Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}

por Invitado Miér Sep 22, 2010 10:05 pm

Se escucha entre los árboles, el vestido sucio y desgastado de Linda enganchándose entre las centenares plantas y ramas que hay por el suelo a causa de la tormenta de la noche anterior. A medida que sus piernas flacas y torneadas corretean por el bosque, el sordo sonido de sus pies descalzos pisoteando sobre la tierra húmeda se hace más audible. Tutún, tutún, tutún. Y de pronto... silencio...

Una llovizna insignificante había caído sobre la mañana y a pesar de la tormenta feroz de la noche, el bosque se veía aún más bonito... Al menos eso pensaría una estúpida mujer de la realeza francesa con nariz respingona y que se pasea por los campos sobre su esbelto caballo negro; lejos del suelo, lejos de la suciedad, lejos de los gusanos, lejos de Linda. Lejos de todo aquello que considera desagradable. Pero no la bruja. Que ha comenzado nuevamente con su investigación por entre los árboles mojados.

-Mhhmm... y un poquito de ti también. Y otro poquito de ti… - va hablando sola a medida que va recogiendo diferentes tipos de plantas – Y.. ¡OH! Ahí estás túuuuu.

Se acomoda en su lugar sin hacer ruido alguno. Los ojos azules de Linda están fijos en aquella flor violácea que ha crecido de la alta rama de un árbol. Es la única en su especie en todo el bosque y no es casualidad que la bruja haya ido ese mismo día en su búsqueda, pues sabe de buena fuente que florece únicamente en otoño, después de una noche de tormenta.
Con toda la apariencia de un gato callejero muerto de hambre que acecha un ratón flaco y desvalido, Linda da un manotazo al aire en dirección a la preciada flor, pero no es suficiente… así que intenta con la otra man. Y otra vez con la otra. Pero sigue sin ser suficiente.

-¡BATTONA, KURVA!
Exige que sus dos prostitutas aparezcan inmediatamente en escena.
¿Por qué digo prostitutas? Porque esa es la traducción al español de los dos nombres que les ha dado su dueña. Y, sucede que en cierta forma lo son, ya que las dos hacen todo lo que Linda les ordena a cambio de comida - es decir ojos humanos.
Como es de esperarse, no tardan en hacerse ver. Pues han notado en el tono de voz de Linda aquella desesperación que jamás termina en nada bueno. Tras algunos graznidos molestos y aturdidores, dos urracas totalmente negras -a excepción de aquellos dos pares de ojos amarillos- se hacen presentes.
Cada una se sostiene sobre una rama de distintos árboles y miran a su dueña tanto como lo hacen entre ellas. No es sorpresa que se entiendan entre las tres, aunque las aves no puedan contestarle a Linda con palabras, sólo con miradas y graznidos horribles.

-La flor, pequeñas. Quiero la flor... ¡TRAEDME LA FLOR! –y simplemente espera a que sus córvidas compañeras le trajeran lo que cree suyo.

por **József Bároti** Jue Sep 23, 2010 11:21 am

Sus pies descalzos comenzaban a impregnarse de suciedad, ramillas y algunas hojas que por la temporada comenzaban a caer de las altas copas de los perenes arboles, brincaba a un lado y saltaba al otro, observaba el lugar con su ojo bueno, aquel que le permitía ver el mundo terrenal y no aquel mundo distante que en premoniciones se mostraban sobre el ojiazul, aquel que en momentos como ese no le servia de nada, su flanco izquierdo completamente erradicado, le era imposible ver que sucedia de aquel lado más se habia acostumbrado ya a la falta de visión de aquel hemisferio, su iris verdoso se perdía en las gotas que resbalaban de las hojas golpeándole con suavidad, parecían cantar al unisonó, gritando antes de suicidarse, riendo antes de caer como si en alguna especie de competencia unas peleasen con otras por romperse primero contra el suelo aunque algunas parecían aferrarse con los brazos que no tenían a la vida sobre las alturas antes de, volverse algo mas de la tierra.

Llevaba un morral al hombro y dentro de este algunas frutas y piezas de pan envueltas para no sufrir cambios por la latente humedad del lugar, se quito el flequillo de la frente aspirando ampliamente, inundado sus pulmones con aquel aire fresco, amante de la naturaleza tan cuanto su abuela le habia enseñado y fue entonces que mientras se embriagaba con la belleza del lugar un sonido estrafalario le obligo a girar en derredor, rebuscando de donde provenía, sendos animales no podían estar en un lugar como aquel sencillamente porque habían perdido rumbo.

Sus pies se movieron ágilmente sobre el suelo de la forma digna de un gitano y sus raíces le remontaban a tener tales principios, la pandereta en su morral relucía sus iniciios y la tierra que le habia visto nacer, criado entre gitanos siendo un brujo, habia aprendido el arte de ambos aunque su sangre era la de un creyente de la magia –espera- exclamo alzando los brazos para impedir que las aves quisieran arrematar contra la florecilla que sin ningun arma se cernia a la vida en el árbol aguardando su fin -¿Qué crees que haces?- le cuestiono negando energéticamente con aquella mirada inocente que solo el podia poseer –no puedes arrancarla- aseguro observando a las aves y la joven repetidas veces –esta indefensa no seria un acto justo- le indico, quien le viese le tacharía por loco, un joven que pedia permiso a un planta antes de arrancarle la vida, que le explicaba sus motivos y rogaba por un perdón, un loco claro estaba o un brujo amante de la vida, mas posiblemente se tratase de aquello.

(si interrumpo edito =))

por Invitado Jue Sep 23, 2010 3:40 pm

{ Nah, para nada! De hecho, gracias por postear! }

Kurva, que estaba a punto de alejar a Battona con una garra y arrancar la flor con la otra, se paró en seco. Increíblemente los dos cuervos miraron a su dueña y después al desconocido, que le hablaba a Linda con una ingenuidad que daba lástima.

Los ojos azules de la bruja se llenaron de odio al ver que alguien atentaba contra lo que ella quería.
-JAJAJA- se río con una risa irónica, sobreactuada, completamente de desquiciada al ver como alguien osaba a interponerse entre ella y su flor. Alzó las manos en señal de “alto” para sus almuerza-ojos se detuvieran y los cuervos volvieron a la rama de antes. Allí reposaron mientras miraban en dirección al desconocido y la bruja. De pronto Kurva graznó y Linda estiró el cuello un poco, en dirección a quien tenía enfrente.

-¿Y quién es vos para cuestionar mi autoridad sobre mis pequeñas aves? – inquirió ladeando la cabeza y afinando los ojos para intentar verle mejor. Se acercó un poco más a él e inspeccionó todo su alrededor. Miró las múltiples manchas de suciedad que llevaba y las pequeñas hojas y ramillas que se habían impregnado en la vestimenta del desconocido. Además también inspiró su olor, como si así pudiera saber de dónde venía, qué había hecho antes y si había pasado la noche solo o, por el contrario, en compañía de alguien. Se fijó en como pegaban los diminutos rayos de sol que se colaban por entre los árboles y caían sobre él. Todo eso entre otras cosas. Y es que Linda es de las brujas que se fija en cada detalle minúsculo. Con esos ojos celestes y grandes que un poco aterran; porque le da pintas de desquiciada mental, escanea cada molécula de lo que ve y de lo que no ve.

-Apártese, monsieur. Y así perdonaré la larga vida de su alma. De lo contrario, al no permitir que esa flor llegue a mis manos, haré de su vida un infierno. Y no es una amenaza, discúlpeme. Me gustaría que conozca sus opciones así lo considera… justo.
Se explica mientras que con una huesuda mano pálida se libera la frente de mechones de pelo. De lejos se notaban un poco mojados y sucios, sin contar que estaban poco cuidados. Con la otra mano en cambio, se sostiene la falda del vestido. Ésta se encuentra sólo un poco rota en el dobladillo, pero en cambio está el triple de sucia. Es así, de esa forma que deja a la vista de cualquiera, aquellos pequeños pies descalzos sobre el frío suelo y aún así no le molesta en lo absoluto. Aunque mostrar parte de su piel a desconocidos es considerado un pecado, a ella no le importa. Porque ella es un pecado en si misma.

por **József Bároti** Jue Sep 23, 2010 9:57 pm

No se inmuto en divisar a aquellas aves de graznidos molestos y apariencia estrafalaria, no se perturbo tampoco asi por su presencia era un joven si pero un joven brujo que tenia siempre un as bajo la manga y el consuelo de haber aprendido de una gran bruja, poco si pero todo de una forma tan precisa que no habia margen de error en sus palabras aunque no supiese asi leer o escribir su nana le habia enseñado las palabras le habia enseñado a hablar, llevaba entonces un libro que no podia descifrar.

Sus ojos se mantenían fijos en quien hablaba con aquella petulancia que le hacia creer que una mala infancia y el destino arrogante y juguetón mas siempre sordo le habia hecho pasar tiempos difíciles, ambos ojos se mantenían sobre la joven porque habia aprendido a pasar por desapercibido aquel mal suyo de no poder ver con uno de ellos, los movia como si ambos le llevasen imágenes al cerebro, habia aprendido el arte.

-yo no cuestiono tu autoridad…las aves serán o no tuyas si ellas asi lo desean la flor…la flor no a decidido ser tuya asi que es del árbol- le indico ladeando el rostro desentendido ¿pretendia acaso amenazarle para conseguirla? Mala idea, quizá la inocencia se elevase dentro de el y no asi la falta de conocimiento o agilidad para defenderse si algo llegaba a ocurrir.

-mi alma esta perdonada por el simple hecho de ser alma…lo lamento pero no ademas, sus palabras me dicen que es una bruja ¿no reconoces a un igual cuando lo ve? No debería ir por ahí “dando opciones” si no asi puede cumplirlas- le indico encogiéndose de hombros con la tranquilidad de quien tiene ya todo medido con certeza incapaz asi de equivocarse siquiera un ápice.

-indícale entonces a tus aves que vayan a buscar que mas conseguirte que esta flor no la tocas- aseguro cruzándose de brazos.

por Invitado Jue Sep 23, 2010 10:29 pm

-Ahhh… - susurró, asintiendo. Como comprendiendo algo de lo que el joven frente a ella decía. Como si en verdad estuviera convenciéndose por sus palabras -Y acaso vos, monsieur de los bosques franceses.. ¿Ha tenido la posibilidad de preguntarle a la flor si deseaba o no, pertenecerme? – preguntó ágilmente al mismo tiempo que alzaba un dedo como en señal de puntualizarle un hecho. Se calla unos segundos y sin embargo vuelve a hablar tan rápido que no le deja contestar a él, la pregunta que ella misma había formulado. –Y, de ser así ¿debería yo creer en su palabra? ¿Cómo sé que éste monólogo de prohibición no es más que otro teatro para después, quedarse con lo que es mío?

Porque Linda es genial en implantar dudas extrañar. En hacer suposiciones que aparentemente no tienen ningún sentido, aunque en realidad sí. Dependiendo en las respuestas y los movimientos conoce más a cada persona que le habla.

-Por el contrario, monsieur de los bosques franceses, me he dado cuenta de la concentración de magia que lleva dentro suyo desde antes que abriera la boca.– le calló de sopetón al escucharlo. – Por mis palabras podría haber sido un vampiro sediento de sangre humana o incluso una simple desquiciada mental que se reúne para asesinar personas que se han perdido en el bosque, sin ningún tipo de piedad. – se explicó mirando de tanto en tanto a sus cuervos, que se acomodaban en el lugar, aferrándose y soltándose de las ramas. Algunas hojas húmedas cayeron al suelo y Linda volvió los ojos azules a quien tenía delante.

-He dicho que la flor es mía. No será alguien como vos que me impida tenerla entre mis manos, brujo. Puede que la queráis para algún hechizo o puede que no, no es de mi incumbencia. Sólo sé que esa flor se irá conmigo y hoy.
Levemente exasperada, pero con el odio latente en cada célula de su cuerpo, Linda negó con la cabeza. Tenía una aguda mueca de displicencia en el rostro y simplemente alzó los brazos a la vez. Entonces los dos cuervos bajaron como balas disparadas y sólo uno corto la flor, la cual le fue entregada a Linda por Kurva. Por supuesto, era la más atenta.

por **József Bároti** Jue Sep 23, 2010 11:13 pm

Enarco una ceja riendo por lo bajo, negando sin cambiar su actitudes alegre y calmada por el como la joven bruja cual gato parecía erizársele el vello y afilar las garras, curveando la espalda y abriendo los parpados, podia ver aquella acción con total claridad aunque no fuese asi real, habia aprendido a soñar despierto –porque usted y yo no somos iguales…yo no la arrancaría sobre todo no porque es única, no arrebataría una vida que no me pertenece por simple capricho- le indico observando de soslayo a los pajarracos, con el impulso de tomar una piedra de colosales dimensiones y alejarlos mas no, el no dañaba a los seres vivios porque eso, era lo único a sus ojos aberrante.

-no soy ningun Monsieur- murmuro repudiado por aquel adjetivo, o cual fuese el titulo que le otorgaba –soy József…sencillamente- le indico no sorprendido mas si poco entusiasmado por el carácter y acciones de la joven, ser obstinada no la hacia mejor, hacerse odiar no la protegía de nada, ser fatua no la llevaría nada ni a ningun bien mayor que la alegría –si tu lo dices…no existe peor mal en ti que el que tu misma te has creado, que solo una falacia...- le indico sonriendo de medio lado, su carácter no le arruinaría el dia ni el encuentro amargaría su existencia.

Su mandíbula se tenso ante su acción, no pudiendo evitarlo sino mas bien enfurecido por la forma en que habían arrancado aquella delicada vida de su soporte tomo una piedrecilla arrojándola al ave con precisión y velocidad, quizá uno de sus ojos no sirviese pero aquello no afectaba su motricidad, no demasiado –aberrante ser- exclamo con las mejillas coloradas -¿es acaso que tu vida a sido tan miserable que necesitando arruinar la de otros te sientes satisfecha? – su mente no razonaba solo aquello, solo aquella acción lograría sacar lo peor de el y aun asi lucia como un niño emberrinchando por algo si bien correcto, que no tenia la fuerza para ganar.

Su mano se poso sobre su pecho observando a la arpía causante de aquel mal, comenzaron a pronunciar bajas palabras en un latin perfecto, pronunciado el primer mal sortilegio que se le vino a la mente, no permitiría tales injusticias y no permitir que se cometieran por nueva cuenta, su mirada se poso entonces en el pajarraco atravesándole, como si intentase desintegrarlo sencillamente observándole –que el averno te tenga un buen sitio- farfullo sintiendo como el cuerpo se le tensaba y agarrotaba, con la creciente de palabras moviendo algo dentro de el y por su alma.

por Contenido patrocinado

Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}

Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}

Re: Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}

Re: Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}

Re: Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}

Re: Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}

Re: Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}

Re: Recolección en una tarde de otoño. {~Libre}