The prince angel <Darkness Severaux>

por **Edmond Antoine** Lun Jun 22, 2015 9:04 pm

Conociendo nuevos rostros y rumbos, guardándolos en su ávida memoria de artista, cada detalle seria grabado en la madera al llegar a casa esa noche, el niño brincaba entre la multitud del mercado ambulante, a simple vista se veía un infante feliz con un morralito amarillo atado a la espalda, su contenido se movía bruscamente de arriba a bajo con cada nuevo paso lleno de entusiasmo por parte del pequeño Edmond -¡Tendré juguetes nuevos!- pregonaba sin importarle cuantas eran las caras que se quedaran viendo de forma anonada, el les sonreía y reverenciaba continuando su camino hasta perderse en otras calles alejadas, necesitaba dinero y necesitaba material, pensándolo detenidamente con pequeña mano sosteniendo su barbilla sabía que de seguir viendo multitudes poco se ocuparía de las ventas, amaba con toda su alma ver la arquitectura, dibujarla en su mente, darle forma en madera imaginaria, amaba la gente aunque le discriminasen por su condición económica, amaba verlos en madera, con colores líquidos entintando las ropas, mientras su pequeña lengua se asomaba por sus labios al intentar pintar con precisión.
Por el momento tenia que concentrarse en dinero, en ventas, dejar de lado los sueños y buscar clientes, sus figuras no eran tan malas, estaban bien hechas y valían la pena para cualquier coleccionista burgués que gustará de figuras, pero ese día poca era la afluencia entre esas calles, dos o tres de sus piezas se habían vendido por debajo de su precio y solo por que su carita exhausta había ayudado -Con el paso de la modernidad- pensaba el niño -La gente valora en menor medida el arte clásico- bajo esa frase en cabeza partió de vuelta a casa después de recibir el ultimo franco, un solo franco, lo acaricio, lo observo y luego lo guardo con la cabeza baja como si lo hubiesen regañado.
De camino a casa las piedras que apenas si pateaba rodaban por las callejuelas disparejas, el pobre se había ilusionado con que ese día seria diferente a cualquier otro porque había hablado con el ángel de alas negras en su mente, a menudo pensaba que eso estaba mal porque además de no recibir respuesta alguna a sus ruegos, el ángel era su padre y no un Santo, pero no había otra manera de comunicarse, no había forma de acercarse o que el lo aceptará, cada noche era la misma historia, él recibía con los brazos abiertos y el caballero simplemente se pasaba de largo, sin siquiera tomar entre sus manos esa pequeña cabeza que le recordaba todos los días cuando las primeras estrellas pendían del manto azul del cielo, lo único que le servia modo de consuelo era la capa larga que siempre dejaba en el estudio, todas las noches el pequeño bajaba en ropa de dormir y con cuidado la bajaba del perchero, se envolvía en ella e imitaba la entrada de su padre cuando arribaba a casa, se ponía una replica de su máscara hecha en madera y vagaba por entre las sombras, se sentía como el caballero de alas negras cuando lo hacia y también sentía que las telas largas que lleva a rastras en realidad eran lo brazos de él que le cubrían y guiaban, quizás solo por eso no tenia miedo.
Sonreía solo por las callejuelas de las que nunca se fijo hacia donde conducían ni como regresar, solo por inercia sus pequeñas piernas seguía hacia adelante, una tras otra, pisaban ramas, pisaban agujeros y charcos pero el continuaba divagando en su mente y eso era lo más peligroso de su don, que al involucrarse tanto en sus adentros podía perderse de la realidad misma y en rededor durante largo tiempo, finalmente una gota callo en su brazo regordete, al levantar la vista y recuperar su sentido se percato que estaba empezando a llover y que había anochecido, no sabia donde estaba con exactitud, todo estaba descuidado y oscuro, las calles de ladrillo le daban cuenta que estaba parado en medio de cuatro senderos para continuar, el opaco color de las nubes bloqueo la luz de la luna, para todos lados donde su bisté diera alcance estaba oscuro -Los demonios salen de noche- susurro temblando -El padre Joseph dijo que los demonios salen de noche- el pequeño entro en pánico, veía para todos los rincones confundido y angustiado, un nudo nacía en su garganta, su corazón latía muy rápido y de pronto sus labios se contraían tras el sabor amargo que su boquita inspiraba.
Las gotas comenzaron a caer con más fuerza y con mayor frecuencia, su temperatura helada estaba asustando más al pequeño que solo se cubría con una camisa de segunda mano y mangas cortas, un relámpago hizo estruendo y sin pensarlo más Edmond tomo el camino que quedaba por el enfrente, en un momento no veía nada y al siguen una farola estaba prendida con una cera apunto de derretirse sino es que el viento extinguía su llama antes de tiempo, era un lugar desprovisto de techo pero el único y iluminado, no pensaba moverse de allí aunque la lluvia estuviera arreciando, pasando saliva quedo firme, con los brazos pegado a los costados, atento a cualquier sondo, el sabia tras sus años de vagar por las calles que se podía encontrar de todo por esos rumbos pero nunca con lo que sus oídos se toparon, un ladrido, luego otro y otro más cerca, un cachorrillo apareció en el camino y su pequeña postura pareció relajarse, como un buen pequeño le ofreció una manzana que guardaba en su morral, aunque era indebido la tuvo que robar a un puesto en el mercado ambulante para comérsela más tarde pero no se presento la ocasión, así que la partió en dos y se la dio en su pequeño hocico, en ese momento el niño se olvido de la lluvia y sonrío al ver como el cachorro comía con premura, acaricio su pelaje blanco con diminutas manchas cafés por largo rato sin importar que ya estaba demasiado empapado, el circulo amistoso entre los dos se vio roto cuando los perros más grandes hicieron acto de presencia, mostraban sus colmillos y gruñían furiosos, amaba a los perros pero aquellos no parecían ser muy amistosos así que se dio a la fuga. Corrió entre pasos torpes, se callo varias veces y sus rodillas se rasparon pronto al ser solo un pantalón corto el que las cubría, sus manos por delante con sus pequeñas planas abiertas chocaron contra los muros de una callejuela cerrada, los embravecidos canes le siguieron hasta ahí -Ya no traigo más comida amigos- dijo con voz temblorosa -Por favor tienen que creerme- imploro mientras veía como se acercaban los animales a modo de ataque, Edmond tenia miedo y ellos podían olerlo pero no lo traducían a su mismo lenguaje, para esos perros de colores y tamaños diversos el pequeño quería agredirlos, además de haber tocado a su cría -Por favor ángel de alas negras cuídame, ven a rescatarme… por favor haz algo, prometo portarme bien, de verdad, no volveré a robar manzanas- rezo y al cerrar los ojos sintió como uno de sus rivales de cuatro patas se abalanzaba sobre de él.

por **Darkness Severaux** Mar Jun 30, 2015 7:29 pm

Las calles oscuras o media luz dieron pauta para que Darkness deambulara un poco más de lo acostumbrado por París, en medio de la llovizna que no le detenía pudo observar con tranquilidad la arquitectura con la que se hacían los habitantes de aquel mítico país, en Notre Damme escucho con atención las plegarias de cada ferviente feligrés, palabras que alguna vez también estuvieron en sus labios cuando la más angustiosa de las desgracias propicio su retraimiento y su ateísmo no pronunciado, si, porque en el fondo el creía que existía algo superior de ambos bandos, alguien forzosamente debía comandar ambas fuerzas pero era con seguridad que esos omnipotentes tenían todo menos la apariencia de los hombres, era una muestra del ego humano tales ideas, mientras el no muriera de forma permanente poco tenia que pensar en eso, poco tenia que rogar a quien estuviese en el cielo o debajo de la tierra, si es que allí se encontraban.
Paso por otros lugares menos concurridos de Paris a esas horas, se detuvo en el Teatres des Vampires y en el teatro de París donde con seguridad su hijo de sangre disfrutaba desde su palco privado una función de magnánime talento, un apetecible menú luciéndose en el escenario del que daría muerte más tarde, unos para nutrirse, otros por simple deseo de matar.
Continuo su caminar, en las desoladas callejas quedaban frente al río Sena escucho el galopar de unos caballos, el arrastre de un carruaje y los latigazos en los cuerpos fornidos y forrados de brillantes cabellos cortos de los animales, quizás no querían que la lluvia se desatara con más fuerza mientras ellos iban camino a alguna parte, sin embargo las nubes grises parecían disiparse con el viento en el firmamento azul, decidió por entonces meterse en las zonas abandonadas, donde el aroma a desgracia y muerte era casi penetrante para quién constituyera parte de su naturaleza.
Su capa larga se arrastro por el fango producto de un suelo maltrecho y abandonado, contemplo casa por casa y no se tentó el corazón al momento de asesinar a dos o tres familias desgraciadas que no tenían más esperanza que la compasión de la muerte por su cruel destino.
Animales hubo por todo el recorrido, pero si bien es cierto noto a su alrededor una jauría amplia de canes callejeros, cuidándose entre si, hurgando entre los desperdicios, todos parecían proteger al más pequeño de la manada, un cachorro tambaleante y torpe que seguía a los otros con dificultad, hambriento igual que cualquiera de ellos, los observo desde las lejanías pero dejo pasar el suceso, el vampiro se aburría tan rápido pues escenas como esas había sido testigo hacia tiempo atrás.
El cielo y el clima fueron engañosos, del cielo gotas se desprendieron, primero lentas y pocas, después en grandes cantidades y con fuerza acompañadas de un viento increíblemente frío para ser otoño apenas, pero eso no inhibió al viejo vampiro, el seguía caminando bajo la lluvia como si nada estuviese pasando, con los brazos cruzados, sosteniendo las orillas de su capa con las manos, sus cabellos despidiendo gotas como las ramas de los arboles muertos de las aceras, su imperturbable mirada puesta en el horizonte, con aires melancólicos y rígidos.
En el ambiente proximo a su salida pudo percibir una esencia humana, fresca, tibia, joven, extremadamente joven... percibió su miedo y pudo escuchar el pensamiento de un pequeño niño, << ángel de alas negras >> imploraban, solo conocía a una persona que podía nominarse así mismo como tal, alguien llamaba a su hijo de sangre.
Corrió en la dirección del urgido pensamiento y encontró la jauría de perros acorralando a un niño pequeño no mayor a los seis años, temblando de miedo, con los ojos cerrados y las manos impidiendo de alguna inocente manera el destino fatal que le esperaba bajo los afilados colmillos -¡Apartaos!- exclamo tan pronto vio el primero abalanzarse contra de la criatura, metiendo la mano entre las fauces empujo a los que pudo enviándolos directamente contra los muros, otros más los pateo hasta quebrarles las costillas mientras otros se abalanzaron al principio y retrocedieron al final al ver la desventaja y los camaradas caídos, con chillidos aberrantes, corriendo lejos como sus heridas lo permitían, el cachorro también se marcho con algunos adultos, pronto el panorama estaba libre de alimañas, Darkness aún no entendía porque había defendido a un niño que ni siquiera conocía, como fue capaz de sufrir rasguños y mordidas que cicatrizaron pronto por alguien que menciono "ángel de alas negras" quizás al azar -Podéis abrir los ojos criatura- dijo de pie frente al niño -Podéis comprobar que seguís con vida- sujeto su capa de nuevo y se envolvió en ella -Anda criatura yo no os haré daño- el tono aunque frío, era sutil.. suave, muy suave, no se movió de ahí más de lo que desearía, aguardo paciente, con postura recta, solo quería asegurarse que el niño que acababa de salvar estaba bien pero... ¿Porque si era un niño al que nunca había visto?

The prince angel <Darkness Severaux>

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