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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Sacha Románov Sáb Oct 10, 2015 7:18 pm



El amor gusta más que el matrimonio, porque las novelas gustan más que la historia


La vida de un ser humano resulta muy simple algunos, incluso quizás aburrida, cotidiana, sencilla y plana, ¿es cierto, no? ¿Cuántas cosas puede hacer un hombre? Trabajar, adoctrinarse, estudiar, poseer amistades, enamorarse, amar, adquirir, vender, etc. Pero a fin de cuentas todo resulta ser parte de un ritmo trazado que se espera que los mismos seres humanos recorran, Sacha estaba de acuerdo con esto, solo que en su caso se le agregaba transformarse cada luna llena en una bestia salvaje sin elección ni raciocinio, un pequeño detalle que cambiaba todo para la vida de este simple y cotidiano ser humano con un plan ya trazado y un proyecto de vida que de alguna manera u otra se repetiría ante las tantas formas de vida existentes además de él. Estaba claro que el Zar había descuidado uno de los tantos aspectos de su vida, el de ser esposo, pudiera creerse que por estar tras faldas ajenas al a suya, o dando tumbos con bebidas adulteradas, pero lo cierto es que tan solo se consumía el mismo con sus labores políticas y más nada, tenía claro que esto causaba insatisfacción a Raisa aunque la misma le apoyara y a su vez le incitara a no ser tan estricto consigo mismo. El hecho de que quedara muy poco para ese acontecimiento empujó a Sacha a tomar aquella decisión, un viaje, con solo dos hombres de la guardia real, sin levantar sospechas, con idea de que muy pocos y cercanos se enteraran, más por propia privacidad que por seguridad, no había ninguna razón para pensar de que la familia real pudiera estar en peligro, ciertamente desde hace varios años Rusia se encontraba tranquila respecto a temas de guerrillas internas o grupos subversivos que quisieran contravenir los intereses del Zar y los de sus subordinados en general. Si bien utilizaba esto como una doble función, estaba claro que perderse en una isla con un poco cantidad de población resultaba mucho más provechoso y seguro ante el escenario de la bestia salvaje destruyéndolo todo a tu paso y a la misma vez, Raisa iba a disfrutar un poco de la cultura y de los maravillosos países que la isla de Oljón resguardaba entre sus dimensiones, para Sacha la porción de tierra más hermosa que el agua dulce pudiera rodear, un viaje al Lago Baikal, un viaje hacía una maravilla natural que la madre tierra le había regalado a la siempre esplendorosa Rusia.

Sería para el lupino su cuarto viaje, pero jamás podría llegar a cansarse de este lugar. Y por alguna razón creía que viendo a Raisa descubrir lo que él ya había descubierto, la pasaría quizás mejor aún que cuando él mismo descubrió todo aquello por su cuenta. Tras haber realizado las preparaciones y tomado las precauciones del caso avisó a la Zarina de este viaje vacacional. Realmente llegar hasta esos territorios con tranquilidad no resultaba sencillo, los habitantes de esa única isla poblada guardaban consigo ciertos recelos hacia los que no resultaban foráneos, incluso ni siquiera estaban consientes o no les interesaba estarlo que formaban parte de Rusia, Sacha nunca tuvo problema con ello, en realidad resultaba hasta ser agradable el hecho de ser aceptado por alguien por el simple hecho de ser una persona y no por las adiciones que la sociedad te otorga, ciertamente esto lo experimentó hace mucho, él ya es conocido de aquellos chamanes incluso, aquella isla representa mucho respecto a todo lo que él sabe respecto a su condición, se puede decir que también resulta un lugar reconfortante y alejado de la mayoría de seres que difícilmente siquiera se esforzarían en comprender o asimilar la licantropía. Raisa mencionó que deseaba también aprender más de aquello, de ese mundo que parece no existir pero que realmente está ahí, latente, diariamente presente, y más cerca de lo que cualquiera puede imaginar, este viaje le abriría la mente y no tan solo le ayudaría a relajarse, sentirse bien y disfrutar de lo que podría ser un simple paseo de placer. ¿Podía decirse entonces que Sacha no podía ni siquiera en momentos de dar un respiro buscar no sacar un provecho beneficioso? Ciertamente podría decirse que estaba matando muchísimos pájaros de un tiro, no lo realizaba con mala intención, para nada, simplemente utilizaba la opción más adecuada, más provechosa, la idea que más pros y menos contras traía consigo, la mente siempre tirada para la productividad del licántropo se hacía presente incluso en decisiones de este estilo, no había manera darle marcha a esto. Motivos, razones, no importaban, el día había llegado, y ambos habían partido ya junto a los dos escoltas, la esfera más alta de Rusia estaría ausente por varios meses en Moscú, un viaje largo tanto por el trayecto como por la estancia, si sus cálculos no fallaban ambos estaría en la isla dos o tres días antes de que la luna llena impactara y causara sus efectos en él. Mientras tanto podía saberse seguro y tranquilo dentro de la carroza que les guiaba hacia destino, debían sin duda realizar varias paradas y cambios de transporte, incluso usarían barcas, todo a su tiempo.
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Mensaje por Raisa V. Románova Jue Oct 22, 2015 8:35 pm

Llevaban más de dos meses desde que habían contraído nupcias. Raisa se notaba salida, ojerosa, y decaída. Muchos creían que la razón se relacionaba con otra mujer en la vida del Zar, sin embargo, eso no era lo que le quitaba el sueño, por que, aunque pareciera extraño, ella confiaba plenamente en él. Lo que ponía en tan mal estado a la zarina, es que aún no quedaba embarazada, y justamente aquello la ponía de esa manera, pues la preocupación no la dejaba descansar como era debido, y tampoco comer. Dos detalles fundamentales tomando en cuenta su nueva función frente a Rusia.

Sacha resultaba ser bastante comprensivo con ella, lo que en ocasiones aliviaba sus tormentos, los cuales se disparaban cuando él no mencionaba que todo estaba bien. Cualquiera creería que el zar se desesperaría de ella al instante, pero era comprensivo, más de la cuenta, y quizá gracias a su edad, sus experiencias, y la falta de vida de la jovencita.

Raisa sintió una gran alegría al escuchar su cambio de rutina. Jamás imaginó que su esposo le invitaría a tomar un descanso de esa nueva vida, en más de una ocasión se lo agradeció. La jovencita había pedido a sus doncellas que le ayudaran con todos los preparativos, más bien con sus cosas personales, y también las de su zar. No tardaron más de medio día en hacerlo, con todo y los alimentos que utilizarían en el viaje. Su emoción era evidente. Sus ojos lo dejaban ver, e incluso sus deteriorados signos físicos desaparecieron momentáneamente.

Más rápido de lo imaginado, la mujer del zar se encontraba en aquel amplio carruaje de viaje. Era demasiado grande y cómodo. Más de cuatro caballos lo jalaban, y es que la estructura a parte de segura, pesaba una gran cantidad considerable, todo gracias a aquellos detalles que llevaban consigo.

Sólo pasó media hora, el tiempo en que quiso observar por las ventanas translucidas del carruaje, el cansancio la venció, y es que sintió el peso que se alejaba de sus hombros. Se había acomodado en las faldas del hombre, disfrutando del calor corporal de la criatura le brindaba. Con él se sentía segura, protegida, y jamás juzgada por sus acciones, lo cual agradecía, porque de ser otra persona, seguramente le reprendería por su atrevimiento al acostarse sin si quiera decir algo.

Quizás fueron unas cinco horas las que durmió profundamente, aunque deseó seguir durmiendo, lo cierto es que prefirió abrir los ojos, muy a regañadientes. La luz del día se había ido, y algunas velas ayudaban para que pudieran ver con claridad, aunque obviamente estaban instaladas para ella, no para él.

Lamento mucho mi ausencia tanto tiempo — Se disculpó enderezando su espalda — Me sentía muy cansada, necesitaba dormir un poco — Suspiró acomodando su cabello que se había alborotado por culpa de encontrarse recostada¿Ya me dirá a donde iremos? — Sonrió con timidez, estaba claro que la zarina era una joven en extremo curiosa, no le daba pena, más bien gustaba de ser así, porque gracias a ello estaba absorbiendo todo aquello que el mundo le ponía enfrente.
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Mensaje por Sacha Románov Vie Oct 23, 2015 2:06 pm


El transcurso del viaje se tornó monótono más no desesperante como suele ceder con la mayoría de estos, Sacha se preguntó más de una vez durante los anteriores, si en algún momento el ingenio humano desarrollaría métodos más eficaces de transporte, sin embargo en esta ocasión su mente no se perdió tanto en aquellas tribulaciones, estuvo más pendiente del sueño de la Zarina y por momentos mixtos del paisaje. Definitivamente cada vez que se embarcaba en este tipo de viajes tan solo hacía un memorándum de la belleza de sus tierras, su patria Rusia dueña de un encanto particular y una belleza inigualable lograba siempre embelesar al lupino, y tan solo inyectarle más aún ese deseo de buscar el desarrollo y la prosperidad de su gente. Con el pasar inexorable del tiempo poco a poco iban llegando a su primera parada, como si aquello fuera un indicador, la Zarina despertó de su letargo lentamente y finalmente pronunció palabras hacia él – No tienes de qué preocuparte, tan solo de haberte perdido un hermoso tramo del camino, sin embargo y por suerte, lo que viene a continuación resulta ser aún mejor para el deleite de los ojos, en unos minutos tomaremos una embarcación modesta que nos llevará de manera más rápida hacia nuestro destino, el camino de tierra no es tan adecuado para los caballos – Sacha indicó con un movimiento de sus dedos que se encontraban fuera de la carroza debido a la posición de su brazo, que iniciaran finalmente el transporte de las pertenencias hacia el almacén de la embarcación, por supuesto no las pertenencias de uso diario y personal pues pasarían una noche y mañana viajando sobre el agua cristalina – No soy bueno con las sorpresas, pero sí callando los secretos importantes, tan solo puedo adelantarte que esta experiencia, espero, te llene de conocimiento, te libere y además te enseñe a ganarle con paciencia a la ansiedad y el tiempo, ya que últimamente este parece ser definitivamente tu enemigo por el simple hecho de no saber controlarlo – Sacha bien podía no manifestarse del todo referente a cierto temas, pero no por ello significaba que no estuviera al tanto o no se diera cuenta de las situaciones que pasaban cerca de su entorno, y por supuesto con la psiquis de su mujer – El momento llegará, lo que deseamos ambos, mientras tanto tan solo debemos seguir colocando nuestra voluntad para que ello ocurra – Y para suerte ambos no se trataba de ninguna actividad que requiera esfuerzo o resultara desagradable – Incluso podría mencionar que pongamos empeño en el barco, pero sería contradictorio respecto a mi discurso de la paciencia – Aquello resultaba ser una de las pocas bromas que lograba atinar.

El Zar se acomodó de manera correcta para disponerse a salir del carruaje – Por suerte tendremos un lugar más cómodo y adecuado para poder descansar en cuanto el cuerpo lo pida, dormir en una cama sigue siendo más cómodo, ¿no? – No dio tiempo a que la Zarina le responda, abrió la puerta para salir y la cerró tras de sí, una orden expresa del Zar había sido que no se encargaran de ayudar a la Zarina exactamente en estos asuntos, lo haría él, después de todo, desde el inicio la intención de Sacha resulta ser la de un viaje completamente íntimo, o lo máximo que pudiera ser. Le abrió la puerta a su espada y le extendió el brazo para que esta bajase del carruaje, los encargados del lugar se encontraban ya culminando con las labores restantes – Se nos ha separado lo que comúnmente llaman; “Alcoba del capitán”, el lugar de reposo más espacioso y lujoso de toda la embarcación en teoría, espero que dentro estés lo suficientemente cómoda – Con el puente ya extendido y despejado guío a Raisa hacia la embarcación con tranquilidad. El aroma por esta zona resultaba ser fresco y la pequeña brisa húmeda se podía percibir perfectamente, no se necesitaba ser más sensible a los estímulos como él por su condición, para notarlo. Aquello resultaba agradable por lo cual se desvió de lo planeado, como pocas veces, para colocarse a un extremo de la embarcación junto a la rubia muchacha para apreciar por un momento el agua y las montañas que empezaban ya a congelarse lentamente, como es usual en la gélida pero sin embargo cálida Rusia – Espero que me hicieras especial caso cuando te mencioné con ahínco que lleves al viaje ropa bastante gruesa y de preferencia de pieles – La isla que resultaba ser el destino final de este viaje tenía un clima completamente agreste sobre todo para las personas no acostumbradas al mismo. Tras escuchar que se le informaba que el transporte comenzaría su ruta el lupino llevó aún del brazo a la humana finalmente a la habitación que se había designado para ellos dos. El mero olfato le bastó para estar consciente de que tan solo cinco personas rondaban la embarcación, los dos guardias reales, ellos dos y por supuesto el timonel que sería finalmente el responsable de que todos llegaran a buen recaudo al destino ya trazado con anterioridad.
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Mensaje por Raisa V. Románova Dom Nov 15, 2015 3:40 pm

Con elegancia y sumo recato, la jovencita se volvió a estirar, sólo buscaba poder quitar esa sensación de estupor que había obtenido al dormir. No deseaba caminar encorvada, ni mostrar que la flojera del sueño estaba reinando su estado de ánimo. Se sentía bien, tranquila, y por eso también se daba cuenta que no podía perder la compostura. Raisa era la Zarina de Rusia y como tal siempre debía comportarse; ser una esposa modelo era una de sus tareas, misma que debía cumplir de manera perfecta.

Cuando bajó de aquel coche de viaje, la joven se sentía mejor. No habían pares de ojos que la miraran de forma inquisitiva. Nadie la estaba criticando por la ropa que llevaba puesta, tampoco porque sus cabellos se habían rebelado un poco, dado que su peinado se había arruinado por quedarse dormida. Recordó la sensación de ser una joven más, alguien libre de acciones, de pensar. Se sintió contenta, más aún al reconocer que él estaba haciendo el máximo esfuerzo por mantenerla contenta, hacerla feliz, y que pudieran compenetrarse más.

Observó el barco. Sin duda el mejor en su clase, se notaba cada pequeño detalle, lo cual la hizo sonreír. Aunque nunca había salido de su natal Rusia, lo cierto es que amaba esos medios de transporte, le recordaban la inteligencia del hombre, y su empeño por salir adelante, figurar, y tener una calidad de vida muchísimo mayor.

Se sostuvo del brazo de su zar, de esa manera avanzaba con más soltura. No tenía miedo de caer gracias a el corsé tan ajustado. En su ropa de viaje había pedido vestidos elegantes, pero que ninguno tuviera esas varillas, deseaba estar completamente cómoda, además, el viaje era para disfrutar, no para seguir pasando torturas, al menos no con la vestimenta.

Empaqué lo justo, también lo apropiado, tomé en cuenta sus palabras, no tendría porqué darle la contra — Sonrió de lado, lo volteó a ver. Lentamente soltó su brazo, no porque lo deseara lejos, más bien deseaba poder recorrer la estructura del barco con soltura. La curiosidad de su temprana edad se hacía presente. Suspiró antes de voltear a verlo de nueva cuenta — Usted se esmera por estas cosas, claro que es una sorpresa, una muy grata para mi, me siento afortunada — Se mordió el labio con suavidad. Clara muestra de nerviosismo, y también coquetería.

Se acercó de nuevo, colocó ambas manos sobre los hombros de su marido. Alisó algunas zonas de la prenda que llevaba puesta. Le gustaba también ser así de detallista con él. Que no perdiera ni un poco su ser impecable, quizás para que no lo juzgaran de más, una tontería porque nadie ahí los vería.

Es cierto, me he sentido muy presionada, quizás sea por eso que mi cuerpo no quiere ceder ante nuestros deseos, pero ¿Qué debo hacer? Sabe que mi mayor miedo es decepcionarlo — Días atrás Raisa había soñado que estaba embarazada, quizás sólo aquello era parte de sus anhelos, pero lo había sentido tan real que deseaba fuera cierto. Lo único que la tranquilizaba era la comprensión de su marido, también que el acto mismo para el fin, fuera placentero, y que ambos gozaran al volverse uno solo.
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Mensaje por Sacha Románov Dom Nov 15, 2015 6:08 pm



Fue a por ella una vez termino su pequeña expedición – Supongo que yo perdí la curiosidad por ciertos detalles, ¿es la primera vez que vas a viajar por un medio como este? – Uno de los guardias le indicó al Zar que todo estaba listo para que ambos ingresaran a su lugar de descanso, incluso el alimento se encontraba servido, temprano para dormir temprano también, el viaje pasaba más rápido cuando se dormía, y eso definitivamente Raisa lo conocía mejor que él dado que vino privada casi todo el viaje – Vamos dentro, que el clima afuera tan solo se pondrá más frío y es mejor estar resguardados del viento cuando eso ocurra – Tomó a la Raisa por la cintura y la hizo caminar a su lado hasta que ingresaron a la habitación, no resultaba enorme, pero tenía el espacio suficiente para ellos dos, la cama que no era matrimonial, mas resultaba suficiente para ellos dos siempre que estuvieran cerca el uno del otro, aquello no traería consigo ningún problema. Delante de la cama y a sus costados unos cuantos puntos de luz, y en medio la mesa que usualmente se utiliza para ver los mapas, tenía un mantel delgado y las plateas para los alimentos y el jugo, todo bien armado como si fuera una torre, si bien no había marea dentro de los ríos, a veces y en ciertas épocas del año podían ponerse caudalosos y eso sacudir un poco el interior de los navíos, por ende la protección respecto a que se caigan las cosas. Dejo a Raisa dentro y salió un par de minutos, tan solo se encargó de indicar que no fueran molestados hasta que llegaran a destino, después de todo tenían a su disposición todo dentro, incluidos los servicios aunque no lo más modernos pero lo suficientemente adecuados como para las horas que pasarían ahí dentro. Regresó y tomó asiento en una de las sillas de madera, invitó a la muchacha a la mesa para que degustara también - ¿Te gusta la habitación? Mandé a que la adecuaran lo mejor posible, hicieron un buen trabajo, pudo ser mejor, pero no deseaba gastar más dinero del necesario en esta travesía, que a fin de cuentas oficialmente es por placer y no deseo escuchar quejas respecto al presupuesto, sin embargo yo utilizaré este viaje no solo para que tengamos mayores y variadas vivencias juntas, quiero enseñarte un mundo diferente, más abierto, espero que la experiencia realmente te nutra – Desde tan joven aquello puede darte una perspectiva más grande de lo que ya tienes.

Empezó como es su costumbre con la carne directamente – También servirá para que te relajes y disfrutes de tu nueva vida, tu posición, y las vivencias que vienen con ella, es solo parte de estar vivo, si deseas verlo de alguna manera minimalista, seguimos siendo seres humanos comunes a pesar de ser un Zar y una Zarina, al menos siempre lo vi yo así, si dejamos que algo se nos suba demasiado entonces vamos a terminando perdiendo el norte. Tanto las obligaciones como los deseos, es por eso que insisto, tendrás a mis hijos y estoy seguro que pronto, prefiero que ambos nos concentremos en procrearlos y disfrutar de ello, que en lamentar que aún no lleguen – Aprovechó entonces para acariciar el hombro de su mujer con notable suavidad – Estoy seguro que se te ocurren mil maneras de lograr quedar embarazada, y que sabrás aprovechar cada oportunidad, y yo por supuesto no me voy a molestar por toda esa astucia que vas a demostrar para con el asunto – Le dedicó una mirada claramente cómplice tras sus palabras. Tomó la jarra de jugo con su mano izquierda y comenzó a beber mientras que su palma derecha ahora acariciaba la pierna de la rubia humana – Ahora cuéntame, tras todo lo que te acabo de comentar, ¿cuáles son las expectativas que tienes para este viaje? ¿Qué crees que encontrarás en el mismo? Deja volar tu imaginación, eres una mujer joven y no solo llena de energía, estás también llenas de ideas y de sentires, quiero escucharlos – La imaginación de una persona es sin duda una de sus armas más poderosas, y siempre resultaba entretenido intentar conocer la mente de una persona, y sus alcances, Raisa sin lugar a dudas podría imaginarse muchas cosas, la pregunta que se hacía Sacha decantaba en saber si adivinaría alguna de todas las actividades que realizarían en el viaje, claro sin contar la más obvia, esa no contaba pues resultaba demasiado fácil y probablemente en breves la llevarían a cabo. Por ahora debían alimentarse bien, siempre el estar en constante movimiento o en cambio de lugares, como en un viaje, trae consigo cierta cuota extra de desgaste y aunque a él no le afectara aquello, a ella sí, por eso debía tutelar bastante bien su salud y su estado físico, podía enfermar, pero eso no resultaba un problema tan grabe teniendo en cuenta hacía donde iban, cuna de antiguos chamanes y curanderos. Además de ancestros conocedores del mundo sobrenatural que alguna vez a él le enseñaron ciertas cosas que los libros no.
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Mensaje por Raisa V. Románova Vie Dic 18, 2015 12:18 am

En el transcurso a la pequeña habitación, Raisa acomodaba el abrigo de piel que adornaba su cuello, pecho y cintura. Estaba claro que era una joven delgada, por lo que el frío incrementaba en su cuerpo, y la hacía pasar malos ratos. Sacha se había encargado de averiguar ese detalle, por eso le había mandado  comprar las mejores pieles, cosa que no le disgustó a la joven, por el contrario, en ese momento lo agradecía a grandes escalas. Aunque Rusia era su tierra natal, lo cierto es que el clima la alteraba, pero sabía lidiar con eso, un detalle que nunca lo vio como un problema, por el contrario.

Siempre que su marido hablaba, la curiosidad en ella despertaba de forma extraña. Prestaba suma atención, incluso tomando en cuenta su facilidad para convertirse en alguien disperso, y es que no podía perder detalle alguno de ese hombre, porque muy probablemente al hacerlo, terminaría por no aprovechar información que le serviría en un futuro. Quizá por eso también el zar había ideado ese viaje. La muchacha se angustiaba por todo para no decepcionarlo, y realmente eran pocas cosas las que disfrutaba al máximo, todas lejos de su esposo.

No es que la joven no disfrutara su compañía o cercanía, por el contrario. Sin embargo le resultaba muy difícil aceptar que el miedo a no poder llegar a ser lo suficiente influía. Ser esposa es complicado, más encima ser esposa del zar de Rusia resultaba toda una gran batalla diaria, una que se debía llevar de la mejor manera, sin mirar atrás o a los lados, siempre hacía adelante.

Se sentó. Tomó una copa de jugo de uva que se encontraba frente a ella. Sonrió al darse cuenta que una de sus bebidas favoritas se encontraba en la mesa. Dado el pequeño viaje anterior, el sueño acumulado, y el estrés. La joven sintió demasiada hambre. No esperó demasiado para poder llevarse un pedazo de fruta y la bebida consecutivamente a los labios. Se sentía en confianza, así que la vergüenza se esfumó, así como un poco del recato.

Tomando en cuenta las comodidades, la lejanía del ojo publico, y de la idea de tomarnos un descanso para relajarnos, lo que espero es poder simplemente ser yo. — Frunció el ceño, pues no sabía si sus palabras eran las correctas, o estaba desvariando demasiado — Es decir, yo pueda carcajear sin problema alguno, que pudiera poder observar tras la ventana sin miedo a ser criticada. La idea de soñar y querer realizar cada uno de esos sueños. Eso espero de este viaje — El zar debía entender que se había casado con una mujer joven, y que encima de todo, su mujer era una romántica, soñadora y deseosa de ese afecto llamado amor.

Cerró los ojos unos instantes después de aquel suspiro largo y prolongado que había tenido unos momentos atrás. Una sonrisa apareció en su rostro. Se notaba hermosa, en confianza, y muy contentaba de haber sido parte de aquel viaje, pero sobretodo de los planes del zar. Estaba bendecida.

¿Debemos tener hijos pronto? — Cuestionó. No es que no los quisiera, los deseaba, pero Raisa temía de todo. No era tampoco insegura, pero se estaba convirtiendo por no querer ser la esposa decepción. — Lo cierto es que quisiera disfrutar un poco más mi soledad a su lado. Es decir, poder saberme solo de usted y entregarme sólo para usted — La coquetería en la joven apareció, pues las miradas y las expresiones corporales aparecieron. No duraron mucho, lo invitó a sentarse a su lado para poder seguir comiendo algo.
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Mensaje por Sacha Románov Mar Dic 22, 2015 11:10 pm



Definitivamente el lupino estaba realizando este viaje para el bienestar de la muchacha, pero aparentemente no había pensado del todo bien el mismo al escuchar esas palabras, ¿estaba realizando lo que considera más adecuado para ella por su propio deseo solamente? ¿Eso sería egoísta en ese caso? Probablemente sí, sin embargo mantendría los planes que había hecho desde el inicio dado que aparentemente estos no influían de manera negativa o contradictoria con los deseos que ella estaba expresando, si bien el tema de los hijos no tiene mucho que ver con el viaje sí, resultaba ser incluso más importante que el viaje en cuestión, se sorprendió un poco por la pregunta, aunque a la vez entendió perfectamente el motivo por el cual esta nacía, la mayoría de parejas se dejaba adrede un tiempo de disfrute o un tiempo muerto para disfrutar de la falta de responsabilidad en el ámbito de tener hijos y cuidarlos, no lo había pensado el lupino puesto que su principal interés al inicio de todo, antes siquiera de escoger a una persona para el matrimonio fue siempre ese, la búsqueda de un heredero que pudiera finalmente ocupar su lugar cuando su extendido tiempo en el mundo terminara. Definitivamente aquello le dejo pensativo, la muchacha estaba haciendo pedidos honestos y con razón suficiente, es cierto que para ella esto resultaba ser nuevo y que todo lo que mencionaba sobre no poder uno mismo afectaba con fuerza, el mismo Zar reconocía esa limitación puesto que un tiempo largo le afectó bastante todo aquello, al ser una figura pública no solo eres blanco de las alabanzas, de los beneficios y de la posición, sino también de las críticas, de los juzgamientos y de cualquier comentario que pudiera nacer a causa de tus actos públicos o de tus decisiones, entendía a la perfección la presión de la cual Raisa intentaba huir o deseaba huir. Aunque la respuesta honesta resultaba ser que ella no podría escapar de aquello jamás nunca estando en Rusia, y hasta el final de sus días tendría que estar pendiente de lo que se diga o no, si algunos se propasaban siempre existían los castigos, pero no podía abusarse de aquello, tenía que enseñarle a la muchacha a construir su propia coraza que no por ende tendría que volverla fría aunque fuera algo contradictorio pensar aquello, simplemente tenía que obtener aquella madurez que solo se consigue con la experiencia, para aprender a ignorar todo aquello que no sirve.

Todo aquello que no genera beneficio y que muy por el contrario tan solo trae consigo inseguridad, problemas y malos sentires. El Zar se acercó a su esposa y colocó la palma sobre su cabeza, acarició sus cabellos con suavidad aún en un pulcro silencio que parecía nunca tener fin, no estaba molesto, tampoco decepcionado, simplemente estaba pensando en que decir, como proceder, no podía decirle que no debían tener hijos prontos puesto que sí debían, pero a la vez no deseaba hacer su juventud miserable, era una contradicción que hasta el momento no se había previsto por su parte y quizás porque asumió que a ella no le molestaría, probablemente solo no había mencionado nada por compromiso, no estaba seguro, pero debía de contestar de una vez por todas o seguramente se tornaría incómodo para la muchacha – Este viaje también te servirá para relajarte, lo cierto es que jamás podremos escapar de las habladurías, siempre estaremos en el ojo de las personas y en sus bocas, después de todo se nos sigue por admiración, por envidia o por odio, no hay más razones por las cuales el resto de personas puedan seguir a un miembro de la realeza, incluso la misma raleza lo hace con sus pares superiores, es algo inevitable. Mi mejor consejo es que debes aprender a discernir entre lo que es realmente útil tener en mente y lo que simplemente no sirve para nada y por ende debe ser desechado al instante, ni siquiera permitir que aquello perturbe en algo tu mente, pues finalmente aquello es lo que estas personas con malas intenciones desean tras soltar o juzgar en silencio, pocas son las personas que realizaran en algún momento una crítica constructiva, pero si logras encontrarte con alguna que sí lo haga, entonces deberías quedarte ahí cerca, puesto que no necesariamente buscan hacerte sentir mal con lo que dicen, sino todo lo contrario, hacerte crecer como mujer, como persona, como Zarina, y en un tiempo, como madre también – Fue donde se separó de su lado para luego tomar asiento a un costado y observarle – No puedo decirte que alargaremos o pospondremos la maternidad, porque sería ir en contra de lo necesario, pero si te hace sentir mejor, prometo no volver a presionarte con el tema, ni sacarlo a colación, después de todo una realidad innegable es que esto solo llegará y que lo deseemos más o lo deseemos menos no afectará en nada – Concluyó pensando que había saldado bien su parte de opinión en estos dos temas, quizás la muchacha tendría más que decir y de ser así le escucharía como siempre hace puesto que no tenía problema alguno en hacerlo.
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Pausa para tomar confianza [Raisa] Empty Re: Pausa para tomar confianza [Raisa]

Mensaje por Raisa V. Románova Miér Ene 13, 2016 9:52 pm

La realidad es que jamás creyó que el Zar de Rusia fuera un hombre tan compresivo. Por lo regular, las personas que llegaban a tener altos puestos, y encima poder por encima de otros, resultaban sumamente arrogantes. No negaba que existían aires de esa característica en el hombre, pero tampoco que lo fuera del todo; existía humildad en su marido. Se sentía tan segura con él, libre de decir todo aquello que sentía, que pensaba y deseaba. Dejar caer tabúes y cadenas sociales, ser simplemente una pareja convencional que busca conocerse, quererse, preocuparse y ser feliz, le recordaba que seguía siendo humana, sólo con un cargo ostentoso, el cual podría llegar a lidiar con él. Estaba en su responsabilidad.

No es que Raisa se subestimara, pero tomando en cuenta su corta edad, las pocas vivencias que había tenido, y que siempre le hacían cualquier detalle, el pavor de estar bajo el ojo vigilante e inquisitivo del publico, la colocaba en un aprieto. Debía ser fuerte, lo era, y se sentía en ese instante invencible al tenerlo a su lado como apoyo, guía y complice. Sentirse afortunada era el detalle que vivía a cada instante, porque lo era, y también estaba segura que él se sentía de la misma manera: afortunado.

Lo observó al acomodarse a su lado. ¿Por qué siempre parecía tener control absoluto de cada uno de sus movimientos? Parecía que incluso el mínimo detalle al moverse lo tenía pensando y planeado antes de la ejecución. Raisa deseaba que él también se sintiera seguro, que la espontaneidad lo gobernara. Eso pediría en aquel viaje, necesitaba conocer a profundidad la naturaleza y los deseos de su marido.

Sólo le pido paciencia — Por fin interrumpió el silencio — Usted está acostumbrado a este estilo de vida, también a saber lidiar tanto con las criticas buenas como con las malas, sé que debo ser fuerte, lo soy y siempre lo seré, sólo necesito aprender a calmar ese miedo de no ser lo suficientemente digna — Sonrió, pero en esa ocasión no lo hizo de forma forzada, más bien con naturalidad. La joven tenía una hermosa sonrisa: dulce, inocente, radiante y seductora. Lo mejor de todo es que las más sinceras aparecían en presencia de él.

Risa dejó que su marido diera el primer bocado, pero enseguida dejó que la necesidad de alimento la invadiera. Llevó un trozo de pan con queso a los labios, masticó varias veces y tragó. Repitió la acción al menos unas diez veces. No iba a mentir, mucho menos a ocultar que se sentía muy hambrienta. Tomó un trozo de carne, papas, verduras, y también salsa. En esa ocasión no buscó la ensalada, necesitaba llenar de energía su cuerpo. No iba a desabrochar ni un instante de aquel viaje, necesitaba absorber todo, incluso aquello que llegara a ver de él. Lo cierto es que empezaba a querer a su marido. No existía duda de eso.

¿Puedo pedirle algo? — Cuestionó inocente. Estaba claro que él escucharía cada una de sus peticiones, aunque algunas probablemente diría que no, al menos hacía el esfuerzo por escucharla, y complacerla en lo que pudiera. — Cuando estemos a solas, sin importar el lugar, sólo hábleme con lo que es Sacha, sin ser el zar de Rusia, de esa forma yo sabré que hago bien y mal. — Suspiró. De verdad le importaba conocerlo, pero conocerlo de verdad, no simplemente saber lo que hacía la zarina de Rusia o hacía el zar.

Siguió comienzo por unos instantes. Bebió un poco de vino y después se aclaró con recato la garganta.

Si yo quedara embarazada, ¿usted lo sabría gracias a su condición? ¿Escucharía el corazón de mi bebé, de su hijo? — Preguntó emocionada. No deseaba que en algún futuro un doctor se lo dijera, sino él.
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Mensaje por Sacha Románov Sáb Ene 16, 2016 1:05 am



Sacha empezó a comer como el buen señor resultaba ser, siempre enfocado en la carne, muy pocas frutas, las frutas si las toleraba por otro lado, aunque esas siempre resultaban ser el postre. Mientras se alimentaba escuchaba a su mujer hablar, le permitió hacerlo con toda la soltura del mundo, después de todo expresar las ideas resulta ser lo fundamental. Entendió perfectamente su punto al expresar “la ventaja” que tenía sobre ella, sin embargo no es que ella naciera en una familia alejada de la realeza, así que estaba seguro que en algún momento su madre le había enseñado un poco de este mundo, sin embargo no le daría la contra del todo – Sí, pero tu familia siempre fue cercana a la realeza, ¿no? Estoy seguro que más de una vez tu madre te mencionó la posibilidad o te indicó con carisma que el Zar seguía soltero, estoy seguro que deben de haberte enseñado bien al menos con lo básico para prepararte para este tipo de vida, así que tranquila, solo sigue esos principios y verás que todo sale bien, no tienes reales motivos para estar tan preocupada, confía en mí, la gente siempre habla pero difícilmente expresa abiertamente – Esperaba que la muchacha entendiera lo que él deseaba transmitir. Cuando terminó su primer plato se sirvió mucha más carne y papas - ¿En algún momento has sentido que fui el Zar contigo y no Sacha? Porque de ser así entonces estás equivocada rotundamente, siempre fui Sacha contigo, lo soy y lo seré así que pierde el cuidado, no te dejes engañar, realmente te casaste con un tipo frío, poco sentimental y parco, soy un hombre aburrido con gustos peculiares y no tan atractivos para la mayoría, pero ten por seguro algo, intentaré adecuarme a las necesidades que tu juventud requieren, y no me estoy refiriendo al sexo solamente, sino a todas las demás. No obstante entiendo a dónde quieres llegar, y sí, trataré de ser lo más abierto posible aunque me cueste, pero no esperes que de pronto cambie al despertar mañana y bajar del barco – Tomó del vino por primera vez en toda la cena puesto que estaba sediento tanto de hablar como por la misma comida, por más sabrosa que fuera la carne, siempre le ganaba el deseo por consumir algo que tomar, era una realidad inevitable en él siempre a la hora de comer, consumir bastante líquido y no solo carne.

Estuvo así comiendo en tranquilidad y en silencio hasta que la muchacha preguntó aquello tan extraño pero a la vez tan cierto, dejó los cubiertos y le observó en silencio unos segundos – Podré escuchar el latido de su corazón en cuanto este se desarrolle, sin duda lo podré hacer, no te preocupes por eso. Lo que me sorprende es eso mismo, podré escucharlo, con más antelación que cualquiera, y será extraño, probablemente entré en pánico o no sepa que hacer, estoy ahora mismo dudoso, pero no te sientas culpable, esto es algo que yo tengo que resolver, sin embargo ten por seguro que serás la primera en enterarte después de mi de que finalmente nació nuestro primogénito, por supuesto – Acercó sus labios a los ajenos y los besó con lentitud, afirmó la silla para atraerle y rodearle con los brazos – La idea me emocionó también un poco, pero no me voy a salir de mis cabales, así que pierde cuidado – Acarició las piernas de la muchacha y luego el estómago – Será extraño verlo abultado, tu figura es perfecta y siempre tan liviana, aunque teniendo en cuenta tu juventud y tu estado físico además el de salud, estoy seguro de que tu cuerpo recuperará su forma pronto, no te preocupes por eso también – Él no lo hacía en realidad, su matrimonio sería hasta que la muerte los separe, y no pretendía ser ese tipo de hombres que cuando la mujer envejece y se pone gorda se va fuera de la cama matrimonial a buscar el placer en cuerpos esbeltos y perfectos, él sería fiel a Raisa hasta que uno de los dos muera, en ese caso prefería que fuera él porque estaba seguro que un Zar joven con madre definitivamente sería mejor encaminado que un Zar joven sin madre durante los años importantes de su vida. Le soltó para terminar el plato que le quedaba, una vez lo hizo se levantó con tranquilidad, se estiró levemente y caminó un poco por el camarote del capitán – Que bueno que en los ríos no hay manera, o quizás alguno de los dos en este preciso momento estaría botando su comida – Podía sonar asqueroso pero en definitiva era una realidad. Ahora solo podían descansar un poco, seguir hablando y luego dormir, después de todo aquí dentro no había mucho más por hacer, claro, excepto el amor – Vamos a prepararnos para dormir – Indicó mientras le rodeaba y besaba su mejilla. Debía al menos ella vestir ropas gruesas para que el frio no le hiciera daño.
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Mensaje por Raisa V. Románova Vie Feb 12, 2016 5:19 pm

La comida siempre resultaba deliciosa. Eso lo agradecía con creces. Aunque Raisa fuera una joven esbelta, la realidad es que comía en demasía. Ella disfrutaba de los placeres que pudiera darse en el paladar. Sus padres en ningún momento la limitaron, por el contrario. Desde su nacimiento había sido muy delgada, y por esa razón la invitaban a que en ocasiones se sobrepasara. La necesitaban nutrida, energética y llena de vida. No es que comiera en la misma proporción que el zar, pero al menos se notaba que comía muchísimo más que cualquier mujer promedio, y no le avergonzaba, por el contrario.

Por eso mientras hablaban, la chica no dudaba en interior alimento alguno. Asentía a todo lo que su marido le decía, lo hacía concertada, sonriendo y disfrutando de su alimento. Él tenía razón, la habían educado para que aspirara a ser zarina, se lo habían dicho en una infinidad de ocasiones, incluso en algún punto repudió la idea por la insistencia de sus padres, y aunque el nervio la estuviera intentando vencer, sabía de sobra que tenía los principios suficientes para poder hacer ese papel, e incluso los que vinieran más pesados, como el ser una buena madre.

Ambos terminaron de comer, y cuando ella lo hizo tocó una pequeña campanilla para que fueran a recoger el servicio. Raisa tenía manías extrañas, por ejemplo, si en la habitación se sentía el olor a comida, ella simplemente no podía descansar, porque los olores la alteraban, la hacían sentir incomoda y ciertamente sucia. En los peores casos le abrían de nueva cuenta el hambre, y mejor se evitaba todos esos detalles pidiendo le recogieran los sobrantes de una vez.

Nadie nace sabiendo que es llegar a ser padre, así que supongo los dos tendremos reacciones distintas, un poco sorpresivas, también inesperadas, pero nos apoyaremos para poder procesar la noticia cuando llegue el momento — Sonrió ante el beso de su marido, pero se separó de él al instante para abrir el cuarto de baño que habían puesto en aquel cuarto; en aquel barco. Se sentía bendecida, porque materialmente no les faltaba nada, pero en temas de amor, apenas estaban iniciando la materia. ¿Lograrían alcanzarla?

Se cepilló un momento el cabello rubio. Se enjuagó el rostro, y sorbió un poco de alcohol para poder dejar limpios los dientes. Después, cuando las personas del servicio habían terminado por fin de recoger, y los volvieron a dejar solos, Raisa abrió los grandes roperos de madera, su ropa de dormir ya se encontraba instalada en el lugar, así que solo hizo lo necesario para cambiarse de ropa y ponerse más cómoda. La vergüenza de la desnudes ya había disminuido. Ambos se conocían los rincones menos imaginables. No debía apenarse en ese momento.

Mientras el Zar hacía sus respectivas actividades personales antes de ir a la cama, ella removía las sabanas, las almohadas y se adentraba para cubrirse el frío, por extraño que pareciera, su temperatura había disminuido.

Raisa observó volver a entrar a la habitación a su marido. Estiró la mano para poder alcanzar la ajena, no llevaba camisa, como la mayor parte del tiempo. Lo invitó a la cama, y se acurrucó a su lado. Tenía una gran ventaja estar casada con un licántropo, más en ese país tan frío, y siendo ella tan friolenta. Se acomodó sobre su pecho mientras le acariciaba la piel expuesta del hombre.

Explíqueme, ¿Por qué tardó tanto en casarse? ¿No se supone usted lo ambicionan desde muy jóvenes? ¿no se supone siempre desean tener hijos con rapidez? ¿Me contaría cosas de su condición animal? — Ahí estaba parte de esa Raisa curiosa, de esa joven que adoraba saber, y más si se trataba de él.
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Mensaje por Sacha Románov Miér Feb 24, 2016 6:19 am



Ahí estaba la mujer del Kremlim aunque no estuvieran en este, dando las ordenes respecto a los detalles domésticos, aquello le agrada en realidad, que estuviera siempre atenta a detalles que él no prestaba en atención, no por desgano o por considerar que no fueran relevantes, sino porque su mente siempre paraba fija en otras realidades, definitivamente Raisa podía completarlo de la manera adecuada, lo que significaba entonces que al menos como conjunto estaban funcionando de la manera adecuada también fuera de la cama. Su difunto padre le dijo que no importaba tener posturas diferentes a tu mujer siempre y cuando en la cama compartan las mismas, y aunque quizás durante el momento aquello fuera verdad, después del mismo en definitiva para él si necesitaba al menos encajar con esta mujer y por el momento todo estaba yendo de las mil maravillas, a pesar de la diferencia de edades que no se notaba demasiado por su condición, y todos esos detalles ya anteriormente mencionados, si se le preguntaba a él sobre su estado de ánimo, respondería que se encontraba feliz, satisfecho, porque la rubia muchacha le otorgaba seguridad y tranquilidad en varios aspectos, nombrarlos todos sería un desperdicio de tiempo, bastaba con simplemente mencionar que era parte de ese grupo de hombres, reducido, que podía afirmar estar felizmente casado sin ningún problema y sin morderse la lengua o tener que mentir por lo bajo para después ir y buscar a otra mujer una vez la suya esté durmiendo o despistada. Aquello lo pensó todo mientras se preparaba para dormir, este clima para él no resultaba ser ningún tipo de inconveniente, por el contrario, resultaba como una pequeña prueba para su propia naturaleza, antes había escalado desnudo montañas llenas de hielo congelado y también escarchado, lo único que protegía la anatomía del hombre resultaba ser unos pantalones largos de lana, que él no había escogido por cierto, los había escogido ella, ciertamente desde que llegó a su vida se encargaba de esos detalles, y le dejaba por la sencilla razón de que la muchacha tenía un mejor gusto para este tipo de asuntos que él, sobre todo para vestir fuera de la intimidad, negar aquello sería una mentira asquerosa. Una vez volvió al camarote se acercó a ella, tomó su palma e ingresó a la cama, le daba realmente igual encontrarse tapado o destapado, pero por ella simplemente tapó su cuerpo.


No estaba mal esta propuesta, que su esposa preguntara sobre estos detalles, realmente tenía problemas nulos con hablar de su pasado, no había realizado nada de qué avergonzarse, tampoco caer en la maldición o la bendición de la luna, no escondía secretos que no pudiera compartirle a ella, en definitiva estaba en peligro de aburrirse por la vida tan parca que el lupino había tenido, sin embargo respondería con tranquilidad – Tardé tanto en casarme porque justamente no deseaba hacerle a una mujer lo que te hice a ti, obligarte a mantener relaciones con un hombre desconocido que solo debe estar entre tus piernas por ser el Zar. Sigo pensando que es un hecho injusto, pero necesario, esa es la principal razón, la segunda razón es más propia, es que jamás pensé en el matrimonio como una institución necesaria para que el amor florezca, así que esperé algo que probablemente por mi culpa todo este tiempo no llegó. Sin embargo, puedo afirmar sin problema alguno que puedo entregar mi vida a ti sin arrepentir de hacerlo, si no te amo, porque no sé lo que significa amar quizás, estoy seguro que de igual manera debo amarte, aunque no sepa explicarlo, has llegado rápido y deseo que te quedes conmigo, no solo por la posibilidad y la necesidad, sino porque es lo que deseo – Y estaba siendo totalmente honesto. El brazo masculino rodeó la anatomía de su esposa, descansando las yemas y las falanges por completo en el trasero de la misma, no dio un apretón insinuante ni nada por el estilo, simplemente lo tomó como claro signo de dominación o de posesión, algo común entre su hombría y su instinto de licántropo – Como mis padres fallecieron pronto no tuve quien realmente tuviera la capacidad para obligarme a casarme y a tener hijos, hoy por hoy lo decidí por lo que ya sabes, y respecto a mi condición animal, además de las ventajas físicas de las cuales ya fuiste testigo – Besó la frente de la menor – Hay mucho que contar, por ejemplo, que aunque estés con ropa soy capaz de visualizar en mi memoria cada rincón desnudo de tu anatomía gracias a mi memoria perfecta, ya sabrás que soy capaz de calentar tu cuerpo frío con el mío que siempre está cálido como el sol, lucho constantemente para ser capaz de controlar mis transformaciones, los sacerdotes que veremos en la isla son los que me ayudaron y a la vez guiaron con mi condición por aquel entonces, sé que me conocen sus hijos, no por ser el Zar, sino por ser el hombre blanco maldito que esta fuera de la isla y busca consejo. Justamente te traje para que les conozcas apenas, porque son reservados, pero quizás los ancianos puedan contarte un poco de mis épocas más juveniles y espero se salten las aventuras de un insensato mocoso, seguramente no te gustara oír sobre ello y a mí tampoco – Recostó finalmente la cabellera rubia sobre su pecho poblado - ¿Tienes más preguntas o te dieron ganas de dormir? Fuera de mi transformación mi vida siempre fue aburrida, clases, discursos, reglas, ya lo sabes, o lo puedes imaginar – No tenía mucho más que decir porque ciertamente no había más, un hombre dedicado al a política, al arte de la guerra, y a unas cuantas ciencias por gusto personal, solamente eso para resaltar extra. Sin embargo, si la otra era más específica, podría continuar.
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Mensaje por Raisa V. Románova Sáb Mar 12, 2016 6:33 pm

Raisa se dio cuenta que su vida no era tan distinta a la del zar, o al menos la vida antes del matrimonio; de conocerse. Resultaba que ella también tomaba muchas clases, algunas por mandato, otras por gusto propio, y es que cuando eres una chica de sociedad, debes mantener el tiempo siempre ocupado, tacharte de ociosa era lo peor que podía existir, porque entonces los pretendientes cambiaban de calidad, de posición económica, y de inteligencia, algo que ella buscó tener bien al cien por ciento, aunque nunca imaginó que llegara alguien de tal calibre.

Poco tiempo era el que llevaban de conocidos, sin embargo confiaba en él, le creía cada una de sus palabras. Sacha no tenía porque mentirle, por el contrario, si le había confesado sobre su condición de hombre lobo, resultaba ilógico que le omitiera algo más, no tenía sentido, así que no dudaba ni un poco de la palabra del hombre, lo cual era bueno, porque sentir confianza hacía la persona con la que pasarás el resto de tu vida, era una de las bendiciones más grandes que podía existir, aunque la fortuna pocos llegaran a tenerla, para la desgracia de las personas.

La chica se dio cuenta de la comodidad absoluta que sentía con él. Su cuerpo se había amoldado sin miramientos a la figura masculina. Aunque seguía dándole un poco de vergüenza que la viera desnuda, el tacto masculino no le resultaba incomodo, por el contrario, la hacía sentir más hermosa, ¿Qué mujer no desea que su hombre destile deseo por ella? Todas lo desean, y quien diga lo contrario resultaba una mentirosa mojigata, y claro que ella no lo era.

Se imaginó como podrían ser los sacerdotes. Inevitablemente sonrió ante las palabras de su señor esposo. ¿Cómo habría sido el zar en su época de joven? Cuando la juventud está contigo, las locuras aparecen, más cuando se tiene el respaldo de alguien poderoso, el dinero, la fuerza. Parece que el mundo fuera más pequeño de lo normal, porque nada te detiene, a menos que sea la muerte misma. Lo cual cuando se tiene las ventajas de la inmortalidad, no resulta demasiado importante.

Se acurrucó a lado de su marido, cerró los ojos y estiró su mano acariciando el pecho ajeno. Le encantaba como su cuerpo se ajustaba a la temperatura de su pareja. La joven sentía que Dios le había arrancado de la costilla de él, porque ambos embonaban a la perfección, parecía habían nacido para ser el uno con el otro. A cada segundo que pasaba se convencía más y más. ¡Estaba bendecida sin duda alguna!

Quisiera llegar ya, seguramente ellos me sacaran de muchas dudas, y también podrán aliviar temores. — La joven no deseaba confesarlo, pero le daba miedo no poder tener hijos, y en caso de tenerlos, le daba miedo la condición de él. ¿Qué pasaba si el embarazo se complicada por el gen dominante del hombre lobo? Hizo una mueca, pero no mostró miedo, ni duda, sólo curiosidad absoluta — Si tengo sueño, pero podemos platicar un rato más, quizás usted podría contarme alguna historia de su pasado — Ella escucharía expectante.
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Mensaje por Sacha Románov Sáb Mar 19, 2016 7:44 pm



Definitivamente la juventud es la época de las energías, del ímpetu. Los jóvenes son el futuro, siempre esa frase resonó en todo el mundo, sin embargo el Zar no estaba del todo de acuerdo con ella, los jóvenes bien encarrillados son el presente y el futuro, pues los que desvían sus caminos simplemente resultan trae miseria, negatividad y factores perjudiciales, es por ello que considera la educación sin duda un factor importante, el inculcar de las buenas costumbres y la buena fe, enseñar con el ejemplo y ser respetuosos de los ideales que los menores pudieran tener, no está seguro de porque en silencio piensa sobre estos temas, probablemente por el hijo a nacer, probablemente por su joven esposa, pero no podía asegurarlo, solo sus ideas respecto al tema mismo. En tranquilidad, reposando sobre la cama, la regresión comenzó, ciertamente su memoria no fue prodigiosa o perfecta por así decirlo, desde su nacimiento, pues estos dones los adquirió tras su transformación, tras ser atacado por aquella criatura con la que desde entonces guarda tanta afinidad por este don o por esta maldición. Mientras su mente flotaba entre los recuerdos simplemente su cuerpo se acomodaba en la tranquilidad, atrayendo con suavidad la anatomía de la rubia que le había formulado aquella petición de índole tan personal, que entre esposos en realidad no dejaba cabida a lo improcedente y por ello se disponía tras haber pensado un tanto, en soltar finalmente una historia que creía adecuada, por su relevancia, por su relación con el viaje y sobre todo, por la enseñanza que finalmente dejaría o que al menos esperaba que dejara – Contaré una de las tantas anécdotas que me ocurrieron cuando estuve por primera vez en la isla, ocurrieron demasiados acontecimientos importantes, pero creo que este fue el más relevante – Comentó mientras observaba a su esposa, parecía ser surrealista que le fuera a contar una historia para dormir, directamente no lo estaba haciendo, sin embargo al final estaba seguro de que ella se introduciría en el mundo de Morfeo prontamente, cuanto llegara a escuchar del relato, pues eso ya dependía exclusivamente de la resistencia y de la biología ajena – Usualmente la gente de alta clase o de cuna de oro, no está acostumbrada a luchar por lo que desea, cuando llegué por primera vez al lugar que estamos por visitar, esperé llegar y encontrar una solución inmediata – De aquello no tenía dudas

Pues realmente estaba desesperando por volver a ser, lo que en aquel entonces, consideraba como “normal” Grave error – Sin embargo, encontré soledad, pobreza, necesidad, y me frustré, realmente sentí enojo hacia personas desconocidas, porque consideré en algún punto que me debían algo, y no fue hasta que hable con el hombre más adulto de la aldea, o debería decir, de la manada, y entonces entendí que por naturaleza el hombre no le sirve al hombre, no por obligación al menos, pero sí por caridad o deseo personal, aprendí las lecciones orales de un hombre de ciento cincuenta años que no sabe escribir en ruso, pero sí hablarlo perfectamente debido a sus capacidades cognitivas, espero que ese hombre siga vivo, por cierto, pero eso no es parte del relato – Hizo una breve pausa para observarla, probablemente esa mente ya estaba viajando lejos o quizás estaba estancada junto a su cuento real – Me enseñó que uno no puede ayudar a nadie sino se ayuda a sí mismo primero, y que nadie puede ayudarte si no te ayudas a ti mismo primero, también. En conclusión, aquel dicho de que el diablo sabe más por viejo que por diablo es ciertamente verdad, aunque claro dude de la existencia de aquel ser demoniaco – No podía evitar siempre soltar algo de su opinión respecto a estos temas aunque no tuviera realmente nada que ver con el tema en conversación – No puedo afirmar que abrí los ojos, pero sí puedo afirmar que fui completado, que de alguna manera que me dijeran: “Sube por ese monte congelado tú solo, busca la comida, busca el refugio y deja una señal de que ahí estuviste” Fue sin duda alguna el punto quiebre donde aprendí realmente a valerme por mi mismo, no obligado físicamente por nadie, pero sí obligado por una creencia que nació, y es que no puedo confiar en nada más que en mis propias manos para avanzar. Yo deje mi huella, talle una roca en lo más alto de la montaña, pero también entendí el tema de fondo gracias a la enseñanza oral y la experiencia física, que uno debe valerse por sí mismo antes de acudir a los demás, hacer al menos el intento, con cualquier tema, incluso con temas sobrenaturales que creías no podían realmente existir – La historia podía terminar perfectamente con él luego siendo nombrado miembro honorario de aquella manada de hombres para nada salvajes, sin embargo prefería eso que la misma Raisa lo supiera de boca de aquellos mismos que pronto verían.
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Mensaje por Raisa V. Románova Lun Abr 18, 2016 7:00 pm

La jovencita se acomodó sobre el pecho de su esposo. Se imaginaba más de un escenario en su mente, y todo gracias a lo expectante, emocionada y curiosa que se encontraba por el pasado de su marido. Seguramente tendría más de mil historias que contar, tal vez incluso más de las que ella pudiera llegar a vivir. Ser la esposa de un zar tenía muchas responsabilidades de por medio, por ejemplo, acompañarlo en lo que fuera necesario, esperarlo en casa, darle hijos y cuidarlos, no tendría tiempo para la aventura.

Hablaba de un lugar lejano, Raisa imaginaba elegancia total, al menos en un principio, pero conforme pasaban los minutos y él hablaba, el escenario se tornaba de otra manera, y no estaba mal, ella debía reconocer que su burbuja de mi vida no la habían llevado a algo más, que en un principio creía que la igualdad existía, y la pobreza, tanto como las necesidades, no faltarían, pero era evidente que estaba equivocada, y que muchas cosas se las habían escondido para que su sensible corazón no padeciera.

Cerró los ojos unos instantes, no por sentirse aburrida, mucho menos por sentirse soñolienta, al contrario, las palabras y su imaginación jugaron un papel importante, por eso se estaba recreando todo aquello que él le decía. Se notaba feliz, porque de vez en cuando sonreía, menos cuando supo todas las carencias y esfuerzos que tuvo que pasar y padecer, además de la cantidad de dolores y sufrimientos que seguramente pasó; eso nunca se lo desearía a nadie, por más malo que fuera.

Se esforzó también por imaginarse a su marido de pequeño, ¿cómo habría sido el zar? Sin duda ya había pasado mucho tiempo, pero la mezcla de sus rasgos y los suyos podrían hacerla imaginar como llegaría a ser sus hijos, eso claro en caso de poder llegar a tener, el no llegar a embarazarse a esas alturas la estaban haciendo dudar, por eso temía tanto, quizás él terminaría por desecharla, eso dado a que no era una mujer completa, como les decían a las mujeres que no podían procrear.

Abrió los ojos de nuevo cuando el zar guardó silencio, observó los rasgos del hombre y se dio cuenta que se sentía a gusto recordando el pasado, pero también había una semilla de orgullo. Aquel hombre sabio que él le relataba le recordaba a su abuelo, siempre tenía respuestas para todo, incluso para endulzar la forma en que el mal se manifestaba en su día a día, o en el de las otras personas, su abuelo era muy generoso, quizás por eso siempre estuvieron protegidos.

¿Iremos a tomar esa prueba de vida juntos? — Preguntó nerviosa. A diferencia del zar, Raisa había vivido en una burbuja en la cual, ni siquiera ella misma había hecho el esfuerzo de colocarse sola su vestido, y no por falta de capacidad, más bien por que su familia tenía una estricta forma de educar a las mujeres, siempre listas para ser las más perfectas; el mejor trofeo, se sintió avergonzada de su inutilidad — Haré mi mayor esfuerzo, aun tenga que morir en el intento — Y es que su imaginación a veces jugaba en contra, ahora se imaginaba teniendo que llegar a esa gran montaña sin agua, sin comida, y muerta de frío.
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Mensaje por Sacha Románov Sáb Abr 30, 2016 10:24 pm



En lo absoluto el licántropo se atrevería siquiera a mencionar que su esposa tendría que pasar por aquella prueba, una que ningún humano de aquella tribu podía realizar hasta no haber pasado por aquel proceso de transición, justamente, toda una cultura de licántropos, varias manadas organizadas que se esconden del exterior que no les comprende, un sistema de civilización que deja en ridículo a cualquiera que acuse a los de su especie de ser irracionales e incapaces de llegar a un común acuerdo sin destrozarse entre sí, sobre todo por las tomas de poder, porque es cierto que existe un alfa en aquel lugar, un puesto riguroso, importante y sin duda uno que se necesita cuidar con fuerza, pero que irónicamente no se escoge como cualquiera podría imaginar, sino por el contrario, en una democracia que podría ser considerada como aquella figura política a la que él aspira para Rusia, una república, aunque claro, este un sueño a largo plazo pues difícilmente podría darse – Tendría que aplicarme la pena capital si te enviaré a escalar la montaña, y de tu parte sería un suicidio siquiera intentar llegar a los primeros treinta metros, ningún humano es capaz de hacerlo, no deseo que pases por esa prueba, porque además de ser imposible de que tengas éxito, y por capacidades físicas me refiero, ya que sé que la voluntad necesaria la tendrías, lo que deseo en realidad es que conozcas a estas gente, su cultura, su modo de ver la vida, o debería decir, el mundo, y también que aprendas un poco más de los licántropos, ya que sé que es algo que deseas mucho, se me hace mucho más sencillo que veas y escuches de otros respecto a lo que soy, que de mí mismo, incluso podría decir que quitaría cualquier rastro de incomodidad en el tener que expresar lo que significa llevar la maldición de la luna – Cierto es que no disfruta de abordar demasiado el tema, por la sencilla razón de que le supera, no es una realidad que pueda controlar, y para un hombre como él sin duda aquello resulta ser perturbador, no por ego o similares, para nada, simplemente porque es feliz llevando las causes del río que resulta ser su vida y la licantropía más de una vez le hizo perder aquella facultad, facultad con la que diariamente lucha por volver a retener entre sus brazos.

Lo cierto es que Raisa tendría también una de las pruebas más honestas de parte suya, pues tenía ya planeada una ceremonia, una segunda boda si podría decirse así, aunque esta se realizaría bajo los ojos de ningún ser superior, simplemente sería aceptada por los libres asistentes y por los sentimientos que existan entre los dos – A menudo me has preguntado mucho sobre lo que pienso, sobre lo que quiero o sobre lo que me parece correcto, te aseguro que cuando lleguemos y te empieces a empapar de este folclore lleno de enseñanzas, vas a poder identificar varios aspectos de mi ideología, no es que no tenga identidad propia por esto, simplemente es que adopté los aspectos que para mí resultaban ser más beneficiosos para todos y para mí mismo. Solo te aviso con antelación un detalle, esto será muy diferente a lo que estás acostumbrada, verás una realidad muy diferente, no tendremos una habitación amplia, espero que no hallan asignado la cabaña que se me regaló hace unos años, estoy seguro que no, allí respetan mucho más la propiedad que los reinos a los que estamos acostumbrados, pero tendremos algo que difícilmente se puede observar en nuestro mundo o realidad, honestidad, transparencia, cualidades que definitivamente a la realeza y al grueso de alta clase sin duda adolecen de carencia – Podrían seguir hablando muchas horas más, pero lo cierto es que Raisa debe descansar propiamente para estar siempre al pie durante este viaje que aún no está ni cerca de terminar – Espero no haberte llenado de ansiedad, debes descansar, las dudas las puedes resolver en tus sueños quizás, o esperar a la mañana para intentar sacarme mayor información, pero ya no quiero dar mucha más, estoy seguro que disfrutarás mucho más de esta experiencia por tu propia cuenta a comparación de lo que salga de mi lengua – Segundos pasados de aquel comentario simplemente la luz se apagó por acción del lupino, y notando que la zarina lo disfrutaba, simplemente le acurrucó con mucho más ahínco aún – Buenas noches – Susurró el licántropo antes de besar los cabellos rubios de su mujer. Como siempre a él le tomaría mucho más tiempo dormir, sin embargo no podría afirmar que lo desperdiciaría, aprovecharía el mismo para dar una mejor planificación a esos detalles sueltos, no podía simplemente presentarse de buenas a primeras exigiendo que una humana extranjera sea parte de la tribu, sería un proceso necesario de tiempo, del cual por el momento disponen. Saliendo todo como fue planeado, al amanecer llegarían a las cercanías de su destino final.
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Mensaje por Raisa V. Románova Miér Mayo 18, 2016 3:15 pm

Guardó silencio de nueva cuenta. No dijo demasiado, seguramente abrumaría a su marido con cada una de las cosas que llegaba a cuestionarle y mencionarle, pero ella no podía controlar su curiosidad, prefería mil veces hacer todo aquel circo, a quedarse con las dudas, y también a mostrarse indiferente. Así era Raisa, para no errar en un futuro, prefería quitarse dudas que no eran para nada ofensivas. A él no parecía molestarle.

Se acurrucó a su lado. Agradecía siempre que su marido disfrutara de aquel acercamiento que ambos tenían. Los dos parecían contentos con el físico ajeno, y no simplemente por el deseo que en ambos despertaba, sino en la armonía que ambos presentaban al momento de abrazarse, darse un beso, una caricia, y más aún a la hora de dormir. Tanta armonía parecía inventada, pero todo era hecho a la medida, lo cual la hacía hacer muy feliz.

No podía negar que todo en su vida había cambiado, pero le agradaba. Ahora que conocía un mundo totalmente distinto al que le habían enseñado a vivir desde que nació, la idea de simplemente ser la esposa del zar le parecía aburrida. La idea de la licantropía en su marido, de una comunidad en una montaña, y de muchas cosas distintas más le dibujaban una gran sonrisa en el rostro. Ser parte de la realidad del mundo era mucho mejor, siempre lo sería, y más si ayudaría a las causas de forma honesta.

Cerró los ojos, acarició el abdomen desnudo de su esposo antes de empezar a convencerse verdaderamente que debía dormir. Tanta información y expectativa quizás tardarían el proceso, pero su cuerpo también se encontraba cansado, el viaje no ayudaba, y el no poder estar estirando las piernas como era debido la ponían en una posición no tan buena. De igual forma prefería no quejarse y disfrutar cada una de las experiencias. ¿Qué pensaría su marido de la forma en que afrontaba la realidad?

Siempre fue una mujer de cuna. Nunca padeció, y aunque ayudaba a las causas perdidas, nunca se podría comparar con el hecho de vivirlo, porque aquello ya era distinto. Raisa estaba contenta por las nuevas oportunidades, pero también era cierto que tenía mucho miedo, porque otras realidades eran inseguras para sus habilidades, sin embargo no se sentía incompetente, el ánimo, la convicción y las ganas las poseía.

Raisa terminó por quedarse profundamente dormida. No había mucho más que hacer, y no es que no deseara hacer el amor con su pareja, pero su cuerpo no resistiría al acto de su esposo, pues su fuerza y necesidad era mayor al de cualquiera. Cosa que por supuesto, no le desagradaba.

Los sueños de Raisa mantenían paz y tranquilidad, sin embargo esa noche tuvo su miedo reflejado, en su físico al estar muy inquieta en la cama, mucho movimiento, algunas palabras articuladas.

Ojalá la zarina pueda dormir lo suficiente para afrontar las próximas pruebas; la próxima realidad.
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Mensaje por Sacha Románov Lun Mayo 30, 2016 12:35 am



Probablemente pasar la noche en un transporte marítimo no resulta ser lo más agradable para la mayoría de seres, sin embargo para el lupino resultaba ser casi lo mismo que reposar en tierra firme, por lo que pudo dormir con total tranquilidad esa noche, quizás un poco incómodo por la variación de la cama puesto que ya se había acostumbrado a la matrimonial que se quedó en el Kremlim, pero no afectó en mucho su letargo, aquel que duró siete horas que él no contó. Su cuerpo simplemente le comandó levantar temprano, por pura costumbre más que por necesidad de hacerlo justo durante esta etapa del viaje, el frío fuera probablemente sería apabullante, probablemente aquí abajo Raisa ya podría sentirlo así que no tendría que advertirle respecto de ello para cuando subiera a cubierta. Sin hacer ruido alguno retiró el brazo de su mujer para poder levantar de la cama, se aseguró de acomodarla y arroparla para que no pasara frío el tiempo restante de su cita con Morfeo, no es que la Zarina fuera perezosa y durmiera demás, simplemente él resulta ser el que no cumple con aquellas ocho horas recomendadas por más de un especialista de la salud, claro, esto para la gente de clase alta, que a los hombres que sirven a estos con cuatro les dan para adelante, un pequeño retazo de la injusticia social del mundo moderno. El lupino como rutina procedió con el aseo personal, algo muy superficial dado que no se encontraban en posibilidad de un baño propiamente ducho para la actividad, rápido como siempre, le tomó probablemente solo diez minutos estar vestido, innecesariamente con un traje de piel, muy al estilo vikingo podrían decir, los ropajes de la Zarina de la misma índole estaban esperando por ella también, la selección de la ropa sin duda había resultado ser un punto fundamental en el viaje y con notable justificación. Su actuar siguiente sería el subir para identificar que tan cerca se encontraban de la zona estipulada, además de dar la orden para que se prepare un desayuno sustancioso, en el cual haría hincapié para que Raisa devorara del todo, realmente va a necesitar toda la energía posible y estar en el mejor estado de ánimo y físico para no pasar un mal rato en la pequeña y gélida aldea donde estarían reposando por unos largos días, compartiendo con otra cultura y quizás experimentando una sorpresa.

Una sorpresa bien guardada, una que estaba seguro le gustaría a ella, pero no resultaba ser algo pactado aún, llegando ahí debía solicitarlo y ver si resultaba aceptado, es lo curioso de la jerarquía en un poblado que no respeta la autoridad del Zar, o mejor expuesto, no significa nada porque así debe de ser, solo importarles lo que para ellos es beneficioso y en lo que creen. El Zar fue saludado por los trabajadores del navío, cordialmente este devolvió los saludos a cada uno, gesto que les sorprendió, era usual, gente fuera de su entorno siempre se sorprendía cuando él simplemente no los ignoraba como suelen hacer la mayoría de nobles en todas las partes del mundo, no es que quisiera quedar bien con sus plebeyos, es que simplemente él cree en el factor humano y en que este es el único capaz de sacar adelante a Rusia, pero ese tema ahora mismo no debía detenerlo. Lo primero que hizo fue acudir con el cocinero abordo, le pidió primero información sobre sus existencias, tras estar al tanto de las mismas solicitó un desayuno bastante propio del Kremlim de Rusia, por suerte para ambos los ingredientes adecuados estaban disponibles. Se despidió del cocinero y su rumbo partió para con el timonel, le saludo y se acercó al borde para observar el terreno, la mente del lupino resultaba ser mucho más eficaz que cualquier mapa, aquella memoria fotográfica le brindaba cualquier respuesta sobre el tiempo que les quedaba para llegar y para indicarle en donde se encontraban en este momento – Presumo que nos quedan unas cuatro horas más de viaje, tal como calculé, podrás descansar luego de trece horas de ardua labor, serás bien recompensado por ello, no te preocupes – Los pagos se efectuarían una vez el hombre regrese luego de una semana a la costa donde les dejó, este regresaría con los guardias y dejaría a la pareja supuestamente sola en aquel lugar, algo que consideran muchos entendidos peligroso, y lo cierto es que mucha razón ahí tienen. Los lupinos de aquella manada no toleran a los invasores, menos a los humanos, y a los de su estirpe les ponen a prueba, justo como a él. Raisa, Raisa tendría el privilegio de estar acompañada por un miembro de ellos, así que no tendría problemas. Respecto a ella, justamente Sacha volvió a la habitación pronto – Debes despertar, el desayuno llega en breves y en cuatro horas atracaremos – Pronunció esperando captar su atención.
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Mensaje por Raisa V. Románova Jue Jun 16, 2016 5:28 pm

Tardó tiempo considerable en caer dormida. Se sentía tan inquieta y curiosa que en un principio no pudo conciliar el sueño, pero cuando lo hizo terminó por quedar completamente dormida, no despertaría a menos que les pasará una desgracia, pero tomando en cuenta que se sentía segura con su marido, se dejó vencer por la comodidad y la seguridad de aquella compañía, además de que el calor que irradiaba el lupino, ayudaba para poder incrementar su confort.

Cuando por fin durmió, Raisa comenzó a tener malos sueños. Entre ellos el estar en medio de un grupo de hombres con aspecto amenazante, quienes querían ponerla en medio de una fogata y quemarla viva para comer. Eso provocó que su cuerpo se moviera ligeramente, pero no hizo demasiadas quejas, quizás por eso su marido no la levantó, pero para su buena suerte, las cosas fueron cambiando, en el sueño se volvía fuerte, y podía pasar cualquier mal sin problema. Claramente sus sueños eran reflejo de sus miedos.

La jovencita sintió cuando el calor de su marido se esfumó, y aunque abrió un ojo para verlo partir, enseguida volvió a cerrarlo y quedarse dormida, al menos hasta que el volvió para hacerle despertar. Primero refunfuñó, pero después fue abriendo los ojos, se estiró, y buscó la silueta del hombre con el que había contraído matrimonio. Suspiró un par de veces y terminó por sentarse en la cama, al principio la temperatura la hizo mover el rostro con un claro descontento, pero después se fue acomodando, y terminó por salir directamente a la tina del barco, misma que aprovechó para asearse y terminó por vestirse.

Cuando Raisa regresó a la habitación, la jovencita sintió el aroma del desayuno, su estomago no tardó en hacerse escuchar, sonrió tímida pero terminó por acercarse y tomar una rodaja de pan, la cual llevó a su boca con rapidez, ella moría de hambre, y nunca disimulaba ese instinto. Se sentó y terminó por dirigirle una sonrisa, y su mirada a Sacha, el cual la contestó con otro gesto de clara felicidad. No podía quejarse, su nueva vida era buena, y su marido era mejor de lo que en algún punto llegó a pensar.

Buen día, mi señor — Saludó de forma correcta para romper el hielo — Que alegría es saber que casi llegaremos, por fin pondremos un poco más de acción al viaje, ya estaba muy ansiosa de saber que está por ocurrir — Tomó uno de los vasos, y dio un pequeño sorbo al zumo de arándanos, uno de sus favoritos, sin duda alguna. Le acercó también su vaso al zar, y los dos comenzaron a desayunar de forma gustosa y en confianza. No había tardado nada en acostumbrarse a su vida de casada.

Raisa terminó de desayunar, se aseó y después esperó a que su marido hiciera la rutina de acuerdo a los protocolos que ambos sabían, pero que también lo hacían por inercia. Aunque tuvieran privacidad, ambos gustaban de tener buenos modales, los cuales nunca estaban de más.

¿Cuál es el primer plan al llegar? — La pregunta no estaba demás, y es que se debía ir siguiendo pasos y reglas, mismas que ambos no deseaban romper, porque así no les faltarían al espeto a los locatarios. Más valía respetar o verían las consecuencias.
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Mensaje por Sacha Románov Sáb Jun 18, 2016 3:27 pm



El desayuno, el momento más importante del día dicen algunos, así como al comida también pues sin buenos cimientos los edificios derrumban, esta misma analogía podía aplicarse a la vida misma, al día a día, al menos así lo sentía el Zar, si un día comenzaba mal, tenía que esforzarse bastante para tratar de recomponerlo, lo cierto es que desde que Raisa entró a su vida por elección propia, los días han dejado de empezar mala, no es que desee atribuir completamente este logro a su mujer, porque siempre dicen que depender de una sola persona es un error garrafal y probablemente lo sea, pero si en algún momento de su vida longeva, llegaba su felicidad a solo depender de ella, pues entonces se arriesgaría a afirmarlo sin ningún miedo – Pareces haber descansado bien, se refleja en tu buen ánimo, pensé que no podrías dormir con demasiada soltura conociendo que eres la más entusiasta de los dos, pero has controlado bien los niveles de ansiedad, o eres muy buena ocultándomelos, una de dos – Agradeció con una leve caricia el lupino, sobre la rodilla ajena, que le acercara la bebida. Para refrescar esa garganta algo seca le dio un buen trago, hasta la mitad del vaso, el cual prontamente se dispuso a rellenar una vez más hasta casi el tope. Por su parte, un desayuno mucho más pesado, lo que suele ser usual, la nada despreciable cantidad de cinco panes, rellenos de carne de cerdo bien rostizada, al fogón y carbón, un sabor predilecto y delicioso, el adecuado para calmar su hambre voraz que es sin duda uno de los distintivos que siempre lo ha caracterizado, pero que en público, sobre todo en los banquetes de la realeza no muestra, así es, siempre queda con hambre y eso Raisa desde hace un tiempo lo empezó a saber. Mientras la Zarina se terminaba de preparar el acababa de comer, un poco rezagado, pero capaz de cumplir con las acciones previas antes de que llegaran a ese intento de puerto que él mismo había construido, esperaba que algunos aventureros, esos que buscan oro y fortuna en lugares recónditos no hubieran aparecido otra vez y destruido todo en busca de tesoros, y sobre todo, esperaba no se toparan con alguno de sus cadáveres, pues los lupinos de aquella comunidad poca tolerancia le tenían a los seres que invadían su territorio inclusive con buenas intenciones, a estas lacras, ¿qué les podía ofrecer su suerte? Solo desgracia.

Lo último que tenía que prepararse era la pequeña carreta, nada glamorosa, para que el lupino pudiera abrirse paso por los caminos improvisados, improvisados por su propia lógica y experiencia, pues ciertamente no había una rutina marcada hacia aquella aldea de lobos. Dos caballos tirarían de ambos cuerpos y de los sacos que se habían asignado para los dos, todo lo primordial, ropa abrigadora más que nada y artículos personales que probablemente ninguno de los dos deseaba dejar fuera de su vida aunque estuviera en un lugar lejos de las otras comodidades – Ya está todo listo, espero que te estés preparada para esa acción y emoción que estabas mencionando antes, estaremos solos unas horas hasta que encontremos el poblado, no quiero que estés preocupada por nada, todo saldrá bien, y podrás conocer a estos nativos, hablan ruso, pero uno muy arcaico, por no decir antiguo, les podrás entender, pero será algo difícil al inicio, te terminarás acostumbrado para la mitad de semana, eres una mujer bastante capaz – Aquella pequeña charla tomó lugar mientras se preparaban los caballos, ya todo estaba en su lugar, todo bien sujeto a cuerdas y demás para que no se terminara resbalando nada en su bajada y después en el trayecto mismo – Es todo caballeros, nos veremos en una semana, recuerden no estar angustiados, si no vienen con nosotros es por su propia seguridad, quédense siempre a más de cien metros de la orilla de la isla, aunque ellos vayan a presumir de su estadía aquí, no es seguro que se topen con ellos durante unas de sus vigilancias, así que fuera del rango de visión – Eso fue todo, la despedida corta, el lupino ayudó a su mujer a subir a la carroza y él palmeó a los caballos un poco, los acarició, se sentó a un costado de su mujer y reconociendo que estaban sanos y listos, los caballos, para esta aventura nueva, la inició. Probablemente los dejaría en el poblado, si se lograban acostumbrar al clima abrazador junto a sus familiares, pues la aldea usaba solo caballos y mulas para sus tareas diarias, o al menos, cuando él al dejó así era. No les tomó nada abandonar aquel pequeño puerto improvisado de madera para adentrarse en la hierba que estaba bastante cubierta de nieve, el transporte se podía notar que no iba con la mayor fluidez posible, por ello no debía esforzar a los caballos, podría perfectamente sin estos llegar tarde o temprano a la aldea, inclusive cargando a Raisa, pero estaba seguro de que aquello no sería favorable para la salud de la humana, así que no podía fallar en su conducción – Eres valiente por haber venido conmigo, mantén el coraje aunque el lugar sea recóndito y poco agradable – Todo se lo mencionó sin despegar la vista de lo que tenía adelante, debían curvar, esquivar, ir lento, ir rápido, evitar el hielo, una odisea agobiante sin duda.
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Mensaje por Raisa V. Románova Sáb Jul 16, 2016 9:18 pm

Raisa jamás imaginó encontrarse en la situación en la que estaba. ¿Para que mentir? El campo o la montaña no habían estado diseñados para ella, o bueno, al menos eso creía su madre, quien por supuesto estaría horrorizada si hubiera sabido tales planes, quizás hasta habría realizado un gran berrinche para impedirlo, pero pensar todo aquello le hizo soltar una risita disimulada y divertida. Estar fuera del alcance de su madre tenía grandes ventajas, una de ellas y la más importantes, era ser ella misma.

En alguna ocasión, durante su tiempo de lectura libre, la joven había leído una novela romántica, creyó que el destino y el amor podrían ser aspiraciones y deseos vanos si se deseaba seguir teniendo el estatus adecuado, y es por eso que nunca llegó a pensar que ella los llegaría a poseer. En ese momento se dio cuenta que el destino si existía, que el amor también, y que ella estaba siendo bendecida porque podía aspirar a eso. ¿Descabellado? Tal vez, pero sin duda lo estaba disfrutando y se sentía muy afortunada.

Sintió que una llama se encendía en su interior, una pequeña, pero la calidez comenzaba a abrazarla sin poder llegar imaginarlo. La zarina experimentaría su lado salvaje, se dejaría llevar por sus instintos, y gran parte de sus emociones, su ser verdadero resurgiría. No es que no fuera ella misma, pero algunas cosas las omitía; claramente se reprimía. Sacha parecía siempre él, aunque claramente no podía perder la compostura, por eso lo envidiaba, porque no dejaba de ser él jugando con las mentes que se le pusieran enfrente. Ya era momento de comenzar a soltarse.

Giró su rostro para observar al zar, notó como su rostro no perdía detalle del camino, pero no por eso la ignoraba. El aire que chocaba contra su rostro sólo resaltaba los rasgos salvajes. Sin duda estaba adentrándose a una atmósfera conocida, un poco lejana, pero siempre suya. La curiosidad la estaba traicionando, pero poco a poco tomó bocanadas de aire hasta poder mantener la tranquilidad. No podía perder la compostura. Quizás el hombre se decepcionaría. Eso la ponía nerviosa.

Por lo que noto, los de su especie, más que nada en estos territorios, resultan muy territoriales, parece que no se andan con rodeos — Demasiadas indicaciones le daban na idea de hasta dónde podrían llegar con tal de cuidar a su gente. No estaba mal, Raisa dejaba en claro que también podría llegar a ser peligrosa con tal de defender y salvar a los suyos, aunque nunca se había visto envuelta en la necesidad, quizás no estaba muy alejada de sentirse contenta y cómoda con aquellas criaturas.

Deslizó sus manos entre los brazos de su esposo, no pudo tocar la piel porque ambos estaban cubiertos aunque él no portaba tanta tela encima debido a su temperatura, tomó por encima de las manos ajenas, las correas de los caballos, después poco a poco buscó su mirada.

Enséñame a llevar las riendas de este carruaje ¿Si? — Ella quería aprender de todo, y lo cierto es que Raisa era una especie de esponja que absorbía todo aquello que le ponían de frente, el único detalle es que él llegara a acceder.
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