AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Aloud → Privado
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Aloud → Privado
“The most courageous act is still to think for yourself. Aloud.”
― Coco Chanel
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Querida Charleen,
Te advertí que no me dieras carta abierta en estas cosas, así que no es mi culpa ahora. Tengo esta reunión dentro de tres noches en el Palacio Royal y pinta para ser más efectiva que la valeriana, pero si me acompañas, prometo no dormirme. Lamento avisarte con tan poco tiempo de anticipación, pero mi padre me acaba de avisar también que es mi deber ir, bah…
En fin, si puedes enviarme tu respuesta con el mensajero que envío, sería genial.
Te advertí que no me dieras carta abierta en estas cosas, así que no es mi culpa ahora. Tengo esta reunión dentro de tres noches en el Palacio Royal y pinta para ser más efectiva que la valeriana, pero si me acompañas, prometo no dormirme. Lamento avisarte con tan poco tiempo de anticipación, pero mi padre me acaba de avisar también que es mi deber ir, bah…
En fin, si puedes enviarme tu respuesta con el mensajero que envío, sería genial.
Un beso.
Reinout “Ren” van Bergeijk
Reinout “Ren” van Bergeijk
Ese había sido el mensaje que el pelirrojo le había enviado a su amiga. La perspectiva de no ir solo a una de esas aburridas fiestas de alta sociedad ya era lo bastante alentadora, ahora, si le sumaba el hecho de que su compañía podía ser Charleen, todo pintaba mucho mejor.
Esa tarde, justo antes de anochecer, se estaba arreglando en su vestidor, frente a un espejo de cuerpo completo. Un traje negro que hacía resaltar el azul de sus ojos y el rojo de su cabello había sido la elección, un conjunto de prendas especialmente confeccionadas para él. A veces parecía que él y Ren, el corsario, ni siquiera eran la misma persona, porque Reinout conseguía, con esa excentricidad suya, lucir verdaderamente como un caballero. Terminó peinándose el bigote, torciéndolo de las puntas para que éstas apuntaran al cielo y salió. Su carruaje ya estaba listo y antes de dirigirse al lugar de evento, pasaría por su cita de la velada.
Cita. Vaya palabrita.
Esta vez le pidió a su cochero que lo dejara más cerca de la entrada, traía unos zapatos negros que podían ensuciarse con facilidad al caminar por la tierra, pero contrario a la impersonalidad que reinaba entre los más ricos de la sociedad que, de estar en su lugar, hubiesen enviado a un mozo a por la chica, Reinout prefirió hacerlo él mismo. Charleen no era sólo una chica, era… bueno, pues Charleen, su amiga.
Tocó a la puerta y fue atendido, invitado a pasar a un recibidor por un miembro de la servidumbre y ahí aguardó, demasiado hiperactivo como para mantenerse con las manos quietas. Así que volteó y tomó la primera pieza de decoración que encontró. Cuando escuchó pasos acercarse —gracias a su oído felino— se giró sólo para encontrarse con la hermosa visión que era Charleen esa noche.
Última edición por Reinout van Bergeijk el Miér Sep 30, 2015 1:47 pm, editado 1 vez
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“Be who you are and say what you feel, because those who mind don't matter,
and those who matter don't mind.”
― Bernard M. Baruch
and those who matter don't mind.”
― Bernard M. Baruch
Mi querido Ren,
He de confesar, que recibir tu mensaje me alegró y no pude evitar reír a carcajadas
por el sutil reproche, por lo cual te digo, que admito y acepto mi culpa pero continúo
en la misma tesitura.
¡Oh! que grata sorpresa -aunque no lo creas- estoy mas que segura que será una
increíble velada, de eso me encargo yo.
PD: En caso de que no hayas entendido, estaría mas que encantada de acompañarte
Con cariño, Emma Charleen Rumsfeld
El mensaje se lo entregaron por a mediodía cuando Charleen se encontraba en el estudio pintando, con la ropa manchada que utilizaba para trabajar y algunas trazas de pintura en el rostro, sonrío al ver el nombre escrito del remitente, quizás mas de lo normal y eso solo provoco la risa nerviosa de la dama de compañía que le entregó el mensaje.
El día estipulado llegó y Charleen se alistó desde temprano para no hacer esperar a su cita ¿cita? esa fue una de las palabras que dos damas del personal de servicio utilizó al prepararle el baño, en un tono informal y con cierta picardía a la cambiante, aquello no provocó mas que el rubor en las mejillas y una mueca divertida.
Se arregló con un vestido verde con olanes en los hombros, el talle entallado pero nada exagerado, vestido pero elegante; se colocó una peineta que recogía solo la mitad del cabello por lo que buena parte caía por sus hombros y espalda.
Estaba aún frente al espejo de su cómoda cuando subieron a avisarle que el Monsieur Bergeijk había llegado ya y se encontraba esperándola abajo; alzó las cejas y se mordió el labio inferior, no debería hacerlo esperar. La imagen que tuvo una vez que entró al salón casi le quitó el aliento, se veía elegante, galante, y ese cabello suyo tan peculiar hacía aún mas amena la vista, única ―Ren - lo saludo con una sonrisa en los labios ―Si me hubieras avisado que eras tú quien venía... - ¿que hubiera cambiado? realmente nada, pero quizás hubiera estado esperándolo en la ventana.
Se acercó al pelirrojo para besarle la mejilla, fue un impulso y se dio cuenta de ello ya que sus labios rozaban la mejilla ajena, por lo que al retirarse lo hizo mas despacio para restar energía ―Monsieur, si me lo permite, luce usted como si no supiera lo que es ser un corsario - hizo una pequeña reverencia y lo dijo en voz baja reprimiendo la risa pero no la sonrisa.
He de confesar, que recibir tu mensaje me alegró y no pude evitar reír a carcajadas
por el sutil reproche, por lo cual te digo, que admito y acepto mi culpa pero continúo
en la misma tesitura.
¡Oh! que grata sorpresa -aunque no lo creas- estoy mas que segura que será una
increíble velada, de eso me encargo yo.
PD: En caso de que no hayas entendido, estaría mas que encantada de acompañarte
Con cariño, Emma Charleen Rumsfeld
El mensaje se lo entregaron por a mediodía cuando Charleen se encontraba en el estudio pintando, con la ropa manchada que utilizaba para trabajar y algunas trazas de pintura en el rostro, sonrío al ver el nombre escrito del remitente, quizás mas de lo normal y eso solo provoco la risa nerviosa de la dama de compañía que le entregó el mensaje.
El día estipulado llegó y Charleen se alistó desde temprano para no hacer esperar a su cita ¿cita? esa fue una de las palabras que dos damas del personal de servicio utilizó al prepararle el baño, en un tono informal y con cierta picardía a la cambiante, aquello no provocó mas que el rubor en las mejillas y una mueca divertida.
Se arregló con un vestido verde con olanes en los hombros, el talle entallado pero nada exagerado, vestido pero elegante; se colocó una peineta que recogía solo la mitad del cabello por lo que buena parte caía por sus hombros y espalda.
Estaba aún frente al espejo de su cómoda cuando subieron a avisarle que el Monsieur Bergeijk había llegado ya y se encontraba esperándola abajo; alzó las cejas y se mordió el labio inferior, no debería hacerlo esperar. La imagen que tuvo una vez que entró al salón casi le quitó el aliento, se veía elegante, galante, y ese cabello suyo tan peculiar hacía aún mas amena la vista, única ―Ren - lo saludo con una sonrisa en los labios ―Si me hubieras avisado que eras tú quien venía... - ¿que hubiera cambiado? realmente nada, pero quizás hubiera estado esperándolo en la ventana.
Se acercó al pelirrojo para besarle la mejilla, fue un impulso y se dio cuenta de ello ya que sus labios rozaban la mejilla ajena, por lo que al retirarse lo hizo mas despacio para restar energía ―Monsieur, si me lo permite, luce usted como si no supiera lo que es ser un corsario - hizo una pequeña reverencia y lo dijo en voz baja reprimiendo la risa pero no la sonrisa.
Charleen Rumsfeld- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“Follow your inner moonlight; don't hide the madness.”
― Allen Ginsberg
― Allen Ginsberg
Había una fuerza salvaje en los que eran con como él, como ambos. No podían ocultar, ni bajo sus mejores ropas y modales, que dentro habitaban bestias, pero Reinout en particular encontraba encantadora la idea. Era por ello que la bella disrupción que era Charleen en ese instante le quitó el aliento, como quien rasga los cielos con una espada de fuego.
—Me gusta hacer cosas por mí mismo, lo sabes —respondió con voz calmada y una sonrisa de lado. Fue a decir algo más, a alcanzar la mano ajena para besarla, como lo hace un caballero, pero ella se le adelantó, sólo reafirmando la belleza inherente que lleva todo aquello que es salvaje e impredecible. Cerró los ojos al sentir la cercanía de Charleen, aspiró profundamente su aroma, el perfume que vestía, pero también el que existía debajo de esa sábana fina, el aroma natural de la chica.
Abrió los ojos apenas se separaron y trató de recomponerse. Carraspeó incluso y se acomodó el nudo de la corbata, que era el único acento de color en su atuendo, con el mismo tono que tienen los vinos añejos. Entonces terminó de hacer lo que tenía planeado en un principio. Tomó la mano ajena y besó su dorso, acariciando la tersa piel con el bigote rojo.
—Y usted, mademoiselle Rumsfeld, como si no estuviera enterada de mi pasado —rio entre dientes ante la falsa formalidad que ambos estaban destilando. Se irguió y ofreció su brazo—. ¿Nos vamos?
La condujo hasta el carruaje que estaba a pocos metros. Un par de poderosos jamelgos de tiro, blancos como copos y robustos como troncos serían los encargados de llevarlos hasta el Palacio Royal. La ayudó a subir, haciéndole una seña poco sutil al cochero para que se quedara en su lugar. Los sirvientes que tenía a su disposición poco a poco se habían acostumbrado a su extraño proceder.
—No prometo que la reunión vaya a ser divertida —dijo una vez que estuvo a su lado en el asiento largo, forrado de piel de ante teñida de negro—, pero seguro que entre ambos lo hacemos más entretenido, aunque sea sacándole canas verdes a algún estirado franchute —rio como si fuera un niño planeando su próxima travesura. En esencia era eso.
El carruaje se movía conforme avanzaba, a veces sutilmente, a veces con grandes sacudidas y era cuando Reinout comentaba algo de que parecía que el chofer creía que traía ganado.
Al fin arribaron. La gente comenzaba a conglomerarse en la entrada. Aquellos que se conocían se saludaban. Manos estrechaban manos para cerrar tratos. Mujeres en edad casadera observaban los prospectos desde atrás de un abanico. Cuchicheos aquí y allá, saludos que se elevaban como humo, risas estudiadas y mucha parafernalia.
Antes de que el carruaje se detuviera, Reinout miró al frente, con ambas manos en las rodillas, estaba… ¿nervioso? Suspiró y miró a Charleen, le sonrió pero no como solía hacerlo, había algo de angustia en su gesto.
—¿Lista? —Preguntó, pero parecía que más bien se formulaba la pregunta a él. La diligencia al fin se detuvo, el cochero les abrió la puerta y él fue el primero en salir para luego ofrecer una mano a su acompañante para ayudarla a hacer lo mismo. De ese modo no lucía tan distinto a otros asistentes, claro que destacaba por su cabello rojo, pero sólo eso, pasaba por todo un caballero cabal de alta sociedad… por ahora.
Última edición por Reinout van Bergeijk el Miér Sep 30, 2015 3:47 pm, editado 2 veces
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“To be yourself in a world that is constantly trying to make you something else is the greatest accomplishment.”
― Ralph Waldo Emerson
― Ralph Waldo Emerson
La reacción que tuvo Ren fue un poco desconcertante por lo que no pudo evitar morderse el labio inferior y mirarlo nerviosa, ya que con él no se podía estar realmente seguro de lo que pasaba por su mente ¿acaso había sobrepasado la línea? aunque si se ponía a pensarlo ¿que línea? el reencuentro con él había sido de lo mas sorpresivo, fuera de lo normal, por que ninguno de los dos eran normales, de pronto se calmó, eso era, no eran normales.
Dejó caer los hombros y le sonrió al ver como se acomodaba el nudo de la corbata, intentó ocultar el ligero rubor de sus mejillas cuando el pelirrojo tomó su mano para depositar un beso, también cabía la posibilidad de que el temible ex-corsario se encontrara tan nervioso como ella, aunque eso lo veía un poco menos probable, pero igual de risorio. Inclinó la cabeza como parte de la respuesta ante tal gesto y sin decir palabra se colgó de su brazo.
El carruaje era de lo mas elegante, el color negro de pintura brillante contrastaba con los corceles blancos que tiraban del transporte, entro en la cabina y se acomodó en el asiento pegada a la ventana ―Oh querido Ren, te preocupas demasiado - posó una de sus manos ligera sobre la rodilla de su acompañante ―Siempre esta esa opción, y si tienen fuente, te sugiero que me mantengas alejada de ella - aquello lo dijo con el mismo tono infantil y divertido que él uso, no le diría el porque, pero seguro que aquello le causaría risa.
El recorrido le pareció demasiado corto, entre risas, pequeños saltos y quizás por el hecho de que Ren siempre tenía algo que decir sobre la forma de conducir del chofer, cosa que le causaba gracia y mas porque las calles parisinas eran espantosas al momento de ir dentro de alguna clase de vehículo.
La velocidad del carruaje poco a poco fue disminuyendo y aquello fue el preludio que anunciaba su llegada al lugar, Charleen no había dejado de ver a Ren y es por eso que su reacción le pareció por demás diferente a como él era normalmente, era en ese momento cuando ella debía tenderle una mano amiga, su mano se posó sobre una de las ajenas apretándola un poco y devolviéndole la sonrisa pero con un poco mas de seguridad.
―Lista - afirmó ante su pregunta, realmente no entendía porque se le dificultaba tanto a Ren las reuniones sociales, si, para Charleen eran de lo mas común y aunque le parecían tediosas, estaba acostumbrada, aunque pronto comprendió que él estuvo alejado de todo esto por años y probablemente sentía no solo la presión social, si no también la paterna. Extendió delicada su mano para tomar la que él le ofrecía y bajó del carruaje, se colgó de su brazo y sonrió al verle; pudo sentir algunas miradas sobre ambos, probablemente de las personas que se dedicaban a esparcir los rumores sobre el pelirrojo, mismas que quedaron boquiabiertas al verle con una dama del brazo.
Comenzaron a caminar, ella dejándose guiar recargando en un momento la mitad de su cuerpo al brazo de Ren, lo cual denotaba confianza y provocaba mas miradas, muchas de las cuales pertenecían a las féminas en busca de algún buen partido ―Creo que ya conseguí que fueras la mira de las mujeres solteras - susurro con tono divertido e intentando no reír, era momento de comportarse como su padre le había enseñado.
Dejó caer los hombros y le sonrió al ver como se acomodaba el nudo de la corbata, intentó ocultar el ligero rubor de sus mejillas cuando el pelirrojo tomó su mano para depositar un beso, también cabía la posibilidad de que el temible ex-corsario se encontrara tan nervioso como ella, aunque eso lo veía un poco menos probable, pero igual de risorio. Inclinó la cabeza como parte de la respuesta ante tal gesto y sin decir palabra se colgó de su brazo.
El carruaje era de lo mas elegante, el color negro de pintura brillante contrastaba con los corceles blancos que tiraban del transporte, entro en la cabina y se acomodó en el asiento pegada a la ventana ―Oh querido Ren, te preocupas demasiado - posó una de sus manos ligera sobre la rodilla de su acompañante ―Siempre esta esa opción, y si tienen fuente, te sugiero que me mantengas alejada de ella - aquello lo dijo con el mismo tono infantil y divertido que él uso, no le diría el porque, pero seguro que aquello le causaría risa.
El recorrido le pareció demasiado corto, entre risas, pequeños saltos y quizás por el hecho de que Ren siempre tenía algo que decir sobre la forma de conducir del chofer, cosa que le causaba gracia y mas porque las calles parisinas eran espantosas al momento de ir dentro de alguna clase de vehículo.
La velocidad del carruaje poco a poco fue disminuyendo y aquello fue el preludio que anunciaba su llegada al lugar, Charleen no había dejado de ver a Ren y es por eso que su reacción le pareció por demás diferente a como él era normalmente, era en ese momento cuando ella debía tenderle una mano amiga, su mano se posó sobre una de las ajenas apretándola un poco y devolviéndole la sonrisa pero con un poco mas de seguridad.
―Lista - afirmó ante su pregunta, realmente no entendía porque se le dificultaba tanto a Ren las reuniones sociales, si, para Charleen eran de lo mas común y aunque le parecían tediosas, estaba acostumbrada, aunque pronto comprendió que él estuvo alejado de todo esto por años y probablemente sentía no solo la presión social, si no también la paterna. Extendió delicada su mano para tomar la que él le ofrecía y bajó del carruaje, se colgó de su brazo y sonrió al verle; pudo sentir algunas miradas sobre ambos, probablemente de las personas que se dedicaban a esparcir los rumores sobre el pelirrojo, mismas que quedaron boquiabiertas al verle con una dama del brazo.
Comenzaron a caminar, ella dejándose guiar recargando en un momento la mitad de su cuerpo al brazo de Ren, lo cual denotaba confianza y provocaba mas miradas, muchas de las cuales pertenecían a las féminas en busca de algún buen partido ―Creo que ya conseguí que fueras la mira de las mujeres solteras - susurro con tono divertido e intentando no reír, era momento de comportarse como su padre le había enseñado.
Charleen Rumsfeld- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“No great mind has ever existed without a touch of madness.”
― Aristotle
― Aristotle
Era en esos momentos cuando uno de daba cuenta de lo realmente desajustado que estaba Reinout al mundo. Para bien o para mal, toda su vida se había visto cobijado por situaciones fuera de lo común, incluso siendo un niño, y eso calzaba a la perfección con su personalidad tan llena de colores y volátil, y era cuando trataba de aparentar un mínimo de normalidad que su seguridad se veía amenazada. Lograba salir avante y ahora con Charleen de su brazo, se sintió más poderoso, más capaz de enfrentar lo que viniera, como si la chica fuese insignia y tizona para enfrentar lo incierto.
Pero era ella misma quien lo colocaba en una situación tan precaria. La miró de soslayo mientras avanzaban. Dios, era hermosa, sus ojos desiguales y su cabello largo y oscuro, su piel clara y su figura esbelta, no había duda de su belleza. Y es que él podía insultar a alguien y no importarle, hacerle un desaire a otra persona y disfrutarlo incluso, pero no quería arrastrar a Charleen con él, manchar de algún modo su apellido, y el de Theodore que tan amable siempre fue con él. Tragó saliva y se tranquilizó, o quiso hacerlo. Comenzó a pensar que todo eso había sido un error.
En cuanto su acompañante abrió la boca, esa idea se esfumó y le comenzó a parecer lo más absurdo del mundo, como un mono con paraguas, así de absurdo. Le sonrió sin detener el paso, pero se inclinó a un lado para decirle algo en confidencia.
—Te aseguro que si supieran lo que fui… no me verían así —le dijo con tono cómplice—, pero si a esas vamos, mira, ellas te ven a ti, saben que eres más hermosa y ellos… bueno, no son muy buenos disimulando aunque vengan acompañados —continuó y se tapó la boca con la punta de los dedos para disimular la risa.
—Ven, ven, por aquí, espero que no haya una fuente, creo que es temprano para eso —la haló con suavidad por uno de los costados de la entrada principal, para entrar por una más pequeña y menos concurrida, no quería hacer acto de presencia de manera tan rimbombante.
Al fin entraron sin mucho escándalo. Reinout pareció atento a algo, como si aguardara por alguien, pero mantenía su interés en Charleen. Una vez que estuvieron en el salón, decorado con cristal y oro, se ofreció a ir por un par de bebidas y regresó al cabo de algunos segundos, ofreciéndole una copa a ella y quedándose con otra él.
—No es ron que traje de las Antillas, pero es algo —le guiñó un ojo, elevó la copa y bebió un poco de champán—. No sé si ya te lo dije, pero te ves espectacular. Aunque si te soy sincero, creo que podrías ponerte un saco de papas y verte espectacular —se encogió de un hombro y bebió un poco más, algunas burbujas del líquido espumoso se quedaron en su bigote, rompiéndose después.
—Me alegra que hayas podido acompañarme —se acomodó a su lado, recargado en la cenefa del muro—, con tan pocos días de antelación, gracias —tomó la mano ajena y la apretó un poco para luego entrelazar los dedos. Parecía que iba a hacer algo más, ¿acercarla? ¿Besarla? Entonces alzó las cejas—. Ah, ahí está —dijo sin mayor explicación y la soltó para dar un par de pasos y saludar a un sujeto entrado en sus cincuentas y aún así apuesto.
—Monsieur Rivette —saludó con una compostura que parecía completamente ajena a él—, le presento a mi acompañante de la noche, Charleen Rumsfeld.
El llamado Rivette saludó a Charleen como todo un caballero, aunque algo atrevido, Reinout pudo adivinar por la mirada del hombre. No dijo nada, pero apuntó muy bien el comportamiento.
—Pórtate bien, este es el motivo por el que vine, mi padre quiere cerrar un trato con este hombre —le susurró a Charleen aprovechando que Rivette se distrajo para tomar otra copa, aunque parecía que ya había tomado varias, a pesar de que el evento apenas comenzaba.
Última edición por Reinout van Bergeijk el Dom Oct 04, 2015 7:15 pm, editado 2 veces
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“The trouble with having an open mind, of course, is that people will insist on coming along and trying to put things in it.”
― Terry Pratchett, Diggers
― Terry Pratchett, Diggers
La sociedad era algo inherente a lo que eran, pero no a todo, formaban parte de ella, pero eran únicos en parte por el espíritu animal que dormía en ellos y en parte por el mismo espíritu libre y rebelde -en diferente medida- que ambos ocultaban; sin embargo Charleen había tenido mas tiempo de domar ese salvajismo que solo en intimidad dejaba suelto y por eso mismo sus movimientos tan refinados se veían tan naturales y nada forzados.
Pudo sentir el nerviosismo casi mudo que Ren destilaba, mas que nada por que el aroma natural del mismo cambió sutilmente, uno de los beneficios -y desgracias- de llevar un animal atado al alma; presionó ligeramente el brazo del que iba tomada y le dedicó una sonrisa, natural y sincera, en ese momento perdió noción de su entorno, no le importaron las miradas, los ecos de los murmullos de platicas lejanas, en ese momento se dio cuenta que desde que bajó las escaleras de su residencia, no había podido dejar de mirarle.
Sus mejillas se colorearon de un tímido color rojizo, podía sentir como comenzaban a calentarse y por eso miró hacia el frente justo en el momento que él pronunciaba el elogio que terminó de alzar el rubor ―Estoy segura que si supieran tu pasado, las encontrarías en tus aposentos al terminar la noche - aquello lo dijo sin pensarlo y con un tono que combinaba decepción ¿por lo que él era? no, eso nunca, si no por no poder ser como eran ellas; estar con él le aseguraba hacer su rostro brillar con alegría y eso le agradaba, quizás demasiado, solo entonces comenzó a sentirse nerviosa a su lado por no entender lo que sentía.
Le sintió jalar ligeramente de ella y sin oponer resistencia, le siguió hasta entrar por una puerta aledaña a la principal, seguramente estaba un poco hastiado de la concurrencia y no quería recibir mas miradas que las que le dedicaron al llegar, no pudo evitar reír con suavidad ―Ahora no molestes con eso, que entonces nunca sabrás porque - le dijo en cuanto entraron al salón y ella se quedó esperándolo junto a un pequeño mueble esquinero con patas de herrería dorada. Tomó la copa y la alzó ligeramente ―Si, bueno no hay que ser tan exigentes - intentó no ruborizarse por el comentario y realmente lo logró puesto que en vez de eso le sacó una amplia sonrisa llevándose la mano libre a los labios para contener la risa.
Aquella leve caricia la dejó sin aliento, no pudo agradecerle la invitación, no pudo siquiera estructurar una sola palabra, solo fijo sus ojos en el rostro ajeno y... de pronto Ren dirigió su atención a otro lugar, una mezcla de frustración y alivio la embargó ¿es que deseaba que sucediera algo mas? sin duda por lo menos alargar el momento.
Recuperó el aliento en cuanto su acompañante se adelantó, eso le ayudó también a retomar la compostura, dirigió entonces la mirada a quien el pelirrojo saludaba, y dedicó una afable sonrisa al hombre que respondía a Rivette que pareció ignorar por un momento al heredero Bergeijk.
―Tranquilo, prometo no meterte en ningún lío - contesto en voz baja y con una sonrisa en los labios, misma que se volvió educada en cuanto aquel hombre volvió a girarse hacia ellos para preguntarle a Ren sobre su padre; Charleen no pudo evitar mirar al cambiante también.
Pudo sentir el nerviosismo casi mudo que Ren destilaba, mas que nada por que el aroma natural del mismo cambió sutilmente, uno de los beneficios -y desgracias- de llevar un animal atado al alma; presionó ligeramente el brazo del que iba tomada y le dedicó una sonrisa, natural y sincera, en ese momento perdió noción de su entorno, no le importaron las miradas, los ecos de los murmullos de platicas lejanas, en ese momento se dio cuenta que desde que bajó las escaleras de su residencia, no había podido dejar de mirarle.
Sus mejillas se colorearon de un tímido color rojizo, podía sentir como comenzaban a calentarse y por eso miró hacia el frente justo en el momento que él pronunciaba el elogio que terminó de alzar el rubor ―Estoy segura que si supieran tu pasado, las encontrarías en tus aposentos al terminar la noche - aquello lo dijo sin pensarlo y con un tono que combinaba decepción ¿por lo que él era? no, eso nunca, si no por no poder ser como eran ellas; estar con él le aseguraba hacer su rostro brillar con alegría y eso le agradaba, quizás demasiado, solo entonces comenzó a sentirse nerviosa a su lado por no entender lo que sentía.
Le sintió jalar ligeramente de ella y sin oponer resistencia, le siguió hasta entrar por una puerta aledaña a la principal, seguramente estaba un poco hastiado de la concurrencia y no quería recibir mas miradas que las que le dedicaron al llegar, no pudo evitar reír con suavidad ―Ahora no molestes con eso, que entonces nunca sabrás porque - le dijo en cuanto entraron al salón y ella se quedó esperándolo junto a un pequeño mueble esquinero con patas de herrería dorada. Tomó la copa y la alzó ligeramente ―Si, bueno no hay que ser tan exigentes - intentó no ruborizarse por el comentario y realmente lo logró puesto que en vez de eso le sacó una amplia sonrisa llevándose la mano libre a los labios para contener la risa.
Aquella leve caricia la dejó sin aliento, no pudo agradecerle la invitación, no pudo siquiera estructurar una sola palabra, solo fijo sus ojos en el rostro ajeno y... de pronto Ren dirigió su atención a otro lugar, una mezcla de frustración y alivio la embargó ¿es que deseaba que sucediera algo mas? sin duda por lo menos alargar el momento.
Recuperó el aliento en cuanto su acompañante se adelantó, eso le ayudó también a retomar la compostura, dirigió entonces la mirada a quien el pelirrojo saludaba, y dedicó una afable sonrisa al hombre que respondía a Rivette que pareció ignorar por un momento al heredero Bergeijk.
―Tranquilo, prometo no meterte en ningún lío - contesto en voz baja y con una sonrisa en los labios, misma que se volvió educada en cuanto aquel hombre volvió a girarse hacia ellos para preguntarle a Ren sobre su padre; Charleen no pudo evitar mirar al cambiante también.
Charleen Rumsfeld- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“He in his madness prays for storms, and dreams that storms will bring him peace”
― Mikhail Lermontov
― Mikhail Lermontov
Le guiñó un ojo pero en realidad estaba más preocupado por él, estuvo seguro que Charleen tenía mucho mejor autocontrol y el modo en cómo el hombre la había visto lo irritó más de lo que había imaginado. La observó después con un gesto preocupado, mismo que se desvaneció en cuando el hombre regresó su atención a ellos. Sin querer, Reinout se posó a un lado de Charleen, pero ligeramente hacia adelante, su hombro sobre el hombro ajeno, como si estuviera dispuesto a atacar a la menor provocación, y protegerla. Fue un acto reflejo que iba más con el animal predador que habitaba en su interior, sin embargo, su gesto mutó a uno más tranquilo y afable, más común de Reinout.
—Oh, mi padre le envía sus saludos, lamenta no poder haber venido, ya sabe, la edad… —mintió. Karel van Bergeijk, como su hijo, era cambiante y poseía una condición envidiable; y como su hijo también, tenía sus propias excentricidades, por lo que viajaba muy poco a decir verdad.
Luego se sintió impaciente. Estar ahí por Rivette era su deber, eso no quería decir que debía pasar la velada entera al lado del hombre. Soslayó a Charleen, en realidad quería estar con ella, charlar, tal vez bailar, ¡era un gran bailarín! Intentó en un par de ocasiones excusarlos a ambos, pero Rivette encontraba un nuevo motivo para retenerlos.
Cuando estiró el cuello, se dio cuenta que el Palacio Royal ya rebosaba en concurrencia y la banda de cuerdas ya se acomodaba en sus lugares. Creyó que sería el pretexto perfecto para por fin deshacerse del sujeto, pero éste se adelantó, dirigiéndose a la chica.
—Si su acompañante me lo permite, ¿me concedería esta pieza? —Preguntó educadamente, pero ni así le dio buena espina a Reinout.
El pelirrojo le dedicó una mirada a Charleen que mezclaba su preocupación con el apremio. Le pedía que lo ayudara, pero que estuviera atenta; sin embargo, dejó que fuera ella quien aceptara o no ir con Rivette.
—Yo lo permito —pronunció con ese tono juguetón que uno aprendía con rapidez a asociar con él—, todo está en que ella acepte —se cruzó de brazos, aguardando. Una parte de él quería que Charleen desairara a Rivette, no sabía por qué, pero sentiría que aquello sería alguna especie de victoria personal. Pero si quería cerrar el trato de su padre, no podía permitirse algo así, además, Charleen era toda una señorita de sociedad, sabía lo que debía hacer en ese momento.
La tomó por la espalda, posando su palma en la región lumbar con delicadeza. Como si sin palabras le dijera que ahí estaba él, por si todo se salía de control. Que esperaba que así no fuera.
Última edición por Reinout van Bergeijk el Dom Oct 11, 2015 12:15 am, editado 1 vez
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“It is only through mystery and madness that the soul is revealed”
― Thomas Moore
― Thomas Moore
Sin estar muy segura del porque, aquel hombre la incomodaba un poco, quizás por la forma tan insistente que tenía de mirarla o por la manera en que Ren se puso a la defensiva, casi imperceptible y demasiado sutil como para que los extraños lo notasen, pero ella, probablemente lo sentía por la similitud de personalidades; sin embargo, mantuvo el semblante tranquilo y la ligera sonrisa en el rostro.
El lugar de a poco se fue llenando con los sonidos de los murmullos, el leve taconeo de los pasos de las mujeres quienes se quedaban en pequeños grupos al no llevar pareja, la música de fondo se volvió parte clave del ambiente al subir el volumen, y ella seguía aferrada al brazo de Ren mientras aquel hombre bromeaba solo obteniendo sonrisas fingidas.
De pronto los comentarios tomaron una dirección personal con aquella invitación a bailar, ese fue el punto sin retorno, por mas que Charleen mirara hacia otro lado no podía evitar la pregunta directa. La castaña entreabrió los labios sin poder evitar que la sorpresa se leyera en su rostro ―Yo... - dirigió la mirada al pelirrojo, ella quería bailar si, pero quería hacerlo con su acompañante, o quería salir a caminar por el jardín o quedarse parada mirando, pero todo eso con Ren; aquella mirada fue una pregunta silenciosa ¿debía hacerlo? sintió la mano del cambiante presionando ligeramente su espalda baja; Charleen le había dicho que le ayudaría en cualquier cosa que necesitara, por las conversaciones que acababa de escuchar y lo que le dijo Ren al inicio de la velada cuando le presentó a Rivette, ese hombre era clave para los negocios que el padre de Ren dejó en sus manos.
―En realidad... - tomó la mano de aquel hombre y estrechó con delicadeza ―La primer pieza estaba reservada ya - resonó en su cabeza mientras miraba a Ren ―Me encantaría - fue lo que en realidad salió de sus labios mientras daba un paso al frente siendo guiada por Rivette.
Aquel hombre la tomó por la cintura y la pegó a su cuerpo, cosa que a la cambiante no le agradó por completo, sin embargo pudo arreglárselas para mantener la distancia adecuada y prudente dentro del baile, durante lo que duró la melodía se le pudo ver mirando a Ren en varias ocasiones, riendo y moviendo la cabeza ¿de que hablaban?
―Tu padre tomó la mejor decisión al enviarte, la capacidad de un hombre para los negocios se observa en la capacidad que tiene para asombrar a su acompañante - entregó la mano de Charleen sobre la de Ren y les sonrió a ambos, la mirada de aquel hombre ya no era atrevida y tenía cierto dejo de ¿envidia? ¿melancolía? al ver a Ren con la mano de la joven sobre la propia. El hombre se excuso no sin antes estrechar la mano de Reinout con la promesa de una próxima reunion solo para formalizar los términos y cierre del contrato.
Una vez que lo único que vieron fue la espalda de aquel hombre, Charleen se giró para quedar frente a Ren ―¿Y bien? - le dedicó una sonrisa de complicidad mientras tomaba la mano del pelirrojo entre las suyas ―¿Me invitarás a bailar tú? - de manera inconsciente acarició con la yema de sus dedos el dorso de la mano ajena.
El lugar de a poco se fue llenando con los sonidos de los murmullos, el leve taconeo de los pasos de las mujeres quienes se quedaban en pequeños grupos al no llevar pareja, la música de fondo se volvió parte clave del ambiente al subir el volumen, y ella seguía aferrada al brazo de Ren mientras aquel hombre bromeaba solo obteniendo sonrisas fingidas.
De pronto los comentarios tomaron una dirección personal con aquella invitación a bailar, ese fue el punto sin retorno, por mas que Charleen mirara hacia otro lado no podía evitar la pregunta directa. La castaña entreabrió los labios sin poder evitar que la sorpresa se leyera en su rostro ―Yo... - dirigió la mirada al pelirrojo, ella quería bailar si, pero quería hacerlo con su acompañante, o quería salir a caminar por el jardín o quedarse parada mirando, pero todo eso con Ren; aquella mirada fue una pregunta silenciosa ¿debía hacerlo? sintió la mano del cambiante presionando ligeramente su espalda baja; Charleen le había dicho que le ayudaría en cualquier cosa que necesitara, por las conversaciones que acababa de escuchar y lo que le dijo Ren al inicio de la velada cuando le presentó a Rivette, ese hombre era clave para los negocios que el padre de Ren dejó en sus manos.
―En realidad... - tomó la mano de aquel hombre y estrechó con delicadeza ―La primer pieza estaba reservada ya - resonó en su cabeza mientras miraba a Ren ―Me encantaría - fue lo que en realidad salió de sus labios mientras daba un paso al frente siendo guiada por Rivette.
Aquel hombre la tomó por la cintura y la pegó a su cuerpo, cosa que a la cambiante no le agradó por completo, sin embargo pudo arreglárselas para mantener la distancia adecuada y prudente dentro del baile, durante lo que duró la melodía se le pudo ver mirando a Ren en varias ocasiones, riendo y moviendo la cabeza ¿de que hablaban?
―Tu padre tomó la mejor decisión al enviarte, la capacidad de un hombre para los negocios se observa en la capacidad que tiene para asombrar a su acompañante - entregó la mano de Charleen sobre la de Ren y les sonrió a ambos, la mirada de aquel hombre ya no era atrevida y tenía cierto dejo de ¿envidia? ¿melancolía? al ver a Ren con la mano de la joven sobre la propia. El hombre se excuso no sin antes estrechar la mano de Reinout con la promesa de una próxima reunion solo para formalizar los términos y cierre del contrato.
Una vez que lo único que vieron fue la espalda de aquel hombre, Charleen se giró para quedar frente a Ren ―¿Y bien? - le dedicó una sonrisa de complicidad mientras tomaba la mano del pelirrojo entre las suyas ―¿Me invitarás a bailar tú? - de manera inconsciente acarició con la yema de sus dedos el dorso de la mano ajena.
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Re: Aloud → Privado
“You will always fall in love, and it will always be like having your throat cut, just that fast.”
― Catherynne M. Valente, Deathless
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Se vistió con una mentira de indiferencia, hizo incluso una señal con la mano deseándoles buena suerte a ambos como si la pista de baile se tratara de algún tipo de justa medieval, pero en cuando se dieron la vuelta, toda su farsa se vino abajo, su gesto se endureció y se mantuvo atento, como si se tratara del caracal en el que podía transformarse y estuviera cazando algo en el desierto. Se dio cuenta de lo mucho que estaba apretando los puños cuando éstos empezaron a escocerle. Fue incapaz de separar la vista de las dos figuras que daban vueltas entre las otras parejas, como si éstas no existieran y sólo Charleen bailara, sostenida por Rivette, alguien que de pronto le pareció indigno de ella.
Para su desgracia, fue demasiado consciente de sus procesos mentales, la claridad llegó a él con pasmoso aplomo. Fue inapelable e ineludible, algo tácito, sólido como una roca y preciso como una flecha. Dio un súbito suspiro, diciéndose que eso, cualquier cosa que fuera, no debía intervenir con su misión en París.
Los observó hablar, pero ni con su oído más fino, causa de su condición cambiante, podía escucharlos entre tantas conversaciones y la música. Sabía que Rivette, como buen hombre de alta sociedad, era encantador, pero conocía a Charleen, era mucho más inteligente que eso. Para cuando ambos hubieron regresado a donde él estaba, tenía los brazos cruzados y estaba recargado en el filo de una mesa de canapés.
Antes de poder reaccionar si quiera, Rivette lo sorprendió con el comentario. ¿Qué demonios le había dicho Charleen? Lo que fuera, se merecía un castillo y todas las joyas del mundo. Alzó ambas cejas, estrechó la mano y cerró el trato de la próxima reunión. Todavía atónito, giró el rostro hacia Charleen.
—Te invito eso y más —esbozó una sonrisa y sin más dilación, tomó a Charleen de la mano, regresándola a la pista de baile justo en el instante que una nueva pieza iniciaba. Un vals suave, una moda que llegaba desde Austria.
—Me vas a tener qué decir qué encantos usaste con Rivette —enarcó una ceja y de ese modo, con ese gesto pícaro, lucía de nuevo como «el zorro demasiado astuto»—, pero lo que haya sido, surtió efecto —continuó mientras se mecía al compás de las notas con suma maestría, guiando a Charleen como si ambos formaran parte de un todo.
—Gracias, no creí que… bueno, fui muy idiota al creer que no llamarías la atención de más de uno —prosiguió hablando y bailando a la par. Se separó un poco de ella, haciéndola girar y alejándola pero sin soltar su mano, la haló de nuevo y la abrazó por la cintura con cierta desesperación—. Lamento haber tenido que ponerte en esa situación, pero como siempre, demostraste ser mucho más hábil que yo. Hacemos un buen equipo —le dijo al oído mientras el vals moría en las cuerdas de la banda.
Se separó para aplaudir junto a la demás concurrencia. Le hubiera gustado ser el primer baile de Charleen esa noche, pero se conformaba con el hecho de que ella lo fue para él. Antes de que el encomio de la concurrencia se acabara, la tomó de la mano de nuevo, como ya se estaba volviendo una costumbre entre ambos y la apartó de la fiesta, hasta conducirla a un balcón con unas escaleras que daban al jardín.
—Antes de encontrarme a otro socio de mi padre —fue su justificación, se encogió de hombros—. Uf, necesitaba un poco de aire fresco —se recargó en la balaustrada de granito y contempló la noche. La música y el ambiente de la velada se escuchaba lejos, amortiguada, como si formara parte de un sueño.
Última edición por Reinout van Bergeijk el Mar Oct 20, 2015 9:40 pm, editado 2 veces
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“She wasn't exactly sure when it happened. Or even when it started.
All she knew for sure was that right here and now,
she was falling hard and she could only pray
that he was feeling the same way.”
― Nicholas Sparks, Safe Haven
All she knew for sure was that right here and now,
she was falling hard and she could only pray
that he was feeling the same way.”
― Nicholas Sparks, Safe Haven
En ese momento, la seguridad regresó a su cuerpo al sentir el calor tan conocido, y extrañamente tan añorado, que emitía el pelirrojo; la sonrisa no desapareció de su rostro, de hecho se iluminó aún mas al notar la sorpresa que el ex corsario dejaba ver, Charleen era una mujer atractiva y estaba consciente de que podía sacar ventaja de ello, pero también era sumamente inteligente como para que al hacerlo, se viera grácil y sutil en vez de descarada.
Tomó la mano que Reinout le ofrecía y entrelazó los dedos en ella cuando este la llevó hacia la pista de baile, no lo soltó, si no que además posó con delicadeza la otra mano sobre el hombro de su acompañante y ladeó la cabeza ligeramente mientras le dedicaba una amplia sonrisa. La mirada atónita y el rostro lleno de sorpresa de Ren le parecía de lo mas peculiar, mas aún por de quien se trataba ―Oh me parece que he podido dejar con la boca abierta al zorro demasiado astuto - aquella última parte la dijo en un susurro que probablemente solo fue audible para el oído desarrollado de caracal que Ren poseía.
Continuó con el vals dejando que fuera él quien guiara con suavidad sus pasos, inclusive recargó el rostro sobre el hombro ajeno en uno de los pasos que la hacían quedar mas cerca de él; se dejó girar y negó con la cabeza en cuanto Ren volvió a tomarla por la cintura ―No, no te disculpes, además, si mal no recuerdo, minutos antes me dijiste que me portara bien y eso hice - cerró los ojos al sentir el aliento del cambiante sobre su oído y aspiró el aroma que emanaba de él, trató de alargar el momento justo cuando la música se apagaba, resistiéndose un poco cuando él se separó y aplaudió, pero no le quedó mas que imitar el movimiento y hacer una ligera reverencia.
No tuvo mas que clavar su mirada en la ajena y sentir la mano de Ren tomando la suya para seguirlo en silencio, el contacto entre ambos ya no era algo que sorprendiera, no que ya no provocara mil y un sensaciones sobre la piel de Charleen, solo que ya no la tomaba desprevenida provocando un rojo encendido sobre sus mejillas, ahora solo tomaban un leve color durazno.
El viento refrescó su rostro y las partes de su piel expuestas, aspiró profundo el aroma de la noche que se mezclaba con el mas cercano a ella y sonrió ―Si sabes que no me molesta ¿cierto? al menos, no mientras estés cada que gire la vista - apoyó la cadera en la baranda del balcón, su mano recorrió sin recato alguno la ajena hasta que logró entrelazar los dedos a esta mientras la yema de su pulgar acariciaba la piel que quedaba a su alcance, ahí fue consciente de que en la última hora se la había pasado buscándolo, se giró un poco y se paró de puntillas y besó la mejilla blanquecina decorada con vello rojizo, se separó con lentitud mordiéndose el labio inferior y volviendo a girar para ver nuevamente hacia la noche ¿debería decir algo? probablemente, pero nada se le ocurría como para desviar la atención de lo que acababa de hacer, no que se arrepintiera, pero ¿él lo aceptaría? las mejillas se colorearon nuevamente de rojo y lo único que atinó a hacer fué carraspear un poco.
Tomó la mano que Reinout le ofrecía y entrelazó los dedos en ella cuando este la llevó hacia la pista de baile, no lo soltó, si no que además posó con delicadeza la otra mano sobre el hombro de su acompañante y ladeó la cabeza ligeramente mientras le dedicaba una amplia sonrisa. La mirada atónita y el rostro lleno de sorpresa de Ren le parecía de lo mas peculiar, mas aún por de quien se trataba ―Oh me parece que he podido dejar con la boca abierta al zorro demasiado astuto - aquella última parte la dijo en un susurro que probablemente solo fue audible para el oído desarrollado de caracal que Ren poseía.
Continuó con el vals dejando que fuera él quien guiara con suavidad sus pasos, inclusive recargó el rostro sobre el hombro ajeno en uno de los pasos que la hacían quedar mas cerca de él; se dejó girar y negó con la cabeza en cuanto Ren volvió a tomarla por la cintura ―No, no te disculpes, además, si mal no recuerdo, minutos antes me dijiste que me portara bien y eso hice - cerró los ojos al sentir el aliento del cambiante sobre su oído y aspiró el aroma que emanaba de él, trató de alargar el momento justo cuando la música se apagaba, resistiéndose un poco cuando él se separó y aplaudió, pero no le quedó mas que imitar el movimiento y hacer una ligera reverencia.
No tuvo mas que clavar su mirada en la ajena y sentir la mano de Ren tomando la suya para seguirlo en silencio, el contacto entre ambos ya no era algo que sorprendiera, no que ya no provocara mil y un sensaciones sobre la piel de Charleen, solo que ya no la tomaba desprevenida provocando un rojo encendido sobre sus mejillas, ahora solo tomaban un leve color durazno.
El viento refrescó su rostro y las partes de su piel expuestas, aspiró profundo el aroma de la noche que se mezclaba con el mas cercano a ella y sonrió ―Si sabes que no me molesta ¿cierto? al menos, no mientras estés cada que gire la vista - apoyó la cadera en la baranda del balcón, su mano recorrió sin recato alguno la ajena hasta que logró entrelazar los dedos a esta mientras la yema de su pulgar acariciaba la piel que quedaba a su alcance, ahí fue consciente de que en la última hora se la había pasado buscándolo, se giró un poco y se paró de puntillas y besó la mejilla blanquecina decorada con vello rojizo, se separó con lentitud mordiéndose el labio inferior y volviendo a girar para ver nuevamente hacia la noche ¿debería decir algo? probablemente, pero nada se le ocurría como para desviar la atención de lo que acababa de hacer, no que se arrepintiera, pero ¿él lo aceptaría? las mejillas se colorearon nuevamente de rojo y lo único que atinó a hacer fué carraspear un poco.
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Re: Aloud → Privado
“What if I fall?
Oh but my darling,
What if you fly?”
― Erin Hanson
Oh but my darling,
What if you fly?”
― Erin Hanson
Por un momento, mirando el firmamento nocturno, escuchando la fiesta a la lejanía, pero sobre todo, sintiendo la cercanía de Charleen fue como si se tratara de un délfico arcaico, capaz de ver con claridad el futuro. Por supuesto que su habilidad, rara, apreciada y quizá temida, no le confería tal potestad, pero así lo sintió, cimbrándolo desde los pies hasta la última punta de cabello, tan rojo como las tierras al otro lado del Mediterráneo. Y es que pudo verlo como quien ve a quien está a un palmo de distancia, con las palabras que le había dedicado reverberando en él como olas que rompen en los acantilados. «Hacemos un buen equipo» y quizá la candidez de las palabras restaban un poco de solemnidad, pero el significado seguía siendo el mismo. Y se preguntó hasta dónde podía conducirlos una sociedad así. Al chalet que le había prometido cuando se rencontraron o a ambos comandar un galeón, quizá a caminos tan inciertos que en ese instante no podía ni imaginarlos. Llenó los pulmones con aire, y fue a decir algo, sin embargo, fue ella quien prorrumpió y se giró para verla.
Alcanzó a sonreírle, pero sólo eso. Lo sorprendió de buena manera con aquel beso, casi inocente y es que era en símbolos así que ambos habían labrado el camino, no demasiado vasto, pero lo suficientemente sinuoso como para hacerlo interesante. Y a él le gustaba lo interesante. Fue entonces consciente de que sus manos estaban entrelazadas de aquel modo; era tan natural que hasta ahora se percataba. Desvió brevemente la mirada allí donde los dedos se unían como el entramado de una historia vieja y volvió a mirarla, clavó los ojos añiles, azul como el océano que él tanto amaba, y la miró directo a esas orbes dispares que resaltaban su belleza.
—Me conoces, sabes que lo cursi no me va… —comenzó con voz suave pero segura. Se peinó el bigote con la mano libre—. Pero me gustaría decirte aquí y ahora, que me gustaría estar ahí cada vez que gires la vista —«ser lo primero que veas al alba y lo último en el crepúsculo», pero fue incapaz de terminar la frase. Reinout era un tipo seguro, demasiado rayando en la temeridad arrogante, pero esta vez se sintió acobardado y aunque la sensación fue nueva, el saber por qué le trajo cierto confort.
Alzó una mano y sostuvo el rostro de Charleen por una mejilla. ¿Se estaba tardando demasiado? Es que no sabía… por primera vez no sabía hacia dónde navegar, estaba perdido. ¿Y si ella sólo estaba siendo amable con él? La posibilidad de un corazón roto fue de pronto demasiado aciaga como para soportarse. Cerró los ojos. ¿Y si caía? Oh… pero qué maravilloso sería si en lugar de eso, emprendía el vuelo. Al fin, tras debatirse, se inclinó al frente y juntó sus labios con los de ella en un breve, fugaz y tierno beso, apenas un roce de labios demasiado temerosos como para ir por más de momento. Y se separó para ver el semblante de la joven ante su atrevimiento.
—Haz hecho mucho más que dejar con la boca abierta al viejo «zorro demasiado astuto» —habló quedo mientras acariciaba la mejilla ajena antes de soltarla, su voz reflejó la sonrisa que adornaba su rostro. Hubo algo de arrogancia en sus palabras, pero era lo que podía esperarse de él. Sin embargo, hubo también una declaración velada de algo mucho más grande y más importante.
Última edición por Reinout van Bergeijk el Mar Nov 10, 2015 12:00 am, editado 2 veces
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“This thing about you that you think is your flaw - it's the reason I'm falling in love with you.”
― Colleen Hoover, Slammed
― Colleen Hoover, Slammed
¿Cuantas novelas románticas no había leído? ¿cuantas veces no había imaginado la historia perfecta de amor mientras veía la fogata o dibujaba? si bien Charleen nunca fue la joven convencional que soñaba con casarse, con encontrar el amor, con una vida de rosa cegada sin poder mirar el horizonte, pensaba de vez en cuando en eso; para ella, la definición de amor la encontraba en el arte, en la libertad, y no había encontrado persona que compartiera ese sentimiento y que no la hiciera sentir como prisionera... hasta ahora.
¿Iba todo demasiado rápido? su mente era un revoltijo de pensamientos casi como su cuerpo entero era un manojo de nervios, Reinout era diferente a todos los hombres que había conocido, diferente a todos aquellos galantes caballeros que habían llegado a pretenderla -y que ella desairaba con gentileza- él era único, irrepetible; alzó la vista para toparse con el inmenso mar en el azul de sus ojos, estaba bajo el agua hundiéndose lentamente... hasta que habló, y se dio cuenta que podía respirar.
Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, de pronto se sintió mas ligera, se recargó ligeramente sobre la palma de Ren cuando la sintió cercana a su rostro cerrando los ojos y presionando ligeramente la mano ajena al sentir la proximidad del rostro ajeno, del beso fugaz, sintió el pecho estallar y su cuerpo vibrar, se inclinó un poco sobre él rogando por mas cuando se separó, pero sólo apoyó su mano sobre el pecho de su acompañante y se mordió el labio inferior mirando hacia el suelo alzando nuevamente la vista al sentir la caricia seguida por las palabras que solo lograron arrancarle una sonrisa.
¿Era aquello una extraña muestra de agradecimiento? ¿significaba algo mas? mil y un preguntas rondaron en su cabeza, pero ninguna fue capaz de dejar sus labios, no sabía que decir o si decir algo. Él no era una persona de puerto, él era de mar ¿qué le hacía creer que se quedaría? ―¿Ah si? - resopló una ligera risa, una mano entrelazada a la suya con firmeza y la otra aferrada a la solapa del traje, como si temiera que desapareciera y la dejara sola ―¿Q-que mas he hecho? - dudo en preguntar, de pronto tuvo miedo de escuchar la respuesta.
El sonido lejano de las voces en murmullo, la música en el interior de la propiedad
que continuaba tocando sin ellos desaparecieron de pronto, ya no era consciente de lo que sucedía a su alrededor, solo de él, de aquel pelirrojos de aroma peculiar que robaba toda su atención, sus labios temblorosos se abrieron solo para dejar escapar el aliento que expandía sus pulmones, lo sentía cerca pero lo veía tan lejos.
¿Iba todo demasiado rápido? su mente era un revoltijo de pensamientos casi como su cuerpo entero era un manojo de nervios, Reinout era diferente a todos los hombres que había conocido, diferente a todos aquellos galantes caballeros que habían llegado a pretenderla -y que ella desairaba con gentileza- él era único, irrepetible; alzó la vista para toparse con el inmenso mar en el azul de sus ojos, estaba bajo el agua hundiéndose lentamente... hasta que habló, y se dio cuenta que podía respirar.
Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, de pronto se sintió mas ligera, se recargó ligeramente sobre la palma de Ren cuando la sintió cercana a su rostro cerrando los ojos y presionando ligeramente la mano ajena al sentir la proximidad del rostro ajeno, del beso fugaz, sintió el pecho estallar y su cuerpo vibrar, se inclinó un poco sobre él rogando por mas cuando se separó, pero sólo apoyó su mano sobre el pecho de su acompañante y se mordió el labio inferior mirando hacia el suelo alzando nuevamente la vista al sentir la caricia seguida por las palabras que solo lograron arrancarle una sonrisa.
¿Era aquello una extraña muestra de agradecimiento? ¿significaba algo mas? mil y un preguntas rondaron en su cabeza, pero ninguna fue capaz de dejar sus labios, no sabía que decir o si decir algo. Él no era una persona de puerto, él era de mar ¿qué le hacía creer que se quedaría? ―¿Ah si? - resopló una ligera risa, una mano entrelazada a la suya con firmeza y la otra aferrada a la solapa del traje, como si temiera que desapareciera y la dejara sola ―¿Q-que mas he hecho? - dudo en preguntar, de pronto tuvo miedo de escuchar la respuesta.
El sonido lejano de las voces en murmullo, la música en el interior de la propiedad
que continuaba tocando sin ellos desaparecieron de pronto, ya no era consciente de lo que sucedía a su alrededor, solo de él, de aquel pelirrojos de aroma peculiar que robaba toda su atención, sus labios temblorosos se abrieron solo para dejar escapar el aliento que expandía sus pulmones, lo sentía cerca pero lo veía tan lejos.
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Re: Aloud → Privado
“You are my greatest adventure.”
La brevedad que duró la duda lo mató. Fue una agonía fugaz que para él le resultó eterna. Sí, estaba nervioso, lleno de miedo. En un juego de cartas no tiras un par esperando ganar, ¿qué había hecho? Porque si había fallado, si había errado en sus intenciones, todo se iría al demonio y la perdería incluso como amiga. Temerariamente impulsivo, así era pero por vez primera, un fallo podía significar una pérdida de verdad. Aguantó un suspiro y con ello ensanchó el pecho. Entonces pudo notarla, se aferraba a él, no lo repelía y vino la pregunta.
Sonrió. Por toda respuesta sonrió y asió con más fuerza su mano. La elevó para besarle los nudillos, sin despegar los ojos de ella.
—Esa misma pregunta podría hacértela yo a ti —reviró, pero sabía que no era justo. Que no era momento de divagaciones. Si debía tomarse en serio algo en su vida, esa era la ocasión—. No lo sé Charleen, ¿qué quieres que sea? —Su tono fue más sereno, pero por más que Reinout lo intentara, jamás lograría sonar enfadado o triste. No es que no conociera esas emociones, pero había algo en él eternamente luminoso, como el aura de un niño que se niega a crecer.
Se separó un poco y de inmediato comenzó a extrañar la cercanía. Era una sensación nueva, pero no desagradable. Saber tu lugar en el universo, eso que muchos se pasan la vida entera buscando, él había sido lo suficientemente afortunado de encontrarlo sin estarlo persiguiendo si quiera. No la soltó de la mano.
—Me conoces. La aventura es lo que me llama. No puedo estar en un solo lugar —y aquello era el indicio de una amenaza a posteriori, si se quería tomar así, pero continuó, anulando su declaración previa—: pero siento que tú puedes ser mi siguiente gran travesía —el ex pirata era todo palabrería, bravuconería y presunción. Era un corsario, nunca iba a dejar de serlo, pero esta vez le estaba costando endemoniadamente decir lo que quería. Tosió para aclararse la garganta.
—No sé… yo… —soslayó el Palacio Royal, donde la fiesta se seguía llevando a cabo—, yo ya no quiero estar aquí, ¿qué dices si nos vamos? —Movió el bigote y dejó de parecer tan nervioso, aunque lo seguía estando. No dijo a dónde quería irse. Dejarla en su casa, vagar por París, al fin del mundo, la verdad le daba igual mientras sus manos siguieran unidas como lo estaban.
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“I have never been in love before, you're my first-and you'll be my only.”
― L.J. Smith, The Hunter
― L.J. Smith, The Hunter
Clavó la mirada en el océano de los ojos de Ren, en aquel mar rodeado de fuego que era capaz tanto de arrebatarle el aliento, como de acelerar su pulso. Entreabrió los labios pero estos se cerraron y se curvaron en una sonrisa sincera al sentir sobre la piel expuesta de sus nudillos el cálido beso que el cambiante depositaba.
Ladeó la cabeza un poco, mirandolo con una mezcla de desconcierto, ternura y sorpresa; estaba confundida pero no insegura, conocía a Ren, esa parte que el resto del mundo ignoraba, esa que le correspondía entender a ella solo por conocer un secreto que se ocultaba a plena vista, quizás era pretender demasiado, habían pasado años sin contacto alguno, pero lazos así, sinceros e irrepetible, de plena confianza y complicidad silenciosa, no, esos no se rompían.
No quería dobles preguntas, ni siquiera estaba segura de lo que ella acababa de preguntar ¿tenía miedo de la respuesta? extrañamente, ya la conocía, era nueva pero esperada, ansiada, pero no por eso significaba que no quería escucharla salir de boca del pelirrojo. Sintió un vuelco en el corazón ¿había confundido las señales? quizás, después de todo, él terminaría siendo un bandido de altamar con traje y buenos modales; agachó la mirada pero se mantuvo aferrada a él, como si esperara un giro en la oración, y lo obtuvo. Nuevamente, las orbes dispares brillaron bajo el fulgor de la luna ¿acababa de escuchar correctamente? quiso pedirle que lo repitiera, pero aquello había sido claro, una sonrisa se dibujó en sus labios y con aquella seguridad -mas característica de él que de ella- soltó la solapa del saco solo para posar su mano en la mejilla ajena ―La tierra puede ser igual de vasta que el océano - acarició con suavidad la piel nívea con suavidad.
Lo dejó hablar, sin retirar la mano de la calidez de su piel, abusando nuevamente de su cercanía, tenía el corazón desbocado, lo escuchaba como eco en sus oídos, eso no evitó que se pusiera sobre las puntas de sus pies y acercara el rostro al ajeno y cruzara la barrera que el rompió, juntó sus labios con los suyos, con suavidad y ansiedad, temblorosos presionaron los ajenos, cerrando los ojos y conteniendo la respiración; se sentía como una joven doncella en su primer beso ¿primero? no, pero sin duda si el primero con significado. Se separó con lentitud de él y afirmó con suavidad ―Vamos - dijo aún demasiado cerca de su rostro, al grado que el aliento exhalado en sus palabras se mezcló con el del pelirrojo, despacio, sus talones volvieron a tocar el suelo, entrelazó nuevamente sus dedos, de esa mano que aún sentía la calidez del beso y le sonrió.
Ladeó la cabeza un poco, mirandolo con una mezcla de desconcierto, ternura y sorpresa; estaba confundida pero no insegura, conocía a Ren, esa parte que el resto del mundo ignoraba, esa que le correspondía entender a ella solo por conocer un secreto que se ocultaba a plena vista, quizás era pretender demasiado, habían pasado años sin contacto alguno, pero lazos así, sinceros e irrepetible, de plena confianza y complicidad silenciosa, no, esos no se rompían.
No quería dobles preguntas, ni siquiera estaba segura de lo que ella acababa de preguntar ¿tenía miedo de la respuesta? extrañamente, ya la conocía, era nueva pero esperada, ansiada, pero no por eso significaba que no quería escucharla salir de boca del pelirrojo. Sintió un vuelco en el corazón ¿había confundido las señales? quizás, después de todo, él terminaría siendo un bandido de altamar con traje y buenos modales; agachó la mirada pero se mantuvo aferrada a él, como si esperara un giro en la oración, y lo obtuvo. Nuevamente, las orbes dispares brillaron bajo el fulgor de la luna ¿acababa de escuchar correctamente? quiso pedirle que lo repitiera, pero aquello había sido claro, una sonrisa se dibujó en sus labios y con aquella seguridad -mas característica de él que de ella- soltó la solapa del saco solo para posar su mano en la mejilla ajena ―La tierra puede ser igual de vasta que el océano - acarició con suavidad la piel nívea con suavidad.
Lo dejó hablar, sin retirar la mano de la calidez de su piel, abusando nuevamente de su cercanía, tenía el corazón desbocado, lo escuchaba como eco en sus oídos, eso no evitó que se pusiera sobre las puntas de sus pies y acercara el rostro al ajeno y cruzara la barrera que el rompió, juntó sus labios con los suyos, con suavidad y ansiedad, temblorosos presionaron los ajenos, cerrando los ojos y conteniendo la respiración; se sentía como una joven doncella en su primer beso ¿primero? no, pero sin duda si el primero con significado. Se separó con lentitud de él y afirmó con suavidad ―Vamos - dijo aún demasiado cerca de su rostro, al grado que el aliento exhalado en sus palabras se mezcló con el del pelirrojo, despacio, sus talones volvieron a tocar el suelo, entrelazó nuevamente sus dedos, de esa mano que aún sentía la calidez del beso y le sonrió.
Charleen Rumsfeld- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“The most beautiful things in the world cannot be seen or touched, they are felt with the heart.”
― Antoine de Saint-Exupéry, The Little Prince
― Antoine de Saint-Exupéry, The Little Prince
«La tierra puede ser igual de vasta que el océano». Las palabras llegaron a él, lentamente. Como si quisiera desmenuzar esa oración y conservarla con todos sus significados. Fue como si escuchara aquello sumergido en el agua. Un sonido —el de la voz de Charleen— amortiguado y lejano, que te llama. Como las sirenas a Odiseo.
La sintió cerca y se descolocó de tal modo que por un momento perdió la noción tanto del tiempo, como del espacio. Eran sólo ellos dos, y sólo ellos dos importaban en el universo. La calidez de Charleen era distinta. Su perfume, su tacto, todo se sentía maximizado y algo, un escalofrío le trepaba por la columna vertebral cada vez que lo tocaba de aquel modo, que su aliento chocaba contra su bigote tan intrincadamente recortado. Asintió y sonrió, cayendo en cuenta que había tardado más de lo que debía en reaccionar.
—Espera sólo un segundo —y sin esperar una respuesta, regresó al interior del palacio. Regresó al cabo de unos segundos y ofreció su mano, como diciéndole que estaba listo, que ambos emprenderían una aventura que iba más allá de todo lo material. Que los trascendería a ambos como los grandes amores trascienden la historia—. Sólo debía confirmar la cita con Rivette —anunció encogiéndose de hombros. En realidad no importaba.
Y corrieron. Reinout la guio fuera del lugar, atravesando sus frondosos y verdes jardines aun en invierno. Con los cerezos y los duraznos floreciendo. Dejaron atrás el Palacio Royal, pero aun así, el pelirrojo no se detuvo, siguió corriendo mientras el hermoso vestido de Charleen se elevaba al vuelo. Y siguió corriendo, adentrándose en la ciudad de París, despierta a pesar de la hora, con sus luces doradas y el aroma del café y la cerveza servidos en sus locales. Entonces finalmente se detuvo.
—Me sentía asfixiado —admitió mientras la tomaba de ambas manos. Sabía que sólo estaba hablando por hablar, con tal de prolongar el momento de volver a tocar el tema de lo que había pasado tan sólo hace unos minutos. Reinout estaba de hecho ansioso por aclarar lo que hubiera por aclarar, pero no quería sonar desesperado.
—Entonces… ¿eso contó como una cita? —Típico en él. Abordar los temas serios de manera bromista, con esa sutil arrogancia característica en sus modos. Movió el bigote y sonrió de tal modo, que los ojos se le hicieron más pequeños—. De ser así, fue la primera… pero quiero que sepas que esas no son las citas que «el zorro demasiado astuto» acostumbra —aclaró como si aquello fuera trascendental, pero se notaba en su voz aún la caraba.
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“Have you ever watched
a leaf leave a tree? It falls upward first, and then it drifts toward the ground,
just as I find myself drifting towards you.”
― Beth Kephart, Undercover
a leaf leave a tree? It falls upward first, and then it drifts toward the ground,
just as I find myself drifting towards you.”
― Beth Kephart, Undercover
Reinout van Bergeijk, Ren o el zorro demasiado astuto todos para ella significaban lo mismo, sentir que se asomaba al barranco, que el aire le faltaba y que su cabeza giraba mientras perdía el enfoque de lo que miraba; sin embargo, pese a todas aquellas sensaciones que se asemejaban a cualquier enfermedad o muerte inminente... Charleen las disfrutaba, aquel pelirrojo no era común, él era especial, excéntrico, único, y es por eso que ella comprendía que lo que sintiera en ese momento, era completamente normal aunque saliera de toda definición de aquella palabra; de pronto su ceño se frunció y lo vio desaparecer de su lado con la misma rapidez con la que había pronunciado la oración para mantenerla con los pies clavados en el piso de mármol, raro, en definitiva lo era.
Abrió los ojos sorprendida y no pudo evitar reír ante su re-entrada ―Mas vale prevenir... - pronunció con la mano sobre sus labios intentando sofocar la risa, ladeó la cabeza y lo miró, clavó la mirada dispar en el rostro de su acompañante, lo miró con ternura y admiración, lo miró con cariño, y sin pensarlo dos veces le entregó su mano.
Sin mas, le siguió el paso, primero con delicadeza intentando poner atención a cada paso, incrementando de apoco la velocidad, solo el resonar de sus tacones bajando las escaleras de mármol pinto y después siendo sofocados por el ruido del pasto, el viento sobre su rostro, los mechones de cabello revoloteando al rededor y chocando contra su rostro, sintiéndose libre, escuchando nada mas que sus pasos y la música a lo lejos, hasta que el murmullo de la ciudad de París llegó a sus finos oídos.
Sus pies se detuvieron abruptamente, y su cuerpo chocó contra el cambiante contrario, sus mejillas sonrojadas, en parte por la carrera, en parte por la cercanía ―¿Por eso la carrera? me hubieras dicho desde un principio, te hubiera ganado con facilidad - la sonrisa en sus labios era sincera, inocente, llena de energía y alegría; de pronto, la risa nerviosa se apodero de ella, entrecortada, suave y de bajo volumen, su rostro había vuelto a su color normal y volvió a encenderse de rojo haciendo notorio el hecho de que era él quien lo provocaba ―Y-yo... - la pregunta la tomó por sorpresa, el corazón comenzó a latir desbocado ¿debía decir que si? quizás la tomaría por alguien nada refinada, aunque acababa de besarlo ¿y si decía que no? quizás lo tomaría a mal, de pronto, el siempre tan característico sentido del humor de Ren la hizo no sentirse tan torpe al respecto ―¿A no? - un nuevo brillo en los ojos dispares de la cambiante ―Entonces ¿como son?- ladeó la cabeza y le sonrió suavemente.
Abrió los ojos sorprendida y no pudo evitar reír ante su re-entrada ―Mas vale prevenir... - pronunció con la mano sobre sus labios intentando sofocar la risa, ladeó la cabeza y lo miró, clavó la mirada dispar en el rostro de su acompañante, lo miró con ternura y admiración, lo miró con cariño, y sin pensarlo dos veces le entregó su mano.
Sin mas, le siguió el paso, primero con delicadeza intentando poner atención a cada paso, incrementando de apoco la velocidad, solo el resonar de sus tacones bajando las escaleras de mármol pinto y después siendo sofocados por el ruido del pasto, el viento sobre su rostro, los mechones de cabello revoloteando al rededor y chocando contra su rostro, sintiéndose libre, escuchando nada mas que sus pasos y la música a lo lejos, hasta que el murmullo de la ciudad de París llegó a sus finos oídos.
Sus pies se detuvieron abruptamente, y su cuerpo chocó contra el cambiante contrario, sus mejillas sonrojadas, en parte por la carrera, en parte por la cercanía ―¿Por eso la carrera? me hubieras dicho desde un principio, te hubiera ganado con facilidad - la sonrisa en sus labios era sincera, inocente, llena de energía y alegría; de pronto, la risa nerviosa se apodero de ella, entrecortada, suave y de bajo volumen, su rostro había vuelto a su color normal y volvió a encenderse de rojo haciendo notorio el hecho de que era él quien lo provocaba ―Y-yo... - la pregunta la tomó por sorpresa, el corazón comenzó a latir desbocado ¿debía decir que si? quizás la tomaría por alguien nada refinada, aunque acababa de besarlo ¿y si decía que no? quizás lo tomaría a mal, de pronto, el siempre tan característico sentido del humor de Ren la hizo no sentirse tan torpe al respecto ―¿A no? - un nuevo brillo en los ojos dispares de la cambiante ―Entonces ¿como son?- ladeó la cabeza y le sonrió suavemente.
Charleen Rumsfeld- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“Love is like the wind, you can't see it but you can feel it.”
― Nicholas Sparks, A Walk to Remember
― Nicholas Sparks, A Walk to Remember
Le quedaba claro que sólo un alma como la de Charleen era capaz de entenderlo. De complementarlo como dos piezas de un rompecabezas que no necesitaba más, que con ellos dos bastaba para comprender la imagen al completo. Pero aunque aquella claridad llegó rampante a su cabeza, no quiso decir, o hacer nada. ¿Y si sólo nacía dentro de él y no dentro de ambos? El sentido del humor, por años, había sido su escudo, su armadura, el bálsamo a sus heridas porque, quien lo viera diría que era un hombre incapaz de sufrimiento, pero aunque la autocompasión no fuera algo que acostumbrara, por supuesto que sentía y padecía como todos los demás.
—Un gato siempre le va a ganar a un perro —sentenció con suficiencia y una sonrisa torcida, como de quien va a cometer un delito y ya se sabe victorioso—. Sí, entre un perro y un gato, el gato ganaría, pero entre tú y yo, sin duda tú lo harías —concluyó. Se dio cuenta que no había soltado la mano ajena y no hizo nada por hacerlo, en cambio afianzó el agarre.
—Ah, eso… veamos —hizo gesto de estarlo pensando detenidamente—. Te llevaría… es decir, llevaría a mi cita —se corrigió pero fue obvio que lo hacía muy consciente—, primero a un museo, me gusta que les guste el arte, luego quizá al teatro, a una ópera y después a cenar. Pero ahí no acabaría… navegaríamos por la noche en alguna pequeña embarcación, timoneada por mí, mejor capitán no vas a encontrar. Con suerte nos perderíamos en alta mar, nos iríamos dos y regresaríamos tres —rio de buena gana—, no, no es cierto, olvida eso último —su risa se fue apagando de a poco, como una fogata que se extingue.
Miró a su alrededor y se dio cuenta que habían ido a parar a una plazoleta. Vio una banca debajo de un naranjo. Haló a Charleen con tranquilidad y cuando estuvieron bajo el árbol, sacudió el asiento con la mano, para luego ofrecérselo a la chica con un ademán teatral. Él tomó su lugar a su lado.
Antes de volver a hablar, miró al cielo y suspiró. Se le notó, de ese modo, más sosegado, más tranquilo. Más el hombre que se suponía que era, con todos esos años y esas vivencias a cuestas. Al observar las estrellas, recordó sus muchos años navegando los siete mares, el cómo se guiaba por los cuerpos celestes para no quedar a la deriva. Después, la miró a ella, a Charleen, con su peculiar belleza de ojos desiguales y mesurada amabilidad. La miró como si representara otra opción al mapa celestial, siendo éste la representación de su vida de bucanero, su renombre como Ren, el pirata. Y ella, el símbolo de una vida que no esperó encontrar y que lo había tomado desprevenido. Algo convencional, sin embargo sabía que a su lado, nada lo sería.
—Será mejor que regresemos a casa —se tragó todo lo que quería decirle, acobardado por una vez, temeroso del rechazo. Alzó la mano que seguía sosteniendo y depositó un beso en ella. Le sonrió.
Reinout van Bergeijk- Cambiante Clase Alta
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Re: Aloud → Privado
“Everyone needs someone
who can show them what heaven looks like.”
― John Mark Green
who can show them what heaven looks like.”
― John Mark Green
Arrugó la nariz un poco, haciendo una mueca divertida, un tanto infantil ―No estés tan seguro de que los gatos caen de pie - bromeó con naturalidad, todo en ella lo era cada vez que él le hablaba, nada era forzado; es por eso que acarició con el pulgar la mano que aún se aferraba a la suya y sonrió ligeramente agachando la mirada solo para confirmar que aquel hombre frente a ella, la tomaba de la mano ―Eso no sería justo, los años hacen estragos y no quisiera que nada te pasara - sentenció alzando la vista, y su rostro sereno y serio no duró mas de dos segundos, una sonrisa triunfante fue la antesala de la risa abierta que siguió.
Lo escuchó atenta, enarcando una ceja y afirmando con la cabeza cuando corrigió lo que haría con su cita aquello era de ensueño, no por las ideas -las cuales le parecían maravillosas- si no por la similitud entre ellos, ambos tan libres y tan apresados, tan culturales pero tan naturales; sonrió con el comentario de alta mar y sus ojos brillaron de pronto ―Formar una familia contigo -el pensamiento la tomó desprevenida, se complementaban, de alguna forma lo hacían y el darse cuenta de ello sintió una calidez en el pecho, emoción indescriptible de encontrar algo que no sabía que buscaba pero miedo de que solo fuera en su cabeza, tembló un poco ante la idea de que nada fuera real, la piel se le erizó y tomó de pretexto el aire fresco de la noche de París. La risa nerviosa de Ren después de aquella invitación la confundió ¿lo había dicho en serio? o simplemente era una broma y se dio cuenta de ello.
Entreabrió la boca, quería decirle que era la mejor de las ideas, que ella quería aprender a navegar siendo él el capitán, que podían perderse por tardes enteras riendo, platicando, bromeando, sin siquiera hacer nada, quedarse en silencio y saber que se decían todo, que podían irse ellos dos y regresar siendo tres, o cuatro, buscar ese pequeño chalet, sentarse por horas en el pórtico viendo a los niños correr, crecer, tomados de la mano, siempre juntos... pero no salió nada, el miedo al rechazo, a que pensara que era demasiado liberal le cerró la garganta y solo atinó a sonreír y seguirle el paso hasta la banca.
Carraspeó un poco, y se llevó la mano libre a la garganta, tomó aire y giró el rostro hacia su acompañante, quería hablar de algo, de lo que fuera, alargar el momento, pero se quedó mirándolo mientras sus ojos azules se perdían en el firmamento, y sonrió tan estúpidamente y por tanto tiempo que las mejillas le dolieron, logró descongelar aquella posición antes de que él volteara a verla, por un segundo, se perdió en la profundidad de ese mar calmo y sereno, se engancharon sus miradas y ella solo tembló, tembló de miedo, tembló de emoción y sin mas se acercó poco a poco, milímetros a la vez, quería volver a besarle, sentir la calidez de su aliento sobre su rostro... hasta que Ren habló, alzando su mano y depositando un beso en el dorso, Charleen respiró profundo y sonrió ―Claro, es... - carraspeó un poco, aquello salió solo en un hilo de voz, demasiado parsimonioso ―...es tarde ya - afirmó, y terminó su cometido, se acercó a él depositando un beso en la mejilla del cambiante, cercano a la comisura de los labios, ya en casa se arrepentiría de no haberlo besado.
Lo escuchó atenta, enarcando una ceja y afirmando con la cabeza cuando corrigió lo que haría con su cita aquello era de ensueño, no por las ideas -las cuales le parecían maravillosas- si no por la similitud entre ellos, ambos tan libres y tan apresados, tan culturales pero tan naturales; sonrió con el comentario de alta mar y sus ojos brillaron de pronto ―Formar una familia contigo -el pensamiento la tomó desprevenida, se complementaban, de alguna forma lo hacían y el darse cuenta de ello sintió una calidez en el pecho, emoción indescriptible de encontrar algo que no sabía que buscaba pero miedo de que solo fuera en su cabeza, tembló un poco ante la idea de que nada fuera real, la piel se le erizó y tomó de pretexto el aire fresco de la noche de París. La risa nerviosa de Ren después de aquella invitación la confundió ¿lo había dicho en serio? o simplemente era una broma y se dio cuenta de ello.
Entreabrió la boca, quería decirle que era la mejor de las ideas, que ella quería aprender a navegar siendo él el capitán, que podían perderse por tardes enteras riendo, platicando, bromeando, sin siquiera hacer nada, quedarse en silencio y saber que se decían todo, que podían irse ellos dos y regresar siendo tres, o cuatro, buscar ese pequeño chalet, sentarse por horas en el pórtico viendo a los niños correr, crecer, tomados de la mano, siempre juntos... pero no salió nada, el miedo al rechazo, a que pensara que era demasiado liberal le cerró la garganta y solo atinó a sonreír y seguirle el paso hasta la banca.
Carraspeó un poco, y se llevó la mano libre a la garganta, tomó aire y giró el rostro hacia su acompañante, quería hablar de algo, de lo que fuera, alargar el momento, pero se quedó mirándolo mientras sus ojos azules se perdían en el firmamento, y sonrió tan estúpidamente y por tanto tiempo que las mejillas le dolieron, logró descongelar aquella posición antes de que él volteara a verla, por un segundo, se perdió en la profundidad de ese mar calmo y sereno, se engancharon sus miradas y ella solo tembló, tembló de miedo, tembló de emoción y sin mas se acercó poco a poco, milímetros a la vez, quería volver a besarle, sentir la calidez de su aliento sobre su rostro... hasta que Ren habló, alzando su mano y depositando un beso en el dorso, Charleen respiró profundo y sonrió ―Claro, es... - carraspeó un poco, aquello salió solo en un hilo de voz, demasiado parsimonioso ―...es tarde ya - afirmó, y terminó su cometido, se acercó a él depositando un beso en la mejilla del cambiante, cercano a la comisura de los labios, ya en casa se arrepentiría de no haberlo besado.
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