A new season UA [Priv. Skyler]

por **Yuna Rutledge** Dom Sep 22, 2013 8:42 pm

Otro día más. A mediados del segundo curso, no debería sorprenderme que el tiempo transcurriera tan lentamente, pero no podía evitar sentirme atrapada. "Es tu sangre la que exige libertad", decían mis padres una y otra vez, sin que yo les tomara enserio. Los amaba, no puedo decir que no fuera así, y compartía muchas de sus costumbres por solidaridad, pero no era como ellos. Me preocupaba tener buenas notas, una buena relación con los profesores y un pase directo a la universidad. En fin, de cualquier modo, a veces sentía que mi vida se iba tornando monótona y aburrida. Si, tenía amigos, y varios de los buenos debo añadir, pero... cuando miré por la ventana del salón de gimnasia, hacia el nublado cielo de Agosto, tuve la sensación de que me faltaba algo más.

¡Tonterías! Sacudí la cabeza decidida a olvidar esa maldita sensación. Un grupo de chicas que conservaba grandes cantidades de energía luego de la práctica me llamó a gritos. Les lancé una mirada de pereza.

— ¡Voy en unos minutos! Debo encargarme del equipo. —les expliqué para su mala suerte. Todas respondieron a su vez y salieron del gimnasio. Aunque no me agradaba eso de cargar cosas pesadas, disfruté los siguientes minutos de soledad. Era una novedad gratificante, disfrutar la luz que se colaba por entre los enormes ventanales del gimnasio, la paz y la calma del silencio. A esas alturas mi uniforme deportivo era un desastre. "Fantástico, Maia... adiós la elegancia". Cuando avanzaba hacia los vestidores de las chicas, pude verme en el largo espejo de cuerpo completo. Tenía las mejillas rojas del esfuerzo y el cabello se me salía de la coleta, ahora que iba creciendo.— Preciosa. —dije con sarcasmo.

Cuando hubiese dejado todo en su lugar, volví por el resto del equipo. No podría hacerlo mucho más tiempo sola. Abandoné el lugar antes de siquiera haber acabado. Necesitaba asearme cuanto antes. Y entonces, en el pasillo, le vi. No era la primera vez, pero si estando yo sola y él tan cerca. A esa distancia, medio escondida tras una pila de casilleros blancos, podía apreciar sus ojos azules. Y ahí me quedé como una boba... sin apartar la mirada de aquella persona a quien todos consideraban demasiado "callado".

por **Skyler Ackermann** Dom Sep 22, 2013 11:05 pm

Hablaba lo justo y necesario. Quizás demasiado justo. Algunos manifestaban su molestia con su presencia ironizando con que pensaba que su lengua era demasiado delicada como para malgastarla en conversaciones sin aparente sentido. Incluso para las exposiciones era claro, preciso y eficiente; tal y como había sido educado. Y aquel silencio casi permanente era causa de furia y envidia para los varones por la euforia que provocaba en las damas. Sin embargo, Skyler no parecía interesado en desmentir rumores o en conocer a otros, y de hecho no lo estaba. Tenía cosas mucho más importantes de las cuales preocuparse, cosas que ninguno de sus “compañeritos” sería capaz de entender.

Su comunicador no había sonado en toda la mañana, y eso le había permitido ser partícipe de todas las clases del día. No lo consideraba una fortuna exactamente, pero a veces se sentía más tranquilo en la techumbre enrejada de la escuela que cargando el rifle de su padre en el centro de la ciudad. Y para incrementar esa fortuna, estaba solo en los casilleros de enfrente a su sala, pudiendo limpiar su gabeta de la montaña de cartas y regalos que recibía todos los días, y que se daba el tiempo de leer en su residencia cuando la situación lo permitía. No era que le subiera la autoestima hacer eso, pero su sentido de justicia y respeto le impedía tirar esas muestras de esfuerzo a la basura como si fueran meros escombros.

La clase de gimnasia había terminado hace un buen rato atrás – gracias al profesor que tenía asuntos que atender y les había dejado en libertad de acción -, y Skyler parecía disfrutar de ese tiempo libre, aunque era difícil confirmarlo por su expresión facial siempre serena e imperturbable. Prosiguió con aquella minuciosa limpieza hasta que se incorporó, cerrando la puerta de la gabeta como si algo le hubiera molestado, pero aquel no era el caso. ¿Cómo saberlo, de todos modos? – ¿Pasa algo? ¿Necesitas ayuda con el equipo? – Preguntó volteándose hacia donde había sentido aquel ligero pero perceptible ruido del cuerpo ajeno contra los casilleros metálicos, pensando en que debió haber replicado antes al profesor por dejar que aquella chica aceptase la tarea que él hubiera podido hacer perfectamente solo.

por **Yuna Rutledge** Lun Sep 23, 2013 2:33 am

No planeaba quedarme ahí por mucho tiempo, observando como una autentica tonta. En algún lugar de mi mente había pensado echar un vistazo, ahora que nadie más miraba, y luego volver al gimnasio a terminar la tediosa tarea. Sin embargo, debí suponer que no era lo suficientemente sigilosa. "Torpe", me riñó mi subconsciente. Apreté los labios y me tensé cuando miró hacia donde me encontraba; creía que su presencia ahí era una mera casualidad, pero por lo visto no era la única a la que le habían encargado las últimas labores escolares. Resoplé con cierto enfado. ¿Por qué nadie me había dicho nada? Ah, pero no sería justo desquitarme con ese muchacho. De hecho, y joder, me había ofrecido ayuda. Abrí la boca en un primer intento por responder, pero me quedé sin palabras.

No era muy complicado lo que debíamos hacer, y pese a todo, estaba nerviosa. Nunca me mostraba de esa forma. Me sentía muy cómoda con la mayoría de las personas, incluso con chicos, aunque estos nunca me gustaban lo suficiente. Me aclaré la garganta, esperando no reír como una tonta, y sonreí, saliendo de los casilleros.

— Creo que si... —admití con las voz más aguda de lo normal. Me adelanté unos pasos hacia él y señalé el gimnasio.— Creí que acabaría pronto, pero han sido dos clases consecutivas y todo el equipo deportivo estaba fuera. —desvié la mirada, omitiendo el hecho de que no era la mejor levanta pesas de la escuela.— Me vendría bien un poco de ayuda. —lo miré con cautela.— Eso... si no te molesta.

Me habría gustado llamarle por su nombre mientras hablaba, cuando caí en cuenta que no lo sabía. Llevaba por lo menos medio curso mirándole en los pasillos, casi siempre solo, y nunca me había detenido a preguntarle como se llamaba. Detestaba ese tipo de descuidos, sobre todo cuando era yo quien los cometía. Ahora me sentía un poco abochornada para recibir su ayuda cuando yo no podía recordar si alguien había mencionado su nombre por casualidad. Tras unos minutos de esperar a su respuesta, suspiré, me alboroté el cabello y lo miré a regañadientes, decidiendo que la sinceridad era siempre la mejor alternativa.

— Disculpa, pero... —me obligué a continuar cuando se me secó la garganta. Sonreí.— ¿Podrías decirme tu nombre? Preferiría no llamarte "Hey, tu", eso sería muy grosero.

por **Skyler Ackermann** Sáb Sep 28, 2013 4:25 pm

Notó que la chica estaba nerviosa, como todas las demás que se le acercaban a hablarle. No es que fuera una persona normal como para sorprenderse, pero siempre se veía extrañado por aquellas reacciones. Al parecer le veían como alguien intocable, y su actitud contribuía enormemente a aquellas apreciaciones; sin embargo aquello no era parte de sus prioridades como para hacer algo al respecto. Debía terminar sus estudios para tener una formación íntegra y continuar con lo que era un deber impuesto desde generaciones, desde que su linaje se había involucrado en aquella tarea tan noble, y a la vez tan desconocida.

- Si me molestara no me hubiera ofrecido, ¿No lo crees así? – Dijo contemplándole con las manos en las caderas, en una postura segura y firme sacada de un regimiento, aunque su intención no era intimidarla como sí lo haría otra persona.- Me iba a ofrecer yo pero te asignaron. Te ayudaré. – Relajó la postura apenas un poco y empezó a caminar, deteniéndose cuando le preguntó el nombre. ¿Cómo era posible que no lo supiera, cuando todos los profesores hablaban de él? Pero no se molestó, o no se veía eso en su semblante.- Skyler. Skyler Ackermann, Maia.

Ingresaron al enorme gimnasio, y Skyler observó de inmediato lo que quedaba por recoger. – Qué profesor tan irresponsable… -se le escuchó decir mientras cogía varias colchonetas que habían usado para unas series de abdominales y las cargaba sobre su hombro sin mayor problema hasta la bodega. Las dejó allí, ordenándolas mientras escuchaba los pasos de su compañera acercarse. Por alguna razón, éstos eran lentos y algo torpes, y lo descubrió cuando se volteó a verla y notó que cargaba la bolsa con los balones, que de por sí era muy pesada.- Déjame ayudarte con eso…-Le dijo acercándose para ayudarle, pero el piso se empezó a mover, al igual que los armarios.- ¡Al suelo! – Le ordenó conservando la calma a la perfección, a pesar de que parecían no tener escapatoria, y cuando ella lo hizo se colocó de inmediato encima de ella, protegiendo su cabeza y su nuca con las manos para evitar el sufrir contusiones.

Fue un movimiento bastante largo, propio de la zona geográfica en que vivían, pero la intensidad de éste no fue suficiente para causar daños estructurales, todo gracias al alto nivel de la construcción. Lo que sí produjo fue mucho polvo debido a los estantes e implementos que habían caído con la violencia del movimiento.- ¿Te encuentras bien? – Preguntó con esfuerzo debido al agudo dolor en su espalda, incorporándose progresivamente a medida que podía mover el estante de nuevo a la pared. – No estaba pronosticado un terremoto hasta dentro de un par de meses…-tosió y le extendió la mano para que se levantara, pero al hacer eso se resintió y se cogió el brazo, haciendo una mueca de dolor. – Te sacaré de aquí…no creo que esto aguante una réplica.

por **Yuna Rutledge** Sáb Sep 28, 2013 5:25 pm

Hay un problema con ser consciente de cuanto uno puede sonrojarse, y es que, cuanto más se intenta evitarlo, el color escarlata en el rostro se vuelve más intenso. No podía evitarlo, puesto que no era famosa por mi destreza. Su respuesta me hizo sentir insegura, pero dado que no estaba siendo desagradable conmigo, asentí, apartando la mirada y en dirección al gimnasio. De camino ahí, escuché su nombre. Tuve el primer instinto de mirarle, pero no quería decir nada más que pudiera molestarle. Skyler. Era un nombre poco común, más propio de un agente secreto que de un estudiante de instituto. Suspiré resignada, cuando contempló el desastre que aun esperaba paciente en el gimnasio. No era ya tanta cosa, pero me había deprimido tener que guardar todo yo sola.

— No sé yo... —repliqué en voz baja.— Si no hubieses estado aquí, es posible que yo no acabara de guardar todo esto. —suspiré. Hice caso al viejo dicho de mi padre de "Al mal tiempo buena cara" y, con un fracaso de sonrisa, cogí la bolsa de los balones e intenté levantarla. Error. Era demasiado pesada, y la única forma de poder llevarla del punto "A" al punto "B" sería arrastrandola. Levanté la mirada hacia los ojos azules cuando su dueño ofreció nuevamente su ayuda. ¡Que bien me venía! Pero antes de que pudiera decir o hacer nada, todo se movió.

Debo decir que nunca había experimentado un terremoto, ni siquiera un temblor que pudiera tirar uno o dos marcos de la pared. Abrí los ojos, demasiado sorprendida para poder moverme. Los oídos me zumbaban y no fue hasta que Skyler me ordenó caer al suelo que volví a respirar. El sonido era aterrador, casi tanto como lo sería el rugido de un dragón. De un momento a otro, lo tenía encima. Aunque el brusco movimiento seguía provocandome escalofríos, me relajé un poco. No quería creer que tenía lágrimas en los ojos, ni que todo eso estuviese pasando. Hice un esfuerzo por concentrarme en el latido de su corazón, un sonido abatido entre tanto caos.

Una vez que todo cesó, y solo el polvo grisaseo en el aire impedían una buena visión, lo sentí apartarse. Me levanté lentamente, con el cuerpo en tensión y parte del cuerpo cubierto de polvo.

— Estoy bien... Gracias. —dije antes de toser, tal como él. Lo miré alarmada al darme cuenta que su brazo estaba herido.— Sky... —me aclaré la garganta.— Skyler, tu brazo... —me temblaba la voz. Me puse de pie por mi cuenta y me acerqué, demasiado preocupada para dejar paso a la histeria. Toqué tímidamente el hombro, inspeccionando si se trataba de algo más que un desgarre. No podía saberlo a ciencia cierta, pero mis padres tenían una maldita obsesión por la curación naturista y... bien, había que decirlo, parecían brujos. Una prominencia en el homoplato me cortó la respiración. Aunque me alegraba que no se hubiese roto ni desgarrado el brazo, una dislocación no era nada para festejar. Lo miré seriamente.— Tienes el hombro dislocado, así que no te preocupes por mi. —apreté los labios. A decir verdad, yo estaba en perfecto estado. Me estiré como felino para comprobarlo, y escuché tronar un par de huesos. Miré hacia la salida y desapareció todo color de mi rostro.— Mierda...

El marco de la puerta, que suponía ser un lugar seguro durante un terremoto, estaba deshecho, impidiendo el paso.

por **Skyler Ackermann** Sáb Sep 28, 2013 8:58 pm

Gracias a su exhaustivo entrenamiento se había acostumbrado a recibir golpes incluso peores que el que había sufrido, pero siempre estaba la cuota de dolor que el cuerpo no podía obviar. Eso fue lo que sintió Skyler cuando la mano ajena se posó en su hombro, pero lo escondió de buena forma –sino excelente- con una mueca y un ojo cerrado fuertemente. Le incomodaba de sobremanera, pero desde siempre su mente había predominado sobre su cuerpo, así que con un par respiraciones profundas el dolor se fue, aunque sintió algunas molestas puntadas al toser por el polvo que todavía estaba muy presente en el lugar.

Observó el marco cuando Maia lo hizo, y en vez de lamentarse como ella continuó mirando su alrededor, viendo las posibilidades que tenía para poder idear un escape. Los estantes estaban en su mayoría derrumbados junto con los implementos deportivos, o bajo escombros de las mismas paredes o del techo, que no eran demasiado grandes debido a la resistencia del edificio. Sin embargo, tenía que planificar rápido los próximos pasos a seguir, ya que a pesar de estar instruido para situaciones así, dudaba enormemente de que su cuerpo pudiera soportar otro golpe de esa magnitud. – Tenemos que apresurarnos… - Le dijo y se llevó la otra mano al hombro dislocado, intentando reacomodárselo lo suficiente para retrasar su inutilidad y una atención médica, pero el dolor fue tan agudo que se mordió el labio inferior, respirando un poco agitado por la impotencia de no poder estar al ciento por ciento, aunque no se sentía culpable o algo por el estilo por haber sacrificado su integridad por otra persona, de hecho ese era su deber.- Pareces tener conocimientos médicos…ayúdame con el hombro, por favor… - Le pidió seriamente, concentrado en los movimientos que debían hacer ambos cuando su hombro estuviese reacomodado.

A pesar de que se preparó mentalmente, el dolor a cambio de la normalidad momentánea de su cuerpo fue terrible, tanto que un hilillo de sangre se desprendió de su labio inferior por la magnitud de la mordida, pero éste desapareció pronto bajo el yugo de la muñeca contraria. Suspiró sonoramente y observó al frente de nuevo.- Tenemos que llegar al gimnasio y salir por una de las puertas de emergencia. –Dijo recordando con memoria visual el camino que debían recorrer.- No hay otra alternativa, tenemos que quitar lo que podamos y pasar por la puerta. – Dijo con decisión, acercándose con cautela para luego mover algunos escombros con esfuerzo, dejando poco a poco el espacio para luego golpear las bisagras de la puerta con una piedra y así terminar de abrirla con una patada. El polvo no se hizo esperar, y las molestias tampoco. – Espérame aquí, iré a ver si todo está bien – Le dijo adelantándose para “asegurar el perímetro”.

Pero Maia no pudo escuchar ninguna confirmación. Sólo un rugido y un estruendo que hizo temblar nuevamente la estructura.

por **Yuna Rutledge** Sáb Sep 28, 2013 10:14 pm

Debido mi personalidad más bien sensible, me era difícil permanecer tranquila bajo la amenaza de una replica que pudiera hacer ceder los muros. Nunca me había visto en una situación así y, a decir verdad, me lo estaba tomando con demasiada calma. Dentro de mi tenía la sensación de estar temblando como una gelatina, de llorar cual niña de cinco años y de pedir auxilio a mis extraños y supersticiosos padres. Pero todo esto permaneció en absoluto silencio, apenas prestado atención a lo que Skyler decía. Tenía una voz capaz de mantenerme centrada. Lo miré a regañadientes, pues se me revolvía el estómago de pensar cuanto debía dolerle. Casi lo abofeteé cuando intentó colocarse el hombro por si solo. ¿A que tipo de masoquista se le ocurriría algo así? Esa muestra de locura consiguió devolverme la capacidad de respirar y moverme, saliendo al fin del shock.

— Estás loco. —lo reñí con la voz más temblorosa que antes. Incluso si había muchos otros apelativos poco educados que deseaba decirle, admití que tenía razón. No había tiempo. Me acerqué un poco más y le sujeté el brazo con una mano y el omóplato con la otra; con la precisión que mis padres me habían obligado a aprender, puse el hueso en su lugar. Era una sensación de lo más desagradable. Me sentí tentada a acariciar su rostro cuando noté la descarga de dolor que expresó, pero me reprimí. No era el momento, y quizás nunca lo sería. Respiré profundo cuando lo vi marchar, porque no me gustaba ni un poco la idea.— ¡Solo ten cuidado!

Esperé unos momentos, inquieta como nunca. Cuando aquel rugido escapó desde la puerta mal trecha del gimnasio. Era un sonido sobrenatural e inhumano. No tenía ni idea de cómo lo sabía, pero el peligro animal que emanaba no hizo sino encender mi sangre y ponerme alerta, como un gato. Corrí hacia el gimnasio y traspacé el umbral sin demasiado cuidado. Casi se me detiene el corazón al ver, contra una pared, a Skyler. No estaba en buenas condiciones, eso era seguro. En esta ocasión, no me molesté en ocultar las lágimas.

— ¡¡Skyler!! —grité, desesperada.

Corrí hacia él sin siquiera notar la enorme masa de pelo que esperaba a unos pocos metros. De haberlo visto antes, es posible que me hubiese quedado donde estaba. Fue su rugido, salvaje y de frío instinto asesino, que me detuvo a medio correr. Tenía los ojos amarillos y brillantes sobre mi, deseosos y muy enojados. Parecía frustrado por haber interrumpido algo, pero a su vez, muy satisfecho. Sin siquiera saber que se trataba de un hombre lobo, mis instintos más básicos notaron que estaba hambriento. Me miraba solo a mi. Retrocedí paso a paso, pero me detuve otra vez. Skyler estaba ahí contra un montón de escombros (Seguro que el gimnasio también se vio muy afectado por el terremoto), y no parecía mucho mejor que antes. Solo la ausencia de sangre me hizo pensar que no estaba herido. Agitado, si, pero no herido. Yo apenas podía respirar.

El enorme animal rugió de nuevo, en una tosca imitación de la risa de un perro. Se me erizó la piel del terror por el agudo grito desgarrador que azotó el gimnasio, hasta que me dio cuenta que ese grito provenía de mi. Estaba tan horrorizada de aquella situación que no fui capaz de retroceder cuando esa cosa empezó a acercarse.

por **Skyler Ackermann** Dom Sep 29, 2013 12:39 am

Una persona común no hubiera aguantado el impacto de ese golpe. Ni siquiera habría aguantado el ver a aquella criatura sacada de un cuento de terror a unos cuantos metros, gruñendo y babeando con hambre de sangre. Skyler logró derrapar para amortiguar la intensidad de la embestida con sus brazos en cruz, pero aún así chocó contra un montículo de escombros apoyados en una de las paredes, siendo incapaz de tomar aire para aguantar que su espalda fuese nuevamente golpeada. Pero eran parte de las pruebas que debía superar, y eso le hacía la persona más serena, seria y confiable en una situación límite como esa. Estaba preparado, pero tenía un ínfimo detalle que impedía que el escenario fuese perfecto. Un detalle que había gritado su nombre y había llamado la atención de la bestia.

- ¡No vengas! ¡Procura salir de aquí, te alcanzaré luego! – Le gritó incorporándose con aparente dificultad, limpiándose el polvo de la ropa en un par de gestos que no sirvieron más que para ensuciarse sus propias palmas. Al ver que insistía, también lo hizo.- ¡No seas terca! ¡Sal de aquí, ahora! – Le gritó mirando de reojo también a la criatura que se seguía acercando, continuando así hasta que la chica se decidió y se perdió de su vista. No le gustaba hacer ese tipo de cosas, pero era parte de su deber: no permitir que ningún inocente saliera lastimado a partir de esos incidentes.

- Oye, ¿Hacia dónde miras? Tu oponente soy yo. – Le dijo al animal sabiendo que le entendería y se voltearía, tal y como sucedió.- Yo soy el único que puede darte caza y ejecutarte. – Dijo visiblemente más serio, colocándose en una posición interpretable como de combate al tiempo que la bestia reenfocaba su objetivo en él.

- Yo soy el Beast Hunter que estás buscando.

La bestia rugió furiosa como un toro habiendo visto el color rojo, y cargó contra él, pero Skyler reaccionó rápido, presionando un botón de su comunicador. – Weapon Master, Switch On! – Dijo en voz alta, dejando que sus manos se revistieran de una especie de guantes de colores negro y azul, con una especie de esfera brillante en el centro del dorso. Imitó un bloqueo horizontal con una espada sin tenerla, pero grande fue la sorpresa del animal al ser efectivamente bloqueado por una espada de plata cuyo mango tenía las mismas características estéticas que sus guantes.- No permitiré...¡Que hagas más daño! – Dijo apartando al animal gracias a sus nuevas fuerzas, y antes de que éste intentase un zarpazo directo a su rostro su corazón fue atravesado de manera limpia, desplomándose en un nuevo estruendo cuando el arma fue retirada de la carne ajena. Skyler se quedó mirando aquel cuerpo y cómo se consumía lentamente producto de la destransformación hasta verse una figura masculina en su lugar. La espada cambió a una pistola con la rapidez de un par de pestañeos, y un simple disparo en la cabeza bastó para que no quedase rastro del enemigo. Ni siquiera la sangre.

En medio de ese silencio, escuchó un ruido cerca de él, a lo que se colocó en guardia apuntando el arma hacia el origen del sonido.- ¡Muéstrate! – Gritó imperturbable, dispuesto a atacar a quien fuera que apareciese. Lo que no esperaba, es que fuese cierta persona quien se apareciera.- …

por **Yuna Rutledge** Dom Sep 29, 2013 1:24 am

"Te alcanzaré luego". Es posible que fueran esas las únicas palabras que me pudieron apaciguar lo suficiente para salir del gimnasio. No tenía el más mínimo deseo de correr como una doncella en peligro y, así, ser rescata por el veloroso héroe. Sin embargo, y podía notarlo en el tono de voz del ojiazul, era de suma importancia que no fuese más un estorbo, porque aquello no era un juego y el peligro que emanaba la bestia era demasiado palpable para ignorarlo. Todo era demasiado real y terrorífico para fingir que era valiente y que podía peleara su lado. ¿Pelear? Cuando llegué al pasillo, temblando de los pies a la cabeza, me di cuenta de ello. ¿Cómo demonios es que Skyler Ackermann podía pelear contra una cosa así? Incluso aunque estaba realmente agradecida con él, le pediría algunas respuestas.

Tras unos minutos fuera de la violenta escena, me permití descansar contra la pared. Intentaba regular mi respiración y permitir a mi cerebro procesar toda la información con calma, pero fracasé. Solo sabía que un terremoto y una bestia con aspecto de lobo habían amenazado mi vida y la de Skyler, ese chico al que siempre miraba durante las practicas de gimnasia y en el almuerzo. No podía concentrarme en nada más que no fuera el rugido animal al otro lado de la pared. Las probabilidades de que un muchacho de instituto sobreviviera a semejante monstruo eran tan diminutas, que se me empañaron los ojos. Me cubrí el rostro con las manos polvorientas y contuve sin mucho éxito el llanto. Cuando uno o dos golpes secos hicieron cesar cualquier sonido procedente del gimnasio, mi corazón empezó a latir como loco. Tenía miedo de lo que podría encontrar ahí dentro, pero no podía simplemente marcharme o esperar a ser salvada de nuevo. Decidida, me limpié con cierta torpeza las lágrimas de las mejillas y volví a entrar.

Al principio no entendí lo que había ocurrido, pero conforme iba acercandome a la figura erguida de Skyler, fui más consciente de que tipo de persona era él. Un cazador. Cuando era niña mis padres me contaban todo tipo de relatos, desde los más normales hasta los más excentricos y aterradores. Uno de ellos era referente a como una familia de cazadores estuvo a punto de enfrentarse a la nuestra a principios del siglo XX, debido a que mi abuelo había hecho malos negocios con criaturas sobrenaturales. Por supuesto, nunca creí esto. Jamás pensé que tendría frente a mi a un cazador real; uno que, por lo visto, me había salvado de lo que parecía un... ¿hombre lobo? Me acerqué a Skyler hasta que un traspiés me hizo tumbar una roca. Un segundo después, tenía un arma de lo más extraña apuntándome al rostro. La expresión de Skyler lucía de lo más peligrosa, aunque supuse de inmediato que solo debía ser así para quien representara una amenaza.

— S-Skyler... —dije en un hilo de voz. No podía apartar la mirada, sorprendida, del arma que me apuntaba. Sentía una mezcla de agradecimiento, miedo y preocupación. ¿Estaría herido? Arriesgándome un poco, toqué su antebrazo y lo incité a bajar el arma. No podía apartar la mirada de sus ojos azules, ni siquiera en ese momento. Acorté todavía más la distancia y me permití el tocar su rostro con ambas manos. Sus facciones ya las conocía, pero verlas de cerca era toda una novedad. No me di cuenta que más lágrimas me humedecían las mejillas.— ¿Estás bien? —musité. Se trataba de una pregunta sencilla, pero implicaba todas mis preocupaciones y temores. Estaba en una especie de trance que no me hacía consciente de la minúscula distancia que nos separaba ahora. Cuando una chispa de lucidez me hizo pensar que retroceder sería lo más apropiado, antes incluso que él decidiera apartarse de mi... todo volvió a temblar. El suelo crujía y se quejaba, las paredes vibraban y del techo cayeron dos lamparas. Intenté sujetarme de la camisa de Skyler pero solo conseguí que ambos cayésemos al suelo, junto a una pila de escombros. Cara a cara en esta ocasión.

por **Skyler Ackermann** Dom Sep 29, 2013 9:51 am

A pesar de ver que se trataba de Maia, no bajó la guardia. De hecho la reafirmó, siempre dejando espacio a la sospecha de que se tratase de algún demonio que pudiera imitar la figura de otros; pero no fue hasta que la joven se acercó y tocó su brazo que bajó su arma, mas no desactivó los guantes en caso de cualquier cosa. Estaba molesto, y parte de su expresión así lo daba a conocer - ¡Al fin expresaba algo! -, y se dispuso a regañarle cuando sintió un escalofrío en todo su cuerpo gracias a aquel atrevimiento de su acompañante. – Qué estás... – Pero el fijarse en sus lágrimas le detuvo de toda pregunta. Seguramente estaba muy confundida y asustada por todo lo que había pasado en tan poco tiempo, e intentó comprenderla. Quizás, en la situación opuesta, hubiera hecho lo mismo. Sí, era alguien sereno y frío a veces, pero no era del tipo de personas que no se preocupaba por sus congéneres. Si no lo hiciera, no podría llamarse un Beast Hunter.

El reflexionar sobre la situación no le hizo darse cuenta que tenía a esa chica demasiado cerca, tanto que llegaba a ser peligroso. - … - Entreabrió la boca para responderle de la manera simple a la vez que le iba a coger de los hombros –que era la que mejor dominaba- pero el suelo volvió a manifestarse. – Una réplica…tenemos que actuar rá- - Maia le hizo caso sin siquiera haber dado la orden, actuando en un impulso que les dejó en el suelo nuevamente, pero frente a frente. Resopló un poco por el movimiento brusco replicado en su hombro, pero no se movió del lugar, del cual no tomó consciencia hasta que el movimiento terminó.

Había transformado la pistola en un escudo lo suficientemente grande para cubrirles tres cuartos del cuerpo en caso de que algo cayera, y mantuvo el brazo alzado hasta que los últimos escombros terminaron de caer, estando pendiente de bloquear lo que fuera que intentase aplastarles. Cuando la calma regresó, hizo desaparecer el escudo y retomó la vista a su compañera y protegida, dándose cuenta, ahora sí, de la situación. Sus cuerpos estaban más cerca de lo que debían, al igual que sus rostros.

Desconcertado, se separó lo suficiente para recobrar la compostura y la frialdad de su rostro, ya que un ligero sonrojo se había posado bajo sus orbes azules. – Yo…- Tosió mirando a un costado, cubriéndose la boca con un brazo.- Bien hecho. – Dijo simplemente y se arrodilló irguiéndose, aunque sin apoyar su peso sobre la chica para poder darle espacio a que respirase mejor, y a inconscientemente tener la oportunidad de contemplar su cuerpo. Cerró los ojos un momento sorprendido de las cosas que pasaron por su cabeza en ese instante y se incorporó, extendiéndole la mano para ayudarle a levantarse.- Continuemos. Y esta vez hazme caso cuando te digo que tienes que escapar. No sabemos si hay más de ellos por aquí. – Concluyó con la firmeza de siempre y empezó a remover algunos escombros para retomar el camino a la salida.

por **Yuna Rutledge** Dom Sep 29, 2013 12:18 pm

Ya fuera por suerte o por la reciente costumbre de caer al suelo, no sufrí ningún daño en la cabeza ni en la culumna; el único que resintió la caída realmente fue mi uniforme. Pensaba hacer un nuevo recuento de los daños cuando, levantando la mirada, me encontré con la expresión guerrera de mi compañero de clases. Había abandonado la indiferencia y la había sustituido por audacia y alerta. Estaba consciente de todo lo que ocurría alrededor, y aunque eso me preocupara un poco, me hacía sentir más segura. Fue de lo más extraño olvidar que estaba sucediendo una replica del monstruoso terremoto, y más extraño aun que esto se debiera a que no podía dejar de mirarle. El "rugido de dragón" parecía lejano. La tentación de volver a tocar su rostro le provocó un cosquilleo a mis manos, que permanecían contra el suelo.

— Gracias... —murmuré con sinceridad cuando lo sentí apartarse. A decir verdad, esperaba que la distancia me diese mayor oportunidad de concentrarme, pero no hizo más que teñirme las mejillas de rojo. ¿Sería mi imaginación... o de verdad estaba mirándome de esa forma? Tragué con cierta dificultad y empecé a incorporarme.— Lo siento, no estoy muy acostumbrada a seguir ordenes. —confesé con el ceño fruncido. No estaba molesta ni esperaba que eso sonara como un reclamo, ya que era la pura verdad.— ¿Más? Espera... —cuando me hubiese puesto de pie, tomé su brazo bueno.— Debes decirme qué son esas cosas. Y qué eres... tú. Cuéntamelo después, por favor.

Sacudí la cabeza, de lo más contrariada. Eran cuestiones muy complicadas y no estaba muy segura de querer saberlo, pero si debíamos pasar más tiempo juntos, en un edificio que parecía querer derrumbarse sobre nosotros, sin tener en cuenta a esos... lobos, prefería empezar a dejar el miedo atrás. Deseaba parar de temblar. Lo seguí y le ayudé a quitar los escombros. Quien sabe cuanto tardáramos tan solo en esa tarea, y si mis cálculos eran correctos, debía ser cerca de las dos de la tarde.

— ¿Crees que podamos salir de aquí antes de que caiga la noche? —pregunté al fin, con la voz un poco ronca por el polvo y el esfuerzo. No quería ser pesimista, pero mi mente ya no trabajaba como la de una chica asustada. Con el brazo realmente cansado, señalé el pasillo que conducía a las bodegas.— Hay equipo de emergencia de ese lado. Lámparas, comida, agua y mantas. Y ropa. —añadí cuando me di cuenta que estaba hecha un desastre. Le lancé una mirada a su uniforme, sin darme cuenta que estaba mirando un poco más que la ropa. "¡Ay, maldita sea!". Tosí y salí del gimnasio, mirando por todos lados.— Hay tanto silencio...

por **Skyler Ackermann** Dom Sep 29, 2013 5:26 pm

Ante su interrogante, no hizo más que continuar con lo presupuestado, hablando mientras removía unos cuantos bloques de cemento.- Ahora que lo has visto no puedo ocultártelo. – Dijo mirando de reojo aquellos guantes que le brindaban fuerza y resistencia adicionales para mover los obstáculos que en su estado físico normal no hubiera sido capaz de mover. – Cuando estemos a salvo, te lo contaré. – Concluyó cerrando la conversación en ese mismo instante para poder reflexionar sobre lo ocurrido hace apenas un par de minutos. ¿Qué había sido todo eso? Sus latidos se habían acelerado de forma importante, y no había sido a causa de la adrenalina de tener escombros cayendo en picada por casi cuarenta segundos. Se conocía lo suficiente como para discernir que no había sido por eso. Y entre las opciones, sólo le quedaba una. La más impensada y rechazada de todas.

Tras un largo rato de trabajo en equipo, la puerta estaba a sólo unos cuantos metros, con el camino libre. Miró a Maia al notarla tan preocupada y con una mueca de dolor que disimuló bien le respondió con seguridad. – Deberíamos tener refuerzos pronto…no creo que no se hayan dado cuenta de nuestra ausencia. –En cuanto entraron por el pasillo, Maia le recordó las bodegas de suplementos que estaban reservadas para casos así. – Vamos para allá – Dijo siguiendo con la mirada a la joven de cabellos oscuros, tosiendo inevitablemente por la cantidad de polvo que se levantó al abrir las puertas.- Hay demasiado silencio, para mi gusto. No me agrada. – Dijo serio, mirando a su acompañante.- Vamos a la bodega, creo que ambos necesitamos un descanso. – Insistió y sonrió levemente, animándole con un gesto de su mano para que le siguiera.

La puerta se abrió luego de que el guante derecho de Skyler hiciera todo el trabajo con el registro y la contraseña y dejó que la chica pasara primero como dictaban las reglas de cortesía, cerrando la puerta tras de ellos para estar libres de cualquier amenaza. Se cruzó de brazos observando que el lugar se encontraba en muy buenas condiciones, comparado con lo demás. – Esto es un auténtico búnker. – Dijo complacido, presionando un botón en su comunicador para que los guantes desapareciesen.- Switch Off. – En cuanto lo hizo, se colocó en cuclillas, cogiéndose el brazo. Quiso que aquel gesto durara unos segundos mientras Maia buscaba unas cosas por los ruidos que hacía, pero cuando miró hacia arriba notó que estaba siendo observado.

por **Yuna Rutledge** Dom Sep 29, 2013 7:09 pm

Una sola sonrisa suya, que era la primera que veía jamás, provocó que se me subieran los colores al rostro. No tenía ni idea que pudiera ser tan obvia, pero ahí estaba, colorada por esa breve sonrisa que se me clavó en la memoria.

Cuando ibamos de camino a la bodega, me fue imposible no sonreír por algo que él había dicho sobre el silencio. Entendía lo que él quería decir, pero no podía evitar el que me diera gracia; él hablaba sobre que no le gustaba ese silencio (a mi tampoco), pero durante las clases, siempre era muy callado. Debía ser parte importante de su personalidad si en verdad era cazador, mantener seriedad ante todo y no hablar demasiado sobre cosas personales. Tal vez fuera solo cosa suya. Ahora había dicho más de lo que jamás le escuché decir en el tiempo que le conocía. Desvié la mirada, suponiendo que no debía mostrarme tan encantada en esa situación. No oculté la sorpresa por todo lo que parecía hacer esos guantes. Era sorprendente.

— Me pregunto qué no hace esa cosa. —comenté cuando iba entrando a la bodega. Ciertamente, verla desde adentro era mucho más increíble que mirar de reojo entre clase y clase. Inspeccioné donde podía estar cada cosa nada más entrar, pero su opinión respecto a la bodega me arrancó una carcajada. Si, estaba asustada y preocupada, pero joder... era divertido. Intenté callarme antes de que pudiera molestarlo, de modo que me alejé, haciendo acopio de cuanta agua teníamos en una enorme caja de emergencia. No pude mantener apartada la mirada mucho tiempo, de modo que aproveché mientras él no veía para observarle. De cunclillas no parecía tan alto, pero por alguna razón, me gustó bastante verle así. La luz se filtraba por las díminutas rendijas cerca del techo, y aunque era escasa, le tocaba los ojos. Esos ojos azules que...

¡Ay, demonios! Ahora me miraban. Aparté la mirada rapidamente, dejando caer una botella de agua por pura torpeza. Durante un par de segundos, el contacto visual pareció eterno. Ah... pero esa debía ser la reacción de cualquiera al estar en una situación así, ¿no? Es decir, me había salvado. Tomé un par de bolsas con fruta seca y me puse de cunclillas a su lado, recargando la espalda contra la pared. Le ofrecí una bolsa y la botella de agua.

— Debes tener sed. —dije en voz baja, evitando mirarle. No tenía ni idea de que me sucedía, pero si le miraba, estaba segura que me pondría como un tomate maduro. Pasé un mechón de mi cabello detrás de la oreja.— Siento haber sido tan obstinada. —proseguí, con la mirada fija en mi propia botella de agua, a la cual le di un buen sorbo. Rescaté unas gotas de agua de mis labios con la punta de la lengua y suspiré. Aquel era el día más extraño de mi vida, pero conforme más lo pensaba, más creía que era una suerte haberme quedado con Skyler al final del día. Esperando que aquel gesto no le molestara, me deslicé lo suficiente para recargar la cabeza contra su hombro; no era tanto el cansancio como el extraño deseo de tenerle más cerca.

por **Skyler Ackermann** Dom Sep 29, 2013 9:37 pm

Skyler también apartó la mirada cuando ambas coincidieron por tanto tiempo, pero no de forma tan brusca como la chica, y tampoco sin derribar ningún implemento de utilidad fundamental en situaciones límite como esa. Sabía que algo estaba pasando en su interior, y sabía que tenía que ver con esa joven de cabello oscuro que había pasado demasiado tiempo junto a él. Lo peor es que el pensar en ella hacía que todo empeorara a cada segundo. ¿Qué le iban a decir sus superiores si se enteraban que su corazón guerrero estaba con un blanco esperando a que la flecha rosa se le clavase justo en el centro? Un sermón, un castigo físico y uno psicológico. Y era el último el que dolía más.

Negó con la cabeza para espabilarse y se sentó apoyado en la pared, con cuidado de no golpear el hombro que poco a poco empeoraba. Recibió y agradeció la bolsa y la botella con una formal inclinación de cabeza y, mientras abría y bebía de la botella le escuchó disculparse, a lo que negó con la cabeza suavemente, moviéndose sus mechones un poco.- No vale la pena pedir perdón por lo que ya hiciste, porque ya está hecho. Sólo procura no repetirlo. – Le dijo mirándole, centrándose en exceso en aquellas gotas que habían quedado en sus labios. Sorprendido por eso fue que devolvió la vista al frente, entrecerrando los ojos con seriedad regañándose mentalmente por ello. Tenía que mantenerse apartado de esa clase de actitudes…pero aquella cabeza en su hombro sano le sacó nuevamente de su concentración. No era algo molesto, sino todo lo contrario; además el hecho de que estuviera tan pegada a él le transmitía su calor, y eso le hacía olvidarse de todo por un momento, aunque eso no fuera especialmente bueno para él.

Pasó un buen rato en que ambos permanecieron callados, tras comer un poco. Incluso se podía decir que habían dormido. Y lo que notó Skyler al despertarse le hubiera hecho levantarse de un salto, mas no pudo ni quiso hacerlo. El verla dormir le provocaba una sensación de paz interna tan indescriptible como la situación en la que estaban inmersos, y también le provocaba otra cosa que no dudó en ejecutar, como cuando cogía sus armas y combatía contra quienes intentaban alterar el orden de la ciudad. No se dio cuenta cuándo movió su brazo, ni cuándo había acercado el mentón ajeno a su rostro con la delicadeza con que se trataba a una muñeca de porcelana.- … - Entrecerró los ojos y entreabrió la boca, debatiendo internamente su mente y su corazón sobre lo que debía hacer.

Y cuando había decidido, cuando los labios estaban a centímetros…

por **Yuna Rutledge** Dom Sep 29, 2013 10:05 pm

¿Cuanto tiempo permanecí ahí contra aquella calidez que me hacía sentir tan segura? No podía saberlo. Me había sentido tan exhausta por tanta tensión que no fui consciente del momento en que el sueño me venció. No creía que pudiera dormir en esa situación, pero en el fondo sabía que, si estaba con Skyler, había esperanza. Y dentro de mi ensoñación, dentro de un universo donde todo era posible, quería quedarme ahí horas, días o semanas. Se estaba muy cómodo. Y aunque hubiese algo más que comodidad, no quería preguntarme qué era. No quería saber sobre lo que vendría una vez que admitiera que tal vez ese chico me gustaba. Solo quería permanecer ahí sumida en un sueño donde podía hacer algo más que admirarle desde lejos...

Pero el sueño es caprichoso, y cuando no pude permanecer más tiempo inconsciente, abrí los ojos. Sentía los parpados pesados y el cuerpo entumecido. Lo primero que vi, para mi sorpresa, fueron unos hermosos ojos azules. A esa distancia podía admirar pequeñas pinceladas grises, otras de un azul cielo y otras de un zafiro brillante. Y aunque los ojos me parecían lo suficientemente bellos para admirarlos durante una eternidad, fue su aliento lo que me incitó a bajar la mirada hacia sus labios. Estaba demasiado cerca, tanto que, estando despierta, no entendía por qué no pegaba un salto y me apartaba de ahí.

— ¿Sky...?

¿No era ese tiempo en el que me aterraba su cercanía y salía corriendo? Tal vez era el momento indicado para que una bestia rugiera o un nuevo temblor nos sacudiera. Pero no ocurrió nada más que silencio y contacto visual. Sin ser muy consciente de lo que hacía o por qué lo hacía, me incliné hacia adelante y rocé sus labios con los míos. Porque sí, quería saber como se sentiría, a qué sabría. Cerré los ojos y me aventuré un poco más allá, entreabriendo la boca también, y saboreando con extrema timidez lo que era un delicioso aliento.

Al diablo la lógica. Llevé una mano hacia su cabello castaño, experimentando la suavidad de éste y lo bien que se sentía entre mis dedos. El besarle de esa manera significaba para mi una revelación. Tenía un ligero sabor a fruta, que era lo único que habíamos comido hasta el momento, y a si mismo.

por **Skyler Ackermann** Lun Sep 30, 2013 10:19 am

No estaba frente a un depredador asesino, pero se quedó completamente paralizado, como si intentara fingir el estar muerto para que perdiera la atención en él y se fuera, dejándole a salvo. Aquellos ojos oscuros se hicieron ver en el momento más inesperado como si estuviera sacado de una novela, dejándole helado de sólo pensar en la reacción que podría tener. No la conocía mucho, pero podía deslizar algunas reacciones como si las hiciera con un tira líneas en un papel. Una cachetada, un grito, o una separación violenta de los dos cuerpos; incluso una combinación de las tres opciones anteriores. Esas eran las reacciones negativas más esperables de su parte. Sin embargo, Maia le sorprendió, una vez más.

- … - Se quedó callado, inmóvil. Lo único que se movía era su cuerpo por dentro, latiendo su corazón con fuerza y doliendo ligeramente los músculos por la tensión. Era un guerrero entrenado a la usanza de los soldados, pero a los soldados no les instruían cómo reaccionar ante la atracción por otro cuerpo, ni cómo reaccionar ante aquel contacto que experimentó con la magia de haber cumplido un sueño. Por eso, y como pocas veces, debió recurrir a sus propios pensamientos y acciones. Tenía que improvisar.

Se dejó hacer tal y como ella lo había hecho con su mentón –aunque estuviera durmiendo- y se acercó más a sus labios, probándolos con una lentitud complementaria a la que la joven estaba empleando. Entrecerró los ojos, deslizando la mano que estaba en su mentón a la mejilla para correr un mechón que le privaba de ver su rostro en toda su plenitud y a la vez instalarse allí para hacer ligera presión con las yemas. Sus labios sabían a fruta, y aunque él también tuviera ese “sabor” por haber comido lo mismo, en ella parecía tener un valor adicional. ¿Era por ser precisamente “ella”? Cuando su corazón le dijo la respuesta, sonrió y se dejó llevar.

El sabor a fruta se fue haciendo más intenso a medida que pasaban los minutos, y aquel efecto hizo que sus manos empezaran a picarle de pura ansiedad. Necesitaba algo más, y sólo al tocar la cintura de Maia encontró el remedio a su enfermedad temporal. Sí, se estaba enfermando por no tenerla cerca; y si eso era sorprendente viniendo de él, él mismo se sorprendió cuando se notó encima de ella ya en el piso, dejando de lado toda bolsa con sobras y toda botella a medio llenar, queriendo arrancarle ese sabor a fruta de la boca casi a mordiscos. Una coqueta mordida de labio por parte de quien estaba bajo suyo le hizo despertar de ese sueño entre pesadillas y se separó de golpe, torpemente como nunca se le veía. Se quedó sentado con una mano en los labios, con su rostro rojo de vergüenza. Al ver que le observaba fijamente se volteó para darle la espalda y tranquilizarse, palpándose el pecho queriendo analizar lógicamente lo que había pasado recién. - Maia, yo… - De nuevo no pudo emitir algo coherente, quedándose en silencio como si le hubieran sellado los labios. Precisamente ella se los había sellado, aprovechando de hacer una grieta descomunal en su lógica y en su serenidad. Le había vuelto loco sólo con un beso.

por **Yuna Rutledge** Lun Sep 30, 2013 11:33 am

No hay manera sencilla de describir ese instante de calidez sin parecer una poeta frustrada. Me había sorprendido a mi misma al optar por cometer una locura, pero el desliz al que él claramente cedió, me impresionó todavía más. Cada pequeño rocé me pinchó la espalda como veloces flechas cargadas con electricidad. El roce de sus dedos contra mi rostro no hizo sino agraviar la dolorosa necesidad de acercamiento; como si solo ladeara un poco la cabeza, en busca de un mejor ángulo, me había acunado contra aquella mano. "Un poco más", pedía, cuando me faltaba el aliento. El contacto sobre mi cintura me sobresaltó, pero no me aparté. Ni siquiera al preguntarme qué demonios estábamos haciendo me brindó la voluntad necesaria para hacerlo. Me dejé caer con él encima y disfruté su peso sobre mi. No fui consciente del momento en el que ese beso exigente me privó de toda cordura, y que por ello mordí su labio. Un momento después, resentí la separación.

"¡Tonta!", exclamaba una vocecilla en mi cabeza. Le miré desde la misma posición y me dio un vuelco al corazón. ¿Estaba sonrojado? ¿Skyler Ackermann podía sonrojarse? Costaba creerlo, en especial porque, al notar que yo lo veía, se giró. El silencio que se prolongó incluso después de que dijera mi nombre, me pareció pesado, sofocante y de lo más incomodo. No podía decir nada. Fue un momento de atracción mutua que, seguramente, no se repetiría; porque ese muchacho no hacía contacto con nadie, según había aprendido desde tiempo atrás. Respiré profundamente, intentando calmar mi descontrolado corazón, y me puse de pie otra vez. Procuré no encontrarme con su mirada con un gran esmero, tomando una mochila azul y metiendo en ella una considerable porción de equipo de supervivencia.

— S-Será mejor salir de aquí ahora que hemos descansado lo suficiente. —dije en voz alta, o al menos, así lo pretendía. Nunca se me dio bien fingir que conservaba la calma. No tenía los nervios de acero ni era especialmente buena en la actuación. Estaba sonrojada y no dejaba de tocarme los labios, pero hablar sobre el tema solo nos estancaría en él. Tragué con dificultad y acerqué una enorme caja de madera a las rendijas que habían cerca del techo y miré por ellas, un poco deslumbrada por la luz del exterior. El cuerpo entero se me puso en tensión.— Skyler... —lo llamé.

Afuera, aunque los edificios continuaban intactos, todo estaba cubierto de polvo. Las casas más cercanas a la escuela tenían los cristales rotos y parecían abandonadas de manera muy precipitada. Si se agudizaba el oído, se podía escuchar mucho ajetreo unas calles más lejos. No había forma de mirar el resto de la ciudad desde el primer piso, pero imaginaba como sería. La gente estaba abandonando todo, y aunque la principal razón debía ser el terremoto, la terrible sospecha de que pudiera tener que ver con más bestias como la que vimos antes, me arrancó un jadeo.

por **Skyler Ackermann** Lun Sep 30, 2013 9:08 pm

La mezcla de sensaciones era tan desagradable que era similar a sentirse sucio y podrido, pero al mismo tiempo la percepción real era bastante lejana a ello. Sentía cómo se habían roto sus estándares de acero con la sutileza de una navaja, y aquello le provocaba una incomodidad que se igualaba contradictoriamente a una especie de bienestar. No dudaba de que lo que había hecho le había gustado, y tampoco dudaba de que deseaba más; pero el mero hecho de llegar a esas conclusiones le provocaba un choque moral tremendo que debía saber manejar frente a sus superiores. Si le descubrían, las cosas no irían para nada bien, aunque no tanto por lo que se avecinaba en el exterior.

Mientras Maia parecía guardar distintas cosas en la mochila, Skyler se levantó, buscando con rapidez su serenidad como si estuviera tanteando la mano en un lugar oscuro, encontrándola después de beber un poco de agua y suspirar, entrecerrando sus orbes con decisión. – Guarda sólo lo que realmente necesites para que no te pese tanto al correr.- Le advirtió con su neutralidad de vuelta, e ignorando si le hizo caso o no fue que se puso a revisar con detalle lo que se guardaba entre esas cuatro impenetrables paredes. Su hombro pareció agradecerle a sus manos cuando encontró calmantes, y no tardó en ingerir un comprimido. Necesitaba que hiciera efecto lo más pronto posible, y más aún con lo que vio y escuchó por la ventanilla.

El panorama no era para nada alentador, y por ello se bajó de inmediato del cajón que había puesto para apoyarse, mirando a Maia con la mayor decisión y seguridad que podía demostrar en ese momento. – Te llevaré de vuelta a casa. – Dijo guardándose el frasco de medicamentos en uno de los bolsillos laterales del pantalón, escuchándose en ese instante dos sonidos de distinta frecuencia provenientes de su comunicador; y, casi de inmediato, una serie de pasos pesados acompañados de gruñidos y el posterior ruido inconfundible de garras rasgando una pared, aunque en este caso era mucho más incómodo por ser metal el material que intentaban sobrepasar. Regresó la vista a Maia, y tras hacer reaparecer los guantes, se colocó justo delante de la puerta.- En cuanto yo te diga, corre y ponte a salvo como sea. – Le dijo con seriedad, esperando que atinara a colocarse detrás de él. Pensó en decir algo más, pero se concentró en que su guante brillara hasta que no pudiera distinguirse.

La explosión envió a volar a las criaturas a la par de que las encegueció por unos instantes, además de dejar una enorme grieta en lo que se suponía era una fortaleza impenetrable- ¡¡Ahora!! – Gritó mientras se convertía en el centro de atención de ambas bestias, formando una espada en cada mano al aterrizar en un pequeño campo abierto rodeado de escombros. Miró de reojo para asegurarse de que le hiciera caso, y volvió a ponerse en guardia, transformando aquella mirada antes comprensiva en una llena de seriedad asesina.

por **Yuna Rutledge** Lun Sep 30, 2013 9:55 pm

Skyler, aunque me preocupara aceptarlo, tenía más control de aquella caótica situación que yo. Sabía bien lo que eran esas criaturas y lo que se debía hacer con ellas. Bueno, ahora yo también lo sabía, pero no era ninguna cazadora ni luchadora. A duras penas me defendía en el ambiente escolar, contra chicas normales y de un peso inferior a 60 kilogramos. Por esto y porque, sin necesidad de admitirlo en voz alta, confiaba en él. Tenía la sensación de que fantasear con ser algo más que una conocida para él me traería problemas, pero siempre y cuando no pisara ese terreno minado, estaría a salvo. Ah, si... menos de los lobos. Retrocedí cuando él me lo indicó, sintiéndome más preparada. Ninguna garra ni colmillo me tocó, pero no podía decir lo mismo de Skyler. Una vez que salí de la bodega con la mochila sobre los hombros, no quise mirar atrás.

Debía buscar cuanto antes una salida viable por la cual no nos tropezáramos con escombros o más bestias. Y como si algo me arrastrara el alma fuera del cuerpo, soñé despierta que recorría ese pasillo y luego otro, donde no había tantos escombros y todo parecía en paz. Cuando recuperé la capacidad para respirar y mi corazón empezó a latir a un ritmo que no indicara taquicardia, parpadeé. ¿Qué demonios había sido eso? Me sobresalté y corrí al otro lado del pasillo cuando un golpe sordo retumbó dentro de la bodega. ¡Que fuerza! Esperaba que no fuera Skyler quien estuviera recibiendo una paliza.

¡Malditas fueran mis ganas de volver ahí dentro! Me alejé un poco más, nerviosa. ¿Qué me había hecho en tan solo unas horas? Molesta con él, conmigo y con la situación, y más sonrojada de lo que me hubiese gustado estar, grité:

— ¡¡Ackermann!!

El grito, que por si mismo sonaba a una exigencia, me sorprendió. No era la pataleta de una niña, sino la urgencia de quien ve por fin una salida a tanta mierda. No me largaría de ahí hasta saber al cazador fuera de la bodega en una pieza, pero mis pies temblaban contra el suelo, listos para emprender una huida fugaz. Me llevé una mano a la cabeza, confundida por aquella extraña visión, y otro estruendo me hizo mirar la puerta de la bodega. Era una suerte que me hubiese recorrido unos metros, o sino, el cuerpo de una criatura mitad lobo mitad... algo raro, me habría aplastado contra la pared. Sangraba y olía a bosque y musgo. Cuando el polvo se dispersó lo suficiente, vislumbré la figura jadeante pero en perfecto estado de Skyler. Si alguien le hubiese puesto encima una armadura dorada y brillante, no se habría visto mejor.

— Sé por donde podemos salir... —expliqué con voz débil, y al percatarme de esto, tragué rapidamente y sacudí la cabeza.— Será mejor que nos demos prisa. No sé cuanto tiempo permanecerá todo despejado. Y si hay otra réplica, adiós a la salida.

por **Skyler Ackermann** Lun Sep 30, 2013 11:10 pm

Las bestias no tardaron mucho en recuperarse, tal y como predijo. Por eso estaba preparado ya con sus siguientes maniobras, aprendidas sistemáticamente en horas de durísimo entrenamiento. Más de una vez pasó la noche en vela practicando las maniobras que ahora replicaba con perfección gráfica, esquivando con agilidad renovada las arremetidas de esos hombres lobos que no parecían saber nada sobre coordinación. Le hubiera gustado algo más difícil, pero nada podía resultarle difícil con el nivel de preparación que tenía, por muy arrogante que pudiera sonar aquello.

Ya los había herido a los dos con sus espadas, mermando sus movimientos lo suficiente para poder tomar una ventaja relativa de la situación. La plata presente en sus cuerpos los estaba infectando y quemando progresivamente, y era cuestión de tiempo para que se encontrasen a su merced de quien no demuestra piedad contra las criaturas sobrenaturales que osan alterar la paz de la ciudad y del mundo entero. Observó su alrededor habiendo aterrizado en un montículo de escombros, y cambió las espadas por un reforzamiento de sus guantes, notándose unos nudillos de metal plateado. Con unos golpes bien dados, la situación quedaría bajo control y podría ir tras Maia para continuar con aquella escapada que a cada segundo que pasaba tomaba tintes épicos.

Esquivó un enésimo zarpazo de uno de los seres, aprovechando de atraer al otro hacia la bodega. Se movió de tal forma que al evitar uno de sus golpes quedaría justo frente a lo que quedaba de aquella puerta metálica, y concentrando la energía del guante como en la ocasión anterior le estrelló contra una de las paredes metálicas de la habitación de un izquierdazo, dejándole completamente noqueado. Sin embargo, no tuvo tiempo de bajar la guardia, ya que el otro animal se le abalanzó con furia haciéndolo entrar a la bodega, evitando apenas que le arrancara el brazo de un mordisco pateándole el abdomen para sacárselo de encima. Se incorporó con rapidez, y aquel inconfundible grito le hizo negar con la cabeza.- Esa chica es tan terca…- Al pensar en ella sonrió, combinando esa mueca con su posición estándar de pelea.

Unos segundos de intercambios a corta distancia bastaron para dilucidar un ganador, cuya nueva víctima salió volando con una herida bastante grotesca en la cabeza. Su guante derecho goteaba la sangre ajena como trofeo de guerra, acompañando su respiración agitada y su agotamiento por el esfuerzo que había empleado en mantenerse concentrado y no fallar en ningún centímetro cada movimiento que realizaba. Cualquier error le hubiera costado demasiado caro; tanto que no se hubiera perdonado nunca el no ver nunca más a la figura que le hacía asentir con sus palabras.- Voy tras de ti. – Dijo sobrepasando un bloque de escombros pisando con cuidado, buscando recobrar la sobriedad lo más pronto posible.

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