Sombras de muerte || Libre

por **Pierre A. Dittmar** Sáb Ago 22, 2015 9:36 pm

Comenzaba un nuevo día, uno más en la cartera de los planes que tenía entre manaos, aquel traje ajustado de color negro con los cabellos alborotados y aquella barba incipiente, tanto la detesta pero más odia que tenga que hacerlo para que le reconozcan como su gemelo y eso es lo que más odia. Enfila sus pasos fuera del hotel con las sonrisas de los empleados que no dudan en saludarlo como “Dr. Dittmar”, frunce su ceño en señal de molestia, pero no se aleja al contrario se mantiene cerca de aquellas personas.

Camina por las calles como si fuera tan normal, sabiendo que su gemelo está lejos en otra ciudad viviendo su viaje de esparcimiento, eso es algo que le arranca sonrisas de felicidad, satisfacción y alegría. Oculto por el sol, algo que le da gran ventaja. Se anda con cuidado de los conocidos evitándolos un poco aunque lo que no evita es que lo vean andar por ahí, sonríe a toda persona que se le acerca, sobre todo si es alguna fémina soltera, aunque a las casadas no les hace de menos. Sus pasos le llevan por la zona residencial sobre todo donde se suponía que vivía con su “esposa” que era la de su hermano, ante sus pasos la conmoción del vecindario se hacía más evidente pero él no entendía hasta que vislumbró en una de las mansiones un tumulto de gente y un cuerpo que era sacado “pobre la desdichada infeliz” pensó cuando una mujer grito su nombre, más el de su hermano y todos giraron a verle.

El hombre, que al parecer era el dueño de aquella mansión salió a volandas mirándole de arriba abajo —Si, si es él. Doctor ayúdenos, necesito que revise a las doncellas d este hogar y a mi hija, un ataque que no tiene explicación, la doncella de mi hija ha sido encontrada sin vida y con dos agujeros en el cuello, no sé si es alguna plaga o epidemia— las mujeres se persignan cuando el gemelo rueda los ojos al saber la respuesta, pero le será de utilidad cuando su hermano regrese y todos le agradezcan y no sepa él porqué hasta que sea demasiado tarde. —Está, bien pero sepa que tendrá que pagarme mucho por esto, no suelo atender cuando estoy fuera de servicio—el hombre asienta haciendo que las personas los dejen entrar a ambos al hogar, mira a todas sobre todo a una de las jovencitas que aún sigue en ropa de dormir y llora amargamente, como si le doliera aquel deceso —A todos nos llega la muerte en algún momento, señorita no debería llorar, puede que siga usted hoy, mañana, quien sabe— sonríe pero su sonrisa es más como de gusto por el tema de la muerte, es una sonrisa de burla y sarcasmo, muy opuesta a la de su gemelo que brinda confort, él brinda ironía.

por **Hilda Neuer** Vie Oct 16, 2015 2:23 am

Hoy era un día especial. Salía de mi hogar después de tanto tiempo pasando los días sirviendo solamente en el hogar. No me importaba en ningún momento pasarme los días en mi hogar realizando las tareas porque ese era mi cometido y era inmensamente feliz realizándolo pero alguna vez tenía que salir a hacer algunas compras o como hoy podía dar un paseo por la ciudad.

Observé las calles de París mientras transitaba por ellas, dejando que mis pies me guiasen hasta donde ellos deseasen. No me importaba caminar aunque tenía dinero para ir en carruaje a todas partes pero el día de hoy me apetecía hacer cosas nuevas, intentar que el sol diese en mi piel para que la calentase ligeramente porque tenía los dedos fríos de estar bajo la sombra todo el tiempo.

Sin percatarme a donde había llegado, escuché un grito y vi un gran revuelo de gente. Curiosa me acerqué para comprobar a qué venían toda aquella multitud, si había algo que pudiese hacer con mis habilidades aunque solamente las usaba para ayudar a Reus pero tras fisgonear, comprobé que solamente se trataba de un cadáver. Ya había visto algunos por París, era común encontrar a personas medio muertas en los paseos que realizaba, los vagabundos que pedían en medio de las calles, en ellas se morían de hambre.

Escuché que pidieron a un hombre que fuese con ellos y observé la situación. Yo sabía de qué había muerto aquella pobre mujer. Un vampiro la había atacado pero conocía todo esto debido al trabajo que tenía mi hermano Reus. ¿Cómo se las arreglaría aquel médico o quién fuese para averiguar de qué había muerto la joven? Me dio mucha curiosidad por lo que permanecí en mi lugar entre la multitud con una ligera sonrisa en mis labios esperando ver su acertadísimo diagnóstico.

por **Pierre A. Dittmar** Jue Oct 22, 2015 11:44 pm

Las voces de aquellas tontas personas no cesan provocando que la cabeza de aquel que se hace pasar por galeno comenzase a estallar en un dolor de cabeza, así de simple era ponerlo de mal genio, más, tuvo que tragarse las ganas de ahorcar a todas aquellas chillonas y gritonas mujer para hacer bien el supuesto “trabajo” de médico, uno al que estaba usurpando por una casualidad de confusión de apariencia. Recordar ello es lo que provocó en él una sonrisa de satisfacción, una sonrisa de cinismo, una sonrisa macabra.

Toma un poco de té, escuchando atento las palabras de las mujeres que ahí habitan, realmente no las escucha solo les está dejando hablar, percibe el aroma de sexo y sangre dentro de aquella lujosa mansión pero es diferente, el aroma en si está mezclado, esboza una sonrisa media como si ya supiese lo que ahí hubiese ocurrido, y lo sabe. Observa a la hija del regente acercándose a ella para tomarle del mentón, con aquel gesto sobre sus labios susurra las palabras más horribles que hubieran esperado de un médico —Ella era tu amante y por eso estás tan afligida, pero más que nada estás dolorida porque te fue infiel con un hombre ¿me equivoco?— el padre de la joven iba a protestar más con la mirada que aquel le lanzó guardó silencio —Ya veo, por eso es tu desesperación por encontrar al culpable, para hablar con aquella persona encararle y decirle que tu la amabas más que él, déjame decirte que eso no va a ser posible porque el hombre que tomó la vida y doncellez de tu mucama, es un hombre poderoso que podría destruir a ti y a tu familia— toma el rostro de la muchacha entre sus dedos mirándole fijo a los ojos, luego la suelta con desprecio.

En menos de lo que esperan sale el doctor de aquella propiedad, los figones se le quedan viendo, para tener alguna noticia, algún chisme que pudiera ser de utilidad para las aburridas conversaciones en locales o en la intimidad de los burdeles; rueda los ojos al ver los cuchicheos de todos eso seres, se dirige al señor de la casa en un susurro —Por conflictos de amores estarás en boca de toda la sociedad parisina al menos por unos meses ¿quieres eso para tu familia?— el hombre mudo y sin saber que hacer solo se limitó a negar con la cabeza —Bien, entonces guarda silencio y sigue todo lo que yo diga, si no es así el futuro de tu hija y tus doncellas se terminará aquí y ahora porque tu futuro será la ruina o un suicidio— ahí estuvo la respuesta.

Salió dando unos pasos, una mujer anciana se le acerca para hablar con él —Disculpe señor, pero ¿Qué ha pasado? Acaso es una epidemia— el tono de preocupación hace que él tenga las ganas de jugar con todos pero se limita, cierra sus ojos negando con la cabeza —No, solo ha sido una mujer que se ha suicidado por un amor no correspondido, al parecer estaba algo enferma y desnutrida, quizás ya trajo esos problemas desde antes, tendré que llevar ese cadáver molestoso al hospital a que le hagan unas pruebas, luego podré ver si su enfermedad es contagiosa o no, si lo es tendremos que incinerar todo este vecindario— una sonrisa y la mujer queda ahí, horrorizada de imaginar ello, más solo eso provoca una tremenda satisfacción en aquel impostor, sobre todo porque nadie podría entender aquello que estaba haciendo o diciendo, sobre todo porque nadie lo descubriría, nadie más que solo su propio hermano.

Antes de retirarse, desvió su mirada justo hacia una mujer que cuando llegó no estaba ahí y tampoco se encontraba murmurando con los chismosos de siempre, eso fue lo que llamó su atención y lo que hizo que se detuviera observándola directamente con una sonrisa mientras buscaba un cigarro en su chaqueta.

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