corroía por dentro. El Aren que conocí, se quedó en la aldea de la que provenía, no era el mismo que bailó conmigo en las hogueras de las fiestas, ni el que me defendió para no ser presa. Me quedé a unos pasos tras él mientras pensaba en nada y en todo, decía que era su prisionera...así lo sentía. Me encarceló en una jaula invisible en el que solo él tenía la llave.
¿qué sentía? Confusión porque era incapaz de dejarle a su suerte, desde que abandonó el norte supe sus pasos. Debía dejarlo marchar solo pero me arrepentiría... ¿por qué me importaba ese idiota? Suspiré, no seguí caminando esperé que se girase para encararlo, aunque no me mirase a los ojos...yo lo hice.
-Mi odio a los Cannif sigue en pie. Me puedes llamar loba despechada...me da igual. Quien me dañó no me puede reparar, nadie puede. -corté el silencio, deteniendo mis pasos... ante nosotros se extendía aquel reino diferente al de donde veníamos -La guerra está a punto de comenzar... van a morir muchos, mira esto...paz -Ubbe seguía allí, solo que ahora era muy diferente... estaba acompañado de su valquiria. -el mal no reside aquí, Aren, si no en el rey del norte...mi odio es personal, solo conoces una versión pero no de la otra parte... no voy a acompañarte a crear una guerra en el lugar equivocado -negué con la cabeza, lo acompañé hasta allí era mi misión personal [color=salmon]-¿Qué vaya contigo? No paras de repetirme lo mismo pero no sé a dónde quieres que te siga... ya buscan mi cabeza por traición [/color-quizás no le diese un dato relevante.
Callé, esperando el alba. La noche ordenaría mis sentimientos y preocupaciones, colocándolas todas en su lugar. A esas alturas ya todo me daba igual, el rey reclamaba mi cabeza y seguía odiando a los Cannif, a él. No dije nada, tampoco le recriminé...comí de lo que me ofreció y guardé completo silencio. Perdí mucha sangre, el fuego me estaban dejando medio atontada y me perdí en sus palabras...cerrando los ojos.
A la mañana siguiente, mis ojos se abrieron de golpe. La curación acelerada casi había hecho su magia, ser un licántropo tenía sus ventajas. Lo busqué con la mirada y lo hallé recogiendo las cosas. Su prisionera. Aún sus palabras resonaban en mi cabeza y es que en parte tenía razón...era su prisionera pero de un modo que él ahora mismo no necesitaba, un momento en el que ninguno de los dos podría ofrecer al otro nada...más que acatar sus órdenes y cobrarse mi traición.
Llevábamos horas caminando. Alimentado de odio, quería lleva acabo esa venganza que conocía perfectamente bien pues era la misma que me corroía por dentro. El Aren que conocí, se quedó en la aldea de la que provenía, no era el mismo que bailó conmigo en las hogueras de las fiestas, ni el que me defendió para no ser presa. Me quedé a unos pasos tras él mientras pensaba en nada y en todo, decía que era su prisionera...así lo sentía. Me encarceló en una jaula invisible en el que solo él tenía la llave.
¿qué sentía? Confusión porque era incapaz de dejarle a su suerte, desde que abandonó el norte supe sus pasos. Debía dejarlo marchar solo pero me arrepentiría... ¿por qué me importaba ese idiota? Suspiré, no seguí caminando esperé que se girase para encararlo, aunque no me mirase a los ojos...yo lo hice.
-Mi odio a los Cannif sigue en pie. Me puedes llamar loba despechada...me da igual. Quien me dañó no me puede reparar, nadie puede. -corté el silencio, deteniendo mis pasos... ante nosotros se extendía aquel reino diferente al de donde veníamos -La guerra está a punto de comenzar... van a morir muchos, mira esto...paz -Ubbe seguía allí, solo que ahora era muy diferente... estaba acompañado de su valquiria. -el mal no reside aquí, Aren, si no en el rey del norte...mi odio es personal, solo conoces una versión pero no de la otra parte... no voy a acompañarte a crear una guerra en el lugar equivocado -negué con la cabeza, lo acompañé hasta allí era mi misión personal [color=salmon]-¿Qué vaya contigo? No paras de repetirme lo mismo pero no sé a dónde quieres que te siga... ya buscan mi cabeza por traición [/color-quizás no le diese un dato relevante.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: Miradas perdidas [Privado]
Di un tirón de la cuerda con la que até sus manos antes de emprender camino hacia la fortaleza de Akhersus, me importaba una mierda su vendetta por desamor contra uno de los Cannif, la verdad es que yo ahora mismo tenia demonios mas importantes a los que enfrentarme y todo lo que no implicara que el rey del norte cayera victima del acero de mi espada me era ciertamente indiferente.
Me daba igual el que era mi padre real “Höor cannif” me importaba una mierda su mujer, los hermanos que pudiera tener, el titulo, o la gloria, no era resentimiento en mi todo se reducía a una palabra vendetta, mi propia vendetta.
-No tengo tiempo para estupideces -aseguré con frialdad -si quieres matar a uno de los Cannif porque te ha roto el corazón, adelante, hazlo, eso nada tiene que ver conmigo, mi oscuridad solo apunta a un punto, Randulf, el rey que mato a mis padres y destruyó mi poblado ,siento si no tengo tiempo sumido en mi desgracia para escuchar tu historia de amor no correspondido -dije en tono burlón.
Algo se había roto en mi interior, no era el mismo hombre que conoció hace tiempo, la vida te cambia y ahora mi destino me llevaría a una guerra que si me pertenecía.
-Me da igual Bry si la guerra esta en un lugar u otro, iré allí donde el destino me lleve y mis pies me sostengan.
Mi venganza se va a teñir de rojo, a nada mas dedicaré mi vida que a eso, a acabar con el rey del norte.
Mi intención en llegar al castillo Cannif no era un reencuentro con mis padres, eso me era indiferente, todo me era indiferente, solo quería hundir mi acero en el cuerpo de aquel demonio que había matado a buena gente solo porque tras mi nombre un apellido que no sentía como mio iba escrito.
Tiré de nuevo de la cuerda para que aligerara el paso, el bastón marcaba mi rápido ritmo cruzando las escarpadas montañas que separaban mi aldea alejada del resto de Noruega.
Apenas quedarían un par de días a paso ligero para llegar a la fortaleza, varios pueblos entre medias donde poder dar el alto y descansar nuestros pasos.
-Vamos loba, el tiempo apremia
Me daba igual el que era mi padre real “Höor cannif” me importaba una mierda su mujer, los hermanos que pudiera tener, el titulo, o la gloria, no era resentimiento en mi todo se reducía a una palabra vendetta, mi propia vendetta.
-No tengo tiempo para estupideces -aseguré con frialdad -si quieres matar a uno de los Cannif porque te ha roto el corazón, adelante, hazlo, eso nada tiene que ver conmigo, mi oscuridad solo apunta a un punto, Randulf, el rey que mato a mis padres y destruyó mi poblado ,siento si no tengo tiempo sumido en mi desgracia para escuchar tu historia de amor no correspondido -dije en tono burlón.
Algo se había roto en mi interior, no era el mismo hombre que conoció hace tiempo, la vida te cambia y ahora mi destino me llevaría a una guerra que si me pertenecía.
-Me da igual Bry si la guerra esta en un lugar u otro, iré allí donde el destino me lleve y mis pies me sostengan.
Mi venganza se va a teñir de rojo, a nada mas dedicaré mi vida que a eso, a acabar con el rey del norte.
Mi intención en llegar al castillo Cannif no era un reencuentro con mis padres, eso me era indiferente, todo me era indiferente, solo quería hundir mi acero en el cuerpo de aquel demonio que había matado a buena gente solo porque tras mi nombre un apellido que no sentía como mio iba escrito.
Tiré de nuevo de la cuerda para que aligerara el paso, el bastón marcaba mi rápido ritmo cruzando las escarpadas montañas que separaban mi aldea alejada del resto de Noruega.
Apenas quedarían un par de días a paso ligero para llegar a la fortaleza, varios pueblos entre medias donde poder dar el alto y descansar nuestros pasos.
-Vamos loba, el tiempo apremia
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Re: Miradas perdidas [Privado]
La frialdad con la que se dirigía, la determinación y ese odio...que le recorría por dentro, quemándole y avivándose en cuanto oía la palabra Cannif. Rugí, mirándole fijamente a los ojos, no era el mismo...ninguno lo éramos y eso era un problema. Di unos pasos hacia él, enfrentado mi mirada contra la suya...intentando ver en sus ojos un resquicio de quién era pero... no lo vi.
Giré el rostro para perder la mirada en el suelo, le daba igual lo que le contase...era un hecho. No debí buscarle, ni retomar aquel “ven conmigo” pues ahora se había vuelto en mi contra. Luchaba por desatarme a cada palabra de sus labios, tirando sin éxito...eran de plata, sentía como poco a poco me debilitada... no bromeaba con que era su prisionera.
Gruñí, presa del enfado y la impotencia, sabía que iba a traicionarme al igual que otros lo habían hecho antes. Escupí a un lado en el suelo, a cada paso que daba...siguiendo los de él. Estaba cansada de perseguir fantasmas, de oír ese maldito apellido que iba a condenarme para siempre. Clavé mi oscura mirada en su espalda, yo no quería seguir sus pasos...solo advertirle pero tal como era ahora...dudaba que me escuchase.
-Vas a...¿vas a aprovechar que has capturado a la puta del rey para ofrecérsela en bandeja? ¡suéltame! -odiaba que me tuviera atada como un perro, mis ojos se cerraron durante unos segundos, su ira era contagiosa...y comenzaba a nacer un sentimiento que quise evitar a toda costa: odio. El odio te ciega, te hace débil y luego...terminabas arrepintiéndote de tus actos.
Iba a anochecer pronto, si no nos resguardábamos seríamos carne fácil. Estaba cansada de caminar durante horas, sedienta...pero no le pedí nada, obtuvo de mí tan solo silencio. Me eché a reír, presa de la desesperación, no entendí nada.
-Ahora entiendo con eso de “no lo hago desde hace tiempo” quién iba a soportarte encima de nadie... y ahora, suéltame, no te sirvo para nada. No vas a escuchar mis lamentos -lo miré con rabia, mi respiración entrecortada...me costaba caminar después de todo el día sin apenas probar bocado, me mantuve fuerte como la guerrera que soy.
Giré el rostro para perder la mirada en el suelo, le daba igual lo que le contase...era un hecho. No debí buscarle, ni retomar aquel “ven conmigo” pues ahora se había vuelto en mi contra. Luchaba por desatarme a cada palabra de sus labios, tirando sin éxito...eran de plata, sentía como poco a poco me debilitada... no bromeaba con que era su prisionera.
Gruñí, presa del enfado y la impotencia, sabía que iba a traicionarme al igual que otros lo habían hecho antes. Escupí a un lado en el suelo, a cada paso que daba...siguiendo los de él. Estaba cansada de perseguir fantasmas, de oír ese maldito apellido que iba a condenarme para siempre. Clavé mi oscura mirada en su espalda, yo no quería seguir sus pasos...solo advertirle pero tal como era ahora...dudaba que me escuchase.
-Vas a...¿vas a aprovechar que has capturado a la puta del rey para ofrecérsela en bandeja? ¡suéltame! -odiaba que me tuviera atada como un perro, mis ojos se cerraron durante unos segundos, su ira era contagiosa...y comenzaba a nacer un sentimiento que quise evitar a toda costa: odio. El odio te ciega, te hace débil y luego...terminabas arrepintiéndote de tus actos.
Iba a anochecer pronto, si no nos resguardábamos seríamos carne fácil. Estaba cansada de caminar durante horas, sedienta...pero no le pedí nada, obtuvo de mí tan solo silencio. Me eché a reír, presa de la desesperación, no entendí nada.
-Ahora entiendo con eso de “no lo hago desde hace tiempo” quién iba a soportarte encima de nadie... y ahora, suéltame, no te sirvo para nada. No vas a escuchar mis lamentos -lo miré con rabia, mi respiración entrecortada...me costaba caminar después de todo el día sin apenas probar bocado, me mantuve fuerte como la guerrera que soy.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Re: Miradas perdidas [Privado]
Renegaba sin parar a mis espaldas, admito que empezaba a desesperarme esa voz de la conciencia que trataba de omitir y que parecía recriminarme el haber cambiado con ella.
¿Si esperaba a ese pazguato que tenia fe en la humanidad se equivocaba, tampoco era un necio, era consciente de que me ayudó en la fortaleza de Randulf, en parte seguir vivo era gracias a ella, pero del mismo modo, ella fue mi condena pues de no haberme encontrado, de haberse dado cuenta de que lo que el rey le pedía era un error y habiéndome dejado en mi aldea nada de esto hubiera pasado.
Mis sentimientos, si es que en este instante podía permitirme tener de eso estaban encontrados asi que de momento iba a seguir siendo mi prisionera y si las cuerdas le molestaban, mal suerte, yo había perdido por segunda vez a mi familia, creo que el dolor de uno y otro no era ni tan siquiera equiparable.
La noche cayó sobre nosotros haciendo desaparecer todo rastro de luz del día.
Estábamos cerca del paso de Thuniar, pero sin duda lo mejor seria descansar antes de empezar a ascender.
Reunimos algo de madera de los pocos árboles que había por la ladera, encendí el fuego con facilidad, usando la yesca y el pedernal sobre la madera perfectamente amontonada para pasar la noche.
Así que comimos algo de los víveres que traía en mi petate antes de acostarnos. Hacía bastante frio, pese a estar arropados y junto al fuego, la humedad calaba en nuestro cuerpo.
Escuchaba a Bry temblar como una hoja, pese a que de seguro solo le sobresalían los ojos y la nariz de la manta, con cada respiración soltabamos un vaho blanquecino.
Las montañas alcanzaban temperaturas muy bajas, quizás para ella que era un licantropo regular la temperatura acabara convirtiéndose en algo fácil, pero yo tiritaba aun envuelto en mi manta de piel contra el fuego.
La veía mirarme, como si estuviera urdiendo un plan para escapar, ladeé la sonrisa mientras los dietes me castañeteaban.
-Yo ni lo intentaría lobita, aseguré tirando un poco de la cuerda de plata que enlazaba una de sus muñecas a la mía.
No podría quitárselo a no ser que me cortara el brazo, dudaba mucho pudiera escapar sin mi.
-No, no voy a entregar a la puta del rey y si es eso lo que eres deberías estar agradecida, debe ser nauseabundo abrirle las piernas a ese monstruo.
Cerré los ojos como si eso cambiara en algo la realidad, que era incapaz de ver, algo que tampoco resultó ser un problema para mi, padre solía decirme que a veces una maldición se puede convertir en un don, yo no veía como el resto, peor sin embargo era capaz de percibir otras cosas...
¿Si esperaba a ese pazguato que tenia fe en la humanidad se equivocaba, tampoco era un necio, era consciente de que me ayudó en la fortaleza de Randulf, en parte seguir vivo era gracias a ella, pero del mismo modo, ella fue mi condena pues de no haberme encontrado, de haberse dado cuenta de que lo que el rey le pedía era un error y habiéndome dejado en mi aldea nada de esto hubiera pasado.
Mis sentimientos, si es que en este instante podía permitirme tener de eso estaban encontrados asi que de momento iba a seguir siendo mi prisionera y si las cuerdas le molestaban, mal suerte, yo había perdido por segunda vez a mi familia, creo que el dolor de uno y otro no era ni tan siquiera equiparable.
La noche cayó sobre nosotros haciendo desaparecer todo rastro de luz del día.
Estábamos cerca del paso de Thuniar, pero sin duda lo mejor seria descansar antes de empezar a ascender.
Reunimos algo de madera de los pocos árboles que había por la ladera, encendí el fuego con facilidad, usando la yesca y el pedernal sobre la madera perfectamente amontonada para pasar la noche.
Así que comimos algo de los víveres que traía en mi petate antes de acostarnos. Hacía bastante frio, pese a estar arropados y junto al fuego, la humedad calaba en nuestro cuerpo.
Escuchaba a Bry temblar como una hoja, pese a que de seguro solo le sobresalían los ojos y la nariz de la manta, con cada respiración soltabamos un vaho blanquecino.
Las montañas alcanzaban temperaturas muy bajas, quizás para ella que era un licantropo regular la temperatura acabara convirtiéndose en algo fácil, pero yo tiritaba aun envuelto en mi manta de piel contra el fuego.
La veía mirarme, como si estuviera urdiendo un plan para escapar, ladeé la sonrisa mientras los dietes me castañeteaban.
-Yo ni lo intentaría lobita, aseguré tirando un poco de la cuerda de plata que enlazaba una de sus muñecas a la mía.
No podría quitárselo a no ser que me cortara el brazo, dudaba mucho pudiera escapar sin mi.
-No, no voy a entregar a la puta del rey y si es eso lo que eres deberías estar agradecida, debe ser nauseabundo abrirle las piernas a ese monstruo.
Cerré los ojos como si eso cambiara en algo la realidad, que era incapaz de ver, algo que tampoco resultó ser un problema para mi, padre solía decirme que a veces una maldición se puede convertir en un don, yo no veía como el resto, peor sin embargo era capaz de percibir otras cosas...
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Re: Miradas perdidas [Privado]
Él no era el mismo. Ninguno de los dos lo éramos. Entre nosotros, acababa de avivarse el odio. Mis intentos por soltarme fueron en vano, sentía que me iba debilitando a cada paso y la boca, sedienta. No solo sedienta de agua, si no de palabras que me callé y guardé para mí misma. Ante mí, no estaba aquel hombre honesto, cariñoso y atento...el odio le cegaba, la ira le estaba volviendo completamente loco y supe desde el primer instante que volvimos a encontrarnos que...era por mí, mi culpa.
La noche nos acogió, el norte era frío...tanto que ni con mi elevada temperatura era soportable. No dije palabra, solo me acurruqué en mí misma y me eché en el suelo...cada vez que nos íbamos adentrando en la noche era más y más insoportable, apenas podía sentir los pies, menos las manos... la plata me hacía más daño... me sangraban las muñecas y desistí en intentar escapar.
Solo me acosté con el rey una vez, fue para salvarlo pero no iba a decírselo...tampoco servía para nada. Sonreí de medio lado y negué con la cabeza, me castañeaban los dientes, me pesaba el cuerpo...no me importaba morir allí...al menos, no lo hacía a manos de ese monstruo que teníamos como rey , al cual seguí ciega de celos, de venganza, de desamor...ahora, también era mi lucha pues liberar a los míos se había convertido en lo más importante.
-Vamos a morir. Sí, vamos a morir como sigamos aquí -tenía que convertirme, solo así soportaríamos al menos el calor...si estábamos juntos. Me concentré, apartando la manta aún atada..mi pelaje marrón oscuro cubrió mi piel. Me acerqué a él lo que pude y lo rodeé para que al menos estuviese más caliente, entrase en calor. Desvié la cabeza a otro lado, cerrando los ojos...apoyando el morro en sus piernas mientras mi cuerpo rodeaba el del joven.
Gimoteé , las heridas me estaban destrozando las muñecas...me lamí lo poco que pude, el vaho escapaba de mi hocico y miré hacia el cielo, como si buscase allí la respuesta. Y encontrar, aquel hombre que me hizo volver a sentir viva.
La noche nos acogió, el norte era frío...tanto que ni con mi elevada temperatura era soportable. No dije palabra, solo me acurruqué en mí misma y me eché en el suelo...cada vez que nos íbamos adentrando en la noche era más y más insoportable, apenas podía sentir los pies, menos las manos... la plata me hacía más daño... me sangraban las muñecas y desistí en intentar escapar.
Solo me acosté con el rey una vez, fue para salvarlo pero no iba a decírselo...tampoco servía para nada. Sonreí de medio lado y negué con la cabeza, me castañeaban los dientes, me pesaba el cuerpo...no me importaba morir allí...al menos, no lo hacía a manos de ese monstruo que teníamos como rey , al cual seguí ciega de celos, de venganza, de desamor...ahora, también era mi lucha pues liberar a los míos se había convertido en lo más importante.
-Vamos a morir. Sí, vamos a morir como sigamos aquí -tenía que convertirme, solo así soportaríamos al menos el calor...si estábamos juntos. Me concentré, apartando la manta aún atada..mi pelaje marrón oscuro cubrió mi piel. Me acerqué a él lo que pude y lo rodeé para que al menos estuviese más caliente, entrase en calor. Desvié la cabeza a otro lado, cerrando los ojos...apoyando el morro en sus piernas mientras mi cuerpo rodeaba el del joven.
Gimoteé , las heridas me estaban destrozando las muñecas...me lamí lo poco que pude, el vaho escapaba de mi hocico y miré hacia el cielo, como si buscase allí la respuesta. Y encontrar, aquel hombre que me hizo volver a sentir viva.
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/05/2017
Localización : Dónde tú estés.
Re: Miradas perdidas [Privado]
Enarqué una ceja cuando sentí que su pelaje cálido se orillaba a mi cuerpo, como si a estas alturas del juego le importara si yo vivo o muero antes de llegar a Akershus.
Llevé la daga a sus patas, a tientas enganché el hilo de plata quebrandolo y liberándola de su prisión. No eramos amigos, ella había sido en parte la causante de todo esto, pero no podía olvidar que me había salvado la vida ante Randulf.
-Vete si quieres, te aseguro que sobreviviré, mi odio me mantiene caliente -dije con la voz ronca.
Mis dientes castañeteaban, pero era cierto que la ira era un arma de doble filo, cruzaría esas montañas aunque el invierno me destrozara porque la vendetta me esperaba al otro lado del camino.
Cerré de nuevo los ojos, tenia que reconocer que envuelto en su pelaje me sentía mucho mas caliente y pronto dejé de temblar, caí en los brazos de las valquirias poco después, estaba agotado, el viaje era largo y aunque el odio me cegaba mas de lo que estaba, todo cuerpo necesitaba un respiro, también el mio.
La noche por suerte resulto calma, fría, demasiado hasta para los depredadores que nos acechaban y con las primeras luces del alba abrí los ojos estirándome contra el pelo de la loba.
Mis músculos estaba entumecidos, el cuello me crujía, peor estaba vivo, una noche menos para alcanzar mi objetivo.
A tientas busqué mi petate, me quedaba algo de queso y pan duro, serviría como desayuno pero a lo largo del camino tendríamos que dar caza a algo o nos debilitaríamos, algo que en la montaña no nos convenía a ninguno.
-Creía que odiabas a los Cannif, demasiadas molestias para mantenerme caliente ¿no crees? -apunté con una ladeada sonrisa mientras llevaba un trozo de queso a mi boca y le ofrecía otro a la loba.
Tras andar durante varios días a través de las montañas, el mapa que llevaba cogido prestado de mi aldea nos llevó contra todo pronóstico frente a la base de una enorme montaña. Ante nuestros pies se extendía un pronunciado acantilado que nos separaba de la ladera de la montaña. En el fondo del acantilado corría un río de aguas vivas.
Al otro lado del acantilado había una pequeña cascada, cubierta en parte por la vegetación de la ladera de la montaña, descendiendo a trompicones hasta el río del fondo.
Habia que cruzar y solo se me ocurrió una opción, hacer un puente con una cuerda.
Al tenerla en mis manos pude comprobar la calidad de la cuerda, aunque fuera delgada, aguantaría de sobra nuestro peso. Ate un extrema a una roca y el otro a una de mis flechas y la lance contra la vegetación que abundaba al rededor de la entrada.
Comprobé con varios tirones si la flecha estaba bien afianzada. Aunque estaba bien clavada, la vegetación no aguantaría nuestro peso. Tenía que cruzar para asegurar mejor la cuerda.
Deje mis pies desnudos, colgué las botas de mi hombro, y de un salto subí sobre la cuerda, note el tacto de la rugosa maroma bajo mis pies, y comencé a dar un paso tras otro, asegurando bien cada uno de mis movimientos. Mientras sentia el fino hilo del que pendía mi vida, y la separaba de la garganta del acantilado, y pese al riesgo que entrañaba esta acción, no pude evitar ladear la sonrisa por la vista que de seguro me estaba perdiendo, la belleza de aquel paraje, donde la vegetación salvaje reinaba y el sonido del agua conseguía encandilarte. Pude oir una pareja de águilas calvas bajo mis pies, parecían buscar el mejor lugar para instalar su nido. Un lugar de difícil acceso y que permitiera a la hembra poner sus huevos, y criar a los polluelos. Volví a alzar la cabeza continuando hacia delante hasta llegar al otro extremo sin mayor dificultad.
Llevé la daga a sus patas, a tientas enganché el hilo de plata quebrandolo y liberándola de su prisión. No eramos amigos, ella había sido en parte la causante de todo esto, pero no podía olvidar que me había salvado la vida ante Randulf.
-Vete si quieres, te aseguro que sobreviviré, mi odio me mantiene caliente -dije con la voz ronca.
Mis dientes castañeteaban, pero era cierto que la ira era un arma de doble filo, cruzaría esas montañas aunque el invierno me destrozara porque la vendetta me esperaba al otro lado del camino.
Cerré de nuevo los ojos, tenia que reconocer que envuelto en su pelaje me sentía mucho mas caliente y pronto dejé de temblar, caí en los brazos de las valquirias poco después, estaba agotado, el viaje era largo y aunque el odio me cegaba mas de lo que estaba, todo cuerpo necesitaba un respiro, también el mio.
La noche por suerte resulto calma, fría, demasiado hasta para los depredadores que nos acechaban y con las primeras luces del alba abrí los ojos estirándome contra el pelo de la loba.
Mis músculos estaba entumecidos, el cuello me crujía, peor estaba vivo, una noche menos para alcanzar mi objetivo.
A tientas busqué mi petate, me quedaba algo de queso y pan duro, serviría como desayuno pero a lo largo del camino tendríamos que dar caza a algo o nos debilitaríamos, algo que en la montaña no nos convenía a ninguno.
-Creía que odiabas a los Cannif, demasiadas molestias para mantenerme caliente ¿no crees? -apunté con una ladeada sonrisa mientras llevaba un trozo de queso a mi boca y le ofrecía otro a la loba.
Tras andar durante varios días a través de las montañas, el mapa que llevaba cogido prestado de mi aldea nos llevó contra todo pronóstico frente a la base de una enorme montaña. Ante nuestros pies se extendía un pronunciado acantilado que nos separaba de la ladera de la montaña. En el fondo del acantilado corría un río de aguas vivas.
Al otro lado del acantilado había una pequeña cascada, cubierta en parte por la vegetación de la ladera de la montaña, descendiendo a trompicones hasta el río del fondo.
Habia que cruzar y solo se me ocurrió una opción, hacer un puente con una cuerda.
Al tenerla en mis manos pude comprobar la calidad de la cuerda, aunque fuera delgada, aguantaría de sobra nuestro peso. Ate un extrema a una roca y el otro a una de mis flechas y la lance contra la vegetación que abundaba al rededor de la entrada.
Comprobé con varios tirones si la flecha estaba bien afianzada. Aunque estaba bien clavada, la vegetación no aguantaría nuestro peso. Tenía que cruzar para asegurar mejor la cuerda.
Deje mis pies desnudos, colgué las botas de mi hombro, y de un salto subí sobre la cuerda, note el tacto de la rugosa maroma bajo mis pies, y comencé a dar un paso tras otro, asegurando bien cada uno de mis movimientos. Mientras sentia el fino hilo del que pendía mi vida, y la separaba de la garganta del acantilado, y pese al riesgo que entrañaba esta acción, no pude evitar ladear la sonrisa por la vista que de seguro me estaba perdiendo, la belleza de aquel paraje, donde la vegetación salvaje reinaba y el sonido del agua conseguía encandilarte. Pude oir una pareja de águilas calvas bajo mis pies, parecían buscar el mejor lugar para instalar su nido. Un lugar de difícil acceso y que permitiera a la hembra poner sus huevos, y criar a los polluelos. Volví a alzar la cabeza continuando hacia delante hasta llegar al otro extremo sin mayor dificultad.
Aren Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/05/2017
Re: Miradas perdidas [Privado]
Después de varios días, en lo que lo único importante era llegar al destino...nuestros pasos nos llevaron a un paraje desconocido para mí al menos. Nunca estuve allí, decidí no cambiar mi naturaleza licántropo a la humana, el frío acechaba y lo soportaba mejor. Como una sombra, seguíamos los pasos del otro, supuestamente su rehén cuando sin darme cuenta...acepté la proposición de ir con él.
Ambos el mismo camino y destino. Lo que nos unió una vez, se quebró en el mismo instante en que le dejé marchar y ayudar a forjarse, a ser quien era ahora. En realidad, sentía como éramos unos desconocidos, él sí me conocía...todo lo que pudo hacerlo pero yo a él...no. Ante mí no estaba aquel hombre de grandes valores y cercano. Aren , consumido por el odio y la venganza.
Desde mi posición, esperé a que cruzase el acantilado. Lo tuve fácil, las piedras secas y de entremedias, me ayudarían a formar lo más parecido a un puente. En apenas un par de saltos, tomé impulso y quedé en el otro lado. Más rápida y ágil. Al otro lado, lo esperé sentada, en vilo por si se tambaleaba, estaba más que preparada por si me necesitaba. Como un perro guardián que protege a su amo. Cuando por fin estuvo frente a mí, me acerqué despacio..frotando mi hocico entre sus piernas, necesitaba darme un buen baño y no siendo un animal peludo precisamente.
Sin avisar, me lancé al agua, al salir a flote...fue mi cabello oscuro quien tapó mi rostro. Cerré los ojos, dejándome llevar por la corriente hasta la orilla. Al menos me había servido para quitarme el barro del pelaje y la suciedad, volví a la posición donde él se encontraba. No podía verme pero era obvio que tras mi información estuviese completamente desnuda. Dejé que mi cabello quedase a un lado de mis hombros, era hora también de que él se diese un baño.
-Deberías hacerlo, tu olor corporal deja mucho que desear así que...-me acerqué a él aprisa, tomando una de sus manos y tirar de su muñeca hacia el agua. No pude evitar reírme, buscarle...él debía estar allí. Fue el único que me habló de aquella forma, me tocó con una suavidad extrema...y sumergida en mis pensamientos no calculé que también iba al agua. Ambos caímos y al salir a superficie, mi risa , hizo eco...dejando escapar un suspiro final. No debí hacer aquello pero tanta frialdad era insoportable -Ven, te llevaré a la orilla -tiré de su brazo hasta hacer pie, fue entonces cuando lo solté pero mis ojos oscuros, lo contemplaban en silencio...mi gesto se entristeció durante unos segundos, yo era la culpable de haberlo perdido de algún modo... -Se te ha pegado una hoja `-reí por lo bajo, acercándome a él y apartarla de una de sus mejillas, mis dedos acariciaron ésta muy suavemente...inconscientemente buscaba aquel que me hizo sentir como nadie...muy especial. -Al menos ahora...has ganado musculatura y no pareces un perro famélico -bromeé tirando un pellizco a sus mejillos. Mis ojos se perdieron en sus labios durante unos segundos...
Ambos el mismo camino y destino. Lo que nos unió una vez, se quebró en el mismo instante en que le dejé marchar y ayudar a forjarse, a ser quien era ahora. En realidad, sentía como éramos unos desconocidos, él sí me conocía...todo lo que pudo hacerlo pero yo a él...no. Ante mí no estaba aquel hombre de grandes valores y cercano. Aren , consumido por el odio y la venganza.
Desde mi posición, esperé a que cruzase el acantilado. Lo tuve fácil, las piedras secas y de entremedias, me ayudarían a formar lo más parecido a un puente. En apenas un par de saltos, tomé impulso y quedé en el otro lado. Más rápida y ágil. Al otro lado, lo esperé sentada, en vilo por si se tambaleaba, estaba más que preparada por si me necesitaba. Como un perro guardián que protege a su amo. Cuando por fin estuvo frente a mí, me acerqué despacio..frotando mi hocico entre sus piernas, necesitaba darme un buen baño y no siendo un animal peludo precisamente.
Sin avisar, me lancé al agua, al salir a flote...fue mi cabello oscuro quien tapó mi rostro. Cerré los ojos, dejándome llevar por la corriente hasta la orilla. Al menos me había servido para quitarme el barro del pelaje y la suciedad, volví a la posición donde él se encontraba. No podía verme pero era obvio que tras mi información estuviese completamente desnuda. Dejé que mi cabello quedase a un lado de mis hombros, era hora también de que él se diese un baño.
-Deberías hacerlo, tu olor corporal deja mucho que desear así que...-me acerqué a él aprisa, tomando una de sus manos y tirar de su muñeca hacia el agua. No pude evitar reírme, buscarle...él debía estar allí. Fue el único que me habló de aquella forma, me tocó con una suavidad extrema...y sumergida en mis pensamientos no calculé que también iba al agua. Ambos caímos y al salir a superficie, mi risa , hizo eco...dejando escapar un suspiro final. No debí hacer aquello pero tanta frialdad era insoportable -Ven, te llevaré a la orilla -tiré de su brazo hasta hacer pie, fue entonces cuando lo solté pero mis ojos oscuros, lo contemplaban en silencio...mi gesto se entristeció durante unos segundos, yo era la culpable de haberlo perdido de algún modo... -Se te ha pegado una hoja `-reí por lo bajo, acercándome a él y apartarla de una de sus mejillas, mis dedos acariciaron ésta muy suavemente...inconscientemente buscaba aquel que me hizo sentir como nadie...muy especial. -Al menos ahora...has ganado musculatura y no pareces un perro famélico -bromeé tirando un pellizco a sus mejillos. Mis ojos se perdieron en sus labios durante unos segundos...
Brynja- Licántropo Clase Alta
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Localización : Dónde tú estés.
Re: Miradas perdidas [Privado]
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Aren Cannif- Humano Clase Media
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