AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las agujas de la Serpiente (Deméter)
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Las agujas de la Serpiente (Deméter)
Una copa de vino y en la ventana las gotas de lluvia se pegaban al vidrio suplicando clemencia. Afuera el frio reinaba en la noche y el vampiro estaba cansado de mantenerse estático, no era algo que se le diera bien desde nunca. El dolor era un bien preciado que estimaba y el leimotiv que lo llevaba a estar en ese preciso momento aguardando una ansiada visita esa noche.
No acostumbraba a invitar nadie al domicilio a menos que fuese estrictamente necesario porque por las noches no solía estar disponible. Esta noche había preferido no alimentarse físicamente pero si de otra forma un poco mas excéntrica.
Los hechos que pasaron últimamente lo llevaron a meditar sobre si mismo, vivía cubierto sin motivo alguno, camisas largas, brocados en los sacos, capa incluso. Iba a continuar con ello pero esta vez al menos iba a tener un motivo para no mostrarse asi y de una vez por todas completarse a si mismo. Estaba decidido que el dolor de las agujas le iba a dar la posibilidad de renovarse como vampiro. No sentía nada, no tenía nada mas que su excentricidad. El asunto del compromiso lo tenía por demás ansioso. Sabía que la Galantia no tenía la culpa, es mas le caía bien, pero eso sería solo hasta que se enterase que era un vampiro y que posiblemente no iba a cumplir con su rol de marido y padre para el día de mañana. Nunca se le había pasado por la cabeza eso en los últimos años y supuso que no era uno de esos acuerdos que iban a ser recordados. Sin embargo aca estaba. Su impaciencia lo llevaba incluso a preguntarse qué era lo que quería lograr.
Un golpe en la puerta y la doncella que abría permitiendo el paso de una mujer a la casa. El vampiro se levantó y abandonando su copa con su porte seguro se acercó al hall para chequear que fuera Deméter quien había llegado, cosa que asi fue.
Sus ojos se cruzaron y le recordó de inmediato a la mirada que había tenido con él hace pocas noches donde en un cruce de preguntas en el bar había comprendido que ella tenía cierto fanatismo con los tatuajes y que incluso se notaban en su piel.
La dama de las serpientes había llegado a su casa.
- Bienvenida Deméter - saludó mientras ella observaba el lugar y él estudiaba con esos ojos frios a la joven gitana.
No acostumbraba a invitar nadie al domicilio a menos que fuese estrictamente necesario porque por las noches no solía estar disponible. Esta noche había preferido no alimentarse físicamente pero si de otra forma un poco mas excéntrica.
Los hechos que pasaron últimamente lo llevaron a meditar sobre si mismo, vivía cubierto sin motivo alguno, camisas largas, brocados en los sacos, capa incluso. Iba a continuar con ello pero esta vez al menos iba a tener un motivo para no mostrarse asi y de una vez por todas completarse a si mismo. Estaba decidido que el dolor de las agujas le iba a dar la posibilidad de renovarse como vampiro. No sentía nada, no tenía nada mas que su excentricidad. El asunto del compromiso lo tenía por demás ansioso. Sabía que la Galantia no tenía la culpa, es mas le caía bien, pero eso sería solo hasta que se enterase que era un vampiro y que posiblemente no iba a cumplir con su rol de marido y padre para el día de mañana. Nunca se le había pasado por la cabeza eso en los últimos años y supuso que no era uno de esos acuerdos que iban a ser recordados. Sin embargo aca estaba. Su impaciencia lo llevaba incluso a preguntarse qué era lo que quería lograr.
Un golpe en la puerta y la doncella que abría permitiendo el paso de una mujer a la casa. El vampiro se levantó y abandonando su copa con su porte seguro se acercó al hall para chequear que fuera Deméter quien había llegado, cosa que asi fue.
Sus ojos se cruzaron y le recordó de inmediato a la mirada que había tenido con él hace pocas noches donde en un cruce de preguntas en el bar había comprendido que ella tenía cierto fanatismo con los tatuajes y que incluso se notaban en su piel.
La dama de las serpientes había llegado a su casa.
- Bienvenida Deméter - saludó mientras ella observaba el lugar y él estudiaba con esos ojos frios a la joven gitana.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Las agujas de la Serpiente (Deméter)
El tiempo se había hecho escaso como así mi rutina de los días soleados. Ahora éstos estaban de un color blanquecino pues la nieve caía con ráfagas cual tifones. Era entonces cuando tenía que refugiarme en la carpa que con gruesa tela estaba hecha. El frío de la ciudad de parís era uno de los más secos que había conocido, las serpientes que viajan conmigo a todos lados habían decidido esconderse entre mi piel, arrollándose de manera asfixiante. Y eran pocas las veces que conseguía un trabajo como lectora del futuro o curandera del alma, la gente no llegaba a esas zonas como en el dulce verano, por el contrario no había un alma. Como gitana nómade que era, el dinero no me importaba en lo absoluto, antagónicamente me valía de la naturaleza para poder sobrevivir constantemente, sin embargo precisaba de aquellos valiosos francos de vez en cuando, para comprar comida y nuevas telas para vestir. Ahora me veía en el apuro de usar retazos de viejos paños debajo de la ropa habitual para que así el escozor en mi dermis pudiese calmarse.
Fue una de las tantas noches que le recé a los dioses por ayuda que sentí que fui escuchada y respondida. Mi alma estaba en paz, más que nunca y esperé al día siguiente por una ofrenda que hiciera que mi corazón volviera a estabilizarse. Pues habían sido semanas donde los sentimientos habían volado por trompetas, disparándose en sonidos incomprensibles. Los caminos de tal día se hicieron aguardar hasta caer la noche y casi había perdido mis esperanzas. Terminé por refugiarme en un bar pidiendo solo un vaso de agua que el camarero siempre aceptaba darme. Aparentemente mi extraña aura y físico llamaba un poco la atención y le beneficiaba de cierto modo. Y entonces apareció el sonido suave de la esperanza junto con la muerte. Un no vivo como esos que tiempos atrás había conocido estaba sentado a mí lado en la barra. Impetuoso, no sabía cuándo había llegado, pero sus palabras hablaban sobre tatuarse y eran esas habilidades las que mis manos podían re inventar. Mi cuerpo estaba marcado en cada parte, haciendo un recorrido por mi vida y por las personas que había conocido. No tardé en comentarle mi competencia y mis propias marcas. ¿Acaso estaba tan desesperada? No, sin duda la razón de haber ido con él era gracias a los dioses que la noche anterior me habían dado una premonición sobre eso. Y siempre estaba segura de lo que ellos me ofrecían.
El crepúsculo siguiente me vi envuelta en la capa negra, escondiendo mi rostro de la frialdad del lugar con una capucha que cubría hasta la nariz. Llevaba un bolso de telas pesado sobre mi hombro, mientras caminaba con un rumbo fijo hasta detenerme en las puertas de un gran lugar. Era tétrico, sabía que mi corazón latiría con fuerzas y con temores, pero iba a lograrlo, le haría la más hermosa de las marcas del cuerpo. — Buenas noches señor Julien, un placer. — Susurré cuando los pasos se dieron hacía el interior del lugar, como siempre el frufrú podía escucharse desde todos lados, era un lugar sin duda hermoso. Lo miré unos segundos y me despojé de la capa oscura, apoyando el bolso en una mesa de madera que estaba en un costado. Suspiré y busqué los ojos ajenos, extraños y maquiavélicos, con ese deje de calma que llegaba a tranquilizarme un poco. — He traído todo lo necesario, ¿puedo sentarme? Lo mejor será que comencemos con el diseño, ¿en qué lugar le gustaría? Venga, si así lo desea… Seguramente tardemos un poco. Pocas cosas me dijo la anterior noche, mas hoy es el momento. Las marcas de la tinta que quedarán en su cuerpo no podrán borrarse jamás, quedarán por toda la eternidad, así que tiene que quedar lo más hermoso posible, ¿no lo cree? — Consulté con atrevimiento, no obstante con una dulzura y humildad que siempre se reflejaba en mi sonrisa de labios rojos. Y saqué entonces una tela negra que dentro envolvía pequeños aparatos metálicos, agujas de diferentes tamaños que habían sido conseguidas muy lejos, en tierras indias. Y papelillos enrollados que servían para calcar el diseño para poder marcarlo en la piel antes de ir a la tinta. Todo llevaba un proceso, uno lento y cuidadoso que me encantaba saborear y esperaba que a él le gustara tanto como a mí.
Fue una de las tantas noches que le recé a los dioses por ayuda que sentí que fui escuchada y respondida. Mi alma estaba en paz, más que nunca y esperé al día siguiente por una ofrenda que hiciera que mi corazón volviera a estabilizarse. Pues habían sido semanas donde los sentimientos habían volado por trompetas, disparándose en sonidos incomprensibles. Los caminos de tal día se hicieron aguardar hasta caer la noche y casi había perdido mis esperanzas. Terminé por refugiarme en un bar pidiendo solo un vaso de agua que el camarero siempre aceptaba darme. Aparentemente mi extraña aura y físico llamaba un poco la atención y le beneficiaba de cierto modo. Y entonces apareció el sonido suave de la esperanza junto con la muerte. Un no vivo como esos que tiempos atrás había conocido estaba sentado a mí lado en la barra. Impetuoso, no sabía cuándo había llegado, pero sus palabras hablaban sobre tatuarse y eran esas habilidades las que mis manos podían re inventar. Mi cuerpo estaba marcado en cada parte, haciendo un recorrido por mi vida y por las personas que había conocido. No tardé en comentarle mi competencia y mis propias marcas. ¿Acaso estaba tan desesperada? No, sin duda la razón de haber ido con él era gracias a los dioses que la noche anterior me habían dado una premonición sobre eso. Y siempre estaba segura de lo que ellos me ofrecían.
El crepúsculo siguiente me vi envuelta en la capa negra, escondiendo mi rostro de la frialdad del lugar con una capucha que cubría hasta la nariz. Llevaba un bolso de telas pesado sobre mi hombro, mientras caminaba con un rumbo fijo hasta detenerme en las puertas de un gran lugar. Era tétrico, sabía que mi corazón latiría con fuerzas y con temores, pero iba a lograrlo, le haría la más hermosa de las marcas del cuerpo. — Buenas noches señor Julien, un placer. — Susurré cuando los pasos se dieron hacía el interior del lugar, como siempre el frufrú podía escucharse desde todos lados, era un lugar sin duda hermoso. Lo miré unos segundos y me despojé de la capa oscura, apoyando el bolso en una mesa de madera que estaba en un costado. Suspiré y busqué los ojos ajenos, extraños y maquiavélicos, con ese deje de calma que llegaba a tranquilizarme un poco. — He traído todo lo necesario, ¿puedo sentarme? Lo mejor será que comencemos con el diseño, ¿en qué lugar le gustaría? Venga, si así lo desea… Seguramente tardemos un poco. Pocas cosas me dijo la anterior noche, mas hoy es el momento. Las marcas de la tinta que quedarán en su cuerpo no podrán borrarse jamás, quedarán por toda la eternidad, así que tiene que quedar lo más hermoso posible, ¿no lo cree? — Consulté con atrevimiento, no obstante con una dulzura y humildad que siempre se reflejaba en mi sonrisa de labios rojos. Y saqué entonces una tela negra que dentro envolvía pequeños aparatos metálicos, agujas de diferentes tamaños que habían sido conseguidas muy lejos, en tierras indias. Y papelillos enrollados que servían para calcar el diseño para poder marcarlo en la piel antes de ir a la tinta. Todo llevaba un proceso, uno lento y cuidadoso que me encantaba saborear y esperaba que a él le gustara tanto como a mí.
Darko DeGrasso- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Las agujas de la Serpiente (Deméter)
Con escuetos gestos la invitó a sentarse en la amplia mesa que utilizaba solo para escribir, nadie comía allí, ni siquiera la gente que trabajaba para el lugar. Corrió hacia un costado tintero, hojas y plumas y dejó espacio para que acomodara sus materiales. No tenía idea de cómo era el instrumental, sólo que eran agujas, así que apenas retiró la funda que las envolvía quedó anonadado con las mismas, incluso con las tintas.
Los tatuajes eran detalles que un hombre de su clase no tenía, desde que tenía uso de razón amaba todo tipo de flagelos, incluso recordaba como se había practicado cortes en las muñecas siendo un joven sólo para ver como la sangre corría en un espectáculo totalmente sanguinario. Estas marcas en la piel nunca se habían visto bien para el resto a menos que estos fueran ladrones o gente que vive en el mar cosa que se consideraba un distintivo de la clase. Julien quería ser distinto, romper con esa familia que nada tenía que ver con él, que veía alejada y ajena, que no aceptaría su condición y mucho menos los detalles que lo habían llevado a ser vampiro. De allí que ya no tenía apellido hace 20 años.
Tomó asiento a su lado para quedar a la misma altura y ofreció a Deméter algo para beber, el recio clima externo no era el mejor para andar paseando por esos lugares - Te agradezco que hayas venido aún con este clima… - y frenó su frase siguiente sabiendo que poco había pensado sobre el tatuaje. Perdía esa confianza que solía tener. Siendo algo nuevo era mejor concentrarse en un clásico, algo básico pero que lo identificara. De forma automática comenzaron a pasar miles de imágenes por su cabeza.
Con la duda en su rostro se dispuso a formular la pregunta a quien iba a dejar esa marca en su piel – Tenía ganas de tatuarme la espalda primero, un omóplato. Aunque estoy algo contradictorio con el diseño, la idea, digamos… no se termina de completar en mi mente. Quiero mostrar lo que realmente soy con el tatuaje, el “alguien” que aún me niego a mostrar y como tal es algo que tiene que salir a la superficie de alguna forma. Al menos ésta es la más viable que encuentro de momento…- dejó el comentario medio apagado entre susurros. Pero estaba convencido de hacerlo, no iba a echarse atrás por no saber qué imagen tomar de referencia para el dibujo. Observó sobre la mesa la pluma y las hojas con el candelabro y de pronto se le ocurrió algo relacionado a ello. Pero era poco nítido.
- Pensaba en algo que refleje la muerte, el dolor, pero que a la vez incluya algo que lo haga mío. No lo sé… se me ocurren miles de cosas. Aconséjame…por favor... – rogó a la joven que lo observaba, sus tatuajes le iban a la perfección, atrás de ellos hubo un gran proceso creativo de seguro pero la frase de ella que la tinta era permanente lo hizo pensar un poco más. Era eterno, como él.
Los tatuajes eran detalles que un hombre de su clase no tenía, desde que tenía uso de razón amaba todo tipo de flagelos, incluso recordaba como se había practicado cortes en las muñecas siendo un joven sólo para ver como la sangre corría en un espectáculo totalmente sanguinario. Estas marcas en la piel nunca se habían visto bien para el resto a menos que estos fueran ladrones o gente que vive en el mar cosa que se consideraba un distintivo de la clase. Julien quería ser distinto, romper con esa familia que nada tenía que ver con él, que veía alejada y ajena, que no aceptaría su condición y mucho menos los detalles que lo habían llevado a ser vampiro. De allí que ya no tenía apellido hace 20 años.
Tomó asiento a su lado para quedar a la misma altura y ofreció a Deméter algo para beber, el recio clima externo no era el mejor para andar paseando por esos lugares - Te agradezco que hayas venido aún con este clima… - y frenó su frase siguiente sabiendo que poco había pensado sobre el tatuaje. Perdía esa confianza que solía tener. Siendo algo nuevo era mejor concentrarse en un clásico, algo básico pero que lo identificara. De forma automática comenzaron a pasar miles de imágenes por su cabeza.
Con la duda en su rostro se dispuso a formular la pregunta a quien iba a dejar esa marca en su piel – Tenía ganas de tatuarme la espalda primero, un omóplato. Aunque estoy algo contradictorio con el diseño, la idea, digamos… no se termina de completar en mi mente. Quiero mostrar lo que realmente soy con el tatuaje, el “alguien” que aún me niego a mostrar y como tal es algo que tiene que salir a la superficie de alguna forma. Al menos ésta es la más viable que encuentro de momento…- dejó el comentario medio apagado entre susurros. Pero estaba convencido de hacerlo, no iba a echarse atrás por no saber qué imagen tomar de referencia para el dibujo. Observó sobre la mesa la pluma y las hojas con el candelabro y de pronto se le ocurrió algo relacionado a ello. Pero era poco nítido.
- Pensaba en algo que refleje la muerte, el dolor, pero que a la vez incluya algo que lo haga mío. No lo sé… se me ocurren miles de cosas. Aconséjame…por favor... – rogó a la joven que lo observaba, sus tatuajes le iban a la perfección, atrás de ellos hubo un gran proceso creativo de seguro pero la frase de ella que la tinta era permanente lo hizo pensar un poco más. Era eterno, como él.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Las agujas de la Serpiente (Deméter)
Asentí, el clima, aunque áspero y duro, no era algo que pudiese detenerme en mi camino. Necesitaba el pago y también precisaba sentirme útil en la vida. No trabajar dejaba un hueco en mi alma que me hacía desvanecer poco a poco. Distraerme de la ausencia de la serpiente era muy necesario y podía hacer cualquier cosa para que eso no existiera y así poder sonreír como en ese preciso instante lo hacía. Acomodé mis cabellos en un pequeño moño sobre la cabeza y le miré a los transparentes ojos ajenos. Daban un poco de miedo y me preguntaba hacía cuánto tiempo estaba muerto, debido a la pálida tez que cargaba. Mordí la parte de adentro de mis labios, acallando tales pensamientos. No quería hacerlo sentir incómodo. Él me regalaría un pedazo de su cuerpo para dejar una marca imborrable. Tener un trato amable era muy importante, al menos para mí y el arte que me gustaba hacer. Escuché entonces cada una de sus palabras, Julien resultaba ser un vampiro amable y algo melancólico. Con un sufrimiento difícil de comprender y que me hubiese gustado poder indagar un poco más. ¿A qué se refería con que quería mostrar el alguien que de verdad era? Dejé salir una sonrisa a medias, con los parpados entrecerrados, moviendo la cabeza a los lados, unos momentos. — ¿Quién es en verdad? Antes de marcarlo como la persona que es en realidad hay que saberlo. ¿Cómo es? ¿Qué le quiere mostrar al mundo? ¿Le quiere mostrar la muerte y el dolor? ¿O quiere que sea una melancolía que con el pasar del tiempo le recuerde el motivo por el cual se marcó? — Pasé la mano por el lienzo de madera fina. Los instrumentos que tenía, difíciles de conseguir, estaban allí, esperando a ser armados. Alcé mi mano para ponerme a acomodar las agujas sobre lo que parecía ser un revolver a polea. Éste, por medio de un mecanismo rustico, se movía hacía atrás y delante, buscando así dar pequeños pinchazos en la piel, para luego con otra aguja ir agregando los pigmentos que penetrarían en las capas de dermis ajena.
— La muerte es un camino difícil, puedo aconsejarte en el diseño sin embargo sería mejor que me dieras tus ideas. Los tatuajes en mi cuerpo reflejan diferentes momentos de mi vida. Las rosas con espinas dolorosas y con gotas de sangre cayendo han sido mi recordatorio de dejar ir a mi familia a cambio de algo hermoso, que es la libertad. El agua es la purificación y los ojos son la visión del futuro. Las alas son lo que nos da el albedrío. ¿Tú quieres ser libre en este mundo que te ha tocado, de dolor y muerte eterna? — Pensé entonces en una rosa alada con espirales de enredaderas espinadas donde la sangre y el sufrimiento fuese vertido. Tatuar el omoplato era un lugar especial, uno en donde siempre se buscaría el disimulo. Sin embargo él buscaba todo lo contrario. Parecía querer salir de su cuadrado de altura, no ser una más del escalafón en el que parecía haber nacido. Me dispuse entonces a dibujar con el grafito encapsulado en madera. Tenía una punta filosa y era difícil de conseguir en la época, se hacía de manera artesanal aunque ahora, con la revolución industrial comenzando en las ciudades, se estaba buscando crear máquinas que hicieran grandes cantidades de aquel artefacto tan requerido por los artistas. Paseé entonces la punta por la hoja, dibujando unas alas algo destrozadas, con sombras en puntas que recubrieran el fondo. Miré entonces la taza de infusión caliente y alcé la vista a la ajena, sonriéndole en tanto aceptaba. No podía decir que el frío no estuviese calando mis entrañas. Beber un sorbo consiguió aplacar tal estado y me revolví en el asiento, en tanto movía el aclamado lápiz. — ¿Te gustaría que cubriese todo el omoplato? Nunca tatué a alguien como tú, ¿crees que te dolerá? —
— La muerte es un camino difícil, puedo aconsejarte en el diseño sin embargo sería mejor que me dieras tus ideas. Los tatuajes en mi cuerpo reflejan diferentes momentos de mi vida. Las rosas con espinas dolorosas y con gotas de sangre cayendo han sido mi recordatorio de dejar ir a mi familia a cambio de algo hermoso, que es la libertad. El agua es la purificación y los ojos son la visión del futuro. Las alas son lo que nos da el albedrío. ¿Tú quieres ser libre en este mundo que te ha tocado, de dolor y muerte eterna? — Pensé entonces en una rosa alada con espirales de enredaderas espinadas donde la sangre y el sufrimiento fuese vertido. Tatuar el omoplato era un lugar especial, uno en donde siempre se buscaría el disimulo. Sin embargo él buscaba todo lo contrario. Parecía querer salir de su cuadrado de altura, no ser una más del escalafón en el que parecía haber nacido. Me dispuse entonces a dibujar con el grafito encapsulado en madera. Tenía una punta filosa y era difícil de conseguir en la época, se hacía de manera artesanal aunque ahora, con la revolución industrial comenzando en las ciudades, se estaba buscando crear máquinas que hicieran grandes cantidades de aquel artefacto tan requerido por los artistas. Paseé entonces la punta por la hoja, dibujando unas alas algo destrozadas, con sombras en puntas que recubrieran el fondo. Miré entonces la taza de infusión caliente y alcé la vista a la ajena, sonriéndole en tanto aceptaba. No podía decir que el frío no estuviese calando mis entrañas. Beber un sorbo consiguió aplacar tal estado y me revolví en el asiento, en tanto movía el aclamado lápiz. — ¿Te gustaría que cubriese todo el omoplato? Nunca tatué a alguien como tú, ¿crees que te dolerá? —
Darko DeGrasso- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Las agujas de la Serpiente (Deméter)
¿Quién era en realidad? ¿Qué imagen era la que se guardaba para él solo?
Había muchas facetas, rebuscó en su mente cuales eran las que mayor trabajo le costaba sacar. Las sádicas posiblemente eran las mas perturbadoras para la sociedad. A veces se involucraba en asesinatos sin premeditarlos. No tenía contemplaciones cuando salía su niño interior, ese que no solo iba en busca de sangre y unos latidos de los que alimentarse. Ese niño amaba la vida, porque con ella el sufrimiento y tortura se convertían en el proceso, el nudo de la novela. El desenlace de la historia era la muerte. Un buen final si el libro era bueno en contenido.
Escuchó con atención las palabras de la sencilla gitana que con manos hábiles preparaba el instrumental para realizar el dibujo que quedaría permanente en el cuerpo del vampiro. Lo pensó. Se levantó de la silla con calma y una tranquilidad irreal – últimamente estaba practicando un poco de movimientos suaves porque la inmortalidad le había dado una velocidad que no creía posible– se fue hasta el escritorio donde tomó unas hojas que tenia guardadas en uno de los cajones y regresó hasta la mesa donde la tatuadora ya estaba plasmando algunas ideas en el papel en blanco. Se sentó y con algo de incertidumbre mostró unos bocetos que había armado en estos meses mientras su cabeza armaba y desarmaba ideas de posibles tatuajes.
Había todo tipo de emociones reflejadas en las hojas, entre ellas se podía notar una búsqueda de lo siniestro, la oscuridad de ciertos toques góticos, se podía ver un poco de su amor por el arte, la escritura, la música, todo eso que lo calmaba y lo aferraba a la tierra. En esas ilustraciones básicas no se encontraban lazos familiares, naves, anclas, aves y demás rasgos que marcaban los cuerpos de los marineros con los que había tenido la posibilidad de cruzar palabas y sensaciones sobre el dolor de la tinta en la piel y lo que ello conllevaba.
- Creo que esto es mas o menos por donde viene la idea… no sabría expresarlo con palabras. Posiblemente lo que mas busque en este momento es poder soltar mi lado asesino, la violencia que crecía en mi interior se rebeló por un tiempo, pero ya no. Es algo interno que sigue latente, que va a seguir asi a menos que yo le dé un lugar. Cuéntame ¿Qué opinas? – preguntó Julien examinando los gestos de Deméter que examinaba con detalle las imágenes en las páginas. Eran muchas, quizá demasiadas ideas, se aseguró el vampiro. Pero era mejor asi. Ella viéndolo de afuera quizá viera algo mas que él no podía ver. Un diseño en medio de estos trazos que terminaran por completarlo.
Esperó que ella cruzara esos lazos tan necesarios y luego confirmó – Con las ideas que te he dado podrías tatuarme toda la espalda – bromeó – Posiblemente eso no demore demasiado, el dolor es algo que me apasiona ya desde pequeño…-
Deméter trazó unas lineas y en breve ya tenia el boceto de lo que su mente se habia imaginado por mucho tiempo, entre sueños diurnos y fugaces visiones. Era él. Todo estaba plasmado en esas simples lineas, en los trazos y en las formas, el vampiro suspiró y se quitó la camisa dejando su espalda a disposicion del la experta.
Ella le advirtió del inicio luego de marcar con tinta el omóplato solo para tener de guia. Sintió como la aguja se clavaba en uno de los extremos y se convenció que esto era algo permanente, una marca que llevaría por siempre, algo que lo iba a distinguir de los demas, con las cosas buenas y malas que eso conllevaba. Tenia plena confianza, se sentia mejor ahora. El dolor solia causarle esas cosas; una pasion irrefrenable crecía y con ella un bienestar que no habia sentido ni siquiera cuando su corazón bombeaba sangre...
***
Julien- Vampiro Clase Alta
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