AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Negocios "familiares".
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Negocios "familiares".
Venecia, 18 años, (tan sólo un año de neófita).
Aquella noche las mujeres parecían haber sacado sus vestidos más elegantes de sus carísimos armarios de madera pulida, haciendo gala de enrevesados peinados llenos de joyas y relucientes perlas en todos sus mantos y pliegues. Por supuesto, yo no podía ser menos que todo aquello, pero era consciente de las miradas furibundas de aquellas señoras ataviadas cuando todos los hombres de la sala se giraban para deleitarse con mi imagen.
Nunca imaginé una situación así. Yo, radiante y espectacularmente hermosa, adornada con las mejores alhajas y atuendos, despertando el interés de todos aquellos humanos débiles e influenciables a mi antojo.
¡Qué maravilla!
Y pensar que hacía poco más de un año dudaba entre las ventajas de una vida humana sobre aquélla que ahora se me brindaba. Qué estúpida.
Por supuesto, el objetivo de aquella noche no era mi instinto mortífero y voraz de sangre, si no adquirir algo bastante más vulgar que aquellas cualidades, pero que sin el cual ninguna señorita, vampiresa o no, podría deambular a su antojo por el mundo.
El señor Bacigalupo se carcajeaba pomposamente con otros caballeros casi al final de los grandes jardines, donde la vista de cualquier humano corriente no hubiera alcanzado desde donde yo me encontraba. Por supuesto, el apellido de aquel adinerado hombre no era lo único poco favorecedor de su persona, no había más que observar el diámetro de su exuberante barriga y la gran porción de rostro que ocupaba su nariz.
Pero no eran sus desgraciados atributos lo que me interesaba de aquel caballero, por lo que debía entrar en acción cuánto antes para no despertar intereses ajenos, si es que eso era posible.
Jactándome de mis nuevas posibilidades, me dediqué a redirigir las mentes de aquellos que se habían fijado en mí a otros asuntos menos llamativos, con el fin de no levantar sospechas. Mis andares sinuosos y seguros iban dirigidos a mi nueva víctima, la cual parecía haber reparado por fin en mi presencia cercana.
Sus ojillos adquirieron un brillo libidinoso que, muy al contrario de lo que demostraba mi sonrisa complaciente, me repugnó hasta el punto de irritarme ligeramente. Por supuesto, todo rastro de autonomía se esfumó en cuanto mis pupilas atravesaron las suyas accionando mi poder.
Sus acompañantes se marcharon en cuanto estuve frente a él, obedeciendo aquellos pensamientos que yo había introducido en su cabeza.
-Señor Bacigalupo –pronuncié, reprimiendo una sonrisa burlona-. Espero que recuerde a su sobrina.
Su pequeña confusión no duró más de un segundo y, sin saber la falsedad de aquella afirmación, continuó la farsa bajo mis órdenes.
-¡Querida mía! –exclamó con una voz aguda muy poco varonil.
Me dejé abrazar por aquel regordete burgués viudo, reprimiendo las ganas de aplastarle la garganta con mis propias manos. Aprovechando aquella cercanía inusitada, susurré en su oído la orden que daría el punto final a mi táctica.
-No tienes familia. Pero tu sobrina es tu ser más querido. Así que, en agradecimiento por toda mi bondad y compañía…
Sonreí con autosuficiencia antes de pronunciar las últimas palabras.
-Me darás la mitad de tu fortuna. Agradece que no te mate aquí y ahora por tu insolencia.
Cuando se separó su mirada estaba falta de brillo pero mis poderes parecían haber surtido efecto porque asintió levemente con la cabeza.
-Por supuesto, señorita.
-Bien, ahora debes ser un buen cómplice y no mencionárselo a nadie. Creo que ambos sabemos las consecuencias si no cumples tu palabra. No querrás decepcionar a tu querida sobrina, ¿cierto?
A pesar de la amenaza, sonreí con dulzura para no despertar la curiosidad de los que parloteaban alrededor. Él, obediente, me devolvió el gesto, como si la charla reciente hubiera sido una conversación cordial entre dos parientes.
Me disponía a darme media vuelta y disfrutar de la velada cuando alguien me pisó los bajos de mi pomposa falda victoriana. Con una mirada fulminante, me dispuse a averiguar quién había osado importunarme.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/11/2011
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Re: Negocios "familiares".
Hacía unos días que había llegado a Venecia con la compañía de mi maestro, a pesar de que llevábamos ya un tiempo viviendo en París, no podíamos evitar volver a Italia de vez en cuando, siempre se echaba de menos la patria, después de todo era nuestro lugar de origen... Y el pasado no hay por qué olvidarlo, y menos los momentos que fueron felices.
Aquella noche decidí darme un paseo, traer a la memoria recuerdos de mi estancia en Venecia, que aunque no fue la ciudad en la que mas tiempo pasé, no dejaba de ser un punto clave en mi historia. La temperatura era perfecta, y el ambiente de las calles seguía siendo el de antaño, mujeres hermosas, o que por lo menos aparentaban serlo, paseando por las calles, y hombres, por lo general mayores y adinerados, ávidos de una noche de pasión que seguramente acabarían pagando en algún burdel
En mi paseo nocturno llegué a unos jardines, unos que no visitaba frecuentemente... Igual me había metido donde no debía, quizá había llegado al jardín de algún ricachón con suerte... Pero nadie me había dicho nada, por lo que todo iba bien... O fue bien hasta el momento en que llegó a mi nariz un olor muy peculiar, y conocido al mismo tiempo. Con la nariz arrugada y manteniendo la calma me acerqué un poco hasta el origen del olor, procurando estar siempre oculto entre las sombras para no ser descubierto. Al fin supuse de dónde podía venir... Clavé mi mirada en una joven, sin duda alguna hermosa, con una mirada desafiante, que se mostraba muy segura de si misma, y lo que era más importante... Con una piel pálida como la nieve. No había duda, el olor a vampiro tenía que ser suyo.
Desde las sombras observé todos y cada uno de sus movimientos, por alguna razón sentía un odio innato hacia los vampiros. Nunca me habían hecho nada en particular, y jamás había tenido problemas con ellos, o no demasiado graves al menos... Pero la repulsión que me causaban no la podía evitar... Supongo que venía intrínseca con mi condición.
La joven se acercó a un ricachón, que era evidente que le daba a la bebida hasta límites que no cabían en mi cabeza... Pero bueno, hasta ahí se podía considerar algo medianamente normal. Muchas de las personas que se habían fijado en ella, como si un truco de magia se tratase se alejaron a hacer otras cosas sin importancia alguna, dejándola a ella sola con aquel hombre. En mi mente se formaban algunas ideas de lo que podía estar pasando. Aproveché que tenía la habilidad de evitar que nadie pudiese entrar en mi mente y por precaución la bloqueé. No quería llevarme sorpresas desagradables.
La escena siguió avanzando, la joven se acercó a aquel hombre como si le conociese de toda la vida, pero en un principio se notó que él no la había visto en la vida, o por lo menos que no la conocía. Y de pronto cambió todo, su expresión, su disposición corporal... Todo, parecía una persona completamente diferente, no quedaba ni un resquicio del gordinflón libidinoso que estaba ahí hacía un principio.
Ambos mantuvieron una conversación, no demasiado larga. No pude escuchar con claridad, pero ella no parecía muy amigable, todo en ella indicaba que estaba siendo intimidante, y todo en él indicaba que no era él... Mi curiosidad me podía, necesitaba saber qué era lo que estaba pasando allí, y qué era lo que estaba haciendo aquella mujer.
En cuanto pareció que terminaba de hablar con él salí a su paso, y con un gesto hábil pisé su vestido esperando retenerla. Mi expresión era seria, y en mi cabeza trataba de estar lo más calmado posible para no transformarme... Al menos por ahora. Opté por no decir nada aún, sencillamente observe a la mujer que tenía delante tratando de descifrar sus intenciones.
Aquella noche decidí darme un paseo, traer a la memoria recuerdos de mi estancia en Venecia, que aunque no fue la ciudad en la que mas tiempo pasé, no dejaba de ser un punto clave en mi historia. La temperatura era perfecta, y el ambiente de las calles seguía siendo el de antaño, mujeres hermosas, o que por lo menos aparentaban serlo, paseando por las calles, y hombres, por lo general mayores y adinerados, ávidos de una noche de pasión que seguramente acabarían pagando en algún burdel
En mi paseo nocturno llegué a unos jardines, unos que no visitaba frecuentemente... Igual me había metido donde no debía, quizá había llegado al jardín de algún ricachón con suerte... Pero nadie me había dicho nada, por lo que todo iba bien... O fue bien hasta el momento en que llegó a mi nariz un olor muy peculiar, y conocido al mismo tiempo. Con la nariz arrugada y manteniendo la calma me acerqué un poco hasta el origen del olor, procurando estar siempre oculto entre las sombras para no ser descubierto. Al fin supuse de dónde podía venir... Clavé mi mirada en una joven, sin duda alguna hermosa, con una mirada desafiante, que se mostraba muy segura de si misma, y lo que era más importante... Con una piel pálida como la nieve. No había duda, el olor a vampiro tenía que ser suyo.
Desde las sombras observé todos y cada uno de sus movimientos, por alguna razón sentía un odio innato hacia los vampiros. Nunca me habían hecho nada en particular, y jamás había tenido problemas con ellos, o no demasiado graves al menos... Pero la repulsión que me causaban no la podía evitar... Supongo que venía intrínseca con mi condición.
La joven se acercó a un ricachón, que era evidente que le daba a la bebida hasta límites que no cabían en mi cabeza... Pero bueno, hasta ahí se podía considerar algo medianamente normal. Muchas de las personas que se habían fijado en ella, como si un truco de magia se tratase se alejaron a hacer otras cosas sin importancia alguna, dejándola a ella sola con aquel hombre. En mi mente se formaban algunas ideas de lo que podía estar pasando. Aproveché que tenía la habilidad de evitar que nadie pudiese entrar en mi mente y por precaución la bloqueé. No quería llevarme sorpresas desagradables.
La escena siguió avanzando, la joven se acercó a aquel hombre como si le conociese de toda la vida, pero en un principio se notó que él no la había visto en la vida, o por lo menos que no la conocía. Y de pronto cambió todo, su expresión, su disposición corporal... Todo, parecía una persona completamente diferente, no quedaba ni un resquicio del gordinflón libidinoso que estaba ahí hacía un principio.
Ambos mantuvieron una conversación, no demasiado larga. No pude escuchar con claridad, pero ella no parecía muy amigable, todo en ella indicaba que estaba siendo intimidante, y todo en él indicaba que no era él... Mi curiosidad me podía, necesitaba saber qué era lo que estaba pasando allí, y qué era lo que estaba haciendo aquella mujer.
En cuanto pareció que terminaba de hablar con él salí a su paso, y con un gesto hábil pisé su vestido esperando retenerla. Mi expresión era seria, y en mi cabeza trataba de estar lo más calmado posible para no transformarme... Al menos por ahora. Opté por no decir nada aún, sencillamente observe a la mujer que tenía delante tratando de descifrar sus intenciones.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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Re: Negocios "familiares".
Mis ojos se encontraron con los iris azulados de un caballero que desprendía un aroma y un aura demasiado peculiar. Casi instantáneamente me puse a la defensiva, pero recordé dónde me encontraba e intenté mantener la compostura. Agudicé el oído con cierto recelo y pude comprobar con alivio que el latido de su corazón era fuerte y vigoroso.
Un humano.
Un humano extraño, eso sí, y que cumplía el icono perfecto de un joven italiano moreno y atractivo.
Me analizaba atentamente con ojos inquisitivos, penetrantes. Su aspecto y porte me dieron a entender que debía de poseer cierta fortuna, pero no terminaba de encajar con la ostentación y la pomposidad del ambiente en el que me solía mover. Por tanto, ¿quién era él para llamar mi atención de una manera tan impertinente y poco delicada?
-Cosa vuoi da me, signore?
Mi tono fue demasiado cortante y serio, muy al contrario de mis típicas burlas, pero había algo en aquel hombre que me hacía desear alejarme de él. Sin embargo, la curiosidad me reconcomía por dentro.
¿De dónde venía aquella extraña energía que desprendían todos los poros de su piel?
Pero no podía ponerme en el riesgo de ser reconocida posteriormente por aquellas gentes, por lo que decidí desviar sus pensamientos a otro motivo que no fuera mi presencia. Me introduje en su mente como solía hacer con todos aquellos ilusos mortales. Lo que no esperaba era encontrarme con alguien que era inmune a mis efectos.
¿Acaso eso era posible?
Su semblante impasible respondió a mi pregunta, y yo no pude evitar sentirme ciertamente irritada, ya no solo por la intromisión, sino por la terrible y abrumadora sensación de sentirme impotente e inútil. Como si fuera una estúpida y simple humana de carne blanda e inocentes pensamientos.
Intenté no traslucir mi sorpresa, pero debí de abrir demasiado los ojos, porque aquel caballero parecía conocedor de la situación.
Y sentirme una presa fácil sólo conseguía acrecentar mi cólera, la cual comenzaba a teñir ligeramente mis iris de un color escarlata, transformando el azul claro de mis ojos en un tono violáceo. Aparté el rostro e intenté sosegarme. Haciendo acopio de un increíble esfuerzo, retuve la ira en mi interior y me serví del miedo a ser delatada para hacerlo.
Desafiante, le devolví la mirada a aquel hombre y me decidí a enfrentarlo:
-Le pregunto de nuevo, señor, ¿qué es lo que quiere de mí? –esta vez, mis palabras sonaron como una amenaza implícita.
Un humano.
Un humano extraño, eso sí, y que cumplía el icono perfecto de un joven italiano moreno y atractivo.
Me analizaba atentamente con ojos inquisitivos, penetrantes. Su aspecto y porte me dieron a entender que debía de poseer cierta fortuna, pero no terminaba de encajar con la ostentación y la pomposidad del ambiente en el que me solía mover. Por tanto, ¿quién era él para llamar mi atención de una manera tan impertinente y poco delicada?
-Cosa vuoi da me, signore?
Mi tono fue demasiado cortante y serio, muy al contrario de mis típicas burlas, pero había algo en aquel hombre que me hacía desear alejarme de él. Sin embargo, la curiosidad me reconcomía por dentro.
¿De dónde venía aquella extraña energía que desprendían todos los poros de su piel?
Pero no podía ponerme en el riesgo de ser reconocida posteriormente por aquellas gentes, por lo que decidí desviar sus pensamientos a otro motivo que no fuera mi presencia. Me introduje en su mente como solía hacer con todos aquellos ilusos mortales. Lo que no esperaba era encontrarme con alguien que era inmune a mis efectos.
¿Acaso eso era posible?
Su semblante impasible respondió a mi pregunta, y yo no pude evitar sentirme ciertamente irritada, ya no solo por la intromisión, sino por la terrible y abrumadora sensación de sentirme impotente e inútil. Como si fuera una estúpida y simple humana de carne blanda e inocentes pensamientos.
Intenté no traslucir mi sorpresa, pero debí de abrir demasiado los ojos, porque aquel caballero parecía conocedor de la situación.
Y sentirme una presa fácil sólo conseguía acrecentar mi cólera, la cual comenzaba a teñir ligeramente mis iris de un color escarlata, transformando el azul claro de mis ojos en un tono violáceo. Aparté el rostro e intenté sosegarme. Haciendo acopio de un increíble esfuerzo, retuve la ira en mi interior y me serví del miedo a ser delatada para hacerlo.
Desafiante, le devolví la mirada a aquel hombre y me decidí a enfrentarlo:
-Le pregunto de nuevo, señor, ¿qué es lo que quiere de mí? –esta vez, mis palabras sonaron como una amenaza implícita.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 308
Fecha de inscripción : 29/11/2011
Localización : Nuevamente en París.
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Re: Negocios "familiares".
La chica por unos instantes tensó todos sus músculos, pero en cuanto sus ojos se cruzaron con los míos los relajó un poco, sin bajar del todo la guardia por supuesto. En un primer instante ella me preguntó inquisitiva, realmente tanto como lo era mi mirada, qué era lo que quería de ella... Quería saber muchas cosas, pero estaba demasiado concentrado bloqueando mi mente y analizando su mirada y expresión corporal a fondo.
En ella pude leer el desconcierto al comprobar que no podía hacer nada por borrar mis recuerdos más mediatos, o lo que fuera que ella hiciese. No pude evitar sentir cierta satisfacción y regocijo, su expresión decía lo mucho que le extrañaba el no poder controlarme, sus pupilas se habían dilatado a causa de la sorpresa... No pude evitar que una cierta sonrisa se dibujase en mis labios, quizá no muy grande, pero si lo suficiente como par que ella pudiese darse cuenta de ello.
Sus ojos se estaban tornando violáceos, señal de que algo estaba cambiando, pero algo me decía que era más por no haber logrado sus fines que por el hecho de que yo fuese un licántropo... De hecho no parecía que supiese que lo era, por lo que su desconcierto, y quizá una posible curiosidad eran dos elementos que jugaban a mi favor... Mantenerlo así era mi máxima prioridad ahora.
Una vez me quedó claro que tenía su atención, y pensaba que no iba a salir corriendo solté el vestido. Mis músculos seguían tensos y mis sentidos alerta por lo que pudiese ocurrir, no tenía ninguna intención de dejarla ir sin más. Me alegré de ser lo suficientemente sensato como para no transformarme a la primera de cambio... Además allí había civiles paseando, y aquello podría haber sido un autentico desastre. Al fin me digné a responder, no me convenía enfurecerla, debía mantener aquel perfil de incertidumbre para que las cosas no se diesen la vuelta y fuesen en mi contra.
Pensé en contestar que sabía lo que había hecho con aquel hombre, pero opté por algo que podía resultar aún más amenazador, y que realmente sabía con total claridad.-Sé lo que eres.-Dije con voz pausada, mostrando un deje de ira y desprecio en mi voz. Me costaba ocultar en muchas ocasiones lo que sentía de manera instintiva hacia los vampiros. Arrugué un poco la nariz, en señal de que lo había detectado en gran parte por el olfato.
Mi mirada seguía fija en ella, ciertamente era una mujer hermosa... Aunque todos los vampiros resultaban ser hermosos, muy elegantes... Eso era algo que no podía negar. Quizá el tono blanquecino de su piel y sus finos rasgos era lo que les hacía unos seres bellos en sí mismos. Jamás había visto a un vampiro gordo, aunque tampoco es que hubiese visto muchos vampiros, por lo general estaba más familiarizado con los de mi especie. Miré a la joven de arriba a abajo. Quizá no llevase mucho tiempo siendo una vampiresa, cuando yo descubrí que era hombre lobo tardé mucho tiempo en descubrir que había otros como yo... Tardé mucho tiempo en comprender qué significaba cada olor... Y aún así había cosas que aún no comprendía.
No pude evitar darme una vuelta entorno a ella, sin dejar de mirarla en ningún momento. No la observaba porque me interesase su cuerpo, si no porque quería ver qué posibilidades tenía de huir. Probablemente aquel vestido y los zapatos podrían entorpecerla algo, pero los vampiros por lo general eran muy hábiles. Aún así yo era considerablemente más alto, y podía decir que era rápido corriendo.
Una vez medidas las fuerzas de ambos volví a ponerme frente a ella, en el sitio exacto en el que había estado instantes antes. Tenía una gran curiosidad por descubrir cómo lo hacía, al mismo tiempo que quería descubrir muchas cosas de ella. Era un hombre curioso, no podía evitarlo.
En ella pude leer el desconcierto al comprobar que no podía hacer nada por borrar mis recuerdos más mediatos, o lo que fuera que ella hiciese. No pude evitar sentir cierta satisfacción y regocijo, su expresión decía lo mucho que le extrañaba el no poder controlarme, sus pupilas se habían dilatado a causa de la sorpresa... No pude evitar que una cierta sonrisa se dibujase en mis labios, quizá no muy grande, pero si lo suficiente como par que ella pudiese darse cuenta de ello.
Sus ojos se estaban tornando violáceos, señal de que algo estaba cambiando, pero algo me decía que era más por no haber logrado sus fines que por el hecho de que yo fuese un licántropo... De hecho no parecía que supiese que lo era, por lo que su desconcierto, y quizá una posible curiosidad eran dos elementos que jugaban a mi favor... Mantenerlo así era mi máxima prioridad ahora.
Una vez me quedó claro que tenía su atención, y pensaba que no iba a salir corriendo solté el vestido. Mis músculos seguían tensos y mis sentidos alerta por lo que pudiese ocurrir, no tenía ninguna intención de dejarla ir sin más. Me alegré de ser lo suficientemente sensato como para no transformarme a la primera de cambio... Además allí había civiles paseando, y aquello podría haber sido un autentico desastre. Al fin me digné a responder, no me convenía enfurecerla, debía mantener aquel perfil de incertidumbre para que las cosas no se diesen la vuelta y fuesen en mi contra.
Pensé en contestar que sabía lo que había hecho con aquel hombre, pero opté por algo que podía resultar aún más amenazador, y que realmente sabía con total claridad.-Sé lo que eres.-Dije con voz pausada, mostrando un deje de ira y desprecio en mi voz. Me costaba ocultar en muchas ocasiones lo que sentía de manera instintiva hacia los vampiros. Arrugué un poco la nariz, en señal de que lo había detectado en gran parte por el olfato.
Mi mirada seguía fija en ella, ciertamente era una mujer hermosa... Aunque todos los vampiros resultaban ser hermosos, muy elegantes... Eso era algo que no podía negar. Quizá el tono blanquecino de su piel y sus finos rasgos era lo que les hacía unos seres bellos en sí mismos. Jamás había visto a un vampiro gordo, aunque tampoco es que hubiese visto muchos vampiros, por lo general estaba más familiarizado con los de mi especie. Miré a la joven de arriba a abajo. Quizá no llevase mucho tiempo siendo una vampiresa, cuando yo descubrí que era hombre lobo tardé mucho tiempo en descubrir que había otros como yo... Tardé mucho tiempo en comprender qué significaba cada olor... Y aún así había cosas que aún no comprendía.
No pude evitar darme una vuelta entorno a ella, sin dejar de mirarla en ningún momento. No la observaba porque me interesase su cuerpo, si no porque quería ver qué posibilidades tenía de huir. Probablemente aquel vestido y los zapatos podrían entorpecerla algo, pero los vampiros por lo general eran muy hábiles. Aún así yo era considerablemente más alto, y podía decir que era rápido corriendo.
Una vez medidas las fuerzas de ambos volví a ponerme frente a ella, en el sitio exacto en el que había estado instantes antes. Tenía una gran curiosidad por descubrir cómo lo hacía, al mismo tiempo que quería descubrir muchas cosas de ella. Era un hombre curioso, no podía evitarlo.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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Re: Negocios "familiares".
El azul analítico de aquellos iris me recorrían con aire evaluativo y, tras dudar algunos instantes, decidió retirar aquel insolente zapato de los bajos de mi vestido. ¿Qué narices estaba haciendo? Aquel comportamiento extraño comenzaba a irritarme.
-Sé lo que eres.
Su voz varonil y pausada guardaba un tono realmente insultante, como si escupiera las palabras en vez de decirlas. Su expresión, contrariada y con la nariz ligeramente arrugada, consiguieron, por fin, sacar algo de mi lado juguetón. Alcé una comisura, divertida. Con que era yo lo que tanto aborrecía, y además conocía cuál era mi naturaleza.
Una pequeña inquietud por no poder controlar su mente se alojó en mi pecho, pero fue aplacada por la autosuficiencia de seguirle su extraño juego a aquel caballero. No saldría de allí sin saber quién era y qué pretendía.
Pensativo, me observó unos instantes más, como el depredador que analiza una buena presa. Sin embargo, lo que no esperaba era que un hombre apuesto y bien parecido comenzara a rondarme como un animal al acecho. ¿Qué estaba haciendo? Miré a mi alrededor para corroborar que nadie estuviera disfrutando de aquella escena, y con alivio descubrí que el gentío estaba inmerso en otro tipo de asuntos.
Taladré sus pupilas con las mías. Si lo que aquel humano quería era enfurecerme, acabaría arrepintiéndose de ello.
Su olor extraño y un tanto tosco me envolvía cada vez que se movía. Y yo no pude evitar hacer una comparación mental, viéndolo rondando así, con un perro. Se me escapó una risita ante el pensamiento tan estúpido.
Cuando hubo acabado su extraño ritual y volvió a estar frente a mí, vi en sus ojos un brillo de expectación, quizá curiosidad… Al parecer el sentimiento era mutuo. Pero no había mucho que decir si aquel caballero ya conocía cuáles eran mis instintos y prioridades. No era la primera vez que me encontraba con un humano que supiera sobre nosotros, pero normalmente era capaz de borrar su memoria con una simple orden.
En este caso, tendría que tener cuidado. Pero esa no era razón para no divertirse un poco, por lo que, poniendo los brazos en jarras y mirando desafiante y burlona al apuesto moreno, suscité un poco más aquel jueguecito:
-¿Ya está satisfecho, señor?
Alcé una comisura, traviesa.
-Creo que debería revisar de vez en cuando el protocolo. Sobre todo si usted ya es conocedor de nuestros peculiares gustos gastronómicos, ¿no cree? –incliné la cabeza, manteniendo una falsa preocupación en mi rostro, antes de dejar que una risita saliera de mis labios-. Debería andarse con más cuidado.
Aquellas últimas palabras sonaron como un siseo. Irguiéndome de nuevo acorté el espacio que nos separaba y, poniéndome de puntillas, dejé que mis labios rozaran su oído.
-¿O está usted dispuesto a correr ese riesgo, signore? –susurré en tono burlón.
Me aparté fugazmente y, dando un lento paso hacia atrás, volví a poner distancia entre ambos. Con ojos traviesos y una media sonrisa, analicé a aquel humano extraño y a su aura vibrante. Había una energía extraña en ella, y mis instintos querían hacerme ver que él era un verdadero enemigo, pero mi razón y mi experiencia sólo veían a un simple hombre de imponente altura y sobrado de arrogancia.
Sin embargo, su mirada me decía a todas claras que él no me veía como una amenaza a su vida, sino más bien como un reto, un pequeño juego.
-Sé lo que eres.
Su voz varonil y pausada guardaba un tono realmente insultante, como si escupiera las palabras en vez de decirlas. Su expresión, contrariada y con la nariz ligeramente arrugada, consiguieron, por fin, sacar algo de mi lado juguetón. Alcé una comisura, divertida. Con que era yo lo que tanto aborrecía, y además conocía cuál era mi naturaleza.
Una pequeña inquietud por no poder controlar su mente se alojó en mi pecho, pero fue aplacada por la autosuficiencia de seguirle su extraño juego a aquel caballero. No saldría de allí sin saber quién era y qué pretendía.
Pensativo, me observó unos instantes más, como el depredador que analiza una buena presa. Sin embargo, lo que no esperaba era que un hombre apuesto y bien parecido comenzara a rondarme como un animal al acecho. ¿Qué estaba haciendo? Miré a mi alrededor para corroborar que nadie estuviera disfrutando de aquella escena, y con alivio descubrí que el gentío estaba inmerso en otro tipo de asuntos.
Taladré sus pupilas con las mías. Si lo que aquel humano quería era enfurecerme, acabaría arrepintiéndose de ello.
Su olor extraño y un tanto tosco me envolvía cada vez que se movía. Y yo no pude evitar hacer una comparación mental, viéndolo rondando así, con un perro. Se me escapó una risita ante el pensamiento tan estúpido.
Cuando hubo acabado su extraño ritual y volvió a estar frente a mí, vi en sus ojos un brillo de expectación, quizá curiosidad… Al parecer el sentimiento era mutuo. Pero no había mucho que decir si aquel caballero ya conocía cuáles eran mis instintos y prioridades. No era la primera vez que me encontraba con un humano que supiera sobre nosotros, pero normalmente era capaz de borrar su memoria con una simple orden.
En este caso, tendría que tener cuidado. Pero esa no era razón para no divertirse un poco, por lo que, poniendo los brazos en jarras y mirando desafiante y burlona al apuesto moreno, suscité un poco más aquel jueguecito:
-¿Ya está satisfecho, señor?
Alcé una comisura, traviesa.
-Creo que debería revisar de vez en cuando el protocolo. Sobre todo si usted ya es conocedor de nuestros peculiares gustos gastronómicos, ¿no cree? –incliné la cabeza, manteniendo una falsa preocupación en mi rostro, antes de dejar que una risita saliera de mis labios-. Debería andarse con más cuidado.
Aquellas últimas palabras sonaron como un siseo. Irguiéndome de nuevo acorté el espacio que nos separaba y, poniéndome de puntillas, dejé que mis labios rozaran su oído.
-¿O está usted dispuesto a correr ese riesgo, signore? –susurré en tono burlón.
Me aparté fugazmente y, dando un lento paso hacia atrás, volví a poner distancia entre ambos. Con ojos traviesos y una media sonrisa, analicé a aquel humano extraño y a su aura vibrante. Había una energía extraña en ella, y mis instintos querían hacerme ver que él era un verdadero enemigo, pero mi razón y mi experiencia sólo veían a un simple hombre de imponente altura y sobrado de arrogancia.
Sin embargo, su mirada me decía a todas claras que él no me veía como una amenaza a su vida, sino más bien como un reto, un pequeño juego.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 308
Fecha de inscripción : 29/11/2011
Localización : Nuevamente en París.
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Re: Negocios "familiares".
La reacción de la chica al fin me agradó, en cierta medida. Todo indicaba que se empezaba a animar a seguirme el juego, a comenzar el baile que al parecer iba a tener lugar a continuación. Su curiosidad parecía ser muy similar a la que sentía yo. Una pequeña risita escapó de sus labios "ya veremos quien se ríe luego" pensé.
La vampiresa puso sus manos en jarras, mirándome con una mirada felina, a la par que burlona. El baile acababa de comenzar.-Tiene razón señorita, disculpe mis modales.-Exagerando el gesto con una clara intención teatral me doblé sobre mí mismo haciendo una reverencia, mientras la miraba con una sonrisa burlona. Volví a erguirme aún sin apartar mi mirada de ella. Estaba claro que aquella chica no tenía ni idea de que yo no era humano, y quizá aquello seguía jugando en mi favor.
Se acercó a mí con una sonrisa pícara en los labios. Yo no me moví, sabía que no se arriesgaría a morderme... Por el momento. Al sentir sus labios próximos a mi piel, esta se erizó, no por temor, si no porque hacía tiempo que nadie se acercaba tanto a mi.
-¿Cómo está tan segura de que no puedo defenderme ante usted?.-Respondí mirándola desafiante, y aún con una pícara sonrisa dibujada en el rostro. Confiaba mucho en mi mismo, al igual que confiaba en poder evitar cualquier mordida incluso sin transformarme.
No solía comportarme así con otras personas... Pero exactamente, no lo hacía con personas, y aunque generalmente evitaba a los vampiros, por alguna razón, la actitud de aquella mujer me molestaba y al mismo tiempo llamaba mi atención. Por alguna razón sentía mucha curiosidad hacia ella, sentía curiosidad por ver cómo acababa aquello.
-Estoy completamente al corriente de sus gustos gastronómicos.- Dije retomando aquel hilo de la escueta conversación que manteníamos.-Y me siento lo suficientemente tranquilo como para decir que no me preocupan lo más mínimo.- Imitando su juego, y en cierto modo tratando de disimular ante un viandante que pasó bastante cerca de nosotros me acerqué a ella. Me había dado cuenta de que le preocupaba el que nos viesen las personas corrientes que pasaban por allí. Posé ligeramente una mano sobre su cintura, simulando que la cogía aunque en realidad a penas rozaba la tela de su vestido, me acerqué a su oído y susurré.- No es la primera vez que me encuentro ante un vampiro señorita, y no será la última.- Apartándome tan solo ligeramente aproveché para mirarla a los ojos desde la cercanía, realmente tenía unos ojos hermosos. Su mirada indicaba muchas cosas.
-Podemos ir a hablar a un lugar menos visible si lo desea.-Propuse mostrando el poco miedo que le tenía. ¿Se podía tomar como imprudente?, quizá, pero sabía que aquella joven no mostraría como realmente era ante aquella gente, puesto que al parecer eso no la favorecía en ningún sentido... Y yo tenía curiosidad por su lado más oscuro, la superficie ya la tenía allí delante. Nada me aseguraba que lo hiciese ante mí, pero por probar no perdía nada, como mucho podría perder algo de sangre quizá
La vampiresa puso sus manos en jarras, mirándome con una mirada felina, a la par que burlona. El baile acababa de comenzar.-Tiene razón señorita, disculpe mis modales.-Exagerando el gesto con una clara intención teatral me doblé sobre mí mismo haciendo una reverencia, mientras la miraba con una sonrisa burlona. Volví a erguirme aún sin apartar mi mirada de ella. Estaba claro que aquella chica no tenía ni idea de que yo no era humano, y quizá aquello seguía jugando en mi favor.
Se acercó a mí con una sonrisa pícara en los labios. Yo no me moví, sabía que no se arriesgaría a morderme... Por el momento. Al sentir sus labios próximos a mi piel, esta se erizó, no por temor, si no porque hacía tiempo que nadie se acercaba tanto a mi.
-¿Cómo está tan segura de que no puedo defenderme ante usted?.-Respondí mirándola desafiante, y aún con una pícara sonrisa dibujada en el rostro. Confiaba mucho en mi mismo, al igual que confiaba en poder evitar cualquier mordida incluso sin transformarme.
No solía comportarme así con otras personas... Pero exactamente, no lo hacía con personas, y aunque generalmente evitaba a los vampiros, por alguna razón, la actitud de aquella mujer me molestaba y al mismo tiempo llamaba mi atención. Por alguna razón sentía mucha curiosidad hacia ella, sentía curiosidad por ver cómo acababa aquello.
-Estoy completamente al corriente de sus gustos gastronómicos.- Dije retomando aquel hilo de la escueta conversación que manteníamos.-Y me siento lo suficientemente tranquilo como para decir que no me preocupan lo más mínimo.- Imitando su juego, y en cierto modo tratando de disimular ante un viandante que pasó bastante cerca de nosotros me acerqué a ella. Me había dado cuenta de que le preocupaba el que nos viesen las personas corrientes que pasaban por allí. Posé ligeramente una mano sobre su cintura, simulando que la cogía aunque en realidad a penas rozaba la tela de su vestido, me acerqué a su oído y susurré.- No es la primera vez que me encuentro ante un vampiro señorita, y no será la última.- Apartándome tan solo ligeramente aproveché para mirarla a los ojos desde la cercanía, realmente tenía unos ojos hermosos. Su mirada indicaba muchas cosas.
-Podemos ir a hablar a un lugar menos visible si lo desea.-Propuse mostrando el poco miedo que le tenía. ¿Se podía tomar como imprudente?, quizá, pero sabía que aquella joven no mostraría como realmente era ante aquella gente, puesto que al parecer eso no la favorecía en ningún sentido... Y yo tenía curiosidad por su lado más oscuro, la superficie ya la tenía allí delante. Nada me aseguraba que lo hiciese ante mí, pero por probar no perdía nada, como mucho podría perder algo de sangre quizá
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Negocios "familiares".
-¿Cómo está tan segura de que no puedo defenderme ante usted?
Aquella pregunta me pareció tan inocente, tan ilusa… que no pude evitar sonreír burlonamente. Sin embargo, algo en mi interior me decía que aquellas palabras guardaban cierta verdad, pero el sonido frágil y palpitante de su corazón desmentía todas aquellas conjeturas.
Su semblante demostraba la misma expresión traviesa que la mía, y aquello en cierto modo me gustó mucho más que aquella mueca de embotamiento y admiración que mis presas solían reflejar ante mis jueguecitos. Pero, claro, aquel joven no parecía considerarse ninguna presa potencial, más bien era yo la víctima de su recreo.
-Estoy completamente al corriente de sus gustos gastronómicos –dijo, muy pagado de sí mismo-. Y me siento lo suficientemente tranquilo como para decir que no me preocupan lo más mínimo.
Le miré, cínica. ¿De verdad no era capaz de ver cuáles eran sus desventajas?
Su aproximación encendió cierta alarma en mi ser, no estaba acostumbrada a que los humanos actuaran fuera de mi control. El sonido de sus dedos al rozar mi vestido llegó a mis oídos, y pude comprobar con cierta irritación que el juego se volvía en mi contra, y la que comenzaba a ponerse nerviosa era yo. Aun así, mantuve mi expresión curiosa y traviesa mientras me susurraba al oído aquellas extrañas e incoherentes palabras.
Un humano de lo más extraño, ciertamente. ¿Por qué no lo habrían matado aquellos vampiros que aseguraba conocer?
Se apartó dejando nuestros rostros imprudentemente cerca, podía escuchar claramente su sangre fluir a través de su garganta. Para mi gran sorpresa, aquello no me produjo ningún tipo de placer o atracción, más bien lo contrario. Me sentía realmente como una humana frente a aquel caballero, y aquello más que enfurecerme, comenzaba a resultarme divertido.
Sus ojos de un azul intenso, en contraste con el tono cristalino y grisáceo de los míos, parecían medirme a cada instante.
-Podemos ir a hablar a un lugar menos visible si lo desea.
Fruncí el ceño sin borrar mi sonrisa burlona. ¿Acaso deseaba una muerte segura?
Aquella propuesta se me hizo más bien una amenaza que un ofrecimiento. Siendo sincera, no pretendía acabar con su vida, aunque nos encontráramos en el callejón más oscuro y deshabitado de Venecia. A parte de mi curiosidad por cómo era capaz de eludir mis poderes y encantos, y su extraña seguridad en ser superior a mí, había algo en su aura que me decía que no se trataba de un buen bocado.
Tras unos instantes en que me dediqué a analizar aquella autosuficiencia en su mirada, decidí arriesgarme a ver qué era lo que pretendía aquel caballero con tan pocos modales. Pero antes habría de jugar un poco.
-¿No cree que está yendo demasiado lejos con sus proposiciones? –pregunté, alzando una ceja-. No es propio de un hombre de buen ver acorralar de esta forma a una dama.
Sonreí pícaramente a mi acompañante.
-Quizás si usted me diera a conocer su nombre, podría reconsiderar su oferta.
Me aparté obligándole a deshacer el contacto entre ambos, pero sin dejar de observarle con una expresión divertida. En realidad, no debería estar parloteando con aquel humano atrevido, el estúpido señor Bacigalupo estaría esperando a la mañana siguiente mis órdenes para ir al banco, pero eso no quería decir que pudiera perderle de vista.
Sin embargo, la curiosidad había ganado la batalla. Siempre habrían más ricachones solteros a los que poder engañar.
-¿Qué me dice, caballero? – sentencié, sonriendo maliciosamente.
Aquella pregunta me pareció tan inocente, tan ilusa… que no pude evitar sonreír burlonamente. Sin embargo, algo en mi interior me decía que aquellas palabras guardaban cierta verdad, pero el sonido frágil y palpitante de su corazón desmentía todas aquellas conjeturas.
Su semblante demostraba la misma expresión traviesa que la mía, y aquello en cierto modo me gustó mucho más que aquella mueca de embotamiento y admiración que mis presas solían reflejar ante mis jueguecitos. Pero, claro, aquel joven no parecía considerarse ninguna presa potencial, más bien era yo la víctima de su recreo.
-Estoy completamente al corriente de sus gustos gastronómicos –dijo, muy pagado de sí mismo-. Y me siento lo suficientemente tranquilo como para decir que no me preocupan lo más mínimo.
Le miré, cínica. ¿De verdad no era capaz de ver cuáles eran sus desventajas?
Su aproximación encendió cierta alarma en mi ser, no estaba acostumbrada a que los humanos actuaran fuera de mi control. El sonido de sus dedos al rozar mi vestido llegó a mis oídos, y pude comprobar con cierta irritación que el juego se volvía en mi contra, y la que comenzaba a ponerse nerviosa era yo. Aun así, mantuve mi expresión curiosa y traviesa mientras me susurraba al oído aquellas extrañas e incoherentes palabras.
Un humano de lo más extraño, ciertamente. ¿Por qué no lo habrían matado aquellos vampiros que aseguraba conocer?
Se apartó dejando nuestros rostros imprudentemente cerca, podía escuchar claramente su sangre fluir a través de su garganta. Para mi gran sorpresa, aquello no me produjo ningún tipo de placer o atracción, más bien lo contrario. Me sentía realmente como una humana frente a aquel caballero, y aquello más que enfurecerme, comenzaba a resultarme divertido.
Sus ojos de un azul intenso, en contraste con el tono cristalino y grisáceo de los míos, parecían medirme a cada instante.
-Podemos ir a hablar a un lugar menos visible si lo desea.
Fruncí el ceño sin borrar mi sonrisa burlona. ¿Acaso deseaba una muerte segura?
Aquella propuesta se me hizo más bien una amenaza que un ofrecimiento. Siendo sincera, no pretendía acabar con su vida, aunque nos encontráramos en el callejón más oscuro y deshabitado de Venecia. A parte de mi curiosidad por cómo era capaz de eludir mis poderes y encantos, y su extraña seguridad en ser superior a mí, había algo en su aura que me decía que no se trataba de un buen bocado.
Tras unos instantes en que me dediqué a analizar aquella autosuficiencia en su mirada, decidí arriesgarme a ver qué era lo que pretendía aquel caballero con tan pocos modales. Pero antes habría de jugar un poco.
-¿No cree que está yendo demasiado lejos con sus proposiciones? –pregunté, alzando una ceja-. No es propio de un hombre de buen ver acorralar de esta forma a una dama.
Sonreí pícaramente a mi acompañante.
-Quizás si usted me diera a conocer su nombre, podría reconsiderar su oferta.
Me aparté obligándole a deshacer el contacto entre ambos, pero sin dejar de observarle con una expresión divertida. En realidad, no debería estar parloteando con aquel humano atrevido, el estúpido señor Bacigalupo estaría esperando a la mañana siguiente mis órdenes para ir al banco, pero eso no quería decir que pudiera perderle de vista.
Sin embargo, la curiosidad había ganado la batalla. Siempre habrían más ricachones solteros a los que poder engañar.
-¿Qué me dice, caballero? – sentencié, sonriendo maliciosamente.
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Re: Negocios "familiares".
La joven se planteó durante unos instantes mi oferta, analizando seguramente qué podría hacer conmigo, o qué era lo que pretendía hacer yo con ella. Aun así, la seguridad que tenía en si misma me hacía sentir aún más curiosidad, y a su vez me atraía, en la medida en que sentía una gran interés por descubrir hasta dónde llegaba aquella seguridad. Estaba convencido de que si aún no conocía la existencia de licántropos, y pensaba que podía con todo, no debía llevar mucho tiempo siendo un vampiro.
-Tranquila señorita, conozco mis limitaciones, y se perfectamente que no está indefensa.-Aseguró sabiendo lo que se decía.- Y se tan bien como usted que ambos sentimos curiosidad el uno por el otro.-No era momento de ponerse a negar aquellas evidencias. La mirada de la joven reflejaba aquella curiosidad, supongo que no se esperaba que una persona "de sangre caliente" se atreviese a hablarle de aquella manera.
Me pareció justo y razonable que quisiese saber mi nombre, yo también quería poder llamarla de alguna manera. Su sonrisa pícara resultaba contagiosa, debía decir.-Mi nombre es Bethlem, Bethlem Galianno.- Dije tendiendo su mano a modo de presentación.
-Podemos ir donde usted prefiera señorita.-Dije aún observándola.
En algunas cosas incluso yo me estaba sorprendiendo a mi mismo. Siempre había tenido esa seguridad en mi... Pero quizá nunca me había topado con un vampiro así de insolente por asi decirlo, normalmente, aunque no me gustase reconocerlo, los vampiros con los que me cruzaba eran seres cultivados, que o bien me ignoraban porque no les producía ningún tipo de interés, o bien me rehuían porque no querían saber nada de mi, al igual que yo de ellos. En muchas ocasiones era yo mismo el que lo hacía... Por lo que en cierto modo aquella situación era probablemente igual de nueva para mi que para ella.
-Tranquila señorita, conozco mis limitaciones, y se perfectamente que no está indefensa.-Aseguró sabiendo lo que se decía.- Y se tan bien como usted que ambos sentimos curiosidad el uno por el otro.-No era momento de ponerse a negar aquellas evidencias. La mirada de la joven reflejaba aquella curiosidad, supongo que no se esperaba que una persona "de sangre caliente" se atreviese a hablarle de aquella manera.
Me pareció justo y razonable que quisiese saber mi nombre, yo también quería poder llamarla de alguna manera. Su sonrisa pícara resultaba contagiosa, debía decir.-Mi nombre es Bethlem, Bethlem Galianno.- Dije tendiendo su mano a modo de presentación.
-Podemos ir donde usted prefiera señorita.-Dije aún observándola.
En algunas cosas incluso yo me estaba sorprendiendo a mi mismo. Siempre había tenido esa seguridad en mi... Pero quizá nunca me había topado con un vampiro así de insolente por asi decirlo, normalmente, aunque no me gustase reconocerlo, los vampiros con los que me cruzaba eran seres cultivados, que o bien me ignoraban porque no les producía ningún tipo de interés, o bien me rehuían porque no querían saber nada de mi, al igual que yo de ellos. En muchas ocasiones era yo mismo el que lo hacía... Por lo que en cierto modo aquella situación era probablemente igual de nueva para mi que para ella.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Negocios "familiares".
-Mi nombre es Bethlem, Bethlem Galianno.
Miré su mano con cierto aire de autosuficiencia, sin abandonar aquella mirada traviesa sobre los ojos ajenos.
-Podemos ir donde usted prefiera señorita.
Esbocé una sonrisa complaciente y maliciosa.
-Qué apuesta tan arriesgada, señor Galianno –batí mis espesas pestañas, fingiendo consternación-. Me temo que debo…
Aparté las pupilas de las suyas por un instante, recreando un semblante pensativo para no darle la satisfacción de una respuesta directa. Sin embargo… ¿realmente era sensato dejar que aquel humano de extraña aura y de comportamiento arrogante y envalentonado se quedara a solas conmigo? ¿Habría algún riesgo real para mí en aquellas manos de carne y hueso?
Sonreí traviesa y volví a fijar mis iris en su rostro moreno. Claro que lo haría.
-…aceptar –sentencié, posando mi mano delicadamente en la suya antes de posicionarme a su lado.
Con cierta delicadeza, deslicé mis dedos hasta su antebrazo y con una ligera presión le insté a caminar conmigo. Cualquiera diría que éramos una tierna pareja de jóvenes con intenciones de coquetear.
“Nada más lejos de la realidad” pensé, con burla.
La franqueza de sus palabras era de mi agrado, sin embargo, carecía de aquella picardía juguetona que siempre hacía mis conversaciones más interesantes.
-¿Y usted, caballero? ¿No se atreve a preguntar mi nombre?
Le miré asomándome a su brazo para encontrar sus ojos azules, sin dejar de sonreír traviesa a mi acompañante. El tejido de su chaqueta no era suficiente para solapar la energía electrizante que despedía su piel morena contra los finos dedos marmóreos de mi mano. En una ocasión menos controlada, esa sensación me habría hecho apartarme de inmediato.
Era demasiado… intensa, casi al punto de llegar a molestarme. Como si nuestras auras se repelieran por alguna razón desconocida.
-Juguemos un poco… -alenté, mientras nuestros pasos nos llevaban a unos muelles algo menos transitados y con menos iluminación-. ¿Cuál cree que sería el apodo perfecto para una dama como yo?
No sabía exactamente que era lo que se esperaba de mí en aquel instante, pero un instinto muy intrínseco en mí me suscitaba a evitar aquel encuentro clandestino, quizá como un aviso de peligro inminente. Fruncí el ceño ligeramente, pero decidí deshacerme de todos aquellos inquietantes pensamientos y prestar atención a la extraña conversación que manteníamos.
¿Cuál sería la aborrecedora opinión que debía tener aquel hombre sobre mí?
Miré su mano con cierto aire de autosuficiencia, sin abandonar aquella mirada traviesa sobre los ojos ajenos.
-Podemos ir donde usted prefiera señorita.
Esbocé una sonrisa complaciente y maliciosa.
-Qué apuesta tan arriesgada, señor Galianno –batí mis espesas pestañas, fingiendo consternación-. Me temo que debo…
Aparté las pupilas de las suyas por un instante, recreando un semblante pensativo para no darle la satisfacción de una respuesta directa. Sin embargo… ¿realmente era sensato dejar que aquel humano de extraña aura y de comportamiento arrogante y envalentonado se quedara a solas conmigo? ¿Habría algún riesgo real para mí en aquellas manos de carne y hueso?
Sonreí traviesa y volví a fijar mis iris en su rostro moreno. Claro que lo haría.
-…aceptar –sentencié, posando mi mano delicadamente en la suya antes de posicionarme a su lado.
Con cierta delicadeza, deslicé mis dedos hasta su antebrazo y con una ligera presión le insté a caminar conmigo. Cualquiera diría que éramos una tierna pareja de jóvenes con intenciones de coquetear.
“Nada más lejos de la realidad” pensé, con burla.
La franqueza de sus palabras era de mi agrado, sin embargo, carecía de aquella picardía juguetona que siempre hacía mis conversaciones más interesantes.
-¿Y usted, caballero? ¿No se atreve a preguntar mi nombre?
Le miré asomándome a su brazo para encontrar sus ojos azules, sin dejar de sonreír traviesa a mi acompañante. El tejido de su chaqueta no era suficiente para solapar la energía electrizante que despedía su piel morena contra los finos dedos marmóreos de mi mano. En una ocasión menos controlada, esa sensación me habría hecho apartarme de inmediato.
Era demasiado… intensa, casi al punto de llegar a molestarme. Como si nuestras auras se repelieran por alguna razón desconocida.
-Juguemos un poco… -alenté, mientras nuestros pasos nos llevaban a unos muelles algo menos transitados y con menos iluminación-. ¿Cuál cree que sería el apodo perfecto para una dama como yo?
No sabía exactamente que era lo que se esperaba de mí en aquel instante, pero un instinto muy intrínseco en mí me suscitaba a evitar aquel encuentro clandestino, quizá como un aviso de peligro inminente. Fruncí el ceño ligeramente, pero decidí deshacerme de todos aquellos inquietantes pensamientos y prestar atención a la extraña conversación que manteníamos.
¿Cuál sería la aborrecedora opinión que debía tener aquel hombre sobre mí?
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Re: Negocios "familiares".
Mantuve mi mano en el mismo sitio mientras ella se pensaba, con mucho teatro había que decirlo, si estrecharla o no. Se notaba que estaba jugando a ponerme lo más nervioso posible, pero desde luego no iba a conseguirlo. Si a algo había aprendido en mis años de vida era a controlar mis nervios, y aquella muchacha que por el momento me estaba resultando un tanto engreída no iba a acabar con mi buena racha de paciencia.
Al fin se decidió a aceptar mi oferta, lo que me produjo una profunda satisfacción. De nuevo una mirada pícara se apoderó de mi rostro. Delicadamente se cogió de mi antebrazo.Aunque mi chaqueta separaba nuestras pieles, podía sentir el frío que desprendía la suya... Y no era exactamente de mi agrado, de hecho me producía una cierta repulsión... Quizá no únicamente el hecho de que estuviese fría, si no que algo en mi la repelía simplemente... Pero todo fuese por descubrir las extrañas intenciones de mi acompañante.
-Lo cierto es que esperaba que se presentase usted después de mí, en atención al protocolo que me mencionó antes.-Respondió mirándola con una ceja alzada.
Caminamos así hasta unos muelles lo suficientemente apartados del calor humano como para que no nos molestasen. En esos instantes me pregunté por unos momentos qué sería de mi a continuación... Pero no era momento de dudar, ya estaba hecho, ahora debía seguir con aquel juego, que en el fondo, me estaba resultando tan excitante como a ella. Me preguntó por un apodo adecuado para ella. La miré pensativo, los vampiros me causaban repulsión, si, pero eso no significaba que tuviese que faltarle el respeto a nadie... Aunque por aquella noche había hecho ya varios gestos que faltaban al respeto. Finalmente pensé en el que quizá era, en cierta medida el que se ajustaba más a mi modo de verla.
-Algo así como Gata.- La miré atentamente, analizando sus gestos.-Nunca me han gustado los gatos, pero al mismo tiempo mantienen mi curiosidad porque parecen vivir en un mundo completamente diferente a este.-Hice una pausa.- A efectos prácticos me ocurre lo mismo con los vampiros.- La miré con una pícara sonrisa en mi cara. Sabía que aunque estuviese oscuro ella era capaz de verme perfectamente, al igual que yo a ella, por lo que debía mantener el perfil que llevaba hasta entonces.-¿Qué mote me pondría usted señorita?.-Pregunté con curiosidad.
Mantenía todo mi cuerpo alerta, en ese instante era mucho más probable que ocurriese cualquier cosa. Ya no había viandantes que nos molestasen, ya no había impedimentos para que aquella mujer hiciese lo que quisiera, por lo que debía estar completamente atento a sus movimientos. Ni si quiera yo sabía qué hacer en aquellos momentos, la incertidumbre en la que me mantenía aquella mujer llegaba a ser incómoda, ella se estaba tomando las mismas precauciones que ello, y eso hacía que pareciésemos dos animales midiéndose constantemente el uno al otro sin atrevernos realmente a hacer ningún movimiento.
Finalmente me decidí a preguntarle directamente por aquello que me había llamado tanto la atención.-¿Puedes controlar las mentes de las personas cierto?.-Pregunté inquisidor, estando seguro de que eso era exactamente lo que había hecho con aquel pobre hombre.
Al fin se decidió a aceptar mi oferta, lo que me produjo una profunda satisfacción. De nuevo una mirada pícara se apoderó de mi rostro. Delicadamente se cogió de mi antebrazo.Aunque mi chaqueta separaba nuestras pieles, podía sentir el frío que desprendía la suya... Y no era exactamente de mi agrado, de hecho me producía una cierta repulsión... Quizá no únicamente el hecho de que estuviese fría, si no que algo en mi la repelía simplemente... Pero todo fuese por descubrir las extrañas intenciones de mi acompañante.
-Lo cierto es que esperaba que se presentase usted después de mí, en atención al protocolo que me mencionó antes.-Respondió mirándola con una ceja alzada.
Caminamos así hasta unos muelles lo suficientemente apartados del calor humano como para que no nos molestasen. En esos instantes me pregunté por unos momentos qué sería de mi a continuación... Pero no era momento de dudar, ya estaba hecho, ahora debía seguir con aquel juego, que en el fondo, me estaba resultando tan excitante como a ella. Me preguntó por un apodo adecuado para ella. La miré pensativo, los vampiros me causaban repulsión, si, pero eso no significaba que tuviese que faltarle el respeto a nadie... Aunque por aquella noche había hecho ya varios gestos que faltaban al respeto. Finalmente pensé en el que quizá era, en cierta medida el que se ajustaba más a mi modo de verla.
-Algo así como Gata.- La miré atentamente, analizando sus gestos.-Nunca me han gustado los gatos, pero al mismo tiempo mantienen mi curiosidad porque parecen vivir en un mundo completamente diferente a este.-Hice una pausa.- A efectos prácticos me ocurre lo mismo con los vampiros.- La miré con una pícara sonrisa en mi cara. Sabía que aunque estuviese oscuro ella era capaz de verme perfectamente, al igual que yo a ella, por lo que debía mantener el perfil que llevaba hasta entonces.-¿Qué mote me pondría usted señorita?.-Pregunté con curiosidad.
Mantenía todo mi cuerpo alerta, en ese instante era mucho más probable que ocurriese cualquier cosa. Ya no había viandantes que nos molestasen, ya no había impedimentos para que aquella mujer hiciese lo que quisiera, por lo que debía estar completamente atento a sus movimientos. Ni si quiera yo sabía qué hacer en aquellos momentos, la incertidumbre en la que me mantenía aquella mujer llegaba a ser incómoda, ella se estaba tomando las mismas precauciones que ello, y eso hacía que pareciésemos dos animales midiéndose constantemente el uno al otro sin atrevernos realmente a hacer ningún movimiento.
Finalmente me decidí a preguntarle directamente por aquello que me había llamado tanto la atención.-¿Puedes controlar las mentes de las personas cierto?.-Pregunté inquisidor, estando seguro de que eso era exactamente lo que había hecho con aquel pobre hombre.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Negocios "familiares".
-Algo así como Gata.
Una sonrisa burlona apareció en mi rostro ante su respuesta. El intenso color azul de sus ojos volvió a analizarme.
-Nunca me han gustado los gatos, pero al mismo tiempo mantienen mi curiosidad porque parecen vivir en un mundo completamente diferente a este.
Sí, aquel humano tenía ideas y comportamientos realmente inusuales. Pero de alguna forma podía intuir cierta verdad en sus palabras.
- A efectos prácticos me ocurre lo mismo con los vampiros.
Le devolví la sonrisa, juguetona. En eso debía darle la razón.
-Creo que será mejor que me llame por mi nombre real, no creo que… “gata” sea un nombre apropiado para algo como yo –solté una risita.
Me detuve obligando a mi acompañante a hacer lo mismo y, con un aire sumamente teatral, recogí la tela de mi falda con las manos e hice una leve inclinación de cabeza.
-Mi nombre es Molly –levanté la mirada y me encontré con sus pupilas brillantes-. Molly Winslet.
Alcé ambas comisuras, divertida. Volví a su lado para continuar nuestro paseo hacia zonas todavía más oscuras y menos habitadas, donde lo único que se escuchaba era el rumor del agua y el mecer de las góndolas amarradas.
-¿Qué mote me pondría usted señorita?
Reí con cierto descaro. Esa sí que era una pregunta ciertamente complicada. En un principio quizás le hubiera llamado “perro” o “chucho”, pero a medida que hablábamos pude ver su rectificación y el comportamiento cortés adecuado de un caballero como él. Por tanto, decidí soltar lo primero que se me venía a la cabeza cuando pensaba en él.
-Humano extraño –carcajeé-. O… quizás… Humano atrevido e insolente.
Le miré con ojos divertidos, pero entonces noté la tensión que desprendía su cuerpo por momentos. Parpadeé mirando a mi alrededor. Oh claro, por fin nos encontrábamos solos. A pesar de ello, no podía evitar que mi naturaleza me llevara a estar totalmente relajada y segura, ya que a pesar de ser un humano extraño, era un simple humano de piel y sangre caliente.
Sin embargo, una chispa de temor acrecentaba en mi interior, nacida en el instinto más puro de mi ser, por lo que me mantuve alerta de sus movimientos e intenciones. Perforé sus pupilas con las mías, intentando derribar la barrera que se alzaba entre su mente y yo. Eso sí, sin dejar de aparentar la más absoluta normalidad y decoro.
¿Lo mataría?
En otra situación, jamás hubiera rechazado una garganta tan voluntariosamente puesta en peligro y a mi merced. Pero, a parte del olor tan poco atractivo que desprendía su sangre, la curiosidad era más fuerte que mi ansia de muerte.
-¿Puedes controlar las mentes de las personas cierto? –preguntó, inquisitivo, casi amenazante.
Alcé una comisura, pícara, mientras nos deteníamos y yo me deshacía de su brazo para colocarme frente a él.
-Vaya, vaya… a parte de extraño e insolente, pareces…
Comencé a imitar su primer comienzo, y caminé alrededor suya lentamente.
-…listo. Muy listo, debo admitir –susurré justo a la altura de su hombro.
Cuando me encontraba en su espalda, dejé que mi aliento acariciara su nuca.
-No sé qué pretende, señor Galianno –dije volviendo a mi enrevesado lenguaje juguetón y formal-. Su inteligencia no le está llevando por un camino seguro, me temo, aunque tampoco puedo jactarme de estar completamente a salvo de usted, ¿me equivoco?
Nuevamente, nos encontrábamos frente a frente, con las miradas fijas el uno en el otro.
-Me resulta… demasiado extraño… -alcé una mano cautelosa y recorrí la línea desde el principio de su garganta hasta el mentón con un dedo-. Usted también puede sentirlo, ¿cierto?
Sonreí traviesa y retiré mi uña de su piel.
-Es usted todo un misterio para mí, signore.
Me llevé ambas manos atrás, entrelazándolas tras la espalda, en una pose erguida y autosuficiente.
-Hagamos un trato justo, Bethlem –incliné la cabeza hacia un lado, en un gesto característicamente juguetón-. Yo responderé a sus inquietudes y, a cambio…
Me mantuve pensativa sopesando las posibilidades por unos instantes. Habían tres cosas que deseaba conocer ante todo de aquel caballero tan intrigante: de dónde provenía su resistencia a mis poderes mentales, por qué otros vampiros no lo habían matado antes por su imprudencia y…
La última y quizás más arriesgada: el sabor y la energía de su propia sangre.
-Por el momento, dejemos que haga yo mi primer movimiento –sentencié, con ojos divertidos.
Me llevé la mano al pecho, realizando dramáticos gestos mientras le contaba cuáles eran mis aptitudes vampíricas.
-Me sorprende que, si usted ha sido sincero conmigo, no hubiera conocido antes a damas y caballeros de mi especie con estas aptitudes –sonreí pícaramente-. Digamos que… esta nueva vida tan exultante de posibilidades y beneficios, me ha dado algo más que la superioridad física frente a… los humanos.
Batí mis pestañas, aparentando una sincera preocupación por lo que le explicaba.
-¿Acaso los hombres no utilizan toda herramienta y don a su alcance para su propia dicha y recreo? –mi mirada desprendía cierta malicia y complicidad-. Simplemente, trasládelo a un mundo donde, como usted dice, nadie a parte de nosotros pertenece, y las limitaciones humanas son inexistentes. No negará que cualquiera intentaría darle un buen uso a estas ventajas, ¿verdad, señor Galianno?
Puse los brazos en jarras y le miré fijamente, deliciosamente divertida por la situación.
-Por tanto, sí, yo puedo controlar las humildes e ilusas mentes humanas. Excepto, muy a mi pesar, la suya, caballero.
Sonreí traviesa y alcé una ceja.
-Creo que ambos sabemos cuál va a ser mi pregunta, ¿cierto?
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Re: Negocios "familiares".
Le hizo gracia mi mote, por lo menos le había hecho sonreír de una manera algo diferente, aunque la actitud burlona y auto-suficiente seguía ahí. Por fin se dignó a dar su nombre. Una pícara sonrisa se dibujó en mi rostro, seguíamos con el juego de reverencias sumamente educadas, por lo que yo no podía ser un mal caballero.- Es un placer, señorita Winslet.-Dije tomando su mano y depositando un suave beso sobre su piel. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, nuestras auras chocaban, posiblemente por la incopatibiidad de nuestra naturaleza, supuse que ella debía sentir algo parecido, por eso no acababa de lanzarse a hacerme nada.
Su risa me hizo girarme a observarla, alcé una ceja, preguntando sin palabras qué era lo que le hacía tanta gracia. "humano atrevido e insolente", esta vez fui yo el que no pudo evitar echarse a reír, "humano", quizá aquella era una de las cosas que me hacían sentir tanta curiosidad, ¿cómo era posible que no supiese mi naturaleza? ¿Cómo era posible que no me considerase una amenaza?, yo era igual de peligroso para ella que ella para mi.¿Qué le hacía pensar que no era humano?. No podía evitar preguntármelo, en cierto modo la respuesta era evidente, pero seguía sin poder creer que nunca se hubiese percatado de la existencia de licántropos.
Sentí que seguía intentando derribar mi barrera mental, pero me llenaba de satisfacción el hecho de saber que no iba a lograr hacerlo por mucho que insistiese, tenía la suficiente práctica como para saber cómo controlar mi mente.
Me mantenía alerta, todo movimiento sospechoso podía ser susceptible de una respuesta igual de sospechosa por mi parte, ante todo no iba a permitir que esto acabase mal para mí, al fin y al cabo a mí era mucho más fácil matarme, mi corazón aún latía, el suyo no. Mis músculos seguían tensos por si tenía que reaccionar con rapidez, todos mis sentidos se mantenían alerta.
Su respuesta fue completamente pícara ante mi pregunta. Se colocó frente a mi, le había gustado mi observación al parecer. Caminó a mi alrededor, tal como había hecho yo antes. Me preguntaba cuándo empezaría a medirme, quizá hasta entonces no había sido lo suficientemente interesante para ella, solo era un bocado más, ahora al menos le había dado un mayor interés a su juego.
Sus movimientos, en otra ocasión probablemente me habrían resultado sugerentes, más que amenazantes, pero sabía que en este caso nada tenían que ver con la seducción, solo trataba de ponerme nervioso, pero aquello era algo que no iba a conseguir con tanta facilidad.
-No, se equivoca señorita Winslet, no es consciente de que parte desde un juicio equivocado desde un principio. Entiendo que considera que soy un humano, sencillamente algo diferente a los demás, y en su cabeza no cabe ninguna otra posibilidad.-
De nuevo hizo un movimiento que se podía considerar sugerente cuando no lo era. Tal y como había pensado, ella también podía sentir lo mal que se llevaban nuestras naturalezas, aunque no acabase de comprender qué era lo que ocurría.
La muchacha decidió que se podía hacer un trato, yo no estaba tan seguro de que pudiese acabar bien para mi, pero al parecer tampoco tenía mucha opción, por lo que simplemente la deje hablar. Después de todo había sido mi curiosidad la que me había llevado allí.
La escuché con atención, y cuando hubo terminado, hablé.- De acuerdo señorita Winslet, sus razonamientos me parecen perfectamente válidos, y aunque no los comparta, los entiendo... Pero aún así insisto en que parte de una idea equivocada, y es el hecho de que los vampiros sean los únicos pertenecientes a su mundo.- Respondí con autosuficiencia, dando a entender por una parte que comprendía su mundo por formar parte de él, pero por la otra evitando decirlo.
-Puede tratar de controlar mi mente todo lo que quiera señorita, no lo va a lograr, porque como ya le he dicho, parte de una idea equivocada, y veo que en su cabeza no cabe la posibilidad de que yo pertenezca en cierto modo a su mundo.- La miré inquisidor y con una gran sonrisa pícara, aquella situación se estaba convirtiendo en un baile en el que ambos luchábamos por ser el conductor, y lo cierto es que me estaba resultando bastante excitante.
-Le aconsejo que tenga cuidado, las primeras impresiones no tienen por qué ser las buenas, estoy perfectamente convencido que siente exactamente lo mismo que yo, cuanto más cerca estoy de usted, más me cuesta estarlo.- Me acerqué a ella y suavemente acaricié su rostro, de lejos debíamos parecer dos enamorados que tonteaban.De nuevo sentí que mi aura rechazaba la suya.- Usted no puede controlar mi mente porque yo no se lo permito señorita Winslet, y tenga presente que no pienso permitirle que eso ocurra.
volví a separarme de ella sin perderla de vista.-Así que sencillamente aprovecha sus capacidades para enriquecerse... ¿No cree que eso dice mucho de usted?, y no es precisamente algo bueno.-Dijo con la intención de provocar algún tipo de reacción en ella.
Su risa me hizo girarme a observarla, alcé una ceja, preguntando sin palabras qué era lo que le hacía tanta gracia. "humano atrevido e insolente", esta vez fui yo el que no pudo evitar echarse a reír, "humano", quizá aquella era una de las cosas que me hacían sentir tanta curiosidad, ¿cómo era posible que no supiese mi naturaleza? ¿Cómo era posible que no me considerase una amenaza?, yo era igual de peligroso para ella que ella para mi.¿Qué le hacía pensar que no era humano?. No podía evitar preguntármelo, en cierto modo la respuesta era evidente, pero seguía sin poder creer que nunca se hubiese percatado de la existencia de licántropos.
Sentí que seguía intentando derribar mi barrera mental, pero me llenaba de satisfacción el hecho de saber que no iba a lograr hacerlo por mucho que insistiese, tenía la suficiente práctica como para saber cómo controlar mi mente.
Me mantenía alerta, todo movimiento sospechoso podía ser susceptible de una respuesta igual de sospechosa por mi parte, ante todo no iba a permitir que esto acabase mal para mí, al fin y al cabo a mí era mucho más fácil matarme, mi corazón aún latía, el suyo no. Mis músculos seguían tensos por si tenía que reaccionar con rapidez, todos mis sentidos se mantenían alerta.
Su respuesta fue completamente pícara ante mi pregunta. Se colocó frente a mi, le había gustado mi observación al parecer. Caminó a mi alrededor, tal como había hecho yo antes. Me preguntaba cuándo empezaría a medirme, quizá hasta entonces no había sido lo suficientemente interesante para ella, solo era un bocado más, ahora al menos le había dado un mayor interés a su juego.
Sus movimientos, en otra ocasión probablemente me habrían resultado sugerentes, más que amenazantes, pero sabía que en este caso nada tenían que ver con la seducción, solo trataba de ponerme nervioso, pero aquello era algo que no iba a conseguir con tanta facilidad.
-No, se equivoca señorita Winslet, no es consciente de que parte desde un juicio equivocado desde un principio. Entiendo que considera que soy un humano, sencillamente algo diferente a los demás, y en su cabeza no cabe ninguna otra posibilidad.-
De nuevo hizo un movimiento que se podía considerar sugerente cuando no lo era. Tal y como había pensado, ella también podía sentir lo mal que se llevaban nuestras naturalezas, aunque no acabase de comprender qué era lo que ocurría.
La muchacha decidió que se podía hacer un trato, yo no estaba tan seguro de que pudiese acabar bien para mi, pero al parecer tampoco tenía mucha opción, por lo que simplemente la deje hablar. Después de todo había sido mi curiosidad la que me había llevado allí.
La escuché con atención, y cuando hubo terminado, hablé.- De acuerdo señorita Winslet, sus razonamientos me parecen perfectamente válidos, y aunque no los comparta, los entiendo... Pero aún así insisto en que parte de una idea equivocada, y es el hecho de que los vampiros sean los únicos pertenecientes a su mundo.- Respondí con autosuficiencia, dando a entender por una parte que comprendía su mundo por formar parte de él, pero por la otra evitando decirlo.
-Puede tratar de controlar mi mente todo lo que quiera señorita, no lo va a lograr, porque como ya le he dicho, parte de una idea equivocada, y veo que en su cabeza no cabe la posibilidad de que yo pertenezca en cierto modo a su mundo.- La miré inquisidor y con una gran sonrisa pícara, aquella situación se estaba convirtiendo en un baile en el que ambos luchábamos por ser el conductor, y lo cierto es que me estaba resultando bastante excitante.
-Le aconsejo que tenga cuidado, las primeras impresiones no tienen por qué ser las buenas, estoy perfectamente convencido que siente exactamente lo mismo que yo, cuanto más cerca estoy de usted, más me cuesta estarlo.- Me acerqué a ella y suavemente acaricié su rostro, de lejos debíamos parecer dos enamorados que tonteaban.De nuevo sentí que mi aura rechazaba la suya.- Usted no puede controlar mi mente porque yo no se lo permito señorita Winslet, y tenga presente que no pienso permitirle que eso ocurra.
volví a separarme de ella sin perderla de vista.-Así que sencillamente aprovecha sus capacidades para enriquecerse... ¿No cree que eso dice mucho de usted?, y no es precisamente algo bueno.-Dijo con la intención de provocar algún tipo de reacción en ella.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Negocios "familiares".
- De acuerdo señorita Winslet, sus razonamientos me parecen perfectamente válidos, y aunque no los comparta, los entiendo... Pero aún así insisto en que parte de una idea equivocada, y es el hecho de que los vampiros sean los únicos pertenecientes a su mundo.
No entendí muy bien el sentido de aquellas palabras. ¿Acaso insinuaba ser uno de los nuestros?
-Puede tratar de controlar mi mente todo lo que quiera señorita, no lo va a lograr, porque como ya le he dicho, parte de una idea equivocada, y veo que en su cabeza no cabe la posibilidad de que yo pertenezca en cierto modo a su mundo.
-Exactamente- me jacté, con una gran sonrisa de autosuficiencia y devolviéndole una mirada, en cierto modo, cómplice.
Me resultaba fascinante el rumbo que estaba tomando aquella situación. De un instante a otro, pasábamos de la cortesía y el tono amistoso, a uno más amenazante e inquisitivo.
-Le aconsejo que tenga cuidado, las primeras impresiones no tienen por qué ser las buenas, estoy perfectamente convencido que siente exactamente lo mismo que yo, cuanto más cerca estoy de usted, más me cuesta estarlo.
Escuché pacientemente alzando una comisura, divertida. Pero todo rastro de entretenimiento se borró de mi rostro cuando se aproximó peligrosamente. Aquella libertad de movimientos por parte de los humanos me resultaba muy extraña, y no podía evitar que pusiera mis nervios a flor de piel. Sobre todo teniendo en cuenta mi mal genio cuando la situación se escapaba a mi control.
Pero, en cierto modo, me resultaba realmente excitante. Era como volver a sentirme humana, volver a tener igualdad de condiciones y, por tanto, riesgo. El mismo riesgo que suponían aquellos dedos electrizantes en mi rostro.
- Usted no puede controlar mi mente porque yo no se lo permito señorita Winslet, y tenga presente que no pienso permitirle que eso ocurra.
Se separó de mí, lo cual me produjo cierto alivio pero también ansiedad por descubrir el porqué de todas aquellas sensaciones inesperadas.
-No me equivocaba al afirmar que es usted realmente perspicaz.
Su azul intenso volvió a entremezclarse con mis ojos claros.
-Así que sencillamente aprovecha sus capacidades para enriquecerse... ¿No cree que eso dice mucho de usted?, y no es precisamente algo bueno.
No pude evitar reírme ante la ironía de aquella afirmación. Miré a mi acompañante con ojos traviesos.
-Me temo, señor Galianno, que muy a su pesar…
Sonreí victoriosa y con cierta malicia.
-…los vampiros no somos precisamente “buenos”. Pero supongo que eso ya lo sabía. Aunque debo contradecirle en algún punto, signore. ¿No acaba de afirmarme que se vale de sus increíbles facultades mentales en su propio beneficio y protección? Si consideramos que el dinero es la fuente de toda seguridad, simplemente diríamos que estoy haciendo uso de mi instinto de… supervivencia.
Solté una risita burlona antes de proseguir.
-Quizás esa sea la única parte terrenal que seguimos albergando. A pesar de nuestras inclinaciones por jugar con las vidas humanas para luego acabar con ellas… buscamos la dicha y el divertimento en las actividades mundanas. Por eso nos servimos de nuestros crueles sentimientos y damos rienda suelta al carácter seductor que nos brinda esta nueva vida para…
Aparté la mirada, intentando recomponer una pose meditabunda mientras hablaba.
-…sentirnos realizados, supongo.
Me mantuve unos segundos en silencio mirando las aguas chocar perezosamente contra el muelle, pero sin dejar de medir y escuchar todos los movimientos de Bethlem, pues aún no podía asegurar que fuera inofensivo, y menos después de sus tajantes y envalentonadas afirmaciones.
-Pero no hay nada como el corazón vivo y latente de un ser de sangre caliente, es música para mis oídos-sonreí, aún sin desviar los ojos del entorno-. Si lo piensa desde mi punto de vista, ese sonido siempre es asociado con placer, con debilidad, con poder… Por lo menos es así para mí.
Mis pupilas volvieron a las suyas repentinamente, mientras alzaba una comisura.
-Por eso, señor Galianno, al escuchar claramente los latidos vigorosos en su pecho, no entra en mi cabeza la posibilidad de que pueda vencerme. Aun así, manténgase tranquilo, no pretendo hacer nada que pueda poner en peligro su existencia.
Me acerqué un poco a su alta y esbelta figura, mirándole con los ojos entornados y una sonrisa traviesa.
-Supongo que sus advertencias han surtido efecto.
Parpadeé, pícara y coqueta ante su rostro moreno, el cual era claramente visible a mis ojos en la noche cerrada. Aunque mi sonrisa seguía allí, mis ojos abandonaron aquel aire juguetón y pasaron a una profunda mirada analizadora e inquisitiva.
¿Qué debía hacer con aquel caballero?
Por alguna razón, mis intereses en el sabor de su esencia cada vez se me hacían menos posibles, dadas sus afirmaciones y su resistencia a dejarse doblegar. ¿Sería prudente dejarlo vivo? Aunque, claro está, si él seguía vivito y coleando después de vérselas con otros de mi especie, debía ser discreto en cuanto a nuestra existencia.
Por otro lado, mi sentido de la conveniencia y la cordura y, por tanto, más minúsculo de mi ser, me gritaba que debía alejarme de aquel hombre y dejar toda aquella ridícula situación. Pero la implacable ansiedad de saber más y continuar experimentando con aquel humano se me hacía irresistible.
Por un momento, estuve a punto de echar a correr y olvidar todo el asunto. Pero decidí hacerle caso a mi masoquista curiosidad.
-Permítame preguntarle, Bethlem –dije, volviendo a mi sonrisa picarona y mis ganas de jugar-. ¿Qué ha sido de todos esos vampiros que tanto asegura conocer?
No entendí muy bien el sentido de aquellas palabras. ¿Acaso insinuaba ser uno de los nuestros?
-Puede tratar de controlar mi mente todo lo que quiera señorita, no lo va a lograr, porque como ya le he dicho, parte de una idea equivocada, y veo que en su cabeza no cabe la posibilidad de que yo pertenezca en cierto modo a su mundo.
-Exactamente- me jacté, con una gran sonrisa de autosuficiencia y devolviéndole una mirada, en cierto modo, cómplice.
Me resultaba fascinante el rumbo que estaba tomando aquella situación. De un instante a otro, pasábamos de la cortesía y el tono amistoso, a uno más amenazante e inquisitivo.
-Le aconsejo que tenga cuidado, las primeras impresiones no tienen por qué ser las buenas, estoy perfectamente convencido que siente exactamente lo mismo que yo, cuanto más cerca estoy de usted, más me cuesta estarlo.
Escuché pacientemente alzando una comisura, divertida. Pero todo rastro de entretenimiento se borró de mi rostro cuando se aproximó peligrosamente. Aquella libertad de movimientos por parte de los humanos me resultaba muy extraña, y no podía evitar que pusiera mis nervios a flor de piel. Sobre todo teniendo en cuenta mi mal genio cuando la situación se escapaba a mi control.
Pero, en cierto modo, me resultaba realmente excitante. Era como volver a sentirme humana, volver a tener igualdad de condiciones y, por tanto, riesgo. El mismo riesgo que suponían aquellos dedos electrizantes en mi rostro.
- Usted no puede controlar mi mente porque yo no se lo permito señorita Winslet, y tenga presente que no pienso permitirle que eso ocurra.
Se separó de mí, lo cual me produjo cierto alivio pero también ansiedad por descubrir el porqué de todas aquellas sensaciones inesperadas.
-No me equivocaba al afirmar que es usted realmente perspicaz.
Su azul intenso volvió a entremezclarse con mis ojos claros.
-Así que sencillamente aprovecha sus capacidades para enriquecerse... ¿No cree que eso dice mucho de usted?, y no es precisamente algo bueno.
No pude evitar reírme ante la ironía de aquella afirmación. Miré a mi acompañante con ojos traviesos.
-Me temo, señor Galianno, que muy a su pesar…
Sonreí victoriosa y con cierta malicia.
-…los vampiros no somos precisamente “buenos”. Pero supongo que eso ya lo sabía. Aunque debo contradecirle en algún punto, signore. ¿No acaba de afirmarme que se vale de sus increíbles facultades mentales en su propio beneficio y protección? Si consideramos que el dinero es la fuente de toda seguridad, simplemente diríamos que estoy haciendo uso de mi instinto de… supervivencia.
Solté una risita burlona antes de proseguir.
-Quizás esa sea la única parte terrenal que seguimos albergando. A pesar de nuestras inclinaciones por jugar con las vidas humanas para luego acabar con ellas… buscamos la dicha y el divertimento en las actividades mundanas. Por eso nos servimos de nuestros crueles sentimientos y damos rienda suelta al carácter seductor que nos brinda esta nueva vida para…
Aparté la mirada, intentando recomponer una pose meditabunda mientras hablaba.
-…sentirnos realizados, supongo.
Me mantuve unos segundos en silencio mirando las aguas chocar perezosamente contra el muelle, pero sin dejar de medir y escuchar todos los movimientos de Bethlem, pues aún no podía asegurar que fuera inofensivo, y menos después de sus tajantes y envalentonadas afirmaciones.
-Pero no hay nada como el corazón vivo y latente de un ser de sangre caliente, es música para mis oídos-sonreí, aún sin desviar los ojos del entorno-. Si lo piensa desde mi punto de vista, ese sonido siempre es asociado con placer, con debilidad, con poder… Por lo menos es así para mí.
Mis pupilas volvieron a las suyas repentinamente, mientras alzaba una comisura.
-Por eso, señor Galianno, al escuchar claramente los latidos vigorosos en su pecho, no entra en mi cabeza la posibilidad de que pueda vencerme. Aun así, manténgase tranquilo, no pretendo hacer nada que pueda poner en peligro su existencia.
Me acerqué un poco a su alta y esbelta figura, mirándole con los ojos entornados y una sonrisa traviesa.
-Supongo que sus advertencias han surtido efecto.
Parpadeé, pícara y coqueta ante su rostro moreno, el cual era claramente visible a mis ojos en la noche cerrada. Aunque mi sonrisa seguía allí, mis ojos abandonaron aquel aire juguetón y pasaron a una profunda mirada analizadora e inquisitiva.
¿Qué debía hacer con aquel caballero?
Por alguna razón, mis intereses en el sabor de su esencia cada vez se me hacían menos posibles, dadas sus afirmaciones y su resistencia a dejarse doblegar. ¿Sería prudente dejarlo vivo? Aunque, claro está, si él seguía vivito y coleando después de vérselas con otros de mi especie, debía ser discreto en cuanto a nuestra existencia.
Por otro lado, mi sentido de la conveniencia y la cordura y, por tanto, más minúsculo de mi ser, me gritaba que debía alejarme de aquel hombre y dejar toda aquella ridícula situación. Pero la implacable ansiedad de saber más y continuar experimentando con aquel humano se me hacía irresistible.
Por un momento, estuve a punto de echar a correr y olvidar todo el asunto. Pero decidí hacerle caso a mi masoquista curiosidad.
-Permítame preguntarle, Bethlem –dije, volviendo a mi sonrisa picarona y mis ganas de jugar-. ¿Qué ha sido de todos esos vampiros que tanto asegura conocer?
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Negocios "familiares".
No pude evitar sonreír para mi mismo con aquel "exacto" aún estaba absolutamente convencida de que yo era humano... Por lo que consideré que lo mejor era seguirle el juego, mi mejor y única baza en realidad, era el hecho de que aquella muchacha no supiese exactamente qué hacer conmigo.
Era muy gracioso todo aquel baile, todo el que mirase podría decir que teníamos algún tipo de trastorno de personalidad múltiple, tan pronto nos tratábamos con educación, tan pronto nos estábamos amenazando.
Sonreí pícaramente ante su afirmación, por supuesto que era perspicaz, de no serlo no habría llegado hasta allí, ni mucho menos.
Escuché atentamente toda su justificación, y no pude evitar hacer una mueca, era una pena que utilizase aquella inteligencia para justificarse de aquella manera. Por mucha razón que tuviese en cierto modo, lo que hacía no dejaba de estar mal, y seguiría estando mal por muchas razones que intentase darle.
-Pues con todo mi respeto madamme... Menuda forma de sentirse realizada.-Dijo con toda la franqueza que pudo, le parecía una manera poco honrada de ganarse el dinero, por lo menos los otros vampiros con los que había llegado a hablar se ganaban la vida de otras maneras... O ya tenían sus fortunas amasadas hacía tiempo.
Un enorme silencio se hizo en unos instantes. No pude evitar pensar, por qué había accedido de tan buen grado aquella muchacha a hablar con él... Estaba claro que por el momento no había decidido realmente morderle, porque ni si quiera lo había intentado, todo aquello era realmente extraño, quizá en especial para mi, que había visto otro tipo de comportamientos en los vampiros.
La voz de la vampiresa me sacó de mis pensamientos, lo que decía tenía todo el sentido del mundo, después de todo de eso se alimentaba un vampiro ¿no? de la vitalidad de un ser mortal y completamente terrenal. En un gesto de confianza, la chica se acercó algo más a mí, asegurando que no me haría nada.
-Bueno... Eso está por ver señorita Winslet, no espere que baje la guardia con ningún tipo de facilidad.-Dije muy seguro de lo que estaba diciendo, ser desconfiado me había salvado de muchas situaciones incómodas.
Seguí analizando sus gestos, era obvio que ella tampoco se fiaba ni una pizca de mí, en el fondo estaba tan al acecho como yo,en el fondo estaba tan desorientada como yo. Me preguntó por aquellos vampiros que tanto aseguraba conocer.
-Verá señorita, esos vampiros han tomado la prudencia de no acercarse a mi, o bien han sido lo suficientemente respetuosos conmigo como para que mantuviésemos una relación cordial. Jamás he encontrado a nadie tan insolente como usted.-Dijo esta última frase esta vez con una sonrisa respetuosa, por una vez no lo hizo con el ánimo de ofender.
La observó de nuevo detenidamente, y recordó una de las preguntas que tenía en mente hacía un buen rato.-¿Hace cuanto que la convirtieron señorita Winslet?, apuesto a que no fue hace mucho.-Preguntó ahora inquisitivo.
Era muy gracioso todo aquel baile, todo el que mirase podría decir que teníamos algún tipo de trastorno de personalidad múltiple, tan pronto nos tratábamos con educación, tan pronto nos estábamos amenazando.
Sonreí pícaramente ante su afirmación, por supuesto que era perspicaz, de no serlo no habría llegado hasta allí, ni mucho menos.
Escuché atentamente toda su justificación, y no pude evitar hacer una mueca, era una pena que utilizase aquella inteligencia para justificarse de aquella manera. Por mucha razón que tuviese en cierto modo, lo que hacía no dejaba de estar mal, y seguiría estando mal por muchas razones que intentase darle.
-Pues con todo mi respeto madamme... Menuda forma de sentirse realizada.-Dijo con toda la franqueza que pudo, le parecía una manera poco honrada de ganarse el dinero, por lo menos los otros vampiros con los que había llegado a hablar se ganaban la vida de otras maneras... O ya tenían sus fortunas amasadas hacía tiempo.
Un enorme silencio se hizo en unos instantes. No pude evitar pensar, por qué había accedido de tan buen grado aquella muchacha a hablar con él... Estaba claro que por el momento no había decidido realmente morderle, porque ni si quiera lo había intentado, todo aquello era realmente extraño, quizá en especial para mi, que había visto otro tipo de comportamientos en los vampiros.
La voz de la vampiresa me sacó de mis pensamientos, lo que decía tenía todo el sentido del mundo, después de todo de eso se alimentaba un vampiro ¿no? de la vitalidad de un ser mortal y completamente terrenal. En un gesto de confianza, la chica se acercó algo más a mí, asegurando que no me haría nada.
-Bueno... Eso está por ver señorita Winslet, no espere que baje la guardia con ningún tipo de facilidad.-Dije muy seguro de lo que estaba diciendo, ser desconfiado me había salvado de muchas situaciones incómodas.
Seguí analizando sus gestos, era obvio que ella tampoco se fiaba ni una pizca de mí, en el fondo estaba tan al acecho como yo,en el fondo estaba tan desorientada como yo. Me preguntó por aquellos vampiros que tanto aseguraba conocer.
-Verá señorita, esos vampiros han tomado la prudencia de no acercarse a mi, o bien han sido lo suficientemente respetuosos conmigo como para que mantuviésemos una relación cordial. Jamás he encontrado a nadie tan insolente como usted.-Dijo esta última frase esta vez con una sonrisa respetuosa, por una vez no lo hizo con el ánimo de ofender.
La observó de nuevo detenidamente, y recordó una de las preguntas que tenía en mente hacía un buen rato.-¿Hace cuanto que la convirtieron señorita Winslet?, apuesto a que no fue hace mucho.-Preguntó ahora inquisitivo.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Negocios "familiares".
-Verá señorita, esos vampiros han tomado la prudencia de no acercarse a mi, o bien han sido lo suficientemente respetuosos conmigo como para que mantuviésemos una relación cordial. Jamás he encontrado a nadie tan insolente como usted.
Alcé las cejas ante aquel comentario tan directo, tan franco, y tan cortante. Vaya, el humano tenía muchas agallas. A pesar de no haber sido una amenaza, sino más bien una afirmación, cierta irritación comenzó a ascender por mi garganta.
Mi nueva naturaleza vampírica volvía a hacer de las suyas, y aún no podía controlarla a mi antojo, dado que era una neófita. Casi como si pudiera leerme la mente, me preguntó de una manera un tanto descarada:
-¿Hace cuánto que la convirtieron señorita Winslet?, apuesto a que no fue hace mucho.
Aquellas palabras consiguieron acrecentar la pequeña lumbre de ira que se había implantado en mi interior. Sin poder evitarlo, mis pupilas reflejaron parte de aquella irritación, perforando las de aquel muchacho. Sin embargo, decidí camuflarlo con una de mis mejores sonrisas traviesas, e intentar mitigar las ganas de aplastar algún hueso de aquel caballero.
-Podría decirle que no es de su incumbencia… -comencé a decir, haciendo un esfuerzo por no plasmar la furia en mis palabras-. Pero supongo que un trato es un trato.
Me alejé levemente, intentando recuperar el control de mí misma y responder adecuadamente.
-Digamos que usted tiene razón, señor Galianno. En ese caso, supongo que algo le habrá llevado a dicha conclusión, y supongo que también comprende el peligro que alberga algo como un vampiro recién convertido –no pude evitar que sonara como una amenaza, y me mordí la lengua nada más decirlo.
Con los nervios a flor de piel, sin pensarlo dos veces, me di la vuelta y le di la espalda a aquel extraño humano. A pesar de mi estado de malhumor, no dejé de vigilarme las espaldas agudizando el oído. Con un par de sacudidas algo más bruscas de lo adecuado, me deshice de aquellos malditos zapatos y caminé descalza hacia el borde de uno de los muelles.
La ira me quemaba por dentro. ¿Quién era él? ¿Por qué se atrevía a juzgarme con aquel aire de superioridad y en cierto modo paternalista? ¿Acaso era capaz de hacerme daño con sus debiluchas manos de carne y hueso?
Como tantas otras veces había hecho, decidí buscar el refugio en el agua fría, hundiendo uno de mis pies flexionándome ligeramente, pero sin llegar a sentarme, por precaución. Por suerte, pareció funcionar y parte de mi interior agitado se decidió a volver a su sitio.
Aun así, ¿qué estaba haciendo allí? Cansada de aquel juego que se había vuelto en contra mía, decidí rendirme y bajar la guardia. Sólo esperaba que aquel hombre tuviera la prudencia de no provocarme más.
-Ambos sabemos que esto no nos llevará a ninguna parte. Ambos sabemos que nos atraemos, en un sentido de pura curiosidad –comencé a decir, con un tono de voz totalmente distinto, carente de toda picardía, dejando traslucir, por fin, quién era realmente-. También sabemos que no nos gustamos en absoluto. Y aun así, aquí sigues.
Dejé caer mi cabeza hacia delante, dejando que mi cabellera me cubriera el rostro y con los ojos fijos en las ondas que producía mi pie en el agua. Así, me rendía a merced de las amenazas de aquel caballero.
-Sea franco conmigo, Bethlem.
Giré ligeramente el rostro para observarle a través de los mechones de pelo.
-¿Qué es lo que quiere de mí?
Alcé las cejas ante aquel comentario tan directo, tan franco, y tan cortante. Vaya, el humano tenía muchas agallas. A pesar de no haber sido una amenaza, sino más bien una afirmación, cierta irritación comenzó a ascender por mi garganta.
Mi nueva naturaleza vampírica volvía a hacer de las suyas, y aún no podía controlarla a mi antojo, dado que era una neófita. Casi como si pudiera leerme la mente, me preguntó de una manera un tanto descarada:
-¿Hace cuánto que la convirtieron señorita Winslet?, apuesto a que no fue hace mucho.
Aquellas palabras consiguieron acrecentar la pequeña lumbre de ira que se había implantado en mi interior. Sin poder evitarlo, mis pupilas reflejaron parte de aquella irritación, perforando las de aquel muchacho. Sin embargo, decidí camuflarlo con una de mis mejores sonrisas traviesas, e intentar mitigar las ganas de aplastar algún hueso de aquel caballero.
-Podría decirle que no es de su incumbencia… -comencé a decir, haciendo un esfuerzo por no plasmar la furia en mis palabras-. Pero supongo que un trato es un trato.
Me alejé levemente, intentando recuperar el control de mí misma y responder adecuadamente.
-Digamos que usted tiene razón, señor Galianno. En ese caso, supongo que algo le habrá llevado a dicha conclusión, y supongo que también comprende el peligro que alberga algo como un vampiro recién convertido –no pude evitar que sonara como una amenaza, y me mordí la lengua nada más decirlo.
Con los nervios a flor de piel, sin pensarlo dos veces, me di la vuelta y le di la espalda a aquel extraño humano. A pesar de mi estado de malhumor, no dejé de vigilarme las espaldas agudizando el oído. Con un par de sacudidas algo más bruscas de lo adecuado, me deshice de aquellos malditos zapatos y caminé descalza hacia el borde de uno de los muelles.
La ira me quemaba por dentro. ¿Quién era él? ¿Por qué se atrevía a juzgarme con aquel aire de superioridad y en cierto modo paternalista? ¿Acaso era capaz de hacerme daño con sus debiluchas manos de carne y hueso?
Como tantas otras veces había hecho, decidí buscar el refugio en el agua fría, hundiendo uno de mis pies flexionándome ligeramente, pero sin llegar a sentarme, por precaución. Por suerte, pareció funcionar y parte de mi interior agitado se decidió a volver a su sitio.
Aun así, ¿qué estaba haciendo allí? Cansada de aquel juego que se había vuelto en contra mía, decidí rendirme y bajar la guardia. Sólo esperaba que aquel hombre tuviera la prudencia de no provocarme más.
-Ambos sabemos que esto no nos llevará a ninguna parte. Ambos sabemos que nos atraemos, en un sentido de pura curiosidad –comencé a decir, con un tono de voz totalmente distinto, carente de toda picardía, dejando traslucir, por fin, quién era realmente-. También sabemos que no nos gustamos en absoluto. Y aun así, aquí sigues.
Dejé caer mi cabeza hacia delante, dejando que mi cabellera me cubriera el rostro y con los ojos fijos en las ondas que producía mi pie en el agua. Así, me rendía a merced de las amenazas de aquel caballero.
-Sea franco conmigo, Bethlem.
Giré ligeramente el rostro para observarle a través de los mechones de pelo.
-¿Qué es lo que quiere de mí?
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Negocios "familiares".
Las pupilas de la joven se dilataron con cierta irritación. En mi interior sentí cierta inquietud, ¿acababa de desatar a la bestia?. Una sonrisa traviesa, quizá algo forzada, quizá no, no podía distinguirlo, se dibujó en su rostro.
Asentí ante sus palabras, era cierto que un neófito podía ser muy peligroso, en ese sentido había sido una imprudencia por mi parte. La joven decidió darme la espalda y alejarse de mi. Por unos instantes me quedé perplejo, sin moverme, poniendo toda mi atención en sus movimientos. Se quitó los zapatos, y fue directa hacia el agua. Su agitación se podía sentir incluso desde donde yo estaba.
Cuando me pareció oportuno me acerqué a ella, manteniendo las distancias, no quería que se pensase que la iba a atacar o algo así, eso sería un movimiento completamente absurdo por mi parte. Con un gesto calmado me acuclillé cercano a ella, pero no demasiado. Mis músculos aún seguían tensos y mis sentidos a la espera de cualquier cosa.
Quizá por primera vez en la noche aquella joven estaba siendo franca conmigo, todo rastro de ironía en su voz se despejó... Y me dejó ver que estaba absolutamente consternada. Aún así fui incapaz de relajar mis músculos, aunque empezaba a sentir que se me estaban cargando... Quizá aún podía esperar un poco más con los músculos así, aunque no sabía por cuanto tiempo.
-Le seré franco Molly-Creo que por primera vez la llamé por su nombre.- Antes la vi manipulando a aquel pobre hombre y no pude evitar retenerla. Fue un impulso, que me llevó a sentir una curiosidad muy grande por toda usted en general... No quiero nada en especial, sencillamente mi curiosidad me ha llevado hasta aquí... Me puedo ir si lo desea, creo que, como usted dice, no nos gustamos demasiado.-La miré, ahora me sentía mal, yo no estaba hecho en ningún modo para ser así, me costaba ser cruel con las personas... Pocas veces reaccionaba con impulsos, como el de aquella noche, y de las pocas veces que lo hacía, aún menos salían bien.-Siento mucho haberle arruinado la noche señorita Winslet.-Dije con sinceridad mientras me levantaba pensativo, con la intención de irme de allí.
Asentí ante sus palabras, era cierto que un neófito podía ser muy peligroso, en ese sentido había sido una imprudencia por mi parte. La joven decidió darme la espalda y alejarse de mi. Por unos instantes me quedé perplejo, sin moverme, poniendo toda mi atención en sus movimientos. Se quitó los zapatos, y fue directa hacia el agua. Su agitación se podía sentir incluso desde donde yo estaba.
Cuando me pareció oportuno me acerqué a ella, manteniendo las distancias, no quería que se pensase que la iba a atacar o algo así, eso sería un movimiento completamente absurdo por mi parte. Con un gesto calmado me acuclillé cercano a ella, pero no demasiado. Mis músculos aún seguían tensos y mis sentidos a la espera de cualquier cosa.
Quizá por primera vez en la noche aquella joven estaba siendo franca conmigo, todo rastro de ironía en su voz se despejó... Y me dejó ver que estaba absolutamente consternada. Aún así fui incapaz de relajar mis músculos, aunque empezaba a sentir que se me estaban cargando... Quizá aún podía esperar un poco más con los músculos así, aunque no sabía por cuanto tiempo.
-Le seré franco Molly-Creo que por primera vez la llamé por su nombre.- Antes la vi manipulando a aquel pobre hombre y no pude evitar retenerla. Fue un impulso, que me llevó a sentir una curiosidad muy grande por toda usted en general... No quiero nada en especial, sencillamente mi curiosidad me ha llevado hasta aquí... Me puedo ir si lo desea, creo que, como usted dice, no nos gustamos demasiado.-La miré, ahora me sentía mal, yo no estaba hecho en ningún modo para ser así, me costaba ser cruel con las personas... Pocas veces reaccionaba con impulsos, como el de aquella noche, y de las pocas veces que lo hacía, aún menos salían bien.-Siento mucho haberle arruinado la noche señorita Winslet.-Dije con sinceridad mientras me levantaba pensativo, con la intención de irme de allí.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Negocios "familiares".
-Le seré franco Molly. Antes la vi manipulando a aquel pobre hombre y no pude evitar retenerla. Fue un impulso, que me llevó a sentir una curiosidad muy grande por toda usted en general... No quiero nada en especial, sencillamente mi curiosidad me ha llevado hasta aquí... Me puedo ir si lo desea, creo que, como usted dice, no nos gustamos demasiado.
¿Todas aquellas insinuaciones sobre cubrirme las espaldas? ¿Todo aquel trámite juguetón de ir y venir, de acecharnos mutuamente? ¿Simple curiosidad? Me costaba creerlo, desde el principio creía que sólo buscaba provocarme, a parte de la curiosidad visible en sus palabras y miradas, pero esa actitud… me había llevado a pensar que realmente buscaba hacerme algún daño, o demostrarme que era capaz de hacerlo, tal como él afirmaba.
Mi crispación pareció menguar, sustituida por la incredulidad. Pero, por alguna razón, en un arrebato de locura por la extraña situación, solté una risita consternada. Mi carácter voluble volvía a invadirme.
-Siento mucho haberle arruinado la noche señorita Winslet.
Se incorporó con ademán de marcharse. ¿Acaso había culpabilidad en aquellos ojos azules? Después de tanto jueguecito, tantas amenazas, tanto chantaje… ¿Se marchaba? ¿Así sin más?
Por alguna razón, cierta desazón se desplegó en mi interior. Aún no había resuelto mis incertidumbres sobre aquel caballero, y sentía que dejarle escapar sería convertir todo aquel asunto en algo indescifrable. La poca cordura que envolvía a toda aquella situación me produjo otra carcajada que pareció detenerle por unos instantes.
-Es usted todo un enigma, un auténtico rompecabezas –dije casi en un susurro, pero al parecer, e increíblemente, consiguió escucharlo a pesar de las distancias.
Visiblemente más relajada, y con la guardia totalmente baja, proseguí mi discurso, recuperando algo de mí misma, incluido mi tono burlón.
-Primero, prácticamente me acorrala en una misión suicida por hablar a solas. Después, asegura ser un peligro potencial para mí. No contento con ello, aboca todos mis razonamientos a un comportamiento poco adecuado y falto de toda moral. Y ahora, cuando por fin consigue sacarme de mis casillas, abandona por completo sus propósitos.
Incorporándome y encontrándome con su mirada cerúlea, esbocé una sonrisa traviesa, pero esta vez sin rastro de teatro, mostrándole mi más auténtica picardía.
-¿Acaso desea volverme loca, señor Galianno?
Avancé hacia él sin esforzarme en ralentizar mis movimientos, dejando que mi rapidez natural plasmara mis movimientos anormalmente sigilosos y veloces. Con una actitud mucho menos fingida y decorosa, atrapé su mentón entre mis dedos y tiré con cierta brusquedad de su rostro para ponerlo a mi altura. Así, hice gala del revoltijo de sentimientos encontrados que me asaltaban en aquel instante: ira, diversión, incertidumbre, insatisfacción y nervios.
-No va a escapar tan fácilmente después de todo lo dicho y acometido, Bethlem.
Me mantuve mirando sus iris luminosos por unos instantes, antes de esbozar una sonrisa de autosuficiencia, buscando provocarle de la misma forma en que él lo había hecho.
¿Todas aquellas insinuaciones sobre cubrirme las espaldas? ¿Todo aquel trámite juguetón de ir y venir, de acecharnos mutuamente? ¿Simple curiosidad? Me costaba creerlo, desde el principio creía que sólo buscaba provocarme, a parte de la curiosidad visible en sus palabras y miradas, pero esa actitud… me había llevado a pensar que realmente buscaba hacerme algún daño, o demostrarme que era capaz de hacerlo, tal como él afirmaba.
Mi crispación pareció menguar, sustituida por la incredulidad. Pero, por alguna razón, en un arrebato de locura por la extraña situación, solté una risita consternada. Mi carácter voluble volvía a invadirme.
-Siento mucho haberle arruinado la noche señorita Winslet.
Se incorporó con ademán de marcharse. ¿Acaso había culpabilidad en aquellos ojos azules? Después de tanto jueguecito, tantas amenazas, tanto chantaje… ¿Se marchaba? ¿Así sin más?
Por alguna razón, cierta desazón se desplegó en mi interior. Aún no había resuelto mis incertidumbres sobre aquel caballero, y sentía que dejarle escapar sería convertir todo aquel asunto en algo indescifrable. La poca cordura que envolvía a toda aquella situación me produjo otra carcajada que pareció detenerle por unos instantes.
-Es usted todo un enigma, un auténtico rompecabezas –dije casi en un susurro, pero al parecer, e increíblemente, consiguió escucharlo a pesar de las distancias.
Visiblemente más relajada, y con la guardia totalmente baja, proseguí mi discurso, recuperando algo de mí misma, incluido mi tono burlón.
-Primero, prácticamente me acorrala en una misión suicida por hablar a solas. Después, asegura ser un peligro potencial para mí. No contento con ello, aboca todos mis razonamientos a un comportamiento poco adecuado y falto de toda moral. Y ahora, cuando por fin consigue sacarme de mis casillas, abandona por completo sus propósitos.
Incorporándome y encontrándome con su mirada cerúlea, esbocé una sonrisa traviesa, pero esta vez sin rastro de teatro, mostrándole mi más auténtica picardía.
-¿Acaso desea volverme loca, señor Galianno?
Avancé hacia él sin esforzarme en ralentizar mis movimientos, dejando que mi rapidez natural plasmara mis movimientos anormalmente sigilosos y veloces. Con una actitud mucho menos fingida y decorosa, atrapé su mentón entre mis dedos y tiré con cierta brusquedad de su rostro para ponerlo a mi altura. Así, hice gala del revoltijo de sentimientos encontrados que me asaltaban en aquel instante: ira, diversión, incertidumbre, insatisfacción y nervios.
-No va a escapar tan fácilmente después de todo lo dicho y acometido, Bethlem.
Me mantuve mirando sus iris luminosos por unos instantes, antes de esbozar una sonrisa de autosuficiencia, buscando provocarle de la misma forma en que él lo había hecho.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Negocios "familiares".
Mis pasos se iban alejando de la joven, aunque mi oído seguía aún atento, en ese momento no acababa de entender nada de lo que estaba pasando, ni de lo que iba a pasar, sólo sabía que todo aquello empezaba a resultarme extraño y un tanto cargante.
Alcancé a oír su comentario, lo que me hizo detenerme, no pude evitar sonreír, me habían dicho muchas cosas, pero jamás me habían dicho que era un enigma. Aún allí, sin moverme, seguí escuchándola, al parecer estaba tranquila, pero de algún modo, le había hecho volver a sentir aquella curiosidad que tenía antes.
Pude escuchar cómo se levantaba y venía con una rapidez tranquila hacia a mí, por lo que me giré, tensando de nuevo todos y cada uno de mis músculos. En un gesto rápido agarró mi mentón, e hizo que nuestros rostros quedasen muy cerca. No me moví, ni traté de apartarme, tan solo le sostuve la mirada. Por alguna razón me enfureció, sentía que me estaba llamando mentiroso indirectamente, y yo sabía que era muchas cosas menos mentiroso.
-Yo no he dicho en ningún momento que pueda estar tranquila porque no sea una amenaza real para usted señorita. De hecho lo soy, y por ello insisto en que debería andarse con más cuidado.- Sentí cómo la ira empezaba a recorrer mis venas, apreté la mandíbula, manteniéndole la mirada. No quería convertirme, no allí, era peligroso, tanto para la gente que pudiese haber cerca como para mí. Sentía que la sangre hervía en mis venas. Tensé aún más los músculos, tratando de controlarme lo mejor posible.
-Los vampiros no sois los únicos que habitáis este mundo señorita.- Mi voz sonó cortante y contenida, aquello empezaba a pasar de un juego a algo personal.
Alcancé a oír su comentario, lo que me hizo detenerme, no pude evitar sonreír, me habían dicho muchas cosas, pero jamás me habían dicho que era un enigma. Aún allí, sin moverme, seguí escuchándola, al parecer estaba tranquila, pero de algún modo, le había hecho volver a sentir aquella curiosidad que tenía antes.
Pude escuchar cómo se levantaba y venía con una rapidez tranquila hacia a mí, por lo que me giré, tensando de nuevo todos y cada uno de mis músculos. En un gesto rápido agarró mi mentón, e hizo que nuestros rostros quedasen muy cerca. No me moví, ni traté de apartarme, tan solo le sostuve la mirada. Por alguna razón me enfureció, sentía que me estaba llamando mentiroso indirectamente, y yo sabía que era muchas cosas menos mentiroso.
-Yo no he dicho en ningún momento que pueda estar tranquila porque no sea una amenaza real para usted señorita. De hecho lo soy, y por ello insisto en que debería andarse con más cuidado.- Sentí cómo la ira empezaba a recorrer mis venas, apreté la mandíbula, manteniéndole la mirada. No quería convertirme, no allí, era peligroso, tanto para la gente que pudiese haber cerca como para mí. Sentía que la sangre hervía en mis venas. Tensé aún más los músculos, tratando de controlarme lo mejor posible.
-Los vampiros no sois los únicos que habitáis este mundo señorita.- Mi voz sonó cortante y contenida, aquello empezaba a pasar de un juego a algo personal.
- OFF:
- Lo siento si es corto, y si ha quedado algo repentino, si quieres que cambie lo que sea, o lo que sea, sólo dímelo.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Negocios "familiares".
Me respondió con una mirada glacial que me hizo sentir cierta satisfacción por darle algo de su propia medicina. Ahora veríamos como se defendía el humano insolente.
-Yo no he dicho en ningún momento que pueda estar tranquila porque no sea una amenaza real para usted señorita. De hecho lo soy, y por ello insisto en que debería andarse con más cuidado.
Reprimí el impulso de poner los ojos en blanco ante aquel comentario. Pero la ira arremolinada en sus iris y su mandíbula tensa me complacieron y me asustaron a la par. Sin poderlo evitar, alcé una comisura burlona. Por fin nos encontrábamos en equidad de sentimientos.
Sin embargo, su postura cada vez más amenazante me dio a entender que intentaba mitigar la furia que pudiera sentir. Y eso me infundía cierto temor. En aquel momento, hubiera dado lo que fuera por poder introducirme en su mente y tomar el control de la extraña escenita que no hacía más que ponerme los nervios a flor de piel.
-Los vampiros no sois los únicos que habitáis este mundo señorita.
Alcé una ceja, provocativa.
-¿No se cansa de amenazarme siempre con lo mismo, Bethlem?
Un escalofrío en forma de aviso recorrió mi columna vertebral. Todos mis instintos me gritaban que no continuara con aquel juego, y yo me resistía furiosa a abandonarlo sin quedar satisfecha. Sin embargo, por una vez, decidí ser sensata y aflojar mi firme agarre alrededor de su barbilla.
Deslicé los dedos por su mandíbula, pícara, mientras le miraba confianzuda pero dejando de lado aquel aire instigador que sólo conseguía enfurecernos a ambos.
-No discutamos de nuevo –dije, fingiendo arrepentimiento-. Sólo me encuentro a la espera de cumplir nuestro pacto, señor Galianno. ¿O no es usted un hombre de palabra?
Entrelacé mis manos por detrás de su nuca, acercando descaradamente mi cuerpo al suyo y esbozando una sonrisa triunfante a pocos centímetros de su rostro. Aquel juego se estaba volviendo una auténtica locura, pero yo no podía evitar que mis sentimientos ensortijados me llevaran a cometer aquellos actos poco premeditados. Aunque, normalmente, no suponían ningún riesgo cuando se trataba de un humano.
Pero aquel no se trataba de un humano cualquiera.
-¿Responderá a mi última pregunta? –susurré, retándole con los ojos a seguir con mis travesuras.
-Yo no he dicho en ningún momento que pueda estar tranquila porque no sea una amenaza real para usted señorita. De hecho lo soy, y por ello insisto en que debería andarse con más cuidado.
Reprimí el impulso de poner los ojos en blanco ante aquel comentario. Pero la ira arremolinada en sus iris y su mandíbula tensa me complacieron y me asustaron a la par. Sin poderlo evitar, alcé una comisura burlona. Por fin nos encontrábamos en equidad de sentimientos.
Sin embargo, su postura cada vez más amenazante me dio a entender que intentaba mitigar la furia que pudiera sentir. Y eso me infundía cierto temor. En aquel momento, hubiera dado lo que fuera por poder introducirme en su mente y tomar el control de la extraña escenita que no hacía más que ponerme los nervios a flor de piel.
-Los vampiros no sois los únicos que habitáis este mundo señorita.
Alcé una ceja, provocativa.
-¿No se cansa de amenazarme siempre con lo mismo, Bethlem?
Un escalofrío en forma de aviso recorrió mi columna vertebral. Todos mis instintos me gritaban que no continuara con aquel juego, y yo me resistía furiosa a abandonarlo sin quedar satisfecha. Sin embargo, por una vez, decidí ser sensata y aflojar mi firme agarre alrededor de su barbilla.
Deslicé los dedos por su mandíbula, pícara, mientras le miraba confianzuda pero dejando de lado aquel aire instigador que sólo conseguía enfurecernos a ambos.
-No discutamos de nuevo –dije, fingiendo arrepentimiento-. Sólo me encuentro a la espera de cumplir nuestro pacto, señor Galianno. ¿O no es usted un hombre de palabra?
Entrelacé mis manos por detrás de su nuca, acercando descaradamente mi cuerpo al suyo y esbozando una sonrisa triunfante a pocos centímetros de su rostro. Aquel juego se estaba volviendo una auténtica locura, pero yo no podía evitar que mis sentimientos ensortijados me llevaran a cometer aquellos actos poco premeditados. Aunque, normalmente, no suponían ningún riesgo cuando se trataba de un humano.
Pero aquel no se trataba de un humano cualquiera.
-¿Responderá a mi última pregunta? –susurré, retándole con los ojos a seguir con mis travesuras.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
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Re: Negocios "familiares".
Al parecer a la dama le había gustado mi reacción, quizá tan sólo había estado desde el principio tratando de enfurecerme. Me preguntaba qué más querría saber de mi, aunque quizá la respuesta era más obvia de lo que pensaba.
Ante su pregunta apreté más la mandíbula "quizá si no fuese tan testaruda no tendría que estar repitiéndolo a cada momento" pensé, pero estaba demasiado concentrado como para decirlo, y en cierto modo hice bien, dado que aquella respuesta probablemente la enfurecería
Pícaramente deslizó los dedos por mi barbilla, al parecer había optado por ser prudente y destensar un poco la situación, aunque aquellos movimientos me causaban una tensión de otro estilo. Quizá mi reacción estaba siendo desmedida, en parte, pero empezaba a cansarme de aquel juego inacabable... Maldita curiosidad, siempre me habían dicho que hay que saber controlarla... Pero era algo que yo nunca había sido capaz de hacer.
-Yo siempre cumplo mi palabra señorita Winslet.-Dije aún con un deje de rabia contenida, la sangre aún me hervía, y no sería capaz de relajarme hasta que esto dejase de ocurrir.
La joven se pegó a mí, y posó sus dedos en mi nuca, en una posición un tanto sugerente. En mi rostro se dibujó una media sonrisa, y un ápice de mi lado irónico volvió a salir a la luz.-¿Es que quiere bailar un tango conmigo señorita Winslet?.- Pregunté con una sonrisa pícara. Tampoco esperaba una respuesta, sabía que de ninguna manera aquellas eran sus intenciones, aunque en cierto modo, y en otras circunstancias no me habría importado mucho.
-¿Qué más quiere saber señorita?.-Le sostuve la mirada con una luz especial en mis ojos, tenía pensada ya una respuesta si me preguntaba por el origen de mi aura, y tenía muy claro que no iba a probar ni una gota de mi sangre.
Ante su pregunta apreté más la mandíbula "quizá si no fuese tan testaruda no tendría que estar repitiéndolo a cada momento" pensé, pero estaba demasiado concentrado como para decirlo, y en cierto modo hice bien, dado que aquella respuesta probablemente la enfurecería
Pícaramente deslizó los dedos por mi barbilla, al parecer había optado por ser prudente y destensar un poco la situación, aunque aquellos movimientos me causaban una tensión de otro estilo. Quizá mi reacción estaba siendo desmedida, en parte, pero empezaba a cansarme de aquel juego inacabable... Maldita curiosidad, siempre me habían dicho que hay que saber controlarla... Pero era algo que yo nunca había sido capaz de hacer.
-Yo siempre cumplo mi palabra señorita Winslet.-Dije aún con un deje de rabia contenida, la sangre aún me hervía, y no sería capaz de relajarme hasta que esto dejase de ocurrir.
La joven se pegó a mí, y posó sus dedos en mi nuca, en una posición un tanto sugerente. En mi rostro se dibujó una media sonrisa, y un ápice de mi lado irónico volvió a salir a la luz.-¿Es que quiere bailar un tango conmigo señorita Winslet?.- Pregunté con una sonrisa pícara. Tampoco esperaba una respuesta, sabía que de ninguna manera aquellas eran sus intenciones, aunque en cierto modo, y en otras circunstancias no me habría importado mucho.
-¿Qué más quiere saber señorita?.-Le sostuve la mirada con una luz especial en mis ojos, tenía pensada ya una respuesta si me preguntaba por el origen de mi aura, y tenía muy claro que no iba a probar ni una gota de mi sangre.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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