Mstislav E. Lèveque

Mstislav Emerith Lèveque

25 años • Cazador • Clase Alta • Heterosexual • Ruso


HABILIDADES ESPECIALES

Descripción Psicológica

Complicado. Emerith es una mente desordenada dentro de si misma, con un caos completamente ajeno a la realidad que se mezcla ante su visión, sin embargo, dentro de aquel laberíntico mundo, él mismo reconoce los procedimientos y la cantidad exacta de pasos a seguir. No se trata de una persona ambigua, pues tiene bastante definidos sus ideales, las creencias y aquel legado que debe seguir sin importar absolutamente nada. Aunque eso no quiere decir que siempre estuvo de acuerdo con predicar aquel evangelio; su pasado lo marca como un hombre perdido, trastornado y quizá, tergiversado pues tomó cada palabra de su educación hasta volverla completamente suya. Ahora, lo que carecía de importancia en su niñez, se ha vuelto su credo.

Estricto. No hay tiempo para bromas, no existe en el corazón de un cazador espacio para los sentimientos; irónico al pensar que fue precisamente por estos, que él volcó todos sus conocimientos y habilidades en volverse un experto cazador. Es un hombre recto y de frío carácter, quien no puede ser sonsacado o tentador por diversos factores, él simplemente no es dependiente de nada además de su búsqueda; por esto mismo no tiene amistades con las cuales irse de fiesta, o una dama que le interese para perder los estribos. Todo lo que le rodea son distracciones, son casos perdidos que lo alejan de su objetivo, el exterminio. Él mismo se ha impuesto entrenamientos insanos, no sólo físicos, también mentales, cosa que tal vez haya influido un poco en su cordura.

Refinado y culto. Es una de las personas con mayor conocimiento del que aparenta. Es un noble, ergo, su intelecto sobrepasa la imaginación de algunos farsantes que se autoproclaman sabios. Él no necesita presumir para entender que su mente está por encima de todas esas ratas descerebradas que se admiran tras la facultad de arte, ciencias, política entre otras cosas, lo cual también ha llegado a convertirlo en un ser ególatra, sin cometer la estupidez de caer en el narcisismo, pecado semejante a la vanidad, del que sólo los herejes son víctimas. La caballerosidad no suele hacerlo un hombre de tacto fácil o abierto a las cuestiones ajenas, a decir verdad, él simplemente no sabe tratar a los demás, no es paciente y no sabe cómo ser amable, no después de todo lo que ha pasado, la desconfianza que se ha ganado y, por supuesto, no cuando cree que el contacto con otra gente, le hace perder el tiempo.

Agresivo, salvaje, imprudente, cruel. No siempre suele comportarse como lo requiere el protocolo, siempre habrá ocasiones en las que pierda la cabeza y es aquí donde su lado más perverso sale a relucir. No es una mente perturbada, no es un hombre perverso, mucho menos maléfico, pero el fin siempre justifica los medios sin importar realmente que tan humanitario sea. Puede destruir el cuerpo, la mente, él puede realmente tomar la palabra agonía y darle un nuevo significado. Es cierto que sus métodos no son los mejores, pero hasta el momento nunca han fallado y siempre ha conseguido su objetivo sin importar a quién tenga que aplastar y cómo lo tenga que hacer. Hasta cierto punto de su existencia había una parte de él que aborrecía la tortura, pero ahora no es nada más que un simple fantasma devorado por la sed de venganza. Reconoce perfectamente que el sadismo en los hombres es una monstruosidad, algo que no debería estar presente en la mente, pero también sabe que, un hombre es capaz de hacer cualquier cosa, con tal de mantener a salvo a los suyos y, si por preservar sus vidas, ha de volverse una bestia, entonces es válido por un segundo, pero al siguiente, también debe ser erradicado por él mismo. No se trata de suicidio, sólo es aniquilar al enemigo. Quien ha escuchado su nombre, le teme, pero quien conoce sus pasos, huye de él.

Obsesionado. Llegados a este punto, no se sabe con exactitud si su ideal es movido por la pasión llevada a la demencia, o sencillamente ha sido arrastrado por el deseo de venganza hasta el confín de la desesperación. Pero una cosa si es clara, cuando algo se le mente en la cabeza, no para hasta conseguirlo. Un ejemplo de ello, es el hecho de encontrar a Nevenka y darle muerte. Porque sí, ella dejó de ser su hermana cuando la vio transformarse y dejarle aquella herida en el rostro. ¿Quién mejor para darle muerte que él? Seguramente si aún viviese su hermano mayor, él mismo lo haría, pero el cobarde huyó cuando sus padres murieron, así que…. ¿En quién más confiar? ¿Surak? Él, al igual que todos los demás aman demasiado a Nevenka, y es por ello que no es apropiado para darle caza, sólo él, el propio Emerith puede ejecutar tan salvaje y siniestro acto devoto. Después de todo es lo que ella hubiese preferido, todos los Lèveque primero muertos que mutados a monstruos.

Datos Históricos

Durante años él creyó que la frase de su padre se resumía exclusivamente al apellido que portaba, un, título que le condecoraba bajo una dinastía ancestral, sin embargo, no fue hasta el momento de su muerte que logró darle significado a lo que Alcide le repetía constantemente.
Si bien nunca fue el hijo pródigo en fascinación y encanto por el legado familiar, siempre supo que sus habilidades eran superiores a la expectativa de su padre, e incluso él mismo hubiese deseado que la agilidad mental y física que poseía fuesen exclusivas de Dimitry, el primogénito, sin embargo, tal parece que la naturaleza los había mantenido equilibrados, pues lo que no pudo darle al primogénito se lo otorgó al segundo y viceversa. Sí, Emerith hubiese deseado no ser el mejor, que lo dejasen afuera de todo ese lío, que sencillamente le permitieran hacer lo que le apetecía, conquistar el mundo con el incomparable sabor de sus diferentes vinos. Lástima que no haya sido de esta manera.
Con forme pasaba el tiempo, su hermano y su padre se empeñaron furtivamente en mostrarle todas las razones por las que debería jugar de su lado, y aunque confiaba plenamente en Dimitry, sabía perfectamente, que él ocultaba verdades. Esa noche lo supo todo.

La muerte de Alcide no fue de impacto, él siempre hablaba sobre su deceso y su terrible deseo por morir en combate, protegiendo a los suyos, resguardando a la menor de sus hijos y, por supuesto, a su amada, Kaatje. Lo que provocó el rompimiento de su cordura y el comienzo a su sed de venganza, fue observar el cuerpo inerte de su madre. A diferencia de los gemelos y el primogénito, Emerith había logrado una conexión avasalladora con Kaatje, un vínculo tan especial que ni siquiera “La consentida” de Nevenka podría entender, pues mientras ella se desvivía por el mayor de los hermanos y los demás por Alcide, él apoyaba con esmero y dulzura a su olvidada madre. Al ver su cadáver profanado, algo dentro de él se rompió, algo que sin importar nada, no tendría reparo. Se veía en sus orbes, aquellos que antes de que anocheciera por completo, eran de un color azul gélido, pero pacifico y, que tras aquella escena, se llenaron de ponzoñosa ira, un odio tal que sus pupilas fueron ennegreciéndose hasta volverse de un azabache nítido, siniestro y amenazador. Tras confirmar la caída de su padre y la pérdida de Ozturk, un gemelo, no quedó nada en Emerith que les hiciese recordar, lo amable y caritativo que era. Se había vuelto una bestia.

En ningún momento descuidó a Nevenka, y pese a la opinión del alfa –que ahora era Dimitry- él tomó la decisión de mostrarle a su hermana la crueldad del mundo, sólo para que ella pudiese defenderse, sólo para que ella sobreviviera más que Kaatje. Se enfrentó a Dimitry por ello y, tras su desaparición, lo tachó de cobarde. No tenía razones, pero hacia algún lado tenía que volcar sus frustraciones y él fue el remedio, odiaba a su hermano. Durante los siguientes años, él le mostró a Nevenka todo lo que tenía que hacer, todo lo que él sabía, absolutamente todo, incluso aquellos detalles que el propio Alcide había pasado por alto. Emerith se convirtió en el mejor de los cazadores y una amenaza latente para los sobrenaturales, sin embargo, con las habilidades y destrezas que Nevenka presentaba, no sería el único.

Pero el destino y dios, habían de decidir lo opuesto.

La noche en que Nevenka fue transformada en Licántropo, Emerith supo que nada sería igual, el tenía miedo, pero no por lo que ella pudiese hacerle a él, su temor radicaba en la debilidad de Surak si se presentaba algún problema. Y así fue. Surak no tuvo el valor suficiente para detener a Nevenka aun siendo ella aquella bestia que los amenazaba con la muerte, por lo que las cadenas cayeron y logró liberarse. Emerith, al ver el cambio en los orbes de su hermana, lo comprendió todo. Sí, una parte de ella aún estaba dentro de aquel salvaje ser, y realmente sufría por ello. Verla aullar, gemir, y rugir, fue una completa tortura. Él pudo ver, como su pequeña hermana se retorcida dentro del cuerpo de la bestia, como la pobre e inocente mujercita de la casa era devorada por un monstruo que se escondía tras el espejo. Y tomó la decisión. Tenía que liberarla.

Hubiese deseado poder hacerlo en ese instante, pero ella no merecía morir de esa manera, no convertida en eso, así que esperó la mañana para enfrentar su rostro. Ella lo entendería, ella aceptaría, después de todo, también ella se había obsesionado con la cacería. Afortunadamente para ambos, ella huyó.

DATOS EXTRA: