AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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My fair Lady | Priv. Milenka Mayfair |
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My fair Lady | Priv. Milenka Mayfair |
Eran las nueve de la noche cuando Drake consiguió llegar a la remota y extensa finca Mayfair. Tenía el pequeño cofre de madera envuelto en un paño blanco de algodón. Se quedó mirando la inmensa mansión, inmensa por poner un calificativo que denominara aquella hercúlea y basta extensión de tierra. Tenía un camino ancho e gravilla y presidido por una verja de hierro forzado con las iniciales de MM entrelazadas y recalcadas en relieve con pan de oro. Drake silbó y después bajó la cabeza echándose a reír por no llorar.
Le llevó dos días enteros hacerse con un plan perfecto para colarse entre tanta seguridad, entre tantos edificios para despistar a los ladrones como él, que con la mitad de dinero que costaba esa forja podría haber sobornado a medio París. Los árboles colocados a una medida exacta los unos de los otros estaban perfectamente rasurados, ni una rama estaba fuera, era la extensión de tierra más perfecta que Drake había visto nunca. Imaginarse su figura caminando entre aquel camino de gravilla no era si no algo digno de lo que reírse y así iba caminando él. Pura ironía de encargar a un caso perdido como él la gran hazaña de robar nada menos que las joyas de la corona de Inglaterra. A Drake el encargo le pareció fácil al principio, pero una vez tuvo que ponerse manos a la obra, fue una absoluta tortura. No se había molestado en comprender el por qué Milenka necesitaba aquellas joyas, era evidente que podría haberlas cogido ella, podía haberlas mandado fabricar o cualquier otra solución hubiera sido buena, pero no hubiera sido el estilo de Milenka.
Drake suspiró y continuó caminando colocándose la alforja sobre su hombro para que no rebotara mucho, el estuche en el que estaban las piedras y el paño era una gran seguridad para que no se movieran ni recibieran golpes, ya había aprendido la lección. Normalmente las joyas de la corona de inglaterra viajan con su reina, pero en este caso hacía pocos días que se habían reunido muchos de los nobles y reyes de europa para contemplar y adoptar una postura frente a la pérdida de las colonias Americanas. Sin duda era algo muy serio para ellos, y huelga a decir que Drake estaba de sobra orgulloso de haber encarnado y defendido el ideal de libertad e igualdad que ahora se imponía en los EEUU. Pero los Europeos eran reacios a los cambios, sus colonias y principales exportadores habían dejado de lado el tránsito comercial y la guerra había cambiado el curso de la historia. Francia e Inglaterra que siempre habían sido enemigas, ahora estaban bajo el mismo techo debatiendo sus posturas, los pros y los contras de apoyar dicha revolución. Y dada la proximidad del objetivo a Drake tenía que ser a lo largo de esa velada cuando robaría la corona a la reina. Después de gran meditación, tuvo que recurrir al ingenio, la infiltración y el sigilo para introducirse dentro de los aposentos reales, y en la cámara donde aún estaban las doncellas y los guardias velando la seguridad de su señora hubo de hacer su aparición. Sus objetivos eran claros:
1- Evitar que lo detectaran y se diera la alarma
2- Huir sin dejar ningún rastro o algo que involucrara a él o su benefactora.
Y al final la única opción que podía dar un buen resultado a su plan era la astucia, se había fundido en parís más de 5000 francos, entre el joyero que había llevado a cabo la imitación y el silencio de este. Después tenía que colarse y dar el cambiazo, con lo que se valió de una nube de humo provocada por un petado con pólvora. Huelga a decir que no había llevado absolutamente nada para guardas las alhajas, así que el collar y la corona tuvo que llevárselo puesta y el camino hasta casa de Milenka no era corto. Por eso, a pesar de su mal logrado aspecto, había conseguido meter las alhajas en un estuche de madera que en principio servía para transportar vino.
Después de haber hecho un recorrido mental sobre todo lo sucedido se encontraba frente a la gran puerta de mansión de Mayfair llamando con los nudillos y con un aspecto que dejaba mucho que desear para los círculos de alta alcurnia en los que se movía Milenka. El botones hizo una mueca de desagrado, pues parecía el hombre que limpiaba las chimeneas- Oui?- preguntó con cierto desprecio camuflado y remilgado- La señora me espera- respondió Drake ofreciendo la caja de vino que tenía-Llévela a la señora así, sin abrirla- le dijo mientras soltaba la alforja y todo lo que tenía quedándose solo con la camisa y la chaqueta de cuero que acostumbraba a llevar. El mayordomo cogió lo que le daba y lo miró de arriba abajo- Quizá el señor quiera asearse antes de reunirse con la señora- le ofreció- De hecho ahora está ocupada y en breves momento bajará a recibirle- volvió a hablar el mayordomo. En otra ocasión Drake le hubiera destrozado la cara a puñetazos, odiaba a la gente entrometida y poco directa. Después sonrió al mayordomo y accedió- Por supuesto- soltó cuando se dirigía a un aseo donde había toallas y pila con agua, suficiente para asearse con rapidez- franceses...-dijo cuando el mayordomo cerro la puerta tras él y Drake se dedicó a lavarse el rostro y las manos.
Una vez estaba perfecto, salió de la estancia y entró al salon donde solía recibir la clase alta a las visitas. Se quedó sentado en un ridículo sofá acolchado esperando a Milenka. Alargó la mano a una pequeña figura de decoración y empezó a darla vueltas para verla de todos los ángulos, siendo sobre saltado por la vampiresa y anfitriona de esa noche.
Le llevó dos días enteros hacerse con un plan perfecto para colarse entre tanta seguridad, entre tantos edificios para despistar a los ladrones como él, que con la mitad de dinero que costaba esa forja podría haber sobornado a medio París. Los árboles colocados a una medida exacta los unos de los otros estaban perfectamente rasurados, ni una rama estaba fuera, era la extensión de tierra más perfecta que Drake había visto nunca. Imaginarse su figura caminando entre aquel camino de gravilla no era si no algo digno de lo que reírse y así iba caminando él. Pura ironía de encargar a un caso perdido como él la gran hazaña de robar nada menos que las joyas de la corona de Inglaterra. A Drake el encargo le pareció fácil al principio, pero una vez tuvo que ponerse manos a la obra, fue una absoluta tortura. No se había molestado en comprender el por qué Milenka necesitaba aquellas joyas, era evidente que podría haberlas cogido ella, podía haberlas mandado fabricar o cualquier otra solución hubiera sido buena, pero no hubiera sido el estilo de Milenka.
Drake suspiró y continuó caminando colocándose la alforja sobre su hombro para que no rebotara mucho, el estuche en el que estaban las piedras y el paño era una gran seguridad para que no se movieran ni recibieran golpes, ya había aprendido la lección. Normalmente las joyas de la corona de inglaterra viajan con su reina, pero en este caso hacía pocos días que se habían reunido muchos de los nobles y reyes de europa para contemplar y adoptar una postura frente a la pérdida de las colonias Americanas. Sin duda era algo muy serio para ellos, y huelga a decir que Drake estaba de sobra orgulloso de haber encarnado y defendido el ideal de libertad e igualdad que ahora se imponía en los EEUU. Pero los Europeos eran reacios a los cambios, sus colonias y principales exportadores habían dejado de lado el tránsito comercial y la guerra había cambiado el curso de la historia. Francia e Inglaterra que siempre habían sido enemigas, ahora estaban bajo el mismo techo debatiendo sus posturas, los pros y los contras de apoyar dicha revolución. Y dada la proximidad del objetivo a Drake tenía que ser a lo largo de esa velada cuando robaría la corona a la reina. Después de gran meditación, tuvo que recurrir al ingenio, la infiltración y el sigilo para introducirse dentro de los aposentos reales, y en la cámara donde aún estaban las doncellas y los guardias velando la seguridad de su señora hubo de hacer su aparición. Sus objetivos eran claros:
1- Evitar que lo detectaran y se diera la alarma
2- Huir sin dejar ningún rastro o algo que involucrara a él o su benefactora.
Y al final la única opción que podía dar un buen resultado a su plan era la astucia, se había fundido en parís más de 5000 francos, entre el joyero que había llevado a cabo la imitación y el silencio de este. Después tenía que colarse y dar el cambiazo, con lo que se valió de una nube de humo provocada por un petado con pólvora. Huelga a decir que no había llevado absolutamente nada para guardas las alhajas, así que el collar y la corona tuvo que llevárselo puesta y el camino hasta casa de Milenka no era corto. Por eso, a pesar de su mal logrado aspecto, había conseguido meter las alhajas en un estuche de madera que en principio servía para transportar vino.
Después de haber hecho un recorrido mental sobre todo lo sucedido se encontraba frente a la gran puerta de mansión de Mayfair llamando con los nudillos y con un aspecto que dejaba mucho que desear para los círculos de alta alcurnia en los que se movía Milenka. El botones hizo una mueca de desagrado, pues parecía el hombre que limpiaba las chimeneas- Oui?- preguntó con cierto desprecio camuflado y remilgado- La señora me espera- respondió Drake ofreciendo la caja de vino que tenía-Llévela a la señora así, sin abrirla- le dijo mientras soltaba la alforja y todo lo que tenía quedándose solo con la camisa y la chaqueta de cuero que acostumbraba a llevar. El mayordomo cogió lo que le daba y lo miró de arriba abajo- Quizá el señor quiera asearse antes de reunirse con la señora- le ofreció- De hecho ahora está ocupada y en breves momento bajará a recibirle- volvió a hablar el mayordomo. En otra ocasión Drake le hubiera destrozado la cara a puñetazos, odiaba a la gente entrometida y poco directa. Después sonrió al mayordomo y accedió- Por supuesto- soltó cuando se dirigía a un aseo donde había toallas y pila con agua, suficiente para asearse con rapidez- franceses...-dijo cuando el mayordomo cerro la puerta tras él y Drake se dedicó a lavarse el rostro y las manos.
Una vez estaba perfecto, salió de la estancia y entró al salon donde solía recibir la clase alta a las visitas. Se quedó sentado en un ridículo sofá acolchado esperando a Milenka. Alargó la mano a una pequeña figura de decoración y empezó a darla vueltas para verla de todos los ángulos, siendo sobre saltado por la vampiresa y anfitriona de esa noche.
Drake N. Danmark- Humano Clase Media
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 10/07/2015
Localización : En el Mar
Re: My fair Lady | Priv. Milenka Mayfair |
Cada noche era distinta para la vampira, por muchos años que pasaran nunca había un olor, una sangre igual a otra... Era imposible para ella aburrirse, la mera idea de ello la espantaba. No conocía esa sensación ni tenía intención de conocerla, hacía lo que quería siempre y eso la sentaba demasiado bien. Los placeres que París disponía sus pies no eran si no joyas para su ajuar. Cada víctima la dotaba de una brizna más de vida, cada amante avivaba la llama de pasión que ardía en su pecho. No sabía lo que era amar como el resto de seres -ya fueran mortales o no-, para ella no existía esa relación de dependencia en la que los demás balanceaban sus vidas. Milenka era diferente, más fría, más calculadora y mucho más caprichosa. Siempre que había puesto su mira en alguien había acabado rendido ante sus pies, salvo su vampiro. Ese escapaba a sus tentáculos, no ejercía del todo el poder de Medusa con él, quizás fuera eso lo que marcaba la diferencia con James. Cada uno hacía su vida por separado, ella con sus amantes, él con su nuevo juguete... pero ambos vampiros estaban ligados y su relación era superior a todas esas redes que tejían a medida que avanzaba el tiempo. Puede que envidiando esa relación de su pupilo, Milenka había decidido conceder el beneficio de la duda a un simple humano, encomendarle una misión que si conseguía cumplir ganaría el respeto -al menos parte de él- de la vampira. Drake había aparecido en el momento justo y de la manera correcta. Su carácter distaba mucho de lo que Milenka misma representaba pero creía haber visto algo en él que se asemejaba a lo que ella antaño fue. Su manera de ganarse la vida, la falta de moral y el toque suicida le otorgaban ahora al pirata una sola oportunidad. O conseguía su propósito y conseguía al favor de Milenka o acabaría muerto en un suspiro.
El día tope para que Drake entregara su pedido, las magníficas joyas de la corona inglesa, expiraba en apenas unas horas. Realmente Milenka no sabía si prefería que no llegara a tiempo o que lo hiciera. Una parte de sí misma temía que un humano consiguiera impresionarla, no había dado pie a ello en sus mil años de vida. Sin embargo, presumía de tener buen ojo selectivo. Lo tuvo para James y creía también haber encontrato en Drake un valioso aliado. Como ya habían acordado días antes en una tasca, si él entregaba las joyas en el plazo pactado dispondría del dinero necsario para cometer todas las fechorías que quisiera siempre y cuando cada vez que Milenka le hiciera llamar estuviera dispuesto para ella. Así mismo ella misma se encargaría de su seguridad si es que su vida corría peligro, cosa que a la vista del ritmo y estilo de vida que llevaba el marine, acabaría ocurriendo más tremprano que tarde. Algo le decía que Drake llegaría antes del anochecer su casa, por lo que se arregló a su manera... - Mi uniforme de combate - ordenó a una de sus doncellas cuando la preguntó qué quería ponerse para la velada con el caballero al que esperaba. El gesto de sorpresa de la joven junto a un "oh" le confirmó a Milenka la reacción que quería ver. El pelo recogido en un moño en lo alto de su cabeza, sin rastro de joyas, solo daba pie al maquillaje granate en los labios de la vampira, así como el tono negro sobre sus párpados. El conjunto final era tan tétrico como hermoso.
Antes de que el mayordomo anunciara la llegada de Drake, esta ya había escuchado sus pasos por la gravilla de la entrada y toda la conversación con este. Así que el mayordomo le había hecho asearse para ella, bien hecho. Esto le habría hecho rabiar y ahora la tensión se acumularía a cuando la viera aparecer por el salón. Recibió la caja de manos del servicio y sonrió al ver todas y cada una de las joyas, pasó sus finos y gélidos dedos por ella. Tentada estuvo de probárselas pero más ganas tenía de encontrarse con su invitado. - Lleva la bata de seda y terciopelo granate al comedor - de nuevo una voz imperativa salió de su boca, como era constumbre en ella. Sin ser vista por Drake, estuvo observándole jugar con los adornos de su salón como si de un niño se tratara. Cuando estuvo satisfecha del entretenimiento que este la otorgaba salió de la sombra dando un paso al frente dejando que la luz iluminara su cuerpo. Su total desnudez y el tono blanquecino de su piel hacía que refulgiera más que cualquier objeto del lugar. Se acercó hasta él como si esa fuera la forma habitual de recibir invitados en su casa. - Drake... - pasó por delante de él acariciando de pasada su barbilla, cual sirena empezando su cante, - me acaban de entregar las joyas, son grandiosas - susurró con un tono egoísta. - Es tu turno de pedir algo, dinero y protección están pactados. ¿Hay algo más que te preocupe? - preguntó tomando asiento a su lado con una sonrisa dulce que cubría su verdadera naturaleza.
Con un gesto de la mano, que apenas era perceptible, dio a entender al mayordomo que sirviera la cena. No tardarían en cerrar alquel acuerdo y Drake tendría hambre. Lo mejor es que cuando los humanos comían mejor sabía su sangre y esa noche no iba a pasar sin que Milenka bebiera del único hombre que llamaba de alguna forma su atención.
El día tope para que Drake entregara su pedido, las magníficas joyas de la corona inglesa, expiraba en apenas unas horas. Realmente Milenka no sabía si prefería que no llegara a tiempo o que lo hiciera. Una parte de sí misma temía que un humano consiguiera impresionarla, no había dado pie a ello en sus mil años de vida. Sin embargo, presumía de tener buen ojo selectivo. Lo tuvo para James y creía también haber encontrato en Drake un valioso aliado. Como ya habían acordado días antes en una tasca, si él entregaba las joyas en el plazo pactado dispondría del dinero necsario para cometer todas las fechorías que quisiera siempre y cuando cada vez que Milenka le hiciera llamar estuviera dispuesto para ella. Así mismo ella misma se encargaría de su seguridad si es que su vida corría peligro, cosa que a la vista del ritmo y estilo de vida que llevaba el marine, acabaría ocurriendo más tremprano que tarde. Algo le decía que Drake llegaría antes del anochecer su casa, por lo que se arregló a su manera... - Mi uniforme de combate - ordenó a una de sus doncellas cuando la preguntó qué quería ponerse para la velada con el caballero al que esperaba. El gesto de sorpresa de la joven junto a un "oh" le confirmó a Milenka la reacción que quería ver. El pelo recogido en un moño en lo alto de su cabeza, sin rastro de joyas, solo daba pie al maquillaje granate en los labios de la vampira, así como el tono negro sobre sus párpados. El conjunto final era tan tétrico como hermoso.
Antes de que el mayordomo anunciara la llegada de Drake, esta ya había escuchado sus pasos por la gravilla de la entrada y toda la conversación con este. Así que el mayordomo le había hecho asearse para ella, bien hecho. Esto le habría hecho rabiar y ahora la tensión se acumularía a cuando la viera aparecer por el salón. Recibió la caja de manos del servicio y sonrió al ver todas y cada una de las joyas, pasó sus finos y gélidos dedos por ella. Tentada estuvo de probárselas pero más ganas tenía de encontrarse con su invitado. - Lleva la bata de seda y terciopelo granate al comedor - de nuevo una voz imperativa salió de su boca, como era constumbre en ella. Sin ser vista por Drake, estuvo observándole jugar con los adornos de su salón como si de un niño se tratara. Cuando estuvo satisfecha del entretenimiento que este la otorgaba salió de la sombra dando un paso al frente dejando que la luz iluminara su cuerpo. Su total desnudez y el tono blanquecino de su piel hacía que refulgiera más que cualquier objeto del lugar. Se acercó hasta él como si esa fuera la forma habitual de recibir invitados en su casa. - Drake... - pasó por delante de él acariciando de pasada su barbilla, cual sirena empezando su cante, - me acaban de entregar las joyas, son grandiosas - susurró con un tono egoísta. - Es tu turno de pedir algo, dinero y protección están pactados. ¿Hay algo más que te preocupe? - preguntó tomando asiento a su lado con una sonrisa dulce que cubría su verdadera naturaleza.
Con un gesto de la mano, que apenas era perceptible, dio a entender al mayordomo que sirviera la cena. No tardarían en cerrar alquel acuerdo y Drake tendría hambre. Lo mejor es que cuando los humanos comían mejor sabía su sangre y esa noche no iba a pasar sin que Milenka bebiera del único hombre que llamaba de alguna forma su atención.
Milenka Mayfair- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 11/06/2015
Re: My fair Lady | Priv. Milenka Mayfair |
Cuando toda la atención de tu cabeza y de cada ápice de fuerza de tu cuerpo se esfuerza en evitar una dirección concreta e incluso las manos flaquean. Y la suerte de la figura de decoración no era mejor que la suerte que tendría Drake en aquella mansión.
El cuerpo marmóreo de Milenka se paseó por delante de sus narices, tan pura y arrebatadora que cualquier mota de polvo que se acercara a su piel, cualquier suspiro de Eolo contra aquella faraona era un falta de respeto incluso para Drake que poseía una tenue percepción sobre esos detalles tan abstractos y naturales. El sin vergüenza de Drake en cualquier otra ocasión, con cualquier otra mujer se hubiera abalanzado sobre ella, hambriento, como si se trata de un pernicioso trozo de carne balanceándose delante de una jauría de cánidos. No pudo hacer otra cosa que sostener su asombro y demostrarle a Milenka que lejos de toda percepción o primera impresión que pudiera tener de él, el no era como los demás, de igual forma que aquella belleza inmortal tampoco era igual que las demás.
- Y yo pensaba que esto era lo más bonito que había en la habitación- dijo con tono seguro, desechando la idea de que Milenka se había presentado desnuda ante él, ¿luciéndose o entregándose? daba igual tenía que desechar la idea de que fuera por él y se irguió en la estancia tan alto y largo como era, cruzando la mirada divertida de Milenka con una severa que intentaba decirle que jugaba con fuego, en este caso, con el deseo. De hecho en el momento que Milenka dejó que el tacto de su gélido y elegante dedo se deslizara por su barbilla, lo que flaqueó no fueron sus manos, estabas estaban seguras de dónde ir, sino sus piernas, que parecían estar sustenta sobre arenas movedizas. Y si que era un buen momento para pensar "tierra trágame" y después de que respondiera agradecida por el botín llegó el turno de la recompensa. Y ahora esa fiera faraonica, que se presentó como una escultura marmórea digna representación de la belleza como concepto, se mostró benevolente y agradecida, como una diosa terrenal decidida a coger a ese mortal, a ese pequeño y mísero hombre de 1,90 y complexión hercúlea, más digna de un gladiador o un adonis, que de un marinero. Drake se sintió confuso, aquella diosa iba a concederle un deseo, parecía como si hubiera frotado la lampara... y sonrió de lado, con prepotencia al imaginarse frotando con sus manos el cuerpo de la no tan joven mujer-Creo que se trata de una decisión que no hay que tomar a la ligera- dijo siguiendo el recorrido de su anfitriona- Tampoco se trata de una decisión que haya que tomar por apetencia... ni con el estómago vacío- le indicó con tono jovial que camufló el interés sexual por su cuerpo desnudo y por el hambre que ese hombre solía tener a todas horas, sirviendo como guiño o precedente.
Tenía la mente nublada, solo poseía en su cabeza la imagen que se había tatuado en sus pupilas, la silueta de Milenka, su gesto, su voz y el roce de su dedo. Tomó aire intentando relaja el bombeo de sangre y la adrenalina de la testosterona recorrer sus venas- Creo que es pronto para decirlo, pero de verdad, me costaría menos tomar esa decisión con el estómago saciado- Dijo al tiempo que su mente respiraba aliviada por dejar de hacer esfuerzo para mantener la visión en un punto fijo y no parecer un acosador. También ayudó que se pusiera aquella bata de seda y terciopelo sanguinolento que tan estupendamente le quedaba.
Una vez estuvieron sentados, el en la mano derecha de su nueva benefactora, las copas se llenaron de tinto que parecía más sangre y quedaba tan perfecto entre los dedos de Milenka que cuando fueron a brindar, y después de una banal y superflua conversación Drake tuvo que confesarle- Jamás había recibido un recibimiento como este, de hecho, creo que es lo único para lo que no estaba preparado. Pero me alegro de haber esperado y haber disfrutado de la visión de su cuerpo, sin duda me ha dado hambre y por poco tomo la decisión de que me permitieras hacerte mía- soltó el discurso y alargó la mano hacia un trozo de ese trozo enorme de venado asado que olía tan bien, aún sangrante por en medio- Y me temo, que llevo dando vueltas y he invertido una cantidad de esfuerzo inimaginable para poder tomar la decisión correcta, ahora que ya tengo comida en mi plato y en mi boca-se llevó un trozo de ese manjar a sus labios que recibieron encantados aquella comida caliente, tanto como lo estaba el ambiente entra ambos y una vez tragó posó ambos cubiertos de oro a los lados del plato y ladeó una sonrisa lobuna y guasona- Quiero la exclusividad de que seas mi mecenas, mi jefa y ser al único al que puedas pedir las cosas. Quiero ser "tu persona" para todo lo que necesites. Eso es lo que quiero, que tú me necesites a mi. Tanto como tu me has hecho necesitarte ahí fuera- indicó con el pulgar por encima de su hombro, señalando la habitación en la que había sido recibido y asaltado por el cuerpo desnudo de Milenka que ahora le perseguirá toda la vida- Creo que es justo y algo beneficioso para ambos- apoyó con toda la falta de modales del mundo sus codos en la mesa y se inclinó hacia delante entrelanzando sus dedos, expectante por la reacción ajena.
El cuerpo marmóreo de Milenka se paseó por delante de sus narices, tan pura y arrebatadora que cualquier mota de polvo que se acercara a su piel, cualquier suspiro de Eolo contra aquella faraona era un falta de respeto incluso para Drake que poseía una tenue percepción sobre esos detalles tan abstractos y naturales. El sin vergüenza de Drake en cualquier otra ocasión, con cualquier otra mujer se hubiera abalanzado sobre ella, hambriento, como si se trata de un pernicioso trozo de carne balanceándose delante de una jauría de cánidos. No pudo hacer otra cosa que sostener su asombro y demostrarle a Milenka que lejos de toda percepción o primera impresión que pudiera tener de él, el no era como los demás, de igual forma que aquella belleza inmortal tampoco era igual que las demás.
- Y yo pensaba que esto era lo más bonito que había en la habitación- dijo con tono seguro, desechando la idea de que Milenka se había presentado desnuda ante él, ¿luciéndose o entregándose? daba igual tenía que desechar la idea de que fuera por él y se irguió en la estancia tan alto y largo como era, cruzando la mirada divertida de Milenka con una severa que intentaba decirle que jugaba con fuego, en este caso, con el deseo. De hecho en el momento que Milenka dejó que el tacto de su gélido y elegante dedo se deslizara por su barbilla, lo que flaqueó no fueron sus manos, estabas estaban seguras de dónde ir, sino sus piernas, que parecían estar sustenta sobre arenas movedizas. Y si que era un buen momento para pensar "tierra trágame" y después de que respondiera agradecida por el botín llegó el turno de la recompensa. Y ahora esa fiera faraonica, que se presentó como una escultura marmórea digna representación de la belleza como concepto, se mostró benevolente y agradecida, como una diosa terrenal decidida a coger a ese mortal, a ese pequeño y mísero hombre de 1,90 y complexión hercúlea, más digna de un gladiador o un adonis, que de un marinero. Drake se sintió confuso, aquella diosa iba a concederle un deseo, parecía como si hubiera frotado la lampara... y sonrió de lado, con prepotencia al imaginarse frotando con sus manos el cuerpo de la no tan joven mujer-Creo que se trata de una decisión que no hay que tomar a la ligera- dijo siguiendo el recorrido de su anfitriona- Tampoco se trata de una decisión que haya que tomar por apetencia... ni con el estómago vacío- le indicó con tono jovial que camufló el interés sexual por su cuerpo desnudo y por el hambre que ese hombre solía tener a todas horas, sirviendo como guiño o precedente.
Tenía la mente nublada, solo poseía en su cabeza la imagen que se había tatuado en sus pupilas, la silueta de Milenka, su gesto, su voz y el roce de su dedo. Tomó aire intentando relaja el bombeo de sangre y la adrenalina de la testosterona recorrer sus venas- Creo que es pronto para decirlo, pero de verdad, me costaría menos tomar esa decisión con el estómago saciado- Dijo al tiempo que su mente respiraba aliviada por dejar de hacer esfuerzo para mantener la visión en un punto fijo y no parecer un acosador. También ayudó que se pusiera aquella bata de seda y terciopelo sanguinolento que tan estupendamente le quedaba.
Una vez estuvieron sentados, el en la mano derecha de su nueva benefactora, las copas se llenaron de tinto que parecía más sangre y quedaba tan perfecto entre los dedos de Milenka que cuando fueron a brindar, y después de una banal y superflua conversación Drake tuvo que confesarle- Jamás había recibido un recibimiento como este, de hecho, creo que es lo único para lo que no estaba preparado. Pero me alegro de haber esperado y haber disfrutado de la visión de su cuerpo, sin duda me ha dado hambre y por poco tomo la decisión de que me permitieras hacerte mía- soltó el discurso y alargó la mano hacia un trozo de ese trozo enorme de venado asado que olía tan bien, aún sangrante por en medio- Y me temo, que llevo dando vueltas y he invertido una cantidad de esfuerzo inimaginable para poder tomar la decisión correcta, ahora que ya tengo comida en mi plato y en mi boca-se llevó un trozo de ese manjar a sus labios que recibieron encantados aquella comida caliente, tanto como lo estaba el ambiente entra ambos y una vez tragó posó ambos cubiertos de oro a los lados del plato y ladeó una sonrisa lobuna y guasona- Quiero la exclusividad de que seas mi mecenas, mi jefa y ser al único al que puedas pedir las cosas. Quiero ser "tu persona" para todo lo que necesites. Eso es lo que quiero, que tú me necesites a mi. Tanto como tu me has hecho necesitarte ahí fuera- indicó con el pulgar por encima de su hombro, señalando la habitación en la que había sido recibido y asaltado por el cuerpo desnudo de Milenka que ahora le perseguirá toda la vida- Creo que es justo y algo beneficioso para ambos- apoyó con toda la falta de modales del mundo sus codos en la mesa y se inclinó hacia delante entrelanzando sus dedos, expectante por la reacción ajena.
Drake N. Danmark- Humano Clase Media
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 10/07/2015
Localización : En el Mar
Re: My fair Lady | Priv. Milenka Mayfair |
No era algo que no esperara. La reacción de Drake, como la de la mayoría de los humanos, carecía de emoción para Milenka. Recibió esa especie de cumplido que resultó hasta divertido viniendo de un hombre tan rudo y poco dado a las relaciones sociales como Drake. No merecía la pena contestar a tal comentario por lo que siguió su camino, junto al humano hasta tomar asiento en la grandiosa mesa de mármol del comedor. Nada en aquella casa escapaba del control de Milnka y el estilo y decoración era algo a lo que prestaba gran atención. Cada objeto que amueblaba o decoraba las estancias había sido escogido personalmente por la vampira, incapaz de delegar esa tarea en humanos incompetentes y con un gusto mucho menos lujoso y refinado que el suyo. Una vez se situó tras la silla de anfitriona, recogió la bata que una de sus criadas -por encargo- había dejado allí. Se la colocó con esmero, dejando al descubierto los hombros y parte del pecho, creando un contraste de colores entre los tonos de la prenda y su piel pálida. Sonrió hacia el humano cuando este tomó asiento también y espero a que llegara su cena para contestarle. - Tus apetencias son sencillas de adivinar, pero has hecho bien en rechazarlas - dijo sin tono de burla, que teniendo en cuenta que quien lo había dicho era Milenka, sería lo más cercano a un elogio que este escucharía durante aquella velada.
Esperó paciente a que su invitado disfrutara de una cena que jamás se servía en el hogar de la vampira, tan sólo daba dinero a los sirvientes para que compraran alimentos para ellos mismos, pues nunca antes un humano había pisado ese terreno sagrado; o al menos no con la intención de volver a dejarlo marchar. La mujer analizó las formas del hombre que estaba a su derecha, no tenía cuidado alguno en las maneras adecuadas de comer, los cubiertos quedaban desparramados sobre la mesa sin orden y la boca permanecía manchada en el intervalo de tiempo que tardaba en tragar los trozos que se llevaba a esta. En todo ello y en su mero estilo de vida, le recordaba a sí misma... bueno a ella en su época mortal. Ya estaba convencida de que era eso lo que la había llevado a saltarse su normal de despreciar a todos y cada uno de los mortales. No podía odiar a alguien que se asemejara a ella. De nuevo mantuvo el silencio, entre tragos de vino, mientras Drake exponía su confesión. Era directo y eso la divertía, sabía que alguna parte de Drake la temía pero aún así hablaba sin tapujos, - como dije antes... Drake - alargó su nombre haciendo que se esfumara en el aire como un mero suspiro, - lo mejor que has hecho es no pedir eso - no había conocido hombre que fuera capaz de saciar sus apetitos carnales, y si la decepcionaba Milanka no tendría miramiento alguno con él, acabaría con su vida.
Expuso ante Drake una sonrisa amplia que denotaba la diversión que este le causaba. No cesaba en su empeño de acercarse a ella todo lo posible y esto no escapaba a la basta experiencia de Mienka. Analizó su propuesta y realmente no encontró nada negativo en ella. Normalmente ella misma era la que se surtía de todo lo que necesitaba o simplemente quería, y muchas de las veces que había hecho un encargo había salido mal. Sin embargo, con Drake la primera y única encomienda que le había asignado había llegado en perfecto estado y en el plazo acordado. Elevó la copa y asintió, - serás a quien recurra cuando quiera algo - acordó bebiendo un trago como sello del trato. - Pero no olvides que no te necesito - era incapaz de dejar que él creyera tal cosa por muy bien que le pudiera caer, jamás se crearía una relación equitativa entre ambos y si no podía soportar eso sería mejor que desapareciera de su vista cuanto antes, - has logrado llamar mi atención y he de reconocer el valor que eso tiene, pero no dudaré en matarte si fallas o sobrepasas mis límites - advirtió en un tono demasiado serio como para que osara gastar una broma o hacer un sólo comentario propio de él. Estaban tratando temas de negocios y esperaba seriedad pro su parte.
El resto de la cena se mantuvo de nuevo en silencio, silencio que para ella -acostumbrada ya- no era molesto, aunque quizás para su invitado así. Dejó que comiera todo lo que deseara y una vez finalizado el postre retiró la silla y se puso en pie dispuesta a regresar al salón, - Lo de siempre y para él otro - ordenó al mayordomo que se apresuró a servir los dos whiskys y dejaros en la mesa de cristal del salón. - Voy a beber de ti hasta saciarme y eso implica que quizás tengas que pasar la noche aqui - no era una pregunta, era un hecho y como tal lo expuso. - Eso también entra en el trato, beberé de ti cuando me plazca - pensaba añadir "y no te opondrás a ello" pero realmente no le interesaba si se negaba o no. Tomaría su sangre por las buenas o por las malas.
Esperó paciente a que su invitado disfrutara de una cena que jamás se servía en el hogar de la vampira, tan sólo daba dinero a los sirvientes para que compraran alimentos para ellos mismos, pues nunca antes un humano había pisado ese terreno sagrado; o al menos no con la intención de volver a dejarlo marchar. La mujer analizó las formas del hombre que estaba a su derecha, no tenía cuidado alguno en las maneras adecuadas de comer, los cubiertos quedaban desparramados sobre la mesa sin orden y la boca permanecía manchada en el intervalo de tiempo que tardaba en tragar los trozos que se llevaba a esta. En todo ello y en su mero estilo de vida, le recordaba a sí misma... bueno a ella en su época mortal. Ya estaba convencida de que era eso lo que la había llevado a saltarse su normal de despreciar a todos y cada uno de los mortales. No podía odiar a alguien que se asemejara a ella. De nuevo mantuvo el silencio, entre tragos de vino, mientras Drake exponía su confesión. Era directo y eso la divertía, sabía que alguna parte de Drake la temía pero aún así hablaba sin tapujos, - como dije antes... Drake - alargó su nombre haciendo que se esfumara en el aire como un mero suspiro, - lo mejor que has hecho es no pedir eso - no había conocido hombre que fuera capaz de saciar sus apetitos carnales, y si la decepcionaba Milanka no tendría miramiento alguno con él, acabaría con su vida.
Expuso ante Drake una sonrisa amplia que denotaba la diversión que este le causaba. No cesaba en su empeño de acercarse a ella todo lo posible y esto no escapaba a la basta experiencia de Mienka. Analizó su propuesta y realmente no encontró nada negativo en ella. Normalmente ella misma era la que se surtía de todo lo que necesitaba o simplemente quería, y muchas de las veces que había hecho un encargo había salido mal. Sin embargo, con Drake la primera y única encomienda que le había asignado había llegado en perfecto estado y en el plazo acordado. Elevó la copa y asintió, - serás a quien recurra cuando quiera algo - acordó bebiendo un trago como sello del trato. - Pero no olvides que no te necesito - era incapaz de dejar que él creyera tal cosa por muy bien que le pudiera caer, jamás se crearía una relación equitativa entre ambos y si no podía soportar eso sería mejor que desapareciera de su vista cuanto antes, - has logrado llamar mi atención y he de reconocer el valor que eso tiene, pero no dudaré en matarte si fallas o sobrepasas mis límites - advirtió en un tono demasiado serio como para que osara gastar una broma o hacer un sólo comentario propio de él. Estaban tratando temas de negocios y esperaba seriedad pro su parte.
El resto de la cena se mantuvo de nuevo en silencio, silencio que para ella -acostumbrada ya- no era molesto, aunque quizás para su invitado así. Dejó que comiera todo lo que deseara y una vez finalizado el postre retiró la silla y se puso en pie dispuesta a regresar al salón, - Lo de siempre y para él otro - ordenó al mayordomo que se apresuró a servir los dos whiskys y dejaros en la mesa de cristal del salón. - Voy a beber de ti hasta saciarme y eso implica que quizás tengas que pasar la noche aqui - no era una pregunta, era un hecho y como tal lo expuso. - Eso también entra en el trato, beberé de ti cuando me plazca - pensaba añadir "y no te opondrás a ello" pero realmente no le interesaba si se negaba o no. Tomaría su sangre por las buenas o por las malas.
Milenka Mayfair- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/06/2015
Re: My fair Lady | Priv. Milenka Mayfair |
Los hermanos Grimm podrían bien haber basado sus historias en lo que sucedería aquella noche en la mansión Mayfair.
Drake había llegado sediento y hambriento, vagando por aquel bosque a las afueras de París para llegar hasta las estancias de aquella mujer inmortal. Sin duda era la mujer más hermosa de toda la faz de la tierra, pero Drake sabía que también era la más peligrosa, caprichosa y difícil de tratar. Como Hansel y Gretel, el joven humano se había adentrado en aquella adorable cárcel y aquella mujer se había presentado a él para cebarlo y llenarlo, de fuerzas de entretenimiento y de placer, solo para así disfrutar de él en el futuro y así fue. Porque en el momento en el que Drake acabó de cenar, tan suculenta y basta cena, descubrió que el contrato había cambiado los términos ahora haciéndole prisionero, pero voluntario, de aquella cárcel de placeres, sangre y desdicha que no se llegaba a imaginar. Por suerte para él, la enfermedad que tenía en el sistema nervioso le eliminaba cualquier sensación de dolor. Así que ahí estaba, descubriéndose así mismo como el manjar o la ofrenda voluntaria que se hacía para el perdón de los pecados.
Sin duda alguna sabía que con mujeres como Milenka mejor no rebelarse, puesto que el siendo humano, y aunque no sintiera dolor, se trataría de una muerte nauseabunda y perfectamente equilibrada, de una muerte excéntrica. Algo que a Drake no le llamaba la atención. Había estado al borde de perder la vida tantas veces, como cicatrices podía tener en el cuerpo y aquella noche, era la única vez que realmente sabía que si moría lo haría con el estómago lleno, la sed aplacada y a manos de una hermosa mujer. Para un pirata como él eso era lo máximo a lo que aspiraba.
-Entonces, que así sea- accedió con cierto reparo por la incertidumbre. Puede que no notara dolor, pero la falta de sangre haría que perdiera color, que se le notara y estuviera aún más débil- Pero para eso, tendrás que dejarme dormir aquí, y será mejor tener una habitación. La pérdida de sangre se notará y por si lo habías olvidado, yo no soy inmortal- le objetó ahora recibiendo aquel vaso ambarino y mirando a sus ojos- A cambio, te podré visitar a tu dormitorio cuando guste- retó manteniendo la mirada- Ya que estamos añadiendo clausulas al contrato y eres tan dura de pelar, creo que ambos debemos tener las mismas oportunidades de utilizarnos- se acercó hasta ella y sin dejar de mirar a su ojos, se llevó el vidrio a los labios y dio un trago al Whisky- No vas a ser la única de saciar su apetito. Yo también saciaré el mío... a mi manera- Y esta vez, en vez de preguntarle, como había hecho ella, dejó el punto final a la conversación y miró a su alrededor- ¿Dónde tendré que pasar la noche, moribundo?- bromeó esperando a que Milenka le enseñara el lugar donde tendría que pasar los días, fuera de su barco, cuando ambos quisieran- Algo que deberías saber, Srta. Mayfair. No me gusta estar fuera de mi barco, el estar en tierra me vuelve violento. Me hace tener un humor de perros y terminaría por hacer cualquier estupidez, o aún peor. De romper mi palabra, así que por el bien de ambos, eso no es ni discutible ni negociable.
Drake había llegado sediento y hambriento, vagando por aquel bosque a las afueras de París para llegar hasta las estancias de aquella mujer inmortal. Sin duda era la mujer más hermosa de toda la faz de la tierra, pero Drake sabía que también era la más peligrosa, caprichosa y difícil de tratar. Como Hansel y Gretel, el joven humano se había adentrado en aquella adorable cárcel y aquella mujer se había presentado a él para cebarlo y llenarlo, de fuerzas de entretenimiento y de placer, solo para así disfrutar de él en el futuro y así fue. Porque en el momento en el que Drake acabó de cenar, tan suculenta y basta cena, descubrió que el contrato había cambiado los términos ahora haciéndole prisionero, pero voluntario, de aquella cárcel de placeres, sangre y desdicha que no se llegaba a imaginar. Por suerte para él, la enfermedad que tenía en el sistema nervioso le eliminaba cualquier sensación de dolor. Así que ahí estaba, descubriéndose así mismo como el manjar o la ofrenda voluntaria que se hacía para el perdón de los pecados.
Sin duda alguna sabía que con mujeres como Milenka mejor no rebelarse, puesto que el siendo humano, y aunque no sintiera dolor, se trataría de una muerte nauseabunda y perfectamente equilibrada, de una muerte excéntrica. Algo que a Drake no le llamaba la atención. Había estado al borde de perder la vida tantas veces, como cicatrices podía tener en el cuerpo y aquella noche, era la única vez que realmente sabía que si moría lo haría con el estómago lleno, la sed aplacada y a manos de una hermosa mujer. Para un pirata como él eso era lo máximo a lo que aspiraba.
-Entonces, que así sea- accedió con cierto reparo por la incertidumbre. Puede que no notara dolor, pero la falta de sangre haría que perdiera color, que se le notara y estuviera aún más débil- Pero para eso, tendrás que dejarme dormir aquí, y será mejor tener una habitación. La pérdida de sangre se notará y por si lo habías olvidado, yo no soy inmortal- le objetó ahora recibiendo aquel vaso ambarino y mirando a sus ojos- A cambio, te podré visitar a tu dormitorio cuando guste- retó manteniendo la mirada- Ya que estamos añadiendo clausulas al contrato y eres tan dura de pelar, creo que ambos debemos tener las mismas oportunidades de utilizarnos- se acercó hasta ella y sin dejar de mirar a su ojos, se llevó el vidrio a los labios y dio un trago al Whisky- No vas a ser la única de saciar su apetito. Yo también saciaré el mío... a mi manera- Y esta vez, en vez de preguntarle, como había hecho ella, dejó el punto final a la conversación y miró a su alrededor- ¿Dónde tendré que pasar la noche, moribundo?- bromeó esperando a que Milenka le enseñara el lugar donde tendría que pasar los días, fuera de su barco, cuando ambos quisieran- Algo que deberías saber, Srta. Mayfair. No me gusta estar fuera de mi barco, el estar en tierra me vuelve violento. Me hace tener un humor de perros y terminaría por hacer cualquier estupidez, o aún peor. De romper mi palabra, así que por el bien de ambos, eso no es ni discutible ni negociable.
Drake N. Danmark- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/07/2015
Localización : En el Mar
Re: My fair Lady | Priv. Milenka Mayfair |
El paseo de Milenka por el gran salón se detuvo en el instante que escuchó semejante estupidez. Estuvo tentada de soltar una carcajada como respuesta pero con Drake creía mejor explicar las cosas detalladamente desde el principio para que hubiese lugar a error. Con calma y dando algún que otro trago a su bebida se dirigió de vuelta a él, - vayamos por partes - estaba claro que el humano no entendía cómo debía actuar con ella y antes de que su paciencia -ya de por sí limitada- acabara, retomaría el punto de negociación en el que se encontraban anteriormente. - Primero, te enseñaré el cuarto en el que te quedarás las noches que lo necesites - expuso tomando el brazo de Drake para conducirle junto a ella escaleras arriba. Se trataba de un cuarto lujoso, en tonos oscuros que muchos habrían descrito como lúgubres. La decoración, como en el resto de la casa, estaba ideada por Milenka hasta el más mínimo detalle. Pasó ante él por la puerta para mostrarle todo lo que debía saber y por supuesto el acceso al baño para que se aseara siempre que estuviera en aquella casa. Suponiendo por el gesto del humano que aquella era una habitación aceptable para él, tomó asiento en la cama dejando el vaso vacío en la mesita de noche. - Segundo, ni aunque quisiera podría olvidar tu inmortalidad. Apestas a ella - no pretendía ser maleducada si es que así había sonado, pero para Milenka no había formas suaves de decir las cosas por lo que Drake tendría que acostumbrarse a esa clase de comentarios despectivos hacia su condición natural.
- Y tercero y no menos importante. Los humanos no son dignos de tener ese tipo de relación conmigo - espetó clavando sus ojos -enrojecidos por el olor de la sangre ajena- en los de Drake. - Disfruto del sexo con los de mi especie y además te mataría antes de que pudieras empezar a pasarlo bien - cada cosa que había dicho era cierta. Aquel demonio disfrazado de mujer no medía sus palabras y mucho menos sus actos, por lo que en un encuentro sexual un humano como el pirata no tendría nada que hacer con ella. El deseo acabaría con él desangrado y ella, como siempre, bañada en sangre. - En cuanto a tu barco, no tengo objeción alguna a que vivas en él. De hecho esto no es una oferta para que vivas aquí - ni se le había pasado por la cabeza tenerle en casa cada día. Era algo que no podría soportar, bastante tenía ya con su servicio como para tener que ocuparse de un pirata que, por lo que empezaba a ver, no le pondría las cosas fáciles. - Simplemente cuando necesite algo de ti te haré llamar. Y cuando tú necesites algo de mi me lo harás saber - recordó así los puntos que habían negociado anteriormente.
Había algo que no podía negar y es que Drake era el humano con más atractivo que se había encontrado en sus años como vampiresa. No sabía si era su manera peculiar de enfrentar a la vida, su falta de temor, sus modales bastos... pero había algo en él que quería que se quedara a su lado de alguna manera y como siempre lo había conseguido. Ahora lo que quedaba por ver es hasta que punto la predilección que sentía por el pirata perduraba en el tiempo o decidía deshacerse de él en alguna de las noches que pensaba hacerle llamar para simplemente beber de él. - Ven aquí - murmuró con los ojos ya brillantes como rubíes. Deseaba beber de él, casi lo necesitaba y ese frenesí no era habitual. Las muchachas vírgenes eran su manjar favorito, sin tener en cuenta los bebes... En cambio, Drake nada tenía de mujer ni de virgen. Las manos de la inmortal se deshicieron con rapidez de la camisa del hombre, acto del todo innecesario pero que agradó en gran medida a la vista de Milenka. Una sonrisa ladina anidó en sus labios mostrando sin vergüenza los colmillos letalmente afilados, - si te portas bien te dejaré probar tu sangre de mis labios - el pensar en aquel acto de lascivia hizo que Milenka repentinamente sintiera deseo, por primera vez por un mortal.
- Y tercero y no menos importante. Los humanos no son dignos de tener ese tipo de relación conmigo - espetó clavando sus ojos -enrojecidos por el olor de la sangre ajena- en los de Drake. - Disfruto del sexo con los de mi especie y además te mataría antes de que pudieras empezar a pasarlo bien - cada cosa que había dicho era cierta. Aquel demonio disfrazado de mujer no medía sus palabras y mucho menos sus actos, por lo que en un encuentro sexual un humano como el pirata no tendría nada que hacer con ella. El deseo acabaría con él desangrado y ella, como siempre, bañada en sangre. - En cuanto a tu barco, no tengo objeción alguna a que vivas en él. De hecho esto no es una oferta para que vivas aquí - ni se le había pasado por la cabeza tenerle en casa cada día. Era algo que no podría soportar, bastante tenía ya con su servicio como para tener que ocuparse de un pirata que, por lo que empezaba a ver, no le pondría las cosas fáciles. - Simplemente cuando necesite algo de ti te haré llamar. Y cuando tú necesites algo de mi me lo harás saber - recordó así los puntos que habían negociado anteriormente.
Había algo que no podía negar y es que Drake era el humano con más atractivo que se había encontrado en sus años como vampiresa. No sabía si era su manera peculiar de enfrentar a la vida, su falta de temor, sus modales bastos... pero había algo en él que quería que se quedara a su lado de alguna manera y como siempre lo había conseguido. Ahora lo que quedaba por ver es hasta que punto la predilección que sentía por el pirata perduraba en el tiempo o decidía deshacerse de él en alguna de las noches que pensaba hacerle llamar para simplemente beber de él. - Ven aquí - murmuró con los ojos ya brillantes como rubíes. Deseaba beber de él, casi lo necesitaba y ese frenesí no era habitual. Las muchachas vírgenes eran su manjar favorito, sin tener en cuenta los bebes... En cambio, Drake nada tenía de mujer ni de virgen. Las manos de la inmortal se deshicieron con rapidez de la camisa del hombre, acto del todo innecesario pero que agradó en gran medida a la vista de Milenka. Una sonrisa ladina anidó en sus labios mostrando sin vergüenza los colmillos letalmente afilados, - si te portas bien te dejaré probar tu sangre de mis labios - el pensar en aquel acto de lascivia hizo que Milenka repentinamente sintiera deseo, por primera vez por un mortal.
Milenka Mayfair- Vampiro Clase Alta
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