Noche de ronda - (libre)

por **Sung Yun Oh** Mar Ago 11, 2015 5:23 pm

Entro en aquel tugurio y pronto pidió una pinta de la mejor cerveza. Aunque cuando la mujer que hacía de mesera, la puso sobre la mesa, supo que sería como tomar un vaso de las aguas del rio Molda. Frunció la nariz, antes de levantar la vista y clavarla en la de aquella joven. A punto de comenzar con uno de sus conocidos soliloquios sobre la basura que se tomaba en la ciudad, su mirada captó el nerviosismo de la joven, el temblor en sus manos y los orbes que parecían clamar por ayuda. En ese momento un vozarrón se hizo paso entre el bullicio de los concurrentes, a lo que la chica se sobresaltó y giró su cuerpo, apurando su regreso a la barra, - ya sabemos a quién teme – se dijo mientras anotaba mentalmente, quien sería el destinatario de una buena golpiza, algún día cuando no estuviera de tan buen humor.

Llevando su atención nuevamente a la jarra que contenía aquel interesante líquido, se dispuso a probarlo, luego de lo cual tuvo que reconocer que tan intomable no estaba. Con una mueca de costado y entrecerrando los ojos, observó al cantinero, -definitivamente te pateare el culo – sonrió ampliando mas la mueca, para luego estirarse mejor en la silla. Suspiró suavemente y extrajo de la alforja, que había colocado en la silla contigua, una pequeña libreta de cuero negro. En sus páginas tenía algunas anotaciones, como por ejemplo, donde se encontraba en ese preciso momento su primo y adónde podía encontrar a su querida Kelsey. Pero había decidido esperar antes de presentarse ante ellos, debía ser cauteloso. Debía de estar seguro, - no creo que estén juntos… no como pareja… debo lograr hacer que ella lo odie, lo deteste… el no se merece mas que eso de parte de Elsey – masculló, aún no había perdonado a su primo por haberse interpuesto toda la vida entre la mujer que amaba y él. Chasqueó la lengua y apresuró el trago, nada era mejor que ahogar las penas en vodka, pero a falta de su bebida preferida, bueno había salido aquel menjunje.

por **Carmina Moran** Jue Ago 13, 2015 1:32 pm

La taberna era inadecuada para alguien de su clase. Un borracho tirado en la puerta, olor de vómito, orina y sudor humano, el olor de la alcantarilla donde se amontonaban los más pobres y que ni su carísimo perfume importado de Turquía podía esconder.
Era un lugar abyecto que ninguna dama de su categoría visitaría por nada del mundo Y aun así allí estaba, con su vestido del color del atardecer y una capa de piel de zorro que posiblemente costaba más que todo el edificio.
La mujer destacaba cual piedra preciosa entre guijarros.

Si alguien estaba sorprendido de verla allí, no se notaba. Los murmullos normales de un lugar continuaron mientras la mujer se bajaba la capucha forrada de la capa y tomaba asiento junto a la chimenea, donde unos troncos carbonizados se consumían con lentitud. Por la manera en que se movía en el lugar, parecía una usual; estatus que se vio confirmado cuando la camarera le trajo una jarra de sidra especiada antes que pudiese pedirle nada.

Mina le sonrió y pagó su consumición, añadiendo un par de francos más como propina.

Su sonrisa duró poco. En el momento que la joven, llamarla mujer sería ridículo puesto que no pasaba de los diecisiete años, cogió el dinero, su antebrazo quedó a la vista, revelando unas llamativas marcas de dedos. Las mismas marcas que las bastas manos de un tabernero realmente desagradable habrían dejado en una carne tan tierna.

Comenzó a beber en silencio, clavando la mirada en el tabernero que reía con otro de los habituales. Todos sus músculos le pedían que se encargase de él. Los animales como aquel merecían sentir el mismo dolor que causaban, pero al mismo tiempo no quería que la muchacha perdiese su empleo.

Bajo la vista hacia su bebida, esperando que lo que flotaba en su sidra fuesen especias y no una mosca. No sería la primera vez que confundía ambas, y encogiendo los hombros dio otro trago.

El sonido de una bandeja cayendo al suelo y los gritos que acompañaban la hicieron levantarse de la silla como un rayo. Y cuando vio al tabernero coger a la joven por el pelo y sacudirla, no pudo contenerse. Se termino la bebida de un trago y dejó su capa sobre la andrajosa silla. Atravesó el bar con paso tranquilo y se paró en frente del tabernero.

Sin decir ni una sola palabra le dio un puñetazo certero en la nariz, con la suficiente fuerza como para tirarlo al suelo.

La pelea que se iba a armar era inevitable.

Esperaba no meterse en demasiado problemas con sus superiores por ello.

por **Sung Yun Oh** Sáb Ago 15, 2015 11:24 am

Aún estaba tomando su pinta de cerveza, cuando una dama que parecía estar totalmente fuera de lugar, entró a ese antro – vaya, vaya, me parece que tenemos a una doncella perdida – se dijo mentalmente mientras la contemplaba sentarse en un lugar cercano a la estufa, pero tan infectado de patanes que parecía un pequeño cordero en mitad de una manada de lobos, - y como si fuera lo más natural del mundo – caviló mientras fruncía el entrecejo, aquello no era normal, menos que los parroquianos, la joven dependienta y el cantinero, no tomaran su presencia ni como una rareza, ni como una afrenta. A pesar de aquel detalle, Kirk, decidió estar atento, convertirse en un guardián, mientras la dama estuviera en un lugar así.

Pasados apenas unos pocos minutos, la joven ayudante del cantinero se dirigió a donde se encontraba la dama, llevando ya un pedido, y no se trataba de un servicio para otra mesa, sino para la mujer misteriosa, - eso solo revela que es una sobrenatural, o algún tipo de miembro de una sociedad secreta, aunque convengamos que de ser así, no sabe cómo pasar inadvertida – volvió a cavilar, mientras se sonreía de lado y apuraba otro trago más de su pinta.

Cuando la presencia de aquella dama se había vuelto algo que no llamaba su atención, volvió a sus pensamientos, al tema que siempre rondaba por su cabeza, Kelsey. Pero apenas la imagen de la joven se fue dibujado en su mente cuando el sonido de trifulca lo llamó nuevamente a la realidad. Llevó su mirada al foco de la pelea y no pudo más que sorprenderse, en mitad del conflicto, pateando traseros y demostrando que de débil no tenía ni los cabellos, se encontraba la distinguida dama. No pudo dejar de sonreír y estaba a punto de aplaudir y reir a carcajadas, cuando observó que uno de los guardas del local se acercaba a ella, con un puñal en la mano, listo para asestárselo por la espalda, - a no, cretino... eso no te lo permito... juega limpio asqueroso gusano – bramó mientras se lanzaba a la pelea. Pronto atajó al hombre que intentaba herir cobardemente a la mujer y dando varios puñetazos codazos y un certero rodillazo en los testículos, logró ponerlo fuera de combate.

Acalorado, dando un silbido se giró para contemplar que la dama estuviera sana y salva, pero ésta parecía que estaba cortando margaritas, lo más tranquila mientras continuaba dando su merecido al cantinero, - definitivamente, eso de que las mujeres sois el sexo débil es una patraña – rio mientras continuaba siendo el escudo que alejaba las posibles amenazas a la dama.

por **Carmina Moran** Sáb Ago 22, 2015 8:07 pm

Lo que había empezado como una pequeña pelea de bar se estaba convirtiendo en una reyerta de proporciones bíblicas, había varias mesas por el suelo, una silla se había roto contra el mostrador de bebidas, haciendo que todo se inundase con el olor de los licores derramados y varios de los clientes estaban usando esas botellas y sus vasos como armas.
Y aun sabiendo que iba a meterse en problemas cuando todo aquello terminase, la mujer se estaba divirtiendo como nunca. Hacía varios años que visitaba el local y desde su primera visita tenía unas ganas enormes de darle una paliza al tabernero, con su mirada grasienta y sus manos demasiado largas.

El golpe que le dio al tabernero fue lo suficientemente fuerte como para romperle la mandíbula y haberle perder el equilibrio. Se dio la vuelta y se alisó el vestido, comportándose como si estuviese en medio de un salón de baile y no en el centro de una pelea.

-Tú también serias el sexo débil si tuvieses que llevar un corsé –le dijo, con voz suave y algo ronca, dedicándole una sonrisa tan delicada como el roce de un pétalo de rosa. No perdió su sonrisa al golpear a uno de los gorilas que se acercaban por detrás del hombre, la botella que había cogido se estrello contra su cabeza calva, rompiéndose en cientos de pedazos, un par de codazos más y ya estaba caído en el suelo, completamente fuera de sí.

-¡Encanto! –le dijo, mientras esquivaba un navajazo y golpeaba con la palma de la mano la nariz de su atacante- Haz el favor de coger a Nelly y sígueme… no vas a querer a estar aquí cuando la policía llegue.

Le guiño un ojo e hizo un saludo burlón para despedirse y esquivando los golpes como una bailarina se deslizo por el sucio suelo de la taberna hasta el lugar donde antes se encontraba, recogiendo su capa. Se la coloco con cuidado, subiéndose la capucha y desapareciendo por la puerta como un fantasma.

La calle estaba comenzando llenarse con los curiosos que se preguntaban que ocurría en el lugar, y a lo lejos, se oía el traqueteo de la carroza de la policía. Carmina los ignoro y se dirigió al carruaje de puertas negras con el escudo de la inquisición pintado en su puerta, junto al cual, un hombre negro de casi dos metros la esperaba con expresión sarcástica.

-Déjame adivinar… No has tenido nada que ver con esto –mientras hablaba le abrió la puerta del carruaje, ayudándola a subir, revelando un interior de terciopelo verde claro.

-Sabes que soy una santa Roux –cerró la puerta y bajó la ventanilla, apoyándose contra el marco de esta- Anda… se un buen mayordomo y ve a esa taberna… Tráeme a Nelly y al hombre que la acompaña… no quiero que acaben entre rejas.

Mientras la mujer se ponía los guantes con aire distraído el mayordomo le hizo una reverencia, colocándose el sombrero de copa y encaminándose a la puerta del local, en la cual la policía comenzaba a arremolinarse.

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