AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
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La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
La passione, un peccato veniale
"Haz a la dama un día la vergüenza perder
pues esto es importante, si la quieres tener,
una vez que no tiene vergüenza la mujer
hace más diabluras de las que ha menester." -Arcipreste de Hita,"El libro del buen amor"
Otoño de 1804
Palacio de la duquesa, Florencia
Palacio de la duquesa, Florencia
El otoño había llegado, el fresco se notaba, solo que solo por las noches era necesarío el abrigo, pronto llegarían las lluvias, y la humedad. Vestía un vestido de colores claros, con elaboración rica, y telas de calidad, tul, bordados... un escote recto, y por el pecho en el centro, un broche que aumentaba la belleza del vestido, y parecía hecho de propio para el vestido, aunque no fuera así. En mi cuello, adornaba un collar de oro y piedras turquesas como el color del vestido. "Vestido" Mi cabello oscuro semirecogido, y con mi adornación favorita de pequeñas flores en el cabello. Los colores y las flores hacian destacar mis cabellos oscuros y mis ojos azul grisaceo.
En aquel día, quise realizar algunos deberes que tenía que realizar, unos mensajes a enviar para cuidar de el negocios de mi difunto esposo, el ducado y entre ellas al terminar comprar un ramo de flores.
Visite la tumba de mi difunto esposo, al que le coloque las flores y una vez más le hablé con cariño, como si pudíera oirme. No sabía si me estaría escuchando, pero era como descargar mi pesar, y a la vez automutilandome, mientras le preguntaba y surguía en mi el castigo de recordar el dolor. Cerré los ojos, evitando las lagrimas, que una o dos al final llegarón a surcar mi rostro, deslizandose hacía la barbilla callendo al suelo. Besé mi mano, sobre el guante corto que llevaba puesto, y luego acaricíe con esa mano la tumba del que una fue mi esposo.
Una despedida, como tantas otras que había tenido ya. Mientras antes eran en sus labios, ahora tras su perdida eran en aquella lapida blanca, con decoración propia a la de un duque, una obra de arte, más que una simple tumba, en realidad.
Cuando deje la tumba, y volvía al palacio, un sirviente se acercó de inmediato, me sorprendió que llegara, temí que fueran noticias malas.-Mi señora, ha llegado un caballero, que solicitó verla. Insistió en esperarla.- decía apremiado, deje de mirarlo y me apresure a entrar, mientras le entregaba mi sombrilla, y los guantes que me había quitado, mientras me decía lo de la visita tan inesperada, como inquietante. Por su tono de voz, era como si temiera algo, o se guardara algo que no quería decir por algún tipo de tabú.
-Dime ¿donde esta?- Respondí autoritaría, aúnque en mis adentros preguntandome porque de esa forma, como no decirme el nombre. Era como si el propio nombramiento de aquel varón que se hallaba en mi palacio, fuera castigado con caerle el cielo encima.
Me dijo el lugar en que el misterioso hombre esperaba, y me dirigí hacía allí. Abrí las puertas y entre, en el lugar.
En un momento solemne, con cabeza alta salude.-Me espe...- Por la espalda no me había dado cuenta ni lo reconocía, pero cuando entré y estaba a punto de hablar, quede a mitad, sorprendida de ver su rostro.
-Tú...-dije entonces sorprendida, a la vez que en mi estomago los demonios se arremolinaban, y entendía el porque no se atrevían a decirme que el hombre con el que me iba a casar, antes de que se marchara sin miramientos a dejarme, estaba de vuelta, en mi propio palacio.
Mi miraba se fijo en él, mis ojos grises, podrían tornarse como tormentosos, al mirar a quien tenía delante. Por un momento, lo que más quería era tomar una pistola y dispararle, pero parte de mí me detenía a mantener la cordura, era duquesa, tenía educación, y debía saber controlarme.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Por poco mal dezir se pierde grand amor,
de pequeña pelea nasçe muy grand rencor,
por mala dicha pierde vasallo su señor,
la buena fabla sienpre faz de bueno mejor.
Arcipreste de Hita, "Libro de buen amor"
de pequeña pelea nasçe muy grand rencor,
por mala dicha pierde vasallo su señor,
la buena fabla sienpre faz de bueno mejor.
Arcipreste de Hita, "Libro de buen amor"
Por fin llegó a Florencia, se reuniría con la única mujer a la que había amado y con quien se tuvo la certeza se casaría olvidándose de la ofensa de su hermana. No sería un Cisne más, inclusive adoptaría el apellido Arezzo; o al menos eso era lo que un año atrás pensó se haría, antes de que las noticias del matrimonio de Arley White llegaran a sus oídos. ¿La duquesa estaría a gusto al verlo?, Killian lo dudaba, se fue sin decir nada e inclusive dejó el anillo de compromiso en el tocador del lecho que compartieron por un año completo una mañana, mientras ella dormía. Necesitaba pensar, necesitaba un consejo y ella no se lo podía dar. Así que pensando en la posibilidad de poder recuperar el Imperio de los Cisnes Negros la abandonó marchando a Prusia.
Poco más de un año había pasado, mientras llegaba al palacio de la duquesa pensó en el último verano que pasó con ella. Entonces, meditó en si era correcto visitarla, y no por el hecho de haberla abandonado o el sentimentalismo de que alguna vez fueron pareja y prometidos; tampoco era el motivo de buscarla. Killian no buscaba a la duquesa para desposarse con ella y realizar el deseo que alguna vez ambos compartieron, él quería la influencia que tenía su familia sobre el ejército italiano y la flota de los Arezzo. «Quizás era mejor apartarla de la guerra, por lo que vivieron alguna vez» Prusia, Hungría, Rusia y otros reinos del Sacro Imperio Romano ya estaban listos para marchar a la guerra, ¿necesitaba la fuerza de los italianos?, realmente no, ¿acaso existía realmente un motivo distinto al que pensaba él? Posiblemente, la seguía amando y su corazón se negaba a aceptarlo.
Cuando el carruaje se detuvo y Killian piso el patio central del palacio Arezzo, vio un gorrión surcar los cielo. Pensó en Katya y el descubrimiento de seres no humanos que viven entre los hombres. Ella era su espía en la Iglesia, la encargada de traerle la información con respecto a su hermana de la que ya sabía se le acusaba de arrasar con todo un pueblo, lo que le pareció increíble y en principio no aceptaba. Pronto, el mayordomo interceptó al Cisne y lo llevó al recinto principal, las únicas palabras que intercambiaron fue la petición de ver a la duquesa, pedido que no se le pudo negar. Killian regresó a Florencia no como el guerrero de Hungría si no como un White, un seductor y agresivo hombre de negocios con una propuesta que a la duquesa no le interesaría en lo más mínimo, pero que él debía de hacer que aceptara. Sus ojos se lo hicieron saber al mayordomo que seguramente advertiría a la duquesa al no estar ella en esos momentos.
Cuando se encontraron en la estancia Killian se sentó a esperar, aceptó la bebida y siguió cavilando sobre el futuro que le esperaba. De alguna forma sabía que su vida y la de Mirella se unirían nuevamente, la pregunta era ¿cómo?; repentinamente una ansiedad de apoderó de él. La ausencia de la duquesa lo inquietó ¿dónde podía estar?, sólo se le había dicho que no estaba pero ninguna justificación, que, él tampoco había pedido. Fue entonces que escuchó el taconeó a su espalda. Había llegado y al darse vuelta la encaró nuevamente. La amable voz que escuchó al principio se tornó irritada, molesta. Killian no dijo nada al principio, mantuvo su semblante de Cisne, engalanado en un traje que compró en Rusia, el último lugar en donde estuvo antes de viajar a Italia por mar.
—Duquesa Arezzo, me es muy agradable volverla haber detonando su belleza y gran presencia. Aunque temo que no es un sentimiento mutuo lo que espero pueda compensar pues no he venido aquí como un villano —dio un trago a su bebida, luego, la dejó en una mesa y caminó hasta ella—. Mirella —susurró su nombre viéndola directamente a los ojos—, lo siento tanto, mas mi ausencia tiene un por qué, y digo ausencia porque no fue un abandono pues ya estoy aquí —su tono se volvió más confidencial, acariciando el mismo nombre de la bella mujer.
Killian White- Humano Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Allí frente a mí, el hombre que amé y me abandonó sin dejar si quiera un mensaje de su viaje, sin dar explicación, haciendome dudar, que realmente me hubiera amado alguna vez. Frente a mí, ataviado de ropas extranjeras, se atrevía a presentarse aquí como si no hubiera pasado ni un año de su partida, tan solo unas horas.
En mi interior sentía chocar partes de mis sentimientos, de dolor, rabia, y sentido común acompañado de recuerdos y sentimientos que no había podido aúnn con todo lo ocurrido eliminar del todo.
Sus palabras se escucharon, y era la misma voz que no había olvidado aún. Casí me tocaba al corazón con su saludo y esa voz seductora, pero la palabra "Villano" me recordó que no podía caer en sus mentiras, y juego de sedución, como hace años lo hice. -No todas las visitas suelen ser siempre del agrado de uno, Sir White. Aunque agradeceré que os guardeis los elogios inecesarios.- Conteste intentando no parecer demasiado llevada por los sentimientos que se enfrentaban en mi interior, como un huracan de diferentes y contradictorios sentimientos. Junte mis manos por delante de mi cuerpo pegado a este, intentando mantener el semblante serío ante su persona.
Por otro lado, pensé en cual era la razón de la presencia de Killian a mi palacio o mi ducado, despues de su marcha tan poco caballerosa. Era de carecer de inteligencia, o de pecar de valentía, presentarse ante la dama a la cual había creado tal tratamiento descortes.
Escuche los pasos de los sirvientes a mi espalda, mientras me permitía mirar a Killian y su vestimenta, al menos tenía decencia de presentarse vestido de forma elegante. Dejó la copa en la mesa, y se acercó a mí algo que me hizo mantenerme más erguida, y sentí la petrificación de mi cuerpo que no atendía en ese momento a alejarse o poner remedió a mantener la distancia. Mi corazón palpitaba frenetico en mi pecho, haciendo que separara mis manos y la izquierda subiera a colocarse sobre la zona del corazón, instintivamente, como intentando calmar la opresión de mi pecho, palpitante. Oir una vez más mi nombre, salir de aquellos labios, con ese tono dulce y seductoros clavados en los mios, me hizo tragar con dificultad saliva, y abrír un poco suavemente mis labios, intentando respirar.
Intenté recobrar el control, cerrando mis ojos y mi boca de nuevo, juntando de nuevo las manos pero por debajo de mi pecho, queríendo ocultar que hubiera podido hacerme dudar de mi, con un unico nombre pronunciado como una caricia salida de sus labios. Había pasado un año superando aquello, haciendome fuerte, y no iba a consentir recaer por palabras que carecían de valor ya, al salir de labios de quien había mostrado que eran mentiras. Rechacé los sentimientos que saltaban del pasado, para surguir esperanzadores.
Sus palabras de disculpas, me ayudarón a sacar el valor que se había ocultado ante un momento de debilidad, gracias a la rabia que me causarón. Se dilcupaba con un "lo siento" y luego quitaba importancia a su culpa, alegando una ausencia. Sentí como si fuera a reirme de aquello. Me aparte de su presencia, manteniendo cierta distancía de él.-Señor White, ignoró aún las causas de esta visita, pero no insulte mi inteligencia con vagas disculpas, que carecen de sentido. Le dije diplomaticamente, y fría.Di unos pasos hacía él.-No olvides quien soy yo... y que pisas mis terrenos. No abuses de mi cortesía. -Dije en un susurro amenazante y recordatorio, antes de hecharme hacia atrás y volver a dejar espacio entre ambos. -¿A que habeis venido?-Dije, mirando su rostro, que se conservaba tal cual, la recordaba.
En mi interior sentía chocar partes de mis sentimientos, de dolor, rabia, y sentido común acompañado de recuerdos y sentimientos que no había podido aúnn con todo lo ocurrido eliminar del todo.
Sus palabras se escucharon, y era la misma voz que no había olvidado aún. Casí me tocaba al corazón con su saludo y esa voz seductora, pero la palabra "Villano" me recordó que no podía caer en sus mentiras, y juego de sedución, como hace años lo hice. -No todas las visitas suelen ser siempre del agrado de uno, Sir White. Aunque agradeceré que os guardeis los elogios inecesarios.- Conteste intentando no parecer demasiado llevada por los sentimientos que se enfrentaban en mi interior, como un huracan de diferentes y contradictorios sentimientos. Junte mis manos por delante de mi cuerpo pegado a este, intentando mantener el semblante serío ante su persona.
Por otro lado, pensé en cual era la razón de la presencia de Killian a mi palacio o mi ducado, despues de su marcha tan poco caballerosa. Era de carecer de inteligencia, o de pecar de valentía, presentarse ante la dama a la cual había creado tal tratamiento descortes.
Escuche los pasos de los sirvientes a mi espalda, mientras me permitía mirar a Killian y su vestimenta, al menos tenía decencia de presentarse vestido de forma elegante. Dejó la copa en la mesa, y se acercó a mí algo que me hizo mantenerme más erguida, y sentí la petrificación de mi cuerpo que no atendía en ese momento a alejarse o poner remedió a mantener la distancia. Mi corazón palpitaba frenetico en mi pecho, haciendo que separara mis manos y la izquierda subiera a colocarse sobre la zona del corazón, instintivamente, como intentando calmar la opresión de mi pecho, palpitante. Oir una vez más mi nombre, salir de aquellos labios, con ese tono dulce y seductoros clavados en los mios, me hizo tragar con dificultad saliva, y abrír un poco suavemente mis labios, intentando respirar.
Intenté recobrar el control, cerrando mis ojos y mi boca de nuevo, juntando de nuevo las manos pero por debajo de mi pecho, queríendo ocultar que hubiera podido hacerme dudar de mi, con un unico nombre pronunciado como una caricia salida de sus labios. Había pasado un año superando aquello, haciendome fuerte, y no iba a consentir recaer por palabras que carecían de valor ya, al salir de labios de quien había mostrado que eran mentiras. Rechacé los sentimientos que saltaban del pasado, para surguir esperanzadores.
Sus palabras de disculpas, me ayudarón a sacar el valor que se había ocultado ante un momento de debilidad, gracias a la rabia que me causarón. Se dilcupaba con un "lo siento" y luego quitaba importancia a su culpa, alegando una ausencia. Sentí como si fuera a reirme de aquello. Me aparte de su presencia, manteniendo cierta distancía de él.-Señor White, ignoró aún las causas de esta visita, pero no insulte mi inteligencia con vagas disculpas, que carecen de sentido. Le dije diplomaticamente, y fría.Di unos pasos hacía él.-No olvides quien soy yo... y que pisas mis terrenos. No abuses de mi cortesía. -Dije en un susurro amenazante y recordatorio, antes de hecharme hacia atrás y volver a dejar espacio entre ambos. -¿A que habeis venido?-Dije, mirando su rostro, que se conservaba tal cual, la recordaba.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Killian la miró a sus ojos, y aunque deseó recorrer con sus ojos el cuerpo exquisito que le perteneció y vio tantas veces desnuda y compartiendo el calor. Se limitó a sonreír como si de una extraña se tratara. —Estoy aquí por la misma causa que me hizo irme de tu lado —hizo una pausa y caminó unos pasos a la izquierda dejándole ver su perfil. Las manos de Killian las mantenía atrás y entre lazadas mientras pensativo contemplaba el suelo; luego, se volvió a la duquesa—. No hace falta que te repita lo que hizo mi hermana. Soy un londinense Mirella —se aferró a llamarla por su nombre, esperando que ella le tratara del mismo modo, al menos no con tanto protocolo—. Con la flota y los ejércitos de Rusia, Hungría y algunos ducados y condados del Sacro Imperio Romano entraré en guerra para recuperar lo que por derecho corresponde a la familia londinense y establecer nuevamente el orden —declaró al fin.
Suspiró con una ligera melancolía y continuó. —Se desatará una guerra mundial y tu, como una de las familias más poderosas de la Italia, te vendrán a buscar para formar una alianza o podrán ocupar tus tierras para acercarse a Hungría y Rumania que está por declararse aliada o neutral. Mirella necesito que comprendas la situación que se desatará, temo por ti, porque pese a que no lo creas tu imagen y esencia viven en mi corazón. No podría vivir sabiendo que te ha sucedido algo arrastrada por esta guerra que se extenderá por toda Europa —se acercó a ella—. Me fui porque necesitaba saber que declarar la guerra a los Nottinghams y Yorkshires era lo correcto, enfrentar el sistema de la Iglesia, requería saber si era cierto que mi hermana está condenada a muerte por los crímenes de una masacre que hizo en Aragón. Para aquel entonces no necesitabas saberlo, no deseaba que contemplaras la tristeza y ansiedad cada que despertáramos, no quería que mis ojos se ausentaran cuando estuviéramos juntos —quiso sonreír mas le fue imposible y desvió la mirada caminando hasta el asiento más cercano, lugar que ocupó.
—No espero que lo comprendas y mucho menos que aceptes mis palabras que te declaran lo intenso que es el sentimiento que siento por ti y que me orilló a tomar lo que quizás no fue la mejor idea, sólo que lo sepas, estés enterada —se expresó desde su asiento mirando de nuevo los ojos de la italiana pero sin poder sonreír pues le dolía ver como lo miraba con cierto rencor y desprecio—. Soy un Cisne Negro, me educaron para velar el imperio. Cobardemente huí de mi responsabilidad pero no podía hacerlo por más tiempo, este día llegaría. Pero —se levantó y caminó hasta ella sin respetar su espacio personal, una cercanía peligrosa y atrevida—… no quiero perder lo que tuvimos, quiero estar contigo y hacerte mi esposa. Quiero ser el hombre que conociste en Hungría, el que no le interesa el poder que tienes, sino la mujer que eres —susurró en sus labios buscando seducirla con sus ojos que se movían de un lado a otro, buscando el contacto con los ajenos, que ambos se miraran fijamente. Sintió la respiración de ella y como la de él llegaba a las comisuras de su boca.
—No nos conocimos por un simple capricho del destino, y sé que lo sientes, no soy un hombre falso. Tu me confesaste las ausencias de tu esposo, y yo lo que creía hasta ese momento mi desgracia. El lugar y el tiempo tenían que ser precisos para que nosotros, dos almas se unieran. Estoy aquí para que volvamos hacer uno, para tenerte entre mis brazos y besarte hasta arrancarte el aliento, despertar juntos cada día de nuestras vidas y llamarte mi esposa. También por eso estoy aquí —y sin importarle la reacción que ella pudiera tener sobre sus acciones la besó aprisionándola entre sus fuertes brazos.
Suspiró con una ligera melancolía y continuó. —Se desatará una guerra mundial y tu, como una de las familias más poderosas de la Italia, te vendrán a buscar para formar una alianza o podrán ocupar tus tierras para acercarse a Hungría y Rumania que está por declararse aliada o neutral. Mirella necesito que comprendas la situación que se desatará, temo por ti, porque pese a que no lo creas tu imagen y esencia viven en mi corazón. No podría vivir sabiendo que te ha sucedido algo arrastrada por esta guerra que se extenderá por toda Europa —se acercó a ella—. Me fui porque necesitaba saber que declarar la guerra a los Nottinghams y Yorkshires era lo correcto, enfrentar el sistema de la Iglesia, requería saber si era cierto que mi hermana está condenada a muerte por los crímenes de una masacre que hizo en Aragón. Para aquel entonces no necesitabas saberlo, no deseaba que contemplaras la tristeza y ansiedad cada que despertáramos, no quería que mis ojos se ausentaran cuando estuviéramos juntos —quiso sonreír mas le fue imposible y desvió la mirada caminando hasta el asiento más cercano, lugar que ocupó.
—No espero que lo comprendas y mucho menos que aceptes mis palabras que te declaran lo intenso que es el sentimiento que siento por ti y que me orilló a tomar lo que quizás no fue la mejor idea, sólo que lo sepas, estés enterada —se expresó desde su asiento mirando de nuevo los ojos de la italiana pero sin poder sonreír pues le dolía ver como lo miraba con cierto rencor y desprecio—. Soy un Cisne Negro, me educaron para velar el imperio. Cobardemente huí de mi responsabilidad pero no podía hacerlo por más tiempo, este día llegaría. Pero —se levantó y caminó hasta ella sin respetar su espacio personal, una cercanía peligrosa y atrevida—… no quiero perder lo que tuvimos, quiero estar contigo y hacerte mi esposa. Quiero ser el hombre que conociste en Hungría, el que no le interesa el poder que tienes, sino la mujer que eres —susurró en sus labios buscando seducirla con sus ojos que se movían de un lado a otro, buscando el contacto con los ajenos, que ambos se miraran fijamente. Sintió la respiración de ella y como la de él llegaba a las comisuras de su boca.
—No nos conocimos por un simple capricho del destino, y sé que lo sientes, no soy un hombre falso. Tu me confesaste las ausencias de tu esposo, y yo lo que creía hasta ese momento mi desgracia. El lugar y el tiempo tenían que ser precisos para que nosotros, dos almas se unieran. Estoy aquí para que volvamos hacer uno, para tenerte entre mis brazos y besarte hasta arrancarte el aliento, despertar juntos cada día de nuestras vidas y llamarte mi esposa. También por eso estoy aquí —y sin importarle la reacción que ella pudiera tener sobre sus acciones la besó aprisionándola entre sus fuertes brazos.
Killian White- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Aquella sonrisa como si no me conociera, me hizo sentir una punzada de dolor, y de alegría a la vez. Había conseguído mantenerme correcta y no abalanzarme como una desesperada a sus escusas, más aquello hacía ver que el dolor de su marcha habíadejado una huella fria en mí.
Volvía a mirarlo cuando sus palabras gpronunciaron "Estoy aquí por la misma causa que me hizó alejarme de tí"-¿Que palabras eran esas? ¿Una causa? ¿Acaso existia alguna causa, para destrozar un corazón, sin un adios, una carta, un te quiero o un volvere? - Pense aquello un instante más, y exhale profundamente.
Se volvió y pude observar su hermoso perfil de inglés, que había cautivado en el pasado mi corazón, una y otra vez, arrancado mi sonrisa y incluso muchas otras por las cuales, podría arder en el infierno. Desee por un segundo besar su nariz, recorrer con mi boca su rostro, pero cerre un momento mis ojos, desviando la mirada y recupere la cordura.
Sus palabras nombrando a su hermana, me hizó sentir que todo tipo de sentimiento debil ante sucumbir, que tanto intentaba mantener lejos, desapareció. "su hermana", " su familia", el poder era lo unico que alos White les interesaba, lo había comprobado por las malas, cuando amanecí y en mi habitación no quedaba más que su anillo. Cuando con mi bata , recorrí el palacio buscandolo, hasta los establos, y no fue hasta llegar allí y comprobar la ausencia de su caballo, lo que me hizó saber que de verdad se había marchado.
Contuvé el aliento, el dolor que creaba ese recuerdo, y mordiendome por dentro el carrillo de la boca, mantuve el semblante, hacía Killian White. -Soy consciente de ello, señor White.- Respondí a lo de su hermana, dejando pasar que hubiera vuelto a nombrarme por mi nombre. Más no pude evitar sentir la ironía y la sonrisa de al fin saber que intenciones llevaba, al oirlo hablar de los acuerdos con otros paises.
Los White, y las ansias de poder, seria un milagro que esto no les llevara a un final horrible a toda la familia.
Escuche el suspiró de Killian, y escuche un comentario, que me desquitó de toda distración sobre el pasado. por un momento fuí a caer a una realidad una guerra de la que sería presa, y de la que tendría que tomar medidas. Pense en aquello cuando en sus palabras distinguí que indico su preocupacion por mi persona. Mi rostro de preocupación momentaneamente, volvio a tornar a un gesto de enfado, clavandose en killian. Él había aprobechado sus palabras para acercarse a mí, y no cambie mi gesto, No creía sus palabras y mis razones tenía, para ello.-¿Solo eso?-pregunte, queriendo saber si ya había dicho todo, pues deseaba que se fuera rapido de mi presencia, no quería fallar en mi control, no quería tentar a mi valor.
Lo siguiente me pareció que estuviera jugando a comprobar mi paciencia, y ciertamente andaba en el limite. sus escusas, me eran inecesarias, y menos aquellas que no justificaban, una sola carta. Me volví por un momento y acaricie con el pulgar de mi mano izquierda, la palma de mi mano derecha. Apretaba los dientes, y tomaba paciencia de donde fuera que la pudíera tener. -¿Debo creerme todo eso? - Dije girandome a mirarlo, y lo ví sentado en el asiento.
Me sentía frustrada, con ganas de matarlo con el propio puñal que bajo mi vestido, sujeto por una liga llevaba conmigo. ¿Pero de que serviria? Matar tan miserable vida, que ya sola se acercaba a su propio destino final, guiado por la sed de poder. Hasta llegaba ha apiadarme de él, porque disfrutaba de compañia femenina, ansiaba y rozaba la idea del poder, pero no sabía amar, no de verdad, no por lo menos en mi opinión. Hubiera dado mi vida por él, el ducado, lo que fuera, pero eso no le bastaba, se marchó dejando lo que tenía, perdiendo lo que realmente a lo mejor valía más que lo que creía que le habían robado.
Me había herido, me había dejado tirada, y hay estaba hablando sobre su amor hacía mí, cuando a saber cuantas camas había visitado despues de nuestra última noche. Me moví para quedar mirandolo, y verlo vestido tan bien, hizo acrecentar el sentimiento de despreció, pues se notaba su buena suerte en el viaje, más que una desolación por el amor que hubiera dejado.
Hablo de que no esperaba que aceptaras sus palabras. suspiré.-Si tomó o no la mejor o peor decisición, solo queda en usted. dije con sus ojos clavados en los mios, sintiendo de nuevo ese algo de su virtuosa mirada, que encandilaba a las mujeres, o al menos a la presente.
Nombró lo que era un cisne negro y de pronto sentí ese odio en el estomago ante aquella familia, que desde que había conocido, había advertido que había tenído que ver con mi desgracia. Mi esposo muerto y sus cartas con los cisnes negros, un amor que me abandona, y que pertenece a los cisnes, y una guerra que caería por el ambicioso sentimiento de poder de esos cisnes. ¿Como no detestar aquello?
de pronto el Cisne negro, killian, se hallaba frente a mí, y sin darme cuenta esto había ocurrido, mientras pensaba en esa familia, y el rencor, odio y intenso disgusto que había crecido en mí, hacia ellos.
Como un juego de cartas, Killian lanzo su mano ganadora, en mis labios, con sus ojos clavados en los mios, y los mios intentando evitar esa mirada tan cercana y seductora, esa que desarmaba a cualquiera, y creía que desnudaban mi interior. Su aliento caliente pegando en mis labios, sentí casi cada palabra golpeando en mí, y hacíendo que mi corazón escapara de las cadenas con las que lo había atado para no caer en engaños de corazón. Tragué saliva, costosamente, y conseguí al fin hablarle.-Aquello ya pasó. Se quedó en Hungría, y en nuestros recuerdos. Solo un encuentro de dos almas errantes, nada más--conteste en susurros, mientras mi respiración se hacía pesada.
No pensé en moverme, no podía moverme, sentí que mis piernas eran columnas que no se movian.
Casí creí olvidar respirar, cuando escuche las palabraas tan de cerca que en una ilusión hace tiempo hubiera deseado escuchar, una vez... cuando se fue, y espere que regresará con esas palabras.
Apenas asimilaba lo que me decía y reaccionaba, que sentí su beso apasionado, que ni supe porque me encontre aceptandolo por un momento, cerre los ojos y sentí su abrazo. Mi corazón se inundó de nostalgia, de desesperación, como que todo lo que había deseado una vez ocurria, pero ya se había pasado el tiempo, llegaba tarde.
De pronto reacione, y intente empujarlo y sacarle del abrazo en el que me tenía. Lo mire con fiereza a la vez que le asestaba un bofetón. Aquelló, había desencadenado mis sentimientos y entre ellos la rabia contenida.
-¡Basta! - Di unos pasos hacía tras, contemplandolo como horrorizada de tal desfachatez.¿como te atreves, a presentaros aquí, con tan pobres excusas? No me toques, no me beses, si aún tienes apreció a tu ruin vida.-Le decía, y era todo un desahogo.-Como tienes la osadía, de reirte de mí. De decir que sientes algo por mí. o te preocupa mi seguridad. ¿Como creias que tus palabras serían creidas? ¿Tan ignorante me tomabaís? Ni una despedida, ni una sola carta en todo este tiempo... Abandonada, sin siquiera saber si embarazada de vos, o no. No os preocupo abandonarme, ni os preocupaba ahora nada de mí, más que aseguraos de mi favor hacía vos, y lealtad. - dije y me volví dandole la espalda, porque no quería que viera que el soltar la rabía, me había hecho perder el control de sentimientos, y que tenía una lucha ahora por evitar las lagrimas selieran de mis ojos. Mordi mi labio inferior, cerrando los ojos un momento, y luego abriendolos, para acercarme a la pared, y apoyar mi mano en una pequeña mesita donde descansaba un elegante florero veneciano, con flores frescas y naturales. Cogí aire y cerré mi mano en un puño, cogiendo algo de fuerzas, me volví y lo encare de nuevo.-Con otras alianzas, os habra funcionado, el cabalgar entre las sabanas, pero conmigo no va a volver a pasar eso. Si quereis mi favor, ofrecedme algo, y entablaremos un acuerdo que nos favorezca a ambos. Si no teneis nada que ofrecer... Coged el poco honor que os quede, y marchaos de mis tierras. Luchad vuestra guerra o morir intentandolo. Que más dá, si aunque ganeis o no, jamás lograreis amar de verdad, y encontrar la felicidad. - Dije y aún alguna traviesa lagrima resbalo por mis mejillas.
Volvía a mirarlo cuando sus palabras gpronunciaron "Estoy aquí por la misma causa que me hizó alejarme de tí"-¿Que palabras eran esas? ¿Una causa? ¿Acaso existia alguna causa, para destrozar un corazón, sin un adios, una carta, un te quiero o un volvere? - Pense aquello un instante más, y exhale profundamente.
Se volvió y pude observar su hermoso perfil de inglés, que había cautivado en el pasado mi corazón, una y otra vez, arrancado mi sonrisa y incluso muchas otras por las cuales, podría arder en el infierno. Desee por un segundo besar su nariz, recorrer con mi boca su rostro, pero cerre un momento mis ojos, desviando la mirada y recupere la cordura.
Sus palabras nombrando a su hermana, me hizó sentir que todo tipo de sentimiento debil ante sucumbir, que tanto intentaba mantener lejos, desapareció. "su hermana", " su familia", el poder era lo unico que alos White les interesaba, lo había comprobado por las malas, cuando amanecí y en mi habitación no quedaba más que su anillo. Cuando con mi bata , recorrí el palacio buscandolo, hasta los establos, y no fue hasta llegar allí y comprobar la ausencia de su caballo, lo que me hizó saber que de verdad se había marchado.
Contuvé el aliento, el dolor que creaba ese recuerdo, y mordiendome por dentro el carrillo de la boca, mantuve el semblante, hacía Killian White. -Soy consciente de ello, señor White.- Respondí a lo de su hermana, dejando pasar que hubiera vuelto a nombrarme por mi nombre. Más no pude evitar sentir la ironía y la sonrisa de al fin saber que intenciones llevaba, al oirlo hablar de los acuerdos con otros paises.
Los White, y las ansias de poder, seria un milagro que esto no les llevara a un final horrible a toda la familia.
Escuche el suspiró de Killian, y escuche un comentario, que me desquitó de toda distración sobre el pasado. por un momento fuí a caer a una realidad una guerra de la que sería presa, y de la que tendría que tomar medidas. Pense en aquello cuando en sus palabras distinguí que indico su preocupacion por mi persona. Mi rostro de preocupación momentaneamente, volvio a tornar a un gesto de enfado, clavandose en killian. Él había aprobechado sus palabras para acercarse a mí, y no cambie mi gesto, No creía sus palabras y mis razones tenía, para ello.-¿Solo eso?-pregunte, queriendo saber si ya había dicho todo, pues deseaba que se fuera rapido de mi presencia, no quería fallar en mi control, no quería tentar a mi valor.
Lo siguiente me pareció que estuviera jugando a comprobar mi paciencia, y ciertamente andaba en el limite. sus escusas, me eran inecesarias, y menos aquellas que no justificaban, una sola carta. Me volví por un momento y acaricie con el pulgar de mi mano izquierda, la palma de mi mano derecha. Apretaba los dientes, y tomaba paciencia de donde fuera que la pudíera tener. -¿Debo creerme todo eso? - Dije girandome a mirarlo, y lo ví sentado en el asiento.
Me sentía frustrada, con ganas de matarlo con el propio puñal que bajo mi vestido, sujeto por una liga llevaba conmigo. ¿Pero de que serviria? Matar tan miserable vida, que ya sola se acercaba a su propio destino final, guiado por la sed de poder. Hasta llegaba ha apiadarme de él, porque disfrutaba de compañia femenina, ansiaba y rozaba la idea del poder, pero no sabía amar, no de verdad, no por lo menos en mi opinión. Hubiera dado mi vida por él, el ducado, lo que fuera, pero eso no le bastaba, se marchó dejando lo que tenía, perdiendo lo que realmente a lo mejor valía más que lo que creía que le habían robado.
Me había herido, me había dejado tirada, y hay estaba hablando sobre su amor hacía mí, cuando a saber cuantas camas había visitado despues de nuestra última noche. Me moví para quedar mirandolo, y verlo vestido tan bien, hizo acrecentar el sentimiento de despreció, pues se notaba su buena suerte en el viaje, más que una desolación por el amor que hubiera dejado.
Hablo de que no esperaba que aceptaras sus palabras. suspiré.-Si tomó o no la mejor o peor decisición, solo queda en usted. dije con sus ojos clavados en los mios, sintiendo de nuevo ese algo de su virtuosa mirada, que encandilaba a las mujeres, o al menos a la presente.
Nombró lo que era un cisne negro y de pronto sentí ese odio en el estomago ante aquella familia, que desde que había conocido, había advertido que había tenído que ver con mi desgracia. Mi esposo muerto y sus cartas con los cisnes negros, un amor que me abandona, y que pertenece a los cisnes, y una guerra que caería por el ambicioso sentimiento de poder de esos cisnes. ¿Como no detestar aquello?
de pronto el Cisne negro, killian, se hallaba frente a mí, y sin darme cuenta esto había ocurrido, mientras pensaba en esa familia, y el rencor, odio y intenso disgusto que había crecido en mí, hacia ellos.
Como un juego de cartas, Killian lanzo su mano ganadora, en mis labios, con sus ojos clavados en los mios, y los mios intentando evitar esa mirada tan cercana y seductora, esa que desarmaba a cualquiera, y creía que desnudaban mi interior. Su aliento caliente pegando en mis labios, sentí casi cada palabra golpeando en mí, y hacíendo que mi corazón escapara de las cadenas con las que lo había atado para no caer en engaños de corazón. Tragué saliva, costosamente, y conseguí al fin hablarle.-Aquello ya pasó. Se quedó en Hungría, y en nuestros recuerdos. Solo un encuentro de dos almas errantes, nada más--conteste en susurros, mientras mi respiración se hacía pesada.
No pensé en moverme, no podía moverme, sentí que mis piernas eran columnas que no se movian.
Casí creí olvidar respirar, cuando escuche las palabraas tan de cerca que en una ilusión hace tiempo hubiera deseado escuchar, una vez... cuando se fue, y espere que regresará con esas palabras.
Apenas asimilaba lo que me decía y reaccionaba, que sentí su beso apasionado, que ni supe porque me encontre aceptandolo por un momento, cerre los ojos y sentí su abrazo. Mi corazón se inundó de nostalgia, de desesperación, como que todo lo que había deseado una vez ocurria, pero ya se había pasado el tiempo, llegaba tarde.
De pronto reacione, y intente empujarlo y sacarle del abrazo en el que me tenía. Lo mire con fiereza a la vez que le asestaba un bofetón. Aquelló, había desencadenado mis sentimientos y entre ellos la rabia contenida.
-¡Basta! - Di unos pasos hacía tras, contemplandolo como horrorizada de tal desfachatez.¿como te atreves, a presentaros aquí, con tan pobres excusas? No me toques, no me beses, si aún tienes apreció a tu ruin vida.-Le decía, y era todo un desahogo.-Como tienes la osadía, de reirte de mí. De decir que sientes algo por mí. o te preocupa mi seguridad. ¿Como creias que tus palabras serían creidas? ¿Tan ignorante me tomabaís? Ni una despedida, ni una sola carta en todo este tiempo... Abandonada, sin siquiera saber si embarazada de vos, o no. No os preocupo abandonarme, ni os preocupaba ahora nada de mí, más que aseguraos de mi favor hacía vos, y lealtad. - dije y me volví dandole la espalda, porque no quería que viera que el soltar la rabía, me había hecho perder el control de sentimientos, y que tenía una lucha ahora por evitar las lagrimas selieran de mis ojos. Mordi mi labio inferior, cerrando los ojos un momento, y luego abriendolos, para acercarme a la pared, y apoyar mi mano en una pequeña mesita donde descansaba un elegante florero veneciano, con flores frescas y naturales. Cogí aire y cerré mi mano en un puño, cogiendo algo de fuerzas, me volví y lo encare de nuevo.-Con otras alianzas, os habra funcionado, el cabalgar entre las sabanas, pero conmigo no va a volver a pasar eso. Si quereis mi favor, ofrecedme algo, y entablaremos un acuerdo que nos favorezca a ambos. Si no teneis nada que ofrecer... Coged el poco honor que os quede, y marchaos de mis tierras. Luchad vuestra guerra o morir intentandolo. Que más dá, si aunque ganeis o no, jamás lograreis amar de verdad, y encontrar la felicidad. - Dije y aún alguna traviesa lagrima resbalo por mis mejillas.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Dolos, mucho dolor sintió Killian en el beso pese a que en un principio pareció ser correspondido. Todo terminó en una bofetada que él ni siquiera se sobó o hizo un gesto de dolor. Sus ojos se entristecieron. —Mirella… —se detuvo, prefirió escucharla hablar y ver la demostración de sus emociones. Pensó en aquellos momentos y el gran deseo de que volvieran a hacerse realidad—. Mirella.. —susurró, luego, suspiró lánguidamente y con pesar—. Me ibas a seguir Mirella, si te decía a donde iría estaba seguro que vendrías; por eso no tenías que saberlo, para que no me buscaras, para que estuvieras a salvo de los peligros que pudiera presentarse en mi viaje… Temía perderte en el camino —desvió la mirada afligido, posando sus manos en el respaldo del asiento—. Esperanza —dijo de pronto, alzando su vista, buscando sus ojos—, esperanza —volvió a pronunciar ahora con una voz más suave, su cuerpo se relajó y sus ojos tomaron un color más vivido.
Se acercó de nuevo a ella, a pasos lentos pero seguros. —La esperanza de formar una familia, tener bienestar. No te ofrezco riquezas, no te quiero comprar. Solo quiero una oportunidad, remediar mi error y mostraste que te sigo amando. Quiero que sepas y lo sientas, y yo… yo quiero saber y sentir las grietas de mi lejanía —dejó de caminar hacía ella, pese a que su rostro estaba frente al de ella, sus ojos los tenía echados a un costado. Miraba a aparentemente el suelo pero en su iris ardía el fuego de la guerra venidera—. Prusia, Hungría, Rusia, Rumania… —se llevó las manos a la cabeza, como si ésta le doliera—, los Cisnes Negros… Ya no, la familia ha sido corrompida, el legado se ha destruido. Mi hermana lo supo, ahora, que estoy frente a ti; lo sé, por eso cedió el poder a la Iglesia —cambió de trayecto y ahora fue hacía un mueble y lo golpeó con su puño cerrado—. ¿Cómo pude arriesgar lo que más me importaba por una empresa condenada? Había decidido dejar de ser un Cisne hace mucho, ¿qué ha pasado? —se volteó para mirar a los ojos a Mirella y estudiar su reacción, mas hablaba con sinceridad.
Volvió a caminar hasta ella y extendió su mano a su tersa mejilla, a esa piel lisa y perfecta. —No hay ser más hermoso que tu, me es tan difícil contener mis deseos de besarte, yo… Mirella Arezzo, mírame a los ojos y dime que no me amas. Dime que lo que sucedió en Hungría y él tiempo que estuvimos juntos no merece la pena ser rescatado. Hazlo y me iré de la vida. Sea esa tu venganza porque destruirás mi corazón —le confesó sujetándola de los brazos—. Dame una razón para morir —por sus mejillas rodaron unas lágrimas recordando aquellos años como exiliado, antes de Mirella—. ¿Sabes? —dijo en un susurro soltándola—, aún no te agradezco por haber salvado mi vida en Hungría —le sonrió sintiéndose blando pero sincero.
De pronto, y sin que ella se diera cuenta Killian sacó una daga y se la entregó en la mano. Sostuvo la mano femenina con la daga amenazando su propio pecho. —Te amo tanto que confió ciegamente en ti y sólo a ti te entrego mi vida. Soy un necio, pese a que me digas que no me ames y me pongas mil obstáculos yo los libraré para estar contigo. Por eso, Mirella, la mejor situación es despojarme de mi vida, aquí y ahora. Líbrate de mi —hizo más presión en la daga y ésta hizo un agujero en la fina camisa, incluso hiriendo levemente a Killian. Un hilo de sangre pronto surcó por su camisa blanca.
Se acercó de nuevo a ella, a pasos lentos pero seguros. —La esperanza de formar una familia, tener bienestar. No te ofrezco riquezas, no te quiero comprar. Solo quiero una oportunidad, remediar mi error y mostraste que te sigo amando. Quiero que sepas y lo sientas, y yo… yo quiero saber y sentir las grietas de mi lejanía —dejó de caminar hacía ella, pese a que su rostro estaba frente al de ella, sus ojos los tenía echados a un costado. Miraba a aparentemente el suelo pero en su iris ardía el fuego de la guerra venidera—. Prusia, Hungría, Rusia, Rumania… —se llevó las manos a la cabeza, como si ésta le doliera—, los Cisnes Negros… Ya no, la familia ha sido corrompida, el legado se ha destruido. Mi hermana lo supo, ahora, que estoy frente a ti; lo sé, por eso cedió el poder a la Iglesia —cambió de trayecto y ahora fue hacía un mueble y lo golpeó con su puño cerrado—. ¿Cómo pude arriesgar lo que más me importaba por una empresa condenada? Había decidido dejar de ser un Cisne hace mucho, ¿qué ha pasado? —se volteó para mirar a los ojos a Mirella y estudiar su reacción, mas hablaba con sinceridad.
Volvió a caminar hasta ella y extendió su mano a su tersa mejilla, a esa piel lisa y perfecta. —No hay ser más hermoso que tu, me es tan difícil contener mis deseos de besarte, yo… Mirella Arezzo, mírame a los ojos y dime que no me amas. Dime que lo que sucedió en Hungría y él tiempo que estuvimos juntos no merece la pena ser rescatado. Hazlo y me iré de la vida. Sea esa tu venganza porque destruirás mi corazón —le confesó sujetándola de los brazos—. Dame una razón para morir —por sus mejillas rodaron unas lágrimas recordando aquellos años como exiliado, antes de Mirella—. ¿Sabes? —dijo en un susurro soltándola—, aún no te agradezco por haber salvado mi vida en Hungría —le sonrió sintiéndose blando pero sincero.
De pronto, y sin que ella se diera cuenta Killian sacó una daga y se la entregó en la mano. Sostuvo la mano femenina con la daga amenazando su propio pecho. —Te amo tanto que confió ciegamente en ti y sólo a ti te entrego mi vida. Soy un necio, pese a que me digas que no me ames y me pongas mil obstáculos yo los libraré para estar contigo. Por eso, Mirella, la mejor situación es despojarme de mi vida, aquí y ahora. Líbrate de mi —hizo más presión en la daga y ésta hizo un agujero en la fina camisa, incluso hiriendo levemente a Killian. Un hilo de sangre pronto surcó por su camisa blanca.
Killian White- Humano Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Escucha en susurros mi nombre, saliendo de sus labios, eran como agujas que se clavaban en mi piel. La valentía que antes me acompañaba, se tambaleaba, pero intentaba mantenerla a flote, por mi bien, por no caer en el dolor de nuevo.
Escuche como sus palabras decían que no queria que lo siguiera, y sentí mucho con aquellas palabras, pues sentí que ciertamente me conocía porque hubiera ido con él, hasta el fin del mundo, pero no entendía que no comprendiera que más que ugares solo quería saber si me había dejdo de amar, si fuí un juego, todo lo que me pregunte todo el tiempo desde que se marchó, y que habían sido las preguntas que a mi mente machacaban cada noche, cuando en la soledad y triste noche, quedaba sola, y mi cerebro empezaba a pensar en ello.
Sus palabras hicieron un alto tras decir "...Temía perderte en el camino".Unas palabras que golpearon en mi mente, o tal vez enelcorazón.-Era mejor perderme antes de emprende, el camino.-Tal vez sonaba mordaz, pero era así. Sentí romperseme el corazón y el alma en aquella mañana. Tal vez hasta los criados y personal a mi servicio, recordaban aún aquella mañana. Vi como evitaba mmis ojos, apoyandose en el respaldo, y como volvía a hablar mencionando la palabra "esperanza", dos veces las pronunció, dos veces sentí abrirse las heridas en mí.
Me miró a los ojos, y notaba como mis ojos escocian queriendo llorar, intentaba no sufrir pero lo estaba haciendo, y ante todo yo estaba allí parada viendolo, sin moverme.
Se había acercado a mí, soltando palabras sueños y deseos que una vez quise, y un despiadado me robo al matar a mi esposo, y al tiempo volvi a creer que pudiera tener y esta vez me bndono esa esperanza.-espernzas... Cuanta tuve una vez. esperanza, la unica que quedo en la caja de Pandora, pero en mi, huyó por segunda vez de mi vida. -En mi, dividida estaba, entre que hermoso sonaba aquello, y en la que aun tomaba el control, ese sentimiento de exasperación, aburrimieno ante la idea de volver a abrir mi vidas a esperanzas. Jamás quise riquezas, ya poseía suficientes riquezas.
Escuche todos los lugares que seguramente visitó, y en un amargo penamiento pensé en cuantas damas lo habrían acompañado en las noches frias de Rusia, Prusia... de pronto sentí un pequeño y esporadico malestar, ante tales pensamientos.
de prnto creí que le dió un cambio, pues habló con una logica a la mia, sobre lo de el poder y la familia White, mis ojos se brieron ante tal momento, de reconocer algo que parecía que no entendería nunca.
Lo miré sorprendida y incluso me vñi moviendome hacía él antes de detenerme en ello, y que él fera hasta uno de los muebles cambiando su camino hacía mi persona.
Me sobresalte ante el golpe que pegó en el mueble, y me llleve la mano derecha al pecho, buscando mi corazón sorprendido tambien con aquel gesto.
No hablé, solo lo mire con sorpresa, bajando la mano de mi pecho y colocando ambas aferrandose por delante, jugandoo los dedos de una mano con el anillo de la otra mano. Las preguntas que lanzó, fueron como un abrir mis boca, y las cnteste automaticamente, sin pensar mucho en las palabra que de mis labios salian.-La codicia, y el poder te cegó. La ambición fue mas fuerte que la razón. sucumbistes a todo ello y al rencor, que guardabas en tí.- Y mi gesto se entristeció, mire al suelo, esta ez era yo quien desviaba la miraa y se volvia un poco a un lado, tragando saliva, pues la gargannta se me seco, cuando trague para mi apellas plabras que deje de decir -y lo peor de todo es que es una maldición que invadé a los White.- Le mire a los ojos, pero soló vi aquello que mis palabras habían mentado, y pensé quue por mucho que me amara ante su amor se imponia eso, y eran su prioridad sobre mi, o los sentimientos hacía mí.
Me acercó a mí, y lo seguí con la mirada, sin apartarlade su rostro, de sus ojos, sintiendo cierta compasión, rabia tal vez minima en ello, pena. Pena por él, y mucha más por mí, que tal vezlo seguía queriendo en el fondo de mí, aunque quisiera negar tal sentimiento. Me dolía aquello, ¿porque? poruqe en si aún lo amaba, no había vuelto a tener algo con ningún hombre, y había cortado de inmediato, las intenciones de hombres cuando intuia que deseaban algo que no iba a darles, y que era mi corazón o mi mano.
Extendió su mano, y cerré mis ojos, y respire pfundamente, sintiendo su toque una vez más, sintiendo a mi corazón voltear en mi pecho, como un soplo de juvilo, ante aquella caricia tan deseada. pero abrí los ojos ante sus palabras que pedían lo mirara, y lo miré, pero no acudía a mi ninguna palabra, quedaban en mi garganta atascadas. Recordar Hugría, era recordar una felicidad, una sonrisa tras la tristeza del luto que parecía eterno. Era como vivir una juventud, que apenas había podido disfrutar en su tiempo por mi pronto matrimonio. Era tan hermosos recuerdos, como los de la infancia feliz de cualquier niña de familia de bien, disfrutando en la primavera de el olor a flores en medio de un hermoso jardín, dejandose caer tras dar vueltas en la hierba, y notar el sol dando en su rostro.
Killian me tomo de mis brazos, y eso me desperto de aquello, y con sorpresa me ví envuelta en pensar en la realidad de las palabras de killian, pillandome de nuevo despistada. Escuche lo de la razón para morir, mientras intentaba centrarme en lo que pasaba ahora mismo que no hungría. sus ojos se llenaron de lagrimas, eso me desgarró por dentro, no recordaba velro llorar, no así, sin un gran mal mayor. -Killian...- Susurre, casí como una medio suplica yante su estado, y mi desgarrado corazón. No podía verlo así, dolía ver mal a alguien que había sido tanto para mí.
Me soltó, llamando en pleno mi atención, aunque desconcertada ante sus últimos gestos. -¿Que?- Pregunte mezclando en la voz curiosidad y mucho más de miedo ante la incertidumbre de sus últimas confesiones y gestos.
Abrí los ojos, ante su respuesta, y me sujete a lo que me estaba más a mano, pues sentí que no podría a lo mejor mantenerme en pie, ante tales palabras. Tragé saliva con dificultad, sentía muy seca mi garganta. -No te salve. Ya ves que no. Solo fui una panacea temporal, a tu dolor.-Dije, soltandome de donde me apoyé y encontrando fuerzas para hablar en esos momentos, en que toda yo me sentía tocada. Pase mis manos por mis mejillas y ojos ssecando mmis lagrimas, y luego alise mi vestido, mirando al suelo un momento, y luego al cielo, soltando aire, encontrando el control, la tranquilidad de mis sentimientos. Volví a mirar al suelo de nuevo, apretando mis labios hacia dentró, cuando sentí su aroma frente amí y note como me tomaba la mano. De pronto me vi mirando su mano tomando la mia, en la que tenía una daga. La daga era muy parecida a la que yo cargaba para protegerme, las conocia bien, pequeñas pero punzantes y afiladas, coferían un gran seguro, en ataques cuuerpo a cuerpo y ha distancia corta. Pero cuando fuí mirando de la empuñadura en mi mano a la punta, vi que esta apuntaba a su pecho, y mis labios se separaron, y el miedo se apodero de mí. Mis ojos lo miraban atonica, pasando de la punta de la daga a su pecho mi mano y su rostro. Mi pulso temblaba, Quería soltar aquello, mientras hablaba, con aquellas palabras que me dejaban un miedo atroz ante que aquello fueran sus deseos reales, pero él sujetaba aún mi mano. No tenía palabras, no podía hablar en ese momento. Muchas veces, incluso tal vez hacía un momento, había podído pensar en que is deseos fueran matarlo, pero a la hora de la verdad, ahora mismo entendía eso de que los asesinos, tenían sangre fria, yo no la tenía, no almenos para matarle a él, no a Killian.
Sentí que llevo mi mano hacía sí, y me saco de aturdimiento, y vi el hilo fino rojo, que mancho su camisa, asustada solo pude, poner mi otra mano sobre la de él que agarraba mi mano. -señor W... Detuve mi voz y correguí aquellaas palabras. Killian, por favor... Basta... - Pedí en suplica, y sollozo que exploto en el "por favor" rompienso mi voz.
Tiré para zafarme de su agarre.-¿Porque me haces esto?- Solloce en suplica, y me sentía horriblemente mal, mientras le hablaba a los ojos, y las lagrimas llenaban mis ojos, recorriendo mi mejilla hasta abajo, callendo sobre mmmi pecho y mi vestido. Temblaba hasta mi labio inferior un poco, me sentia nerviosa. Temblaba toda, hasta mis piernas, y mis ojos se iban a su camisa manchada. -No lo entiendes... No sabes... Te marchastes, dejando el anillo... me levante de mi cama no estabas, no pude creer que dijeran que te fuistes, tuve que ir, en bata en ropa de cama... Fui al establo y no vi tu motura. Sali corriendo... Y no pare hasta que me caí. - Solloce de nuevo, y sentí las ganas de caer de rodillas, pues las piernas se me iban. Era horrible, pensar en tal dolor, y más en aquella situación de verme en el suelo, con toda la ropa blanca manchada de tierra del camino. ¿Porque hacía aquello? Por que no me dejaba en paz. Porque no podía desaparecer de una vez.-Creí morir, por segunda vez...-Y era así, y por alguna razón, sabía que otro dolor de perdida así, me mataría.
Escuche como sus palabras decían que no queria que lo siguiera, y sentí mucho con aquellas palabras, pues sentí que ciertamente me conocía porque hubiera ido con él, hasta el fin del mundo, pero no entendía que no comprendiera que más que ugares solo quería saber si me había dejdo de amar, si fuí un juego, todo lo que me pregunte todo el tiempo desde que se marchó, y que habían sido las preguntas que a mi mente machacaban cada noche, cuando en la soledad y triste noche, quedaba sola, y mi cerebro empezaba a pensar en ello.
Sus palabras hicieron un alto tras decir "...Temía perderte en el camino".Unas palabras que golpearon en mi mente, o tal vez enelcorazón.-Era mejor perderme antes de emprende, el camino.-Tal vez sonaba mordaz, pero era así. Sentí romperseme el corazón y el alma en aquella mañana. Tal vez hasta los criados y personal a mi servicio, recordaban aún aquella mañana. Vi como evitaba mmis ojos, apoyandose en el respaldo, y como volvía a hablar mencionando la palabra "esperanza", dos veces las pronunció, dos veces sentí abrirse las heridas en mí.
Me miró a los ojos, y notaba como mis ojos escocian queriendo llorar, intentaba no sufrir pero lo estaba haciendo, y ante todo yo estaba allí parada viendolo, sin moverme.
Se había acercado a mí, soltando palabras sueños y deseos que una vez quise, y un despiadado me robo al matar a mi esposo, y al tiempo volvi a creer que pudiera tener y esta vez me bndono esa esperanza.-espernzas... Cuanta tuve una vez. esperanza, la unica que quedo en la caja de Pandora, pero en mi, huyó por segunda vez de mi vida. -En mi, dividida estaba, entre que hermoso sonaba aquello, y en la que aun tomaba el control, ese sentimiento de exasperación, aburrimieno ante la idea de volver a abrir mi vidas a esperanzas. Jamás quise riquezas, ya poseía suficientes riquezas.
Escuche todos los lugares que seguramente visitó, y en un amargo penamiento pensé en cuantas damas lo habrían acompañado en las noches frias de Rusia, Prusia... de pronto sentí un pequeño y esporadico malestar, ante tales pensamientos.
de prnto creí que le dió un cambio, pues habló con una logica a la mia, sobre lo de el poder y la familia White, mis ojos se brieron ante tal momento, de reconocer algo que parecía que no entendería nunca.
Lo miré sorprendida y incluso me vñi moviendome hacía él antes de detenerme en ello, y que él fera hasta uno de los muebles cambiando su camino hacía mi persona.
Me sobresalte ante el golpe que pegó en el mueble, y me llleve la mano derecha al pecho, buscando mi corazón sorprendido tambien con aquel gesto.
No hablé, solo lo mire con sorpresa, bajando la mano de mi pecho y colocando ambas aferrandose por delante, jugandoo los dedos de una mano con el anillo de la otra mano. Las preguntas que lanzó, fueron como un abrir mis boca, y las cnteste automaticamente, sin pensar mucho en las palabra que de mis labios salian.-La codicia, y el poder te cegó. La ambición fue mas fuerte que la razón. sucumbistes a todo ello y al rencor, que guardabas en tí.- Y mi gesto se entristeció, mire al suelo, esta ez era yo quien desviaba la miraa y se volvia un poco a un lado, tragando saliva, pues la gargannta se me seco, cuando trague para mi apellas plabras que deje de decir -y lo peor de todo es que es una maldición que invadé a los White.- Le mire a los ojos, pero soló vi aquello que mis palabras habían mentado, y pensé quue por mucho que me amara ante su amor se imponia eso, y eran su prioridad sobre mi, o los sentimientos hacía mí.
Me acercó a mí, y lo seguí con la mirada, sin apartarlade su rostro, de sus ojos, sintiendo cierta compasión, rabia tal vez minima en ello, pena. Pena por él, y mucha más por mí, que tal vezlo seguía queriendo en el fondo de mí, aunque quisiera negar tal sentimiento. Me dolía aquello, ¿porque? poruqe en si aún lo amaba, no había vuelto a tener algo con ningún hombre, y había cortado de inmediato, las intenciones de hombres cuando intuia que deseaban algo que no iba a darles, y que era mi corazón o mi mano.
Extendió su mano, y cerré mis ojos, y respire pfundamente, sintiendo su toque una vez más, sintiendo a mi corazón voltear en mi pecho, como un soplo de juvilo, ante aquella caricia tan deseada. pero abrí los ojos ante sus palabras que pedían lo mirara, y lo miré, pero no acudía a mi ninguna palabra, quedaban en mi garganta atascadas. Recordar Hugría, era recordar una felicidad, una sonrisa tras la tristeza del luto que parecía eterno. Era como vivir una juventud, que apenas había podido disfrutar en su tiempo por mi pronto matrimonio. Era tan hermosos recuerdos, como los de la infancia feliz de cualquier niña de familia de bien, disfrutando en la primavera de el olor a flores en medio de un hermoso jardín, dejandose caer tras dar vueltas en la hierba, y notar el sol dando en su rostro.
Killian me tomo de mis brazos, y eso me desperto de aquello, y con sorpresa me ví envuelta en pensar en la realidad de las palabras de killian, pillandome de nuevo despistada. Escuche lo de la razón para morir, mientras intentaba centrarme en lo que pasaba ahora mismo que no hungría. sus ojos se llenaron de lagrimas, eso me desgarró por dentro, no recordaba velro llorar, no así, sin un gran mal mayor. -Killian...- Susurre, casí como una medio suplica yante su estado, y mi desgarrado corazón. No podía verlo así, dolía ver mal a alguien que había sido tanto para mí.
Me soltó, llamando en pleno mi atención, aunque desconcertada ante sus últimos gestos. -¿Que?- Pregunte mezclando en la voz curiosidad y mucho más de miedo ante la incertidumbre de sus últimas confesiones y gestos.
Abrí los ojos, ante su respuesta, y me sujete a lo que me estaba más a mano, pues sentí que no podría a lo mejor mantenerme en pie, ante tales palabras. Tragé saliva con dificultad, sentía muy seca mi garganta. -No te salve. Ya ves que no. Solo fui una panacea temporal, a tu dolor.-Dije, soltandome de donde me apoyé y encontrando fuerzas para hablar en esos momentos, en que toda yo me sentía tocada. Pase mis manos por mis mejillas y ojos ssecando mmis lagrimas, y luego alise mi vestido, mirando al suelo un momento, y luego al cielo, soltando aire, encontrando el control, la tranquilidad de mis sentimientos. Volví a mirar al suelo de nuevo, apretando mis labios hacia dentró, cuando sentí su aroma frente amí y note como me tomaba la mano. De pronto me vi mirando su mano tomando la mia, en la que tenía una daga. La daga era muy parecida a la que yo cargaba para protegerme, las conocia bien, pequeñas pero punzantes y afiladas, coferían un gran seguro, en ataques cuuerpo a cuerpo y ha distancia corta. Pero cuando fuí mirando de la empuñadura en mi mano a la punta, vi que esta apuntaba a su pecho, y mis labios se separaron, y el miedo se apodero de mí. Mis ojos lo miraban atonica, pasando de la punta de la daga a su pecho mi mano y su rostro. Mi pulso temblaba, Quería soltar aquello, mientras hablaba, con aquellas palabras que me dejaban un miedo atroz ante que aquello fueran sus deseos reales, pero él sujetaba aún mi mano. No tenía palabras, no podía hablar en ese momento. Muchas veces, incluso tal vez hacía un momento, había podído pensar en que is deseos fueran matarlo, pero a la hora de la verdad, ahora mismo entendía eso de que los asesinos, tenían sangre fria, yo no la tenía, no almenos para matarle a él, no a Killian.
Sentí que llevo mi mano hacía sí, y me saco de aturdimiento, y vi el hilo fino rojo, que mancho su camisa, asustada solo pude, poner mi otra mano sobre la de él que agarraba mi mano. -señor W... Detuve mi voz y correguí aquellaas palabras. Killian, por favor... Basta... - Pedí en suplica, y sollozo que exploto en el "por favor" rompienso mi voz.
Tiré para zafarme de su agarre.-¿Porque me haces esto?- Solloce en suplica, y me sentía horriblemente mal, mientras le hablaba a los ojos, y las lagrimas llenaban mis ojos, recorriendo mi mejilla hasta abajo, callendo sobre mmmi pecho y mi vestido. Temblaba hasta mi labio inferior un poco, me sentia nerviosa. Temblaba toda, hasta mis piernas, y mis ojos se iban a su camisa manchada. -No lo entiendes... No sabes... Te marchastes, dejando el anillo... me levante de mi cama no estabas, no pude creer que dijeran que te fuistes, tuve que ir, en bata en ropa de cama... Fui al establo y no vi tu motura. Sali corriendo... Y no pare hasta que me caí. - Solloce de nuevo, y sentí las ganas de caer de rodillas, pues las piernas se me iban. Era horrible, pensar en tal dolor, y más en aquella situación de verme en el suelo, con toda la ropa blanca manchada de tierra del camino. ¿Porque hacía aquello? Por que no me dejaba en paz. Porque no podía desaparecer de una vez.-Creí morir, por segunda vez...-Y era así, y por alguna razón, sabía que otro dolor de perdida así, me mataría.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Si vieres que hay lugar, dile jug[u]etes fermosos,
palabras afeitadas con gestos amorosos;
con palabras muy dulçes, con dezires sabrosos,
creçe[n] mucho amores e son desseosos.
Arcipreste de Hita, "Libro de buen amor"
palabras afeitadas con gestos amorosos;
con palabras muy dulçes, con dezires sabrosos,
creçe[n] mucho amores e son desseosos.
Arcipreste de Hita, "Libro de buen amor"
Estaba histérica. Killian liberó la presión que tenía sobre ella y la daga se cayó estrepitosamente. —¡SI LO ENTIENDO!, ¡lo entiendo! —gritó para que retomara un poco más la cordura. Cuando Mirella le observó Killian le prodigó una acaricia. —Es la misma sensación que sentí en mi partida, el irme de aquí fue como rebanarme el cuello con una espada, estaba muerto, sin ti lo estoy. Mirella, podemos hacerlo, la que tiene la decisión de no aventurarse eres tu —juntó su frente con la de ella y le limpió las lágrimas—. Quiero casarme contigo, formar una familia, quiero cumplir los sueños que ambos forjamos. No tengas miedo amor, aquí estoy, tranquila —le dio un breve beso y la abrazó, acarició el pelo y respiró sobre él.
—Ya paso amor, estoy aquí y no te abandonaré nunca más. ¿Sabes por qué? —se separó de ella cogiéndola de las manos—, porque yo elijo lo nuestro —le sonrió besando ambas manos. Pero entonces se le vino a la mente la posibilidad de que ya no podría recuperarla, posiblemente ya existía alguien en su vida y si era así… ¿qué iba hacer Killian? retrocedió un par de pasos aterrado, se llevó la mano la boca para cubrir el rastro de terror que sus ojos no podían ocultar—. ¿O este dolor que sientes es por qué ya hay alguien en tu vida? —preguntó lo que no quiso cuestionar, no quería saberlo pero algo le decía que era así.
Killian tomó asiento totalmente aturdido. —Soñaba que jugábamos con nuestros hijos en este lugar, ellos crecían y nosotros seguiríamos aquí, tomados de la mano en una mecedora. Hasta que la muerte nos separara. Fui un estúpido al creer que no habría nadie más ya en tu corazón duquesa Arezzo. Creo que… —las lágrimas se rebelaron a él y se desparramaron a un costado de sus ojos, se puso de pie y sin voltearla a ver emprendió el camino hasta los establos, no podía quedarse más tiempo allí.
Killian White- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Sus palabras me hicieron mirarlo, y sentí su mano posandose en mi mejilla , acariciandola suavemente. Mi llanto se vio sosegado, pero no sabía que hacer tras sus palabras. ¿Aventurarme? Era como tirarse por el precipicio y esperar que al final de la caida halla una marea alta, que no picos de piedra afilados como cuchillas. Tanto dolor había ya sufrido, cuando antes jamas tuve dolor alguno. La perdida de un esposo, el abandono de que parecía una brisa de aire fresco en un caluroso día de verano, tantos sueños, tantas ganas de ser adre, había sentido, dos abandonos y todo mi mundo caerse encima mio.
Me decía sentir como muerto, yo sentí ser un alma errante en este mundo, sin rumbo, ni esperanzas, buscando el lugar de descanso que no hallaba.
Guarde silencio, cuando note que junto su frente a la mia. Presté atención a esos ojos azules, profundos... Recorde como adoraba ver esos ojos, y como había deseado volver a verlos, aunque hasta ahora no lo hubiera pensado. Limpio mis lagrimas y ese momento lo viví cerrando los ojos, y inspirando su olor, ese olor que tambien creía olvidado pero en realidad siempre había recordado ese olor.
Sus palabras eran, como si leyera dentro de mí, los deseos que había querido cumplir, siempre, pero más desde que empece ha amarlo a él. "Casarnos" "Un familia" eran deseos que había tenido, y por sus palabras él tambien, aunque pensara que no cuando se fue. Me sentía como si flotara en mi una pequeña esperanza, algo de que despejara mis miedos, y mi frialdad, mirar al precipició.
Sus palabras parecían magicas, pues me relaje ante su petición, y su beso, esta vez, fue deseado y acojido. Me abrazo, y casi me derretia en su abrazo caliente. Lo abrace más timidamente, senti su rostro en mi cabello, mientras yo apoyaba mi cabeza en él, y inspiraba profundamente, para atrapar su olor, como si necesitara confirmar que era él quien estaba allí, abrazandome de nuevo. Cerre los ojos, y hasta mi rostro se tiño con una pequeña sonrisa, al recordar el pasado, cuando sus brazos eran mi lugar favorito, aquel en el que si estaba mal, me acogia para sentir un abrazo fuerte y protector que me tranquilizaba y me hacía sentir bien. Su caricia en mi pelo, su rostro pegado en mi cogote. Si algo había tranquilizado antes, ahora, me sentía reconfortada con aquello, podría quedarme en sus brazos horas, y eso me hizo sentir que no había olvidado el amor hacia Killian, solo había arrojado rabia, dolor, rencor... Pero debajo latía mi amor hacía él. -Killian...- Su nombre salio en un susurro de añoranza, como el hijo prodigo que vuelve, según los tomos religiosos.
Escuche como intentaba consolarme, y su pregunta, que capto mi atención, no más porque me separara de su cuerpo donde me econtraba a gusto, incluso el tomar mis manos, si no por la espera de su respuesta a como sabría yo que todo pasó. Respuesta, que me hizo sonreír de nuevo timidamente, pero tambien un pequeño punzamiento de culpabilidad. ¿Me elegia a mi? Que tan egoista podría ser, si deseaba que me eligiera, y lo deseaba de verdad. Era confuso mi pensar, pues aunque esas palabras las deseaba, sentía que lo había puesto egoistamente en una elección, y aunque yo saliera elegida, y sintiera felicidad, alivió, y felicidad, sentía tambien, que él no pudiera ser feliz solo conmigo.
Besó mis manos, y abrí la boca, sin articular palabra. No sabía como digerir aquellos sentimientos, en mi interior dos damas, una saltaba de su lugar con alegría y esperanza y la otra se arinconaba en un lado entristecida y pensativa, culpandose de que pudiera arrepentirse de tal decisión , aquel hombre que tanto amaba. - Killian... Yo...- dije entrecortadamente, arrastrando las dos unicas palabras pronunciadas, con tono dudoso y preocupado.
Me soltó las manos, y vi su rostro cambiar, mientras retrocedía y yo levantaba mi mano derecha hacia él, como queriendo parar su retroceso pero quedarse levantada. La baje lentamente, compungida por su rostro, que había tornado a un rostro aterrado.¿Al fin se habría dado cuenta de su error al elegirme, sobre el poder que desaeaba? ¿Tan rapido había cambiado de elección?. Sentí como si me petrificara, y su pregunta me caló entera. Abri la boca.Yo...- Me quede sin voz, de pronto el mundo real venia a mí en forma de brusco golpe a mi rostro y cabeza. "Si", "Tal vez" planteo por mi cabeza tal respuesta, en mi cama nadie había pasado, pero en mi casa y a mi lado hombres, con propositos, se declaraban, o dejaban lanzar mensajes silenciosos de interes. Y yo, mujer viuda, sola, sin hijos, había intentado verlo como una cosa que debía hacer, buscar esposo, pues en este lugar era dificíl llevar unos negocios sin ser varón. No, no había amado a ninguno, no los amaba, solo buscaba lo que siempre me habían enseñado, alguien que cuidara de mí, o de mis posesiones, aunque en esto topara sentimientos hacía no querer perder mi independencia, o perder mis intereses, ante alguien que no conocía, o no tenía pretensión de amar o querer.
Me había producido arcadas, la idea de imaginar incluso una boda y vida con alguien que no me produjera amor alguno. Sabía que mi suerte con mi querido difunto esposo, no volveria a pasar esta vez. Tal vez fuera que aquel hombre, había ganado en pocos días mi amor, antes de casarnos, cosa que ahora no veía ocurrir con estos pretendientes. Causa de esto, ahora lo veía claro, recordando esa sensación maravillosa en brazos de Killian hacia pocos minutos, él era la razón, pues él poseía gran parte de mi amor.
Me sentía perdida en mi propio salón, incluso sentí como si mi corsé se apretara más a mi cuerpo. Me lleve la mano ante tal sensación a ese lugar donde bajo la fina tela trabajada, estaba mi ropa interior y el corse que elevaba mi pecho. Abrí la boca para respirar, tal vez era una tontería, pero sentía que me ahogaba por un momento. Intente respirar y me recupere algo, mientras volví a buscar con mi mirada a Killian, que descansaba ahora sentado en uno de los sofas. Me preocupó su gesto de aturdimiento, me acerque lentamente hasta quedar cerca de él. -No puedo mentirte en eso, hay quien me pretende... Dije, para seguir explicandole, pero su voz se alzó cuando iba a proseguir.
Habló de pronto de sus sueños, y sentí un golpe en mi pecho, y mis ojos se cristalizaron y casí lloraba de nuevo, mirando la sala, imaginando lo que decía, con una triste sonrisa, porque aquello era lo mismo que yo había imaginado una y otra vez, hasta que la tristeza ensombreció la luz, de mi interior. Miraba la sala, volviendo a imaginar como lo decía él. Incluso sonreí al imaginar en dos asientos ambos mayores frente a la chimenea, y retratos de hijos, tal vez nietos...
Volví a la realidad, y a mirarlo a él.-Killian...- susurre de nuevo, desesperada ante su tristeza.
Sus lagrimas, me dejarón paralizada, tanto que solo podía verlo levantarse, como si no me oyera, ni viera, se marchaba del salón, y solo podía abrir la boca, pero sin proferir palabra alguna, ni un "adios", ni un "espera". Lo veía salir, lo vi pasar el umbral de la puerta, y me tuve que sentar donde antes él había estado, llorando que se fuera.
Antes había deseado que se marchara, que no estuviera, y ahora sentía otra vez dolor, me sentí nerviosa, que las piernas me temblaban, me incliné hacía delante, poníendo mis manos en mi pecho. Mientras aguantaba el dolor , mire hacía la puerta, intentando agudizar el oido, y seguir el sonido de sus pasos.-Kil...-Mi voz era baja, aunque intentara gritar, era un grito ahogado.
En mi mente volvia a recordar su anterior marcha, la pena el dolor, la soledad y recorde como al abrazarlo se había pasado todo mal de mi alma.
Tome control de mis piernas y levante titubeante un poco de el asiento, para ir rapido tras Killian y detenerlo. Pero apenas salí al pasillo y lo veía desaparecer por las escaleras, note un dolor en el pecho. Volvi a colocar mi mano buscando ese dolor donde el corazón, y sentí como me iba rapido, tan rapido que ni mis pulmones alcanzaban a trabajar a tal ritmo frenetico, como aquel.
No paré no podía parar, enía que alcanzarlo, no podía dejarlo marchar otra vezo no se que haaría o sería de mi. Intente correr con mi mano derecha en la zona del corazón, con la otra mano agarrando mi traje para poder correr.
En mi mente solo corrían imagenes de dolor, y palabras de animo, por poder alcanzarlo pronto, antes de que montara a caballo y se marchara. Tenía que decirle lo que nole había acabado de explicar.
Nunca había sido una niña de buena resistencia en lo de correr, y no era rapida, menos con vesetidos largos. Hubiera temido caerme al tropezar con el vestido, si no fuera por la de pensamientos que me albergaban y oupaban la cabeza. Tanto, que no me importaba que las lagrimas que llenaban mi rostro y manchaban el vestido, ni tampoco me importaba que la ansieda de ese momento provocaran en mi una taquicardia.
Fue justo cuando lo vi al otro extremo cerca de la salida, estaba cansada mis piernas no tenían fuerza, mi corazon seguia rapido, y sentía el mareo de la taquicardia producía. Ignore en ese momento si había o no sirvientes, mis ojos solo buscaban a Killian. -¡Killiannn.!-Aquel grito desesperado, si se escucho, salió de mis adentros como un último esfuerzo, cargado de desesperación, dolor y terminado en un ronco silencio, pues fue entonces cuando la taquicardia hizo de las suyas y mi cuerpo reacionó en un desvanecimiento.
De pronto como unas cortinas opacas aparecieron de arriba abajo, dejandome la visión en negro, sentía mareó, intente buscar apoyo en algo pero no hubo nada. Apenas de pronto escuche un grito de horror de mujer y pasos rapidos. Perdí el conocimiento.
Me decía sentir como muerto, yo sentí ser un alma errante en este mundo, sin rumbo, ni esperanzas, buscando el lugar de descanso que no hallaba.
Guarde silencio, cuando note que junto su frente a la mia. Presté atención a esos ojos azules, profundos... Recorde como adoraba ver esos ojos, y como había deseado volver a verlos, aunque hasta ahora no lo hubiera pensado. Limpio mis lagrimas y ese momento lo viví cerrando los ojos, y inspirando su olor, ese olor que tambien creía olvidado pero en realidad siempre había recordado ese olor.
Sus palabras eran, como si leyera dentro de mí, los deseos que había querido cumplir, siempre, pero más desde que empece ha amarlo a él. "Casarnos" "Un familia" eran deseos que había tenido, y por sus palabras él tambien, aunque pensara que no cuando se fue. Me sentía como si flotara en mi una pequeña esperanza, algo de que despejara mis miedos, y mi frialdad, mirar al precipició.
Sus palabras parecían magicas, pues me relaje ante su petición, y su beso, esta vez, fue deseado y acojido. Me abrazo, y casi me derretia en su abrazo caliente. Lo abrace más timidamente, senti su rostro en mi cabello, mientras yo apoyaba mi cabeza en él, y inspiraba profundamente, para atrapar su olor, como si necesitara confirmar que era él quien estaba allí, abrazandome de nuevo. Cerre los ojos, y hasta mi rostro se tiño con una pequeña sonrisa, al recordar el pasado, cuando sus brazos eran mi lugar favorito, aquel en el que si estaba mal, me acogia para sentir un abrazo fuerte y protector que me tranquilizaba y me hacía sentir bien. Su caricia en mi pelo, su rostro pegado en mi cogote. Si algo había tranquilizado antes, ahora, me sentía reconfortada con aquello, podría quedarme en sus brazos horas, y eso me hizo sentir que no había olvidado el amor hacia Killian, solo había arrojado rabia, dolor, rencor... Pero debajo latía mi amor hacía él. -Killian...- Su nombre salio en un susurro de añoranza, como el hijo prodigo que vuelve, según los tomos religiosos.
Escuche como intentaba consolarme, y su pregunta, que capto mi atención, no más porque me separara de su cuerpo donde me econtraba a gusto, incluso el tomar mis manos, si no por la espera de su respuesta a como sabría yo que todo pasó. Respuesta, que me hizo sonreír de nuevo timidamente, pero tambien un pequeño punzamiento de culpabilidad. ¿Me elegia a mi? Que tan egoista podría ser, si deseaba que me eligiera, y lo deseaba de verdad. Era confuso mi pensar, pues aunque esas palabras las deseaba, sentía que lo había puesto egoistamente en una elección, y aunque yo saliera elegida, y sintiera felicidad, alivió, y felicidad, sentía tambien, que él no pudiera ser feliz solo conmigo.
Besó mis manos, y abrí la boca, sin articular palabra. No sabía como digerir aquellos sentimientos, en mi interior dos damas, una saltaba de su lugar con alegría y esperanza y la otra se arinconaba en un lado entristecida y pensativa, culpandose de que pudiera arrepentirse de tal decisión , aquel hombre que tanto amaba. - Killian... Yo...- dije entrecortadamente, arrastrando las dos unicas palabras pronunciadas, con tono dudoso y preocupado.
Me soltó las manos, y vi su rostro cambiar, mientras retrocedía y yo levantaba mi mano derecha hacia él, como queriendo parar su retroceso pero quedarse levantada. La baje lentamente, compungida por su rostro, que había tornado a un rostro aterrado.¿Al fin se habría dado cuenta de su error al elegirme, sobre el poder que desaeaba? ¿Tan rapido había cambiado de elección?. Sentí como si me petrificara, y su pregunta me caló entera. Abri la boca.Yo...- Me quede sin voz, de pronto el mundo real venia a mí en forma de brusco golpe a mi rostro y cabeza. "Si", "Tal vez" planteo por mi cabeza tal respuesta, en mi cama nadie había pasado, pero en mi casa y a mi lado hombres, con propositos, se declaraban, o dejaban lanzar mensajes silenciosos de interes. Y yo, mujer viuda, sola, sin hijos, había intentado verlo como una cosa que debía hacer, buscar esposo, pues en este lugar era dificíl llevar unos negocios sin ser varón. No, no había amado a ninguno, no los amaba, solo buscaba lo que siempre me habían enseñado, alguien que cuidara de mí, o de mis posesiones, aunque en esto topara sentimientos hacía no querer perder mi independencia, o perder mis intereses, ante alguien que no conocía, o no tenía pretensión de amar o querer.
Me había producido arcadas, la idea de imaginar incluso una boda y vida con alguien que no me produjera amor alguno. Sabía que mi suerte con mi querido difunto esposo, no volveria a pasar esta vez. Tal vez fuera que aquel hombre, había ganado en pocos días mi amor, antes de casarnos, cosa que ahora no veía ocurrir con estos pretendientes. Causa de esto, ahora lo veía claro, recordando esa sensación maravillosa en brazos de Killian hacia pocos minutos, él era la razón, pues él poseía gran parte de mi amor.
Me sentía perdida en mi propio salón, incluso sentí como si mi corsé se apretara más a mi cuerpo. Me lleve la mano ante tal sensación a ese lugar donde bajo la fina tela trabajada, estaba mi ropa interior y el corse que elevaba mi pecho. Abrí la boca para respirar, tal vez era una tontería, pero sentía que me ahogaba por un momento. Intente respirar y me recupere algo, mientras volví a buscar con mi mirada a Killian, que descansaba ahora sentado en uno de los sofas. Me preocupó su gesto de aturdimiento, me acerque lentamente hasta quedar cerca de él. -No puedo mentirte en eso, hay quien me pretende... Dije, para seguir explicandole, pero su voz se alzó cuando iba a proseguir.
Habló de pronto de sus sueños, y sentí un golpe en mi pecho, y mis ojos se cristalizaron y casí lloraba de nuevo, mirando la sala, imaginando lo que decía, con una triste sonrisa, porque aquello era lo mismo que yo había imaginado una y otra vez, hasta que la tristeza ensombreció la luz, de mi interior. Miraba la sala, volviendo a imaginar como lo decía él. Incluso sonreí al imaginar en dos asientos ambos mayores frente a la chimenea, y retratos de hijos, tal vez nietos...
Volví a la realidad, y a mirarlo a él.-Killian...- susurre de nuevo, desesperada ante su tristeza.
Sus lagrimas, me dejarón paralizada, tanto que solo podía verlo levantarse, como si no me oyera, ni viera, se marchaba del salón, y solo podía abrir la boca, pero sin proferir palabra alguna, ni un "adios", ni un "espera". Lo veía salir, lo vi pasar el umbral de la puerta, y me tuve que sentar donde antes él había estado, llorando que se fuera.
Antes había deseado que se marchara, que no estuviera, y ahora sentía otra vez dolor, me sentí nerviosa, que las piernas me temblaban, me incliné hacía delante, poníendo mis manos en mi pecho. Mientras aguantaba el dolor , mire hacía la puerta, intentando agudizar el oido, y seguir el sonido de sus pasos.-Kil...-Mi voz era baja, aunque intentara gritar, era un grito ahogado.
En mi mente volvia a recordar su anterior marcha, la pena el dolor, la soledad y recorde como al abrazarlo se había pasado todo mal de mi alma.
Tome control de mis piernas y levante titubeante un poco de el asiento, para ir rapido tras Killian y detenerlo. Pero apenas salí al pasillo y lo veía desaparecer por las escaleras, note un dolor en el pecho. Volvi a colocar mi mano buscando ese dolor donde el corazón, y sentí como me iba rapido, tan rapido que ni mis pulmones alcanzaban a trabajar a tal ritmo frenetico, como aquel.
No paré no podía parar, enía que alcanzarlo, no podía dejarlo marchar otra vezo no se que haaría o sería de mi. Intente correr con mi mano derecha en la zona del corazón, con la otra mano agarrando mi traje para poder correr.
En mi mente solo corrían imagenes de dolor, y palabras de animo, por poder alcanzarlo pronto, antes de que montara a caballo y se marchara. Tenía que decirle lo que nole había acabado de explicar.
Nunca había sido una niña de buena resistencia en lo de correr, y no era rapida, menos con vesetidos largos. Hubiera temido caerme al tropezar con el vestido, si no fuera por la de pensamientos que me albergaban y oupaban la cabeza. Tanto, que no me importaba que las lagrimas que llenaban mi rostro y manchaban el vestido, ni tampoco me importaba que la ansieda de ese momento provocaran en mi una taquicardia.
Fue justo cuando lo vi al otro extremo cerca de la salida, estaba cansada mis piernas no tenían fuerza, mi corazon seguia rapido, y sentía el mareo de la taquicardia producía. Ignore en ese momento si había o no sirvientes, mis ojos solo buscaban a Killian. -¡Killiannn.!-Aquel grito desesperado, si se escucho, salió de mis adentros como un último esfuerzo, cargado de desesperación, dolor y terminado en un ronco silencio, pues fue entonces cuando la taquicardia hizo de las suyas y mi cuerpo reacionó en un desvanecimiento.
De pronto como unas cortinas opacas aparecieron de arriba abajo, dejandome la visión en negro, sentía mareó, intente buscar apoyo en algo pero no hubo nada. Apenas de pronto escuche un grito de horror de mujer y pasos rapidos. Perdí el conocimiento.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Tú, cuyo solo cuidado será retener a tu amada,
haz que te vea sentir por tu belleza estupor.
Si ella va en púrpuras tirias, loarás los ropajes de Tiro;
si ella va en seda de Cos, di que de Cos va muy bien.
Viste de oro: ella está para ti más precioso que el oro;
y, si eligió un cabriolé, tu aprobarás su elección.
Llega con túnica sólo: «provocas incendios», le dices,
mas que se cubra del frío ruega con tímida voz.
Se hace un peinado con raya: alaba la raya; ha rizado
su caballera al calor: oh sortijillas, gustad.
Admirarás, cuando baile, sus brazos; su voz, cuando cante, y,
cuando lo deje de hacer, frases tendrás que pensar.
Y hasta podrás venerar vuestras noches en lecho enlazados,
lo que gusta y sus goces de su secreto velar.
Y, si violenta ella fuera aun más que Medusa ojitorva,
para su amante se hará suave y serena. Algo más:
guárdate bien mientras hablas de dar la impresión de que finges
y de quitar validez con tu semblante de voz.
Sirven las mañas, si ocultas; pilladas, provocan vergüenza
y hacen perder con razón ya para siempre la fe.
Ovidio, Arte de amar
haz que te vea sentir por tu belleza estupor.
Si ella va en púrpuras tirias, loarás los ropajes de Tiro;
si ella va en seda de Cos, di que de Cos va muy bien.
Viste de oro: ella está para ti más precioso que el oro;
y, si eligió un cabriolé, tu aprobarás su elección.
Llega con túnica sólo: «provocas incendios», le dices,
mas que se cubra del frío ruega con tímida voz.
Se hace un peinado con raya: alaba la raya; ha rizado
su caballera al calor: oh sortijillas, gustad.
Admirarás, cuando baile, sus brazos; su voz, cuando cante, y,
cuando lo deje de hacer, frases tendrás que pensar.
Y hasta podrás venerar vuestras noches en lecho enlazados,
lo que gusta y sus goces de su secreto velar.
Y, si violenta ella fuera aun más que Medusa ojitorva,
para su amante se hará suave y serena. Algo más:
guárdate bien mientras hablas de dar la impresión de que finges
y de quitar validez con tu semblante de voz.
Sirven las mañas, si ocultas; pilladas, provocan vergüenza
y hacen perder con razón ya para siempre la fe.
Ovidio, Arte de amar
Sus pasos rápidos sobre el piso de mármol, el cuerpo erguido y su mirada altiva, mas no por eso herida, era una imagen más de la capa que se alzaba con prepotencia, no como debería de hacerlo; de poder. El aprendiz que acompañó en sus viajes a Killian cepillaba el cuello de Hajjâj. Al Cisne le pareció oportuno que no estuviera en los establos. Después de todo lo que quería era irse ya. Como si adivinase lo que su maestre pretendía colocó la silla en el caballo y lo orientó con dirección a la salida. Killian extendió su mano y Yaroslav le entregó un sombrero que habían comprado en el puerto de Venecia. Montó y pensativo espero a que Yaroslav estuviera listo, después de todo; su aprendiz sí guardó su caballo en el establo. Cuando sintió los pasos de su caballo Sacha; Hajjâj retrocedió un par de pasos, luego, se paró a dos patas relinchando, totalmente preparado para salir a galope de ahí. Sin embargo, como un estruendo, la voz dolorida de Mirella le llamó. Hajjâj bajó pero no emprendió el galope, ni siquiera trotó; Killian lo evitó arriándole de las cuerdas. Mirella se había desplomado en el suelo.
Estallaron varias voces en los alrededores. Yaroslav, los criados más cercanos y la mujer más cercana a ella, ya entrada en años y que adoptaba el rol de nana. Killian bajó en un acto desesperado y corrió hasta ella. Se hincó tomándole una de las manos, le tomó el pulso y soltó un suspiro cuando corroboró que fue sólo un desvanecimiento. Arrojó a un costado su sombrero y la cargó entre sus brazos. Ignorando las palabras de todos, acusaciones, preguntas o venenosas insinuaciones. Killian fue directo a los aposentos de Mirella, habitación que compartieron por todo un año y que habían tomado la decisión de que sería el cuarto que ocuparían para toda su vida. El Cisne Negro la recostó, el lugar poco cambió. Lo recordaba a la perfección y sobre todo lo que ellos hacían en ese lugar no solamente en las noches, por las mañanas o incluso por las tardes, a cualquier hora en que sus instintos no podían controlarse y se entregaban a la pasión.
—¡Que bella eres! —consciente de que ella no le escuchaba, o al menos eso creía. Pensó entonces en el desliz que tuvo en Prusia con la inquisidora y todo ese círculo que se montó en torno a una guerra en contra del mayor poder económico del mundo, un poder que radicaba en Nottingham bajo la bandera del imperio británico, mas esa sólo era la fachada que Scott y Chelsea inteligentemente tramaron para ocultar el colosal poder económico, político, social y militar que ostentan. Hasta ese momento, mientras acariciaba los oscuros cabellos de Mirella, se dio cuenta que él era un peón en el ajedrez del rey de Prusia, las alianzas con Hungría, Rumanía y Rusia no eran más que afianzar los índices de victoria sobre los Nottinghams—. Debí habértelo dicho primero, me hubieras abierto los ojos como lo has hecho ahora —y tan pronto como concluyó le dio un beso.
Como cuento de hadas, Mirella despertó. Killian sonrió y tomándola en sus brazos la acercó a él abrazándola. —¡Estás bien, Mirella, amor mío! —exclamó besando ambas mejillas, buscando sus ojos y acariciando sus cabellos—, mucho temí por ti, mucho me duele que no creas mis palabras. Mas mi corazón me dice que me seguiste porque así te lo dictó tu corazón tal como me dicta a mi que me quede. Dios Mirella, no quiero separarme de ti, no quiero volverte ha abandonar y te lo juro, por lo más sagrado que considero en la vida, TÚ, que no faltaré a mi palabra. No me iré más, no si no vienes tu conmigo —volvió a sonreír, sus manos se volvieron coquetas, se desplazaron por las mejillas, el cuello y los pechos aprisionados no solamente por el vestido, también por el corsé.
Killian repasó el lugar lentamente transformando su sonrisa en una picardía que ella bien conocía o debería de interpretar. —Mira donde estamos amor, ¿se te ocurre algo? —buscó sus labios forzándolos un poco a abrirse recostándose sobre la cama—. Porque a mí sí, quiero amarte, aquí y ahora. En este lecho, cuna de nuestra descendencia —posó su mano en el vientre mientras él se reincorporaba un momento.
Killian White- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
"Podrá nublarse el sol eternamente,
podrá secarse en un instante el mar,
podrá romperse el eje de la tierra,
como un debíl cristal.
¡Todo sucederá!
Podrá la muerte cubrirme
con su fúnebre crespón,
pero jamás en mi podrá apagarse
la llama de tu amor."-Gustavo A. Bécquer
podrá secarse en un instante el mar,
podrá romperse el eje de la tierra,
como un debíl cristal.
¡Todo sucederá!
Podrá la muerte cubrirme
con su fúnebre crespón,
pero jamás en mi podrá apagarse
la llama de tu amor."-Gustavo A. Bécquer
Era ajena a que el tiempo corría. Empecé a escuchar en la oscuridad voces, hasta que algo fue de familiar. Una voz, atractiva, solemne, la voz de Killian. Quería hablar, más mis palabras intuí no se escuchaban, pues no notaba que mis labios se movieran.
Intente aferrarme a mis fuerzas a abrir, quería estar con esa voz, con mi amado Killian, no tenía ya dolor, no tenía rencores… solo deseaba que no se fuera, que siguiera aquí.
Escuche las siguientes palabras y note algo en mis labios, un suave roce.
La luz se hizo, y abrí los ojos, comprobando y sintiendo mejor que aquello había sido un beso de Killian. -Killian..- Mi voz sonó débil, muy baja, pero esta vez si que se escucho, poco pero se escucho.
Killian me abrazó, mientras yo me sentía extrañada con aquella reacción efusiva, estaba medio mareada aún, intentando recobrar todo el control de mi cuerpo. El beso mis mejillas, acarició mis cabellos... yo recupere movimiento, y pose mi mano derecha en su antebrazo, mirando a sus ojos, que me buscaban. Sentí en su mirada, algo de miedo, de gratitud ante que estuviera bien, tal vez.
Killian no dejo de hablar, y yo intentaba decirle lo que quería que oyera y no me dejaba, más abría un poco la boca y callaba al oir a mi amado hablar de aquella forma, como si temiera, que el mundo se terminara, sin poder decirme lo que sentía.
Mi corazón se sintió consternado antes aquellas palabras, sonreían poco y pose mi mano derecha en su mejilla, acariciando su mejilla, mientras con la izquierda tomaba su hombro, no quería se fuera, aunque sus palabras me prometieran no hacerlo. -¡Mi vida!-salió de mis labios, llamarlo así pues no hablaba yo sino mi corazón, tocado por sus palabras.
Un momento así y sus manos se deslizaron a mi cuello, el cual hizo que cerrara los ojos y estirara el cuello, ante su tacto, luego hacía mi pecho, donde ya deje de estirar el cuello y abrí los ojos, mirando a los suyos, y abriendo mis labios un poco bruscamente al sentirlo tomar aprisionando mi pecho, y no poder evitar soltar un suspiro. Bajo hacia la parte de el corsé, y hay se detuvo, aunque parte de mí aún no sabía si tirarme a sus brazos, y besar cada parte de piel, o contestar en este momento que me dejaba su silencio.-No dejastes que te explicara Killian. No te vayas entonces, porque mis palabras son verdaderas. Te dije que no podía mentirte, que mi mano hayan pedido o inclusive buscado. Más todo ello, se quedan en pretensiones, porque mi corazón es mi guía, y no puedo darlo a nadie, salvo a quien pertenece. – Le dije y con las dos manos le tome el rostro y lo bese en los labios.
Cuando deje el besó, Killian desvió la mirada, yo no podía quitar mis ojos de él. Tan de cerca, tan junto a mi, su tacto, sus palabras, me tenían embrujada hacía él. Fue su pregunta picara, que me hizo sonrojar al darme cuenta y mirar el lugar, de que no estaba donde creía a ver estado.
Me sorprendí de que en mi desvanecimiento, hubiera pasado tanto tiempo sin conocimiento, pues apenas me había parecido que pasaron segundos. Sin embargo, me había traído escaleras y pasillos hasta el dormitorio. Lo miré mientras me recostaba en la cama, y él sobre mí. Separe de nuevo mis labios al notar su aliento sobre ellos. Se me pasaron las miles de noches de lujuria, y amor que entre esas paredes habíamos pasado. A nuestro amor testigos tanto la luna, como el sol, así como cualquier pícaro pajarillo que se hubiera posado en cerca del ventanal a observar, como dentro de aquella jaula de piedra a su buen ver, dos se volvían una, deshaciendo el lecho en sus juegos de pasión.
Esas palabras de describir sus intenciones, así como su sonrisa picara, me hicieron sentir como mi cuerpo volvía a sentir el latido del amor, o tal vez de la pasión. Y el “En este lecho, cuna de nuestra descendencia” Me hizo sonreír, como hacía mucho tiempo que no lo hacía.
Posó su mano en mi vientre y yo pose la mía sobre esta, mientras lo veía reincorporarse, y con mi brazo que no tocaba su mano, me ayude para reincorporarme un poco.
Me apoye en mi codo, que se hundió un poco sobre el colchón.- Quien sabe cuando lleguen tales bendiciones, más no puedo mentiros, que llegue o no, adorare cada trabajo puesto en ese intento.-Dije y le bese, apartando mi mano de la suya, levantándome y quitando la de apoyo, para tomar su rostro entre ellas y besarlo con la pasión que mantenía contenida, en todo este tiempo.
Un beso apasionado, que corte al separarme de sus labios un momento.-Guardasteis aquellos recuerdos, mi señor.- Conteste de forma coqueta y picara. Quitando su mano de mi vientre, me moví y me levante con suavidad. Me moví alrededor de los pies de la cama.- sin embargo… Aunque desee que me secuestréis en este lecho, por días, castigada sin salir… -Decía sonriéndole con mirada pilla, como una niña pequeña juguetona y traviesa. Me puse en el lado en que él estaba y tomando mi vestido lo levante, dejando ver mis piernas para sentarme sobre él, en la cama.-Me veo en la obligación, de acudir a mis dotes, para suscitar en vos tal deseo. Además de dejaros nuevos recuerdos, que os acompañen cuando dudéis en incumplir la promesa que me habéis realizado.- Dije de tal forma, Sonriéndole con picardía, mordiendo de la misma forma mi labio, mientras posaba mi mano por sus hombros, hasta su cuello, donde saque su capa roja, preciosa, si era sincera, aunque en ese momento no andaba admirando los detalles de la ropa . La capa cayó sobre la cama, y mis manos se deslizaron a por su próximo objetivo, palpando la tela fina y rica con la que estaba elaborada. Desvié mi mirada de el tejido de la prenda para mirar a los ojos de William, y sonreír.-No se ven por aquí telas como estas habitualmente… - Fui desabrochando pero me rendí a mitad, intente quitarlo de un tiron, mas solo saltaron unos. Tal hecho me puso más nerviosa, pues rugía desde mi interior el cúmulo de pasión y travesura que me invadían. Conseguí quitarlos pero ya me apremiaba el tiempo, o más bien las ganas, así que levante mis manos rápidamente acariciando sobre su camisa, hasta los hombros donde por debajo de la casaca, me ayude a levantar los hombros de esta y sacarla.
Bese los labios de Killian mientras lo hacía, y tras cesar el beso, tire la casaca detrás de mí. Solo quedaba la camisa, la ultima prenda que separaba su pecho de mi tacto y besos. Deshice el nudo rápidamente, y saque con su ayuda la camiseta que portaba.
Al descubierto su pecho, me quede mirando mientras mi mano pasaba por su pecho. Lo mire a los ojos. Sentí tal sensación, emoción y golpe de lujuria que lo bese, con fervor lazando mi peso sobre él, haciéndolo tumbarse sobre la cama. Lo bese como si no tuviera fin, como si de ello dependiera la vida. Cese solo por tomar aliento.- No olvides, que aquí, entre estas paredes, dejo de ser duquesa. –Dije con mirada picara, mordiendo su labio inferior, para bajar besando su barbilla, cuello y deleitándome con mis manos y labios a besar su húmedo pecho.
Llegando a su cintura, sus pantalones, bloqueaban mi paso, más mis manos habilidosas, abrieron camino, soltando la cintura del pantalón y calzones. Me moví para seguir mi recorrido, bajando un poco de la cama. Al pasar el ombligo, lamí parte de su piel y luego la bese, mirando de reojo hacía el rostro de Killian, al cual, su mente tan lujuriosa como la mía, y su sabiduría como hombre, le ofrecía la idea de cuales eran mis pretensiones.
Última edición por Mirella Arezzo el Mar Oct 13, 2015 4:21 pm, editado 1 vez
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
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Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
En primavera el roncal callará, la cigarra en verano
y ante la liebre echará el perro de Arcadia a correr.
Antes que a un joven rechace mujer conquistada con mimo;
pues hasta aquella, que tú crees que no quiere, querrá.
Venus furtiva es igual de agradable a mujer que a hombres;
mal disimula el varón, de ella las ganas no ves.
Si convinieran los machos en no suplicar los primeros,
pronto, rendida, iba a hacer la hembra el papel de pedir.
Ovidio, el arte de amar
y ante la liebre echará el perro de Arcadia a correr.
Antes que a un joven rechace mujer conquistada con mimo;
pues hasta aquella, que tú crees que no quiere, querrá.
Venus furtiva es igual de agradable a mujer que a hombres;
mal disimula el varón, de ella las ganas no ves.
Si convinieran los machos en no suplicar los primeros,
pronto, rendida, iba a hacer la hembra el papel de pedir.
Ovidio, el arte de amar
Sonrió cuando demostró el mismo interés que él tenía en formar juntos una familia. Ya lo había aceptado. Las puertas al deseo y la lujuria se abrieron sin restricciones según parecía. —No sólo los guardé, los atesoré —hizo énfasis con una voz serena, ligeramente sensual. Ella pronto actuó, primero, levantando su falda; después, montándose sobre él y declamando unas palabras que terminaron por incendiar la pasión ya desbordada—. Atesoraré entonces esos nuevos recuerdos y juraré en su piel mi promesa que no faltaré —alcanzó a decir esas palabras antes de que la capa roja obsequio de la alianza en Rusia, caía al ser desprendida por los delgados dedos de la mujer que verdaderamente amaba. Killian no hizo el mínimo movimiento, sólo la contempló, todos y cada uno de esos gestos picaros y sensuales de Mirella al quitarle el saco y luego la camisa fina; en ese momento reaccionó y llevó sus manos a la espalda para quitar los hilos que aprisionaban el vestido y el mismo corsé. Pero fue muy tarde, sus pectorales y torso estaban a su merced mientras los senos ansiados seguían resguardados en ese bello, pero ahora molesto vestido.
Sus besos, su mirada volvieron a intimidarlo, como si fuera a tomar ese cuerpo por primera vez en su vida. Como si no lo conociera. Quedó hipnotizado y sin poner resistencia ayudó a esas manos expertas a quitarse la camisa, nuevamente los besos, el empujón para que ella quedara sobre él y el arrebato desenfrenado de los inmensurables besos le impidió sacarle el vestido; tan sólo pudo desnudar sus hombros y decir en potente voz —¡te dejé de ver desde bastante tiempo! —sentía su calor en sus manos, en sus labios que descendían, aquellos dedos que jugueteaban con su velludo pecho. Bajaba peligrosamente al torso y cuando se sintió frenada se apresuró a desnudar completamente a Killian, aquel cuerpo fornido con una cicatriz en su muslo derecho luego de una batalla librada en Egipto y otra en la parte baja de su hombro, un disparo a quemarropa en Prusia salvando al rey.
Ahí estaba Mirella, con sus ojos posados en los de Killian mientras besaba con ternura su torso. La excitación del Cisne no pudo contenerse y pronto su miembro se alzó sobre el rostro de Mirella golpeando su mejilla. Más grande era aquella extremidad que el rostro de la duquesa, grueso, amenazador como un monstruo sensual, calvo y húmedo; como seguramente estaba el sexo de su amada guardado en su ropa interior. Killian se reincorporó en la cama quedando sentado, sujetó los cabellos de Mirella, su miembro cacheteó el femenino rostro preparado para la felación. Contuvo la respiración por un segundo, tragó saliva y por un instante el tiempo se detuvo, NO, fue un lapso mayor, Killian estaba meditando, cavilando sobre lo que estaba sucediendo. Ella tenia el control de la situación y aunque podía ser lo mejor. Como macho quería llevar las riendas.
El tiempo recobró su normalidad, las manos de Killian alzaron el rostro de Mirella. Ambos estaban de pie y ahora el Cisne la miraba con picardía, —Ya has cumplido en despertar en mi el deseo incontrolable de hacerte nuevamente mía. Ahora es mi turno de despertar el más recóndito fuego de la pasión en ti —y una vez terminaran sus palabras se lanzó a sus labios. Su lengua violó la ajena, forzándola a luchar, robándole el aliento mientras como un salvaje rompía el vestido por detrás, haciendo que cayera, el corsé liberó los generosos senos firmes y ayudado por ella la pequeña prenda que escondía su húmedo sexo. Killian atacó el cuello de Mirella, besándolo, mordiéndolo. Bajo al pecho repitiendo la misma operación como lo hiciera en el cuello, pero ahora rasgándolos con sus dientes y estrujándolos suavemente con sus manos. Una de ellas se apresuró a tocar su zona erógena en perfectos círculos. Abandonó los senos y con su lengua zigzagueó por su vientre chupando el clítoris, introduciendo sus dedos dentro de la vagina.
Estaba en la gloria, ella lo era todo. La máxima representación del placer. Su miembro ardía en deseos de la fornicación, un coito ansiado que se despertó en los primeros besos de ella. Abandonó su zona. —Llegó el momento, y si aún no he cumplido pronto lo haré —dijo, ahí hincado frente al sexo de la que sería su esposa, pese a no declarárselo de nuevo. Killian se puso de pie, puso sus manos sobre las caderas de Mirella y sorprendiéndola. No sólo la cargó, la giró en el aire. Los cabellos largos y oscuros quedaron suspendidos mientras sus pies se alzaban a lo alto. El Cisne Negro abrazó sus caderas con fuerza, reteniéndola y comenzó a besar, mordisquear, lamer ese divino clítoris. Dejando el rostro de Mirella a merced de su recto miembro, extremidad que la inducía a imitar lo que Killian hacía arriba.
Killian White- Humano Clase Alta
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Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
"Escrito está en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribistes, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero."Soneto V-Garcilaso de la Vega
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribistes, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero."Soneto V-Garcilaso de la Vega
Casi había olvidado la grandiosidad de sus atributos, cuando lo vi salir de sus ropas. No pude si no, agarrarlo y acariciarlo con mis besos y lengua, en todo su esplendor.
Parecía extraño que Killian me dejara gobernar, pues no dejaba de ser un hombre, al cual el no tener el control le desagradaba, aunque suponiendo que no esperara tal ataque, estuviera a mi merced, hasta que su cabeza lograra dar crédito a mis maniobras.
No puedo que el deseo aparcado de lado, desde hace tiempo, surgía de mis más profundas entrañas, y recorría mi cuerpo, despertando el dormido libido de mi ser, y creando en mi zona intima desear ser poseída, por tan privilegiado atributo. Saboree el sabor de su carne, con el deseo que me llenaba el volver a contemplarlo.
Me tomo mi amado, y de pie ambos nos pusimos, lo mire, deseosa humedeciendo mis labios, mordiendo mi labio, cuando sus palabras eran cumplidos hacía mis actos realizados.
Apenas pude mediar contestación a aquello, pues sus labios se posaron en los míos, y su lengua se coló en mi boca, peleándose con la mía en una batalla. Apenas respiraba con tal beso, pero era uno lleno de mucha intensidad, y deseo por ambos, deseos que estaban llenos de ganas de abarcar en un día los 365 días que se habían perdido.
No entendí que quisiera sacar de mí la pasión, si ya estaba deseosa de recuperar el tiempo perdido, aunque en mi interior, parte de mí, me castigara por no cumplir las promesas de hacía un año, de no volver a caer en brazos de tal hombre.”Pero…¡Ay! De mí, ingenua mujer, que creía poder olvidar y resistir, aquel hombre, por el que mi corazón volvía a latir.” Lo amaba tanto, como para dejar pasar aquello, y es que ahora entre mis brazos, sentir su cuerpo pegado al mío, mientras me desvestía de forma tan salvaje, arrancando mi vestido, dejándolo descender por mi cuerpo, hasta el suelo, y tras ello mi corsé que libero a mis senos, que pedían a gritos ser liberados, de tal opresión. Ayude a despojar de mí, mi última prenda que quedaba puesta, dejando al descubierto mi intimidad, y completamente desnudo mi cuerpo.
Besó mi cuello, y eso me hizo soltar un suspiro con un leve quejido de gusto, en que movía el cuello, para dejarlo a su merced, engatusada por aquella sensación maravillosa, de cosquillas gratificantes que invadían mi cuerpo con sus besos. Deslizo su rostro por mi pecho, y moví mi labio, exhalando un suspiro profundo. Agarrando con una de mis manos sus cabellos y otra posada en su hombro, tentada a clavar las uñas en él, al sentir intenso placer de su lengua en mis senos.
Solté las manos de su cabeza, ponsándolas en sus hombros, tocándolo apenas con mis dedos, cuando alcanzo mi vientre. Sorprendida al volver a sentir algo en mi, pegue un pequeño saltito, al penetrar sus dedos en mi vagina, que volvía a arder en deseos de sentir de nuevo tal atención, tan ansiada desde hacía un poco.
No podía con tanta sensación, cerraba los ojos, y suspiraba con gemidos, cuando su lengua acariciaba mi clítoris, y sus dedos trabajaban en mi vagina con tanta habilidad, que me desharía de placer.
Se detuvo y fue cuando pude, tomar aire con más profundidad, abrir mis ojos, y dejar de morder mi labio. Lo mire, deseosa, sintiendo como mi sexo, pedía más.
-Espero que así sea, pues por buen camino andas.- Conteste a sus palabras, sonriendo, como mi estado me permitía.
Me tomo en brazos y me llevo, quede con su miembro a la altura de mi rostro, y supe que mi sexo andaría al del suyo, poco tuve que pensar pues, sentí de pronto su húmeda lengua saborear mi sexo. Aquel movimiento de Killian, me hizo abrir la boca, por el intenso estimulo que me provoco, y que me invadió. Cuando supere aquel primer intenso momento, saboree de nuevo su miembro en mi boca, y pose mis manos por sus caderas, subía mi cabeza y bajaba, sacando y metiendo entre mis labios apretados su viril carne, que mi lengua acariciaba, cuando en la boca entraba.
Sentía el placer en mi sexo, que deseaba mucho más, y moría en desesperación de tener dentro lo que mi boca degustaba en esos momentos.
Solté una de mis manos de sus caderas, para agarrar a aquella carne que andaba dura, y vespertina, y con mi lengua picara y humedecida, juguetee en su cabeza, haciendo círculos rápidos con la punta, de mi lengua. Luego lo metía en mi boca prieta y besaba con mis labios su cabeza, para volver a realizar sendas practicas sobre ella.
No me aminoré, aunque difícil era concentrarse en menester con sus atenciones en mi sexo, que se derretía de placer.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
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Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Cuando llegaba a un punto de máximo placer Killian liberaba un aliento placentero sobre el clitoris de su amada. Comenzaba después a lamer su vulva y a falta de el jugueteo que podría hacer con sus dedos introducía la lengua una y otra vez por la vagina. Pocoo más de cinco minutos disfrutaron esa postura. Pues Killian volvió a girarla depositándola en el piso. Acarició sus cabellos y la miró a los ojos. A esos ojos que destellaban como los propios, el fuego de la pasión. Tomándola de la cintura la arrojó a la cama al tiempo en que caminaba lentamente y se subía para alcanzar su cuerpo tan caliente como el de él. cogió con sus fuertes manos los muslos de ella y abrió sus piernas dejando en manifiesto la intención de la penetración.
Sin embargo, no se apresuró. Levantó las piernas y dejó caer su miembro sobre la vulva de Mirella. Mientras Killian besaba los tobillos y cada rincón de las piernas. El Cisne Negro hacía un vaiven con su cuerpo, de tal modo que su sexo se desplazaba de arriba hacia abajo sobre la vulva en un ardiente masaje. Fue bajando las piernas, continuaban frotándose ambos sexos ya deseosos de la penetración por lo que él podía ver en los ojos de su amada y quien estaba dispuesto hacer su esposa. Ya olvidando todo el lío que representaba la guerra. Serían sólo él y ella.
Fue entonces cuando llegó la penetración, lentamente el miembro se abrió paso hasta quebrar la vagina de Mirella, Killian le tomó de la cintura y comenzó a embestirla con fuerza, como un animal. De una forma salvaje pero reparando en darle el mayor placer posible. Por eso, cuando puso una de sus manos en su vientre, llevó la otra al clitoris. Los dedos comenzaron a frotarlo buscando en ella un pronto orgasmo y distrayéndolo a él de una eyaculación. No pretendía cogerla en esa sola posición. Mirella era una mujer fogoza, nada fácil de complacer pero no un reto para Killian, nunca lo había sido. El haber sido amante de muchas mujeres antes de ella lo ponían en ventaja sobre otros amantes que pudo o no tener Mirella en su vida.
—¡Ven aquí —susurró, echó su cuerpo hacía atrás sentándose sobre sus piernas y levantando el cuerpo de Mirella de tal forma que podían verse frente a frente. La duquesa se apresuró a anclarse del cuello de Killian mientras éste colocaba las piernas de ella atravesando los costados de su cuerpo con las rodillas flexionadas. Killian pasó su mano por la espalda y empujando el cuerpo femenino al de él produjo un nuevo embiste que facilitaba que se encontraran sus labios. Y así se libró una batalla de la boca, donde Killian absorbía los gemidos de ella en cada embestida de su macho. Del ya perdido hombre que de inglés ya no tenía más que el apellido. Pues en la cama era una maquina.
Sin embargo, no se apresuró. Levantó las piernas y dejó caer su miembro sobre la vulva de Mirella. Mientras Killian besaba los tobillos y cada rincón de las piernas. El Cisne Negro hacía un vaiven con su cuerpo, de tal modo que su sexo se desplazaba de arriba hacia abajo sobre la vulva en un ardiente masaje. Fue bajando las piernas, continuaban frotándose ambos sexos ya deseosos de la penetración por lo que él podía ver en los ojos de su amada y quien estaba dispuesto hacer su esposa. Ya olvidando todo el lío que representaba la guerra. Serían sólo él y ella.
Fue entonces cuando llegó la penetración, lentamente el miembro se abrió paso hasta quebrar la vagina de Mirella, Killian le tomó de la cintura y comenzó a embestirla con fuerza, como un animal. De una forma salvaje pero reparando en darle el mayor placer posible. Por eso, cuando puso una de sus manos en su vientre, llevó la otra al clitoris. Los dedos comenzaron a frotarlo buscando en ella un pronto orgasmo y distrayéndolo a él de una eyaculación. No pretendía cogerla en esa sola posición. Mirella era una mujer fogoza, nada fácil de complacer pero no un reto para Killian, nunca lo había sido. El haber sido amante de muchas mujeres antes de ella lo ponían en ventaja sobre otros amantes que pudo o no tener Mirella en su vida.
—¡Ven aquí —susurró, echó su cuerpo hacía atrás sentándose sobre sus piernas y levantando el cuerpo de Mirella de tal forma que podían verse frente a frente. La duquesa se apresuró a anclarse del cuello de Killian mientras éste colocaba las piernas de ella atravesando los costados de su cuerpo con las rodillas flexionadas. Killian pasó su mano por la espalda y empujando el cuerpo femenino al de él produjo un nuevo embiste que facilitaba que se encontraran sus labios. Y así se libró una batalla de la boca, donde Killian absorbía los gemidos de ella en cada embestida de su macho. Del ya perdido hombre que de inglés ya no tenía más que el apellido. Pues en la cama era una maquina.
Killian White- Humano Clase Alta
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Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Tenía que hacer esfuerzos por centrarme en su miembro, pues sus caricias a mi sexo me distraían fácilmente de ello, intentaba no perder la atención, cuando su lengua entro en mi sexo, y no pude aguantar, solté su miembro de atenciones y lance un gemido de placer.
Pensé en que si aquello no cesaba, me volvería loca así, pues mi intimidad se humedecía internamente, preparándose a recibir mucho más que su lengua traviesa.
Los minutos se me hacían como horas, y es que era una tortura, el placer que recibía, con tener que darle placer con mi boca a él, mientras me deshacía yo misma como el chocolate en el fuego. Nada mejor que decir, que chocolate al fuego, pues mi cuerpo ardía en intensos impulsos y deseos, de que me poseyera de nuevo aquel hombre, mi hombre, porque aunque no estuviéramos casados, y ya una vez se hubiera ido, no podía negar ahora mismo lo que durante su ausencia había intentado ocultar, que andaba perdidamente enamorada, de él. Sus artes amatorias, sus palabras engatusadoras su compañía tranquilizadora… No solo sería sexo como ahora mismo, más no se puede negar que esta era una de las principales cosas que más unión nos daba, y más nos encantaba realizar a ambos. Killian era el único, tras mi difunto esposo, el cual había pasado a poseer la autorización de conocer mi cuerpo tan a fondo, y no es que no sintiera apreció al sexo, pero solo ellos, lograban en mi tal deseo.
Nuestros ojos se volvieron a encontrar, pero esta vez ardía en ellos un fuego apasionado y lujurioso, de querernos tomar hasta que nuestros cuerpos suplicaran que no más. Y no podía negar que sus ojos eran los mismos que los míos, pues no solo ellos lo gritaban, su miembro en mi boca se había puesto en tensión, despertado de su descanso, y erguido, preparado como soldado para entrar al frente de batalla, y mi sexo… que decir de él, que había puesto el campo en preparación, para recibir al soldado enemigo.
Mis cabellos sobre el piso, fueron acariciados por Killian, mientras yo imitaba su gesto y acariciaba su cabello y rostro. -Si sigo desvanecida en el piso de abajo… solo deseo quedarme en este sueño. Contigo. Salió aquello, intentando reprimir un poco el querer añadir el que deseaba que me tomara ya. Aunque en nuestro mirar, podría ver escrito aquellas palabras. No pues, él era especial para mí, por eso mismo, porque sabía leer en mí los deseos, o tal vez era más que ambos sentíamos una conexión en sentir los mismos deseos carnales, el uno por el otro.
Me tomó y me soltó sobre la cama, caí sobre la colcha de colores oscuros y ribetes dorados, rica tela, de calidad, que protegía durante el día las sabanas de algodón, con bordados, a manos de bellos dibujos, laboradas por manos de expertas bordadoras, de Italia.
Killian, mi hombre se acercó a mi cuerpo, ardiente y deseoso, mis labios se abrieron un poco, exhalando suavemente el aire, de mis pulmones, y mis ojos lo fije en él, con deseo, con lujuria, como leona a la que ve llegar hasta ella la comida servida, en una semana de ayuno. Abrió mis piernas, tomando mis muslos, y sentí como si por dentro , en mi sexo, este diera un brinco de alegría al presentir que recibiría a su valiente soldado dentro por fin.
Fue desesperante para mi vulva, el ver que era una vez más tentada. Levantaba mi vientre, pues mi sexo deseaba tenerlo, y se moría y desesperaba al sentir el roce del miembro sobre ella, pero no llegando a penetrar en ella.
Eso, acarreaba que mi sexo se desquiciara, y me emitiera intensos mensajes a todo mi cuerpo de desesperación, ganas, deseo e impaciencia. Yo solo respondía , abriendo mi boca, cerrándola, respirando profundamente, y exhalando el aire con algún que otro acompañamiento de suaves gemidos.-Kiiilliamm…-Se escucho en suaves y bajas palabras susurrar, el nombre de el inglés. Que besaba con sus labios mi tobillo, bajando por mi pierna, y no encontraba donde agarrarme que la colcha oscura de la cama.
Al poco, como si aquello fuera más que un nombre, una entera suplica, poco a poco su miembro se introdujo en mí, y mi sexo impaciente se veía complacido. Sentí como llenaba mi sexo, como el placer se hacía un intenso escalofrió que se movía por mi columna por todo mi cuerpo erizando mi bello, haciéndome suspirar en profundidad, cuando llego ha entrar del todo. Poco duro esa sensación tranquila, y su poca prisa, se transformo en salvajes embestidas, que me despertaron del aturdimiento, cerrando mis piernas para sentirlo más.
Me penetraba como un desbocado animal, eso me encantaba, me deshacía de placer, me encantaba que me tomara como un animal, como su hembra, como si no hubiera más días. Intentaba moverme a su ritmo para sentirlo más. Había pasado un año, más el inglés, estaba en plena forma, y lo demostraba con tanta intensidad, que hasta la cama parecía moverse quejándose de tanto movimiento. Mis suspiros, se mezclaban con gemidos, que salían de mi garganta cuando el cuerpo de Killian, se abalanzaba hacía mí.
Mi cuerpo entero se movía empujado por aquel salvajismo de tomarme, y mientras mi sexo se sentía desbordado de complacencia, se sentía pequeño ante tanta intensidad.
Mi cabeza se desbordaba en sensaciones, en dulces y desquiciantes intensos impulsos, que ni se podría saber de donde procedían pues estaba colapsada, y solo me rendía al sexo salvaje en ese momento. Algo si me quedo claro, que aquello no podía ser un sueño, pues dudaba que un desvanecimiento creara un sueño así de intenso, más cuando su mano se poso en mi clítoris y el placer era doble, pues era mi vagina y mi clítoris los que enviaban y recibían el placer.
Estaba intentando recordar respirar, con los ojos cerrados, agarrada a la colcha, maltrecha, pues ya mis manos al aferrarse a ella, mi cuerpo al ser movido en las envestidas, habían descolocado más la colcha, cuando escuche sus palabras y abrí los ojos. Sintiendo como frenaba su embestidas asalvajadas, y sentía mi sexo un poco resentido de tan salvaje batalla, que le habían dado, pero con ansias de más, lamentando esa replegaba acción.
Hice caso, no tenía propio juicio, para poder debatir sus palabras, mi cuerpo pedían más y si ir con él era más, hacía lo que me dijera sin pensarlo, ni dudarlo. Me agarre a su cuello, mis piernas a sus costados. -Vuelve a tomarme así.. –Le dije, con el poco aliento que recuperaba y deseando que volviera tomarme a lo animal,. -"¡Dios!¿Como había podido aguantar el celibato, tras probar una vez sus artes amatorias, si una vez mas volvía a caer en ellas, hasta el fondo en un abrir y cerrar de bocas?"- pensé en ese momento, antes de que volviera a tomarme, y penetrarme.
Nuestros labios se encontraban y ahora se abrían dos frentes, al sur, y al norte. Ninguno de ellos, era perdedor, los dos ganaban, pero no por ello, se dejaba hasta más mínimo impulso, en esa lucha.
Sus labios, su lengua, acallaban mis gemidos, que en esa nueva postura eran más intensos, pues intenso se volvía así, las embestidas de su soldado en mi sur.
Él perdía su condición de caballero, y mi duquesa… La duquesa, ya se había quitado el moño y marchado de esa habitación cuando me levante de la cama para desvestirle. Ahora había una mujer desnuda, deseosa de placer, de pecar carnalmente, y mandar al cuerno la decencia.
Me solté de sus labios, para respirar, aunque mis manos seguían aferrándolo y movía mis caderas para sentir mas profundas sus penetraciones, intentaba apretar los músculos vaginales, para que se intensificara el placer, y jugué a volver a besarlo mordiéndole el labio, echando la cabeza hacía atrás luego, gimiendo a placer, y luego lanzándome sobre él, posando mi cabeza sobre su hombro y mordisqueándole el cuello.-No tengas piedad, tómame como nunca, lo has hecho. Le suplique, le susurre en su oreja antes de gemir en ella, y buscar sus labios de nuevos, para volver a juntar nuestros labios, pelear con nuestras lenguas.
Pensé en que si aquello no cesaba, me volvería loca así, pues mi intimidad se humedecía internamente, preparándose a recibir mucho más que su lengua traviesa.
Los minutos se me hacían como horas, y es que era una tortura, el placer que recibía, con tener que darle placer con mi boca a él, mientras me deshacía yo misma como el chocolate en el fuego. Nada mejor que decir, que chocolate al fuego, pues mi cuerpo ardía en intensos impulsos y deseos, de que me poseyera de nuevo aquel hombre, mi hombre, porque aunque no estuviéramos casados, y ya una vez se hubiera ido, no podía negar ahora mismo lo que durante su ausencia había intentado ocultar, que andaba perdidamente enamorada, de él. Sus artes amatorias, sus palabras engatusadoras su compañía tranquilizadora… No solo sería sexo como ahora mismo, más no se puede negar que esta era una de las principales cosas que más unión nos daba, y más nos encantaba realizar a ambos. Killian era el único, tras mi difunto esposo, el cual había pasado a poseer la autorización de conocer mi cuerpo tan a fondo, y no es que no sintiera apreció al sexo, pero solo ellos, lograban en mi tal deseo.
Nuestros ojos se volvieron a encontrar, pero esta vez ardía en ellos un fuego apasionado y lujurioso, de querernos tomar hasta que nuestros cuerpos suplicaran que no más. Y no podía negar que sus ojos eran los mismos que los míos, pues no solo ellos lo gritaban, su miembro en mi boca se había puesto en tensión, despertado de su descanso, y erguido, preparado como soldado para entrar al frente de batalla, y mi sexo… que decir de él, que había puesto el campo en preparación, para recibir al soldado enemigo.
Mis cabellos sobre el piso, fueron acariciados por Killian, mientras yo imitaba su gesto y acariciaba su cabello y rostro. -Si sigo desvanecida en el piso de abajo… solo deseo quedarme en este sueño. Contigo. Salió aquello, intentando reprimir un poco el querer añadir el que deseaba que me tomara ya. Aunque en nuestro mirar, podría ver escrito aquellas palabras. No pues, él era especial para mí, por eso mismo, porque sabía leer en mí los deseos, o tal vez era más que ambos sentíamos una conexión en sentir los mismos deseos carnales, el uno por el otro.
Me tomó y me soltó sobre la cama, caí sobre la colcha de colores oscuros y ribetes dorados, rica tela, de calidad, que protegía durante el día las sabanas de algodón, con bordados, a manos de bellos dibujos, laboradas por manos de expertas bordadoras, de Italia.
Killian, mi hombre se acercó a mi cuerpo, ardiente y deseoso, mis labios se abrieron un poco, exhalando suavemente el aire, de mis pulmones, y mis ojos lo fije en él, con deseo, con lujuria, como leona a la que ve llegar hasta ella la comida servida, en una semana de ayuno. Abrió mis piernas, tomando mis muslos, y sentí como si por dentro , en mi sexo, este diera un brinco de alegría al presentir que recibiría a su valiente soldado dentro por fin.
Fue desesperante para mi vulva, el ver que era una vez más tentada. Levantaba mi vientre, pues mi sexo deseaba tenerlo, y se moría y desesperaba al sentir el roce del miembro sobre ella, pero no llegando a penetrar en ella.
Eso, acarreaba que mi sexo se desquiciara, y me emitiera intensos mensajes a todo mi cuerpo de desesperación, ganas, deseo e impaciencia. Yo solo respondía , abriendo mi boca, cerrándola, respirando profundamente, y exhalando el aire con algún que otro acompañamiento de suaves gemidos.-Kiiilliamm…-Se escucho en suaves y bajas palabras susurrar, el nombre de el inglés. Que besaba con sus labios mi tobillo, bajando por mi pierna, y no encontraba donde agarrarme que la colcha oscura de la cama.
Al poco, como si aquello fuera más que un nombre, una entera suplica, poco a poco su miembro se introdujo en mí, y mi sexo impaciente se veía complacido. Sentí como llenaba mi sexo, como el placer se hacía un intenso escalofrió que se movía por mi columna por todo mi cuerpo erizando mi bello, haciéndome suspirar en profundidad, cuando llego ha entrar del todo. Poco duro esa sensación tranquila, y su poca prisa, se transformo en salvajes embestidas, que me despertaron del aturdimiento, cerrando mis piernas para sentirlo más.
Me penetraba como un desbocado animal, eso me encantaba, me deshacía de placer, me encantaba que me tomara como un animal, como su hembra, como si no hubiera más días. Intentaba moverme a su ritmo para sentirlo más. Había pasado un año, más el inglés, estaba en plena forma, y lo demostraba con tanta intensidad, que hasta la cama parecía moverse quejándose de tanto movimiento. Mis suspiros, se mezclaban con gemidos, que salían de mi garganta cuando el cuerpo de Killian, se abalanzaba hacía mí.
Mi cuerpo entero se movía empujado por aquel salvajismo de tomarme, y mientras mi sexo se sentía desbordado de complacencia, se sentía pequeño ante tanta intensidad.
Mi cabeza se desbordaba en sensaciones, en dulces y desquiciantes intensos impulsos, que ni se podría saber de donde procedían pues estaba colapsada, y solo me rendía al sexo salvaje en ese momento. Algo si me quedo claro, que aquello no podía ser un sueño, pues dudaba que un desvanecimiento creara un sueño así de intenso, más cuando su mano se poso en mi clítoris y el placer era doble, pues era mi vagina y mi clítoris los que enviaban y recibían el placer.
Estaba intentando recordar respirar, con los ojos cerrados, agarrada a la colcha, maltrecha, pues ya mis manos al aferrarse a ella, mi cuerpo al ser movido en las envestidas, habían descolocado más la colcha, cuando escuche sus palabras y abrí los ojos. Sintiendo como frenaba su embestidas asalvajadas, y sentía mi sexo un poco resentido de tan salvaje batalla, que le habían dado, pero con ansias de más, lamentando esa replegaba acción.
Hice caso, no tenía propio juicio, para poder debatir sus palabras, mi cuerpo pedían más y si ir con él era más, hacía lo que me dijera sin pensarlo, ni dudarlo. Me agarre a su cuello, mis piernas a sus costados. -Vuelve a tomarme así.. –Le dije, con el poco aliento que recuperaba y deseando que volviera tomarme a lo animal,. -"¡Dios!¿Como había podido aguantar el celibato, tras probar una vez sus artes amatorias, si una vez mas volvía a caer en ellas, hasta el fondo en un abrir y cerrar de bocas?"- pensé en ese momento, antes de que volviera a tomarme, y penetrarme.
Nuestros labios se encontraban y ahora se abrían dos frentes, al sur, y al norte. Ninguno de ellos, era perdedor, los dos ganaban, pero no por ello, se dejaba hasta más mínimo impulso, en esa lucha.
Sus labios, su lengua, acallaban mis gemidos, que en esa nueva postura eran más intensos, pues intenso se volvía así, las embestidas de su soldado en mi sur.
Él perdía su condición de caballero, y mi duquesa… La duquesa, ya se había quitado el moño y marchado de esa habitación cuando me levante de la cama para desvestirle. Ahora había una mujer desnuda, deseosa de placer, de pecar carnalmente, y mandar al cuerno la decencia.
Me solté de sus labios, para respirar, aunque mis manos seguían aferrándolo y movía mis caderas para sentir mas profundas sus penetraciones, intentaba apretar los músculos vaginales, para que se intensificara el placer, y jugué a volver a besarlo mordiéndole el labio, echando la cabeza hacía atrás luego, gimiendo a placer, y luego lanzándome sobre él, posando mi cabeza sobre su hombro y mordisqueándole el cuello.-No tengas piedad, tómame como nunca, lo has hecho. Le suplique, le susurre en su oreja antes de gemir en ella, y buscar sus labios de nuevos, para volver a juntar nuestros labios, pelear con nuestras lenguas.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Le ha colocado las alas y, tal como instruye la madre
a sus polluelos, así se las enseña a mover.
Luego se ajusta a los hombros las suyas, y el nuevo camino,
balanceando su cuerpo, tímidamente probó.
Ovidio, El arte de amar
a sus polluelos, así se las enseña a mover.
Luego se ajusta a los hombros las suyas, y el nuevo camino,
balanceando su cuerpo, tímidamente probó.
Ovidio, El arte de amar
Echó su cuerpo hacía la cama al escuchar sus palabras que lo excitaron aún más. Soltó sus nalgas y esta vez puso una en su vientre y la otra en su espalda y comenzó un nuevo vaiven, empujándola y jalándola sin que ella saltara sobre su miembro. El nuevo movimiento hacía que los testiculos de Killian sintieran la presión de las nalgas de Mirella sobre éstos que más que causarle dolor eran caricias. El ritmo del movimiento del cuerpo de Mirella parecía una danza indú o similar, su cuerpo se movía como una cobra y él aumentaba la rápidez con que la empujaba y la jalaba de nuevo a él. Ambos gemían, su cuerpos sudorosos hacían que su piel brillara dándoles un toque divino, como si dos dioses copularan, si, era como Ares y Afrodita.
La respiración de Killian era muy agitada, sus manos comenzaban a acalambrarse, por eso atrajo hacia él el cuerpo de ella, sintiendo sus pechos sobre sus pectorales y rodó para quedar él encima de ella. Le prodigo incontables besos a la vez que la penetraba a un ritmo pausado, lejos del salvajismo, tomó con su mano diestra la pierna alzándola ligeramente, formando un arco y se fue reincorporando. Puso la otra mano en el vientre y comenzó de nuevo los embistes salvajes, fuertes donde el miembro entraba en su totalidad y el glande alcanzaba a acariciar los labios vaginales. En dos ocasiones su sexo salió pero rápidamente volvió a introducirlo como si su vida dependiera de ello.
Comenzaba a sentir el cansancio así que salió del interior y fue directo a sus labios mientras las yemas de sus dedos acariciaban la vulva. —¡Qué hermosa eres! —exclamó fatigado pero mostrando una sonrisa de felicidad, volvió a besarla y fue besando su barbilla, su cuello, bajó por el seno, su torno el vientre y volvió a apoderarse del clítoris. Jugó nuevamente a introducir los dedos en la vagina, abría los labios y con sus yemas de nuevo a la vulva, alternaba acciones, cuando sus labios no estaban en el clítoris la lengua penetraba la vagina y los dedos frotaban el húmedo clítoris.
Killian White- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
"En tus ojos nazco, tus ojos me crean,
vivo yo en tus ojos el sol de mi esfera,
en tus ojos muero, mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, tus ojos mi tierra."
- "Poemas de Miguel de Unamuno"
vivo yo en tus ojos el sol de mi esfera,
en tus ojos muero, mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, tus ojos mi tierra."
- "Poemas de Miguel de Unamuno"
¿Como evitas la atracción de los cuerpos a la tierra? Aunque nuestros caminos fueran distintos, siempre acabábamos predestinados a encontrarnos, y caer en el placer más intenso, el cariño más dulce, y amor más alocado, pero ¿acaso no dicen que el amor es una locura de dos?.
Nos movíamos en vaivén, sentía su miembro en mí, el placer recorrer cada centímetro de mi ser, Mi respiración entre cortarse y mis jadeos, mezclados con gemidos de placer. Me movía sobre él como una bailarina oriental. Es esfuerzo, hizo aflorar en ambos el sudor, que le cubría toda la piel, pero solo mirar sus ojos, hacía que aguantara y quisiera seguir, añoraba a mi amante, a mi enamorado, a mi cisne negro, o blanco, que más daba su color, si era mio fuera del color que fuera. Odiando todo este tiempo, ese apellido puro, ese bastardo animal de color de vergüenza, y ahora tenia el deseo, de que no se apartara de mí. No podía evitar verlo en sudor, desnudo debajo de mí, y no podía más que verlo más hermoso, deseándolo más.
Me atrajo hacia él y no pude más que tumbarme pues me encontraba cansada de tanto moverme sobre él, aunque no cansada de sentirlo en mí. Me volteo, y quedo sobre mí, la suave luz que apenas entraba por la ventana le dio y creí verlo como un dios, un adonis. Sudoroso con esos ojos, mirándome, con tanto deseo, como si fuera su musa, su Afrodita, su aire, como si como había dicho antes, muriera si me dejaba. Tal vez, por su mente pasara la idea de que no había vivido, sino estado muerto, cuando se separó de mi, o tal vez esto era lo que yo más bien pensaba que morí en su abandonó, y volvía a revivir, con su presencia y sus ojos, mirándome con esa intensidad con la que él solía hacer.
Penetraba en mi intimidad, y sentía su pecho contra el mio, haciendo despertar más la sensación en mis pechos con la fricción. Me besaba, como queriéndome devorar, y yo lo besaba a él, tomando con mis manos su cabeza, deseando y suplicando que el sentir de sus labios, no fuera una argucia de mi mente, que creara el sentir más maravilloso, en un sueño del que fuera a despertar. Más no podía ser tal hecho, ningún sueño era tan intenso, pues sentía como me penetraba en totalidad, incluso como mi sexo, suplicaba volverlo a tener en los segundos que se salia de mí y volvía a entrar.
Lo deseaba tanto, que los primeros orgasmos llegarón a mí con facilidad, llenando aquella habitación de mi voz.-Aaaa.-Abrí la boca, cerrando los ojos, perdiendo casi el tacto con su cabeza, extasiada en el gran golpe de placer que su miembro producía al tomarme con insistencia.
En aquel momento me sentía la mujer mas dichosa de todo el ducado, con mi amado tomándome una vez más, después de una ausencia larga y sentida. Aquello era, como el florecer de la primavera, tras el invierno, frió y sombrío. Ahora había pasado mi Invierno particular, y podía dislumbrar el sol tras las nubes, alumbrando a una primavera que calentaba el corazón.
Salió de mí, y abrí los ojos, recuperada del placer con el sur humedecido en sus propia humedad, lo miré como si me asustara que ya tuviera que irse,más sus labios se posaron sobre los míos y sus dedos, picaros y habilidosos se colaban en mi intimidad, juguetonamente.¿Quien era yo para no dejarles hacer de las suyas? Abrí mis piernas para que accedieran a mi vulva.
Sus palabras me robaron una sonrisa, contenida en un gemido suave ante el placer de sus dedos, y distinguí en su voz, la fatiga por aquel maravilloso rato, que me había entregado.-Son vuestros ojos, los que me ven hermosa, aún cuando el sudor empapan mi cuerpo.- Dije, sonrojandome, y sintiendo el calor de mis mejillas, mientras tomaba con mi mano diestra su rostro acariciándolo.
Una vez más me beso, y entrelazamos un momento s los labios, hasta que los suyos, siguieron un recorrido, pícaro y sinceramente placentero. Mi barbilla, mi cuello aquel que era un lugar sensible a sus besos, mis senos, deseosos de ser besados, y siguió hasta mi Clítoris. Me lleve la mano a mi boca, mordiendo mis dedos, cuando el placer de su habilidad amatoria, me sobrepasaba. Era tanto que tenía que ponerle voluntad a no cerrar mis piernas, y mantenerlas abiertas, aunque hasta los dedos de mis pies se cerraran al igual que lo hacían las de mis manos, con cada golpe intenso de que cruzaba mi cuerpo, en respuesta.-Killian...-Dije, en un desesperado y entre cortado por la fatiga de el sexo, muerta de placer, retorciéndome en él, casi creyendo que aquello era más un juego malvadamente sensual, de castigo por no creerle antes, por haberle hecho salir de la casa y volver. Un castigo para recordarme como con solo sus manos y labios, podía dominar mi cuerpo y hacerme sentir rendida a su merced.
Moví la cabeza, de un lado a otro, agarre de nuevo la colcha, me mordía el labio no podía, me desesperaba tanto efecto en mí.-No me castigues...- Salió en un jadeo, marcado por una confusión, pues deseaba que parara, pero a la vez no quería que lo hiciera, era una mezcla de placer, y insoportable, pero deseándolo al mismo tiempo.
Moví mi cabeza alzándola un poco para verlo en mi sur, suponiendo que disfrutaba de su poder sobre mí, y si no lo hacía, la verdad era que lo tenía. Mirándolo, me sentí que en un escalofrió de placer, mis ojos derramaron una lagrima, y fue aquello de que mirándolo, sintiéndolo... No quería que esto se terminara. No quería que tras esta noche, volviera a marcharse, dejandome con este recuerdo. lo miré, y con mi mano quise tocarle, pero sentir otra oleada, me detuvo, y aferre a mi piel de mi pierna esa mano.-Te amo.-Deje escapar, como rendida, desvelando dos palabras que surjian,no de mi cabeza, si no de mi corazón. Como bombeadas por este, encontrando salida por mis labios.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
Assí fue que un tienpo una dueña me prisso;
de su amor non fui en este tienpo rrepiso;
sienpre avía della buena fabla e buen rriso;
nunca ál fizo por mí, ni creo que fazer quiso.
Era dueña en todo e de dueñas señora;
non podía estar solo con ella una ora;
mucho de omne se guardan allí do ella mora,
más mucho que non guardan los jodíos la Tora.
Sabe toda la nobleza de oro e de seda;
conplida de muchos bienes, anda mansa e leda;
es de buenas constunbres, sossegada e queda;
non se podría vençer por pintada moneda
Arçipreste de Hita
El libro de Buen Amor
de su amor non fui en este tienpo rrepiso;
sienpre avía della buena fabla e buen rriso;
nunca ál fizo por mí, ni creo que fazer quiso.
Era dueña en todo e de dueñas señora;
non podía estar solo con ella una ora;
mucho de omne se guardan allí do ella mora,
más mucho que non guardan los jodíos la Tora.
Sabe toda la nobleza de oro e de seda;
conplida de muchos bienes, anda mansa e leda;
es de buenas constunbres, sossegada e queda;
non se podría vençer por pintada moneda
Arçipreste de Hita
El libro de Buen Amor
Entre sus piernas, chupando el clitoris cual pezón en labios de un recién nacido que ansía la leche; Killian comenzó a recordar su pasado. Más precisamente como llegó ante la duquesa, un soldado convirtiéndose en guardia, un guardia convirtiéndose en escolta, un escolta convirtiéndose en amante, un amante con más poder que la misma duquesa... Un Cisne Negro entre las sábanas de seda de la duquesa. Sí que había sido una sorpresa, un ducado perjudicado por el imperio comercial al cual pertenecía. Los Arezzo fieles a la Iglesia y leales a la casa londinense; «¿qué paso?» los londinenses los abandonaron y la casa Yorkshires controlaba las rutas obligando a los Arezzo pagar un permiso para navegar sus propias aguas y comerciar sólo con los miembros del gremio de los Yorkshires y allí, con ella estaba un londinense... Su amante era un londinense.
Pero todo fue superado, eso quedó en el pasado y Killian no hacía más que descargar la intensidad de su amor sobre ella. Los convenios para derrocar el imperio de los Cisnes Negros no existían más en su mente, no había cabida para nada. Sólo un hombre y una mujer, sólo Killian y Mirella, un White y una Arezzo... la promesa de un matrimonio que regresó a ella y el compromiso de él para hacerla feliz como prometiera antes de su partida.
Se detuvo un momento, abrió las piernas que estaban sediendo al placer y volvió a penetrarla. El vaivén fue nuevamente intenso, el sudor era evidente en los dos, las gotas de Killian caían sobre la piel a perlada de Mirella que con su propio sudor brillaba cual diosa. Sí, era como si Killian un simple mortal hiciera el amor con una Diosa. Dejándose llevar le tomó de las piernas que se resbalaron en sus manos por el líquido de ambas pieles. Los gemidos, el sonido del contacto de las pieles tan distinto a cuando iniciaron, ahora no eran golpes secos, se escuchaba la húmedad en ellos, el desplazamiento. Ella no parecía romperse y él parecía haber llegado al límite y así era.
Antes de que Killian alcanzara el orgasmo masculino le llegaron a la mente imágenes. Él navegando en aguas que no conocía, una quietud que acariciaba su corazón con ternura llenándolo del placer de la tranquilidad y luego, ella, Mirella con un bebé en brazos. Con sus ojos cerrados Killian sonrió, era el sueño de su vida.
Sus piernas le temblaron y sintió un calambre en ambos pies que fue subiendo por sus talones, sus pantorrillas, estremeciendo las rodillas. Killian apresuró el vaivén y comenzó a respirar con más agitación, el calambre se convirtió en un cosquilleo que subió por los muslos llegando a sus testículos, sintió un breve masaje y el orgasmo se sucitó. El semen de Killian quedó esparcido dentro de Mirella. El londinense regularizó su respiración, besó a la duquesa con ternura y se recostó a un lado tomando la mano de la que sería su esposa y cerró sus ojos.
Nuevamente era imagen, el mar, ella y el bebé... «Espero que se vuelva una realidad»
Killian White- Humano Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: La passione, un peccato veniale (Killian W.)[+18]|The World War of the Black Swans
" Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.."
- "Poemas de F. Quevedó"
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.."
- "Poemas de F. Quevedó"
Y aunque hubiera pasado tanto tiempo de su marchada descaballeresca, dejandome dormida en aquella misma habitación. Era en ese momento como si aquella lejania no hubiera existido. ¿Qué era esto? ¿Cómo se le llamaba a todo esto? Creía que mi difunto esposo sería el hombre de mi vida, más la divina providencia me había bendecido con dos amores. No podía pedir más a esta, pues suficiente fue, que acabando mi luto, me guiara a tierras extranjeras por motivos de trabajo, con el dolor en el corazón aun impreso, y mis vestiduras negras llenando mi equipaje. Fue extraño y casi como calculado por una mano invisible, que se me asignara un soldado, que acabó siendo un escolta, un paño de lagrimas, y mi amante.
¿Cuántas veces sientes que alguien te completa? Así era para mí Killian, él me completaba, era como si juntos, no hubiera mal que nos hiciera decaer, no necesitábamos palabras para en la cama entendernos. Una sola caricia… despertaba en mi mil sensaciones, maravillosas.
Sus juegos cesaron, sintiendo en mí un ligero descanso, pues el placer había sido intenso. Sentí sus manos en mis piernas, sujetándolas para hacer paso a su cuerpo y penetrarme de nuevo. –-aaaaa..- Broto de mis labios aquel gemido profundo al sentirlo en mí prieto y llenando mi interior de nuevo. Empezó su movimiento y yo equipare a los suyos, deseando conseguir sentir un mayor placer en mis fueros internos.
El sudor nos invadía a ambos, pero no importaba era maravilloso, se me volvía mas hermosos desnudo sobre mí moviéndose y sudando, entregado a mí, por mi. Era mi escolta y amante, no dejaría de serlo, pues adoraba aquel hombre. Solo él sabía como sacar de mi mente todo, en cosa de que no me preocupara que opinara la iglesia si supiera que una mujer como yo viuda disfrutaba en su lecho con un hombre que ni era católico, ni mi esposo.
Me penetraba a cada momento más fuertemente, y eso excitaba y despertaba más mi ser.
Sentí mi cuerpo contraerse, un escalofrió como una electricidad surco mi espalda, entre mis gemidos bastante altivos, y una mente que parecía como que se colapsaba ante aquello. Aferre las sabanas y cerré los ojos, lanzando al aire un fuerte gemido -¡Aaaa!- a la vez que sentí que mi vagina se humedecía de pronto y al segundo su miembro Expedia su semilla, en mi interior.
Aquel último momento se llevó mi respiración casi, y por un momento sentí seca mi garganta y mi boca.
Trague saliva y humedecí mis labios, notando en mi la sensación de plenitud ante aquel maravilloso momento vivido, deseando no fuera el único, y fuera el primero de mucho s momentos con mi amado Killian de mi lado.
“¿Podría ser, que algún día nuestra pasión de verdad como había dicho deseaba él, diera fruto? ¿Seríamos bendecidos por la unión de nuestro amor?¿Y si hoy era el día?” Vida en mi vientre, una vida creada por su semilla y la mía, que maravilloso me parecía.
Note que se tumbaba, y le sonreí abriendo los ojos y girando mi rostro. Tomo mimano y tenía los ojos cerrados, pero yo lo miraba igual, su sudor y ese rostro de sastisfacción y felicidad, me robaba una sonrisa. Me moví a su lado y me levante apoyandome un momento en mi codo y la cabeza en la mano, mientras la otra me la agarraba Killian.
Embelesada lo miraba, y sonreía como si fuera un Dios al que veía. En aquel momento surgió en mi mente la idea de que hermoso sería un niño con su hermoso cabello, esos ojos, esa nariz y esos labios suyos. Y al pensar en los labios, sonreí y lo bese, acomodándome y apoyando mi cabeza en su pecho.
El latir de su corazón, me ayudaba a relajar y volver a tomar una respiración normal, a la vez que me reconfortaban, porque me parecía que aquel sonido, era una clara manifestación de que él estaba allí de nuevo conmigo, no lo dejaría marchar, no podría.
En aquel momento el pensar en ello, me picaron los ojos, y se me escapo una lagrima.
Cerré mis ojos, un momento pero se hizo más de un momento. De pronto como sorprendida, desperté y note que había dejado su agarre de mi mano. Levante la cabeza, con el corazón acelerado, hasta que reaccione rápidamente, viendo que había despertado sobre él, y seguía allí, solo había soltado mi mano mientras se encontraba dormido. Llevé mi mano al pecho, temiendo que casi hubiera dado algo ante aquel susto. Mire a la ventana ya apenas había luz. Escuche la puerta, y me di cuenta que en si habían sido los toques leves en ella, los que me habían despertado. Mire rápidamente buscando que ponerme estaba desnuda y sudada. Tome la capa roja de Killian, estaba dormido, y no tenía otra cosa a mano. Me dirigí a la puerta rápido tapándome y abriendo levemente, era mi dama. Le pedí que prepararan un baño para nosotros, y que acomodaran al acompañante de Killian. Afirmándoles que el señor White se quedaba, pero girando la cabeza hacía la cama al plantearme que fuera para siempre su permanencia, y no una estancia temporal. Baje la cabeza al volver a mirar entre la puerta, y luego quitando las preguntas de mi mente saque una sonrisa.-Se quedaran con nosotros. Nos asearemos antes de bajar a cenar.- iba a cerrar cuando recordé algo--¡Ooo! Que sea un buen baño relajante con aroma, creo al señor White agradecerá volver a tomar un baño tranquilo y relajante. Dije y cerré la puerta, sonriendo contra el marco.
Volví hacía la habitación y me quite la capa dejándola en la silla. Al hacerlo cuando iba a volverme hacia la cama, vi. fugazmente algo que detuvo tal intención. En el tocador una caja que se abría de forma que tenías que mover partes movibles de la misma, era una caja regalada por mi esposo, tras uno de sus primeros viajes tras el compromiso.
Me enseñó como se abría diciéndome.
La caja se abrió con un clic al haber movido las correctas partes de la cerradura, y dentro entre otras cosas había un saquito de seda, con los anillos de mi difunto esposo, y sueltos, al lado, los anillos de Killian y el mío. Deje la caja en el tocador, Sintiendo un golpe en el pecho al recordar el día que los metí en aquella caja, como si enterrara otro esposo, uno que no había sido realmente mi esposo, pues se había marchado dejándome sola. Los tome en mi mano, observándolos, cuando oí a Killian moverse. Cerré la caja rápidamente, y limpie las lágrimas que por mis mejillas se habían escapado de pronto.
Me acerqué a él, sonriendo, evitando que pudiera notar que me había emocionado por un momento, y se preguntara que podía haber sido la causa. Besé su pecho desde abajo hasta sus labios. Y sonreí acariciando su frente.-Hola.- Me había deslizado a la par que lo besaba por la cama, -Nos preparan un baño, tu mozo.. el joven que te acompaña a sido instalado, cómodamente en una habitación. Esta atendido. Puedes estar tranquilo.- dije sonriendo y luego mire mi mano derecha cerrada, aferrando los anillos. -Killian…- susurre su nombre pensando en los anillos mirando sin mirar aun esa mano. Por un momento estuve callada, sin saber si decirle o no. Luego lo mire, humedecí mis labios suavemente, me acomode en la cama junto a él y tome su mano derecha y sujetándosela con mis manos, a la vez que le colocaba los anillos en su mano. -Han estado demasiado tiempo esperando a su dueño. Merecen volver a él. Solo tú sabes a quien debe llevarlos, pero esta vez…- Mire a Killian a los ojos, y me hundí en ellos, sintiendo mi corazón conmocionarse. -Que nada ni nadie los hagan caer de su dedos.- Cerré su mano mirándola y manteniéndosela un momento cerrada. Di un golpe suave en esa mano, como una caricia, intentando sonreír aunque mis ojos se encontraran húmedos. Rápidamente para no llorar, me baje de la cama, y de pie frente a esta dándole la espalda. -Ahora, debemos asearnos.--Dije intentando adelantarme a cualquiera palabra, y darme tiempo a contener mi emoción.[/color]
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
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