Nightside of Eden [Privado]

Vosotros habéis recorrido vuestro camino y yo el mío,
ambos semejantes, ambos perversos.
Era natural encontrarnos, dada nuestra afinidad.
El choque que ha seguido al encuentro
nos ha resultado recíprocamente fatal.
—Isidore Ducasse.

Aburrimiento, esa era la palabra perfecta para describir el estado de ánimo de Brünhilde en aquel momento. Un bostezo seguido de una mueca de inconformidad hicieron que su nuevo compañero se fuera enojado dejándola sola con la nueva y no tan divertida misión que debía cumplir. Cagnazzo era tan molesto en algunas ocasiones que en varias ocasiones le encomendaba trabajos bastante tediosos y nada atractivos para la inquisidora. El licántropo conocía lo exigente que podía ser su espía, pero prefería mantenerla distraída la mayor parte del tiempo antes de que lo volviera literalmente loco. Extrañamente, Brünhilde era la única persona capaz de contradecirlo en todo. Cosa que ella hacía, obviamente, por diversión. Hasta se sentía con la confianza absoluta de invadir el despacho de Cagnazzo, sentándose en su escritorio sin consentimiento de éste.

—Aburrido, aburrido, aburrido… Pero qué hombre más adicto al trabajo, ¿qué no se divierte nunca? La próxima vez le ofreceré otros servicios para que se relaje —masculló Brünhilde, mientras dejaba a un lado un par de escritos. Al darse cuenta de la presencia del licántropo y del gesto nada amigable de éste, se bajó del escritorio.

—Sí, jefecito querido de mi insensato corazón, ya me iba. Bonne nuit —se despidió con una amplia sonrisa. Pero realmente odiaba que la pusieran a cazar a sujetos poco importantes.

Salió de la residencia Seguier al final del atardecer y al estar en las calles optó por escabullirse entre los callejones. Debía seguir a un hechicero al que quizás relacionaron con los enemigos de Los Custodios. Pero Brünhilde estaba más empeñada en que su misión seguía siendo tan poco interesante que en un par de minutos su presa simplemente desapareció. Y en realidad no le importó en lo absoluto. Siempre podía evadir responsabilidades, pero recordó algo que le causó suficiente tensión como para ir en busca de su objetivo. Cagnazzo la había amenazado con que tendría que estar bajo las órdenes de Thibault si no cumplía con ésta última misión y bien sabía que el licántropo no vacilaba con sus palabras.

Anduvo un par de pasos más hasta perderse por completo entre las sombras de las derruidas paredes. Realmente no disfrutaba rondar por aquellos lugares, no por temor, sino por lo desagradable que resultaban ser. Nada acogedor y menos para ella. ¿Cómo pudo haber perdido a alguien de esa manera? Quizás el sujeto se valió de algún truco barato de magia para desaparecer o quién sabe. Eso terminó arrebatándole un suspiro a Brünhilde, ¿qué más podía hacer? Pues, nada. Así que sólo optó por retirarse. Sus ánimos no estaban sincronizados con su trabajo, quizás más adelante tendría mejor suerte o su compañero de trabajo había logrado mejores resultados que ella. Pero antes de continuar algo la distrajo, en ese momento supo que no estaba completamente sola y eso podría resultar una interesante velada.