Un remanso de Paz (Erickson Sky)

El cielo estaba alto mientras yo miraba por la vidriera de la ventana. Me encantaba ver a todos desde mi ventana, eran tan felices, bueno eramos tan felices en ese hogar. Todo gracias a la matriarca, Leena, mi madre. Debía reconocer que aquello era con lo que soñaba todo gitano, unas tierras donde no esconderse y donde no huir. Nadie podía detenernos ni juzgarnos, era nuestro remanso de paz. Solo nuestro, vivíamos y hacíamos lo que queríamos con nuestras propias leyes y nuestras propias normas.

Nuestra vida era peculiar, no todos los gitanos podrían presumir de vivir en los jardines de una gran mansión. Muchas veces mi madre y yo insistíamos en que entraran a dormir, pero ellos preferían sus caravanas y las juergas en en el exterior. El interior lo habíamos dejado para nosotras, y para las visitas aunque también habíamos adaptado una especie de enfermería, una sala esotérica para hacer nuestros peculiares rituales, otra sala enorme para hacer fiestas si llovía en el exterior y algunas salas más pocos importantes.

Mi madre me había dicho que había luchado mucho para llegar tan arriba y que pronto todo me pertenecería a mi, era mi legado pero no deseaba darle la importancia que no tenía. Consideraba que a mi madre le quedaban muchos años por vivir, solo que se preocupaba demasiado y quería dejar a sus familias en buenas manos. Vi como Roberto tocaba el tambor y Sylbia la flauta mientras las niñas bailaban alrededor y los chicos corrían por el jardín y no pude evitar sonreír. Yo era muy feliz así, con todo aquello, ellos eran mi familia y mi única preocupación.

¿Sabiendo que el mundo era frío y cruel por que no vivir en una pequeña burbuja? Aquel era nuestro santuario, donde nada nos importaba y estábamos protegidos de cualquier ataque. Por desgracia mi madre y yo sabíamos que siempre hay enemigos por eso mismo evitaba que mi clan saliera del recinto, siempre volvían pero bastaba que uno no volviera para que cayeran nuestros ánimos, lo bueno es que siempre podíamos seguir adelante. Esa era nuestra mayor preocupación pero sabíamos manejarnos bien.

- Anya, es hora de que salgas. Henry dice que tenemos visita. Sé que estas lista para ocupar mi lugar- Me giré para ver a mi madre en la puerta y su mirada logro sobrecogerme. Estaba nerviosa pero mis nervios desaparecieron al cruzar el umbral de la puerta, unos simples nervios no podrían conmigo.

Bajando las escaleras me fijé aquel hombre que estaba de pie y me miraba como si aquello fuera un sueño, no todos los días te encuentras en una mansión donde solo hay gitanos.- Buenas tardes caballero y Bienvenido a nuestro hogar- Sentía detrás la mirada de mi madre desde arriba comprobando como me desenvolvía por primera vez.

Había sido una noche espantosa.... Nunca imaginé que mis actos psicópatas y llevados hasta tal limite por el odio y la ira podrían pasarme tanta factura. Aquella  familia que había asesinado...su sangre...sus gritos. Quería hacer aparecer a uno de esos chuchos, y lo conseguí. Pero no pensé que podría aparecer el mismo que el del primer día que llegué a esta condenada ciudad. Mis ansias de venganza hacia ese hombre me habían llevado a tal limite de matar a inocentes, y eso era uno de los mayores pecados que se podían cometer.  Había quemado un barrio entero y había explotado hasta la ultima bomba, había bebido uno de esos tónicos raros y mi mente había colapsado ante una excitación del cuerpo superior. Había notado como sus limites se desapreciaban y todo estaba a su altura. Había podido enfrentarse a aquel chucho sin problemas, como si de un héroe se tratara. Pero su cuerpo aun no estaba capacitado para aquellos mejunjes.... tenía que trabajar más en ello.

Después de aquellos eventos habíamos quedado un poco malheridos ambos. Y por si eso era poco una marabunda enfurecida nos había perseguido a ambos. No se donde habría huido él, pero yo me dirigí hacia las afueras. Una especie de mansión en medio de un bosquejo a las afueras me había llamado la atención. Se oía música y se veían luces... quizás era una fiesta. Al acercarme más me di cuenta de que era una especie de campamento gitano y me sorprendí.  la verdad es que ya había tratado antes con gitanos en alguna caza o incluso en el castillo de aquel malvado barón.

Al ir acercándome vi a muchos de ellos: bailarines, cantores, borrachos, felices, abrazándose. Había de todo tipo de emociones, olores y colores en aquel ambiente. Me sentí cómodo en aquella extraña tierra después de muchos meses. Aunque como no, mis extrañas pintas de extranjero habían llamado la atención y muchos de ellos me miraban de forma desconfiada, mientras otros no dudaba de seguir su fiesta.

Como si de un hilo se tratase, seguía el camino sin saber porque. Me dirigía hacia aquella bonita mansión con una curiosidad bastante fuerte rondando por todo mi cuerpo. Era imparable, inevitable....fugaz. Justo cuando llegué al vestíbulo, totalmente abierto, libre y espacioso miré hacia arriba, en dirección a unas escaleras que abrían paso a la planta superior. Una bella dama gitana me miraba con calma. Su rostro....sus ojos....su pelo. De nuevo todos aquellos recuerdos volvían a mi mente, dejándome ver el sufrimiento de mi anterior vida en el Imperio. La miraba como si aquella chica perturbara mis pensamientos y trajera los augurios del pasado. Era clavada a ella.....

-¿Elizabet...?- aquella pregunta salió de mi con la esperanza de que un fantasma de hace 10 años pudiera volver para salvarme de mis pecados. Ella había muerto a manos de un ser diabólico....pero nunca lo había conseguido asumir.

Mientras continuaba acercándome a él cada vez me sonaba más hasta que el flashback de un sueño hizo recordarlo, había soñado con él, lo que había hecho y por que sus pasos le habían traído hacía mi y no era la única que lo sabía pues mi madre también aunque no me hubiera hablado del tema. Le habíamos estado esperando. Volví a la realidad notando como mi cuerpo se había parado y comencé a andar hacía él con la mirada fija y una sonrisa en los labios. Sabía de sus acciones pero no le tenía miedo, le tenía pena y sabía que su suerte y su destino cambiaría. Lo notaba en su interior y la energía que le recorría, estaba alterada y negra pero comenzaba a cambiar.

Oí como me llamaba pero no logré entender, conozco el presente de las personas e incluso el futuro pero sin un tarot no puedo conocer el pasado. Fingí no oírlo ya descubriría más tarde a que se refería y baje al último peldaño con la mirada en él, sabía que los días aquí serían tan importantes para él como para nosotros.

Me miraba como si fuera un fantasma, alguien de su pasado a quién deseaba ver o incluso algo más. Permanecí callada mientras le miraba y evaluaba fijándome en su ropa y en cada detalle, sabiendo que mi premonición se había cumplido. Mucha gente si hubiera sabido lo que yo se hubiera tratado de impedirlo pero hay cosas imposibles de parar, su alma no estaba en paz y estaba atormentado si no nunca hubiera llegado a nuestro hogar.Si hubiéramos tratado de parar aquello los resultados hubieran sido peor.

Mi madre seguía detrás comprobando que estuviera a su altura pero eso no me puso nerviosa ni me incomodo. Fue entonces cuando oí unos ruidos seguidos de unas risitas y eso me hizo mirar para el lugar del que provenían. - Un momento por favor- Caminé de donde prevenían los ruidos y abrí la puerta de aquella despensa.-Os he dicho que no se puede jugar aquí cuando hace buen tiempo y hay visita.  -Tome al niño en brazos y cogí a la niña de la mano mientras se reían por que  les había pillado- Esta noche si os portáis bien contaremos historias en la hoguera y jugaremos- Los niños aplaudieron  mientras habría la puerta soltando a la niña y dejaba al niño en el suelo- Vamos Derek, Sylbia corred con mama- Sonreí viéndoles irse y tras cerrar la puerta me gire con una amplia sonrisa hacía el hombre- No, lo siento. No soy quién buscáis. Mi nombre es Anya, o así soy conocida. ¿Que os trae por aquí?

Por un momento había vuelto años atrás, pero sus gestos, su forma de andar, sus miradas a aquella mujer que se parecía a ella.... todo era diferente aunque su aspecto era idéntico. Jugaba con los niños, tenía un aire misterioso, su ropa era la típica ropa de gitana....era muy hermosa. Pero no era ella. Debía centrar mi cabeza y mis acciones y respuestas ante aquella desconocida persona, no podía permitir que supiera nada sobre lo que había estado haciendo, aunque mi aspecto denotaba muchas cosas.

-Perdón señorita, la confundí con una antigua compañera de trabajo.... estoy un poco fatigado y famélico y no pienso con claridad. Soy....- pensé un momento con detenimiento sobre mis anteriores errores: ni debía dar mi verdadera identidad ni mis acciones o intenciones.-.... puede llamarme Geralt de Riveria, soy un medico.....o mejor dicho curandero- me acerqué y me agaché como había visto que hacían los nobles hace años en mi país.- Esta ciudad es muy bulliciosa y necesito un sitio tranquilo para trabajar, pero a la vez necesito gente que necesite mis cuidados- pensé que quizás se tragara mi farol, aunque había algo en ella que me inquietaba. Su mirada era profunda, sus gestos dejaban ver una personalidad que no era la verdadera. Una especie de oscura niebla hacía de cortina en sus verdaderos pensamientos. Por alguna razón esa persona me resultaba de lo más interesante, cosa que nunca antes me había pasado con un ser humano....aunque mi maestro siempre decía: "Las mujeres son tentadoras y peligrosas....son como las sucubos en el mundo real"

Me di la vuelta mirando el campamento abierto a las puertas de aquel inmenso edificio. Era un lugar apacible y tranquilo, y nadie iría en mi búsqueda por venganza. Había extendido un fuego peligroso en el corazón de mucha gente que ahora me odiaba por mis instintos vengativos y psicópatas. Las palabras de aquel perro llamado Eduardo habían chocado dentro de mí con fuerza.... mi venganza quizás me había convertido en algo que no quería ser...el cambio estaba en mis manos.

Respiré hondo sin llegar a inquietarme o ponerme nerviosa. Muchas veces ya había hecho el trabajo de mi madre aunque nunca me había sentido tan observada por ella y aunque me pareció raro intenté no darle la importancia que no tenía.

Observé al chico en su interior había bastante odio, un odio que se iba disipando en ese momento, hacía poco que ese odio había aumentado hasta hacerle explotar. Su mirada era diferente, me miraba como si perteneciera al pasado cosa que era imposible pero eso hacía que sintiera curiosidad sobre mi. Claro que no era la primera persona ni seria la última. Me había topado gente así siempre, algunos intentaban matarme y otros me adoraban por mis habilidades no era algo a lo que diera importancia. Cuando ayudas a la gente tiene diferentes formas de agradecértelo.

Esta vez era diferente por seguramente ambos sentíamos la misma curiosidad el uno por el otro, sabía que me acababa de soltar una mentira, se le notaba y a parte yo no era tan ingenua, era la princesa de los gitanos. Fingí tragármelo y asentí- Es un placer Geralt, supongo que es lo que necesitas un sitio tranquilo.- Me acerqué a la ventana y le indiqué que me acompañara a mirar por ella tras correr la cortina.

Mi madre y yo sabíamos que lo mejor era hacer que se quedará, en mi interior creía que podría cambiarlo y hacer que se desvaneciera ese odio tan fuerte que a veces estaba en su interior, a cosas peores me había enfrentado en el pasado.

Le sonreí con delicadeza mientras sujetaba la cortina- Este es nuestro hogar, el hogar de todos los que están ahí a fuera- Desde la ventana se podía ver gente feliz y libre, algunos bailando, otros preparando la cena e incluso otros jugando con los niños, todos ellos con sonrisas en la boca. - Una especie de santuario para muchos. Aquí no se ataca, no se permite la violencia o acabará rápido la vida de aquella persona que nos traiciona. Lo llamamos nuestro hogar, nuestro castillo...- Solté la cortina que volvió a su posición y caminé por el vestíbulo hasta volver a girarme y mirarlo. - Es el hogar de todos los que están dispuestos a renunciar a sus odios, sus miedos. La vida es demasiado corto para eso, la vida esta hecha de alegrías. En este lugar nadie le teme a nada a pesar de ser perseguidos fuera de aquí- Baje el tono de voz solo para que el nos oyera- Ella nos protege- Mire a mi madre en las escaleras para ver como se retiraba. -Si buscas paz, seras bienvenido.