AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
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Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
¿Cuándo se sabe que has llegado al límite? ¿Cuándo es el momento en el que un capricho puede llegar a provocar una serie de acontecimientos prácticamente catastróficos? Las mujeres para Kane no eran algo indispensable, realmente solo sentía cierta atracción por pequeños gustos personales, ya que era demasiado fácil para él o para cualquier vampiro realmente, el seducir a cualquier humana.
Por eso cuando años atrás se fijó en aquella mujer de pelo largo moreno, ojos felinos y labios gruesos, algo en su mente se centró, su viaje a Italia había servido para algo… aparte de hacerse con unas cuantas joyas que pensaría a quien regalar. Pero Kane ya se había fijado en Ava y su primer pensamiento fue que debía ser suya. No de una manera romántica, ni sentimental… simplemente la quería para él, para lo que él quisiera.
Se había enterado del cómo habían llegado a casarse con aquel hombre, el porqué de todo, por supuesto sus prácticas en la intimidad no eran un secreto para alguien que podía leer la mente, encaprichándose más por esto último, era demasiado atractivo como para pasarlo por alto y sobre todo se enteró cuando aquel hombrecito fue llamado a filas.
Realmente el matarle y quitarle de en medio fue algo demasiado fácil... no le hizo sufrir mucho, lo justo para que sintiera el último aliento salir de su cuerpo. En la mente de Kane y siguiendo los datos que había recogido, había liberado a aquella mujer que había sido obligada a casarse sin eso que los humanos llamaban amor, para casarse con un hombre al que veía más como un amigo que como el hombre con el que pasar el resto de su corta vida…
Al menos sabias moverte en la cama…-Esas fueron las últimas palabras de Kane a aquel cuerpo que yacía en una cama desangrado. Un par de palmadas en su hombro muerto y desapareció entre la oscuridad de la noche. Ya no tenía nada que le impidiera conocer del todo a aquella mujer, solo tenía que presentarse y dejar que aquella mujer disfrutase de su nueva vida. Cuando tiempo después volvió a encontrarse a aquella mujer no podía creer realmente como todo había cambiado tan de golpe. Esa mujer llena de vida ya no estaba así… habían pasado meses desde la muerte del soldadito, pero no era tanta la pena por el sino por algo más… allegado.
Cuando Kane se dio cuenta de lo que sus acciones habían provocado huyó…había provocado indirectamente que aquella mujer perdiera él bebe que él no sabía que estaba gestando. Había hecho lo que nunca se había atrevido, no a propósito pero si había sido culpa de el… nunca se lo perdonaría, y sabía que debía dar la cara, era un hombre de honor, aunque muchas acciones no eran honorables siempre encontraba la manera de solucionarlo. La muerte de aquel hombre le daba exactamente igual… pero él bebe no, por eso después de mucho tiempo y después de centrarse en que debía aguantar lo que viniera de aquella mujer, se presentó en su hogar con el propósito de contarla que él era el causante de su dolor.
¿Hasta qué punto podría un humano hacerle enfadar? ¿Hasta qué punto un humano podría hacerle sentir mal? Y sobre todo… ¿podría mantener la compostura y no sacar al Kane que había ordenado mantenerse alejado? Aquello no pintaba bien… y sabía que seria sobre todo por culpa de él.
Por eso cuando años atrás se fijó en aquella mujer de pelo largo moreno, ojos felinos y labios gruesos, algo en su mente se centró, su viaje a Italia había servido para algo… aparte de hacerse con unas cuantas joyas que pensaría a quien regalar. Pero Kane ya se había fijado en Ava y su primer pensamiento fue que debía ser suya. No de una manera romántica, ni sentimental… simplemente la quería para él, para lo que él quisiera.
Se había enterado del cómo habían llegado a casarse con aquel hombre, el porqué de todo, por supuesto sus prácticas en la intimidad no eran un secreto para alguien que podía leer la mente, encaprichándose más por esto último, era demasiado atractivo como para pasarlo por alto y sobre todo se enteró cuando aquel hombrecito fue llamado a filas.
Realmente el matarle y quitarle de en medio fue algo demasiado fácil... no le hizo sufrir mucho, lo justo para que sintiera el último aliento salir de su cuerpo. En la mente de Kane y siguiendo los datos que había recogido, había liberado a aquella mujer que había sido obligada a casarse sin eso que los humanos llamaban amor, para casarse con un hombre al que veía más como un amigo que como el hombre con el que pasar el resto de su corta vida…
Al menos sabias moverte en la cama…-Esas fueron las últimas palabras de Kane a aquel cuerpo que yacía en una cama desangrado. Un par de palmadas en su hombro muerto y desapareció entre la oscuridad de la noche. Ya no tenía nada que le impidiera conocer del todo a aquella mujer, solo tenía que presentarse y dejar que aquella mujer disfrutase de su nueva vida. Cuando tiempo después volvió a encontrarse a aquella mujer no podía creer realmente como todo había cambiado tan de golpe. Esa mujer llena de vida ya no estaba así… habían pasado meses desde la muerte del soldadito, pero no era tanta la pena por el sino por algo más… allegado.
Cuando Kane se dio cuenta de lo que sus acciones habían provocado huyó…había provocado indirectamente que aquella mujer perdiera él bebe que él no sabía que estaba gestando. Había hecho lo que nunca se había atrevido, no a propósito pero si había sido culpa de el… nunca se lo perdonaría, y sabía que debía dar la cara, era un hombre de honor, aunque muchas acciones no eran honorables siempre encontraba la manera de solucionarlo. La muerte de aquel hombre le daba exactamente igual… pero él bebe no, por eso después de mucho tiempo y después de centrarse en que debía aguantar lo que viniera de aquella mujer, se presentó en su hogar con el propósito de contarla que él era el causante de su dolor.
¿Hasta qué punto podría un humano hacerle enfadar? ¿Hasta qué punto un humano podría hacerle sentir mal? Y sobre todo… ¿podría mantener la compostura y no sacar al Kane que había ordenado mantenerse alejado? Aquello no pintaba bien… y sabía que seria sobre todo por culpa de él.
Kane Caristeas- Vampiro Clase Alta
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Re: Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
De nuevo un paseo solitario se había alargado más de la cuenta. Sus pasos -siempre sin un destino marcado al que acudir- avanzaban sin detenerse hasta que Ava empezaba a notar el cansancio adueñarse de sus piernas. Podría parecer raro pero eran esos paseos, esos momentos a solas en los que se dejaba llevar, cuando menos dolor sentía. Daba igual la hora del día a la que decidiera salir de casa, daba igual la gente que se encontrara por las calles parisinas pues no hacía caso a nada. Era el regreso a casa lo que le costaba enormemente pues sabía que no había nadie esperando por ella, no encontraría sonrisas ni una pregunta de interés por cómo había ido su día. Era cierto que no había estado enamorada de su marido, no de la manera clásica para ello, pero la vida juntos había sido magnífica y extrañaba tener un compañero cada día a su lado. Además, sobre todas las cosas, echaba de menos saber que en su interior se estaba gestando la vida de su hijo, aún a día de hoy -habiendo pasado meses desde su pérdida- se descubría acariciando su vientre como si aún sintiera la presencia del pequeño. La depresión en la que había estado sumida no se había evaporado del todo, quedaban resquicios de esa tristeza que hacía de su rostro antaño lleno de luz, ahora luciera más gris.
Una vez ya de vuelta en su actual hogar en París, bastante lejos del antiguo en Roma, se movió con rapidez. Dejó la chaqueta larga al ama de llaves para que lo recogiera así como los zapatos en la entrada, costumbre que había adquirido hacía años. Depués el baño relajante como tras cada uno de sus paseos, al que echó unos polvos perfumados que hacían que su piel estuviera más suave y oliera ligeramente a flores, se puso un vestido mucho más liviano y bajó a cenar. La disposición de la mesa para ella sóla hacía que siempre tomara asiento en la presidencia dejando que los sirvientes fueran cambiando los platos y rellenando la copa de vino o agua dependiendo de su carácter. Una vez acabó, fue a sentarse un rato en el salón principal de la casa con ganas de leer alguno de los libros pero una llamada en la puerta y a continuación su ama de llaves anunciando que tenía la visita de un caballero hicieron que sus planes cambiaran en un instante.
- Hágale pasar, por favor. - pidió a la mujer, asegurándose de que -a pesar de estar vestida de manera informal- su atuendo era correcto para recibir a una visita. Justo había acabado de adecentar su pelo en un moño cuando la visita irrumpió en el salón. Se trataba de un hombre alto y de constitución fuerte, superior a la media en realidad, con porte imponente y gesto más bien serio. No creía conocerle, pero había un atisbo de familiaridad en su rostro que no acababa de saber de dónde venía. Por otro lado, dejando de lado la parte física, había algo en Kane que le producía una sensación de temor y desagrado que hicieron que su cuerpo se tensara levemente y agradeciera que el ama de llaves se quedara en la puerta, suponía que porque también había notado algo extraño.
- Buenas noches caballero - se adelató a él e indicó el sofá con la diestra, mostrando una cordialidad innata en Ava, - siéntese por favor, y dígame qué le ha traído hasta aquí - dijo con una sonrisa esperando averiguar pronto el motivo de aquella inesperada visita. Hizo un gesto a la mujer para que les sirviera una copa a cada uno del mismo vino con el que había acompañado la cena.
Una vez ya de vuelta en su actual hogar en París, bastante lejos del antiguo en Roma, se movió con rapidez. Dejó la chaqueta larga al ama de llaves para que lo recogiera así como los zapatos en la entrada, costumbre que había adquirido hacía años. Depués el baño relajante como tras cada uno de sus paseos, al que echó unos polvos perfumados que hacían que su piel estuviera más suave y oliera ligeramente a flores, se puso un vestido mucho más liviano y bajó a cenar. La disposición de la mesa para ella sóla hacía que siempre tomara asiento en la presidencia dejando que los sirvientes fueran cambiando los platos y rellenando la copa de vino o agua dependiendo de su carácter. Una vez acabó, fue a sentarse un rato en el salón principal de la casa con ganas de leer alguno de los libros pero una llamada en la puerta y a continuación su ama de llaves anunciando que tenía la visita de un caballero hicieron que sus planes cambiaran en un instante.
- Hágale pasar, por favor. - pidió a la mujer, asegurándose de que -a pesar de estar vestida de manera informal- su atuendo era correcto para recibir a una visita. Justo había acabado de adecentar su pelo en un moño cuando la visita irrumpió en el salón. Se trataba de un hombre alto y de constitución fuerte, superior a la media en realidad, con porte imponente y gesto más bien serio. No creía conocerle, pero había un atisbo de familiaridad en su rostro que no acababa de saber de dónde venía. Por otro lado, dejando de lado la parte física, había algo en Kane que le producía una sensación de temor y desagrado que hicieron que su cuerpo se tensara levemente y agradeciera que el ama de llaves se quedara en la puerta, suponía que porque también había notado algo extraño.
- Buenas noches caballero - se adelató a él e indicó el sofá con la diestra, mostrando una cordialidad innata en Ava, - siéntese por favor, y dígame qué le ha traído hasta aquí - dijo con una sonrisa esperando averiguar pronto el motivo de aquella inesperada visita. Hizo un gesto a la mujer para que les sirviera una copa a cada uno del mismo vino con el que había acompañado la cena.
Ava Vernetti- Humano Clase Alta
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Re: Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
El movimiento natural de Kane, ágil y decidido se hizo eco en la entrada de aquel salón cuando la invitación de Ava se hizo presente. Aquellos labios que había deseado en el pasado ahora solo le parecían unos labios que en breves instantes serian acusadores.
Buenas noches señorita Vernetti, seguramente no se acuerde de mí, cosa lógica realmente.-dejó su chaqueta en los brazos de aquella ama de llaves, colocándose los puños de la chaqueta se sentó en aquel sofá donde el cuerpo de la humana estaba a nos centímetros.- debo decir, que en unos momentos seguramente me esté echando de su casa, y es merecido al menos en cierta parte ya que… lo que le vengo a decir es algo complicado.-agarra la copa de vino centrando sus ojos en aquel liquido carmesí que se parecía tanto a su dieta normal.
Un trago después con el regusto aun de aquel vino, giró su cabeza y observo a aquella mujer de nuevo. Innegable su belleza, tenía algo que llamaba la atención y eso era algo que atraía a Kane, no le solían gustar las mujeres simples y copiadas de otras. Un gesto, un rasgo… una palabra, eso es lo que buscaba Kane, algo que diferenciase a sus mujeres del resto.
No soy una persona normal, ni siquiera convencional… tengo demasiada historia tras mi espalda como para ser o tener algún tipo de valor que en esta sociedad se considere hasta cuerdo.-Empezó a explicar de la nada-Soy un desgraciado, pero un desgraciado que tiene sus normas.-Dejó la copa en la mesa y cogió un aire innecesario para continuar.- Se preguntara a que viene todo esto, y porque estoy aquí… es muy simple.-Hizo una pausa para escuchar lo que pensaba en ese momento dándose cuenta que la impresión que daba era como a todos… cierto temor.- Tengo una única regla hacia los humanos, no matar niños… los demás me dais exactamente igual, incluso siendo una preciosidad como usted.-Resta importancia moviendo la mano, ya que ese no era el tema.-Es normal que sienta miedo al verme, no soy humano ni siquiera tengo sentimientos… pero hoy estoy aquí para presentar algo que hacía muchos años, créame… muchos, no presentaba.-Agarro la mano de ella y la besó el dorso.-Soy el culpable de que perdiera a su bebe, y eso me perseguirá durante la eternidad… sé que no es suficiente castigo pero como le dije, mi única regla es no matar niños e indirectamente lo hice… por lo que estoy aquí esperando porque usted decida que castigo deba tener.-En la mente de la humana solo veía más dudas, no entendía nada por lo que lo dijo directamente.
-Me encapriche de usted y sabía que no estaba enamorada, además de que se había casado forzada y decidí quitarlo de en medio… no me arrepiento de eso, aunque si llego a estar enterado de su embarazo jamás lo hubiera hecho.-Clavo sus ojos azules en ella y lo soltó.
- Yo asesine a tu marido…
Buenas noches señorita Vernetti, seguramente no se acuerde de mí, cosa lógica realmente.-dejó su chaqueta en los brazos de aquella ama de llaves, colocándose los puños de la chaqueta se sentó en aquel sofá donde el cuerpo de la humana estaba a nos centímetros.- debo decir, que en unos momentos seguramente me esté echando de su casa, y es merecido al menos en cierta parte ya que… lo que le vengo a decir es algo complicado.-agarra la copa de vino centrando sus ojos en aquel liquido carmesí que se parecía tanto a su dieta normal.
Un trago después con el regusto aun de aquel vino, giró su cabeza y observo a aquella mujer de nuevo. Innegable su belleza, tenía algo que llamaba la atención y eso era algo que atraía a Kane, no le solían gustar las mujeres simples y copiadas de otras. Un gesto, un rasgo… una palabra, eso es lo que buscaba Kane, algo que diferenciase a sus mujeres del resto.
No soy una persona normal, ni siquiera convencional… tengo demasiada historia tras mi espalda como para ser o tener algún tipo de valor que en esta sociedad se considere hasta cuerdo.-Empezó a explicar de la nada-Soy un desgraciado, pero un desgraciado que tiene sus normas.-Dejó la copa en la mesa y cogió un aire innecesario para continuar.- Se preguntara a que viene todo esto, y porque estoy aquí… es muy simple.-Hizo una pausa para escuchar lo que pensaba en ese momento dándose cuenta que la impresión que daba era como a todos… cierto temor.- Tengo una única regla hacia los humanos, no matar niños… los demás me dais exactamente igual, incluso siendo una preciosidad como usted.-Resta importancia moviendo la mano, ya que ese no era el tema.-Es normal que sienta miedo al verme, no soy humano ni siquiera tengo sentimientos… pero hoy estoy aquí para presentar algo que hacía muchos años, créame… muchos, no presentaba.-Agarro la mano de ella y la besó el dorso.-Soy el culpable de que perdiera a su bebe, y eso me perseguirá durante la eternidad… sé que no es suficiente castigo pero como le dije, mi única regla es no matar niños e indirectamente lo hice… por lo que estoy aquí esperando porque usted decida que castigo deba tener.-En la mente de la humana solo veía más dudas, no entendía nada por lo que lo dijo directamente.
-Me encapriche de usted y sabía que no estaba enamorada, además de que se había casado forzada y decidí quitarlo de en medio… no me arrepiento de eso, aunque si llego a estar enterado de su embarazo jamás lo hubiera hecho.-Clavo sus ojos azules en ella y lo soltó.
- Yo asesine a tu marido…
Kane Caristeas- Vampiro Clase Alta
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Re: Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
La duda del verdadero motivo que había llevado a aquel hombre hasta su puerta hacía que su corazón latiera descompasado en su pecho, algo en ella estaba deseoso de conocer la verdad, pero había una parte -una más oscura y profunda- que sabía que en cuanto supiera lo que Kane había ido a contarle no sería la misma. Sin embargo, trató de mantener la compostura aún con la primera declaración de este. No era conocida por su mal carácter, al contrario podía presumir de ser una persona afable y de buen corazón, por lo que si el vampiro estaba tan seguro de que su confesión acabaría en un enfado de Ava, tenía que ser algo grave. Se dio cuenta de que hablaba de una manera poco convencional, se refería a los demás como "humanos" y a sí mismo como alguien poco convencional. Empezó a temer por su vida y la de quienes habitaban su misma casa, al pensar en el posible trastorno psicológico del hombre.
En cuanto notó el contacto ajeno retiró la mano impidiendo que Kane pudiera mantener el roce por más tiempo del que le llevó depositar aquel beso envenenado en su dorso. Apretó los dientes a la primera mención de los niños pero aún llegados a ese punto hizo acopio de su fuerza de voluntad y mantuvo el silencio, silencio que se alargó más de lo normal cuando este acabó su explicación. Estaba demasiado mareada como para asimilar todo lo que había escuchado de la propia boca del vampiro, dudó seriamente si creer en lo que había relatado. Nadie en su sano juicio asesinaría a otro hombre por el simple hecho de desear a su mujer, poniendo -además- como excusa el conocimiento de la falta de amor conyugal en el matrimonio, pero estaba claro que Kane no era un hombre cuerdo.
Con la elegancia que la caracterizaba, Ava se puso de pie, pidiendo con dicho gesto que su acompañante la imitara. No deseaba mantener bajo su techo a semejante animal y haría lo que fuera para alejarle de sí misma - No quiero volver a verte cerca de mi ni de nadie a quien aprecie - dijo con un tono de voz demasiado neutral como parecer una mujer viva. Él había dicho que iba para redimirse de su pecado, del único que jamás podría perdonarse, pero no sabía lo que había generado en la vida de Ava, no era consciente ni de un ápice del dolor que había causado. - No puedes hacer nada que compense el infierno en el que me has obligado a vivir estos meses, ojalá pudiera hacerte sentir tan miserable como tú has conseguido que yo misma sea - dijo comprendiendo en ese mismo instante lo que era el odio.
Las ganas de matarlo con sus propias manos se mezclaban con las de llorar desconsoladamente, como tantas noches había hecho en silencio tras acostarse. No toleraba la mera presencia de Kane ante ella, parecía no importarle en lo más mínimo lo que había tenido que pasar, el luto que ún vestía y la perdida de su vida tal y como la conocía. Era, a su modo de ver, la persona más egoísta y menos empática que se había cruzado jamás. Caminó hasta la puerta de la calle y la abrió haciendo un gesto a Kane que invitaba a este a abandonar la casa, - gracias por decirme la verdad - dijo ahora con un tono más frío que no denotaba en absoluto el agradecimiento que había expresado en aquella frase, si no que estaba cargada de ira y dolor. Sentimientos que se vieron reflejados en el tortazo que le lanzó contra la mejilla derecha y que sin embargo, hizo que su propia mano gritara de dolor como si hubiera golpeado una pared de granito. Con un gesto de dolor se recogió la diestra con la mano izquierda y lo miró asustada y dudusa.
En cuanto notó el contacto ajeno retiró la mano impidiendo que Kane pudiera mantener el roce por más tiempo del que le llevó depositar aquel beso envenenado en su dorso. Apretó los dientes a la primera mención de los niños pero aún llegados a ese punto hizo acopio de su fuerza de voluntad y mantuvo el silencio, silencio que se alargó más de lo normal cuando este acabó su explicación. Estaba demasiado mareada como para asimilar todo lo que había escuchado de la propia boca del vampiro, dudó seriamente si creer en lo que había relatado. Nadie en su sano juicio asesinaría a otro hombre por el simple hecho de desear a su mujer, poniendo -además- como excusa el conocimiento de la falta de amor conyugal en el matrimonio, pero estaba claro que Kane no era un hombre cuerdo.
Con la elegancia que la caracterizaba, Ava se puso de pie, pidiendo con dicho gesto que su acompañante la imitara. No deseaba mantener bajo su techo a semejante animal y haría lo que fuera para alejarle de sí misma - No quiero volver a verte cerca de mi ni de nadie a quien aprecie - dijo con un tono de voz demasiado neutral como parecer una mujer viva. Él había dicho que iba para redimirse de su pecado, del único que jamás podría perdonarse, pero no sabía lo que había generado en la vida de Ava, no era consciente ni de un ápice del dolor que había causado. - No puedes hacer nada que compense el infierno en el que me has obligado a vivir estos meses, ojalá pudiera hacerte sentir tan miserable como tú has conseguido que yo misma sea - dijo comprendiendo en ese mismo instante lo que era el odio.
Las ganas de matarlo con sus propias manos se mezclaban con las de llorar desconsoladamente, como tantas noches había hecho en silencio tras acostarse. No toleraba la mera presencia de Kane ante ella, parecía no importarle en lo más mínimo lo que había tenido que pasar, el luto que ún vestía y la perdida de su vida tal y como la conocía. Era, a su modo de ver, la persona más egoísta y menos empática que se había cruzado jamás. Caminó hasta la puerta de la calle y la abrió haciendo un gesto a Kane que invitaba a este a abandonar la casa, - gracias por decirme la verdad - dijo ahora con un tono más frío que no denotaba en absoluto el agradecimiento que había expresado en aquella frase, si no que estaba cargada de ira y dolor. Sentimientos que se vieron reflejados en el tortazo que le lanzó contra la mejilla derecha y que sin embargo, hizo que su propia mano gritara de dolor como si hubiera golpeado una pared de granito. Con un gesto de dolor se recogió la diestra con la mano izquierda y lo miró asustada y dudusa.
Ava Vernetti- Humano Clase Alta
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Re: Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
Se esperaba cada palabra de aquella mujer sin ni siquiera haberlo pronunciado ya que su mente, si antes estaba activa, ahora se encontraba hiperactiva, miles de pensamientos por su cabeza los cuales casi abruman a Kane, y eso es algo difícil, pero las emociones de aquella humana unido a sus pensamientos hacían que el vampiro se replantease el estado mental de aquella preciosa mujer.
Entendía el punto del enfado de ella, y realmente no se sentía mal por matar a aquel hombre, de echo hasta pensaba que debía darle las gracias por esa liberación, aunque parecía que ella estaba muy lejos de aquel; “Gracias”. Dejó que lo procesara y recibió aquellas palabras con la cabeza en alto y sin contestar como quería, que sería arrancando la lengua por la forma de hablarle. Sabía que no podía, y estaba mordiéndose la mejilla por dentro de la rabia pero se lo merecía… aunque no pasaría la eternidad culpándose, sabía que en ese momento debía dejar que la falta de respeto de la humana fuera justificada.
- No puedes hacer nada que compense el infierno en el que me has obligado a vivir estos meses, ojalá pudiera hacerte sentir tan miserable como tú has conseguido que yo misma sea –
Después de aquellas palabras levanto su cuerpo y se obligó a moverse hacia la puerta, sabía que aquel control de aquella simple humana estaba a segundos de acabarse. - gracias por decirme la verdad – la ironía y el tono frio de ella casi le hacen sonreír, ya que aquel comportamiento le parecía en ocasiones demasiado particular de las emociones humanas. Lo que no se esperaba era lo que pasó a continuación, de echo… nadie desde hacía siglos se había atrevido a tocarle de forma… “agresiva”, derrochaba miedo por lo que simplemente se alejaban o cedían al poder que Kane tenía.
Eres una estúpida.-El mismo se sorprendió del tono, tranquilo y pausado. Realmente podría arrancarla la cabeza y a todos los que se enfrentasen pero por un lado admiraba la actuación de la mujer. Acababa de demostrar que a pesar del temor era valiente.
Seguramente te acabas de romper la muñeca o fracturado algún dedo.- Sabia que ella no le dejaría tocarla por voluntad propia por lo que clavo sus ojos en ella y se centró en dominar su mente para que no pudiera negarse a lo que el quisiera hacerla. En este caso simplemente se acercó a ella y agarró su mano, sabía que ella estaría frustrándose por no poder apartarse pero en ese momento tendría que aguantarse.
Estate quieta, terminare antes y me iré.-Efectivamente parecía una pequeña fractura en la muñeca. Sin importar lo mas mínimo se sacó la camisa de dentro de sus pantalones y rompió un trozo, era seda por lo que el tacto seria para ella cómodo además de inmovilizar aquella juguetona mano.-Estoy orgulloso de que un humano sepa plantar cara, incluso si es una mujer…-Sabia que sus palabras solo la estaban enfadando más, pero él seguía a lo suyo vendando aquello hasta que le convenció-Deberías ver a un médico, aunque ya está inmovilizado… lo siento de nuevo.-Besó su mano de nuevo y la soltó aprovechando a coger su americana y colocársela. Volvió a mirarla y soltó aquella jaula mental en la que la tenía atrapada.
No vuelvas a darme nunca más… o no seré tan amable la próxima vez.-Abrió la puerta y observo de nuevo a la mujer antes de bajar hasta su estómago sabiendo que sus ojos azules le delataban en parte por aquella pena.-No volveré a molestarla, pero sepa que es usted libre de acudir a mi si necesita algo… lo que sea.-Dejó aquel punto claro y antes de que pudiera decir nada escribió su dirección en un papel y salió corriendo de aquel lugar perdiéndose de nuevo entre la noche.
Entendía el punto del enfado de ella, y realmente no se sentía mal por matar a aquel hombre, de echo hasta pensaba que debía darle las gracias por esa liberación, aunque parecía que ella estaba muy lejos de aquel; “Gracias”. Dejó que lo procesara y recibió aquellas palabras con la cabeza en alto y sin contestar como quería, que sería arrancando la lengua por la forma de hablarle. Sabía que no podía, y estaba mordiéndose la mejilla por dentro de la rabia pero se lo merecía… aunque no pasaría la eternidad culpándose, sabía que en ese momento debía dejar que la falta de respeto de la humana fuera justificada.
- No puedes hacer nada que compense el infierno en el que me has obligado a vivir estos meses, ojalá pudiera hacerte sentir tan miserable como tú has conseguido que yo misma sea –
Después de aquellas palabras levanto su cuerpo y se obligó a moverse hacia la puerta, sabía que aquel control de aquella simple humana estaba a segundos de acabarse. - gracias por decirme la verdad – la ironía y el tono frio de ella casi le hacen sonreír, ya que aquel comportamiento le parecía en ocasiones demasiado particular de las emociones humanas. Lo que no se esperaba era lo que pasó a continuación, de echo… nadie desde hacía siglos se había atrevido a tocarle de forma… “agresiva”, derrochaba miedo por lo que simplemente se alejaban o cedían al poder que Kane tenía.
Eres una estúpida.-El mismo se sorprendió del tono, tranquilo y pausado. Realmente podría arrancarla la cabeza y a todos los que se enfrentasen pero por un lado admiraba la actuación de la mujer. Acababa de demostrar que a pesar del temor era valiente.
Seguramente te acabas de romper la muñeca o fracturado algún dedo.- Sabia que ella no le dejaría tocarla por voluntad propia por lo que clavo sus ojos en ella y se centró en dominar su mente para que no pudiera negarse a lo que el quisiera hacerla. En este caso simplemente se acercó a ella y agarró su mano, sabía que ella estaría frustrándose por no poder apartarse pero en ese momento tendría que aguantarse.
Estate quieta, terminare antes y me iré.-Efectivamente parecía una pequeña fractura en la muñeca. Sin importar lo mas mínimo se sacó la camisa de dentro de sus pantalones y rompió un trozo, era seda por lo que el tacto seria para ella cómodo además de inmovilizar aquella juguetona mano.-Estoy orgulloso de que un humano sepa plantar cara, incluso si es una mujer…-Sabia que sus palabras solo la estaban enfadando más, pero él seguía a lo suyo vendando aquello hasta que le convenció-Deberías ver a un médico, aunque ya está inmovilizado… lo siento de nuevo.-Besó su mano de nuevo y la soltó aprovechando a coger su americana y colocársela. Volvió a mirarla y soltó aquella jaula mental en la que la tenía atrapada.
No vuelvas a darme nunca más… o no seré tan amable la próxima vez.-Abrió la puerta y observo de nuevo a la mujer antes de bajar hasta su estómago sabiendo que sus ojos azules le delataban en parte por aquella pena.-No volveré a molestarla, pero sepa que es usted libre de acudir a mi si necesita algo… lo que sea.-Dejó aquel punto claro y antes de que pudiera decir nada escribió su dirección en un papel y salió corriendo de aquel lugar perdiéndose de nuevo entre la noche.
Kane Caristeas- Vampiro Clase Alta
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Re: Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
Encima de aquel atrevimiento contándole que él mismo había asesinado a su marido, además de no denotar un ápice de sensibilidad o arrepentimiento tras sus actos, tenía la desfachatez de insultarla en su propia casa. Aquel hombre o lo que quiera que dios hubiese creado estaba fuera de lo que cualquiera pudiera denominar como normal. Aunque muerta de miedo y con la sangre hirviendo en su interior por el odio que albergaba contra Kane, Ava alzó la cabeza -aún sosteniendo la diestra con su mano libre- y clavó los ojos una vez más en el vampiro. Estaba cansada, cansada de sufrir, de huir y de llorar la muerte de esas dos personas que había perdido. En París había empezado a aprender a vivir, estaba consiguiendo salir de la oscuridad en la que ahondaba su mente, pero Kane había desbaratado todo.
De pronto, sintió una fuerza externa a ella, algo que hacía que mantuviera el cuerpo quieto y no pudiese hacer nada para evitarlo. Lo peor es que todo ese poder parecía emanar del hombre que tenía delante. Estaba tocándola, atendiendo su mano dañada y era lo último que esta quería. No soportaba recibir ayuda de un ser tan despreciable, el único al que ella había llegado a odiar. Esa acción, el que pareciera que quería ayudarla, desde el punto de vista de Ava carecía de valor alguno, pero para el vampiro parecía ser un acto redentor. ¡¿Incluso si es una mujer?! ¿Qué se suponía que quería decir aquello? Además de cada atributo negativo de Kane, se añadía machista a la lista.
En cuanto pudo, frotó la mano recién besada con la tela de su propia ropa. Miró como se alejaba durante unos segundos antes de cerrar la puerta de su casa de un golpe. - Maldito seas...- Se sentía mancillada, sucia y manipulada. No había sacado nada positivo de aquella inesperada visita, tan sólo el nombre del asesino de su marido y nada podía hacer -parecía- para que se le culpara de ello. Nunca se habían encontrado pistas sobre el motivo de su muerte, ni rastro alguno que indicara quién había podido causarle esa muerte tan horrorosa, por lo que si ahora ella misma iba a la policía diciendo que el asesino se le había confesado... simplemente nadie la creería. Se dejó caer hasta el suelo, con la espalda apoyada en la pared, estaba exhausta. Fue entonces cuando todo el dolor retenido, todas las dudas sobre el motivo de aquella muerte, salieron a la luz en forma de lágrimas. Agradecía que no hubiese nadie del servicio despierto ya, pues odiaba que la vieran llorar. Lo hizo hasta que notó que no tenía ni una sola lágrima más que liberar y con los ojos rojizos y el paso tambaleante inició el ascenso por las escaleras hasta su alcoba.
Lavó su rostro hasta al menos notar que este se refrescaba y los ojos no la molestaban por el hinchazón. Una vez con la ropa de cama puesta y lista para meterse en la cama, le pareció oir un chirrido proveniente de la ventana. La mirada de la viuda se desvió hacía esta, pero al no ver nada supuso que habría sido el viendo, por lo que prosiguió su camino hasta acabar por tumbarse y cubrir su cuerpo con las mantas. Sin embargo, sin que ella lo viera, pues estaba tumbada de lado mirando en la otra dirección, una sombra se cernía sobre ella desde el exterior de dicha ventana. Una figura humana la acechaba.
De pronto, sintió una fuerza externa a ella, algo que hacía que mantuviera el cuerpo quieto y no pudiese hacer nada para evitarlo. Lo peor es que todo ese poder parecía emanar del hombre que tenía delante. Estaba tocándola, atendiendo su mano dañada y era lo último que esta quería. No soportaba recibir ayuda de un ser tan despreciable, el único al que ella había llegado a odiar. Esa acción, el que pareciera que quería ayudarla, desde el punto de vista de Ava carecía de valor alguno, pero para el vampiro parecía ser un acto redentor. ¡¿Incluso si es una mujer?! ¿Qué se suponía que quería decir aquello? Además de cada atributo negativo de Kane, se añadía machista a la lista.
En cuanto pudo, frotó la mano recién besada con la tela de su propia ropa. Miró como se alejaba durante unos segundos antes de cerrar la puerta de su casa de un golpe. - Maldito seas...- Se sentía mancillada, sucia y manipulada. No había sacado nada positivo de aquella inesperada visita, tan sólo el nombre del asesino de su marido y nada podía hacer -parecía- para que se le culpara de ello. Nunca se habían encontrado pistas sobre el motivo de su muerte, ni rastro alguno que indicara quién había podido causarle esa muerte tan horrorosa, por lo que si ahora ella misma iba a la policía diciendo que el asesino se le había confesado... simplemente nadie la creería. Se dejó caer hasta el suelo, con la espalda apoyada en la pared, estaba exhausta. Fue entonces cuando todo el dolor retenido, todas las dudas sobre el motivo de aquella muerte, salieron a la luz en forma de lágrimas. Agradecía que no hubiese nadie del servicio despierto ya, pues odiaba que la vieran llorar. Lo hizo hasta que notó que no tenía ni una sola lágrima más que liberar y con los ojos rojizos y el paso tambaleante inició el ascenso por las escaleras hasta su alcoba.
Lavó su rostro hasta al menos notar que este se refrescaba y los ojos no la molestaban por el hinchazón. Una vez con la ropa de cama puesta y lista para meterse en la cama, le pareció oir un chirrido proveniente de la ventana. La mirada de la viuda se desvió hacía esta, pero al no ver nada supuso que habría sido el viendo, por lo que prosiguió su camino hasta acabar por tumbarse y cubrir su cuerpo con las mantas. Sin embargo, sin que ella lo viera, pues estaba tumbada de lado mirando en la otra dirección, una sombra se cernía sobre ella desde el exterior de dicha ventana. Una figura humana la acechaba.
Ava Vernetti- Humano Clase Alta
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Re: Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
¡FUERA TODOS AHORA MISMO!-La rabia que salía de la voz de Kane era palpable en cada onda que se disparaba hacia aquella inmensa casa oscura, ya no solo por la falta de luz… sino por lo que el propio vampiro irradiaba.
Los humanos no solían sacarle de quicio con facilidad, pero aquella multitud de corazones acelerados corriendo hacia la entrada donde el cuerpo imponente de Kane se encontraba, le parecía que estaban tomándole el pelo por la baja velocidad que sus débiles piernas aceptaban.- ¡RAPIDO! – aquella orden salió junto a un gruñido que hizo gritar a más de una sirvienta. Cuando el último corazón palpitante dejó aquella casa, Kane cerró las puertas escuchando como crujían cuando recibieron un puñetazo del vampiro. Las había protegido bien sabiendo sus arranques agresivos…
-…-aun cuando su interior estaba palpitante de ira el exterior parecía una obra del propio Miguel Ángel, cincelado en una tranquilidad absoluta, cincelado en una belleza que ni el más podrido de los corazones desaparecidos, como era el de Kane, podría demostrar ningún sentimiento, solo el sabia como se sentía y seguiría siendo así por el resto de su existencia.
Su cuerpo encajó perfectamente en aquella butaca oscura negra mientras entre sus dedos se encontraba una copa de cristal con aquel líquido oscuro tan parecido a la sangre. Necesitaba matar, destruir y volver a ser el…
Había sido devastador para un hombre como el, admitir aquella culpa, admitir que se sentía mal por la pérdida de Ava, no su marido… sino él bebe que engendraba. ¿Y todo por qué? ¿Por un capricho? Había miles de mujeres en el mundo… y Kane se maldijo a el mismo por fijarse en aquella mujer que le había traído cierta conciencia a su ser. Al menos tenía algo claro... La odiaba casi tanto como ella podía odiarle a él.
Mi señor…-No levantó la vista de aquella copa sujeta, simplemente dejo que aquella voz inmortal de una de sus acompañantes en aquella eternidad resonase.-Acompáñeme… tenemos algo que le aliviara-Noto como la mano fría acarició su barba y su cuello. Sabía lo que pretendían, seguramente tendrían algún humano en alguna parte de la casa y me le ofrecerían para después ellas mismas saciarse pero no podía con aquello, no bebería de el… no tenía sed, solo tenía ganas de quitarle una a una las partes de su cuerpo y destrozarse a el mismo hasta que su cuerpo no pudiera sujetarse. Tenía la estúpida esperanza que así su cuerpo, sus sentimientos caerían y solo escucharía silencio… y no el llanto de un bebe taladrándole la mente.
Suéltame, no me toques ahora… -Su voz salió en un susurro pero el peligro y la orden iban implícitos. Dicho y hecho… fue liberado de aquel tacto. Sin pensarlo mucho bebió aquella copa de golpe y salió de aquel lugar comenzando a correr como nunca había corrido, notando como la adrenalina se encajaba en cada zona de su cuerpo. Cuando se quiso dar cuenta… después de horas intentando no pensar, tuvo delante suyo de nuevo la casa de aquella mujer maldita para el…sus colmillos estaban fuera, sus ojos negros de la ira que aun sentía, no entendía como podía estar de nuevo en aquel lugar. Cuando se dio cuenta de lo que hacía ya era tarde… aquella mujer descansaba en su cama, respaldada por una simple sabana.
Kane sintió un quemazón en su cuerpo pero no le dio importancia, mantuvo su mente centrada en la de Ava, escuchando sus sueños… pensando una manera en la que darla esa tranquilidad para que pudiera descansar, proponiéndose encontrarla observó como una luz iluminaba la espalda de la humana y continuando el recorrido de esa luz, Kane acudió a su primera puesta de sol como inmortal… se quemaba y lo sabía pero durante un segundo dejó de pensar y eso le dio paz.
Un murmullo le hizo dejar aquella ventana para caer sin hacer ruido en la entrada de la casa. Pocas cosas sorprenderían a Kane pero aquellos dos hombres que intentaban salir a escondidas con algunas cosas robadas fue una excepción. ¿Como no se había dado cuenta? estaba demasiado absorto en Ava y sus pensamientos que no descubrió el olor hasta que no lo vio con sus propios ojo. -Caballeros...-Uno de ellos asustado dejó caer un par de candelabros al suelo haciendo el típico ruido metálico.-Hoy no es mi mejor día... y como pueden ver no estoy en el mejor momento.-Señalo sus manos que empezaban a quemarse hasta que se adelanto quedando al resguardo de la sombra de la casa.- Estoy deseando desmembrar a un par de idiotas... ¿vosotros lo sois?-Alzo una ceja teniendo como respuesta una negación de ambos que parecían paralizados.-mmm.. demostrarlo, dejar todas las cosas en la puerta.-Parecía tranquilo pero estaba demasiado lejos de estarlo de verdad. Cuando vio que los hombres atemorizados lo hacían se movió con rapidez y les choco las cabezas a ambos haciendo que cayeran junto a las cosas. Si fuera por el estarían muertos, pero en aquella parcela no quería que se realizase tales acciones... nunca mas, por lo que dejaría a los humanos decidir el destino de aquellos hombres, los cuales estarían dormidos unas cuantas horas por el fuerte golpe.
Llamó a la puerta con algo de fuerza y esperó hasta que escucho pisadas acercarse, ese fue el momento de esconderse de nuevo esperando a que aquello se solucionase... aunque debia irse pronto o no tendría zonas que aliviasen el dolor de la quemazón del sol.
Los humanos no solían sacarle de quicio con facilidad, pero aquella multitud de corazones acelerados corriendo hacia la entrada donde el cuerpo imponente de Kane se encontraba, le parecía que estaban tomándole el pelo por la baja velocidad que sus débiles piernas aceptaban.- ¡RAPIDO! – aquella orden salió junto a un gruñido que hizo gritar a más de una sirvienta. Cuando el último corazón palpitante dejó aquella casa, Kane cerró las puertas escuchando como crujían cuando recibieron un puñetazo del vampiro. Las había protegido bien sabiendo sus arranques agresivos…
-…-aun cuando su interior estaba palpitante de ira el exterior parecía una obra del propio Miguel Ángel, cincelado en una tranquilidad absoluta, cincelado en una belleza que ni el más podrido de los corazones desaparecidos, como era el de Kane, podría demostrar ningún sentimiento, solo el sabia como se sentía y seguiría siendo así por el resto de su existencia.
Su cuerpo encajó perfectamente en aquella butaca oscura negra mientras entre sus dedos se encontraba una copa de cristal con aquel líquido oscuro tan parecido a la sangre. Necesitaba matar, destruir y volver a ser el…
Había sido devastador para un hombre como el, admitir aquella culpa, admitir que se sentía mal por la pérdida de Ava, no su marido… sino él bebe que engendraba. ¿Y todo por qué? ¿Por un capricho? Había miles de mujeres en el mundo… y Kane se maldijo a el mismo por fijarse en aquella mujer que le había traído cierta conciencia a su ser. Al menos tenía algo claro... La odiaba casi tanto como ella podía odiarle a él.
Mi señor…-No levantó la vista de aquella copa sujeta, simplemente dejo que aquella voz inmortal de una de sus acompañantes en aquella eternidad resonase.-Acompáñeme… tenemos algo que le aliviara-Noto como la mano fría acarició su barba y su cuello. Sabía lo que pretendían, seguramente tendrían algún humano en alguna parte de la casa y me le ofrecerían para después ellas mismas saciarse pero no podía con aquello, no bebería de el… no tenía sed, solo tenía ganas de quitarle una a una las partes de su cuerpo y destrozarse a el mismo hasta que su cuerpo no pudiera sujetarse. Tenía la estúpida esperanza que así su cuerpo, sus sentimientos caerían y solo escucharía silencio… y no el llanto de un bebe taladrándole la mente.
Suéltame, no me toques ahora… -Su voz salió en un susurro pero el peligro y la orden iban implícitos. Dicho y hecho… fue liberado de aquel tacto. Sin pensarlo mucho bebió aquella copa de golpe y salió de aquel lugar comenzando a correr como nunca había corrido, notando como la adrenalina se encajaba en cada zona de su cuerpo. Cuando se quiso dar cuenta… después de horas intentando no pensar, tuvo delante suyo de nuevo la casa de aquella mujer maldita para el…sus colmillos estaban fuera, sus ojos negros de la ira que aun sentía, no entendía como podía estar de nuevo en aquel lugar. Cuando se dio cuenta de lo que hacía ya era tarde… aquella mujer descansaba en su cama, respaldada por una simple sabana.
Kane sintió un quemazón en su cuerpo pero no le dio importancia, mantuvo su mente centrada en la de Ava, escuchando sus sueños… pensando una manera en la que darla esa tranquilidad para que pudiera descansar, proponiéndose encontrarla observó como una luz iluminaba la espalda de la humana y continuando el recorrido de esa luz, Kane acudió a su primera puesta de sol como inmortal… se quemaba y lo sabía pero durante un segundo dejó de pensar y eso le dio paz.
Un murmullo le hizo dejar aquella ventana para caer sin hacer ruido en la entrada de la casa. Pocas cosas sorprenderían a Kane pero aquellos dos hombres que intentaban salir a escondidas con algunas cosas robadas fue una excepción. ¿Como no se había dado cuenta? estaba demasiado absorto en Ava y sus pensamientos que no descubrió el olor hasta que no lo vio con sus propios ojo. -Caballeros...-Uno de ellos asustado dejó caer un par de candelabros al suelo haciendo el típico ruido metálico.-Hoy no es mi mejor día... y como pueden ver no estoy en el mejor momento.-Señalo sus manos que empezaban a quemarse hasta que se adelanto quedando al resguardo de la sombra de la casa.- Estoy deseando desmembrar a un par de idiotas... ¿vosotros lo sois?-Alzo una ceja teniendo como respuesta una negación de ambos que parecían paralizados.-mmm.. demostrarlo, dejar todas las cosas en la puerta.-Parecía tranquilo pero estaba demasiado lejos de estarlo de verdad. Cuando vio que los hombres atemorizados lo hacían se movió con rapidez y les choco las cabezas a ambos haciendo que cayeran junto a las cosas. Si fuera por el estarían muertos, pero en aquella parcela no quería que se realizase tales acciones... nunca mas, por lo que dejaría a los humanos decidir el destino de aquellos hombres, los cuales estarían dormidos unas cuantas horas por el fuerte golpe.
Llamó a la puerta con algo de fuerza y esperó hasta que escucho pisadas acercarse, ese fue el momento de esconderse de nuevo esperando a que aquello se solucionase... aunque debia irse pronto o no tendría zonas que aliviasen el dolor de la quemazón del sol.
Kane Caristeas- Vampiro Clase Alta
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Re: Pequeña conciencia perdida. [Ava Vernetti - Privado]
Estaba agotada, la confesión de aquel hombre le había sumido en un estado de trance que era incapaz de evitar, las imágenes de su vida pasada volaban por su mente al igual que las palabras de Kane. Era todo demasiado surrealista como para creerlo sin más, ¿cómo podía existir alguien que matara por un motivo tan vano como desear a una mujer? Podría llegar a entender los crímenes pasionales pero ese no lo había sido. Ni siquiera se conocían, o si lo hacían era por haberse visto una vez quizás en alguna fiesta... el caso es que eso no importaba, tanto tiempo buscando respuestas y ahora hubiera deseado no saberlas. En el fondo ella era la culpable de que todo se desmoronara y no lo podía soportar. Empezaba a notar la almohada húmeda a causa de las lágrimas cuando escuchó las voces, agudizó el oído todo lo que pudo y descubrió que no eran sirvientes suyos, es más el que más hablaba parecía el mismo que hacía un rato había huido corriendo de la casa. En silencio salió de la cama y se cubrió con la bata, que anudó a la cintura, antes de bajar la escalinata central. Cubrió su boca con las manos para ahogar un grito al escuchar los golpes en la puerta, con el corazón galopando en el pecho y las manos temblorosas pudo percatarse de que ninguno de los criados había oído aquello por lo que sólo podía ella misma atender a quien fuera que llamase.
La visión que apareció antes sus ojos era cuanto menos pintoresca. Dos hombres yacían en el suelo inconscientes, o eso esperaba, mientras Kane se erguía como una columna más del porche de la vivienda y sus pertenencias quedaban esparcidas por el mismo. No sabía qué había pasado, ¿acaso aquellos hombres habían llamado la atención de Kane o habría sido al revés? - ¿Qué ha pasado aquí? - preguntó cruzando los brazos por instinto de protegerse. La presencia del vampiro era imponente y el hecho de que hubiera dos hombres tirados sin dar señales de vida no ayudaba a que Ava se tranquilizara.
Necesitaba saber el motivo de semejante escena pero otra cosa llamó aún más su atención. La figura de Kane se recluía en la única es quina del porche donde no daba el sol y parecía que ponía mucho empeño en que así fuera. La luz le dañaba... se pudo percatar de ello cuando un fugaz rayo de sol rozó una de sus manos. Conocía la enfermedad, era muy poco común pero había personas intolerantes a la luz solar aunque no parecía ser precisamente el caso de Kane y ocultaba algo más siniestro. - ¡Alguien aquí ya! - gritó esperando que esta vez alguno de los sirvientes acudiera al porche y ayudara con todo aquello. Hizo un gesto para que Kane esperara, si es que podía, y se dirigió a los dos hombres que llegaron corriendo. - ¿Se puede saber por qué no había vigilancia en la casa? - la tensión acumulada estaba saliendo ahora en forma de enfado y ataques a sus sirvientes que con la mirada en el suelo estaban comprobando de primera mano que Ava no siempre era la mujer educada y amable que conocían, - vuestro trabajo es atenderme y no lo habéis hecho bien. mañana os reuniré a todos y habrá quien se vaya de aquí - anunció sin un sólo titubeo. - Llamad a la policía y colocad cada cosa en su sitio. -
Una vez dicho esto la mirada regresó al vampiro, - no quiero ni una tontería ni una amenaza - advirtió sin humor para más problemas ese día. Indicó con la mano que entrara en la casa y le siguió. No tenía aparentemente un motivo para recibir a Kane pero algo le decía que había sido él quien había detenido a los ladrones y no al contrario, por lo que por mucho odio que albergara en su interior la dama que era le agradecería ese gesto dejando que se quedara en el interior de la vivienda hasta que pudiera salir. - Explícate - esa orden esperaba toda clase de respuestas y por el tono que empleó para ello, deseaba que Kane lo hubiese entendido. Quería y necesitaba saber qué había pasado ahí fuera, pero más que nada necesitaba entender qué era el hombre que tenía delante, porque empezaba a creer que una vez supiera eso todo encajaría mejor en su mente. Sin esperar a que empezara a hablar caminó por el pasillo que daba a la parte trasera de la casa llegando a la cocina. Tenía el estómago vacío y no tenía hambre pero una infusión siempre la sentaba bien por lo que puso agua a hervir y tomó asiento en una de las banquetas, ahora sí atenta a él.
La visión que apareció antes sus ojos era cuanto menos pintoresca. Dos hombres yacían en el suelo inconscientes, o eso esperaba, mientras Kane se erguía como una columna más del porche de la vivienda y sus pertenencias quedaban esparcidas por el mismo. No sabía qué había pasado, ¿acaso aquellos hombres habían llamado la atención de Kane o habría sido al revés? - ¿Qué ha pasado aquí? - preguntó cruzando los brazos por instinto de protegerse. La presencia del vampiro era imponente y el hecho de que hubiera dos hombres tirados sin dar señales de vida no ayudaba a que Ava se tranquilizara.
Necesitaba saber el motivo de semejante escena pero otra cosa llamó aún más su atención. La figura de Kane se recluía en la única es quina del porche donde no daba el sol y parecía que ponía mucho empeño en que así fuera. La luz le dañaba... se pudo percatar de ello cuando un fugaz rayo de sol rozó una de sus manos. Conocía la enfermedad, era muy poco común pero había personas intolerantes a la luz solar aunque no parecía ser precisamente el caso de Kane y ocultaba algo más siniestro. - ¡Alguien aquí ya! - gritó esperando que esta vez alguno de los sirvientes acudiera al porche y ayudara con todo aquello. Hizo un gesto para que Kane esperara, si es que podía, y se dirigió a los dos hombres que llegaron corriendo. - ¿Se puede saber por qué no había vigilancia en la casa? - la tensión acumulada estaba saliendo ahora en forma de enfado y ataques a sus sirvientes que con la mirada en el suelo estaban comprobando de primera mano que Ava no siempre era la mujer educada y amable que conocían, - vuestro trabajo es atenderme y no lo habéis hecho bien. mañana os reuniré a todos y habrá quien se vaya de aquí - anunció sin un sólo titubeo. - Llamad a la policía y colocad cada cosa en su sitio. -
Una vez dicho esto la mirada regresó al vampiro, - no quiero ni una tontería ni una amenaza - advirtió sin humor para más problemas ese día. Indicó con la mano que entrara en la casa y le siguió. No tenía aparentemente un motivo para recibir a Kane pero algo le decía que había sido él quien había detenido a los ladrones y no al contrario, por lo que por mucho odio que albergara en su interior la dama que era le agradecería ese gesto dejando que se quedara en el interior de la vivienda hasta que pudiera salir. - Explícate - esa orden esperaba toda clase de respuestas y por el tono que empleó para ello, deseaba que Kane lo hubiese entendido. Quería y necesitaba saber qué había pasado ahí fuera, pero más que nada necesitaba entender qué era el hombre que tenía delante, porque empezaba a creer que una vez supiera eso todo encajaría mejor en su mente. Sin esperar a que empezara a hablar caminó por el pasillo que daba a la parte trasera de la casa llegando a la cocina. Tenía el estómago vacío y no tenía hambre pero una infusión siempre la sentaba bien por lo que puso agua a hervir y tomó asiento en una de las banquetas, ahora sí atenta a él.
Ava Vernetti- Humano Clase Alta
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