Rosas con sangre || Libre

por **Constance A. Zaïre** Lun Ago 31, 2015 7:14 pm

El cielo en dos se abre mostrando los campos elíseos
La mirada de los ángeles se postra sobre los verdes prados
Con el coro de arcángeles llamándolos.

Una joven e cabellos castaños y ojos claros caminaba por las calles de parís durante toda la tarde llevaba una cesta de mimbre en sus brazos y su voz cantarina tarareaba las notas melódicas de una melodía suave y tierna, en la cesta flores de todos los colores recién cortadas y frondosas, en el rostro de la jovencita una sonrisa tan encantadora y despreocupada, esta tan animada la joven. Sus pasos la llevan a un establecimiento, que más parece un invernadero y luce como tal por fuera y dentro, con cristales que permiten la luz sola entrar y la luz de luna, por dentro filas y filas de hermosas plantas y arreglos, una pequeña mesita donde dos sillas esperan, un mostrador que detrás de él hay una aparador con cristalería e instrumentos de jardinería.

Al llegar prepara sus arreglos de flores cual toque de ángel sus manos juegan entrelazando y creando nuevos adornos con las rosas frescas, su voz baña a las flores con melodías suaves y cantarinas, pasan las horas y ha terminado los dos arreglos, gustosa los lleva al orfanato el cual era el destino de ellos cuando la joven castaña entra por aquella enorme puerta los pequeños saltan a sus faldas en gritos –Cony Cony cuéntanos un cuento, anda vamos al jardín botánico, iremos a conocerlo y ahí aprovechas y nos cuentas un cuento cerca de la fuente, antes de la fiesta de la joven directora, por favor- todo los pequeños le pedían cuentos para poder estar tranquilos en la fiesta de aquella noche, la dueña del lugar accede a que la joven se los lleve.

Aun el sol no se ocultaba y junto a los pequeños estaba la joven castaña acompañandolos en su recorrido por el bello jardín botánico donde uno podía perderse en un sin fin de laberintos sin esperar ser encontrado más que solo con el perfume de las bellas flores que despertaban en las peli castaña su imaginación que pronto ser vería expuesta en un cuento. Los pequeños encontraron un bello lugar para retozar unos momentos, a su cuentista la hicieron tomar el centro de la ronda mientras ellos como buenos niños permanecían sentados alrededor de ella mientras la voz suave y delicada comienza con los relatos –Y entonces la pequeña niña de capa roja escuchando al lobo malvado accedió a tomar otro camino, un camino más largo y lleno de complicaciones y dolores, más la pequeña se entretuvo juntando flores y persiguiendo mariposas de muchos colores olvidándose del recado y el consejo de su mamá– miró a los pequeños con una mirada inquisitiva y ellos respondieron al unísono –no hablar con extraños– la joven asiente con su cabeza y aplaude a los pequeños –Bien niños es hora de volver al orfanato y yo de seguir mi camino a casa como la pequeña de capa roja– la sonrisa y el desánimo de los pequeños fue todo lo que se escuchó.

Con desánimo se iban levantando y siguiendo a la monja que los llevaba, la castaña quedó atrás rezagada del grupo, volteó en dirección la árbol y le sonrió haciendo una reverencia –Muchas gracias por prestarnos su sombra y aguantar el cuento de esta noche, otro momento vendré y espero poder contar con su ayuda– una florista que habla con las flores y la naturaleza, se aleja a pasos lentos sonriendo, aunque para muchos aquella joven ya había perdido la cabeza, quizás nadie comprendía su forma de pensar o ver la realidad.

por **Axel Cachemire** Jue Sep 03, 2015 10:35 am

El jardín botánico, fue, con diferencia, uno de los pocos lugares fuera de la tienda y su casa, en los que podía relajarse. Aunque siempre con gente, las emociones solían ser serenas, cuando no agradables, y gracias al amuleto que siempre llevaba encima estas no lo abrumaban. Axel suspiró con gratitud, agradeciendo el Sol que iluminaba el día frío de invierno un descanso de la lluvia y el frío. Sus pasos lo guiaron con lentitud a un hermoso sitio donde una joven algo mayor que él contaba un cuento a unos niños. Huérfanos, probablemente, pensó con algo de lástima por los niños. Se apoyó contra un árbol, medio escondido, disfrutando de la pureza de las sensaciones de la cuentista y su voz melodiosa, que dibujaba colores hermosos en el aire. Axel se decidió a grabar el momento como forma de consuelo contra sus pesadillas.

Algún tiempo más tarde, la joven decidió dar por terminada la sesión. De forma acertada, pues comenzaba a oscurecer. En ese momento, cuando Axel decidió dar por terminado su paseo y marchar de vuelta a casa, la voz de la cuentacuentos lo paralizó.

-Muchas gracias por prestarnos su sombra y aguantar el cuento de esta noche, otro momento vendré y espero poder contar con su ayuda– Es extranjera, se dio cuenta con sobresalto, una vez la sorpresa de su enunciado lo dejó. Normalmente se habría dado cuenta al principio, pero se distrajo con el cuento. En ese momento se decidió a salir de la sombra del árbol y hablar con ella, porque simplemente quería. No era cosa cotidiana cruzarse con alguien tan extraño y a la vez... bueno, como ella. Su aura brillaba, pero era solo humana.

-Perdone señorita. Mi nombre es Axel y no pude evitar pararme a escuchar con deleite tu cuento.- Sonrió de forma tímida, no estaba acostumbrado a tratar con la gente fuera del negocio de la tienda de su padre, y sus pequeños chances con el violín en fiestas.- Hace mucho que la gente parece haber olvidado que la naturaleza tiene conciencia y tus gracias me sorprendieron.

por **Constance A. Zaïre** Jue Oct 01, 2015 12:55 am

Los castaños cabellos se agitaron con la suave briza que la acarició lentamente en el momento que se percató que una pequeña voz le hablaba; ladeó la cabeza para contemplar al dueño de aquellas palabras que le había dedicado, su sonrisa se mostraba más que sincera al ver que el dueño era un jovencito, se acercó y realizó una reverencia con sus ojos cerrados en muestra de una confianza absoluta. Sus ojos brillaban con una sonrisa muda y en la comisura de su labio había un sonrisilla oculta en cambio, que siempre estaba ahí cuando un acto de bondad se trataba.

La presentación del joven le hizo pensar si andaba por ahí con sus padres o quizás andaba solo, en ese momento una angustia llenó el corazón de la castaña, trató de calmarse en sus pensamientos sin dejar que la sonrisa se le fuera del rostro –Un gusto Axel conocerte, mi nombre es Constance, pero todos me dicen Cony, espero que también lo hagas si de ahora en adelante estarás con nosotros en el grupo de cuentos– un guiño y una risilla cómplice. Se acercó con cuidado al joven observando a su alrededor invitándole a tomar asiento bajo el árbol –No me hagas caso Axel, pero me alegra que te haya gustado el cuento– acomoda la falda de su vestido con las piernas acomodándolas de lado recargándose sobre las pequeñas raíces del árbol que sobresalían de la tierra, sus delicadas manos se posaron sobre estas con ojos cerrados, una delicada caricia que dejaba.

Sus ojos se abren para mirar al peli negro –Siempre nos olvidamos que la naturaleza siente porque fue creada por un poder mayor al nuestro, el aire, el agua y los árboles nos ayudan y nos brindan sus beneficios para que nosotros vivamos, los animales nos cuidan y otros nos mantienen alerta, cuando un animal o algún ser de la naturaleza muere, esta llora, no te has dado cuenta. Porque el ciclo se cumple y nos volvemos parte de la misma naturaleza, para dar nueva vida– sonríe mirando hacia las hojas que se traslucían con el ocaso –Hace mucho tiempo atrás, el hombre vivía rodeado de naturaleza, por donde alzaras la vista podías apreciar grandes campos verdes cubierto de bosques, decían que habían seres que cuidaban la naturaleza, les llamaban elfos o hadas…– niega lentamente dejando a medias el relato –Disculpa Axel, tengo una extraña forma de todo contarlo como si fuera un cuento, disculpa, quizás estés cansado ¿Dónde están tus padres? O estás solo– pregunta casi como un susurro ladeando la cabeza junto a su habitual sonrisa, que oculta el tono de preocupación y el sobresalto que daba su corazón.

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