AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
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Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
–Todo eso está mal– grito agitando las manos contra el rostro de aquel estúpido, tengo las ganas de romperle aquel rostro y borrarle su sonrisa de victoria cuando habla conmigo, lo maldito mentalmente al hijo de **** de Nikolai escupo al suelo saliendo de aquella taberna, solo se han quedado el jefe y el otro tipo ese raro que solo se pasa en burdeles. No creo aquello que estoy escuchando enviarme a reconocimiento del maldito lugar ni que fuera su puta para hacerles el trabajo sucio, que manden a otro yo no me metí en ese grupo para hacerle de gata para ellos, si no para trabajar en lo que se me contrató cazar, ser un soldado nada más, nada de planeaciones, peritaje, ni nada de perímetros, solo pelear y cortar cabezas de lobos y ahora estos malditos engendros del infierno querían que haga cosas fuera de lo que me correspondía, al diablo con ellos.
Salí enfurecido directo al burdel, necesitaba descargarme con alguna mujer y luego iría tarde a mi trabajo para que dejen de joderme, pero al parecer el bastardo de Nikolai le encanta joder los cojones a uno, no sé qué demonios hacía en el mismo burdel que yo, pero solo con vernos nos mandamos a matar cada uno. Ya no quería estar con mujer alguna solo quería beber y olvidarme de esos tipejos y sus niñerías; lástima que no todo sale como queremos. Me levanté aun con resaca, no sabía dónde estaba o con quien, o que había pasado, los pocos fragmentos que tengo en la memoria son de una fiesta en el burdel o fue en la taberna, ya que estaba bebiendo, no recuerdo.
Con dificultad trato de poner en pie mirando a todos lados, nade se me hace familiar solo el cuerpo desnudo de una mujer junto mi ¿alguna prostituta?, levanto lo que improvisadamente hacía en parte de una sábana que cubría lo poco de sus pudientes partes y observé su trasero para darle una palmada fuerte. La mujer reaccionó casi a gritos e insultos hacia mí, junto a sus puños intentando golpearme, no me aguante y le crucé el rostro con una de mis manos. Se quedó callada optando por vestirse en silencio y sin dejar de insultarme por la marca roja que se le haría en aquel feo rostro.
Ya con los pantalones puestos comencé a caminar para ver donde estaba metido, el sol pegaba fuerte encegueciéndome, la mujer se apegó a mi queriendo que le haga de su guía o salvador como si le debiera algo, la miro alejándola de mi lado –Que quieres puta, ya me golpeaste ahora lárgate y no me jodas la vida– camino por el lugar observando atentamente hasta que un pequeño sonido hace que busque mi sfilo pero no lo encuentro, alguien se ha cargado mis armas. O quizás las dejé con el jefe. Maldigo mentalmente –Si el jefe se entera me los va a cortar, eso debió ser idea del maldito infeliz bastardo marica de Nikolai, los voy a romper a puños a ese infeliz– un golpe en la frente me doy por bruto.
–Maldito hijo de perra, si te agarro te voy a castrar– escupo al suelo buscando algo que me ayude a ver dónde demonios estaba metido, ahora todo quedaba más claro aquello había sido una broma de aquel maldito de Nikolai, y esto me las pagaría. A lo lejos puedo oír el estruendo de las campanas y una risita que me molesta, quizás porque aún sigo con los estragos de la borrachera de anoche –Sea quien sea ponte delante mío para al menos saber a quién le voy a bajar los dientes– mascullo molesto casi con un tono irritante.
Esperaba que no fuera nadie del equipo y mucho menos el jefe.
Salí enfurecido directo al burdel, necesitaba descargarme con alguna mujer y luego iría tarde a mi trabajo para que dejen de joderme, pero al parecer el bastardo de Nikolai le encanta joder los cojones a uno, no sé qué demonios hacía en el mismo burdel que yo, pero solo con vernos nos mandamos a matar cada uno. Ya no quería estar con mujer alguna solo quería beber y olvidarme de esos tipejos y sus niñerías; lástima que no todo sale como queremos. Me levanté aun con resaca, no sabía dónde estaba o con quien, o que había pasado, los pocos fragmentos que tengo en la memoria son de una fiesta en el burdel o fue en la taberna, ya que estaba bebiendo, no recuerdo.
Con dificultad trato de poner en pie mirando a todos lados, nade se me hace familiar solo el cuerpo desnudo de una mujer junto mi ¿alguna prostituta?, levanto lo que improvisadamente hacía en parte de una sábana que cubría lo poco de sus pudientes partes y observé su trasero para darle una palmada fuerte. La mujer reaccionó casi a gritos e insultos hacia mí, junto a sus puños intentando golpearme, no me aguante y le crucé el rostro con una de mis manos. Se quedó callada optando por vestirse en silencio y sin dejar de insultarme por la marca roja que se le haría en aquel feo rostro.
Ya con los pantalones puestos comencé a caminar para ver donde estaba metido, el sol pegaba fuerte encegueciéndome, la mujer se apegó a mi queriendo que le haga de su guía o salvador como si le debiera algo, la miro alejándola de mi lado –Que quieres puta, ya me golpeaste ahora lárgate y no me jodas la vida– camino por el lugar observando atentamente hasta que un pequeño sonido hace que busque mi sfilo pero no lo encuentro, alguien se ha cargado mis armas. O quizás las dejé con el jefe. Maldigo mentalmente –Si el jefe se entera me los va a cortar, eso debió ser idea del maldito infeliz bastardo marica de Nikolai, los voy a romper a puños a ese infeliz– un golpe en la frente me doy por bruto.
–Maldito hijo de perra, si te agarro te voy a castrar– escupo al suelo buscando algo que me ayude a ver dónde demonios estaba metido, ahora todo quedaba más claro aquello había sido una broma de aquel maldito de Nikolai, y esto me las pagaría. A lo lejos puedo oír el estruendo de las campanas y una risita que me molesta, quizás porque aún sigo con los estragos de la borrachera de anoche –Sea quien sea ponte delante mío para al menos saber a quién le voy a bajar los dientes– mascullo molesto casi con un tono irritante.
Esperaba que no fuera nadie del equipo y mucho menos el jefe.
C. Aiden MacIntyre- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 17/05/2015
Re: Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
Muchas eran las cosas que rondaban por mi cabeza, la larga sucesión de documentos sobre mi mesa de escritorio era, tal vez, interminable, pero ni siquiera eso iba a terminar conmigo. Sabía bien que muchos habían esperado que fracasara, que no fuera capaz de llevar los negocios familiares con eficiencia, pero no solo había demostrado que era mas que capaz de ello, si no que me había asegurado que éstos llegaran a ser incluso mas productivos, que crecieran mucho mas desde el momento en que había tomado las riendas. De sobra me había asegurado que, a pesar de mi manera de hacer las cosas, de permitirme todos los caprichos que quisiera y todas y cada una de las diversiones que se me pudieran antojar, era mas que capaz de hacer frente al negocio y destacar en ello de forma mas que notable. Eran muy pocos los que podían decirlo, y lo mejor de todo era que había demostrado mas que de sobras que no necesitaba para nada atarme a ningún hombre. No estaba dispuesta a ceder el control que tenía sobre mi propia vida a nadie y prefería la muerte antes de verme siquiera relegada a ser una estúpida esposa florero... eso no pasaría jamás de los jamases.
Apartando por un momento mi mirada de los papeles mi mirada se dirigió hacia la ventana por dónde entraba la luz del exterior mientras la opción de salir y refrescarme un poco antes de volver al trabajo se formaba en mi mente juntamente con un ¿y porqué no? Definitivamente me iría bien, apartaría por un momento mi mente de aquello, quizás encontrara alguna diversión pasajera y luego volvería completamente fresca y lista para hacerme cargo de lo que me quedaba. A fin de cuentas, era mi propia dueña, no tenía que dar explicaciones a nadie y pobre de aquel que intentase pedírmelas, porqué no terminaría precisamente bien. Sin pensar en nada en concreto, mis pasos me dirigieron hacia las afueras de la ciudad, lugar en dónde no esperaba que hubiera nadie, y pudiera pasar a disfrutar del agradable silencio, lejos de las bulliciosas calles parisinas que a veces lograban exasperarme. A pesar de ello, no tardé mucho en ver una figura femenina alejarse con una expresión llorosa, y oír el sonido de campanas seguido por unas risas a lo que le siguieron la voz de alguien, no precisamente contenta, antes de poder distinguir a alguien salir corriendo llevando consigo lo que parecía ser una campana.
Negando ligeramente con la cabeza, me acerqué hacia dónde había oído la voz enfurecida, cuyo dueño no me costó mucho trabajo localizar debido al volumen de la misma. —Me temo que a quién busca ha salido corriendo, riéndose y cargando una campana en dirección al bosque, si sale ahora mismo, tal vez con un poco de suerte lo llegue a alcanzar —dije en un tono tranquilo que no mostraba para nada hasta que punto me pudiera parecer graciosa la situación—. Si me lo permite, parece que tiene algún que otro enemigo que disfruta ensañándose con usted —mi tono de voz no cambió para nada, mientras le observaba con tranquilidad, sospesando con cautela cualquier palabra que pudiera decir a pesar de que estaba mas que acostumbrada a tratar con gente ruda y malhumorada. Tras un momento, esbocé una leve sonrisa —Tal vez tenga una pregunta para usted —dije tras dejar que mi sonrisa se difuminara y mi voz tomara el matiz que solía adquirir en las negociaciones— ¿que tanto desearía vengarse de aquellos que le hacen la vida imposible? —sabía bien que no me equivocaba, y con esa seguridad dejé que el silencio fluyera.
Apartando por un momento mi mirada de los papeles mi mirada se dirigió hacia la ventana por dónde entraba la luz del exterior mientras la opción de salir y refrescarme un poco antes de volver al trabajo se formaba en mi mente juntamente con un ¿y porqué no? Definitivamente me iría bien, apartaría por un momento mi mente de aquello, quizás encontrara alguna diversión pasajera y luego volvería completamente fresca y lista para hacerme cargo de lo que me quedaba. A fin de cuentas, era mi propia dueña, no tenía que dar explicaciones a nadie y pobre de aquel que intentase pedírmelas, porqué no terminaría precisamente bien. Sin pensar en nada en concreto, mis pasos me dirigieron hacia las afueras de la ciudad, lugar en dónde no esperaba que hubiera nadie, y pudiera pasar a disfrutar del agradable silencio, lejos de las bulliciosas calles parisinas que a veces lograban exasperarme. A pesar de ello, no tardé mucho en ver una figura femenina alejarse con una expresión llorosa, y oír el sonido de campanas seguido por unas risas a lo que le siguieron la voz de alguien, no precisamente contenta, antes de poder distinguir a alguien salir corriendo llevando consigo lo que parecía ser una campana.
Negando ligeramente con la cabeza, me acerqué hacia dónde había oído la voz enfurecida, cuyo dueño no me costó mucho trabajo localizar debido al volumen de la misma. —Me temo que a quién busca ha salido corriendo, riéndose y cargando una campana en dirección al bosque, si sale ahora mismo, tal vez con un poco de suerte lo llegue a alcanzar —dije en un tono tranquilo que no mostraba para nada hasta que punto me pudiera parecer graciosa la situación—. Si me lo permite, parece que tiene algún que otro enemigo que disfruta ensañándose con usted —mi tono de voz no cambió para nada, mientras le observaba con tranquilidad, sospesando con cautela cualquier palabra que pudiera decir a pesar de que estaba mas que acostumbrada a tratar con gente ruda y malhumorada. Tras un momento, esbocé una leve sonrisa —Tal vez tenga una pregunta para usted —dije tras dejar que mi sonrisa se difuminara y mi voz tomara el matiz que solía adquirir en las negociaciones— ¿que tanto desearía vengarse de aquellos que le hacen la vida imposible? —sabía bien que no me equivocaba, y con esa seguridad dejé que el silencio fluyera.
Oritía Grøelschkøj- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/09/2015
Re: Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
–¿Enemigo? ¿Ese cabrón hijo de perra?– rompo en carcajadas tremendas y sonoras que harían a cualquiera avergonzar, pero no para alguien como yo. Al ver a la mujer me doy cuenta que estoy en un lugar que forma parte de eso llamado “propiedad privada”, maldigo mentalmente porque apostando mi trasero a las patadas del jefe, estaba más que seguro que el cabrón ese ya le habría dicho que irrumpí en un lugar ajeno al que solemos permanecer. Pero aun pensando en eso la mujer parecían no dejar de cacarear, solo creaba más dolor a la resacaba que llevaba.
–Me encantaría romperle los dientes y la cara de puto que tiene, dejarlo atado en medio del bosque a que se lo devoren las bestias que por ahí rondan quedándome cerca para oír sus gritos– agito la cabeza a ver si se pasa la borrachera pero solo aumenta, así que sin más y sin pedir permiso me tiro un rato bajo la sombra de uno de los árboles bostezando de cansancio, dolor y hambre –Mujer, no se ofenda pero ¿Qué podría ofrecer alguien como usted que no sea el abrir sus bellas piernas y gemir hasta que explote por completo?– llevo las manos tras la cabeza y la mira, aun se ve algo borrosa pero se ve consumible la mujer.
–Verá mujer, ya que debo dar respuesta a su ofrecimiento de vengarme de esos malditos hijos de perra, le diré que haría de todo, pero, no todo en esta jodida vida es fácil, resulta que ese cabrón es la mano derecha del líder del grupo al que pertenezco y yo soy la mano izquierda, así que si nos llegamos a matar entre los dos el jefe nos coartaría las bola de la manera más dolorosa que usted se pueda imaginar– escupo al suelo mirando a la mujer con una sonrisa de oreja a oreja, cierto aquella era una mujer, debía tener modales, aunque ya para ese entonces había quedado más que claro los que poseo. –Aun así, trabajo es trabajo y asumo que usted me ofrecerá uno ¿o no? Espero que si, porque necesito dinero para comprar las armas que me han robado o mi culo estará en peligro de ser pateado– mascullo cerrando los ojos disfrutando de la deliciosa ventisca que corre por el lugar
Estaba seguro que me ganaría más que golpes.
–Me encantaría romperle los dientes y la cara de puto que tiene, dejarlo atado en medio del bosque a que se lo devoren las bestias que por ahí rondan quedándome cerca para oír sus gritos– agito la cabeza a ver si se pasa la borrachera pero solo aumenta, así que sin más y sin pedir permiso me tiro un rato bajo la sombra de uno de los árboles bostezando de cansancio, dolor y hambre –Mujer, no se ofenda pero ¿Qué podría ofrecer alguien como usted que no sea el abrir sus bellas piernas y gemir hasta que explote por completo?– llevo las manos tras la cabeza y la mira, aun se ve algo borrosa pero se ve consumible la mujer.
–Verá mujer, ya que debo dar respuesta a su ofrecimiento de vengarme de esos malditos hijos de perra, le diré que haría de todo, pero, no todo en esta jodida vida es fácil, resulta que ese cabrón es la mano derecha del líder del grupo al que pertenezco y yo soy la mano izquierda, así que si nos llegamos a matar entre los dos el jefe nos coartaría las bola de la manera más dolorosa que usted se pueda imaginar– escupo al suelo mirando a la mujer con una sonrisa de oreja a oreja, cierto aquella era una mujer, debía tener modales, aunque ya para ese entonces había quedado más que claro los que poseo. –Aun así, trabajo es trabajo y asumo que usted me ofrecerá uno ¿o no? Espero que si, porque necesito dinero para comprar las armas que me han robado o mi culo estará en peligro de ser pateado– mascullo cerrando los ojos disfrutando de la deliciosa ventisca que corre por el lugar
Estaba seguro que me ganaría más que golpes.
C. Aiden MacIntyre- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/05/2015
Re: Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
Ante sus palabras, mis ojos brillaron con diversión ¿porqué los hombres parecían siempre tan predecibles? Eran muchos los que habían cometido la insensatez de subestimarme y llegar a pensar que yo era simplemente una mujer como cualquier otra, un error común y que mas de uno había llegado a pagar caro, pero que muy caro... —no me ofende, es un error común llegar a subestimarme y luego tener que lamentarse haberlo hecho —dije mientras una leve sonrisa se formaba en mis labios— aunque al parecer tienes el mismo concepto de las mujeres que el que yo tengo de los hombres, la gran mayoría son iguales y solo son capaces de dejarse llevar por las pasiones mas bajas en vez de pensar con la cabeza en frío, analizando las cosas y ver la mejor manera de conseguir los propósitos de cada uno.
Mi sonrisa se desvaneció, y mi expresión se volvió hierática, fría y calculadora y mi mi mirada reflejaba que mi mente estaba pensando, cavilando—. En cuando a las armas dudo que hubiera ningún problema, podrías conseguir todas las que quisieras, las mejores que se puedan conseguir —dije con un tono calmado—, perfectamente podrías vengarte de aquel que te hace la vida imposible, demostrarle tu superioridad y hacer que muerda el polvo —mi voz se volvió suave y delicada como el terciopelo mas suave a pesar de que el brillo de mi mirada pudiera seguir siendo frío y distante— el precio es el menor de los problemas, siempre consigo lo que quiero: cómo y cuando quiero. —Otra leve sonrisa se formó en mis labios— aquí la cuestión esta en si realmente estás a la altura y si tienes el valor suficiente para aceptar cualquier tipo de reto y de desafío —conocía lo suficiente la psique masculina para saber que la gran mayoría de los hombres que consideraran tener sangre en las venas no podrían resistirse ante un desafío de ese calibre, que ninguno podía soportar el hecho de que se pusiera en duda su capacidad, su valor y su masculinidad. Lo sabía bien, no había ninguno que pudiera evitar caer en eso.
¿El verdadero motivo por el que le tentaba y le provocaba? Muy simple, me sentía aburrida, odiaba la rutina y no podía evitar el placer que me proporcionaba el jugar con los demás. Me gustaba aprovechar el hecho de que muchos me llegaran a subestimar por el simple hecho de ser mujer o por el hecho de que, a vistas de aquellos que me habían conocido en mi infancia hubieran asumido que simplemente era alguien a quien siempre le habían consentido todos y cada uno de sus caprichos; algo que no había tenido el mas mínimo problema en hacer que tuvieran que tragarse sus reticencias y pensamientos hacia mis verdaderas capacidades. Pero en vez de molestarme ese hecho, me divertía: me divertía el hecho de hacer que, con gran facilidad, mas de uno terminara doblegándose ante mi, se postrara a mis pies y terminara comiendo de mi mano. A través del silencio impuesto para que pensara en sus posibilidades, volví a dirigir mi mirada, calmada y serena, hacia él antes de romper ese mismo silencio— ¿y bien?¿tienes o no tienes lo que hay que tener? —pregunté con suavidad, apartándome un mechón de mi rostro sin que éste mostrara en absoluto lo que estaba pensando, sin que mostrara ninguna expresión mas allá de la calma y la serenidad que quería mostrar y reflejar.
Mi sonrisa se desvaneció, y mi expresión se volvió hierática, fría y calculadora y mi mi mirada reflejaba que mi mente estaba pensando, cavilando—. En cuando a las armas dudo que hubiera ningún problema, podrías conseguir todas las que quisieras, las mejores que se puedan conseguir —dije con un tono calmado—, perfectamente podrías vengarte de aquel que te hace la vida imposible, demostrarle tu superioridad y hacer que muerda el polvo —mi voz se volvió suave y delicada como el terciopelo mas suave a pesar de que el brillo de mi mirada pudiera seguir siendo frío y distante— el precio es el menor de los problemas, siempre consigo lo que quiero: cómo y cuando quiero. —Otra leve sonrisa se formó en mis labios— aquí la cuestión esta en si realmente estás a la altura y si tienes el valor suficiente para aceptar cualquier tipo de reto y de desafío —conocía lo suficiente la psique masculina para saber que la gran mayoría de los hombres que consideraran tener sangre en las venas no podrían resistirse ante un desafío de ese calibre, que ninguno podía soportar el hecho de que se pusiera en duda su capacidad, su valor y su masculinidad. Lo sabía bien, no había ninguno que pudiera evitar caer en eso.
¿El verdadero motivo por el que le tentaba y le provocaba? Muy simple, me sentía aburrida, odiaba la rutina y no podía evitar el placer que me proporcionaba el jugar con los demás. Me gustaba aprovechar el hecho de que muchos me llegaran a subestimar por el simple hecho de ser mujer o por el hecho de que, a vistas de aquellos que me habían conocido en mi infancia hubieran asumido que simplemente era alguien a quien siempre le habían consentido todos y cada uno de sus caprichos; algo que no había tenido el mas mínimo problema en hacer que tuvieran que tragarse sus reticencias y pensamientos hacia mis verdaderas capacidades. Pero en vez de molestarme ese hecho, me divertía: me divertía el hecho de hacer que, con gran facilidad, mas de uno terminara doblegándose ante mi, se postrara a mis pies y terminara comiendo de mi mano. A través del silencio impuesto para que pensara en sus posibilidades, volví a dirigir mi mirada, calmada y serena, hacia él antes de romper ese mismo silencio— ¿y bien?¿tienes o no tienes lo que hay que tener? —pregunté con suavidad, apartándome un mechón de mi rostro sin que éste mostrara en absoluto lo que estaba pensando, sin que mostrara ninguna expresión mas allá de la calma y la serenidad que quería mostrar y reflejar.
Oritía Grøelschkøj- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/09/2015
Re: Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
Que demonios, realmente aquella mujer estaba buscando tocarme la puta moral, pero ¿Cuántas mujeres no lo habían intentado ya? Tantas y siempre se daban contra la maldita pared ¿por qué? Porque tenía más huevos que moral. Reí por sus palabras, reí al punto de comenzar a toser de lo jocoso que montaba la mujer, debía admitir al menos esta no solo servía para abrir sus bonitas piernas si no también para hacer buenos chistes, cama y broma podría llevar a muchos hombres así, pero no a mí, tenía otros gustos.
La mire restregando mis ojos con un fuerte bostezo y el tronar de los huesos –Tengo tantos huevos como ovarios tiene usted mujer ¿Responde eso a tu pregunta?– cierro los ojos dejando un poco de silencio entre los dos, realmente estaba pesando en aceptar o no el trabajo, lo cierto era que por las armas recuperar haría lo que fuera y más que nada para luego poder meter unos cuantos balazos al cabrón ese, o quizás vengarme por lo que me hizo. Le miro enarcando una ceja, aun había algo turbio que no me cuadraba ¿Qué ganaba aquella mujer? Siempre algo hay que sacar de ganancia, entonces ¿Cuál sería la de ella?, había que irse con cuidado en los negocios.
–Mira mujer, si quieres que acepte de una, no trates de provocar mi hombría, para eso mejor sería que te acostarás y me mostraras tus piernas y otras cosas, ahí podría como que admitir que has tocado la moral de mi hombría, pero si es de cazar, te quedas corta mujer. Soy un hombre como tal y por ello no caigo en esas provocaciones de las perras que siempre hacen, ¿quieres saber por qué? Porque no me interesa ni un ápice lo que digan mujeres aburridas, por ello hago lo que se me pegue la puta gana– me levanto por completo quedando a donde estaba la mujer viéndola de frente con mi rostro y aliento de borracho pero más que nada con esa mirada de seriedad y explosividad que me caracteriza
–Desembucha mujer rápido, ¿Qué quieres que haga? Ya que tu pagarás mi tiempo y las armas, así que habla de una buena vez deja de cacarear tanto y vamos al grano, ya que esto es negocios– reí delante de ella acomodándome la ropa, sobre todo los pantalones que se me caían por no estar bien abotonados.
La mire restregando mis ojos con un fuerte bostezo y el tronar de los huesos –Tengo tantos huevos como ovarios tiene usted mujer ¿Responde eso a tu pregunta?– cierro los ojos dejando un poco de silencio entre los dos, realmente estaba pesando en aceptar o no el trabajo, lo cierto era que por las armas recuperar haría lo que fuera y más que nada para luego poder meter unos cuantos balazos al cabrón ese, o quizás vengarme por lo que me hizo. Le miro enarcando una ceja, aun había algo turbio que no me cuadraba ¿Qué ganaba aquella mujer? Siempre algo hay que sacar de ganancia, entonces ¿Cuál sería la de ella?, había que irse con cuidado en los negocios.
–Mira mujer, si quieres que acepte de una, no trates de provocar mi hombría, para eso mejor sería que te acostarás y me mostraras tus piernas y otras cosas, ahí podría como que admitir que has tocado la moral de mi hombría, pero si es de cazar, te quedas corta mujer. Soy un hombre como tal y por ello no caigo en esas provocaciones de las perras que siempre hacen, ¿quieres saber por qué? Porque no me interesa ni un ápice lo que digan mujeres aburridas, por ello hago lo que se me pegue la puta gana– me levanto por completo quedando a donde estaba la mujer viéndola de frente con mi rostro y aliento de borracho pero más que nada con esa mirada de seriedad y explosividad que me caracteriza
–Desembucha mujer rápido, ¿Qué quieres que haga? Ya que tu pagarás mi tiempo y las armas, así que habla de una buena vez deja de cacarear tanto y vamos al grano, ya que esto es negocios– reí delante de ella acomodándome la ropa, sobre todo los pantalones que se me caían por no estar bien abotonados.
C. Aiden MacIntyre- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/05/2015
Re: Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
Ante sus palabras y respuestas, mi rostro permaneció impasible, sin mostrar la mas mínima expresión mientras una leve sonrisa tomaba forma en mis pensamientos, haciendo que cualquier rastro del aburrimiento que me había embargado momentos antes al salir a dar ese paseo. A pesar de sus palabras, palabras que bien habrían podido escandalizar a cualquiera, yo ni siquiera reaccioné lo mas mínimo ante ellas y mi expresión permaneció inescrutable mientras mis ojos le estudiaban y analizaban a fondo, finalmente, una leve sonrisa tomó lugar en mis labios con lentitud antes de que mi voz, suave como la seda, se hiciera volver a oír— bien —dije con calma- de la misma manera que tú tienes enemigos a los que ansías dar caza, derrotar y/o eliminar yo cuento con unos cuantos en las sombras que ansiarían verme caer, algo que no va a suceder —un brillo acerado se reflejó en mis ojos ante las últimas palabras antes de que desapareciera de la misma manera que había venido
—ahí sería en dónde entraría a tomar lugar tu trabajo —con calma, aparté un largo mechón de mi cabello, antes de proseguir con mis palabras dejando que estas reflejaran calma y seriedad— asegurarte de que ninguno de esos llegue a conseguirlo ni de cerca o sacar de la ecuación a cualquier posible matón de turno que manden. —Por unos escasos momentos, mi tono de voz se volvió duro, inflexible, siendo éste el único indicativo de que tan seria era al respecto. Por unos momentos, mi mirada recorrió el lugar antes de que ésta se fijara de nuevo en él y le recorriera entero sin mostrar reparo alguno al respecto—. Ignorando los efectos de la resaca, parece estar en la forma física adecuada, por lo que puedo suponer que será lo suficientemente hábil con cualquier tipo de arma y en cualquier tipo de situación por muy delicada que ésta pueda llegar a ser —mi mirada le volvió a recorrer sin que la expresión calmada y serena que me había acompañado durante todo ese tiempo desapareciera— si cumple con su cometido, el salario será realmente generoso, por no decir que contará, tal como dije, con el acceso a las mejores armas que pueda desear y al adecuado tiempo libre para hacer aquello que se le antoje.
Concluí, dejando que mi oferta se quedara flotando en el aire por unos momentos, siendo ésta lo único que reinara en el breve silencio que se formó tras terminar con mis propias palabras. Tras un momento, una casi imperceptible sonrisa se empezó a formar en mis labios— debe saber, también, que no soy alguien que se conforme con la mediocridad o con cualquier cosa si no que me gustan las cosas bien hechas. De ser así, existe la posibilidad de conseguir... recompensas —dejando, con una tercera mirada recorriéndole analíticamente, en el aire de que naturaleza podrían llegar a ser dichas recompensas, finalmente mi mirada se volvió a fijar en la suya sin que mostrara el mas mínimo pudor ante cualquier proposición “indecente” que se pudiera llegar a originar a partir de mis palabras—. ¿Y bien? —dije con suma tranquilidad mientras mi expresión y mi tono cambiaban por completo dejando paso al tono que usaba en los negocios y que no tenía nada que ver con el que pudiera usar en cualquier otro momento— ¿está o no interesado en el trabajo? —tras mis palabras, dejé que estas flotaran de nuevo en el silencio, mientras mi mirada permanecía fija en él tanto a la espera de su respuesta como lista para estudiarle y analizarle.
—ahí sería en dónde entraría a tomar lugar tu trabajo —con calma, aparté un largo mechón de mi cabello, antes de proseguir con mis palabras dejando que estas reflejaran calma y seriedad— asegurarte de que ninguno de esos llegue a conseguirlo ni de cerca o sacar de la ecuación a cualquier posible matón de turno que manden. —Por unos escasos momentos, mi tono de voz se volvió duro, inflexible, siendo éste el único indicativo de que tan seria era al respecto. Por unos momentos, mi mirada recorrió el lugar antes de que ésta se fijara de nuevo en él y le recorriera entero sin mostrar reparo alguno al respecto—. Ignorando los efectos de la resaca, parece estar en la forma física adecuada, por lo que puedo suponer que será lo suficientemente hábil con cualquier tipo de arma y en cualquier tipo de situación por muy delicada que ésta pueda llegar a ser —mi mirada le volvió a recorrer sin que la expresión calmada y serena que me había acompañado durante todo ese tiempo desapareciera— si cumple con su cometido, el salario será realmente generoso, por no decir que contará, tal como dije, con el acceso a las mejores armas que pueda desear y al adecuado tiempo libre para hacer aquello que se le antoje.
Concluí, dejando que mi oferta se quedara flotando en el aire por unos momentos, siendo ésta lo único que reinara en el breve silencio que se formó tras terminar con mis propias palabras. Tras un momento, una casi imperceptible sonrisa se empezó a formar en mis labios— debe saber, también, que no soy alguien que se conforme con la mediocridad o con cualquier cosa si no que me gustan las cosas bien hechas. De ser así, existe la posibilidad de conseguir... recompensas —dejando, con una tercera mirada recorriéndole analíticamente, en el aire de que naturaleza podrían llegar a ser dichas recompensas, finalmente mi mirada se volvió a fijar en la suya sin que mostrara el mas mínimo pudor ante cualquier proposición “indecente” que se pudiera llegar a originar a partir de mis palabras—. ¿Y bien? —dije con suma tranquilidad mientras mi expresión y mi tono cambiaban por completo dejando paso al tono que usaba en los negocios y que no tenía nada que ver con el que pudiera usar en cualquier otro momento— ¿está o no interesado en el trabajo? —tras mis palabras, dejé que estas flotaran de nuevo en el silencio, mientras mi mirada permanecía fija en él tanto a la espera de su respuesta como lista para estudiarle y analizarle.
Oritía Grøelschkøj- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/09/2015
Re: Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
Debía admitir la mujer tenía fuerza hasta incluso podría decir que podría fajarse unos pantalones una ruda y directa mujer, ahora estaba más que convencido que ella no era solo para abrir las piernas en un momento, quizás si lo hace terminaría por arrancarle la polla al hombre que se meta entre sus faldones apretados. Reí a carcajadas dándole una palmada a la mujer, no tan fuerte claro, ante todo ella era una “dama” y debía comportarme como un caballero, JA, si eso existiera.
La miré alzando los hombros quitando importancia a todo esa verborrea que había dado hace minutos atrás, no me importaba nada de eso, solo quería dinero para conseguir armas y punto nada más, el resto eran nimiedades que se traducían en formalidades absurdas. Giré para comenzar a vestirme más decente al menos en lo que se podía realmente –¿Así que quieres que mate a humanos? Vaya primera vez que una humana me pide que mate a otro humano aunque no sea la primera vez que lo haga– mis dedos estaban manchados de sangre y mucha. Volví para estar frente a ella extendiendo la mano, ahora debía pensar en algo ¿Cómo coños es un cuida espalda?. No tenía noción de ello así que ahora había que afinar esos malditos formalismos.
–Acepto cuidar tu cuello por un tiempo, aunque no sé qué coños tengo que hacer porque nunca he cuidado el culo de alguien, aunque conozco a alguien en los bajos mundos que si lo hace y por buena pasta. Quizás el me oriente en eso, ah por otro lado, yo no hago planes ni nada, solo tomo un arma y mato eso es todo lo que hago, así que si te metes en peligro no te cuidaré ni te protegeré solo mataré a la gente que te ataque y nada más, eso es todo lo que yo se hacer, pero si quieres un niñero de tu trasero eso te lo puedo conseguir, hablaría con el pana para que se haga tu guardaespaldas, es bueno el tipo, pero aburrido eso si– reí fuertemente porque para lo yo considero aburrido no siempre es así para otros. Miré a la mujer de la misma manera en la que ella me había observado, de pies a cabeza devorándola con los ojos incluso en aquellos lugares donde la tela impide ver.
–¿Me aceptas de esa manera mujer? Si es así, da por hecho el que mate a quien tu digas sin preguntar nada a cambio de dinero, porque soy un Caza recompensas soy de un grupo mercenario que matamos por lo que nos paguen, más o menos soldados de la muerte primor, así que eso es lo que tendrás– susurre a su oído con una sonrisa mientras cruzaba mis brazos viéndola descaradamente.
La miré alzando los hombros quitando importancia a todo esa verborrea que había dado hace minutos atrás, no me importaba nada de eso, solo quería dinero para conseguir armas y punto nada más, el resto eran nimiedades que se traducían en formalidades absurdas. Giré para comenzar a vestirme más decente al menos en lo que se podía realmente –¿Así que quieres que mate a humanos? Vaya primera vez que una humana me pide que mate a otro humano aunque no sea la primera vez que lo haga– mis dedos estaban manchados de sangre y mucha. Volví para estar frente a ella extendiendo la mano, ahora debía pensar en algo ¿Cómo coños es un cuida espalda?. No tenía noción de ello así que ahora había que afinar esos malditos formalismos.
–Acepto cuidar tu cuello por un tiempo, aunque no sé qué coños tengo que hacer porque nunca he cuidado el culo de alguien, aunque conozco a alguien en los bajos mundos que si lo hace y por buena pasta. Quizás el me oriente en eso, ah por otro lado, yo no hago planes ni nada, solo tomo un arma y mato eso es todo lo que hago, así que si te metes en peligro no te cuidaré ni te protegeré solo mataré a la gente que te ataque y nada más, eso es todo lo que yo se hacer, pero si quieres un niñero de tu trasero eso te lo puedo conseguir, hablaría con el pana para que se haga tu guardaespaldas, es bueno el tipo, pero aburrido eso si– reí fuertemente porque para lo yo considero aburrido no siempre es así para otros. Miré a la mujer de la misma manera en la que ella me había observado, de pies a cabeza devorándola con los ojos incluso en aquellos lugares donde la tela impide ver.
–¿Me aceptas de esa manera mujer? Si es así, da por hecho el que mate a quien tu digas sin preguntar nada a cambio de dinero, porque soy un Caza recompensas soy de un grupo mercenario que matamos por lo que nos paguen, más o menos soldados de la muerte primor, así que eso es lo que tendrás– susurre a su oído con una sonrisa mientras cruzaba mis brazos viéndola descaradamente.
C. Aiden MacIntyre- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/05/2015
Re: Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
Mi mirada permaneció inmutable, mi expresión fría, carente de cualquier emoción o sentimiento. Lentamente, una ligera sonrisa empezó a formarse en mis labios antes de negar con la cabeza con deliberada lentitud. La idea de que alguien se encontrara frente a mi y que éste sugiriera que necesitaba una niñera, alguien que se convirtiera en mi sombra me parecía algo realmente hilarante. Algo que, realmente, me hacía gracia, motivo por el cual se había formado la leve sonrisa sarcástica en mis labios. —Siendo franco —le dije con total calma— ¿acaso me veo como alguien que no es capaz de cuidar de si misma y que tenga la estúpida necesidad de que alguien cuide de mi las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana? —mi sonrisa se acrecentó aún mas— si realmente necesitara ese tipo de carga en mi vida, hubiera sido una hija servicial y sumisa que se hubiera casado con el primer inútil de turno y hubiera permitido que ese inútil se hiciera cargo del imperio comercial de mi familia —mi sonrisa se tornó en una sonrisa cínica.
—¿Quién iba a decir que una niña mimada y consentida fuera capaz de hacer nada mas que mirarse en un espejo y hacer estúpidos bordados? —negué con la cabeza— no, soy perfectamente capaz de atender mis propios asuntos, destruir y hundir a quién sea, pero no tengo tiempo para perderlo en ocuparme de los sicarios, mercenarios o matones a sueldo que puedan mandar a entorpecer mi camino. —Mi mirada se paró en él— es ahí en donde entras; en ahorrarme la pérdida de tiempo y cualquier distracción que pudiera ocasionar el que tuviera que encargarme yo que ésos. No me mal entiendas, no tengo problema alguno en ensuciarme las manos, en destruir a quién sea y disfrutarlo, pero, como supongo que sabrás a un mercenario no se le puede destruir, solo se les puede eliminar del mapa —de nuevo, mi mirada le recorrió sin el mas mínimo pudor antes de que una leve sonrisa provocativa tomara el lugar de mi anterior sonrisa.
—¿Sabes que pienso y creo? Que pueden salir cosas bastante beneficiosas para ambos con este acuerdo, eso sin tener en cuenta... otras... cosas —dije, de forma deliberada. Tal vez si me ponía a buscar alguna posible analogía entre mi misma persona y el mundo animal, sabía que no sería difícil encontrar animales que pudieran representarme con bastante facilidad, lo difícil era era encontrar uno que pudiera representarme con plenitud: si así lo deseaba podía aparentar ser el mas tierno e inofensivo de los gatitos, gatito que en cualquier momento se podía convertir en una feroz pantera, podía llegar a ser tan venenosa cómo la víbora mas venenosa existente, pero, sin lugar a dudas, el que se encontraba entre mis favoritos era la mantis religiosa, quién era capaz de valerse por si sola y para la que, los machos, solo servían para una sola y única cosa, usarlos y desecharlos una vez terminara con ellos, antes de buscar al siguiente incauto. Si en cambio, tenía que transportarme al mundo vegetal, sabía bien que planta era la que debía representarme, la planta carnívora, capaz de atraer con suma facilidad a sus presas y luego devorarlas sin el mas mínimo remordimiento ni pesar por ello.
—¿Quién iba a decir que una niña mimada y consentida fuera capaz de hacer nada mas que mirarse en un espejo y hacer estúpidos bordados? —negué con la cabeza— no, soy perfectamente capaz de atender mis propios asuntos, destruir y hundir a quién sea, pero no tengo tiempo para perderlo en ocuparme de los sicarios, mercenarios o matones a sueldo que puedan mandar a entorpecer mi camino. —Mi mirada se paró en él— es ahí en donde entras; en ahorrarme la pérdida de tiempo y cualquier distracción que pudiera ocasionar el que tuviera que encargarme yo que ésos. No me mal entiendas, no tengo problema alguno en ensuciarme las manos, en destruir a quién sea y disfrutarlo, pero, como supongo que sabrás a un mercenario no se le puede destruir, solo se les puede eliminar del mapa —de nuevo, mi mirada le recorrió sin el mas mínimo pudor antes de que una leve sonrisa provocativa tomara el lugar de mi anterior sonrisa.
—¿Sabes que pienso y creo? Que pueden salir cosas bastante beneficiosas para ambos con este acuerdo, eso sin tener en cuenta... otras... cosas —dije, de forma deliberada. Tal vez si me ponía a buscar alguna posible analogía entre mi misma persona y el mundo animal, sabía que no sería difícil encontrar animales que pudieran representarme con bastante facilidad, lo difícil era era encontrar uno que pudiera representarme con plenitud: si así lo deseaba podía aparentar ser el mas tierno e inofensivo de los gatitos, gatito que en cualquier momento se podía convertir en una feroz pantera, podía llegar a ser tan venenosa cómo la víbora mas venenosa existente, pero, sin lugar a dudas, el que se encontraba entre mis favoritos era la mantis religiosa, quién era capaz de valerse por si sola y para la que, los machos, solo servían para una sola y única cosa, usarlos y desecharlos una vez terminara con ellos, antes de buscar al siguiente incauto. Si en cambio, tenía que transportarme al mundo vegetal, sabía bien que planta era la que debía representarme, la planta carnívora, capaz de atraer con suma facilidad a sus presas y luego devorarlas sin el mas mínimo remordimiento ni pesar por ello.
Oritía Grøelschkøj- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/09/2015
Re: Encuentro de Huracanes || Oritía Grøelschkøj
Escupí al suelo soltando en ese momento una carcajada sonora tanta fuerte que hizo que me atorara y comenzara a toser, aquella mujer hacía buenas bromas debía darle como punto servido, pero para alguien como yo que vive de ello en muchas maneras no había forma, pues las mujeres solo estaban para mí para descargar todas mis municiones entre sus piernas y nada más. La miré descaradamente ese escote que tenía para luego silbar por ello mientras oía todas sus quejas y propuestas ¿estaba bien de la cabeza esa mujer? ¿Realmente sabe el puto mundo en el que uno se desenvuelve? La miré incrédulo por ello porque no todas se conocen el oscuro mundo de mierda que se vive.
Me acerqué lo suficiente para pegar mi torso contra su rostro y mirarle, mis manos acomodaron mi entrepierna en el pantalón, ya comenzaba ello a hacer efecto –Oye, no solo las sumisas necesitan protectores, incluso las que tiene una lengua filuda como la tuya necesitan ese tipo de trabajos ¿por qué? Pues porque meten su lindo culito en cosas que pueden salírsele de las manos y por lo tanto siempre que quieran hacer sus maldades necesitarán de algún experto que les ande cuidando ese culito– suspiro y me aparto de ella caminando a su espalda mirando su trasero –Déjame decirte que tú tienes uno muy brinquillo, que le gusta andar de aquí y allá, saltando y levantando armas a todo el mundo– reí mientras saboreaba la vista de atrás de aquel cuerpo.
–Acepto completamente cargarme de tus estorbos hasta conseguir mis armas, luego de eso adiós muchacha, aunque eso dependerá del tipo de pago que reciba porque hay algunas cosas que valen la pena repetir en este mundo– susurre cerca de su oído nuevamente con el doble sentido –No pienses que me he enamorado de ti, solo que tienes un cuerpo endiabladamente excitante y sería bueno ponerlo como parte del pago, ¿no crees? Así aliviarías algunas descargas de tu asesino a sueldo, luego de ello cada quien por su casa primor–chasqueo la lengua soltando una risa.
Me acerqué lo suficiente para pegar mi torso contra su rostro y mirarle, mis manos acomodaron mi entrepierna en el pantalón, ya comenzaba ello a hacer efecto –Oye, no solo las sumisas necesitan protectores, incluso las que tiene una lengua filuda como la tuya necesitan ese tipo de trabajos ¿por qué? Pues porque meten su lindo culito en cosas que pueden salírsele de las manos y por lo tanto siempre que quieran hacer sus maldades necesitarán de algún experto que les ande cuidando ese culito– suspiro y me aparto de ella caminando a su espalda mirando su trasero –Déjame decirte que tú tienes uno muy brinquillo, que le gusta andar de aquí y allá, saltando y levantando armas a todo el mundo– reí mientras saboreaba la vista de atrás de aquel cuerpo.
–Acepto completamente cargarme de tus estorbos hasta conseguir mis armas, luego de eso adiós muchacha, aunque eso dependerá del tipo de pago que reciba porque hay algunas cosas que valen la pena repetir en este mundo– susurre cerca de su oído nuevamente con el doble sentido –No pienses que me he enamorado de ti, solo que tienes un cuerpo endiabladamente excitante y sería bueno ponerlo como parte del pago, ¿no crees? Así aliviarías algunas descargas de tu asesino a sueldo, luego de ello cada quien por su casa primor–chasqueo la lengua soltando una risa.
C. Aiden MacIntyre- Cazador Clase Baja
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