Encuentro entre especias [Carlos de Tucapel]

por **Asura Nanami** Vie Ene 22, 2016 6:02 am

Aquella mañana los rayos del sol que se colaban por la ventana habían echo que lograra despertarme, sintiendo mi rostro algo más cálido en comparación con el resto del cuerpo. La ventana quedaba justo enfrente de la cama y a esas horas tempranas el sol se colaba por ella, hasta alcanzar mi cama… y mi rostro.

Bostecé todavía enrollada en las sábanas dejando que el calor se fuera extendiendo por mí cuerpo mientras contemplaba el día soleado que, al parecer, había aquel día. Estaba segura que la señora Ishikawa estaría haciendo el desayuno mientras su marido volvía del mercado. Todas las mañanas eran casi siempre lo mismo cuando me levantaba.
Hice un puchero antes de salir de la cama sabiendo que iba a tener frío y, armándome de valor, salí hacia el cuarto de baño donde abrí el grifo para darme una ducha.

Una vez terminada y vestida bajé a la cocina donde, como siempre, ya estaban los dos allí. Haruka estaba terminando el desayuno y me sonrió al verme. Eran unos viejos amigos de mis padres que, cuando este les avisó de que iba a ir a París, no dudaron en buscar una casa donde quedarme. Mi padre también les ofreció que se quedaran y así no estaría tan sola, cosa que ellos aceptaron enseguida.

-Ohayogozaimasu*, Asura-san –dijo Haruka en cuanto entré por la cocina, dejando un plato para mí en la mesa.
-Ohayo Haruka-san –le respondí con una sonrisa sentándome a la mesa mientras escuchaba al señor Ishikawa hablando al otro lado de la habitación.
-¿Qué planes tienes para hoy? –Haruka se sentó conmigo en la mesa y me miró sabiendo que, como cada día, iría a dar una vuelta por la ciudad. Era como una madre para mí y se preocupaba como tal, siempre diciéndome que llevara cuidado y preguntándome donde iba a ir.
-Creo que iré al mercado, siempre que he pasado a sido de lejos y quisiera acostumbrarme a los productos de aquí –Poco a poco me iba acostumbrando a la ciudad, una que era muy distinta de la mía. Terminamos de desayunar y subí de nuevo cogiendo uno de los kimonos que me había traído de Japón. Me recogí un poco el pelo y cogí todo lo necesario por si quería comprar algo.

Al salir de la habitación me despedí y salí por la puerta dispuesta a adentrarme en aquel mercado que siempre había visto cuando pasaba por delante, pero que nunca había entrado en el.
Ya llevaba un par de meses en la ciudad y me orientaba mucho mejor cada día, recordaba donde estaban los sitios importantes y estaba convencida de que si me dejaban en alguna calle, no me perdería.

Cuando llegué al mercado me adentré entre el tumulto de gente que había, dándome cuenta desde el principio que no tenía nada que ver con los mercados de Japón. Los productos eran parecidos pero había algunos que no los había visto nunca.
Seguí observando cada puesto que había sin fijarme realmente por donde iba, ya que estaba más pendiente de las cosas expuestas que de la gente alrededor.

Y de nuevo mi faceta de no llevar cuidado, más lo torpe que parecía a veces en determinados momentos se juntaron de nuevo, haciendo que en una de las veces en las que cambiaba de un puesto a otro… me chocara contra alguien.

-¡Auch! –murmuré por lo bajo cuando me choqué contra la espalda de alguien, y llevé una de mis manos a la frente que era donde me había dado el golpe. Miré hacia el frente dándome cuenta de que era un hombre el que estaba delante de mí y me mordí el labio, nerviosa, de cómo pudiera reaccionar ante el choque.
-¡Lo siento mucho! –dije inclinándome un poco- Ha sido mí culpa…. Yo no…. Yo no estaba mirando y…. –genial, se me daba genial disculparme por aquel tipo de altercados. Miré al hombre ofreciéndole una de mis mejores sonrisas, esperando que aquello lo aplacara un poco, y recoloqué los mechones sueltos que, del golpe, ahora estaban libres por mí rostro- Soy Asura Nanami, y siento ser tan…. ¿torpe? –pregunté alzando una ceja, no recordando si se decía así o no.

*Ohayogozaimasu: Buenos días

por **Carlos de Tucapel** Jue Ene 28, 2016 3:03 pm

"Cada destino es como un hilo rojo que une nuestras almas y de ella debes saber, no se puede cortar."
Anónimo.

Ahora que vivía en Francia, debía hacerme la idea de que la visita al mercado seria más frecuente de lo que podía imaginar, si bien en Chile podíamos cultivar lo necesario, aqui en una sociedad tan moderna el autocultivo parecía ser algo arcaico o más bien relacionado a la clase baja.
Siempre me fue curioso como una sociedad que decía ser, el nuevo comienzo de las libertades en el mundo entero tuviese tal imagen de algo tan hermoso como cultivar lo propio.
Era un hecho que la industrialización había llegado y que los mercados eran cada vez más escasos, era una bonita manera de sentirme aferrado a un pasado el cual pertenecía y me sentía feliz de haber pertenecido a ese pasado.
Las Fabricas disimulaban a lo lejos las campanas de entrada de los trabajadores y una Francia que alguna vez fue tan especial, hoy parecía un nuevo Londres, con aquel humo saliendo de fogosos tubos y de edificios modernos que nos gritaban al rostro, que el mundo estaba cambiando.

- Deme aquellas manzanas... y algo de aquello... -

Me sentía más nostálgico que de costumbre, sera... porque echaba ya de menos a mi hermoso pueblo, a mi madre ya anciana que no sabia cuanto tiempo más la tendría entre mis brazos... a mi hermanos que de seguro habían crecido y a mi tierra que cada día peleábamos por recuperar.
Encendí un cigarrillo y el olor a tabaco inundo rápidamente mis sensaciones sublimes, de tristeza y soledad, de no tener un amigo con quien conversar en estas tierras, de no tener a quien decir "hola" por las mañanas... era extraño estar en una tierra la cual no conocías y que de pronto sabias estabas obligado a pasar un tiempo en ella.

Era común ver en el mercado el tumulto sereno que se provocaba por las mañanas, aun en la calma se producía un ajetreo que ya era cotidiano para los que solíamos venir a menudo a estos lugares y si bien la fragancia solía recordarme muchas veces al puerto de Talcahuano no fue sino hasta que vi unos atrapasueños que me hicieron recordar lo lejos que estaba...
Me dio pena...

- ¡Auch! -

- Señorita, ¿se encuentra bien? -

Ya me era cotidiano recibir algún empujón matutino en estos lugares, no era algo que me molestara en absoluto, los atochamientos urbanos ya me eran familiares, sobre todo porque en los mercados gitanos españoles era peor.

- ¡Lo siento mucho!... ha sido mi culpa... Yo no... Yo no estaba mirando y... -

- Tranquila madame, comprendo, fue un accidente... -

Me era extraño recibir reverencias a estas alturas de mi vida, se notaba en sus bellos rasgos que no era francesa, ni tal ves europea, parecía asiática y... debía aceptar que nunca en mi vida había visto una más que la profesora de Derecho clásico que nos hacia en la Universidad de Valencia, a pesar de sus años la encontraba hermosa.

- Soy Asura Nanami, y siento ser tan... ¿torpe? -

Una sonrisa... una suave mirada, una sumisión que parecía ser propia de su hermosa cultura la cual deseaba alguna vez conocer...

- Ud... no es de estas tierras... ¿verdad? -

La mire suavemente, no podía decir quizás que mi mirada fuese amable, comúnmente decían que era penetrante, como si leyera el alma, la verdad no hacia tal cosa...

- Un encanto... Carlos de Tucapel para servirle... missa Nanami... -

Unos niños, burlescos en su infancia se burlaban de la señorita, parecían haber tomado unos francos, era común pasase aquello en las calles parisinas... la pobreza siempre fue un tema en la tierra de las oportunidades.

- No se preocupe... aunque, si me permite el atrevimiento, no es normal ver a una linda señorita... como ud. en estas tierras, yo tampoco soy de estos lugares, no conozco mucho la verdad. -

El murmullo y la solloza muchedumbre caminaban como si el mundo siguiera... era la cotidianidad del mundo moderno, de un mundo que recordaba que somos invisibles ante él, ante la inmensidad del mismo.

por **Asura Nanami** Dom Feb 07, 2016 10:14 am

""No es lo que vivimos lo que forja nustro destino, sino lo que sentimos por lo que vivimos""
Marie von Ebner-Eschenbach

Si bien aquel choque había sido un accidente haciendo que mi frente chocara contra la espalda del hombre que, ahora, me estaba ofreciendo una sonrisa en señal de disculpa. Respiré algo más relajada al saber que no iba a gritarme, o a mirarme mal o… a saber qué cosa podría hacerme, notando que no debía de estar tensa por su reacción. Relajé los hombros, y el cuerpo en general, y me fijé algo más detenidamente en la persona que tenía delante.

Era un poco más alto que yo por lo que tenía que alzar mi mirada y mi rostro para poder verlo a la cara, su pelo oscuro enmarcaba su rostro de piel más oscura de la que había visto en París, llevaba una barba de apenas unos días en donde se podía ver la marca de esta. Sus labios, que en ese momento estaban sonriendo, eran voluptuosos siendo el de arriba algo más fino que el de bajo. Y sus ojos, de un azul bellísimo, contrastaban con el oscuro de su piel, haciendo que resaltasen mucho más… sobre todo a plena luz del día.

Le sonreí más animada al ver que le restaba importancia a lo que había pasado y asentí con la cabeza cuando me preguntó si me encontraba bien, haciendo que llevara mi mano a la frente en el lugar donde me había dado el golpe, soltando una leve risilla por el hecho de ser tan torpe.

-Estoy bien, gracias por preocuparos –hice una leve inclinación de mí cabeza a modo de agradecimiento y sonreí cuando me dijo que no era de aquel lugar. Bueno, no era muy difícil adivinarlo, contrastaba mucho con las mujeres francesas que había por el mercado. No solo por mi piel que era un poco más pálida, sino también por el kimono que llevaba que era, sin duda, lo que más resaltaba en diferencia a ellas.- Provengo de un país que está bastante alejado de París, vengo del país del sol naciente, Japón –dije esperando a ver si sabía realmente por donde estaba el país que le había nombrado. No era la primera vez que me preguntaban dónde quedaba exactamente, a lo que gustosamente les respondía con tranquilidad, intentando explicarme lo mejor que podía y sabía con respecto a lo que conocía del idioma. Sino, siempre estaban las señas para expresarme.

Pese a que el temor oficial había pasado al ver que no se había enfadado por el choque, si que me sentí algo intimidada cuando se quedó mirándome de forma más fija. No sabría decir muy bien porqué, solamente sé que me quedé observándole a los ojos de forma algo fija en aquellos segundos que duró su mirada sobre la mía, solamente salí de aquel especie de trance cuando se presentó y dijo aquella palabra, haciendo que sonriera de nuevo.

-El placer es mío –dije sonriendo y ladeando un poco mí rostro ante la mención de aquella palabra- Podría ser que conocierais algo de mi tierra, ¿estoy equivocada, Carlos? –pregunté pareciéndome extraño llamar a las personas por su nombre, en mí país teníamos por costumbre llamar por el apellido, y por el nombre solamente si teníamos mucha confianza o eran nuestra pareja. Pero no estábamos en Japón por lo que tenía que adaptarme a las costumbres de aquí. Me mordí el labio ante su mención de que no era normal ver a alguien como yo por aquellos sitios, haciendo que mirara hacia un lado mientras sentía que mis mejillas ardían levemente por su comentario, haciendo que riera algo nerviosa por sus palabras- Comprendo entonces que no sois de aquí, ¿verdad? –hice una pausa y finalmente le miré- ¿Puedo preguntaros, de dónde sois? –En ese momento me fijé en que llevaba una cesta con comida, algo que había pasado desapercibido hasta aquel momento y luego subí mi vista de nuevo a él- Oh, lo siento. Seguro que estabais haciendo algo importante y no quiero haceros perder más el tiempo –dije pensando que seguramente tendría mejores cosas que hacer que estar perdiendo el tiempo con la pobre que se había chocado contra él por no andar en lo que debía-Yo... Seguiré viendo el mercado –le dije con una sonrisa.

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