AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Let The Truth Sting - [Privado]
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Let The Truth Sting - [Privado]
Eugenia significó demasiado en mi vida, gracias a ella pude compensar esta actitud testaruda con el solaz que tan solo la música y la buena lectura brindan. Nadie podría creer que a pesar de mi fachada poco amigable pudiera esconderse un niño con afán de devorar cada libro en la enorme estantería ubicada en el despacho de Salvador. Y fue el piano esa válvula de escape, que me permitió danzar con mis demonios internos los cuales se sustentaban de estos retazos de recuerdos día tras día. Solo eso. La música era un puente de salvación que evitó yo tocara fondo definitivamente. Después de un tiempo solicité que nadie se encontrara presente cuando yo ejecutaba las piezas, quería disfrutar de mi aislamiento.
Esa tarde era una de aquellas donde la compañía de Miroslav resultaba innecesaria y no porque no le estimara, sino porque debía acudir a esta visita por mí mismo. Le cedí la tarde y parte de la noche otorgándole entradas para una exposición de instrumentos antiguos en el conservatorio de música de madmoiselle Del Mar. Estaba seguro que le proporcionaría una velada fabulosa tal y como lo habría hecho conmigo. Miré con detenimiento el acompasado movimiento de las manecillas de mi reloj de bolsillo. Treinta minutos antes de las 10. Tiempo suficiente para perderme entre el vaivén de las notas en el piano. Ahí estaba una vez más, recurriendo a esos menesteres inculcados por mi madre. Suspiré y sonreí en la penumbra del salón.
Una tras otra, confeccioné las piezas que transcurrían, del mismo modo que mis memorias, transcurrían como pasajes en blanco y negro, mi niñez, las tardes de regocijo en el regazo de Eugenia mientras componía alguna brillante pieza. De pie frente a nosotros la autoritaria silueta de Salvador De Gaudí, el otroro Conde degustando de la ejecución de su hermosa compañera. Un par de aplausos sobrios al final para dar rienda suelta a los abrazos y mimos hacia mí. Un beso para mi madre y un par de susurros a su oído que provocan una tenue sonrisa en su semblante adicionando una pisca de encanto. Así eran las tardes en el castillo De Gaudí, así era mi vida en ese entonces y yo estaba agradecido con eso. No pediría nada más pues me sentía el chiquillo más afortunado.
El cochero llamó a la puerta y fue entonces cuando desperté de la alucinación. Me ayudó a colocarme la capa escarlata y vestí mis manos con los guantes. El frio daba inicio a las afueras y probablemente la plática nos llevaría tiempo. El mentor que de pequeño había formado parte de mi pasado, uno que no dejaba de develarme secretos. Seguro estaba que tendría la edad aproximada de mi viejo mayordomo, pues había pasado tanto sin saber de él. El recorrido fue breve y al arribar a su residencia lo último que imaginé fue el encontrar la efigie de un hombre aun joven y fuerte, como si los años no hubiesen pasado en él. ¿Qué estaba pasando entonces?
Última edición por Mariano De Gaudí el Sáb Dic 26, 2015 12:11 pm, editado 1 vez
Luis Felipe de Castilla- Realeza Española
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
“The truth is rarely pure and never simple.”
― Oscar Wilde, The Importance of Being Earnest
― Oscar Wilde, The Importance of Being Earnest
Mariano. Lo recordaba bien. Su padre fue de esos nobles que le ayudaron a él mismo forjarse una fortuna, pues tenía una eternidad por delante y necesitaba medios para subsistir, aun cuando él mismo era hijo de nobles sajones. Pero cuando se toma la vida eterna, nada de eso importa ya. Mariano. Sí, lo recordaba y la idea de volverlo a ver, ahora hecho un hombre no le pareció del todo mala, aunque tendría que dar muchas explicaciones. No creyó que el pasado fuera a regresar de ese modo, pero ahí estaba. Ese joven le convenía, era conde, ocupando el puesto de Salvador de Gaudí y si quería forjar alianzas, qué esperaba, esa era su oportunidad.
Silke no estaba en casa, como ya era bastante normal y pidió a la servidumbre dejarlo a él abrir la puerta. La conmoción, supuso, sería mucha y aunque dudaba que sus mucamas y sus mozos fueran estúpidos y no se dieran cuenta de lo extraño que era, tampoco quería develarles su secreto de aquel modo. Ese encuentro y esa verdad sólo correspondían a Mariano y a él.
Así pues, cuando tocaron la aldaba de la residencia, se puso de pie y dejó para otro momento los asuntos de la baronía con los que había estado matando el tiempo. Asistió como había dicho que lo haría y abrió. Frente a él estaba ese joven que recordaba, más alto y embarnecido. Todo un hombre y como antiguo tutor, se sintió orgulloso. También disfrutó de la expresión de su cara, pero no era intención de Kaspar jugar con él, no era su estilo, no tenía tiempo para esos trucos mentales que otros vampiros disfrutaban mucho. Haciendo honor a su tradición militar, él era directo como flecha.
Antes de que el joven noble pudiera reaccionar, Kaspar se hizo a un lado y lo invitó a pasar con un ademán de la mano.
—Sé que tienes preguntas —le dijo mientras lo ayudaba a quitarse la capa, el trabajo que usualmente un mayordomo haría y que, por una vez, el Barón cometía—, pero éstas pueden esperar, la entrada no es el sitio más propicio —le aclaró y de nuevo, indicó una dirección para que ambos pasaran.
Lo condujo por un pasillo largo y ancho, decorado con pinturas de formatos muy grandes. La mayoría de escenas bélicas, aunque más de una también presentaba paisajes del Sacro Imperio. Arribaron a un salón de ventanas más altas que anchas, que daban al jardín y un conjunto de sillones cómodos, tapizados en azul y blanco.
—Toma asiento —invitó, haciendo lo propio en un sillón individual. Junto a él descansaba en una mesilla de patas muy largas y delgadas una botella de vino y dos copas, mismas que sirvió y extendió una a su invitado, esperando que soltara mil preguntas o quedara en silencio por el asombro.
Última edición por Kaspar Furtwängler el Lun Ene 04, 2016 10:41 pm, editado 1 vez
Kaspar Furtwängler- Vampiro Clase Alta
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
Aún me encontraba sumergido en ese asombro. En una especie de estremecimiento que recorría mi columna y derrumbaba mi fortaleza. Mis sentidos me dictaminaban sobre cierto peligro y sin embargo no pude reaccionar ante su sonrisa cordial y la forma en la cual Kaspar se dirigía hacia mi persona. Era el mismo, su fisonomía no había sufrido ninguna alteración por el paso de los años. Nada había cambiado en él, nada. Cuando crucé el umbral de su puerta me di cuenta que no había marcha atrás, pues yo mismo había aceptado continuar ahondando en sucesos poco comunes y este encuentro era uno de los más extraños sin lugar a dudas. ¿Qué había ocurrido con aquel hombre recto todo este tiempo? Maldición, nada era lógico. Accedí ante su maniobrar cuando ayudó a despojarme de la capa, no estaba sorprendido por aquel acto, pues yo mismo de vez en cuando me permitía tales libertades con Miroslav. Más bien, mi asombro iba más allá de ese detalle.
No pude responder, pues confiaba en que las respuestas llegarían poco a poco con el transcurso de la velada. Asentí y me adentré en una serie de pasillos decorados con obras magnificas, sobrias sin resultar lúgubres. El eco de nuestros pasos acallaba el silencio que se cernía a nuestro alrededor. Mis ojos recorrieron cada detalle en la habitación, de vez en cuando reparando en él nuevamente, de reojo evitando ser imprudente. Finalmente ingresamos en una habitación más pequeña, acogedora y con una vista perfecta hacia su jardín. Acepté la copa ofrecida y bebí un sorbo muy ligero, como si el efecto del alcohol derramara sobre mí el valor que iba a ser necesario en adelante.
–Muchas gracias Kaspar– me limité a responder.
Desabotoné el saco a medias y coloqué con sumo cuidado la copa nuevamente sobre la mesa. El clima mostraba su rostro más frio meciendo suavemente con su brisa la vegetación y sin embargo era una característica irrelevante ahora.
–Vaya, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que le vi, muchos años–
Él mismo me había cedido ese privilegio de llamarle por su nombre, como si de un conocido o familiar se tratase, no obstante yo prefería añadir cierto aire de respeto pues significaba como un segundo padre para mí cuando en el despacho de Salvador me instruía sobre diversos temas en ausencia del otroro Conde ¿Qué se supone iba a preguntar? ¿Con que derecho iba yo a abordar el torrente de cuestionamientos que asaltaban mi cordura?
–¿Hace cuánto reside en la capital?–
Fue lo más prudente que pude soltar. Aunque cada oración que emanaba de mi boca estaba cargada del mismo sentimiento de perplejidad haciendo énfasis en ese adjetivo que se materializaba frente a mis ojos y evitaba pronunciar; la inmortalidad.
Luis Felipe de Castilla- Realeza Española
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
“They talked in the shorthand of old friends and shared memories.”
― Dee Henderson, Before I Wake
― Dee Henderson, Before I Wake
Lo miró con detenimiento, como si comprobara de ese modo los resultados de su obra. Había tenido muchos pupilos en el pasado, pero sin duda Mariano ocupaba un sitio preponderante en su historia. No sólo había pasado más tiempo con él, sino que consideraba que era de los que habían resultado mejor. Sonrió de medio lado al escucharlo pronunciar su nombre. Era informal en la medida correcta, por más que Kaspar insistió antes en que dejaran de ser tan protocolarios, el joven no pudo deshacerse de ese cierto aire de respeto al dirigirse a él y el barón lo comprendía. Había sido su maestro, después de todo.
Tomó asiento y por largos segundos no respondió a los comentarios del joven conde. Se distrajo adrede con la copa. Dio un sorbo y asintió mientras paladeaba el sabor del vino.
—Han pasado muchos años —estuvo de acuerdo—, y han cambiado muchas cosas. Y otras no —ahora era barón, por ejemplo, y estaba casado; pero su físico se mantenía idéntico al que el muchacho había conocido. Sin embargo, no hizo mención a ninguno de esos detalles, dejó que la vaguedad de sus palabras danzara en el espacio entre ambos.
Arqueó una ceja entonces con gesto perspicaz y de nuevo, el líquido fermentado de uvas en su copa le sirvió de distracción para no tener que responder de inmediato. Se rascó la barba después.
—¿En verdad esa es tu primera pregunta? —Rio de buena gana, terminando con un largo suspiro—. Llevo poco tiempo en París. Estuve muchos años en el Imperio, mi lugar de origen —se decidió a responder, ya que esa era la duda de su antiguo aprendiz. No entró en los detalles de sus circunstancias, de qué caminos lo habían conducido hasta ahí; en resumen, no hizo mención a sus problemas maritales. Tenía confianza con Mariano, pero era muy reservado de sus asuntos.
—Y dime, tú qué haces aquí. Estamos muy lejos de España —le tocó a él preguntar y sonrió cómplice—. Debo decirlo, me da gusto que coincidamos de nuevo, y me alegra ver que te has convertido en todo un hombre —muy pocas veces Kaspar se permitía ese tipo de cosas, quizá demasiado sentimentales para un sujeto como él. Pero hace tanto, tanto en verdad que no mantenía una conversación de esa naturaleza, que las palabras y frases surgían solas. El más joven le producía orgullo, se preguntó si así se experimentaría ser padre, algo que nunca iba a conocer.
—Me enteré que ahora eres conde —continuó, cuando se conocieron, Mariano no era más que el heredero de Salvador de Gaudí, si ahora había tomado el puesto de su padre, no se necesitaba ser un genio para saber los motivos—. Lo lamento, pero no puedo pensar en alguien mejor para ese puesto. Si hice bien mi trabajo, harás un gran papel. Y es eso precisamente lo que nos tiene aquí. Claro que quería saludarte tan pronto me enteré que compartíamos ubicación, sin embargo… no sé si lo sabrás, pero por cuestiones del destino, ahora soy barón de Esztergom y como tal, me interesa tener… cosas en común con otros nobles —fue cuidadoso en su elección de palabras.
Kaspar Furtwängler- Vampiro Clase Alta
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
Después de mi encuentro con Adrians, mi juicio sobre los acontecimientos que precedían a mi familia dio un giro brusco. Todo en lo que hasta ese entonces creí se derrumbó como si nada en tan solo unas horas durante esa charla. Aparentemente yo había estado viviendo en un mundo paralelo a aquel descrito por Adrians y confirmado por Miroslav. Lo sobrenatural, lo prohibido por la sociedad y juzgado por la iglesia era una verdad palpable que deambulaba de un lado a otro conviviendo con nosotros durante el día, y la noche. Y era justo en este momento en que todas mis conjeturas y sospechas cobraban vida, al verme frente a quien en otroros años había sido mi maestro y parte de esa fuente de conocimiento que había contribuido a mi educación y forjar lo que hoy en día soy. Su figura autoritaria seguía ahí, presente. Incluso ese aire paternal que en más de una ocasión confundí con Salvador.
No tenía como agradecerle ese cariño y tiempo para conmigo. Así que lo que menos podía hacer en ese momento era predisponer mi opinión acerca de su aspecto, por más asombroso que pareciese.
Reí un poco más tranquilo cuando él mismo dejó entrever mi curiosidad y asombro.
–Lo siento Kaspar, es sólo que aún no puedo creerlo–
Eugenia me hubiese reprendido por mi falta de respeto, pero me resultaba casi imposible no dejar de asombrarme a cada segundo. Por fortuna ahora que estaba enterado de muchas cosas, podía reaccionar de una forma más tranquila ante ese hecho.
–Le soy sincero, no pensaba volver a encontrarme con usted después de todo este tiempo, como bien lo acaba de confirmar, han sido muchas cosas que han sucedido. Algunas buenas otras no tantas y muchas otras que serán parte aguas de un mejor porvenir –
Esperaba dejar en claro con esas oraciones que a pesar de lo que él pudiera revelarme, no tenía el derecho de adelantarme en un juicio hacia su persona.
–Así es– bebí un poco del vino antes de continuar –Son dos años aproximadamente desde que arribé a la capital, a Eugenia le hubiese dado mucho gusto saludarle Kaspar, después de todo lo que somos hoy en día es gracias a la buena educación que recibí de su parte y a la buena relación que se forjó entre nuestras familias–
Deposité con cuidado la copa sobre la mesa para evitar que el sonido interrumpiese la charla venidera.
Asentí.
–No ha sido fácil conllevar el título– sonreí –Hay muchas cosas que aún necesito aprender y que por desgracia en mis años de adolescente rehusaba rotundamente a manejar, nunca tuve el cuidado de acercarme a Salvador en busca de consejos, sin embargo es un gusto volver a coincidir con usted una vez más–
Me sentí como un chiquillo arrepentido. Ingratitud quizás era la palabra adecuada, no necesitaba ahondar en detalles, pues mi acompañan ante en más de una ocasión había sido testigo de pequeñas discusiones con mi padre.
–Tenga por seguro que podemos recuperar el tiempo perdido–
Luis Felipe de Castilla- Realeza Española
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
“The past is a foreign country; they do things differently there.”
― L.P. Hartley, The Go-Between
― L.P. Hartley, The Go-Between
Ante la respuesta de Mariano, Kaspar no tuvo mucho más que agregar por el momento. El chico parecía sorprendido, lo había admitido, pero no asustado y esa era buena señal. Se preguntó qué tanto conocía de lo sobrenatural. Ya fuera mucho o poco, supo que era lo suficiente para usos prácticos de su encuentro. Lo dejó entonces de lado, sin olvidar el tema por completo.
Asintió después, aún admirado del hombre en el que se había transformado aquel niño que educó. Si bien había sido contratado por el conde de Gaudí para ejercer un trabajo, llegó a apreciar a Mariano de manera sincera. Fueron muchos años de convivencia como para no hacerlo. Supuso, en ese instante, que ahora muchas cosas harían sentido para el español. Cada lección que tuvieron, amparados por la oscuridad de la noche. Cada momento en el que Kaspar se apresuró antes del amanecer.
—Y a mí me hubiera encantado verla. Todo ha sido tan… repentino, si me permites la expresión. Pero ya habrá tiempo. Como bien has puesto en palabras, recuperaremos el tiempo perdido —alzó la copa en un amago de brindis. Por los momentos del pasado y los que ahora deparaban, pero sobre todo, por ese encuentro.
Dio un sorbo y luego miró significativamente a Mariano. Entendió sus preocupaciones y le ofreció, en ese instante y sin palabras, una solución: su presencia constante. Mariano, al contrario que él, había nacido en cuna de nobles, había sido educado para llevar con orgullo el título de sus antepasados, pero era aún demasiado novel en el mundo. Kaspar poseía una sabiduría que sólo la experiencia podía proporcionar. Podía ser su guía, una vez más.
—No te subestimes —continuó—. Si tuve un buen pupilo, fuiste tú. Sólo necesitas creer que eres capaz y, bueno, sabes ahora dónde encontrarme. Estaré encantado de ayudarte. Aunque considera que ahora tengo que cuidar también de una baronía —bromeó. Incluso rio un poco. Esa risa ronca y oxidada que tenía por culpa de no usarla tan seguido. Sin embargo, el ofrecimiento iba muy en serio.
—Ah, pero Mariano, no has respondido a mi pregunta en concreto, ¿qué haces en París? Aunque si no quieres decirme, no importa —lo dijo con sinceridad, ¿qué más daba? La convergencia de sus caminos los había cruzado de nuevo y eso bastaba—. Dime entonces, ahora que eres un joven conde, ¿estás casado? —Podía parecer una pregunta más en su conversación. En el intercambio de palabras de dos personas que no se han visto en mucho tiempo. En realidad, la cuestión fue premeditada. Era un asunto que interesaba al barón por motivos personales.
—Muchas cosas han cambiado, es correcto. Pero sigues siendo el chico que conocí. Inteligente y educado —agregó tras algunos segundos de guardar silencio. Claro que, como Mariano, él no esperaba encontrárselo después de tantos años, pero ya que estaban ahí, debía confirmarle lo mucho que podía contar con él.
Kaspar Furtwängler- Vampiro Clase Alta
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
Siempre había sido malo para comprender entre líneas y aunque el encuentro previo con mi viejo amigo Adrians y lo revelado en aquellas cartas de Salvador hacia mí, me mantenía aun en un estado de shock, traté de mantener la cordura con la presencia de Kaspar frente a mis ojos. Cada uno de sus movimientos parecía estar dictaminados por su auto control que seguramente había adquirido mucho tiempo atrás y resultaba casi imposible no dejar de pensar si dentro de su cuerpo aún quedaba algo de la esencia de mi viejo maestro. Su voz ronca y paciente calmaba mis dudas con cada una de las oraciones que se desgranaban de sus labios, de tal forma que por unos instantes la efigie de un segundo padre se cristalizaba ante mí. Sonreí de forma nostálgica y solo pude esbozar ese ápice de cordura en mi rostro para permitir que nuestra charla fluyera lo más naturalmente posible.
–Lo es– suspiré –Aunque la muerte es un punto a donde todos… debemos llegar–
Callé de inmediato dándome cuenta que había hecho hincapié en un detalle ajeno a la nueva condición de Kaspar.
–Muchas gracias, como siempre, sabe encontrar las palabras correctas, incluso después de mi comentario fuera de lugar–
Reí un poco más natural cuando él se refería a su título de esa forma, cuando para mí no significaba otra cosa que un obstáculo aun hiriente sobre mis hombros. Un peso que recordaba ese acto desinteresado de Salvador hacia mí protegiéndome incluso con su propia vida. Era curiosa la forma en la cual justo después de recibir un golpe, el destino regresaba a mi aquel guía que me hacía falta para no perder la trayectoria en mi camino. Nadie mejor que Kaspar para reencontrarme.
Bebí un sorbo más de la copa antes de dar inicio a una breve confesión.
–Después de la muerte de Salvador, mi madre necesitaba alejarse de nuestra tierra natal, vivimos su luto sumergidos en la benevolencia que esta ciudad nos brindó, la verdad no existe ninguna razón en particular ahora que reflexiono en ello– pausé un par de segundos antes de responder nuevamente –No, bueno, no es exactamente de ese modo aunque me gustaría decir que si– Reí nervioso –¿Recuerda a Victoria? Tuve la fortuna de reencontrarle nuevamente acá, en esta capital y yo…pienso pedirle se case conmigo en breve–
Una línea se plasmó en mis labios, misma que denotaba la felicidad que solo pronunciar esas palabras causaba en mí. Y es que ahora que había cerrado un capitulo en mi vida dejando muchas dudas atrás, podía buscarle una vez más para por fin ser feliz a su lado.
–Me honraría con su presencia cuando ello ocurra, por supuesto–
Cuando él se dirigió hacia mí con ojos benevolentes hallé un poco más de calma. Esos ojos que solo dedicaba hacia mi persona cuando de pequeño hacia una travesura y él era el único que se aproximaba para palmear mi espalda y secar mis lágrimas.
–Muchas gracias, aunque eso es solo el reflejo de su buena instrucción–
Le miré fijamente.
–¿Qué pasó con usted todo este tiempo? Es decir, no supe más después de su inesperada partida, ni siquiera respondió mis primeras cartas–
Luis Felipe de Castilla- Realeza Española
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
“Unfortunately, the clock is ticking, the hours are going by. The past increases, the future recedes. Possibilities decreasing, regrets mounting.”
― Haruki Murakami, Dance Dance Dance
― Haruki Murakami, Dance Dance Dance
Se quedó sin habla. Supo, no era tonto, que las palabras de Mariano no iban con dolo, sin embargo lograron calarle. Kaspar no era un hombre sentimental, ¿cómo? Si era un ser forjado en fuego, sangre y guerra, no había cabida para ese tipo de debilidades, sin embargo, que fuera su pupilo favorito el que hablara de la muerte de aquel modo, se sintió diferente. Un golpe a un sitio que no sabía que aún tenía. Se removió incómodo y trató de no darle mayor importancia, porque realmente no la tenía.
Asintió ante la explicación de Mariano. Musitó un «lo siento» cuando fue oportuno, pero no lo interrumpió más. Al final, cuando confesó que sí existía alguien en su vida, sonrió, orgulloso. Recordaba a la chica, vagamente pero lo hacía y creyó que el joven había hecho una buena elección.
—Por supuesto. Un joven encantadora. Creo que harán una gran pareja —apuntó—, estaré encantado de ir, sólo… ya sabes, si la recepción es durante la noche será mucho más cómodo para mí —rio de aquella pequeña e inofensiva broma. En el aire aún habitaba la idea, volaba sobre ellos, pero no aterrizaba; ninguno lo decía de forma tácita, con todas sus palabras y al parecer eso les funcionaba.
Por un momento se dedicó a contemplar la copa que tenía en la mano. Cómo reflectaba la luz y distorsionaba lo que estaba al otro lado. Había escuchado la pregunta, desde luego, sin embargo estaba meditando la respuesta. Suspiró con cansancio.
—Yo tuve el mal tino de casarme. No me mal interpretes, la amo —se apresuró a aclarar, mirando al fin a su otrora alumno. Podía tener todos los problemas del mundo con Silke, porque los tenía, pero la amaba y eso no cambiaba—. Sin embargo creo que fue egoísta de mi parte arrastrarla a esto que soy —chasqueó—, supongo que poco a poco encontraremos el modo —agregó sin convicción, dejó que su frase se desvaneciera en el ambiente. Fue vago adrede porque era un tema delicado—. Fue de su familia que heredé el título de Barón y ahora trato de hacer un trabajo digno —concluyó.
—Yo… —carraspeó. Era raro ver a Kaspar dudar en sus modos o en su discurso—. Yo llevo muchos más años de los que te imaginas escondido en la oscuridad. Cuando tu padre me llamó y contrató, estaba en mis cláusulas que las lecciones se llevaran a cabo en la noche. Nunca supe si sospechaba algo, o lo sabía. Como fuera, fue un hombre discreto y por ello le agradezco —terminó, sonriendo. Aunque su sonrisa fue tan pequeña que se perdió en la espesura de la barba.
—Por eso no respondí. Lo lamento Mariano, y me alegra tener la oportunidad de hablar contigo de esto de frente. Otra de mis excentricidades, si así las quieres llamar, es no volver a contactar a mis alumnos una vez que las cosas hubieron terminado. Queda claro por qué, ¿no es así? El impacto puede ser devastador. Tú, en cambio, una vez más me demuestras que eres la excepción a toda regla —pausó—, pudimos haber tenido más tiempo. Pude haberte ayudado en tu transición a conde, por ejemplo, sin embargo eso ya está en el pasado. Y si te parece bien, ahora que ambos estamos en París, podemos recuperar el tiempo perdido —era peculiar pero refrescante ver a Kaspar así, un tanto nostálgico y más humano, a pesar de todo.
Kaspar Furtwängler- Vampiro Clase Alta
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
Incluso en ese momento, yo buscaba la aprobación de mi viejo instructor. Pero no era eso lo que precisamente me había orillado a responder su invitación, puesto que yo buscaba a un amigo, una figura que sólo me escuchase ahora que muchas cosas se habían esclarecido en mi vida, pero otras tantas seguían siendo una carga emocional. Por unos segundos la tensión se alejó. Cuando Kaspar hacía referencia a su nueva condición de dicho modo. Aún no podía comprender del todo los motivos que le obligaron a tomar semejante decisión. Lo poco que yo conocía sobre el tema era gracias a mi charla con Adrians. Sabía que aquellos inmortales no se veían afectados por las inclemencias del tiempo, que poseían dones que iban más allá de la racionalidad, aunque también, conocía por relatos antiguos que cuando se veían amenazados o en estado irracional únicamente obedecían a sus instintos, a la sed que les subyugaba para sentirse satisfechos, asesinando sin importar nada más a quien se pusiera enfrente.
Mientras él se mostraba ausente, tratando de responder a mis cuestionamientos, no pude evitar, pensar en cual de aquellos conceptos encajaba el hombre que tenía justo enfrente. A quien aún respetaba como mentor ¿Sería un ser bélico? ¿Arrepentido?
Sea cual fuere el caso, no lograba aceptar del todo que alguien tan apreciado por mí y la familia De Gaudí ahora tuviera que morar en las sombras para no ser descubierto y señalado por una sociedad vendada a ese tipo de eventualidades. No me quedó más que reír ante su comentario.
–Muchas gracias Kaspar– carraspeé la garganta –Será un evento de noche, por supuesto–
Recobré la compostura cuando su voz se tornaba grave al retomar su relato.
–Si de algo le sirve la opinión de un viejo discípulo, le diré que en nombre del amor llegamos a hacer cosas que parecieran ser irracionales, pero cada uno de nosotros sabe el motivo detrás de esas acciones. Créame, que no conozco a nadie mejor para llevar dicho título, después de todo usted lo ha dicho parte de mi formación es gracias a su cátedra, a su tiempo y paciencia, no podría juzgarle, no soy la persona indicada–
Bebí un poco más del líquido vertido en la copa y me apresuré a señalar.
–Eso ha quedado atrás Kaspar, Salvador tuvo el tino de hallar a un buen mentor como usted y eso es lo que cuenta–
El tiempo es sabio y se encarga de colocar la misma prueba que antes no se supera, o bien, que en la obstinación de una juventud desenfrenada no logramos comprender del todo. Una vez más yo tenía ese modelo paterno y no iba a comportarme de forma insensata como lo hice en su momento con Salvador.
–No sé si realmente sea una excepción– musité –Pero estoy completamente seguro que esta nueva oportunidad traerá consigo grandes cambios–
No sabía cómo dar apertura a muchas de mis dudas, así que solo me aventuré a preguntar.
–Kaspar, usted conoció en demasía a mi padre, incluso más que yo me atrevería a decir ¿Conoce de algún enemigo que quisiera acabar con su legado? Hace un par de semanas pude ponerme en contacto con un viejo amigo, gracias a eso pude descifrar muchas cosas relativas a sus reuniones con hechiceros y personajes de cuidado, pero sigo sin comprender lo que realmente sucedió en esas reuniones, si algo sabe, le ruego me pueda explicar–
Clave mis ojos en los ajenos, aguardando una respuesta que a pesar de tener indicios de saberla me negaba a creer.
Luis Felipe de Castilla- Realeza Española
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
“It's the questions we can't answer that teach us the most. They teach us how to think. If you give a man an answer, all he gains is a little fact. But give him a question and he'll look for his own answers.”
― Patrick Rothfuss, The Wise Man's Fear
― Patrick Rothfuss, The Wise Man's Fear
Si respetaba una opinión, si quería una si quiera, esa era la de Mariano. Joven y aún con cosas que aprender, y como fuera, pero era un chico astuto, él lo había visto y había ayudado a fortalecer todas sus cualidades. Tenía buen ojo para localizarlas en la gente, y como mentor, para pulirlas. Fue a decírselo, pero prefirió callar y escuchar. Que el joven De Gaudí se lo dijera de aquel modo, tan educado pero claro, le dio una fortaleza que no sabía que le estaba haciendo falta. Y es que su vida con Silke mermaba en él de maneras que no estaba ni siquiera enterado.
Aguardó sereno, mirando a su antiguo discípulo con atención. Sorprendido de esa diplomacia de la que él carecía. Y es que, a pesar de lo que el otro dijera, él era un ser de guerra, un soldado, un asesino, no un político. El título le cayó por ventura, no porque lo buscara, y trataba de hacer un buen papel, no obstante, no podía, ni quería, dar la espalda a lo que en verdad era. Jamás se iba a traicionar de ese modo. Sonrió pero dicho gesto desapareció cuando Mariano siguió hablando, cambiando un poco de tema, uno que parecía haber estado en la punta de la lengua del conde por algún rato. Entornó la mirada, intrigado.
—Créeme cuando te digo que jamás imaginé a tu padre si quiera reunido con hechiceros. Lamento no poder decirte mucho, porque en verdad no lo sé. El antiguo conde era muy discreto, y jamás mezcló su vida personal con nuestra sociedad laboral. Era un empleado de tu padre, Mariano, y es todo. Nunca gocé de un trato especial de su parte. Teníamos una relación cordial, es verdad, pero sólo eso —fue sincero y en verdad lamentó de ser de más ayuda.
—Desconozco si tu padre tenía una vasta lista de enemigos. Lo que sí te puedo decir, algo que he aprendido ahora que estoy en una posición parecida, es que los títulos traen consigo muchas vicisitudes. Hay quienes sólo quieren verte tropezar para aprovecharse, ¿me entiendes? Tú debes saberlo también… —entrelazó las manos y las colocó encima de la mesa. De aquel modo, con la sombra en los ojos y el semblante impávido, parecía más el vampiro que el barón, ya ni qué decir del viejo maestro.
—¿Qué averiguaste? Si es que puedo saber, claro. Es decir, no sé de qué te enteraste, pero podría ayudarte. Te sorprendería de las personas y cosas que puedes conocer con más de ochocientos años de edad —y fue así que le confesó su verdadera edad. Sonó natural, casual, casi como una broma. De ese modo, también, le decía que su maldición vino mucho antes de haberse conocido—. Las criaturas de la noche tenemos hábitos parecidos en esencia —explicó entonces. De verdad podía esclarecer alguna duda que tuviera Mariano, como antaño.
De todos modos, pensó, si abría el tema entre ambos, sería por algo. Porque confiaba en él, por supuesto, pero porque creía que podía tener respuestas también.
Última edición por Kaspar Furtwängler el Dom Jul 10, 2016 8:51 pm, editado 1 vez
Kaspar Furtwängler- Vampiro Clase Alta
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Localización : París
Re: Let The Truth Sting - [Privado]
Si bien las revelaciones de Adrians despejaron en gran parte el turbio panorama, existían aún dudas que laceraban mi consciencia. No pude evitar sentirme culpable al pensar que si yo hubiese prestado más atención a lo que acontecía a mí alrededor, hubiera notado algún indicio de aquella maldición que pudo llevar a la ruina el apellido De Gaudí. Hasta el día de hoy tomó sentido la distancia que Salvador puso entre nosotros cuando yo partí a Inglaterra. No quería hacerme participe de dichas eventualidades y sin embargo mi actuar fue el de un adolescente rebelde que ansiaba devorar el mundo. Cuando más me necesitaban en casa yo había decidido empezar a vivir una felicidad efímera. Los errores del pasado me perseguían aun y si no era bajo la tutela nuevamente de Kaspar, no sabía a quién más recurrir. No pude evitar sentirme un poco decepcionado al escuchar la respuesta de mi maestro, pues en realidad esperaba hallar respuestas.
Suspiré y mi vista se apartó por un par de segundos hacia el ocaso, desde aquel ángulo, la luz taciturna se refractaba a través del ventanal. No tardaría mucho en que la noche cayera por completo. Volví mi atención hacía él cuando su voz grave cayó rampante sobre mis oídos.
–Parece que el saber de aquellas reuniones le ha sorprendido tanto como a mí en su momento, pero solo cada uno de nosotros conoce las batallas que libramos y es cuando reitero lo dicho con anterioridad, no soy quien para juzgar a nadie, al contrario, lamento no haberlo sabido antes y quizá, de algún modo…las cosas hubieran tomado un cauce distinto–
No podía fingir frente a él. Estaba arrepentido de muchas cosas y me sentí con la obligación de confesar aquello con el único que consideraba parte de mi familia. Estúpidamente porque al verle me apegaba a la imagen de Salvador, de un padre al que nunca me tomé el tiempo de conocer.
–Descuide, créame cuando le digo que solo el ser escuchado ayuda mucho en mi estado actual de ánimo–
Muchas cosas cobraron sentido ahora que Kaspar develaba con más naturalidad sus orígenes sobrenaturales, a pesar de tener vago conocimiento sobre aquel tema, no pude evitar sentirme pasmado, pues no podía hallar una lógica en su apariencia y los años mencionados. Bebí el último sorbo de la copa antes de iniciar mi relato.
–¿Recuerda a Miroslav? El viejo mayordomo de la familia, hace poco tiempo me hizo entrega de una carta donde Salvador confesaba haber solicitado ayuda de poderosos hechiceros para protección nuestra, sin embargo el pago debía ser la vida de su único vástago. A lo que él obviamente se rehusó– tensé la mandíbula y suspiré de mala gana antes de poder terminar –Y bueno, el final de dicha historia ya lo conoce, no dudo que fuesen ellos quienes se encargaron de su muerte–
Si yo me encaminaba hacia ese sendero de venganza necesitaría un aliado como Kaspar.
–Sé que es algo premeditado pero, necesito saber si cuento con su ayuda llegado el momento ¿Sabe a lo que me refiero cierto?–
El silencio acaeció sobre ambos, espacio necesario que yo busqué para apaciguarme.
Luis Felipe de Castilla- Realeza Española
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Re: Let The Truth Sting - [Privado]
“Beware the fury of a patient man.”
― John Dryden
― John Dryden
La boca y la barbilla quedaron cubiertas por las manos entrelazadas. Miró muy atento a Mariano, intrigado y curioso, pero sobre todo preocupado. No pudo evitarlo, aquel muchacho había sido su pupilo favorito y ahora lo veía tan desasosegado que quería tener poderes más allá de los que ya tenía para poder hacer algo. En cambio, su expresión fue inescrutable, porque así era siempre con él. No intervino, sólo asintió cuando lo creyó prudente. Recordaba a Miroslav, pero ahora aquel hombre tomaba un nuevo significado dentro de esa historia enrevesada que era la de los De Gaudí.
No fue hasta que Mariano lazó la pregunta, que sí, lo puso en un aprieto, que se movió. Se puso de pie raudo, como una pincelada y descansó la yema de los dedos en la lisa superficie de la mesa. Deslizó la mano por ella mientras caminaba, para alejarse. Le dio la espalda.
—He conocido mucho hechiceros en mi vida y en mi no vida —comenzó—. Los más accesibles me permitieron hacer preguntas. Mariano… —se giró para verlo—, la magia nunca fue un tema que ocupara mis pensamientos. Sabía que estaban ahí los hombres y mujeres capaces de ella, pero es todo. Las preguntas que hice en su momento fueron básicas, la curiosidad usual. En fin, todos ellos coincidían en algo. Algo que me preocupa de todo lo que me estás diciendo —comenzó a caminar de regreso. Con las manos entrelazadas en la esplada.
—La magia tiene un precio. Y éste no se puede sustituir, evadir o intercambiar. Eso es lo que sé. Jamás trabé tratos con ninguno, no sé las consecuencias reales. Quizá depende de la magnitud de lo entregado —de nuevo estuvo frente a Mariano, aunque no tomó asiento.
—¿En la misiva decía si el trato se llevó a cabo? Es decir, ellos pedían tu vida, y tu padre se negó. Supones que a cambio, tomaron la de él, ¿cómo pago o simple represalia? Porque… —pausó—, porque quizá sigues en peligro, si el trato se llevó a cabo —concluyó con la terrible verdad que rondaba su cabeza y soltó un largo suspiro.
—Mariano, quiero que sepas que sea lo que sea que depara esta búsqueda tuya, cuentas con mi apoyo —y estuvo a punto de decir que el de la baronía que él regía también, sin embargo no le pareció correcto comprometer algo tan grande, no por ahora—. Sólo recuerda que a veces la venganza no trae la paz deseada. No esperes alivio, voy a acompañarte tan lejos como quieras ir, sólo no esperes que esto cierre algún tipo de ciclo —tuvo que ser un poco cruel, porque no había otro modo de decirlo. No siempre lo que buscamos nos trae el resarcimiento que deseamos.
Volvía a ser su protegido. Y si antaño nobles y aristócratas lo habían contratado para educar a sus hijos, sabiendo que era el mejor, era precisamente por eso, porque era cruel, cuando debía serlo. Y era duro, y era sabio.
Kaspar Furtwängler- Vampiro Clase Alta
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