Reverie | Privado

por **Galatea** Lun Ene 18, 2016 3:35 pm

Tenía una semana difícil, ayudar a descifrar parte de esos trebejos para lograr materializar una respuesta lógica a las preguntas de los psiquiátricos. Para François no había mayor satisfacción que ayudar a sus semejantes, siempre se había mostrado altruista aunque sus propios demonios aún no dejaban de danzar con él de vez en cuando, mantenerse ocupado y distraído era mucho mejor que dejarse vencer por ellos. Cuando no se encontraba melancólico y ausente podía pensar con un poco de más claridad. Ese día particularmente había estado demasiado ocupado con jóvenes un par de años menores que él. Se presentaban casos nuevos cada día y François de algún modo había aprendido a reconocer patrones de conducta que predecían si los individuos estaban fingiendo o realmente estaban siendo presa de sus padecimientos mentales.

Era de suma importancia su asistencia dado que este había logrado derrumbar esas sombras que el aislamiento deja caer sobre los hombros de aquellos que sufrían pérdida de memoria, su talento nato para el dibujo también era de gran ayuda en casos donde los pacientes se comunicaban por medio de trazos. Salió distraído de la habitación con un montículo de papeles y libros que estaba dispuesto a devorar la noche entera para hallar una respuesta. Su paso era tardo mientras avanzaba lentamente entre los pasillos, se dirigía a la biblioteca, un salón pequeño un tanto lúgubre ubicado en la zona trasera del recinto principal. Tomó asiento y encendió un par de velas. Leía a grandes rasgos un tratado sobre manías y conductas psiquiátricas, las formas violentas en las cuales a veces los pacientes dan a entender sus estados de ánimo, no podía hacer otra cosa que compadecerse de aquellos olvidados, marginados.

Suspiró e inició su análisis en los pliegues de las formas y figuras que ahí se encontraban plasmadas. Una forma de comunicación entre el abismo de la locura y la realidad torcida que cada paciente vivía día a día, cada línea amorfa expresada en los cuadernillos representaba un miedo, un sueño o una culpabilidad que yacía debajo de las fibras más oscuras de sus subconscientes. Absorto en dichos menesteres, notó la caída de un par de ejemplares, se sobresaltó en primera instancia, movió la cabeza para regresar a su lectura. Nuevamente un par de cosas más cayeron de la mesa contigua. Se puso de pie y tomó una de las velas adentrándose en la oscuridad. A unos metros parecía escuchar algo.

–¿Quién está ahí?–

Dijo con un hilo de voz apenas audible.