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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Jue Sep 16, 2010 8:28 pm

Era fin de semana, y unas cuantas compañeras del taller de costura y yo habíamos decidido juntar un poco de dinero y viajar desde parís hasta Le Havre para pasar la noche en una casa de huéspedes cercana a la playa.

Una vez instaladas en nuestras habitaciones, me puse sobre el vestido el abrigo que hacía unos meses había terminado de fabricarme, en tonos verdes oscuros, que resaltaban mis cabellos casi platinos, la palidez de mi piel y mis ojos grises. Sobre la cabeza me dispuse un gorro fabricado en un material de las mismas tonalidades, pero con el típico estilo de los Ushanka (gorros típicos rusos). Mis dorados cabellos caían con suaves ondas sobre mis hombros y espalda dándome un aspecto totalmente nórdico.

Con las manos metidas en los bolsillos del abrigo me dispuse a pasear por las calles para acercarme hasta la playa. Sería la primera vez que vería el mar de Francia, y la primera vez que podría disfrutar de ello. Cuando llegué al paseo de la playa me descalcé con cuidado los zapatos y llevándolos en una mano, pisé la fría arena empezando a avanzar por la extensa playa hasta la orilla dónde pude divisar la luna, resplandeciente, creando un efecto doble al reflejarse sobre el mar. El cual estaba quieto, tranquilo, y con un leve ondeo en la superficie haciendo que las suaves olas alcanzasen mis pies sintiendo el agua particularmente cálida.

La sensación de estar allí, y ese peculiar olor a mar me hicieron sonreír y cerrar los ojos respirando profundamente, llenando mis pulmones con aquel aire salinizado, y sintiendo la brisa marina bañar mi rostro, dejando un peculiar sabor salado en mis sonrosados labios.


Última edición por Natasha K. Trubetzkoy el Lun Nov 08, 2010 7:30 am, editado 1 vez
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Mensaje por Luke C. Petersèn Jue Sep 16, 2010 9:22 pm

Una noche diferente, eso era lo único que había pedido el Joven Petersèn. La playa, con ese característico olor a sal, parecía un lugar perfecto para ello. Las olas del mar, yendo y viniendo, dejando a la luna ser el único faro de luz sobre el cielo. Adoraba las noches sin estrellas, sin nada que observar, y sin nada que despertara preguntas en su curiosa mente. Se sentó a la orilla del mar, dejando que este tocara solo sus pies, mientras disfrutaba de cada sonido, del silencio a su alrededor. Esa noche no se había preocupado porque llevaba puesto, pero tenía en cuenta que no tenía zapatos, que la camisa era holgada, tal vez blanca, con el pantalón pescador, probablemente lo hubo de haber plegado hacía arriba, nada le perturbaba, nada estorbaba. No duró por mucho aquel silencio celestial, escucho los pasos, chapoteando sobre el agua cerca de él, más de lo que hubiese deseado, se oyeron más y más cerca, hasta que la brisa desde del sur trajo consigo el aroma de una humana. Abrió los ojos solo para ver de quién se trataba, y en efecto, sus sentidos no lo habían engañado, era una mujer... Pero no se trataba de cualquier mujer, ella expedía un perfume delicado y sutil, hermosa tan única como la luz de la luna le permitía ser, caminando sola sobre el mar, pareciendo más un cuento sobre ángeles, ella bajada desde el cielo, que una mortal dando un simple paseo por la playa. Era rubia, con cabellos platinados, muy sencilla a pesar de lucir como una reina, vistiendo con clase y tal vez porte. Empezó a preguntarse como se escucharía aquella voz, pero se negó a ir averiguarlo.

Levantó la vista, siguiendo los pasos de la humana. Sintiendo simpatía hacía la muchacha sin siquiera tomarse la molestia de conocerla. Sonrió, ofreciéndole una "Bienvenida", oyendo un corazón joven latir dentro de aquel pecho abultado, por unos senos bien proporcionados, siguiendo una silueta casi inexistente. Ella era especificamente comprendida en una sola palabra: Sutil- Buenas noches, Miss -Se limito a decir como cortesía, teniendo en cuenta que sus poderes usaban esas palabras como un anzuelo, o más bien, como una invitación. La tentación en sus palabras recaerían en ella apenas al escucharlo, y esa era su voluntad, atraerla a él, y tal vez darse un gusto de sangre azul. Podría saber dulce, tal vez agria, quería averiguarlo, debía averiguarlo.

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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Lun Sep 20, 2010 6:54 pm

Para cuando quise darme cuenta, mis pasos me llevaron hasta la figura de alguien, la luz de la luna me permitió vislumbrar un físico perfecto, resplandeciente bajo la luna. Unos ojos claros con una mirada misteriosa, seductora y vivaz, un cabello que invitaba a ser acariciado, unos labios sonrosados que invitaban a ser besados. Y la voz sutil pero varonil del caballero, que la invitaba a acercarse a él y acomodarse a su lado.

Buenas noches monsieur- susurré caminando hacia él. No sabía muy bien por qué lo hacía, yo no solía acercarme a nadie de este modo tan confiado, y mucho menos en un lugar tan solitario como era aquella noche la playa. Pero esas palabras me resultaron como una invitación que no debía rechazar, una invitación casi obligada a sentarme a su lado.

Terminé llegando a su lado y deslicé mis manos por mi trasero, pasándolas hasta detrás de mis rodillas sujetando mi vestido y abrigo para sentarme bien sobre la fría arena. Al sentarme no pude evitar mirarle a los ojos sintiéndome extrañamente atraída, sin poder evitar dibujar en mi rostro una sincera e inocente sonrisa. Una vez sentada solté la falda del vestido y el abrigo y enterré mis pies desnudos en la húmeda arena dejando mis manos sobre mi regazo mirando hacia la claridad de la luna, dejando que ésta iluminase mi rostro y las suaves ondas que caían sobre mis hombros, resplandeciendo en cada uno de los cabellos como el cabello albino de un querubín.
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Mensaje por Luke C. Petersèn Mar Oct 12, 2010 9:08 pm

La observo detenidamente, la soltura y la delicadeza de cada movimiento que ella realizaba, acariciando el aire con esa piel albina, dejando que aquellas mejillas se decorasen con un rojo suave, una dulzura e inocencia tan putrefacta e innecesaria como la castidad y hasta la ninfomanía, un exceso, otra curiosidad, ella siguió aquel anzuelo con suma obediencia, satisfaciendo más que su sed, tal vez se trataba de un antojo, como hombre y como bestia “Un vampiro”, y sin embargo ante la duda, y el drama que todo ello representaba, mantenía una sonrisa llena de elegancia, buscando en cada rincón del cuerpo de la humana, como un turista en tierras nuevas, algo diferente que visitar. Se aclaró la garganta, colocando sus manos, juntas, tras su espalda. Ella seguía allí, como lo había previsto se estaba comportando excelentemente, un corderito directo al matadero.- ¿Tiene nombre esta hermosa criaturita, que esta noche, ha decidido hacerme compañía? –Hablaba con fluidez, dejando que ella decidiera por si sola si debía responder o no.

La luna se encontraba tras él, podía verla reflejada sobre el agua del mar. Era impropio y apresurado, pero tenía pensado montarse sobre ella más temprano que tarde, con suerte ella asentiría como un perro bien entrenado, dándole la oportunidad a él, quizás, de conseguir un poco más de lo que ya buscaba. Una mujer, representaba más que un misterio para su curiosidad, era un experimento para aplicar ciertos métodos, ciertos mitos, como todos, ellas nunca saben lo que quieren ¿Y si no quieren saber que querer? Si fuera así, abría que ofrecerles una idea en aquellas mentecitas para desear y querer. Entonces ¿Qué debía darle para desear, a la desconocida? Parecía un proyecto lleno de ciencia pura y estrictamente profesional. Por el bien de si mismo, y de la ciencia, se dijo, lo haría. Rió bajamente, dejando ver una sonrisa más amplia, descubriendo su identidad a medias, disfrazando unos colmillos con la oscuridad de la noche. - ¿Muda?
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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Miér Oct 13, 2010 5:55 pm

Cuando volví a escuchar la voz de aquel atractivo caballero sentí como si aquella cosa indescriptible que me mantenía con mis sentidos confusos, se desvaneciese permitiéndome tener unos instantes de lucidez. No supe responder en aquel momento a la pregunta que me formuló el caballero, en mi cabeza rondaban preguntas tales como ''¿Por qué me había acercado a él?'' o ''¿Qué hacía sola con un desconocido, en un lugar desolado?''. Hasta ese instante no fui capaz de ver la realidad, la cual me abrumó por completo.

Como si de un gran sobresalto se tratase, empecé a respirar algo agitadamente, ahora ya libre del embrujo del vampiro. Tenía miedo, podía sentir mi corazón bombeando con fuerza mi sangre, palpitando rítmicamente bajo mi pecho haciendo que éste se elevase con cada agitada inspiración de mis pulmones.

Tragué saliva y, con cautela, apoyé una mano en el suelo arenoso incorporándome y sacudiéndome el vestido intentando resultar relajada. Sacudí levemente el abrigo y mi mano y me giré mirando al vampiro sonriendo levemente dispuesta a darle una burda excusa para marcharme de aquel lugar.

Pero entonces, pude vislumbrar algo que me dejó completamente perpleja, la poca luz que había en aquella abandonada playa, me permitió ver de forma intuitiva ¿un colmillo?.
Entrecerré los ojos levemente frunciendo el ceño, sin duda aquello era un incisivo que no poseía un tamaño humanamente natural. Y entonces, el vampiro me preguntó si me había quedado muda.

Tragué saliva, con miedo a aclarame la voz para hablar. No sabía de qué se trataba aquello, pero lo que sí sabía era que todo mi cuerpo podía sentir el miedo paralizante. Un temor a lo desconocido, un pavor que nunca antes había sentido.

Entreabrí los labios dispuesta a intentar pronunciar alguna palabra con sentido, y que resultase creíble, pero sólo pude emitir una serie de sonidos mudos agolpándose en mi garganta, obligándome a sellar mis labios y tragar saliva.
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Mensaje por Luke C. Petersèn Miér Oct 13, 2010 6:25 pm

Solo el silencio se podía escuchar entre las olas y la brisa, interrumpido por la agitada respiración de la rubia, el corazón retumbante y todos sus pensamientos, imaginando mil y un métodos para lograr conseguir todo lo que necesitaba de esa inocente mujer. Cada expresión del dulce rostro de la humana respondía mejor que mil palabras que ella pudiera expresarle, era una idiota, como cualquier homo-sapiens indefenso, que percibe el peligro, que sabe de una u otra forma que tiene el cuello bajo la guillotina, pobre corderito, muy en el fondo quería ser sacrificio para el Dios. Mantuvo una posición firme, dudando si debía hacerla hablar, o pasar directamente al teatro dramático de los gritos, implorando piedad o implorando muchas cosas... Cosas científicamente esenciales para este experimento. De pronto pensó en la biología, detallando una anatomía adecuada para cualquier trato, ¿Cuanto aguantaría? Rió suavemente, caminando hacía ella, paso por paso.- Muy bien, perfecto. Comienzo yo. Mi nombre es Luke Petersèn, Miss -Tomó la mano de la humana, dejando que ella fuera conciente de que la tocaba, para así, pronto, inclinándose levemente, llevándose la mano hasta sus labios para depositarle un beso sobre los nudillos.- Un piacere conoscerti -Se puso recto, acortando la distancia entre ella y él, dejando espacio solo para que pudiera respirar.

Quiso poder interrumpir en la mente de la humana, para deshacerse de toda la curiosidad que llevaba encima, como un mundo sobre sus hombros, otro calvario que tenía que llevar como una cruz, porque era un bebé de 5 años, que tenía que preguntarse cada cinco minutos la última novedad de este cochino mundo. Pero tenía muy claro que el aburrimiento era el personaje principal en esta obra de teatro que tenía por presente, deshacerse de ella tan fácilmente solo traería el fin de un mágico comienzo para una novela de horror, sangre y lágrimas, donde esa rubia sería el mártir, y él tomaría el puesto de avasallador.
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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Miér Oct 13, 2010 6:39 pm

Áquel vampiro avanzó la distancia que nos separaba y mi reacción fue retroceder levemente, simplemente un mísero paso. Porque la maldita curiosidad me hacía querer averiguar qué era ese hombre, y por qué sus colmillos tenían aquel tamaño.

El suave y frío tacto de su mano sobre la mía me hizo estremecerme, pero su voz,... me resultaba realmente atrayente, y ejercía sobre mí un efecto panacea, la perfecta cura para aquel miedo... Como si se tratase de la melodía que podía calmar a una fiera, la voz de Luke calmó mi miedo. Me sentía un poco más relajada, pero mi corazón seguía palpitando frenéticamente, quizás ahora invadido por la adrenalina segregada a causa del miedo.

Sus labios rozaron el dorso de mi mano, y aunque ocurrió simplemente durante unos pocos segundos, aquel breve periodo de tiempo me pasó a cámara lenta, pudiendo sentir una infinidad de sensaciones indescriptibles al sentir aquellos fríos labios, pero a la vez suaves.

Se presentó de una manera totalmente cortés, como un auténtico caballero. Quizás aquello hizo que me relajase más, pues, inocentemente mi cabeza asimiló aquella cortesía con algo bueno e inofensivo.

Sin soltarme la mano se acercó más a mí, su cuerpo rozaba el mío y podía sentir que su pecho no acompañaba al mío en un baile de respiraciones. Bajé la mirada desde sus ojos hasta sus labios unos segundos y volví a alzarla hasta sus ojos - Natasha Trubetzkoy, monsieur - susurré permitiéndole sentir la calidez de mi aliento sobre sus labios, que, al estar tan cerca de los míos podría sentir incluso mi respiración.

Tenía sensaciones contradictorias, estaba relajada, y cómoda, pero por otro lado, en mi interior, estaba aterrada y ansiosa por salir corriendo. ¿Se trataba aquello de la seducción de un vampiro? fuese o no, tampoco estaba dispuesta a saber qué fines tenía para conmigo el vampiro. Aunque, quizás mi cuerpo, sí que desease saberlo. Porque, a fin de cuentas, era una joven humana virginal, que jamás había estado tan cerca de un hombre, y en una situación tan íntima.
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Mensaje por Luke C. Petersèn Vie Oct 15, 2010 6:54 pm

Se dedico a detallar el extraño perfume que expedía el cuerpo de Natasha, embriagador y excitante, tan peculiar como la ternura que se escondía tras esos finos labios, del color de la sangre, rotos por el frío de la noche, y siendo precisos, por la cercanía que tenía de ellos. Alzo la mano mostrándola en alto, dejando que ella la viera con toda claridad, para que no fuera tan inesperado lo que vendría a continuación, después de todo él era un caballero, y no quería permitir que la dama se sintiera incomoda. No iba a permitir que muriera envuelta en dolor y pánico ¿Había oído de la enfermedad de las vacas locas? La muerte esperada, digna de una reina, con gusto aceptaría las gracias. Como lo planeo, dejo que su mano moldeará el contorno del delicado rostro de la humana, acariciándole la mejilla con el dedo pulgar, terminando por llegar a los cortados labios para pasar sus dedos, disfrutando de la textura y del tibio aliento. Lei è bella. Se acercó con más osadía, dejando que su mejilla izquierda tocará la de ella, mientras aspiraba el perfume, llenando sus pulmones por completo.- Que oportuna… Natasha –Le dio un beso en la mejilla, dejando en el aire aquel sonido, de su respiración, al exhalar el aire dentro de sus pulmones. Deliciosa, insensata e incoherente, así era la sangre que recorría el torrente sanguíneo de la muchacha que tenía al frente, mientras ella era calma y pacifica, el corazón latiente dentro de aquel pecho, era victorioso y arrogante, colocándole el deseo en bandeja de plata, como retando a sus propios limites mentales y físicos.

Pensó un poco, pensó en todo lo que tenía a su alrededor, la playa, el lugar que había elegido como un refugio del mundo exterior, se estaba convirtiendo en una escena del crimen. Tomó la mano de Natasha, con una confianza tal, de una amistad de lazos creados desde muchos años atrás, invitándola, o más bien, guiándola para poder meterlos a ambos más hacía adentro del mar.- Ya estamos aquí ¿No cree que deberíamos disfrutar del paisaje, Miss Trubetzkoy? –Dejo que sus manos se atreviesen a colocarse sobre las caderas de la humana, atrayéndola mucho más a él, como una prisión o una cárcel quizás, evitando un no como respuesta de parte de ella.

Se daba cuenta de que su presencia le causaba a la mujer algo más que el simple miedo de perder la batalla, ¿lo había conseguido? Entonces ella debería bajar la guardia ¿Pero si no fuera así? Dudo un poco sobre lo que debía pensar o no pensar sobre esa joven, que a leguas se notaba su corta edad y baja experiencia. Pensar que ella no sabía nada de nada, en todo el buen y no tan buen sentido de la expresión, le causaba una sonrisa maliciosa, deseando poder cambiar la situación, convertirse en un maestro, y convertirla en una excelente alumna. Hizo una media sonrisa, torciendo el gesto acompañado con sus manos, que se ajustaban a la forma de Natasha.
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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Vie Oct 15, 2010 7:26 pm

Me quedé con el cuerpo relajado, pero a su vez paralizado, sin poder dejar de mirar fijamente a los ojos a Luke. Era como si aquella mirada, misteriosa y penetrante, ejerciese algún tipo de embrujo sobre mí. Sin más alzó lentamente su mano casi mostrándomela, como si tratase de pedirme permiso o quizás disculparse por algo que, algo me decía en mi interior, no tardaría en hacer. Y así ocurrió, deslizó sus fríos dedos sobre el contorno de mi rostro con suavidad, acariciándolo con sutileza. Pero el frío tacto de sus manos me hicieron jadear levemente por el contraste de su fría piel sobre la mía cálida, en especial mis mejillas las cuales estan ruborizadas, con una tonalidad frambuesa que me daba un aspecto de porcelana.

Finalmente sentí su mano tomar mi mejilla y acariciar ésta con su pulgar. Mi reacción fue respirar profundamente y cerrar los ojos, agachando levemente la cabeza y pude sentir el aire entre nosotros moverse y el embriagador perfume de Luke más perceptible para mis fosas nasales. Eso indicaba que se estaba acercando, y así fué cuando sentí aquella suavidad, similar a la de la más fina seda o el más suave de los terciopelos, era su mejilla rozándose con la mía. Alcé levemente una de mis manos y la coloqué inconscientemente sobre el vientre del vampiro cerrando el puño sobre su camisa, casi buscando atraerle hacia mí.

¿Qué me estaba ocurriendo? Yo jamás había actuado de tal manera, siempre había evitado éste tipo de cercanías, y cuando se habían producido había escapado airosa de ellas, pues sabía que podía desencadenar actos más íntimos. Y para mí era sumamente importante conservar mi pureza hasta que contrajese matrimonio.

Escuché la voz suave, profunda y susurrante de Luke diciéndome al oído lo oportuna que había sido. No entendí a qué se refería, giré un poco mi rostro abriendo los ojos, y éste posó sobre mi mejilla un suave beso que provocó que todo mi cuerpo se estremeciese, y que la mano que tenía atrapando con suavidad su camisa, se cerrase un poco más.

Tomó mi mano, la que tenía sobre su vientre, con total confianza. Y me invitó a seguirle, invitación a la cual asistí gustosamente. ¿Por qué sentía aquella absurda necesidad de estar a su lado? Había algo en él que me hacía sentirme atraída de un modo distinto al humano.

Y, sin darme apenas cuenta, Luke me guió junto a él hasta dentro del mar, en pleno otoño, con unas bajas temperaturas, y con el agua helada, nos encontrábamos ambos con el agua hasta las rodillas. Podía sentir la humedad salada calar mi ropa, ascendiendo la humedad por mi abrigo y falda del vestido en busca de empapar toda mi ropa.

Escuché su voz de nuevo y miré a sus labios cuando me habló, sintiendo sus manos asir con firmeza mi cadera atrayéndome hacia él, manteniéndome cautiva, a su merced - Hace frío, monsieur- susurré con la voz algo temblorosa, pues mi cuerpo estaba temblando levemente por el frío que el agua estaba causándome, y el tacto de la piel del vampiro no me favorecía mucho. Derepende, Luke sonrió algo maliciosamente, o quizás fue con picardía, y sus brazos terminaron por atraparme contra él.

Alcé mis manos colocándolsa sobre el pecho de Luke, un fuerte y bien formado pecho, algo que denotaba que tenía un físico cuidado. Podía sentir mi labio inferior temblar levemente, dejando escapar entre ambos labios el cálido aliento que dibujaba una leve nubecilla de vaho frente a mis labios.
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Mensaje por Luke C. Petersèn Sáb Oct 16, 2010 10:26 pm

Una solución era lo necesitaba, lo había captado en ese susurro, en esa muy baja petición, así había entendido por las palabras que ella había pronunciado con tan poca claridad, “entonces el Príncipe Petersèn tenía que cumplir el tan difícil y complicado reto, para salvar a la hermosa doncella en peligro”. Parecía todo un cuento de hadas, un tentador sueño que podría destruir. Colocó sus manos bajo los muslos de Natasha, pasando a segundo plano todos los buenos modales que había aprendido en casa de familia, dejándose llevar por una norma de vida "Es mejor pedir perdón, que pedir permiso". Ahora podía alzarla, apartándole el cuerpo de la fría agua, esa que le causaba aquel pequeño inconveniente, culpable de un obstáculo más para ese experimento inevitable, que ahora había encontrado la desesperada solución, y fueron felices para siempre. Se encargo de que las piernas de Natasha se acomodaran alrededor de su cintura, pretendiendo un “agarre” mucho más seguro. Pura seguridad, claro estaba. Ciertamente ella tenía un balance perfecto, muy buenos sentimientos, toda una cajita de Pandora ¿Qué pasaría si la abriera? ¿Muchas sorpresas? La idea ya estaba puesta en la cabeza de la jovencita, algo que desear y querer, era hora de que decidiera si la respuesta iba a ser afirmativa o negativa.

Para él, ella era una desconocida, un ente ajeno a su mísera, imbecil y eternamente simple vida, como para ella, él era un total extraño, quizás un extraño no tan común, un extraño acosador, insistente, con intenciones diferentes y sadomasoquistas, y un sentido del espacio físico algo… defectuoso, Natasha, un libro abierto, que parece cerrado, un acertijo que descifrar, siguiendo textualmente el significado de esa inocente palabra, “una especie de enigma para entretenerse adivinándolo”. Oh dios, se sentía tan maravilloso, como jugar al gato y al ratón, acariciando el asqueroso pelaje de la rata con las garras bien abiertas, un mal ejemplo tal vez, pero una linda comparación, algo que solo lo llevaba a la conclusión de: Hay que aprovecharse de los débiles, son adorables mascotas.
Su mirada estaba fija sobre los ojos de Natasha, eran tan dulces como ella misma, demostrando timidez… inocencia… Transparencia ¿Realmente estaba conciente de lo que él hacía? Se vio preocupado por la salud mental de la humana, ¿Una jodida adicta a la adrenalina? Entrecerró los ojos y como de costumbre la pregunta menos obvia, pero más frecuente en su interrogatorio nocturno vino a su cabeza- ¿Quién-es-usted? –Enfatizo con la duda llameando en sus ojos celestes, escapándosele una sonrisa digna de un atractivo sobrenatural, y al fin y al cabo así lo era.

Bajo la mirada con descaro hasta posicionarla sobre los redondeados pechos de la rubia, afincando su intensa mirada entre varios pensamientos insanos, al igual que, ampliando, la sonrisa que mantenía sobre sus labios, osada y llena de la más elegante picardía.- Esta barrera… Tanto protocolo inútil y despreciable, ¿De verdad quiere conocerme? No lo creo… Dígame ¿Quiere que la toque… quiere que la toque allí? –Sus ojos seguían en la dirección de los pechos de Natasha, claramente demostrando el lugar a el que él se refería. Unas palabras duras para traer nuevamente a la tierra a la bella durmiente, esperaba una expresión alucinante, fuera de lugar, indignación, desespero, hasta un golpe de parte de la humana, un torpe intento de escape, para salir furiosa de entre sus brazos, para escapar de la melodiosa realidad vil y pervertidamente divertida. ¿Un acoso? ¿Un abuso? No, era ponerle la verdad en un letrero de letras rojas, inclinándose levemente, para omitir ciertos detalles, solo unos cuantos detalles. Tales como, sangre, sangre y… ¿Sangre?

No esperaba un verdadero final feliz para todo el parapeto que había decido montar, pero tenía que admitirse a si mismo, hubiera deseado nacer ciego, solo para que el misterio de “Natasha” durara por más tiempo, de lo que ahora, esperaba que fuese. De esos labios, por las buenas o por las malas, saldrían todas las respuestas que él buscaba de ella, más temprano que tarde, suponía. Que así sea, dijo cristo.
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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Dom Oct 17, 2010 1:53 pm

Aún invadida por aquel extraño cúmulo de sensaciones y emociones, sentí las osadas manos del vampiro deslizarse por el perfil de mis caderas dibujándolas, descendiendo vertiginosamente por mis firmes muslos. En ese instante no supe cómo reaccionar, simplemente me quedé paralizada mirándole a los ojos. Sólo abrí los ojos un poco más de forma expresiva, la cual denotaba mi sorpresa por la osadía del joven caballero.

Las manos de él oprimieron levemente mi piel y mi reacción, finalmente, fue empujarle con suavidad para apartarme. Pero él parecía tener otros planes, agarró con firmeza mis muslos y me levantó en volandas. De mis labios salió una pequeña exhalación, a la par que mis manos apresuradas se agarraron a sus hombros con el temor de caer. Y, aunque Luke me sujetaba con firmeza, apreté mis piernas alrededor de su cadera, como si fuese una niña pequeña que tiene miedo a caer. Le miré nuevamente a los ojos con timidez, y sin poder evitar esconder el rubor de mis mejillas el cual era un claro indicio de la vergüenza por la que estaba pasando. Ni mi propio hermano me había cogido en volandas nunca, no al menos desde que mi cuerpo y el suyo empezasen a desarrollarse, pues éste tipo de situaciones podían desencadenar otras situaciones más íntimas, más comprometedoras, y quizás… menos deseadas por alguien tan joven e inexperto como yo.

Necesitaba escuchar alguna palabra, algo que me ayudase a entender qué estaba ocurriendo, una simple explicación. Pero no obtuve eso, finalmente Luke se pronunció abriendo otro gran interrogante, ¿quién era yo?.
Dibujé una línea recta en mis labios apretándolos ligeramente intentando encontrarle un sentido a aquella pregunta, ¿a qué se refería? Tragué saliva y respiré profunda y pesadamente, aunque algo entrecordamente por el nerviosismo que invadía mi joven y tierno cuerpo – Natasha Trubetzkoy - respondí con un hilo de voz, sintiéndome algo presionada por su impertividad en la pregunta, aunque su sonrisa, seductora y serena me hacía sentirme algo relajada, como si aquella situación fuese parte de un sueño, más que de una realidad.

Noté su mirada desviarse hacia abajo y trate de seguirla con la mía propia hasta que me percaté de que estaba observando mis pechos, los cuales estaban oprimidos bajo el corsé del vestido. Y al llevar el abrigo medio abrochado, se podía observar un perfecto y redondeado escote, capitaneado por dos turgentes y sonrosados pechos, palpitantes de vida. Escuché sus palabras, las cuales me resultaron totalmente obscenas y descorteses, por lo que llevé una de mis manos a mi pecho cubriéndolo con el abrigo.
Aflojé mis piernas para bajarme, provocando que las manos de Luke se deslizasen por mis muslos hasta mis glúteos, cosa que me resultó aún más incómoda.

Empujé con mi otra mano el pecho del vampiro gimiendo levemente para que me soltase. Pues, aquella situación estaba empezando a despertar en mí un miedo que nunca antes había conocido. Quizás más que miedo, fuese el claro instinto de supervivencia que empezaba a aflorar, siendo consciente del peligro que estaba corriendo.
-Suélteme, déjeme marcharme, no tengo nada que ofrecerle- respondí intentando en vano liberarme de sus manos. Aún por lo delicado de la situación, seguía manteniendo el respeto hacia él, pero sin duda, no tomaría reparos a la hora de defenderme con uñas y dientes si Luke trataba de propasarse conmigo.

Había algo en mí que no permitiría que nadie me hiciese nada que realmente no desease, aunque la pregunta verdadera sería… ¿realmente no deseaba que Luke tocase mis pechos? ¿O quizás, besarme?
Cierto era que era atractivo, de hecho era uno de los hombres más atractivos que había visto en mi vida, pero había algo más en él que me atraía, algo que realmente no podía lograr entender o asimilar. Quizás fuese ese poder que ejercía sobre mí, haciéndome sentir lo vulnerable que podía resultar en sus manos, lo frágil que era.
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Mensaje por Luke C. Petersèn Lun Oct 18, 2010 4:45 pm

Como lo esperaba, ella estaba intentando deshacerse de su agarre, el sentido común gobernaba la inocente mente de Natasha, falta de visión, de coraje. Podía sentirlo en cada palpitar del corazón retumbante de la humana, ella no quería estar lejos, quería estar cada vez más cerca. Por su parte, él tenía otros intereses, ahora, deseaba sacarle la verdad aunque fuera a la fuerza, ella tendría que ser sincera, aunque tuviera que ofrecerle la muerte como amenaza. Camino poco a poco, disfrutando de cada paso sobre la arena, ligada con la fría agua que llegaba hasta sus rodillas, bajando cada vez más hasta volver a llegar a la orilla de la playa. Cayo de rodillas, lanzándose prácticamente sobre la planicie que antes tenía bajo sus pies; sus brazos fuertes y amplios se encargaron de mantener a Natasha ajustada a él, ahora, acostándola sobre la arena, para colocarse sobre ella como un cazador, un león buscando alimento. Sonrió con cierto aire de juventud, sinceramente excitado ante toda la trama de la obra después de comenzar, ser un total dictador era parte de la historia, negándole la posibilidad de elegir entre irse o quedarse. Cerró los ojos poco a poco, apoyando su frente contra la de ella, sintiendo bajo su cuerpo el palpitar del corazón de la humana tan vivo como si estuviera naciendo una vez más. Descansó sus manos sobre los pechos de Natasha, terminando por arrebatarle con brusquedad el abrigo con que cubría semejante tesoro. Sus manos se amoldaron a la forma de los pechos, y apretaron con descaro sin importarle que ella hubiera ignorado su propuesta, aprovechando que las piernas de la mujer seguían rodeando su cintura, para pegarse contra ella, en aquel espacio que dejaba, casi como si hubiera sido hecho para que él estuviera allí.- Lo… siento… -Se disculpo con una sonrisa, tal vez, hipócrita, aún señalando la malicia y la picardía que sentía hacía Natasha, temiendo ahora más, por su propia seguridad que la de ella misma. Affascinante.

Lo había sospechado, la textura, la forma del abultado pecho de la humana, solo podía causar en él un deseo absoluto, deseaba tocarlo con la punta de su lengua, y ahora que lo podía sentir en sus manos, deseaba mucho más, ver, sentir, y gozar.- ¿Realmente usted, quiere irse? Tan… pronto –Suspiró como si la pena lo invadiera de corazón y mente, y lo hacía ciertamente, puesto que, aunque no pareciera, para él, si era importante este “ahora” y dejarlo pasar sería más descortés que el mismo hecho de que mantuviera sus manos sobre los senos de Natasha. ¿Quién cazaba a quién? Decidió que desde ahora sería un iluso, y cada cosa que tocara, la culpable sería la inocencia de lo más profundo de su ser, que no sabía ni siquiera lo que él mismo hacía, y por lo tanto era libre de todo pecado que se le acusase. Dios protege al inocente ¿no?
La enfrento, mirándola directamente a los ojos sin temer a ningún reproche, divertido con cada reacción de parte de la muchacha, de pronto, pareciendo más serio de lo común, rozándole los labios apenas un poco. Aparto una mano de aquel trono donde quería seguir gobernando, para volver acariciarle la mejilla, dejando que sus labios se fundieran contra los de ella, hundiéndole la lengua dentro de la boca, buscando respuestas mudas y sinceras, o quizás una señal que le anunciara que realmente podía continuar. Como un juego de mayores, con una simpleza, suspicaz y ventajosa, ya le había propuesto un plan de ataque, llevando sus manos otra vez hasta los muslos de Natasha, deslizándolas bajo la falda del vestido, tan lentamente que parecía más un halago que una caricia, para acoplar perfectamente las piernas de la humana con su propia cadera.

Una estrategia. ¿Esto era una guerra? Pero en las batallas siempre hay un bando perdedor, ¿Quién perdería y quién debería? Los iguales no son validos en una lucha frente a frente, ¿Y si ella se rendía por decisión propia? Entonces él sabría que hacer, y el mandato de todo un conquistador sería reclamar sus nuevas tierras. Sonrió contra los labios de Natasha, disfrutando de la filosofía y los giros que podía dar su mente, imaginando el cuerpo de esa mujer como un paisaje totalmente inexplorado ¿Lo era? Se separó, inevitablemente, alzando una ceja.- ¿Eres casta? –Dijo tuteándola, sin protocolo, sin anestesia, necesitaba la respuesta. Ahora.

Ahogo un gruñido, y con fortaleza, apretó la quijada evitando amenazarla con sus colmillos, como si fuera realmente preocupante que ella fuera virgen ¿Por qué? ¿Debería darle importancia a un cuerpo puro o usado, que al fin y al cabo llegaría a lo mismo? A pesar de ser si ó no, la respuesta de la joven mujer. Pero dentro de si mismo deseaba castigarla, sacando su lado más católico, por la imprudencia de no ser casta y llegar a él sin darle la oportunidad de deshacer aquel encanto, apoderarse de ello, y convencerla de… ¿De que? Juzgo bien, juzgando como los hombres, y viendo en ella la timidez de una mujer fiel a sus propias costumbres, de equivocarse sería idiota. Volvió a sonreír, bipolar y cambiante, queriendo desnudar hasta la purísima alma de Natasha, y recorrerla con sus dedos, hasta llegar a lo más profundo de ese hermoso ser ¿Doble sentido? Jamás, que indignante.- Dímelo… Quiero oírlo –Como si hubieran platicado por horas y horas, el atacaba con una insistencia totalmente fuera de lugar, atreviéndose, pareciendo y siendo él mismo en todo el contexto que conllevaba ello.

Podía ver las mejillas sonrojadas de Natasha, hirviendo bajo su tacto, sintiendo cada vez más presente la sed dentro de su garganta, deseando ver la imagen de aquel ángel caído del cielo, con los labios manchados de sangre, una espalda encorvada, y alucinando por el mismo dolor de un placer inolvidable, una pintura mágica y satisfactoria, él deseaba pintarla, dejándole su marca inconfundible y eterna. Pero si Adán calló en manos de la fruta prohibida, ¿Por qué no seguir su ejemplo? Y disfrutar del pecado… Pintando trazos sobre un lienzo en blanco.
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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Lun Oct 18, 2010 7:28 pm

¿Tan bizarra era? No sabía que en mi naturaleza interior éste tipo de situación me excitase. Mi mente buscaba cualquier método para liberarme de aquel hombre, pero mi cuerpo… claramente me pedía seguir a su lado, seguir sintiendo la frialdad de su nívea piel. Jamás había sentido nada así, ni tampoco me había encontrado en una situación similar.
Las firmes manos del vampiro sujetando mis nalgas me arrancaron un leve gemido, un gemido ahogado, procedente de lo más profundo de mi garganta, como una exhalación de aire, como un jadeo. Y ahí estaba mi corazón latiendo a marchas forzadas, rindiendo al cien por cien, disfrutando y transportando por todo mi cuerpo aquella adrenalina que estaba sintiendo recorrer mi cuerpo y que, en cierto modo , estaba haciéndome sentir tan excitada.

Pero no era una excitación sexual lo que sentía en ese preciso instante, en parte lo era, pero en su mayor parte era la excitación que me causaba aquella situación, estar así con un desconocido, que parecía desearme. La primera vez que podía sentirme realmente deseada por alguien, de un modo que me aterraba, pues no podía dejar de pensar en lo vergonzoso que resultaría si éste tipo de situación llegaba a saberse en casa. ¿Qué me diría mi madre? ¿A caso me tendría como una repudiada? Seguramente acabaría diciéndome que me lo había buscado por salir sola en un lugar desconocido y en plena noche.

Los pasos de Luke me hacían retroceder de forma torpe, viéndome obligada a volver a alzar mis piernas y enroscarlas en la cadera del joven vampiro, buscando una sujección firme a la que asirme. Justo cuando salió del agua, a pocos pasos de la orilla, cayó de rodillas, sujetando mi cuerpo firmemente. Aquel brusco movimiento me provocó agarrarme a él de un modo totalmente cobarde, con miedo, agarrándome a su cuerpo con el temor de caer y hacerme daño, realmente, Luke hacía sentirme con una fragilidad que jamás hubiese imaginado que podría llegar a tener.
Sentí una de las manos de él ajustarse a mi espalda y seguido de ese acto, sentí cómo se inclinaba hacia mí dejándome sobre la arena de un modo suave, totalmente contradictorio a la rudeza con la que me había agarrado las nalgas. En cuanto me recostó en la arena, aflojé mis brazos dejándolos sobre sus hombros y relajé mis piernas apoyando uno de los pies sobre la arena y estirando parcialmente la otra pierna, dejando hasta la altura de la rodilla, mi pálida y noble piel al descubierto, húmeda, y llenándose de la fresca y seca arena.

Como si de un depredador se tratase, se recostó sobre mí. Aquel gesto me dio algo de temor, y descendí con mis manos apoyándolas sobre su pecho para apartarlo un pocop de mí y guardar una cierta distancia entre ambos.
¿Y cuál fue su respuesta? Una simple y seductora sonrisa, y una mirada que me hizo sentirme realmente pequeña en ese instante, una mirada penetrante que vi acercarse a mí y apagarse lentamente hasta que cerró los ojos apoyando su frente contra la mía.
Paradójicamente, me resultó un gesto bonito, incluso romántico. Imité su gesto y cerré yo también mis ojos respirando profundamente, hinchando de aire mis pulmones, llenándolos con el aroma tan sutil y atrayente que destilaba el vampiro. Al exhalar el aire, no pude evitar hacerlo profundamente, produciendo un leve gemido de placer, atreviéndome a rozar con mi nariz la del caballero.

Pero nada que pudiese resultar románticamente agradable, parecía que fuese a durar aquella noche. Luke tuvo que romper el encanto del momento y, ignorando la barrera que mis manos habían creado entre ambos, avanzó con sus manos, con brusquedad y firmeza sobre mis pechos arrancando literalmente los botones del abrigo, liberando de algo de opresión mis pechos, los cuales seguían ocultos bajo el corpiño del vestido, aunque al estar tumbada, quedaban bastante más sueltos y manejables. Un pequeño grito salió de mi garganta intentando apartar sus manos de mis pechos. Pero su firmeza y determinación, añadiendo a eso el roce de su cuerpo con el mío, me excitaban, y mi cuerpo, claramente pedía más. Aunque yo intentase negármelo, era la realidad, y estaba convencida de que Luke sabía leer las respuestas que mi propio y traicionero cuerpo daban.

Apretó con mayor firmeza mis pechos, y gemí nuevamente intentando removerme bajo su cuerpo, consciente de que mi mente me decía que aquello no era lo que quería. Aunque mi cuerpo me decía que sí, que era exactamente lo que ansiaba, pero sabía que no quería que ocurriese de un modo tan brusco… Aunque otros lo llamarían pasional.
Los labios de Luke susurraron sobre los mios un claro ‘’Lo siento’’, aquellas palabras me hicieron cerrar los ojos y desistir en mi intento de liberarme de él ¿me estaba creyendo su disculpa?.
Intenté relajar mi cuerpo, aunque era una árdua tarea, y le miré a los ojos intentando descifrar si eran ciertas o no sus palabras.

Y de nuevo vinieron aquellas incómodas preguntas del ser sobrenatural, preguntas a las cuales no tenía respuesta. Así que ésta vez, simplemente le miré a los ojos callando, evitando hacer más el ridículo con un inutil balbuceo que parecería más típico de un bebé, que de una joven. Su mirada se tornó seria, igual de profunda y misteriosa que antes, acercó sus labios a los míos rozándolos, haciéndome suspirar casi anhelando sentir un beso de aquellos labios.
Bajé un poco la mirada terminando por cerrar los ojos, disfrutando de la suavidad del roce de sus labios sobre los míos. Finalmente sentí su mano aflojar uno de mis pechos y posarse con suavidad en mi mejilla acariciándola, volviéndome a hacer suspirar. Aquel chico terminaría volviéndome loca, en un segundo actuaba de forma suave y sutil, y al otro segundo era brusco y tosco.
Entreabrí mis labios en respuesta a su caricia, sintiéndolos temblorosos, por el frío y en parte por el miedo y nerviosismo que tenía en mi cuerpo. Apreté un poco mis labios para cerrarlos y tragar saliva, y justo cuando fui a abrirlos para decir por primera vez algo sincero, Luke se encargó de callarme dándome un beso que sin duda encendió todo mi cuerpo, desde mis ruborizadas mejillas, hasta mi más pura intimidad.

Sentí la húmeda suavidad de su lengua moviéndose dentro de mi boca, rozándose con la mía haciéndome suspirar y gemir de un modo tímido y reprimido. Aquel beso era exactamente como había soñado que sería mi primer beso, sólo que quizás no fuese bajo éste mismo contexto. Algo torpemente intenté seguir su juego seductor, moviendo mi lengua para acompasarse a los suaves movimientos de la suya. Estaba concentrada, quería aprender de aquel maestro, inconscientemente alcé un poco mi pecho acercando más mi cuerpo al suyo, como si tratase de encontrar en él un calor inexistente, aunque, claramente, era él el que se estaba beneficiando del calor intenso que desprendía mi vivo cuerpo.

Finalmente su otra mano liberó el pecho que seguía aprisionado. Pero las manos de Luke parecían tener unos nuevos planes, una nueva ruta que trazar con sus suaves dedos. Sentí cómo se deslizaban por mis costados, dibujando mi esbelta figura, descendiendo por mi cadera y recorriendo mis muslos, alzándomelos con suavidad para que enroscase las piernas en su cadera.
Entendí perfectamente que aquello era lo que deseaba que hiciese, y casi de forma sumisa accedí, porque, ¿qué había de malo en besarse con alguien? No había nada malo, estábamos solos, nadie podría acusarnos de nada, y era de buen saber que las mejores historias de amor y pasión, empiezan con atracción, y siguen con besos y caricias que van volvíendose cada vez más intímas.

No pude contenerme más, aquella situación estaba despertando en mi interior sensaciones que nunca antes había sentido, un tipo de excitación distinta a cualquiera sentida con anterioridad, así que separé levemente mis labios de los de Luke, permitiéndole tener mi labio inferior y lengua en contacto con sus labios y suspiré levemente contra sus labios.
Su respuesta fue una sonrisa, la cual pude sentir dibujarse sobre mis propios labios que atraparon el labio superior de él unos segundos antes de separarse para mirarle a los ojos.

La pregunta se hizo esperar, pero finalmente ahí estaba, el tabú de mi cuerpo, mi honra, mi castidad, mi virginidad.
Aparté la mirada hacia un lado avergonzada, ¿se terminaría todo aquí dependiendo de mi respuesta? No podía mentirle, pero temía que si le decía que jamás había sido tocada, esta situación terminase en algo de lo que pudiese arrepentirme en un futuro. Pues el privilegio de ser la primera persona en beneficiarse de mi cuerpo, era algo que quería reservar para mi futuro esposo, el cual aún no tenía ni por asomo. Quería que mi regalo de boda fuese ese, entregarle mi virginidad, y llegar virgen al altar.
Sentí su mandíbula tensarse, quizás molesto, quizás amenazante, no sabía ciertamente qué significaba aquel gesto, pero lo tomé como si me quisiese obligar a decírselo. Y sin más, volvió a sonreir, dejándome totalmente desconcertada. Sus nuevas palabras me sonaron imperativas, casi obligándome a responderle, así que, para no parecer una chica muda, bajé la mirada algo avergonzada y tímida y respondí finalmente –Jamás he estado con un hombre… Creí que lo habría deducido al besarme…- Susurré hablándole de forma respetuosa.

Ahora sólo me quedaba prepararme para la reaccióndel vampiro, y sólo deseaba que fuese algo que nos gustase a ambos, algo de lo que no pudiese arrepentirme en un futuro, ni en un presente.
Miré sus ojos en silencio, temerosa por su pronta reacción, pero también con un brillo especial en los ojos. Afortunada de mí, pues tenía sobre mi cuerpo al más portentoso cazador del plano mortal e inmortal, deseando mi cuerpo y quizás algo más.
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Mensaje por Luke C. Petersèn Dom Oct 24, 2010 11:19 am

Sorpresivamente el rechazo de ella ante tanto ajetreo, fue casi nulo, inexistente, básico. Perfecto. Se detuvo un momento para mirarla a los ojos, quizás, tratando de demostrarle que no le iba a “hacer ningún daño”. Acostó su cabeza en el pecho de Natasha, escuchando el latir de un corazón vivo y exaltado; aún se permitía mirarla de vez en cuando, alzando levemente la mirada para estudiar cada una de las reacciones de la humana. Dejo que una de sus manos se apartara del contacto de la suave piel sobre los muslos de la rubia, solo para acariciar suavemente el abdomen de Natasha, siendo lo más dulce y atento que su tan cautivador ego lo permitió, deshaciéndose con la otra del corset, que ahora, hacía de intruso.- ¿Por qué sentir miedo hacía este humilde servidor? Esto no es lo que quieres ¿Cierto Natasha? Esto es lo que deseas… -Tomó la mano de la mujer, llevándola hasta sus labios para besarla, siguiendo recostado del pecho abultado de la humana. Hundió el rostro, escondiéndolo en ella, aspirando aquel delicioso perfume, más claro, más… atractivo.- Confía en este extraño. Te prometo…. Le prometo, esta será la mejor noche de su vida –Un beso más fue dejado sobre el pecho de Natasha, volviéndose alzar, para dejar sus rostros frente a frente.
Podría decirse que la adrenalina corría por sus venas, junto a la sangre infectada con el virus de la inmortalidad, era por ella, en cada no y en cada si, encontraba otra razón para seguir allí, sobre ella, siendo el acosador número uno de Natasha Trubetzkoy. Un símbolo de orgullo, para él, un obsequio entregado desde esas perfectas manos. El ángel respondió, haciéndolo suspirar, viendo en el aire la blancura del propio. La respuesta que esperaba había sido expresada, trayendo la calma, el ying y el yang, de nuevo a su cuerpo. Desde allí, donde estaba, ella lucía como una perfecta estatua, hecha por la divinidad milagrosa de los propios cielos, el cuerpo que yacía bajo él, acompañada con una tierna mirada de una princesa imaginaria, desbordando gracia por todos lados. Lindo poema, linda historia, pura imaginación, puesto que, se trataba de una mujer que miraba a un hombre, ¿y se quieren mucho, mucho, mucho? Así se reproducen los animales ¿no?

Egoísta, caprichoso, necio, idiota. Lo tenía tan claro, él sentía por ella un deseo de adquisición, como si se tratara de un objeto, de algo que pudiera obtener. Enfermo. Natasha era un ser, que podía sentir, que podía respirar, con todo y todas las maneras de persuasión que pudiera tener, ella al final, decidiría su propio destino. Pero seguía queriendo ser dueño, de lo que no puede tener dueño. Su respiración se volvió corta y apaciguada, disfrutando de cada bocana que podía hacer, para conseguir el ¿sabor, el color? ¿Qué era aquel aroma? Lo necesitaba, como un borracho a su alcohol, como un ninfomaníaco a su puta, como el rico al oro, como cada uno de nosotros necesitamos el aire para poder continuar viviendo. Fundió sus labios contra los de ella, arrebatándole el aliento de un solo golpe, mientras su lengua volvía a acariciar la de ella, dejando que sus colmillos rozaran la comisura de los labios de la humana, para hacer unas pequeñas heridas sobre estos, permitiéndole saborear la preciada sangre de Natasha. Nunca se había olvidado de su lado más sadomasoquista, mezclando la bestialidad de una herida con el más suave y tierno beso. Siguió la forma del rostro de Natasha, besándole la mejilla en búsqueda del cuello, para así, también besarla, pasando su lengua de abajo hacía arriba, poco a poco, disfrutando del palpitar de la yugular contra su boca. Sus manos terminaron el trabajo tan especial que les había encomendado, dejar los pechos de Natasha libres ante él, por él y para él. Mientras su cuerpo empujaba hacía adelante, acoplándolo al de ella, sintiendo los senos de la rubia contra su pecho; tomó las manos de la humana que seguían apoyadas sobre su pecho, no estando seguro si lo empujaban o lo jalaban para que estuviera más cerca, terminando por atarlas, siendo lo más sutil que su perfecta coordinación permitía, dejándolas a cada lado, tomándolas de las muñecas para sostenerlas con firmeza.

En el exterior se oía el tronar de los cielos. Empezó a preguntarse, ¿Si Hades secuestro a Persefone, porque Luke no puede secuestrar a Natasha? El rocío se hizo presente, sintiendo las pequeñas gotas, eran pocas, pero caían desde las nubes hasta la tierra, anunciando la llegada de una pronta lluvia. Miró a su alrededor, era solo mar y arena, no podían ir a cualquier lugar, ni refugiarse de la nada, pero seguía allí, sin moverse, y sin inmutarse. Pero ¿Qué pasaría con ella? A diferencia de él, su resistencia era mínima, se veía tan hermosa y vulnerable al mismo tiempo, y por un momento, lo hizo sentir un héroe salvador. Él mismo, que era inmune a todos los cambios climáticos, podía sentir el frío congelante llegando con la brisa. Ella seguía con el abrigo de piel bajo su espalda, evitando el contacto del frágil cuerpo con el helado terreno.
El frío cada vez iba aumentando más y más, él temió por la salud de la humana, decidiendo que debía preservarla por un tiempo más. ¿Estaba preocupado? Que imbécil- ¿Quieres que te desnude aquí, o prefieres, por tú bien, que te lleve a mi casa? –Sabía que era un atrevido, que osadía, que indignación, oh por dios, y sabía que ella, probablemente, estaba aguantando mentarle la madre y ofrecerle una buena cachetada, pero no podía evitar sonreírle con la expresión más divertida que podría tener, volviéndola a besar sobre los labios, siendo corto y fugaz. Rió suavemente, desesperándose por una respuesta.- Por favor… -Le susurro con una sonrisa, sonando como un niño pequeño e inocente.

Ciertamente, esperaba que asistiera, que no le fallara, por supuesto, que fuera buena chica y asintiera, arriba abajo, abajo arriba, solo y únicamente para él, pero… en lo más hondo de su ¿corazón? Podía sentir que se negaría, owww no, lo destrozaría. Empezaba a esperanzarse. Trato de convencerla, dejando que sus labios tocaran los de ella una vez más, mirándola a los ojos fijamente, esperando que se conmoviera de ese pobre ser. No podía ser que ella marcara fin a una trama bien elaborada, porque no había fin para una buena historia, solo comienzo de un nuevo capitulo, sincerándose, ahora la curiosidad pasaba a segundo plano, porque realmente, si quería estar allí, junto a Natasha. Escabulló una de sus manos, tomando las dos muñecas de la humana con una sola, otra vez, metiéndose por debajo del vestido, recorriendo la arena entre las piernas de la humana, y al final del recorrido colocarle la mano sobre el vientre, mientras rozaba con su nariz la de ella, en un gesto tan ilógico como el hecho de que estuvieran tendidos sobre la arena, sin siquiera conocerse.
Ella lo había encontrado, y él simplemente había actuado, ¿destino o coincidencia? Sea lo que sea, jugaba, y al mismo tiempo no sabía jugar con ella ¿No sabía o no quería? Tantas dudas divididas en dos, un tormento que para él, era el vivir de día a día. La curiosidad de saberlo todo.

¿Ella se abría imaginado este arte de los encuentros fortuitos? Por lo que sabía, era una niña de su casa, cuidada, y criada bajo los votos y costumbres de la buena fe, una muñequita de porcelana, dispuesta a dar toda una juventud de felicidad y de experiencias placenteras, por culpa de aquel lavado de cerebro. La mujer perfecta ¿Quizás? ¿Así debía ser la mujer perfecta ante los ojos de los hombres? No para él. Se sintió misionero, predicando la verdadera palabra, sintiendo el deber de enseñarle lo que es realmente vivir, a esa pobre muñequita atrapada en su jaula de oro, y atada con cadenas de cristal.

A pesar de todo, cuando ellos dos se levantaran, la forma que había quedado marcada en la arena, se iría, arrastrando el recuerdo por las olas del mar. Como si nunca hubiera pasado nada, se olvidaría, se marcharía, ¿Nunca regresaría? Pero negaba a esa posibilidad, deseando todavía ser dueño de Natasha. Cerca, más cerca, inclinándose mucho más hacía ella, solo eso necesitaba, estar más cerca. Por fin se formulo la pregunta correcta ¿La dejarás ir? Nunca, respondió una voz que sonaba igual que la suya, pero no era él… Era…
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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Mar Oct 26, 2010 5:44 pm

Cuando Luke recostó su cabeza sobre mi pecho, cerré los ojos aspirando profundamente, llenando mis pulmones de aire y sacándolo lentamente. Aquel gesto me resultó tierno, incluso se me antojó acariciarle el pelo. Cosa que hice, pues alcé levemente una de mis manos y acaricié con suavidad el pelo de él notando en éste una suavidad y sedosidad que indicaba que se cuidaba con especial atención su higiene personal.
Una de sus manos se aventuró de manera ascendente por mi cuerpo posándose sobre mi vientre, bajé la mirada hasta su mano y luego busqué con necesidad sus ojos. Quizás buscaba en ellos un atisbo de complicidad, o quizás amor.

Inocente de mí, creyendo o intentando autoconvencerme de que alguien como Luke podría tener sentimientos de amor hacia mí. Posiblemente él sólo viese en mí lo que muchos otros hombres habían visto, un cuerpo hermoso, virginal, intacto, totalmente nuevo. Era como si yo fuese una muñeca de fina y delicada porcelana, aún envuelta en su embalaje original, sin mancillación alguna.
Temo a lo desconocido…- susurré en una exhalación de aire, pesada y nerviosa. La otra mano de Luke se entretuvo en desabrochar cada uno de los cierres del corsé aflojándolo, dejando mi torso cubierto por la fina tela de la camisa interior, una típica camisa que llevaban las mujeres de época, que era muy similar a un vestido lencero, o a un camisón lencero.

Tomó mi mano y se la llevó a los labios, besándola con deliberación, aquello me excitó, no pude ocultarlo, un suspiro salió de mis labios haciéndome morder mi labio inferior, sintiéndome seducida por el vampiro. Y sin más, el rostro de Luke se vio oculto entre mis pechos, sintiendo la frialdad de su piel contrastar con la ya muy cálida piel, que desprendía aquel calor humano del cual no disponía Luke, pero que en lo más profundo de mi ser, deseaba compartir con él.
Sus palabras me devolvieron a la realidad, y su delicado beso en mi pecho me ascendió hasta el cielo. Suspiré intentando relajarme, pero a estas alturas a mi cuerpo le costaba volver a un estado más relajado y sereno- Monsieur… – susurré deslizando mi mano por sus cabellos atrayéndolo levemente hacia mí de manera inconsciente.

El imponente amante se incorporó nuevamente, descansando con livinidad su cuerpo sobre el mío, ejerciendo una leve presión que me permitía sentirme como si le perteneciese, como si yo fuese su presa, sin escapatoria alguna. Aunque, si de verdad quisiese escapar, ya lo habría intentando por todos los medios, pero yo seguía ahí, quieta, disfrutando de cada gesto del vampiro, deleitándome con sus movimientos y hechos, que hacían vibrar mi cuerpo a cada segundo que pasaba.
Le miré fijamente a los ojos, aún con temor en ellos, con temor a lo desconocido, a lo que pudiese pasar. Viviendo el momento ajena a cualquier cosa que pudiese pasarme, él podría llevarme por un camino de placer, o por un camino tortuorio, la pregunta era, ¿podría llevarme por un camino de amor? Eso era lo que necesitaba para liberar mi cuerpo, para entregarme por primera vez a un hombre. Necesitaba sentirme querida, amada, necesitada, saber que él estaría a mi lado hasta el fin de nuestros días… “Hasta que la muerte nos separe”…

Aquella mirada se me antojó inocente, inocente por primera vez, como si realmente el vampiro no desease hacerme mal, sino todo lo contrario. Me inspiró cierta confianza, quizás fuese efecto de aquellas fuerzas místicas que ejercían sobre los humanos, en especial sobre humanas inocentes de mente como yo. Dibujé en mis labios una curvatura similar a una tierna sonrisa, y alcé mi mano rozando con mis dedos el contorno de su rostro, siguiendo con mi mirada cada una de las curvaturas que mis dedos dibujaban.

Pasión, aquella era la única palabra que vino a mi mente cuando me quedé totalmente indefensa ante la fogosidad del beso de Luke, sus labios besaban los míos de un modo que me arrebataba hasta el último de mis alientos, obligándome a resistirme por pura necesidad, para poder respirar. Pero si fuese capaz de vivir sin el aire que tanto necesitaba, de seguro que mis labios no habrían luchado por apartarse en busca de ese tan preciado elemento natural.
Una de las veces que volví a fundir mis labios con los de Luke, sentí dos leves punzadas en la comisura de mis labios que me hicieron gimotear levemente, como un cachorrito indefenso al que le pisan el rabo. Instintivamente me separé un poco, pero la insistencia de los besos de él me llevaron a entregarle nuevamente mis labios. Por unos instantes sentí como si succionase mi labio inferior, como si quisiese sacar sangre de aquellas dos heridas que me llenaron la boca con un peculiar sabor metálico, supuse que formaba parte de su juego.

Los labios de Luke descendieron por mi mejilla y mandíbula, permitiéndome finalmente recuperar mi aliento. Sin haberme dado cuenta, mi cuerpo se había amoldado al suyo, se había acoplado a la perfección buscando una postura relajada y cómoda.
Sus labios siguieron un recorrido firme, directo, como si ya lo tuviese trazado en un mapa dibujado sobre mi cuerpo. Y finalmente, sus labios llegaron a mi cuello. Entreabrí al sentir su lengua fría y húmeda dibujar trazos suaves sobre la piel de mi cuello, casi obligándome inconscientemente a estirarlo e inclinar mi cabeza permitiéndole acceder más facilmente a mi yugular. Era algo realmente placentero, debo admitirlo, habías estado ciega durante toda mi vida, aquello era algo que no debería ser vetado a las jóvenes… Pero, si tan placentero era, ¿sería pecado?

No pude contenerme más, mi respiración ya era todo jadeos y suspiros. Deslicé mis manos por sus hombros hasta su pecho, cerrando levemente mis manos sobre la camisa del vampiro, moviendo inconscientemente mi cuerpo bajo el suyo. Sus manos, vertiginosas, siguieron el plan que el capitán del navío les había encomendado y terminaron por desabrochar los botones de la camisa interior dejando mis turgentes pechos al descubierto, siendo azotados por el frío aire de otoño.
Mi piel se erizo, y mis senos respondieron al frío marcándose en ellos de forma erecta, la parte más sensible de éstos.

Noté el cuerpo de Luke empujar contra el mío terminándose de acoplar perfectamente, salvando la poca distancia que quedaba entre nuestros cuerpos. Casi sin darme tiempo a reaccionar, sus manos sostuvieron las mías y las apartó de su pecho tomando posesión sobre el mío. Apartó mis manos llevándolas contra la arena, sosteniendolas con una firmeza que no me incomodaba, una firmeza que, en el fondo, me hacía sentirme más bella, más mujer, más deseada..

El cielo se iluminó varias veces dejándose escuchar en él el eco de la tormenta que se estaba acercando, las nubes empezaron a dejar caer finas gotas de lluvia, que poco a poco iban cogiendo consistencia, fuerza y volúmen. Podía sentir algunas de aquellas gotas colarse entre Luke y yo, y bastantes de éstas caer sobre mis piernas desnudas.
Miré a Luke a los ojos cuando me habló, intenté analizar y asimilar lo que me decía, pero en aquel momento estaba en una especie de idílio que ni yo misma sabría explicar. Me besó, me besó del modo que yo necesitaba, incitándome a seguir con él, invitándome a seguir aquella particular fiesta en otro lugar más cálido.
Yo no era capaz de saber qué quería realmente, me sentía tan confusa… Sabía lo que quería, lo que mi cuerpo me pedía, pero luego estaba mi ética, mi moral, y mi conciencia, que me gritaban fervientemente que me alejase, que saliese corriendo, que eso no era lo que realmente yo quería. Tantas vacilaciones para nada, para seguir confusa, para seguir sin saber lo que realmente haría. Sus labios me devolvieron a la realidad y me dieron el impulso que necesitaba para responder – Protéjame… – Susurré con un claro doble sentido.

Quería saber más sobre aquel hombre, quería sentirle otra vez sobre mí, sentir su influencia sobre mí, su masculinidad… Incluso quería, en mi más primitivo instinto, sentirme suya, que le pertenecía, aunque todo eso fuese en contra de mis principios. Pero los principios eran esos… pero los finales aún estaban por escribirse.

Soltó una de mis manos, pero pronto se vió atrapada por la otra mano de él, sujetándome ambas muñecas sobre mi cabeza, volviéndome a ofrecer aquel sentimiento de que él era el macho dominante, un alfa… ¿sería yo su omega?
Su mano libre se deslizó entre mis piernas, me retorcí levemente con cierta incomodidad causada por la incertidumbre de no saber si su mano llevaba unas intenciones castas, o quizás algo más obscenas. Pero me calmé al sentir su fría, pero extrañamente confortable mano, posarse sobre mi vientre bajo las pocas ropas que lo cubrían.

Cerré los ojos alzando mi rostro en busca de sus labios, rozando con mi naríz la suya suavemente, con una ternura que denotaba la inocencia en cada centímetro de mi cuerpo. Mis labios se entreabrieron, mi lengua los humedeció, y mis ojos se abrieron buscando los de Luke – Llévame contigo - dije finalmente, haciendo caso por primera vez a mis instintos más íntimos.

Quizás estaba tomando la decisión más errónea de mi vida, quizás me estaba metiendo en un callejón sin salida, o me estaba aventurando en un viaje sin retorno. Pero algo en mí me decía que aquello podía merecer la pena, que debía arriesgar por ello, que debía de ser yo, yo misma por una maldita vez en mi vida, y olvidarme de seguir siendo la sombra de lo que fue mi madre.
Debía empezar a vivir mi vida por mí misma, y a ser libre…
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Mensaje por Luke C. Petersèn Dom Oct 31, 2010 8:23 pm

Necesito saber…

Inseguridad, ¿realmente así podía describir el peso que sentía? ¿Peor que una espada, era un alfiler, atravesando su pecho en línea recta sin detenerse hasta llegar al final? ¿Se trataba de su corazón? Era lógico, no latía, era inservible, inútil, haciendo espacio, y entorpeciendo la acompasada respiración que él procuraba mantener en un ritmo tranquilo y paciente. Unos hermosos ojos azules lo veían con curiosidad, una curiosidad que conocida perfectamente, tanto, que temió por ella, temió por él, ella seguía allí esperando una acción, esperando que él cumpliera lo que había propuesto con tanta ansiedad, la obvia pregunta y la sincera respuesta, un ataque inminente, arremetiendo contra ella como una bestia que necesita algo para comer.- Natasha… -Susurro el nombre de la humana, dejando en el aire el “gracias” que decidió guardarse para si. Le sonrió apenas, sintiéndose diferente ante el inesperado deseo. Adiós. Una palabra que no quería escuchar de los labios que había besado, que seguía besando, que quería poder seguir besando, nunca digas nunca… Quiso pedírselo en voz alta, pero el orgullo como una barrera de llamas, se alzo, igual que su mentón, como todo un aristócrata dejo que la mentira hiciera presencia en el tablero, tomando el control del juego con asqueroso sigilo, logrando su cometido, una vez más, él mismo negándose la oportunidad de decir más de lo necesario. Chismosos, insignificantes, nadie merecía tal premio, no, Luke no iba a permitírselo. Bajo la cabeza, como si la estuviera inclinando ante ella, para terminar por darle un beso sobre el pecho izquierdo, donde se suponía debía estar el corazón de Natasha.

Ella respondía a cada una de sus atenciones con la timidez, y la perfección de una tierna caricia, como si de un perro se tratara ella acariciaba su cabello con una gracia digna de no un perro cualquiera, él debía tener pedigrí, y ser un perro de la realeza. Fue entonces cuando él se digno a hacer algo, levantándose, y al mismo tiempo levantándola a ella, colocando los brazos de Natasha alrededor de su cuello, para después sostener con un brazo el torso de la humana y con el otro las piernas. Como una princesa de un cuento de hadas, uno hecho con hechos reales, este, ahora, y veremos que pasara después. La cubrió levemente, asegurándose de que no expusiera nada comprometedor, porque aquel cuerpo solo debía ser visto por sus propios ojos, ninguno más era digno, él, él y solo él. La noche estaba nublada por un grupo de nubes grises, dando la impresión de que hubieran moteado el cielo con diferentes manchas, goteantes de agua sucia. Sabía que su adorado refugio, aquel nidito de amor que esperaba con una amplia cama de sabanas de terciopelo rojo, se encontraba a una distancia considerable, por supuesto, para él, esto no significaba ningún problema pero…- Espero me perdone, Miss Natasha, soy culpable de un mínimo pecado, no me arrepiento, pero usted tal vez si. –Se rió suavemente, haciendo aparecer aquella disculpa más bien un buen chiste, de algún tipo de humor negro, pervertido y cautivador.- ¿Obvie quizás que soy un vampiro? –La sonrisa maliciosa, mostrando sus colmillos con un orgullo, tal de un desfile, el porte, la elegancia, todo empezaba a encajar, o sino, pregúntenselo a Natasha. No le dio tiempo a la humana para responder, como la nada, había desaparecido, obligando a la mente de aquella mujer a desvanecerse ante su presencia, diciéndole en una orden mental “Duerme, pequeña”.

La casa en la playa del joven Petersèn era una antigua propiedad de la familia italiana, que ahora, llevaba el nombre de Residenza Leovaltto, disfrazada con el nombre del titular de Elizabeth, oh, ella estaría orgullosa de ver a su hijo terminando en semejantes situaciones, ¿Qué diría de él ahora, mientras se retorcía 2 metros bajo tierra? La habitación principal, hermoso centro de buenas auras, decoración en tonos dorados, marcos de madera, y un bello muro lleno del más lujoso arte romano, pintando a Júpiter, a Venus, y toda la Pról. de los más insanos del olimpo. Con suerte le traería buena fortuna esa noche de encuentros inoportunos. La adorada cama al frente, y centrada, con la más cara seda y la comodidad comparada como dormir sobre las esponjosas nubes. Sobre el cuerpo de Natasha, caía la tela de color blanco, marcando una esbelta y delicada forma.

¿Cómo habían llegado allí? ¿Cómo había ocurrido todo? Oh dios, oh dios, ¿Qué pasaba? Era tan fácil como un juego de niños. Suma 2 más 2, y multiplícalo por el número que pensaste, y obtendrás la rapidez, que puede llegar parecer una transportación divina, creada por el universo y todo su magistral comité. La había dejado reposar sobre la cama, dormida como un angelito sin malicia alguna, ella soñaba, supuso, queriendo en lo más profundo de su ser, que estuviera soñando con él, y solamente con él. No solo la había dejado allí, se encargo de que no estuviera sola, acostándose a su lado, sin tocarla, solo permitiendo que su respiración fuese quién llegase hasta la piel de la humana. La mirada de Luke era fija en los ojos de Natasha, esperando impaciente que ella despertara, de vez en cuando observaba el cuerpo inerte, ella estaba tan tranquila, era pacifica y etérea. Sobre la cama, Venus se hallaba a si misma, retorciéndose entre su abrigo de piel, tosiendo con dulzura innata, mientras todos no podían evitar embelezarse mirando sus sensuales labios, pintados con su sangre rojo carmesí. Al igual que cada victima de Venus, la diosa, Luke se había quedado alucinado, mirando los labios de Natasha, deseando aprovecharse de su frágil situación para poder… No. No. No.

Se permitió alzar la mano para, simplemente, acariciar el contorno del rostro de la humana, apartando los cabellos de color dorado detrás del hombro, siguiendo con la yema de sus dedos el recorrido de la clavícula, dirigiéndose en dos dedos, infantilmente como si caminara sobre la blanca piel que recubría el brazo, hasta llegar a la curvatura de la cintura. Se detuvo como todo un caballero en el vientre de Natasha, no quería que dios lo juzgara con malos ojos, que pensaría de él si osara bajar mucho más esa tentativa mano, llegando al nicho donde debía estar... Se aclaró la garganta, apartando la mano rápidamente. La insito a despertarse, la hizo desear despertarse, claro, era obvio, él esperaba que ella abriera los ojos y lo viera con cara de corderito asustado, buscando una vez más a su salvador vampirito italiano patético ilusionista ¿Un cabrón? No, no, porque el era el Duque Petersèn, hay ciertas reglas cuando quieres impresionar a una mujer de esta clase, todos quieren lo mismo, al final copular es la meta. ¿Por qué no? Porque Luke estaba sonriendo estúpidamente, mientras observaba con dulzura a la pobre Natasha que aún dormía con tranquilidad, procurando que nada ni nadie se atreviese a romper el silencio tan maravilloso que rodeaba la habitación. Sincérate.

Aquella voz hacía unos minutos, le había dicho que no la dejaría marchar, “Nunca”, así había afirmado. Pero no estaba seguro de que si había sido él mismo, o tal vez se trataba de un dios malvado, que había tomado su cuerpo ¿Un dios? Un romano creyente en sus creencias antiguas, un romano pagano por creer en cristo ¿Qué era entonces? Era Luke tratando de tapar el sol con un dedo ¿Otra metáfora? Se suponía que alguien debía ser el sol, y él dichoso, en espera de quemarse ante los rayos ultravioleta mientras bailaba sobre su propia tumba. ¿Era ella el sol que tanto anhelaba ver con sus ojos celestes, como la primavera al invierno, como el verano al otoño? Que idiota.
Afuera del humilde hogar, contra el vidrio de la ventana, se oían las múltiples gotas caer con brutalidad, había empezado a llover como había previsto, una vez más le había ahorrado un mal a la humana. Que bien se sentía, era muy cierto, que daba una sensación de realización cuando das, en vez de recibir. Mmm… que sensación… Mmm… ¿Eso era excitación? Ave maría Purísima, ella seguía dormida. Se dispuso a ponerse a rezar, dedicando sus plegarias única y exclusivamente al despertar de la princesa imaginaria.

Se acercó más a ella, arrimándose como un niño pequeño, en silencio y a hurtadillas. Respiro sobre el cuello de Natasha, alzándole levemente la quijada para poder depositar un beso bajo el mentón, siguiendo como un excelente niño explorador, hasta materializar nuevamente el escote abierto, es decir, dejar expuesto el pecho de la humana, empezando por besar en el centro del pecho, recorriendo entre los dos senos, mientras aspiraba el dulce aroma y…- Ven a mí, Natasha ¿El sueño esta tan bueno, amor mío? –Continuo dándole besos, bajando entrecortadamente.- La realidad, te aseguro, esta mucho, mucho mejor. –Espero, dejando su mentón sobre el abdomen de la humana, esperando pacientemente el milagroso regreso a la vida real de la Bella durmiente.

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Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Lun Nov 01, 2010 12:23 pm

Ansiaba una respuesta por parte del Duque, pero esta parecía hacerse de rogar. Un simple gesto, una simple palabra, un simple aliento, algo… Algo que me indicase que había dicho lo correcto, que no me había equivocado y le había espantado como lo hace cualquier ser vivo ante una mosca molesta.
Aquellos segundos se me antojaron eternos y tortuosos, un silencio sólo cortado por el sonido de las gotas de lluvia impactando contra la firme arena, y el rumor de las olas rompiendo contra la orilla. Y finalmente, pronunció mi nombre, de un modo que juraría que algo más quería decir, quizás por ello me quedé en silencio mirándole a los ojos, dándole aquel pequeño margen de tiempo para que continuase hablando. Pero aquella embelesadora sonrisa habló mejor que sus propia voz, claramente estaba agradecido de mi respuesta, y aquello provocó en mí una leve y tierna sonrisa. Una sonrisa que, quizás, sólo se la haría a alguien que realmente quisiese, una sonrisa cargada de sentimiento. Pero, ¿podía tener tanto sentimiento por un desconocido?

Note un atisbo de duda, quizás de timidez, en la mirada de Luke. Sentí la necesidad de demostrarle que debía confiar en mí, que podía tenerme, que yo quería ser suya, aunque supiese que no podía pertenecerle… No podía pertenecer a alguien con quien no me había jurado amor eterno, más allá de la riqueza y la pobreza, más allá de la vida y de la muerte… Alcé mi mano respirando profundamente y le acaricié el perfil del rostro, alzando mis labios para besarle en la frente con suavidad, como si de un pequeño e inocente niño se tratase, siendo protegido por alguien que era capaz de defenderle y enfrentarse a las adversidades.

Como respuesta, Luke se inclinó sobre mi pecho izquierdo y lo besó haciéndome respirar profundamente, exhalando el aire por mis labios con un suspiro. En ese instante se me antojó abrazarle con fuerza, abrazarle contra mi pecho, darle mi calor, darle mi corazón, colmarlo de besos y de ternura. Parecía alguien que no había gozado del amor verdadero, y no me refiero al amor que tiene en su romanticismo una pareja, sino en el amor en todos sus sentidos… Queriendo y amando a alguien, y siendo correspondido. Era como si mis ojos viesen en él a un pobre cachorrito, abandonado, repudiado, ignorado por su familia y sus raíces… Alguien como yo, un príncipe sin un camino hacia su trono, un príncipe al que le han arrebatado sus tierras, un príncipe de título…

Se apartó un poco de mí y le miré a los ojos cuando tomó mi cuerpo obligándome a rodear su cuello con mis brazos, y pasó su otro brazo por debajo de mis rodillas sujetándome en volandas. Típico de una princesa. Así me sentí por unos instantes, como una dama, quizás una damisela en peligro, rescatada por su noble caballero.
Cuando me cogió en brazos, tuvo el detalle de asegurarse de que todas aquellas partes de mi cuerpo que habían sido descubiertas, volviesen a estar cubiertas por mi ropa. Y, una vez en sus brazos, me abracé a él con fuerza escondiendo mi rostros en el hueco que quedaba entre su mandíbula y su hombro, rozando con mi nariz y labios su cuello, pero sin besarle, limitándome a sentir su aroma entrar por mis fosas nasales, memorizándolo como algo que jamás debería olvidar. Aquella noche, Luke sería mi príncipe, y yo sería la pobre princesa que por fin regresa a la realidad gracias al amor verdadero.

Escuché su voz y alcé el rostro mirándole a los ojos, sintiendo las gotitas de lluvia caer sobre el mío perlándolo de pequeños brillos. Antendí a cada una de sus palabras como si aquello que me estaba diciendo fuese algo que debía saber bajo cualquier situación, algo que fuese vital. Entonces, continuó con su habladuría y confesó ser un ser de la noche, un ser que se alimentaba de la vitalidad de otros seres, un vampiro…
Fruncí el ceño sin entender muy bien a qué se refería, pero cuando sonrió ampliamente, sin pudor alguno, mostró aquellos colmillos perfectos, blancos y níveos, dignos del rey de los depredadores.
Respiré entrecortadamente, sentí miedo, mi corazón se aceleró e intenté reaccionar para bajarme de sus brazos, pero como una orden imperativa en mi cabeza, sonaron las palabras ‘’Duerme, pequeña’’, y sin poder encontrar explicación alguna, terminé dormida sobre su pecho, como un angelito en el seno de su Dios. Respirando acompasadamente, disfrutando de los brazos que protegen al pequeño ángel.

No podría decir a ciencia cierta el tiempo que había estado durmiendo, pero había podido sentir en mi cuerpo sensaciones que jamás había sentido. Había soñado con un campo, debia de ser primavera, pues estaba lleno de margaritas amarillas y rojas amapolas, y en la colina me esperaba alguien. No alcanzaba a ver su identidad, sólo veía una silueta oscura, a contra luz, y el sol tras ella bañando con su oro todo el campo en el atardecer.
Sonreía, me sentía feliz, y aquella felicidad se reflejó en mi realidad, haciéndome esbozar una leve sonrisa mientras soñaba.
De nuevo en mi sueño, caminaba en dirección a la figura, sintiendo los latidos de mi corazón acelerarse a cada paso que daba, estaba excitada y ansiosa por alcanzarle.
Y cuando conseguí alcanzarle, pude ver su rostro. Se trataba de Luke. Entonces… todo lo de la playa ¿había sido un sueño, o había sido real? ¿Luke era fruto de mis tristes fantasías como aspirante a princesa? ¿O quizás existía de verdad aquel príncipe perfecto?
Besé sus labios, y cuando lo hice, su cuerpo se desvaneció entre mis brazos deshaciéndose en el aire hasta quedarme sola en aquella colina, hasta que caía la noche.

Mi sueño se volvió algo más ligero, sentí algo reconfortante pero frío, era como una caricia, pero mi cuerpo me seguía diciendo que durmiese, aunque quizás era mi mente la que me lo decía. Inconscientemente me removí bajo las sábanas acercándome más a Luke, quizás sintiendo en mis sueños que él era la fuente de mi protección, aunque quizás la realidad no fuese esa… Quizás la realidad se asemejase más a una trampa para ratones, en la que Luke era el manjar, y yo la ansiosa ratoncilla que caía en la trampa mortal. Pero eso me resultaba totalmente insignificante en ese instante, pues en mis sueños, Luke era mi salvador, era mi príncipe.

Sentí los dedos de Luke deslizarse por mi rostro e inconscientemente giré éste en busca de su mano, respirando profundamente, alzando una de mis manos perezosa y adormiladamente, en busca de su mano, sólo que se quedó a medio camino, cayendo por su propio peso contra el torso del Duque.
Escuché un carraspeo, que me resultó lejano e irreal, pero reaccioné adormilada, y, haciéndome la remolona, me moví nuevamente bajo las sábanas en busca de algo a lo que acurrucarme, y me topé con el cuerpo de Luke.
Sin abrir los ojos me acomodé a éste, amoldándome perfectamente a sus curvas, buscando su protección.
Escuché en mi mente una vez más el momento en el que me dijo que era un vampiro, y la imagen de su sonrisa culminada por aquellos dos incisivos me hizo apretar mis labios. Pero en mis sueños no me asustaba, asimilaba que él era una criatura de la noche, lo aceptaba como tal, sin temerle, pues mis labios sellaban los suyos con un suave beso que provocó que en nuestra realidad, mi piel se erizase.

Cada vez mi sueño era más ligero y podía sentir los movimientos de mi acompañante, sentí que se acercaba más a mí, y, sintiéndome bajo su protección, decidí acomodarme para seguir con mis dulces sueños.
Sentí sus frios labios besarme bajo la quijada, obligándome a suspirar y a estirar mi cuello, por el cual descendería con sus labios en busca de mis pechos, los cuales ya se había encargado de descubrir para él, como si mi cuerpo fuese la mejor de las óperas, y él fuese el único espectado, situado en el mejor de los palcos.
¿Cómo saber si lo que mi cuerpo estaba experimentando era real, o era parte de un tórrido sueño? La voz de Luke se encargó de devolverme a la realidad, sus labios me hicieron suspirar una vez más la descender entre mis pechos hacia mi vientre, hasta que finalmente suspiré pesadamente entreabriendo los ojos, intentando adaptarlos a la penumbra de la habitación.

Luke…- suspiré al regresar al mundo real. Él había sido mi constante, mi último acompañante en mis sueños, y mi primer acompañante en la realidad. Me sentía perezosa, adormilada, como si hubiese pasado semanas durmiendo.

Me removí levemente llevándome una mano a la cabeza pasándomela por la frente, apartando mi pelo estirando luego el brazo y arqueando mi espalda desperezándome.
Entonces, sentí a Luke sobre mi vientre y lo contraje incorporándome un poco observándole a los ojos fijamente, durante unos segundos de silencio, casi preguntándole con la mirada si él era real, o si se trataba de otra de mis fantasías prohibidas.

Me fijé en mi torso desnudo, totalmente expuesto a la mirada de Luke y mi primera reacción fue sonrojarme e incorporarme, apartando al vampiro de mí sin agresividad alguna, sino con cuidado. Estiré de las sábanas y me cubrí el pecho con ellas bajando la mirada avergonzada, sentí el suave tacto de la seda sobre mis pechos, aquella suavidad los estimuló, era un tanto suave, agradable, y mis pechos supieron reconocerlo. Sentir la reacción de éstos bajo la fina tela me hizo avergonzarme más, pues él podría notar aquellas dos leves protuberancias marcándose bajo la fina tela de la sábana.
¿Cómo he llegado aquí? ¿Po-por qué… por qué…?- intentaba preguntar el por qué de mi torso desnudo, pero la vergüenza me impedía articular las palabras.
En ese instante recordé a Luke mostrándome sus colmillos, y mi instinto me llevó a acercar una mano alarmantemente a mi cuello tocándolo en busca de alguna marca o restos de sangre, pero estaba a salvo, con mi piel perfecta, sin impureza alguna.

Tragué saliva temerosa por la realidad, pero debía enfrentarme a ella – ¿Eres…?- Maldita vergüenza, que me impedía hablar con fluidez… Tuve que hacer un esfuerzo, debía preguntárselo. Respiré profundamente y le miré a los ojos con un atisbo de miedo – ¿Eres un vampiro?- pregunté finalmente, sintiendo como si la realidad a mi alrededor se difuminase y sólo quedásemos el atractivo vampiro y yo, sobre su cama.
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Mensaje por Luke C. Petersèn Dom Nov 07, 2010 7:57 pm

¿Quién soy? ¿Quién eres? ¿Quién debo, puedo, anhelo…? Ser o parecer. Todos tienen esas dudas rodando por sus cabezas, como una pequeña montaña rusa, dando giros y giros, una y otra vez. Pero, no esperas que te pidan una confirmación de algo que es naturalmente obvio. Quizás ella si lo mereciera, ella merecía tener una respuesta verdadera ¿Y que mejor respuesta que los hechos mismos de un futuro inevitable? ¿De verdad debía decirle que lo que la esperaba al final del túnel eran sus colmillos, penetrándole la piel, tomando la vida que le quedaba? Supuso que ahora mismo ella no tendría el suficiente valor para escapar, pero luego, quizás lo intentaría, o se arrepentiría de no haberlo hecho antes, la idea de decirle la verdad no pintaba tan maravillosamente. Pero no estaba seguro de ello ¿Cierto Luke? Porque ella parecía tan hermosa y frágil, una muñeca bien cuidada dentro de una burbuja anti-el mundo ¿Iba a romper ese perfecto circulo? Envidia, tenía envidia. Como él alguna vez lo fue, apegado a sus creencias, fiel a la felicidad caminando al lado de la luz, el fin llegó, y allí estaba Luke, era la nada de la nada. La envidiaba por tener la posibilidad de tenerlo todo, hasta la fe que él había perdido ¿Estaba obsesionado con ella?

El deseo es lo opuesto a la muerte.

Tú, humana, estas aquí porque esa es mi voluntad, así me apetece. Mmm… ¿Cómo has llegado aquí? Obra mía. Obra de mis ganas de tenerte cerca. Obra de todo aquello que ahora te hace tener ese color tan adorable sobre tus mejillas… -Un sueño mal tramado en el subconsciente de la realidad ¿Así debía verse para Natasha? Los cuentos de hadas se desarrollan entre sueños profundos, llenos de colores, arco iris, y unicornios ¿Así debía ser? Y si fueran entre sueños ¿Mojados? Mucha imaginación, incluyendo actitudes muy unicornianas, los unicornios se reproducen ¿no? Se acerco más a ella, apoyando una de sus manos sobre el muslo derecho de Natasha- Confía en mí… -Sinceramente lo estaba pidiendo, con el mejor de los deseos, nunca podría querer algo malo para nadie, y mucho menos para ella, que se estaba convirtiendo en un destello dentro de la oscuridad que tenía que vivir eternamente, era una luz palpitante, corto pero hermoso. Él le deseo buenas noches, para que encontrara el mejor de los sueños, antes de sonreírle “escondiendo” sus intenciones actuales. Se inclino rápidamente, robándole un pequeño y suave beso, lento y controlado, como si se tratara de un pacto entre ella y él, sellándolo con el más tierno gesto de… ¿Amor?- …perdóname. Dios, como quisiera que no pudieras entenderlo… Pero lo haces ¿Cierto? –Después de todo seguía siendo un vampiro, un asesino, y los asesinos no merecen sentir nada.

Como siempre, Luke sufría un ataque de bipolaridad, olvidándose de cualquier otro tema, puesto que, ya se había concentrado es otros puntos de importancia. Y en la clase de hoy, alumnos, veremos… La anatomía del cuerpo humano. Debía ser un buen profesor. Posicionó su mirada en la tela que escondía los pechos de Natasha, más abajo también, el resto del cuerpo, deseando cada vez con más fervor, poder arrancárselos siquiera con la mirada. Bufó. Dudaba de su estado, esto debía ser una broma- Lo soy. Y voy a demostrártelo.

Se había cubierto tan rápidamente que parecía más un reflejo condicionado, creado por la misma vergüenza que la caracterizaba, esa misma que la hacía ver como la inocencia encarnada dentro de un cuerpo que pedía a gritos ser invadido por la malicia de Luke Petersèn. Bajo las sabanas debía encontrarse un tesoro. Él se creyó un pirata, deseando robarse ese tesoro, naturalmente, para hacerlo parte de su botín. Se escabulló indiscreto, quedando justo frente a ella, mientras que, tomaba la sábana con sus manos y la alzaba, dejándola encima de él para meterse entre ellas, regateando lentamente, resaltando su forma como un intruso que quería forzar la entrada para entrar en una casa ajena, hasta llegar a arrimarse dentro de la falda de Natasha, ya allí lo demás era un juego para niños. Depositó un beso sobre uno de los muslos de la humana, recorriéndole la piel centímetro a centímetro, disfrutando el palpar con sus labios la delicada superficie, suave y virginal, como toda ella, santa de su devoción.- Rezaré por ti, amor mío, reza por mi, para que dios se compadezca y no ardamos en el mármol del infierno… -Se rió, bloqueando la sobrenatural risita con la gruesa tela del vestido. Podía sentir como el aroma de Natasha se hacía parte de su torrente sanguíneo, como una droga, una nueva adicción, no quería un tratamiento, no quería un exorcismo, solo quería que ella le otorgase lo que por ley le pertenecía. Mía.

Igual que sus labios, su lengua empezaba a recorrer la piel de Natasha, saboreándola antes de tomar una decisión ¿Qué haría con ella? Rasgo deliberadamente el ropaje que no lo dejaba llegar hasta el sexo de la humana, terminando por posicionar su boca sobre la parte más alta del muslo de aquella mujer, advirtiéndole sobre el siguiente paso sin hacerlo realmente, sería subir un poco más, dando la primera lamida al nicho que la hacía mujer. Lo pensó, una y mil veces más, pero lo había decidido, la haría una creyente. Y entonces la mordió justo en un costado, en la parte interior del mismo muslo que saboreaba con tanto empeño. La sangre se desbordo casi instantáneamente, llenando su boca con el maravilloso líquido, fruto del cuerpo bien cuidado durante años de una vida humana casi perfecta. No imagino algún sufrimiento que ella hubiera sufrido en la antigüedad, juzgando por aquella divinidad de sangre que poseía. La tentación fluyendo por su garganta, llevándolo a pensar en la maldad más egoísta que hubiera podido tener, hacerla prisionera ¿Qué mejor que un esclavo de sangre? Cada noche vendría a ella, encontrándose con la cena servida.

Valía la pena haber elegido darle atención a esa humana, que había interrumpido su maravilloso silencio con una aparición inesperada, no hubo preguntas insatisfechas, y si las hubiera, ahora mismo, con la mayor de las seguridades, las estaría respondiendo. Aún no venía el interrogatorio formal, pero los actos a veces, hablan mejor que mil palabras.

Suplantó la sensación que le estaba produciendo, dejando que el control mental influyera en ella por segunda vez, con una hermosa experiencia de sexualidad, esperando que él pudiera lograr lo demás, tomándola con agilidad de las piernas, para abrirlas otro poco más, limpiándose los labios, y al fin, acercando su boca por completo hasta el sexo de Natasha, empezando a acariciarle con la lengua, metiéndosela una, dos... y más, a un ritmo acompasado y suave. ¿La bestia va ser domada? Pero parecía que él la dominara a ella, la realidad podía llegar ser una broma de mal gusto, era muy diferente…
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Luke C. Petersèn
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Noche de doble luna **Luke & Tasha** [+18] Empty Re: Noche de doble luna **Luke & Tasha** [+18]

Mensaje por Natasha K. Trubetzkoy Lun Nov 08, 2010 7:30 am

Las rudas palabras del Duque me resultaron algo amenazantes, hablaba con un tono de voz autoritario, creciéndose a sí mismo e imponiéndose como si fuese un mismo rey. Mi reacción fue apretar contra mi pecho las sábanas que usaba para cubrir mi anatomía. Aunque resultase tan imperativo en sus palabras, podía vislumbrar un atisbo de ¿dulzura?, era algo que no podía explicar o quizás definir. Pero aunque sus palabras fuesen de tal modo, no sentía miedo, en el interior de mi corazón no sentía miedo.
La fuerte mano de Luke se posó sobre mi muslo y bajé la mirada observando como ésta se adaptaba perfectamente a la curvatura de la turgente parte de mi cuerpo. Adaptándose como un guante se adapta a una mano. Como si estuviese hecha para tocar mi cuerpo a su antojo, ¿y si realmente así fuese?...
Alcé la mirada hacia sus ojos, sintiéndome totalmente desvalida, y escuchando su petición a un voto de confianza, ¿haría bien confiando en él? La verdad es que si quisiese hacerme daño, ya podría haberlo hecho, oportunidades no le habían faltado. Asentí levemente sin aflojar el abrazo de las sábanas visiblemente nerviosa. Bajo mis manos podía sentir mi corazón latiendo excitadamente, luchando por salir de mi pecho.

Acto seguido, tras mi asentimiento, se inclinó sobre mí acercando sus labios, esos suaves labios que se me antojaban realmente apetecibles, y me besó con suavidad. Era un beso distinto a los anteriores, era un beso que me hizo suspirar. Cerré los ojos al sentir sus labios sobre los míos, correspondiendo con mis labios a la caricia de los suyos. Aquello me relajó un poco y muestra de ello fue que aflojé levemente mis manos, pero aún, sujetando la sábana que cubría mi torso.
Rocé con mi nariz la suya abriendo los ojos y mirándole a los suyos, unos ojos con una mirada inocente, similar a la de un cachorrito, una mirada que me inspiraba ternura y amor, pero con un trasfondo de maldad y picardía.
Sus nuevas palabras no las entendí, no logré ubicarlas en el lugar correcto y me quedé un poco confusa- Luke…- susurré observando como aquella inocente mirada de cachorro recorría mi cuerpo, intentando desnudarme con la mirada, incluso podría llegar a desnudarme el alma con ella.

Me sonrojé sin poderlo evitar y escuché su afirmación sobre ser un vampiro. Aquello me provocó cierto rechazo, incluso más aún cuando dijo que iba a demostrármelo. ¿Y cual fue mi reacción? Como una niña pequeña retraí las piernas hacia mi cuerpo reculando hasta que mi espalda quedó contra el cabecero del camastro, quedándome sin salida alguna, literalmente entre la estada y la pared, aunque en éste caso la espada serían los dos afilados colmillos del vampiro- Por favor… no me hagas daño…- susurré extendiendo mi mano hacia él para detenerle buscando que se apiadase de mí, y desistiese en su intento de lastimarme.
Había oído sobre vampiros en viejas leyendas y cuentos, y éstos acostumbraban a matar a sus víctimas después de alimentarse de ellas. ¿Correría yo esa misma suerte?, sólo esperaba que si decidía no apiadarse de mí, mi muerte fuese lo menos dolorosa posible.

Vi al Duque levantarse y posicionarse a los pies de la cama, supuse que se había apiadado de mí y que me dejaría vivir, pero su reacción no fue la que esperaba. Tomó entre sus manos las sábanas, colándose bajo estas, reaccioné acurrucándome contra la pared intentando que él jamás me alcanzase, pero sentí que levantaba mi falda y aquello me hizo casi levantarme de un respingo- No…no… por favor…- dije suplicante empujando con mis manos a Luke sin mucha fuerza.
Sus fríos labios se posaron sobre mi muslo besándolo, arrancó un gemido de sorpresa de mis labios haciendo que mis manos desistiesen en el empuje. Y ahí estaba de nuevo su voz, haciéndome sentirme insignificante como si yo fuese una simple presa.
Cerré los ojos apretándolos con fuerza, sin duda, aquel iba a ser mi final. Triste, un desperdicio, tan joven y virgen, tan inexperta y apetecible, y todo eso se quedaría en un simple cuerpo sin vida, un pelele que terminaría siendo el alimento de gusanos.

Sus manos firmes se encargaron de rasgar cualquier tela que se interpusiese entre Luke y su meta, y gemí de nuevo intentando apartar mis piernas de él. Volvió a besarlas, sentí aquella lengua húmeda y ligeramente fría humedecer mi piel entre besos, aquella sensación me erizó la piel, y me vi obligada a morderme el labio inferior para contenerme.
Era todo tan confuso, placer y miedo, deseo y pavor, necesidad y vergüenza… Le quería, le quería para mí, quería entregarle mi mayor y preciado tesoro, pero no quería que fuese así, no sin una promesa de amor, no sin saber que él estaría a mi lado para siempre, que me cuidaría y me amaría…

En mi cabeza seguía intentando desvelar la respuesta a mis dudas y preguntas, a mis dilemas existenciales, hasta que sentí la lengua de Luke lamer con suavidad una parte de mi cuerpo que jamás había sido explorada y aquello me hizo dar un leve respingo, sintiendo un placentero hormigueo en mi vientre.
Abrí los ojos para ver de qué se trataba, pero cuando quise inspeccionar, algo me hizo desistir. Los finos y afilados colmillos del vampiro se hundieron en la fina piel de mi ingle y de mis labios salió un alarido de dolor. Apreté contra mi pecho con fuerza las sábanas y golpeé con mi cabeza contra la pared alzando mi cadera. Aquello provocó que el firme agarre del vampiro se clavase más en mi piel, sentía un escozor extraño, un dolor punzante, un calor indescriptible en mi entrepierna.
No tardé en notar mi sangre brotar, de forma cálida, sintiendo la lengua de él estimulando mi piel alentándola a seguir manando sangre.

Gemí de placer, y de dolor, terminando casi de recostarme con las piernas separadas, y Luke entre ellas, alimentándose de mí.
Deslicé una de mis manos bajo las sábanas y logré alcanzar el suave pelo del vampiro. Deslicé mis dedos entre sus mechones y agarré con fuerza éstos. Gemí nuevamente retorciéndome levemente y tiré de él intentando apartarle de mí.
Aquello me estaba doliendo, pero era a la vez tan excitante, que sentía que quería dejarle, pero el dolor me lo impedía. Mis ojos, mostraban realmente lo que sentía, pues estaban humedecidos, y no tardaron en brotar las lágrimas causadas por el dolor.

Yo, una chica frágil, poco acostumbrada al dolor, y con una piel muy sensible, que con la más mínima presión queda marcada. Sin duda, aquello no sólo dejaría mi piel marcada, sino que mi mente quedaría marcada de por vida.
-Por favor… para… me.. me.. du-ele…- gemí entre sollozos volviendo a tirar del pelo del vampiro, pero así como tiraba de él, alzaba mi cadera para acompañarle.

Cuando apartó finalmente sus colmillos de mi piel, se incorporó y le miré, con los labios llenos de sangre, como un perfecto depredador. En ese instante quise salir corriendo, pero su ‘’sex appeal’’ vampírico, me hizo mantenerme allí, sentí como si aquello que había ocurrido, fuese lo más excitante de mi vida. Sin duda lo era, pero gracias a la influencia del Duque sobre mi mente, cualquier sensación de dolor había sido camuflada por placer, placer sexual, algo nuevo e inexplorado por mí.

Sus manos sujetaron con fuerza mis piernas y las separaron más, haciendo que terminase de tumbarme del todo, nuevamente, sin sujetar ya las sábanas, con el efecto del dolor, me había retorcido por éste y había decidido olvidar cubrir mis pechos con la tela, pues aquello había sido el menor de mis problemas y preocupaciones.
Sin darme tregua alguna, su cabeza volvió a perderse entre mis piernas y sin previo aviso, sentí su lengua, ahora cálida por mi sangre, deslizarse por mi vagina, caliente y húmeda por la excitación que aquella extraña experiencia me había causado.
La novedad de la intensa caricia, provocó que me retrayese sobre la cama intentando apartarme de él, pero mi amante, el Duque vampiro, se encargó de sujetarme y mantenerme en un lugar cerca de él, dejándole acceso a mi más preciado bien.

Gemí y suspiré de placer cada vez que su lengua se aventuraba en un terreno inexplorado, convirtiéndose en el principal y único explorador, manteniendo aquella exclusividad virginal que jamás nadie podría arrebatarle.
Una de las veces que gemí, arqueé mi espalda poniendo una de mis manos contra el cabecero de la cama, golpeándolo levemente al sentir una electrificante sensación que me recorrió todo el cuerpo. Cada vez me sentía más y más caliente, era como si mi cuerpo tuviese fiebre, sólo que el calor se concentraba principalmente en la cueva que el explorador estaba descubriendo.
Cerré mi otro puño cerca de mi rostro, agarrando con fuerza el almohadón llevando mi rostro hacia él, ladeando la cabeza intentando ahogar contra éste un gemido, pero no llegué a tiempo y mis labios se entreabrieron dejando escapar aquel sensual sonido que inundió la sala en la que estábamos.
Natasha K. Trubetzkoy
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