AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Pausa para tomar confianza [Raisa]
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Pausa para tomar confianza [Raisa]
Recuerdo del primer mensaje :
El amor gusta más que el matrimonio, porque las novelas gustan más que la historia
La vida de un ser humano resulta muy simple algunos, incluso quizás aburrida, cotidiana, sencilla y plana, ¿es cierto, no? ¿Cuántas cosas puede hacer un hombre? Trabajar, adoctrinarse, estudiar, poseer amistades, enamorarse, amar, adquirir, vender, etc. Pero a fin de cuentas todo resulta ser parte de un ritmo trazado que se espera que los mismos seres humanos recorran, Sacha estaba de acuerdo con esto, solo que en su caso se le agregaba transformarse cada luna llena en una bestia salvaje sin elección ni raciocinio, un pequeño detalle que cambiaba todo para la vida de este simple y cotidiano ser humano con un plan ya trazado y un proyecto de vida que de alguna manera u otra se repetiría ante las tantas formas de vida existentes además de él. Estaba claro que el Zar había descuidado uno de los tantos aspectos de su vida, el de ser esposo, pudiera creerse que por estar tras faldas ajenas al a suya, o dando tumbos con bebidas adulteradas, pero lo cierto es que tan solo se consumía el mismo con sus labores políticas y más nada, tenía claro que esto causaba insatisfacción a Raisa aunque la misma le apoyara y a su vez le incitara a no ser tan estricto consigo mismo. El hecho de que quedara muy poco para ese acontecimiento empujó a Sacha a tomar aquella decisión, un viaje, con solo dos hombres de la guardia real, sin levantar sospechas, con idea de que muy pocos y cercanos se enteraran, más por propia privacidad que por seguridad, no había ninguna razón para pensar de que la familia real pudiera estar en peligro, ciertamente desde hace varios años Rusia se encontraba tranquila respecto a temas de guerrillas internas o grupos subversivos que quisieran contravenir los intereses del Zar y los de sus subordinados en general. Si bien utilizaba esto como una doble función, estaba claro que perderse en una isla con un poco cantidad de población resultaba mucho más provechoso y seguro ante el escenario de la bestia salvaje destruyéndolo todo a tu paso y a la misma vez, Raisa iba a disfrutar un poco de la cultura y de los maravillosos países que la isla de Oljón resguardaba entre sus dimensiones, para Sacha la porción de tierra más hermosa que el agua dulce pudiera rodear, un viaje al Lago Baikal, un viaje hacía una maravilla natural que la madre tierra le había regalado a la siempre esplendorosa Rusia.
Sería para el lupino su cuarto viaje, pero jamás podría llegar a cansarse de este lugar. Y por alguna razón creía que viendo a Raisa descubrir lo que él ya había descubierto, la pasaría quizás mejor aún que cuando él mismo descubrió todo aquello por su cuenta. Tras haber realizado las preparaciones y tomado las precauciones del caso avisó a la Zarina de este viaje vacacional. Realmente llegar hasta esos territorios con tranquilidad no resultaba sencillo, los habitantes de esa única isla poblada guardaban consigo ciertos recelos hacia los que no resultaban foráneos, incluso ni siquiera estaban consientes o no les interesaba estarlo que formaban parte de Rusia, Sacha nunca tuvo problema con ello, en realidad resultaba hasta ser agradable el hecho de ser aceptado por alguien por el simple hecho de ser una persona y no por las adiciones que la sociedad te otorga, ciertamente esto lo experimentó hace mucho, él ya es conocido de aquellos chamanes incluso, aquella isla representa mucho respecto a todo lo que él sabe respecto a su condición, se puede decir que también resulta un lugar reconfortante y alejado de la mayoría de seres que difícilmente siquiera se esforzarían en comprender o asimilar la licantropía. Raisa mencionó que deseaba también aprender más de aquello, de ese mundo que parece no existir pero que realmente está ahí, latente, diariamente presente, y más cerca de lo que cualquiera puede imaginar, este viaje le abriría la mente y no tan solo le ayudaría a relajarse, sentirse bien y disfrutar de lo que podría ser un simple paseo de placer. ¿Podía decirse entonces que Sacha no podía ni siquiera en momentos de dar un respiro buscar no sacar un provecho beneficioso? Ciertamente podría decirse que estaba matando muchísimos pájaros de un tiro, no lo realizaba con mala intención, para nada, simplemente utilizaba la opción más adecuada, más provechosa, la idea que más pros y menos contras traía consigo, la mente siempre tirada para la productividad del licántropo se hacía presente incluso en decisiones de este estilo, no había manera darle marcha a esto. Motivos, razones, no importaban, el día había llegado, y ambos habían partido ya junto a los dos escoltas, la esfera más alta de Rusia estaría ausente por varios meses en Moscú, un viaje largo tanto por el trayecto como por la estancia, si sus cálculos no fallaban ambos estaría en la isla dos o tres días antes de que la luna llena impactara y causara sus efectos en él. Mientras tanto podía saberse seguro y tranquilo dentro de la carroza que les guiaba hacia destino, debían sin duda realizar varias paradas y cambios de transporte, incluso usarían barcas, todo a su tiempo.
Sería para el lupino su cuarto viaje, pero jamás podría llegar a cansarse de este lugar. Y por alguna razón creía que viendo a Raisa descubrir lo que él ya había descubierto, la pasaría quizás mejor aún que cuando él mismo descubrió todo aquello por su cuenta. Tras haber realizado las preparaciones y tomado las precauciones del caso avisó a la Zarina de este viaje vacacional. Realmente llegar hasta esos territorios con tranquilidad no resultaba sencillo, los habitantes de esa única isla poblada guardaban consigo ciertos recelos hacia los que no resultaban foráneos, incluso ni siquiera estaban consientes o no les interesaba estarlo que formaban parte de Rusia, Sacha nunca tuvo problema con ello, en realidad resultaba hasta ser agradable el hecho de ser aceptado por alguien por el simple hecho de ser una persona y no por las adiciones que la sociedad te otorga, ciertamente esto lo experimentó hace mucho, él ya es conocido de aquellos chamanes incluso, aquella isla representa mucho respecto a todo lo que él sabe respecto a su condición, se puede decir que también resulta un lugar reconfortante y alejado de la mayoría de seres que difícilmente siquiera se esforzarían en comprender o asimilar la licantropía. Raisa mencionó que deseaba también aprender más de aquello, de ese mundo que parece no existir pero que realmente está ahí, latente, diariamente presente, y más cerca de lo que cualquiera puede imaginar, este viaje le abriría la mente y no tan solo le ayudaría a relajarse, sentirse bien y disfrutar de lo que podría ser un simple paseo de placer. ¿Podía decirse entonces que Sacha no podía ni siquiera en momentos de dar un respiro buscar no sacar un provecho beneficioso? Ciertamente podría decirse que estaba matando muchísimos pájaros de un tiro, no lo realizaba con mala intención, para nada, simplemente utilizaba la opción más adecuada, más provechosa, la idea que más pros y menos contras traía consigo, la mente siempre tirada para la productividad del licántropo se hacía presente incluso en decisiones de este estilo, no había manera darle marcha a esto. Motivos, razones, no importaban, el día había llegado, y ambos habían partido ya junto a los dos escoltas, la esfera más alta de Rusia estaría ausente por varios meses en Moscú, un viaje largo tanto por el trayecto como por la estancia, si sus cálculos no fallaban ambos estaría en la isla dos o tres días antes de que la luna llena impactara y causara sus efectos en él. Mientras tanto podía saberse seguro y tranquilo dentro de la carroza que les guiaba hacia destino, debían sin duda realizar varias paradas y cambios de transporte, incluso usarían barcas, todo a su tiempo.
Sacha Románov- Licántropo/Realeza
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Re: Pausa para tomar confianza [Raisa]
El lupino noto el accionar de su mujer, no resultaba ser lo más adecuado, debía de asegurarse bien, este camino tenía sus peligros, fue deteniendo suavemente a los corceles antes de observar a Raisa – Te puedo enseñar, también a cabalgar, no le veo problema, pero ahora no es el momento, sostente bien, un mal movimiento o reacción de los caballos y puedes salir disparada – Espero a que Raisa le hiciera caso a sus indicaciones y continuó la marcha, todo estuvo tranquilo hasta que Sasha divisó una de las tantas trampas que los lugareños colocaban para cazar animales. Detuvo a sus bestias antes de que alguna pata de los caballos pudiera engancharse en aquel dispositivo rudimentario, y con su mano derecha se aseguró de mantener a Raisa rápidamente a su costado y evitar que esta resbale fuera de la pequeña carroza – No es por sonar como un anciano sabelotodo, pero te dije que esto pasaría – Observó la trampa al pasar lentamente al lado con los caballos, una clara señalan de que estaban cerca y de que probablemente al menos el grupo de vigías ya les había avistado, ¿cómo lo sabía? Sencillo, sabía muy bien cómo funcionaba el sistema de protección de este pueblo lupino, el paso de sus animales se tornó lento pues ya estaban entrenando directamente al territorio que solo le pertenecía a ellos y a nadie más, perturbar la tranquilidad del ecosistema no le agradaba para nada. El Zar continuó su avance hasta que divisó a dos hombres, eran demasiado jóvenes para quizás ser catalogados como hombres, eran dos jóvenes, seguro que ninguno pasa los quince años, pero debido a la buena genética lupina, a la que eran sometidos pues la costumbre estaba en transformar a los jóvenes a los doce y los que sobrevivían a la mordida resultaban dignos, estos habían crecido bastante, casi igualaban la altura del Zar, pero ni por asomo el ancho de sus hombros y pectorales, él les llevaba bastante ventaja en temas musculares y como presumió que no le conocían al ser tan jóvenes, vio el enfrentamiento inminente – Quédate en el carruaje, son vigías que jamás vi antes, nos atacaran si no logro convencerlos – El idioma antiguo que estos seres utilizaban, lo había estado repitiendo antes de entrar al barco incluso, pero habían pasado muchos años, haría su mejor esfuerzo. Se adelantó frente a los dos jóvenes lupinos y sintió sus miradas amenazantes.
El Zar se presentó y presentó a su mujer en el carruaje, todo en su idioma, aunque no fueron los métodos más adecuados, se presentó como un joven lobo que vino alguna vez por consejo, ambos sujetos se miraron y discutieron, el más sensato de la dupla se hizo hacia atrás abriendo camino, eso significaba que tenía el acceso para llegar al pequeño pueblo de su parte, sin embargo, el más alto y de apariencia más salvaje se quedó en el centro y apretó su puño derecho contra la palma izquierda. Sasha lo vio inevitable, conocedor de su manera de demostrar la hombría y la superioridad, se colocó en posición, si el muchacho estaba buscando una muestra de que él era lo suficientemente fuerte para estar aquí, lo haría, acá no había otras maneras de demostrarlo a veces. Le llamó con total provocación con los dedos largos de su palma derecha, en cuanto el muchacho lleno de ímpetu e inexperiencia se abalanzó directamente contra el rey de Rusia él simplemente haciendo deleite de su agilidad se giró levemente y dejó el puño en alto a la altura de su cabeza casi, la mandíbula del desafiante chocó contra el puño, Sacha pegó un leve salto hacia atrás observando hacia abajo, como era de esperarse, el muchacho sangrando se levantó en busca de una segunda oportunidad, aquí no quedaba tiempo alguno para hacer entrar en razón, estos hombres luchaban por orgullo hasta desfallecer y tenían honor, es por eso que su compañero no se animaba a intervenir. Se veía que el otro no tenía oportunidad contra el Zar, y el Zar lo sabía, sin embargo no podía dejarle ganar y menos mostrarle desprecio siendo suave con él, por ello en cuanto se levantó el otro una patada directa a las costillas del individuo fue impactada, el muchacho cayó al suelo de lado, se retorció Sacha pronunció lo más parecido que recordaba a la frase “luchaste bien” y seguido de aquello asestó un golpe contra la cien de su retador, el cual cayó rendido e inconsciente. Se giró hacia el compañero y estiró su brazo para que le tome, ellos bien sabían cómo cuidar de los suyos, no había necesidad de llevarlo en la carroza de vuelta al pueblo, el Zar regresó a su sitio y observó a Raisa – Lamento mucho que tuvieras que presenciar esto, pero así funcionan las cosas aquí con los hombres, espero encontrarme con adultos en la aldea, ellos se acordaran de mí y dudo que deseen pelear también – El lupino besó la frente de Raisa y le tomó la palma, finalmente avanzó los caballos con la misma lentitud para terminar de alcanzar la aldea.
El Zar se presentó y presentó a su mujer en el carruaje, todo en su idioma, aunque no fueron los métodos más adecuados, se presentó como un joven lobo que vino alguna vez por consejo, ambos sujetos se miraron y discutieron, el más sensato de la dupla se hizo hacia atrás abriendo camino, eso significaba que tenía el acceso para llegar al pequeño pueblo de su parte, sin embargo, el más alto y de apariencia más salvaje se quedó en el centro y apretó su puño derecho contra la palma izquierda. Sasha lo vio inevitable, conocedor de su manera de demostrar la hombría y la superioridad, se colocó en posición, si el muchacho estaba buscando una muestra de que él era lo suficientemente fuerte para estar aquí, lo haría, acá no había otras maneras de demostrarlo a veces. Le llamó con total provocación con los dedos largos de su palma derecha, en cuanto el muchacho lleno de ímpetu e inexperiencia se abalanzó directamente contra el rey de Rusia él simplemente haciendo deleite de su agilidad se giró levemente y dejó el puño en alto a la altura de su cabeza casi, la mandíbula del desafiante chocó contra el puño, Sacha pegó un leve salto hacia atrás observando hacia abajo, como era de esperarse, el muchacho sangrando se levantó en busca de una segunda oportunidad, aquí no quedaba tiempo alguno para hacer entrar en razón, estos hombres luchaban por orgullo hasta desfallecer y tenían honor, es por eso que su compañero no se animaba a intervenir. Se veía que el otro no tenía oportunidad contra el Zar, y el Zar lo sabía, sin embargo no podía dejarle ganar y menos mostrarle desprecio siendo suave con él, por ello en cuanto se levantó el otro una patada directa a las costillas del individuo fue impactada, el muchacho cayó al suelo de lado, se retorció Sacha pronunció lo más parecido que recordaba a la frase “luchaste bien” y seguido de aquello asestó un golpe contra la cien de su retador, el cual cayó rendido e inconsciente. Se giró hacia el compañero y estiró su brazo para que le tome, ellos bien sabían cómo cuidar de los suyos, no había necesidad de llevarlo en la carroza de vuelta al pueblo, el Zar regresó a su sitio y observó a Raisa – Lamento mucho que tuvieras que presenciar esto, pero así funcionan las cosas aquí con los hombres, espero encontrarme con adultos en la aldea, ellos se acordaran de mí y dudo que deseen pelear también – El lupino besó la frente de Raisa y le tomó la palma, finalmente avanzó los caballos con la misma lentitud para terminar de alcanzar la aldea.
Sacha Románov- Licántropo/Realeza
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Re: Pausa para tomar confianza [Raisa]
El ambiente cambió por completo. Parecía que todo iba bajando de categoría. Debían pasar por distintas etapas, cada una de ellas resultaban más importantes que las otras, aunque la austeridad fuera clave fundamental. La muchacha entendía que el zar lo había planeado para que ella se fuera acostumbrando; le agradecía, pero sabía que no existía tal necesidad. Muchas veces resultaba de mejor manera tener que arrancar las cosas de raíz, así el dolor o la inconformidad llegaría a ser una y no prolongaba. Igualmente lo agradecida.
Lo que sino veía venir, era el temor que experimentó de un momento a otro. Era cierto que iba a morir, de eso no quedaba duda, era la ley de la vida, sin embargo no deseaba hacerlo de forma trágica, mucho menos lejos de su hogar. Debía mantener sus sentidos alertas, pero no como cualquier otro día, sino el doble, o peor aún, el triple. ¿Acaso Sacha la dejaría pasar dolor solo para ayudarla a comprender todo eso? No lo creía, sin embargo podría ocurrir. Debía esperar todo.
Raisa no había presenciado una verdadera pelea, o bueno, no una en la que el dolor o el honor estuviera de por medio. En casa todos habían sido civilizados. Vio un par de veces el entrenamiento me espadas, arco, o de arma de fuego, pero nunca buscando hacer daño, simplemente deseaban capacitar a los hombres para defender a sus familias, sus tierras y todo aquello que estuviera dentro de su país. Sintió terror al ver a su marido ir al encuentro con esos jóvenes. Se veía seguro, lo sabía seguro, pero no restaba que le importara no verlo mal.
Sin poder evitarlo se llevó las manos a la boca, no debía mostrarse tan débil. Debía luchar, ser más fuerte de lo imaginado, debía mentalizarse que incluso aquello era algo muy ligero o sencillo a comparación de una verdadera guerra, o quizás un enfrentamiento entre lobos. En su forma animal, trataba analizar. Nunca imaginó que aunque el primer ataque lo diera el adversario, el primer golpe lo daría su marido, y también el segundo. Además, no imaginó ver como dejaba inconsciente a un muchacho, pero debía asimilarlo.
La joven rusa soltó una pequeña risa, dejaba en claro su nerviosismo, pero también el que se encontraba aliviada por no verlo mal. La vida había cambiado tanto. Que difícil era ahora preocuparse por el bien de otro individuo, y que encima de todo no era un se humano normal, además de que era el zar de Rusia, entre otras cosas que poco a poco tendría que comprender a la perfección. No se sentía desafortunada, más bien se sentía privilegiada, pero aún faltaba mucho por entender.
— ¿Tendremos más peleas? ¿Tendré que pelear? — Lo cuestionó con tranquilidad, pero estaba muy claro que la zarina tenía miedo. Podía ser muy fuerte, pero lo cierto es que ella no estaba entrenada ni hecha para la pelea. Un detalle que sin duda le desagradaba, que nunca haría, prefería morir.
— Ya no me encuentro tan segura de todo esto, no quiero que se encuentre en riesgo, y tampoco quiero encontrarme de esa manera — Sentenció. ¿Poner la vida de ambos en riesgo? No iba a aceptarlo.
Lo que sino veía venir, era el temor que experimentó de un momento a otro. Era cierto que iba a morir, de eso no quedaba duda, era la ley de la vida, sin embargo no deseaba hacerlo de forma trágica, mucho menos lejos de su hogar. Debía mantener sus sentidos alertas, pero no como cualquier otro día, sino el doble, o peor aún, el triple. ¿Acaso Sacha la dejaría pasar dolor solo para ayudarla a comprender todo eso? No lo creía, sin embargo podría ocurrir. Debía esperar todo.
Raisa no había presenciado una verdadera pelea, o bueno, no una en la que el dolor o el honor estuviera de por medio. En casa todos habían sido civilizados. Vio un par de veces el entrenamiento me espadas, arco, o de arma de fuego, pero nunca buscando hacer daño, simplemente deseaban capacitar a los hombres para defender a sus familias, sus tierras y todo aquello que estuviera dentro de su país. Sintió terror al ver a su marido ir al encuentro con esos jóvenes. Se veía seguro, lo sabía seguro, pero no restaba que le importara no verlo mal.
Sin poder evitarlo se llevó las manos a la boca, no debía mostrarse tan débil. Debía luchar, ser más fuerte de lo imaginado, debía mentalizarse que incluso aquello era algo muy ligero o sencillo a comparación de una verdadera guerra, o quizás un enfrentamiento entre lobos. En su forma animal, trataba analizar. Nunca imaginó que aunque el primer ataque lo diera el adversario, el primer golpe lo daría su marido, y también el segundo. Además, no imaginó ver como dejaba inconsciente a un muchacho, pero debía asimilarlo.
La joven rusa soltó una pequeña risa, dejaba en claro su nerviosismo, pero también el que se encontraba aliviada por no verlo mal. La vida había cambiado tanto. Que difícil era ahora preocuparse por el bien de otro individuo, y que encima de todo no era un se humano normal, además de que era el zar de Rusia, entre otras cosas que poco a poco tendría que comprender a la perfección. No se sentía desafortunada, más bien se sentía privilegiada, pero aún faltaba mucho por entender.
— ¿Tendremos más peleas? ¿Tendré que pelear? — Lo cuestionó con tranquilidad, pero estaba muy claro que la zarina tenía miedo. Podía ser muy fuerte, pero lo cierto es que ella no estaba entrenada ni hecha para la pelea. Un detalle que sin duda le desagradaba, que nunca haría, prefería morir.
— Ya no me encuentro tan segura de todo esto, no quiero que se encuentre en riesgo, y tampoco quiero encontrarme de esa manera — Sentenció. ¿Poner la vida de ambos en riesgo? No iba a aceptarlo.
Raisa V. Románova- Realeza Rusa
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Re: Pausa para tomar confianza [Raisa]
El Zar de no Rusia no tenía ningún miedo respecto a lo que acababa de suceder y en realidad se encontraba bastante tranquilo, sin embargo tenía que admitir que su esposa por otro lado se encontraba bastante perturbada por la situación y sus palabras se lo estaban demostrando, el hombre negó una sola vez a sus palabras en general, no tendrían que pelear más, estaban a punto de llegar y usualmente no se toman decisiones dentro de la aldea si no está el regente presente, por lo que en cuanto este le reconociera, serían invitados, aunque ella sería vigilada pues no le conocen, sin embargo no significaba esto que ella estuviera en peligro – Una vez hable con el viejo lobo o cuando este simplemente me vea, todo estará acabado respecto al peligro, seremos bienvenidos a la aldea y ellos vivirán en armonía con nosotros, sin embargo a ti no te mirarán tan bien pues eres una simple humana y todos ellos son lobos superiores, al menos esa es la creencia que tienen en esta aldea, sin embargo serás respetada como mi esposa, siempre y cuando prometamos que te unirás bajo juramento de la diosa Luna, ellos creen que el astro les ha bendecido con esta maldición, por eso mismo hacen que sus niños se transformen desde jóvenes, para no ser inferiores y ser bendecidos por la luz blanca del astro – Un pensamiento retrógrada sin duda, pero nada que pudiera afectar a la Zarina o al Zar – Aunque nos parecemos en algo ellos y nosotros, su celebración del matrimonio evidentemente incluye sexo, pero usualmente estos lo practican al aire libre frente a cualquiera que desee verlo – Hizo un silencio al notar que las chozas artesanales se estaban dejando ver – Y ya sé lo que estás pensando, por eso hablaré con el viejo lobo, es un hombre anciano, debe tener más de ciento cincuenta años ya, solo él y su sacerdotisa serán testigos de nuestra unión, los regentes suelen poder saltarse esta regla mientras que el pueblo no, y el viejo lobo sabe que soy el regente de más allá de su isla, él cree que esta isla le pertenece, sin embargo ambos sabemos que no es así, por suerte creo que solo yo la conozco en el reino, así que no corren peligro de entrar en conflicto con nosotros – Con esto le estaba dejando claro que todo esto lo debía de mantener en secreto.
Estos licántropos han vivido en paz durante muchos años, traer hombres con espadas y pistolas para apropiarse de esta tierra rica sería sin duda una decisión inteligente, pero él no iba a poner encima la vida de otros con tal de ganar un poco más de territorio reconocido para Rusia – Recuerda que para ellos no eres la Zarina, solo eres mi hembra humana para ellos – Podía sonar duro, pero no lo estaba diciendo para ofenderla o menospreciarla, solo le estaba explicando las reglas de este mundo desconocido y tan apartado del que ambos conocen, esto a la vez resultaba una manera de advertirle – Cuando nos acepten tendremos que abandonar nuestras prendas comunes, usaremos pieles, tendrás que mostrar tu vientre, tus piernas, no es lo que acostumbras, pero al menos no andarás con el pecho descubierto como la mayoría de las mujeres que aquí habitan – Dadas las que consideró todas las indicaciones pertinentes se animó a entrar a lo profundo de la aldea y no demoraron nada en darle la “bienvenida”, hombres y mujeres salieron, todos observando la carroza y los caballos, todos muy atentos y prestos a defenderse, excepto los que reconocieron al Zar, unos vociferaban su nombre después palabras que Raisa no comprendería, tan solo estaban diciendo que el lobo de más allá había vuelto, unos le consideraban un enviado de la luna, los más ignorantes de la aldea lo pensaban así, pues cuando estuvo por aquí no solo escaló, sino también que venció a mano a todos los hombres de la aldea, eso le había hecho ganarse el derecho a ser el siguiente regente tras la muerte del actual, pero él hasta la fecha no se había tomado la molestia de rechazar el pedido, así que seguro algunos creían que venía para reclamar su trono, pero no, no era así, venía para que Raisa viviera una experiencia que sin duda la haría madurar. El regente salió, y el Zar se plantó frente a él – He vuelto, con mi mujer, es mi esposa, la regente de más allá de la isla, la traje aquí para que sea reconocida como miembro de la aldea oficialmente, es su derecho gracias al mío – El anciano escuchó, mantuvo su silencio y después empezó a comentar con su pueblo, todos entonces se calmaron y bajaron las armas. Lo que siguió a continuación fue lo natural, los hombres de la aldea tomaron a los caballos y lo empezaron a guiar con Raisa encima hacia los aposentos que una vez fueron de él – Tranquila, nos llevaran a mi choza, dudo que esté limpia, pero cuando quieras escapar de todo esto, tendrás algo que hacer – Le comentó desde abajo mientras caminaba con al lado de ella.
Estos licántropos han vivido en paz durante muchos años, traer hombres con espadas y pistolas para apropiarse de esta tierra rica sería sin duda una decisión inteligente, pero él no iba a poner encima la vida de otros con tal de ganar un poco más de territorio reconocido para Rusia – Recuerda que para ellos no eres la Zarina, solo eres mi hembra humana para ellos – Podía sonar duro, pero no lo estaba diciendo para ofenderla o menospreciarla, solo le estaba explicando las reglas de este mundo desconocido y tan apartado del que ambos conocen, esto a la vez resultaba una manera de advertirle – Cuando nos acepten tendremos que abandonar nuestras prendas comunes, usaremos pieles, tendrás que mostrar tu vientre, tus piernas, no es lo que acostumbras, pero al menos no andarás con el pecho descubierto como la mayoría de las mujeres que aquí habitan – Dadas las que consideró todas las indicaciones pertinentes se animó a entrar a lo profundo de la aldea y no demoraron nada en darle la “bienvenida”, hombres y mujeres salieron, todos observando la carroza y los caballos, todos muy atentos y prestos a defenderse, excepto los que reconocieron al Zar, unos vociferaban su nombre después palabras que Raisa no comprendería, tan solo estaban diciendo que el lobo de más allá había vuelto, unos le consideraban un enviado de la luna, los más ignorantes de la aldea lo pensaban así, pues cuando estuvo por aquí no solo escaló, sino también que venció a mano a todos los hombres de la aldea, eso le había hecho ganarse el derecho a ser el siguiente regente tras la muerte del actual, pero él hasta la fecha no se había tomado la molestia de rechazar el pedido, así que seguro algunos creían que venía para reclamar su trono, pero no, no era así, venía para que Raisa viviera una experiencia que sin duda la haría madurar. El regente salió, y el Zar se plantó frente a él – He vuelto, con mi mujer, es mi esposa, la regente de más allá de la isla, la traje aquí para que sea reconocida como miembro de la aldea oficialmente, es su derecho gracias al mío – El anciano escuchó, mantuvo su silencio y después empezó a comentar con su pueblo, todos entonces se calmaron y bajaron las armas. Lo que siguió a continuación fue lo natural, los hombres de la aldea tomaron a los caballos y lo empezaron a guiar con Raisa encima hacia los aposentos que una vez fueron de él – Tranquila, nos llevaran a mi choza, dudo que esté limpia, pero cuando quieras escapar de todo esto, tendrás algo que hacer – Le comentó desde abajo mientras caminaba con al lado de ella.
Sacha Románov- Licántropo/Realeza
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