AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Herederos cruzados [Nathan Nightray]
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Herederos cruzados [Nathan Nightray]
Los tímidos tienen miedo antes del peligro;
los cobardes, durante el mismo;
los valientes, después.
—Jean Paul
los cobardes, durante el mismo;
los valientes, después.
—Jean Paul
Lenore llevaba horas recorriendo el espacio de su cabaña pero, esta vez, no le servía para mejorar su estado de ánimo. No lograba de ninguna forma desquitarse de su cabeza la sensación de ser vigilada constantemente desde las sombras. Desde la partida de su padre y de más de media manada en la mañana, de pronto, se había sentido más nerviosa y alerta, como si de alguna forma supiera que aquel día pasaría algo. Había repasado miles de veces el dispositivo de las guardias de los pocos licántropos que se habían quedado con ella e incluso, por petición propia hizo la primera guardia y un pequeño barrido por sus terrenos antes de caer la noche para asegurarse de que no había ningún intruso en ellos. Estaba todo en orden, le habían repetido una y mil veces para tranquilizarla y era consciente en primera persona de ello, pero en ella, había algo que recelaba de esa información a pesar de saber la veracidad de la misma. Por muchos años había sufrido del acoso de Damon, quien se suponía era su prometido y a quien ella no dejaba de negarse repetidamente y si algo había aprendido, era a sentir cuando la estaban vigilando. Cuando un par de ojos extraños y sobrenaturales iban tras de su sombra, de su figura, y así precisamente era como se sentía; Acechada. Y allí fuera, no sabía cómo, pero podía notar como la estaban buscando, rastreando e incluso, esperándola. Era una extraña sensación que erizaba todo el vello de su cuerpo y que la estremecía y no podía ser Damon, pues ahora debía de estar aún en la reunión con su padre, la cual iba a durar cinco días en los que iban a estar a muchos kilómetros de allí. Así que si no era Damon, pensó en la posibilidad de que fuera Kain, pero la idea apenas se sostuvo unos segundos en su cabeza ya que no le creía capaz de tomarse la molestia de buscarla sabiendo que se encontraba en un clan de licántropos y que los vampiros, para ellos eran sobrenaturales no gratos. Además, Kain no la acecharía en todo caso, de eso estaba completamente segura.
Mirando con atención por una de las ventanas de su cabaña, fijó sus ojos en la oscuridad del exterior y suspiró odiando ser aún una humana, porque estaba segura que de ser una licántropa, ya habría podido demostrar que su instinto no iba errado y una sombra desconocida se abría paso hasta ellos. ¿Quién demonios eres? Se preguntó siendo contestada únicamente por los ruidos de las ramas al chocar contra la madera de la cabaña. Esa noche no era una de las noches más tranquilas, sino todo lo contrario y el viento que hacía golpear las ramas entre sí, no ayudaban para nada a calmarse o que pudiera siquiera pensar en tranquilizarse. Aún sentada mirando por la ventana, la única vela que alumbraba su pequeña habitación tembló y así mismo lo hizo la joven empezando a sentir como el frío se colaba entre las ranuras de su humilde hogar. Se acarició los brazos dándose calor e inmediatamente levantándose y alejándose de la ventana fue a buscar uno de sus abrigos. Abrió el viejo armario que poseía y sacando el abrigo, una pequeña bola blanca se acercó a sus pies.
—Hola, Sav. —La saludó enseguida bajando hasta poder acariciarla. — ¿Te he despertado?
La canina ladró suavemente y movió la cola postrándose a sus pies. La joven sonriendo la tomó en brazos y la regresó a la cama donde se entretuvo a darle mimos por unos minutos hasta que logró cerrar de nuevo los ojos, medio adormilada. Savannah había sido una de las ultimas de integrarse en el clan y a excepción de los demás, ella era una cambiante huérfana que había recogido haría unos meses y que enseguida había adoptado el rol de la hermana pequeña para Lenore y Lenore, el de la mayor. Solía estar normalmente en sus pieles caninas, pues tenía miedo de los hombres y su clan estaba lleno de brutos licántropos, por ese motivo, se refugiaba y estaba siempre con Lenore. Ella jamás permitía que nadie se sobrepasara con ella, aún menos que se le acercaran con intenciones ocultas. Se habían vuelto inseparables y las únicas veces que la dejaba sola, era cuando tenía alguna reunión importante o cuando tenía entrenamiento o debía alejarse del campamento. Únicamente en esas circunstancias la dejaba allí sola, y esta vez también debería de hacerlo, pues cuando dejó de acariciar a la canina de nuevo aquella sensación de alarma regresó, y tensándose todo su cuerpo, esta vez, incluso su corazón pareció sobresaltado. Había alguien allí fuera esperando para entrar, estaba segura de ello pero, Lenore no pensaba dejárselo fácil.
Dejando tras de sí a la canina durmiendo, lentamente se acercó hacia el armario nuevamente y tomó una de las armas que su padre usaba para cazar. Sabía usarlas ya que ella también cazaba en ocasiones y sintiéndose más segura, cuando escondió su daga de plata en su abrigo tras una última mirada a Savannah asegurándose que estaba dormida, salió decidida de la cabaña para enfrentarse a su cazador. Salió en total sigilo, como así le habían enseñado y entrenado para pasar desapercibida en un intento de no alertar a los demás y con toda la seguridad en sí misma que poseía, se internó en el bosque sin dejar de sujetar el arma en su mano preparada para lo que fuese que le esperase en la espesura del bosque. Jamás le había gustado que la controlasen o espiasen, y ahora iba a demostrarle a quien fuese que estuviera en las sombras, que también era peligroso jugar con ella. Nadie se burlaba de una Valinov; aún menos, en sus tierras.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 11/11/2015
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
La noche ¿Has escuchado la leyenda? Mi familia cree que la luna y el sol fueron hermanos en algún momento. En noches como esta, cuando la luna era pequeña y los oscuros rincones del mundo se tragaban a la luz, mi padre nos contaba una historia tan antigua como el primer lobo.
Recuerdo que mi hermana se sentaba en el suelo y yo a su derecha, a su izquierda estaba Simon, amigo desde siempre de los dos, y nos poníamos a escuchar con atención las palabras de nuestro padre. La historia era la misma pero había algo en la vos de nuestro progenitor, en como la narraba, en como la revivía que nos hipnotizaba.
Nos contaba que, hace mucho tiempo, cuando el primer lobo aullaba no habia ni sol ni luna, el mundo estaba sumergido en una eterna oscuridad desgarrada aquí y aya por pequeños ases de luz. En esa sofocante sombra nacieron dos hermanos; Uno con la gracia y el sigilo del Zorro, el otro con la lealtad y la fuerza del Lobo. Ambos hermanos crecieron fuertes y se volvieron hábiles en sus tareas. El Dios Akaresh, padre de la guerra, bajo a la tierra en un rayo y se puso frente al Zorro, hablando con su vos de mil cañones "A ti, que se mueve con gracia y silencio hacia su victima, te nombro Casio, gran cazador. Te regalo con mi bendición el cobijo de la noche y a la Luna, tu única amante, aquella que rebelara a tus presas. A partir de este momento y hasta el fin de los tiempos has de ser el patrono de los que como tu, buscan a su siguiente objetivo..."
Recuerdo que mi hermana se sentaba en el suelo y yo a su derecha, a su izquierda estaba Simon, amigo desde siempre de los dos, y nos poníamos a escuchar con atención las palabras de nuestro padre. La historia era la misma pero había algo en la vos de nuestro progenitor, en como la narraba, en como la revivía que nos hipnotizaba.
Nos contaba que, hace mucho tiempo, cuando el primer lobo aullaba no habia ni sol ni luna, el mundo estaba sumergido en una eterna oscuridad desgarrada aquí y aya por pequeños ases de luz. En esa sofocante sombra nacieron dos hermanos; Uno con la gracia y el sigilo del Zorro, el otro con la lealtad y la fuerza del Lobo. Ambos hermanos crecieron fuertes y se volvieron hábiles en sus tareas. El Dios Akaresh, padre de la guerra, bajo a la tierra en un rayo y se puso frente al Zorro, hablando con su vos de mil cañones "A ti, que se mueve con gracia y silencio hacia su victima, te nombro Casio, gran cazador. Te regalo con mi bendición el cobijo de la noche y a la Luna, tu única amante, aquella que rebelara a tus presas. A partir de este momento y hasta el fin de los tiempos has de ser el patrono de los que como tu, buscan a su siguiente objetivo..."
- Es hora - Sacándome de mis pensamientos Simon se acerco a mi - La luna esta a nuestro favor - Le mire por un momento, vestido de negro, con el uniforme de cacería de nuestra familia, aquel que yo también estaba usando en este momento. Hacia dos años que la sangre de nuestra familia habia corrido por nuestras calles, nuestra propia sangre habia bañado nuestras tierras, era tiempo de reclamar justicia. Simon y yo habíamos sido mandados con un único objetivo; Capturar a la heredera de nuestro clan hermano, fuera como fuera, sin importar cuantas muertes segáramos en el proceso.
Habíamos acampado desde el amanecer a varios kilómetros de donde nos encontrábamos ahora, esperando al atardecer para partir. Habíamos tardado poco en llegar al punto exacto donde estábamos y habíamos permanecido aquí, asechando. No habia pasado gran cosa en lo que llevaba de la noche, no desde la partida de Raphael y su grupo de asesinos. Habían dejado una pequeña cantidad de guardias alrededor de la residencia, nada de lo que preocuparnos si nos movíamos rápido y en silencio. Temprano se nos habia presentado una oportunidad, la chica Valinova habia salido por su cuenta y habia montado guardia junto a los lobos de turno. Mi compañero habia empuñado su arco y hubiera atacado si yo lo no hubiera detenido, su sed de venganza era mas grande que la mía y no dudaría en matar a todos los guardias con tal de cumplir el objetivo pero no seria así como actuaríamos, no esta noche.
Al pasar el tiempo pereciera que Casio sonrió a nuestra paciencia pues nos regalo otra oportunidad: La chica Valinova habia salido por segunda vez de la residencia, pero a diferencia de antes ahora se escabullía, lejos de la protección de sus guardias, le mire por un momento, curioso y atraído por la inusual fiereza que expresaba toda ella, aferrada a un arma y decidida a hacer lo que fuera a hacer, como si nadie pudiera detenerla. Le seguimos con la mirada, tanto mi compañero como yo, mientras se dirigía al bosque - Es nuestra oportunidad - Comencé, sin apartar la mirada de aquella que parecía hija de Diana - Simon, cubre me las espaldas, asegúrate de que nadie la sigue, no quiero que interrumpan nuestro... "Encuentro" - Antes de que saliera listo a cumplir lo tome del brazo, deteniéndolo en el acto - Mata solo si es necesario, hoy no hemos venido a derramar sangre - Lo solté y al acto el desapareció detrás de unas hojas.
Ahora fui yo quien se movió, las seguí en su camino, cuidando mis pasos para no delatarme. Fue su comportamiento el que llamo mi atención de nuevo, estaba cazando, mejor aun, estaba cazando a su propio cazador. Llegada ella a un claro iluminado por plata puse mi espalda contra uno de los arboles, escondido en las sombras y solté una pequeña risa, muy por debajo de lo normal pero perfectamente audible por el silencio de la noche - Es raro que la presa salga a cazar a quien le asecha - Me moví hacia otro árbol, simple precaución, mientras el arma que tenia ella estuviera cargado no me quedaría mucho tiempo en un mismo lugar, aprovecharía las sombras para moverme - ¿Son todos los Valinova así? ¿O es que a ti te educaron de otra forma?
Neizan Nightray- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/11/2015
Localización : Villa Nightray
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
En la penumbra nuestros demonios son convocados
y las verdades no són más que filosas lanzas del averno
directas a empozoñar nuestros corazones,
a amargar nuestros pensamientos.
—Jean Paul
y las verdades no són más que filosas lanzas del averno
directas a empozoñar nuestros corazones,
a amargar nuestros pensamientos.
—Jean Paul
La brisa movía las hojas de los árboles a su paso, creando una estampa que lejos de tranquilizar a la joven, no hacía más que ponerla sobre aviso. La oscura noche alumbrada por la plata de la luna medio llena, solo hacía peor la situación que vivía la heredera cuando tras unos pasos lejos de su zona de confort, donde tenía a los suyos, el bosque se llenaba de sombras y ruidos nocturnos. A cada paso que realizaba un fuerte sentimiento de alerta se instauraba en Lenore, avisándole que entre toda aquella oscuridad había logrado captar la atención de su cazador. En otro momento quizás hubiera retrocedido, y seguramente hubiese sido lo más acertado, no obstante, como hija de Raphael debía de defender a los suyos, mostrar valentía por igual que fuerza y esa noche pensaba contrarrestar el peligro que sobrevolaba a su familia, y sobre todo, el peligro que parecía ir contra ella. La seguridad que tenía sobre si misma era enorme, y suficiente para pensar que llegaría a convertirse en uno de los mejores líderes que la manada hubiera visto, después de su padre y su fallecida madre. Por ello, no permitiría caer ni ceder contra su instinto de supervivencia. No, hoy lucharía, como la loba que en unos años, ocuparía finalmente su lugar en la manada.
Adentrándose sin titubeos a través de los árboles, sus pasos siempre firmes y seguros la hicieron avanzar con aires altivos por el sendero. Lenore había pasado parte de su vida en bosques como aquel y tres años los había pasado descubriendo aquel mismo bosque que ahora consideraba parte de ella. Con la ventaja de jugar en casa, y de conocer aquel bosque como la palma de su mano, buscó primero de todo alejarse de su campamento, llevándose consigo la amenaza que aquella noche se cernía sobre ella, como la oscuridad de la noche se cernía sobre la tierra. Sus pasos rápidos la llevaron lejos y sorteando entre los arboles sin dejar en ningún momento de sostener el arma que llevaba, sin miedo se abrazó a las sombras y caminó entre ellas. Muchos podrían decir que las sombras eran las enemigas de los mortales, pero no para Lenore. Podían ser una clara desventaja al ser todavía humana en un mundo gobernado por seres sobrenaturales, pero nada de esto la había impedido entrenarse exhaustivamente para adaptarse a aquellas situaciones en que a pesar de que su instinto fuera desarrollado para ser solo una mortal, la poca vista en aquellas circunstancias fuera a ir en su contra. Para suplir la poca capacidad de vista, contaba con una memoria superior a cualquier otro y sobretodo, contaba con la ayuda de la hermana luna, aquella que alumbraba su camino entre los árboles, protegiendo cada uno de sus pasos en aquella noche de cacería.
El bosque a su paso casi parecía abrirse camino para ella, llevándola directamente en donde acaecería el encuentro con su cazador. Conforme más se inmiscuía entre los árboles, sus sentidos iban despertando siendo alertados por algo en específico, aquella sensación del acecho, de la caza sobre ella, como si ella portase la diana sobre su cabeza. Respiró hondo y siguiendo el camino, lentamente dejó atrás el paisaje tupido de los árboles y de los troncos húmedos tras las lluvias de la temporada y se abrió paso hacia un claro. Titubeó apenas unos segundos sabedora que en aquel claro sería presa fácil para cualquiera que fuera que la estuviese acechando, pero siendo también la oportunidad de poder descubrir a su contrincante, finalmente entró siendo inmediatamente su figura bañada por la luz clara de la luna.
—Podéis mostraros, sé que estáis aquí.—dijo inmediatamente entró de pleno en medio del claro y de nuevo sus sentidos la alertaban de la presencia ajena cerca de ella.
Su cuerpo algo tenso viró de un lado a otro del claro esperando poder ver una pequeña sombra o indicativo de aquella presencia que la acechaba cuando una risa masculina llegó a sus oídos, instándola rápidamente a apuntar hacia la dirección de la voz. Por unos segundos su cuerpo se estremeció, aquella voz y aquel tono era muy diferente a todo lo que había oído. El vello de su cuerpo se erizó y respiró hondo. No era de los suyos, debía ser alguien de fuera y parecía conocerlos, lo que provocó que su corazón se desembocase por una brevedad, hasta que logró superar la sorpresa y se serenó. No podía mostrar flaqueza, no ahora.
—Una Valinov no tiene miedo de aquellos que amenazan a los suyos. —su voz firme rasgó la tensión que se creó tras las palabras del considerado el “cazador” y volviendo a virar hacia otro lado, alertada por un apenas perceptible ruido de los movimientos del mismo, su corazón en su pecho bombeó con fuerza; nervioso, alerta. —Aún menos de un cazador que dista mucho de ser una amenaza real,—solo fueron sus palabras un susurro en lo que dos latidos de su corazón bombearon bajo la protección de su pecho con fuerza, pero fue suficiente para que en medio de aquella oscuridad que acechaba un sutil movimiento captara su atención y sus orbes se alzaran como flechas dando en la diana de su opresor. —Os llamaría cobarde, pero eso ya debeís saberlo. Solo un cobarde, se escondería entre las sombras de la noche. — Le provocó apuntando su arma hacia donde aseguraba se encontraba la figura masculina y sintiéndose, ahora si acechada y hasta medida por los ojos ajenos, agarró con más fuerza el arma.
No le gustaba ser examinada, ¿Cuantas veces su propia padre la había examinado y arrugado su ceño como si aquello que viera no fuera suficientemente bueno para provenir de él? Seguramente por esos examenes, explicase que él le hubiese buscado un compromiso con el lobo de la manada más parecido a él, sin darle opción a su propia hija de negarse o aceptar lo que él ya veía como un hecho desde que lo tramó. Su padre, su lider no le había dado opción y desde ese instante, odió sentirse medida solo por haber nacido en el sexo debil, como si aquello la hiciera ser menos a ojos de los lobos. Y sentirse, o poder imaginar que tambien aquel lobo escondido entre las sombras podría estar midiendo su fuerza, podía con ella. Ella podía ser mejor y mas fuerte que cualquier lobo si llegase a proponerselo. ¡Maldita sea las leyes de los hombres! Maldijo rechinando los dientes y centrandose en aquella impenetrable oscuridad en la que se escondían las orbes masculinas, fijó sus ojos entre las sombras.
— ¿A que habéis venido a mis tierras, lobo? — Preguntó buscando alejarlo de su examen sobre ella y poniendole sobreaviso con la certeza de sus palabras, de que ella ya conocía su condición. Quizás aún no supiera de su identidad, pero había convivido demasiados años entre licántropos, para no reconocer cuando uno de ellos intentaba cazarla. Y él, que no era de los suyos, si era un lobo.— Ya me teneís aquí, si es lo que queriaís.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 11/11/2015
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
Le seguí por entre los arboles del bosque, de un lado a otro, haciendo el menor ruido posible “Has de flotar, como la neblina del amanecer, olvida el caminar, eso hace demasiado ruido” había dicho una vez la loba Alfa de la manada cuando aún era pequeño, ella había sido la instructora de quienes alcanzaban la edad suficiente para salir a cazar de día, lo era desde antes de ser loba Alfa y continuo siéndolo aun después de ello. He de aceptar que nunca entendí a qué se refería con aquello de la neblina pero sus enseñanzas habían rendido sus frutos; Caminaba rápido pero mis pies no hacían ruido, no apoyaba peso de más en cada paso y el suelo me recompensaba con su silencio. Había caminado antes de esa manera, cazando alguna presa para asarla y comerla más tarde con los guardias de la villa, pero nunca antes había cazado una presa como la de esta noche.
Ella caminaba con la familiaridad de quien ha vivido en el bosque toda su vida, hallando su camino hacia la nada sin problemas, sin movimientos de más, sin desorientarse. Su expresión no cambiaba, aquellos ojos refulgiendo con determinación “Anda, ven y rétame” parecía decir toda ella sin palabras “Rétame y te demostrare lo que valgo”. Claro que no esperaría nada menos de la heredera de los Valinov, había leído los expedientes, había escuchado las historias y conocía a Raphael. También había conocido a su protegido, a su favorito, aquella fatídica noche, había algo salvaje en ellos, codicioso, egoísta. Se movían como se mueven las grandes bestias, con determinación y fuerza, aplastando y desgarrando todo aquello que se interponía en su camino, eran calculadores, eso sí, pero sus cálculos eran fríos, despiadados.
Pero ella, ella era diferente, su fiereza era diferente. Se movía como el Zorro pero su alma era de Lobo, leal y protectora, dispuesta a demostrar lo que valía y proteger a los que eran suyos ¿Por qué otra razón me alejaría del campamento si no? Sabía perfectamente que la estaba asechando y aun así se alejaba de la protección que le brindaban los suyos, si de Simon se tratara ella ya estaría bajo custodia, era eso a lo que habíamos venido, podría atacarla, rápido y certero, por detrás o un lado, tomarla por sorpresa y acabar antes de que pudiera responder mas no lo hacía, no tenía el menor interés en terminar todo de forma tan rápido y tomando en cuenta que Simon se había quedado atrás para asegurarse de que nadie nos interrumpiera, la noche era prácticamente nuestra.
Llegados a un claro la mujer frente a mi baño su figura en plata, me puse al borde de la luz y la oscuridad, observándola con atención mientras ella examinaba los árboles que la rodeaban ¿Me estaría buscando? Como si respondiera a mi pregunta su vos rompió el silencio, pocas palabras que me retaban a mostrar mi persona y lo habría hecho si no fuera por el peligro que representaba, no me mostraría, aun no. Usando un árbol de grueso tronco como escudo, solté mis primeras palabras y el silencio les siguió, aquella clase de silencio que ponía en alerta los sentidos de los rivales y dejaba al descubierto los sonidos del bosque. El silencio fue roto por palabras de ella, palabras que aseguraban su falta de miedo.
- Dices que disto mucho de ser una amenaza real – Respondí ante sus palabras - ¿Pero qué sabes de mí? Aparte de que yo sé exactamente donde estas y tú no sabes nada más que el sonido de mis pasos – Coloree mis palabras con cierta diversión, buscando molestarla, una presa molestia cometía imprudencias, errores y todo error era una oportunidad para el cazador que sabía aprovechar. Ante mi sorpresa fui llamado cobarde lo cual arranco otra risa de mi pecho, una risa bañada de sorpresa y verdadera diversión - ¿Cobarde? Había escuchado que los Valinov eran osados pero nunca imagine que fueran suicidas que se lanzaras hacia el arma enemiga. Lo siento pero en mi manada no hacemos eso, preferimos tácticas menos tontas. No soy un cobarde, simplemente estoy consciente del peligro que representas, a la mínima oportunidad me atacaras ¿O acaso me equivoco?
Comencé a caminar entre los árboles, cubriéndome en uno y otro sin dejarme de mover, tenía la mirada clavada en ella y en su rostro lleno de determinación, había visto esos ojos antes, eran los ojos de alguien que quería demostrar su valía, la mirada de quien había pasado su vida intentando alcanzar los estándares de alguien ¿A quién quieres complacer pequeña? Pregunte para mis adentros ¿Quién vale lo suficiente para que quieras mostrar de lo que estas hecha? Me detuve entre dos árboles, aun cubierto por la oscuridad del bosque y detrás de ella vi como algo se movía, rápido y en silencio, un par de ojos conocidos miraban a la chica Valinov y a mi desde el otro lado del claro. Una sonrisa se dibujó en mí a tiempo que me levantaba y daba un paso hacia delante.
- Sabes perfectamente lo que quiero Valinov – Mi vos sonó tranquila, haciendo eco en el espacio que iluminaba la hermana Luna – Tu y los tuyos se creen tan grandes, tan poderosos ¿De verdad creían que podían entrar a nuestro hogar y derramar nuestra sangre sin que hubiera represalias? – Imágenes de hace dos años asaltaron mi mente, guardias abatidos por flechas enemigas, el grito de nuestras mujeres al ser masacradas, llantos de infantes que se convertían en huérfanos. Una versión más joven y humana de Simon y mía tratando de combatir dientes y garras con acero y madera, nuestra impotencia y nuestro dolor. Y Charlotte, mi hermana en brazos de Simon.
Apreté mi mandíbula, mis ojos miraban fijamente el arma de la chica frente a mí, no se derramaría más sangre nuestra. Simon se había acercado lo suficiente a la luz para que yo pudiera verlo y lo que vi no me sorprendió, ropas ensangrentadas sobre su cuerpo, el deseaba más que nadie que la sangre de nuestros enemigos limpiara nuestras tierras. Sabiendo que él reaccionaria rápido de ser necesario di un paso hacia delante, después otro y otro hasta que la luz ilumino mi persona – Mi pueblo exige justicia Lenore Valinov y por los ancestros que tendrán lo que merecen – Clave mi mirada en ella y mi rabia disminuyo un poco, en otro tiempo quizá, nuestro primer encuentro hubiera sido diferente. Pero a esto nos ha llevado los errores de quienes estuvieron antes, a este momento – Ahora, puedo darte dos opciones. Puedes acompañarme sin oponer resistencia y mantener tu cuerpo consiente mientras te escolto o puedes resistirte, mi amigo aquí presente piensa que sería más divertido si te resistes – En ese momento Simon cayo detrás de Lenore soltando un gruñido grave desde su garganta, agazapado, listo para saltarle encima a la Valinov frente nuestro – Yo en lo personal, preferiría no derramar sangre por esta noche.
Ella caminaba con la familiaridad de quien ha vivido en el bosque toda su vida, hallando su camino hacia la nada sin problemas, sin movimientos de más, sin desorientarse. Su expresión no cambiaba, aquellos ojos refulgiendo con determinación “Anda, ven y rétame” parecía decir toda ella sin palabras “Rétame y te demostrare lo que valgo”. Claro que no esperaría nada menos de la heredera de los Valinov, había leído los expedientes, había escuchado las historias y conocía a Raphael. También había conocido a su protegido, a su favorito, aquella fatídica noche, había algo salvaje en ellos, codicioso, egoísta. Se movían como se mueven las grandes bestias, con determinación y fuerza, aplastando y desgarrando todo aquello que se interponía en su camino, eran calculadores, eso sí, pero sus cálculos eran fríos, despiadados.
Pero ella, ella era diferente, su fiereza era diferente. Se movía como el Zorro pero su alma era de Lobo, leal y protectora, dispuesta a demostrar lo que valía y proteger a los que eran suyos ¿Por qué otra razón me alejaría del campamento si no? Sabía perfectamente que la estaba asechando y aun así se alejaba de la protección que le brindaban los suyos, si de Simon se tratara ella ya estaría bajo custodia, era eso a lo que habíamos venido, podría atacarla, rápido y certero, por detrás o un lado, tomarla por sorpresa y acabar antes de que pudiera responder mas no lo hacía, no tenía el menor interés en terminar todo de forma tan rápido y tomando en cuenta que Simon se había quedado atrás para asegurarse de que nadie nos interrumpiera, la noche era prácticamente nuestra.
Llegados a un claro la mujer frente a mi baño su figura en plata, me puse al borde de la luz y la oscuridad, observándola con atención mientras ella examinaba los árboles que la rodeaban ¿Me estaría buscando? Como si respondiera a mi pregunta su vos rompió el silencio, pocas palabras que me retaban a mostrar mi persona y lo habría hecho si no fuera por el peligro que representaba, no me mostraría, aun no. Usando un árbol de grueso tronco como escudo, solté mis primeras palabras y el silencio les siguió, aquella clase de silencio que ponía en alerta los sentidos de los rivales y dejaba al descubierto los sonidos del bosque. El silencio fue roto por palabras de ella, palabras que aseguraban su falta de miedo.
- Dices que disto mucho de ser una amenaza real – Respondí ante sus palabras - ¿Pero qué sabes de mí? Aparte de que yo sé exactamente donde estas y tú no sabes nada más que el sonido de mis pasos – Coloree mis palabras con cierta diversión, buscando molestarla, una presa molestia cometía imprudencias, errores y todo error era una oportunidad para el cazador que sabía aprovechar. Ante mi sorpresa fui llamado cobarde lo cual arranco otra risa de mi pecho, una risa bañada de sorpresa y verdadera diversión - ¿Cobarde? Había escuchado que los Valinov eran osados pero nunca imagine que fueran suicidas que se lanzaras hacia el arma enemiga. Lo siento pero en mi manada no hacemos eso, preferimos tácticas menos tontas. No soy un cobarde, simplemente estoy consciente del peligro que representas, a la mínima oportunidad me atacaras ¿O acaso me equivoco?
Comencé a caminar entre los árboles, cubriéndome en uno y otro sin dejarme de mover, tenía la mirada clavada en ella y en su rostro lleno de determinación, había visto esos ojos antes, eran los ojos de alguien que quería demostrar su valía, la mirada de quien había pasado su vida intentando alcanzar los estándares de alguien ¿A quién quieres complacer pequeña? Pregunte para mis adentros ¿Quién vale lo suficiente para que quieras mostrar de lo que estas hecha? Me detuve entre dos árboles, aun cubierto por la oscuridad del bosque y detrás de ella vi como algo se movía, rápido y en silencio, un par de ojos conocidos miraban a la chica Valinov y a mi desde el otro lado del claro. Una sonrisa se dibujó en mí a tiempo que me levantaba y daba un paso hacia delante.
- Sabes perfectamente lo que quiero Valinov – Mi vos sonó tranquila, haciendo eco en el espacio que iluminaba la hermana Luna – Tu y los tuyos se creen tan grandes, tan poderosos ¿De verdad creían que podían entrar a nuestro hogar y derramar nuestra sangre sin que hubiera represalias? – Imágenes de hace dos años asaltaron mi mente, guardias abatidos por flechas enemigas, el grito de nuestras mujeres al ser masacradas, llantos de infantes que se convertían en huérfanos. Una versión más joven y humana de Simon y mía tratando de combatir dientes y garras con acero y madera, nuestra impotencia y nuestro dolor. Y Charlotte, mi hermana en brazos de Simon.
Apreté mi mandíbula, mis ojos miraban fijamente el arma de la chica frente a mí, no se derramaría más sangre nuestra. Simon se había acercado lo suficiente a la luz para que yo pudiera verlo y lo que vi no me sorprendió, ropas ensangrentadas sobre su cuerpo, el deseaba más que nadie que la sangre de nuestros enemigos limpiara nuestras tierras. Sabiendo que él reaccionaria rápido de ser necesario di un paso hacia delante, después otro y otro hasta que la luz ilumino mi persona – Mi pueblo exige justicia Lenore Valinov y por los ancestros que tendrán lo que merecen – Clave mi mirada en ella y mi rabia disminuyo un poco, en otro tiempo quizá, nuestro primer encuentro hubiera sido diferente. Pero a esto nos ha llevado los errores de quienes estuvieron antes, a este momento – Ahora, puedo darte dos opciones. Puedes acompañarme sin oponer resistencia y mantener tu cuerpo consiente mientras te escolto o puedes resistirte, mi amigo aquí presente piensa que sería más divertido si te resistes – En ese momento Simon cayo detrás de Lenore soltando un gruñido grave desde su garganta, agazapado, listo para saltarle encima a la Valinov frente nuestro – Yo en lo personal, preferiría no derramar sangre por esta noche.
Neizan Nightray- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 10/11/2015
Localización : Villa Nightray
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
El misterio que no atrae,
esclaviza.
—Jean Paul
esclaviza.
—Jean Paul
Aquel juego de las escondidas en la noche, lo había jugado tantas veces que incluso, esta noche se le antojó divertida la situación. Sentía como la acechaban desde la impunidad de las sombras y simplemente, sonrío cuando le llegaron sus palabras y este aseguró no ser un cobarde. No contestó, simplemente se dedicó a adivinar desde donde le hablaba y donde debía de apuntar la mirilla de su arma. Él parecía ir cuidadoso por el arma que llevaba, pero si alguno de los dos debía de temer, aquella era ella. Un licántropo siempre sería más rápido, fuerte y ágil que ella, y aquello lo sabía. A pesar de que fuese una de las mejores entre los más jóvenes, los licántropos de su edad ya la superaban con creces gracias a sus poderes y habilidades desarrolladas por la licantropía, don de la que ella aún carecía. Así que la que debía de ir con más precaución era ella, y a pesar de que lo intentaba, si era cierto que a veces su osadía superaba con creces lo oportuno de la situación. Como en la actualidad en que parecía que su larga lengua solo servía para meterla en problemas, como su espíritu de loba, siempre preparada para acudir a proteger a su familia; a los únicos que tenía.
No creo sea una coincidencia que un licántropo que sabe resguardarse sus espaldas acuda a acecharme a mí, pensó apretando la mandíbula en cuanto la sonrisa masculina hizo eco entre aquellos árboles y sintió un nuevo escalofrío, como si ahora sintiese la mirada del lobo más cerca de sí que antes. Él no dejaba de moverse, parecía un felino con aquel sigilo que poseía y aquello, la estaba poniendo nerviosa y él, seguramente era consciente de ello. Maldito, vociferó en su mente intuyendo que lo único que quería conseguir cuando sus palabras volvieron a llenar el silencio era que ella se molestase y así bajase la guardia. Siguió escuchándole y en cuanto se hizo el silencio y la sensación de sentirse medida regresó de nuevo a ella, gruñó por lo bajo. Únicamente una manada en las cercanías podía atreverse a infiltrarse de noche en sus territorios e increpar así a la heredera, a la futura alfa del clan Valinov; Los Nightray. Los enemigos acérrimos de los valinov, los culpables de la muerte de su madre, y de la que era la actual hembra alfa.
Esa muerte fue una herida muy grande en sus corazones, más aún para ella que vio como ocurría desde el cristal de una ventana cercana al lugar donde ocurrieron los hechos. Le habían dicho que se fuera a dormir y no espiase, pero como cada noche en que su madre le contaba una de sus historias de lobos y guerreros valientes, al terminar no lograba dormirse por más que quisiera y quedándose imaginándose como debía de ser el hombre lobo que se encontraba destinado a ser su pareja, se pasaron las horas y aún despierta, la reunión la pilló en su habitación, mirando a través de la ventana aquellos invitados que habían llegado de tierras lejanas. Desde allí lo vio todo y en cuanto asimiló lo que acababa de ver, ni un grito salió de su boca, sino que las lágrimas regaron sus mejillas y rápidamente, tanto como sus pies se lo permitieron, fue a socorrer a su madre, llegando justo después de que padre abrazase a su esposa caída contra él.
—Solo podeís ser uno de los Nightray ¿cierto? — Preguntó sabiendo la afirmación anticipada en su cabeza. —Y como tal, pensé que erais guerreros temibles. ¿Qué podría ser para vosotras la heredera con una sencilla arma de plata?
Con esa pregunta intentó devolverle la jugada y en cuanto logró su cometido de que dejase de esconderse entre las sombras, Lenore se volvió hacia donde le habló la voz, hacia donde él se encontraba y entonces lo vio. La imponente figura masculina emergió de entre las sombras. Su mirada oscura se centró en ella y la joven sintió un escalofrío cuando estos se cruzaron con sus orbes. Vestido todo de negro y con su inmenso cuerpo entallado por las sombras que seguían a la noche, el licántropo que tenía ante sus ojos daba la sensación de que no perdía ni un mísero detalle de todo cuanto ocurría a su alrededor. Y para bien o para mal, ahora toda su atención se centraba en ella, solo en ella. Al verlo dio un paso atrás, y concentrándose, se aclaró la garganta repentinamente seca. Aquel joven no se parecía en nada a los licántropos con los que trataba en la manada. No es que Damon no fuera atractivo a su manera, solo que allá donde su manada, brillaba más la oscuridad en la mayoría de los guerreros y en el lobo ante ella, solo veía inteligencia. Una oscura inteligencia, tan pecaminosa como prohibida para alguien como ella.
El pulso se le disparó al verlo y rápidamente fue consciente de que del mismo modo que su padre podía saber cómo se sentía con solo verla u olerla, él también podría hacerlo, enseguida que pudo reaccionar ante la súbdita visión de aquel rostro impasible y aquellos rasgos masculinos, normalizó su cuerpo sirviéndose de las lecciones que su padre tanto le había repetido hacia la extenuación. “Debes ser una máscara indescifrable… Recuérdalo; cada movimiento, cada pensamiento y hasta cada Angulo distinto en tu rostro, como cada cambio en tu cuerpo podemos saberlo y olerlo. Olemos las mentiras, olemos el deseo y adivinamos la curiosidad del conejo cuando este decide conocer a su cazador.” Y ella era la cazadora, no la presa, se recordó. Respirando hondo, puso en orden toda reacción inconsciente de su cuerpo y sosteniéndole la mirada, esperó. La acerada mirada de aquel hombre haría estremecer a cualquiera, pero no a ella. Acostumbrada a rendir cuentas con su padre, estaba demasiado acostumbrada a tener que medirse con la mirada de otros licántropos, sin embargo, era indiscutible que aquellos ojos lejos de intimidarla, la desconcertaban, como las palabras que escupía por su boca.
—Tú y los tuyos se creen tan grandes, tan poderosos ¿De verdad creían que podían entrar a nuestro hogar y derramar nuestra sangre sin que hubiera represalias? —El dolor en su voz era notable, como el deseo de venganza, el mismo que ella también sentía por la muerte de su madre. No obstante, no lo entendía. Podía entender el dolor de perder a un ser amado, también de la venganza, pero que supiera y estaba segura de ello, su manada no había atacado a nadie. ¿De qué le estaba hablando? ¿Qué noche habían dejado los suyos un río de sangre en sus tierras? – Mi pueblo exige justicia Lenore Valinov y por los ancestros que tendrán lo que merecen.
No lo entendía, toda aquella situación era desconcertante, pero en cuanto de entre las sombras salió un segundo licántropo, Lenore se sintió traicionada. Por un instante le había creído, había creído en aquellos ojos que se habían suavizado al mirarle, y había creído que en ellos había un dolor palpable, intenso y reciente, pero en cuanto cayó a su espalda el segundo lobo y cayó la amenaza sobre ella, todo aquello dejó de importar y aquel desconcierto en su mirada de antaño se volvió escarcha fría. Nadie jugaba con una valinov, a nadie se le era permitido. Aún menos a los perros de los Nightray... aún siendo uno de aquellos perros, el que tenía delante y del que aún no podia si quiera apartar la mirada.
—No podría esperarme otra cosa de un Nightray. No, no sois un cobarde, sois aún peor que ello, pues necesitáis la ayuda de un segundo de apoyo para sentiros seguro. —Levantó la barbilla, dio un paso hacia uno de los lados, separándose así del lobo que acechaba su espalda y apuntando con decisión la arma hacia el corazón del lobo, esperó que entendiesen que cualquier movimiento en falso, y dispararía. Examinó con reticencias al lobo y negó sonriendo sintiéndose una inocente y absurda sin remedio alguno. Quizás al final si tenía padre razón cuando la llamaba confiada y estúpida. —Realmente esperaba más de vosotros, más que simples divagaciones y falsedades. Creo que solo buscáis un pretexto para infiltraros en mis tierras y así calmar vuestra consciencia, vuestro deseo de sangre, hacer lo que sea querías hacer conmigo… quizás matarme o entregarme a vuestras bestias y luego desaparecer, como los asesinos que se llevaron la vida de mi madre y los que luego se largaron, como perros asustados. —No vaciló en sus palabras y a pesar de que sentía unos ojos fijos en su nuca, preparados para saltar en cualquier momento sobre su persona, ella seguía con la atención puesta en el lobo que parecía tener el mando y el control de la situación.—No me iré a ningún lado, lobo. Ni loca me iría con vosotros. —Añadió tajante sin importar lo precaria de su situación, ni los gruñidos provenientes de detrás de su espalda. — Si vuestro líder quiere algo, que venga él mismo a buscarme. Conmigo no contéis en que os ponga fáciles las cosas. ¿No os gusta más así? Pues adelante, intentadlo.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/11/2015
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
El viento transportaba un dulce aroma a humedad, tierra y arboles, pronto habría de llover.
Una pequeña sonrisa se dibujo en mis labios al escuchar a la mujer del claro hablar, sus palabras reflejaban la misma firmeza y amenaza que sus ojos, de hecho, todo su cuerpo lo hacia, no había dudas ni temor en su delgada silueta, sus manos se aferraban con decisión y conocimiento al arma de plata que sostenía, se veía que sabia manejarla. Salí de las sombras aplaudiendo lentamente mientras mi sonrisa se mantenía en mis labios, una sonrisa entre satisfecha y divertida - Me alegra ver que sus capacidades de deducción están a la altura de un heredero del clan Valinov, acertó señorita, sobre mi esta el nombre de los Nightray - La sonrisa se torno un tanto burlona al soltar dichas palabras - Somos terribles guerreros para nuestros enemigos, pero el serlo viene de la mano con ser precavidos, algo que tu padre bien sabe ¿No te lo ha enseñado?
La sonrisa de mi rostro desapareció lentamente al ver la reacción de la mujer frente a mi, al ver mi figura y centrar sus ojos en los míos dio un paso hacia atrás y trago saliva, su indestructible confianza había temblado por unos escasos segundos, pero era suficiente; Habían dejado una pequeña grieta en su coraza de tranquilidad, una grieta de la cual me aprovecharía sin duda. Su pulso se controlo, también su respiración, volvía a demostrar su tranquilidad en su postura pero podía ver sus ojos, podía leer el desconcierto que brillaba en ellos al escuchar mis palabras "Así que no lo sabe" pensé mientras Simon tomaba su lugar y se lanzaba a sus espaldas.
Fue curiosa la reacción, toda incertidumbre se borro de tajo al sentirse amenazada por mi compañero, incluso podría pensar que se sentía, de alguna extraña manera, traicionada. No comprendía el como alguien podía sentirse traicionada por alguien que, a primeras cuentas, era su enemigo. Las palabras sonaron molestas en la noche, resentidas, una a una fluían hacia mi persona mientras el arma seguía apuntando a mi corazón. Alce una ceja escuchando con tranquilidad los insultos que se lanzaban contra mi y contra mi familia, espere de forma paciente mientras la joven mujer se desahogaba y marcaba su posición.
Pero Simon era otra historia.
El lobo que me acompañaba tenia mucha menos paciencia que yo y el no se quedaba sentado sin hacer nada cuando alguien hablaba sobre nuestro clan, la persona y la situación le daban igual. En cuanto las palabras de la chica terminaron Simon dio su primer movimiento. Se lanzo pasando por el lado izquierdo de la chica para dar media vuelta con un rápido movimiento de pies, estando frente a ella tomo con fuerza el arma y levanto el cañón hacia el cielo, sus manos peludas y con garras por culpa de la media transformación lanzaron un chasquido y el olor de piel quemada por culpa de la plata hizo acto de presencia, aun así el atacante parecía no notarlo. Arrebatando el arma con bastante fuerza la lanzo hacia un lado, la culata de madera estallo en astillas al encontrarse con uno de los troncos cercanos y el resto del arma, magullada también por el golpe, cayo con un golpe mudo sobre el pasto. Pero no se detuvo ahí.
Ya con las manos libres el licántropo tomo a la joven humana de las muñecas y alzo los brazos de golpe llevando consigo los de su rehén, apretó con fuerza las ya mencionadas muñecas y acerco su rostro al de la mujer; Sus ojos lobunos la miraban profundamente con un odio llameante, los dientes, casi colmillos, rechinaban mientras un gruñido profundo y amenazador salía desde lo mas profundo de su garganta. La sangre aun fresca en sus ropas brillaba al contacto de la luz plateada dándole un aspecto mas amenazante - Simon, detente - La orden se dio en una vos calmada, no fue dura pero fue firme la forma de darla, el mitad lobo aparto su rostro de la chica y dejo el gruñido al instante, sin embargo sus ojos aun llameaban de forma bastante peligrosa - No hemos venido a lastimarla, no hemos venido a matarla. Padre ha dicho que la llevemos a la villa y eso es lo que haremos - El agarre de las muñecas se aflojo un poco pero seguía siendo firme, Simon dio un paso a un lado sin dejar de someterla para que yo compañero pudiera ver a la chica de frente.
Camine hacia ellos quedando a escasos centímetros, le miraba de forma curiosa, como ti tuviera una pregunta muy importante que hacerle - El apoyarse en un compañero no es de cobardes, todo lobo que vaya por la vida solo morirá de forma fácil superado por el enemigo o por su propia idiotez. El lobo es la fuerza de la mañana y de esta misma forma, la manada es la fuerza del lobo ¿Qué es lo que les enseñan en vuestro clan? - Me aparto un poco caminando alrededor de ellos mientras miraba las copas de los arboles - Algunas de tus palabras me dan que pensar, me hacen creer que aquellas divagaciones y falsedades de las que hablas no son dadas por nosotros, si no por tu padre. Vendrás con nosotros, eso no esta sujeto a discusión, te dimos la opción de venir por propio pie y la rechazaste - De nuevo frente a ella le mire y una pequeña sonrisa se dibujo en mis labios - Y no esperaba nada menos, de hecho si hubieras aceptado de forma sumisa me habría llevado una gran decepción - Volví a apartarme mirando en la dirección contraria al campamento de los Valinov - Simon, agárrala bien, debemos partir cuanto antes. Si vamos a buen paso llegaremos en un par de horas a nuestro campamento, de ahí haremos dos o tres dias en caballo hasta la villa.
Una pequeña sonrisa se dibujo en mis labios al escuchar a la mujer del claro hablar, sus palabras reflejaban la misma firmeza y amenaza que sus ojos, de hecho, todo su cuerpo lo hacia, no había dudas ni temor en su delgada silueta, sus manos se aferraban con decisión y conocimiento al arma de plata que sostenía, se veía que sabia manejarla. Salí de las sombras aplaudiendo lentamente mientras mi sonrisa se mantenía en mis labios, una sonrisa entre satisfecha y divertida - Me alegra ver que sus capacidades de deducción están a la altura de un heredero del clan Valinov, acertó señorita, sobre mi esta el nombre de los Nightray - La sonrisa se torno un tanto burlona al soltar dichas palabras - Somos terribles guerreros para nuestros enemigos, pero el serlo viene de la mano con ser precavidos, algo que tu padre bien sabe ¿No te lo ha enseñado?
La sonrisa de mi rostro desapareció lentamente al ver la reacción de la mujer frente a mi, al ver mi figura y centrar sus ojos en los míos dio un paso hacia atrás y trago saliva, su indestructible confianza había temblado por unos escasos segundos, pero era suficiente; Habían dejado una pequeña grieta en su coraza de tranquilidad, una grieta de la cual me aprovecharía sin duda. Su pulso se controlo, también su respiración, volvía a demostrar su tranquilidad en su postura pero podía ver sus ojos, podía leer el desconcierto que brillaba en ellos al escuchar mis palabras "Así que no lo sabe" pensé mientras Simon tomaba su lugar y se lanzaba a sus espaldas.
Fue curiosa la reacción, toda incertidumbre se borro de tajo al sentirse amenazada por mi compañero, incluso podría pensar que se sentía, de alguna extraña manera, traicionada. No comprendía el como alguien podía sentirse traicionada por alguien que, a primeras cuentas, era su enemigo. Las palabras sonaron molestas en la noche, resentidas, una a una fluían hacia mi persona mientras el arma seguía apuntando a mi corazón. Alce una ceja escuchando con tranquilidad los insultos que se lanzaban contra mi y contra mi familia, espere de forma paciente mientras la joven mujer se desahogaba y marcaba su posición.
Pero Simon era otra historia.
El lobo que me acompañaba tenia mucha menos paciencia que yo y el no se quedaba sentado sin hacer nada cuando alguien hablaba sobre nuestro clan, la persona y la situación le daban igual. En cuanto las palabras de la chica terminaron Simon dio su primer movimiento. Se lanzo pasando por el lado izquierdo de la chica para dar media vuelta con un rápido movimiento de pies, estando frente a ella tomo con fuerza el arma y levanto el cañón hacia el cielo, sus manos peludas y con garras por culpa de la media transformación lanzaron un chasquido y el olor de piel quemada por culpa de la plata hizo acto de presencia, aun así el atacante parecía no notarlo. Arrebatando el arma con bastante fuerza la lanzo hacia un lado, la culata de madera estallo en astillas al encontrarse con uno de los troncos cercanos y el resto del arma, magullada también por el golpe, cayo con un golpe mudo sobre el pasto. Pero no se detuvo ahí.
Ya con las manos libres el licántropo tomo a la joven humana de las muñecas y alzo los brazos de golpe llevando consigo los de su rehén, apretó con fuerza las ya mencionadas muñecas y acerco su rostro al de la mujer; Sus ojos lobunos la miraban profundamente con un odio llameante, los dientes, casi colmillos, rechinaban mientras un gruñido profundo y amenazador salía desde lo mas profundo de su garganta. La sangre aun fresca en sus ropas brillaba al contacto de la luz plateada dándole un aspecto mas amenazante - Simon, detente - La orden se dio en una vos calmada, no fue dura pero fue firme la forma de darla, el mitad lobo aparto su rostro de la chica y dejo el gruñido al instante, sin embargo sus ojos aun llameaban de forma bastante peligrosa - No hemos venido a lastimarla, no hemos venido a matarla. Padre ha dicho que la llevemos a la villa y eso es lo que haremos - El agarre de las muñecas se aflojo un poco pero seguía siendo firme, Simon dio un paso a un lado sin dejar de someterla para que yo compañero pudiera ver a la chica de frente.
Camine hacia ellos quedando a escasos centímetros, le miraba de forma curiosa, como ti tuviera una pregunta muy importante que hacerle - El apoyarse en un compañero no es de cobardes, todo lobo que vaya por la vida solo morirá de forma fácil superado por el enemigo o por su propia idiotez. El lobo es la fuerza de la mañana y de esta misma forma, la manada es la fuerza del lobo ¿Qué es lo que les enseñan en vuestro clan? - Me aparto un poco caminando alrededor de ellos mientras miraba las copas de los arboles - Algunas de tus palabras me dan que pensar, me hacen creer que aquellas divagaciones y falsedades de las que hablas no son dadas por nosotros, si no por tu padre. Vendrás con nosotros, eso no esta sujeto a discusión, te dimos la opción de venir por propio pie y la rechazaste - De nuevo frente a ella le mire y una pequeña sonrisa se dibujo en mis labios - Y no esperaba nada menos, de hecho si hubieras aceptado de forma sumisa me habría llevado una gran decepción - Volví a apartarme mirando en la dirección contraria al campamento de los Valinov - Simon, agárrala bien, debemos partir cuanto antes. Si vamos a buen paso llegaremos en un par de horas a nuestro campamento, de ahí haremos dos o tres dias en caballo hasta la villa.
Neizan Nightray- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 10/11/2015
Localización : Villa Nightray
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
Correrán ríos de sangre antes de que
conquistemos nuestra libertad,
pero esa sangre deberá ser la nuestra.
—Anónimo
conquistemos nuestra libertad,
pero esa sangre deberá ser la nuestra.
—Anónimo
¿Quién llegaría a sentirse herida por quien es su enemigo? Nadie en su sano juicio, se sentiría herido por quien era su enemigo declarado desde hacia eones, aún así, para Lenore que ante todo había adquirido de su madre fallecida, el don de la empatía y de la inteligencia de los Valinov, rasgos tan importantes como necesarios en una futura líder de cualquier manada, el solo hecho de detenerse a pensar en las palabras del licántropo, de sus acusaciones y de inclusive; por unos segundos llegar a pensar en bajar el arma para poder hablar como personas civilizadas y no bestias, era una traición a su confianza. Fuera poco o no, eso no estaba al caso. Habría llegado a bajar el arma de no ser por la intrusión del segundo lobo. El cual si que representaba una amenaza cercana. Lo que hasta entonces había sido confusión y dolor, se había vuelta en una mascara de odio. Su madre Melina, el dia de us fallecimiento había intentado poner paz y había terminado siendo asesinada. Había querido dialogar, llegar a un acuerdo, había bajado sus defensas y se había expuesto a morir de la peor de las formas. ¿Era aquello también su futuro? Se preguntó odiándose por unos segundos de no seguir las directrices de su padre. Sabía que en ocasiones la fiereza de su padre y los pocos consejos que él le daba, eran acertados. Más para alguien como ella, tener que admitir que quizás a veces si que no se podían arreglar las cosas dialogando y se debía actuar con violencia, la mataba lentamente. Ella jamás estaría de parte de la violencia, de la sangre, de la muerte, aunque la habían adiestrado como toda guerrera, ella se lo había tomado como clase de auto defensa y para defender a los más vulnerables. Jamás para hacer el mal. Lo que estaba claro que no pasaba lo mismo con los del clan Nightray, pensó en el segundo que sin preverlo el gran lobo se abalanzó hacia ella y lanzando su arma lejos de su alcance, hizo crujir sus muñecas, provocando una mueca de agonía cuando este tiró fuertemente de ellas.
Dolió, claro que dolió. No permitió que ningún grito escapase de sus labios, aún así no pudo disimular la mueca que aquel gran lobo pudo ver de tan cerca. El pudiente aliento de lobo le dio en toda la cara y la humana gruñó sin miedo, devolviéndole la mirada a aquel bruto que la había herido. Se había enfrentado a su padre, y también a Damon cuando este hacia poco había intentado finalmente llevar a cabo su unión, lo que ella no había permitido, ni a las malas. Y si ni a las malas había dejado que el supuesto prometido de ella, se le interpusiera su mandato, con ese soldado enemigo no sería menos. — Maldito animal— siseó furiosa sintiendo como la adrenalina del forcejeo alteraba su sistema y la obligaba a luchar y a deshacerse de su agarre con insistencia, aunque con sus movimientos sus muñecas salieran mas malparadas. Intentó clavar sus uñas en los brazos que sujetaban sus muñecas, encontrándose que nada de aquello era suficiente para zafarse del firme agarre que la mantenía presa. — No iré a vuestra villa. Deberéis matarme para ello. No pienso postrarme ante el asesino de mi madre ¿Me has oído?— escupió en el suelo y recibiendo un gruñido muy profundo y salvaje tras su nuca, que le mandaba a callar volvió a removerse en aquel agarre, decidida a escapar fuera como fuera. Entonces nuevamente el agarre se hizo mas fuerte y siseando de dolor por las muñecas, pareció rendirse. Aunque ella jamás se rendiría y aquel lobo que se paseaba delante de ella, de alguna forma, sabía que era consciente de ello. — La manada unida es la fuerza, pero si individualmente no sabemos como defendernos ante nuestros enemigos, estamos avocados al fracaso. —Le replicó mirandole fijamente como una pequeña fierecilla llena de determinación a no dejarse vencer.
No iba a permitirle insultar de esa forma a su familia, a su manada. Cierto era que hasta ella veía que no lo estaban haciendo bien, el deseo de venganza de su padre consumía y rompía la manada, aún así estaba orgullosa del amor que a ella le profesaban y de lo valiosos y capaces que eran todos. Si algún día ella moría, ellos llegarían a sobrevivir porque habían sido entrenados para ser fuertes, tanto solos como en grupo. De nuevo él que parecía tener el poder de absolutamente todo, volvió a mirarla y sintiéndose sin aliento cuando sus ojos la atravesaron, fingió no oírle. Todo lo que él decía parecía ser cierto. Los lobos ya de por si podían oler las mentiras, ella aún no podía, pero había aprendido a leer mucho del comportamiento de su manada solo viéndoles y él parecía tener la verdad de su parte. ¿Pero porque? Seguía sin entender nada, ni lo que querían decir con ello, ni porque se la querían llevar, pero en cuanto el lobo que la mantenía sujeta tiró de ella y empezó a caminar obligándola a seguir sus pasos, ella se negó rotundamente.
Entonces, todo sucedió muy rápido. Quizás demasiado. El lobo que la sujetaba había bajado la guardia de más y pensandose que ella no podría sorprenderle, se confío; pero un giro inesperado contra él arriesgandose ella a sufrir un verdadero dolor en sus muñecas al forzar de esa forma sus huesos y una fuerte patada entre donde debía de tener sus partes peludas, hizo que aflojara el agarre a causa de la sorpresa y ella aprovechara para alejarse en el momento en que una sombra surgió de los matorrales impactando contra él. La sombra que en realidad era una loba, cerró su mandíbula sobre su nuca con fiereza y se enganchó con sus garras a su carne. La cambiante de los valinov estaba allí para ayudarla a escapar, y aunque Lenore sabía que tenia que huir, con terror se quedó viendo como ambos; medio licantropo y la grande loba luchaban lo que parecía ser un feroz enfrentamiento a muerte.
No, no… susurró en su mente aún incapaz de creerse lo que estaba pasando. Apenas se veía quien iba ganando a quien, únicamente de ellos dos salían gruñidos y sangre. Lenore debía de sentirse bien por estar vengándose de todos los soldados inocentes que aquel Nightray parecía haber matado en su campamento, aún así ver a su amiga; casi hermana en esa posición, la hizo sentirse enferma. Nadie debía morir por nadie, aún menos por ella. La loba ante su mirada clavó más profundamente las mandíbulas en el hombro del licántropo y este rugiendo enfadado impactó llevándose consigo contra el tronco de un árbol cercano a ellos, lo que provocó un aullido lastimero del animal. En ese instante, la joven se levantó del suelo donde había caído y sin saber como había llegado el otro licantropo a sujetarla por los brazos contra él, manteniendo un agarre mas cuidadoso que el anterior pero más firme, se encontró de nuevo atrapada, con la diferencia que esta vez no intentó escapar. Sabia de sobras que sería inútil intentar forcejear con él.
— ¡Basta! Por favor… ¡Basta! —Gritó afligida viendo como poco a poco se tornaban en su contra las nornas del destino, y era la cambiante la que se encontraba en serios problemas en cuanto el licantropo se impuso sobre ella y la acorraló, sin dejarla huir de sus ataques y de su rabia. La cambiante en un ataque desesperado saltó de nuevo hacia el cuello del medio lobo, pero esta vez él aprovecho ese saltó para hacerla impactar con fuerza contra el tronco llenando el claro del sonido de huesos rotos y del leve jadeo de ella que terminó cayendo al suelo, desplomada y totalmente ensangrentada. En ese instante el corazón de Lenore se detuvo y dejó de luchar contra el agarre de Nathan. Por el contrario, dejó que fuera él y su agarre la que la mantuvieran de pie. No podía seguir viendo aquello; le fallaron las fuerzas. Era como presenciar de nuevo la muerte de su madre, únicamente que esa vez todo había ocurrido muy rápido y nadie había podido detenerlo a tiempo.
— Por favor, no dejeís que la mate…dejad que viva, ella solo quiso protegerme— susurró sintiendo que le dolía hasta la respiración mientras esperaba que se detuviera a tiempo para permitirle vivir después de aquella salvaje paliza. No iba a permitir que la mataran sin luchar antes ella por su vida y por aquellas personas que quería. A su madre no había podido salvarla, pero a ella; haría lo inconcebible por salvarla. — Os lo suplico...escúchadme os lo ruego, no dejeís que corra hoy más sangre. Os doy mi palabra si quereís; Dejadla y me tendréis a mí a cambio de su vida. —Y con aquello Lenore apartó la mirada de la cambiante y sintiendo asco de si misma por entregarse a los asesinos de su madre, tembló de angustia por su amiga y por su destino, una vez ellos la tuvieran prisionera en su clan. ¿Qué le esperaba una vez allí? ¿Qué pasaría una vez su padre decidiese tomar venganza? No quería ver más muertes, estaba cansada ya de luchar contra la sangre que todos estaban dispuestos a dejar correr a sus pies.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 11/11/2015
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
La resistencia continuo, claro que continuo.
Ni el dolor ni la desventaja obvia hacían que aquel fuego dejara de refulgir en los ojos de la chica. Se movía sin descanso tratando de zafarse del agarre y sus palabras seguían siendo firmes. No se doblegaba. En un futuro ella seria una loba formidable y una líder mas que capas pero para que eso fuera a suceder se debía primero que cobrar justicia. Aun así en ese momento, en aquel bosque oscuro y sometida con rudeza por un lobo a medio transformar, su firmeza despertaba en mi una emoción y una curiosidad bastante grandes.
Pero no era ni el momento ni el lugar para rendirse ante aquellas sensaciones.
Comenzamos a caminar hacia el campamento que habíamos montado, debíamos de salir lo antes posible del territorio de los Valinov, a fin de cuentas teníamos a la heredera en nuestras manos y tarde o temprano alguien sedaría cuenta de su desaparición. No nos convenía estar cerca si eso sucedía. Apenas dados unos cuantos pasos lo dicho se había cumplido. No tomo por sorpresa pues no le escuchamos hasta que era ya demasiado tarde, una mancha oscura paso frente a mi como un rayo directamente hacia Simon, antes de que pudiera siquiera terminar de voltear ese algo ya había derribado a mi compañero. En el rostro de Simon se lograba una cierta sorpresa por haber sido tomado con la guardia baja.
Lo que parecía ser una loba estaba ahora sobre la espalda del medio convertido Simon y cerraba sus fauces sobre la nuca de mi compañero, el sonido de la piel al desgarrarse sonó de forma desagradable cuando las garras de la atacante se clavaban en partes aun humanas, un gruñido salió de la garganta de Simon el cual comenzó la transformación de lobo obteniendo como resultado un canino bastante grande de pelaje gris ceniza. Mire a la chica a mi lado y pude ver la expresión de terror que se le pintaba en el rostro mientras la loba clavaba ahora sus colmillos en el hombro del lobo recién convertido.
Y eso fue todo.
La sorpresa inicial había pasado por lo que los movimientos de Simon volvieron a ser brutales y precisos. En un principio se lanzo de espaldas contra el árbol mas cercano aplastando a su atacante, el tronco chasqueo de forma violenta y se partió lanzando astillas alrededor, el árbol entero comenzó a caer junto con los dos animales que se batían en duelo, durante los segundos que duro todo el espectáculo con el rabillo del ojo noté como la chica a mi lado se levantaba ¿Aprovecharía la confusión para huir? No le di tiempo siquiera a pensárselo, me puse detrás de ella y tome sus brazos evitando las muñecas heridas. Con un agarre firme pero cuidadoso aprisione ambos antebrazos y la pegue a mi, inmovilizándola mientras la pelea seguía frente a nosotros.
El primer golpe contra el árbol había sido el punto en el que las tornas comenzaban a cambiar, ambos animales e lanzaban zarpazos sin piedad y lanzaban mordidas sin importar mucho donde fueran a caer estas hasta que Simon se encontró sobre la loba, un gemido de dolor se hizo presente cuando las patas del lobo ceniciento clavaron sus garras en el pecho de la hembra, la cabeza peluda se inclino de golpe y sus mandíbulas se cerraron contra el hombro de la contrincante, seguramente tratándose de una venganza por la mordida anterior. Mientras el grito desesperado de la heredera sonaba por todo el claro ambas bestias se separaron, la sangre corría por el pelaje de ambos pero la hembra se veía jadeante y cojeaba al caminar, en cambio el cenizo caminaba en círculos alrededor de ella.
En un ultimo ataque desesperado la hembra se lanzo pero el macho fue mas rápido, con unos cuantos movimientos de patas se había puesto en la posición adecuada y cerro sus fauces alrededor del cuello de la hembra agarrándolo en pleno vuelo, con un brusco movimiento de cabeza lanzo por el aire a la herida hembra la cual voló directo contra el tronco derrumbado, un desagradable sonido de huesos al romperse puso punto y final al enfrentamiento, dejando a un lobo con sed de sangre y a una loba derrumbada sobre el pasto, inmóvil. Al instante sentí como el cuerpo frente a mi perdía las fuerzas obligándome a mantenerla de pie.
En silencio escuche aquellas palabras llenas de temor y tristeza, vi como ese espíritu firme se quebraba y se sometía a una voluntad ajena por el bien de su compañera caída. Simon por su parte se acercaba lentamente hacia la bola de pelos ensangrentada que respiraba con dificultad, el lobo cenizo abrió las fauces y se inclino listo para dar el golpe de gracia, listo para acabar con aquella que se había atrevido a atacarle por sorpresa y lo habría hecho de no haber sido por mi orden - Suficiente Simon - De nuevo las palabras fueron firmes - Esta noche mostraras clemencia - Se detuvo a pocos centímetros, lanzo un gruñido en protesta pero se aparto echándose a unos metros de nosotros, evitando mirarnos mientras se lamia las heridas.
Solté a la chica que tenia en brazos y metí mi mano en uno de los bolsillos que llevaba en la parte trasera del cinturón, saque una caja de madera la cual tenia grabada la imagen de una hoja - Ten - Me puse en cuclillas frente a la chica de cabellos castaños y tome su mano descubriendo la palma, deposite la caja y la cubrí con su otra mano - Lo que hay ahí dentro debería de bastar para estabilizar a tu compañera. Ve y hazte cargo de ella, nos vamos en diez minutos - Me levante esta vez yendo hacia mi propio compañero quedándome quieto frente a él - ¿Necesitas ayuda pequeño lobo?
Ni el dolor ni la desventaja obvia hacían que aquel fuego dejara de refulgir en los ojos de la chica. Se movía sin descanso tratando de zafarse del agarre y sus palabras seguían siendo firmes. No se doblegaba. En un futuro ella seria una loba formidable y una líder mas que capas pero para que eso fuera a suceder se debía primero que cobrar justicia. Aun así en ese momento, en aquel bosque oscuro y sometida con rudeza por un lobo a medio transformar, su firmeza despertaba en mi una emoción y una curiosidad bastante grandes.
Pero no era ni el momento ni el lugar para rendirse ante aquellas sensaciones.
Comenzamos a caminar hacia el campamento que habíamos montado, debíamos de salir lo antes posible del territorio de los Valinov, a fin de cuentas teníamos a la heredera en nuestras manos y tarde o temprano alguien sedaría cuenta de su desaparición. No nos convenía estar cerca si eso sucedía. Apenas dados unos cuantos pasos lo dicho se había cumplido. No tomo por sorpresa pues no le escuchamos hasta que era ya demasiado tarde, una mancha oscura paso frente a mi como un rayo directamente hacia Simon, antes de que pudiera siquiera terminar de voltear ese algo ya había derribado a mi compañero. En el rostro de Simon se lograba una cierta sorpresa por haber sido tomado con la guardia baja.
Lo que parecía ser una loba estaba ahora sobre la espalda del medio convertido Simon y cerraba sus fauces sobre la nuca de mi compañero, el sonido de la piel al desgarrarse sonó de forma desagradable cuando las garras de la atacante se clavaban en partes aun humanas, un gruñido salió de la garganta de Simon el cual comenzó la transformación de lobo obteniendo como resultado un canino bastante grande de pelaje gris ceniza. Mire a la chica a mi lado y pude ver la expresión de terror que se le pintaba en el rostro mientras la loba clavaba ahora sus colmillos en el hombro del lobo recién convertido.
Y eso fue todo.
La sorpresa inicial había pasado por lo que los movimientos de Simon volvieron a ser brutales y precisos. En un principio se lanzo de espaldas contra el árbol mas cercano aplastando a su atacante, el tronco chasqueo de forma violenta y se partió lanzando astillas alrededor, el árbol entero comenzó a caer junto con los dos animales que se batían en duelo, durante los segundos que duro todo el espectáculo con el rabillo del ojo noté como la chica a mi lado se levantaba ¿Aprovecharía la confusión para huir? No le di tiempo siquiera a pensárselo, me puse detrás de ella y tome sus brazos evitando las muñecas heridas. Con un agarre firme pero cuidadoso aprisione ambos antebrazos y la pegue a mi, inmovilizándola mientras la pelea seguía frente a nosotros.
El primer golpe contra el árbol había sido el punto en el que las tornas comenzaban a cambiar, ambos animales e lanzaban zarpazos sin piedad y lanzaban mordidas sin importar mucho donde fueran a caer estas hasta que Simon se encontró sobre la loba, un gemido de dolor se hizo presente cuando las patas del lobo ceniciento clavaron sus garras en el pecho de la hembra, la cabeza peluda se inclino de golpe y sus mandíbulas se cerraron contra el hombro de la contrincante, seguramente tratándose de una venganza por la mordida anterior. Mientras el grito desesperado de la heredera sonaba por todo el claro ambas bestias se separaron, la sangre corría por el pelaje de ambos pero la hembra se veía jadeante y cojeaba al caminar, en cambio el cenizo caminaba en círculos alrededor de ella.
En un ultimo ataque desesperado la hembra se lanzo pero el macho fue mas rápido, con unos cuantos movimientos de patas se había puesto en la posición adecuada y cerro sus fauces alrededor del cuello de la hembra agarrándolo en pleno vuelo, con un brusco movimiento de cabeza lanzo por el aire a la herida hembra la cual voló directo contra el tronco derrumbado, un desagradable sonido de huesos al romperse puso punto y final al enfrentamiento, dejando a un lobo con sed de sangre y a una loba derrumbada sobre el pasto, inmóvil. Al instante sentí como el cuerpo frente a mi perdía las fuerzas obligándome a mantenerla de pie.
En silencio escuche aquellas palabras llenas de temor y tristeza, vi como ese espíritu firme se quebraba y se sometía a una voluntad ajena por el bien de su compañera caída. Simon por su parte se acercaba lentamente hacia la bola de pelos ensangrentada que respiraba con dificultad, el lobo cenizo abrió las fauces y se inclino listo para dar el golpe de gracia, listo para acabar con aquella que se había atrevido a atacarle por sorpresa y lo habría hecho de no haber sido por mi orden - Suficiente Simon - De nuevo las palabras fueron firmes - Esta noche mostraras clemencia - Se detuvo a pocos centímetros, lanzo un gruñido en protesta pero se aparto echándose a unos metros de nosotros, evitando mirarnos mientras se lamia las heridas.
Solté a la chica que tenia en brazos y metí mi mano en uno de los bolsillos que llevaba en la parte trasera del cinturón, saque una caja de madera la cual tenia grabada la imagen de una hoja - Ten - Me puse en cuclillas frente a la chica de cabellos castaños y tome su mano descubriendo la palma, deposite la caja y la cubrí con su otra mano - Lo que hay ahí dentro debería de bastar para estabilizar a tu compañera. Ve y hazte cargo de ella, nos vamos en diez minutos - Me levante esta vez yendo hacia mi propio compañero quedándome quieto frente a él - ¿Necesitas ayuda pequeño lobo?
Neizan Nightray- Licántropo Clase Media
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Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
Llorar no te hace menos hombre,
te hace más humano.
—Anónimo
te hace más humano.
—Anónimo
¿Sabéis esos momentos en que vuestra vida peligra y por vuestras cabezas aparecen recuerdos de vuestra vida hasta ese momento? ¿Ese momento doloroso, en el que estáis en blanco y poco más que restar quietas podéis hacer por salvaros? A veces viene de un segundo a otro y no dura más que un tartamudeo de vuestro corazón. Vuestro cerebro os duele, el corazón os palpita y luego, os absorbe la nada. Ya no estáis, ya no vivís… ya no hay nada que hacer porque no estáis aquí. Así es la vida, de un día a otro todo puede cambiar y el día más feliz, sin saber el cómo ni el porqué, se vuelve gris al final del día… o así, al menos, lo vivió Lenore mientras totalmente inmovilizada por los brazos, lo poco que podía hacer era ver como ante sus ojos, la llama de su amiga se apagaba entre mordiscos, sin poder ella hacer nada. Toda su vida entonces pasó de largo; la vida que había pasado junto a ella y unas lágrimas recelosas de salir por estar en presencia de sus enemigos afloró y cayó por su mejilla, concluyendo su doloroso camino en sus labios temblorosos. ¿Qué animal podía atacar de esa forma a una fémina? Aun siendo una loba, aun habiendo ella atacado antes que él a ella, ¿Por qué enfurecerse tanto, con quien bien se veía carecía del tamaño descomunal de aquel inmenso lobo gris? La pata de la loba era tres veces la pata de aquel descomunal licántropo. ¡No lo veían, acaso! Dentro de ella se encontraba encolerizada por la injusta situación que estaba viviendo. ¿Tan mal lo había hecho que su amiga por protegerla podría perder la vida? Se preguntó en silencio sin poder dejar de contemplar la escena como cuando de pequeña, vio como atacaban a su madre y está sin poder hacer nada por salvarla, moría en brazos de su padre desolado por la perdida.
El crujir de los huesos fue el ultimátum para que finalmente Lenore se rindiese por completo y pidiendo misericordia para su amiga, entregó su vida por la de ella sin pensar más allá de las consecuencias que eso le depararía. Tensa, tras sus palabras esperó porque aquel lobo detuviese a su compañero a tiempo de salvarla, y aunque finalmente lo detuvo a tiempo, a la joven al verlo tan cerca y en actitud de ataque bien pudo cogerle un ataque al corazón temiendo que por segunda vez debiera contemplar cómo alguien de su familia moría delante de ella sin poder hacer nada más que mirar. — Suficiente Simón. Esta noche mostraras clemencia —dijo él con una voz llena de mando y control. Enseguida el lobo se detuvo, Lenore volvió a respirar dejándose caer de rodillas sin fuerzas cuando el que la mantenía sujeta, la soltó con cuidado. Únicamente entonces fue consciente Lenore de contra quien se había estado debatiendo. No únicamente era un Nightray. Un mero soldado o comandante no hubiese podido detener a un lobo ansioso por matar, así como así, con unas simples palabras. Por lo que ante ella debía encontrarse el único hijo de aquel que mató a su madre; Nathan Nightray. Ni más ni menos, ese debía de ser. ¿Cómo no se había dado cuenta antes?
Enseguida fue liberada de su agarre, tomó sus manos entre las suyas llevándosela al pecho sin saber si de ansiedad o dolor por las punzadas que de allí la atravesaban, pero en cuanto él asió una de sus manos y la obligó a tomar una caja, mansamente se dejó, preguntándose él porque dejaba que la socorriera cuando les tomaba como viles asesinos. Sin fuerzas para peguntarle, bajó la mirada avergonzada y huyendo de sus ojos asintió. — Gracias por ser misericordioso con ella, Nathan. —susurró pronunciando por primera vez su nombre — Os debo la vida de la única a quien considero una hermana. — Lo miró entonces, una mirada cargada de dolor, culpa, pero también de resignación. Había caído y ahora era prisionera del hijo de su peor enemigo. ¿Qué podía salir más mal? Ahora que conocía su identidad, le resultaba imposible pensar en lograr escapar. Quizás de un soldado normal hubiese podido escapar, no obstante, Nathan no era un soldado corriente, si no más fielmente a lo que relataban de él; su más digno adversario.
Apartó la mirada en cuanto notó cierto interés del joven hacia ella por seguir con aquel duelo de miradas y la fijó en su hermana, consciente de que ahora su situación hacia él la hacía vulnerable, no deseaba enfrentarse a él abiertamente en una lucha de egos de herederos, aún menos deseaba agachar más su mirada y su porte de lo que él ya había conseguido de ella. Ella jamás se desdecía en nada de lo que prometiese y ahora ella se había entregado voluntariamente a él. Sintiendo una extraña inquietud en ella cuanto más aquel joven la contemplaba como sabiendo o viendo algo que ella era incapaz de ver, en cuanto finalmente él se fue a ver como se encontraba en otro lobo, sin pensárselo mucho la joven salió corriendo hacia el encuentro de su amiga.
Al llegar ante ella la loba abrió levemente los ojos para verla y lamiéndole la mano que le asió para acariciarle el pelaje, fue el único gesto que se pudo permitir, pues las fuerzas de la cambiante parecían mimbar muy rápido a pesar de sus esfuerzos– Tranquila, vas a ponerte bien. No dejaré que te vayas de mi lado… ni siquiera de que te lo pienses– le prometió al oído empezando a ponerle un ungüento en las heridas, el mismo remedio que Nathan le había dado para ella. Al contacto del ungüento en las heridas se puso la loba a temblar, pero fue cuando palpando el cuerpo maltrecho de la loba que Lenore pasó la mano por donde se había roto los huesos que la loba gimoteó muerta de dolor, provocando que los dos Nightray se giraran a verlas. Lenore al oírla, se mordió el labio conteniendo las lágrimas y viendo el estado de su cuerpo, de cómo los huesos se le habían partido y no podía siquiera aún ni moverse del suelo, se encontró abrazándose a aquel pequeña y peludo cuerpo ensangrentado sin importarle la sangre, y dejando besos por doquier en aquella cabecita negra, por primera vez en esa noche, se derrumbó derramando lagrimas a escondidas de sus enemigos. Podía ser una heredera, una futura líder, pero por el momento seguía siendo tan humana como el gran corazón que coronaba el interior de su pecho.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
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Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
En cuanto deje la pequeña caja de madera en aquellas manos tersas me alce, mirándola desde arriba. Así en esa posición, pequeña y desconsolada, ofrecía una escena totalmente distinta a la de unos minutos atrás. Me quede quieto por unos segundos mirándole mientras escuchaba sus palabras, toda la fuerza y amenaza que antes había teñido aquella vos había sido reemplazado por tristeza y sumisión; Lo detestaba pero le entendía, alce la mirada mientras una mueca de disgusto se dibujaba en mi rostro para encontrarme con aquella bola de pelos ensangrentada, seguía justo donde la había dejado Simon, no se había movido ni un solo centímetro - Nadie debería de perder a un hermano - Fue mi respuesta, sincera, dolida incluso. Nadie debía de ver morir a su hermano sea de sangre o no - Cuidale lo mejor que puedas Valinov, cuidale con todas tus fuerzas si es necesario porque es facil perder algo tan valioso. Es facil y una vez que se pierde no se recuperara, no importa que intentes.
Y eso quemara tu alma por el resto de tus días.
Llegue al lado del lobo ceniciento y me senté en el pasto mientras este seguía lamiendo sus heridas, era ya poca la sangre que había en su pelaje y bajo la luz de la luna parecía un lobo de plata en vez de uno de cenizas. Me recargue en el tronco mas cercano y mire al cielo nocturno mientras esperaba, una leve brisa soplaba haciendo que el aire nocturno se metiera debajo de mis ropas y helara mis huesos, un mal presagio, lo que habíamos hecho no era poca cosa ¿Secuestrar a la heredera de los Valinov? Si bueno, eso seguramente iba a romper la poca paz que teníamos entre nuestras familias. Mis ojos se clavaron en la dama plateada del cielo mientras los pensamientos nadaban sin control en mi mente ¿Y que mas daba? La paz entre ambas familias no había existido nunca, siempre había algo que nos volvía a lanzar a la guerra y la sangre de mi pueblo terminaba bañando las calles de la villa.
El leve sonido de sollozos me sacaron de mis pensamientos para mirar a la chica que abrazaba desconsolada a la loba caída. Las mire fijamente mientras escuchaba a Simon gruñir por lo bajo - Si bueno, creo que esta vez se te paso la mano - Respondí, como si entendiera el significado de ese gruñido y a decir verdad, lo entendía. Conocía lo que pasaba por la cabeza de mi compañero, habíamos estado juntos desde que teníamos memoria -No debes de verter tu ira sobre inocentes que no tienen culpa de nada, ella ni siquiera sabia sobre los ataques, lo vi en sus ojos, la pobre no sabe de que va esto- Mire de nuevo al lobo, estaba casi limpio a excepción de pequeñas manchas carmesí que tenia aquí y allá - Tu y yo sabemos quienes merecen nuestra venganza, quienes pagaran por lo sucedido. Ella, por desgracia, solo es el medio para conseguirlo.
Hacia minutos que había dejado de escuchar aquellos sollozos, el viento por su parte había dejado de soplar y mi cuadrúpedo amigo se encontraba caminando en círculos cerca de los arboles, le notaba tenso, intranquilo por haber permanecido tanto tiempo en territorio enemigo. Me incorpore lentamente y sacudí mi pantalón dejando caer restos de césped, hierbas y tierra, me estire un poco para caminar hacia las dos féminas que seguían justo donde las había dejado - Es tiempo - Mi vos sonaba tranquila de nuevo y mis palabras volvían a ser firmes - Ya paso el tiempo que se te dio, es momento de que nos vayamos- Les miraba desde mi lugar, lo suficientemente cerca para que escucharan mi vos sin necesidad de alzarla pero dejando espacio, después de lo que había sucedido era lo menos que podía hacer, darle un espacio de respeto. Tonto ¿No?
- Simon se encargara de llevar a tu hermana, seria mas fácil si regresara a su forma humana pero dada la... Situación... - Carraspee aclarándome la garganta, nunca me había gustado hablar de temas como este - Mira, la forma lobuna nos hace mas resistentes, es mejor que se mantenga de esa forma para aumentar las posibilidades de que sobreviva el camino
Y eso quemara tu alma por el resto de tus días.
Llegue al lado del lobo ceniciento y me senté en el pasto mientras este seguía lamiendo sus heridas, era ya poca la sangre que había en su pelaje y bajo la luz de la luna parecía un lobo de plata en vez de uno de cenizas. Me recargue en el tronco mas cercano y mire al cielo nocturno mientras esperaba, una leve brisa soplaba haciendo que el aire nocturno se metiera debajo de mis ropas y helara mis huesos, un mal presagio, lo que habíamos hecho no era poca cosa ¿Secuestrar a la heredera de los Valinov? Si bueno, eso seguramente iba a romper la poca paz que teníamos entre nuestras familias. Mis ojos se clavaron en la dama plateada del cielo mientras los pensamientos nadaban sin control en mi mente ¿Y que mas daba? La paz entre ambas familias no había existido nunca, siempre había algo que nos volvía a lanzar a la guerra y la sangre de mi pueblo terminaba bañando las calles de la villa.
El leve sonido de sollozos me sacaron de mis pensamientos para mirar a la chica que abrazaba desconsolada a la loba caída. Las mire fijamente mientras escuchaba a Simon gruñir por lo bajo - Si bueno, creo que esta vez se te paso la mano - Respondí, como si entendiera el significado de ese gruñido y a decir verdad, lo entendía. Conocía lo que pasaba por la cabeza de mi compañero, habíamos estado juntos desde que teníamos memoria -No debes de verter tu ira sobre inocentes que no tienen culpa de nada, ella ni siquiera sabia sobre los ataques, lo vi en sus ojos, la pobre no sabe de que va esto- Mire de nuevo al lobo, estaba casi limpio a excepción de pequeñas manchas carmesí que tenia aquí y allá - Tu y yo sabemos quienes merecen nuestra venganza, quienes pagaran por lo sucedido. Ella, por desgracia, solo es el medio para conseguirlo.
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Hacia minutos que había dejado de escuchar aquellos sollozos, el viento por su parte había dejado de soplar y mi cuadrúpedo amigo se encontraba caminando en círculos cerca de los arboles, le notaba tenso, intranquilo por haber permanecido tanto tiempo en territorio enemigo. Me incorpore lentamente y sacudí mi pantalón dejando caer restos de césped, hierbas y tierra, me estire un poco para caminar hacia las dos féminas que seguían justo donde las había dejado - Es tiempo - Mi vos sonaba tranquila de nuevo y mis palabras volvían a ser firmes - Ya paso el tiempo que se te dio, es momento de que nos vayamos- Les miraba desde mi lugar, lo suficientemente cerca para que escucharan mi vos sin necesidad de alzarla pero dejando espacio, después de lo que había sucedido era lo menos que podía hacer, darle un espacio de respeto. Tonto ¿No?
- Simon se encargara de llevar a tu hermana, seria mas fácil si regresara a su forma humana pero dada la... Situación... - Carraspee aclarándome la garganta, nunca me había gustado hablar de temas como este - Mira, la forma lobuna nos hace mas resistentes, es mejor que se mantenga de esa forma para aumentar las posibilidades de que sobreviva el camino
Neizan Nightray- Licántropo Clase Media
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Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
Solo se puede conquistar,
lo que una vez fue hecho para ti.
—Anónimo
lo que una vez fue hecho para ti.
—Anónimo
Era tan triste verla así, que viéndola de ese modo le era imposible no evocar los recuerdos del pasado y verla de igual forma, hecha una bola ensangrentada a sus pies pidiendo alguien que la acogiese. No solía contar muy a menudo la historia de su vida anterior a entrar a la manada de los Valinov. Hija de una madre asesinada y de un inquisidor que entregó su propia sangre a cambio de su gloria, por lo poco que sabia de ella, siempre la habían usado. Desde pequeña la habían entrenado junto a su hermano quien pronto dio muestras de ser un líder y guerrero nato. Ella, en cambio, había heredado el corazón materno y toda su bondad. A causa de ello, siempre había sido el eslabón más débil entre todos los muchachos cambiantes que los inquisidores entrenaban para ingresar en un futuro a sus filas. A base de golpes había aprendido a defenderse y a luchar, a combatir hasta las ultimas consecuencias, sin embargo, mientras a su hermano le daba igual dañarla si así demostraba ser el mejor, ella siempre se había encontrado incapaz de dañar a su hermano, y el no querer; fue su perdición. Tras lograr huir de aquel mundo de guerras y sangre, la cambiante deambulo siendo solo una niña por las calles y sobreviviendo como pudo, al final aprendió la lección de que era mejor siempre alejarse de las personas. En su camino hasta encontrar a Lenore, había soportado el maltrato y la estafa de muchos hombres viles que habían intentado aprovecharse de ella, provocando aquellas experiencias que se alejara principalmente de los hombres y de la gente en general. Únicamente con Lenore parecía cambiar ese comportamiento, volviéndose una hermana mayor y una acérrima protectora. Por ello, verla así de indefensa y malherida, apenas una masa de pelos ensangrentada, hacia estallar el corazón de la heredera en miles de trozos, disolviéndose en forma de lagrimas contra su pelaje.
Al principio la cambiante pareció no darse cuenta hasta que lentamente y con todo su aplomo y fuerza de voluntad, muy lentamente empezó a mover la cola apenas un breve instante para que Lenore entendiese que estaba bien y viva. Lenore besó su cuello y sonrió contra el morro de la loba. Kath abrió los ojos, la miró y tras un movimiento de su cabeza hacia ella, volvió a quedarse tumbada y con los ojos cerradas, intentando calmar el dolor que quemaba su cuerpo. Enseguida Lenore volvió aponerle el ungüento por las heridas y viendo a lo lejos, donde se hallaba su campamento suspiró de tristeza. ¿Quién sabría si esta era la última vez que pisaba la tierra que la vio nacer y la que por su niñez junto a su difunta madre las vio ser feliz? Su padre no llegaría a tiempo de impedir que se la llevasen. Estaba acostumbrada a que sus partidas de caza se extendieran por semanas, hasta el extremo de tener que salir las mujeres y los niños a cazar. Estaba ya tan acostumbrada… que no sabia si le dolía más el hecho de entregarse a sus enemigos para que estos se vengaran con ella, o que su padre jamás llegase a tiempo de salvar a quienes más debía de querer. Acariciando la cabeza de la loba maltrecha, intentó calmarla, apaciguarla en lo que pudo hasta que los movimientos de los dos hombres perpechados a un lado del claro, la hicieron saber que el tiempo ya había pasado.
Levantándose, por unos segundos su mirada fue a encontrarse con la de Nathan y pensó en él. Todos los hombres sabían engañar, muchos de los más débiles luego resultaban ser los mas feroces y a veces el mas feroz, no es que lo sea, es sencillamente que tiene una coraza que le protege. Él no parecía ser un espíritu malvado... no, no lo era, pero y entonces; ¿Por qué haría alguien como él tal cosa? ¿Por qué secuestrarla y mantenerla con vida hasta el campamento? El lobo que lo acompañaba estaba segura que ya la habria matado, pero y en cambio él, a su modo de ver, parecía querer protegerla. ¿Por qué? En sus ojos se formuló esa pregunta silenciosa y sintiéndose observada también por él, lentamente retiró la mirada y asintió. El tiempo ya había pasado, de eso ya era consciente. –De acuerdo, – coincidió – pero no deseo perderla de vista. Quiero vigilar sus constantes vitales en todo momento. – dijo, casi exigiendo apartándose de la loba y acercándose a Nathan con la mirada lo suficientemente alta como para decirle que volvía a estar firme y dispuesta a presentar batalla contra quien fuera. Inclusive; con él. A sus espaldas tuvo que obligarse a dejar que el lobo se acercara a la cambiante. Kath al verlo venir, abrió los ojos y gimoteó. Lenore no podía saber que se estarían diciendo, pero era bastante obvio que la cambiante se fiaba de aquel lobo que la había dejado tan malherida tanto como Lenore de ambos hombres. Tras unos gruñidos de ambos lobos, la loba terminó callándose y cediendo finalmente, Lenore no quiso voltearse a ver como el lobo decidía llevar a la cambiante y confiando en que Nathan no dejaría que nada malo le sucediera, la joven se encaminó directa a donde se encontraban sus monturas.
Uno de los caballos enseguida buscó su contacto y acariciándole el cuello, fue consciente de la cercanía de Nathan cuando este se detuvo a sus espaldas. La joven respiró hondo. — No deberíais de preocuparos por vuestro plan. Si nos retrasamos no importará mucho, es común que mi padre y sus hombres visiten burdeles por el camino. Eso para vuestro secuestro os da más margen de tiempo. Lo podréis llevar a término incluso antes de que sepan lo que ha pasado. —Dijo pensando en su exigencia anterior de poder ir controlando a la cambiante para que no empeorara por el camino. —Vayámonos, no hagamos esperar a los vuestros. —y tras esas palabras de un salto saltó al caballo y esperó a que Nathan la siguiese mientras sus ojos seguían huyendo de él, decidida a afrontar lo que fuese que el destino le tuviese preparado mucho más allá de sus tierras.– Seguro están deseosos de que regreséis a vuestro hogar.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
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Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
Ahí estaba de nuevo, aquellos ojos desafiantes que no parecían rendirse ante nada o nadie, aquella expresión desafiante digna de todo heredero a líder de una manada. La mirada que me gustaba ver en ella, llena de fuego y valor. Asentí lentamente ante la petición de monitorear a la loba durante el camino, aunque no tardaríamos mucho tiempo en llegar al campamento donde trataríamos mejor sus heridas nunca se sabia con las heridas que Simon provocaba, tenia la costumbre de dejarse llevar y eso podía derivar en heridas mortales en sus enemigos. Esperaba que este no fuera el caso - Bien, usaras la montura de Simon. Él se mantendrá en forma lobuna y llevara sobre el lomo a tu hermana. Yo en cambio iré detrás de ustedes - Mire al par de animales que se encontraban detrás de la chica y escuche como se gruñían el uno al otro para después soltar un suspiro. Me acerque a los lobos y con toda la delicadeza que me era posible ayude a que la hembra terminara en el lomo del macho - Llegaremos a nuestro campamento que esta a dos horas por el suroeste y ahí le daremos un mejor trato a tu hermana, revisare sus heridas y si es posible me encargare de ellas. Por lo menos lo suficiente para que sobreviva a los dos días que nos separan de la villa. Una vez ahí los médicos de mi familia se harán cargo de ella.
Me asegure de que la hembra estuviera cómoda sobre el lomo del macho y los mire por un momento haciendo una señal para que aun no se movieran. Regrese la mirada a la mujer que se había acercado a la yegua blanca de Simon y me puse detrás de ella, escuchando en silencio sus palabras hasta que se monto en la silla - Conocemos los hábitos de tu padre y su sequito al salir de caza, les hemos estado vigilando por meses, tenemos exploradores bastante competentes - Me acerque a las alforjas de mi yegua mora y abrí la del lado derecho sacando una cuerda enrollada y una manta de lana - Lo que me preocupa es que alguien de tu campamento nos rastree y entonces tengamos que pelear. Ellos no son guerreros, por lo menos no bien entrenados, tu padre tiene la mala costumbre de llevarse a todos los hombres capaces lejos durante mucho tiempo - Cerré las alforjas y me puse la soga sobre el hombro para mirar de nuevo a la chica que ya había montado - Si nos quedamos mucho tiempo y nos rastrean... No hay nadie en ese campamento capaz de hacernos frente a Simon y a mi. Ya se ha derramado suficiente sangre por una noche
Regrese junto con los animales y puse la manta de lana sobre la hembra cubriéndola casi por completo, dejando solo su cola y su cabeza lobuna al descubierto. Una vez que estuve seguro de que estaba bien puesta amarre la soga alrededor de ambos cuerpos y la apreté todo lo posible sin llegar a lastimarlos. Mientras montaba en mi silla Simon paso entre ambas yeguas y miro a la suya soltando un pequeño gruñido de advertencia a la mujer que la montaba para después seguir su camino, adelantándose un poco a nosotros - Te recomiendo que tengas cuidado con esa yegua, si algo le pasa Simon no se lo tomara a bien - Tome las riendas de mi animal e hice un pequeño gesto hacia Lenore - Después de ti
El camino había sido, gracias a los dioses, bastante tranquilo y sin contratiempos. Llegamos en el tiempo previsto al campamento el cual se encontraba dentro de una pequeña cueva escondida detrás de unos arboles. El riachuelo que pasaba por un costado se movía perezosamente y el sonido del agua corriendo creaba un ambiente tranquilizador, dentro de la cueva habían mantas donde parecía que alguien había estado durmiendo y una fogata apagada sobre la cual colgaba un trasto de metal que desprendía un olor a hiervas. Desmonte llevando a mi yegua a un árbol cercano y amarrando las riendas en este. Mientras quitaba las alforjas y la silla eche la mirada hacia atrás para ver donde quedaba la yegua blanca de Simon.
Ambos lobos se acercaron a las mantas de la cueva y se quedaron ahí hasta que yo llegue, igualando la delicadeza con la que había montado a la hembra esta vez la deje lentamente sobre la tela y acaricie su pelaje - Puede que duela un poco pero necesito que te mantengas tranquila - Junto a nosotros Simon regreso a su forma humana y se estiro perezosamente para después salir de la cueva por algunos minutos. Minutos en los que me entretuve revisando las heridas de la loba y limpiándolas con un pañuelo húmedo. Solté un pequeño suspiro de alivio al ver que ninguna herida era lo suficientemente profunda como para llegar a algún órgano vital y tome un poco de la sustancia verde que reposaba en el trasto - Esto va a arder - Mire sobre mi hombro para encontrame con una chica preocupada detrás míoTe recomiendo que vayas a dormir, mañana tendremos un viaje largo y necesitaras de todas tus fuerzas. Además no necesitas ver esto, le coceré las heridas - Un gemido quejumbroso salió del hocico peludo de la herida al escuchar esas palabras mientras se movía un poco - Ten por seguro de que no la dejare morir
Me asegure de que la hembra estuviera cómoda sobre el lomo del macho y los mire por un momento haciendo una señal para que aun no se movieran. Regrese la mirada a la mujer que se había acercado a la yegua blanca de Simon y me puse detrás de ella, escuchando en silencio sus palabras hasta que se monto en la silla - Conocemos los hábitos de tu padre y su sequito al salir de caza, les hemos estado vigilando por meses, tenemos exploradores bastante competentes - Me acerque a las alforjas de mi yegua mora y abrí la del lado derecho sacando una cuerda enrollada y una manta de lana - Lo que me preocupa es que alguien de tu campamento nos rastree y entonces tengamos que pelear. Ellos no son guerreros, por lo menos no bien entrenados, tu padre tiene la mala costumbre de llevarse a todos los hombres capaces lejos durante mucho tiempo - Cerré las alforjas y me puse la soga sobre el hombro para mirar de nuevo a la chica que ya había montado - Si nos quedamos mucho tiempo y nos rastrean... No hay nadie en ese campamento capaz de hacernos frente a Simon y a mi. Ya se ha derramado suficiente sangre por una noche
Regrese junto con los animales y puse la manta de lana sobre la hembra cubriéndola casi por completo, dejando solo su cola y su cabeza lobuna al descubierto. Una vez que estuve seguro de que estaba bien puesta amarre la soga alrededor de ambos cuerpos y la apreté todo lo posible sin llegar a lastimarlos. Mientras montaba en mi silla Simon paso entre ambas yeguas y miro a la suya soltando un pequeño gruñido de advertencia a la mujer que la montaba para después seguir su camino, adelantándose un poco a nosotros - Te recomiendo que tengas cuidado con esa yegua, si algo le pasa Simon no se lo tomara a bien - Tome las riendas de mi animal e hice un pequeño gesto hacia Lenore - Después de ti
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El camino había sido, gracias a los dioses, bastante tranquilo y sin contratiempos. Llegamos en el tiempo previsto al campamento el cual se encontraba dentro de una pequeña cueva escondida detrás de unos arboles. El riachuelo que pasaba por un costado se movía perezosamente y el sonido del agua corriendo creaba un ambiente tranquilizador, dentro de la cueva habían mantas donde parecía que alguien había estado durmiendo y una fogata apagada sobre la cual colgaba un trasto de metal que desprendía un olor a hiervas. Desmonte llevando a mi yegua a un árbol cercano y amarrando las riendas en este. Mientras quitaba las alforjas y la silla eche la mirada hacia atrás para ver donde quedaba la yegua blanca de Simon.
Ambos lobos se acercaron a las mantas de la cueva y se quedaron ahí hasta que yo llegue, igualando la delicadeza con la que había montado a la hembra esta vez la deje lentamente sobre la tela y acaricie su pelaje - Puede que duela un poco pero necesito que te mantengas tranquila - Junto a nosotros Simon regreso a su forma humana y se estiro perezosamente para después salir de la cueva por algunos minutos. Minutos en los que me entretuve revisando las heridas de la loba y limpiándolas con un pañuelo húmedo. Solté un pequeño suspiro de alivio al ver que ninguna herida era lo suficientemente profunda como para llegar a algún órgano vital y tome un poco de la sustancia verde que reposaba en el trasto - Esto va a arder - Mire sobre mi hombro para encontrame con una chica preocupada detrás míoTe recomiendo que vayas a dormir, mañana tendremos un viaje largo y necesitaras de todas tus fuerzas. Además no necesitas ver esto, le coceré las heridas - Un gemido quejumbroso salió del hocico peludo de la herida al escuchar esas palabras mientras se movía un poco - Ten por seguro de que no la dejare morir
Neizan Nightray- Licántropo Clase Media
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Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
Las miradas pueden ser conquistadas
—Anónimo
—Anónimo
Cada vez estaba más claro; él no era como los demás, y aquello mantenía a Lenore confundida. En todos los relatos de su manada, los Nightray eran los malos; los guerreros fríos y despiadados. Los asesinos crueles y sangrientos, los que como bestias se abalanzaban sobre mujeres y niños, y así, en una reunión fue como su difunta madre terminó siendo asesinada en la mandíbula del alfa de aquella manada. Seres abominables, bestias sin ningún tipo de razonamiento. Quizás el lobo que lo acompañaba se parecía mas a aquella oscura versión de ellos como manada rival; más él, era como un lobo blanco entre negros. Extraño, muy distinto pero a la vez intrigante y seductor. Era la regla de la excepción y por más que Lenore intentase que su corazón no delatase la extraña calma que la sumía cuando él hablaba con palabras reconfortantes y tranquilas, era imposible. Su cuerpo en ocasiones parecía un ente desligado a su mente, y aunque pensase en que aquel licántropo era quien la llevaría ante su juicio final, había algo en sus ojos que le transmitía confianza. Y la loba latente en ella, era completamente vulnerable a ello.
Toda licantropa de su manada debía de estar a los pies de su futuro alfa, pensó enfermándose segundos en tanto sentían como unos inhóspitos celos se adueñaban de su cabeza y la traicionaban violentamente. En su caso, con Damon; su prometido, nunca le había importado que otras se fijaran en él, o que pudieran mirarlo con deseo. Muchas de ellas, habían terminado en la cama de él y ella muy lejos de sentirse desdichada, se había sentido feliz de perder por unas horas sus violentas atenciones. Ahora, sin embargo, viendo a Nathan acomodar a la loba con total delicadeza en el lomo de su compañero, solo podía imaginar la forma en la que debía de tratar a las mujeres de su clan. Si con la enemiga declarada podía ser tan cauto y compasivo, ¿Qué no haría por sus compañeras de clan y sus lobas? Celos, si, los celos apretaron su estómago unos segundos con fuerza. Pero, como podía pensar en sentir celos cuando solo sabía de él, que sería de su mano que llegaría a su final? Estás enloqueciendo Lenore, se dijo a sí misma. Desviando la mirada de los tres, cerró fuerte los ojos y calmando su corazón, se serenó. Lo suficiente al menos, para poder ser consciente de todo otra vez, y de su situación. Ahora no podía permitirse flaquear. Ella y su compañera estaban en peligro, fuera como fuera el hijo del alfa rival, eso no cambiaba la situación en la que se encontraban.
– En todo caso, dudo que quede mucha más sangre por derramar. —dijo a baja voz volviendo a mirarlos aguantando la voz del lobo que la miraba con cierta superioridad, mientras Nathan acomodaba a la loba. En esa mirada ella sin tener que poseer poderes, pudo adivinar sus pensamientos. Simon llevaba a la persona más preciada ahora mismo en su lomo y esta estaba herida, por lo que sería fácil de rematar. Él; ellos, tenían un as en la manga del que podían aprovecharse y por el cual, Lenore debía de ser un manso corderillo. No le ataban las manos, porque no lo necesitaban. Ella no escaparía. No podía escapar, desde su primer grito pidiendo piedad por la joven cambiante; había perdido su libertad. Ese conocimiento en los ojos ajenos la hizo resoplar e ignorando a Nathan, regresó su mirada hacia el frente. No podía pensar en cuantos habrían sido asesinados por Simon, ni de qué forma habrían sido masacrados. Con ella solo habían quedado los más jóvenes e inexpertos. Algunos habían dejado de luchadores, pero de ellos, solo bastaba decir con que era ella una de las que tenía más experiencia. En silencio esperó que Nathan montase a su lado y este tras los lobos iniciase la marcha. Al pasar el lobo por su lado le gruñó y débilmente la cambiante le devolvió ese gruñido. Casi podía oírla escuchar como lo regañaba por gruñirle así a su hermana. Aquel pensamiento la hizo sonreír unos segundos, hasta que nuevamente, se encontró con la mirada del heredero y aquella bonita mueca desapareció. Al instante, volvió a ser la fuerte y desafiante joven que mantenía en jaque mate a cualquiera que decidiera enfrentarla. Sin más palabras, espoleó su caballo y rompiendo aquella tensa conexión con los ojos ajenos, se escabulló detrás de los lobos dejando que fuera el boque el único espectador de su tristeza y de la confusión que guardaba en su interior.
El camino fue fácil, lo difícil fue no admirar en silencio la figura de quien algún día sería un gran alfa. En lo que los lobos se perdían entre los matorrales, y que no hablaba con nadie, lo único que podía era disimular y hacer que Nathan no existía, que no le era importante, o en cuanto él tomaba la delantera y se hallaba frente a ella marcando el paso de los caballos, dar paso rienda a su cabeza que no dejaba de martirizarla una y otra vez, con aquel extraño licántropo. La senda de su cabeza cuando dejaba de disimular, la llevaba por aguas aún más turbias de lo que ya era todo lo que estaba pasando y antes de sumirse en una oscura desesperación, sencillamente apartaba la mirada y su mente de todo aquello. Las pocas veces que pudo constatar como Nathan le dirigía la mirada, ella volvía en su tez el rostro de una guerrera que poco parecía haberse rendido ante el enemigo. Necesitaba alejarlo, pero en cuanto parecía alejarlo más o rehuirlo, más debía acercarse.
Finalmente, llegaron y desmontando y atando la yegua en uno de los troncos de los alrededores de la cabaña, desde la lejanía observó como Nathan se ocupaba de la cambiante. De nuevo, se mostraba cuidadoso y en cuanto Simon salió de aquella cabaña dejándolo solo con la herida y sintiendo la mirada del lobo en ella, entró en la cabaña quedándose a las espaldas de Nathan. — No pienses por un segundo que voy a dormir algo esta noche. —musitó agachándose a su lado, quedando de esa forma en uno de los lados de la cambiante. Acarició su pelaje, sin importarle que pudiera ensuciarse de sangre y sonrío con tristeza al verla gimoteando ante las agujas y los hilos. — Te ayudaré, pero después de esto la dejarás tranquila. No quiero que sufra más por hoy. Necesita descansar. —Casi, pareció una orden. Lo miró de reojo y asintiendo afirmativamente con la cabeza al verlo tomar la aguja con su hilo correspondiente acercarse a una de las heridas más complicadas, Lenore tomó la cabeza de la loba y empezó a hablarle al oído intentando reconfortarla y apaciguar su dolor, distrayendo su mente. Les esperaban minutos algo tensos, la cambiante no era gran amiga de las agujas y aún sin empezar, parecía una lucha conseguir cocerle las heridas sin terminar ambos cansados y exhaustos.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/11/2015
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
- Tu también necesitas descansar - Saque un pequeño cuchillo que tenía en el cinturón y corte el hilo con el que había cosido la herida, ya quedaba una sola sin ser atendida - El viaje que nos espera mañana es mucho más largo que el de ahora, si queremos llegar en dos días a la villa entonces todos debemos de estar lo suficientemente descansados. La loba, obviamente, será cargada por lo que sus fuerzas solo deben de mantenerla viva, pero en cambio tú, tu si tendrás que viajar por tu cuenta así que tu cuerpo debe de estar descansado. Ningún bien le harás a la loba si no duermes - Tome de nuevo la aguja, preparada ya con un nuevo hilo, y comencé a coser la herida restante. La hembra tumbada frente a mi lanzo un pequeño gruñido quejumbroso, pero se quedó quieta, tan quieta como las veces anteriores - Todo lo contrario de hecho, si no descansas como es debido lo único que lograras es retrasarnos y mientras más tardemos, menos probabilidades hay de que nuestros médicos salven a tu hermana. Son buenos en su oficio, de eso no hay duda, pero tampoco obran milagros. Así que recomiendo no tentar a la suerte y llegar lo antes posible - El silencio cayo en la pequeña cueva que servía como refugio, lo único que lograba escucharse era el murmullo del agua a unos metros de nosotros y los regulares quejidos de la criatura herida cada vez que la aguja se abría paso a través de su piel. Al terminar repetí el mismo procedimiento que las veces anteriores para después tomar el trasto que colgaba sobre la fogata, usando telas para evitar una quemadura. Dejé el trasto a mi lado y con ayuda de una pequeña chuchara comencé a untar el contenido sobre la loba, el ungüento verde era el mismo que se le había aplicado en el bosque, pero nunca estaba de más el desinfectar una herida después de ser cosida, la sustancia estaba caliente por lo que los quejidos fueron más sonoros esta vez.
Después de que vendara a la hembra Simon se unió a nosotros, vestido con un pantalón café totalmente limpio y unas vendas que abrazaban su torso húmedo y desnudo, ya no había rastro de sangre en él. Camino hasta el fondo del refugio y se sentó, recargando su espalda en la pared de piedra mientras paseaba su mirada entre la herida que descansaba y la heredera que la cuidaba - ¿Ya terminaron? La hermana Luna está ya muy arriba en el cielo nocturno, debemos descansar si queremos partir temprano mañana.
Lo noche, hasta este momento, había sido tranquila. Las dos mujeres y Simon descansaban en el interior del refugio mientras yo vigilaba el bosque, aunque no contaba con que nos siguieran nunca estaba de más el ser precavidos. El aire frio me había hecho tomar uno de los abrigos que guardaba en las alforjas de mi yegua y el sonido del rio me había relajado, haciendo que recordara la forma en la que Simon había aparecido en el claro donde Lenore Valinova y yo nos habíamos encontrado, aunque las ordenes eran mantenernos ocultos y evitar el derramamiento de sangre todo lo posible yo, mejor que nadie, conocía la sed de venganza que mi querido amigo guardaba. Y no lo culpaba. Incluso podía entenderle, todos habíamos perdido a alguien aquella noche años atrás en la que habíamos sido atacados y era por ello por lo que estábamos ahora en esta misión, mi pueblo reclamaba justicia, mi hermano la reclamaba más que nadie. La hermana luna comenzaba a bajar, cada segundo se alejaba más del centro del cielo y eso solo podía significar que el amanecer se acercaba. Entre en la cueva con la intensión de despertar a Simon para que tomara el segundo turno de vigilancia, la fogata estaba ya apagada casi en su totalidad, quedando solo brazas que iluminaban de forma pobre a su alrededor; Lenore seguía en su lado de la cueva, inmóvil y de espaldas hacia mí, se mantenía quieta, pero ignoraba el sí estaba dormida o si solo me ignoraba, por su parte la hembra herida estaba totalmente cubierta dejando a la vista solo un bulto de telas. Me acerqué a Simon y con un par de patadas suaves le desperté, tomando su lugar entre las pieles que le habían abrigado, miraba el techo dela cueva mientras escuchaba como aquel hombre cercano a mi caminaba hacia el exterior, tomando la vigilancia con sus propias manos.
La mañana había llegado con las palabras apremiantes de Simon, nos había despertado dando golpes con su cuchillo de caza en el trasto que contenía los restos del ungüento curativo mientras tapaba la salida de la cueva con su propio cuerpo - Vamos, despierten todos, la hermana Luna ha ido a dormir y el hermano Sol está despertando, es momento de que hagamos lo mismo. Es tiempo de levantar el campamento y partir - Cuando me recupere de esa pequeña desorientación que se generaba al despertar mire al lobo con cara de pocos amigos y le lance lo primero que tenía a la mano (Que había resultado ser la cuchara que había usado para curar a la hembra horas atrás), el objeto voló rápido hacia el lobo pero este, con un simple movimiento de pies, se quitó de su camino - ¿Cuántas veces te he dicho que me pone de malas el despertar con un sonido estridente? – Le reproche mientras me levantaba, mire a mi derecha para ver como Lenore se levantaba, de igual forma, con una expresión de pocos amigos en su cansado rostro, gire la cabeza ahora a la izquierda para encontrarme con el mismo bulto de telas y pieles que descansaba del otro lado, con la ligera diferencia de que parecía estar más pequeño que la última vez que lo había visto.
Mientras Simon se acercaba a dicho bulto para despertarla le di la espalda a ambos, mirando con curiosidad a Lenore mientras me ponía el calzado que había dejado a un lado de mi lugar de descanso, estaba a punto de hablarle cuando el grito ahogado de Simon y el sonido sordo de su caída hizo que me levantara de golpe - Simon ¿Qué es…? – Frente a mi estaba una delas escenas que nunca olvidaría; Mi compañero, hermano de alma y no de sangre, sentado en el suelo con lágrimas aferradas a sus ojos, miraba directamente a la hembra que descansaba, ahora descubierta, a escaso medio metro del él, en su rostro podía ver el miedo y la tristeza luchar entre sí y sus labios murmuraban una palabra que no alcanzaba a escuchar. Miré en la misma dirección que él y me encontré con la versión humana de la loba, un cuerpo desnudo y envuelto en vendajes que le quedaban ahora flojos estaba tirado frente a nosotros, sus ojos nos devolvía la mirada con desconfianza y ferocidad pero se mantenía inmóvil, alternando su mirada entre Simon y yo, aquellos ojos pasaban poco a poco a la confusión causada por vernos a ambos captores atónitos, incluso confundidos. Pero nada de eso era lo que importaba, lo realmente importante era el rostro de la ahora humana, ese hermoso rostro tan familia para nosotros, fue en este momento en el que supe exactamente, sin necesidad de escucharla, que palabra trataban de lanzar los labios de mi hermano - ¿Charlotte…?
¿Hermana?
Después de que vendara a la hembra Simon se unió a nosotros, vestido con un pantalón café totalmente limpio y unas vendas que abrazaban su torso húmedo y desnudo, ya no había rastro de sangre en él. Camino hasta el fondo del refugio y se sentó, recargando su espalda en la pared de piedra mientras paseaba su mirada entre la herida que descansaba y la heredera que la cuidaba - ¿Ya terminaron? La hermana Luna está ya muy arriba en el cielo nocturno, debemos descansar si queremos partir temprano mañana.
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Lo noche, hasta este momento, había sido tranquila. Las dos mujeres y Simon descansaban en el interior del refugio mientras yo vigilaba el bosque, aunque no contaba con que nos siguieran nunca estaba de más el ser precavidos. El aire frio me había hecho tomar uno de los abrigos que guardaba en las alforjas de mi yegua y el sonido del rio me había relajado, haciendo que recordara la forma en la que Simon había aparecido en el claro donde Lenore Valinova y yo nos habíamos encontrado, aunque las ordenes eran mantenernos ocultos y evitar el derramamiento de sangre todo lo posible yo, mejor que nadie, conocía la sed de venganza que mi querido amigo guardaba. Y no lo culpaba. Incluso podía entenderle, todos habíamos perdido a alguien aquella noche años atrás en la que habíamos sido atacados y era por ello por lo que estábamos ahora en esta misión, mi pueblo reclamaba justicia, mi hermano la reclamaba más que nadie. La hermana luna comenzaba a bajar, cada segundo se alejaba más del centro del cielo y eso solo podía significar que el amanecer se acercaba. Entre en la cueva con la intensión de despertar a Simon para que tomara el segundo turno de vigilancia, la fogata estaba ya apagada casi en su totalidad, quedando solo brazas que iluminaban de forma pobre a su alrededor; Lenore seguía en su lado de la cueva, inmóvil y de espaldas hacia mí, se mantenía quieta, pero ignoraba el sí estaba dormida o si solo me ignoraba, por su parte la hembra herida estaba totalmente cubierta dejando a la vista solo un bulto de telas. Me acerqué a Simon y con un par de patadas suaves le desperté, tomando su lugar entre las pieles que le habían abrigado, miraba el techo dela cueva mientras escuchaba como aquel hombre cercano a mi caminaba hacia el exterior, tomando la vigilancia con sus propias manos.
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La mañana había llegado con las palabras apremiantes de Simon, nos había despertado dando golpes con su cuchillo de caza en el trasto que contenía los restos del ungüento curativo mientras tapaba la salida de la cueva con su propio cuerpo - Vamos, despierten todos, la hermana Luna ha ido a dormir y el hermano Sol está despertando, es momento de que hagamos lo mismo. Es tiempo de levantar el campamento y partir - Cuando me recupere de esa pequeña desorientación que se generaba al despertar mire al lobo con cara de pocos amigos y le lance lo primero que tenía a la mano (Que había resultado ser la cuchara que había usado para curar a la hembra horas atrás), el objeto voló rápido hacia el lobo pero este, con un simple movimiento de pies, se quitó de su camino - ¿Cuántas veces te he dicho que me pone de malas el despertar con un sonido estridente? – Le reproche mientras me levantaba, mire a mi derecha para ver como Lenore se levantaba, de igual forma, con una expresión de pocos amigos en su cansado rostro, gire la cabeza ahora a la izquierda para encontrarme con el mismo bulto de telas y pieles que descansaba del otro lado, con la ligera diferencia de que parecía estar más pequeño que la última vez que lo había visto.
Mientras Simon se acercaba a dicho bulto para despertarla le di la espalda a ambos, mirando con curiosidad a Lenore mientras me ponía el calzado que había dejado a un lado de mi lugar de descanso, estaba a punto de hablarle cuando el grito ahogado de Simon y el sonido sordo de su caída hizo que me levantara de golpe - Simon ¿Qué es…? – Frente a mi estaba una delas escenas que nunca olvidaría; Mi compañero, hermano de alma y no de sangre, sentado en el suelo con lágrimas aferradas a sus ojos, miraba directamente a la hembra que descansaba, ahora descubierta, a escaso medio metro del él, en su rostro podía ver el miedo y la tristeza luchar entre sí y sus labios murmuraban una palabra que no alcanzaba a escuchar. Miré en la misma dirección que él y me encontré con la versión humana de la loba, un cuerpo desnudo y envuelto en vendajes que le quedaban ahora flojos estaba tirado frente a nosotros, sus ojos nos devolvía la mirada con desconfianza y ferocidad pero se mantenía inmóvil, alternando su mirada entre Simon y yo, aquellos ojos pasaban poco a poco a la confusión causada por vernos a ambos captores atónitos, incluso confundidos. Pero nada de eso era lo que importaba, lo realmente importante era el rostro de la ahora humana, ese hermoso rostro tan familia para nosotros, fue en este momento en el que supe exactamente, sin necesidad de escucharla, que palabra trataban de lanzar los labios de mi hermano - ¿Charlotte…?
¿Hermana?
Neizan Nightray- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/11/2015
Localización : Villa Nightray
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
Hay momentos en los que los sueños y la vida,
representan el mismo destino.
—Anónimo
representan el mismo destino.
—Anónimo
Mientras Simon se acostaba, y Nathan recogía a la loba tras vendar cada una de sus heridas, a Lenore la noche se le auguraba interminable. Hacía rato que el sol había decrecido entre las montañas y la luna ya coronaba la fría noche. En silencio, mientras sus ojos seguían los movimientos de la loba que hacia debajo las telas que la protegían y mantenían caliente, se arropó contra la pared en la que se encontraba y suspiró. ¿Quién podría haber creído en que algún día viviría esa situación? ¿En que sería prisionera de los Nightray? Nadie, estaba segura. Todos los suyos habrían apostado que de llegar los Nightray a su territorio y atacarlos, Lenore sería la primera en caer en la batalla, vencida brutalmente por el enemigo. Su sangre así habría terminado con la venganza que llevaba generaciones entre las dos manadas. La vida nocturna del bosque al poco que la noche cayó y la oscuridad con ella; empezaron a darse indicios de ella. Una rata salió de su escondite y junto un par de conejos se acercaron a la riba del rio a beber. La brisa fría transportaba ruidos de otras partes del bosque, como del aullido de un lobo gris y de un búho, que inmóvil esperaba que algún animalillo distraído cayese entre sus garras. Sonriendo cuando los primeros ronquidos de Simon fueron audibles y resonaron por la cueva, enseguida se dio cuenta de que no era la única que se había dado cuenta. Desde el exterior del refugio, unos ojos refulgieron luz observándola atentamente; siguiendo cada una de sus respiraciones. Se había olvidado completamente de él. No era la única que aún seguía despierta.
Nathan se encontraba de pie, recostado contra un grueso tronco observándola. La joven al verlo le miró de igual forma y tras un silencio que duró minutos, obligó a moverse y a girarle la mirada esperando así escapar de su imperiosa y curiosa mirada. Entrecerró los ojos mirando a una de las paredes de la cueva y mientras dibujaba distraídamente en el suelo con uno de sus dedos la marca de unión de su manada - dos triángulos entrelazados entre sí- finalmente y aun sintiendo en su nuca la intensidad de la mirada del lobo, dejó que el cansancio psicológico que había convivido todo el día con ella, desapareciera dejando tras de sí un sopor extraño. Sus parpados se cerraron y en un parpadeo, su respiración tensa poco a poco fue bajando la intensidad, hasta volverse profunda y tranquila. No se encontraba dormida completamente, no obstante, era lo más dormida que podía encontrarse en una situación similar. Aún con él la mano en la tierra donde había dibujado aquellos iconos, por su mente empezaron las divagaciones. Primero simplemente fueron imágenes borrosas que se entremezclaban, más luego estas tomaron forma de lobo. Miró a su alrededor y se encontraba en un prado desconocido. Por doquier el color que más sobresalía era el rojo de las amapolas ya en floración. Con una de sus manos acariciaba el pelaje del lobo que se encontraba tumbado a su lado. Este tenía los ojos cerrados como si estuviese en calma, tranquilo; apaciguado. Una palabra salió de sus labios y aunque Lenore en ese momento no pudo con exactitud saber que palabra salía de sus labios, el lobo enseguida la miró, como si con esa vivaz y oscura mirada pudiese contestarle. De pronto, lo que antes eran las amapolas ahora se convertía en sangre. Un río de sangre bañaba aquel precioso campo. Millares de enormes lobos luchaban entre sí. Allá donde mirase solo había sangre y muerte. Se miró las manos y estas manchadas de sangre la hicieron retroceder. Cayó al suelo asustada y siguiendo el rastro de la sangre que contenía seca entre sus manos se dio cuenta de que era la suya. Estaba llena de arañazos y mordidas, pero la herida de más gravedad era la del hombro. Lo tenía destrozado. Parecía como si hubiesen intentado quitarle toda la carne de aquella zona y esta hubiese sanando y de nuevo, se la hubiesen arrancado. Gritó asustada y todo se detuvo. Todos los lobos la miraron, pero únicamente un lobo se plantó delante de ella. Su lobo; el lobo que de alguna forma se había dejado que lo acariciase, con el que inexplicablemente se sentía a salvo. Y desconocía el motivo, sin embargo, dentro de ella sabía que de alguna forma él siempre habría llegado ante ella; la habría salvado. Sonrío y alzando una mano en dirección al lobo, esté volvió a desaparecer para mutar y que de pronto, no fuera el lobo sino un humano quien le tomaba la mano. Le miró a los ojos y antes de que pudiese siquiera reconocer a su salvador, Lenore despertó sudorosa e inquieta, cuando en el sueño a sus espaldas un oscuro lobo negro le saltó a la yugular, logrando despertarla abruptamente.
Su respiración se volvió hasta dolorosa por unos segundos y agradeció en silencio que nadie de los presentes se despertase y la viese en aquel estado. Toda ella temblaba y cerrando los ojos se obligó más de cinco veces a mantener la calma y a controlar la respiración. Una vez logró serenarse, su mirada fue directa hacia donde Nathan se encontraba durmiendo plácidamente, aunque su rostro no dejaba de parecer tenso y atento. Inquieta se removió y encontrando una nueva posición, dejó que lentamente el sopor de nuevo cayera sobre su mente y de nuevo, volviera a dormirse. Intentó rememorar las pesadillas, más estas se escondieron de ella y finalmente simplemente se durmió sin soñar en nada. Ni en lobos, ni en salvadores de ningún tipo, solo con el rostro de Nathan y su rostro que aunque no sereno, si de calma y paz.
Despertó con los gritos de Nathan y las risas de Simón y mirando al lobo que se encontraba en la puerta con cara de pocos amigos, les dio la espalda mientras empezaba a desemperezarse y a despertarse con calma. Al final, no había tenido más sueños, pero el rostro de Nathan y un extraño presentimiento fueron causas de desvelo continuas por toda la noche, lo que la mantuvieron con un ojo abierto y otro cerrado. Más bien molesta y enfadada consigo mismo por lo poco descansaba que se encontraba, ignoró todo hallazgo de cordialidad y los ignoró, hasta que el sentimiento de alguien mirando su nuca se hizo tan molesto que se giró directamente a enfrentarse a la mirada del lobo. Más cuál fue su sorpresa al ver a Nathan mirándola y no el otro, el cual se acercaba lentamente a despertar a la cambiante. Intercambió unos segundos la mirada con Nathan y por un segundo frunció el ceño. La sensación cuando Nathan la observaba era la misma que había sentido en un momento de la noche… mostrándose confundida de pronto apartó la mirada y decidió levantarse cuando un grito y un golpe atrajo enseguida su atención. Nunca imaginó ver algo parecido. Simon con los ojos llorosos señalando a Char y está, ya transformada en humana mirándolo con fiereza más también confundida y alerta, seguramente intentando rastrear aquello que pudo provocar que un licántropo cayese de culo en el suelo y llorase de puro terror y dolor.
Lenore se acercó enseguida e interponiéndose entre la mirada de Nathan y el cuerpo desnudo de la cambiante, le pasó una de las primeras camisas masculinas que encontró por el camino. ¡Parecían haberse enloquecido al verla! — ¿Qué os sucede? —Les preguntó alarmada. — ¿Qué sabes de ella? ¿La conocéis?—preguntó enseguida al oí a Nathan llamarla por su nombre completo. Solían llamarla Char, pero era conocido que ese nombre provenía de Charlotte.
—Creo que os equivocáis de persona… Yo no os conozco. —La cambiante ladeó el rostro al oír su nombre completamente confundida y volvió la mirada al lobo que la había herido y aún dolorida y sin mucha voz debido al dolor, le habló en susurros intentando calmarle. Sin saber aún que cosa podía haberlo alertado tanto y porque mantenía la mirada en ella, y no en los alrededores. —Tranquilizaros… no hay nadie que pueda hacernos daño, he rastreado el aire y no siento ninguna amenaza ¿Estáis bien?— Le preguntó finalmente en susurros mientras luchaba contra su propio dolor por la paliza que le había dado y su instinto que le decía que aquel hombre debía de darle igual, ya que era su enemigo.
Lenore sin perder más tiempo, se volvió hacia ella examinándola con la mirada de una pasada. Aún estaba herida, pero ya no de gravedad. Por suerte su condición de cambiante la había ayudado y estaba sanando rápido. Cuando llegasen al campamento con suerte poco le faltaría para terminar de mejorar. Se arrodilló ante ella, y mientras la cambiante no dejaba de mirar al licántropo que la había herido, la joven se ocupó de ponerle la camisa encima, que si no la tapaba entera, si por lo menos la tela le llegaba hacia los muslos. Tras examinarla minuciosamente y recaer en que la cambiante no dejaba de mirar a los licántropos que cuchicheaban entre ellos, tosió e intentó captar la atención de los que parecían haberse finalmente calmado. Aunque Simon seguía mirando a la cambiante de una forma triste y cercana, a lo que ella correspondía con curiosidad. —Están mejor sus heridas de lo que habíamos previsto, quizás si pueda ir como humana a caballo, antes que volver a transformarse en loba— masculló sin saber que hacer a continuación. Eran ellas las prisioneras y ahora mismo, eran ellas las que parecían estar más cuerdas.—¿Nathan, estaís bien?—Preguntó finalmente dejando entrever un hilo de preocupación por el estado actual de ambos lobos.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/11/2015
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
El dolor de perder a una hermana era algo indescriptible y mas si tomábamos en cuenta la violentas condiciones en las que habia sucedido. La rabia y el desconsuelo que habían invadido mi alma por meses después de lo ocurrido era algo que nunca habia experimentado, no habia momento en el que mis pensamientos alcanzaran la calma, vivía en un constante pensar que me asfixiaba con ideas de venganza. Tarde mucho, mucho tiempo en encontrar paz de nuevo. Y aun así aquí estaba, incapaz siquiera de moverme al ver como aquella herida se abría de nuevo a causa de una visión inesperada, sentía un calor recorrer mi cuerpo entero y la necesidad de arrodillarme y abrazar a aquella mujer ardía con fuerza. La voz de Lenore resonaba distante, fue la voz de la mujer herida la que me regreso a los cinco sentidos.
No, no puede ser Charlotte.
La vos era diferente, un tono que no habia escuchado antes, poco a poco pequeños rasgos se hacían presentes en el rostro ajeno delatando el hecho de que ella y mi hermana eran personas muy parecidas pero distintas. Mire a Simon quien se levantaba de nuevo y lo aparte un poco de las dos mujeres que nos miraban confundidas, mi hermano no podía dejar de ver a aquella aparición del pasado y aunque ya se habia recuperado de la emoción inicial se veía incapaz de apartar la mirada - No es peligro lo que nos preocupa - Fue la respuesta del lobo ante las palabras de la herida.
Una vez sereno mire de nuevo a las féminas - Estamos bien, si es cierto lo que dices entonces tu amiga podrá ir a caballo con Simon, tu iras conmigo. Preparen todo, nos vamos en diez minutos - Salí de la pequeña cueva dejando que los demás se encargaran de las cosas por el momento, camine a la rivera del río y me arrodille en ella, viendo el reflejo de mi rostro en aquellas aguas.
Podía recordar aquella noche, el como me habia despertado a causa de los gritos y el chocar del metal que provenía de la pequeña villa a los pies de donde vivía, las botas resonaban por aquí y por haya, la sinfonía del dolor y la muerte había inundado mis oídos en cuanto abrí la puerta de mi habitación y entre en un remolino de confusión y sangre. Había logrado defenderme hasta llegar a la sala principal de la casa, el lugar donde mi padre recibía a las visitas y atendía las necesidades de nuestra familia, habían guerreros por todos lados, unos luchando por su vida, otros por arrebatarla. Nuestros enemigos eran feroces, atacaban sin miedo y no retrocedían ante las heridas.
Luche, luche durante horas, mi cuerpo dolía, exigía un poco de descanso pero yo no se lo permitía, era mi deber defender mi hogar. Mientras me abría paso entre cadáveres y ataques llegue al despacho privado del lobo Alfa, buscaba a mi padre, buscaba a mi hermana y a Simon, buscaba a mi familia.
Y la encontré.
La escena era fresca siempre que regresaba a ella, podía ver a Simon arrodillado en un charco de sangre, acunaba el cuerpo inerte y sin vida de mi hermana, mi padre les protegía con una rabia implacable, no solo los incapacitaba, no esta vez, aquel hombre de temperamento calmado y gran piedad masacraba a sus enemigos con brutalidad, quería hacerlos sufrir antes de que murieran. Corrí hacia mis hermanos y me arrodille junto a ellos, el joven y hermoso rostro de Charlotte la hacían ver como si estuviera dormida, quería creer que solo estaba dormida o inconsciente pero aquella palidez me lo impedía, su piel era prácticamente blanca por la falta de sangre, una especie de rosa carmesí manchaba la seda de su camisón de dormir, junto a sus muslos descansaba una espada bastarda, la hoja estaba manchada de sangre hasta la empuñadura. No era un arma que conociera, era un arma maldita.
Salí de mis recuerdos al escuchar de nuevo el ajetreo detrás mio, la herida descansaba cerca de un árbol mientras Simon guardaba las cosas en las alforjas de los caballos. Solté un suspiro pesado y metí las manos en el agua fría del río con el fin de empapar mi rostro. No era momento de dejarme invadir por fantasmas del pasado, debía de mantener la calma hasta llegar a la villa, una vez estuviera ahí podría ocuparme de mis pensamientos, antes no. Me alcé de nuevo al escuchar unos pasos detrás mio, aunque no podía ver de quien se trataba tenia una ligera sospecha -Espero este todo listo, es momento de partir. El camino no es difícil pero es largo, si tienes algo que decir antes de que partamos te escucho.
No, no puede ser Charlotte.
La vos era diferente, un tono que no habia escuchado antes, poco a poco pequeños rasgos se hacían presentes en el rostro ajeno delatando el hecho de que ella y mi hermana eran personas muy parecidas pero distintas. Mire a Simon quien se levantaba de nuevo y lo aparte un poco de las dos mujeres que nos miraban confundidas, mi hermano no podía dejar de ver a aquella aparición del pasado y aunque ya se habia recuperado de la emoción inicial se veía incapaz de apartar la mirada - No es peligro lo que nos preocupa - Fue la respuesta del lobo ante las palabras de la herida.
Una vez sereno mire de nuevo a las féminas - Estamos bien, si es cierto lo que dices entonces tu amiga podrá ir a caballo con Simon, tu iras conmigo. Preparen todo, nos vamos en diez minutos - Salí de la pequeña cueva dejando que los demás se encargaran de las cosas por el momento, camine a la rivera del río y me arrodille en ella, viendo el reflejo de mi rostro en aquellas aguas.
Podía recordar aquella noche, el como me habia despertado a causa de los gritos y el chocar del metal que provenía de la pequeña villa a los pies de donde vivía, las botas resonaban por aquí y por haya, la sinfonía del dolor y la muerte había inundado mis oídos en cuanto abrí la puerta de mi habitación y entre en un remolino de confusión y sangre. Había logrado defenderme hasta llegar a la sala principal de la casa, el lugar donde mi padre recibía a las visitas y atendía las necesidades de nuestra familia, habían guerreros por todos lados, unos luchando por su vida, otros por arrebatarla. Nuestros enemigos eran feroces, atacaban sin miedo y no retrocedían ante las heridas.
Luche, luche durante horas, mi cuerpo dolía, exigía un poco de descanso pero yo no se lo permitía, era mi deber defender mi hogar. Mientras me abría paso entre cadáveres y ataques llegue al despacho privado del lobo Alfa, buscaba a mi padre, buscaba a mi hermana y a Simon, buscaba a mi familia.
Y la encontré.
La escena era fresca siempre que regresaba a ella, podía ver a Simon arrodillado en un charco de sangre, acunaba el cuerpo inerte y sin vida de mi hermana, mi padre les protegía con una rabia implacable, no solo los incapacitaba, no esta vez, aquel hombre de temperamento calmado y gran piedad masacraba a sus enemigos con brutalidad, quería hacerlos sufrir antes de que murieran. Corrí hacia mis hermanos y me arrodille junto a ellos, el joven y hermoso rostro de Charlotte la hacían ver como si estuviera dormida, quería creer que solo estaba dormida o inconsciente pero aquella palidez me lo impedía, su piel era prácticamente blanca por la falta de sangre, una especie de rosa carmesí manchaba la seda de su camisón de dormir, junto a sus muslos descansaba una espada bastarda, la hoja estaba manchada de sangre hasta la empuñadura. No era un arma que conociera, era un arma maldita.
Salí de mis recuerdos al escuchar de nuevo el ajetreo detrás mio, la herida descansaba cerca de un árbol mientras Simon guardaba las cosas en las alforjas de los caballos. Solté un suspiro pesado y metí las manos en el agua fría del río con el fin de empapar mi rostro. No era momento de dejarme invadir por fantasmas del pasado, debía de mantener la calma hasta llegar a la villa, una vez estuviera ahí podría ocuparme de mis pensamientos, antes no. Me alcé de nuevo al escuchar unos pasos detrás mio, aunque no podía ver de quien se trataba tenia una ligera sospecha -Espero este todo listo, es momento de partir. El camino no es difícil pero es largo, si tienes algo que decir antes de que partamos te escucho.
Neizan Nightray- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/11/2015
Localización : Villa Nightray
Re: Herederos cruzados [Nathan Nightray]
No es bueno escuchar siempre la misma versión del cuento.
A veces, hay que escuchar al lobo también.
—Anónimo
A veces, hay que escuchar al lobo también.
—Anónimo
Estaban estupefactas, desconcertadas. Por más que entre ellas se mirasen buscando alguna respuesta a la escena que se había llevado a cabo con las lágrimas del más rudo de los dos licántropos, ninguna parecía tener respuesta alguna sobre lo acontecido. La cambiante no dejaba de ver fijamente al lobo, ya que este la miraba de igual modo. Lentamente parecieron calmarse, y la tristeza y pena que se había instalado en los rostros masculinos, lentamente se desdibujaron, encontrándose sorprendidos. Aunque Simón parecía reacio a apartar tan rápido de su mente la tristeza. Extrañada todavía por los comportamientos ajenos, y olvidándose de todo excepto de la cambiante y de su desnudez, que por ahora representaba un problema, Lenore empezó a reunir las telas con que se había tapado y a enrollarlas hasta formar una especie de vestido para la joven herida. Char se lo agradeció y tras un gruñido al lobo que le habló fríamente, como si la tomase de estúpida, dándoles la espalda a los lobos, empezó a ponerse aquel vestido improvisado. Por lo menos, si aquel arrogante y lobo gruñón conseguía ver algo de su piel, solo la vería de espalda y con ese se contentaría. Pues no deseaba que viera ni un ápice más de ella, de lo que le había visto cuando en la pelea estuvo a punto de matarla. Y además, ¿Por qué no podía hablarle bien? Ella hasta se había visto preocupada en demasía por sus reacciones y él, llanamente, le había contestado con una fría evasiva.
Dejando a Charlotte acabando de vestirse con cuidado de no abrirse las heridas que aún no habían cicatrizado completamente, recogió lo poco que tenía de ella y sentándose lejos de todos, pensativa empezó a darle vueltas a la cabeza. Realmente, se encontraba a ciegas con los Nightray. La imagen que tenía de ellos como guerreros con sed de sangre y despiadados, ahora mismo se parecía más su padre con sus secuaces, que aquel futuro líder que algún día debía de liderar una manada supuestamente enloquecida de sangre. Suspiró sin encontrarle lógica y recordando lo que Nathan le había dado de información en el claro del bosque, cuando se habían encontrado, temió que de enterarse realmente que los suyos le ocultaban cosas, algo en ella pudiera romperse. Su confianza como futura líder, debía de ser completa con su manada y los suyos. Debía de confiar en cada uno de ellos, como ellos de que ella siempre haría lo mejor para todos. Y ahora, de lleno se encontraba con que de ser ciertas algunas de las palabras masculinas, todo su mundo iba a derrumbarse contra sus hombros, y ella con él.
Con las manos en la cabeza, respiró hondo e intentó poner en orden sus ideas. De lejos oía como Simon y la cambiante, parecían intercambiar nuevamente algunas palabras, aunque estas parecían ser más bien frías y cortantes. Viéndolos de reojo sonrío y allí, viéndolos, fue consciente de que Nathan no se encontraba en la cueva. Levantándose y expulsándose la tierra de sus piernas, fue a buscarlo. Al principio no hubo manera de verlo, hasta que siguiendo su instinto, lo terminó localizando frente la orilla del rio. En silencio se acercó dudando. Por una parte deseaba agradecerle que no fuera un lobo sediento de sangre, sin embargo, por otro lado sentía deseos de saber que le había escondido su padre. Y estaba segura que si su padre había hecho algo contra ellos, y su familia, había sido el culpable de que al ver a la cambiante ambos licántropos se hubieran roto por dentro.
Cavilando aún sin saber cómo empezar a hablarle, su voz le interrumpió y oyendo en sus labios, el tono cortante y filoso que le hizo acordarse de que por más que ella intentase y quisiera saber de él, seguían siendo enemigos. Ella seguiría siendo la enemiga de su manada, y por ende; de él. Como también así ocurría al contrario, aunque ella pareciera olvidarlo en ocasiones cuando se encontraba junto a él. —Yo solo quería agradecert… —En cuanto él la volteó a ver, fue tan fría su mirada, tan directa, que sus palabras quedaron trabadas en su garganta y fue incapaz de seguir. Lo miró e incapaz de seguir con lo que deseaba decirle, dio unos pasos atrás y desvió su mirada de la de él. Desconociendo el motivo, no podía soportar que Nathan la mirase de aquella forma, como si solo fuese una loba que ahogar entre sus fauces. Y aunque, algo en ella le decía que Nathan realmente no deseaba tener esa cruda sombra en la mirada, su lobo había actuado por él. Fuera lo que fuera que hubiese pasado, ahora la última que deseaba ver era a la hija del culpable de su desdicha. — Lo siento... yo no q-queria… No importa, ha sido un error venir aquí, —al final pensó en huir y antes de que él pudiera decirle nada más o intentar detenerla, se volvió con los demás sin darle ninguna opción a llamarla o a hacerla volver ante él. Eran enemigos ¿Por qué no le entraba en su cabeza que aunque pareciera protegerla, seguía siendo su prisionera?
Llamándose estúpida e ilusa, regresó con los demás, llegando justo cuando en el claro Simon al ver la fina tela con que la cambiante escondía su cuerpo, se sacó su camisa y se la ofreció, la cual tras un susurro apenas audible para él, le dio las gracias y poniéndosela encima, tapándose su figura, aceptó la mano del lobo y se levantó del suelo con cierto esfuerzo. Rápidamente la cambiante la miró y Simon tras verla también, dejó a la cambiante y regresó a sus quehaceres. Las ultimas forjas pronto estuvieron guardadas y justo cuando Simon montó en su caballo y ayudó a subir con cuidado a la cambiante frente a él, de soslayo vio aparecer la figura de Nathan, encaminándose en silencio hacia ella. Desvió la mirada cuando este la miró, y subiéndose ella primera a la montura de este, él subió poco después acomodándose a su espalda y obligándola a apoyar su cuerpo contra el de él, en lo que él tomaba las riendas y se ponían en marcha.
Lenore no replicó nada cuando este su afianzó más a su espalda y otorgándose cierta calma, sabiendo que aún le esperaba un largo trayecto hasta saber el destino que aquellos lobos aclamaban para ella, se recostó enteramente contra él, permitiéndole ajustarse más a ella y tener más control a las riendas. Escondida entre su pecho y sus brazos, sintiendo el calor del cuerpo del lobo adormeciéndola, tras unas horas de camino se quedó dormida. Y así, día tras día fueron pasando las horas. A veces despierta, otros dormida, mientras anhelaba jamás llegar a aquel destino que la esperaba con los brazos abiertos, y a la que aquel atractivo lobo la llevaba sin vacilar.
Que esta historia fuera, lo que Nathan quisiera que fuera.
Lenore a estas alturas, ya había perdido su capa.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 11/11/2015
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