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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Sáb Oct 02, 2010 6:22 pm

El aire me parecía exhausto, solo con tocar mi rostro los caudales del viento se impregnaban del cansancio que yo misma transmitía y que no me molestaba en ocultar, por lo menos en ese instante que mantenía un solitario recorrido por las pobladas calles parisinas luego de culminar una nueva jornada ardua y continua de trabajo. Entendía que debía hacerlo, estaba más que dispuesta claro está, pero sin embargo con cada escena repetida y con cada parlamento sentía los efectos del tiempo pasar por mi cuerpo y aunque las horas fluyeran sin yo darme cuenta acababa con una mínima curvatura en mis labios y una despedida a todos los miembros en escena esperando que mi anatomía me pasara una factura segura por exponerme tanto tiempo a la perfección de mi personaje. Curioso era que intentara hallar un rayo de luz alguien ficticio, en solo un alma a quien brindaría mi cuerpo para cobrara vida una noche sobre las tablas y sorprendiera a los demás con su perspicacia y personalidad, no era necesariamente en ese momento que me interrogaba de porque no podía hacer lo mismo con mi persona, tratar de mejorar de manera notable mi cambiante interior y de hacer pura y sincera las sonrisas que regalaba y que algunas veces incluía un gran esfuerzo al formar, era notorio que no lo había logrado y que los años pasaban en vano ante interrogantes y martirios que mantenía tras una muralla que mi corazón había creado.

Mis pasos me llevaban y no era yo quien los dominaba, esta vez me deje guiar por mi persona sin el ánimo de llegar aun a mi hogar y dejarme caer en un sueño profundo hasta aguardar al día siguiente que de seguro seria la misma rutina de siempre. Se podría catalogar como masoquista mi comportamiento que abandonaba las replicas de cansancio que eran más que obvias, aun corrían por mi memoria las líneas a aprender y que noche tras noche estudiaba sin descanso hasta estar segura de que mi voz afloraría sin demora en cuanto se escuchara la indicación del director. El aroma llego a parecerme lejano a la ciudad y a lo que diariamente podía percibir, eso irrumpió los hilos de pensamientos que se cruzaban sin cesar por mi mente y fue entonces cuando me di cuenta que me encontraba cerca de la laguna, que hasta ese lugar había llegado por decisión propia del fuero confuso que se apoderaba de mi.

No tuve problema alguno, prefería estar alejada de la ciudad, de la marejada de personas que caminaban a pasos rápidos y lentos, los carruajes y el sonido galopante de los caballos de un lugar a otro, una mezcla diferente de efluvios; la comida del panadero de la esquina, la fina madera del carpintero, la fruta dulce en el mercado popular, los perfumes elegantes de la fabrica...un sin fin de audio y olfato se cruzaba en mi diario vivir y en el paso que emprendía por Paris. Por ello era de mi agrado que ahora me hallaba sola y únicamente con la infinita laguna frente a mis ojos que irradiaba belleza y luminosa mezcla naranja y un tenue azul que indicaba el crepúsculo y el próximo paso de la noche a la que muchos temían y a la que las advertencias martillaban con constancia ante los supuestos peligros que rondaban los alrededores de la Francia entera. Desde que había llegado (a lo que no tome una completa referencia por el continuo recuerdo que siempre traían consigo de mi pasado) no había prestado mucha atención a los supuestos males que aparecían sin cesar a las altas horas e incluso en los callejones, por ello emprendía mi andar a donde fuera y dejando mi vida a la suerte y en manos de una figura divina que quien sabe si se apiadaría de mi.

Solo portaba un vestido de suave tela que Madame Elizabeth me había regalado en una de mis tantas visitas, de suave tela blanca y un corsé ajustado como decoración tan marrón como la tierra húmeda, mis zapatos me estorbaban y no me importo dejar mis pies descalzos y tomar aquella prenda en mis manos mientras me encontraba en los bordes terrenales de la laguna. El elaborado peinado del ensayo general fue disuelto cuando solté las amplias pinzas y mis cabellos se deslizaron cual cascada de sol por mi espalda y mi pecho...ahora si era yo, ahora no había ningún prejuicio que me detuviera al dejar mi mente volar, al liberar ese mar de pensamientos que contenía día a día, donde algunos lastimaban y otros me llenaban de una sosegada paz. Era mi momento, de esos que tanto disfrutaba y que brindaban una esperanza a que no todo seria así, que mi paso por la vida no acabaría sumido en la monotonía y que habían mas que tristezas y pequeñas alegrías. Tome asiento cerca del agua, tanto que los dedos de mis pies podían sentir las pequeñas gotas de agua que dejaba el oleaje a su paso, ahí tome un suspiro de aire puro, apoyando mi mentón posteriormente sobre mis rodillas las cuales abrace como una niña pequeña; inocente y llena de ilusiones. Las melodías de una tonada que lejanamente recordaba fluían como un tararear de mis labios cerrados, como un murmullo misterioso y armónico que tomaba acción en ese momento, donde solo el atardecer, el lago cristalino y un torrente de pensamientos dispuesto a fluir, me acompañaban.

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Mensaje por Lionel D'Maine Mar Oct 05, 2010 11:17 am

- Una precaria sonrisa se alimentaba del rostro de Lionel quien en aquestos momentos no estaba dispuesto a sonreír, al menos, parecía que la alegría no parecía ser la protagonista que describía ahora mismo su rostro sino todo lo contrario. La pena, la alegoría de la soledad que emergía con suficiente fuerza como para alborotar sus pensamientos le hicieron permanecer ausente durante el tiempo que duró aquella jornada de trabajo. Era fácil para alguien de su piel y raza encontrar un trabajo, por su piel muchos estarian presumiendo de un nuevo aprendiz mientras que por su raza los trabajos que parecian ser mas adecuados para él se centraban en mancharse las manos y recibir un jornal una o dos monedas más bajas que lo que habria logrado siendo de familia humilde.

¿cuantos años habian pasado? el recuerdo de su padre volvió a velar sobre su cerebro apretándo, seduciendo con de nuevo aquellos recuerdos que habia deseado olvidar. Deseaba estar en un momento solitario, deseaba como decian muchos desaparecer del mundo mientras la oscuridad los envolvía, poder mirar al mundo, sus pecados pero sin que el mundo supiera de su existencia. Marchó hacia su cabaña para quedar sentado sobre un lecho de pieles descubriendo con cuidado los saquitos de monedas que tenia guardado, los tenia siempre en posicion estratégica guardando todo el dinero en aquellas tres partes, la que guardaba para ahorrar, la que guardaba para la necesidad diaria y la que utilizaba para sus baratos caprichos. No tardó demasiado en guardar de nuevo las monedas volviendo a salir al fresco exterior cerrando los ojos.

"Desearía perderme"

Fué el pensamiento ideal, el pensamiento que llevo a sus pies a un lugar que muchas veces acudía sobre todo cuando los pensamientos no paraban de acariciarle, de empezar a golpearle una y otra vez, habia solo un lugar que era capaz de soliviantar aquella pesada carga de sus hombros, caminó incluso arrastrando sus pies mientras emitía otro suspiro y llevaba a su boca un dulce, un caramelo que habia encontrado en el suelo quizás de algun niño de buena familia que tenia las manos llenas y se le había caido así pues no tardó en hacerse con el dulce metiéndolo en sus labios saboreando el frescor de la menta. No tardó sino unas horas en caminar hacia una parte del lago cubierta por la maleza, notándose que allí no habia demasiada vida sobretodo teniendo en cuenta que la mayoria de personas no iba allí en pleno otoño lo cual no era precisamente un impedimento para él.

Vislumbró un camino de rozas sobre el lago, no tardó en sonreír colocando los pies sobre las rocas a pesar de su tacto resbaladizo aprovechó aquel buen equilibrio que siempre le habia acompañado, colocando las manos extendidas para finalmente caminar con mucha delicadeza, un paso, otro y sus pensamientos sobre la muerte, el tiempo, el dolor, se habian quedado olvidados en algun rincón de su mente volviendo a ser el chiquillo que le gustaba mancharse de barro, una sonrisa más suave acarició sus labios más pendiente de no caer y seguir en las piedras que de cualquier otro pensamiento, no pasó mucho hasta que escucho un tarareo. elevó entonces la vista al principio sin ver sino lo que tenia en frente ¿de quien era aquella hermosa voz? permanecio unos segundos escuchando aquella tonada, el viento, los movimientos de la laguna y las rocas humedas parecian emburjadas, mágicas...no tardó en seguir moviéndose hacia el frente, localizando finalmente a la dama de aquella hermosa voz, colocando las manos en los bolsillos de su pantalón una vez asegurándose que no sufriría ninguna caida vergonzosa-


Sois vos, ¿la dueña de la hermosa voz que me ha llevado hasta aquí?
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Mensaje por Invitado Mar Oct 05, 2010 9:07 pm

La atracción a quedarme allí para siempre era como una fruta madura en medio de un gran mesón, de colores vitales y el sabor a flor de piel, algo que te atrae y que sabes que tu lado humano se empeña en poseer, pero internamente a gritos piden que no, que hay mas, que en el mas indefenso objeto puede estar una caída segura, un pozo oscuro del que no podrás salir y que te dejara sumergido en tus emociones que, pese a la soledad, te atacan sin piedad haciendo que ni los gritos te ayuden a salir, que el pasado vuelva y qué futuro solo sea una imagen sin definiciones, algo lejano a lo el tiempo te convencerá que no llegaras.

Fue la única manera de la que mis ojos volvieron al reflejo cristalino del agua, a los movimientos mínimos y calmos que esta realizaba sin cesar, creando un ambiente armónico que se semana al espectáculo del crepúsculo como un entorno que me acogía presa de las ansias de alejarme por lo menos unos segundos de la monotonía que implicaba el recorrido parisino, mi hogar, e incluso los ensayos en los que mi mente se profundizaba mas allá en búsqueda de la perfección, dándole a vida a un ser antiguo y lleno de romanticismo u odio que luchaba por sus mas ansiados anhelos o por aquella batalla masiva que conllevaba a una destrucción segura. Sonreí con ironía ante el absurdo hilo que mis pensamientos iban tomando a medida que tomaba cualquier muestra para justificar mi estadía en el lago. La melodía brotaba de mis labios aun como un simple tarareo, ahora que la recordaba, era forjada por la banda sonora de una de las tantas obras que había presentado, una de mis favoritas, ¿mi papel?, habría que preguntarle a Madame Elizabeth, ella asistía a todas y cada una de mis presentaciones en los tantos puestos donde se ubican los padres de los actores, le debía por ello, y así mismo sabía que no erraría cuando la cuestionara. Quizás una damisela presa del dolor y la desesperación por su joven amante, o quizás una simple dama enferma que rogaba a la vida una oportunidad mas, las villanas no eran contadas puesto que solo una oportunidad lo había hecho y al parecer tendría que dar más de mi para destacar en ello.

Una de mis manos se deslizo hacia el agua, fue cuando vi que el borde del vestido estaba húmedo, los pequeños restos de olas habían hecho su trabajo lo cual no me importo, no guardaba otro destino y los ojos humanos no me veían así que la apariencia era lo menos en lo que me basaba. Sentía la humedad apoderarse de la yemas de mis dedos, la tierra mojada cedía ante las huellas que dejaba mi tacto, algunas hojas prevalecían bajo el agua, incluso fui capaz de ver mínimos pétalos de diversas flores lo que me hizo sonreír ante el colorido y aun mas, el brillo que se desprendía ante el manto nocturno y el cromatismo que frente a mis ojos grises se hallaba. Tome uno de ellos e incluso lo deje caer con suavidad dejando que flotara y que siguiera el camino del agua con toda la libertad que muchas veces los seres humanos no sabíamos mantener.

Fue entonces cuando escuche unos pasos, no di muestra de susto alguno puesto que preferí pensar que sería cualquier ser humano que al igual que yo buscaba la tranquilidad en los rincones de Paris que se alejaban notablemente de las calles transcurridas y llenas de personas. Entonces escuche una voz, no dudaría en que aquel rasgo masculino se había referido a mi sin duda, incluso la ingenuidad no haría cruzar por mi mente lo notorio que era mi solitaria presencia en el lago. Voltee con suavidad, un poco dudosa por no saber exactamente a quien vería, pero creo que con la observación con la que mis ojos se toparon únicamente pude sumirme en una completa tranquilidad, solo sé que no había maldad en los ojos pacíficos de aquel hombre. Sí, eso era, joven claro está, quizás uno o dos años menor que yo, sus rasgos eran tan finos como los de un niño pequeño, su piel era pálida y mantenía una larga y lisa cabellera que hasta algunas mujeres envidiarían por su naturalidad. Me sentí avergonzada de momento aunque mi tarareo había cesado finalmente cuando escuche su voz repentina, incluso podría decir que un rubor virginal encendió mas aquella demostración accidental que solo esperaba que la noche se encargara de cubrir.

¿Una hermosa voz?, siempre había pensado que era simple y no tan novedosa como la de algunas de mis compañeras que se enorgullecían al recibir meritos que a la vez yo acallaba puesto que me exigía mas para una próxima ocasión. Sin embargo me levente no tanto esta vez que inapropiado que implicaba mi apariencia y a comparación con las mujeres que recorrían constantemente las calles de la ciudad. El elaborado peinado había caído y solo quedaban bucles suaves deslizándose por mi espalda y mi pecho, la sencillez era notoria y todo aquello y mas eran muestras que no debían darse a ver frente a algún caballero, frente a cualquier hombre sin importar quien fuese, era una de las cosas que recordaba de mi clases tomadas de niña. Sin querer irme al pasado me apresure para contestar, no había pensado exactamente qué, pero espere no cometer alguna tontería -Quizás sea solo el aire armonioso lo que confundió con mi voz, no estoy segura de que esta siquiera pueda considerarse algo tan amplio como lo que la hermosura implica. Mencione con timidez y tratando de que el habla fuera lo más serena posible, no esperaba visitas pero tampoco me incomodaban -Lo agradezco claro está. Primer error, había olvidado dar las gracias y lo agregue como si fuera un olvido atípico y tan común y juvenil -Sin embargo creo que usted ha venido para hallar la paz que a diario no se encuentra, o el olvido y el encuentro de nuevos pensamientos que no podemos tomar como una rosa a lo largo del camino. Por ello, si me lo permite, puedo retirarme Monsieur, no es mi intención entorpecer cualquier acción que haya venido a emprender.



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Mensaje por Lionel D'Maine Vie Oct 08, 2010 11:12 am

-Maldijo en esos instantes su falta de creatividad, siempre habia admirado a los pintores que eran capaz de plasmar en su mente todo lo que les rodeaba, sobre todo cuando era algo hermoso, lionel en cambio presentaba absurdas y nulas interpretaciones artísticas siendo la pintura su peor enemigo, era gracioso a veces, contemplar como un dibujo hecho con tanto esfuerzo no era sino algo sin sentido, había sido muchas ocasiones que esperanzado habia dedicado una tarde entera a pintar aunque luego se sintiera orgulloso de su trabajo siempre habia alguien que lo miraba con confusión preguntando lo mismo ¿que es?...pero ¿porqué de pronto pensaba en los pintores? Fué tarea fácil cuando la belleza de aquella dama era algo que ni los espectáculos más hermosos podrían superar.

Siempre se había dicho que era un paisaje clásico el contemplar a una mujer a orillas del lago cautivada por no se qué pensamientos, en especial siempre se había reído de aquello porque nunca pensaba que fuera a ser tan especial, en cambio, allí estaba delante de aquella dama con las manos en los bolsillos contemplando hasta el más mínimo detalle de la muchacha, el viento calmaba su sed aunque para ello mecía con vaivenes armoniosos el cabello ajeno, el rostro serio irónicamente embellecía sus rasgos aún cuando se descubriese una pizca de remordimiento por pensar en que tan bello rostro, estaba hermoso de la manera en que la veía, con los labios curvados, cerrados, sin una sonrisa clara en ellos, mientras que sus dedos acariciaban el agua, las mansas aguas que se dejaban acariciar cuando en otro instante la misma sumisión la emplearían para ahogar a su victima en lo más hondo de la laguna. Él mismo se preguntó que cuanto tiempo habia permanecido observando, hasta que finalmente ambos orbes se encontraron.

La trampa de un momento mágico, si, podía clamar ahora con orgullo que no habia pensamientos escondidos en su mente ya que por primera vez parecía estar totalmente en blanco como si anteriormente no hubieran palabras que le acariciasen el cerebro y las entrañas formándose como cadenas alrededor de él, adoraba ser detallista, sobre todo cuando la claridad del lado los reflejos de la noche que avanzaba con crueldad sin detenerse, gracias a todo lo que le rodeaba pudo contemplar de una manera más especial a la joven, deteniendo sus ojos unos instantes en aquello que podía llamar un “rubor” era lo normal cuando alguien estaba sumido en sus pensamientos y otra persona aparecía de la nada como si los hubiera escuchado, sonrió suave, quiso decir algo no se ya sea para abrir su boca y proclamar la frase más estúpida y conocida como “que buen tiempo hace hoy” pero permaneció en silencio, creyendo que tan solo era un invitado de la joven dama...pensamiento absurdo pero claro, como si el hecho de que al estar ella allí primero disfrutando del silencio le hubiera hecho poseedora del pedazito de tierra en el que estaba transformando a Lionel en un mero consejero o un vagabundo que andaba por aquel pedazito.

Si hubiera aprendido el oficio del poeta habría transmitido en voz alta todo lo que ahora sentía, como el hecho de que el viento se aceleró transformando a la dama como la más hermosa flor de todo aquel paraje, ni la oscuridad podría siquiera ser capaz de luchar contra ella, si hubiera sido poeta habría aprendido a descifrar como las hojas caían sintiendose inferiores a ella, sin tocarla, dejandose simplemente caer en el suelo, gracioso...demasiado gracioso que ahora el romanticismo cubriese su mente y no lo que habitualmente poseía, la ironía, la inferioridad, escuchó atento cada palabra que dijo con las manos en los bolsillos, sus cabellos al igual que los de ella caian por su espalda masajeando sus hombros, no, no podía parecer un galán o un señor de buen parecer, en cambio una sonrisa formó sus labios volviendo a dar un paso hacia atrás, como si al mismo tiempo pareciese una lejana barrera entre ambos que no deseaba ser el primero en romper-


Perdonad si creéis que el halago es vasto más, ¿no dicen que la belleza tiene distinto significado según los orbes con que se mire? El viento es quien me ha guiado hacia su voz, su hermosura es lo que me ha dejado paralizado cual tonto dejando las palabras escondidas por algún lejano rincón

-Sonrió suave, sacando la mano derecha para colocarla en sus cabellos, dejando que sus mechones en especial lo que deseaban acudir a su rostro, los alejó inclinándose caballerosamente ante la mujer mientras bajaba el rostro, no creía que su estatus social fuera tan alto como para que la muchacha le tratase de aquel modo, sin duda, Lionel se sentía como siempre inferior-

¡No...! ah...

-Parpadeó cuando aquella dama habia expresado sus deseos de no ser una molestia así como el deseo que al parecer poseía de marcharse, no, no deseaba que se marchase aunque se sorprendió que su voz y sus manos actuasen antes de que pudiera evitarlo, se sintió completamente ridículo siendo esta vez sus mejillas que se manchasen de un casto rubor, cuando finalmente ladeó el rostro, seria demasiado vergonzoso ahora observar sus ojos-

He sido yo el que he irrumpido bruscamente, debería ser yo el que marchase...además de que mis modales al parecer no son demasiado buenos.
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Mensaje por Invitado Vie Oct 08, 2010 1:44 pm

Creía que podría, pero las costumbres y aficiones de la infancia entorpecían mi camino apareciendo sin importar que yo lo desease o no y menos mencionar la inutilidad de crear cualquier barrera que lo impidiese, el esfuerzo no serviría, en lo absoluto. Compostura y educación era las únicas palabras que debían de intervenir en una conversación como la que se desarrollaba en ese instante, en el encuentro que, accidentalmente, había ocurrido con aquel caballero en los confines del atardecer y del crepúsculo como escenario, un espectáculo maravilloso, un paisaje puro, irradiaba paz con solo mirar cuando el sol se escondía y la luna se avecinaba temerosa de entorpecer los planes de quienes vivían con ajetreo y rapidez claro está, desprendiendo claras tonalidades como delicados accidentes.

La luna se alzaría en lo más alto del cielo al finalizar, lo esperaba deseando que tardara, pues ese sería el momento en el cual las horas empezarían a reducirse y los segundos se volverían escasos, me apresurarían hasta que cumplieran su cometido de hacer que me fuera del hermoso lago de regreso a mi hogar a sumirme en un sueño profundo que los astros cuidarían y el que solo acabaría con el rayo del dios diurno. Mis primeros pensamientos únicamente se referían a las reacciones que mi cuerpo conservaba desde que era una simple pequeña, aquellas que no podían eliminarse ni con el pasar del tiempo ni el crecimiento notorio que mi físico y mis emociones internas daban a conocer ante una mirada de reojo. No, el accidental rubor siempre estaría presente, así tratara en lo más profundo de mi ser de que el causante no se diera cuenta del llamado que se le hacía. Por lo mismo bastaron las palabras de aquel hombre para que mis pálidas mejillas se tiñesen como si mantuviera dos pétalos de finas rosas adheridos a ellas, imposibles de borrar. Solo el correr de los minutos podría detenerlo y al parecer este había decido a estar en mi contra.

No fue necesario un largo pasar del tiempo para que me diera cuenta de que las palabras se trabaron en mi garganta haciendo imposible el hecho de que salieran con facilidad y que mi mente, por más que las ordenara minuciosamente, seria en vano, ya que temía decir alguna tontería o un vago pensamiento, me reproche, siempre en busca de la perfección, esa que moldeaba y que detrás solo cubría las carencias y los temores que no llamaría esta vez, o que intentaba no llamar en cada instante. Mis ojos se mantuvieron en la realidad al ver con más claridad el rostro de aquel hombre, sus facciones una vez más me parecieron delicadas a pesar de su género y sus ojos parecían una cascada amplia y sin final, llena de ideales y ocurrencias que no se podrían apreciar en cualquier iris, aparto las hebras doradas y antes de exclamar un sonoro ¨no¨, no quería que me fuera y esa sola palabra me hizo creer que en verdad no quería que lo hiciera y que mucho menos pensara que yo le estaba estorbando en su estadía por la laguna.

Hablo de modales e inconscientemente aquello hizo que una sonrisa pura y sencilla se forjara en mis labios sonrosados lo cual ayudo a que el inocente rubor empezara a desaparecer de mis mejillas y alejar el hecho de hacerme quedar como una joven ingenua y débil, la cual no puede manejar los rieles de sus pensamientos e hilos que se desatan con constancia y viveza en su interior. Los seres humanos siempre nos preocupamos por ese simple aspecto, por esa temática tan repetida en nuestras vidas que implica la cortesía o educación, que por más que lo evitemos y sin mencionar el aspecto de la clase social, es un dote que se nos enseña desde niños y el cual se involucra en cualquiera de nuestras conversaciones para recordarnos que siempre es necesario, por lo menos, una gota de cortesía y modales.

Entreabrí mis labios para poder responder, no deseaba equivocarme, pero sentía que frente a él me despreocupaba el hecho de hacerlo, quizás porque con un solo mirar ambos podíamos saber que tanto uno como el otro poseíamos una amplia extensión de emociones y un increíble pensar que no muchos mantenían, que era tan simple como que las experiencias de la vida habían sido las que nos habían forjado con creces -De no ser por las palabras que cada oración suya ha causado en mi persona, seguiría con un rubor intenso en mis mejillas que no harían más que avergonzarme por tal muestra accidental de mi persona. Confesé mientras entrelazaba mis dedos ubicándolos sobre mi abdomen sumado a la tela del simple vestido -Así mismo puedo estar de acuerdo. Cada mirar es distinto y la belleza puede variar depende de quién sea el que la observe, soy simple para mis ojos pero para los suyos soy lo contrario, una diferencia. Por ello le agradezco sus palabras con la más profunda sinceridad. Es una motivación a sonreír que no esperaba encontrar en este lugar. Mis orbes grises se mantuvieron sobre su rostro aun cuando el había sido traicionado por sus emociones ante la falta de palabras y al igual sus mejillas se había teñido causando que su mirada se apartara por una humilde vergüenza -Quizás nos dejamos llevar mucho por los modales, es el problema de una sociedad y a quienes se implica, se olvidan de la verdadera razón. Di unos cuantos pasos hacia él, manteniendo una distancia correcta para dos desconocidos -Mi nombre es Anabella. Tendí mi mano con lentitud y mantuve en contacto visual en busca de infundirle valor, así fuera con una simple presentación.

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Mensaje por Lionel D'Maine Dom Oct 10, 2010 1:16 pm

-“Tantos hablas de modales y se te han olvidado los básicos”

Siempre se recriminaba así mismo en especial teniendo en cuenta que no se le había olvidado el comportamiento anterior, era extraño ¿cuanto hacía que no se había comportado de aquella manera? Solía hacerlo cuando era más inmaduro e incluso aún así era extraño que lo hiciera, la luna parecía un naufrago silencioso que navegaba sin rumbo por el ancho cielo, rozando a las estrellas, mostrando su rostro blanquecino con una sonrisa cruel mientras los señalaba, un testigo, un vagabundo...lo único que podía admirar ahora era el rostro ajeno mientras que sus orbes continuaban perdidos en algun lejano paraje. Se había perdido en sus pensamientos, sobre todo en aquellos que aún le gritaban que debia de comportarse ya que no era un muchacho que pudiera permitirse actuar de aquel modo, Si bien él aún era joven pero no lo suficiente como...en fin, solo dejó que su mirada se volviera a la de la joven desconocida para volver a observar sus rasgos, sobre todo esperando no haberla asustado.

Cuando vió aquella sonrisa en sus labios lo primero que Lionel hizo fué dejar de ladear el rostro para poder observarle, si, habia algo de confusión en su rostro ya que lo primero que habría esperado con ese no sería algo parecido a una reclamación, ¿no la hacía aquello más hermosa? No era una sonrisa de las que esperabas, aquella sonrisa falsa que aparecía por doquier como si dijese “no, no se preocupe” pero, se calló, iba a abrir de nuevo sus labios para mencionar sobre su sonrisa algo que le hiciese reir para poder admirarla más, pero por primera vez en toda la noche mantuvo su carácter en especial aquel que le pedía mantener en silencio todo lo que estaba pensando, por dios, si, mejor era morderse la lengua a quedar en ridiculo una vez más aun cuando la noche era como decian muchos “eterna” en los momentos que menos preferías estaba seguro que dentro de poco sería capaz de dominar sus actos, en especial aquel de hablar antes de pensar lo que habia dicho.

Le sonrió suavemente ya que inconsciente una sonrisa debil habia salido tambien de sus labios, sin volver a ladear el rostro, no deseaba perder cualquier detalle que reflejase en su rostro, a diferencia de los demás, Lionel se jactaba o al menos asi le conocían las personas de ser muy detallista, obviamente de forma disimulada ya que no era costumbre suya observar a una persona fijamente, si, en sus tiempos de juventud lo habia hecho pero desde que le habian dicho que molestaba que mirase asi a la gente encontró la manera discreta de que sus orbes observasen a la persona siempre pareciendo que estaba manteniendo un mero contacto visual, colocó las manos en los cabellos para que en ningun momento aquella brisa entorpeciese su mirada, la mirada que deseaba mantener siempre fija en aquella dama, riendo, se le escapó una tenue risa cuando dijo aquello sobre el rubor-


No ha de avergonzarse, sino creer en mis halagos cuando le digo que su rubor no tiene nada de malo, sino todo lo contrario

-”La hace aun mas hermosa”

Claro que aquello solamente se lo calló, con una sonrisa en los labios prestando delicada atención sobre las mejillas de aquella dama, sin duda, hermosa, por lo que podía decirse que en su interior aquel orgullo viril estaba presente no como aquellos hombres que presumían no más haber conquistado a una dama, sino que podía ahora mismo observar a una dama hermosa no solo en el exterior sino tambien en el interior, pero ahora mismo todo parecía neutro deseando sino obtener un objetivo, el objetivo de animarla y de dejar una sonrisa en sus labios aunque eran los de Lionel los que más sonreían cuando escuchó cierta frase sobre modales que tenía demasiada razón, la sociedad, demandaba que hasta los ciudadanos mas pobres tuvieran unos modales exquisitos aunque no era lo mismo para los gitanos aquellos parias de la sociedad parisina que por ahora mientras no molestasen estaban en el sitio perfecto ironico ¿no?-


Anabella...

-Repitió aquel nombre hasta que sus silabas parecían sagradas, una manera de venerar a alguien siempre era por su nombre, que al pronunciar su nombre aunque otras personas tuvieran uno igual fuera el rostro de la persona que te llegase al rostro, sonrió, no quería quedar como un idiota de nuevo sobre todo teniendo en cuenta que se habia quedado callado repitiendo el nombre de aquella muhacha, se acercó tomando la mano que le habia tendido con una sonrisa en los labios mientras asentía y se inclinaba educadamente besando la palma de la mano de la muchacha, sin apartar los ojos de aquel grisáceo e hipnótico color de los ajenos-

Lionel D'Maine, para servirle en esta noche y las que usted desee, ahm bueno, no estoy diciendo que todas las noches voy a...bueno, dejemos solamente mi nombre en esta oración

-Se sonrió, nadie le creería si lo hubiera dicho de verdad, aunque era cierto que lo unico que deseaba era hacer reir a Anabella empezando por una frase que hasta ahora esperaba que sonsacase una sonrisa de nuevo en el rostro de la muchacha, sonrió con ternura, sin soltar aun la mano de Anabella, haciendolo muy despacio y con suavidad sin ser en ningún momento demasiado brusco o en especial demasiado “entusiasta”, le indicó entonces que la siguiera añadiendo un toque en sus movimientos que era dubitativo, aun no sabia si le seguiria, si no o si esperaría a ver lo que tenía que decirle para salir corriendo, aquella mujer desde el primer momento le habia parecido como una maroposa, una estrella, algo lejano pero cercano, teniendo la sensación de que si actuase erróneamente aquella estrella se alejaría, aquella mariposa volaría lejos hasta haber perdido de vista a ese hombre, pero deseaba enseñarle el sitio especial que habia descubierto Lionel no hacía mucho tiempo atrás cuando sus piernas no paraban de andar y andar, dando finalmente con un lugar, el lugar al que siempre acudía cuando sus piernas nuevamente se adueñaban de su cuerpo-

Deseo mostrarle un sitio, no está muy alejado de aquí y puede venir siempre que lo desee
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Libertad al pensamiento. [Lionel] Empty Re: Libertad al pensamiento. [Lionel]

Mensaje por Invitado Dom Oct 10, 2010 3:51 pm

Podía adivinarlo, incluso podría decirlo y continuar aquella frase sin problema alguno, solo como una burla inocente y juvenil típica de las doncellas que prestan una atención notable a lo que ocurre a su alrededores, a cada oración, cada gesto, algo que las hacer formar parte del mundo real sin alejarse a una fantasía que tarde o temprano acaba dejándolas a la deriva de su cauce. De cuantos jóvenes no había escuchado tales halagos, esos cuya continuación ya reconocía como sucedía en ese momento. Algunos los decían sin sentido como era la mayoría de los casos, pero internamente, tan solo un hilo de pensamiento se traslado a mi mente y me aviso con frecuencia, con tanta que la insistencia me hizo creer así era, que mi compañero de encuentro era sincero, que sus palabras no tenían farsa alguna, que mantenían la verdad y la inocencia dentro de sí, que no eran unas palabras más para estar a favor de la belleza y aires celestiales de las mujeres, no, era lo que sus ojos admiraban, la verdad reflejada en el iris oscuro de su fijo y tan expresivo mirar, que solo su corazón plasmaba esas palabras como si de un lienzo se tratase, para así llevarlas a sus labios y decirlas frente a mí, ¿cómo podría evitar sonreír frente a tal imagen y tantas palabras? ¿Cómo evitar sentirme a gusto con un desconocido que lo único que había hecho en pocos segundos era causar que sonriera sin barreras que lo impidieran? que sonriera de verdad.

Mi mente se unió a mi cuerpo en uno mismo cuando tomo mi mano con delicadeza. Me contuve puesto que mi comportamiento no era el mismo desde que...por Dios, no, no quería recordarlo, no quería ni pensarlo, año tras año trataba de evitarlo, de ser la misma de siempre, de emprender un futuro sin pensar en el pasado, de cambiar cada gesto, cada palabra, cada pensar que me recordaba a ello, a aquel recuerdo tan lejano y cercano a la vez, al que tantas penurias me había hecho pasar con las marcas que había dejado en mi piel, en mi corazón, en cada gramo de mi mente. Hice un esfuerzo sobrehumano para mantenerme serena, para no atemorizarlo ni involucrarlo en mis tormentos. Aun lo recuerdo, aun podía por más que huía, mi rechazo hacia el tacto, la repulsión de que me tocaran; el mismo Gustav, el famoso director que me había ayudado a mejorar había pasado por mis ¨extraños rechazos¨, él y algunos más habían permanecido estáticos frente a mi cuando negaba y me alejaba de su contacto, así sea como un saludo, como un gesto de aprecio, no, no quería. Mis ojos se sumieron en los dolorosos recuerdos e incluso sentí lagrimas avecinarse, pero la presencia de aquel hombre y la mención de mi nombre procedente de sus labios me hizo salir del pozo para unirme a la luz ¡como se lo agradecía! como lo hacía aunque no pudiera decírselo.

Anabella. Menciono mi nombre con paz, serenidad y armonía, como si fuera una lirica, una oración poética presa en la composición de un famoso y sabio poeta, tan solo esa muestra volvió a sumirme en la tranquilidad del momento y alejarme de las tinieblas que habían intentado rodearme segundo antes. Posterior a su comentario no evite reír, e incluso no irrumpí que una risilla natural brotara de mis labios contagiadas por la alegría de su comentario, de la intención de hacerme reír, algo que desconocía su propósito pero a lo que tomaba como si fuera la única salida en una cueva oscura, como si fuera la salvación de un soldado en un mundo de guerra -Lamentablemente no podre mantener su nombre como única palabra en tal oración, pero he entendido su mensaje y doy las más sinceras gracias por ello, que me haya brindado sonrisas que no comúnmente logro crear. Por poco mis facciones se debilitaron pero fui lo suficientemente capaz de mantenerlas, por lo menos ante sus ojos, solo esperaba que la duda no se forjara en él y las preguntas surgieran y lo llevaran de la mano a buscar indicios de mi pasado, de todo lo que implicaba Anabella Le Rosse.

Su tacto se alejo de mí y al parecer mi tez reclamo aquella separación que era la única manera de atarse a lo real, sin embargo volví a posarla a un lado de mi silueta. Ahora que mi rostro lo admiraba con facilidad, ahora que podía verlo sin prestarle total atención a lo exterior, a su físico equilibrado, veía a un hombre, si, a un hombre diferente a lo que conocía, diferente y a la vez perdido en un mundo de seres humanos iguales; a alguien lleno de paz y torturas, de libertad y libertinaje, de tristezas y felicidad, de pensamientos claros y claras confusiones...con solo ese contacto visual tan breve pude darme cuenta de ello, quizás erraba totalmente, quizás no del todo, no importa puesto que probablemente me daría cuenta de mas en el transcurso de esa conversación, de ese encuentro involuntario bajo los astros del confín de la noche. Pensé por unos momentos que hacer al oír su educada propuesta. La absurda etiqueta volvió a entorpecer mi camino por más que la impulsase a alejarse. Ir con un hombre a quien llevaba conociendo hace unos minutos a cualquier lugar de los alrededores podría ser incorrecto pero algo me decía que debía de seguirlo, que quería acompañarlo. Una mujer aventurera y libre como el viento elimino las ataduras absurdas y constantes y dio un lento paso hacia enfrente, aun manteniendo la distancia considerada, si, era era yo por mas que costara creerlo. Por un momento entreabrí mis labios mínimamente, un simple ¨si¨ no sería lo suficiente y muy común para aquella invitación tan cortesmente modulada -Yo...si acepto, si deseo ir con usted. Reproche el hecho de tartamudear por un breve instante y que no fuera exactamente de acuerdo a lo que pretendia, pero aun así la seguridad era evidente tras el rostro cubierto de sosiego, y asentí una vez sin dejar de mantener esa curvatura pura de mis labios mientras con una de mis manos volvía a su lugar a uno de los traviesos cabellos dorados que se habían escapado a mi rostro -Se que estaré bien. No, no estaría cerca, esta vez no, por una vez en todos esos años quería ver, admirar y sentir un instante agradable sin obstáculos de por medio, la inseguridad estaría lejana, tanto que no la sentiría y probablemente el no supiera el significado de mis palabras, pero...yo sí.

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Mensaje por Lionel D'Maine Sáb Oct 16, 2010 10:51 am

-“Debes de estar muy seguro de lo que haces”

Lionel a pesar de tener una apariencia notablemente dulce, tranquila, pacífica era sobre todo alguien que amaba la intimidad, es más muy pocas veces había permitido a alguien entrometerse en sus pensamientos o sus lugares favoritos como al que ahora se dirigían. Era extraño que aquella mujer que en teoría aún era una desconocida a pesar de tan solo conocer su nombre había rozado con tan sinceras intenciones su pecho, debía sobre todo calmarse, eso era lo que pensaba cuando el momento se acercaba y los minutos pasaban, ninguna mujer le habría seguido, es más, aún observaba hacia atrás para comprobar si era cierto que le estaba siguiendo. Aún podía saborear ese extraño aroma que se habia involucrado entre ambos, cuando se habian mirado y aquella muchacha tenia en su mirada...como explicarlo, no parecía la mirada de una mujer que solo habia venido buscando el silencio.

Lo sabia porque la mayoria de ocasiones que habia venido al lago tambien tenia esa mirada perdida, donde se iluminaba un mundo en el cual nadie más que él tenían permitida la entrada, habia quedado observando su respiración un débil temblor, algo, que le hizo callar a Lionel sobre todo porque también tenía otra característica y era el no involucrarse en la vida de los demás por más que quisiera ya que despues de todo el no quería que se metieran en su vida ¿no? Por ende, no debía de permitir que su curiosidad empezara a hablar por sí misma, de hecho, aquella fué la intención por la que quiso llevarla a ese sitio, por el cual, estuvo casi a punto de obligarla en el momento que ella hubiera decidido negarse.-


Entonces, intentaré no ser demasiado pesado pronunciando su nombre

-Se rió, pues se imaginó a sí mismo empezando a mencionar como un poeta desbocado las silabas de su nombre una y otra vez, al tiempo que le tomaba de la mano y la miraba a los ojos...bien, el simple pensamiento ya habia creado una especie de escalofrío en su cuerpo, no deseaba ser demasiado pesado y mucho menos después de haberla conocido, era idiota pensando aquello, pero le parecía como un hada frágil, un pajaro de alas rotas que necesitaba de almenos alguien para que le hiciera volar, al menos, intentarlo. Se refrenó pensando aquello, él mismo habia pensado que las mujeres no eran tan frágiles como muchos habian pensado asi que ¿porqué ahora dejar que aquellos pensamientos acariciasen su cerebro? Simplemente sonrió, cuando observó hacia el frente. Amaba ese sentimiento, un aventurero y su compañera en un bosque, una jungla, una selva.

Se volvía demasiado soñador al siempre andar por aquel sitio, no habia demasiada maleza y el continuo ronroneo del agua les envolvía, como si de un protagonista fuera que estuviera diciendo “estoy aquí” claro que no se habian olvidado del hermoso canto de los grillos, los animalitos que se escondían a su refugio no más haber escuchado a alguien que se acercaba a su territorio, por eso amaba la noche, involuntariamente habia llegado a perderse en sus propios pensamientos...amaba la noche por todo lo que ella escondía, la luna que parecía un foco no era capaz de elogiar la belleza de todo lo que los envolvía, era cierto que con el día se veía mucho mejor y se admiraban las cosas de una manera distinta. Tuvo que apartarse de sus sueños para ojear de nuevo hacia atrás, andando con cuidado, en el momento que habia alguna piedra o alguna ramita le avisaba, tendiendole la mano en el momento que la necesitase. A donde la llevaba era a donde muchas veces habia dejado vagar sus pensamientos-


Ya estamos cerca

-Murmuró cuando apartó una ramita, tomando con mucho cuidado la mano de Anabella apremiándola a que andara un poco más rápido por una zona, solía haber algunos insectos y no era ocasión para que una velada como aquella fuera estropeada por aquellos, con suerte, ninguno callo y pudieron finalmente llegar al sitio esperado, era un claro donde no habia sino hierba algunas flores a su alrededor, un sauce lloron que acariciaba todo su alrededor con aquellas lágrimas de mentira, se avergonzó un poco, al dejar ver aquellas mantas en el suelo señal de que habia dormido alli, mantas, algo de comida, una barca de madera que aunque no lo pareciese cumplía los requisitos de segura, pero sobre todo...la luz de la luna que se reflejaba en el agua que se daba a conocer de una forma más transparente, sonriendo tomó por ultima vez la palma de la mano de Anabella guiándola hacia el centro de aquel claro, mientras se apartaba, esperando que aquella mujer comprobase o mas bien dijera con sus propios labios si le gustaba aquel sitio.

No hacía mucho que lo habia descubierto, habia sido como muchos dirían cuestión de suerte, esos instantes en los que deseabas simplemente desaparecer como si fueras sino una mancha en una pared que nadie mira, algo parecido a un insecto al que todos dejaban en paz, solamente, unos momentos de paz sin que la realidad atroz y cruel pudiera servirle de cobijo, los sueños, siempre los habia pensado como crueles ya que nos mostraban lo que no podíamos tener, pero...¿no vivían los seres humanos de sueños? ¿de esperanzas que se pintaban fáciles para que luego fueran más dificiles de conseguir?; Dejó finalmente sus pensamientos de lado para que un parco suspiro rozase su boca cerrando finalmente los ojos, ese sitio...ese olor a agua y a tierra mojada, era sin duda, dulce, amargo, adictivo.-
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 16, 2010 7:50 pm

El camino semejaba a uno de esos recorridos y senderos típicos de los cuentos de hadas que me leían para dormir, que mis padres se empeñaban en hacerme escuchar en mi lecho de seda hasta el último parlamento para quedarme dormida presa en un mundo de sueños y fantasías, en un cristal templado e irrompible que cada vez se resquebrajaba al irse ellos y dejarme sola de nuevo, para entonces era una niña, una pequeña de cabellos negros que a duras penas podía defenderse por sí sola y menos darse cuenta de que era lo que verdaderamente le esperaba; de un blanco resplandor a las sombras oscuras que la dañaban con un solo tacto. Sin embargo, antes de que el sabor acido de los recuerdos ahondara en mi cuerpo hasta su ultimo rincón decidí seguir el iris de mis ojos que solo se concentraban en el recorrido que el caballero me brindaba y al que prestaba atención sin cesar como si fuera la soga que me ataba a la tierra y que hacía que esta no me tragara como un león a una indefensa presa.

De su mano me sentía segura, no podía negarlo, tenía un tacto cálido y suave a la vez, me tomaba con seguridad y yo me ajustaba a ello una y otra vez para saber que nada pasaría y que podría depositar mi total confianza en aquel hombre irradiado de paz y búsqueda a la vez. Mis pies pisaban con cuidado los helechos, como si temiera pisarlos y causarles daño, las estrellas iluminaban una vez más el camino a recorrer, topándose con la piel del joven y la mía, brindándole una extraña luz que embellecía nuestras facciones con el baño plata de astro. Habían pocos árboles pero aun así la altitud de los que se asomaban en su intento de expiación a las dos figuras era más que evidente, brindaban sombra y escondite, un escondite que aprovechaban las pequeñas flores que nacían con naturalidad permanecían despiertas ante la noche, presas en la hermosura del espectáculo que tenían de escenario. De vez en cuando podía observar a Lionel tomar mi mano y ayudarme pasar sobre aquellas raíces que sobresalían en el húmedo suelo, como si temiese que cayera, que algo me pasara, que tan una mínima herida ensombreciera mi piel y la bañara con su color y desconcierto ante la imagen que mantenía ahora, una que solo sentía bella ante su mirada que me lo confirmaba sin cesar. El paso se torno un poco mas repito sin llegar a la brusquedad puesto que podía ver a los animalillos brotar del suelo en busca de comida, aquellos a los que había temido de pequeña y ahora consideraba como semejantes, ¿asco?,. Huían a su realidad, al hecho de no querer ser pisados por gigantes que no respetaban su vida, por el miedo cotidiano ¿se asemejaría eso a mi historia? Reaccione y asentí al momento que me indico que faltaba poco, no quedaba totalmente alejado desde el punto de nuestro encuentro pero aun así las ansias y la curiosidad de mi parte se demostraban a flor de piel y no paso mucho tiempo para que fueran saciadas y mis ojos se convirtieran en las ventanas de mi alma.

Los pensamientos se apartaron de mi mente con rapidez en cuanto mi mirar abrió paso un poco más al igual que mis labios carnosos mínimamente entreabiertos, pude sentir un suspiro de halito cálido ante lo que mi vista divisaba como un paraíso, como un paisaje en todo su significado, ese era su escondite, era su lugar secreto, aquel que había decido compartir conmigo, con una perfecta extraña, no hacía falta ver los alrededores, la ropa y un poco de comida, podía incluso llegar a entender su ansia de buscar mas y regocijarse con el encontrar de un trozo mas del mundo desconocido. Aun tomaba su mano, no quería soltarla aunque el silencio y la armonía eran señales de que podía estar tranquila y que eran los calmantes que adormecían a los tenebrosos pensamientos. No sentí cuando se alejo, o quizás si pero solo fue como una reacción, me dejo sola, me dejo ante la imagen del lago cristalino, cubierta por las sombras del sauce llorón y sus ramas caídas con pequeñas góticas que me recordaban una pequeña lluvia pasada, me dejo a merced de la naturaleza, del sosiego de la misma.

Estaba presa en mi mente, las palabras no fluían con la necesidad que las requería, extrañaba su tacto y el aire aventurero y extrovertido del camino pero aun así admiraba por completo la recompensa que ante mí se hallaba. Solo podía oler, ver y sentir, el lago salado, la humedad y el efluvio de las flores, mis pies en el suave pasto, estaba rodeada en un paraíso con el que había soñado por días luego de el cansancio y agotamiento humano, pero que nunca había tenido el interés de buscar -Es... Hermoso ya sería una palabra pobre y muy usada y lamentablemente lo hilos de pensamiento se habían alejado de mi, dejándome justo cerca de la libertad que en mi habitaba -Una palabra de mi autoría dañaría lo que por mi mente pasa en este instante, belleza y mas diría que esta noche a puesto frente a mi ¿cómo agradecerle tal gesto?. Voltee a ver a Lionel, mis ojos se iluminaban y poseían un brillo inusual semejante al reflejo del agua -Hasta podría oírlo sin cesar mencionando mi nombre hasta que su garganta le pida a gritos un reposo. Un tono de inocencia burlesca fluyo de mi hasta que fue suplantado por una sonrisa pura, ese era el único adjetivo que podía describirla -Gracias Lionel D´Maine. Y una vez más mi vista volvió a espectáculo, una vez mas volvió a lo que podía considerar adictivo eternamente.

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Mensaje por Lionel D'Maine Vie Oct 22, 2010 4:16 pm

-No se cuando empezó ni siquiera como se le ocurrió la idea de observar hacia atrás, cuando alguien miraba un nuevo paraje jamás miraba hacia atrás sino que quedaba embelesado con todo lo que tenia por delante, así era...pero, de pronto su mirada quiso observar lo que había detrás, un marco de naturaleza que parecía ofrecerles un rincón privilegiado mientras se mecían, se mecían con suavidad así estuvieran contoneandose, bailando, dando la bienvenida silenciosa a las dos personas que habian cruzado el umbral, se acordó entonces de una historia que le habia comentado un anciano que habia ayudado en paris. Se decía que la naturaleza del lago era muy caprichosa pues si no eras bendecido por ella cabía la posibilidad de que te dejara encerrado por mucho tiempo, incluso que te dejara encontrar el sitio pero nunca la salida, aunque por ahora podría decir que no le habia ocurrido aquello, eran sus pies los que le guiaban por el camino y mentiria si no eran tambien las condiciones climatológicas los encargados de ello.

Siempre habia hecho sus viajes en solitario, incluso parecia idiota pensando que entonces la naturaleza les iba a tratar como unos humanos sin corazón al venir a su tranquilidad, en cambio, ahora les estaba dando la bienvenida, recordando que tambien la dama parecia estar acostumbrada a la naturaleza era el juicio de un hombre que habia acompañado a muchas señoras por el lago y estas estaban mas preocupadas de que saliera cualquier insecto que de caminar o ver por donde iban, en cambio, ella se habia comportado como una de esas hadas que siempre habia visto en los cuentos...si, tenia que parar, tenia que parar de pensar en aquello pero nunca podía. Su mente se habia vuelto un caos de inconscientes pensamientos que vagaban sin necesidad de que Lionel los detuviera.

Pensaba, en las historias de los amantes perdidos, una chica y un chico de etnias distintas que se reunian a escondidas de los otros ojos ya que a los ojos de la naturaleza eran iguales, la realidad era cruel en especial la realidad humana, siempre se decia “con quien” “que” a todo lo que nos rodeaba sin darnos cuentas que cualquiera podía ser feliz, los ricos, debian de casarse con los ricos porque de ese modo su riqueza prosperaba, mientras que los hombres pobres debian de buscar esposas igual de pobres, ya que no podían recibir más. Colocó entonces las manos en los bolsillos, aunque la brisa no era excesivamente fría y húmeda como en otras partes del lago ya lo habia convertido en una costumbre, acariciar la tela del pantalón le traía simplemente de vuelta trás haberse llenado de todos los pensamientos antaños.

Lionel, esperando la reacción de la muchacha era paciente e impaciente al mismo tiempo mientras poco a poco una sonrisa pobló sus labios siendo de procedencia lenta pues primero empezó por las comisuras de los labios luego finalmente mostró su autentico rostro cuando admiró los labios abiertos de la joven, quiso interrumpir el momento en el que ella estaba mirando al exterior, no lo hizo, quiso decirle y contarle que habia muchos lugares escondidos tal como el sauce donde muchos otros habian tallado sus nombres, algun que otro recuerdo, pero, no era comparable al admirar que su objetivo de haber sorprendido a la dama se hubiera cumplido, en especial, porque Lionel no era ninguno de esos caballeros con encanto o aquellos hombres que sabían dominar a la perfección el idioma femenino para poder hacer sentir mejor a las mujeres, Lionel, solo podía ser Lionel y sin embargo ahora mismo aquel orgullo que renacía escondido habia florecido cual azucena campestre de haber escuchado la palabra “hermoso”-


Si, una noche lo encontré incluso no pude evitar quedarme como un tonto en el centro observando donde me encontraba. Tuve que volver otro dia para adivinar el sitio exacto y verlo de nuevo con otros ojos, pero siempre me sorprende.

-Era el lugar idóneo, los poetas lo llamarían el paraiso, los pintores la inspiración, los escritores la musa pero para ellos era solamente su lugar escondido, sus orbes no pudieron evitar observar el rostro de la mujer e incluso habria roto el silencio que de nuevo se creó diciendo alguna frase como “tu eres la que completa la hermosura de aqueste paraiso” pero, sabía que no era precisamente el momento para decirlo y que solo serviría para que ella creyese que tenia intenciones deshonestas cuando no era la situación. Una brisa suave les meció a ambos, un pensamiento parecía indicarle que el viento estaba celoso o que la naturaleza exigía su papel como protagonista no solo para la mujer sino también para el hombre.

Cuando la estaba mirando, entonces ella se volteó a verle lo cual dió una escena cómica de Lionel mirando hacia otro lado, dejando que sus cabellos escondieran parcialmente sus facciones, pero, una sonrisa apareció de nuevo, volteando, finalmente sin tanto disimulo para admirar de nuevo los orbes ajenos, en cuando le dijo las gracias Lionel no tardó en colocar la mano en el pecho e inclinar el rostro hacia delante en una reverencia teatral, no habia necesidad de agradecer nada más bien seria al revés-


No ha de preocuparse, ni de darme las gracias, esta noche por favor, sientase como mi invitada.

-Tras decir aquello caminó hacia el centro en donde habia colocado las sábanas que habia usado otras noches, las admiró, parecían que estaban en buen estado y hasta se sorprendió ya que penso que se las habian robado o que algun insecto habría cometido alguna atrocidad con ellas, el instante de pensar que estaría peleando con insectos delante de anabella le hacía poner los pelos de punta, pero afortunadamente no habia ninguno solo fue cuestión de sacudirlas un poco y caminar cerca del sauce llorón, colocando allí las sabanas. No tardó mucho, e incluso con una sonrisa se inclinó de nuevo como harían los mayordomos, habia visto a tantos en sus numerosos trabajos que no era muy dificil aprender de ellos-

Tras un descanso, señorita Anabella iremos a pasear en barca para descubrir los secretos de la laguna. ¿Alguna objeción de ultima hora?
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Mensaje por Invitado Dom Oct 24, 2010 11:22 am

El recuerdo se había ceñido a mí como el más ajustado corsé que la sociedad había implantado para las modas femeninas, de manera absurda me adentre en el inicio del pensamiento para adjuntar que gracias a ello muy pocas de las mujeres podían mantener una respiración segura, reí para mis adentros, mi estado de ánimo era tan cambiante como el astro lunar; un día una irradiada felicidad, un día una tristeza vacía, un mediodía una confusión permanente y al otro una grandiosidad llameante. Pero ahora que me hallaba en un escenario basado en la naturalidad y hermosura que el ser supremo había creado, había decido en basarme en pensamientos absurdos y llenos de incoherencia cuando el ser que permanecía frente a mí, justo visto por mis ojos, merecía las más extensas filosofías, integrales y llenas de una inteligencia superior. Me reproche por ello y deje ir cualquier hilo que implicara un deje de vagancia y no llamara a todo lo que lo contrariaba.

Mis ojos pudieron admirar una escena atípica a la realidad, de seguro muy poco común y solo vista en las amplias obras de teatro o narraciones de antaño, las que se describían con belleza textual y armonía derramada. Su rostro se hallaba perdido en un debate de pensamientos que de seguro solo el entendería, su iris admiraba un lateral de su ubicación y el frio viento cumplía con su misión al hacer que sus cabellos ondearan cual suaves hebras de lino, cubriendo lo simétrico y perfecto de su rostro, pero aun así el brillo de sus ojos permanecía intacto, fijo en mi al darse cuenta de mi presencia frente a él y semejante a cualquier estrella, no, erraba, no se semejaba a ninguna estrella puesto que parecía un punto diminuto perdido en la calidad color caramelo de sus ojos, un punto que poseía brillo propio y del que las mismas estrellas envidiarían con creces. Mis ojos recorrieron mis alrededores con sutilidad, recordando cada rasgo, cada hoja caída de los arboles, cada rama húmeda del sauce lloro, cada orilla del cristalino rio, el pasto de un verdoso brillante, el tronco fuerte y rígido, el firmamento oscuro y la luna llena en su esplendor bañándonos con su luz blanquecina. Todo como un cuento, si, como las narraciones que mi madre me contaba, donde luchaba con el sueño para abrir un hoyo invisible en mi imaginación que me permitiera estar, sentir ese mundo de princesas, príncipes y condes; dragones y hechiceros; formar parte y ser una más, una que no estuviera presa como un canario colorido en una jaula de oro, obligado a cansar solo la melodía que sus dueños desearan escuchar. En ese preciso instante me sentí como una niña, solo como una de ellas intentando indagar a su alrededor para recordar que esta vez sí pudo lograr su sueño de formar parte de un trozo de mundo ajeno a la realidad.

-La naturaleza siempre nos sorprende, nunca será tan hermosa como el ayer pero siempre será mas viva en el mañana. Mencione pese a su comentario, incluso me pregunte si nuestras expresiones había sido semejantes al encontrarse nuestros orbes con tal belleza, si nuestro rostro y labios habían carecido de expresión y palabras respectivamente al no hallar una coherencia capaz de describir tal admiración. A duras penas podía recordar el camino, solo citaba a un tronco grande por el que cruce, dos o tres arboles en filas y un camino lleno de hermosas flores, pero con esos datos no lograría mucho así que supe que podría volver, de momento, y sería maravilloso si contaba con su presencia de nuevo. Una risa involuntaria broto de mis labios sonrosados cuando hizo una inclinación un tanto teatral pero que se mantuvo a la perfección, debía de mantener un conocimiento de la etiqueta y arte excelente. Le respondí sin duda alguna, inclinándome un poco, tomando dos trozos de los laterales del claro vestido y haciendo una reverencia con mi cabeza, dejando que las hebras oscuras se deslizaran con naturalidad por mis hombros, hasta yo misma encontré con grata diversión ambas acciones pero que sin embargo mantenían alejado como un mural a los tormentos oscuros que me rodeaban. Era eso, su invitada, aunque me negara a serlo y colaborar con él, no sentirme como una dama de gran puesto social a quien se le atiende y se le evita cualquier obstáculo que dañe su posición como si de una figura mamonea y perfecta se tratase, no llegaría ni a la definición de tal oración ya que solo era eso, una figura común, una mujer común, no era ni la mitad de las mujeres de amplios vestidos y peinados, a ello atribuía también mis miedos a los cuales no quería referirme, no, ese momento no.

Me acerque con pasos lentos, me costaba alejarme y pasar de ser la figura central, llena de paz que portaba el centro del escenario a ser un pilar mas pero que aun así compartía su hermosura. Mantenía una distancia considerable viendo como posaba una sabana limpia y blanca cerca del sauce, me vi tentada a ayudarlo pero supe que no lo tomaría del todo bien pese a las atenciones que estaba manteniendo conmigo. Su comentario formo una sonrisa, una curvatura sana y pura, no mostraría objeción, más bien mi ser ansiaba aventuras, descubrimientos, una salida clara a la monotonía que me rodeaba y al despertar, trabajar y huir en los sueños -No me negare ya que no es en lo absoluto lo que quiero, pero solo con la condición si me trata como a una compañera, como una simple persona, no como una dama de alta sociedad o una figura celestial que merece cualquier admiración, lo agradezco claro está, pero me sentiría mas cómoda si puedo verlo como Lionel, sin etiquetas ni sus semejantes. Solo seamos dos seres bajo el esplendor del astro, dos personas que huyen del ámbito parisino para buscar mas allá de sus confines. Me acerque a su lado y con cuidado de no incomodarlo pose una de mis manos en su brazo, podía sentir la fuerte textura del mismo y a la vez la suavidad emanada como la de un niño. Su mirar aun me observaba y fue lo que me dio pie a continuar sin temores -¿Podría contar con ello?.

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Mensaje por Lionel D'Maine Vie Oct 29, 2010 11:09 am

-No interfirió en ningún momento cuando ella estaba observando todo lo que le rodeaba de aquella manera, es más, dejó que lo hiciera como lo deseara, pues en cierto modo se acordaba cuando él había llegado a ese sitio en cierto modo inhóspito para muchos, se le habia acelerado el corazon y todos los pensamientos s ehabian derrumbado en un solo segundo, por lo que no veia adecuado empezar a llamar su atención con movimientos de mano o palabras que no serían sino meros obstáculos para que se bañara en todo. Una mirada no bastaba, dos, tres...incluso cuatro veces habia que mirar todo para admirar el paisaje que nos rodeaba. Aquello sin duda le hacía sentir pequeño le mostraba cuan enorme podía ser la naturaleza y cuan diminuto podía ser él, siempre se habia enseñado en la escuela e incluso los padres, que el ser humano era el animal mas inteligente de todos, porque construía, andaba, pero se olvidaban de la naturaleza de lo pequeño que quedaba el ser humano al lado de ella...le gustaba, le gustaba sentirse insignificante e incluso nadar en aquella inferioridad cómodamente.

Dedicó una mirada hacia el cielo, con una sonrisa en la boca que hablaba por si sola, el cielo era a lo que muchos aspiraban a llegar en cuando estaban a las puertas de la muerte pero pocas veces se entretenían en jugar con las estrellas, admirarlas, sentir el aroma como la lejania parecia ser una estratagema del propio destino a las personas ciegas, podias pasar toda la vida disfrutando de la vida terrenal sin preguntarte nunca como seria vivir en una estrella, ¿desde cuando aquellos pensamientos rondaban por su mente? Siempre habia sido lo que muchas veces se habia conocido, como un ser romantico, excesivamente romantico...sonriendo ante aquel pensamiento no pudo evitar tocarse los cabellos, estaban rozando su piel debido a los movimientos de la brisa, asi que a menudo se le hacía algo molesto a lo que no tardó en detener el movimiento de sus cabellos con una goma que siempre llevaba en su muñeca.

La gente, en especial los que se aferraban a las tradiciones veían como un pecado que un hombre tuviera el cabello largo, no habia percibido en muchos hombres el cabello de ese estilo, solo en pocos y la mayoria eran extranjeros, los gitanos tenian los cabellos largos tanto los hombres como las mujeres, algo que los distinguía, en una ocasión descubrió a un anciano que decia que tener los cabellos largos era de ser de una costumbre bárbara, ¿seria aquello cierto? Lionel era un barbaro solamente por tener asi el cabello ¿podría tener razon aquel anciano?. El silencio que se habia formado entre ambos habia desaparecido finalmente cuando mencionó aquellas palabras-


La naturaleza es hermosa porque se encarga de sobrevivir, es efímera, más incluso que el ser humano aunque se vista de inmortal...por eso es hermosa, porque sabemos que en cualquier momento, las estaciones, el propio ser humano puede acabar con ella asi que cuando crece, resucita, vive...es cuando mas hermosa es.

-No le estaba quitando razón a las palabras dichas por ella, era como si quisiera dejar claro que aqueste paisaje seria mucho mejor mañana, mientras que no podía deambular en el ayer, parecia aquella frase que los enamorados decian acerca de “lo que miras hoy puede que te gustase ayer, pero lo disfrutas más mañana”, algo así. Sin remedio, Lionel se quedó perdido en lo que habia dicho, pensando de nuevo en lo hermosa que era aquella mujer, no tardó en observarla, admirando lo que estaba haciendo, caminar finalmente hacia donde había colocado aquella “temporal” sábana.

¿Así se sentiría ser un mayordomo? Era hermoso siempre y cuando la persona a la que dedicabas tu vida fuera como aquella mujer, sencilla, pero en ocasiones era todo lo contrario, las personas se marchitaban con el oro, en especial los hombres...alguna vez le habian dicho que fuera un mayorodmo pero siempre se habia negado, servir a una persona durante toda su vida, no habia sido precisamente su estilo, ya que Lionel ante todo era un gitano romantico que no se podía callar ante cualquiera que le insultara. Dejó sus orbes clavados en los ajenos, cuando sonrió, el exceso de formalidad era irrelevante, no queria conocer sus palabras sino a aquel hombre que se empeñaba en hacer reir a aquella dama-


Espero que no te arrepientas suelo ser demasiado pesado

-Le guiñó un ojo, dejando la mano libre sobre la suya, volviendo a mirarla como solía hacer, con detenimiento pero sin llegar a ser excesivamente pesado, molesto e incluso evitando la incomodidad, ¿como se sentiría el paraiso? Ahora mismo estaban ellos dos, en mitad de la noche, disfrutando de todo lo que les rodeaba...como si aquello fuera el objeto de algún bocado prohibido, no dudó el sonreir colocando la mano libre sobre la de Anabella, se sorprendió comprobar la poca diferencia de tamaños que habia, la calidez y tibieza al mismo tiempo de la piel de la muchacha, entonces, se sentó, dando un pequeño empujoncito a Anabella para que se sentara un poco más cerca, claro que dando siempre las señales adecuadas para que no se asustase, Lionel no sabia que haría si ella se asustara de algo que habia hecho con cuidado-

Cuando llueve es aún más hermoso...

-Lionel, como buen hombre de tiempo amaba la lluvia, el sol no le molestaba era cierto y la lluvia a veces era molesta pero le encantaba ver como la naturaleza recibía el agua, simplemente, el sentir que la lluvia dentro de poco acariciaria su piel le hacia sonreir, ahora, el cielo estaba raso y lo agradeció incluso más por poder disfrutar de aquel tiempo con ella, con una sonrisa señaló luego la barca, diciendo obviamente, que luego sería un plan al que seguro o al menos eso esperaba no se opusiera-
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 30, 2010 8:40 am

El esplendor divino del manto nocturno nos bañaba y cubría cuidadosamente como el manto de un soberano lleno de cristales y lineales de tela fina que enmarcaban cada vez más su belleza. La diferencia para aquel entonces era que no existía ámbito material alguno en nuestro entorno y en el escenario que sirvió para ese encuentro en manos de la deriva del destino. Todo era creación de la perfección divina, antes de que todos pensáramos en mostrar presencia en los confines terrenales; cada hoja, cada rama, cada insecto que huía despavorido por la presencia de gigantes de blanca piel era creación de una figura suprema que nos había brindado ese tramo de tierra donde no existían pecados, donde no habían dudas, donde las murallas de espesos matorrales alejaban cualquier tortura o pesadilla que quisiera acercarse. Incluso la presencia de Lionel me ayudaba de sobremanera a encontrar paz en ese trozo de luz en un pozo profundo de oscuridad. Podía decir con creces que había encontrado lo que buscaba después del ensayo agotador, que ese respiro que tanto necesitaba lo había conseguí con un viajero furtivo sin destino aparente; un amigo, un compañero, un hombre de rasgos finos que vagaba por el mundo llevando su armonía y su paz a cualquiera que lo necesitase.

Su voz tan llena de lirica y reconfortante menciono lo que mi mente hilaba con cuidado, solo que de sus labios fluyo de manera natural ya acostumbrada a su hablar. Desvestía a la naturaleza como una amiga, como un motivo de vida; cambiante y luminoso que al parecer conocía de memoria seguida por el recorrido de su andar por los confines terrenales que había conocido y de seguro mis ojos cristalinos no habían detallado aun. Negué ante su precaución con una sonrisa pura y llena de alegría. Su mano tomo la mía con cuidado, la calidez embriago la yema de mis dedos la percibir su tacto a pesar la diferencia de tamaños, era tan suave que fácilmente despojaba cualquier semejante a un edredón de plumas de aquellos que solo la clase alta puede comprar y que se reflejan entre los vidrios de la tiendas siendo en anhelo de muchos pobres que a duras penas pueden comprar un trozo de pan.

Con un pequeño halan hizo que me sentara a su lado, a una distancia considerable donde cuide con dedicación que el simple vestido no se moviera de su lugar seguido del rebelde cause del viento. Me pose sobre la sabana limpia a su lado, el aire recorría cada espacio que nos rodeaba y movía los cabellos del hombre que me acompañaba y los míos propios que cedían sin miedo alguno despojando el sosiego de su perfume a flores. Mi vista lo siguió de momento, admirando sus rasgos juveniles a pesar de, quizás, una edad aun mayor, a diferencia de mi persona que derrochaba su juventud en un abismo de tristezas y malos recuerdos. Posterior fije mi iris en el lago y en la barca que había a sus orillas, de seguro seria una experiencia reconfortante, algo nunca había intentado en mis años anteriores que solo se basaban en la etiqueta y en la delicadeza que se supone que tenía que conllevar como dama que era, para la mirada de condes, duques y la envidia propicia de las mujeres que podía llegar a creerse superiores por la cantidad que mantenían en las bóvedas bancarias, lo más absurdo era que todo había sido en vano puesto que el príncipe que tanto esperaba termino convirtiéndose en el peor de los terrores, malgastando sus ojos claros y la belleza masculina que alguna vez vi en Nathaniel.

-No lo dudo, siempre me ha gustado la lluvia. De pequeña solía escaparme de los brazos de mi tía hacia el jardín que ella mantenía en su acomodada mansión. Me gustaba que las gotas tocaran mi rostro deslizándose por mis mejillas y más aun el color intenso del rosal cuando los restos se perdían entre los pétalos, era fascinante. En pocas palabras le mostré a una Anabella encerrada en una jaula de oro, como el canario más costoso destinado a entonar las melodías que se le plantean sin la posibilidad de ir mas allá siquiera en una nota musical que creía que sería buena para la composición. No podía hablar más o de seguro desprendería con cada palabra una duda que el se sentiría impulsado a saciar, no lo culpaba si una interrogante fluía de sus labios pero aun así no me sentía preparada aun para narrar parte de mi historia y que el comprobara que no era la blanca ave, despedida de todo pecado que sus ojos habían visto en las orillas de la laguna -Si no estuviera aquí podría jurar que este paisaje se hallaba perdido ante los ojos humanos. Agregue con una pequeña sonrisa borrando cualquier señal del tema anterior y de mi vida como tal y todo lo que esta incluía -Tu vida Lionel...¿qué hay de ella? ¿De dónde eres? ¿Qué te trajo hasta aquí?. Al contrario yo si quería saber de él, quería oírlo decirme cada dato suyo que pudiera saber, mientras, mi mente se organizaba pues sabía que de un momento a otro el tendría que saber de mí y me había brindado la confianza para poder hacerlo sin dudas.
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Mensaje por Lionel D'Maine Sáb Nov 06, 2010 7:05 am

-No sabía el porqué habia disfrutado tanto de aquel toque entre ambas manos, era cierto que él habia tomado las manos de muchas mujeres y lo habia reconocido pues entre el trabajo o al guiar a las mujeres a encontrar algún camino habia tenido el placer de tomar las manos de algunas damas pero nunca habia sentido aquella magia con la que ahora se hacía testigo...el hecho de que aquella mano fuera un poco más pequeña que la de Lionel asi como los distintivos de suavidad que parecía poseer era lo que una vez más le atraía inexplicablemente a aquella dama. ¿Alguna vez le habia dicho que era un idiota por como se estaba comportando? Un gitano de su clase, pestrando mas atencion a cada movimiento que ella hiciera, como, si al mismo tiempo dejase de argumentar y dijera que era sin duda una de las más hermosas criaturas que tenia el gusto de ver.

No pudo pensar nada más, mejor dicho, dejó de pensar en el momento que ella se habia colocado a un lado suyo admitiendo su presencia, no era lo mismo darle aquel toque de manos para que se sentara con él y que ella finalmente lo hubiera rechazado a una afirmación clara de que le gustaba estar con él y que ante todo no le molestaba su presencia.

“Eso es porque aun no le has dicho que eres un gitano”

¿Cómo cambiaría si le dijera que era un gitano? Antes de pensar en eso, se detuvo a admirar el suave balanceo de la barca como si al mismo tiempo los estuviera esperando con paciencia, se imaginó a si mismo a la barca impaciente, deseando que alguien le montase y en cambio cuando veia a alguien se volvia completamente paciente, diciendo “aqui estoy para que me monteis” aparte de aquella sonrisa tambien pudo de nuevo caer en la cuenta de lo fácil que era recordar cuando estaban allí, sentados, con la caricia de la hierba reclamando su protagonismo, el viento, la respiración que se convertía en un laberinto buscado, el vaho no era bienvenido por como la respiracion de lionel se mostraba sin ningún cálido humo que saliera de ella. Mágico...todo, todo lo que le envolvía inspiraba mágia.

El silencio se vió interrumpido por las palabras de anabella, esperaba que no se lo tomara como una falta de respeto que mientras los cabellos de ambos se mecían en silencio, Lionel la observó, detallando su rostro, si, mucha gente era lo que encontraba molesto de estar con él, que en cualquier momento mientras hablaban Lionel pudiera investigar sus facciones...eso es lo que se permitió con ella, claro que siempre con discreción, cuando mencionó la palabra “mansión” le llego la visión de una pequeña encerrada de nuevo en lo que él llamaba la maldición de los ricos, donde nadie se salvaba y mucho menos los hijos. Alguien que muy pocas veces habia podido saborear la libertad puesto que ahora que lo pensaba nunca lo habia experimentado, el hecho de tener mucha riqueza y que por ende la libertad no fuera sino una ilusión. ¿cuantas veces habia maldecido a la gente con dinero? No podía negarlo, habían sido demasiadas ocasiones como para poder esconder la evidencia

Pero siempre sabía que Lionel poseía algo que esas personas nunca habian podido experimentar, aquello era precisamente la libertad, lo que cualquier persona sin dinero tenía, cierto que cada humano tenia una ley que le permitía aferrarse a ciertas cosas, el dinero por ejemplo, era una ley que siempre manipulaba a las personas transformando aquella libertad de igual modo, pero ¿no habia podido ir lionel a cualquier lugar? En cambio, por el tono de voz de anabella podía sentir que habia experimentado mucho dolor, quizás, porque no habia podido disfrutar de una vida lo suficiente digna, ya no pensada en los trajes y los ropajes que muchas mujeres y hombres preferían, sino, simplemente aprender a vivir más allá del glamuroso dinero.

Por suerte o por desgracia, Lionel habia perdido a su padre en una edad muy joven, habia descubierto lo que era la libertad a através de todo el mundo, alemania, rusia, españa, grecia. Había ido por todos los lugares aprendiendo de cada uno de ellos, la filosofía se la enseñaban los profetas ilegales, las luchas por el territorio de algunas bandas, incluso las amas de casa normales, los poetas, los pintores casuales...cada cual habia instruído a aquel muchacho que ahora se sentaba, recordándoles aunque tan solo fuera por un periodo corto de tiempo ya que no tenia mucho tiempo para acordarse de ellos, buscando algo en lo que ganarse la vida, sobre todo, trabajando-


¿Sabes que es lo que suelen decir? Una vez me encontré a un poeta que dijo que cuando llovía parecia que dios deseaba limpiar al mundo pero que tambien se asemejaban a pequeñas lágrimas...por eso me gusta estar bajo la lluvia, como si me excomulgase a mi mismo de tantos pecados que he cometido

-Se sonrió cerrando los ojos, dejando caer su cuerpo en la manta, tumbándose, aquello seguramente no estaría en algún manual de etiqueta pero se sentía bien, hablando de aquella manera exponiendo que todo lo que le rodeaba era hermoso pero cuan hermoso se vería si la lluvia lo rodease, se volvería todo como un macizo borroso cubierto por el agua, la botella se humedecería pensando en estar de nuevo preparada para cualquiera que le necesitase, sin darse cuenta que poco a poco su final se escribiría despues de aquella lluvia si no salía el sol.

Asintió ante lo que mencionó del paisaje cuanta razón poseía aquella mujer, por eso penso que tan solo una sentimiento explicaría mejor lo que quería decir que con las palabras nunca podía dejar. Ladeó finalmente el rostro prestando atención a cada una de sus preguntas, no le gustaba mucho cuando era el centro de atención puesto que nunca habia tenido la ocasión de serlo y cuando pudo hacerlo habia descubierto que la curiosidad de algunas personas no encontraban ningún fin. Se mordió entonces los labios colocando las manos en los cabellos, dejando que la hierba le acariciase, de paso tomaba algunos brotes entre sus manos irguiéndose finalmente para afrontar los orbes de anabella con una sonrisa en los labios-


Hm, bueno, lo que puedo decir es que mi vida no es muy aburrida ya que no tengo tiempo a aburrirme, debo de trabajar todos los dias en algo diferente...debido a mi etnia, soy de raza gitana por lo que la gente no me mira con muy buenos ojos asi que los trabajos que consigo temporales...soy de alemania, por algunas razones tuve que emigrar hasta que finalmente di con paris, mentiria si te dijera que aun no se si habré de viajar lejos algún dia, cosa que espero llegue tarde...cansa, cansa demasiado ir de un sitio a otro sin poder tener a lo que llamar “hogar”.
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