AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Añorar el pasado es correr tras el viento.
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Añorar el pasado es correr tras el viento.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira yacen los horrores de la sombra.
William Ernest Henley, Invictus
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Re: Añorar el pasado es correr tras el viento.
Año 1545
Finales de abril
Primavera
16:15 pm
Finales de abril
Primavera
16:15 pm
Acababa de cumplir los quince años de edad, ya era un hombre y por eso me molestaba enormemente que mi madre se comportara de ese modo conmigo. Era un hombre como Dios mandaba, ya podía hacer lo que me viniera en gana.
-No puedo creer que intente buscar una candidata para ser mi esposa. –me quejé mientras iba de un lado a otro en el salón de nuestra casa y como espectador a mi hermano mayor. Este sonrió con una gran sonrisa.
-No te preocupes, hizo exactamente lo mismo conmigo cuando cumplí tu edad. –se dejó caer sobre el sofá que ocupaba. –Ahora, que tengo diecisiete no pasa nada porque ya soy un adulto. Pasará lo mismo contigo, a no ser que no seas capaz de imponerte ante madre. Si no lo haces dentro de un año estarás felizmente casado hermanito.
-Podrías ayudarme un poco. –le reproché.
-¿Debería? –preguntó molesto enarcando una ceja. –Si no eres capaz de salir de tus propios problemas no eres digno de ser llamado hombre, aunque te empeñes en decir de que eres todo un hombre. –alguien tocó la puerta, y las sirvientas fueron abrir. - Solo eres un crío que pretende de ser un adulto.
Antes de que pudiera contestarle de mala gana, la sirvienta entró en el salón anunciando una visita. Dicho esto se retiró dejando entrar a una joven. Su rostro ovalado era adornado por unos rizos rubios que rozaban la blancura. Su piel era de un tono neutral, ni muy pálida ni morena, lo último a veces era bastante mal visto. Estaba de modo tener un color pálido, casi enfermizo. Tanto el color azul y el sombrero a juego resaltaba todavía más el color de su cabello. La muchacha nos dedicó una mirada a mí y a mi hermano. El color de sus ojos era como el azul que tenía el cielo en invierno.
-¿Interrumpo algo? –preguntó con un acento cantarín londinense. Que alguien de Londres supiera hablar galés era toda una novedad.
Mi hermano se puso en pie con una gran sonrisa.
-Por supuesto que no señorita Tyler. –cogió con delicadeza la mano enguantada de la joven para llevársela a los labios. La muchacha parecía bastante satisfecha, pero me dedicó una mirada.
-No nos presentas, señor Rhys.
-¡Qué descortés por mi parte! –con un movimiento de mano me señaló con la mano entera. –Este es mi hermano menor, William Rhys. –señaló a la dama. –Will, la señorita Rachele Tyler. La sobrina de Madison Parks. –la muchacha se acercó a mí con la mano extendida. Cogí su pequeña mano entre la mía y posé mis labios sobre la tela del guante mientras entendía porque la muchacha era capaz de hablar galés a la perfección.
-Un placer, señorita Tyler. –la muchacha solo me dedicó una sonrisa antes de retirar la mano y centrarse en mi hermano.
-Creo que ya nos hemos entretenido demasiado. –la mirada que le dedicaba a mi hermano era de puro humor.
-Usted primero. –con un gesto dejó que la muchacha saliera primero, y antes de salir de la habitación, me dedicó una mirada. –Ocúpate de tus problemas, aunque claro, sigues siendo un niño.
Después de provocarme se fue detrás de la muchacha. Cuando la puerta principal se cerró me acerqué a una de las ventana para observar como se subían al carruaje de la dama y partir. Él solo era mayor que yo dos años, no tenía el derecho de comportarse así conmigo. Sin embargo era mi culpa por intentar desahogarme con él. Mi hermano siempre había sido así conmigo, él siempre era mejor y lo demás no llegaba a su altura. Incluso ahora, partiendo con la sobrina de la señora Parks. Una mujer de nacionalidad inglesa que se había casado con un galés, lo más probable es que su sobrina había aprendido a hablar nuestro idioma gracias a ella. Lo más probable es que el señor Parks no le gustaba que hablaran inglés dentro de su hogar. Nosotros sabíamos hablar inglés sin ningún tipo de problema, mas ellos no sabían hablar galés. Lo más probable es que piensen que es la lengua de los bárbaros, porque esa es la misión que tenían de nosotros.
Alguien posó su mano contra mi brazo, al apartar la vista de la ventana vi que se trataba de la ama de llaves.
-¿Cuánto crees que duraran sus juegos? –me preguntó con aire distraído.
-Hasta que tome su virtud, supongo. –contesté sin inmutarme. Mi hermano había comenzado a jugar con las chicas con mi edad, y cada vez que venían aquí a pedir explicaciones teníamos que ser la señora Jeckins, la ama de llaves, y yo los que echáramos de nuestra propiedad para que mis padres no fueran consciente de los actos de su hijo mayor. –Sin embargo, creía que la señorita Tyler había venido el pasado martes.
-Y así es. –confirmó la señora Jeckins. La miré sorprendido.
-Pero si eso fue hace dos días. –le dije sorprendido.
-Ya ve lo rápido que es su hermano, señorito. –después de decir aquello se arrepintió y clavó sus ojos marrones con un brillo de disculpa en ellos. –No quise ser impertinente, lo lamento.
-No se preocupe señora Jeckins, conmigo no tiene que tener cuidado para hablar sobre él. –miré de nuevo por la ventana. El carruaje ya se había perdido de vista. –Tendremos que prepararnos para la ira de la señorita Tyler, y me parece que la muchacha tiene mucho más carácter que todas las demás.
La mujer suspiró con aire cansado antes de volver a sus tareas. La entendía a la perfección, e incluso me sorprendía porque el hecho de que ningún miembro de la familia de las jóvenes se apareciera en nuestra puerta con la intención retar a un duelo a mi hermano para recuperar el honor de la muchacha. Seguramente, es que las chicas no decían nada a sus familiares o directamente las familias veían oportuno que siguiera en secreto el bochornoso deshonor que les había hecho pasar la joven en cuestión. En palabras sencillas, mi hermano tenía una suerte que no se merecía. Al final terminé en mi dormitorio, sentando en el alfeizar de mi ventana leyendo un libro. A mitad de mi lectura, alguien entró en mi habitación de golpe. No necesitaba mirar al intruso para saber de quien se trataba.
-Tu hermano ya está con la señorita Tyler. –resoplé ante la noticia que me estaba dando mi mejor amigo.
-Lo sé, Garrett. –cerré el libro para dejarlo encima de mi escritorio. –Ha aparecido hace un par de horas buscando a mi hermano.
-¿Cómo es posible? –me preguntó molesto. Enarqué una ceja.
-Te interesaste por la muchacha. –no era una pregunta.
-Sí, cualquier hombre se fijaría en ella.
-Yo no.
-Tú eres raro. –contestó de inmediato.
-Gracias. –contesté divertido.
Se me quedó mirando, en una manera que intentaba entenderme. No sabía si yo era de esas personas tan complicadas que costaba entender, o que era tan sencillo que resultaba complicado.
-¿Por qué no te has fijado en ninguna de las chicas que ha estado con tu hermano? –me preguntó mientras se sentaba en la silla de mi escritorio. –Todas son hermosas.
-Por dos motivos lo suficientemente importantes para darme cuenta que ninguna de esas señoritas, a pesar de pertenecer a buenas familias, me interesen. –le di un manotazo cuando cogió sin cuidado un libro que me costó mucho encontrar. –El primer motivo es que se interesan por mi hermano. No estoy muy seguro de la inteligencia de las muchachas que se interesen por él. El segundo motivo es que me agradan más las morenas, no parecen tan enfermizas como las mujeres que se acercan a él.
-Las morenas… Jane Hanson era morena.
-Pero su inteligencia se podía comparar con la duración de los días de invierno. –le miré. –Cortos, muy cortos.
Garrett se echó a reír por mi comentario, pero no discutió más. Los dos sabíamos que tenía razón con Jane.
-Así que no te gustan las mujeres complacientes. –dijo burlón.
-Pues no. –le dije claramente. –Me aparecen aburridas.
-Dejando de lado el tema de las mujeres. –se estiró por completo. –Los Parks han preparado un baile para darle la bienvenida a su bella sobrina. –dije sacando un sobre del bolsillo para tendérmelo.
El sobre estaba dirigido a la familia Hir, la familia de mi amigo, con una letra elegante y el sello de la familia. La abrí y leí la invitación del baile fechado para el viernes de la próxima semana. Enarqué una ceja, al parecer sería un baile de disfraces algo que comenzaba a ponerse muy de moda en Londres.
-Tu rostro dice que no lo sabías. –dijo satisfecho consigo mismo. –Lo más probable es que vuestras invitaciones lleguen hoy. Dudo mucho que la joven Rachele deje pasar la oportunidad de pasar esa exótica velada con tu hermano. –se puso en pie. –Algunos tienen suerte.
-Busca una mujer de verdad, y no una que entregará su virtud antes de la semana que viene. –le entregué la carta. –Anda, demos una vuelta para que conozcas a mujeres brillantes y no solo por el brillo de su cabellera.
Entre risas salimos de la casa para ir a la ciudad. El día fue de lo más tranquilo, acabamos por el parque paseando con unas muchachas que conocimos allí mismo. Ambas lo bastante bellas para tentarnos a primera vista. A medida que hablábamos perdía toda tentación que podía provocarme mi acompañante. La tarde pasó bastante rápido, acompañamos a las señoritas a sus hogares antes de irnos a las nuestras. Garrett no perdió el tiempo e invitó a su acompañante de esta tarde al baile de los Parks. Eso me puso en un compromiso, ya que su amiga esperaba tener la misma suerte que su amiga, no obstante no la obtuvo. Prefería ir solo antes que tener que aguantar una charla sin sentido y desagradable para mi gusto.
Al volver a casa mis padres ya habían vuelto de su paseo, comprándome un par de libros más. Un par de horas más tarde estábamos los tres sentados enfrente de la mesa preparados para cenar, con el sitio de mi hermano vacío todavía. Antes de empezar a cenar, madre y yo tuvimos una pequeña discusión sobre lo de buscarme esposa, que terminó con que yo elegiría a la afortunada. Ya estando a mitad de la cena apareció mi hermano con una gran sonrisa en los labios. Indicando que tenía una gran noticia mientras sacaba del bolsillo de su chaqueta la invitación para el baile de los Parks. Garrett tenía razón, la señorita Tyler no tenía la intención de dejar escapar una oportunidad como el baile.
William D. Rhys- Vampiro Clase Alta
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Re: Añorar el pasado es correr tras el viento.
Año 1545
Finales de abril
Primavera
19:45 pm
Finales de abril
Primavera
19:45 pm
Me miré al espejo antes de salir de mi dormitorio para asegurar que todo estaba en su sitio. Un pantalón de color negro, unos zapatos de baile del mismo color, una camisa azul, una corbata de azul oscuro, un chaleco de color negro y un abrigo largo de color negro. La mascara era de azul y negro, que ocultaba la parte superior de mi rostro. Aquella noche dispondríamos de dos carruajes, uno para mis padres que era nuestro propio carruaje, y el segundo carruaje para mi hermano, Garrett y yo. Al salir de mi dormitorio vi a mi hermano vestido para la ocasión de color bronce, casi parecía una gota de sol que se había caído a la tierra y que cobró vida. Me miró de arriba abajo, evaluándome por completo, y después del análisis preliminar pareció satisfecho.
-No pensé que estarías tan decente.
-Ya ves, sé vestirme solo y todo. -le dije con tono neutro. Noté una mirada significativa de mi hermano, pero no llegué a comprender lo que quería decir.
Bajamos juntos a sala principal, donde mis padres nos estábamos esperando. Llegamos justo cuando mi madre le arreglaba la corbata a mi padre, ya que él era bastante torpe con esa clase de cosas. Mi madre nos recibió con entusiasmo, diciendo que aquello era como volver el tiempo atrás. En sus tiempos de juventud y como disfrutaba de toda clase de baile, pero sobre todos los de máscaras ya que siempre había un halo de misterio alrededor de los mismos, sin reconocer al galán que había detrás de la máscara. Padre al escuchar los desvaríos de su mujer por esos tiempos pasados se sobresaltó y se quejó, pero ella le acarició el rostro con cariño para restarle importancia a todo el asunto. Por un momento el pareció molesto, y casi de morros, pero se le paso rápidamente al ver como llegaba el carruaje. Mi padre ayudó a mi madre a subir, y mi nosotros subimos al segundo carruaje. Allí ya estaba Garrett con su traje de color violeta, y una máscara a juego, como todos nosotros. El saludo se quedó en una sentimiento para mi hermano y para mí en un correcto hola, a mi amigo nunca le ha gustado más de la cuenta mi hermano. Lo trataba por respeto y por ser mi hermano, sino, no tendría nada que ver con él.
El camino hasta la casa de los Parks fue relativamente corto, y silencioso. Sin embargo, todo eso acabó cuando llegamos al lugar de la celebración. Las puertas de la gran casa estaban abiertas de par en par, la escalera de la entrada estaba iluminada con simples farolillos y la música salía de las puertas invitándonos a pasar y disfrutar de la velada. Vi como mi hermano tenía que hacer un fuerte esfuerzo para no salir corriendo, intercambié una mirada con mi amigo. Los dos sabíamos porque tenía tanta ansiedad. Mi familia, mi amigo y yo entramos en la casa, y nuestros padres se perdieron rápidamente entre la gente. De pronto, mi hermano se quedó clavado a nuestro lado con una sonrisa de oreja a oreja. Seguimos su mirada, hasta ver a una muchacha de un cuerpo espléndido, enfundado en un vestido de color verde claro, con un escote generoso que se pegaba al cuerpo de la muchacha.
-Buenas noches caballeros… -dijo la muchacha con un fuerte acento londinense en su perfecto galés. Estaba claro que estábamos ante la señorita Rachele Tyler. Nos dio la mano a todos para que le diéramos un delicado beso como saludo, antes de concentrarse en mi hermano. Intercambiaron unas palabras antes de sumergirse en la pista de baile, Garrett y yo nos miramos y cada uno nos fuimos por nuestra cuenta.
Invité a un par de damas a bailar conmigo, obviamente, todas eran morenas. Intercambiamos un par de palabras, alguna que otra si era inteligente. Otras eran tan huecas que podían llegar a agobiar. Al llegar el turno del descanso, por lo menos para nosotros me reuní con Garrett e intercambiamos un par de palabras sobre las veladas y sobre las muchachas. Mi amigo seguía empeñado por tener un baile con Rachele, la cual hacía bastante tiempo que había desaparecido con mi hermano de la pista de baile. De hecho, yo no me di cuenta que faltaban hasta que mi amigo me comentó que se habían ido hace bastante.
-No sé porque quieres seguir insistiendo cuando sabes perfectamente que ahora mismo la virtud de la señorita Tyler está, seguramente, siendo comprometida.
-¿Acaso importa si tiene o no virtud? -me preguntó serio. -Lo importante es ella.
-Cierto. -coincidí con mi amigo. -Pero que pierda la virtud con alguien como mi hermano tiene que decirte mucho de la muchacha en cuestión.
Mi amigo soltó un sonido muy poco elegante antes de llevarse la copa a los labios. A mí solo me quedaba sonreír por su actitud. Lo conocía, y que tuviera esa actitud no me sorprendía. Siempre se comportaba de ese modo cuando se trataba de alguna chica que le interesaba. Y de pronto, apareció el motivo de posible discordia. A veces las mujeres, eran peores que los hombres y le gustaban poner en contra a amigos de toda la vida. Que la señorita Tyler se acercara a nosotros, con ese movimiento de cuerpo tan seductor despertó todas mis alarmas. Pasó por delande de Garrett, dedicándole una mirada de reojo antes de centrarse en mí.
-¿No me va a invitar a un baile joven caballero? -me preguntó con voz melodiosa. Miré a mi amigo, para que supiera que en esta clase de momentos no podía negarle un baile a una dama. Simplemente, no podía negarme por cuestiones de etiqueta.
-Un placer… -le dije extendiéndole mi mano para que pudiera aceptarla y guiarla hasta la pista de baile. Ya allí se pegó más de la cuenta a mi cuerpo mientras bailábamos.
-Sabe, señor Rhys desde que le conocía la semana pasada me ha llamado la atención. -dijo con voz confidencial.
-Lo siento joven dama, mas debo decirle que se equivoca. -me miró extrañada. -Al ser una fiesta de máscaras sería poco inteligente desmentirle o confirmarle mi verdadera identidad. He escuchado que es mucho mejor mantener el halo de misterios de estas veladas.
La muchacha rió.
-Si usted lo prefiere de ese modo, así lo haremos. -contestó tranquilamente, mientras que yo pensaba en como podía resultarle interesante cuando en realidad solo nos habíamos visto un par de veces. Cuando había llegado de visita a nuestra casa, siempre me había encontrado desperdigado en algún sillón o ventana con un libro entre mis manos, disfrutando de la soledad hasta que la jovencita que tenía delante de mí y mi hermano interrumpía uno de mis mejores momentos. -Debo decirle, que me apasiona ver como un hombre puede sumirse tanto en una tarea, como la lectura, que debe de ser llamado varias veces para llamar su atención.
-Usted lo llama pasión, my lady, otros lo llaman persona con una mente demasiado dispersa.
La chica volvió a reír, y gracias a la máscara no se pudo ver como enarcaba una ceja preguntándome porque se reía tanto.
-Aunque a usted no le guste, por lo menos esta noche, usar nuestros nombres los dos sabemos que yo soy la señorita Tyler y usted el menor de los señores Rhys, y el más interesantes de todos… El señor Hir no para de observarnos.
-El caballero que menciona tiene ciertas manías poco elegantes, no obstante, es hombre decente que sabe comportarse y sin duda su actitud ni sus acciones merecen ser censuradas por nadie. -la manera en la que le hablé fue bastante dura, pero cortes al mismo tiempo.
-Veo que le tiene mucha estima a su amigo.
-Nada más lejos de la realidad. -dejó de importarme la temática de la fiesta.
-Me sigue sorprendiendo, señor.
-Puedo llegar a sorprender aún más.
-Eso espero. -la miré a los ojos, era más baja que yo, su frente llegaba a la altura de mis labios. El baile terminó, y los dos nos quedamos quietos en medio de la pista de baile. Ella dedicándome una mirada burlona y yo intentando descifrar lo que quería de mí. Con una de sus mejores sonrisas se separó de mí, dándome a entender que era el momento de separarnos. Ella me dio su manos, yo me incliné hacía delante al mismo tiempo que hacía una reverencia para besarle el dorso de la misma. Al separarme de ella, noté que se le olvidaba algo en mi mano. Al enderezarme jugueteé con el trozo de tela que me había dejado. Su guante, con un par de perlas en el borde de la muñeca. Levanté la vista para buscar a la señorita Tyler con la mirada, pero justo en ese momento beso mi mejillas, antes de desaparecer entre la gente. Los murmullos no tardaron en propagarse como el fuego, y yo clavé mis ojos en los de mi amigo Garrett.
-No pensé que estarías tan decente.
-Ya ves, sé vestirme solo y todo. -le dije con tono neutro. Noté una mirada significativa de mi hermano, pero no llegué a comprender lo que quería decir.
Bajamos juntos a sala principal, donde mis padres nos estábamos esperando. Llegamos justo cuando mi madre le arreglaba la corbata a mi padre, ya que él era bastante torpe con esa clase de cosas. Mi madre nos recibió con entusiasmo, diciendo que aquello era como volver el tiempo atrás. En sus tiempos de juventud y como disfrutaba de toda clase de baile, pero sobre todos los de máscaras ya que siempre había un halo de misterio alrededor de los mismos, sin reconocer al galán que había detrás de la máscara. Padre al escuchar los desvaríos de su mujer por esos tiempos pasados se sobresaltó y se quejó, pero ella le acarició el rostro con cariño para restarle importancia a todo el asunto. Por un momento el pareció molesto, y casi de morros, pero se le paso rápidamente al ver como llegaba el carruaje. Mi padre ayudó a mi madre a subir, y mi nosotros subimos al segundo carruaje. Allí ya estaba Garrett con su traje de color violeta, y una máscara a juego, como todos nosotros. El saludo se quedó en una sentimiento para mi hermano y para mí en un correcto hola, a mi amigo nunca le ha gustado más de la cuenta mi hermano. Lo trataba por respeto y por ser mi hermano, sino, no tendría nada que ver con él.
El camino hasta la casa de los Parks fue relativamente corto, y silencioso. Sin embargo, todo eso acabó cuando llegamos al lugar de la celebración. Las puertas de la gran casa estaban abiertas de par en par, la escalera de la entrada estaba iluminada con simples farolillos y la música salía de las puertas invitándonos a pasar y disfrutar de la velada. Vi como mi hermano tenía que hacer un fuerte esfuerzo para no salir corriendo, intercambié una mirada con mi amigo. Los dos sabíamos porque tenía tanta ansiedad. Mi familia, mi amigo y yo entramos en la casa, y nuestros padres se perdieron rápidamente entre la gente. De pronto, mi hermano se quedó clavado a nuestro lado con una sonrisa de oreja a oreja. Seguimos su mirada, hasta ver a una muchacha de un cuerpo espléndido, enfundado en un vestido de color verde claro, con un escote generoso que se pegaba al cuerpo de la muchacha.
-Buenas noches caballeros… -dijo la muchacha con un fuerte acento londinense en su perfecto galés. Estaba claro que estábamos ante la señorita Rachele Tyler. Nos dio la mano a todos para que le diéramos un delicado beso como saludo, antes de concentrarse en mi hermano. Intercambiaron unas palabras antes de sumergirse en la pista de baile, Garrett y yo nos miramos y cada uno nos fuimos por nuestra cuenta.
Invité a un par de damas a bailar conmigo, obviamente, todas eran morenas. Intercambiamos un par de palabras, alguna que otra si era inteligente. Otras eran tan huecas que podían llegar a agobiar. Al llegar el turno del descanso, por lo menos para nosotros me reuní con Garrett e intercambiamos un par de palabras sobre las veladas y sobre las muchachas. Mi amigo seguía empeñado por tener un baile con Rachele, la cual hacía bastante tiempo que había desaparecido con mi hermano de la pista de baile. De hecho, yo no me di cuenta que faltaban hasta que mi amigo me comentó que se habían ido hace bastante.
-No sé porque quieres seguir insistiendo cuando sabes perfectamente que ahora mismo la virtud de la señorita Tyler está, seguramente, siendo comprometida.
-¿Acaso importa si tiene o no virtud? -me preguntó serio. -Lo importante es ella.
-Cierto. -coincidí con mi amigo. -Pero que pierda la virtud con alguien como mi hermano tiene que decirte mucho de la muchacha en cuestión.
Mi amigo soltó un sonido muy poco elegante antes de llevarse la copa a los labios. A mí solo me quedaba sonreír por su actitud. Lo conocía, y que tuviera esa actitud no me sorprendía. Siempre se comportaba de ese modo cuando se trataba de alguna chica que le interesaba. Y de pronto, apareció el motivo de posible discordia. A veces las mujeres, eran peores que los hombres y le gustaban poner en contra a amigos de toda la vida. Que la señorita Tyler se acercara a nosotros, con ese movimiento de cuerpo tan seductor despertó todas mis alarmas. Pasó por delande de Garrett, dedicándole una mirada de reojo antes de centrarse en mí.
-¿No me va a invitar a un baile joven caballero? -me preguntó con voz melodiosa. Miré a mi amigo, para que supiera que en esta clase de momentos no podía negarle un baile a una dama. Simplemente, no podía negarme por cuestiones de etiqueta.
-Un placer… -le dije extendiéndole mi mano para que pudiera aceptarla y guiarla hasta la pista de baile. Ya allí se pegó más de la cuenta a mi cuerpo mientras bailábamos.
-Sabe, señor Rhys desde que le conocía la semana pasada me ha llamado la atención. -dijo con voz confidencial.
-Lo siento joven dama, mas debo decirle que se equivoca. -me miró extrañada. -Al ser una fiesta de máscaras sería poco inteligente desmentirle o confirmarle mi verdadera identidad. He escuchado que es mucho mejor mantener el halo de misterios de estas veladas.
La muchacha rió.
-Si usted lo prefiere de ese modo, así lo haremos. -contestó tranquilamente, mientras que yo pensaba en como podía resultarle interesante cuando en realidad solo nos habíamos visto un par de veces. Cuando había llegado de visita a nuestra casa, siempre me había encontrado desperdigado en algún sillón o ventana con un libro entre mis manos, disfrutando de la soledad hasta que la jovencita que tenía delante de mí y mi hermano interrumpía uno de mis mejores momentos. -Debo decirle, que me apasiona ver como un hombre puede sumirse tanto en una tarea, como la lectura, que debe de ser llamado varias veces para llamar su atención.
-Usted lo llama pasión, my lady, otros lo llaman persona con una mente demasiado dispersa.
La chica volvió a reír, y gracias a la máscara no se pudo ver como enarcaba una ceja preguntándome porque se reía tanto.
-Aunque a usted no le guste, por lo menos esta noche, usar nuestros nombres los dos sabemos que yo soy la señorita Tyler y usted el menor de los señores Rhys, y el más interesantes de todos… El señor Hir no para de observarnos.
-El caballero que menciona tiene ciertas manías poco elegantes, no obstante, es hombre decente que sabe comportarse y sin duda su actitud ni sus acciones merecen ser censuradas por nadie. -la manera en la que le hablé fue bastante dura, pero cortes al mismo tiempo.
-Veo que le tiene mucha estima a su amigo.
-Nada más lejos de la realidad. -dejó de importarme la temática de la fiesta.
-Me sigue sorprendiendo, señor.
-Puedo llegar a sorprender aún más.
-Eso espero. -la miré a los ojos, era más baja que yo, su frente llegaba a la altura de mis labios. El baile terminó, y los dos nos quedamos quietos en medio de la pista de baile. Ella dedicándome una mirada burlona y yo intentando descifrar lo que quería de mí. Con una de sus mejores sonrisas se separó de mí, dándome a entender que era el momento de separarnos. Ella me dio su manos, yo me incliné hacía delante al mismo tiempo que hacía una reverencia para besarle el dorso de la misma. Al separarme de ella, noté que se le olvidaba algo en mi mano. Al enderezarme jugueteé con el trozo de tela que me había dejado. Su guante, con un par de perlas en el borde de la muñeca. Levanté la vista para buscar a la señorita Tyler con la mirada, pero justo en ese momento beso mi mejillas, antes de desaparecer entre la gente. Los murmullos no tardaron en propagarse como el fuego, y yo clavé mis ojos en los de mi amigo Garrett.
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