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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Derek Van Wijs Dom Oct 11, 2015 3:58 pm

Residencia Van Wijs

Derek despertó antes que su esposa. Ivette, con varios meses ya de embarazo mostraba un increible cambio. De alguna forma él se sentía más enamorado sí eso era posible. Pero ese día estaba un poco perturbado. Había soñado con Chiara Rosso, la esposa del inquisidor que atentó contra su vida pero quien se convirtiera en la mejor amiga de Crystall y que en un lapso de tiempo se perdió a los ojos del hechicero y de los de su hermana que tanto la necesitó momentos antes de su muerte. En el sueño, la vio en la mansión Rosso, no distinguió mucho los acontecimientos en os que estaba involucrada pero sabía algo. Estaba allí. Derek se levantó, Ivette era muy sensible al tacto por lo que se percató de que su esposo ya no estaba en la cama. —Tranquila, sigo aquí —dijo y se acercó para darle un beso en la frente. Después, caminó a la comoda y sacó una carta. Una carta que Crystall había escrito para Chiara. Ella había pedido que no la abriera y Derek no desobedeció pero desde su muerte tenía intriga de que decía, de si era una despedida, de sí Crystall sabía que iba a morir o buscó su muerte.

Tengo que salir amor, cumplir el último deseo que mi hermana me encargo en vida. No tardaré —dijo con una sonrisa—, oye, ¡Te amo! —concluyó, se acercó al lecho nuevamente y le besó. Después, simplemente se vistió como lo jinete y salió. No iría formal, no cuando pensaba usar un caballo y no el coche. De cualquier forma podía crear una ilusión y vestirse gala una ves esté en la mansión Rosso. Llegó a los establos y el mismo escogió el corcel, confió al ama de llaves la seguridad de su esposa y aunque no era necesario porque todos la sobreprotegían por el amor que Ivette derrochaba y contagiaba a los demás, él seguía reiterándolo como un protocolo. Media más tarde cabalgó a toda prisa con destino a la entrevista con Chiara.

Mansión Rosso

Llegó pasado el medio día, el corcel había hecho un gran esfuerzo pero no uno sobre humano. Derek era muy consciente con la vida. Y no porque su hermana la apreciara demasiado, desde antes ya la respetaba. Las puertas se le abrieron, no era precisamente un amigo de la familia pero no representaba una amenaza. Seguía siendo la misma servidumbre y evidentemente debían recordarlo el día que Chiara dio a luz y él como su hermana estuvieron presentes para el milagro del nacimiento. Crystall había hecho algo extraordinario delatándose hechicera, pero y a pesar de que era un ex inquisidor la dejó actuar. Como fuera fue conducido hasta la puerta y más tarde a la estancia principal cuando pidió ver a la señora.

Derek tenía en sus manos la carta, la acariciaba y tenía ansiedad de saber que decía. Usó su reminisciencia sobre el papel para averiguar el pasado, ver a su hermana escribiéndola. Más su hermana había sido una mujer muy inteligente en vida y puso un hechizo para que Derek no desvelara el pasado con su magia. Cuando se percató del hechizo que contrarrestaba su magia sonrió ampliamente. —No cabe duda que me conocías hermana, que inteligente eres —a pesar de que ya no estaba con él, Derek no podía evitar hablar en ella aún en presente, aunque en ocasiones se le iba el pasado, como fuera, estaba presente en él. Guardó la carta en su chaqueta de jinete y usó una ilusión para crearse un traje. Sabía que la mujer que lo había recibido se sorprendería, mas no haría nada como lo hizo con Crystall, o eso esperaba.
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Mensaje por Corradine Grimaldi Jue Oct 22, 2015 9:00 pm

Habían pasado tres semanas de la llegada de Chiara a la mansión, dos días después, Estela y Juan se presentaron, sorprendidos por la vuelta de su ama, ya que desde la decisión de su amo de irse a vivir a Italia, llevándose a la niña,  ellos habían decidido volver a Lion, en donde vivía la madre de Juan. Ruggero les encargó vigilar cada tanto la propiedad, para que ésta no se viniera a bajo, aunque les aseguró que no volvería, - para que, he de quedarme, cuando la madre de mis hijos ha muerto - tan tristes y doloridos estaban con aquella noticia, que decidieron hacer las valijas y abandonar la mansión, existían en ella, demasiados recuerdos, de una época colmada de felicidad. Jamás creyeron posible, semejante tragedia, pero, el inquisidor, les había confirmado, su esposa y su hijo, habían muerto, solo le quedaba la pequeña Melanie y no permitiría que nada malo le ocurriera, además, no quería que la niña recordara con tristeza su infancia, permaneciendo en un lugar donde todo le haría pedir por la presencia de su adorada madre.

Así, fue que cuando llegaron a dar la visita de todos los meses, se encontraron que, la casa estaba abierta, Juan tomó una de las armas que llevaba en su coche, entró con suma cautela a la mansión, la que se encontraba en perfecto estado, caminó por la sala de recibo, la biblioteca y entró al despacho de su amo. Allí, acostada en el sofá donde Ruggero solía tomar sus siestas cuando investigando un caso y no deseaba subir a su alcoba, encontró a su señora, dormida tan apacible,  y con una sonrisa en los labios, como si estuviera soñando  momentos de gran dicha.

Dejando el lugar como si hubiera visto un fantasma, corrió en busca de su esposa, quien sin poder creerle, se apresuró a entrar, para ver con sus propios ojos el milagro. Fueron las caricias en su rostro lo que hizo que la joven se despertara, Les miró, sonrió con la dulzura que siempre la caracterizara y como si el tiempo no hubiera pasado les preguntó, - ¿como os ha ido en casa de vuestra madre? - tomó la mano de Estela que seguía conmocionada y llorando, - vamos, que no es la gran cosa... solo he ido a Italia a dejar a los niños con sus tíos - se levantó y les quedó mirando, - ¿que es lo que pasa? por qué me miran como si fuera un fantasma? -.

Pasaron muchas semanas mas, Chiara solo tenía en su cabeza la certeza de que su familia regresaría para navidad, y debía preparar una gran celebración. Ya había hecho bajar del ático el árbol de navidad, los adornos de la fiesta mas amada por la italiana. Todavía recordaba como disfrutara de su primera navidad en la mansión Rosso, cuando solo eran dos, y su abultado vientre, Ruggero jamás festejaba la navidad, había sido ella quien impusiera aquella celebración, como las mas importante de la familia Rosso. Para Chiara ese años era indispensable poderlo disfrútalo junto con sus seres queridos.

Toda la mañana, un único pensamiento rondó su cabeza, ¿como estaría su hermana del alma?  su amiga Crystal. En las semanas posteriores a su regreso, intentó en varias ocasiones acercarse hasta la mansión Van Wijs, pero al  final quedaba solo en planes, postergado por algo. Fue por esa razón, que cuando se dispuso ha realizar las invitaciones para el baile de Navidad, aquel que daría, la noche en que llegaran su hermana, su cuñado, sus hijos y su amado Ruggero; los esposos Van Wijs, serían los primeros en ser invitados, porque para ella, tanto la bruja como el ilusionista, eran parte de su amada familia.

Aquella mañana, se apresuró en pedir que fueran a buscar las tarjetas que había encargado dos días atrás, a la imprenta Fourdrinier, quien le aseguró que esa misma mañana las tendría en su despacho. Priscila se ofrecido en ir a buscar el encargo, a lo que Chiara estuvo mas que agradecida, la joven era su apoyo desde su vuelta al hogar, convirtiéndose  en su mano derecha.

Se encontraba en el despacho de su esposo cuando escuchó que llamaban a la puerta, no se movió de aquel lugar, hasta que Estela apareció para informarle que el señor Van Wijs necesitaba hablar con ella. El corazón de Chiara saltó de alegría y tras dejar salir una risa cristalina, se apresuró a encontrarse con él. Corrió por el pasillo rumbo al salón, como si fuera una chiquilla, abrió la puerta y se quedó en silencio, contemplándole, como si hubieran pasado años desde la última vez que lo viera. Con los ojos llenos de lagrimas, pero de alegría, le habló - Dereck, mi querido amigo - dijo antes de caminar hacia él con el ímpetu de una joven que ve a un amigo al que ha extrañado por años.
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Mensaje por Derek Van Wijs Dom Oct 25, 2015 12:08 pm

Esperó en el recibidor. Tenía la carta entre sus manos y la hacía girar constantemente. El sudor de sus manos debilitaban la laca del sello Van Wijs. Mas él sabía que aunque quitara el sello la carta no se abriría. No hasta que Chiara lo hiciera. ¿Pero de qué se trataba? Volvió a pensar. No era realmente que dejara de pensar en ello. Siempre lo tuvo presente; sin embargo, a veces dejaba que su mente se desviara a otro pensamiento. Por ejemplo, el hecho de escuchar tan silenciosa la mansión. ¿Era acaso que sus niños no estaban?, también evocaba las expresiones de los sirvientes de los Rossos. Por supuesto, no esperaban sorpresa, pero no se trataba de eso exactamente. Era el hecho de que alguien viniera, quien fuera. Sus ojos lo revelaban. No esperaban que alguien la viniera a ver. Quiso expande su ilusión para entrar en la mente de los sirvientes y saber que sucedía, cuáles eran sus temores. Mas no lo hizo, lo respetó. Ivette le hizo prometer no usar sus poderes para ese caso de tretas y aunque a veces le fallaba trataba de no faltarle.

Finalmente apareció la señora. Lucía diferente. No se trataba de la juventud o la belleza. Eran sus ojos. No parecían los mismos. Podía ver una locura en ellos, sintió una tristeza ahogada en una confusión. Una realidad distorsionada «¿qué fue lo que le paso?»; notó de nuevo la ausencia de sus hijos y del mismo Ruggero. «Lo siento amor» se disculpó y caminó hasta Chiara, acortando el camino. Hizo una reverencia escondiendo la carta detrás y le dedicó una sonrisa amplia como sincera. Luego, le extendió la mano para que ella tomara la de él. Se hizo el contacto, la energía de Derek pasó a la delicada de ella y con su reminiscencia exploró el pasado de la que fuera única amiga de Crystall en su vida social; lejos de la cacería de inquisidores. Pudo verlo entonces.

Como imágenes vio un ataque de Ruggero, vio unas tierras que él desconocía. Un castillo, una tristeza, un cuervo y los pequeños ya grandes jugando en los jardines de esas tierras desconocidas. «¿Cuántos años han pasado?» no importaba, seguía explorando, un incendio; después, un vacío en su mente que aunque al parecer no estaba si él se esforzaba lo sacaría de su subconsciente, mas decidió respetar el trauma que ella había encerrado. El albergue, y la locura. «¡Dios! ¿qué le hiciste a esta mujer?» melancolía, un abismo aterrador y necesario para que ella subsistiera. Aquella locura la había salvado de la muerte. ¿Dónde estaban sus hijos? Regresó a la mansión pero ellos ya no estaban. ¿Los llevó con su hermana? No, no era cierto. Pero no podía aceptar la verdad. Ella no sabía que sucedió o mejor dicho no quería admitirlo. Derek lo vio, mas no se lo diría. Ya había violado la confianza de Chiara como para decirle yo sé que es lo que pasa.

Me es grato volverla a ver señora Rosso. Lamento que mi hermana no pudiera acompañarla. Mas me dejó esta carta, espero que explique la razón. Si no lo hace ya se lo explicaré yo —sacó la carta oculta y se la entregó. En el momento en que la carta tocó los dedos de Chiara, emitió una luz negra que se desvaneció como polvo… ese era el hechizo de protección. La carta podía ser abierta.
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Mensaje por Corradine Grimaldi Sáb Nov 21, 2015 7:23 pm

Pudo sentir una calidez que la recorría, cuando el esposo de su amiga, tomo su mano. Sonrió a esos ojos que siempre le habían parecido misteriosos, cargados de sentimientos encontrados hacia ella y su familia. Pero en ese momento, reinaba en ellos la tristeza, como si supiera algo que no deseaba tener que expresar. Cuando el saludo terminó y tuvo en sus manos la carta, volvió a observarlo, furtivamente, había un brillo especial, no podía saberlo, pero intuía que era algo muy parecido a lo que ella viviera en momentos de plena paz  junto a su esposo,  en especial cuando esperaban a sus hijos. Aquello hizo que sonriera y se alejara de él, para leer la carta, ¿acaso le diría que estaba esperando un hijo? ¿Por fin habrían arreglado sus diferencias con Derek?  

Acercándose al ventanal, rompió el lacre de la misiva y la extendió. Se sorprendió que  apenas tuvieran un par de líneas, jamás sus cartas habían sido tan escuetas, en verdad esperaba un escrito extenso. Pero supuso que tal vez era porque pronto vendría a visitarla.  Extendió mejor el papel, en el que la bella caligrafía de la bruja le hizo volver a sonreír, - tan delicada y hermosa – susurró, mientras su mirada recorría la superficie escrita, suspiró al comprobar que en verdad apenas constaba con dos párrafos de pocas líneas. Inspiró y se dedicó a leer en silencio, -“Mi querida Chiara; quisiera estar en éstos momentos contigo, poder abrazarte y decirte que a lo que te has enfrentado, solo era un sueño, pero eso sería mentirte. Cuando leas esto, ya no estaré, mi destino fue otro, lejos de allí, de Derek, de ti, y aunque no fuera lo que soñé, quiero que sepas que siempre recordaré nuestra amistad y nuestros secretos.  Solo, te pido, que seas fuerte, y aunque el destino se vuelva caótico, y que jamás volvamos  a vernos, recuerdes que siempre lograras superar las tragedias. Se feliz Chiara, a pesar de todo, no dejes que tu vida termine por el odio, las ausencias  y la muerte, siempre has sido fuerte, aunque te niegues admitirlo. Es tiempo de renacer” - Levantó su rostro del párrafo y miró hacia el jardín, las risas de sus hijos llegaron a sus oído, llamándola – Mamá, mamita – los observó un instante corriendo en mitad del jardín, saludándola con sus manitas en alto, para luego desaparecer.

Giró su cuerpo que temblaba, como si estuviera desnuda en mitad de una ventisca de nieve. Sus manos sostenían la carta, arrugándola.  Su mirada buscó la ajena, con su ceño fruncido y sus ojos cuajados de lágrimas. Con un suave movimiento de  cabeza negaba aquella verdad que pugnaba liberarse las cadenas de su locura. Sus labios intentaban poner en palabras, sus más aterradores pensamientos, - No… no puede ser verdad, ellos, Crystall… mis amados… no pueden haberse desvanecido…  - sus sollozos, no le permitía expresarse con claridad, caminó tambaleándose hasta donde el brujo se encontraba. Con sus manos temblorosas, lo tomó por los brazos e intentó zamarrearlo pero le faltaban las fuerzas.
Chiara, necesitaba que,  Derek, le explicase el contenido de esa terrible misiva, debía ser una broma de parte de su amiga, pero jamás la había creído capaz de algo semejante, - ¿Donde esta… porqué me haces esto? mis hijos están en Italia… Ruggero en  una misión – le intentó gritar, pero no tenía voz para hacerlo, sus palabras solo eran susurros. Cerró sus ojos y volvió a negar con la cabeza, mientras sus fuerzas le abandonaban y se deslizaba quedando de rodillas ante Derek, si hubiera podido,  le habría suplicado le  confirmara  que aquello solo se trataba de  una broma de mal gusto, pero su alma, intuía que la tragedia de la  que hablaba en la carta, Crystall, se trataba de un dolor que ya había sufrido, pero no podía recordar.

Levantó el rostro bañado en lágrimas, intentando encontrar la mirada del brujo, Inspiró con dificultad, pues el corazón le dolía, causándole punzadas que parecían  desgarrarlo, - Por favor… ayúdame… ayúdame a entender – le suplicó.
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Mensaje por Derek Van Wijs Dom Dic 20, 2015 1:04 am

Para él también era impactante. Si bien es cierto que en el camino muchas veces se imaginó la reacción de Chiara a modo de poder anticiparse a lo que sea que hiciera ella; usó incluso su premonición pero no consiguió nada y no era que ella le cerrara la mente, o aunque podía serlo. Quizás era un vampiro, sin embargo, nunca creyó que pudiera ser locura. Ahora veía que era un hecho por lo que escuchaba de ella. Aún ignoraba lo que decía la carta, pero las acciones de Chiara indicaron a Derek que no interpretó la muerte o al menos no la quiso aceptar entre líneas «¿por qué» tenía que investigarloo antes de darle sus respuestas.

El ilusionista esperó a que le soltase las piernas y caminó hasta un sillón —¿Te importa si tomo asiento? —dijo cotesmente y con languidez se acomodó en el sillón—. Hay muchas cosas que desconoces y para comprender el destino de Crystall tienes que descubrir —desvió la mirada hacía los jardines y vio una visión de Chiara y Ruggero juntos, sonrió de lado recordándose a sí mismo con Crystall antes de que se presentaran sus ancestros y su vida cambiara.

Crystall fue la quinta hija de una familia de clase media que se dedicaba al circo. Su padre era un gran ilusionista, de él heredó sus poderes aunque tan distintos a los de su padre, pues mientras el ilusionista Lennert podía crear vividas ilusiones, crear empatía con las personas y ver a través de ellas, no su cuerpo, su alma; y una que llamamos vigoris y trata de sanamiento; mientras que ella podía controlar el clima, podía controlar a los muertos, manipular las almas para animar cualquier objeto. Pero ella no fue la única en heredar la hechicería de Lennert. El primogénito, un ilusionista con la habilidad de ver más allá del presente y viajar a tráves de los recuerdos, el pasado y el futuro —sonrió mirando directamente a los ojos de Chiara, luego se levantó, caminó hasta ella y se agachó sacando un pañuelo para finalmente limpiar las lágrimas de Chiara—. ¿Comienzas a comprenderlo? Ella no obtuvo el apellido Van Wijs al casarse conmigo, yo soy el primogénito y ella era mi hermana —le tomó las manos y le ayudó a levantarse.

Este secreto sólo lo conocían pocas personas y conservaron por diversas razones. Sabes bien que ella cazaba inquisidores por lo tanto renunció al apellido para que no me relacionaran con ella, sin embargo yo como el popular ilusionista de París ostentaba el sobre nombre de Doreckmair O’Raven. Por mucho tiempo creí que estaba muerta por eso cuando dijo que resurgieramos como los Van Wijs no lo dudé pues no quería perderla. Pero aún siendo mi esposa, aún convirtiéndonos en amantes no pude dejarla de ver como mi hermana, mi pequeña hermana que sobrevivió a la masacre que hicieron los españoles a nuestra familia —Derek desvió la mirada, no soportaría que lo juzgara con los hermosos ojos que él siempre reconoció que tenía la italiana—. Y como pecadores fuimos castigados aunque de una forma muy peculiar. Conocimos a nuestros ancestros, descubrimos que nuestros poderes descienden de la extinguida familia Van Dussel y que el actual príncipe de los Países Bajos no solamente es un vampiro, sino que fue el primer Van Wijs. Para ese momento el príncipe estaba siendo atormentado por una vampiro más poderosa y una cazadora estuvo trás nosotros, nos encontrabamos en fuego cruzado —hizo una pausa y se tocó el cuello acariciando la marca que la cazadora dejó en él cuando lo torturó en su propia mansión.

Conseguimos una victoria y se formó la familia. Nuestra ancestra, Benelope Van Dussel nos obligó a separarnos, Violante otorgó un título de duquesa a Crystall en La Haya y todo terminó entre nosotros. Supe que vino a verte pero no estabas aquí así que se marchó a los Países Bajos para formar una nueva vida. Nos prohibieron vernos, yo reencontré el amor, pero ella sólo me tenía a mí. Crystall no soportó estar sola y viajó a verme... no llegaría a su destino —encaró la mirada de Chiara, la voz de Derek comenzaba a quebrarse—. La vampiro que creímos vencer apareció y Crystall fue a enfrentarla sola. Si bien es cierto que ese demonio era muy poderoso, Crystall también lo era, así que no sé si realmente fue vencida por la vampiro o la tristeza de estar sola —un par de lágrimas recorrieron sus mejillas pero las limpió de inmediato—. Ella no consiguió avanzar pero hubiera deseado que tu lo hicieras, sé que no recuerdas mucho, y creo que la razón de que esté aquí es para ayudarte a avanzar. Dime, ¿quieres recordar sabiendo que te dolerá? —extendió la mano hacía ella y a penas sonrió.
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Mensaje por Corradine Grimaldi Jue Ene 07, 2016 7:22 pm

Escuchó en silencio, las manos apretadas al pecho, juntas como si estuviera rezando, como si intentara que aquellas palabras lograran hacerle entender su caótico presente. Le observó girar el rostro ocultando la mirada, cuando le contó que Crystall y él habían sido hermanos y aún así se convirtieron en esposos y amantes. Pero Chiara no se escandalizó, había vivido tanta pena y tanto sufrimiento en esos meses, que ya no podía juzgar. Perdida entre la ciudad, había observado con sus propios ojos las acciones mas cruentas, los actos mas impropios. Hasta que su amigo, el señor Burger la rescatara de la calle y la llevara a vivir con él y su esposa. Fue allí que recordó parte de su pasado, que pudo volver a esa casa y allí esperar que sus amados regresaran. Jamás podría juzgarlos, a pesar de ser un amor prohibido, ¿quien era ella para oponerse? una mujer que se había casado con un extraño, que no conocía nada del pasado de su esposo y que ni siquiera sabía donde se encontraba éste ahora. A su mente llegaron vagos recuerdos, pero éstos se desintegraban a penas formar la imagen mental, como si algo en su cabeza le impidiera. Cerró los ojos intentando recordar algún detalle de su vida junto a  su amiga, más no lo consiguió, se  lamentó no haber estado en casa, cuando ésta la buscara, - si tan solo me hubiera encontrado, yo le habría dicho... - sus cavilaciones cesaron  - ¿que le habría dicho? - no lo sabía, solo estaba segura que la hubiera apoyado, en la sedición que eligiera y jamás la habría dejado sola, mas todas esas cavilaciones eran en vano, ella ya no estaba allí, ni siquiera se encontraba ya, en éste plano, había desaparecido, como lo hicieran sus padres, sus hermanos. Las lagrimas continuaron descendiendo sin pausa por sus mejillas, mientras el corazón se diluía de tristeza.

Se levantó del suelo y se acercó al hechicero, intentaba no llorara, mas le era imposible. Su cabeza se convertía en un tumulto de pensamientos, de miedos y de reproches a si misma, por haber olvidado, por crear esa barrera que le impedía buscar la verdad de lo vivido. Solo recordaba, la noche en que su esposo saliera de viaje, luego de la muerte de Girolamo, para recordar solo su vuelta a París, - entonces... ¿había viajado? -  algo de eso recordaba, pero no lograba encontrar en su cabeza el nombre del lugar al que se había dirigido junto con sus hijos. Como tampoco tenía claro donde estaban ahora ellos, -  ¿si no están con Giulia, ni con mi esposo, con quien están?  - el sentimiento de angustia se apoderó de su cuerpo, debería abandonar todo, buscar su abrigo y viajar lo antes posible a Italia, porque sus hijos estaban allí ¿verdad?

Su mirada buscó la del mago, apesadumbrada y perdida - si - fue su contestación - ansío saber que ha pasado todo éste tiempo - tomó las manos del hombre, su mirada no dejó de buscar la respuesta en las pupilas azul celestes del hermano de su amiga, - comencemos, no puedo seguir en éste mar de incertidumbres, solo tú puedes ayudarme a recuperar  aquellos recuerdos que he perdido -.
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