Las memorias construyen a los fuertes »Diario de Skyler«

por **Skyler Marchant** Vie Oct 16, 2015 8:33 am

***

¿Qué sí recuerdo aquel día en que la niña dentro de mí, murió?

No es que la recuerde o la recuerde menos, es que aún la siento. Su miedo, el terror paralizante que la mantuvo presa mientras la figura de su padre, su héroe, caía derrotado a sus pies. El terrorífico ruido de su cuerpo estático al dar contra el duro suelo del que hasta aquellos días había sido su hogar. Los gritos que hicieron eco en sus oídos. El lamento de su madre, superior al suyo ya que el dolor de la niña fue más bien por dentro, en el silencio de su alma. Los intentos desesperados de abrazarse a su padre cuando la alejaron. Y ella señores, no cedió por más manos que la apresaran y se la llevaran por la fuerza. Ella se resistía como una leona cuidando de sus cachorros, con toda su fuerzo y coraje de su corazón. Más no fue suficiente, jamás lo habría sido. En el destino estaba escrito el final de aquella familia, y ni la esposa, ni la pequeña hija podían hacer nada. Ya no era posible. La niña entonces, al salir de su casa se abrazó a su madre. Su pequeño cuerpo tembló. Quizás no entendiera que estaba pasando, pero algo en ella le decía que el frío que sentía, ese dolor no era bueno. Siempre se había sentido bien. Esa misma noche había estado bien. Acostada junto a su padre en el salón, había permanecido jugando hasta que el rico olor de la comida les llegó, seguida de la llamada de su madre. Y habían ido riendo a la mesa, sin saber que aquella sería la última reunión, la ultima cena que compartirían todos juntos. El último beso que se dieron sus padres, sus últimas cosquillas y los últimos besos de buenas noches.

No… No puedo, ni encuentro las palabras para describiros lo que una niña de cuatro años podía sentir en ese momento; lo que sentí. Pero si puedo aseguraros que aún huelo el agua salada que derramaron sus vivaces ojos, para entonces, extintos de toda esperanza. Aún el frío me cala cuando yazco sola encerrada en esta prisión, entre estas cadenas. Quizás tampoco entienda ahora que fue lo que pasó, y quizás no recuerde mucho, o quizás lo recuerde todo pero esos recuerdos se encuentren sepultados en algún lugar de difícil acceso dentro de mi mente. Ciertamente los prefiero así. Ya no quiero más dolor. No quiero recordar lo que ya se fue y no regresará. Pero es tan tentador pensar en mis padres cuando en vez de sentir sus besos, siento a distintos desconocidos violando mi intimidad, que siento que aún desde sus muertes, ellos siguen conmigo.

¿Soy una loba algo enloquecida? Puede ser. Releyéndome me doy cuenta de lo destruidas que estamos, de los aullidos apagados que ya solo susurramos. Pero si recuerdo algo de mis padres, eran el fuego que transmitían. Aquella fuerza, aquel sentido de que la unión daba la victoria. Por ello y en el nombre de ellos, me he aliado con mi loba. Nos vengaremos. Quizás tardemos en hacerlo, quizás sea mañana o hoy mismo. Pero cuando eso pase, no habrá montaña, tierra o cielo que nos detenga, que nos impida volar lejos de estas caricias que me atan aquí y ahora, a esta triste cama que cada día es testigo del ardor de mis heridas. Yo no nací para esto. Y padre… si me oís, si estáis en alguna parte inalcanzable para mi, sabed que saldré de esta. Tu pequeña heredó tu fuerza.

Padres, os veré pronto.
Y al fin, seré libre.
Confiad en mi.

*Skyler escribiendo desde su habitación del burdel.
En algún lugar cerca de los Paises Bajos.
—Hace 5 años atrás —.

por **Skyler Marchant** Dom Oct 25, 2015 9:06 am

[Flashback — Infancia arrebatada I
*Recuerdos de como destruyeron con garras y dientes, mi infancia.]

***

Hacia años convivía en esa situación. El burdel ahora era mi casa y mi madre, mi único hogar. Ya había olvidado esa vida anterior, esos años alegres que alguna vez había vivido, los que ahora parecían un sueño lejano. Y yo, tan pequeña me había tenido que adaptar a esa nueva situación y así, lo habia hecho. Por suerte, siempre había sido educada, atenta y obediente, por lo que siempre hacía lo que me mandaban esos viles hombres que nos controlaban y yo en silencio les atendía en todo. No era muy complicado, por suerte muy pocas veces tenia quejas y a pesar de mi inexperiencia, sacaba adelante todo aquello que querían. Normalmente, yo era quien iba en busca del desayuno y quien ayudaba a la cocinera cuando no se encontraba con salud. No dejaba de ir de un lado para otro y siempre, me separaban de mi madre demasiado pronto para mí. Apenas la veía. Apenas sentía su cuerpo rodeándome que los gritos de la señora del local me llamaban para empezar con mis faenas. Le besaba en las mejillas y despidiéndome de ella, acudía a empezar mi día. Pero aquella noche en concreto, todo cambió.

Lo presentí desde que por la mañana mi madre me apretó contra ella, como si no quisiese soltarme. Me ahogaba contra ella y quizás ahogarme es lo que buscaba, pero aquello jamás llegue a saberlo, pues la madame llegó y se me llevó a regañadientes. Acudí a todas mis tareas, realizándolas perfectamente, no obstante, no podía quitarme el rostro de mi madre en lágrimas viéndome marchar de la habitación. Intenté muchas veces acudir de nuevo a su habitación, pero siempre que me encontraban subiendo las escaleras me hacían bajar y me daban más faena, como si no fuera suficiente nada de lo que hiciera.

—Quiero ver a mi madre. —dije finalmente plantándome en la noche, cansada después de todo el día faenando y preparando todo para las chicas y los señores.

Me subí antes de que la madame pudiera arrastrarme de nuevo a las cocinas y cuando pensé llegar a la puerta y entrar, oí unos gritos procedentes de dentro y un llanto suave. Me quedé helada al reconocer los llantos de mi madre y preocupada entré a la habitación.

— ¡Maldita ramera! ¿No sabes lo que hiciste, verdad? — Solo entrar mis ojos registraron la escena, mi madre siendo vapuleada y agarrada por el cuello por uno de los señores, quien le gritaba sin parsimonia ninguna. — ¡Era nuestro mejor cliente! Y digo lo que era, porque con tu comportamiento lo perdimos. ¡LO PERDIMOS! !¿Tanto os costó abrir vuestro sucio cuerpo para él?! !Solo debiaís abriros, abrir vuestro culo y complacerle! Cualquier otra lo hubiera hecho, pero vos no... Ni para ser una cerda, serviriaís!

La bofetada resonó por toda la estancia y yo, dando señales de vida tras entrar y quedarme impactada con lo que veía, grité y corrí hacia mi madre, que había caído tras el golpe al suelo. La abracé inmediatamente fui a ella, y antes de que con sus brazos pudiera abrazarme contra ella, sentí una mano agarrarme y tirarme hacia atrás. Me removí y solo conseguí que su mano me apretara más hasta hacer que me quejara. Él se rio y empujándome hacia un lado, me llevó hacia el otro sujeto que se encontraba en la habitación, quien me sujeto inmediatamente.

—Lamentareis lo de este día, creedme. —Dijo aquel hombre que parecía tener el control de todo. Fue hacia mi madre y levantándola el mentón, observó con petulancia y orgullo, el rastro de sangre que le salía de su labio, tras que con el golpe se lo hubiese partido. —Y moriréis sabiendo, que fue vuestra culpa, sucia perra. He sido muy considerado, pero se acabó. Así es como terminan los hijos de nuestros perros y mascotas. Y vuestra hija esta noche, pagara las consecuencias de vuestros actos.

El señor escupió esas palabras regodeándose en ellas, y cuando a mi madre se le abrieron los ojos de pavor y empezó a implorar, le regresó una nueva bofetada que la llevó a golpearse contra uno de los muebles.

—¡¡¡¡Mamá!!!!— Grité horrorizada al verle con un reguero de sangre cayendo por su cabeza. —¡¡Necesita un médico!! Dejadme, soltadme, me necesita! Por favor, dejadme ayudarla. —grité al borde del llanto sin importarme el daño que pudiera hacer aquel que me tenía amarrada a él por el cabello.

Volví a removerme y luché, hasta que esos brazos me sostuvieron entre los suyos y una mano acalló mis gritos a la fuerza.

—Llévatela. — Ordenó aquel señor a quien me sujetaba, mirándome con malicia. —Ya sabes donde la están esperando. Seguro se alegra nuestro socio de tener compañía, esta noche.

Por suerte yo no entendí nada de la conversación, pero mi madre si debió entender y viendo su rostro pálido lleno de miedo y horror, antes de que pudiese saber cómo terminaba mi madre al levantarse y correr hacía mí, la puerta se cerró y un golpe sordo se oyó, acallando cualquier otro ruido.

Allí empecé a llorar en silencio, contra aquellas manos que seguían acallando mis llantos.

Esa noche no pintaba bien y donde fuese que aquel hombre me llevase debía ser malo, muy malo para mí.

Pero, jamás llegué a imaginar cuan malo sería.

Ni en mis peores pesadillas, me lo podría haber imaginado.

*Skyler en el burdel una noche con 10 años.
En algún lugar cerca de los Paises Bajos.
—Hace más de 12 años atrás —.

por **Skyler Marchant** Miér Feb 24, 2016 11:34 am

[Flashback — Infancia arrebatada II
*Recuerdos de como destruyeron con garras y dientes, mi infancia.]

***

¿Que… que me pasó una vez me dejaron en aquel lugar al que me llevaban?

Muy fácil.

Si hasta ese día pensé que lo que le hacían a mi madre era el infierno, nada me habría podido preparar para conocer al rey de los demonios; Belcebú, en su propia guarida.

No hicieron en ningún momento caso de mis lágrimas, ahora estas impedían que mis ojos vieran con temor mi destino y ahora que sé cuál fuese ese grotesco y oscuro destino, me alegro de ello. Por unos minutos pensando en que quizás solo se contentasen en atarme o en encerrarme en una mazmorra, fui feliz si es que así pudiera denominarse aquel estado. Más estando yo segura de que no había hecho nada malo, no pensé en el terror que me podía esperar y tras ver que nada hacía nada por mí, intenté tranquilizarme.

— Miradla, la pequeña bastarda ya se rindió— se burló el que me sujetaba con fuerza. —qué pena que lo haga tan temprano, ¿verdad? Así no disfrutará tanto de la reunión.

Si, de haberlo sabido jamás me habría rendido y habría peleado como una pequeña fiera hasta que me molieran a palos. Antes, preferiría haber terminado irreconocible por los golpes causados por mis captores a lo que me esperaba a puerta cerrada, en aquel nauseabundo lugar.

Las risas aún hoy en día soy capaz de oírlas, persiguiéndome. Únicamente estas las deje de huir cuando de un empujón y sin el mínimo cuidado me tiraron dentro de lo que parecía una torre oscura y vieja. El golpe me dejó aturdida y no pude reaccionar a tiempo para correr hacia la puerta antes de que estos la cerraran con cientos de candados y cadenas de plata. Ni una sola luz entraba en aquel sitio oscuro y paralizada del miedo, cuando la primera dentellada de dolor irrumpió sobre mi cuerpo, grité al tiempo que un grave gruñido me era contestado por la gran bestia y mi cuerpo, era de un golpe seco estrellado contra la pared más cercana.

El crujir de mis huesos no fue nada comparado con el dolor de las siguientes horas. Al final, mi garganta no pudo gritar ni una vez más al final, y mi espalda incapaz de aguantar mi peso, me tenia tendida al deseo de sangre de aquella gran bestia. No puedo acordarme mucho más, hubo un momento en que cuando mi cuello fue contra una de las paredes y del golpe, quedándome sin aliento, me sentí desvanecer.

Y ahora sí, me dejé ir.

Ya no quería más dolor, y con más sangre tintando el macabro lugar que dentro de mi pequeño cuerpo, me fui.

Ya no quise despertar más, pero como mis gritos y lágrimas, tampoco ahora Dios me escuchó.

***

Al despertar me encontré ante un hombre desnudo. Mi sangre lo cubría y sin poder usar la garganta para hablar, y sin fuerzas para moverme, simplemente me acuerdo de mirarle con miedo, preguntándome en aquel atronador silencio porque no había muerto. El hombre, la bestia, me sonrío como si supiese lo que pasaba por mi mente y sosteniendo mi cuerpo maltrecho en brazos, me sacó de allí hacia donde los demás esperaban el veredicto de su caza. Salimos por la puerta y de allí, no recuerdo ni que pasadizos tomamos ni donde me llevaron, solo sé que de pronto me encontraba ante la cama de mi madre y me acuerdo de oír sus llantos, suplicas y gritos, diciéndoles que me dejaran con ella, que no se me llevasen.

Al final, quizás el diablo sintió compasión y dejándome en la cama al lado de mi madre se fue sin mirar ni una sola vez atrás.

¿Y por qué lo habría hecho?

Yo ya estaba rota, quizás no le sirviese para ser su nuevo juguete, pero allí donde él me encontraba rota, inservible, estaba seguro que los otros me encontrarían algún uso.

“Uso”, menos mal que para aquel entonces, no sabía mucho de aquella palabra aunque no pasó mucho para que conociese su significado.

A fin de cuentas, eran las personas rotas sus más valiosas presas.

Y ahora yo sería la favorita.

Pronto mis cadenas cobrarían vida.

*Skyler en la noche de su transformación.
En algún lugar cerca de los Paises Bajos.
—Hace más de 12 años atrás —.

por **Skyler Marchant** Sáb Mayo 21, 2016 1:01 pm

[Flashback — Mi primer cliente
*Recuerdos de como destruyeron con garras y dientes, mi infancia.]

***

¿Sabéis esa sensación de cuando el cielo está tranquilo, pero se adivina tras su calma, la peor de las tempestades?

Así me sentí yo las siguientes semanas a mi transformación. Todo parecía estar bien, por el momento me habían dejado dormir cada noche y encontrarme cada mañana mientras me recuperaba bajo los cuidados de mi madre y otra de las chicas que allí trabajaba. Lentamente y con muchos cuidados, a medida la licantropía penetraba más y más en mis huesos, las heridas iban sanando. No lo hacían rápido, sino más bien lento, tomándose su tiempo… más al final se iban cerrando, sin apenas dejar marca. Únicamente la marca que parecía no irse era la de la mordida, como si aquella fuese la marca que atizaban a fuego vivo en la espalda de las esclavas venidas de las américas. Así podría decirse que me sentía cuando pensaba en ello o me veía la marca que me había dejado, sin embargo, no solía pensar en ello y dedicándome a curarme por completo pero a la vez, sin ganas de sanar y volver a mis faenas, intenté aprovechar como pude el tiempo junto a mi madre… hasta que al final, tuve que regresar a mi día a día.

Fueron tres semanas plácidamente tranquilas, pero ese día… el día que me volvieron a llamar temprano para ir a faenar, debería de haberlo sabido pero aquel día no fue como los anteriores.

Ahora mi trabajo no iba a ser el de limpiar las mesas y recoger todo cuanto estuviera mal en el burdel. Ahora yo sería un activo y por la mirada de aquellos hombres que me encerraron sin mediar palabra en una de las habitaciones más lujosas del establecimiento, por ahora o al menos por aquella noche, yo parecía ser la mercancía más cara.

Al dejarme y tirarme al colchón de la mullida cama, lloré en silencio presintiendo que nada de aquello me gustaría.

Todo a mi alrededor era lujoso, demasiado pomposo incluso, tanto que solo hacía que asustarme más.

Fuera la puerta oía las voces de quienes vigilarían que yo no escapase de la habitación y ambos parecían juzgarme, sin yo tener idea a que debía enfrentarme, aunque con sus palabras y lo poco que sabía del trabajo que obligaban a mi madre a ejercer, podía llegar a imaginármelo.

“¿Crees que será perfecta, para él? Yo la veo demasiado pequeña para sobrevivir… Ninguna de las otras lo ha hecho, y ha habido muchas más antes que ella”

Las lágrimas al escuchar aquello ya mojaban mi rostro en silencio, mientras sentada en medio la cama me abrazaba a mi cuerpo.

“Ellos creen que han dado con la acertada, démosle un voto de confianza.”

“Si, y además, no imagino cuanto tardaremos nosotros en probarla de salir todo exitosamente”

“Seguro será muy estrecha… “

Como contestación oí unas risas siniestras, socarronas, divertidas y temblando, me tapé la cara con las manos y sofoqué así mi llanto.

Desaparecer, ahora era lo único que quería.

De nuevo; ¿Volvía a pedir tanto?

*Skyler antes de su primer cliente.
En algún lugar cerca de los Paises Bajos.
—Hace más de 12 años atrás —.

por **Skyler Marchant** Jue Jul 21, 2016 1:51 pm

[Flashback — Mi primer cliente
*Recuerdos de como destruyeron con garras y dientes, mi infancia.]

***

<< ¿Que niña mala se encuentra escondida entre estas sabanas? >> decía la voz de aquel monstruo que logró herir mi alma como aún esos desalmados no lo habían logrado antes.

***

Aún me acuerdo de su irritante y sardónico, insultante tono de voz contra mi oído y su lengua viperina lamiéndome el cuello. Y su risa… aquella maldita risa. Él siempre se reía, pese a mis instintos de alejarlo de mí, inclusive de matarme, él únicamente se reía y me arrebataba toda posibilidad de huida.

Aquel era su juego; su juego favorito… El de las escondidas.

Me dejaba esconderme de su vista, hasta una vez llegó a obligarme a esconderme de él y luego, cuando él desaparecía y su sombra dejaba de atemorizarme, yo con miedo y desesperada sabiendo lo que vendría después, salía con prisas de bajo la sabana o de mi escondite y cuando estaba en la puerta, él me jalaba del cabello o de la ropa y me devolvía a la cama. Ahora sí, verme asustada, como un animalillo indefenso luchando por su vida, le excitaba de sobremanera. Llegados a este punto su rostro estaba descompuesto, sus iris eran del color de la sangre y sus ojos eran como los ojos del diablo. Oscuros, dos pozos malignos y perversos en los que pasaban todo tipo de pensamientos sádicos; de los cuales una gran mayoría llegó a hacer conmigo.

Sin embargo, aquella primera noche de todo lo que llegó a hacerme las noches venideras, fue lo más “dulce y considerado” que pudo hacerme.

Al principio me consoló, y yo con el miedo de no saber que me depararía la noche pensándome que él era de los buenos y que de verdad venía a ayudarme; a salvarme como me decía, me deje reconfortar con aquellas palabras.

Me limpió las lágrimas con besos, me abrazó contra él y me cantó al oído mientras en sus brazos me llevaba a bailar.

Poco a poco mi miedo fue desapareciendo al ver que nadie malvado venía a por mí, y sin saber que aquel demonio lo tenía frente de mí, la noche por unos largos minutos mejoró.

No obstante, todo demonio termina en su cruz, en su infierno y de un momento a otro, en cuanto logré atisbar uno de sus colmillos y mi corazón tartamudeó de nuevo tomando el camino del miedo, él libero ese infierno para mí.

Esa noche me obligó a postrarme en la cama y a recibirlo entre ellas.

Me forzó y humilló y entre lágrimas en los ojos y mis gritos desesperados, no solo tomó como victoria mi virginidad, sino que con sus colmillos violó mi intimidad.

Aún recuerdo ese dolor que me aturdió, esos gritos acallados por sus manos mientras sentía como postrado entre mis piernas mordía mi intimidad y bebía despiadadamente de su caliz.

Aquella fue mi peor noche… las demás también fueron malas, más en esta fue cuando algo dentro de mi terminó de morir.
Si no me había muerto antes, allí lo hice.

Allí ya me creí perdida por siempre.

Y esta solo fue la primera noche; la primera de tantas que yací en ese mugroso y nauseabundo lugar.

*Skyler con su primer cliente; su peor pesadilla.
En algún lugar cerca de los Paises Bajos.
—Hace más de 12 años atrás —.

por Contenido patrocinado

Las memorias construyen a los fuertes »Diario de Skyler«

Las memorias construyen a los fuertes »Diario de Skyler«

Re: Las memorias construyen a los fuertes »Diario de Skyler«

Re: Las memorias construyen a los fuertes »Diario de Skyler«

Re: Las memorias construyen a los fuertes »Diario de Skyler«

Re: Las memorias construyen a los fuertes »Diario de Skyler«

Re: Las memorias construyen a los fuertes »Diario de Skyler«