Sin cadenas [Reinout]

por **Albert Legard** Lun Ene 04, 2016 10:43 pm

No quería confirmarlo, pero había visitado la Taberna de la Mala Muerte en varias oportunidades...

Esa tarde/ noche volvía una vez mas allí. No estaba fumando ni mucho menos. Quizá no era el mejor de los lugares para reunirse, pero sabía que a menos que Ren hubiese cambiado mucho, allí ambos podían sentarse a charlar sin ser tomados de sorpresa, allí no había oídos mas que los de ellos y todo lo demás eran solo historias inventadas.

Dos tipos como ellos en esta etapa de sus vidas sonaban raro, aunque en su momento cuando eran mas jóvenes y unos disparos al aire ese lugar les venía como anillo al dedo. No era que quisiera ocultarse mas de lo que lo había hecho en estas últimas semanas, pero había cosas que Cosette comprendería, con el tiempo, y otras que no sabía como podía tomarlas. Entre ellas el pasado bohemio de Albert.

Se consideraba un conocedor de su esposa y creía que su relación era fuerte. Pero incluso ahora sentía que después de su gran pérdida recién ahora estaban reconciliándose como Dios manda. Además tenía ganas de saber mas de Ren sin tener en cuenta los modales como había hecho la vez pasada en el local solo manteniendo las apariencias a medias por la caída de la clientela.

La Taberna de Mala Muerte era el lugar donde por un precio justo podrías llevarte contigo una buena cantidad de venenos aplicables a cualquier tipo de arma que quisiera desarrollar y eso aplicaba también a las amadas ballestas del brujo. Jake, el jefe, lo había llevado allí una vez, pidiendo sobre todo discreción y desde allí había hecho un contacto comercial con quien atendía y manejaba el negocio, un oriental de apellido Kimura, muy reservado a la vez de eficaz.

Estaba esperando en una mesa de madera mojada por la presencia de una botella en medio de la misma. Una cerveza que estaba derritiéndose y un plato con maní para pelar. Las puertas se abrieron y no bastó mas que una mirada para reconocer la figura del cambiante. Con o sin lujos, era reconocible como la palma de su mano. Albert solo levantó una mano para señalar su ubicación y vio como las puertas terminaban de cercar el haz de luz que había en su lugar dejando sus ojos en una ya familiar penumbra que disfrutaba.

por **Reinout van Bergeijk** Dom Ene 17, 2016 12:55 am

“Friendship... is born at the moment when one man says to another 'What! You too? I thought that no one but myself…'”
― C.S. Lewis, The Four Loves

Había estado esperando ese momento desde que se había reencontrado con su amigo. No es que la charla en su negocio hubiera resultado infructuosa, pero esto… esto era lo que ellos eran. Este era el ambiente que mejor les venía a ambos. Porque aunque Reinout había regresado a la casa familiar y era ahora digno hijo de su padre, no dejaba de ser lo que era. Un bribón que se sentía más cómodo en un sitio como el que marcaba su cita de la tarde, antes de que oscureciera.

Desde la última vez que lo había visto hasta el presente día, le habían sucedido mil cosas que quería comentar con su amigo. Comprobaba que París era un viaje alocado por sí solo. Donde en cada esquina te espera una nueva aventura, si sabes identificarlas, y si te atreves a tomarlas. Y se sentía tan bien poder decir que tenía un amigo en la ciudad que lo animaba como pocas cosas lo conseguían.

Le pareció también que Albert se había quedado con historias en el tintero y tal vez ésta sería una buena ocasión para terminar de hablarlas. A pesar de su actitud alocada e hiperactiva, Reinout era buen escucha, quizá no el más sabio para dar consejos, pero si lo único que necesitabas era sacar de tu pecho la carga, el pelirrojo era tu hombre.

De fachada destartalada, la taberna le pareció encantadora a su modo. Y tan sólo poner un pie dentro lo comprobó. Hombres que lucían rudos, tan corpulentos como árboles o tan delgados como mondadientes. El aroma era amargo y viejo, apolillado, fermentado. Reinout se peinó el bigote con la mano, complacido y fue cuando vio a su amigo llamándolo.

A pesar de que iba vestido con cierta elegancia, Reinout no desentonaba del todo con el tugurio. Su actitud era la misma que la de «el zorro demasiado astuto»; el bucanero que había sido, que seguía siendo en el fondo. Al alcanzar la mesa donde estaba Albert, estiró una mano, tomó una silla y la giró, de modo que tomó asiento con el respaldo al frente.

—Vaya lugarcito —fue su veredicto—. Me alegra saber que sigues siendo el mismo —su voz reflejó una risa que no alcanzó a formarse—. ¿Qué tomas? —Señaló con el mentón la botella que estaba sobre la mesa. ¿Saludar a Albert? Nah, ellos no necesitaban esas formalidades.

por **Albert Legard** Miér Feb 10, 2016 10:15 pm

Se sonrió, no había cambiado para nada y eso era un alivio que por dentro lo invadió. No era que no pensara en que la nueva vida no iba a poder con él. Sabía que de una forma u otra cambiaria algo y como todo amigo esperaba que eso no los separara por completo. El mar en cambio era algo contra lo que no podía competir, no era lo suficientemente abarcativo como este como para presentarle batalla. Pero las clases sociales no eran un obstáculo para el brujo que no ocultaba su complacencia por el cumplido que tomó de boca del “Zorro”.

- Sabes que cualquier cosa que tenga alcohol me viene bien en estas horas. Llevo aquí media hora y aun no le saco el gusto al alcohol a este agua… - comentó sobre la botella que estaba en la mesa, sin embargo sin esperar demasiado tomó el vaso y le sirvió a su compañero.

- Al menos sirve para refrescarse del camino – afirmó con desdén sin darle demasiada importancia al asunto, ya pediría después lo mejor que tuviera esa taberna, al menos allí tenían paz, nadie podía molestarlos, nadie iba a juzgar nada mas que las actitudes que pudieran tener y lo dejó mas tranquilo, mas aun sabiendo que ya tenía varias cosas bajo la manga por el momento, varios secretos ocultos en el arcón de su mente. Todo era para preservar su intimidad, su familia –si es que lo eran con Cosette, además de ser una pareja ya establecida – como había dicho varias veces podía morir o matar por ella y por eso siempre evitaba exponerla a su otra vida.

- Me alegro que te guste el lugar Ren. Te contaré una intimidad… - dijo acercándose un poco mas al centro de la mesa – Cuando entré aquí la primera vez recordé una de esas tabernas del sur de Asia. Mi mente olvida algunas ciudades, comprenderás… pero no olvida los bodegones – rió Albert al terminar el comentario, sabiendo por la mirada centellante de su amigo que también tenía presente ese tipo de circunstancias, el alcohol a veces dejaba espacios vacios difíciles de completar.

¿Qué había sido de él, qué inclemencias le habían pasado en estas semanas en tierra firme? quería saberlo todo, lo tenía curioso su historia y que mejor momento que este para saber qué sucedería en el horizonte del pirata ¿Qué clase de tesoro lo esperaba en este continente?

por **Reinout van Bergeijk** Mar Mar 15, 2016 10:09 pm

“Well, I got a bad liver and broken heart, yeah,
I drunk me a river since you tore me apart.”
— Tom Waits, Bad Liver And A Broken Heart (In Lowell)

Miró por un instante a su viejo amigo con una ceja arqueada, mientras éste le daba su veredicto respecto a lo que bebía, sin embargo, cuando le sirvió un vaso no hizo intento alguno de detenerlo. Decir que Reinout era alcohólico era exagerar, sin duda alguna, pero el pelirrojo era incapaz de despreciar una copa, sobre todo si se trataba de Albert. Tenía la creencia de que toda charla fluía mejor al calor del alcohol.

Tomó el vaso y fue a darle un trago cuando Albert mismo se acercó a él para hacerle una confesión. De ese modo, se detuvo y se inclinó para acercarse sin saber el grado de seriedad de lo que fuera a decirle. Con ambos juntos, nunca se sabía. Pero pronto comprendió y soltó tremenda risa que hizo que más de uno volteara a verlo. Bebió un largo trago de lo que diantres Albert le había servido y se limpió con el puño de la camisa.

—Ya lo creo —estuvo de acuerdo—, las dos cosas. También tengo enormes lagunas de todos mis viajes, culpo al alcohol y al opio, y también este sitio me recordó aquellos. Sólo hace falta el calorón insoportable —le sonrió moviendo el bigote y dando un nuevo sorbo, esta vez más corto.

—A veces extraño todo eso… a veces, o siempre —se encogió de hombros—. Sin embargo, tengo algo que contarte… —su discurso comenzó con la decisión usual en alguien tan desfachatado como él, pero en las pocas palabras que escaparon de su boca, éste fue perdiendo fuerza hasta detenerse de manera abrupta. Se sonrojó y fue demasiado evidente sobre su pálida piel, que había perdido ya el tono tostado que mantuvo mientras estuvo en alta mar.

—Quisiera preguntarte algo antes. Cuando conociste a tu mujer, ¿cómo supiste que ella era la indicada? Me imagino que te atrajo, pero esa es una cosa y otra muy distinta… ya sabes, querer pasar el resto de tu vida a su lado —era una pregunta extraña, incluso viniendo de él—. Cuéntame cómo se conocieron. Sólo omite los detalles donde tu trasero estuvo desnudo o algo así —todo aquello, aunque raro para Reinout, tenía una motivación muy clara y ahora más que nunca, Albert era el indicado para hablar de esos asuntos.

Aún no conocía a la esposa de su amigo, ni sabía a ciencia cierta qué relación tenían; buena, mala, apasionada o tierna, o todo a la vez, o algo totalmente nuevo que ni siquiera había contemplado, pero si la había elegido, sería por algo, y necesitaba un norte. El consejo de alguien que ya hubiera pasado por todo lo que él estaba pasando. ¡A sus años! Y por primera vez se sentía así.

por **Albert Legard** Vie Abr 01, 2016 4:31 pm

El grueso del bar se dio vuelta para observarlos muriéndose a carcajadas, Albert golpeaba el piso de madera con sus pies hasta que cesó la risa. Secó las diminutas lágrimas que tenía en los ojos producto de la emoción del momento mientras escuchaba a Ren dando su respuesta y de paso imitó a su amigo dándole un beso a ese vaso una vez mas.

Lo que no imaginó nunca fue su comentario siguiente.

Su tono denotaba ese ápice de que algo extraño pasaba con él, podía ser terrible que lo iba a contar con suma naturalidad, y allí fue cuando Albert prestó realmente atención a lo que tenia para decirle. Grandes cambios había tenido en estas semanas… pero… ¿Ren sonrojado? Esto asustó un poco al brujo que automáticamente frunció el ceño y se acercó nuevamente a la mesa ¿sería una de sus jugarretas?

La pregunta terminó de confundirlo mas, el Zorro era un experto en cacerías, había tenido la dicha de contemplarlo en acción. Sus cejas se cerraban aun mas buscándole sentido a las palabras. Cuando terminó de decirlo se hizo el silencio inmutable…

Albert se echó a reír bajito golpeando la mesa, estaba fuera de sí, seguramente sería el efecto del agua contaminada que tenían en sus vasos, esto no era normal. Se levantó de la mesa, respiró profundo y volvió a acomodarse en su silla copiando la postura de Ren – Escúchame amigo… cuéntame exactamente ¿quién eres y que has hecho con Ren? – informó con una seriedad fingida en su cara teniendo en mente que era parte de alguna broma que el otro tenía en manos.

Hasta que notó que no era broma.

- ¿Es… en serio?... ¿¡Tu!? Nah, no me lo creo… - preguntó elevando los hombros y abriendo sus ojos grandes. Miró a ambos lados mientras los del bar continuaban ensimismados en sus conversaciones y contempló esos gestos extraños en él. Se acercó una vez mas a él en la mesa.

- Verás... no se exactamente como pasa, pero... - pensó por unos instantes ¿cómo sintió él el amor por primera vez y realmente? Encontró la forma mas fácil de contarselo y prefrió darle un ejemplo para simplificarlo - Un día te despiertas con esa mujer a tu lado - enfatizó con el dedo en la mesa - y... sabes a ciencia cierta que quieres permanecer asi el resto de tu vida, que no hay otra que importe mas, nadie que llene ese espacio... alli, creo, es cuando te das cuenta que ella es lo que esperabas amigo - informó ya lejos del arrebato de emociones que habia tenido antes, nunca se habia sentido tan profundo. No habia tenido con quien compartir esos sentimientos con nadie mas que con Cosette.

por **Reinout van Bergeijk** Dom Mayo 01, 2016 12:47 am

“Remain true to yourself, child. If you know your own heart, you will always have one friend who does not lie.”
― Marion Zimmer Bradley, The Forest House

Lo miró ponerse pie, él desde su asiento teniendo que levantar el rostro. Creyó que haría alguna locura, sin embargo, se volvió a sentar en un instante y Reinout lo mal miró, un poco en broma. Aguardó, eso sí, muy atento, haciendo honor a ese mote que se había ganado en alta mar: el zorro demasiado astuto; y como el animal, era muy cauteloso cuando intentaba sonsacar algo, como era el caso.

—Cállate ya y contesta a mi pregunta —fue demasiado consciente de que, cuando se trataba de temas como aquel, era muy obvio en sus actitudes y no le gustó en absoluto eso. Estaba orgulloso de ser un perfecto actor, de embaucar con facilidad y de engañar para su beneficio. Maldición, ¡había sido un pirata! Y ahora se veía reducido a un chiquillo idiota por una mujer.

Albert al fin se dignó a responder. Aunque si era sincero, su respuesta no le satisfizo demasiado. Entendía por qué era de ese modo. Para empezar, aquello debía ser distinto para cada persona, y luego estaba el hecho de que no sucedía, literalmente, por arte de magia. Era un proceso y un día, simplemente, caías en cuenta de la magnitud de las cosas y no había marcha atrás. Bufó y volvió a dar un trago a su bebida, sopesando lo que acababa de escuchar, sus opciones y meditando su respuesta.

—Ya veo —musitó. Había vaciado su vaso, mismo que dejó con un estrépito sobre la superficie de la mugrienta mesa—. Y suenas como todo un hombre enamorado —decidió entonces divergir. Cambiar un poco la dirección de la conversación. Había obtenido lo que buscaba, aunque no del modo en que lo quería. Se alegró, eso sí, por su amigo.

Estaba acostumbrado a recibir las cosas como las pedía. Ya fuera como heredero van Bergeijk o com capitán de un barco, y esto, sin duda, representaba un obstáculo. No culpaba, ni mucho menos, a su amigo. Había sido sincero y por ello le agradecía.

—Pero no respondiste a una de mis preguntas, ¿cómo se conocieron? ¿Y qué mentira tan grande le dijiste como para que cayera en tus redes? —Ahora sólo estaba picando el orgullo de Albert a modo de broma, como ambos estaban habituados—. Aquella vez, en tu local, ya no pudimos platicar más —y eso que habían pasado horas reunidos ahí, sin embargo, eran años lo que habían pasado separados—, ¿en qué has andado metido, eh? —Alzó amabas cejas y movió el bigote. Lo miró de modo inquisitivo y curioso, pero nada más.

Sabía que si existía alguien que nunca lo iba a juzgar, ese alguien era Albert y a cambio, Reinout ofrecía lo mismo. Podía hablarle de todo lo que quisiera y no daría ninguna moralina aburrida. Si acaso, ofrecería un consejo sincero.

por **Albert Legard** Vie Jun 03, 2016 9:30 am

Después del bufido estaba completamente consciente que su amigo hablaba mas en serio que nunca antes y decidió agregar algo mas para ver que estaba pasando por esa cabecita colorada. Se sonrió para sí mismo y respondió después del ataque - Seee… hay mas que eso pero no te veo como alguien que pueda caer en esas redes Ren, a menos que ya te haya picado el bicho…- dijo dándole el espacio necesario para confirmar esta suposición que se le cruzó.

Si íbamos a la realidad no esperaba que su amigo se enamorara fácilmente. En altamar se llamaba novias a las mujeres que esperaban en cada puerto y a las cuales se volvía una o dos veces por año. Por cada puerto del mundo podía haber una y eso es amor. Punto final. En tierra firme las cosas eran algo diferentes. Entre los pueblos los chismes volaban mas rápido que las aves por los tanto el amor se resumía en una compañía mas prolongada.

Rellenó el vaso vacio de Reinout, era momento de tener esa charla seria.

¡Seria… con él! El tan famoso “tenemos que hablar sobre esto”

Respiró profundo para asimilarlo y advirtió – Solo… espero que esto no sea una de tus bromas…
A Cosette la conocí en uno de esos bailes que se hacen en las casas de los del centro, quizá ya hayas sido invitado a uno de ellos. Nosotros fuimos presentados, por una especie de celestina que es la dama de la casa, que sabía que Cosette estaba sola y que vio en mi un joven solitario con problemas de salud y optó por indicarme que ella era una especialista curandera. Nos pusimos a hablar, luego la noche pasó y como si se tratara la una primera cita la invité a tomar café al día siguiente.

Al otro día terminamos besándonos luego de un breve paseo y bueno, después de tantas idas y vueltas terminé por invitarla al departamento, ninguno de nosotros teníamos familia adicionada asi que fue muy sencilla la decisión de convivir por primera vez. Creo que ese sería un buen resumen… y sin agregados picantes como querías – comentó y algo tímido vació su vaso el cual aprovechó a rellenar para ocultar sus emociones.

- Ja! Si te contara en que ando… Pero primero lo primero… cuéntame ¿a qué venía la pregunta? – dijo medio en susurros acercándose a la mesa cuando la timidez dio paso a la intriga.

por **Reinout van Bergeijk** Mar Jul 26, 2016 9:41 pm

“The heart of man is very much like the sea, it has its storms, it has its tides and in its depths it has its pearls too”
― Vincent van Gogh

Entornó la mirada y se dio cuenta que no había vía de escapatoria. Necesitaba hablar, ¿no? Bien, ahí estaba su oportunidad. Entre ambos siempre estaban molestándose como un par de adolescentes, pero sabía que si podía confiar en alguien, era en Albert. A pesar de la forma de ser del viejo zorro, la realidad era que no tenía muchos amigos. En altamar, sólo tripulación y en tierra firme, sólo conocidos. El hechicero era la excepción. Bufó, pero aquel sonido no fue ni un sí, ni un no. Sólo un bufido casi irónico.

Escuchó con atención. Más de la usual, tal vez. Reinout era de los que siempre tenían un comentario fuera de lugar para hacer. Esta vez, sin embargo, simplemente interiorizó las palabras de Albert, imaginándose cómo había sido, aunque aún no conocía a la esposa de su amigo. Sería rubia, sí, debía serlo, se dijo y a partir de ese momento, el relato en su mente poseía la figura de una mujer con cabellera áurea. Movió el bigote un par de veces, sonrió también y una vez que el otro hubo terminado, soltó el aire en sus pulmones.

—Umh —se quejó. Su intento de desviar el tema había sido inútil—. Así está bien —hizo un ademán con ambas manos como si espantara una marabunta de insectos—, sin los detalles, por favor —fue un breve momento de distracción. Desvió la mirada a su vaso, relleno otra vez. Era resistente al alcohol, su condición de cambiante y su currículo de pirata ayudaban mucho, pero comenzaba a creer que Albert quería embriagarlo.

Tomó el vaso y dio un sorbo. Sin soltarlo, señaló a su acompañante, agitando el dedo, como si lo estuviera acusando.

—Tampoco finjas, no quitaré el dedo del renglón. Quiero saber en qué malos pasos has andado. Aunque sin mi mala influencia… —se encogió de hombros. Dio un nuevo trago a su bebida y se limpió el bigote y los labios con el puño de su camisa—. Yo, bueno… —se rascó la sien.

¡Él era parlanchín por naturaleza! Para enredar y engañar, necesitaba una locuacidad que le venía natural y que no sabía de dónde había sacado, pues sus padres, ambos eran muy serios. Quizá el llamado del mar siempre vivió dentro de él, el océano rompiendo olas en su interior, en su corazón de acantilado, y de ahí provenía el don. Carraspeó.

—No quiero enredarte con los detalles, has bebido mucho y puedes confundirte —bromeó—, pero al llegar aquí, a París, quiero decir, me reencontré con la hija de un viejo socio, amigo y aliado. La conocí siendo ella más joven, ¿me entiendes? No le presté mucha atención entonces, pero ahora… bueno, la joven es hermosa. Aunque conozco muchas jóvenes hermosas y aún así, ella se destaca —se quedó con la frase en el aire, incluso la vista la dirigió a un punto entre la pared y la nada. Pareció navegar en un ensueño y luego sacudió la cabeza.

—Te dije que no te enredaría, así que… bueno, creo que me gusta ella, nunca una mujer me ha gustado así. Es de esas mujeres que te invitan a quedarte en tierra firme —finalizó. Aquella declaración lo era todo. Para alguien como Ren, el zorro demasiado astuto, el bucanero, Reinout… ese era el mayor sacrificio de todos y por ella, acababa de decir, estaba dispuesto a hacerlo.

por **Albert Legard** Miér Sep 14, 2016 11:29 pm

Los vasos estaban llenos una vez mas, esa era la única forma de hablar sobre temas serios sin tapujos y Albert lo sabía. Podían hablar de noches de parranda, situaciones jocosas, obscenidades y demás con total descaro, pero si de algo eran conscientes ambos era que el amor, no era un sentimiento sencillo de expresar. No era algo normal para el momento en que surcaban mares ni tampoco ahora. Posiblemente esta nueva etapa del hechicero era algo que no había hablado con gente del pasado y por eso que conjugar ambas vidas se le hacía al menos extraño como lo veía ahora en Ren. Una sonrisa nerviosa era lo mas cercano a la comprensión de momento. Un asentimiento prolongado después de tomar un trago que ayudaba a procesar cada palabra del pirata.

Un pirata enamorado… ¿podía ser posible?, la respuesta era sí. Milagrosamente sus anclas lo había traído a tierra firme y no obstante ahora tenía mas de una razón para seguir en tierra por mucho mas tiempo. Las vueltas de la vida…

- Ren… - comentó con algo de incredulidad en la cara, no quería presionarlo, ni tampoco hacerlo sonrojar… si es que eso era posible entre tanto rojo. Pero en sus orbes notó las mas franca de las realidades. No era broma, era amor - … ¡que mas que felicitarte amigo! – dijo en un tono tranquilo y pausado, dándole espacio a que meditara aquellas palabras que habían salido temerosas de sus propios labios. Lo golpeó con la mano para hacerlo caer en la cuenta de esta nueva realidad que tenía frente a él. Mas allá de una mujer de una noche, esto iba para serio si ella consentía el cortejo.

- Y… ¿ya has estado con ella? Digo… conversar, salir a algún lado – se explicó al darse cuenta de sus palabras y el tipo de pregunta que le estaba haciendo sobre la mujer que lo eclipsó. Él por el contrario no tenía problemas con los pormenores de la cuestión, podía investigar a fondo cada cosa que llamaba su atención, esta era una de esas cosas, obviamente.

- ¡Claramente esto amerita unos buenos tragos! ¿Conozco a la afortunada? – preguntó y brindó por ello con alegría de sobra, como solo el alcohol podía lograrlo.

por **Reinout van Bergeijk** Mar Nov 15, 2016 9:42 pm

“People tend to complicate their own lives, as if living weren’t already complicated enough.”
— Carlos Ruiz Zafón, The Shadow of the Wind

Mal miró a Albert con una mezcla de traición y diversión. No podía enojarse, pero sin duda no se esperaba una felicitación, lo odió un poquito por llegar a la conclusión que él no pudo alcanzar antes. Aunque si lo analizaba, no estaba del todo fuera de lugar su «felicidades»; sobre todo tratándose de él, y de eso en específico.

Hizo un ademán con la mano, como restándole importancia y tomó el vaso, otra vez lleno, y le dio un trago. Albert lo sabía, y él también, era sólo al calor del alcohol que esas conversaciones podían darse. Movió el bigote, no muy seguro de qué responder. No importó, la siguiente pregunta de su amigo casi lo hace ahogarse con su bebida, la aclaración subsiguiente le pareció muy pertinente. Se limpió al final con el puño de la camisa.

—Hemos salido, sí —respondió, no sin antes dedicarle otra mirada reprobatoria, aunque conociéndolo como lo hacía, sabía que esta vez de verdad había sido un error honesto—. Es todo, como amigos, creo, aunque hemos tenido… ya sabes, acercamientos. Nada ha pasado a mayores —continuó y luego torció la boca, pensando.

—¿La conoces? No lo sé —Reinout gozaba de una habilidad muy envidiable, gracias a su condición de cambiante, y esa era la memoria fotográfica, sin embargo, su vida en alta mar había sido tumultuosa, por decir lo menos y tenía varios pasajes de su pasado revueltos, sobre todo aquellos que implicaron alcohol—. Los Rumsfeld, de Inglaterra, ¿te suenan? Era de esas pocas familias que visitaba a menudo —y con eso quería decir, cada par de años que regresaba a aguas británicas—. No, creo que no coincidieron —se quedó pensativo, incluso llevó una mano a su mentón, meditando.

—Y joder, Albert, ¿pues qué estamos haciendo ahora? ¿Acaso esto no son unos buenos tragos? ¿Mi compañía no es suficiente? —Esta vez fue más descarado y bromeó abiertamente, incluso terminó con una sonrisa—. Bueno, ya los has dicho, no vamos a decir de qué se trata, pero ya lo has dicho —hablar de «amor» en ese momento le pareció impensable. Terminó de manera más sosegada.

—Gracias —lo miró con seriedad—, creo que hacía falta hablar con alguien que me conociera para aclararme y he pasado tanto tiempo lejos de todo, que muy pocas personas me conocen —dijo con un dejo de nostalgia.

—Y ahora sí, ¿en que has andado metido? No me dirás que sólo eres el dependiente de la tienda de tu mujer y ya, me niego a creerlo —se cruzó de brazos y también apoyó una pierna sobre la rodilla contraria, adoptando una posición demandante, pero relajada.

Aparte de querer saber, obviamente, Reinout estaba haciendo todo para alejar su mente de su nuevo descubrimiento, mismo al que jamás habría llegado sin la ayuda de Albert. La verdad no se había dado cuenta de cuánto en verdad necesitaba un amigo, ahora más que nunca. Si quería llevar una vida en paz, tener aliados resultaba una ventaja.

por Contenido patrocinado

Sin cadenas [Reinout]

Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]

Re: Sin cadenas [Reinout]