Imhotep, hijo de Thoth y el velador de secretos

Datos

Nombre: Imhotep.
Edad: Real: Más de 4000 años | Aparente: 28 años.
Especie: Vampiro.
Tipo de clase social o cargo: Clase Media.
Orientación sexual: Demisexual.
Lugar de Origen: Egipto.

Habilidades

► HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS:

→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas (en algunos casos), piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.

► PODERES INNATOS:

→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.

► PODERES DESARROLLADOS:

→ Manipulación de la memoria: Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales", pero solo temporalmente. Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.
→ Bloqueo mental: Es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa.
→ Ilusión: Capacidad para alterar la relativamente la realidad por medio de alguna ilusión, algo no real para confundir a las personas.

Personalidad

Quizás los siglos han hecho de Imhotep un hombre frío y rígido, con un carácter fuerte y también alguien de pocas palabras. Lo cierto es que antes de su conversión, era una persona un poco más fácil de trato, con quien se podía dialogar fácilmente. Sin embargo, eso fue cambiando a medida que las responsabilidades crecieron. Imhotep era un hombre muy devoto, siempre fiel a sus creencias y a su gente. Un defensor de la justicia y todo un sabio. A pesar de su seriedad, siempre estaba dispuesto a ayudar a quienes lo necesitaban, sin esperar nada a cambio. Lo único que pedía por parte de sus allegados era lealtad a su pueblo y a los dioses, pues si algo no toleraba, eran las traiciones.

Es sumamente observador y analítico.  Mide muy bien sus palabras antes de hablar y es alguien cauteloso al tratar con las demás personas, lo que le da un aspecto huraño. Pero sí, Imhotep es bastante reservado y algo tosco cuando se meten en sus asuntos. No suele disfrutar de las compañías, en realidad, siempre ha preferido estar solo.

Imhotep también se caracteriza por ser un hombre muy franco; no tolera las mentiras, por lo que él tampoco hace uso de ellas para excusarse. Sería algo indignante para su persona, lo que lo hace alguien con mucho orgullo, pero que a pesar de toda esa frialdad y misterio que lo rodean, es un sujeto bastante noble. Quizás, por tener los rasgos del arcángel Miguel, se haya endurecido con los años. Sin embargo, guarda una pequeña porción de nobleza en su interior y sólo la deja salir con aquellos que se ganan su confianza, admiración y aprecio. Sólo esos serán protegidos por Imhotep.

A pesar de su misión de vida en este mundo, Imhotep no guarda rencores hacia otros sobrenaturales ni hacia los humanos. Tampoco es un seguidor de la Iglesia y de ninguna religión dominante, pues considera que éstas se han contaminado por el mismo egoísmo de aquellos hombres que han perecido bajo la persuasión de los astutos demonios que rondan en la tierra desde el principio de los tiempos.

Imhotep o Miguel, ambos tienen muchos misterios que se irán conociendo más adelante.

Historia

Y cayeron como estrellas fugaces los siete espíritus de Dios sobre la Tierra, para limpiarla de las depravaciones que el hombre ha cometido y así sellar a los nueve que se refugían en cuerpos mortales y que escaparon de los círculos del infierno. Su símbolo, una serpiente cuya cola siempre muerde.

Los siete espíritus renacerán entre las criaturas de la Tierra y tocarán las siete trompetas que anunciarán el fin de los tiempos.



Imhotep fue el nombre que se le dio al nacer; considerado un dios de la sabiduría y de la medicina en sus tiempos. Desde pequeño, se le inculcó el culto al dios Thoth, de quien se convertiría sacerdote más adelante, también desarrolló un talento para la medicina y la arquitectura, y se encargaría de las principales edificaciones funerarias para los faraones a quienes servía. Imhotep, desde muy joven se convirtió en una figura influyente para los egipcios del mundo antiguo, siendo, incluso, patrón de los escribas de su época.

Su vida como mortal estuvo llena de altos y bajos, siempre se consideró una persona común, con determinados talentos, pero quien, en el fondo, guardaba un secreto que hombre alguno conocería. Imhotep no sólo sería un excelente sacerdote, sino un hechicero habilidoso, alguien que se encargaba de guardar todos los secretos de los dioses y una gran cantidad de textos, que se considerarían apócrifos más adelante. También tendría el conocimiento de los nuevos tiempos, pues en él, reposaba uno de los siete sellos que se les dieron a los siete arcángeles que guardan el trono de los Cielos. Quizás para ese entonces, aquella revelación no fue de gran importancia para un Imhotep joven, dedicado a los dogmas de una cultura diferente de aquella que hablaba de arcángeles y de un único Creador. Sin embargo, en su sabiduría, Imhotep fue descubriendo que quizás no estaban tan errados como él creía.

En su espalda, se encontraba una marca de nacimiento, una, que a medida que su edad avanzaba, iba volviéndose más acentuada. Ésta venía acompañada de sueños de su vida pasada. Intentó muchas veces ignorar todo aquello que se le presentaba en el mundo onírico y continuó con sus diferentes labores, a pesar de ser alguien tan joven y también, el sacerdote favorito del rey Zoser.

En sus veintisiete años de mortalidad, Imhotep dejó un gran legado para su gente, pero también descubriría el origen de su presencia en este mundo. Fue cuando al reconocer el significado de sus sueños, decidió partir, para encontrarse frente a frente con su destino. Vagó durante días por el desierto y al llegar a tierra extranjera, conocería a su maestro, de quien aprendió de los secretos del universo. A este hombre sólo lo veía durante las noches, cosa que despertaba curiosidad en Imhotep, quien más adelante sabría que aquel a quien acompañaba, no era un hombre común, sino uno que a cambio de la inmortalidad, sacrificó sus días de luz.

Ciertamente, para alguien tan joven como Imhotep, lleno de aspiraciones y con una misión por delante, decidió tomar de aquel hombre la inmortalidad. Debía sacrificar al sol en cambio de obtener días infinitos hasta que llegase el juicio que lo consumiría todo.

Imhotep, convertido en vampiro y bajo la protección de su sire, regresó de nuevo a su tierra, en donde fue considerado un dios por haber obtenido lo que ningún hombre había logrado antes. Bajo aquel disfraz, logró ocultar los grandes descubrimientos del antiguo Egipto, convirtiéndose velador de sus tumbas para que ningún ingrato osara en profanarlas y esparcir las plagas destinadas al final de los días.

Aprovechó su conocimiento y longevidad para descubrir parte del mundo que lo rodeaba, pero más allá de ser alguien que se involucrara en las hazañas de los hombres, era un observador. Los siglos jamás le aburrieron, sino que le proporcionaron sabiduría necesaria para convertirse en la viva imagen del arcángel Miguel.

Fue en uno de sus paseos nocturnos, ya siendo un vampiro de edad avanzada, con los milenios reflejándose en sus ojos, que acogería bajo su protección a una niña a quien apodó como "Sagira". Imhotep jamás había sido un hombre de poseer compañía, tampoco solía interesarse por otros, él vivía ensimismado en su propia búsqueda del conocimiento. Pero Sagira fue una pieza importante para su existencia. Cuidaría de ella y le enseñaría las artes mágicas que él en algún momento aprendió cuando era mortal. Imhotep no siempre estuvo aislado del exterior, siempre tuvo compañeros que tenían los mismos objetivos que él y fue pues, que siendo informado de que algunos miembros de la logia de sus eternos enemigos se hallaban en una ciudad en occidente, decidió dejar las tierras áridas para dedicarse a seguir más de cerca a estos personajes. Consigo cargó el Libro de Los Muertos y otros papiros que se hallaban en la tumba de Zoser.

Ya en París, Imhotep estaba decidido a tomar su posición como arcángel y se encargaría de hallar a sus demás hermanos. Aquellos que porten en su piel, el sello de los otros seis espíritus del trono del Creador y cuyos cuerpos mortales son los recipientes destinados a liberarlos durante el Armagedon. O al menos eso dicen los libros antiguos.

Datos Extras

o Acogió bajo su protección a una niña a la que llamó "Sagira" (pequeña), cuando los padres de ésta fueron asesinados por inquisidores, sólo por ser hechiceros. Aún ve a Sagira como una niña, a pesar de que ya es una señorita.

o A veces sus vidas pasadas suelen confundirlo y puede resultar alguien imposible de tratar, pues prefiere aislarse cuando éstos eventos suceden.

o Aún conserva sus prácticas y oraciones hacie el dios egipcio Thoth, a quien le servía cuando era un sacerdote en el Egipto antiguo.

o Lleva consigo los libros de los muertos y demás papiros antiguos. Esto era una manera de evitar que cayeran en malas manos.

o Tiene conocimiento tanto de la logia de Los Ángeles Custodios como de la hermandad de Agartha, pero ha preferido mantenerse alejado, sólo se mantiene como un fiel observador.

o Sabe que otros recipientes de los demás arcángeles se hallan cerca, pero prefiere que su conciencia despierte por si sola. No pretende obligarlos a renacer si no están preparados.