AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Blue Neighbourhood - Privado
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Blue Neighbourhood - Privado
En la mente de François la imagen de aquella chica aún se mantenía viva. Le daba vueltas una y otra vez pensar que nada más se podía hacer por ella, se le había diagnosticado esquizofrenia en un grado demasiado avanzado. Los gritos terribles que de sus labios emanaban clamando por ayuda cuando fue atada para sedarla una vez más. François sostenía un par de bocetos entre sus manos, fue un ejercicio de rutina que sirvió para hallar la raíz del problema con la paciente. Atónito dejó caer los papeles cuando fue atacado de inmediato los doctores tomaron cartas en el asunto aislándola en una sala especial. Su corazón era un salvaje, nunca había latido con tal violencia y es que, trabajar como ayudante en el Sanatorio era en ocasiones peligroso debido a las reacciones volátiles de algunos pacientes.
No estaba del todo seguro que había provocado tal reacción en la joven, que había provocado en ella ese ataque de ira repentina. Caminó un par de minutos sobre las empolvadas aceras de la ciudad con una tormenta de imágenes e ideas, sobre uno de sus hombros pendía un pequeño morral de cuero, llevaba consigo los bocetos que había utilizado en el diagnóstico, quería echarles un vistazo nuevamente pero alejado por completo del ambiente frío del Sanatorio. Hacia buen clima y con pasos serenos devoró cada forma, cada figura que se atravesaba frente a sus ojos cerúleos. Su fachada denotaba seguridad y madurez, sin embargo en su mente a veces las doctrinas carecían de importancia cuando algo llamaba su atención. Una aparente inocencia rodeaba su aura y mostraba quizás el lado más débil del francés.
Se mostró amable al toparse con las sonrisas de cada extraño que saludaba, no faltó alguien que le observara con desdén al percatarse de su sencillo atuendo. Pantalón caqui, un par de botines negros y una camisa blanca con mangas remangadas sujetada por tirantes en marino. La cabellera revuelta, aunado al ligero flequillo que coronaba su frente le desalineaba el rostro como si de un chiquillo se tratase. Llevó una de sus manos dentro del bolsillo y palpando los francos se decidió a pedir un café en una de las pequeñas mesitas que tapizaban la pequeña plazuela. Descansó el morral en la silla contigua y suspiró mientras el empleado preguntaba si deseaba ordenar. Asintió y acomodándose el cabello abrió el bolso notando la textura de los bocetos. Iba a ser un tarde larga.
No estaba del todo seguro que había provocado tal reacción en la joven, que había provocado en ella ese ataque de ira repentina. Caminó un par de minutos sobre las empolvadas aceras de la ciudad con una tormenta de imágenes e ideas, sobre uno de sus hombros pendía un pequeño morral de cuero, llevaba consigo los bocetos que había utilizado en el diagnóstico, quería echarles un vistazo nuevamente pero alejado por completo del ambiente frío del Sanatorio. Hacia buen clima y con pasos serenos devoró cada forma, cada figura que se atravesaba frente a sus ojos cerúleos. Su fachada denotaba seguridad y madurez, sin embargo en su mente a veces las doctrinas carecían de importancia cuando algo llamaba su atención. Una aparente inocencia rodeaba su aura y mostraba quizás el lado más débil del francés.
Se mostró amable al toparse con las sonrisas de cada extraño que saludaba, no faltó alguien que le observara con desdén al percatarse de su sencillo atuendo. Pantalón caqui, un par de botines negros y una camisa blanca con mangas remangadas sujetada por tirantes en marino. La cabellera revuelta, aunado al ligero flequillo que coronaba su frente le desalineaba el rostro como si de un chiquillo se tratase. Llevó una de sus manos dentro del bolsillo y palpando los francos se decidió a pedir un café en una de las pequeñas mesitas que tapizaban la pequeña plazuela. Descansó el morral en la silla contigua y suspiró mientras el empleado preguntaba si deseaba ordenar. Asintió y acomodándose el cabello abrió el bolso notando la textura de los bocetos. Iba a ser un tarde larga.
Última edición por François el Lun Feb 22, 2016 3:27 pm, editado 1 vez
Galatea- Humano Clase Baja
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 30/12/2015
Re: Blue Neighbourhood - Privado
Desde que había despertado, llevaba aquel sentimiento que no sabía ni como llamarle, tan sólo quería buscar aire para serenarse, vaciar aquellas cargas negativas acumuladas a través de los días ¿Hace cuánto no se había dado un descanso y había hecho lo que deseaba y no lo que sus labores le requerían? Lo había decidido justamente dos minutos después de haber abierto los ojos al despertarse: hoy sería un día para descansar.
Sabía que tampoco podía perder el tiempo, el tiempo era valioso. Entonces, se encomendó aquella tarea de buscar algún libro de literatura que le sirviese para relajarse en sus momentos de estrés, siempre había sido una dama encantada por los libros. Por lo que antes de escapar de lo que era su habitación, tomó también un libro suyo que apenas estaba leído por la mitad y se largó de allí con su compañía. Tampoco sabía cuando sería la ocasión para encontrar un agradable lugar y sentarse a leer.
Distrajo su vista un rato en los alrededores de París, antes de ir en su búsqueda literaria podría antes tomar un poco de café, no era de sus bebidas preferidas pero en esos momentos se le apetecía tomar uno. Lastimosamente, la mayoría de las mesas estaban ocupadas, vio que junto a un muchacho se encontraba una silla apenas ocupada por un simple morral. Se acercó lentamente, por su vestimenta podía deducir a que clase social pertenecía pero Honneur no juzgaría a aquel rubio por sus riquezas.
— Oh, disculpe ¿Puedo sentarme aquí? El resto de las mesas están ocupadas y he visto que aquí hay un espacio libre — no había notado que se encontraba ocupado, temió entonces por haber incomodado la tranquilidad del joven —. Prometo no interrumpir — regaló una sonrisa al desconocido, su palabra era sincera, permanecería silenciosa, se tomaría el café y luego se marcharía.
Sabía que tampoco podía perder el tiempo, el tiempo era valioso. Entonces, se encomendó aquella tarea de buscar algún libro de literatura que le sirviese para relajarse en sus momentos de estrés, siempre había sido una dama encantada por los libros. Por lo que antes de escapar de lo que era su habitación, tomó también un libro suyo que apenas estaba leído por la mitad y se largó de allí con su compañía. Tampoco sabía cuando sería la ocasión para encontrar un agradable lugar y sentarse a leer.
Distrajo su vista un rato en los alrededores de París, antes de ir en su búsqueda literaria podría antes tomar un poco de café, no era de sus bebidas preferidas pero en esos momentos se le apetecía tomar uno. Lastimosamente, la mayoría de las mesas estaban ocupadas, vio que junto a un muchacho se encontraba una silla apenas ocupada por un simple morral. Se acercó lentamente, por su vestimenta podía deducir a que clase social pertenecía pero Honneur no juzgaría a aquel rubio por sus riquezas.
— Oh, disculpe ¿Puedo sentarme aquí? El resto de las mesas están ocupadas y he visto que aquí hay un espacio libre — no había notado que se encontraba ocupado, temió entonces por haber incomodado la tranquilidad del joven —. Prometo no interrumpir — regaló una sonrisa al desconocido, su palabra era sincera, permanecería silenciosa, se tomaría el café y luego se marcharía.
Última edición por Honneur Castle el Sáb Feb 27, 2016 11:55 am, editado 1 vez
Honneur Castle- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/01/2016
Re: Blue Neighbourhood - Privado
Los ojos de Francois iban de un lado a otro a través de las hojas que presumían en ellas trazos apenas entendibles. Todos hechos por aquella joven que llevaba un mes aproximadamente bajo observación de los médicos y especialistas. Pocos se habían interesado en el caso y aunque el francés bien pudo haberse negado a dicha empresa, existía en él un acto de solidaridad que le impedía rechazar la petición. Además, prefería pasar sus ratos libres descifrando los enigmas que pudieran transcurrir en la mente de los pacientes que sumergirse en las pantanosas aguas de su propia psiquis. Con sumo cuidado colocaba un trazo encima del otro, resultaban ser hechos en fechas distintas y seguramente alguna de ellas le mostraría una clave que refutara la idea de posesión o algo más ilógico. Le angustiaba saber que aquellas mentes brillantes pudiesen estar atrapadas por el velo de la esquizofrenia o muchas otras patologías que les limitaban el contacto con el resto de la sociedad.
Suspiró con un dejo de zozobra poco antes de notar la presencia de alguien más, la distinguió no por la dulce tonalidad en su voz, sino por el singular aroma que el aire acarreaba a través conectándose a sus sentidos. Levantó la mirada y sonrió apenado, pues notó que el pequeño morral abarcaba otro espacio más en la mesa. De inmediato lo tomó entre sus manos para colocarlo en su regazo.
–Por supuesto madmoiselle, por supuesto– dijo a manera de disculpa.
Cogió las hojas para ordenarlas con sumo cuidado, apilando las mismas cerca de él para brindarle a la mujer el mayor espacio posible.
–Descuide, no interrumpe nada madmoiselle– y sonrió de igual forma tratando de mostrarse seguro.
Sus charlas se limitaban a ser directamente con algunos pacientes quienes apenas balbuceaban respuesta alguna. Así que el encontrarse en el exterior por mucho tiempo resultaba, por más increíble que pareciera algo novedoso en el rubio. Sus manos arrugaron ligeramente los tirantes que recaían sobre la camisa, acomodó su flequillo que había sido removido por la ligera brisa y agradeció que el mesero se aproximara una vez más a la mesa.
–Un café americano por favor– susurró sin mirarle directamente a los ojos.
Resultaría algo descortés si no invitaba a la joven a beber algo, no obstante también estaba sabido de su situación, llevaba pocos francos en la bolsa y no se necesitaba ser un sabio para deducir la alta cuna de la mujer, balbuceó apenas algo audible.
–Madmoiselle desea…–
Suspiró con un dejo de zozobra poco antes de notar la presencia de alguien más, la distinguió no por la dulce tonalidad en su voz, sino por el singular aroma que el aire acarreaba a través conectándose a sus sentidos. Levantó la mirada y sonrió apenado, pues notó que el pequeño morral abarcaba otro espacio más en la mesa. De inmediato lo tomó entre sus manos para colocarlo en su regazo.
–Por supuesto madmoiselle, por supuesto– dijo a manera de disculpa.
Cogió las hojas para ordenarlas con sumo cuidado, apilando las mismas cerca de él para brindarle a la mujer el mayor espacio posible.
–Descuide, no interrumpe nada madmoiselle– y sonrió de igual forma tratando de mostrarse seguro.
Sus charlas se limitaban a ser directamente con algunos pacientes quienes apenas balbuceaban respuesta alguna. Así que el encontrarse en el exterior por mucho tiempo resultaba, por más increíble que pareciera algo novedoso en el rubio. Sus manos arrugaron ligeramente los tirantes que recaían sobre la camisa, acomodó su flequillo que había sido removido por la ligera brisa y agradeció que el mesero se aproximara una vez más a la mesa.
–Un café americano por favor– susurró sin mirarle directamente a los ojos.
Resultaría algo descortés si no invitaba a la joven a beber algo, no obstante también estaba sabido de su situación, llevaba pocos francos en la bolsa y no se necesitaba ser un sabio para deducir la alta cuna de la mujer, balbuceó apenas algo audible.
–Madmoiselle desea…–
Galatea- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/12/2015
Re: Blue Neighbourhood - Privado
— Oh, muchas gracias— le dijo con total honestidad. Era cierto, se encontraba agradecida por que hubiese quitado aquel morral del asiento para dejarle espacio no porque de esa forma conseguiría tomarse su tan anhelado café sino porque era un hecho de que a pesar de toda la maldad que existía aún había gente de buen corazón y tal vez el suyo no fuese completamente bondadoso pero al menos se trataba de un pequeño y humilde detalle.
Se sentó sobre la silla con delicadeza. Parecía que no le molestaba que ella se encontrara allí pero sabía que a la mayoría de las personas una interrupción como aquella al menos causaba una diminuta molestia.
— Parecía usted estar muy concentrado en aquellas hojas, disculpe nuevamente si le he interrumpido en algo importante — le causó intriga el saber que hacía un joven como aquel con tantas hojas, tal vez lo averiguaría o tal vez no. Su curiosidad no era tan molesta y él parecía un muchacho tranquilo, inofensivo, claramente humano.
Iba a pedir al ver al mesero acercarse pero antes de poder hacerlo, el otro había hablado así que se limitó a escuchar su pedido. Era justamente lo que ella deseaba en aquel momento.
— Un café americano para mi también, por favor — respondió al muchacho pero mirando también al mesero. No se había equivocado, era un muchacho amable y bueno.
— ¿Qué tal ha estado su día? Lo cierto es que hoy hace un clima espléndido — expresó lanzando una mirada al cielo, le gustaba su color, la forma de las nubes. Si su día continuaba así, sería un día bien aprovechado. Volvió la vista hacia él para no parecer maleducada. Hace algún tiempo no entablaba conversaciones con desconocidos por lo que si sus deducciones eran ciertas, estaba empezando bien el retomar contacto con las personas.
Se sentó sobre la silla con delicadeza. Parecía que no le molestaba que ella se encontrara allí pero sabía que a la mayoría de las personas una interrupción como aquella al menos causaba una diminuta molestia.
— Parecía usted estar muy concentrado en aquellas hojas, disculpe nuevamente si le he interrumpido en algo importante — le causó intriga el saber que hacía un joven como aquel con tantas hojas, tal vez lo averiguaría o tal vez no. Su curiosidad no era tan molesta y él parecía un muchacho tranquilo, inofensivo, claramente humano.
Iba a pedir al ver al mesero acercarse pero antes de poder hacerlo, el otro había hablado así que se limitó a escuchar su pedido. Era justamente lo que ella deseaba en aquel momento.
— Un café americano para mi también, por favor — respondió al muchacho pero mirando también al mesero. No se había equivocado, era un muchacho amable y bueno.
— ¿Qué tal ha estado su día? Lo cierto es que hoy hace un clima espléndido — expresó lanzando una mirada al cielo, le gustaba su color, la forma de las nubes. Si su día continuaba así, sería un día bien aprovechado. Volvió la vista hacia él para no parecer maleducada. Hace algún tiempo no entablaba conversaciones con desconocidos por lo que si sus deducciones eran ciertas, estaba empezando bien el retomar contacto con las personas.
Honneur Castle- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/01/2016
Re: Blue Neighbourhood - Privado
Normalmente prefería estar a solas, navegando en el espeso oleaje que los misterios encerrados en los trazos burdos de los otros pacientes encerraban. No obstante, también sabía como mantener una conversación a flote aunque no por mucho tiempo. François no únicamente conocía sobre un par de términos psiquiátricos, sino también, se había interesado en ahondar en los pormenores de las historias de sus semejantes. Era curioso como aun después de mucho tiempo, aún conservaba las viejas usanzas de niño cuando se aferraba con avidez a los tomos que yacían en el despacho de su padre. Esos años llenos de júbilo para el joven perdido que actualmente poco recordaba de sus orígenes.
Su oración previa quedo completamente abolida cuando la joven retomó el curso de la presentación agradeciendo el gesto del hasta entonces extraño.
–No tiene por qué agradecer madmoiselle–
Y giró sus orbes a otra dirección, a decir verdad con esas oraciones ya había avanzado mucho en relación a una conversación. Volvió a acomodar las hojas a su lado, a pesar de que estas no se habían movido un ápice, era solo que necesitaba distraerse en algo mientras el mesero volvía nuevamente.
–Revisaba un par de cosas, nada de importancia– susurró sonriendo con un poco de nerviosismo.
Asintió a la afirmación ajena, ella había notado quizás el buen juicio de François en su intento por intentar ordenar algo para ella. Detalles que pocos en la capital tomaban en cuenta dada su condición y clase social.
–Eh… mi día, bueno no me quejo, es decir ha sido muy bueno, productivo hasta ahora. Me gusta disfrutar del aire libre–
Asintió antes de volver a responder.
–Así es madmoiselle, el clima frío aún seguirá vigente por un par de semanas más quizás, pero ahora el sol parece regalarnos un poco de calor para nuestra comodidad–
Encerrado en las cuatro paredes del Sanatorio apenas podía distinguir la hora del día, si llovía o no, eran eventualidades que carecían de importancia en su pesada rutina. Por esas razones François sonreía como un pequeño que sale a perder el tiempo en un inmenso patio de juegos al sentirse libre por unas horas. Rascó ligeramente su nariz pequeña mirando de reojo a la mujer que disfrutaba de ese mismo espectáculo. El mesero regresó de inmediato con ambas bebidas depositándolas en la pequeña mesa.
–¡Oh! Disculpe mi torpeza, me llamo François–
Espetó estirando la mano derecha hacia ella.
Su oración previa quedo completamente abolida cuando la joven retomó el curso de la presentación agradeciendo el gesto del hasta entonces extraño.
–No tiene por qué agradecer madmoiselle–
Y giró sus orbes a otra dirección, a decir verdad con esas oraciones ya había avanzado mucho en relación a una conversación. Volvió a acomodar las hojas a su lado, a pesar de que estas no se habían movido un ápice, era solo que necesitaba distraerse en algo mientras el mesero volvía nuevamente.
–Revisaba un par de cosas, nada de importancia– susurró sonriendo con un poco de nerviosismo.
Asintió a la afirmación ajena, ella había notado quizás el buen juicio de François en su intento por intentar ordenar algo para ella. Detalles que pocos en la capital tomaban en cuenta dada su condición y clase social.
–Eh… mi día, bueno no me quejo, es decir ha sido muy bueno, productivo hasta ahora. Me gusta disfrutar del aire libre–
Asintió antes de volver a responder.
–Así es madmoiselle, el clima frío aún seguirá vigente por un par de semanas más quizás, pero ahora el sol parece regalarnos un poco de calor para nuestra comodidad–
Encerrado en las cuatro paredes del Sanatorio apenas podía distinguir la hora del día, si llovía o no, eran eventualidades que carecían de importancia en su pesada rutina. Por esas razones François sonreía como un pequeño que sale a perder el tiempo en un inmenso patio de juegos al sentirse libre por unas horas. Rascó ligeramente su nariz pequeña mirando de reojo a la mujer que disfrutaba de ese mismo espectáculo. El mesero regresó de inmediato con ambas bebidas depositándolas en la pequeña mesa.
–¡Oh! Disculpe mi torpeza, me llamo François–
Espetó estirando la mano derecha hacia ella.
Galatea- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/12/2015
Re: Blue Neighbourhood - Privado
No sólo poseía admiración ante su amabilidad sino también a sus modales. Por supuesto que tenía que agradecer por crear un diminuto rayo de luz en la opacidad de aquel sitio.
Una sonrisa de sinceridad se dibujó en ella, era esa su respuesta. Se distrajo observándole mover sus hojas y apartó la vista de dichos movimientos por el pensar de que aquello podía ser incómodo. No pretendía parecer una de esas mujeres cuya finería era tan abundante como los deseos por chismear.
— A mi también me gusta disfrutar del aire libre, los espacios abiertos, el poder sentir la luz del sol y la ligera brisa — comentó, suponiendo que podrían entablar una agradable conversación hasta que ella terminara su café — Aunque pocos días son los que puedo disfrutar de esa forma — añadió como una especie de desahogo, sus días aunque no lo parecían, eran bastante ocupados.
Le parecía de agrado su observación sobre el clima, para ella, ese tipo de detalles decían un poco más de lo que era una persona. Asintió con la cabeza, de acuerdo con sus palabras — El clima no es algo que me importe mucho, si le soy sincera. Es decir, puede haber frío o calor, no afecta mi humor pero si aumenta mi preocupación por las personas que no pueden tener un lugar donde resguardarse del frío o agua para saciar su sed — expresó con tranquilidad, sus preocupaciones eran exageradas pero ciertas, completamente sinceras. Pensaba mucho sobre el bienestar de las personas, incluso de las malas, en ellas aún más por sus tonos grises de vida.
— No se preocupe, el error ha sido mío que he entablado una conversación antes de presentarme — inclinó la cabeza levemente mientras le regalaba una sonrisa tranquilizadora — Honneur Castle, encantada.
Una sonrisa de sinceridad se dibujó en ella, era esa su respuesta. Se distrajo observándole mover sus hojas y apartó la vista de dichos movimientos por el pensar de que aquello podía ser incómodo. No pretendía parecer una de esas mujeres cuya finería era tan abundante como los deseos por chismear.
— A mi también me gusta disfrutar del aire libre, los espacios abiertos, el poder sentir la luz del sol y la ligera brisa — comentó, suponiendo que podrían entablar una agradable conversación hasta que ella terminara su café — Aunque pocos días son los que puedo disfrutar de esa forma — añadió como una especie de desahogo, sus días aunque no lo parecían, eran bastante ocupados.
Le parecía de agrado su observación sobre el clima, para ella, ese tipo de detalles decían un poco más de lo que era una persona. Asintió con la cabeza, de acuerdo con sus palabras — El clima no es algo que me importe mucho, si le soy sincera. Es decir, puede haber frío o calor, no afecta mi humor pero si aumenta mi preocupación por las personas que no pueden tener un lugar donde resguardarse del frío o agua para saciar su sed — expresó con tranquilidad, sus preocupaciones eran exageradas pero ciertas, completamente sinceras. Pensaba mucho sobre el bienestar de las personas, incluso de las malas, en ellas aún más por sus tonos grises de vida.
— No se preocupe, el error ha sido mío que he entablado una conversación antes de presentarme — inclinó la cabeza levemente mientras le regalaba una sonrisa tranquilizadora — Honneur Castle, encantada.
Honneur Castle- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/01/2016
Re: Blue Neighbourhood - Privado
A simple vista François parecía ser un chico de clase baja como cualquier otro. Con perturbaciones y modales de personas que habían sido marginadas por su forma de vestir o comportamiento. Víctimas de una sociedad que se regía en parte por los protocolos dictaminados por los más afortunados. Aquellos que enfundados en lujosas vestimentas creían poseer mayores derechos de los lugares en la ciudad. No obstante pocos sabían que en alguna época dorada, el joven de mirada nostálgica y distante perteneció también a esa amplia pompa de apellidos y personajes distinguidos. Era de este modo que aunque las charlas con personas como Honneur escaseaban en su itinerario, sabía cómo comportarse y dar pie a una conversación que estaba a la altura. Aun así, no evitaba sentirse abrumado en ocasiones por los modales tan refinados de otros.
Asintió ante los comentarios agudos de la mujer.
–Sin duda madmoiselle, son los mejores para admirar la belleza natural que la capital nos regala–
En ocasiones, cuando el trabajo en su área disminuía, desde el espacio que se le había otorgado en el Sanatorio se daba a la tarea de reproducir bellas iconografías, algunas vistas en sus esporádicas salidas cuando se le enviaba al centro de la ciudad por víveres. Observaba con detenimiento cada lienzo, cada detalle plasmado en las calles para después guardarlo en aquel cuadernillo maltrecho de notas personales. Ese espacio reducido que ahora compartía con la mujer, seguramente formaría parte de dicha colección.
El semblante de François se tornó ligeramente pasmado ¿Qué clase de contratiempos impedían a una mujer como ella darse ese lujo? Bajó la mirada y sus dedos acariciaron el borde de la taza humeante. Levantó la vista para prestar atención a lo siguiente.
Sonrió y cayó en la cuenta que de algún modo pensaba de forma similar a él.
–Entiendo madmoiselle Castle, creo que en ocasiones solemos ser un poco…como llamarlo… egoístas, pues existen personas con mayores turbaciones que las nuestras–
Encogió los hombros.
–El gusto es mío madmoiselle–
Una línea un poco más relajada se trazó sobre sus labios y se dispuso a dar el primer sorbo a su café. Se sobresaltó por la temperatura del líquido.
–Está muy caliente aún– dijo con torpeza –¿El suyo está perfecto madmoiselle?–
Inquirió posando sus orbes en la perfección que delineaba la anatomía de su oyente. Nuevamente agachó la mirada antes de continuar su charla.
–¿Es usted residente madmoiselle Castle?–
Asintió ante los comentarios agudos de la mujer.
–Sin duda madmoiselle, son los mejores para admirar la belleza natural que la capital nos regala–
En ocasiones, cuando el trabajo en su área disminuía, desde el espacio que se le había otorgado en el Sanatorio se daba a la tarea de reproducir bellas iconografías, algunas vistas en sus esporádicas salidas cuando se le enviaba al centro de la ciudad por víveres. Observaba con detenimiento cada lienzo, cada detalle plasmado en las calles para después guardarlo en aquel cuadernillo maltrecho de notas personales. Ese espacio reducido que ahora compartía con la mujer, seguramente formaría parte de dicha colección.
El semblante de François se tornó ligeramente pasmado ¿Qué clase de contratiempos impedían a una mujer como ella darse ese lujo? Bajó la mirada y sus dedos acariciaron el borde de la taza humeante. Levantó la vista para prestar atención a lo siguiente.
Sonrió y cayó en la cuenta que de algún modo pensaba de forma similar a él.
–Entiendo madmoiselle Castle, creo que en ocasiones solemos ser un poco…como llamarlo… egoístas, pues existen personas con mayores turbaciones que las nuestras–
Encogió los hombros.
–El gusto es mío madmoiselle–
Una línea un poco más relajada se trazó sobre sus labios y se dispuso a dar el primer sorbo a su café. Se sobresaltó por la temperatura del líquido.
–Está muy caliente aún– dijo con torpeza –¿El suyo está perfecto madmoiselle?–
Inquirió posando sus orbes en la perfección que delineaba la anatomía de su oyente. Nuevamente agachó la mirada antes de continuar su charla.
–¿Es usted residente madmoiselle Castle?–
Galatea- Humano Clase Baja
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