Bertrand Desmarais

por **Bertrand Desmarais** Vie Dic 04, 2015 10:59 pm

Bertrand Desmarais

Edad aparente 21, edad real 23

Vampiro

Clase media alta, aunque en rigor, todo lo que posee fue robado mediante tramoyas legales o asaltos.

Origen
Barrios bajos de París

Orientación sexual
Bisexual

Habilidad/poder
Además de sus atributos de vampiro posee los poderes de seducción, persuasión y rastreo.

Descripción física
Congelado para siempre en su veintena, el peculiar rostro de Bertrand sostiene una expresión prepotente y orgullosa que raramente cambia por una sonrisa falsa, a menos que se trate de una genuina nacida de alguna maldad. Es solo así cuando muestra su dentadura simétrica pero puntiaguda, casi tanto que sus colmillos pasan algo desapercibidos si no se les presta a debida atención. Sus verdes ojos maliciosos desnudan con la mirada, y nunca transmiten nada bueno si se los mira fijamente. Pícaros, desafiantes y crueles, observan con minuciosidad cada detalle para ver como sacar provecho de la situación. Cambia su apariencia dependiendo del papel a interpretar, es decir, cuando encuentra su nueva victima. De no ser así gusta dejarse el cabello desarreglado y libre, usar ropa sueltas que no incomoden sus largas y huesudas extremidades. De un andar escurridizo y sigiloso, su figura alta y torva logra que su compañía sea perturbadora pero atrayente, misteriosa. Tiene las manos como largas varas de marfil tallado con uñas afiladas, ágiles para el robo y la indiscreción, que combinan a la perfección con sus labios finos y azulados. Tiene la boca pequeña, cuyo protagonismo le roba su incipiente nariz alargada como ave de rapiña. Las curvas marcadas de sus pómulos y barbilla no hacen mas que acentuar su rostro ladino y la curva de su cuello alargado.

Descripción psicológica
Bertrand no dejó de ser humano hace mucho tiempo, pero en estos tres años que dejó su humanidad atrás no ha pasado un segundo en el que se haya arrepentido de haberse entregado al oscuro abrazo de la inmortalidad. Es un vampiro joven, lleno de energía y sed de sangre. Su antigua vida le cortó todos los caminos, lo encerró en una jaula donde su mente inquieta se sintió desfallecer ¿Cómo no iba a aprovechar esta nueva oportunidad? Para dejar eso atrás, para dejar de fingir y ser el mismo. No entiende a los otros vampiros que se sienten desdichados por su naturaleza ¡A él fue lo mejor que le pasó en toda su existencia! La sangre, las joyas, los hombres y mujeres que una vez lo humillaron cayendo en sus manos como abejas moribundas. Pero sobre todo, la sangre, la cara de sus victimas cruzadas por el éxtasis y el dolor, los cuellos desgarrados, el dulce perfume fundiéndose con el olor a óxido. Se pregunta ¿Alguna vez estuvo vivo antes de estar muerto?
Astuto y sanguinario, Bertrand Desmarais no se considera a sí mismo un alma buena, no considera siquiera en la existencia de una. Si no hay castigo ¿Por qué preocuparse? En los retorcidos pasillos de su mente no hay puerta que quiera dejar sin abrir: su forma de experimentar su nueva vida es a través de las múltiples expresiones de la crueldad y la perversión. No traiciona porque a nadie le es leal, no se compromete sentimentalmente porque cada osa viviente es meramente un objeto más para su propio placer, no siente pena ni remordimiento porque considera a cualquier otro como inferior. Su personalidad egocéntrica y vanidosa solo parece opacarse cuando engatusa a sus victimas, jóvenes o mayores, mostrando una faceta tan falsa que hasta ni el mismo puede creer su gran actuación. Le encanta jugar con su comida, como un gato atrapando a un ratón herido. Hace de sus cenas una obra de teatro para saciar su avidez poética. No le importa de donde venga la sangre mientras sea un acto divertido y violento. Disfruta del dolor ajeno, le excita. Así que además de ser un amante apasionado, es un asesino inescrupuloso.
Cínico, frío, sarcástico. Se lleva el mundo por delante y nada le importa, nada merece que se detenga a reflexionar. Vampiro joven e ingenuo, dominado por sus impulsos. Es cobarde en extremo. Entra en pánico si un vampiro más fuerte quiere pelear con él, huye como rata. Rencoroso y embaucador, nunca fue tan inteligente como cree que es. Detesta quedar en ridículo frente a otros, lo que puede suceder muy seguido ya que suele quedarse sin argumentos bastante rápido. Es un vampiro mediocre que no comprende ni le interesan las reglas de su submundo, ni conoce el respeto hacia sus pares a menos que su vida corra peligro. Se cree poseedor de una experiencia que no tiene, acreedor de una sabiduría que algunas veces roza el patetismo. Ama los libros, se jacta de entenderlos.; las cosas caras y pomposas, la cristalería y la privacidad. Es reservado y actúa en las sombras, demasiado temeroso de salir a escena a menos que sea dentro de un cuarto donde la situación este bajo su control. No gusta de ser el foco de atención, pero tampoco ser ignorado. Se ubicó a si mismo sobre un pedestal y es muy difícil hacerlo bajar ¿O demasiado fácil?

Historia
Bertrand se crió en un orfanato. Abandonado en una capilla desde recién nacido, sin nombre y con apenas un manto andrajoso de algodón cubriéndolo del frío invernal, Bertrand jamás conoció a sus padres biológicos. Tampoco le importó, supuso que su made habrá sido una prostituta demasiado sensible como para librarse de él cuando tuvo la oportunidad. Quizás estuviera viva, quizás no. Nunca fue un interrogante en su vida.
Desde pequeño aprendió a valerse por si mismo, y eso significó saber que lugar era el mejor para esconderse cuando la matrona aparecía para hacerlos trabajar o los niños mas grandes de la institución necesitan descargar su testosterona a los golpes. Nunca tuvo amigos, ni aún durante las tareas arduas como infiltrarse en las tabernas a saquear bolsillos de borrachos, inspeccionar los cadáveres que dejaba la enfermedad y la decadencia y hasta desenterrar las tumbas olvidadas de antiguos nobles en busca de algún anillo o collar que pudiera vender. Su sangre fría le permitió valerse de la confianza de sus superiores, de policías corruptos a los que sobornaba para poder hacer su trabajo e incluso de los personajes más siniestros que elegían como hogar los rincones oscuros de Paris.
Pero nunca le agradó su ambiente, el hedor del estiércol de caballo, de lapodredumbre. La mugre bajo las uñas, el olor a orina y abandono de sus compañeros de cuarto. Se pudrió por dentro lentamente. Se conformó con su condena, convencido a que el mundo en que aspiraba vivir era solo para unos pocos elegidos. El rencor comenzó a crecer, a echar raíces. Empezó a aborrecer a los de su alrededor, a asquearse de si mismo ¿Quiénes se creían esos nobles, haciendo pactos con los de su calaña para seguir en su posición privilegiada? Las clases altas no eran nadie sin los informantes, los asesinos, los explotados. Él. No eran nada sin él. Y si él era parte vital de su funcionamiento ¿Por qué no tomar lo que le correspondía? No le costó rodearse de mujeres solas y caducas, hipnotizadas por su falsa dulzura. Cada vez era más viejas y más ricas. Más solas, más tristes, pero más permisivas. Lo llenaron de atenciones, baratijas, Bertrand las retribuía con desprecio disimulado en cariño. Y justo cuando pensó que por fin tendría la oportunidad de abandonar el pozo de miseria que lo hubo parido, se encontró con ella.

Fue una noche después de un encuentro productivo. Se dirigía al orfanato. Después de veintiuna años de prístinos servicio podía regodearse de tener un cuarto propio que no olía a rata y la libertad de hacer lo que quisiera, cuando un coche se paró a su lado. Del terciopelo desgastado emergió un rostro blanco como el mármol. Era una mujer, la más bella y consternada que hubiera viso jamás. Sus ojos relucían bajo la luna y lo llamaron a subirse, aunque no supiera en que momento aceptó hacerlo. Nunca imaginó que ese encuentro devendría en lo que es ahora. No llegó a conocer su nombre, ni de donde venía o por que le llevó hasta lo que ella llamaba su hogar, si no hasta que fue muy tarde. Durante el trayendo la escuchó hablar de la soledad, delirar sobre el tiempo y la tristeza. Hablaba nerviosa mirando por la ventana, él solo quería hundir los labios en sus pechos y arrebatar ese bonito collar de granate que descansaba sobre ellos. Cuando despertó en aquel cuarto hediondo a madera podrida, sentía el cuerpo pesado como una roca y su cabeza no paraba de dar vueltas. Se sentía débil, mareado y asustado. No supo entender en que momento bajó la guardia, que pasó entre medio, porque no podía moverse o apenas respirar. Su conciencia desaparecía por momentos, dejándolo completamente desorientado. La habitación carecía e ventanas y el aire estaba viciado con un extraño olor ácido y a humedad. No comprendió que provenía de su propia sangre hasta que ella apareció y levantó su cabeza para apoyársela en los muslos. Desde allí pudo ver el gran manchón carmesí que le paga la camisa al pecho. Y sintió pavor. Pudo sentir el resto de su cuerpo cuando empezó a temblar. Ella le corrió el cabello mojado de la frente. Lloraba, se excusaba. Le pedía perdón, que ya había intentado esto muchísimas veces pero nunca lo lograba, que se sentía sola, necesitaba a alguien desesperadamente. Bertrand trató de gritar pero un gruido lastimero fue lo único que salió de su garganta. La mujer se secó las lágrimas y lo miro fijamente. Le preguntó si quería vivir. Él murmuro algo inentendible, pero definitivamente positivo.

Fue una transformación patética y solitaria. Luego de darle su sangre, la mujer entró en pánico al ver a Bertrand convulsionar. Alcanzó a verla escapar, oír sus pasos corriendo escaleras abajo y luego el silencio interrumpido por sus propios gemidos de dolor. Perdió la noción del tiempo. No supo cuantos días pasó agonizando encerrado. Cuando por fin pudo recobrar el sentido, la sangre seca le había endurecido la ropa y estaba empapado en su propia porquería. Pero era alguien nuevo, alguien diferente. Alguien a quien la mugre exterior jamás podría mancharlo. Se sentía renovado, sabía en lo que lo habían convertido. Admiró cuan blanca se había vuelto su piel y sonrío. Debería buscar a esa extraña para agradecerle. Encontrarla no sería problema. Tenía todo el tiempo del mundo.

Extras
Detesta alimentarse de animales porque le parece grosero, y le asquean los niños al ser tan ruidosos pero con los que más disfruta atormentar antes de matarlos. Le gusta mucho la música, las personas que tienen algún talento musical como cantar o tocar son sus victimas predilectas.Es muy perezoso, prefiere que otro haga las cosas por él de ser estas cuestiones cotidianas.

por **Tarik Pattakie** Dom Dic 06, 2015 6:42 pm

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