AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Beyond the Bounds | Privado
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Beyond the Bounds | Privado
Oliver necesitaba desesperadamente descubrir lo que le había ocurrido a Blake. Había sido brutalmente asesinado a espaldas de la catedral de Notre Dame y abandonado allí, en un sucio y maloliente callejón, como si se tratara de un perro. Él lo había encontrado. Había sujetado la temblorosa mano del moribundo, hasta contemplar el último de sus suspiros, sin poder hacer absolutamente nada. No podía mentir, él lo había odiado la mayor parte de su vida. No obstante, ahora que ya no estaba, era que se daba cuenta de que el sentimiento tan lacerante que por tanto tiempo había albergado en su alma, no había sido odio, sino envidia y resentimiento. Qué estúpido había sido al permitir que sentimientos tan viles le consumieran, arruinando la relación con Blake, su único hermano. De haber tenido la oportunidad, se habría disculpado por tratarlo tan insolentemente, por haberlo culpado por el eterno desprecio que juraba su padre sentía por él pero que, en realidad, había experimentado por sí mismo, al sentirse tan poca cosa al lado de Blake. Y es que nadie se atrevería a contradecirlo –ni siquiera él-: de los dos hermanos, Blake había sido el mejor; el de mejor carácter, el de los pies bien puestos sobre la tierra, al que se le auguraba un futuro en verdad exitoso. Lamentablemente, su vida había sido demasiado corta. El crimen, definitivamente, no podía quedar impune. No solo porque se tratara de su gemelo, sino porque también había sido un sacerdote, y como tal, no se merecía ese final. Oliver estaba seguro de que, de haberse conocido la verdadera historia, que un sacerdote de la catedral de Notre Dame había sido brutalmente asesinado, la sociedad parisiense, en especial los feligreses, no habrían descansado hasta dar con el culpable para castigarle por su pecado. Por eso Oliver sentía esa responsabilidad sobre sus hombros. Había ocultado la muerte de su hermano y suplantado su identidad, usurpando no solamente su nombre, sino también su lugar en la iglesia; su ropa, sus amigos. Gracias a él estaba vivo.
Por eso, cuando no estaba pretendiendo ser un sacerdote y devoto, un ser humano excepcional, aunque de eso no tuviera nada, se dedicaba a investigar el extraño deceso de su hermano. De todas las posibles teorías, a la que él más se inclinaba, era que las mismas personas que lo querían ver muerto a él, habían sido los asesinos de Blake. Para Oliver tenía bastante lógica, puesto que a partir de la muerte de su gemelo, nadie le había buscado. Eso también cuadraba, ya que al haber ocupado él el lugar de su hermano, y habiendo hecho creer a todos que quien había fallecido había sido él, lo más obvio era que sus enemigos le habían perdido la pista. Probablemente también se hubieran enterado de su supuesta muerte, dando por zanjado el asunto que tenían pendiente con él. Eso, desde luego, lograba tranquilizarlo un poco, aunque su paranoia persistía. Conocía demasiado bien a esos sujetos como para dar por hecho que en tan poco tiempo que el asunto estaba terminado. Por esa misma razón actuaba con cautela, sobretodo ahora que su investigación lo conducía a un posible sospechoso que residía en París.
Esa noche vestía de civil. Las pistas lo llevaron a un burdel situado a las afueras de la ciudad. Cuando entró al lugar, rogó internamente que nadie le reconociera, puesto que sería todo un suceso encontrarse con un sacerdote en un lugar de vicio y perdición como aquel. No obstante, de ocurrir, ya se inventaría alguna historia. Por ejemplo, que su visita era con el firme propósito de reivindicar a las ovejas descarriadas.
Ni siquiera hacía falta buscar al sospechoso. Estaba seguro que si se hallaba entre los presentes; al ver su cara, idéntica a la de su hermano, el hombre lo reconocería fácilmente. ¿Cómo lo reconocería él? Posiblemente por su gesto de absoluto desconcierto, cuando viera por primera vez en su vida a un muerto resucitado sentado a la mesa de un burdel.
Por eso, cuando no estaba pretendiendo ser un sacerdote y devoto, un ser humano excepcional, aunque de eso no tuviera nada, se dedicaba a investigar el extraño deceso de su hermano. De todas las posibles teorías, a la que él más se inclinaba, era que las mismas personas que lo querían ver muerto a él, habían sido los asesinos de Blake. Para Oliver tenía bastante lógica, puesto que a partir de la muerte de su gemelo, nadie le había buscado. Eso también cuadraba, ya que al haber ocupado él el lugar de su hermano, y habiendo hecho creer a todos que quien había fallecido había sido él, lo más obvio era que sus enemigos le habían perdido la pista. Probablemente también se hubieran enterado de su supuesta muerte, dando por zanjado el asunto que tenían pendiente con él. Eso, desde luego, lograba tranquilizarlo un poco, aunque su paranoia persistía. Conocía demasiado bien a esos sujetos como para dar por hecho que en tan poco tiempo que el asunto estaba terminado. Por esa misma razón actuaba con cautela, sobretodo ahora que su investigación lo conducía a un posible sospechoso que residía en París.
Esa noche vestía de civil. Las pistas lo llevaron a un burdel situado a las afueras de la ciudad. Cuando entró al lugar, rogó internamente que nadie le reconociera, puesto que sería todo un suceso encontrarse con un sacerdote en un lugar de vicio y perdición como aquel. No obstante, de ocurrir, ya se inventaría alguna historia. Por ejemplo, que su visita era con el firme propósito de reivindicar a las ovejas descarriadas.
Ni siquiera hacía falta buscar al sospechoso. Estaba seguro que si se hallaba entre los presentes; al ver su cara, idéntica a la de su hermano, el hombre lo reconocería fácilmente. ¿Cómo lo reconocería él? Posiblemente por su gesto de absoluto desconcierto, cuando viera por primera vez en su vida a un muerto resucitado sentado a la mesa de un burdel.
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Jonas Kullberg- Humano Clase Media
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Re: Beyond the Bounds | Privado
Ilta se encontraba recostada en una gran cama. En realidad era la suya, pero en ocasiones llegaba a creer que nada le pertenecía. Conforme pasaban los días empezaba a restarle importancia a lo que de verdad era, se estaba creyendo el cuento de Hydra, y en realidad le gustaba. Se sentía ella misma, y aunque nunca renegó de su educación, el sentirse libre de acciones, sin tener que darle cuentas a nadie le emocionaba. Por eso se encontraba descansando el cuerpo, dejando que su mente fuera la única que trabajara esa noche. No sólo analizaba puntos de ella misma, sino también de todo lo que acontecía.
La inquisición le había mentido, muchos datos que le otorgaron en su momento eran erróneos, desde que su padre había muerto decidió que se convertiría en una asesina, y aunque tenía la idea de que cargaría con algo pesado después de esa acción, haberlo hecho tan pronto, y con el sujeto equivocado, le resultaba extraño. Su consciencia le remordía durante el día, pero sólo por ciertos periodos de tiempo, de nada le servía lamentarse, porque eso no traería con vida a aquellos que alejó de su camino.
Sin más deseos de seguir pensando en lamentaciones, se puso de pie. Su cabello casi blanquecino parecía una telaraña por culpa del desarreglo. Dormir temprano había sido su propósito de aquel día, pero estaba lejos de hacerlo, lo mejor para ella sería salir de esa jaula, así que terminaría investigando un poco más en el burdel.
Hydra no utilizaba la típica ropa de cortesana, al menos no todo el tiempo. A ella le gustaba colocarse pantalones ajustados a la cintura, y playeras bien fajadas, le resultaba más sencillo poder moverse de esa manera, por esa razón esa noche se terminó por vestir de esa manera, con su cabello suelto cual melena de león, y sus labios rojos como el color de la sangre. Siempre resultaba sencillo llegar al burdel, ser observada por su vestimenta, y al final con ofertas de un par de clientes, pero nunca aceptaba a la primera, para ella era todo un ritual, porque sólo llevaba una pequeña porción para hacerlos dormir, y no terminar enredada con alguien. Terminó sentada frente a la barra, en la mano una copa de alguna bebida refinada, sin volver a ver a nadie. Aunque la idea de poder obtener más información la emocionaba, lo cierto es que se sentía aburrida, quizás de la vida misma. Los músicos comenzaron con sus canciones en vivo. Algo ya repetitivo, parecía que ya sabía el orden de las canciones, y también la letra, así que terminó por tararear una de ellas, giró su cuerpo con el único deseo de vigilar su entorno, reconocer las caras, y escoger al indicado, pero ninguno parecía llamar su atención, aún.
La segunda copa apareció, y en un par de minutos la tercera. El alcohol era su amigo, o su enemigo, pero aquella noche parecía su aliado, le ayudaba a tener el cuerpo relajado, los pensamientos fuera de lo necesario, y en ocasiones incluso hasta parecía bailar en su asiento. Hydra no tenía complicaciones, y en su vida sólo existía una misión, pero fuera de eso nada le preocupaba, sin embargo no imaginaba que su vida estaba por dar un vuelco, el haber matado a alguien con un gemelo nunca estuvo en su mira, y menos si se trataba de alguien que podía ser vengado.
Su mirada se enfocó en una espalda en concreto. Le resultaba familiar. Hizo una mueca ligera porque desde ese ángulo no lo veía por completo. Esperó paciente a que el hombre se girara, y efectivamente, no pasaron más de dos minutos cuando eso ocurrió. Su respiración se estancó al notar aquel rostro. ¿Lo habría matado en verdad? Claro que sí, recordaba a la perfección la sangre que corría desde la zona donde provenía el corazón. No hubiera sobrevivido, lo mató con sadismo, entonces ¿quién era él? Su mueca aún pertenecía, y notó que la mirada ajena se había cruzado con la suya. Elegante, e indiferente desvió su atención a otro de los clientes, y terminó por sonreír al ebrio hombre intentando aclarar su mente, y salir de la evidencia. ¿Se habría dado cuenta?
— ¿Ves al hombre de la entrada? — Se dirigió al tabernero, un amigo cercano a ella. — Si se acerca debes hacerme una seña para que yo vaya por otro lado, debes alertarme ¿entendido? — En realidad ser tabernero era una finta, así como prostituta para ella, ambos eran espías, y venían de un país lejano, del mismo, aunque con ciertos puntos distintos en la misión — Creo que es un muerto en vida, no puedo permitirme que se acerque — Terminó por decir, y su cara consternada dejó en claro a su amigo que necesitaba su apoyo, o terminaría muy mal.
Dio la espalda a todos. Levantarse del asiento y salir por la puerta de atrás sería evidente, debía permanecer ahí, sin moverse, sin llamar la atención, ni levantar sospecha alguna. ¿Lo lograría? Si lograba evadirlo durante la noche, seguramente.
La inquisición le había mentido, muchos datos que le otorgaron en su momento eran erróneos, desde que su padre había muerto decidió que se convertiría en una asesina, y aunque tenía la idea de que cargaría con algo pesado después de esa acción, haberlo hecho tan pronto, y con el sujeto equivocado, le resultaba extraño. Su consciencia le remordía durante el día, pero sólo por ciertos periodos de tiempo, de nada le servía lamentarse, porque eso no traería con vida a aquellos que alejó de su camino.
Sin más deseos de seguir pensando en lamentaciones, se puso de pie. Su cabello casi blanquecino parecía una telaraña por culpa del desarreglo. Dormir temprano había sido su propósito de aquel día, pero estaba lejos de hacerlo, lo mejor para ella sería salir de esa jaula, así que terminaría investigando un poco más en el burdel.
Hydra no utilizaba la típica ropa de cortesana, al menos no todo el tiempo. A ella le gustaba colocarse pantalones ajustados a la cintura, y playeras bien fajadas, le resultaba más sencillo poder moverse de esa manera, por esa razón esa noche se terminó por vestir de esa manera, con su cabello suelto cual melena de león, y sus labios rojos como el color de la sangre. Siempre resultaba sencillo llegar al burdel, ser observada por su vestimenta, y al final con ofertas de un par de clientes, pero nunca aceptaba a la primera, para ella era todo un ritual, porque sólo llevaba una pequeña porción para hacerlos dormir, y no terminar enredada con alguien. Terminó sentada frente a la barra, en la mano una copa de alguna bebida refinada, sin volver a ver a nadie. Aunque la idea de poder obtener más información la emocionaba, lo cierto es que se sentía aburrida, quizás de la vida misma. Los músicos comenzaron con sus canciones en vivo. Algo ya repetitivo, parecía que ya sabía el orden de las canciones, y también la letra, así que terminó por tararear una de ellas, giró su cuerpo con el único deseo de vigilar su entorno, reconocer las caras, y escoger al indicado, pero ninguno parecía llamar su atención, aún.
La segunda copa apareció, y en un par de minutos la tercera. El alcohol era su amigo, o su enemigo, pero aquella noche parecía su aliado, le ayudaba a tener el cuerpo relajado, los pensamientos fuera de lo necesario, y en ocasiones incluso hasta parecía bailar en su asiento. Hydra no tenía complicaciones, y en su vida sólo existía una misión, pero fuera de eso nada le preocupaba, sin embargo no imaginaba que su vida estaba por dar un vuelco, el haber matado a alguien con un gemelo nunca estuvo en su mira, y menos si se trataba de alguien que podía ser vengado.
Su mirada se enfocó en una espalda en concreto. Le resultaba familiar. Hizo una mueca ligera porque desde ese ángulo no lo veía por completo. Esperó paciente a que el hombre se girara, y efectivamente, no pasaron más de dos minutos cuando eso ocurrió. Su respiración se estancó al notar aquel rostro. ¿Lo habría matado en verdad? Claro que sí, recordaba a la perfección la sangre que corría desde la zona donde provenía el corazón. No hubiera sobrevivido, lo mató con sadismo, entonces ¿quién era él? Su mueca aún pertenecía, y notó que la mirada ajena se había cruzado con la suya. Elegante, e indiferente desvió su atención a otro de los clientes, y terminó por sonreír al ebrio hombre intentando aclarar su mente, y salir de la evidencia. ¿Se habría dado cuenta?
— ¿Ves al hombre de la entrada? — Se dirigió al tabernero, un amigo cercano a ella. — Si se acerca debes hacerme una seña para que yo vaya por otro lado, debes alertarme ¿entendido? — En realidad ser tabernero era una finta, así como prostituta para ella, ambos eran espías, y venían de un país lejano, del mismo, aunque con ciertos puntos distintos en la misión — Creo que es un muerto en vida, no puedo permitirme que se acerque — Terminó por decir, y su cara consternada dejó en claro a su amigo que necesitaba su apoyo, o terminaría muy mal.
Dio la espalda a todos. Levantarse del asiento y salir por la puerta de atrás sería evidente, debía permanecer ahí, sin moverse, sin llamar la atención, ni levantar sospecha alguna. ¿Lo lograría? Si lograba evadirlo durante la noche, seguramente.
Hydra- Prostituta Clase Media
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Re: Beyond the Bounds | Privado
De repente, el recuerdo de la muerte de su hermano volvió a abrirse camino en su mente y la tensión se apoderó de él. Aquel lugar trajo consigo una extraña sensación. ¿Estaría cerca de encontrar al asesino de Blake? ¿Era eso? No lo sabía, mas eso esperaba. Comenzó a andar, y conforme lo hacía, su ansiedad se incrementó. El corazón le latía acelerado, pero dentro de sí se dijo que aquello no tenía razón de ser, que debía tranquilizarse y dominar sus emociones. Inhaló profundamente y casi instantáneamente recobró la compostura. Así, más sosiego y visiblemente más concentrado, comenzó a recorrer el lugar. Las voces iban y venían, subían y bajaban a su alrededor. Era un lugar insulso y repugnante, pero a los presentes aquello parecía no importarles demasiado, pues estaba abarrotado. Todas las mesas estaban ocupadas y muchas personas yacían de pie.
Con cuidado estudió a los presentes y, cuando giró su rostro, sus ojos se encontraron con los de una rubia mujer que lo miraba fijamente. Rápidamente, cuando se percató de que él la había sorprendido observándolo, ella desvió la mirada fingiendo desinterés. Sin embargo, eso bastó para que a partir de ese instante Oliver no le quitara los ojos de encima. Se la quedó mirando, durante un largo rato pero ella no se volvió una vez más. Eso, lejos de hacerlo desechar cualquier sospecha, solo ocasionó incrementar su interés. Oliver arrugó ligeramente la frente cuando vio a la rubia inclinarse, murmurando algo indescifrable al oído de un tabernero. El hombre alzó la vista un segundo, confirmándole así que aquello que tan discretamente se secreteaban, definitivamente tenía que ver con él. Decidió acercarse.
—Buenas noches —saludó cuando estuvo al fin junto a la barra, con la mirada fija, sereno, pero en guardia—. ¿Me permite acompañarla?
Pero Oliver no esperó por una respuesta. Jaló una silla y tomó asiento. No dejó de observarla y por unos instantes contuvo la respiración. La mirada del hombre era demasiado aguda y ella, aunque indolente ante su presencia, resultaba demasiado sospechosa. Sabía algo, estaba seguro, y no estaba dispuesto a abandonar aquel lugar sin antes enterarse de qué.
—Esta pregunta quizá le resulte un tanto extraña pero, ¿la conozco de algún lugar? —inquirió de pronto, inesperadamente, probablemente tomándola desprevenida. Como ella demoró en responder, añadió—: O tal vez debería preguntar si le resulto yo familiar. Pude notar que me observaba.
El tono de su voz había cambiado, de pronto se endureció.
Con cuidado estudió a los presentes y, cuando giró su rostro, sus ojos se encontraron con los de una rubia mujer que lo miraba fijamente. Rápidamente, cuando se percató de que él la había sorprendido observándolo, ella desvió la mirada fingiendo desinterés. Sin embargo, eso bastó para que a partir de ese instante Oliver no le quitara los ojos de encima. Se la quedó mirando, durante un largo rato pero ella no se volvió una vez más. Eso, lejos de hacerlo desechar cualquier sospecha, solo ocasionó incrementar su interés. Oliver arrugó ligeramente la frente cuando vio a la rubia inclinarse, murmurando algo indescifrable al oído de un tabernero. El hombre alzó la vista un segundo, confirmándole así que aquello que tan discretamente se secreteaban, definitivamente tenía que ver con él. Decidió acercarse.
—Buenas noches —saludó cuando estuvo al fin junto a la barra, con la mirada fija, sereno, pero en guardia—. ¿Me permite acompañarla?
Pero Oliver no esperó por una respuesta. Jaló una silla y tomó asiento. No dejó de observarla y por unos instantes contuvo la respiración. La mirada del hombre era demasiado aguda y ella, aunque indolente ante su presencia, resultaba demasiado sospechosa. Sabía algo, estaba seguro, y no estaba dispuesto a abandonar aquel lugar sin antes enterarse de qué.
—Esta pregunta quizá le resulte un tanto extraña pero, ¿la conozco de algún lugar? —inquirió de pronto, inesperadamente, probablemente tomándola desprevenida. Como ella demoró en responder, añadió—: O tal vez debería preguntar si le resulto yo familiar. Pude notar que me observaba.
El tono de su voz había cambiado, de pronto se endureció.
Jonas Kullberg- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/03/2014
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Re: Beyond the Bounds | Privado
El tabernero contuvo la respiración. Se trataba de un viejo amigo de la joven, sabía que hizo mal en no reaccionar con rapidez, él, quien fingía entregar bebidas alcohólicas, también era un espía infiltrado, conocía muy bien los riesgos, sin embargo ninguno podía hacer nada. El hombre ya se encontraba sentado a un lado de Ilta, parecía mostrar tranquilidad frente a la joven, pero ambos mostraban señales de inquietud. Si eran expertos en la materia, cualquier señal “extraña” era motivo de sospecha. Desde una mirada perdida en una dirección, hasta la forma en que tragaban una bebida. ¿Quién descubriría a quien esa noche? Ella tenía la ventaja de saber a “medias” de quien se trataba.
Arqueó una ceja mostrando la evaluación que hacía a su nuevo acompañante. Hidra buscaría la forma de enseñar su mejor actuación. Cometer un error traería fantasmas de su pasado, esos que deseó enterrar en un momento. Ella fue una asesina en su momento, pero todo lo hizo con un propósito. Su venganza se realizó en el pasado, o al menos eso creyó, se había tratado de una mentira, en la cual, un hombre inocente perdió la vida. Más de una vez pidió perdón, pero eso jamás traería a la vida a ese que se marchó
Giró su delicado cuerpo con parsimonia. Se notaba con creces que no era de Francia, sino de un país extranjero. Sus movimientos, sus rasgos, la forma en que movía los labios. Bebió del tarro que le habían puesto enfrente. Se debía de tomar su tiempo. ¿Qué iba a decirle? Actuar normal es presentarse como si nada. Pensaría que es alguien nunca antes visto. ¡No podía ser él!
— De conocerlo lo habría saludado desde el primer momento, pero no tengo recuerdo alguno de usted — Hizo una pausa, se mostró pensativa, incluso lo miró al detalle, en está ocasión con descaro. — ¿Usted me recuerda de algún lado? ¿Es de Francia? — Colocó su mano bajo su mentón — Soy de otro país, quizás en alguna fiesta organizada por mis padres, pero hace mucho no asisto a alguna — Negó un par de veces, sonrió inocentemente. No podía estrecharle la mano, ese es un gesto muy de “camaradas”, y sólo entre espías o en la inquisición llegaban a hacerlas, hizo una reverencia perfectamente trazada.
— Me presento formalmente, para que en otros encuentros no nos extrañemos de la presencia de otro — Sonrió, y según ella mostraba timidez. — Ilta, de un país muy lejano, pero deseando conocer todo aquello que París me quiera dar, vine a tomar cursos de costura, como sabrá, es la mejor ciudad para saber de ello, y quisiera ser la mejor — ¡Buena actuación! Una mujer sumisa, era la mejor arma, lo que una fémina común y corriente debía de hacer. ¿Qué más?
Para la chica algo no andaba bien, eso estaba claro. ¿Quién era él? ¿Por qué era idéntico al difunto?
— ¿Cuál es su nombre? ¿A qué se dedica? — Volvió a dar un trago a su tarro — Estos lugares no son muy buenos, pero siempre me relajan, ¿sabe por qué? La naturaleza humana siempre sale a la luz, la verdadera — Negó un par de veces y guardó silencio. Necesitaba respuestas, las que le aclararían sus dudas, las que la harían llegar a revelar esa identidad y conocer la verdad.
Arqueó una ceja mostrando la evaluación que hacía a su nuevo acompañante. Hidra buscaría la forma de enseñar su mejor actuación. Cometer un error traería fantasmas de su pasado, esos que deseó enterrar en un momento. Ella fue una asesina en su momento, pero todo lo hizo con un propósito. Su venganza se realizó en el pasado, o al menos eso creyó, se había tratado de una mentira, en la cual, un hombre inocente perdió la vida. Más de una vez pidió perdón, pero eso jamás traería a la vida a ese que se marchó
Giró su delicado cuerpo con parsimonia. Se notaba con creces que no era de Francia, sino de un país extranjero. Sus movimientos, sus rasgos, la forma en que movía los labios. Bebió del tarro que le habían puesto enfrente. Se debía de tomar su tiempo. ¿Qué iba a decirle? Actuar normal es presentarse como si nada. Pensaría que es alguien nunca antes visto. ¡No podía ser él!
— De conocerlo lo habría saludado desde el primer momento, pero no tengo recuerdo alguno de usted — Hizo una pausa, se mostró pensativa, incluso lo miró al detalle, en está ocasión con descaro. — ¿Usted me recuerda de algún lado? ¿Es de Francia? — Colocó su mano bajo su mentón — Soy de otro país, quizás en alguna fiesta organizada por mis padres, pero hace mucho no asisto a alguna — Negó un par de veces, sonrió inocentemente. No podía estrecharle la mano, ese es un gesto muy de “camaradas”, y sólo entre espías o en la inquisición llegaban a hacerlas, hizo una reverencia perfectamente trazada.
— Me presento formalmente, para que en otros encuentros no nos extrañemos de la presencia de otro — Sonrió, y según ella mostraba timidez. — Ilta, de un país muy lejano, pero deseando conocer todo aquello que París me quiera dar, vine a tomar cursos de costura, como sabrá, es la mejor ciudad para saber de ello, y quisiera ser la mejor — ¡Buena actuación! Una mujer sumisa, era la mejor arma, lo que una fémina común y corriente debía de hacer. ¿Qué más?
Para la chica algo no andaba bien, eso estaba claro. ¿Quién era él? ¿Por qué era idéntico al difunto?
— ¿Cuál es su nombre? ¿A qué se dedica? — Volvió a dar un trago a su tarro — Estos lugares no son muy buenos, pero siempre me relajan, ¿sabe por qué? La naturaleza humana siempre sale a la luz, la verdadera — Negó un par de veces y guardó silencio. Necesitaba respuestas, las que le aclararían sus dudas, las que la harían llegar a revelar esa identidad y conocer la verdad.
Hydra- Prostituta Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/10/2014
Re: Beyond the Bounds | Privado
¿Curso de costura? Oliver entrecerró un poco los ojos, demostrando su incredulidad. Se le quedó mirando fijamente, con cierto recelo y casi sin parpadear. La rubia se esmeraba en parecer natural, pero algo en ella, en su forma de expresarse, no terminaba de convencerlo. No se fiaba de ella y su argumento casi le pareció ridículo. Ella no lucía como una inocente muchachita con fervientes deseos de convertirse en una gran modista. Hasta su lenguaje corporal decía otra cosa; era salvaje, demasiado seductor para encajar con el bajo perfil que estaba manejando frente a él. Había conocido a demasiadas mujeres parecidas a ella como para no sospechar. Él en verdad intuía algo. No, no era que su paranoia lo hubiera vuelto loco y le estuviera provocando ver cosas donde no las había, era algo en su interior, algo que no era capaz de explicar con palabras, algo que lo alertaba, que le decía que esa noche estaría muy cerca de lo que estaba buscando. Un ligero estremecimiento lo envolvió. Caviló y llegó a considerar la idea de mentir, inventar un nombre, una profesión, pero no tenía caso salirse del papel que ya había interpretado durante un largo tiempo.
—Blake Ashwood. Soy sacerdote —habló, sin alterar la voz. Notó que ella alzaba una ceja ante su revelación, así que rápidamente agregó—: Sí, tal vez le parezca curioso ver a un hombre religioso en un lugar como éste —se obligó a sonreír—, pero le aseguro que tengo mis motivos. Investigo la muerte de mi hermano, Oliver Ashwood —explicó sin rodeos—. Quizá haya escuchado hablar del suceso, se volvió algo… popular. Ocurrió hace un año. Lo apuñalaron a espaldas de la Catedral de Notre Dame.
En ningún momento apartó la vista de ella. Deseaba vigilar cada mínima reacción que ésta mostrara al escucharlo. La estudió; delineó sus ojos, la curvatura de sus labios. Nada en ella lograba apaciguar su recelo.
—“La naturaleza humana siempre sale a la luz” —citó, suspiró y volvió a mostrar una sonrisa—. Interesante cita. Y… ¿cuál es la suya? Me refiero a su verdadera naturaleza, por supuesto. Ya me mostró a la frágil e inocente costurera. ¿Quién es la verdadera Ilta? —alzó el mentón y se mostró expectante a la espera de su respuesta.
No importara lo que dijera, estaba seguro era que esa mujer no era lo que decía ser.
—Blake Ashwood. Soy sacerdote —habló, sin alterar la voz. Notó que ella alzaba una ceja ante su revelación, así que rápidamente agregó—: Sí, tal vez le parezca curioso ver a un hombre religioso en un lugar como éste —se obligó a sonreír—, pero le aseguro que tengo mis motivos. Investigo la muerte de mi hermano, Oliver Ashwood —explicó sin rodeos—. Quizá haya escuchado hablar del suceso, se volvió algo… popular. Ocurrió hace un año. Lo apuñalaron a espaldas de la Catedral de Notre Dame.
En ningún momento apartó la vista de ella. Deseaba vigilar cada mínima reacción que ésta mostrara al escucharlo. La estudió; delineó sus ojos, la curvatura de sus labios. Nada en ella lograba apaciguar su recelo.
—“La naturaleza humana siempre sale a la luz” —citó, suspiró y volvió a mostrar una sonrisa—. Interesante cita. Y… ¿cuál es la suya? Me refiero a su verdadera naturaleza, por supuesto. Ya me mostró a la frágil e inocente costurera. ¿Quién es la verdadera Ilta? —alzó el mentón y se mostró expectante a la espera de su respuesta.
No importara lo que dijera, estaba seguro era que esa mujer no era lo que decía ser.
Jonas Kullberg- Humano Clase Media
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Re: Beyond the Bounds | Privado
Toda gran actuación debía tener con ella algo de realismo en la persona que lo llegara a interpretar, sólo de esa manera podría resultar ser creíble. Muchos años atrás lo comprendió, y lo mejor de todo era que él le dejaba ir la información como si nada. Aunque ella era la asesina principal de su hermano, lo cierto es que se conectó con la emoción de la perdida, la falta, la añoranza, y el deseo absoluto de venganza. Mismo que la llevaba a estar en ese lugar, y bañar de esa manera con el hermano de un hombre al que había matado. Todo aquello era parte del plan, y de alguna manera sabía que tarde o temprano debía enfrentar esa situación; no imaginó que tan pronto.
Ella podía notarlo. Aquellos que tenían objetivos iguales llegaban a sentir comprensión por el acompañante con emociones similares. Sabia que él la estudiaba tanto como ella lo estaba haciendo hacía su persona. Debía tener cuidado, no tener un margen de error, y quizás por esa misma razón debía mostrar un poco de lo que era, de esa forma no mentiría, al menos por completo, y la situación podría ser más sencilla y llevada bajo control.
¿Por donde debía comenzar? Por su naturaleza verdadera quizás, pero debía también mostrarle el porqué esa faceta de mujer abnegada y servicial. Se mordió el labio inferior, odiaba hablar de su vida, de la realidad que existía en su interior, sin embargo eso la ayudaría a desviar su atención. Se escogió de hombros y su rostro se endureció totalmente.
— Estoy cumpliendo el deseo de mi padre — Articuló recordando que aquel hombre estricto deseaba que su hija fuera una mujer “digna”, según las normas sociales — Él deseaba que fuera una mujer completa para el matrimonio, así que de esa manera intento poder honrar su memoria — Recargó los codos sobre la mesa, después los brazos le fueron de ayuda para poder descansar el rostro de medio lado — Pero en realidad siempre quise hacer cosas distintas, poder ser un poco más libre, claro que lo soy ahora, pero de otra manera — Volvió a encogerse de hombros y dio la vuelta.
A esas alturas ya llevaba su segundo trago, siempre que hablaba demasiado bebía mucha agua, una especie de tic, nada en especial.
— Le confieso que si escuché sobre el asesinato de su hermano, pero sólo por causalidad, trabajo en la iglesia de la ciudad, en la zona de los archivos especiales, las muertes tan dramáticas deben ser estudiadas para poder darles un ritual de liberación, ya sabe, el guiar al alma a un lugar mejor — Suspiró, eso no era mentira, pero lo que sí era, había sido la forma en la que se había enterado, pues sus propias manos le quitaron la vida a aquel gemelo — Una verdadera desgracia, lo siento mucho, pasamos lo mismo con mi padre, hay mucha gente mala — ¡Y ella se había convertido en parte de ese sector!.
— ¿Cuál es su verdadera naturaleza? Yo he compartido parte de la mía, ahora es su turno — Más información, por supuesto que nunca estaba demás, lo que fuera necesario para mantener controlado y alejado a Blake. Hydra nunca quiso asesinar a un inocente, aquello fue parte de un engaño, pero si tenía que matar a otro por proteger su identidad y su vida, no dudaría en hacerlo.
Ella podía notarlo. Aquellos que tenían objetivos iguales llegaban a sentir comprensión por el acompañante con emociones similares. Sabia que él la estudiaba tanto como ella lo estaba haciendo hacía su persona. Debía tener cuidado, no tener un margen de error, y quizás por esa misma razón debía mostrar un poco de lo que era, de esa forma no mentiría, al menos por completo, y la situación podría ser más sencilla y llevada bajo control.
¿Por donde debía comenzar? Por su naturaleza verdadera quizás, pero debía también mostrarle el porqué esa faceta de mujer abnegada y servicial. Se mordió el labio inferior, odiaba hablar de su vida, de la realidad que existía en su interior, sin embargo eso la ayudaría a desviar su atención. Se escogió de hombros y su rostro se endureció totalmente.
— Estoy cumpliendo el deseo de mi padre — Articuló recordando que aquel hombre estricto deseaba que su hija fuera una mujer “digna”, según las normas sociales — Él deseaba que fuera una mujer completa para el matrimonio, así que de esa manera intento poder honrar su memoria — Recargó los codos sobre la mesa, después los brazos le fueron de ayuda para poder descansar el rostro de medio lado — Pero en realidad siempre quise hacer cosas distintas, poder ser un poco más libre, claro que lo soy ahora, pero de otra manera — Volvió a encogerse de hombros y dio la vuelta.
A esas alturas ya llevaba su segundo trago, siempre que hablaba demasiado bebía mucha agua, una especie de tic, nada en especial.
— Le confieso que si escuché sobre el asesinato de su hermano, pero sólo por causalidad, trabajo en la iglesia de la ciudad, en la zona de los archivos especiales, las muertes tan dramáticas deben ser estudiadas para poder darles un ritual de liberación, ya sabe, el guiar al alma a un lugar mejor — Suspiró, eso no era mentira, pero lo que sí era, había sido la forma en la que se había enterado, pues sus propias manos le quitaron la vida a aquel gemelo — Una verdadera desgracia, lo siento mucho, pasamos lo mismo con mi padre, hay mucha gente mala — ¡Y ella se había convertido en parte de ese sector!.
— ¿Cuál es su verdadera naturaleza? Yo he compartido parte de la mía, ahora es su turno — Más información, por supuesto que nunca estaba demás, lo que fuera necesario para mantener controlado y alejado a Blake. Hydra nunca quiso asesinar a un inocente, aquello fue parte de un engaño, pero si tenía que matar a otro por proteger su identidad y su vida, no dudaría en hacerlo.
Hydra- Prostituta Clase Media
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Re: Beyond the Bounds | Privado
Ella no confesaría y eso comenzaba a agotarle la paciencia. Qué importaba si la tal Ilta no era en realidad culpable de la muerte de su hermano. A esas alturas de la vida estaba tan desesperado por vengar la muerte de Blake, la única cosa que traería un poco de paz a su alma de pecador, que estaba dispuesto a culpar a cualquiera que le pareciera sospechoso con tal de liberarse. Ella le parecía buena opción para cumplir con ello. Además, nada le sacaría de la cabeza que ella tenía algo que ver. Las pistas que lo habían conducido hasta la rubia, no podían ser tan equivocadas.
Cuando admitió haber escuchado del asesinato, lo dijo con tanta ligereza que algo en su interior se encendió. Invadido de ira y frustración, el falso Blake tuvo el deseo de responder a su pregunta tomándola con agresividad del cuello, para que fuera capaz de presenciar quizá no su verdadera naturaleza, pero sí de lo que era capaz. Sin embargo, no era el lugar indicado para ello. Suficiente tenía con la latente posibilidad de que alguien lograra reconocerlo como uno de los sacerdotes de la Catedral de Notre Dame, como para todavía llamar la atención de los presentes por agredir a una mujer.
Sonrió e increíblemente logró dominarse a sí mismo en aquel momento de debilidad.
—¿Por qué mejor no me acompaña? —sugirió, haciendo evidente que pretendía llevarla escaleras arriba, donde las habitaciones se encontraban—. Vayamos a un lugar más privado y entonces quizá podría mostrarle… “mi verdadera naturaleza” —el tono que utilizó fue demasiado sugerente—. Aquí hay demasiada gente y soy un sacerdote, ¿recuerda? Como tal no puedo permitirme que ciertas cosas sean presenciadas por otros.
Ella lo miró. Él esperó que se tragara el cuento del sacerdote corrupto que esa noche, además de buscar justicia para su hermano, se veía tentado a sucumbir a las tentaciones de la carne.
—Una mujer común se ofendería con mi propuesta, pero usted, Ilta, parece todo menos eso. Además, estamos en un burdel, supongo que mis palabras no lograrán escandalizarla más de lo que ya ha visto en este lugar —añadió para persuadirla.
Esperando haber sido lo suficientemente convincente, sin decir más, Oliver dio media vuelta y comenzó a andar. Pero apenas cuatro pasos después, se detuvo y se giró para comprobar que ella lo seguía.
Cuando admitió haber escuchado del asesinato, lo dijo con tanta ligereza que algo en su interior se encendió. Invadido de ira y frustración, el falso Blake tuvo el deseo de responder a su pregunta tomándola con agresividad del cuello, para que fuera capaz de presenciar quizá no su verdadera naturaleza, pero sí de lo que era capaz. Sin embargo, no era el lugar indicado para ello. Suficiente tenía con la latente posibilidad de que alguien lograra reconocerlo como uno de los sacerdotes de la Catedral de Notre Dame, como para todavía llamar la atención de los presentes por agredir a una mujer.
Sonrió e increíblemente logró dominarse a sí mismo en aquel momento de debilidad.
—¿Por qué mejor no me acompaña? —sugirió, haciendo evidente que pretendía llevarla escaleras arriba, donde las habitaciones se encontraban—. Vayamos a un lugar más privado y entonces quizá podría mostrarle… “mi verdadera naturaleza” —el tono que utilizó fue demasiado sugerente—. Aquí hay demasiada gente y soy un sacerdote, ¿recuerda? Como tal no puedo permitirme que ciertas cosas sean presenciadas por otros.
Ella lo miró. Él esperó que se tragara el cuento del sacerdote corrupto que esa noche, además de buscar justicia para su hermano, se veía tentado a sucumbir a las tentaciones de la carne.
—Una mujer común se ofendería con mi propuesta, pero usted, Ilta, parece todo menos eso. Además, estamos en un burdel, supongo que mis palabras no lograrán escandalizarla más de lo que ya ha visto en este lugar —añadió para persuadirla.
Esperando haber sido lo suficientemente convincente, sin decir más, Oliver dio media vuelta y comenzó a andar. Pero apenas cuatro pasos después, se detuvo y se giró para comprobar que ella lo seguía.
Jonas Kullberg- Humano Clase Media
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Re: Beyond the Bounds | Privado
¿En qué situación se acababa de meter la joven? Una normal en su vida, sin embargo, jamás imaginó que aquel muchacho inocente tuviera un hermano gemelo. Algo en aquel hombre no era común. Sus rasgos endurecidos se reafirmaban con sus expresiones ensombrecidas. Él sufría, ella estaba segura, porque se veía en un espejo, y estaba claro seguía sufriendo esa perdida que ella había ocasionado. No se iba a justificar, aunque le mintieron, había arrebatado una vida, y eso no saciaba su sed de venganza. ¿De qué sería capaz Ilta? ¿De qué sería capaz de hacer Blake? Quizás nunca existiría en limite en la venganza hasta cobrarla por completo.
Si algo estaba muy claro, es que ni ella, ni él, parecían estarse con rodeos, ni que las tonterías fueran su actividad favorita. Las apariencias sí, pero era como un juego teatral en el que poco a poco uno se va dando cuenta de las mascaras que van cayendo del rostro ajeno. ¿Quién empezaría a ceder con la realidad? Por supuesto que ella no sería quien se doblegara por nada, aunque tampoco dejaría que el hombre abusara de su condición. Si de peleas era, en pelea terminarían.
Ilta sonrió inevitablemente, negó un par de veces, y suspiró intentando aclarar sus pensamientos, aún no definía que debía hacer. Si quedarse y sacar más información para obtener la verdad, sobre la muerte de su padre, o simplemente acompañarlo y cerrar de una vez por todas ese ciclo que abrió al asesinar a su gemelo.
Lo cierto es que no necesitaba más drama en su vida turbulenta, pero a final de cuentas que llegara un poco extra era consecuencias de sus actos apresurados.
No lo siguió en primer instante, giró su rostro con rapidez para intercambiar miradas con el hombre que se encontraba detrás de la barra, eran colegas, evidentemente se vigilaba y cuidaban la espalda. Fueron escasos segundos, porque al volver su mirada a la espalda del caballero, el otro la buscaba, inspeccionaba si seguía sus mandatos. La jovencita le sonrió complice y terminó por seguirlo. Para su buena suerte, una de las reglas principales del burdel, es que las cortesanas no podían salir de cierto perímetro establecido. La cosa era clandestina, a voces, pero clandestina. No se necesitaba más escándalo que el de la prostitución.
— Creo que no te haz dado cuenta de la realidad, pero yo sirvo a hombres y mujeres a cambio de monedas, no de platicas, así que el tiempo que invierta contigo, es el que debes de pagarme en francos, soy prostituta también ¿no lo ves? — No iba a aclararle su modo de operar, y que en realidad no se acostaba con nadie, pero debía seguir actuando, ¿qué más daba ya? Estaba segura que la batalla parecía comenzar? ¿acaso habría notado que ella era la asesina? Quizás el hombre podría tener una corazonada, pero jamás tendría con exactitud la verdad, a menos que ella confesara.
— ¿Vas a pagar o voy a buscar a otro cliente? — Cuestionó empezando a escucharse irritada, y es que lo que salía de lo planeado, del control que podía tener la joven, siempre le desesperaba, más valía volviera a tener el sartén sostenido por la manga, y no fuera él quien llevara el cause de la situación.
Si algo estaba muy claro, es que ni ella, ni él, parecían estarse con rodeos, ni que las tonterías fueran su actividad favorita. Las apariencias sí, pero era como un juego teatral en el que poco a poco uno se va dando cuenta de las mascaras que van cayendo del rostro ajeno. ¿Quién empezaría a ceder con la realidad? Por supuesto que ella no sería quien se doblegara por nada, aunque tampoco dejaría que el hombre abusara de su condición. Si de peleas era, en pelea terminarían.
Ilta sonrió inevitablemente, negó un par de veces, y suspiró intentando aclarar sus pensamientos, aún no definía que debía hacer. Si quedarse y sacar más información para obtener la verdad, sobre la muerte de su padre, o simplemente acompañarlo y cerrar de una vez por todas ese ciclo que abrió al asesinar a su gemelo.
Lo cierto es que no necesitaba más drama en su vida turbulenta, pero a final de cuentas que llegara un poco extra era consecuencias de sus actos apresurados.
No lo siguió en primer instante, giró su rostro con rapidez para intercambiar miradas con el hombre que se encontraba detrás de la barra, eran colegas, evidentemente se vigilaba y cuidaban la espalda. Fueron escasos segundos, porque al volver su mirada a la espalda del caballero, el otro la buscaba, inspeccionaba si seguía sus mandatos. La jovencita le sonrió complice y terminó por seguirlo. Para su buena suerte, una de las reglas principales del burdel, es que las cortesanas no podían salir de cierto perímetro establecido. La cosa era clandestina, a voces, pero clandestina. No se necesitaba más escándalo que el de la prostitución.
— Creo que no te haz dado cuenta de la realidad, pero yo sirvo a hombres y mujeres a cambio de monedas, no de platicas, así que el tiempo que invierta contigo, es el que debes de pagarme en francos, soy prostituta también ¿no lo ves? — No iba a aclararle su modo de operar, y que en realidad no se acostaba con nadie, pero debía seguir actuando, ¿qué más daba ya? Estaba segura que la batalla parecía comenzar? ¿acaso habría notado que ella era la asesina? Quizás el hombre podría tener una corazonada, pero jamás tendría con exactitud la verdad, a menos que ella confesara.
— ¿Vas a pagar o voy a buscar a otro cliente? — Cuestionó empezando a escucharse irritada, y es que lo que salía de lo planeado, del control que podía tener la joven, siempre le desesperaba, más valía volviera a tener el sartén sostenido por la manga, y no fuera él quien llevara el cause de la situación.
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Re: Beyond the Bounds | Privado
Ella lo siguió y juntos se dirigieron al segundo piso. Eligió la primera habitación que encontró vacía. Oliver se detuvo en el umbral de la puerta y con la mano le invitó a pasar primero, fingiendo que se trataba de un acto digno de un caballero, cuando en realidad sólo buscaba asegurarse de que no se arrepintiera y saliera huyendo. Cuando la rubia mujer estuvo adentro, él le puso llave a la puerta. No quería que nadie los interrumpiera. Con suerte transcurriría un buen rato antes de que alguien, algún desgraciado inoportuno, reclamara la presencia de Ilta. Por eso, sentía que no había tiempo que perder, que debía aprovechar cada momento.
—Por supuesto. Voy a darte lo que mereces —pero las palabras de Oliver nada tenían que ver con una buena paga por sus servicios. Avanzó uno, dos pasos hacia ella. Una sonrisa demasiado forzada apareció en su rostro—. A ti, una maldita asesina.
Obedeciendo a un impulso, demasiado poderoso como para ser ignorado, súbitamente se aproximó a ella y tomándola del cuello la estampó contra la pared más próxima. Oliver la sujetó con fiereza; le hizo daño, pero en ningún momento experimentó remordimiento. Por el contrario, deseaba con todas sus fuerzas estrangularla allí mismo. Eso no iba a devolverle a su hermano, pero al menos le daría la satisfacción de haber acabado con esa arpía.
—Si crees que seré civilizado contigo por ser mujer, estás muy equivocada —sentenció con furia, arrastrando las palabras; la mandíbula le temblaba y pronunciaba con dificultad. Presionó aún más su mano alrededor del delgado cuello—. Así que confiesa de una vez. Tú mataste a mi hermano. No importa cuánto lo niegues, sé que fuiste tú. ¡Tuviste que ser tú! —explotó incontrolablemente. Su brutal agarre empezaba a cortarle la respiración a la rubia—. ¿Por qué? ¿Qué te hizo él para que decidieras dejarlo en ese sucio callejón maloliente, desangrándose, como si se tratara de un perro? Fueron ellos, ¿verdad? ¿Ellos te enviaron? ¡Habla, maldición!
Nada le quitaría de la cabeza que los verdaderos autores de la muerte de su hermano era la mafia para la que había trabajado, misma que lo había buscado a él y no al verdadero Blake. Él también tenía algo de culpa, por no haber prevenido a su gemelo. Si Ilta era realmente la asesina, aunque doliera admitirlo, no era más que un soldado obedeciendo órdenes.
—Por supuesto. Voy a darte lo que mereces —pero las palabras de Oliver nada tenían que ver con una buena paga por sus servicios. Avanzó uno, dos pasos hacia ella. Una sonrisa demasiado forzada apareció en su rostro—. A ti, una maldita asesina.
Obedeciendo a un impulso, demasiado poderoso como para ser ignorado, súbitamente se aproximó a ella y tomándola del cuello la estampó contra la pared más próxima. Oliver la sujetó con fiereza; le hizo daño, pero en ningún momento experimentó remordimiento. Por el contrario, deseaba con todas sus fuerzas estrangularla allí mismo. Eso no iba a devolverle a su hermano, pero al menos le daría la satisfacción de haber acabado con esa arpía.
—Si crees que seré civilizado contigo por ser mujer, estás muy equivocada —sentenció con furia, arrastrando las palabras; la mandíbula le temblaba y pronunciaba con dificultad. Presionó aún más su mano alrededor del delgado cuello—. Así que confiesa de una vez. Tú mataste a mi hermano. No importa cuánto lo niegues, sé que fuiste tú. ¡Tuviste que ser tú! —explotó incontrolablemente. Su brutal agarre empezaba a cortarle la respiración a la rubia—. ¿Por qué? ¿Qué te hizo él para que decidieras dejarlo en ese sucio callejón maloliente, desangrándose, como si se tratara de un perro? Fueron ellos, ¿verdad? ¿Ellos te enviaron? ¡Habla, maldición!
Nada le quitaría de la cabeza que los verdaderos autores de la muerte de su hermano era la mafia para la que había trabajado, misma que lo había buscado a él y no al verdadero Blake. Él también tenía algo de culpa, por no haber prevenido a su gemelo. Si Ilta era realmente la asesina, aunque doliera admitirlo, no era más que un soldado obedeciendo órdenes.
Jonas Kullberg- Humano Clase Media
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Re: Beyond the Bounds | Privado
A Ilta la vigilaban, el camarero era su complice, el único en aquel lugar que sabía sus verdaderos propósitos, que conocía su naturaleza, por eso al encontrarse en aquel lugar, siempre se encontraba alerta. De todos modos la joven se sabía defender, en más de una ocasión lucho con criaturas sobrenaturales, un simple humano resentido no sería problema para ella, sin embargo debía reconocer que aquello la había tomado por sorpresa. ¿Cómo debía actuar? ¿Seguir fingiendo que se trataba de una mujer inocente, o dejar ver que si había sido la asesinada del hermano de aquel hombre? Cualquiera de las dos opciones era buena, pero tampoco era hipócrita, y debía afrontar las consecuencias.
Sus ojos comenzaban a saltarse por la falta de respiración. No había manera que pudiera jalar aire, su garganta se encontraba perfectamente bloqueada. Incluso comenzaba a marearse. Definitivamente se paralizó. Nadie en el pasado la había descubierto en alguno de sus trabajos. Aquello era la clara afirmación de que la pasión, el dolor y la venganza se habían mezclado y su trabajo no había logrado ser impecable como en otras ocasiones. Debía enmendar el error, tenía otro enemigo, uno que se había comprado por bruta.
La joven creyó que no iba a salir bien librada de aquella noche, que la guarda baja que tuvo de un momento a otro le costaría la vida, pero así como ella había cometido un error, él también lo estaba cometiendo al soltar un poco el agarre de su cuello, dejarla tomar una bocana de aire, y tambalear en sus acciones.
Sólo bastaron unos segundos para poder liberarse. Ladeó el cuerpo hacía el lado de la mano que la había tomado, estiró sus brazos para poder hacer un giro con ellos y lastimar el ajeno, eso logró que la soltara.
Cuando se logró liberar, fueron dos bocanas de aire las que pudo tomar, el desconcierto del compañero de cuarto fue claro, mismo que también ayudó para patearle el pecho y alejarlo. Sólo tuvo fuerza para hacer eso, se inclinó hacía enfrente tomándose el cuello con una mano, estaba retomando la respiración normal, el mareo se fue de un momento a otro, y no perdió la guardia en ese momento. Se enderezó la espalda, la flexión de sus rodillas fue clara, una clara pose de alerta. Sonrió indudablemente, porque había librado la primer batalla.
No volvería a cometer tales errores. No era aún no momento de morir.
— ¿Siempre haces lo mismo? ¿Tu paranoia es tan grande que atacas a la primera que crees que asesinó a tu hermano? — Hizo esfuerzo para poder alzar la voz. La fuerza ejercida en el cuello le arruinó el habla. — ¿Estás muy dolido, verdad? — El joven frente a ella le recordaba a ella. Todo se trataba de dolor, muerte y venganza. — Es verdad, yo asesiné a tu hermano — Se encogió de hombros, no iba a mentirle, debía restarle un peso de encima, hacer saber quien había sido el autor, quizás eso le ayudaría a estar más tranquilo y en paz — Pero tampoco te hagas el sorprendido, tu hermano no era bueno, tenía más enemigos de los que tu y yo tenemos, así que podría ser yo, podría ser otro — Quitarle la venda de los ojos, eso era correcto.
— Tu error fue venir a atacarme en mi territorio. ¿Quieres vengarte? Adelante, inténtalo, puedes acabarme, pero lo más probable es que yo te acabé, mi sed de venganza aún no está saciada, me engañaron para matarlo, y si me mantengo viva, es para poder cobrar la vida de mi padre — No era clara, pero también le estaba dando pistas. — Ellos lo querían muerto, y si te entrometes serás el siguiente — Lo miraba desafiante.
Sólo uno de ahí saldría perdiendo, sin duda sería él.
Sus ojos comenzaban a saltarse por la falta de respiración. No había manera que pudiera jalar aire, su garganta se encontraba perfectamente bloqueada. Incluso comenzaba a marearse. Definitivamente se paralizó. Nadie en el pasado la había descubierto en alguno de sus trabajos. Aquello era la clara afirmación de que la pasión, el dolor y la venganza se habían mezclado y su trabajo no había logrado ser impecable como en otras ocasiones. Debía enmendar el error, tenía otro enemigo, uno que se había comprado por bruta.
La joven creyó que no iba a salir bien librada de aquella noche, que la guarda baja que tuvo de un momento a otro le costaría la vida, pero así como ella había cometido un error, él también lo estaba cometiendo al soltar un poco el agarre de su cuello, dejarla tomar una bocana de aire, y tambalear en sus acciones.
Sólo bastaron unos segundos para poder liberarse. Ladeó el cuerpo hacía el lado de la mano que la había tomado, estiró sus brazos para poder hacer un giro con ellos y lastimar el ajeno, eso logró que la soltara.
Cuando se logró liberar, fueron dos bocanas de aire las que pudo tomar, el desconcierto del compañero de cuarto fue claro, mismo que también ayudó para patearle el pecho y alejarlo. Sólo tuvo fuerza para hacer eso, se inclinó hacía enfrente tomándose el cuello con una mano, estaba retomando la respiración normal, el mareo se fue de un momento a otro, y no perdió la guardia en ese momento. Se enderezó la espalda, la flexión de sus rodillas fue clara, una clara pose de alerta. Sonrió indudablemente, porque había librado la primer batalla.
No volvería a cometer tales errores. No era aún no momento de morir.
— ¿Siempre haces lo mismo? ¿Tu paranoia es tan grande que atacas a la primera que crees que asesinó a tu hermano? — Hizo esfuerzo para poder alzar la voz. La fuerza ejercida en el cuello le arruinó el habla. — ¿Estás muy dolido, verdad? — El joven frente a ella le recordaba a ella. Todo se trataba de dolor, muerte y venganza. — Es verdad, yo asesiné a tu hermano — Se encogió de hombros, no iba a mentirle, debía restarle un peso de encima, hacer saber quien había sido el autor, quizás eso le ayudaría a estar más tranquilo y en paz — Pero tampoco te hagas el sorprendido, tu hermano no era bueno, tenía más enemigos de los que tu y yo tenemos, así que podría ser yo, podría ser otro — Quitarle la venda de los ojos, eso era correcto.
— Tu error fue venir a atacarme en mi territorio. ¿Quieres vengarte? Adelante, inténtalo, puedes acabarme, pero lo más probable es que yo te acabé, mi sed de venganza aún no está saciada, me engañaron para matarlo, y si me mantengo viva, es para poder cobrar la vida de mi padre — No era clara, pero también le estaba dando pistas. — Ellos lo querían muerto, y si te entrometes serás el siguiente — Lo miraba desafiante.
Sólo uno de ahí saldría perdiendo, sin duda sería él.
Hydra- Prostituta Clase Media
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Re: Beyond the Bounds | Privado
La rubia dio batalla y en cuanto vio una mínima oportunidad, supo zafarse del agarre de su enemigo. Oliver recibió una patada en el abdomen que lo dejó momentáneamente sin aire. Se apartó rápidamente para protegerse y pegó la espalda a la pared más cercana, intentando recobrar la compostura. Sin embargo, recibió un nuevo golpe, el peor de todos, uno del que difícilmente se recuperaría: Hydra confesó el crimen, admitiendo abiertamente su culpabilidad. La impresión lo dejó atónito, tan pasmado que el dolor físico pasó a un segundo plano. Entreabrió la boca y por varios minutos casi no respiró. Pronto la sorpresa fue reemplazada por una nueva oleada de rabia que lo dejó fuera de control.
—¡Mi hermano no tenía enemigos, zorra estúpida! —Gritó, completamente enloquecido, mientras avanzaba varios pasos hacia la desgraciada. Quería mandarla al diablo, asesinarla allí mismo de la manera más cruel posible. Sus dientes rechinaron—. ¿No te das cuenta? ¡Asesinaste al hombre equivocado! Mi hermano era un hombre bueno que no hacía daño a nadie y que dedicó su vida a servir a Dios. Él nada tenía que ver con todo esto. Era a mí a quien buscabas. Soy yo quien debería estar muerto.
Sí, el remordimiento constantemente lo hacía pensar en eso. Sabía que el sepulcro en el que se pudría el cuerpo de su hermano, había sido destinado para él y que el único motivo por el cual seguía vivo era por su cobardía. Eso lo hacía sentir verdaderamente miserable, como el peor de los seres humanos. Quizá su angustia era demasiado evidente por la forma en que se expresaba, pero no permitiría que eso significara una debilidad. Por el contrario, el dolor sería su fuerza.
—Pero no voy a darte el gusto. Viviré, para hacerte pagar por lo que has hecho —amenazó con absoluta y brutal seriedad—. Tu muerte será aun peor que la que sufrió mi hermano.
No fue nada sencillo comprobar que sus sospechas eran ciertas, pero de algún modo agradecía que así hubiera ocurrido. En un momento como ése, era extrañamente reconfortante darse cuenta de que aún no había perdido la razón y que todo ese tiempo que invirtió siguiendo las pistas del asesino de su hermano, no había sido en vano. Había sido tan sencillo dar con ella que comenzaba a pensar que quizá el propio Blake, desde el lugar donde se encontrara, se había encargado de ponerlo en el camino correcto con tal de que su muerte no quedara impune. Ahora le tocaba a Oliver cumplir con su parte.
—Se metieron con el hombre equivocado.
Sin embargo, en ese momento, Oliver era vagamente consciente de que acababa de cometer el grave error de confesarle su más grande secreto a la mujer. Ahora nada impediría que fueran tras él.
—¡Mi hermano no tenía enemigos, zorra estúpida! —Gritó, completamente enloquecido, mientras avanzaba varios pasos hacia la desgraciada. Quería mandarla al diablo, asesinarla allí mismo de la manera más cruel posible. Sus dientes rechinaron—. ¿No te das cuenta? ¡Asesinaste al hombre equivocado! Mi hermano era un hombre bueno que no hacía daño a nadie y que dedicó su vida a servir a Dios. Él nada tenía que ver con todo esto. Era a mí a quien buscabas. Soy yo quien debería estar muerto.
Sí, el remordimiento constantemente lo hacía pensar en eso. Sabía que el sepulcro en el que se pudría el cuerpo de su hermano, había sido destinado para él y que el único motivo por el cual seguía vivo era por su cobardía. Eso lo hacía sentir verdaderamente miserable, como el peor de los seres humanos. Quizá su angustia era demasiado evidente por la forma en que se expresaba, pero no permitiría que eso significara una debilidad. Por el contrario, el dolor sería su fuerza.
—Pero no voy a darte el gusto. Viviré, para hacerte pagar por lo que has hecho —amenazó con absoluta y brutal seriedad—. Tu muerte será aun peor que la que sufrió mi hermano.
No fue nada sencillo comprobar que sus sospechas eran ciertas, pero de algún modo agradecía que así hubiera ocurrido. En un momento como ése, era extrañamente reconfortante darse cuenta de que aún no había perdido la razón y que todo ese tiempo que invirtió siguiendo las pistas del asesino de su hermano, no había sido en vano. Había sido tan sencillo dar con ella que comenzaba a pensar que quizá el propio Blake, desde el lugar donde se encontrara, se había encargado de ponerlo en el camino correcto con tal de que su muerte no quedara impune. Ahora le tocaba a Oliver cumplir con su parte.
—Se metieron con el hombre equivocado.
Sin embargo, en ese momento, Oliver era vagamente consciente de que acababa de cometer el grave error de confesarle su más grande secreto a la mujer. Ahora nada impediría que fueran tras él.
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Re: Beyond the Bounds | Privado
Por unos momentos Ilta apareció. La joven que había perdido a su padre en manos de enemigos se hizo presente, sintió dolor, pena, rabia y demasiada impotencia. Dejó de lado sus ganas de vengarse para poder sentir comprensión por el hombre que se encontraba frente a ella. Cuando su padre murió, juró vengarse. No existía, ni mucho menos existiría poder humano o sobrenatural, que le llegara a quitar el dolor que se albergaba en su interior, tampoco existiría quien pudiera arrancar esa sed de venganza que lograba sus manos temblaran. Lo comprendía tanto y tan bien, que quiso poder consolarlo, decirle que todo estaría bien, que ella no había sido la asesina, pero lo cierto es que no era una mentirosa.
Ilta quiso regresar el tiempo en ese momento, así aparecería en aquella escena en donde asesinó al hermano de aquel hombre, le diría a su yo del pasado que debía controlar su rabia para poder ver todo con claridad, le enseñaría a esa mujer segada por el dolor, que lo mejor sería entrenarse e investigar, pero sobretodo, le diría a esa mujer, que está apunto de cometer un crimen que pagaría incluso después de la muerte, y que su ceguera, es la ventaja de unos pocos llenos de poder.
Ojalá Ilta se hubiese detenido, ojalá hubiese utilizado su intelecto más que sus emociones, sin embargo el tiempo no se podía regresar y lastimosamente, tampoco sentía el remordimiento adecuado, sólo se sentía reflejada en unos ojos triste y un corazón roto, pero nada más. Su venganza se había vuelto su sentido, por esa razón se encontraban en esa situación.
Hydra sonrió de medio lado inevitablemente. La información es más dañina que cualquier golpe físico, lo mejor de todo es cuando te lo dan sin que se den cuenta, y cuando lo hacen, ya es demasiado tarde.
— ¿Es qué acaso no lo ves? — Hizo un sonido intermitente con la boca, mismo que dejaba en claro burla, crueldad, diversión y negación. — Claro que tu hermano tenía enemigos, los que tu hiciste que llegara a tener, los que tu le sembraste al ser el ser humano que eres. — Negó de nuevo, esta vez cruzó los brazos a la altura de su pecho. Su posición era de espera, totalmente a la defensiva. Su mirada no perdía detalle de lo que ocurría con los movimientos y gestos de su acompañante — Cuando te metes en cualquier situación comprometedora, la investigación es el primer paso que un enemigo va a dar en tu contra, te estudiará profundamente, sabrá quienes son importantes para ti, no que lo es, porque el sentimentalismo es nuestra peor debilidad — Suspiró con claro aburrimiento — Con esa información te tendrán, te dominarán y te destruirán — Se encogió de hombros, no restándole importancia mas bien dejando en claro una lección que parecía había olvidado desde el inicio de sus andadas.
— El peor enemigo de tu hermano fuiste tú — ¿Acaso no lo había comprendido? Hydra pensó que se encontraba con un contrincante más inteligente.
— ¡Ellos no querían matarte! — Negó — Ellos quieren torturarte, así que asegurarte de no amar a nadie de la misma manera que amas a tu hermano, o de sentir interés por una persona, o tan sólo frecuentar a alguien, porque créeme, los acabarán, tu hermano fue tan sólo el inicio — Quizá estaba mal en darle esa información, porque a final de cuentas ese había sido el trato: la tortura psicológica. ¿Seguía sin entender?
— Su venganza es tu condena, nunca podrás tener a alguien a tu lado, ni siquiera amigos, estarás solo contigo mismo y la culpa de que eres el culpable de muertes, torturas, violaciones y un sinfín de atrocidades hacía personas que estén cerca de ti. — Sonrió con crueldad porque no podía mostrarse débil.
Ilta quiso regresar el tiempo en ese momento, así aparecería en aquella escena en donde asesinó al hermano de aquel hombre, le diría a su yo del pasado que debía controlar su rabia para poder ver todo con claridad, le enseñaría a esa mujer segada por el dolor, que lo mejor sería entrenarse e investigar, pero sobretodo, le diría a esa mujer, que está apunto de cometer un crimen que pagaría incluso después de la muerte, y que su ceguera, es la ventaja de unos pocos llenos de poder.
Ojalá Ilta se hubiese detenido, ojalá hubiese utilizado su intelecto más que sus emociones, sin embargo el tiempo no se podía regresar y lastimosamente, tampoco sentía el remordimiento adecuado, sólo se sentía reflejada en unos ojos triste y un corazón roto, pero nada más. Su venganza se había vuelto su sentido, por esa razón se encontraban en esa situación.
Hydra sonrió de medio lado inevitablemente. La información es más dañina que cualquier golpe físico, lo mejor de todo es cuando te lo dan sin que se den cuenta, y cuando lo hacen, ya es demasiado tarde.
— ¿Es qué acaso no lo ves? — Hizo un sonido intermitente con la boca, mismo que dejaba en claro burla, crueldad, diversión y negación. — Claro que tu hermano tenía enemigos, los que tu hiciste que llegara a tener, los que tu le sembraste al ser el ser humano que eres. — Negó de nuevo, esta vez cruzó los brazos a la altura de su pecho. Su posición era de espera, totalmente a la defensiva. Su mirada no perdía detalle de lo que ocurría con los movimientos y gestos de su acompañante — Cuando te metes en cualquier situación comprometedora, la investigación es el primer paso que un enemigo va a dar en tu contra, te estudiará profundamente, sabrá quienes son importantes para ti, no que lo es, porque el sentimentalismo es nuestra peor debilidad — Suspiró con claro aburrimiento — Con esa información te tendrán, te dominarán y te destruirán — Se encogió de hombros, no restándole importancia mas bien dejando en claro una lección que parecía había olvidado desde el inicio de sus andadas.
— El peor enemigo de tu hermano fuiste tú — ¿Acaso no lo había comprendido? Hydra pensó que se encontraba con un contrincante más inteligente.
— ¡Ellos no querían matarte! — Negó — Ellos quieren torturarte, así que asegurarte de no amar a nadie de la misma manera que amas a tu hermano, o de sentir interés por una persona, o tan sólo frecuentar a alguien, porque créeme, los acabarán, tu hermano fue tan sólo el inicio — Quizá estaba mal en darle esa información, porque a final de cuentas ese había sido el trato: la tortura psicológica. ¿Seguía sin entender?
— Su venganza es tu condena, nunca podrás tener a alguien a tu lado, ni siquiera amigos, estarás solo contigo mismo y la culpa de que eres el culpable de muertes, torturas, violaciones y un sinfín de atrocidades hacía personas que estén cerca de ti. — Sonrió con crueldad porque no podía mostrarse débil.
Hydra- Prostituta Clase Media
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