AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Moonlight Shadow [Urion]
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Moonlight Shadow [Urion]
Aquella fría y pálida tarde estaba llegando a su fin, el sol comenzaba a esconderse en el horizonte y el frío comenzaba a hacerse mucho más notorio. Por otro lado la luna ya estaba casi en su esplendor, esperando que el sol se ocultara para poder brillar con luz propia. Iba a ser una noche fría, quizás incluso hasta puede que nevase si el tiempo seguía así.
Suspiré observando por la ventana y decidí darme un baño tranquilo y relajante antes de que el mayordomo, Fritz, comenzara con los preparativos de la cena. Aquella noche no tenía ningún cliente que atender, por lo que podría salir a dar una vuelta por los alrededores. Hacía tiempo que no salía de noche y me gustaba mucho más que el día, en parte, esa oscuridad que había dentro de mí se complementaba más con la noche y con el día… y sentía mis poderes más activos por la noche. Algo que no entendía muy bien realmente, pero que relacioné con la magia negra.
Terminé aquel largo y relajante baño y nada más salir ya tenía la cena preparada. Fritz llevaba años sirviendo a mí familia y había decidido mudarse a París conmigo, diciendo que en el castillo no hacía nada y que su deber era servirme, allá donde fuera. No opuse mucha resistencia y debía de agradecerle el que estuviera, pues era él quien llevaba mayormente todo. Yo me pasaba el día enfrascado entre libros de magia negra, intentando hallar aquel que más necesitaba… sin suerte.
Me vestí como siempre con ropajes oscuros, cogí una daga por lo que pudiera pasar ya que siempre solía salir armado, y me dispuse a internarme entre los árboles del bosque. Había decidido escoger una casa alejada de la ciudad, no me gustaba demasiado el bullicio que se formaba y prefería mucho más la tranquilidad de la naturaleza.
Salí de la casa internándome en el bosque sintiendo la mirada de Fritz en mí espalda, al que no hacía falta decirle nada, sabía todos mis movimientos y no debía de preguntar hacia dónde me dirigía.
Hacía tiempo que no me adentraba de esa forma en el bosque dejándome guiar por mis sentidos y mi memoria eidética, que recordaba cualquier cosa que oía, veía… canciones, libros, personas… todo aquello que pasaba quedaba guardado en mí mente, por lo que sabía que no me perdería en aquel bosque.
Decidí ya que estaba allí encontrar un par de hierbas que me harían falta para los hechizos, siempre me gustaba tener algo de más porque nunca se sabía cuándo podías necesitarlo.
Llevaba ya un buen rato por el bosque y había cogido un par de hierbas que se usaban sobre todo para curación, pero también si sabías de magia negra podías utilizarlo en algún hechizo. Seguramente me vendría bien para algún encargo de algún cliente, ya que lo que más me pedían no eran curaciones, precisamente.
El ambiente estaba tranquilo y se había una pequeña niebla entorno a los árboles, dándole un aspecto mucho más tétrico de lo que aparentaba de día. La luz de la luna difícilmente se colaba a través por lo que había poca iluminación, pero la justa si estabas acostumbrado a la oscuridad. Fue entonces cuando me di cuenta de algo, perceptiblemente, o más bien… de alguien. No sabía quién era, pero había captado su aura y sabía de sobra de quién rondaba cerca; un licántropo. No necesitaba saber más, a pesar de la cruzada que había entre cazadores y seres sobrenaturales… yo no tenía nada que ver con aquello, ni quería tomar partido. Así que mientras el lobo se quedara donde estaba no habría problemas…. En cambio, si decidía acercarse… los tendría.
Suspiré observando por la ventana y decidí darme un baño tranquilo y relajante antes de que el mayordomo, Fritz, comenzara con los preparativos de la cena. Aquella noche no tenía ningún cliente que atender, por lo que podría salir a dar una vuelta por los alrededores. Hacía tiempo que no salía de noche y me gustaba mucho más que el día, en parte, esa oscuridad que había dentro de mí se complementaba más con la noche y con el día… y sentía mis poderes más activos por la noche. Algo que no entendía muy bien realmente, pero que relacioné con la magia negra.
Terminé aquel largo y relajante baño y nada más salir ya tenía la cena preparada. Fritz llevaba años sirviendo a mí familia y había decidido mudarse a París conmigo, diciendo que en el castillo no hacía nada y que su deber era servirme, allá donde fuera. No opuse mucha resistencia y debía de agradecerle el que estuviera, pues era él quien llevaba mayormente todo. Yo me pasaba el día enfrascado entre libros de magia negra, intentando hallar aquel que más necesitaba… sin suerte.
Me vestí como siempre con ropajes oscuros, cogí una daga por lo que pudiera pasar ya que siempre solía salir armado, y me dispuse a internarme entre los árboles del bosque. Había decidido escoger una casa alejada de la ciudad, no me gustaba demasiado el bullicio que se formaba y prefería mucho más la tranquilidad de la naturaleza.
Salí de la casa internándome en el bosque sintiendo la mirada de Fritz en mí espalda, al que no hacía falta decirle nada, sabía todos mis movimientos y no debía de preguntar hacia dónde me dirigía.
Hacía tiempo que no me adentraba de esa forma en el bosque dejándome guiar por mis sentidos y mi memoria eidética, que recordaba cualquier cosa que oía, veía… canciones, libros, personas… todo aquello que pasaba quedaba guardado en mí mente, por lo que sabía que no me perdería en aquel bosque.
Decidí ya que estaba allí encontrar un par de hierbas que me harían falta para los hechizos, siempre me gustaba tener algo de más porque nunca se sabía cuándo podías necesitarlo.
Llevaba ya un buen rato por el bosque y había cogido un par de hierbas que se usaban sobre todo para curación, pero también si sabías de magia negra podías utilizarlo en algún hechizo. Seguramente me vendría bien para algún encargo de algún cliente, ya que lo que más me pedían no eran curaciones, precisamente.
El ambiente estaba tranquilo y se había una pequeña niebla entorno a los árboles, dándole un aspecto mucho más tétrico de lo que aparentaba de día. La luz de la luna difícilmente se colaba a través por lo que había poca iluminación, pero la justa si estabas acostumbrado a la oscuridad. Fue entonces cuando me di cuenta de algo, perceptiblemente, o más bien… de alguien. No sabía quién era, pero había captado su aura y sabía de sobra de quién rondaba cerca; un licántropo. No necesitaba saber más, a pesar de la cruzada que había entre cazadores y seres sobrenaturales… yo no tenía nada que ver con aquello, ni quería tomar partido. Así que mientras el lobo se quedara donde estaba no habría problemas…. En cambio, si decidía acercarse… los tendría.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: Moonlight Shadow [Urion]
Realice un leve suspiro, ¿Qué es la vida? Se preguntaran algunos, la respuesta es complicada, variada en algunos casos pero para mí; La vida es un oscuro pasaje donde aquellos que viven en la ignorancia terminan siendo más felices, el saber o el no saber algo es decisión propia. Se trataba de una decisión que hace mucho tiempo tuve que tomar, el mismo tiempo en el que tome esa decisión me mude a Francia, al principio buscaba paz, buscaba cambiar pero con el pasar de los días lo único que obtuve fue más odio y menos respeto por la vida de los demás.
Me encontraba bien arreglado como era costumbre con un traje negro y blanco una vestimenta que era muy común entre caballeros, nadie me había preparado desayuno, ni comida y nadie prepararía la cena, atado a mi eterna soledad decidí sentarme en el frío suelo, esperando a que anocheciera para salir, no llevaría mi libro porque sabía que esta noche no me concentraría en leer ni añadir datos, me puse a recordar los rostros de sufrimiento que había visto a lo largo de mis años -Son pocos- pensé, aquellos días en los que me cuestionaba habían quedado atrás, ahora lo único que veía eran personas hipócritas, llenas de codicia, no confiaba en nadie porque nadie valía la pena.
El sol se había ocultado ese era el primer aviso para que diera un “paseo” por el bosque, la razón del porque lo hacía era sencilla, quería distraerme. Mientras caminaba por el bosque podía notar como algunos animales corrían para ocultarse en aquello que probablemente conocían como hogar, árboles, cuevas, simples huecos que estaban creados con un único propósito; protegerlos, era algo natural que los depredadores salieran a cazar pero lo que no sabían es que hoy se convertirían en la presa, el ambiente fue cambiando, el silencio se fue adueñando junto con una niebla que cubría los árboles e impedía poco a poco una buena visibilidad, cosa que a mí no me importaba porque ya estaba acostumbrado por mi forma de vivir, ese ambiente me parecía cómodo aunque solo le faltaba algo.
La luna se mostró en su punto más alto, hermosa, perfecta, como si nadie pudiera tocarla. Al mismo tiempo el frío que ya estaba presente aumento, suspire con fuerza solo para observar como mi aliento era levemente visible, sin duda uno de esos días que me agradaban, el por qué no lo sabía, quizás por la tranquilidad para pensar o por el hecho de poder acabar con esa tranquilidad.
Me detuve para observar mis alrededores había captado el aroma de un ser vivo limpio, note una sombra extraña que me miraba fijamente, no podía tratarse de un oso porque estos tenían un olor muy peculiar y de ser así me hubiera intentado asustar defendiendo su territorio, supuse era un humano cosa que confirme al ver su aura porque no se trataba ni de un vampiro ni de otro licántropo, era extraño porque parecía no tener miedo por curiosidad me acerque con lentitud y al quedar a cuatro metros logre distinguir bien su rostro y también él lograría distinguir el mío, mostré una pequeña sonrisa llena de falsedad -¿Es una linda noche, no crees?- aquellas palabras salieron de mi boca por mera formalidad, me agradaba aparentar ser alguien amable aunque yo era todo lo contrario, breves serían los segundos que seguiría en mi forma humana ya que mi cuerpo empezó a cambiar, mis pupilas se tornaron amarillas/doradas, mis dientes aumentaron de tamaño, sentí un estímulo en mis músculos haciendo que mis brazos se hicieran hacía atrás y luego hacía adelante para finalmente colocar lo que ahora eran mis patas delanteras sobre la nieve del suelo, mi rostro cambio tomando una forma más alargada, mi traje blanco y negro fue roto por el aumento de mi masa muscular y mi posición, fui cubierto por un pelaje blanco y negro junto con otros cambios que hicieron concluir la transformación, hice un leve gruñido dejando mi mirada fija en aquel sujeto, ¿atacarlo, asustarlo o dejarlo? En este momento ni siquiera yo tenía idea de que haría porque de ver un movimiento brusco podría ponerme violento.
Me encontraba bien arreglado como era costumbre con un traje negro y blanco una vestimenta que era muy común entre caballeros, nadie me había preparado desayuno, ni comida y nadie prepararía la cena, atado a mi eterna soledad decidí sentarme en el frío suelo, esperando a que anocheciera para salir, no llevaría mi libro porque sabía que esta noche no me concentraría en leer ni añadir datos, me puse a recordar los rostros de sufrimiento que había visto a lo largo de mis años -Son pocos- pensé, aquellos días en los que me cuestionaba habían quedado atrás, ahora lo único que veía eran personas hipócritas, llenas de codicia, no confiaba en nadie porque nadie valía la pena.
El sol se había ocultado ese era el primer aviso para que diera un “paseo” por el bosque, la razón del porque lo hacía era sencilla, quería distraerme. Mientras caminaba por el bosque podía notar como algunos animales corrían para ocultarse en aquello que probablemente conocían como hogar, árboles, cuevas, simples huecos que estaban creados con un único propósito; protegerlos, era algo natural que los depredadores salieran a cazar pero lo que no sabían es que hoy se convertirían en la presa, el ambiente fue cambiando, el silencio se fue adueñando junto con una niebla que cubría los árboles e impedía poco a poco una buena visibilidad, cosa que a mí no me importaba porque ya estaba acostumbrado por mi forma de vivir, ese ambiente me parecía cómodo aunque solo le faltaba algo.
La luna se mostró en su punto más alto, hermosa, perfecta, como si nadie pudiera tocarla. Al mismo tiempo el frío que ya estaba presente aumento, suspire con fuerza solo para observar como mi aliento era levemente visible, sin duda uno de esos días que me agradaban, el por qué no lo sabía, quizás por la tranquilidad para pensar o por el hecho de poder acabar con esa tranquilidad.
Me detuve para observar mis alrededores había captado el aroma de un ser vivo limpio, note una sombra extraña que me miraba fijamente, no podía tratarse de un oso porque estos tenían un olor muy peculiar y de ser así me hubiera intentado asustar defendiendo su territorio, supuse era un humano cosa que confirme al ver su aura porque no se trataba ni de un vampiro ni de otro licántropo, era extraño porque parecía no tener miedo por curiosidad me acerque con lentitud y al quedar a cuatro metros logre distinguir bien su rostro y también él lograría distinguir el mío, mostré una pequeña sonrisa llena de falsedad -¿Es una linda noche, no crees?- aquellas palabras salieron de mi boca por mera formalidad, me agradaba aparentar ser alguien amable aunque yo era todo lo contrario, breves serían los segundos que seguiría en mi forma humana ya que mi cuerpo empezó a cambiar, mis pupilas se tornaron amarillas/doradas, mis dientes aumentaron de tamaño, sentí un estímulo en mis músculos haciendo que mis brazos se hicieran hacía atrás y luego hacía adelante para finalmente colocar lo que ahora eran mis patas delanteras sobre la nieve del suelo, mi rostro cambio tomando una forma más alargada, mi traje blanco y negro fue roto por el aumento de mi masa muscular y mi posición, fui cubierto por un pelaje blanco y negro junto con otros cambios que hicieron concluir la transformación, hice un leve gruñido dejando mi mirada fija en aquel sujeto, ¿atacarlo, asustarlo o dejarlo? En este momento ni siquiera yo tenía idea de que haría porque de ver un movimiento brusco podría ponerme violento.
Urion Samaras- Licántropo Clase Media
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Re: Moonlight Shadow [Urion]
A pesar de que ya había oído aquel ruido y que sabía perfectamente que había un licántropo cerca de mí, en los alrededores, seguí cogiendo las hierbas que necesitaba como si nada. No le tenía ningún tipo de miedo ya que estaba más que convencido de que tenía algún truco bajo la manga guardada, en caso de que pudiera atacarme. No me molestaba que estuviera por allí rondando, de hecho era algo predecible que pudiera encontrarme con alguno de ellos. Era de noche, la luna llena lucía en todo su esplendor aquel día y… estaba en una zona de bosques. Solo había que ser listo y sumar dos más dos.
Me moví hacia uno de los lados donde había otra de las plantas que necesitaría y me acerqué sacando una pequeña hoz para cortar las plantas y meterlas en un saco que había traído conmigo. Guardé la hoz de nuevo en su sitio y cerré el saco para que no se escaparan las hierbas. No quería tener que volver de nuevo porque se había ido caído por el camino.
Los ruidos cada vez que se escuchaban más cerca hasta que llegó un punto en que los oí demasiado cerca, haciendo que girara mi cabeza en dirección hacia donde provenía el ruido. Allí, entre las sombras, había un hombre parado observándome. Estaba medio en penumbras hasta que dio un par de pasos más y finalmente pude observarle bien el rostro.
Pude ver que era un macho joven, aunque no sabría decir exactamente su edad. Sabía por los libros que había leído que los licántropos aparentaban justo la mitad de la edad que tenían, por lo que… quizás parecía que tuviera veinte, pero en realidad tendría cuarenta.
Al ver que él también me estaba observando no dejé que pensara que me intimidaba el que estuviera ahí, mientras solo estuviera mirándome y no me hiciera nada no habría ningún tipo de problema. Sabía de sobra la lucha que había entre cazadores, inquisidores y demás seres sobrenaturales… una lucha en la cual no pensaba participar y en la que daba gracias que no fuéramos los más buscados. Por si acaso me había venido armado y, en mi fuero interno, me reí ante lo acertado de aquello. Jamás salía sin llevar algún tipo de arma, porque los peligros acechaban y aguardaban donde menos lo esperabas. Le vi sonreír y fue entonces cuando soltó aquella frase, haciendo que me riera por aquello.
-Depende de lo que hayas venido a buscar puede ser una linda noche –repetí como había dicho él- o, por el contrario… una noche de lo más desafortunada. ¿Qué opción es la que eliges? –en vez de responderme a eso prefirió transformarse como si aquello fuera a asustarme. Lo observé en todo momento mientras salía su pelaje blanco y negro, su rostro cambiaba para convertirse en la apariencia de un lobo, vi como la ropa que llevaba caía echa jirones conforme sus músculos se fueron agrandando, rasgando la tela hasta que quedó echa trozos en el suelo. Sus colmillos crecieron hasta alcanzar el tamaño ideal y plantó sus patas delanteras en el suelo, observándome una vez terminó la transformación.
Pese a que no era la primera vez que me había encontrado con un lobo, si que era la primera vez que veía una transformación tan de cerca. Había que reconocer que desde un punto de vista sobrenatural, era admirable ver como podían transformarse en cualquier momento que ellos quisieran, al igual que volver al estado superior. Era una especie de “magia” que llevaban innato en la sangre, y desde ahí era desde donde podía interesarme todo aquello. Lo contemplé durante unos segundos y me reí, cruzándome de brazos.
-Bonita exhibición, lástima que hayas tenido que romper la ropa… supongo que esa es la parte mala de convertiros en lobo ¿no? –pregunté algo divertido sin dejarme amedrentar porque se hubiera convertido. ¿Qué pretendía con ello, asustarme, que me largara… atacarme? Si era así, había elegido un mal adversario- No sé que pretendes al transformarte pero… te tengo que dejar claro que no me intimidas, lobo. –En cuanto viera un movimiento que fuera brusco no tardaría nada en sacar la daga que llevaba guardada- Si has elegido transformarte para dar un paseo en pelotas, adelante, por mí puedes irte corriendo. Sin embargo –entrecerré los ojos y bajé el tono de mí voz, dándole una tonalidad de advertencia- Si vienes a jugar, o a intentar matarme… créeme, no has podido elegir peor rival. No seré un cazador, pero no me hace falta mucho para matarte. No tenía pensado en cargarme ningún lobo esta pero… si insistes, quizás hasta te lleve conmigo y utilice ese pelaje que, de seguro, será aprovechado para calentarme. –Me encogí de hombros- Tú decidirás lo que más te conviene –saqué de nuevo la hoz y volví a cortar otra planta que había al lado para guardarla de nuevo en el saco sin apartar totalmente mi atención del lobo que tenía plantado delante de mí.
Me moví hacia uno de los lados donde había otra de las plantas que necesitaría y me acerqué sacando una pequeña hoz para cortar las plantas y meterlas en un saco que había traído conmigo. Guardé la hoz de nuevo en su sitio y cerré el saco para que no se escaparan las hierbas. No quería tener que volver de nuevo porque se había ido caído por el camino.
Los ruidos cada vez que se escuchaban más cerca hasta que llegó un punto en que los oí demasiado cerca, haciendo que girara mi cabeza en dirección hacia donde provenía el ruido. Allí, entre las sombras, había un hombre parado observándome. Estaba medio en penumbras hasta que dio un par de pasos más y finalmente pude observarle bien el rostro.
Pude ver que era un macho joven, aunque no sabría decir exactamente su edad. Sabía por los libros que había leído que los licántropos aparentaban justo la mitad de la edad que tenían, por lo que… quizás parecía que tuviera veinte, pero en realidad tendría cuarenta.
Al ver que él también me estaba observando no dejé que pensara que me intimidaba el que estuviera ahí, mientras solo estuviera mirándome y no me hiciera nada no habría ningún tipo de problema. Sabía de sobra la lucha que había entre cazadores, inquisidores y demás seres sobrenaturales… una lucha en la cual no pensaba participar y en la que daba gracias que no fuéramos los más buscados. Por si acaso me había venido armado y, en mi fuero interno, me reí ante lo acertado de aquello. Jamás salía sin llevar algún tipo de arma, porque los peligros acechaban y aguardaban donde menos lo esperabas. Le vi sonreír y fue entonces cuando soltó aquella frase, haciendo que me riera por aquello.
-Depende de lo que hayas venido a buscar puede ser una linda noche –repetí como había dicho él- o, por el contrario… una noche de lo más desafortunada. ¿Qué opción es la que eliges? –en vez de responderme a eso prefirió transformarse como si aquello fuera a asustarme. Lo observé en todo momento mientras salía su pelaje blanco y negro, su rostro cambiaba para convertirse en la apariencia de un lobo, vi como la ropa que llevaba caía echa jirones conforme sus músculos se fueron agrandando, rasgando la tela hasta que quedó echa trozos en el suelo. Sus colmillos crecieron hasta alcanzar el tamaño ideal y plantó sus patas delanteras en el suelo, observándome una vez terminó la transformación.
Pese a que no era la primera vez que me había encontrado con un lobo, si que era la primera vez que veía una transformación tan de cerca. Había que reconocer que desde un punto de vista sobrenatural, era admirable ver como podían transformarse en cualquier momento que ellos quisieran, al igual que volver al estado superior. Era una especie de “magia” que llevaban innato en la sangre, y desde ahí era desde donde podía interesarme todo aquello. Lo contemplé durante unos segundos y me reí, cruzándome de brazos.
-Bonita exhibición, lástima que hayas tenido que romper la ropa… supongo que esa es la parte mala de convertiros en lobo ¿no? –pregunté algo divertido sin dejarme amedrentar porque se hubiera convertido. ¿Qué pretendía con ello, asustarme, que me largara… atacarme? Si era así, había elegido un mal adversario- No sé que pretendes al transformarte pero… te tengo que dejar claro que no me intimidas, lobo. –En cuanto viera un movimiento que fuera brusco no tardaría nada en sacar la daga que llevaba guardada- Si has elegido transformarte para dar un paseo en pelotas, adelante, por mí puedes irte corriendo. Sin embargo –entrecerré los ojos y bajé el tono de mí voz, dándole una tonalidad de advertencia- Si vienes a jugar, o a intentar matarme… créeme, no has podido elegir peor rival. No seré un cazador, pero no me hace falta mucho para matarte. No tenía pensado en cargarme ningún lobo esta pero… si insistes, quizás hasta te lleve conmigo y utilice ese pelaje que, de seguro, será aprovechado para calentarme. –Me encogí de hombros- Tú decidirás lo que más te conviene –saqué de nuevo la hoz y volví a cortar otra planta que había al lado para guardarla de nuevo en el saco sin apartar totalmente mi atención del lobo que tenía plantado delante de mí.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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