AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Shemhamforash -->privado
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Shemhamforash -->privado
“When one with honeyed words
but evil mind persuades the mob,
great woes befall the state.”
― Euripides, Orestes
but evil mind persuades the mob,
great woes befall the state.”
― Euripides, Orestes
El mensaje había llegado dos días antes, un pequeño papel de lino color crema doblado a la mitad, Lyric, se leía con letra cursiva impecable en el frente de la hoja, un sello sencillo color plumbago resguardaba su contenido:
El nombre no le sonaba en lo mas mínimo, pero si conocía quien le hiciera llegar el mensaje estaba segura que podría formar parte de su lista exclusiva de clientes, o de los clientes de Lyric al menos. Anne era una mujer que llevaba no solo una doble vida, si no que una de ellas tenía una fachada para no levantar sospechas, de día, hija de una de las mas codiciadas familias, heredera a una de las fortunas mas grandes en cuanto a importaciones de textiles y fragancias, cosa que le servía para ocultar lo que hacía detrás de puertas, una hechicera poderosa que no trabajaba para nadie y que en contadas ocasiones realizaba pequeños encargos a quien cumpliera el precio y confrontara las consecuencias; por la noche... bueno, ya no era Anne quien se hacía cargo.
Se terminó de arreglar a eso de las seis y media, saliendo por la puerta trasera de la gran propiedad en la que vivía a las siete; nunca salía por la puerta principal cuando acudía a alguna cita siempre utilizaba una puerta cancelada que estaba en el pasillo que utilizaba el servicio de la casa, esa puerta daba a un pasadizo subterraneo que terminaba a unos metros alejada de la propiedad; tomó el carruaje y se dirigió al lugar de encuentro.
Sus clientes pedían discreción, y eso era algo que ella exijía a cambio, nada de preguntas, nada de mensajes largos, si sabías quien entregara el mensaje esa persona se podía dar el lujo de no entregarlo, Anne tenía personal muy fiel en ese y muchos otros sentidos. Llegó antes de la hora pactada, le gustaba estar en primera, un hombre de cabello cano le entregó la llave de la habitación en cuanto la mujer puso un pie fuera del carruaje, por lo que solo tuvo que entrar como si ya fuera un huésped del lugar, sin registros, sin preguntas.
La habitación era amplia, elegante, hermosa en su estilo, con candelabros de araña que iluminaban el lugar, una cama amplia con dosel de tul negro que le daba un aire de misterio, se sentó en un sillón que quedaba a la sombra y que tenía la vista perfecta a la entrada de la habitación ―Bonne nuit monsieur - pronunció en cuanto escuchó la puerta cerrarse y vislumbró la figura masculina con porte y presencia que entraba al recinto.
Hotel des Arenes, viernes 20:00hrs
―Townshend
―Townshend
El nombre no le sonaba en lo mas mínimo, pero si conocía quien le hiciera llegar el mensaje estaba segura que podría formar parte de su lista exclusiva de clientes, o de los clientes de Lyric al menos. Anne era una mujer que llevaba no solo una doble vida, si no que una de ellas tenía una fachada para no levantar sospechas, de día, hija de una de las mas codiciadas familias, heredera a una de las fortunas mas grandes en cuanto a importaciones de textiles y fragancias, cosa que le servía para ocultar lo que hacía detrás de puertas, una hechicera poderosa que no trabajaba para nadie y que en contadas ocasiones realizaba pequeños encargos a quien cumpliera el precio y confrontara las consecuencias; por la noche... bueno, ya no era Anne quien se hacía cargo.
Se terminó de arreglar a eso de las seis y media, saliendo por la puerta trasera de la gran propiedad en la que vivía a las siete; nunca salía por la puerta principal cuando acudía a alguna cita siempre utilizaba una puerta cancelada que estaba en el pasillo que utilizaba el servicio de la casa, esa puerta daba a un pasadizo subterraneo que terminaba a unos metros alejada de la propiedad; tomó el carruaje y se dirigió al lugar de encuentro.
Sus clientes pedían discreción, y eso era algo que ella exijía a cambio, nada de preguntas, nada de mensajes largos, si sabías quien entregara el mensaje esa persona se podía dar el lujo de no entregarlo, Anne tenía personal muy fiel en ese y muchos otros sentidos. Llegó antes de la hora pactada, le gustaba estar en primera, un hombre de cabello cano le entregó la llave de la habitación en cuanto la mujer puso un pie fuera del carruaje, por lo que solo tuvo que entrar como si ya fuera un huésped del lugar, sin registros, sin preguntas.
La habitación era amplia, elegante, hermosa en su estilo, con candelabros de araña que iluminaban el lugar, una cama amplia con dosel de tul negro que le daba un aire de misterio, se sentó en un sillón que quedaba a la sombra y que tenía la vista perfecta a la entrada de la habitación ―Bonne nuit monsieur - pronunció en cuanto escuchó la puerta cerrarse y vislumbró la figura masculina con porte y presencia que entraba al recinto.
Maeve Fayolle- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 10/01/2016
Re: Shemhamforash -->privado
“C’mon good girl, be bad.”
― Nicki Elson, Three Daves
― Nicki Elson, Three Daves
No era raro que un tipo como Aaron hiciera uso de los servicios que ciertas damas ofrecían. Es más, era cliente asiduo. Aunque la mayoría de las veces no hacía falta pagar, pues con su usual encanto hacía que más de una cayera rendida a sus pies. Las mujeres, como muchas otras cosas, eran uno de sus vicios. En esta ocasión, sin embargo, aunque había contactado a la mujer, que se hacía llamar Lyric, como un cliente más, su meta era otra.
No olvidaba que estaba en París como Bernard Ockham, marido de Mathilde, para una misión que debía cumplirse cuanto antes pero con suma discreción. Sin embargo, siendo como era, se aburría pronto y alguien en la inquisición parecía conocerlo demasiado bien, pues le llegó aquella otra misión que no interfería en absoluto con la principal. Más sencilla, relativamente. Y como primer paso, debía verse cara a cara con Lyric y la mejor forma, desde luego, era hacerse pasar por un cliente. Además, Aaron extrañaba un poco aquello, ese juego de máscaras. Ahora tenía que aparentar ser el esposo de alguien y tuvo que dejar de lado todas esas perdiciones que acostumbraba.
Si su informante le había dicho bien, lo único que tenía que hacer era contactarla y, sin esperar respuesta, acudir al sitio de la cita. El Hotel des Arenes. Un lugar lleno de lujo y opulencia, algo decadente, marco perfecto para encuentros de aquella índole. No conocía a la susodicha, pero le habían dicho que era hermosa y lamentó que este fuera un encuentro de negocios, aunque ella no lo supiera. Él bien sabía que no se come donde se caga, y aunque le doliera, debía comportarse.
En la recepción sólo le dijeron el número de habitación. Aaron se cercioró que nadie lo viera. No es que le diera pena, pero Bernard Ockham no era tan descarado como él. Sin intercambiar más palabras, se encaminó hasta el cuarto asignado, donde comprobó, al girar la perilla, que no tenía llave.
—Bonne nuit, mademoiselle —respondió en perfecto francés, cerrando la puerta tras de sí. Había algo en el idioma galo que le recordaba a esa arpía a la que llamaba madre, de inmediato hizo de lado los pensamientos. Debía concentrarse. Sonriendo con esa usual seguridad que a muchos sacaba de quicio, se acercó—. Me alegra ver que es puntual —continuó mientras oteaba el lugar a discreción. Debía saber dónde estaba cada cosa, por si algo se salía de control. Aunque si jugaba con inteligencia sus cartas, no tenía por qué.
En una mesa circular y de patas muy delgadas y altas descansaba un florero con lirios naturales. Se acercó ahí y olió las flores. A un lado, estaba una frapera con una botella. Sobre la mesa, junto a las flores, dos copas de flauta.
—¿Te molesta…? —Señaló la botella de champán. No esperó una respuesta y la tomó, para luego destaparla y servir un poco del líquido dorado en ambas copas. Se hizo con una y olió su contenido—. Vamos, no seas tímida, acércate… —se refería a que lo hiciera para tomar la otra copa, pero por su expresión y su voz aterciopelada, podía intuirse otra cosa. Un doble sentido más peligroso—. No es mentira lo que me han dicho, que eres hermosa, y muy difícil de localizar. Espero que todo lo demás que me contaron, no seas exageraciones —y en verdad, volvió a arrepentirse de que aquella noche necesitara sólo información y no algo más.
Aaron Townshend- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/10/2015
Localización : París
Re: Shemhamforash -->privado
“The greatest thing in this world
is not so much where we stand
as in what direction we are moving.”
― Johann Wolfgang von Goethe]
is not so much where we stand
as in what direction we are moving.”
― Johann Wolfgang von Goethe]
[justify]Aquel lugar donde reposaba, le daba el control y mira necesario, una de las ventajas de no ser como las demás prostitutas era que la clientela que tenía, estaba mejor controlada, pero aún así... debía proceder con precaución. Observó todos los movimientos del hombre, dejó que su mirada recorriera cada proceder, de arriba a abajo y sonrió un tanto satisfecha, había un patrón en todos lo hombres con los que yacía, siempre le doblaban la edad.
―Oh monsieur, la puntualidad es todo, sin ella, solo queda el caos - cruzó las piernas y recargó el codo sobre la bracera de la silla en la que estaba, un rasgo característico de Anne Marie, era lo observadora y cautelosa que era, cosa que le permitía identificar a las personas iguales a ella. Se llevó una mano a la barbilla escondiendo la sonrisa que se dibujaba en sus labios.
―No, adelante, siéntase libre - no tuvo que esperar a la invitación, la hechicera se puso de pie, caminando despacio hacia el hombre -que a estas alturas dudaba se tratara de algún cliente- moviendo la cadera de manera sutil a cada paso que daba, ese suave bamboleo que lejos de ser vulgar, era incitante. Estiró la mano tomando la copa que se le ofrecía, sonriendo de lado ante el cumplido ―Merci, monsieur Townshend - aquello iba tanto para sus alabara, como para la bebida; se llevó la copa a los labios y dio un ligero sorbo, apenas mojando sus labios, era parte de sus reglas, jamás rechazar nada pero tampoco aceptarlo.
Ladeó la cabeza, dejando la delgada copa sobre la mesa y acercado un poco, fijando su mirada en el pecho del caballero mientras su mano se atrevía a posarse sobre este dibujando la solapa del saco que llevaba ―Puedo preguntar ahora ¿en que puedo servirle? - una pregunta con doble intención, ahora estaba cierta que no la buscaba por el tipo de favores que la ofrecía, lo cual era una lastima, pero no iba a ponérsela tan fácil.[/justify
Maeve Fayolle- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/01/2016
Re: Shemhamforash -->privado
“Wishes are false. Hope is true. Hope makes its own magic.”
― Laini Taylor, Daughter of Smoke & Bone
― Laini Taylor, Daughter of Smoke & Bone
No había ido como Bernard Ockham, pero tampoco como Aaron Townshend. La vida de un espía como él era cambiante. Tenía que vestir un nuevo disfraz cada día, en cada misión. Con el tiempo comenzó a hacerse a la idea de que aquella vida tan compleja iba a la perfección con su propio deseo de no formalizar nada. Con nadie. Aaron no tenía amigos, sólo compañeros de juerga, y no tenía amores, sólo amantes. Sin embargo, decidió presentarse en aquella ocasión con sólo su apellido: Townshend. Tan británico que no dejaba lugar a dudas sobre su origen, aunque por su venas la sangre francesa, apasionada y más arrebatada, también corriera. Lo incendiara.
Le sonrió a Lyric cuando ésta se acercó y tomó la copa. Dio un sorbo al licor mientras la observaba. Qué joven y qué hermosa. No imaginó que, debido a todo lo que le contaron, ella fuera así. La imaginó con algunos años más, con más experiencia. Se dijo entonces que no perdiera de vista el objetivo de aquella visita.
—Ah, en mucho, hermosa, en mucho —respondió a la pregunta. Entornó la mirada cerúlea, preguntándose si ella estaba al tanto de sus intenciones ahí. Dejó la copa de lado y la tomó de ambas manos, conduciéndola con suavidad por la habitación hasta la cama, donde se sentó y la invitó a hacer lo mismo.
—Me han dicho que no eres como otras mujeres de tu misma profesión. No sólo hablo de la exclusividad de tu cartera de clientes, ni de lo complicado que resulta contactarte —le sonrió y con esa habilidad de mujeriego que tenía, le quitó un mechón de cabello del cuello, rozando la piel expuesta adrede—. Dime qué tan cierto es, y tal vez entonces te diga qué puedes hacer por mí —le guiñó al final.
A veces parecía increíble la desfachatez con la que obraba Aaron. Por eso, más de uno en la inquisición lo tenía por patán y vago. Nadie nunca se había explicado cómo alguien como él, conseguía de manera tan expedita sus cometidos. Era eficiente, infalible incluso. Ah, pero ese era todo el truco. Navegaba con bandera de procaz, para esconder de ese modo al maldito genio que en verdad era. Porque incluso cuando portaba las caretas para su trabajo, llevaba una más, debajo de ellas. Una que jamás, jamás se quitaba y que se había convertido habitual en él, que ya ni siquiera la notaba.
—No te asustes, mis intenciones no son otras más que conocer los alcances de lo que eres capaz —pero era obvio que ya no hablaban de sexo. La transacción que iban a llevar a cabo, que los requirió ahí, había cambiado. Y si Aaron tenía información confiable, Lyric para esas alturas, ya estaría al tanto. Mantuvo la expresión serena, sonriente.
Dada su posición, podía darle caza en ese mismo instante, sin embargo, la misión era otra. Mucho más grande que ella y que él, que los dos juntos.
Última edición por Aaron Townshend el Vie Mayo 06, 2016 10:14 pm, editado 1 vez
Aaron Townshend- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/10/2015
Localización : París
Re: Shemhamforash -->privado
“How many seconds does it take to win second?
As many as it takes to win first—
if you don’t use them properly.”
― Jarod Kintz, A Zebra is the Piano of the Animal Kingdom
As many as it takes to win first—
if you don’t use them properly.”
― Jarod Kintz, A Zebra is the Piano of the Animal Kingdom
No podía negarse a seguirle, en primera por que la tenía tomada por ambas manos, la histeria y paranoia no eran cosas que la calificaran. En segunda, la curiosidad ahora la había atrapado, de lleno se dejó llevar, arrastrar a algo que sabía no le incumbía.
Se sentó sobre la cama, en la orilla de aquel mullido colchón que parecía querer tragarla y tenerla solo para él, cruzó las piernas por debajo del vestido hampón y colocó la diestra sobre la rodilla doblada mientras que con la zurda que daba soporte. Giró el rostro hacia él, indicándole que tenía toda su atención, y sonrió divertida, orgullosa y altanera cuando nombro la exclusividad de su trato. Por años se había creado una reputación como Lyric y otra mas para Anne Marie, le producía un placer indescriptible saber que era conocida por ello.
Una risa un tanto sonora, pero nada vulgar, escapó de sus labios ―Monsieur, creo que me toma por la persona equivocada si cree que no entiendo la naturaleza de sus intenciones, o si cree que caeré e el juego del egocentrismo y propio adulamiento - le gustaba ser el centro de atención, por eso mismo, sabía que no debía de estar afirmando o desmintiendo las cosas ―No es el primer hombre que solicita mis tiempo pero no mis servicios... - hizo una pausa ―...aunque quizás si sea el primero en proponerme algo que no este relacionado al sexo - hablaba directo, sin recortes ni medias tintas, el sexo era su profesión, muchos habían contactado con ella por la mera fantasia de ser arrullados, de platicar incluso -ventaja de ser letrada- pero algo le decía que esto iba mas alla, que la índole de la cita difería bastante de lo esperado.
―Solo por eso, lo complaceré en ese sentido - discursó las piernas y se sentó con la espalda aun mas erguida, alzando la barbilla un tanto altanera ―Todo lo que escuchó sobre mi es cierto, tanto la exclusividad de mi cartera... como el alcance de mis manos - lo miró seria, honesta, tenía la ventaja de tres grandes mundos, la prostitución, la hechicería y la cuna de alto nombre, con uno haces bastantes cosas, con dos sobresales, teniendo los tres... el mundo era tuyo.
Ahora estaba impaciente, sin embargo su rostro se encontraba ecuánime y centrado ―¿Ahora soy lo suficientemente digna de conocer el motivo de su llamado? - era curiosa, si, pero también impaciente.
Se sentó sobre la cama, en la orilla de aquel mullido colchón que parecía querer tragarla y tenerla solo para él, cruzó las piernas por debajo del vestido hampón y colocó la diestra sobre la rodilla doblada mientras que con la zurda que daba soporte. Giró el rostro hacia él, indicándole que tenía toda su atención, y sonrió divertida, orgullosa y altanera cuando nombro la exclusividad de su trato. Por años se había creado una reputación como Lyric y otra mas para Anne Marie, le producía un placer indescriptible saber que era conocida por ello.
Una risa un tanto sonora, pero nada vulgar, escapó de sus labios ―Monsieur, creo que me toma por la persona equivocada si cree que no entiendo la naturaleza de sus intenciones, o si cree que caeré e el juego del egocentrismo y propio adulamiento - le gustaba ser el centro de atención, por eso mismo, sabía que no debía de estar afirmando o desmintiendo las cosas ―No es el primer hombre que solicita mis tiempo pero no mis servicios... - hizo una pausa ―...aunque quizás si sea el primero en proponerme algo que no este relacionado al sexo - hablaba directo, sin recortes ni medias tintas, el sexo era su profesión, muchos habían contactado con ella por la mera fantasia de ser arrullados, de platicar incluso -ventaja de ser letrada- pero algo le decía que esto iba mas alla, que la índole de la cita difería bastante de lo esperado.
―Solo por eso, lo complaceré en ese sentido - discursó las piernas y se sentó con la espalda aun mas erguida, alzando la barbilla un tanto altanera ―Todo lo que escuchó sobre mi es cierto, tanto la exclusividad de mi cartera... como el alcance de mis manos - lo miró seria, honesta, tenía la ventaja de tres grandes mundos, la prostitución, la hechicería y la cuna de alto nombre, con uno haces bastantes cosas, con dos sobresales, teniendo los tres... el mundo era tuyo.
Ahora estaba impaciente, sin embargo su rostro se encontraba ecuánime y centrado ―¿Ahora soy lo suficientemente digna de conocer el motivo de su llamado? - era curiosa, si, pero también impaciente.
Maeve Fayolle- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/01/2016
Re: Shemhamforash -->privado
“Secrets, silent, stony sit in the dark palaces of both our hearts: secrets weary of their tyranny: tyrants willing to be dethroned.”
― James Joyce
― James Joyce
A pesar de la temeraria afirmación por parte de la chica, a Aaron le quedó claro que no no sabía a ciencia cierta entonces la naturaleza de su reunión y esto era algo que no tenía previsto. Tampoco era situación que no pudiera controlar, simplemente… se salía del plan. No obstante, el inquisidor era experto en crear sobre la marcha. No era un hombre con planes a largo plazo y se notaba, lo suyo era la inmediatez. Quizá por eso iba a misiones que otros consideraban suicidio.
Todo ese tiempo mantuvo la expresión sonriente, algo libertino incluso. Entornó los ojos, al final soltó una risa ronca y breve que se extinguió en medio de suspiro que denotaba más cansancio que otra cosa.
—Me encanta que lo que dices suene tan sucio —tuvo que decirlo de ese modo. Ese era él, desconocedor de los filtros y siempre coqueteando—. Lamentablemente tendremos que agendar otra cita para conocer la magia de tus manos —hizo énfasis en la palabra clave de su oración. Quedó muy atento a la reacción de ella.
Sin más, tomó ambas manos de la chica nuevamente y con los pulgares acarició el dorso de ambas. Sus propias manos eran enormes, toscas, tal vez demasiado para un hombre de su estampa. Pero es que a veces tenía que jalar gatillos, empuñar dagas de plata o de plano cerrar los puños y abrir unos cuantos labios.
—Por supuesto que eres digna, por favor… —acentuó su sonrisa. Pareció más travieso y más terrible de ese modo—. Es sólo que ahora me has hecho dudar. ¿Vine al sitio correcto? No me habrán mentido ¿verdad? Eres la única Lyric de la ciudad… ¿no es así? —bajó los hombros—. Verás…
Dejó que la frase inconclusa danzara en el aire, se perdiera entre las partículas de polvo de la habitación. Se llevó una mano al interior de saco y de ahí extrajo un papel. En él había un par de dibujos a nivel de boceto, aunque con los suficientes detalles para identificar de qué se trataba.
Estaba la imagen de un grupo de personas alrededor de una fogata. Debajo estaba un busto; el rostro de un hombre joven, no especialmente guapo aunque de ojos grandes y expresivos, los miraba. Decía algo con letra muy pequeña y apretada.
—Se hace llamar Pantagruel, pero ese no es su verdadero nombre. Su padre se hacía llamar Gargantúa. Era un hombre buscado y nunca dieron él, su hijo… —señaló el retrato—, tomó los negocios familiares, por así decirlo —alzó el rostro luego de tener la vista enfocada en el dibujo—. Han hecho muchas cosas horribles, y yo estoy ahora mismo a cargo de su persecución. No te estoy acusando de nada, de ti sólo necesito información… es probable que hayas conocido al padre, era un hombre poderoso, se dice, aunque nunca supimos su nombre; o al hijo —pausó para luego continuar—: no son delincuentes cualquiera. Son hechiceros, como tú —y lo dijo de manera tan natural que ni siquiera se sintió—. Por eso me han enviado a mí, un inquisidor.
Última edición por Aaron Townshend el Mar Sep 13, 2016 10:12 pm, editado 1 vez
Aaron Townshend- Inquisidor Clase Alta
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Localización : París
Re: Shemhamforash -->privado
“Never open the door to a lesser evil,
for other and greater ones invariably slink in after it.”
― Baltasar Gracián, The Art of Worldly Wisdom
for other and greater ones invariably slink in after it.”
― Baltasar Gracián, The Art of Worldly Wisdom
Debió imaginárselo, aquel que con puño y letra había escrito el nombre y cita en cuestión, no solía llevarle ese tipo de clientela. Pero Maeve no solía demostrar la inseguridad ni la inquietud, únicamente la curiosidad y la sensualidad, al menos en cierto tipo de situaciones.
Alzó una ceja y dibujó una sonrisa traviesa en sus labios al escuchar aquel comentario, no tenía temor de hablar en doble sentido, directo, poético, o como fuese para seducir y dejar entrever sus intenciones -las cuales no eran las mas castas posibles- así que el que él lo hiciera notorio y que además, estuviera de acuerdo, era ago que Maeve disfrutaba.
Ladeó la cabeza un poco sin dejar de sonreír para después alzar un poco las manos y hacer un además con ellas, como si se tratara de un truco de magia donde mueves los dedos para desaparecer un objeto en cuestión.
Rodó un poco los ojos al escuchar el nombre con el que ella misma se había bautizado, una expresión que dejaba ver lo satisfecha que estaba de su reputación. Cruzó la pierna contraria cambiando un poco de posición recargando el codo derecho sobre el brazo de la silla y colocando su barbilla sobre su mano doblada, dandole a entender que estaba atento a sus palabras.
Siguió todos sus movimientos, su mirada se dirigió al papel que extrajo de su bolsillo... su expresión cambió en ese instante, aquella aura seductora que emanaba, esa que decia Lo haré, te prestaré atención unos minutos y después volveré al juego, te atraparé desapareció por completo. Su rostro serio y con la mirada fija en el dibujo del rostro, inclusive se separó del respaldo de su asiento inclinándose hacia adelante, era inconfundible, era él. Al darse cuenta de cuanta atención le estaba poniendo al dibujo, resopló y se echó para atrás.
Desvió la mirada, lo ignoró por completo ¿como se atrevía a hacer ese tipo de preguntas? ¿acaso sabía con quien se metía al estarle buscando? las palabras que salían de su boca, ella ya las conocía, lo conocía muy bien, quizá demasiado, a él y al linaje del que provenía. Sabía de lo que eran capaces.
No pudo seguir ignorándolo sus oídos captaron algo que la involucraba, que la dejaba expuesta y en desventaja, solo una persona -fuera de sus hermanos obviamente- sabía lo que ella era en realidad. Un balde de agua helada cayó sobre ella, todo su cuerpo se tensó de inmediato al oír sus orígenes. La INQUISICIÓN.
La corriente eléctrica llegó a sus manos, podría acabarlo, allí y ahora, no, era demasiado. Giró el rostro nuevamente para encararlo, aquella seriedad y frialdad en su mirada provocaban miedo pero también invitaban... lo haría, podría utilizarlo ―Lo soy ¿que harás al respecto? - el aura a su alrededor se volvió espesa, misteriosa, atrayente, era una de las muchas cosas que la hechicería le permitía. Controlar.
Alzó una ceja y dibujó una sonrisa traviesa en sus labios al escuchar aquel comentario, no tenía temor de hablar en doble sentido, directo, poético, o como fuese para seducir y dejar entrever sus intenciones -las cuales no eran las mas castas posibles- así que el que él lo hiciera notorio y que además, estuviera de acuerdo, era ago que Maeve disfrutaba.
Ladeó la cabeza un poco sin dejar de sonreír para después alzar un poco las manos y hacer un además con ellas, como si se tratara de un truco de magia donde mueves los dedos para desaparecer un objeto en cuestión.
Rodó un poco los ojos al escuchar el nombre con el que ella misma se había bautizado, una expresión que dejaba ver lo satisfecha que estaba de su reputación. Cruzó la pierna contraria cambiando un poco de posición recargando el codo derecho sobre el brazo de la silla y colocando su barbilla sobre su mano doblada, dandole a entender que estaba atento a sus palabras.
Siguió todos sus movimientos, su mirada se dirigió al papel que extrajo de su bolsillo... su expresión cambió en ese instante, aquella aura seductora que emanaba, esa que decia Lo haré, te prestaré atención unos minutos y después volveré al juego, te atraparé desapareció por completo. Su rostro serio y con la mirada fija en el dibujo del rostro, inclusive se separó del respaldo de su asiento inclinándose hacia adelante, era inconfundible, era él. Al darse cuenta de cuanta atención le estaba poniendo al dibujo, resopló y se echó para atrás.
Desvió la mirada, lo ignoró por completo ¿como se atrevía a hacer ese tipo de preguntas? ¿acaso sabía con quien se metía al estarle buscando? las palabras que salían de su boca, ella ya las conocía, lo conocía muy bien, quizá demasiado, a él y al linaje del que provenía. Sabía de lo que eran capaces.
No pudo seguir ignorándolo sus oídos captaron algo que la involucraba, que la dejaba expuesta y en desventaja, solo una persona -fuera de sus hermanos obviamente- sabía lo que ella era en realidad. Un balde de agua helada cayó sobre ella, todo su cuerpo se tensó de inmediato al oír sus orígenes. La INQUISICIÓN.
La corriente eléctrica llegó a sus manos, podría acabarlo, allí y ahora, no, era demasiado. Giró el rostro nuevamente para encararlo, aquella seriedad y frialdad en su mirada provocaban miedo pero también invitaban... lo haría, podría utilizarlo ―Lo soy ¿que harás al respecto? - el aura a su alrededor se volvió espesa, misteriosa, atrayente, era una de las muchas cosas que la hechicería le permitía. Controlar.
Última edición por Maeve Fayolle el Vie Sep 23, 2016 7:31 pm, editado 2 veces
Maeve Fayolle- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/01/2016
Re: Shemhamforash -->privado
“Always use the proper name for things. Fear of a name increases fear of the thing itself.”
― J.K. Rowling, Harry Potter and the Sorcerer's Stone
― J.K. Rowling, Harry Potter and the Sorcerer's Stone
Aunque Aaron navegara con bandera de tonto, no lo era. Esa imagen que proyectaba, de hecho, era un trabajo minucioso y astuto que había perfeccionado con los años, y por ello, no era fácil de engañar, ¡él venía de regreso cuando todos iban! Pobre del tonto que quisiera verle la cara. De ese modo, con los años de experiencia que tenía, sabía detectar cuando algún tipo de magia estaba siendo usada sobre él. No es que pudiera resistirse o nombrar con exactitud lo que pasaba, simplemente, tras haber sido sometido por más de un hechicero, era obvio que pudiera darse cuenta.
Entornó la mirada y sonrió ante la joven. Estaba en desventaja, lo sabía, pero no iba a actuar como si ya estuviera derrotado. A veces parecía que Aaron iba a morir en una de sus misiones, con una maldita sonrisa en el rostro, como el demente que era.
Se relajó en su lugar y alzó ambas cejas ante la provocación. No esperó algo tan beligerante, pero sin duda era interesante. Debía concentrarse en lo importante, sin embargo, ahí estaba, sorprendido y encantado por Lyric, aunque supuso, en parte era por el efecto de cualquier cosa que ella estuviera haciendo con sus poderes.
Se relamió los labios, pensando en su siguiente movimiento, sin amilanarse en absoluto por la confrontación. Entonces soltó una risa y se encogió de hombros como si nada de eso importara. La mujer podía tener la magia de su lado, pero la habilidad de Aaron era todavía más difícil de encontrar, podía desproveer de importancia a situaciones tensas.
—Oh, no necesitas ser tan ruda. Ya te dije, a ti no te voy a hacer nada. La cosa es que necesitamos detener a este sujeto, ¿me entiendes? Está costando demasiadas vidas, además, bueno, no te estoy acusando, ni diciendo que todos los que son como tú sean iguales… —carraspeó—, pero Pantagruel en particular disfruta con secuestrar niñas pequeñas para sus rituales. Tengo un par de ilustraciones por aquí de algunas de sus obras —se buscó en el saco sin verdaderas ganas de extraer nada—, sin embargo, no quiero que tengas pesadillas esta noche —al fin suspiró sin mostrar nada.
—No sé nada de ti, si te soy sincero. Y no eres buscada por nuestra organización, así que no temas. Además, si me ayudas, ten por seguro que lo recordaré y mis colegas te dejarían en paz, en caso de que alguna vez te metas en problemas —le guiñó un ojo y dijo casual. Le ofrecía una nada despreciable protección.
—Ahora, la parte difícil para ti es la siguiente. Y te lo digo como el hombre más gris moralmente que vas a conocer —declaró con cinismo—. Puedes ayudarme a detener a un criminal, o puedes aferrarte a algún tipo de hueco ideal que tu gente tenga, y no decirme nada. Cualquiera que sea tu respuesta, ten por seguro que no volverás a saber de mí —la miró fijamente—. Te lo prometo, si eso te vale de algo —sonrió. Parecía, con ese gesto, que no estaba diciendo todo lo que de hecho estaba diciendo.
Se acomodó en su asiento, sin más, aguardando. Lo habían mandado con ella por algo, no sólo porque sí. La chica debía conocer al susodicho. Quizá era su cliente, su compañero de aquelarre o lo que fuera, a Aaron no le interesaba. Sólo quería detenerlo antes de que más vidas se perdieran. No era heroico, nada lo era en él, simplemente, incluso un sujeto como él, tenía sus límites.
Última edición por Aaron Townshend el Sáb Nov 26, 2016 10:12 pm, editado 1 vez
Aaron Townshend- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/10/2015
Localización : París
Re: Shemhamforash -->privado
“I take pleasure in my transformations.
I look quiet and consistent, but few know how many women there are in me.”
― Anaïs Nin
I look quiet and consistent, but few know how many women there are in me.”
― Anaïs Nin
Debía de darle mérito, pocos eran los capaces de notar cuando la hechicera manipulaba el ambiente y casi ninguno, era capaz de evitar que aquello afectara sus emociones o su manera de pensar; mas aquel inquisidor mantenía un semblante idílico a lo que esperaba. Sereno y con aquello bajo control, Maeve sonrió internamente.
La postura de la bruja se relajó mas su guardia permaneció en alto. No podía olvidar que estaba frente un miembro de la Iglesia y por lo que a ella refería, era menos de confiar una persona que anteponía el nombre de Dios en sus actos.
―¿Ruda? bueno, pero que si no he sido yo la que ha llegado apuntando con el dedo - se separó del asiento y se llevó la mano al pecho ―Mi error - una sonrisa socarrona se dibujó en sus labios, ahora, el aura que rodeaba a la mujer estaba apaciguado y con ello, la presión dentro de la habitación disminuyó. No, eso no quería decir que confiara en él, pero debía por lo menos escucharle y advertirle en lo que se estaba metiendo ―Conozco lo que él hace, no hay necesidad de que rebusques imágenes que probablemente no reflejan ni la quinta parte de lo grotesco que es en realidad - desvió la mirada y agitó la mano en el aire como si con eso fuera a desaparecer las palabras y los recuerdos evocados.
―Punto número uno... - se puso de pie ―No le temo, usted no significa ningún tipo de amenaza para mi - no, él no, quizá la organización para la que trabajaba lo era, pero si lograba deshacerse de él -si tenía que hacerlo- seguiría pasando desapercibida para la tan renombrada Inquisición ―Punto número dos, no puedo fiarme de su palabra, porque anteponer a Dios para todo no los hace dignos de confianza, algo que he aprendido quizás a la mala - dio unos pasos alejándose del sillón y acercándose a la ventana detrás de ellos, entreabrió las pesadas cortinas y se asomó por ellas, a penas un ligero rayo de luna pasó por la apertura.
―Punto número tres... - suspiró y se giró para verle nuevamente ―No sabe con quien se esta metiendo - había muy pocas cosas que podían provocarle ese sentimiento de angustia a la castaña, Pantagruel, no solo la ponía ansiosa, le arrebataba el sueño. Volvió a caminar hasta él, ahora se sentó en el filo de la cama ―No es un "hueco ideal" - hizo las comillas con los dedos ―Y somos tan personas como usted, solo que logramos entender y llevar a cabo cosas que ni en sueños podría imaginarse - cruzó la pierna y dejó caer ambas manos en su regazo ―Le responderé lo que desee saber, solo después de que conteste mi pregunta... - hizo una pausa antes de mirarlo fijamente, los ojos de la hechicera parecieron opacarse ―Por que, si con tanta facilidad quitan la vida a otro ser humano ¿les importa cuantas vidas tome él? debería de verse mas como una especie de control demográfico, somos demasiados en París - quiso darle un rasgo bromista a la situación únicamente porque hablar de lo que él hacía o era capaz de hacer, la inquietaba.
La postura de la bruja se relajó mas su guardia permaneció en alto. No podía olvidar que estaba frente un miembro de la Iglesia y por lo que a ella refería, era menos de confiar una persona que anteponía el nombre de Dios en sus actos.
―¿Ruda? bueno, pero que si no he sido yo la que ha llegado apuntando con el dedo - se separó del asiento y se llevó la mano al pecho ―Mi error - una sonrisa socarrona se dibujó en sus labios, ahora, el aura que rodeaba a la mujer estaba apaciguado y con ello, la presión dentro de la habitación disminuyó. No, eso no quería decir que confiara en él, pero debía por lo menos escucharle y advertirle en lo que se estaba metiendo ―Conozco lo que él hace, no hay necesidad de que rebusques imágenes que probablemente no reflejan ni la quinta parte de lo grotesco que es en realidad - desvió la mirada y agitó la mano en el aire como si con eso fuera a desaparecer las palabras y los recuerdos evocados.
―Punto número uno... - se puso de pie ―No le temo, usted no significa ningún tipo de amenaza para mi - no, él no, quizá la organización para la que trabajaba lo era, pero si lograba deshacerse de él -si tenía que hacerlo- seguiría pasando desapercibida para la tan renombrada Inquisición ―Punto número dos, no puedo fiarme de su palabra, porque anteponer a Dios para todo no los hace dignos de confianza, algo que he aprendido quizás a la mala - dio unos pasos alejándose del sillón y acercándose a la ventana detrás de ellos, entreabrió las pesadas cortinas y se asomó por ellas, a penas un ligero rayo de luna pasó por la apertura.
―Punto número tres... - suspiró y se giró para verle nuevamente ―No sabe con quien se esta metiendo - había muy pocas cosas que podían provocarle ese sentimiento de angustia a la castaña, Pantagruel, no solo la ponía ansiosa, le arrebataba el sueño. Volvió a caminar hasta él, ahora se sentó en el filo de la cama ―No es un "hueco ideal" - hizo las comillas con los dedos ―Y somos tan personas como usted, solo que logramos entender y llevar a cabo cosas que ni en sueños podría imaginarse - cruzó la pierna y dejó caer ambas manos en su regazo ―Le responderé lo que desee saber, solo después de que conteste mi pregunta... - hizo una pausa antes de mirarlo fijamente, los ojos de la hechicera parecieron opacarse ―Por que, si con tanta facilidad quitan la vida a otro ser humano ¿les importa cuantas vidas tome él? debería de verse mas como una especie de control demográfico, somos demasiados en París - quiso darle un rasgo bromista a la situación únicamente porque hablar de lo que él hacía o era capaz de hacer, la inquietaba.
Maeve Fayolle- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 10/01/2016
Re: Shemhamforash -->privado
“Maybe ever’body in the whole damn world is scared of each other.”
― John Steinbeck, Of Mice and Men
― John Steinbeck, Of Mice and Men
En ese instante deseó que su visita a Lyric se hubiera reducido a un encuentro carnal. Lo necesitaba. Pero no, la situación era mucho más complicada que eso, y qué se le iba a hacer. Era su trabajo. Giró los ojos ante las palabras de la chica. No necesitaba que le recordaran nada de eso, pero no dijo, ni hizo nada. Sería inútil y el mundo sabía que Aaron no gastaba energías en vano.
—¿Ya terminaste? —A pesar de su desventaja, preguntó con sarcasmo manifiesto. Terminó con un largo suspiro—. No tendría por qué darte explicaciones, pero me parece que sería lo prudente, y mira que no me caracterizo por mi mesura precisamente. Aunque me veas aquí, trabajando para la inquisición, eso de creer en Dios y darme golpes de pecho no es lo mío. Las cosas en el mundo no son blanco o negro y tú debes saberlo mejor que nadie, ¡hechicera y prostituta! Qué combinación, vaya —se burló.
—Claro que sé con quién me estoy metiendo. Dame más crédito. Sé lo peligro que es, y lo terrible que es ese hombre. Y aún así quiero detenerlo. No me hables de moralidad. Estoy arriesgando el pellejo en algo que no me traerá recompensas. Porque ni siquiera congraciarme con Dios, ¿cómo si ni siquiera creo en esas cosas? —«Esas cosas», así de despectivo fue—. ¿Ya nos vamos entendiendo, Lyric? —Enfatizó en el nombre, que obviamente era falso.
—Sí, muy bonito. Todos los ideales son huecos, para como yo lo veo. Pero creo que no es momento de filosofar —ahí estaba. Aaron no era un tonto, al contrario, podía tener una profundidad que pocos comprenderían—. Voy a responder a tu pregunta, aunque eso entra en el terreno de filosofar y, como dije, no hay tiempo de eso. Yo no soy ni el líder, ni el Papa, ni Dios. Sería a ellos a quienes deberías preguntarle. Yo tomé el trabajo que se me da mejor, es todo. En el camino tengo que matar a algunos seres, es verdad, pero de eso a llamarlos humanos me parece un exceso. En todo caso, si te da paz mental, no voy en pos de cualquier cosa que suene remotamente sobrenatural. Ni la Inquisición en teoría. Apuntamos a esos que son un peligro. Mira, si ustedes se mantuvieran anónimos, nadie los molestaría, el problema viene cuando, maravillosas personas como nuestro amigo Pantagruel comienzan a hacer de las suyas. Para eso nos entrenaron, para detenerlos. Alguien debe de hacerlo —se encogió de hombros—, muchos de mis colegas no están conscientes que esto es casi suicida, pero yo sí, así que no me vas a espantar con nada —la miró, retador. Con una ceja arqueada. Parecía triunfal.
—¿Estás más contenta ahora? ¿Me dirás lo que quiero saber? Y si tanto temes por mí, ¿por qué no me ayudas? Una fuerza sobrenatural podría contener a otra, yo qué sé. No te estoy ofreciendo unirte a la Inquisición, antes de que saltes a hacer conclusiones. Quizá cuando veas lo que alguien como yo puede hacer, dejes de creer que todos somos unos sádicos. No te voy a mentir, sí hay muchos entre nosotros, pero, es como en todo —sonrió, encantador como era él. Parecía imposible que pudiera mantenerse tan campante ante esa situación.
Aaron Townshend- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/10/2015
Localización : París
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