Noche en las calles de París[Thoth]

Y el día se cierra, dando paso a una noche estrellada y de luna brillante, tan brillante como para teñir las calles de París de un gris plateado fantasmagórico. Muy pocos quedan ya en la calle, al menos pocos decentes, en cuanto cae la noche la mayoría de las personas vuelven a casa, mientras otros se alejan de ese infierno donde no encuentran felicidad ninguna. La vida nocturna es un bálsamo para aquellos de grandes vicios, vicios que no pueden satisfacerse en el calor de un hogar, por muy reputado que sea.

Las noches son para el disfrute personal, donde los deseos ocultos y las malas costumbres salen a la luz, pero se quedan en ese lugar, en ese limbo que otorga París al oscurecer. Los carruajes junto a sus cocheros se sitúan en calles donde saben que se van a necesitar sus servicios, amontonados, paseando de aquí para allá, dejando en sus casas a la gente más perjudicada por el alcohol y las drogas o bien llevándolas de un lado a otro en sus noches de desquite y jolgorio.

En medio de la calle, interrumpiendo la confidencialidad del lugar, un caballo se desboca provocando un pequeño caos, el animal cocea y relincha a punto de arrollar a más de un transeúnte sin que el cochero pueda hacer nada para que el animal se detenga y se calme. Los cascos del equino resuenan con contundencia contra el suelo, tanto que parece que está a punto de resquebrajarlo como un verano de sequía, cuando de la nada interrumpe el paso del caballo una joven niña, ataviada con un sencillo vestido verde pálido, cuyo color seguramente ha visto días mejores. Varias personas señalan y contienen el aliento, pensando que el animal pasará por encima a la tierna muchacha.

La chica coge con firmeza al caballo del bocado y este relincha e incluso levanta las patas de delante manteniéndose únicamente con las traseras, resuella, se mueve, se queja, cabecea, pero al final se detiene, jadeando, conlas orejas dirigidas hacia la pequeña chica que le está acariciando el cuello con tanto mimo somo si fuera su propio amante.

- Sssh..Tranquilo..-Susurra, con un tono de voz tan cariñoso, tan lleno de ternura.- Ya está..Ssshh.

Acaricia con tranquilidad la cabeza del animal, coloca su pequeña mano sobre el musculado cuello del équido acariciando su pelaje castaño lentamente, pasando por su espalda e inclinándose lentamente pasand por una de sus fuertes patas delanteras. El mismo animal es quien levanta la pata, sin ninguna orden, para que la chica pueda cogerle el casco y ver que el desdichado bicho tiene una piedra clavada en la suela del casco. Suspirando, se la quita de un tirón y la lanza con gesto dismisivo hacia un lateral de la calle.

La chica se coloca a la altura del caballo y este en seguida coloca el hocico cerca de ella, Colettele corresponde acariciando su cabeza y su morro con las dos mans. El animal parece a punto de dormirse. Ella en embargo tiene un gesto sereno, pero se adivina unas pequeñas arrugas entre las dejas.

- Si no está en condiciones de saber cuándo su caballo tiene una piedra en el casco, entonces váyase a casa antes de que mate a alguien.-La chica le echa una reprimenda al hombre, ebrio, que escupe a un lado.

- ¡No me digas lo que tengo que hacer niña!

Colette se aparta del caballo y del carruaje, para que ambos sigan su camino, mirando al cochero aun con mala cara.- Animal..