Sarah Ámelie Jónsdóttir ID

Sarah Ámelie Jónsdóttir

21 años • Humano • Clase Alta • Heterosexual • Inglesa

Descripción Psicológica

¿Alguna vez te ha pasado que, en medio de la ambigüedad, no podéis reconocer el rostro frente al espejo? Esa es Sarah. Una mujer muda y que carece de autoridad. Pero no os dejéis engañar por la apariencia y el comportamiento sutil; la sumisión nunca ha sido sinónimo de inocencia.

Durante siglos, el hombre ha creído que el poder se les otorga a quienes usan su fuerza y brutalidad, ante los demás y, sólo pocos, han descubierto el secreto que se esconde detrás del domino. No gobierna quien tiene el puño cerrado, mucho menos aquel que ha recibido el golpe, lo hace aquel cuyas palabras dieron la orden ¿Cómo se obtiene semejante poder? ¿Cómo poder dominar la mente de un ser con libre albedrío? No se trata de manipulaciones pueriles, amenazas a base del miedo. Es mucho más complicado, y para ello, se necesita de inteligencia y, por supuesto, astucia.

Lejos de ser una niña mimada que recorre las calles con los labios torcidos, y refunfuñada, sólo por el mero capricho de poder hacerlo, Sarah representa la antítesis de las jóvenes de su edad. Cierto es que, se trata de un espíritu libre y curioso, con una mente limitada sólo por la poca experiencia que tiene con la vida, con el poco néctar de sabiduría con el que se ha embebido en los últimos años; sin embargo, esto no quiere decir que no haya desarrollado una conciencia propia y plena.

Avasallada por su apellido, no le ha permitido que nadie le quite la vivacidad de su jovialidad, el toque fresco y coqueto con el que se nace y se pretende seguir a pesar de los daños. En las lecciones tras sus aposentos, aprendió a callar, a hablar, a obedecer y ofrecer su lealtad a quienes la merezcan. Y, aunque las órdenes hayan sido cuestionadas por su mente caprichosa, ha de acatar a la cordura de quien la dicte. Al menos, hasta que las razones y/o la justificación carezca de sentido o se vuelva realmente insignificante.

Es prisionera sólo de sus propias debilidades y temores, pues aunque se le ha enseñado a carecer incluso de emociones, sólo el hombre que ha dejado de sentir realmente las pasiones y los excesos, es porque ya está muerto, y en el fallecimiento, ya nada importa, ni siquiera el poder.

Su padre, como fiel creyente y defensor del conocimiento, empeñó todos sus esfuerzos en que Sarah, no fuese sólo una mente brillante; él apoyó supervisó y fue estricto con ella en más de una ocasión, dando como resultado un choque abrupto en su cognición. Lo cual, además de hacerle madurar y parecer más grande a su edad, la convierte en una mujer calculadora, dubitativa y capaz de obligar a su cerebro procesar información en todas direcciones, crear alternativas, y deshacerse de la basura. Ser mezquina y buscar el beneficio propio, no la convierte en una mujer ególatra, obtener lo que desea a base de engaños y manipulaciones, tampoco la vuelve calculadora. Tener miedo e ignorar el mundo, no la vuelve sumisa. Ser indiferente y cruel, no la vuelve sádica, pero sobre todo, tener un lado oscuro en medio de tanta pureza, no la vuelve un monstruo…

Las lecturas en los viejos textos, en los nuevos tomos, las encriptaciones, los códices. Tanta maldita información encerrada en una tierna cabecilla, siempre ha de tener repercusiones. Y quizá la más propia en estos casos, sea el borde del desquicio. Se dice que los genios más grandes a lo largo de la historia, han estado rodeados de trágicos acontecimientos, sucesos que sólo pueden escaparse a la imaginación. Muchos de ellos fueron cometidos por un alter-ego desarrollado en la inconciencia y acunado por la desesperación e impunidad. Se dice también que sólo pocos lograron controlar esos impulsos, sabios dementes que disfrutan con lo oscuro de sus obras y lo retorcido de sus mentes. ¿Qué tan incapaz e insuficiente es el hombre como para permanecer en el sitio que te lastima? Y es que para poder expiar las culpas, es necesario un sacrificio. No importa de lo que se trate. Así pues, cuando es la conciencia misma, ¿Qué más da si alguien más se apodera de ti?

Siempre ha existido un demonio en cada uno de nosotros, ¿Quieres saber cómo se llama el suyo?

Historia

-¿No os parece maravilloso madre, como un simple matrimonio puede solucionar el agravio entre familias?

Una simple pregunta cargada de inocencia, había disipado los temores de la mujer. Lo que ella no sabía es que había sido manipulada por los deseos de su propia hija. Cuando se ama más que a la propia vida, lo único que se busca es el bienestar de aquella persona, y para una madre abatida por los años, las rencillas y el desasosiego de la guerra, lo más importante es que Sarah estuviese bien. No importaba cuán grande fuese el sacrificio; sin embargo, la familia en la que Sarah nació nunca podría estar en paz, no mientras la pila cadáveres que dejaban a su paso, se volviese en su contra.

Todas las monarquías, las sectas y los dioses, han caído alguna vez. Para Falcon no fue una sorpresa el enterarse de las bajas que habían tenido en los últimos años, décadas en las cuales no sólo habían renacido como el fénix de sus cenizas, sino que también habían reunido y asentándose en diferentes ciudades. Poco les duró el gusto antes de que sus adversarios se diesen cuenta. Uno a uno, familiares cercanos, amigos y protegidos aunados al clan, fueron cayendo y, a sabiendas de que todo, volvería a consumirse, el líder ideo un plan. Una simple y vana estrategia que podría sumarle fuerzas al desmoronamiento en el que se habían visto embarrados.

Sarah escuchó a su padre hablar con el líder de los Dallarth, es de mala educación husmear entre los pasillos, pero para ella, jugar a ser un espía era todo un reto. No obstante, sus pupilas se llenaron de horror al escuchar la palabra “matrimonio”; ella no pretendía ser la esposa de un hombre al que no ha visto en su vida. Y, tras esa noche comenzó a investigar.

El nombre de ese sujeto aparecía en pocos textos a los que ella tenía alcance, pero eso no quería decir que la información obtenida, fuese insignificante. Había misterio en él, uno tan oscuro y tácito que ella se sentía cruelmente devorada por aquella curiosidad innata. Quería saber más. Cuestionó e indagó en las personas, en los libros prohibidos, en cada una de las citas, e incluso en los bailes; a pesar de sus esfuerzos, nadie se atrevía a pronunciar el nombre de Calcifer, sin sentir pavor. Lo cual, lejos de arrodillarle y hacerle palidecer, capturó su atención. A los monstruos se les teme porque son precisamente eso, un monstruo… ¿Por qué habría de temerle a un simple hombre?

Su pregunta perdió completamente el sentido la primera vez que lo vio. Tanto sus pupilas como sus, labios y su entrepierna, cayeron rendidas ante él. El cosquilleo, resultaba ser imaginario, pero no por ello menos sensible. Y, aunque no rosó palabra alguna más que un par de simples miradas, él logró hacerla suya desde ese preciso momento. Las noche siguientes, Sarah había estado soñando impúdicamente con él, incluso sin esperarlo, llegó a tocarse sólo para saber lo que se sentiría tenerlo ahí, acunado entre sus piernas. Al saberse presa de su deseo, no tuvo otro remedio más que aceptar la obsesión que él le había despertado.

La madre de Sarah estaba en desacuerdo con aquella unión, y fervientemente se opuso a Falcon, ella no podría permitir que le robasen la felicidad a su pequeña niña, que le quitasen la inocencia de tajo, sólo porque la secta se venía abajo. Ella conocía todo lo que se hablaba a las espaldas de Calcifer, sus actos más viles y desencarnados, todo el mal que habitaba detrás de su mirada y, aunque quizá sus virtudes podría ser más que las maldades que se corrían por voces, ella no dejaría que alguien como él, se tragase a su hija. Sin embargo, lo que Ámelie desconocía es que Sarah, habría de manipular a sus propios padres al grado de convencerlos en su ignorancia, que estaría bien. Falcon y Ámelie no se dieron cuenta, y a pesar de su desdén, ofrecieron a su hija en matrimonio.

No obstante, Ámelie no ofrecería al líder del clan, la pureza de su hija. Un demonio como él no merecía semejante tributo, por lo que hubo de buscar a alguien que consiguiese manchar la inocencia de Sarah. La sorpresa no la tomó en desventaja al coincidir que la única persona que podría cumplir con la tarea, sin que ella misma se sintiese avergonzada, mejor aún sin que Sarah se diese cuenta, sería Beth. Así pues, convencida de ello, solicitó a la Dallarth para que arrebatase de Sarah, su virtud. Ahora ya sabes lo que Sarah hace en su jardín secreto.

Otros Datos: