Nonsenses || Philippa A. Levinson

por **Tarja & Stephen Hauks** Lun Jun 01, 2015 4:07 pm

No basta decir solamente la verdad, más conviene mostrar la causa de la falsedad.
Aristóteles

Las noches agobiantes como las almas en penas que buscan un consuelo que calme esas lagrimas que en su interior llevan, Piedad a su sufrimiento más ¿existe la piedad? no hay consuelo para ellas, no hay palabras que apacigüen aquellas tormentas, no hay nadie que los pueda calmar, aun así la esperanza queda, esperanza de una vida nueva, el soñar o esperar algo mejor por cuenta de uno o por ayuda de alguien más.

20:00
La noche como la sombra se lleva al último paciente, quien sale por aquella puerta haciendo sonar la campanilla, su hermano se adelanta a salir para la casa dejando a ella que cierre todo el lugar, en aquel espacio, está la recepción pequeña con un escritorio a la entrada y varios sillones con una mesa en el centro que tiene un jarrón con flores, margaritas, y varias revistas sobre el vidrio, unos cuadros colgando de la pared pinturas abstractas, una pared de cristal divide la sala tras el escritorio de la recepción para dar paso a dos consultorios de lado lateral cada uno con su nombre inscrito en la puerta, el del lado izquierdo representa al de la mujer, dentro no parece un consultorio médico al contrario está lleno de confort como si fuera un hogar, contra una de las paredes esta una biblioteca llena de libros médicos, junto a este un escritorio de madera oscura con una lamparita en tono verde y labores de flores, un diván negro amplio y un sillón junto a este, el piso está cubierto por una alfombra de color rojo tinto como la sangre, tres ventanales medianos al frente cubiertos por persianas a tono con las cortinas rojas, la habitación posee un color tenue, sombrío un poco, solo las luces de las lámparas ubicadas en mesitas por la habitación.

Sentada frente al escritorio estaba la mujer anotando en unos cuadernos negros algo sobre su ultimo paciente, para luego guardarlos en las gavetas de abajo de su biblioteca, luego de aquello decide acostarse sobre el diván descansando un poco retirándose los zapatos y desatando su cabello pensando en el trabajo que tiene en casa con su hermano, entre suspiros concilia levemente el sueño, olvidándose por completo del lugar de ella y solo recordando cuando estaba en su antigua natalidad pensando que se encontraba sola ¿o eso solo pensaba?, puesto, su hermano se encontraba en el consultorio contiguo en silencio leyendo carpetas y carpetas de historiales médicos en completo silencio, solo se podía oír el sonido de la calle con el transitar de las personas y sus transportes, la puerta de su consultorio abierta mirando por la ventana que daba hacia la calle. Como si un paciente fuese a llegar para él o su hermana. ¿o quizás para ambos?

por **Philippa A. Levinson** Dom Jun 07, 2015 11:43 pm

Era tarde, lo sabía, sin embargo esa noche la presión en su pecho había aumentado de tal forma que el aire empezaba a sentirlo mas pesado al respirar. Sabía que no era normal, se lo había dicho uno de los médicos que llego atenderla después del intento de suicidio - fallido - de hace un par de meses. Esa noche, empezaba a sufrir una de las muchas crisis de ansiedad que la frecuentaban constantemente desde la muerte de su esposo, aunque tenía ciertas tácticas para poder recuperarse, sus intentos por controlarlos empezaban a fallar cada vez mas, por lo que sabía que debía visitar algún psicólogo o psiquiatra que le ayudara a afrontar todo por lo que había pasado en tan poco tiempo. Lastimosamente, sus ganas para afrontarlo habían sido tan pocas desde entonces, que incluso en ese mismo instante se debatía entre visitar un medico o simplemente dejarse llevar por la muerte.

Fue un impulso, proveniente de... algún lado, lo que la hicieron pararse de la cama, tomar un abrigo y salir en busca de ayuda. Le costaba trabajo respirar, pronto después de poner los pies fuera de su casa, la bruma se hizo mas aguda y la visión mas borrosa, no tenía ni idea a donde iría o en donde terminaría, pero tenía la esperanza de encontrar un sitio seguro a medida que sus pasos aumentaban. En su cabeza la única idea que retumbara, era la de encontrar la verdad, por eso aun quería permanecer con vida, para darle una explicación al coas del que había terminado siendo su vida.

Fue entonces, tras caminar un par de calles, tal vez un par de minutos, que observo un letrero, no estaba segura donde estaba pero por intuición, mas o menos se hacía una idea de creer donde estaba, habiendo escuchado que en aquel sitio existían un par de médicos que tal vez la podrían ayudar. Caminando con las pocas fuerzas que aun le quedaban, apoyando y descargando su peso en la pared, entro en aquella plaza, cuyo interior parecía mas una vivienda que un consultorio ¿Se habría equivocado?. Aun así no tenía mucho tiempo, necesitaba ayuda esa noche - ¿Hay ... alguien aquí...? - pregunto, dando un par de pasos mas, sintiendo como un dolor agudo empezaba a invadir su pecho, la respiración se cortaba mas y de repente, todo había oscurecido.

Había caído nuevamente

por **Tarja & Stephen Hauks** Miér Jul 01, 2015 11:35 pm

El tiempo es el mejor aliado de todos y cada uno de los que buscan su consuelo.

Entre meditaciones y sueños a medias los leves sonidos hacer que vuelva a tierra, al presente, al ahora, aquella mujer que se encontraba descansando abre sus ojos de pronto al percatarse de la presencia de alguien, más bien de la voz de alguien. Sale asustada de su consultorio hasta la sala de pacientes donde se produjo el ruido, al salir se encontró con su hermano Stephen, de rodillas frente a una dama, sus manos fueron a sus labios asustada por la joven.

Había estado revisando historiales médicos hasta que el sonidillo de la campanilla le había avisado que tenían paciente, cuando salió para notificar a la persona que llegó que ya habían cerrado cuando solo observa un cuerpo delicado desplomarse sobre la alfombra del establecimiento, corre a auxiliar a la joven tomándole el pulso con insistencia hasta que la figura de su hermana se divisa en el umbral de la puerta del consultorio de ella.

El sonido de la doctora fue inminente en cuanto pidió a al doctor, su hermano, llevarla dentro del consultorio de él para poder ser auscultada –Creo que deberías revisarla mientras hago el historial– el nerviosismo del hermano fue inminente pero la mano conciliadora de su hermana lo llevó a hacer lo correcto. Comenzó a revisar los signos vitales como el pulso de la muñeca indicándole a Tarja que estaba algo débil fuera de lo normal, giró a la joven sobre la camilla de lado, con el fin de oír sus pulmones, una vez que ha encontrado el problema le avisa a su hermana para que prepare la infusión para ayudarle a respirar con aquella maquina, que la colocan cerca a la joven poniéndole un cubridor en su nariz y boca para captar el aire artificial que le inducen por medio de aquella máquina. Una vez conectada con aquella infusión de hierbas y oxígeno para calmar la respiración y abrir los bronquios, prosiguió a abrir los párpados de la joven hablándole con tranquilidad –Señorita, ¿puede oírme?, siga con sus ojos mi dedo si puede oírme– mueve un poco el dedo índice de la diestra frente a las pupilas de la joven. Necesitaba saber su nombre.

La otra doctora se acerca junto a su hermano para que le vea, y con aquella voz de psiquiatra que posee, tan calmada, como si nada malo ocurriera, aun cuando ocurre, habla a la joven –Señorita, puede oírnos, somos los doctores Hauks, Tarja– se señala –Y Stephen Hauks, ha sido un alivio que viniera, pero necesitamos hablar con usted, tanto mi hermano como yo, pero primero, dígame ¿tiene a algún familiar? Para poder avisarle que está aquí y pasará la noche aquí– toma la mano de la joven mientras su hermanos de aleja unos dos paso al costado de ambas mujeres, con los nervios de punta por la presencia de otra fémina cerca de él.

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