Delirios de sangre // Lauritz Koning

Me baje del carro, volvía a estar frente a aquella fachada de arquitectura enrevesada, altos pórticos y como era habitual, gente desfilando con sus mejores galas. El teatro era el punto de reunión de lo más de lo más residente en Paris, era habitual y en parte curioso ver cómo era uno de los pocos lugares donde la nobleza se relacionaba con la alta burguesía.

Me había puesto uno de mis mejores trajes, para mí el asistir a la opera no era solo un momento de relajación y placer, también se convertía en un importante centro de negocios donde poderle vender a todas aquellas mujeres y hombres mi estilo. Así que debía de ir impecable.

Aun quedaban unos minutos para que diese comienzo la obra pero en el hall apenas quedaba ya nadie. Me dirigí hacia el palco vip donde había comprado mi asiento. No llevaba pareja alguna, así que me vi obligado a compartirlo con un desconocido aquella obra ya que no se vendían palcos individuales… Debía de admitir que aquello me daba algo de rabia, daban por hecho que a la opera se iba en pareja. Ya había asistido con anterioridad y había tenido la suerte de no encontrarme a nadie en el palco, poca gente debía de acudir sola, debía admitir que a veces me gustaba más estar solo que mal acompañado.

Un empleado retiro el cortinaje dejándome pasar dentro, una vez más había escogido unos asientos fantásticos donde deleitarme de la maravillosa voz de un de las cantantes soprano más imponentes de Europa, realmente estar allí era un lujo. Mire sendas butacas, estaban vacías, seguramente sería otra velada nocturna y solitaria que apuntar en mi haber.

La obra dio comienzo y empecé a perder la noción del tiempo una vez la actuación se iba realizando. Me gustaba realmente la tranquilidad de aquel lugar, todo tan en silencio a excepción de los protagonistas que no hacían realmente otra cosa que deleitarnos con sus voces al cantar para nosotros, rompiendo el silencio.

Apenas llevábamos un rato, que el cortinaje del palco se abrió, al parecer no iba a estar tan solo como me pensaba, alguien había adquirido la butaca de al lado. A veces me preguntaba porque ideas como la de comprar dos sillones en el palco no se me ocurrían hasta que ya estaba allí.

Gire levemente mi cabeza para mirar de reojo que clase de persona acababa de llegar, una mujer, pero… no cualquier mujer, algo en mi interior se retorció, aquella sensación me era familiar y solamente había un ser capaz de producirme aquel frío de una manera tan artificial.

Me la quede mirando un instante más hasta que detecte su aura, era una vampiro… No sabía mucha más de ellos a parte de lo que había leído en una infinidad de libros prohibidos que había ido adquiriendo a lo largo de mi corta vida. Me puse un tanto tenso, aquellas bestias de la noche tan pronto podrían aguantar su sed como verse abocadas a su necesidad más básica. Esperaba que al haberse presentado en un lugar con tanta gente, tuviese el suficiente control.

Seguí admirando la obra, aunque debía admitir que ya no la estaba disfrutando tanto, algo no acababa de gustarme en el nuevo ambiente que se respiraba. Volví a girar mi cabeza para ver si la joven seguía allí, tal fue mi suerte que estos se encontraron de lleno con los suyos en un momento en el que pareció saltar una chispa.

-Por supuesto, esta compañía es una de las mejores de toda Europa y ahora entiendo el por qué lo dicen…

Me quede brevemente anonadado, estaba frente a una belleza irreal, sentía como mi cuerpo debía de hacer un esfuerzo por no sucumbir ante aquella figura, lo cual era extraño porque no sentí atracción física.

-Me llamo Lauritz Koning, soy diseñador, un gusto poder conocerla y pasar la velada junto a usted.

Opté por ser cortés, seguramente ella estaba pensando que era un simple humano como cualquier otro y no me daría en exceso importancia. Finalizaría la obra y no la volvería a ver, o eso pensaba yo.