AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encuentro desafortunado [Privado]
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Encuentro desafortunado [Privado]
¿Te has parado a pensar alguna vez cómo una decisión sin importancia puede cambiar totalmente el rumbo de tu vida?
Dennis Lehane
Esa niña iba a terminar sacándole canas antes de tiempo. Kirian no se cansaba de buscar a Neliel cada vez que a la pequeña bruja se le pasaba alguna idea divertida por la cabeza y escapaba, o cuando las criaturas que ella juraba ver y él no, la invitaban a ir a ver un lugar divertido donde pasar el tiempo. Si bien aquel no era el trabajo que el cambiante había pensado tener después que renunciara a ser cazador, la verdad es que era lo mejor que pudo haberle pasado en la vida; sin contar claro los momentos como en el que ahora se encontraba, cuando la preocupación y los pensamientos negativos sobre lo que podría sucederle a la niña devoraban la sensatez y le hacían ir de un lado a otro, cual perro perdido.
No es que fuera complicado dar con el aroma dulce e infantil de quien ahora era su pequeña hija. Sino que la infanta se movía con una rapidez que en muchas ocasiones sorprendió a Kirian y eso le dejaba andando de un lado a otro siguiendo el aroma, esperando que ella pronto apareciera y la tranquilidad llegara a su corazón canino. Antes de encontrarse con la pequeña, Kirian había deseado que su pasado al lado de la cazadora para la que sirvió, no fuera más que un mal recuerdo. Se había entrenado tan bien a si mismo que era capaz de seguir cualquier rastro y eso solo le llevaba a rabiar porque su pasado, era algo que desde que se encontrara con Lya, no deseaba tener presente nunca más. Desafortunadamente el pasado era una sombra que siempre nos perseguía y en aquellos bosques donde una niña podía perderse tan fácilmente, su pasado se había convertido en una bendición. Los años de cazar a los suyos le auxiliaban cuando se trataba de perseguir de manera divertida a la niña aquella. Los gritos que antes escuchara de sus presas se habían tornado en las risas de la hija que no planeo tener pero que ahora le alegraba la vida.
Seguía el rastro en su forma humana, cosa que le hacía demorarse mucho más que antes así que con un suspiro, observo las copas de los árboles en aquel bosque y se saco las ropas. Dejarlas escondidas para después regresar por ellas era la idea más sensata en la mente de Kirian y fue de hecho, lo que termino por hacer. Cambio su figura por la del pastor australiano que también era y apenas su cuerpo terminaba de cambiar se lanzó a la carrera, siguiendo aquel aroma de Neliel.
“Esa niña, un castigo debería darle para que deje de irse sin avisarme a donde es que va” sus patas golpeaban el suelo y el cambiante esquivaba cada obstáculo que le separaba de su pequeña. Creía seriamente que a ese paso llegaría hasta donde se encontraba, más rápido de lo que esperaba, pero entonces llego a una especie de claro y se detuvo por completo. En aquel preciso lugar, el aroma de Neliel parecía ir en todas direcciones, obligando a Kirian a detenerse y con frustración se sentó sobre los cuartos traseros de su figura animal “Excelente Kirian, eres un gran padre” se regaño a si mismo “No puedes ni siquiera mantener a tu hija en un solo lugar y mucho menos eres capaz de dar con ella cuando más lo necesitas. Eres sin duda, una criatura brillante” soltaba aquel discurso para si, pero en lugares como los bosques, nunca se sabía a quien podía encontrarse y definitivamente siempre prefería ser él quien se topara con los males, siempre que su pequeña se quedara fuera de eso.
Dennis Lehane
Esa niña iba a terminar sacándole canas antes de tiempo. Kirian no se cansaba de buscar a Neliel cada vez que a la pequeña bruja se le pasaba alguna idea divertida por la cabeza y escapaba, o cuando las criaturas que ella juraba ver y él no, la invitaban a ir a ver un lugar divertido donde pasar el tiempo. Si bien aquel no era el trabajo que el cambiante había pensado tener después que renunciara a ser cazador, la verdad es que era lo mejor que pudo haberle pasado en la vida; sin contar claro los momentos como en el que ahora se encontraba, cuando la preocupación y los pensamientos negativos sobre lo que podría sucederle a la niña devoraban la sensatez y le hacían ir de un lado a otro, cual perro perdido.
No es que fuera complicado dar con el aroma dulce e infantil de quien ahora era su pequeña hija. Sino que la infanta se movía con una rapidez que en muchas ocasiones sorprendió a Kirian y eso le dejaba andando de un lado a otro siguiendo el aroma, esperando que ella pronto apareciera y la tranquilidad llegara a su corazón canino. Antes de encontrarse con la pequeña, Kirian había deseado que su pasado al lado de la cazadora para la que sirvió, no fuera más que un mal recuerdo. Se había entrenado tan bien a si mismo que era capaz de seguir cualquier rastro y eso solo le llevaba a rabiar porque su pasado, era algo que desde que se encontrara con Lya, no deseaba tener presente nunca más. Desafortunadamente el pasado era una sombra que siempre nos perseguía y en aquellos bosques donde una niña podía perderse tan fácilmente, su pasado se había convertido en una bendición. Los años de cazar a los suyos le auxiliaban cuando se trataba de perseguir de manera divertida a la niña aquella. Los gritos que antes escuchara de sus presas se habían tornado en las risas de la hija que no planeo tener pero que ahora le alegraba la vida.
Seguía el rastro en su forma humana, cosa que le hacía demorarse mucho más que antes así que con un suspiro, observo las copas de los árboles en aquel bosque y se saco las ropas. Dejarlas escondidas para después regresar por ellas era la idea más sensata en la mente de Kirian y fue de hecho, lo que termino por hacer. Cambio su figura por la del pastor australiano que también era y apenas su cuerpo terminaba de cambiar se lanzó a la carrera, siguiendo aquel aroma de Neliel.
“Esa niña, un castigo debería darle para que deje de irse sin avisarme a donde es que va” sus patas golpeaban el suelo y el cambiante esquivaba cada obstáculo que le separaba de su pequeña. Creía seriamente que a ese paso llegaría hasta donde se encontraba, más rápido de lo que esperaba, pero entonces llego a una especie de claro y se detuvo por completo. En aquel preciso lugar, el aroma de Neliel parecía ir en todas direcciones, obligando a Kirian a detenerse y con frustración se sentó sobre los cuartos traseros de su figura animal “Excelente Kirian, eres un gran padre” se regaño a si mismo “No puedes ni siquiera mantener a tu hija en un solo lugar y mucho menos eres capaz de dar con ella cuando más lo necesitas. Eres sin duda, una criatura brillante” soltaba aquel discurso para si, pero en lugares como los bosques, nunca se sabía a quien podía encontrarse y definitivamente siempre prefería ser él quien se topara con los males, siempre que su pequeña se quedara fuera de eso.
Última edición por Kirian Stendhal el Sáb Feb 20, 2016 1:27 pm, editado 1 vez
Kirian Stendhal- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 10/03/2014
Re: Encuentro desafortunado [Privado]
Me había retirado de mis aposentos esa noche, dirigiéndome hasta la alta ladera herbosa en los límites lejanos de la ciudad. Ésta daba a la parte trasera de los bosques a donde pocas personas solían encaminarse. El frío de invierno era seco y penetraba las telas que me recubrían. Un traje espeso enfundado en lanas con zapatos de cuero de animal. El panorama era la muerte en una potencia y la vida en la actualidad. Después de todo era un demonio, un demonio de la herejía y me gustaba gozar del sufrimiento de los demás, arrancarles la felicidad lentamente y mis pensamientos destacaban por macabros. La noche anterior los fantasmas me habían encomendado una misión nueva para una pócima que podría llegar a señalar a los ángeles de Agartha. Solo necesitaba una pizca de aberrante miedo a la muerte, la esencia que una persona desprende cuando siente que está a punto de morir pero que eso no sucede. Y luego un amor eterno e imposible de quebrar. El pensamiento me bastaría. Las frases del encantamiento estaban perfectamente memorizadas. Era una lástima que la aniquilación no pudiese darse. Esa noche nadie moriría. Sin embargo caería una maldición en alguien que me permitiría descubrir localizaciones. Me preguntaba qué me darían de recompensa por crear aquella poción. El grimorio que había conseguido de Alchemilla era perfecto, tenía las más terribles maldiciones de magia negra y encadenaba torturas inigualables. Me froté entonces las manos, adentrándome al frondoso bosque en lo que desperdigaba a las almas en pena por el lugar, éstas me comunicaban todo lo que había alrededor. La presa que estaba buscando tenía que ser especial. La noche se apaciguaba y con ello mis pasos se hacían más lentos.
Fue entonces que hice uso de mi nigromancia, habilitando la adivinación. Primero la figura se concentró en mis pensamientos, dándose forma. Luego los fantasmas del pasado me entregaron visiones completas y una sonrisa torcida y malvada se hizo presente en mí, usualmente, inmutable rostro. Dejé salir un suspiro y con cuidado me dediqué a sacar los guantes que llevaba, haciendo un corte no muy profundo en la palma. Un círculo con el número siete en romano era escrito. — Tus ojos verán las peores pesadillas, tu mente confundirá las ramas con maldad y la niña que amas se entregará a la ilusión de una muerte escandalosa. El demonio de la herejía quiere probar tu corazón. — Carraspeé dejando caer las gotas de sangre al suelo, escuchando en el mismo momento como unos cuervos en el cielo comenzaban a gritar cual niño muriendo. Esto daba inicio a una ilusión que atormentaría al perro que caminaba solitario por el bosque. Yo me dirigía a él, necesitaba estar a al menos tres metros de la persona para poder absorber en un pequeño frasco de vidrio la esencia del dolor y del amor. Tenía que ser cauteloso, aunque mis poderes y habilidades eran sumamente fuertes, pues me había entrenado con un demonio antiguo, no podía darme el lujo de ser lastimado. Esa vez debía volver ileso y ganador. Mis ojos verdes estaban fijos en los pasos que se avecinaban. La pesadilla ya debería haber comenzado para ese animal. Primero que sufra, eso haría exaltar sus sentimientos para que así, cuando se dé cuenta de que era una mentira, el amor verdadero saliera a flote en un “gracias al cielo” Sí, al cielo, a ese odioso Dios que pretendía venir a regir el infierno. Pero nosotros éramos mucho más que él. Desperdigaríamos el abismo en la tierra hasta que solo la desesperación estuviese recorriendo los senderos de la vida. La risa quería salir de mis labios, no obstante era sombrío como siempre, disfrutando el placer en silencio, el cosquilleo atroz de ver a las personas en pena. — Y entonces encontrarás que la realidad es peor que una ilusión. — Murmuré, cerrando los párpados unos segundos mientras me dedicaba a pasearme por los alrededores de donde la magia estaba haciendo su trabajo. La maldición le robaría lo que más usara, esa era la condición para que mi hechizo funcionara. Robarle lo más preciado y cuando él volviera a obtenerlo mi brujería se rompería. No era tan mal trato, teniendo en cuenta que no precisaba dar ninguna parte de mi alma aún.
Fue entonces que hice uso de mi nigromancia, habilitando la adivinación. Primero la figura se concentró en mis pensamientos, dándose forma. Luego los fantasmas del pasado me entregaron visiones completas y una sonrisa torcida y malvada se hizo presente en mí, usualmente, inmutable rostro. Dejé salir un suspiro y con cuidado me dediqué a sacar los guantes que llevaba, haciendo un corte no muy profundo en la palma. Un círculo con el número siete en romano era escrito. — Tus ojos verán las peores pesadillas, tu mente confundirá las ramas con maldad y la niña que amas se entregará a la ilusión de una muerte escandalosa. El demonio de la herejía quiere probar tu corazón. — Carraspeé dejando caer las gotas de sangre al suelo, escuchando en el mismo momento como unos cuervos en el cielo comenzaban a gritar cual niño muriendo. Esto daba inicio a una ilusión que atormentaría al perro que caminaba solitario por el bosque. Yo me dirigía a él, necesitaba estar a al menos tres metros de la persona para poder absorber en un pequeño frasco de vidrio la esencia del dolor y del amor. Tenía que ser cauteloso, aunque mis poderes y habilidades eran sumamente fuertes, pues me había entrenado con un demonio antiguo, no podía darme el lujo de ser lastimado. Esa vez debía volver ileso y ganador. Mis ojos verdes estaban fijos en los pasos que se avecinaban. La pesadilla ya debería haber comenzado para ese animal. Primero que sufra, eso haría exaltar sus sentimientos para que así, cuando se dé cuenta de que era una mentira, el amor verdadero saliera a flote en un “gracias al cielo” Sí, al cielo, a ese odioso Dios que pretendía venir a regir el infierno. Pero nosotros éramos mucho más que él. Desperdigaríamos el abismo en la tierra hasta que solo la desesperación estuviese recorriendo los senderos de la vida. La risa quería salir de mis labios, no obstante era sombrío como siempre, disfrutando el placer en silencio, el cosquilleo atroz de ver a las personas en pena. — Y entonces encontrarás que la realidad es peor que una ilusión. — Murmuré, cerrando los párpados unos segundos mientras me dedicaba a pasearme por los alrededores de donde la magia estaba haciendo su trabajo. La maldición le robaría lo que más usara, esa era la condición para que mi hechizo funcionara. Robarle lo más preciado y cuando él volviera a obtenerlo mi brujería se rompería. No era tan mal trato, teniendo en cuenta que no precisaba dar ninguna parte de mi alma aún.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Encuentro desafortunado [Privado]
Confundido, perdido y sobre todo frustrado, Kirian permanecía inmóvil en el claro aquel, preguntándose que era lo que debía hacer a continuación, ¿Qué dirección debía seguir para encontrar a su pequeña? ¿Habría ido muy lejos? Pero sobre todo ¿Estaría a salvo?. La aparente paz y tranquilidad en el bosque fue interrumpida por unos cuervos a la distancia. Hecho que él ignoro por completo ya que tenía cosas más importantes en las que centrarse.
Decidido entonces a encontrar de una vez y por todas a Neliel, el canino se levantó nuevamente y comenzó a andar con mayor lentitud, analizando cuidadosamente las posibles rutas a seguir cuando la risa de su pequeña invadió el espacio. Los ojos del perro buscaron entre las cercanías la pequeña figura de la niña y fue cuando sus ojos vieron la rubia cabellera que tanto amaba, que Kirian fue tras ella nuevamente.
“Así que a eso vamos a jugar” con diversión, fue hasta detrás de un árbol sitió donde no encontró nada más que el suave aroma a ella “Pero que…” con confusión su cabeza fue de un lado a otro, notando como el bosque se volvía más oscuro a su alrededor, amenazando por devorarlo y no permitir que se encontrase nuevamente con la brujita a quien tanto amaba.
– Papi… – escuchó entonces el llamado de su pequeña y con desesperación corrió nuevamente a donde su olfato y su oído le indicaban que ella se encontraba, todo para hallar nuevamente nada más que la naturaleza rodeándole. La confusión en ese momento daba paso al temor. Algo como aquello nunca antes le había ocurrido al cambiante, quien no temía realmente por él, sino que temía por su pequeña. ¿Era aquello simplemente un juego de su mente ante la preocupación o algo mucho más serio? No estaba seguro y necesitaba descubrir que era lo que sucedía y pronto.
Tomando entonces la posibilidad de que fuera una simple jugarreta de su mente, Kirian regreso sobre sus pasos, buscando de nueva cuenta el aroma de su hija que ya parecía haberse desvanecido por completo.
“No… no… ¡NO!” gruñó para si, olisqueando todo con suma desesperación y siendo un grito lo que le llevó a detenerse y sentir como la sangre se helaba en sus venas. Aquel grito podría haberlo reconocido en cualquier lugar, después de todo se trataba del de su hija. Con un temblor de su cuerpo, su figura de pastor australiano paso a convertirse en una de husky, animal que lanzó un aullido al aire a manera de promesa para que Neliel no temiera y supiera que estaba cerca. Las patas del husky impactaron entonces el suelo y ayudado por el aroma de la pequeña brujita, que inundaba de nuevo el ambiente, Kirian inicio la carrera. Siguió el aroma con desespero, siendo torturado cada tanto por los gritos de ayuda que profería su hija. El bosque se volvía con cada paso un lugar maligno, llenó de males invisibles a los que Kirian comenzaba a temer profundamente pero fue el mal con el que se topo de frente lo que destrozaría por completo su corazón.
Ante Kirian aparecieron unas figuras del pasado, figuras que ya le habían hecho daño una vez y de las cuales apenas y había logrado escapar. El grupo de cazadores que le observaba de manera fija, eran nada más y nada menos que aquellos que en su juventud trataran de matarlo a él y Lya. De manera inconsciente, las patas de Kirian comenzaron a llevarle en retroceso mientras que aquellos hombres comenzaban a reírse.
– Stendhal… no te vayas, tenemos un regalo para ti – y con esa expresión de superioridad en el rostro, mostraron a Neliel. La niña sangraba de un costado y el cuerpo del canino dejó de responder, el terror se hizo presente de manera casi tangible. Aquellos despiadados cazadores tenían en su poder a su hija y si no hacía algo iban a matarla… si tan solo pudiera mover el cuerpo.
Decidido entonces a encontrar de una vez y por todas a Neliel, el canino se levantó nuevamente y comenzó a andar con mayor lentitud, analizando cuidadosamente las posibles rutas a seguir cuando la risa de su pequeña invadió el espacio. Los ojos del perro buscaron entre las cercanías la pequeña figura de la niña y fue cuando sus ojos vieron la rubia cabellera que tanto amaba, que Kirian fue tras ella nuevamente.
“Así que a eso vamos a jugar” con diversión, fue hasta detrás de un árbol sitió donde no encontró nada más que el suave aroma a ella “Pero que…” con confusión su cabeza fue de un lado a otro, notando como el bosque se volvía más oscuro a su alrededor, amenazando por devorarlo y no permitir que se encontrase nuevamente con la brujita a quien tanto amaba.
– Papi… – escuchó entonces el llamado de su pequeña y con desesperación corrió nuevamente a donde su olfato y su oído le indicaban que ella se encontraba, todo para hallar nuevamente nada más que la naturaleza rodeándole. La confusión en ese momento daba paso al temor. Algo como aquello nunca antes le había ocurrido al cambiante, quien no temía realmente por él, sino que temía por su pequeña. ¿Era aquello simplemente un juego de su mente ante la preocupación o algo mucho más serio? No estaba seguro y necesitaba descubrir que era lo que sucedía y pronto.
Tomando entonces la posibilidad de que fuera una simple jugarreta de su mente, Kirian regreso sobre sus pasos, buscando de nueva cuenta el aroma de su hija que ya parecía haberse desvanecido por completo.
“No… no… ¡NO!” gruñó para si, olisqueando todo con suma desesperación y siendo un grito lo que le llevó a detenerse y sentir como la sangre se helaba en sus venas. Aquel grito podría haberlo reconocido en cualquier lugar, después de todo se trataba del de su hija. Con un temblor de su cuerpo, su figura de pastor australiano paso a convertirse en una de husky, animal que lanzó un aullido al aire a manera de promesa para que Neliel no temiera y supiera que estaba cerca. Las patas del husky impactaron entonces el suelo y ayudado por el aroma de la pequeña brujita, que inundaba de nuevo el ambiente, Kirian inicio la carrera. Siguió el aroma con desespero, siendo torturado cada tanto por los gritos de ayuda que profería su hija. El bosque se volvía con cada paso un lugar maligno, llenó de males invisibles a los que Kirian comenzaba a temer profundamente pero fue el mal con el que se topo de frente lo que destrozaría por completo su corazón.
Ante Kirian aparecieron unas figuras del pasado, figuras que ya le habían hecho daño una vez y de las cuales apenas y había logrado escapar. El grupo de cazadores que le observaba de manera fija, eran nada más y nada menos que aquellos que en su juventud trataran de matarlo a él y Lya. De manera inconsciente, las patas de Kirian comenzaron a llevarle en retroceso mientras que aquellos hombres comenzaban a reírse.
– Stendhal… no te vayas, tenemos un regalo para ti – y con esa expresión de superioridad en el rostro, mostraron a Neliel. La niña sangraba de un costado y el cuerpo del canino dejó de responder, el terror se hizo presente de manera casi tangible. Aquellos despiadados cazadores tenían en su poder a su hija y si no hacía algo iban a matarla… si tan solo pudiera mover el cuerpo.
Kirian Stendhal- Cambiante Clase Baja
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Re: Encuentro desafortunado [Privado]
“Interesante” Aprecié la ilusión, no era como cualquier otra, ya que no la creaba con mi propia mente, sino que era un hechizo cautelosamente aprendido para que la víctima pudiera hacer realidad las pesadillas más terribles, arraigadas en el subconsciente, con las cuales incluso podía llegar a soñar. Cosas de las cuales podría morirse del susto en otro momento. Parecía que todo era real, sin embargo, yo estaba en el medio; y a la vista del ajeno era un simple árbol de la naturaleza frondosa. Pero era todo al revés, aquellos con lo que peleaba eran arbustos y yo era el tangible. ¡Sus sentidos agudos no servían de nada en mi terrible ilusión pagada con sangre! Sonreí con mucha satisfacción en tanto abría un frasco vacío. — El dolor del momento se consume en mí, dame el temor real y el amor que nunca nadie como yo o ellos podrá apreciar. Ese amor llamado vida. Que no es propia, que es ajena y que a la vez, es tan suya. — ¿Palabras cursis? ¿Acaso un demonio dudaba de la existencia del amor? Eso era estúpido, era ser iluso por completo. Y nosotros, los demonios de Dante, no éramos ningunos idiotas. El "amor verdadero" -como ellos llamaban a ese movimiento de hormonas- era lo que luchaba contra nosotros en cada guerra que perdíamos vidas atrás. Eran esas cosas las que nos ponían débiles. Incluso podíamos sentirlas por haber sido condenados a la humanidad, a la piel inmunda de la confusión. Y nos dañaban, sin dejarnos pensar. A pesar de eso, debíamos tenerlo para poder combatir contra ellos. Una buena poción con sentimientos puros sería el arma perfecta, un veneno letal contra los ángeles que bajaban a la tierra para intentar ganar la guerra. Volcar eso en el recién conseguido grial junto con nuestra sangre impura sería, sin duda, el arma que nos haría terminar de salir victoriosos. Y esperé un poco más, los cazadores zamarreaban a su hija hasta tirarla en un costado. Uno de ellos se acercaba, moviendo el cuchillo en su mano, haciéndolo girar con facilidad, como si la muerte fuese un arte. “Stendhal, ¿Sigues sufriendo por esa mujer? Estaba deliciosa, ya lo sabes. Vinimos por ti, nunca nos olvidamos de ti.” Sonreía y parecía que iba a atacarlo en unos mínimos segundos. Sin embargo eso no podía suceder, al ser una ilusión la única posibilidad de hacer daño a una víctima era que se lo haga propiamente.
Oh, una luz se me prendió y con los ojos encendidos fue que tergiversé la ilusión. Me relamí por dentro. “¿No quieres que le hagamos daño? No nos gusta que corras, clávate esto en una pierna y nos dejarás seguros. Entonces la dejaremos salir corriendo.” La niña gritaba, era hermosa y parecía sufrir con terrible locura. Solo faltaba un poco más, él tenía que darse cuenta que eso era una mentira, en ese momento el hechizo se rompería. Y él volvería a tener control de su alrededor con una simple paga. Aquel sentido que más usara. La maldad no era gratis y volqué un poco de mi sangre en el suelo. Ésta brilló directamente, retorciendo nuestro alrededor hasta que los gritos se volvían con más ecos y los recuerdos de una mujer más adulta se hacían presentes. El temor puro se comenzaba a llenar en el recipiente, no era más que un aire que a la vista parecía viscoso. Sonreí de lado y lo cerré, guardando aquel pequeño goce en uno de los bolsillos de mi saco. Era hora de que él se diera cuenta. En ese momento todo desaparecería, menos yo. “Vamos, es ahora o nunca”. Un solo corte con un palo de madera afilado y entonces la niña de la ilusión saldría corriendo hasta desaparecer una vez más y empezaría a llenarse otro frasco, uno más difícil de conseguir. ¡Uno que siquiera los humanos llegaban a conocer realmente! El momento en el que ella vivía.
Oh, una luz se me prendió y con los ojos encendidos fue que tergiversé la ilusión. Me relamí por dentro. “¿No quieres que le hagamos daño? No nos gusta que corras, clávate esto en una pierna y nos dejarás seguros. Entonces la dejaremos salir corriendo.” La niña gritaba, era hermosa y parecía sufrir con terrible locura. Solo faltaba un poco más, él tenía que darse cuenta que eso era una mentira, en ese momento el hechizo se rompería. Y él volvería a tener control de su alrededor con una simple paga. Aquel sentido que más usara. La maldad no era gratis y volqué un poco de mi sangre en el suelo. Ésta brilló directamente, retorciendo nuestro alrededor hasta que los gritos se volvían con más ecos y los recuerdos de una mujer más adulta se hacían presentes. El temor puro se comenzaba a llenar en el recipiente, no era más que un aire que a la vista parecía viscoso. Sonreí de lado y lo cerré, guardando aquel pequeño goce en uno de los bolsillos de mi saco. Era hora de que él se diera cuenta. En ese momento todo desaparecería, menos yo. “Vamos, es ahora o nunca”. Un solo corte con un palo de madera afilado y entonces la niña de la ilusión saldría corriendo hasta desaparecer una vez más y empezaría a llenarse otro frasco, uno más difícil de conseguir. ¡Uno que siquiera los humanos llegaban a conocer realmente! El momento en el que ella vivía.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Encuentro desafortunado [Privado]
El futuro parecía tan prometedor, lleno de luz y felicidad, carente de desgracias que la sangre se le heló en el momento que sus ojos dieron con las figuras de su pasado, aquellas que sostenían a Neliel en alto cual si fuera en premio. Un quejido salió de los labios de la niña, quejido que no llevó más que dolor al canino. ¿Qué iba a hacer para salvarla? ¿Por qué el maldito cuerpo no le reaccionaba? Simple. Kirian Stendhal tenía miedo. Miedo de lo que aquellos hombres eran capaces de hacer. Miedo por tratar de hacer algo y fallar, llevando eso a la muerte de Neliel (si tan solo hubiera escuchado del todo a Odette cuando hablaron semanas atrás). Miedo de morir él, dejando a Neliel sola una vez más aunque claro, si la niña escapaba encontraría la forma de dar con Odette y Kirian estaba seguro de que la cazadora protegería a la brujita tanto como pudiera, al menos con ella estaría a salvo de todo. Ante su inmovilidad, aquel cazador que sostenía a su hija se digno a hablar, recordando al perro un pasado terrible, uno que deseaba olvidar.
En su juventud, apenas y logró escapar al lado de Lya de aquel grupo de cazadores; más ahora, con lo que ellos decían sobre Lya, él dudaba que ella se mantuviese ya con vida. De su primer encuentro con los cazadores, mantenía una cicatriz, recuerdo no solo del peligro que simbolizaban los cazadores para lo cambiantes sino también, recuerdo de la promesa que alguna vez hizo a Lya. Aquella promesa igual fue rota en el momento que Kirian se dedico a la cacería. ¿Era entonces la llegada de aquel grupo una venganza de la vida? Probablemente. La figura del husky tembló ligeramente mientras que cambiaba, dejando frente a aquel un hombre desarmado.
– Yo tampoco me olvide de ustedes – se atrevió a mencionar, dando finalmente un paso hacía adelante. Una vez más Kirian tomaba control de su cuerpo (pese al temor y desesperación que experimentaba), dispuesto a como en el pasado, salvar a quien más amaba – Ella no tiene nada que ver en esto, deja que se vaya y no le hagas daño – sus ojos se posaron entonces en Neliel, que continuaba gritando mientras que los hombres se reían de manera descarada.
– ¡Por supuesto que no quiero que le hagan daño! – Su voz resonó con fuerza, sus ojos se abrieron más de lo normal pero no se apartaron ni un segundo de Neliel que continuaba gritando desesperada – ¿Qué? – preguntó entonces al escuchar que era lo que esperaban de él. Kirian sabía que si no podía correr tampoco podría defenderse muy bien, si se clavaba la daga que uno de los hombres acababa de lanzar al suelo cerca de él, no saldría con vida de aquella circunstancia. Temiendo lo peor para Neliel y para él mismo, pensó una vez más en Lya y hasta pudo jurar verla y escuchar sus gritos. Tembló. Stendhal temía morir, pero temía más ver a su hija morir – ¡LO HARE! – gritó cuando el líder del grupo insistió.
Inclinándose sin despegar la vista del grupo, Kirian tomó la daga entre sus manos y sonrió a Neliel.
– Todo va a estar bien, tendrás que ir a donde las luces te guíen Neliel y hagas lo que hagas no mires atrás – dicho, clavó la daga cerca de su rodilla conteniendo un grito para que la brujita no se alterase de más. Las carcajadas de los hombres resonaron a su alrededor y al levantar la vista, Kirian vio como bajaban a Neliel. La pesadilla había terminado, su hija iba a vivir y eso lo hizo feliz. Amaba a la brujita y saberla viva era lo más maravilloso que podía experimentar.
Si bien acababa de vivir lo más hermoso del mundo, no se espero encontrarse segundos después con lo más extraño del mundo. Neliel, quien comenzaba a correr como si nada ocurriera, ya no sangraba del costado y sus ropas estaban completamente limpias. ¿Qué era lo que sucedía en realidad? El canino se enfoco entonces en los hombres, percatándose de que a pesar de ser humanos, no habían envejecido ni un solo día – Esto… – una sonrisa apareció en su rostro – esto no es real – la sensación de alivio le llenó el cuerpo, la alegría de despertar de un mal sueño lo embargaba y una carcajada salió de sus labios – ¡NO ES REAL! – gritó, sacándose de la pierna en lugar de una daga, una simple vara de madera afilada. La figura de Neliel se desvanecía en la distancia, así como la de los hombres que se encontraban frente a él. Y tan emocionado se encontraba que no era capaz de percatarse que conforme se desvanecía todo lo falso a su alrededor, también lo hacían los olores.
No fue sino hasta que la ilusión en que se hallaba inmerso desapareció por completo cuando al ver a un hombre se percato de que no estaba del todo solo.
– ¿Quién eres? ¿Hiciste todo esto? ¿Cuál era tu finalidad? – cuestionó al desconocido, manteniendo una pose de alerta y siendo el momento cuando trató de detectar el olor ajeno que se dio cuenta de la terrible realidad a la que ahora se enfrentaba – ¡¿QUÉ ME HICISTE?!
En su juventud, apenas y logró escapar al lado de Lya de aquel grupo de cazadores; más ahora, con lo que ellos decían sobre Lya, él dudaba que ella se mantuviese ya con vida. De su primer encuentro con los cazadores, mantenía una cicatriz, recuerdo no solo del peligro que simbolizaban los cazadores para lo cambiantes sino también, recuerdo de la promesa que alguna vez hizo a Lya. Aquella promesa igual fue rota en el momento que Kirian se dedico a la cacería. ¿Era entonces la llegada de aquel grupo una venganza de la vida? Probablemente. La figura del husky tembló ligeramente mientras que cambiaba, dejando frente a aquel un hombre desarmado.
– Yo tampoco me olvide de ustedes – se atrevió a mencionar, dando finalmente un paso hacía adelante. Una vez más Kirian tomaba control de su cuerpo (pese al temor y desesperación que experimentaba), dispuesto a como en el pasado, salvar a quien más amaba – Ella no tiene nada que ver en esto, deja que se vaya y no le hagas daño – sus ojos se posaron entonces en Neliel, que continuaba gritando mientras que los hombres se reían de manera descarada.
– ¡Por supuesto que no quiero que le hagan daño! – Su voz resonó con fuerza, sus ojos se abrieron más de lo normal pero no se apartaron ni un segundo de Neliel que continuaba gritando desesperada – ¿Qué? – preguntó entonces al escuchar que era lo que esperaban de él. Kirian sabía que si no podía correr tampoco podría defenderse muy bien, si se clavaba la daga que uno de los hombres acababa de lanzar al suelo cerca de él, no saldría con vida de aquella circunstancia. Temiendo lo peor para Neliel y para él mismo, pensó una vez más en Lya y hasta pudo jurar verla y escuchar sus gritos. Tembló. Stendhal temía morir, pero temía más ver a su hija morir – ¡LO HARE! – gritó cuando el líder del grupo insistió.
Inclinándose sin despegar la vista del grupo, Kirian tomó la daga entre sus manos y sonrió a Neliel.
– Todo va a estar bien, tendrás que ir a donde las luces te guíen Neliel y hagas lo que hagas no mires atrás – dicho, clavó la daga cerca de su rodilla conteniendo un grito para que la brujita no se alterase de más. Las carcajadas de los hombres resonaron a su alrededor y al levantar la vista, Kirian vio como bajaban a Neliel. La pesadilla había terminado, su hija iba a vivir y eso lo hizo feliz. Amaba a la brujita y saberla viva era lo más maravilloso que podía experimentar.
Si bien acababa de vivir lo más hermoso del mundo, no se espero encontrarse segundos después con lo más extraño del mundo. Neliel, quien comenzaba a correr como si nada ocurriera, ya no sangraba del costado y sus ropas estaban completamente limpias. ¿Qué era lo que sucedía en realidad? El canino se enfoco entonces en los hombres, percatándose de que a pesar de ser humanos, no habían envejecido ni un solo día – Esto… – una sonrisa apareció en su rostro – esto no es real – la sensación de alivio le llenó el cuerpo, la alegría de despertar de un mal sueño lo embargaba y una carcajada salió de sus labios – ¡NO ES REAL! – gritó, sacándose de la pierna en lugar de una daga, una simple vara de madera afilada. La figura de Neliel se desvanecía en la distancia, así como la de los hombres que se encontraban frente a él. Y tan emocionado se encontraba que no era capaz de percatarse que conforme se desvanecía todo lo falso a su alrededor, también lo hacían los olores.
No fue sino hasta que la ilusión en que se hallaba inmerso desapareció por completo cuando al ver a un hombre se percato de que no estaba del todo solo.
– ¿Quién eres? ¿Hiciste todo esto? ¿Cuál era tu finalidad? – cuestionó al desconocido, manteniendo una pose de alerta y siendo el momento cuando trató de detectar el olor ajeno que se dio cuenta de la terrible realidad a la que ahora se enfrentaba – ¡¿QUÉ ME HICISTE?!
Kirian Stendhal- Cambiante Clase Baja
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Re: Encuentro desafortunado [Privado]
Sentía una emoción fascinante, me estaba excitando como hacía bastante no lo hacía. Los sobrenaturales podían ser sumamente interesantes cuando desplegaban todo el amor y los sentimientos. Sí, éstos se intensificaban cuando uno nacía con habilidades sobrehumanas, tal como los olores, sabores y la visión. Para mí no tenía sentido, aún sabiendo que existía y comprobandolo. Por eso mismo también me había embarcado en esa situación, buscando robar tantos miedos por la contrariedad del amor, como así me fuese posible. Ver así mismo la desesperación de una persona al perder algo que creía imposible. Tal como cuando me dedicaba a sacar colmillos de vampiros y curar las heridas con agua bendita para que fuesen incapaces de volver a ponerselos. Era algo digno de admirar. Y con aquel cambiaformas no fue diferente. Estaba feliz, el temor estaba desapareciendo con gran obviedad, se notaba en sus ojos, en los cristales que se formaban a su alrededor. Me pregunté si los demonios también podrían sentir de esa manera y supe entonces que mi destino, como el dueño de la herejía y como el demonio al que le da más placer hacer caer a los seres terrenales, era buscar a uno de mis hermanos y hallar mis respuestas. Pero por el momento tenía que encargarme de ese diminuto hombre animal. La sangre seguía cayendo de mi mano, como un brujo, la naturaleza pedía equilibrio de parte de mis habilidades y eso significaba que siempre tenía que dar algo a cambio de mis pedidos, pues sino podían tomarlo por la fuerza o más bien, lo harían. No tenía ningún interés en ser arrebatado por las garras de las brujas antiguas que protegían las energías. Así que esperé a que una cantidad de sangre abundante se desparramara en forma de círculo y luego de pentágono, apretando mi palma luego. Tomé un pañuelo específicamente preparado para esa ocasión y lo envolví. Ladeando la cabeza a los lados en tanto me acercaba al hombre que acababa de reírse trágicamente.
— Bravo, bravo, “no es real”. Tardaste un poco. — Añadí con los pasos hacia él, por supuesto que tenía fantasmas a mi lado siendo controlados para protegerme, aunque no lo necesitaba, podía hacer dominio de él con facilidad, se trataba de un ser vivo y el poder de la dominación servía perfectamente para esa circunstancia. Sin embargo, con la ira que él podía llegar a cargar, no había dudas que podía ser peligroso para mí. Estiré mi cuello, algo cansado por el desgaste de energía. Guardé la botella cargada con su sentido del olfato en el bolsillo interior del saco que llevaba y observé con el rostro tan desconcertado como siempre, no emitía ninguna clase de emoción, no podían distinguirse las entonaciones y mucho menos las expresiones, aún cuando podían ser irónicas inventando una tonada. Simplemente era, “eso”. Lo que quería decir y nada más. — Ah, bueno, estaba por responderte, pero veo que ya te diste cuenta. Hay una cosa buena y otra mala. La buena es que aportaste gran información a una causa y la mala es que para ser un cambiaformas, dejás mucho que desear en tu futuro. Pero hay salvación. — Aseguré sin pensarlo, ¿realmente la había? Pues claro, podía darle un poco de la que me había guardado, pero yo no era ningún santo para dar algo así sin esperar nada a cambio. Y eso era exactamente lo que estaba esperando, “la pregunta” en donde él decía “¿qué quieres?” Y yo, bueno, yo era un demonio, por supuesto que iba a decir el alma. Pero con palabras más hermosas, los brujos y demonios de antes no tenían demasiado tacto para decir maldades, ahora, con sencillas motivaciones, como la causa de su hija prontamente muerta, todo podía ser muchísimo más fácil, sin tanto derramamiento de sangre de por medio. La policía comenzaba a notarlo y sabía que pronto no serían sólo las iglesias y familias fundadoras de cazadores los que nos querrían matar. Y obviamente, hasta que el infierno de Dante no estuviese en la tierra, no había nada que se pudiese hacer al respecto. Más que esparcir la condena por siempre. — ¿Quieres que te cuente cómo? —
— Bravo, bravo, “no es real”. Tardaste un poco. — Añadí con los pasos hacia él, por supuesto que tenía fantasmas a mi lado siendo controlados para protegerme, aunque no lo necesitaba, podía hacer dominio de él con facilidad, se trataba de un ser vivo y el poder de la dominación servía perfectamente para esa circunstancia. Sin embargo, con la ira que él podía llegar a cargar, no había dudas que podía ser peligroso para mí. Estiré mi cuello, algo cansado por el desgaste de energía. Guardé la botella cargada con su sentido del olfato en el bolsillo interior del saco que llevaba y observé con el rostro tan desconcertado como siempre, no emitía ninguna clase de emoción, no podían distinguirse las entonaciones y mucho menos las expresiones, aún cuando podían ser irónicas inventando una tonada. Simplemente era, “eso”. Lo que quería decir y nada más. — Ah, bueno, estaba por responderte, pero veo que ya te diste cuenta. Hay una cosa buena y otra mala. La buena es que aportaste gran información a una causa y la mala es que para ser un cambiaformas, dejás mucho que desear en tu futuro. Pero hay salvación. — Aseguré sin pensarlo, ¿realmente la había? Pues claro, podía darle un poco de la que me había guardado, pero yo no era ningún santo para dar algo así sin esperar nada a cambio. Y eso era exactamente lo que estaba esperando, “la pregunta” en donde él decía “¿qué quieres?” Y yo, bueno, yo era un demonio, por supuesto que iba a decir el alma. Pero con palabras más hermosas, los brujos y demonios de antes no tenían demasiado tacto para decir maldades, ahora, con sencillas motivaciones, como la causa de su hija prontamente muerta, todo podía ser muchísimo más fácil, sin tanto derramamiento de sangre de por medio. La policía comenzaba a notarlo y sabía que pronto no serían sólo las iglesias y familias fundadoras de cazadores los que nos querrían matar. Y obviamente, hasta que el infierno de Dante no estuviese en la tierra, no había nada que se pudiese hacer al respecto. Más que esparcir la condena por siempre. — ¿Quieres que te cuente cómo? —
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Encuentro desafortunado [Privado]
Su mundo entero estaba colapsando. El pasado aparecía de manera repentina para amenazar no solamente su presente, sino a su persona más amada en aquellos momentos. Neliel era sin duda alguna el gran amor de Kirian en aquellos momentos, era la luz de su vida y la única por la que estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio. Fue por su amor y desesperación que acepto entonces las condiciones que aquel grupo de cazadores estipulaban. Él se quedaría a cambio de que Neliel fuera puesta en libertad y aunque hacer lo que le pedían fue una enorme tortura para el cambiante, en su mente guardaba la esperanza de que una vez que los cazadores lo tuvieran a él, su pequeña brujita podría ser libre para ir hasta donde se encontrase Odette. La fémina aquella también era una cazadora, sin embargo, era diferente a cualquier otra. Kirian confiaba plenamente en ella y en su promesa de que les ayudaría. El cambiante esperaba pues que en su ausencia, la cazadora se encargase de cuidar debidamente a Neliel y le diera la buena vida que al parecer él nunca podría darle.
Dispuesto estaba para entregarse a los brazos de la muerte cuando la realidad de la situación a la que se enfrentaba lo golpeo. Todo lo vivido hasta aquellos momentos no había sido más que una enorme mentira. Neliel estaba a salvo, aquellos cazadores no eran reales y él… él no se encontraba en peligro o al menos eso era lo que quería creer.
Cuando la ilusión que le rodeaba despareció, dando paso a la realidad se enfrento cara a cara con el ser que le había llevado a experimentar aquella terrible pesadilla. La ira lo inundo, provocando que no prestara atención a nada más que no fuera querer obtener respuestas de parte de aquel individuo, mismo deseo que no hizo más que aumentar en el instante que se percató de que los olores habían desaparecido de su vida. Kirian tomó una posición un tanto defensiva, una que lo llevaba a verse más como un animal que como un humano. Mostraba los dientes como si se encontrara en su figura animal y una especie de gruñido salía de su garganta, mientras que sus ojos no perdían de vista al desconocido que le aseguraba que se tardó en descubrir que aquello no era real. El cambiante maldijo para sus adentros ante esas palabras, pues él mismo era consciente de que se había dejado llevar por el terror y la preocupación, ignorando las fallas de la ilusión.
– No te pregunte si tarde o no, te pregunte otras cosas que estoy seguro recuerdas muy bien, así que responde – esperando que el que no pudiera oler nada fuera meramente una jugarreta de su mente, Kirian trató de reconocer los olores en el ambiente, fracasando terriblemente en su intento y siendo las palabras del desconocido las que le aseguraron de una buena vez que era el culpable de todo, incluso de la perdida de su sentido del olfato.
– ¿Una causa? ¿Crees que me interesa servir a lo que sea que hagas? – mostró una sonrisa burlona – lo que me interesa es que me digas ¿qué me hiciste? Y ¿cómo lo recupero? – Aquel individuo se refería como salvación a lo que Kirian interpretaba era la manera de recuperar su olfato, sin embargo, era sumamente sospechoso que en primer lugar jugara con él de esa manera y ahora, se mostrará tan dispuesto a aparentemente brindarle una salvación. Tampoco era como que podía renunciar a su olfato, así que la única opción que le quedaba era andar con cuidado, prestar mucha atención a su alrededor y evitar ser engañado una vez más por ese desconocido – Dime cómo lo recupero de una buena vez – hablaba lo más calmadamente posible, pese a que su cuerpo se mantuviera aún listo para el ataque.
Dispuesto estaba para entregarse a los brazos de la muerte cuando la realidad de la situación a la que se enfrentaba lo golpeo. Todo lo vivido hasta aquellos momentos no había sido más que una enorme mentira. Neliel estaba a salvo, aquellos cazadores no eran reales y él… él no se encontraba en peligro o al menos eso era lo que quería creer.
Cuando la ilusión que le rodeaba despareció, dando paso a la realidad se enfrento cara a cara con el ser que le había llevado a experimentar aquella terrible pesadilla. La ira lo inundo, provocando que no prestara atención a nada más que no fuera querer obtener respuestas de parte de aquel individuo, mismo deseo que no hizo más que aumentar en el instante que se percató de que los olores habían desaparecido de su vida. Kirian tomó una posición un tanto defensiva, una que lo llevaba a verse más como un animal que como un humano. Mostraba los dientes como si se encontrara en su figura animal y una especie de gruñido salía de su garganta, mientras que sus ojos no perdían de vista al desconocido que le aseguraba que se tardó en descubrir que aquello no era real. El cambiante maldijo para sus adentros ante esas palabras, pues él mismo era consciente de que se había dejado llevar por el terror y la preocupación, ignorando las fallas de la ilusión.
– No te pregunte si tarde o no, te pregunte otras cosas que estoy seguro recuerdas muy bien, así que responde – esperando que el que no pudiera oler nada fuera meramente una jugarreta de su mente, Kirian trató de reconocer los olores en el ambiente, fracasando terriblemente en su intento y siendo las palabras del desconocido las que le aseguraron de una buena vez que era el culpable de todo, incluso de la perdida de su sentido del olfato.
– ¿Una causa? ¿Crees que me interesa servir a lo que sea que hagas? – mostró una sonrisa burlona – lo que me interesa es que me digas ¿qué me hiciste? Y ¿cómo lo recupero? – Aquel individuo se refería como salvación a lo que Kirian interpretaba era la manera de recuperar su olfato, sin embargo, era sumamente sospechoso que en primer lugar jugara con él de esa manera y ahora, se mostrará tan dispuesto a aparentemente brindarle una salvación. Tampoco era como que podía renunciar a su olfato, así que la única opción que le quedaba era andar con cuidado, prestar mucha atención a su alrededor y evitar ser engañado una vez más por ese desconocido – Dime cómo lo recupero de una buena vez – hablaba lo más calmadamente posible, pese a que su cuerpo se mantuviera aún listo para el ataque.
Kirian Stendhal- Cambiante Clase Baja
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Re: Encuentro desafortunado [Privado]
¿Acaso le había preguntado si estaba dispuesto o no? Era un demonio, nacido de las entrañas de Dante para servir a la causa de traer el averno y romper el velo que existía entre el infierno, la tierra y el cielo. Para que toda nuestra familia pudiera caminar por ese mundo al igual que los otros seres detestables y de baja categoría. La venida del apocalipsis era nuestro renacimiento y para eso necesitaba capturar los sentidos donados por una causa de sentimientos. Los pecados capitales, así como también los diez mandamientos eran los que iba a juntar, sin importar la sangre derramada. Era el hechicero del círculo y tenía mis propias tareas que atender. Divertirme con la infelicidad de los demás era una de ellas, la herejía me lo gritaba, así que no podía dejar pasar el momento. Y quizá él pensaría que eran mentiras, pero todo estaba predestinado a pasar, así como él tenía cual destino ser un patético animal sin olfato hasta el juicio final. — No es algo que importe. Tu corazón es puro, así que eras el correcto para utilizarte en esto. — Acentué con tanta emoción que no pude evitar tomar el frasco con su vitalidad y mirarlo encantadamente, mostrándoselo un momento, para luego guardarlo y verlo a los ojos como quien ha hecho una broma de mal gusto. Era insípido su odio, pues no valía nada para mí. Por lo contrario, esos eran los sentimientos que me daban más poder.
No había manera de que pudiera recuperarlo, siquiera tragándose el frasco, eso solo iba a lograr que las cosas fuesen más complicadas para su recuperar. Sin embargo, yo necesitaba el sentimiento que había dado a cambio de su mayor sentido. Por lo que una cosa me llevaba a la otra y separarlo en dos era un trabajo que no estaba dispuesto a hacer, mucho más fácil era lanzar ambas cosas al caldero y dejar que todo pasara. Me pregunté entonces si aquel cambiaformas me podría servir de algo, estaba en descontento con los animales, no eran los más fáciles de tratar, lo había sabido con Erinnia, la mensajera de Dante. Quién se comportaba rebeldemente ante mis anuncios. Así que apoyé una mano en mi mejilla y mentón, acariciándolo completamente curioso por lo que serían mis próximos movimientos y pensando en si éstos valdrían la pena. — No hay forma de hacerlo. Claro que puedes venderle el alma a un demonio para que te cumpla un deseo. Pero es mucho para obtener solo esto, ¿no? Porque entonces, cuando mueras nunca podrías encontrar la paz y vivirías eternamente como energía funcional para los poderes majestuosos de la oscuridad. — Expliqué con algo de diversión y así mismo comencé a caminar, dándole la espalda, alzando uno de mis brazos para que la estamina guardada fluyera en búsqueda de alimañas que protegieran mi cuerpo mortal de las capacidades dañinas de ese ser. Porque, después de todo, estaba atrapado en la tierra con un corazón que se podía parar en cualquier instante y me mandaría otra vez a las sombras en donde no se puede hacer nada, más que esperar a volver a nacer y rezar -irónicamente hablando- porque la marca del Uróboros despierte antes de volver a morir. Estiré mi cuello y dejé caer un sobre acartonado. Se trataba de un flujo de energía que podía guiar al hombre a mí. Se precisaba una firma al final del contrato para que las cosas volvieran a él y pueda volver a oler. No tenía tantas esperanzas en verla firmada, pero tampoco tenía caducidad. Estaba por poner una franja de ilusión de invisibilidad a mi alrededor, no obstante, no me importaba en lo más mínimo escapar del supuesto canino.
No había manera de que pudiera recuperarlo, siquiera tragándose el frasco, eso solo iba a lograr que las cosas fuesen más complicadas para su recuperar. Sin embargo, yo necesitaba el sentimiento que había dado a cambio de su mayor sentido. Por lo que una cosa me llevaba a la otra y separarlo en dos era un trabajo que no estaba dispuesto a hacer, mucho más fácil era lanzar ambas cosas al caldero y dejar que todo pasara. Me pregunté entonces si aquel cambiaformas me podría servir de algo, estaba en descontento con los animales, no eran los más fáciles de tratar, lo había sabido con Erinnia, la mensajera de Dante. Quién se comportaba rebeldemente ante mis anuncios. Así que apoyé una mano en mi mejilla y mentón, acariciándolo completamente curioso por lo que serían mis próximos movimientos y pensando en si éstos valdrían la pena. — No hay forma de hacerlo. Claro que puedes venderle el alma a un demonio para que te cumpla un deseo. Pero es mucho para obtener solo esto, ¿no? Porque entonces, cuando mueras nunca podrías encontrar la paz y vivirías eternamente como energía funcional para los poderes majestuosos de la oscuridad. — Expliqué con algo de diversión y así mismo comencé a caminar, dándole la espalda, alzando uno de mis brazos para que la estamina guardada fluyera en búsqueda de alimañas que protegieran mi cuerpo mortal de las capacidades dañinas de ese ser. Porque, después de todo, estaba atrapado en la tierra con un corazón que se podía parar en cualquier instante y me mandaría otra vez a las sombras en donde no se puede hacer nada, más que esperar a volver a nacer y rezar -irónicamente hablando- porque la marca del Uróboros despierte antes de volver a morir. Estiré mi cuello y dejé caer un sobre acartonado. Se trataba de un flujo de energía que podía guiar al hombre a mí. Se precisaba una firma al final del contrato para que las cosas volvieran a él y pueda volver a oler. No tenía tantas esperanzas en verla firmada, pero tampoco tenía caducidad. Estaba por poner una franja de ilusión de invisibilidad a mi alrededor, no obstante, no me importaba en lo más mínimo escapar del supuesto canino.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Encuentro desafortunado [Privado]
¿Cómo había sido tan idiota como para caer en un juego mental de aquel individuo desconocido? Esa pregunta aparecía una y otra vez en su mente, provocando que la ira que sentía el cambiante se incrementara. Kirian sabía muy bien que había sido arrastrado fácilmente a aquel malévolo juego debido a la presencia de Neliel. Aquella inocente y pequeña bruja que se convirtiera en su hija adoptiva era lo más valioso que el cambiante tenía en el mundo, era por quien él estaba dispuesto a dar la vida, era por quien aceptaba las cosas y por quien cambiaba de opinión. Neliel era de hecho quien lo llevó a aceptar la ayuda de Odette y ahora que pensaba en ella. ¿No le dijo la cazadora que el Señor Azul decía que él estaba en peligro? ¿Se referirían los acompañantes invisibles de su hija a ese momento? Bueno, ya tendría tiempo de analizar la situación a fondo cuando no se encontrara contra un enemigo que presumía de haberle robado su sentido del olfato.
Las preguntas de Kirian recibieron una respuesta inesperada. El cambiante poseía un corazón puro, ese era el motivo que le había vuelto la presa perfecta, pero escuchar que aún poseía un corazón puro le perturbo. Durante mucho tiempo el cambiante había usado sus habilidades de una manera incorrecta, dedico gran parte de su juventud a perseguir sobrenaturales, darles caza y asesinarlos, sin embargo, ahora resultaba que su corazón no se oscureció con todos sus actos. Aquello debía ser un mal chiste.
– No me vengas con tonterías – su voz sonó más ofendida que agradecida por lo que acababa de descubrir – Regrésame lo que me has robado – exigió al tiempo que daba un paso en dirección a aquel individuo que le observaba con diversión y burla.
De los labios de aquel que ahora consideraba su enemigo surgió una luz de esperanza, ya que decía existía una manera en que Kirian podría hacerse nuevamente de su olfato, sin embargo, la esperanza se desvaneció casi al instante, cuando de los mismos labios salió toda una explicación basada en creencias del cielo y el infierno. La esperanza del cambiante no se desvanecía por el hecho de que tuviera miedo de vender su alma, sino porque la simple mención de la palabra demonio le provocaba un malestar general imposible de explicar, mismo que atribuía a que algo más le había hecho aquel hombre.
– ¿Qué más me has hecho? – interrogó a la figura que de manera despreocupada le daba la espalda – ¡Estoy hablando contigo! – ignorando su malestar general, Kirian trato de seguir a aquel ser que lentamente se alejaba y quizás de no haberse sentido mal, el cambiante hubiera podido darle alcance. Desafortunadamente las cosas no eran como se esperaban y pronto, Stendhal se vio a si mismo de rodillas en el suelo. El malestar que experimentaba se volvía mayor y para empeorar la situación, ahora sentía que la cabeza iba a estallarle en cualquier segundo – ¿Qué me esta pasando? – susurró por lo bajo, llevándose ambas manos a la cabeza en un intento inútil por detener esa sensación.
Lentamente y sin darse él cuenta, el cambiante fue rodeado por entidades oscuras enviadas con el único fin de impedir que siguiera el brujo que le robara su olfato. Una triste sonrisa apareció en los labios de Kirian una vez que levanto la mirada y sus ojos fueron capaces de ver todo aquello que le rodeaba.
– ¿Es este mi final? – se preguntó a si mismo antes de cerrar los ojos y entregarse a su destino. En esos momentos que podía considerar como los finales, el cambiante pudo sentir como una sobrecarga de energía recorría no solo su cuerpo sino también su mente. Sobrecarga que finalmente despertó una consciencia hasta ese momento dormida dentro de él, una consciencia que no planeaba morir ahí pues era portadora de una gran misión.
Las preguntas de Kirian recibieron una respuesta inesperada. El cambiante poseía un corazón puro, ese era el motivo que le había vuelto la presa perfecta, pero escuchar que aún poseía un corazón puro le perturbo. Durante mucho tiempo el cambiante había usado sus habilidades de una manera incorrecta, dedico gran parte de su juventud a perseguir sobrenaturales, darles caza y asesinarlos, sin embargo, ahora resultaba que su corazón no se oscureció con todos sus actos. Aquello debía ser un mal chiste.
– No me vengas con tonterías – su voz sonó más ofendida que agradecida por lo que acababa de descubrir – Regrésame lo que me has robado – exigió al tiempo que daba un paso en dirección a aquel individuo que le observaba con diversión y burla.
De los labios de aquel que ahora consideraba su enemigo surgió una luz de esperanza, ya que decía existía una manera en que Kirian podría hacerse nuevamente de su olfato, sin embargo, la esperanza se desvaneció casi al instante, cuando de los mismos labios salió toda una explicación basada en creencias del cielo y el infierno. La esperanza del cambiante no se desvanecía por el hecho de que tuviera miedo de vender su alma, sino porque la simple mención de la palabra demonio le provocaba un malestar general imposible de explicar, mismo que atribuía a que algo más le había hecho aquel hombre.
– ¿Qué más me has hecho? – interrogó a la figura que de manera despreocupada le daba la espalda – ¡Estoy hablando contigo! – ignorando su malestar general, Kirian trato de seguir a aquel ser que lentamente se alejaba y quizás de no haberse sentido mal, el cambiante hubiera podido darle alcance. Desafortunadamente las cosas no eran como se esperaban y pronto, Stendhal se vio a si mismo de rodillas en el suelo. El malestar que experimentaba se volvía mayor y para empeorar la situación, ahora sentía que la cabeza iba a estallarle en cualquier segundo – ¿Qué me esta pasando? – susurró por lo bajo, llevándose ambas manos a la cabeza en un intento inútil por detener esa sensación.
Lentamente y sin darse él cuenta, el cambiante fue rodeado por entidades oscuras enviadas con el único fin de impedir que siguiera el brujo que le robara su olfato. Una triste sonrisa apareció en los labios de Kirian una vez que levanto la mirada y sus ojos fueron capaces de ver todo aquello que le rodeaba.
– ¿Es este mi final? – se preguntó a si mismo antes de cerrar los ojos y entregarse a su destino. En esos momentos que podía considerar como los finales, el cambiante pudo sentir como una sobrecarga de energía recorría no solo su cuerpo sino también su mente. Sobrecarga que finalmente despertó una consciencia hasta ese momento dormida dentro de él, una consciencia que no planeaba morir ahí pues era portadora de una gran misión.
FINALIZADO
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