AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
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Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
El vampiro estaba dejando de sangrar, aún tenía algunas heridas de ballesta en el hombro, allí donde más le costaba cicatrizar. La tocó para corroborar que la sqngre dejaría de correr por ese orificio en breve.
Frente a él, la figura desgarbada de una niña en camisón blanco con manchas en una posición anormal y molesta incluso a la vista sobre la cama con dosel.
Ambos en la soledad de la habitación del vampiro, situada en lo que sería la buhardilla, con sólo un amplio ventanal, cortinados gruesos con diseños egipcios de hace varios años, un recuerdo traído de El Cairo en uno de esos viajes que siempre rememoraría. La pálida luna se filtraba por una de las esquinas, ya eran casi las 3 o 4 de la mañana por lo que distinguía. Se aproximó a la luz y encendió con una cerilla uno de esos cigarrillos que sirven para relajar el cuerpo. Observó en los alrededores la arboleda poblada. Estaban lejos de los ruidos de la ciudad y por ello confiaba en que los gritos de la niña que yacía muerta en el lecho no hubiesen sido oídos por humanos al menos.
Derkesthai, su compañero de sangre, comprendería cualquier tipo de arrebato. El era inocente y puro en todo su ser, nunca podría quitarle la vida. No lo creía posible.
Contuvo el humo, saboreando el aroma del tabaco, mezclado con opio y otras hierbas. Al menos lo relajaba. Se miró en el espejo de pie colocado al costado suyo y notó su cuerpo completo, restos de sangre por doquier y una mirada frenética como todas las veces que reclamaba una vida para sus fila ¿acaso se consideraba un ángel de la muerte como para terminar con la vida de quien quisiese? Por eso había terminado en esa persecución a manos de condenados, inquisidores que le venían siguiendo la pista desde que piso el teatro esa nocje. Conocían sus movimientos y sabían que su aclamado Dios iba a darle ventaja en esta oportunidad y así había terminado herido de gravedad y llevado al límite de tener que darle el beso de despedida a la niña que se alojaba desde el viernes en su casa en misión de aprender a tocar el piano.
- Su propia divinidad me dio su bendición para ello - se confirmó Julien recitando la frase como un poseso. Se giró y vio la postura incómoda del cadáver de la niña. En su mejilla derecha un cardenal se mostraba creciente contra la palidez de su tez. Sus ojos estaban apagados.
- No sabes cómo lamento esto - le dijo aún sin sentimiento en la voz.
Y de pronto lo recordó. Su madre, ella sería la encargada de delatarlo si algo salía mal. Era una señora de alta sociedad y escandalosa como madre soltera. Lo titularía de monstruo si notaba algún aspecto irreal en el cuerpo de su adorada niña. La mirada del vampiro se oscureció como la arboleda esa noche, lejana y profunda en pleno invierno. Un murmullo, una voz interna que sugería una alternativa. La más viable al menos.
Búscala a Mina... Sabes que ella puede...
Suspiró con recelo. Aún no sabía si era de confiar, pero en París sus trabajos eran de lo más aclamados. Lo meditó fumando con consciencia, saboteando sus planes mentalmente. Haciéndose cargo de lo atroz como algo sumamente normal.
A la mañana siguiente envió recado de ir en su búsqueda, pidió a sus criados que no ingresaran a la habitación. Mintió diciendo que la niña había muerto esa misma noche de una caída por las escaleras y que llevarian a cabo el velorio de la misma después de la la visita de la Señorita Valentine que se encargaría de los preparativos. Por su parte mando a llamar a floristas para darle curso a la ceremonia. Alguien avisaría a su madre y familiares cuando su cuerpo estuviera incorrupto y tratado.
No pensó que iban a ser estas las circunstancias, pero al menos iba a poder contemplar el trabajo de Mina de cerca de una vez por todas. Esto siempre le habia despertado curiosidad. Ya había revisado y analizado los cuerpos de los cadáveres miles de veces, pero nunca buscó preservar un cuerpo.
Frente a él, la figura desgarbada de una niña en camisón blanco con manchas en una posición anormal y molesta incluso a la vista sobre la cama con dosel.
Ambos en la soledad de la habitación del vampiro, situada en lo que sería la buhardilla, con sólo un amplio ventanal, cortinados gruesos con diseños egipcios de hace varios años, un recuerdo traído de El Cairo en uno de esos viajes que siempre rememoraría. La pálida luna se filtraba por una de las esquinas, ya eran casi las 3 o 4 de la mañana por lo que distinguía. Se aproximó a la luz y encendió con una cerilla uno de esos cigarrillos que sirven para relajar el cuerpo. Observó en los alrededores la arboleda poblada. Estaban lejos de los ruidos de la ciudad y por ello confiaba en que los gritos de la niña que yacía muerta en el lecho no hubiesen sido oídos por humanos al menos.
Derkesthai, su compañero de sangre, comprendería cualquier tipo de arrebato. El era inocente y puro en todo su ser, nunca podría quitarle la vida. No lo creía posible.
Contuvo el humo, saboreando el aroma del tabaco, mezclado con opio y otras hierbas. Al menos lo relajaba. Se miró en el espejo de pie colocado al costado suyo y notó su cuerpo completo, restos de sangre por doquier y una mirada frenética como todas las veces que reclamaba una vida para sus fila ¿acaso se consideraba un ángel de la muerte como para terminar con la vida de quien quisiese? Por eso había terminado en esa persecución a manos de condenados, inquisidores que le venían siguiendo la pista desde que piso el teatro esa nocje. Conocían sus movimientos y sabían que su aclamado Dios iba a darle ventaja en esta oportunidad y así había terminado herido de gravedad y llevado al límite de tener que darle el beso de despedida a la niña que se alojaba desde el viernes en su casa en misión de aprender a tocar el piano.
- Su propia divinidad me dio su bendición para ello - se confirmó Julien recitando la frase como un poseso. Se giró y vio la postura incómoda del cadáver de la niña. En su mejilla derecha un cardenal se mostraba creciente contra la palidez de su tez. Sus ojos estaban apagados.
- No sabes cómo lamento esto - le dijo aún sin sentimiento en la voz.
Y de pronto lo recordó. Su madre, ella sería la encargada de delatarlo si algo salía mal. Era una señora de alta sociedad y escandalosa como madre soltera. Lo titularía de monstruo si notaba algún aspecto irreal en el cuerpo de su adorada niña. La mirada del vampiro se oscureció como la arboleda esa noche, lejana y profunda en pleno invierno. Un murmullo, una voz interna que sugería una alternativa. La más viable al menos.
Búscala a Mina... Sabes que ella puede...
Suspiró con recelo. Aún no sabía si era de confiar, pero en París sus trabajos eran de lo más aclamados. Lo meditó fumando con consciencia, saboteando sus planes mentalmente. Haciéndose cargo de lo atroz como algo sumamente normal.
A la mañana siguiente envió recado de ir en su búsqueda, pidió a sus criados que no ingresaran a la habitación. Mintió diciendo que la niña había muerto esa misma noche de una caída por las escaleras y que llevarian a cabo el velorio de la misma después de la la visita de la Señorita Valentine que se encargaría de los preparativos. Por su parte mando a llamar a floristas para darle curso a la ceremonia. Alguien avisaría a su madre y familiares cuando su cuerpo estuviera incorrupto y tratado.
No pensó que iban a ser estas las circunstancias, pero al menos iba a poder contemplar el trabajo de Mina de cerca de una vez por todas. Esto siempre le habia despertado curiosidad. Ya había revisado y analizado los cuerpos de los cadáveres miles de veces, pero nunca buscó preservar un cuerpo.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/02/2014
Localización : Paris
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
Que irónico que mi vida, sea medida en muertes
Arreglar cuerpos no era un trabajo sencillo, y mucho menos sin tener un ayudante que usara la fuerza para serle útil a ella. Mina se las arreglaba sola para mover de muchas maneras a los difuntos y dejarlos listos, desde el lavado hasta el maquillaje. Sin pensarlo, había adquirido algo más de fuerza muy a pesar de su estatura, y maniobraba con difuntos de distintos tamaños para dejarlos como el cliente los pedía. Últimamente ya venía pensando en que tener un aprendiz sería una buena idea. El asunto es que alguien dejara de lado su temor y se animara con la mera idea de aprender, pese a que por obvias razones recibiría un buen pago.
Cuando Mina llegó a París, tuvo que ingeniárselas para darse a conocer a través de papelitos distribuidos por toda la ciudad. Informaba sus servicios sin ahondar demasiado y dejaba la dirección del lugar que había alquilado para vivir y ganarse la vida. Competir contra la morgue no había sido demasiado sencillo, pero tenía a favor el dar servicios adicionales que todavía ellos no prestaban, tal como el asunto de la fotografía o el simple hecho de maquillar a los muertos como si estuvieran todavía vivos. Por suerte, con el paso de los días su trabajo se había hecho famoso y se conocía por el voz a voz. Su esfuerzo por darse a conocer ya no era necesario más que a través de sus propios trabajos y era conocida incluso entre los sobrenaturales, que cada vez aparecían con mayor constancia en la puerta. Mina jugaba con fuego, y lo sabía a tal punto que siempre guardaba silencio, cosa que no era muy difícil dado que por lo general, se le veía sola.
La puerta de su casa era tocada a cualquier hora y su sueño era lo más interrumpido que pudiese tener. Había tenido que optar últimamente por dormir de día, puesto que era el horario en el que menos la solicitaban y en el que podía descansar un poco más. Se acostaba en cuanto el sol salía y volvía a levantarse a eso de las cuatro o cinco de la tarde. Comía en cuanto se daba un baño y proseguía su oficio esperando la noche, el horario en el que más la llamaban, sobre todo los sobrenaturales y la policía. Al final, ambos estaban en distintos bandos pero querían lo mismo: Ocultar marcas visibles de cosas que en principio, no tendrían explicación.
Por lo general, los cuerpos eran llevados a su casa, donde tenía todo lo necesario para entregar un trabajo inmaculado y a tiempo. No obstante, algunos pedían que fuese Mina la que se trasladase para hacer el procedimiento con mayor cautela y confidencialidad. El desplazamiento le suponía a ella un esfuerzo multiplicado, puesto que trasladar todo lo que necesitaba era un completo lío. Las cosas pesaban, eran demasiadas y, a menudo, se veía obligada a solicitar los servicios de más de un cochero. Por supuesto, así mismo cobraba.
Esa mañana la puerta sonó temprano y tuvo que levantarse a pesar de no querer. El servicio que solicitaban no era inmediato y requerían el traslado de Mina para aquella misma noche. Como era de esperarse, aceptó, tomó la dirección, y partió en cuanto cayó la noche, con todas sus cosas y con la mente dispuesta a divagar lo suficiente para impedir que, si el cliente era vampiro, tuviese acceso a ella. Ya venía entrenando, algo sabía del tema y más le valía practicar para mantener tanto sus secretos como sus comentarios para sí misma en privado, como deberían estar.
El camino fue más largo de lo esperado y cuando llegaron a las afueras de París, no tuvo que preguntar nada para saber que su cliente de esa noche sería de nuevo un vampiro. Estaban apareciendo demasiado y la estaban solicitando como no creyó posible ¿Hasta qué punto no vería la policía eso como complicidad? Muchos sabían de la existencia de lo no humano, pero para Mina, todo se trataba de negocios. Y con eso en mente, llamó a la puerta una vez hubo llegado.
Cuando Mina llegó a París, tuvo que ingeniárselas para darse a conocer a través de papelitos distribuidos por toda la ciudad. Informaba sus servicios sin ahondar demasiado y dejaba la dirección del lugar que había alquilado para vivir y ganarse la vida. Competir contra la morgue no había sido demasiado sencillo, pero tenía a favor el dar servicios adicionales que todavía ellos no prestaban, tal como el asunto de la fotografía o el simple hecho de maquillar a los muertos como si estuvieran todavía vivos. Por suerte, con el paso de los días su trabajo se había hecho famoso y se conocía por el voz a voz. Su esfuerzo por darse a conocer ya no era necesario más que a través de sus propios trabajos y era conocida incluso entre los sobrenaturales, que cada vez aparecían con mayor constancia en la puerta. Mina jugaba con fuego, y lo sabía a tal punto que siempre guardaba silencio, cosa que no era muy difícil dado que por lo general, se le veía sola.
La puerta de su casa era tocada a cualquier hora y su sueño era lo más interrumpido que pudiese tener. Había tenido que optar últimamente por dormir de día, puesto que era el horario en el que menos la solicitaban y en el que podía descansar un poco más. Se acostaba en cuanto el sol salía y volvía a levantarse a eso de las cuatro o cinco de la tarde. Comía en cuanto se daba un baño y proseguía su oficio esperando la noche, el horario en el que más la llamaban, sobre todo los sobrenaturales y la policía. Al final, ambos estaban en distintos bandos pero querían lo mismo: Ocultar marcas visibles de cosas que en principio, no tendrían explicación.
Por lo general, los cuerpos eran llevados a su casa, donde tenía todo lo necesario para entregar un trabajo inmaculado y a tiempo. No obstante, algunos pedían que fuese Mina la que se trasladase para hacer el procedimiento con mayor cautela y confidencialidad. El desplazamiento le suponía a ella un esfuerzo multiplicado, puesto que trasladar todo lo que necesitaba era un completo lío. Las cosas pesaban, eran demasiadas y, a menudo, se veía obligada a solicitar los servicios de más de un cochero. Por supuesto, así mismo cobraba.
Esa mañana la puerta sonó temprano y tuvo que levantarse a pesar de no querer. El servicio que solicitaban no era inmediato y requerían el traslado de Mina para aquella misma noche. Como era de esperarse, aceptó, tomó la dirección, y partió en cuanto cayó la noche, con todas sus cosas y con la mente dispuesta a divagar lo suficiente para impedir que, si el cliente era vampiro, tuviese acceso a ella. Ya venía entrenando, algo sabía del tema y más le valía practicar para mantener tanto sus secretos como sus comentarios para sí misma en privado, como deberían estar.
El camino fue más largo de lo esperado y cuando llegaron a las afueras de París, no tuvo que preguntar nada para saber que su cliente de esa noche sería de nuevo un vampiro. Estaban apareciendo demasiado y la estaban solicitando como no creyó posible ¿Hasta qué punto no vería la policía eso como complicidad? Muchos sabían de la existencia de lo no humano, pero para Mina, todo se trataba de negocios. Y con eso en mente, llamó a la puerta una vez hubo llegado.
Mina Valentine- Humano Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 31/07/2014
Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
Durante el lapso diurno sus sirvientes se habían encargado del cuerpo de la niña, la cubrieron con mantas blancas y la dejaron en una de las habitaciones reservadas para las visitas. Todos los empleados del vampiro eran parisinos de clase baja y creyentes. Hacía poco se había mudado a la casa y nada conocían de él aún. No había pasado ningún incidente salvo el que ahora lo sometía a su realidad. La muerte.
Poco a poco entenderían que la casa estaba maldita, que su dueño estaba muy lejano a la iluminación, a pesar de tener guardado un hábito de cura entre sus ropas como recuerdo de ese pasado tan diverso que tuvo en sus andanzas por Rusia. Lo guardaba porque esas cosas eran dignas de recordarlas al menos y esos eran recuerdos de felicidad. Extraño pero cierto. Julien poco recordaba de su vida como humano.
El ama de llaves se habían ocupado de la disposición de las flores por el cuarto central de la estancia, habían preparado unas cuantas galletas para el café y budines, se podía sentir el aroma en el aire a pesar de no ser la complacencia de su estómago. Pero sobre todas las cosas habían dado con Mina. Julien informaba su reclusión durante el día advirtiendo de una enfermedad en la piel, esa debilidad le daba pie a su mentira y a las largas horas que pasaba en su habitación. Unos golpeteos en la puerta y un pequeño que se asomaba para informar que habían dado con la joven que había pedido y que esta vendría por la noche.
¡Perfecto! Si había algo que tenía ganas era de tener la oportunidad de cruzar palabras con esta joven tratante de muertos. Vaya uno a saber las cosas que de allí podría averiguar. Su trabajo era algo que el vampiro quiso desde pequeño y cuyas alas habían cortado dejándolo a merced de los requerimientos familiares que poco coincidían.
La tarde había volado entre las hojas que había desparramado por su escritorio donde dejaba dato tras dato de las observaciones que hacía de distintas personas llamativas -a su parecer- de la sociedad parisina. Su escritura era fluida y enérgica y gracias a ello sus días volaban. Levantó la vista una vez más para remojar la pluma y escuchó los golpes en la puerta. Aún no habían avisado a la familia de la niña por lo que no había confirmadas más visitas que la de Valentine.
Cruzó la puerta de la habitación con ansiedad y la cerró tras de sí en movimientos demasiado rápidos a la vista humana y bajó las escaleras, a uno de los lados estaba el esclavo de sangre enfrascado en la escritura de partituras sobre el piano, no vio su cara pero si notó si bella cascada de cabello cayendo a ambos lados de su nuca. Con paso firme llegó a la puerta antes que el ama de llaves y abrió.
- Mademoiselle Mina, gracias por venir. Pase, la estábamos esperando - comentó mientras daba paso abriendo la puerta de par en par para que pasará ella y con un breve gesto le indicó a los empleados que se dispusieran a ingresar las pertenencias de la dama dentro de la casa.
No sentía dolor por la pérdida de la niña, sin embargo era necesario mostrar ciertas actitudes más sensibles en esta ocasión. Ambos ingresaron y mientras ingresaban a la cada los instrumentos de trabajo se dedicó a caminar hasta la sala, examinando con prestancia a la mujer. Tenía una belleza exquisita reconoció el vampiro. Sutileza y firmeza a la vez y cautivante mirada.
- Estamos preparando el velatorio de la niña fallecida. Su cuerpo descansa en una de las habitaciones por ese pasillo. Sepa que dispone de toda la casa para realizar sus actividades y estoy aquí para lo que necesite Mina- se dispuso el vampiro, manteniendo un tono tranquilo, bajo y neutro mientras esperaba las solicitudes de la dama.
Poco a poco entenderían que la casa estaba maldita, que su dueño estaba muy lejano a la iluminación, a pesar de tener guardado un hábito de cura entre sus ropas como recuerdo de ese pasado tan diverso que tuvo en sus andanzas por Rusia. Lo guardaba porque esas cosas eran dignas de recordarlas al menos y esos eran recuerdos de felicidad. Extraño pero cierto. Julien poco recordaba de su vida como humano.
El ama de llaves se habían ocupado de la disposición de las flores por el cuarto central de la estancia, habían preparado unas cuantas galletas para el café y budines, se podía sentir el aroma en el aire a pesar de no ser la complacencia de su estómago. Pero sobre todas las cosas habían dado con Mina. Julien informaba su reclusión durante el día advirtiendo de una enfermedad en la piel, esa debilidad le daba pie a su mentira y a las largas horas que pasaba en su habitación. Unos golpeteos en la puerta y un pequeño que se asomaba para informar que habían dado con la joven que había pedido y que esta vendría por la noche.
¡Perfecto! Si había algo que tenía ganas era de tener la oportunidad de cruzar palabras con esta joven tratante de muertos. Vaya uno a saber las cosas que de allí podría averiguar. Su trabajo era algo que el vampiro quiso desde pequeño y cuyas alas habían cortado dejándolo a merced de los requerimientos familiares que poco coincidían.
La tarde había volado entre las hojas que había desparramado por su escritorio donde dejaba dato tras dato de las observaciones que hacía de distintas personas llamativas -a su parecer- de la sociedad parisina. Su escritura era fluida y enérgica y gracias a ello sus días volaban. Levantó la vista una vez más para remojar la pluma y escuchó los golpes en la puerta. Aún no habían avisado a la familia de la niña por lo que no había confirmadas más visitas que la de Valentine.
Cruzó la puerta de la habitación con ansiedad y la cerró tras de sí en movimientos demasiado rápidos a la vista humana y bajó las escaleras, a uno de los lados estaba el esclavo de sangre enfrascado en la escritura de partituras sobre el piano, no vio su cara pero si notó si bella cascada de cabello cayendo a ambos lados de su nuca. Con paso firme llegó a la puerta antes que el ama de llaves y abrió.
- Mademoiselle Mina, gracias por venir. Pase, la estábamos esperando - comentó mientras daba paso abriendo la puerta de par en par para que pasará ella y con un breve gesto le indicó a los empleados que se dispusieran a ingresar las pertenencias de la dama dentro de la casa.
No sentía dolor por la pérdida de la niña, sin embargo era necesario mostrar ciertas actitudes más sensibles en esta ocasión. Ambos ingresaron y mientras ingresaban a la cada los instrumentos de trabajo se dedicó a caminar hasta la sala, examinando con prestancia a la mujer. Tenía una belleza exquisita reconoció el vampiro. Sutileza y firmeza a la vez y cautivante mirada.
- Estamos preparando el velatorio de la niña fallecida. Su cuerpo descansa en una de las habitaciones por ese pasillo. Sepa que dispone de toda la casa para realizar sus actividades y estoy aquí para lo que necesite Mina- se dispuso el vampiro, manteniendo un tono tranquilo, bajo y neutro mientras esperaba las solicitudes de la dama.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Localización : Paris
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
La muerte merece mi silencio, pero mi vida aún más
En cuanto ingresó al lugar, el olor a café le inundó las fosas nasales ¿Era entonces esa la casa de un vampiro? Jamás, hasta ahora, había sentido el olor a alguna bebida caliente o comida cualquiera en un lugar así. Eso no era peculiar por más que tuvieran humanos a su servicio, nunca le había pasado, por lo que aquello capturó rápidamente su atención. Con presteza, los empleados se movieron para guiarla en un primer momento, y antes de lo que tenía pensado, el anfitrión hizo acto de presencia. Lo supo en cuanto lo vio, con esa apariencia excéntrica a modo de adorno de esa piel blancuzca tan digna de la muerte. —Por supuesto, muchas gracias— respondió ella, que desconocía el nombre de aquél para quien trabajaría esa noche. Por alguna razón, aquél que la había solicitado no había mencionado nada sobre su señor, e incluso, se había negado a mencionar cualquier nombre o apellido del solicitante. Sólo había proporcionado una dirección, dejando en claro que no necesitaría nada más para proporcionar sus servicios. Y quizás tenía razón. Era mejor así, saber poco y trabajar mucho.
Tras avanzar un poco, se le informó sobre el tipo de cuerpo al que arreglaría. Se trataba de una niña y, lamentablemente para la época, era su especialidad. Para entonces, las epidemias y pestes eran de lo más común, e incluso las familias que llegaban a tener más de cinco hijos, tenían más que claro que de ellos, sobrevivirían apenas uno o dos, con suerte, quizás tres. El asunto allí, era la causa de muerte de la pequeña, la cual necesitaba conocer para saber cómo debía proceder. — ¿Alguien la ha visto antes que yo? ¿O tengo un tiempo limitado para un velatorio ya arreglado? — Quiso saber ella, interpretando el asunto del velatorio como algo que se necesitaba de prisa por haberse planificado previamente —Sólo necesito un lugar en el que pueda lavar el cuerpo, principalmente. Y mis cosas, por supuesto, que quedaron en la entrada de su casa. — solicitó, esperando llegar al cuerpo para analizarlo ella misma, antes de atreverse a preguntar de inmediato la causa de la muerte. El motivo era obvio, los vampiros, jamás solicitaban arreglos para aquellos fallecidos por causas naturales. El horror siempre estaba tras de sus cadáveres y, la obsesión, era quien marcaba cada una de las huellas.
A pesar de la amabilidad y calma que mostraba aquel inmortal anfitrión, y el aroma dulzón de los postres mezclados con el café, Mina mantenía la frialdad de siempre. Pocas veces rompía sus límites, porque sus únicos familiares habían partido de París al poco tiempo de su llegada, y las amistades no era algo común para ella. Sin mencionar, que había sido claramente advertida por uno de sus primos sobre la confianza con los vampiros. Su brazo a torcer fue lo que obligó a todo el núcleo familiar a desplazarse a otro lugar, dejando a Mina como la única en París que hacía los típicos trabajos tan detallados a los que ellos se dedicaban antes. La diferencia, era que lo perfeccionista que era Mina siempre, le había permitido tener muchos más clientes de lo que sus parientes habían logrado nunca. De hecho, si sus cálculos no fallaban, faltaba muy poco para que la inglesa pudiese comprar el lugar en el que ahora vivía y trabajaba. Por eso debía continuar firme, cada asunto manejado de esa forma, le había concedido alcanzar el nivel que ahora tenía.
Tras avanzar un poco, se le informó sobre el tipo de cuerpo al que arreglaría. Se trataba de una niña y, lamentablemente para la época, era su especialidad. Para entonces, las epidemias y pestes eran de lo más común, e incluso las familias que llegaban a tener más de cinco hijos, tenían más que claro que de ellos, sobrevivirían apenas uno o dos, con suerte, quizás tres. El asunto allí, era la causa de muerte de la pequeña, la cual necesitaba conocer para saber cómo debía proceder. — ¿Alguien la ha visto antes que yo? ¿O tengo un tiempo limitado para un velatorio ya arreglado? — Quiso saber ella, interpretando el asunto del velatorio como algo que se necesitaba de prisa por haberse planificado previamente —Sólo necesito un lugar en el que pueda lavar el cuerpo, principalmente. Y mis cosas, por supuesto, que quedaron en la entrada de su casa. — solicitó, esperando llegar al cuerpo para analizarlo ella misma, antes de atreverse a preguntar de inmediato la causa de la muerte. El motivo era obvio, los vampiros, jamás solicitaban arreglos para aquellos fallecidos por causas naturales. El horror siempre estaba tras de sus cadáveres y, la obsesión, era quien marcaba cada una de las huellas.
A pesar de la amabilidad y calma que mostraba aquel inmortal anfitrión, y el aroma dulzón de los postres mezclados con el café, Mina mantenía la frialdad de siempre. Pocas veces rompía sus límites, porque sus únicos familiares habían partido de París al poco tiempo de su llegada, y las amistades no era algo común para ella. Sin mencionar, que había sido claramente advertida por uno de sus primos sobre la confianza con los vampiros. Su brazo a torcer fue lo que obligó a todo el núcleo familiar a desplazarse a otro lugar, dejando a Mina como la única en París que hacía los típicos trabajos tan detallados a los que ellos se dedicaban antes. La diferencia, era que lo perfeccionista que era Mina siempre, le había permitido tener muchos más clientes de lo que sus parientes habían logrado nunca. De hecho, si sus cálculos no fallaban, faltaba muy poco para que la inglesa pudiese comprar el lugar en el que ahora vivía y trabajaba. Por eso debía continuar firme, cada asunto manejado de esa forma, le había concedido alcanzar el nivel que ahora tenía.
Última edición por Mina Valentine el Vie Mar 25, 2016 10:33 am, editado 1 vez
Mina Valentine- Humano Clase Media
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
Julien se quedó duro. No había contado con tener que explicar mas que lo mínimo respecto a la muerte de la niña, pero estas preguntas imaginaba que se mantendrían en el anonimato de todas formas, asi que continuó con la información que le iba a dar a los familiares de la víctima.
- En realidad nadie ha visto a la niña salvo mis asistentes y yo – no habían llamado a un médico y eso se vería extraño… pero era obvio que la niña estaba muerta, no necesitaba de nadie que lo confirmase, los padres no consultarían por ello tampoco en una situación tan delicada. Era una pena de todas formas tener que mentir por algo tan simple como tomar una vida, suficiente con tener que celebrar el velatorio allí.
- Tenemos previsto el velatorio en unas horas, pero tómese su tiempo, ellos comprenderán en caso que demore un poco mas - aseguro después de examinar el rostro de la mujer frente a él quedándose a la espera de indicaciones, tenía toda la casa para ella pero aun asi era necesario saber a dónde colocaría todo ese instrumental del que disponía.
- Si gusta puede usar mi baño personal que es lo suficientemente amplio para colocar todo. Despreocúpese de sus pertenencias que ya están siendo ingresadas por los sirvientes y que en un santiamén las tendrá en el lugar – comentó con tono práctico el vampiro. Se acercó un poco mas a ella mientras esta estudiaba el lugar y aprovechando la ocasión le preguntó casi en un susurro – Se que sonará extraño, pero… ¿podría quedarme a observar? – la persuasión se dibujo en sus ojos, todos los vampiros podían ser persuasivos hasta cierto punto, si estaba abonando por el trabajo de Mina no dudaba que lo rechazara a menos que ella pusiera algún pero no iba a usar poderes para convencerla. Aunque quedó a la espera bajo una atenta mirada ¿Cuántos de los clientes pedirían tales cosas?
- Venga, por aquí – indicó el vampiro mientras avanzaban hacia el dormitorio de la planta baja donde descansaba el cuerpo de la menor. Se lo notaba mas tieso que antes, la postura al menos había sido menos tortuosa a la vista de lo que la había dejado él en su propia habitación y ahora lucia como una muñeca de porcelana con camisón blanco nuevo y reposando en la cama plácidamente. El vampiro se mantuvo en la puerta mientras uno de los asistentes se acercaba para saber a dónde llevar los menesteres de la señorita Valentine.
De reojo este observaba como ella tomaba con mucha presteza y frialdad su trabajo, era algo envidiable de los humanos, ella no era como los demás, el tiempo le había dado esas características tan lejanas a los sangre caliente y hasta se podría confirmar que esas virtudes las había ganado con cierto dolor.
- En realidad nadie ha visto a la niña salvo mis asistentes y yo – no habían llamado a un médico y eso se vería extraño… pero era obvio que la niña estaba muerta, no necesitaba de nadie que lo confirmase, los padres no consultarían por ello tampoco en una situación tan delicada. Era una pena de todas formas tener que mentir por algo tan simple como tomar una vida, suficiente con tener que celebrar el velatorio allí.
- Tenemos previsto el velatorio en unas horas, pero tómese su tiempo, ellos comprenderán en caso que demore un poco mas - aseguro después de examinar el rostro de la mujer frente a él quedándose a la espera de indicaciones, tenía toda la casa para ella pero aun asi era necesario saber a dónde colocaría todo ese instrumental del que disponía.
- Si gusta puede usar mi baño personal que es lo suficientemente amplio para colocar todo. Despreocúpese de sus pertenencias que ya están siendo ingresadas por los sirvientes y que en un santiamén las tendrá en el lugar – comentó con tono práctico el vampiro. Se acercó un poco mas a ella mientras esta estudiaba el lugar y aprovechando la ocasión le preguntó casi en un susurro – Se que sonará extraño, pero… ¿podría quedarme a observar? – la persuasión se dibujo en sus ojos, todos los vampiros podían ser persuasivos hasta cierto punto, si estaba abonando por el trabajo de Mina no dudaba que lo rechazara a menos que ella pusiera algún pero no iba a usar poderes para convencerla. Aunque quedó a la espera bajo una atenta mirada ¿Cuántos de los clientes pedirían tales cosas?
- Venga, por aquí – indicó el vampiro mientras avanzaban hacia el dormitorio de la planta baja donde descansaba el cuerpo de la menor. Se lo notaba mas tieso que antes, la postura al menos había sido menos tortuosa a la vista de lo que la había dejado él en su propia habitación y ahora lucia como una muñeca de porcelana con camisón blanco nuevo y reposando en la cama plácidamente. El vampiro se mantuvo en la puerta mientras uno de los asistentes se acercaba para saber a dónde llevar los menesteres de la señorita Valentine.
De reojo este observaba como ella tomaba con mucha presteza y frialdad su trabajo, era algo envidiable de los humanos, ella no era como los demás, el tiempo le había dado esas características tan lejanas a los sangre caliente y hasta se podría confirmar que esas virtudes las había ganado con cierto dolor.
Última edición por Julien el Lun Abr 11, 2016 10:38 am, editado 1 vez
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
Mina no estaba allí para cuestionar, y por lo mismo, se limitaba a hacer las preguntas apenas necesarias para poder proceder. Eso facilitaba las cosas y las apresuraba, pese a que Mina podía calcular la hora y motivo de la muerte basada en la rigidez y estado general del cuerpo. El deceso de la gente no pasaba desapercibido, siempre dejaba sus huellas para declarar verdades que tendrían que ser disimuladas por ella.
—Puedo llegar a tardar unas tres horas, con suerte. Eso claro, si no requiere que la niña sea fotografiada. Si lo que necesita es sencillamente arreglar el cuerpo, creo que podré entregarlo a tiempo— y podía. Era un cuerpo pequeño y eso facilitaba muchas cosas, sobre todo a nivel interno. Sin embargo, mantener en un rostro frío la sensación de sueño, no era del todo fácil. Requería una dedicación absoluta, el cuidar detalles minúsculos que para otros pasarían desapercibidos y sobre todo, era necesario hacer que todo eso perdurara las horas requeridas para un velatorio. El trabajo era garantizado porque nadie se exigía como Mina, que revisaba detalles una y otra vez con tal de obtener la excelencia que buscaba. Vivía para eso, y ese placer le mantenía la vida.
— ¿Está usted seguro? No lo cuestiono, por supuesto, pero es un cadáver lo que lavaría en su bañera. No quiero ser muy específica, pero debo abrir el cuerpo y quiero que sepa lo que voy a hacer a groso modo para que decida con conocimiento de causa— la respuesta del vampiro casi descolocó a Mina. Si bien los vampiros eran excéntricos, no se imaginaba una autorización como esa para proceder. Era curioso, porque de ser un humano, se negaría rotundamente al uso de su baño personal para tal efecto; o quizás, si accedía, no volvería jamás a utilizar ese lugar como lo venía haciendo siempre. Lo mejor era preguntar, sin duda. Aunque, tras la solicitud que le susurró el contratante, casi olvidó lo anterior. Él no era impresionable ni mucho menos delicado en asuntos de muerte. Era la curiosidad la que reinaba —Si eso desea, no tengo ningún inconveniente— respondió. Julien podría acompañarla, hasta donde le fuera tolerable.
Pronto, pudo llegar al cuerpo de la niña, a la que evidentemente acababan de cambiar. En silencio, Mina se acercó lo suficiente para apenas mirarla. El trabajo real estaría presente una vez pudiera desvestirla, y al poder conocer de modo básico la causa de su muerte —Necesitaré la ropa que quieren que use por última vez, y también cualquier objeto con el que la quieran adornar. Me refiero a un camafeo o lo que deseen ustedes que conserve. Por lo demás, me basta con mis implementos— aclaró, volviendo la mirada al vampiro, que seguramente la acompañaría hasta el último momento del arreglo post mortem.
—Puedo llegar a tardar unas tres horas, con suerte. Eso claro, si no requiere que la niña sea fotografiada. Si lo que necesita es sencillamente arreglar el cuerpo, creo que podré entregarlo a tiempo— y podía. Era un cuerpo pequeño y eso facilitaba muchas cosas, sobre todo a nivel interno. Sin embargo, mantener en un rostro frío la sensación de sueño, no era del todo fácil. Requería una dedicación absoluta, el cuidar detalles minúsculos que para otros pasarían desapercibidos y sobre todo, era necesario hacer que todo eso perdurara las horas requeridas para un velatorio. El trabajo era garantizado porque nadie se exigía como Mina, que revisaba detalles una y otra vez con tal de obtener la excelencia que buscaba. Vivía para eso, y ese placer le mantenía la vida.
— ¿Está usted seguro? No lo cuestiono, por supuesto, pero es un cadáver lo que lavaría en su bañera. No quiero ser muy específica, pero debo abrir el cuerpo y quiero que sepa lo que voy a hacer a groso modo para que decida con conocimiento de causa— la respuesta del vampiro casi descolocó a Mina. Si bien los vampiros eran excéntricos, no se imaginaba una autorización como esa para proceder. Era curioso, porque de ser un humano, se negaría rotundamente al uso de su baño personal para tal efecto; o quizás, si accedía, no volvería jamás a utilizar ese lugar como lo venía haciendo siempre. Lo mejor era preguntar, sin duda. Aunque, tras la solicitud que le susurró el contratante, casi olvidó lo anterior. Él no era impresionable ni mucho menos delicado en asuntos de muerte. Era la curiosidad la que reinaba —Si eso desea, no tengo ningún inconveniente— respondió. Julien podría acompañarla, hasta donde le fuera tolerable.
Pronto, pudo llegar al cuerpo de la niña, a la que evidentemente acababan de cambiar. En silencio, Mina se acercó lo suficiente para apenas mirarla. El trabajo real estaría presente una vez pudiera desvestirla, y al poder conocer de modo básico la causa de su muerte —Necesitaré la ropa que quieren que use por última vez, y también cualquier objeto con el que la quieran adornar. Me refiero a un camafeo o lo que deseen ustedes que conserve. Por lo demás, me basta con mis implementos— aclaró, volviendo la mirada al vampiro, que seguramente la acompañaría hasta el último momento del arreglo post mortem.
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
El vampiro asentía a las indicaciones, en una situación tan delicada no podía negarse a nada. Tres horas parecía el tiempo suficiente como para avisar a la familia completa, preparar el lugar para el funeral y terminar con las colaciones en la cocina. Igualmente Julien no podía estar mas que disgustado con el hecho de tener que someterse a este tipo de situaciones por la muerte de una niña…
- No es necesaria la fotografía. De todas formas su familia no podría costearla… - comentó con desdén mientras avanzaban – y si, pierda cuidado, no tengo remordimientos por ver a la muerte de cerca. Use el baño – comentó ya mas sincero, viendo un dejo de empatía en la joven de cabellos azabaches a pesar de su perfil decidido y recto – La acompañaré solo para ver su brillante trabajo, muchos me han comentado su magia pero me gustaría participar de ello si no supone una molestia para usted. – dijo mientras la seguía después de indicarle el camino a seguir con un movimiento de su mano.
Bastó asentir una vez mas a sus requerimientos, luego en silencio ambos fueron hacia el espacio reservado para el tratamiento del cuerpo, el poco usado baño de la mansión, apenas si era utilizado el espejo del lugar, lo demás era prácticamente de vista, salvo algunos polvos y ungüentos para matizar esos tonos blanquecinos de su tez. El vampiro había optado por llevar el cuerpo de la niña hasta ese primer piso, no porque Mina no pudiera sino mas por un acto de valoración y caballerosidad hacia ella. Los empleados no dejaban de ingresar implementos en el espacio, algunos de ellos los contemplaban con curiosidad, a lo que Julien respondía con un chistido para que continuaran. El ama de llaves no dejaba de persignarse en la puerta mirando de reojo al vampiro y con cierto recelo por la frialdad de la Srta. Valentine.
Cuando todo estuvo dentro cerró la puerta y tomó asiento sobre un taburete, manteniendo distancia para darle espacio de realizar sus actividades como si estuviera sola.
- ¿Hace mucho que su familia realiza este trabajo? – irrumpió sin poder contener una pregunta en medio del silencio del momento, tenia cierto recelo de no haber nacido en una época y familia donde este tipo de cosas eran normales, el tiempo prudente le había dado la posibilidad de extender su tiempo de vida para ello. El marcado perfil de Mina mostró algo de calidez a la suave luz que los rodeaba.
- No es necesaria la fotografía. De todas formas su familia no podría costearla… - comentó con desdén mientras avanzaban – y si, pierda cuidado, no tengo remordimientos por ver a la muerte de cerca. Use el baño – comentó ya mas sincero, viendo un dejo de empatía en la joven de cabellos azabaches a pesar de su perfil decidido y recto – La acompañaré solo para ver su brillante trabajo, muchos me han comentado su magia pero me gustaría participar de ello si no supone una molestia para usted. – dijo mientras la seguía después de indicarle el camino a seguir con un movimiento de su mano.
Bastó asentir una vez mas a sus requerimientos, luego en silencio ambos fueron hacia el espacio reservado para el tratamiento del cuerpo, el poco usado baño de la mansión, apenas si era utilizado el espejo del lugar, lo demás era prácticamente de vista, salvo algunos polvos y ungüentos para matizar esos tonos blanquecinos de su tez. El vampiro había optado por llevar el cuerpo de la niña hasta ese primer piso, no porque Mina no pudiera sino mas por un acto de valoración y caballerosidad hacia ella. Los empleados no dejaban de ingresar implementos en el espacio, algunos de ellos los contemplaban con curiosidad, a lo que Julien respondía con un chistido para que continuaran. El ama de llaves no dejaba de persignarse en la puerta mirando de reojo al vampiro y con cierto recelo por la frialdad de la Srta. Valentine.
Cuando todo estuvo dentro cerró la puerta y tomó asiento sobre un taburete, manteniendo distancia para darle espacio de realizar sus actividades como si estuviera sola.
- ¿Hace mucho que su familia realiza este trabajo? – irrumpió sin poder contener una pregunta en medio del silencio del momento, tenia cierto recelo de no haber nacido en una época y familia donde este tipo de cosas eran normales, el tiempo prudente le había dado la posibilidad de extender su tiempo de vida para ello. El marcado perfil de Mina mostró algo de calidez a la suave luz que los rodeaba.
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
Hasta la fecha, nadie había pedido observar el procedimiento completo que Mina realizaba a uno de los cuerpos. Si lo pensaba bien, era extraño, porque sentiría los ojos del inmortal sobre ella todo el tiempo, como si él también supiera ejercer la labor post mortem, pero quisiera observarla desde afuera; o como si una especie de morbo acerca de la muerte le impidiera retirarse.
—Bien, entonces será sólo el arreglo y como le dije, estará a tiempo para el funeral ¿Tienen algún requerimiento especial sobre cómo quieren que luzca? — la pregunta de Mina tuvo que ser seguida de su conteo particular. Los números empezaron a aparecer en orden en su mente, buscando distraerla. Bajo ninguna circunstancia podía dejar pensamientos en el aire, que le declararan al vampiro lo que realmente pensaba ella: Era obvio que un inmortal no tenía remordimiento de la muerte, porque un gran número de ellas, estaban firmadas con sus colmillos. Y vaya que la inglesa lo sabía, porque sus trabajos para la policía incluían eliminar ese tipo de evidencias del cuerpo del fallecido. Algunos eran más complicados que otros, pero sin duda, era más fácil de ocultar que los desmembramientos causados por licántropos. —Busco hacer lo mejor posible. Entiendo bien lo que mi trabajo puede llegar a significar para ustedes en un momento de duelo— respondió con formalidad. Quizás él no sentía nada por esa niña, pero así no sucedía en la mayoría de sus casos.
Por suerte, Mina no tuvo que emitir una sola palabra con respecto al traslado del cuerpo. El vampiro, en silencio, tomó a la niña con cuidado en sus propios brazos, y se dirigió al lugar en el que sería realizado el proceso — ¿Hace cuantas horas me dice que murió? — preguntó Mina mientras buscaba entre sus cosas un par de guantes. De primera mano, llevaba ya el cabello recogido, y para proteger sus ropas, puso una bata sobre las mismas y cerró los botones —Algunos de mis familiares ejercían aquí antes que yo, pero supongo que no eran muy conocidos. Cuando ellos se fueron, yo me quedé con el negocio después de haber aprendido cada técnica, y aquí estoy— explicó — Señor ¿Desea solamente observar o también desea participar en algo? — Quiso saber ella mientras sacaba un par de frascos y algodón y los depositaba en una repisa libre cerca de la bañera. Dependiendo de las horas del deceso, tendría que invertir tiempo en realizar algunos masajes que le permitieran ablandar el cuerpo para darle forma. Tendría que tomarselo todo con calma, pues, con la presencia del inmortal allí, el tiempo no correría muy rápido.
—Bien, entonces será sólo el arreglo y como le dije, estará a tiempo para el funeral ¿Tienen algún requerimiento especial sobre cómo quieren que luzca? — la pregunta de Mina tuvo que ser seguida de su conteo particular. Los números empezaron a aparecer en orden en su mente, buscando distraerla. Bajo ninguna circunstancia podía dejar pensamientos en el aire, que le declararan al vampiro lo que realmente pensaba ella: Era obvio que un inmortal no tenía remordimiento de la muerte, porque un gran número de ellas, estaban firmadas con sus colmillos. Y vaya que la inglesa lo sabía, porque sus trabajos para la policía incluían eliminar ese tipo de evidencias del cuerpo del fallecido. Algunos eran más complicados que otros, pero sin duda, era más fácil de ocultar que los desmembramientos causados por licántropos. —Busco hacer lo mejor posible. Entiendo bien lo que mi trabajo puede llegar a significar para ustedes en un momento de duelo— respondió con formalidad. Quizás él no sentía nada por esa niña, pero así no sucedía en la mayoría de sus casos.
Por suerte, Mina no tuvo que emitir una sola palabra con respecto al traslado del cuerpo. El vampiro, en silencio, tomó a la niña con cuidado en sus propios brazos, y se dirigió al lugar en el que sería realizado el proceso — ¿Hace cuantas horas me dice que murió? — preguntó Mina mientras buscaba entre sus cosas un par de guantes. De primera mano, llevaba ya el cabello recogido, y para proteger sus ropas, puso una bata sobre las mismas y cerró los botones —Algunos de mis familiares ejercían aquí antes que yo, pero supongo que no eran muy conocidos. Cuando ellos se fueron, yo me quedé con el negocio después de haber aprendido cada técnica, y aquí estoy— explicó — Señor ¿Desea solamente observar o también desea participar en algo? — Quiso saber ella mientras sacaba un par de frascos y algodón y los depositaba en una repisa libre cerca de la bañera. Dependiendo de las horas del deceso, tendría que invertir tiempo en realizar algunos masajes que le permitieran ablandar el cuerpo para darle forma. Tendría que tomarselo todo con calma, pues, con la presencia del inmortal allí, el tiempo no correría muy rápido.
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
Julien subió las escaleras al lado de la dama pálida con el peso de la niña muerta en sus brazos, tenía algo de impresión por ver como ella se desenvolvía con esto de tratar con cadáveres, le parecía algo digno de una obra teatral, le parecía extrañamente divertido, como el hecho de espiar gente, práctica de la que ya había sido participe en otras oportunidades.
Era un morbo de lo más simple para el vampiro, lo observaba con ojo crítico, cada movimiento iba a ser analizado, en el fondo tenía ganas de ser parte de ello, por mas que eso fuera imposible.
- No poseo fotografías de la niña, pero recuerdo que se paseaba por los pasillos como si fuera un pequeño pájaro. Era muy vivaz, quizá haya forma de contemplar eso en su rostro ya sin vida, quizá no... - comentó algo apenado. Lentamente un sentimiento azul le cruzaba por la mente. Tomar vidas le era grato, pero en seres inocentes aún le dejaban un regusto pétreo que sólo él sentía. Cuando hablaba esto con sus pares no encontraba más que diferencias, no todos podían ser iguales. Con los niños no pasaba lo mismo.
Números y más números, fría y calculadora se mantenía Valentine. Sus pensamientos aparecían momentáneamente como susurros al finalizar sus palabras y solo eran sucesiones de números. Había aún cosas que no llegaba a comprender de lo que otros llamaban el arte de leer mentes. Era algo que pasaba de vez en cuando pero no siempre, y tampoco requería de una entera concentración del vampiro. Simplemente pasaba. Un seco asentimiento de dio cuando ella informó sobre los sentimientos comprometidos al momento del deceso de alguien. Era una niña bella y no le agradaba demasiado el hecho de matar niños, pero había sido un accidente necesario si se lo miraba bajo sus ojos. Él estaba muy herido y la niña sirvió de medicina.
Fin.
Ensimismado Julien observaba como Mina abrochaba la bata hasta que un suave golpeteo en la puerta del baño lo trajo a la realidad, entreabrió y tomó de manos de su ama de llaves las prendas y bijouterie que la niña usaría, basándose en lo que usaba habitualmente en su residencia. Observó las finas telas solo para recordarse que la niña tenía una madre de familia noble y su padre había llevado el apellido a la desgracia, acumulando mala fama. De todas formas su madre era una señora cuya familia tenía un considerable nivel económico y no dudaba en ostentarlo, quizá Mina no estaba tan errada en cuanto a las fotografías, su madre le reclamaría tener una.
- Lleva casi un día muerta, murió ayer por la noche - comentó tranquilamente recordando el chorrero de sangre pasado y la cantidad de cosas que tenía por resolver de aquí en más. Por ahora bastante tenía con lidiar con la familia que llegaría a la casa. Expresarle condolencias y parecer realmente consternado por ello. Se había tomado el tiempo para anotar y ensayar versiones sobre la muerte y caras con las que actuar tal momento al día siguiente.
- Llegué hace apenas unos veinte años aquí- dijo notando tarde que posiblemente para ella veinte eran muchos años - y escuche hablar de los Valentine, nunca pedí los servicios, no tuve posibilidad hasta ahora, me complace haberla conocido a pesar de las circunstancias, su apellido se volvió como un mito vivo para mí, pensé que tales trabajos sólo podían ser obra de algún Dios - comentó revelando algo de admiración en su rostro duro que ella pareció notar al preguntar si quería ser parte del tratado del cuerpo.
- ¿Podría? - cuestionó animado, una chispa se encendió en sus ojos claros.
Era un morbo de lo más simple para el vampiro, lo observaba con ojo crítico, cada movimiento iba a ser analizado, en el fondo tenía ganas de ser parte de ello, por mas que eso fuera imposible.
- No poseo fotografías de la niña, pero recuerdo que se paseaba por los pasillos como si fuera un pequeño pájaro. Era muy vivaz, quizá haya forma de contemplar eso en su rostro ya sin vida, quizá no... - comentó algo apenado. Lentamente un sentimiento azul le cruzaba por la mente. Tomar vidas le era grato, pero en seres inocentes aún le dejaban un regusto pétreo que sólo él sentía. Cuando hablaba esto con sus pares no encontraba más que diferencias, no todos podían ser iguales. Con los niños no pasaba lo mismo.
Números y más números, fría y calculadora se mantenía Valentine. Sus pensamientos aparecían momentáneamente como susurros al finalizar sus palabras y solo eran sucesiones de números. Había aún cosas que no llegaba a comprender de lo que otros llamaban el arte de leer mentes. Era algo que pasaba de vez en cuando pero no siempre, y tampoco requería de una entera concentración del vampiro. Simplemente pasaba. Un seco asentimiento de dio cuando ella informó sobre los sentimientos comprometidos al momento del deceso de alguien. Era una niña bella y no le agradaba demasiado el hecho de matar niños, pero había sido un accidente necesario si se lo miraba bajo sus ojos. Él estaba muy herido y la niña sirvió de medicina.
Fin.
Ensimismado Julien observaba como Mina abrochaba la bata hasta que un suave golpeteo en la puerta del baño lo trajo a la realidad, entreabrió y tomó de manos de su ama de llaves las prendas y bijouterie que la niña usaría, basándose en lo que usaba habitualmente en su residencia. Observó las finas telas solo para recordarse que la niña tenía una madre de familia noble y su padre había llevado el apellido a la desgracia, acumulando mala fama. De todas formas su madre era una señora cuya familia tenía un considerable nivel económico y no dudaba en ostentarlo, quizá Mina no estaba tan errada en cuanto a las fotografías, su madre le reclamaría tener una.
- Lleva casi un día muerta, murió ayer por la noche - comentó tranquilamente recordando el chorrero de sangre pasado y la cantidad de cosas que tenía por resolver de aquí en más. Por ahora bastante tenía con lidiar con la familia que llegaría a la casa. Expresarle condolencias y parecer realmente consternado por ello. Se había tomado el tiempo para anotar y ensayar versiones sobre la muerte y caras con las que actuar tal momento al día siguiente.
- Llegué hace apenas unos veinte años aquí- dijo notando tarde que posiblemente para ella veinte eran muchos años - y escuche hablar de los Valentine, nunca pedí los servicios, no tuve posibilidad hasta ahora, me complace haberla conocido a pesar de las circunstancias, su apellido se volvió como un mito vivo para mí, pensé que tales trabajos sólo podían ser obra de algún Dios - comentó revelando algo de admiración en su rostro duro que ella pareció notar al preguntar si quería ser parte del tratado del cuerpo.
- ¿Podría? - cuestionó animado, una chispa se encendió en sus ojos claros.
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
—Está bien, puede parecer despierta, si gusta. De hecho puedo acomodarla de pie, con el vestido y los juguetes que elijan— respondió. El lograr que un cadáver permaneciera intacto y con los pies en el suelo por más de una hora era lo más complicado, pero también era lo más lucrativo. Esas fotografías eran por lo general las más apetecidas, porque para entonces la técnica era algo nuevo, y el sólo hecho de poder mantener un recuerdo al cual creer vivo le hacía ilusión a cualquiera.
Por momentos, había silencios incómodos entre ellos, pero Mina persistía en centrar su atención en la niña, en la técnica a usar y en sus benditos números. De tanto en tanto perdía la cuenta, pero de inmediato volvía a empezar, sin darse el lujo de perder el tiempo y dejar su mente asequible para el vampiro para el que sea que trabajaba ahora. Por suerte, en algún momento alguien llamó a la puerta y el inmortal atendió de inmediato. Del otro lado había una mujer, que echó una mirada al interior con disimulo, aunque en sus ojos se notaba la curiosidad por lo que allí sucedía. Era evidente que ella ya sabía lo acontecido a la pequeña, pero Mina notaba algo más, un sentimiento adicional que no se atrevía a afirmar ni aunque fuera para sí misma.
—La niña luce como si llevara al menos el triple de muerta, es probable que tarde un poco más de lo esperado— musitó. Lo que sucedía, se basaba en la clase de muerte que había sufrido la pequeña. Como era de esperarse, tenía marcas de colmillos sobre su piel, misma que se recogía en esa zona y daba una impresión mucho más aterradora de la que de por sí ya era. Pero esa era una de las especialidades de Mina, ocultar las muertes más violentas y hacer del cuerpo una obra de arte que ocultara hasta la más pequeña muestra de dolor. La pequeña se había secado al tiempo que le quitaban la sangre, eso no denotaba otra cosa distinta a la enorme maldad del ser que la acompañaba sin dejar de verla. Cuando se encontraba con seres así, se preguntaba al llegar a su casa como es que no la mataban en uno de esos supuestos trabajos para los que la contrataban ¿Por qué no hacerlo? Finalmente estaba dispuesta y encerrada en lugares apartados en los que haría las veces de comida a domicilio. Eso podría pasar esa noche, lo sabía como siempre, pero guardaba la esperanza como necesitaba hacerlo.
—Por lo general no muchos nos conocen, mi familia lleva al menos unos treinta años en el negocio post mortem, pero fui yo quien se esmeró en darlo a conocer. Por supuesto, luego entendí porqué preferían mantener el anonimato, pero ahora es demasiado tarde y debo encontrar el modo de disfrutar las consecuencias— explicó sin aterrarse, de todos modos, el hombre demostraba unos treinta y muchos o cuarenta y pocos, independientemente de si era él el vampiro o no, era de entenderse. Con paciencia, se puso de rodillas frente a la bañera y desnudó el cuerpo con cuidado, aunque no sin esfuerzo. Sentía los ojos ajenos aún sobre ella, e incluso el comentario que él manifestó con un deje de admiración, la sorprendió de repente. —Algunos también hacen esto, aunque con menos detalle. Es una labor difícil y no es muy bien vista— comentó como respuesta, tratando de centrarse de nuevo en lugar de sonreírle por los elogios entre líneas. No podía simpatizar con ningún cliente, sobre todo por esa extraña emoción que afloraba en los labios ajenos ante la posibilidad de participar activamente. —Sí, claro, aunque no sé qué tan aterrador le pueda parecer. Luego de lavar el cuerpo tengo que abrirlo en algunas partes y extraer sus órganos vitales ¿Tiene algo en donde pueda ponerlos? Si eso no le causa impresión, entonces me vendría bien su ayuda. Usted decide— ¿Se atrevería a arreglar su propio desastre con tal emoción? Ningún vampiro era bueno, porque más allá de fingir, tenían impreso en su ser el deseo eterno de sangre, de muerte. Mina ya lo sabía.
Por momentos, había silencios incómodos entre ellos, pero Mina persistía en centrar su atención en la niña, en la técnica a usar y en sus benditos números. De tanto en tanto perdía la cuenta, pero de inmediato volvía a empezar, sin darse el lujo de perder el tiempo y dejar su mente asequible para el vampiro para el que sea que trabajaba ahora. Por suerte, en algún momento alguien llamó a la puerta y el inmortal atendió de inmediato. Del otro lado había una mujer, que echó una mirada al interior con disimulo, aunque en sus ojos se notaba la curiosidad por lo que allí sucedía. Era evidente que ella ya sabía lo acontecido a la pequeña, pero Mina notaba algo más, un sentimiento adicional que no se atrevía a afirmar ni aunque fuera para sí misma.
—La niña luce como si llevara al menos el triple de muerta, es probable que tarde un poco más de lo esperado— musitó. Lo que sucedía, se basaba en la clase de muerte que había sufrido la pequeña. Como era de esperarse, tenía marcas de colmillos sobre su piel, misma que se recogía en esa zona y daba una impresión mucho más aterradora de la que de por sí ya era. Pero esa era una de las especialidades de Mina, ocultar las muertes más violentas y hacer del cuerpo una obra de arte que ocultara hasta la más pequeña muestra de dolor. La pequeña se había secado al tiempo que le quitaban la sangre, eso no denotaba otra cosa distinta a la enorme maldad del ser que la acompañaba sin dejar de verla. Cuando se encontraba con seres así, se preguntaba al llegar a su casa como es que no la mataban en uno de esos supuestos trabajos para los que la contrataban ¿Por qué no hacerlo? Finalmente estaba dispuesta y encerrada en lugares apartados en los que haría las veces de comida a domicilio. Eso podría pasar esa noche, lo sabía como siempre, pero guardaba la esperanza como necesitaba hacerlo.
—Por lo general no muchos nos conocen, mi familia lleva al menos unos treinta años en el negocio post mortem, pero fui yo quien se esmeró en darlo a conocer. Por supuesto, luego entendí porqué preferían mantener el anonimato, pero ahora es demasiado tarde y debo encontrar el modo de disfrutar las consecuencias— explicó sin aterrarse, de todos modos, el hombre demostraba unos treinta y muchos o cuarenta y pocos, independientemente de si era él el vampiro o no, era de entenderse. Con paciencia, se puso de rodillas frente a la bañera y desnudó el cuerpo con cuidado, aunque no sin esfuerzo. Sentía los ojos ajenos aún sobre ella, e incluso el comentario que él manifestó con un deje de admiración, la sorprendió de repente. —Algunos también hacen esto, aunque con menos detalle. Es una labor difícil y no es muy bien vista— comentó como respuesta, tratando de centrarse de nuevo en lugar de sonreírle por los elogios entre líneas. No podía simpatizar con ningún cliente, sobre todo por esa extraña emoción que afloraba en los labios ajenos ante la posibilidad de participar activamente. —Sí, claro, aunque no sé qué tan aterrador le pueda parecer. Luego de lavar el cuerpo tengo que abrirlo en algunas partes y extraer sus órganos vitales ¿Tiene algo en donde pueda ponerlos? Si eso no le causa impresión, entonces me vendría bien su ayuda. Usted decide— ¿Se atrevería a arreglar su propio desastre con tal emoción? Ningún vampiro era bueno, porque más allá de fingir, tenían impreso en su ser el deseo eterno de sangre, de muerte. Mina ya lo sabía.
Última edición por Mina Valentine el Dom Ene 15, 2017 2:43 pm, editado 1 vez
Mina Valentine- Humano Clase Media
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
Supuso por sus padres que lo mejor sería que pareciera en un sueño, pero no conocía nada sobre los cuidados de los humanos después de la muerte, a pesar de convivir con ella a menudo, se dio cuenta que no terminaba de conocer los giros de los seres humanos asi que pidió consejo – Mina ¿Qué crees que sería lo mejor en este caso? –
La ama de casa reprochaba este tipo de cosas, se le había ido de las manos, no era algo que hacía a menudo, pero en su cara tenía un rictus de desprecio y lo volvió a observar apenas se retiró después que Valentine afirmara de una demora mayor por la descomposición del cuerpo, la mujer bufó y cerró la puerta con un marcado descontento. Julien, por su parte, hizo caso omiso y continuo observando bajo la clara mirada incriminatoria de la otra. No sabía cómo explicarle que cualquier daño que él pudiera haber hecho podía intentar repararlo al menos, aunque no sabía si eso era posible.
- ¿Crees poder con las marcas de su cuello? – preguntó intranquilo, no había notado hasta que la desnudó por completo su arrebato, había desgarrado en parte esa zona y se notaba la presión de su mano en los moratones localizados allí, un vivo recuerdo del momento le vino a la mente y se mordió el labio al recordar un poco mas su estado moribundo.
La escuchó sin decir nada mientras comentaba la trayectoria de su familia, y la respuesta mas sincera fue la que respondió por él, no podía medir sus reacciones porque ella estaba de espaldas, aunque la sangre llamaba no pensaba hacer mas leña del árbol caído, no de momento –Quizá sea monstruoso para algunos, para mi es arte. Encontrar belleza en la muerte no es para cualquiera. Toda mi vida soñé con hacer algo como esto – dijo levantándose del asiento y acercándose a la tina donde el cuerpo desnudo de la niña estaba siendo lavado– Si, permítame que ya regreso-el entusiasmo iluminó su rostro. Se fue del baño y en breve estaba de vuelta con unas bolsas, que dejó de lado acercándose como un asistente al borde de la tina– Tu…solo pídeme lo que necesites y te ayudo…-
La ama de casa reprochaba este tipo de cosas, se le había ido de las manos, no era algo que hacía a menudo, pero en su cara tenía un rictus de desprecio y lo volvió a observar apenas se retiró después que Valentine afirmara de una demora mayor por la descomposición del cuerpo, la mujer bufó y cerró la puerta con un marcado descontento. Julien, por su parte, hizo caso omiso y continuo observando bajo la clara mirada incriminatoria de la otra. No sabía cómo explicarle que cualquier daño que él pudiera haber hecho podía intentar repararlo al menos, aunque no sabía si eso era posible.
- ¿Crees poder con las marcas de su cuello? – preguntó intranquilo, no había notado hasta que la desnudó por completo su arrebato, había desgarrado en parte esa zona y se notaba la presión de su mano en los moratones localizados allí, un vivo recuerdo del momento le vino a la mente y se mordió el labio al recordar un poco mas su estado moribundo.
La escuchó sin decir nada mientras comentaba la trayectoria de su familia, y la respuesta mas sincera fue la que respondió por él, no podía medir sus reacciones porque ella estaba de espaldas, aunque la sangre llamaba no pensaba hacer mas leña del árbol caído, no de momento –Quizá sea monstruoso para algunos, para mi es arte. Encontrar belleza en la muerte no es para cualquiera. Toda mi vida soñé con hacer algo como esto – dijo levantándose del asiento y acercándose a la tina donde el cuerpo desnudo de la niña estaba siendo lavado– Si, permítame que ya regreso-el entusiasmo iluminó su rostro. Se fue del baño y en breve estaba de vuelta con unas bolsas, que dejó de lado acercándose como un asistente al borde de la tina– Tu…solo pídeme lo que necesites y te ayudo…-
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Re: Perdona nuestros pecados [Mina Valentine]
—Descuide, puedo hacer el trabajo como usted guste. Puede variar el tiempo y el costo, pero podré cumplir con lo que sea que prefiera, cualquier cosa— afirmó en voz baja. Por lo general, ella no hacía sugerencias, sino que obedecía; la muerte era un tema demasiado delicado como para ponerse a lanzar ideas que podían terminar mal. En silencio e intentando no mirar a la mujer que le susurraba a su señor, lavó el cuerpo de la pequeña, haciendo caso omiso a su presencia, aunque con un par de cuestionamientos que surgían en un parpadeo ¿Hasta qué punto era ella cómplice de los asesinatos del vampiro al que servía? Probablemente callaba todo por temor, o incluso, porque tenía sus trabajos y silencios monetariamente bien recompensados.
—Sí, los moretones desaparecerán fácilmente con maquillaje— “y la piel hundida con algodón bajo la piel”, esa era la especialidad de Mina últimamente. Desaparecer las marcas de muerte por un sobrenatural le estaba generando los mayores ingresos en los últimos meses y se había vuelto muy diestra en disimular cualquier cosa. Si podía volver a acomodar de alguna manera las partes desmembradas ¿Cuánto más ocultar moretones y mordidas? El trabajo estaba garantizado, de eso estaba completamente segura. —Es cierto, la muerte tiene su belleza, pero requiere a veces un poco de esfuerzo para encontrarla— respondió, secando con una toalla el cuerpo de la niña, de tal manera que al hacer los cortes nada resbalara. —Muchas gracias, creo que por ahora no necesito nada más— alcanzó a decir, justo antes que tocaran la puerta de nuevo y el vampiro tuviera que volverse a poner de pie para abrir. Aunque en susurros, Mina alcanzó a escuchar de lo que se trataba ahora la interrupción, alguien que decía pertenecer a la policía de París buscaba al señor de esa casa.
¿Ahora que sucedería? Si habían encontrado el paradero de una niña desaparecida, irrumpirían de inmediato y lo encontrarían todo ¿Serviría que Mina tuviese tantas conexiones con la policía de París para un caso como ese? o, quizás ¿Serían acaso más firmes esperando que ella les contara los eventos sospechosos con los que se cruzaba? La interdumbre la dejó impávida por unos minutos. Más valía no hacer ningún corte por ahora, no hasta saber lo que realmente pasaría.
—Sí, los moretones desaparecerán fácilmente con maquillaje— “y la piel hundida con algodón bajo la piel”, esa era la especialidad de Mina últimamente. Desaparecer las marcas de muerte por un sobrenatural le estaba generando los mayores ingresos en los últimos meses y se había vuelto muy diestra en disimular cualquier cosa. Si podía volver a acomodar de alguna manera las partes desmembradas ¿Cuánto más ocultar moretones y mordidas? El trabajo estaba garantizado, de eso estaba completamente segura. —Es cierto, la muerte tiene su belleza, pero requiere a veces un poco de esfuerzo para encontrarla— respondió, secando con una toalla el cuerpo de la niña, de tal manera que al hacer los cortes nada resbalara. —Muchas gracias, creo que por ahora no necesito nada más— alcanzó a decir, justo antes que tocaran la puerta de nuevo y el vampiro tuviera que volverse a poner de pie para abrir. Aunque en susurros, Mina alcanzó a escuchar de lo que se trataba ahora la interrupción, alguien que decía pertenecer a la policía de París buscaba al señor de esa casa.
¿Ahora que sucedería? Si habían encontrado el paradero de una niña desaparecida, irrumpirían de inmediato y lo encontrarían todo ¿Serviría que Mina tuviese tantas conexiones con la policía de París para un caso como ese? o, quizás ¿Serían acaso más firmes esperando que ella les contara los eventos sospechosos con los que se cruzaba? La interdumbre la dejó impávida por unos minutos. Más valía no hacer ningún corte por ahora, no hasta saber lo que realmente pasaría.
Mina Valentine- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 31/07/2014
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