AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sweety night { Privado }
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Sweety night { Privado }
{ Apreciar a alguien, no es tenerle pena, es ser conocedor de su situación ayudándole un poco más que a los demás }
¿De verdad?
-Sonrió suavemente al de nuevo, mirar con los ojos brillantes al camarero del restaurante, habia hecho algun que otro trabajo { siempre pensando que era por la caridad, por la pena que le sentian al verle vagabundear } los trabajos no eran nada del otro mundo, limpiar cuando todos se habian ido, tirar la basura, llevar algunos trajes a limpiar, compras. A decir verdad habia pasado mas a menudo de lo normal por alli donde ya conocía a la mitad de los empleados, trabajar, conseguir unas pocas monedas, lo suficiente como para subsistir uno o dos dias depende del precio que encontrase en las calles.
Pero esa tarde, le dijeron que podia sentirse como un invitado, mas bien como alguien que iba a comer en ese lugar, claro que le darían lo que el cocinero deseara que seria quizas algo pobre, pero comería gratis, probaria la comida que habia conseguido oler { y llevarse algunas sobras } volvió a suspirar asintiendo, sentándose en una de las mesas, al ser el atardecer dentro de poco habria mucha gente allí que se cobijaria del frío con un buen plato de comida casera. Se sonrió, esperando que le llegase el turno sentado cerca de la ventana, volviendo a mantener aquel gusto por mirar a la gente, lo que hacian, lo que miraban, sus expresiones, tanto, que se habia perdido en mirar a la gente, dejando que el tiempo pasara-
¿De verdad?
-Sonrió suavemente al de nuevo, mirar con los ojos brillantes al camarero del restaurante, habia hecho algun que otro trabajo { siempre pensando que era por la caridad, por la pena que le sentian al verle vagabundear } los trabajos no eran nada del otro mundo, limpiar cuando todos se habian ido, tirar la basura, llevar algunos trajes a limpiar, compras. A decir verdad habia pasado mas a menudo de lo normal por alli donde ya conocía a la mitad de los empleados, trabajar, conseguir unas pocas monedas, lo suficiente como para subsistir uno o dos dias depende del precio que encontrase en las calles.
Pero esa tarde, le dijeron que podia sentirse como un invitado, mas bien como alguien que iba a comer en ese lugar, claro que le darían lo que el cocinero deseara que seria quizas algo pobre, pero comería gratis, probaria la comida que habia conseguido oler { y llevarse algunas sobras } volvió a suspirar asintiendo, sentándose en una de las mesas, al ser el atardecer dentro de poco habria mucha gente allí que se cobijaria del frío con un buen plato de comida casera. Se sonrió, esperando que le llegase el turno sentado cerca de la ventana, volviendo a mantener aquel gusto por mirar a la gente, lo que hacian, lo que miraban, sus expresiones, tanto, que se habia perdido en mirar a la gente, dejando que el tiempo pasara-
Lionel D'Maine- Gitano
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Re: Sweety night { Privado }
Tras un día entero firmando órdenes de desahucio, detención y muertes, había llegado la hora de salir de la comisaría, más bien de salir del despacho de la comisaría. No había sido un día de acción, no uno como los que le gustaban a Temperance. Desde que era directora del cuerpo de policía de la ciudad, la acción se había reducido drásticamente. Antes de todo eso, Temperance tan solo era la oveja negra de una familia rica, que disfrutaba terminando con todo ser sobrenatural que considerara peligroso. Una afición que le había hecho llegar a ser miembro de una orden dedicada a ese fin. Un trabajo que durante su juventud le había propagado muchas alegrías y que le había hecho llegar a ser el tipo de mujer que siempre había querido. Fuerte, independiente y autosuficiente. No le importaban las habladurías de la gente, al menos las de la poca gente que la conocía. Ella no era la típica mujer florero que tan solo servía para adornar y para tener hijos. No, de eso nada.
Sabía defenderse sola perfectamente. Y eso le gustaba. Al igual que le gustaba su soledad. Soledad que se acentuaba debido a su naturaleza de mujer independiente. Su estilo de vida le gustaba pero…le estaba costando el permanecer sola. Y eso era algo que tenía bastante asumido, a decir verdad. Ella era una de las pocas mujeres con poder en aquella ciudad y no le gustaba hacer notar ese poder. Le sobraba y le bastaba con saber que lo poseía. Sin embargo, era inevitable el no ser conocida por maleantes, gitanos y demás seres cuyo estilo de vida peligraba seriamente y más siendo Temperance miembro de una orden dedicada exclusivamente a erradicar a aquellas criaturas. Por lo tanto, era normal que supiera defenderse sola y de una manera excelente.
El día había terminado y empezaba a anochecer. Temperance caminaba con decisión por las calles, con la idea de comer en un restaurante, como cada noche. Siendo el tipo de mujer que era, tampoco le daba ningún miedo caminar sola. Su vestido era largo, cómodo, nada abultado como la mayoría de los vestidos que llevaba la señorita de sociedad de la época, con una capa sobre los hombros que rozaba el suelo mientras caminaba, con la capucha firmemente colocada sobre su cabeza, le gustaba pasar desapercibida. Fue entonces cuando llegó a la puerta de aquel restaurante, en el que ya había cenado varias veces.
Nada más entrar por la puerta, un camarero se acercó, seguramente para indicarle amablemente que se fuera, dado que su aspecto a primera vista podía parecer demasiado siniestro para aquel restaurante, y eso que no era un lugar exclusivo como a los que ella había acudido alguna vez. Sin embargo, Temperance no tuvo que hacer nada más que mirarle a los ojos, y el camarero pudo reconocer perfectamente aquella mirada azul tan característica de Temperance. El camarero se deshizo en disculpas, sabía perfectamente quién era y que se estaba jugando la vida en aquellos precisos instantes. Quizá la vida no, pero si pasar un par de noches en el calabozo. Y Temperance se encargaba personalmente de que sus calabozos no fueran precisamente acogedores. El camarero avisó al dueño y el mismo dueño la acompañó amablemente hasta la mejor mesa de todo el local. Temperance no dijo nada en todo el camino, tan solo se sentó en su asiento y le indicó con un gesto de la mano al camarero y al dueño que se fueran mientras ella pensaba que iba a cenar. El lugar no era un sitio de lujos excesivos, pero a Temperance le gustaba. Lo veía muy acogedor.
Una vez estuvo sentada y acomodada, Temperance se quitó la capucha y le entregó su capa a un camarero que fue volando a retirársela como si fuera un tesoro nacional. Después, Temperance agitó su cabello, dejando que cayera sobre sus hombros y, acercándose un poco más a la mesa con la silla, ojeó la escueta carta buscando algo que la convenciera, mientras que los camareros instaban a retirar a toda la gente sentada en mesas cercanas a Temperance. Conocían de sobra que a ella no le gustaba nada estar rodeada de gente.
Sabía defenderse sola perfectamente. Y eso le gustaba. Al igual que le gustaba su soledad. Soledad que se acentuaba debido a su naturaleza de mujer independiente. Su estilo de vida le gustaba pero…le estaba costando el permanecer sola. Y eso era algo que tenía bastante asumido, a decir verdad. Ella era una de las pocas mujeres con poder en aquella ciudad y no le gustaba hacer notar ese poder. Le sobraba y le bastaba con saber que lo poseía. Sin embargo, era inevitable el no ser conocida por maleantes, gitanos y demás seres cuyo estilo de vida peligraba seriamente y más siendo Temperance miembro de una orden dedicada exclusivamente a erradicar a aquellas criaturas. Por lo tanto, era normal que supiera defenderse sola y de una manera excelente.
El día había terminado y empezaba a anochecer. Temperance caminaba con decisión por las calles, con la idea de comer en un restaurante, como cada noche. Siendo el tipo de mujer que era, tampoco le daba ningún miedo caminar sola. Su vestido era largo, cómodo, nada abultado como la mayoría de los vestidos que llevaba la señorita de sociedad de la época, con una capa sobre los hombros que rozaba el suelo mientras caminaba, con la capucha firmemente colocada sobre su cabeza, le gustaba pasar desapercibida. Fue entonces cuando llegó a la puerta de aquel restaurante, en el que ya había cenado varias veces.
Nada más entrar por la puerta, un camarero se acercó, seguramente para indicarle amablemente que se fuera, dado que su aspecto a primera vista podía parecer demasiado siniestro para aquel restaurante, y eso que no era un lugar exclusivo como a los que ella había acudido alguna vez. Sin embargo, Temperance no tuvo que hacer nada más que mirarle a los ojos, y el camarero pudo reconocer perfectamente aquella mirada azul tan característica de Temperance. El camarero se deshizo en disculpas, sabía perfectamente quién era y que se estaba jugando la vida en aquellos precisos instantes. Quizá la vida no, pero si pasar un par de noches en el calabozo. Y Temperance se encargaba personalmente de que sus calabozos no fueran precisamente acogedores. El camarero avisó al dueño y el mismo dueño la acompañó amablemente hasta la mejor mesa de todo el local. Temperance no dijo nada en todo el camino, tan solo se sentó en su asiento y le indicó con un gesto de la mano al camarero y al dueño que se fueran mientras ella pensaba que iba a cenar. El lugar no era un sitio de lujos excesivos, pero a Temperance le gustaba. Lo veía muy acogedor.
Una vez estuvo sentada y acomodada, Temperance se quitó la capucha y le entregó su capa a un camarero que fue volando a retirársela como si fuera un tesoro nacional. Después, Temperance agitó su cabello, dejando que cayera sobre sus hombros y, acercándose un poco más a la mesa con la silla, ojeó la escueta carta buscando algo que la convenciera, mientras que los camareros instaban a retirar a toda la gente sentada en mesas cercanas a Temperance. Conocían de sobra que a ella no le gustaba nada estar rodeada de gente.
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Re: Sweety night { Privado }
- Había en especial observado a una dama, no sabia porqué pero parecia no ser el tipo de dama como las que habia visto, tenía fuego en su mirada lo que muy pocas mujeres poseían y más siendo de alta clase como parecia que era ella, no habia nada más que ver aquel traje para conocer que no se trataba precisamente de una pobre muchacha. De ahí que se fijase en ella, las mujeres de alta cuna poseían una mirada sumisa en sus orbes tanto era asi que solamente necesitaban a un hombre para que les ordenase alrededor, que les comprasen vestidos, que fueran con ellas a la calle y el resto eran felices. En cambio esa muchacha parecia decir "aqui estoy yo" todos lo notaban no era el único.
La siguió hasta que se perdió de vista unos segundos volviendo a distinguirla cuando entró al restaurante, su ceño se arrugó, no supo porque pero al instante de su presencia todos los camareros en especial quien le habia tocado servir a la dama aquella noche estaban especialmente nerviosos, su gesto cambió a sorpresa, estaban hablando tan nerviosos que no pudo captar ninguna de las palabras que le habian dicho, hasta que uno de los camareros que más conocía a Lionel se acercó a él pidiendo disculpas-
¿Porque te...?
-Lo comprendió todo, cuando las pocas personas que habian entrado al negocio tuvieron que irse, el dinero lo movía todo, en especial en aquellos negocios donde cualquiera con dinero y con contactos podría hechar por tierra todos esos años de trabajo, entendió porqué se disculpaba y porqué apremiaba con la vista que se levantase y se marchase a no ser que quisiera que fuera por la fuerza, con una suave sonrisa se levantó tan solo para mirar a los ojos a la mujer. No, no iba a dejarse doblegar por una señorita que al parecer bastaba con tan solo mover un dedo para que todos la siguieran hiciera lo que hiciese-
Entiendo, comeré detrás si no os importa
-Sonrió a la mujer lleno de ironía, debia de agradecer que estaba en "casa" de sus amigos y que no se le ocurriría faltar el respeto a alguien que podría causar en un pestañeo el daño a aquel negocio, pero aquella mirada lo explicaba todo cuando entonces inclino solo un poco el rostro, no se inclinó como todos los demás demasiado exagerado, aquellas eran las inclinaciones que se le daba a la gente con estatus economico importante e incluso aunque esa mujer lo tuviera, no se merecia por ahora el respeto de Lionel, así que le dió la espalda dispuesto a irse por la puerta de atrás-
La siguió hasta que se perdió de vista unos segundos volviendo a distinguirla cuando entró al restaurante, su ceño se arrugó, no supo porque pero al instante de su presencia todos los camareros en especial quien le habia tocado servir a la dama aquella noche estaban especialmente nerviosos, su gesto cambió a sorpresa, estaban hablando tan nerviosos que no pudo captar ninguna de las palabras que le habian dicho, hasta que uno de los camareros que más conocía a Lionel se acercó a él pidiendo disculpas-
¿Porque te...?
-Lo comprendió todo, cuando las pocas personas que habian entrado al negocio tuvieron que irse, el dinero lo movía todo, en especial en aquellos negocios donde cualquiera con dinero y con contactos podría hechar por tierra todos esos años de trabajo, entendió porqué se disculpaba y porqué apremiaba con la vista que se levantase y se marchase a no ser que quisiera que fuera por la fuerza, con una suave sonrisa se levantó tan solo para mirar a los ojos a la mujer. No, no iba a dejarse doblegar por una señorita que al parecer bastaba con tan solo mover un dedo para que todos la siguieran hiciera lo que hiciese-
Entiendo, comeré detrás si no os importa
-Sonrió a la mujer lleno de ironía, debia de agradecer que estaba en "casa" de sus amigos y que no se le ocurriría faltar el respeto a alguien que podría causar en un pestañeo el daño a aquel negocio, pero aquella mirada lo explicaba todo cuando entonces inclino solo un poco el rostro, no se inclinó como todos los demás demasiado exagerado, aquellas eran las inclinaciones que se le daba a la gente con estatus economico importante e incluso aunque esa mujer lo tuviera, no se merecia por ahora el respeto de Lionel, así que le dió la espalda dispuesto a irse por la puerta de atrás-
Lionel D'Maine- Gitano
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Re: Sweety night { Privado }
El lugar seguía siendo tan agradable como ella lo recordaba. Le gustaba quedarse mirando a un punto perdido de la pared o simplemente ver a los camareros ir y venir. Aunque últimamente estaba algo hastiada de tanta tranquilidad...extrañaba la acción de antaño, cuando se las pasaba resolviendo crímenes por su cuenta. Ahora tan solo tenía una panda de inútiles que no sabían ni resolver sus propios problemas. Como para resolver los de los demás. Lo único que hacía desde que había ascendido era firmar y firmar cada vez más detenciones, órdenes de deshaucio y ajusticiamientos. Algo tremendamente aburrido y más para una mujer de acción como ella.
Pero la vida era así. Que se le iba a hacer. O al menos eso pensaba mientras revisaba con cuidado la rudimentaria carta con aquellos escasos pero interesantes platos caseros que a ella tanto le gustaban. Mientras tanto, los camareros seguían echando a la gente del local. Temperance era consciente de que aquello no era precisamente justo que se diga, pero más que nada le daba igual. Necesitaba un poco de tranquilidad para desquitarse de tanto estrés que le provocaban los inútiles policías a su cargo. Y mucha gente a su alrededor la ponía nerviosa.
Al poco tiempo, todos los clientes " normales" habían salido del local, no sin quejarse en voz baja y entre murmullos, obviamente, no había absolutamente nadie que en esa circunstancia se atreviera a levantar la voz.. Y eso ella ya se lo esperaba. Sin embargo parecía que en ese caso la regla no se iba a cumplir. Al notar que aparte de los dos camareros y el dueño aún quedaba alguien más, Temperance levantó la vista de la carta y sus ojos se cruzaron con los de un joven. Un joven que al parecer se resistía, aunque solo por el momento.
Temperance lo escrutó cuidadosamente con la mirada, como hacía con todo el mundo. Un hombre de etnia gitana, eso era obvio, que no parecía tener grandes recursos y cuya subsistencia podría llegar a ser precaria. Sin embargo, a primera vista ella no pudo ver maldad o malicia. Tan solo veía a un chico, un chico que al parecer era algo rebelde. Y así lo confirmó al oír sus palabras. Temperance sabía reconocer la ironía. Y estaba claro que las palabras de ese chico estaban llenas de ella, al igual que sus gestos. No parecía tener el más mínimo miedo o reparo en mostrar su desagrado con lo que acababa de pasar. Y era el único, el único allí que se había atrevido a dirigirle la mirada y a mirarla a los ojos, decirle lo que pensaba, aunque no fuera de una manera directa.
Y eso a Temperance le gustaba.
Cuando el chico se dió la vuelta, Temperance sonrió y antes de que pudiera dar un paso, se decidió a hablar.
-Espera, chico. No es necesario que te vayas. Es más, no me molesta en absoluto tu presencia.Puedes quedarte si así lo deseas. -Temperance volvío a dirigir su vista a la carta y casi inmediatamente después la cerró y la sujeto en el aire, para que el camarero fuera a retirársela-tomaré una sopa casera, la que tomo siempre. Y al chico sírvanle lo que desee.Esta noche invito yo-el camarero acudió presuroso a retirarle la carta y miró con algo de miedo al chico, seguramente la actitud de Temperance le desconcertaba-y por favor... cómo se les ocurre ponerle en un sitio al lado de una ventana medio rota y semiabierta? es inaceptable...no ven el frío que hace? coloquen una silla frente a mi mesa para que el muchacho pueda sentarse en un lugar decente.
Sin duda, aquella actitud de Temperance desconcertó de tal manera a los camareros que estos seguramente no sabrían si estaba bromeando o lo decía en serio. Ella nunca había invitado a nadie a cenar con ella y menos a alguien que ni siquiera conociera. Igualmente, hicieron lo que ella mandó. Temperance levantó la vista y miró de nuevo al muchacho.
-Tu nombre, chico-dijo, sin más, sin apartarle la vista de encima.
Pero la vida era así. Que se le iba a hacer. O al menos eso pensaba mientras revisaba con cuidado la rudimentaria carta con aquellos escasos pero interesantes platos caseros que a ella tanto le gustaban. Mientras tanto, los camareros seguían echando a la gente del local. Temperance era consciente de que aquello no era precisamente justo que se diga, pero más que nada le daba igual. Necesitaba un poco de tranquilidad para desquitarse de tanto estrés que le provocaban los inútiles policías a su cargo. Y mucha gente a su alrededor la ponía nerviosa.
Al poco tiempo, todos los clientes " normales" habían salido del local, no sin quejarse en voz baja y entre murmullos, obviamente, no había absolutamente nadie que en esa circunstancia se atreviera a levantar la voz.. Y eso ella ya se lo esperaba. Sin embargo parecía que en ese caso la regla no se iba a cumplir. Al notar que aparte de los dos camareros y el dueño aún quedaba alguien más, Temperance levantó la vista de la carta y sus ojos se cruzaron con los de un joven. Un joven que al parecer se resistía, aunque solo por el momento.
Temperance lo escrutó cuidadosamente con la mirada, como hacía con todo el mundo. Un hombre de etnia gitana, eso era obvio, que no parecía tener grandes recursos y cuya subsistencia podría llegar a ser precaria. Sin embargo, a primera vista ella no pudo ver maldad o malicia. Tan solo veía a un chico, un chico que al parecer era algo rebelde. Y así lo confirmó al oír sus palabras. Temperance sabía reconocer la ironía. Y estaba claro que las palabras de ese chico estaban llenas de ella, al igual que sus gestos. No parecía tener el más mínimo miedo o reparo en mostrar su desagrado con lo que acababa de pasar. Y era el único, el único allí que se había atrevido a dirigirle la mirada y a mirarla a los ojos, decirle lo que pensaba, aunque no fuera de una manera directa.
Y eso a Temperance le gustaba.
Cuando el chico se dió la vuelta, Temperance sonrió y antes de que pudiera dar un paso, se decidió a hablar.
-Espera, chico. No es necesario que te vayas. Es más, no me molesta en absoluto tu presencia.Puedes quedarte si así lo deseas. -Temperance volvío a dirigir su vista a la carta y casi inmediatamente después la cerró y la sujeto en el aire, para que el camarero fuera a retirársela-tomaré una sopa casera, la que tomo siempre. Y al chico sírvanle lo que desee.Esta noche invito yo-el camarero acudió presuroso a retirarle la carta y miró con algo de miedo al chico, seguramente la actitud de Temperance le desconcertaba-y por favor... cómo se les ocurre ponerle en un sitio al lado de una ventana medio rota y semiabierta? es inaceptable...no ven el frío que hace? coloquen una silla frente a mi mesa para que el muchacho pueda sentarse en un lugar decente.
Sin duda, aquella actitud de Temperance desconcertó de tal manera a los camareros que estos seguramente no sabrían si estaba bromeando o lo decía en serio. Ella nunca había invitado a nadie a cenar con ella y menos a alguien que ni siquiera conociera. Igualmente, hicieron lo que ella mandó. Temperance levantó la vista y miró de nuevo al muchacho.
-Tu nombre, chico-dijo, sin más, sin apartarle la vista de encima.
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Re: Sweety night { Privado }
-Al principio pensó que lo primero que iban a hacer sería decirle en la parte trasera que nunca volviese o mejor dicho a explicarle quien era esa extraña mujer que desde que puso un pie en el interior poseía el extraño poder de mantener a todos bajo sus pies, el poder de los hombres y mujeres que poseían dinero eran los actuales gobernadores aun cuando todos sirvieran a un mismo rey los de bajo estatus no tenían otra sino que seguir los dictámenes de aquellos que podían robarle la comida en un abrir y cerrar de ojos. La mirada de los camareros era de todo menos agradecida, podía leer en sus rostros que deseaban que se fuera ya tan solo para mantener lo que quedaba de noche sirviendo a la mujer como una reina, así, de ese modo se evitaban más problemas de los que seguramente tendrían si dejaban actuar la gran boca de Lionel.
Cuando dijo aquellas palabras de espera, Lionel al principio se mantuvo quieto, los cocineros que habian salido a ver que era lo que sucedía y porque de pronto todas las ordenes habian sido canceladas apremiaban a lionel a que cumpliera con las órdenes que le habían dado, aun no conocía a aquella mujer, ni lo que quería, ni lo que deseaba ni como podía serle útil sin reirse ironicamente ante lo que dijese, pero lo hizo, tras unos momentos inmóvil el cuerpo se movió observando a la mujer que ya habia elegido comodamente su asiento, se detuvo para admirarla, era como la habia visto en el cristal, con los ojos fieros, eso era lo que sin duda la convertía en un vasallo más del llamado poder, es más, así la convertía en la dueña de su vida, tuvo que admitir que muchas mujeres se habian convertido gradualmente en siervas de los hombres tan solo por su sexo y porque muchos deseaban el puesto que la mujer poseía, pero, se veía que ella no era de ese modo, nada más lionel darse la vuelta empezó a dar ordenes, preguntando el porqué de aquella mesa, de aquella ventana, ante los ojos sorprendidos de los muchachos.
Él tambien habia esperado que lo primero que recibiese hubiera sido una especie de papel en donde le citasen para un juzgado por ser indecente o simplemente, más sencillo, un papel donde indicase que era gitano así en todos los sitios sería como el culpable que habia cometido el delito, era lo normal en todo tipo de casos...suspiró entonces ¿que más podía hacer? No tenía otra alternativa que seguir con aquella farsa de buenos modales, si se hubiera marchado estaba seguro que hubiera ocasionado aún peores males de los que seguramente ya habría causado. Se sentó observandola a los ojos-
¿Cómo puede pedir tan solo una sopa? Tiene una imagen atractiva como para no permitirse un poco de carne.
-Sin dejar de mirarla pidió entonces un poco de carne mientras en silencio miraba al camarero para que dijese en la cocina que hechase más cantidad, ignoraba las miradas, los temblores de algunos hombres de alli mientras algunos curiosos que habian sido hechados observaban con expectación lo que estaba sucediendo, no pasaron sino unos segundos en los que los camareros libres corrieron a expulsar a la gente con agilidad, Lionel suspiró, sabia que si pudieran se arrodillarian diciendo que volviesen pero ante aquella mujer era lo único que podían hacer. Volvió a suspirar dejando las manos en los bolsillos, su vestimenta no era de buen ver ya lo sabia mientras que los retazos de su piel y su torso eran descubiertos conforme se movía, volviendo a observar distraídamente hacia la cocina.-
Nunca entenderé esa costumbre, de pedir tan poco pudiendo saborear una exquisita comida, así que ¿quiere compartir mi cena?
-Le miró de nuevo, nunca habia entendido aquello, que los ricos hechasen a los pobres para solamente pedir un poco de comida que no sería capaz de llenar el estomago de alguien, pero, inconscientemente el mal humor que tenia se habia marchitado más preocupado en esas pequeñas cuestiones culinarias que en mostrar rechazo ante aquella mujer aun cuando su actitud reflejaba que no sería un buen acompañante, sobre todo si hacía algo que no fuera de su agrado, ironico...¿no? Cuando tendría que ser al revés, cuando deberia de haber sido proclamado bufon de la “corte” nocturna de aquel restaurante-
Lionel D'Maine, no es un nombre muy bonito...¿el suyo?
-dejó sus brazos apoyados en la mesa que le habian sentado manteniendo su rostro con un matiz curioso, notó como un cosquilleo en el bolsillo de su pantalón se hacía notar calurosamente, en ese bolsillo guardaba las cartas que caprichosas le decian lo que le iba a pasar, irónicamente, solo lo que ellas deseaban como también lo que solo le iba a ocurrir a él, todos los de su raza aprendían a predecir el futuro ya sea mediante cartas o leyendo las manos para ganarse un dinero pero Lionel solia hacerlo siempre a escondidas, no le gustaba leer a nadie el futuro y solo deseaba entrerarse de lo que iba a pasarle. No hizo caso a las cartas, de hecho lo habria hecho en otro momento pero en aquestos le parecía irrespetuoso, sobre todo para la mujer que tenía en frente-
Cuando dijo aquellas palabras de espera, Lionel al principio se mantuvo quieto, los cocineros que habian salido a ver que era lo que sucedía y porque de pronto todas las ordenes habian sido canceladas apremiaban a lionel a que cumpliera con las órdenes que le habían dado, aun no conocía a aquella mujer, ni lo que quería, ni lo que deseaba ni como podía serle útil sin reirse ironicamente ante lo que dijese, pero lo hizo, tras unos momentos inmóvil el cuerpo se movió observando a la mujer que ya habia elegido comodamente su asiento, se detuvo para admirarla, era como la habia visto en el cristal, con los ojos fieros, eso era lo que sin duda la convertía en un vasallo más del llamado poder, es más, así la convertía en la dueña de su vida, tuvo que admitir que muchas mujeres se habian convertido gradualmente en siervas de los hombres tan solo por su sexo y porque muchos deseaban el puesto que la mujer poseía, pero, se veía que ella no era de ese modo, nada más lionel darse la vuelta empezó a dar ordenes, preguntando el porqué de aquella mesa, de aquella ventana, ante los ojos sorprendidos de los muchachos.
Él tambien habia esperado que lo primero que recibiese hubiera sido una especie de papel en donde le citasen para un juzgado por ser indecente o simplemente, más sencillo, un papel donde indicase que era gitano así en todos los sitios sería como el culpable que habia cometido el delito, era lo normal en todo tipo de casos...suspiró entonces ¿que más podía hacer? No tenía otra alternativa que seguir con aquella farsa de buenos modales, si se hubiera marchado estaba seguro que hubiera ocasionado aún peores males de los que seguramente ya habría causado. Se sentó observandola a los ojos-
¿Cómo puede pedir tan solo una sopa? Tiene una imagen atractiva como para no permitirse un poco de carne.
-Sin dejar de mirarla pidió entonces un poco de carne mientras en silencio miraba al camarero para que dijese en la cocina que hechase más cantidad, ignoraba las miradas, los temblores de algunos hombres de alli mientras algunos curiosos que habian sido hechados observaban con expectación lo que estaba sucediendo, no pasaron sino unos segundos en los que los camareros libres corrieron a expulsar a la gente con agilidad, Lionel suspiró, sabia que si pudieran se arrodillarian diciendo que volviesen pero ante aquella mujer era lo único que podían hacer. Volvió a suspirar dejando las manos en los bolsillos, su vestimenta no era de buen ver ya lo sabia mientras que los retazos de su piel y su torso eran descubiertos conforme se movía, volviendo a observar distraídamente hacia la cocina.-
Nunca entenderé esa costumbre, de pedir tan poco pudiendo saborear una exquisita comida, así que ¿quiere compartir mi cena?
-Le miró de nuevo, nunca habia entendido aquello, que los ricos hechasen a los pobres para solamente pedir un poco de comida que no sería capaz de llenar el estomago de alguien, pero, inconscientemente el mal humor que tenia se habia marchitado más preocupado en esas pequeñas cuestiones culinarias que en mostrar rechazo ante aquella mujer aun cuando su actitud reflejaba que no sería un buen acompañante, sobre todo si hacía algo que no fuera de su agrado, ironico...¿no? Cuando tendría que ser al revés, cuando deberia de haber sido proclamado bufon de la “corte” nocturna de aquel restaurante-
Lionel D'Maine, no es un nombre muy bonito...¿el suyo?
-dejó sus brazos apoyados en la mesa que le habian sentado manteniendo su rostro con un matiz curioso, notó como un cosquilleo en el bolsillo de su pantalón se hacía notar calurosamente, en ese bolsillo guardaba las cartas que caprichosas le decian lo que le iba a pasar, irónicamente, solo lo que ellas deseaban como también lo que solo le iba a ocurrir a él, todos los de su raza aprendían a predecir el futuro ya sea mediante cartas o leyendo las manos para ganarse un dinero pero Lionel solia hacerlo siempre a escondidas, no le gustaba leer a nadie el futuro y solo deseaba entrerarse de lo que iba a pasarle. No hizo caso a las cartas, de hecho lo habria hecho en otro momento pero en aquestos le parecía irrespetuoso, sobre todo para la mujer que tenía en frente-
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