Sin hilos ya se caminar y hasta correr... [Contessa Luciano]

por **Brice Briand** Miér Mayo 11, 2016 10:53 pm

Había sido un día dificil como casi todos. Ahora último sin embargo no solo tenía que preocuparme de la inquisición sino que también varios grupos de cazadores se estaban enterando de mi condición como esclavo de sangre, lo que hacía aumentar el precio de mi cabeza. No estaba diciendo que pelear contra un grupo de cazadores todo el día era tarea difícil, pero varios grupos… No era nada un juego. Muchas veces me consideraba como el mayor depredador y era por eso mismo que no podía evitar a veces ser demasiado duro conmigo mismo. Casi al punto de desear tirar todo lo que había logrado por la borda.
Aquella noche era especial. Por mera casualidad mis peleas terminaron llevándome hasta el cementerio donde se encontraban descansando en pedazos mis dos amas.- ¡Joder con la suerte!-. Sí, era eso que dije en voz alta a las almas en pena que pudiesen escucharme. No solo vampiros y licántropos me perseguían. También cambiantes y brujos. Algunos por la inquisición otros cazadores. Y en resumen; las dos jodidas que en vez de acabar decidieron hacerme algo mejor que el humano promedio ahora yacían en este mismo cementerio como si la tarea del siglo por su parte ya hubiese terminado para ellas. Y todo, ¿para qué? Déjenme decirles: para que la maldita lluvia además de ya no poder resfriarme sintiese como un par de gotas se metían en…. Bueno, ya pueden imaginarlo y no hacía falta rascarme el culo como chango para adivinarlo, pero sí; ¡joder con la suerte!
Patee una piedra algo grande pero que gracias a mi fuerza sobre humana logró a gran velocidad chocar contra la puerta de un mausoleo bastante grande aunque con el pasar de los año muy descuidado.-Nock Nock, ¡tu hijo bastardo! Al menos abre la puerta. Ah carajo, ya la abrí. Disculpa mis modales es que no pensé que ibas a estar tan loca como para realmente suicidarte. ¡Hija de…!-. Ah si, se sentía bien llegar sin invitación.
Momento… ¿cómo carajos sabía que había sido enterrada ahí? Si su nombre esta escrito pero no asistí al funeral que casi acaba con toda mi cordura ya que habría significado también acabar con mi vida. En fin, solo les diré una cosa. No, no quiero spoilear, se aguantan.
Volviendo a mi entrada triunfal, me acerque al ataúd donde yacía mi última ama. Si, debía admitir que la inquisición había gastado muchos francos, lo que me jodía la cabeza era saber que muchas de esas monedas la habíamos ganado trabajando juntos. Pude entonces observar un ataúd vacío al lado del de mi anterior domino. Supuse que la inquisición aún esperaba enterrarme junto con ella pero eso no pasaría para nada pronto. Planeaba vivir toda mi vida jodiéndoles el ano hasta que digan al carajo con Brice, es un cabrón hijo de su madre. Que le den por donde duela y si, ya estaba divagando de nuevo. Lo se, disculpen.
No había nada más que decir ni motivos para seguir haciéndome el loco. Simplemente me quede sentado a pasos del ataúd. Observando y recordando. No, no estaba triste. Después de todo había hecho justamente lo que ella no quería en el momento de su muerte. Pensaba que me gustaba la idea de tener una domino y lo cierto es que no. Muchas de las cosas que hice junto a ella no era lo que yo había querido. Solo era un soldado que peleaba siguiendo códigos y ella se había asegurado por todos lados que me volviese un mercenario y un asesino profesional. Supongo que jamás se imaginó que terminaría volviéndome el depredador más peligroso de todos a pesar de todas las desventajas.
-Espero que estés contenta y espera a que llegue. Te daré como nadie, maldita condenada

por **Contessa Luciano** Sáb Mayo 21, 2016 10:23 am

Aquel era un día extraño, no me apetecía estar sola en casa, ni estar rodeada de gente. No sé, me sentía extraña, solo me apetecía deambular por zonas desiertas de la ciudad, buscando las respuestas a aquello que me inquietaba.

Mis errantes pasos me llevaron hasta el cementerio de la ciudad. Un lugar tranquilo en el que podía disfrutar de la compañía de las almas de los que ya no estaban entre nosotros. De aquellos humanos con vidas quizás memorables, quizás insignificantes, que ya había perecido de forma desconocida para mí. Dejando atrás a seres queridos muertos en vida por el dolor de su pérdida. Todo eso se puede palpar en el ambiente, y más a estar horas de la noche, cuando los cuervos cantan alrededor y le dan un aire más misterioso a la situación.

Como cada vez que visitaba el cementerio, traje conmigo un gran ramo de flores para ir dejando de ofrendas a tumbas aleatorias. Hace mucho que dejé de ser creyente, pero por esas almas, las que sus tumbas parecían más devotas, les rezaba una humilde oración para que descansaran en paz. Mi respeto por los muertos nunca cambia a pesar de los años.

Mientras dejaba unas rosas en la coqueta tumba de una joven dama que no murió con más de veinte años, el sonido de algo rompiéndose un grito desgarrador, me sobresaltó.

-¿Pero qué clase de persona puede hacer tanto escándalo en un cementerio? Por dios- me quejo mientras me levanto, buscando el origen de aquel alboroto.

Los sonidos me guiaron hasta un mausoleo que estaba abierto. Mi curiosidad, me hizo asomarme para ver que estaba pasando. Y ahí, envuelto en las tinieblas, encontré a un fornido hombre hablando con uno de los ataúdes que reposaban en el mausoleo.

Parecía un momento íntimo que no podía interrumpir, ya que, aquellos ataúdes parecían pertenecer a seres como yo. Mostrando mis respetos silenciosos hacia aquellas personas, retrocedí unos pasos, pero por desgracia, me tropecé con una piedra y acabé haciendo mucho ruido.

-Maldición, seguro que me ha oído.

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