AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The amnesty - privado
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The amnesty - privado
“To properly do penance one must express contrition for one’s sins and perform acts to repair the damage caused by those transgressions. It is only when those acts are complete that the slate can truly be wiped clean and amnesty gives way to a new beginning.”
― Emily Thorne
― Emily Thorne
Llevaba ya casi dos meses viviendo con Finn, el último de los cuales, había sido un poco mas llevadero, él seguía evitando en el estrecho pasillo -al menos su mirada- y ella seguía sintiéndose como gato encerrado, aunque ahora, ya tenía la suficiente confianza como para salir por el alféizar de la ventana y subir a la azotea, o simplemente salir a la calle como gente civilizada que, se suponía, debía ser.
-E-e...en e-e-l... en el ¿hom-hom-hombre?... Finn, ¿esto te parece sencillo?- la morena levantó la vista mirándolo con real pesadez y agobio, realmente se esforzaba, había sido capaz de leer mas de una línea -claro, no de corrido- pero aún había palabras que se le complicaban bastante, uniones de consonantes que no sabía como pronunciar, letras que a veces sonaban y otras tantas no ¿como es que si quiera podía hablar correctamente si no podía leer?
Suspiró y dirigió nuevamente la vista hacia el libro, cerro los ojos y los abrió con lentitud forzados a continuar. Se suponía que este libro lo había elegido Finn por su facilidad de lectura, cuando Aishe le pidió una descripción, no pudo si no cuestionarse ¿como un solo hombre podía dar la vuelta al mundo en 80 días? ella jamás había ido mas alla de París, al menos no que recordara.
-En el hombre co-mo en l-o-s a-ni-n... ani-ma-les...- con cada letra que pronunciaba, no podía si no cuestionarse si lo hacía bien ¿que pensaría Finn de ella? ¿no estaría ya harto de estar enseñándole? y lo más importante ¿por que le importaba lo que Finn pensara? -las ecs-tre-mi-ecstremidades son or-j-ja... ¿orjanos? - enarcó una ceja, esa palabra no la conocía, entonces o pronunció mal, o era algo nuevo, o ya estaba leyendo en otro idioma.
Apoyó los codos sobre la mesa y el rostro entre sus manos, apretando sus mejillas con las palmas -¿Es normal si ahora tengo hambre? - profirió una ligera risilla y alzó la vista hacia el joven, ahora estaba casi detrás de ella, realmente no lo sintió, pero no se sobresaltó, había aprendido a no hacer movimientos bruscos cuando él estaba cerca, era como un venado que se asusta con la mas mínima insinuación de peligro, ese pensamiento le provocó una sensación cálida y de ternura, era especial y le agradaba estar con él, a pesar de que no era un hombre que impusiera con su presencia, para ella bastaba.
-E-e...en e-e-l... en el ¿hom-hom-hombre?... Finn, ¿esto te parece sencillo?- la morena levantó la vista mirándolo con real pesadez y agobio, realmente se esforzaba, había sido capaz de leer mas de una línea -claro, no de corrido- pero aún había palabras que se le complicaban bastante, uniones de consonantes que no sabía como pronunciar, letras que a veces sonaban y otras tantas no ¿como es que si quiera podía hablar correctamente si no podía leer?
Suspiró y dirigió nuevamente la vista hacia el libro, cerro los ojos y los abrió con lentitud forzados a continuar. Se suponía que este libro lo había elegido Finn por su facilidad de lectura, cuando Aishe le pidió una descripción, no pudo si no cuestionarse ¿como un solo hombre podía dar la vuelta al mundo en 80 días? ella jamás había ido mas alla de París, al menos no que recordara.
-En el hombre co-mo en l-o-s a-ni-n... ani-ma-les...- con cada letra que pronunciaba, no podía si no cuestionarse si lo hacía bien ¿que pensaría Finn de ella? ¿no estaría ya harto de estar enseñándole? y lo más importante ¿por que le importaba lo que Finn pensara? -las ecs-tre-mi-ecstremidades son or-j-ja... ¿orjanos? - enarcó una ceja, esa palabra no la conocía, entonces o pronunció mal, o era algo nuevo, o ya estaba leyendo en otro idioma.
Apoyó los codos sobre la mesa y el rostro entre sus manos, apretando sus mejillas con las palmas -¿Es normal si ahora tengo hambre? - profirió una ligera risilla y alzó la vista hacia el joven, ahora estaba casi detrás de ella, realmente no lo sintió, pero no se sobresaltó, había aprendido a no hacer movimientos bruscos cuando él estaba cerca, era como un venado que se asusta con la mas mínima insinuación de peligro, ese pensamiento le provocó una sensación cálida y de ternura, era especial y le agradaba estar con él, a pesar de que no era un hombre que impusiera con su presencia, para ella bastaba.
Aishe Barrul- Gitano
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Re: The amnesty - privado
“All my life I've looked at words as though I were seeing them for the first time.”
― Ernest Hemingway
― Ernest Hemingway
Cuando ella no lo veía directamente, resultaba todo más sencillo. Por eso, daba la casualidad que durante sus sesiones de lectura, era cuando Finn lograba mirarla por más tiempo. Y le encantaba hacerlo. La forma en cómo fruncía el ceño cuando batallaba con una palabra, como se reía cuando conseguía decir alguna frase corta de corrido y como suspiraba después de varias horas de lección. Se sonrojó ante el sólo pensamiento de todo eso y se dispuso a moverse por la habitación, para evitar ser visto y descubierto.
Si bien, de un tiempo a la fecha, había estado escribiendo versos muy sosos sobre lo difícil que le resultaba adaptarse, como siempre había sido, desde que había comenzado a enseñarle a leer y escribir a Aishe, sus insipientes escritos ahora tenían un propósito más claro. Por ello, los guardaba con mayor celo. Entre que era muy claro quién era esa mujer de piel morena y ojos negros que describía en sus poemitas, y que ahora la chica comenzaba a leer, resultaba realmente peligroso.
Finn podía ser todo lo inteligente que quisiera, pero era un ingenuo. Y en esa torpeza natural, se decía constantemente que lo que sentía por Aishe se reducía a lo platónico. Que era simplemente la idea de ella lo que lo motivaba, no la joven en sí. Como si de antemano presintiera que iba a ser rechazado, y se buscara mil pretextos para ni siquiera intentarlo. Tampoco le gustaba pensar mucho en eso. Las mujeres jamás habían sido su fuerte y hace tiempo se había hecho a la idea de que, muy probablemente, acabaría solo.
Sus pensamientos, para su fortuna, fueron interrumpidos y desde atrás, donde estaba, se asomó por encima del hombro de Aishe y sonrió al ver la palabra que se le estaba dificultando.
—Órganos —corrigió—, la G es suave, recuérdalo, excepto cuando le sigue una E o una I. No importa, es una palabra difícil… —era un maestro comprensivo que jamás la forzaba o si quiera se atrevía a regañarla. Si fue a agregar algo más, no pudo. Parpadeó un par de veces al escucharla. Rio un poco, de ese modo tímido y discreto que tenía él y se rascó la nariz.
—Es normal, llevamos mucho tiempo con esto —estiró el brazo para cerrar el libro, no sin antes poner un trozo de papel como separador. La cercanía aceleró su corazón, pero conforme los días y la convivencia habían pasado, se sobreponía a sus propios miedos. No era fácil, pero no podía permitirse que ese pánico a absolutamente todo lo paralizara como lo hacía—. Dejemos esto para después, ¿te parece? —No la miró—. ¿Recuerdas que te pedí que comenzaras un diario? No te preocupes, no pienso leerlo, eso es algo personal, sólo quisiera saber si me hiciste caso. No importa si no escribes demasiado o si lo haces mal por ahora, lo importante es practicar —soltó su pequeño discurso mientras volvía a recorrer la habitación.
Sin duda alguna, resultaba más fácil para él hablar cuando estaba enseñando. Siempre había creído que ese ejercicio era impersonal y por eso se le facilitaba. Sin embargo, con Aishe, era lo contrario. Era precisamente porque lo sentía personal, que se comprometía como lo estaba haciendo.
Última edición por Finn Hooper el Mar Mayo 17, 2016 10:36 pm, editado 1 vez
Finn Hooper- Humano Clase Media
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Re: The amnesty - privado
“The only wealth that mattered
was affinity and generosity.
Affinity towards oneself
and generosity towards the world itself.”
― Soroosh Shahrivar, The Rise of Shams
was affinity and generosity.
Affinity towards oneself
and generosity towards the world itself.”
― Soroosh Shahrivar, The Rise of Shams
El aroma que despidió el cuerpo de Finn cuando este se acercó para cerrar el libro, la inundó por completo, era un aroma fresco que le recordaba sus momentos en el prado cercano al campamento, y contrario a entristecerla, le producía cierta sensación reconfortante, acrecentaba el sentimiento de seguridad y su deseo por pertenecer la mismo mundo de Finn ¿o era de pertenecer a su lado?. Se obligó a interrumpir aquel pensamiento mientras cerraba los ojos asintiendo y sonriendo levemente -No seas tan condescendiente, esa no es una palabra difícil, se lo que es, pero aún no logro recordar todas las reglas- bajó los brazos hasta su regazo, aquello lo dijo un tanto derrotada ¿que esperanza tenía de pertenecer al mismo sitio, si no podía si quiera parecer de el? aquello la abrumó un instante.
Pero el carácter de Aishe no se caracterizaba por la derrota o la inseguridad, alzó la mirada hechando un poco la cabeza hacia atrás logrando aun captar la imagen de Finn que se alejaba nuevamente de ella, sonrió y regresó la mirada a la mesa para después girar ene l asiento para que seguirlo con la mirada, no fuera tan difícil.
De pronto, se sintió avergonzada, claro que le había hecho caso y había comenzado el diario, no era constante, las paginas no llevaban una cronología deseada o esperada, pero no dejaba que pasara la semana sin haber escrito por lo menos una vez en el diario sobre ella -Si... lo he hecho, no es como que lo que digas me entre por un oído y me salga por el otro - rió con suavidad mientras se ponía de pie -Estaría bien si lo leyeras, así me dices si logras descifrar mis garabatos - la ligera risa fue un poco mas marcada, no era una invitación a que lo hiciera, porque en el había descrito cosas sobre Finn, nada malo, pero, hablar sobre lo agradecida que estaba o que él lo leyera, hablar de sus sentimientos en general, nunca había sido cosa fácil.
Se puso de pie, la costumbre de ir descalza era algo que continuaba a pesar de las insistencias del chico por cuidar su salud. Se llevó las manos a la espalda y discretamente comenzó a tantear con el pie derecho debajo de la mesa para jalar las zapatillas antes de que él lo notara -Entonces ¿cocino algo? prometo no volver a hacer el estofado del otro día, tu paladar es demasiado exigente - bromeo -O quizá... - entre las lecciones y ayudarle a Finn a llevar la casa, ella había continuado con sus trabajos alternos -alejados del campamento- bailando en la plaza u ofreciendo lecturas de tarot en un pequeño hostal que accedió a que lo hiciera -Te invito a comer, hace mucho no sales para distraerte y me preocupa el tono tan pálido que tienes últimamente - se inclinó un poco hacia adelante, con aquella sonrisa tan peculiar y esa mirada sincera que salía estando con él.
Pero el carácter de Aishe no se caracterizaba por la derrota o la inseguridad, alzó la mirada hechando un poco la cabeza hacia atrás logrando aun captar la imagen de Finn que se alejaba nuevamente de ella, sonrió y regresó la mirada a la mesa para después girar ene l asiento para que seguirlo con la mirada, no fuera tan difícil.
De pronto, se sintió avergonzada, claro que le había hecho caso y había comenzado el diario, no era constante, las paginas no llevaban una cronología deseada o esperada, pero no dejaba que pasara la semana sin haber escrito por lo menos una vez en el diario sobre ella -Si... lo he hecho, no es como que lo que digas me entre por un oído y me salga por el otro - rió con suavidad mientras se ponía de pie -Estaría bien si lo leyeras, así me dices si logras descifrar mis garabatos - la ligera risa fue un poco mas marcada, no era una invitación a que lo hiciera, porque en el había descrito cosas sobre Finn, nada malo, pero, hablar sobre lo agradecida que estaba o que él lo leyera, hablar de sus sentimientos en general, nunca había sido cosa fácil.
Se puso de pie, la costumbre de ir descalza era algo que continuaba a pesar de las insistencias del chico por cuidar su salud. Se llevó las manos a la espalda y discretamente comenzó a tantear con el pie derecho debajo de la mesa para jalar las zapatillas antes de que él lo notara -Entonces ¿cocino algo? prometo no volver a hacer el estofado del otro día, tu paladar es demasiado exigente - bromeo -O quizá... - entre las lecciones y ayudarle a Finn a llevar la casa, ella había continuado con sus trabajos alternos -alejados del campamento- bailando en la plaza u ofreciendo lecturas de tarot en un pequeño hostal que accedió a que lo hiciera -Te invito a comer, hace mucho no sales para distraerte y me preocupa el tono tan pálido que tienes últimamente - se inclinó un poco hacia adelante, con aquella sonrisa tan peculiar y esa mirada sincera que salía estando con él.
Aishe Barrul- Gitano
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Re: The amnesty - privado
“Because even the smallest of words can be the ones to hurt you, or save you.”
― Natsuki Takaya
― Natsuki Takaya
—Son difíciles, y muchas. No te preocupes —alcanzó a decir, aunque realmente no importó. Finn constantemente se sentía abrumado por todos los demás, no quería hacerlos enfadar, no quería irritarlos y por eso ponía una distancia. No por él, sino por el resto. Sin embargo, Aishe una y otra vez burlaba su muro, se adentraba a terreno peligroso y salía airosa; eso no quitaba el hecho de que el joven sintiera la necesidad de alejarla, por su propio bien. No lo hacía, sin embargo… ¡Dios! Sí que era difícil.
—No, no quise decir… —se interrumpió. El pánico de haberla molestado no se desvaneció del todo, pero se hizo llevadero. A veces le costaba trabajo incluso entender sarcasmos y bromas, lo que lo complicaba aún más todo, no sólo con ella, sino en general.
La miró con los ojos abiertos como platos y un rubor muy evidente coloreó sus mejillas. ¿Quería que leyera su diario? No lo sabía, no estaba seguro que fuera una buena idea. Aunque si ella se lo ofrecía, seguro era porque no tenía nada comprometedor. Aún así, el chico era de la idea que era en esos sitios donde uno era más sincero. Más franco. Más uno mismo. Soltó el aire por las fosas nasales dilatadas y se cruzó de brazos, pensativo cuando ella continuó hablando.
Quiso decirle que su forma de cocinar era suficiente y no le desagradaba. Hace tiempo que había dejado muchos de los modos del señorito Hooper y había aprendido a ser más tolerante. Además, Aishe en verdad no cocinaba mal. Abrió la boca, pero las palabras de la chica le impidieron decir algo siquiera. Negó con la cabeza, asustado como siempre, pero no dijo nada. Sopesó sus opciones.
Aunque las cosas fluían un poco mejor, y cada vez con menos trabas, no dejaba de haber cierta incomodidad entre ambos, al menos, por parte de Finn. No sabía cómo reaccionar ante cosas como aquella. La culpa de dejarla a ella invitarlo estrangulaba, pero la desazón de no permitirle hacerlo era demasiado. No podía seguir viviendo así…
Y sin embargo, lo hacía.
—Bien, vamos —aceptó y se acercó de nuevo a ella. Ya se las arreglaría para, una vez en el lugar, pagar al menos lo suyo. Se plantó frente a ella y con el pie acercó el zapato que Aishe luchaba por alcanzar. Le sonrió, incluso la miró de frente, pero fue breve.
Breve y aún así, la vergüenza lo carcomió.
—Podemos seguir hablando de cómo vas con tu diario —continuó mientras se enfilaba a la puerta. Giró sobre sus talones sin hacer ruido y se llevó una mano a la nuca—. Perdón por ser tan pesado con eso. Con tus lecciones y todo lo demás. Es sólo que creo que es el arma más poderosa que puede tener cualquiera —explicó, aunque eso seguramente Aishe ya se lo sabía de memoria, pues lo decía cada vez que podía. Era su estandarte, sí, pero también su chivo expiatorio.
—Voy por una chaqueta —al fin dijo y salió, para regresar a los pocos minutos con un zamarro sencillo color olivo. Estaba desgastado de las mangas y el cuello, pero servía perfectamente todavía—. ¿Nos vamos?
Última edición por Finn Hooper el Miér Ago 17, 2016 9:38 pm, editado 1 vez
Finn Hooper- Humano Clase Media
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Re: The amnesty - privado
“So I placed my heart under lock and key
To take some time, and take care of me
But I turn around and you're standing here”
― Deborah Cox
To take some time, and take care of me
But I turn around and you're standing here”
― Deborah Cox
Escucharle aceptar su propuesta le arrancó una enorme sonrisa, le gustaba compartir tiempo con él, asé fuera simplemente estando en la misma habitación, uno en un rincón y el otro a distancia, en silencio, pero juntos, haciéndose compañía; pero le gustaba aún mas cuando interactuaban, por breve que fuera, le daba un motivo para seguir esforzándose.
-¡Perfecto! - dio un pequeño brinco de alegría juntando ambas manos frente a su pecho, pero pronto, la vergüenza la invadió cuando se dio cuenta que sus esfuerzos por que Finn no notara que iba descalza fueron en vano -Ah… y-yo… dime algo el día que ande así en la calle - sentenció con un tono notorio de broma mientras se erguía y alejaba la mirada.
No había dicho nada, no había reproches, ni reprimendas. Pudo ver directo en aquellas orbes azules tan distintas a las propias.
Aprovechó la distancia que Finn puso entre ellos para ocultar el rubor en sus mejillas olivo, apartó la mirada e intentó recobrar la respiración ¿por qué su corazón estaba desbocado? [color:65a8=#d6cf45-¿El diario? - murmuró mas para ella que para ser realmente oída, captó las palabras mas no el origen de ellas ¿de que hablaba?, giró la cabeza y se encontró sola en la cocina, y aunque aquel lugar no era grande, tuvo que salir y asomarse por el marco para ver en el pasillo y encontrarse con el chico -¡Ah! Claro… digo no, si… - empezó a balbucear y eso la hizo resoplar en señal de hastío -Me refiero a que no hay ningún problema - por fin pudo recobrar el sentido de sus palabras.
Se quedó allí pegada a la pared del diminuto pasillo para dejarle paso libre cuando decidió ir por su prenda, miraba la punta de sus desgastados zapatos asomarse por el faldón color fiucsia subió la mirada, llevaba una blusa blanca sin mangas, probablemente sería mejor si también tomaba algo con que cubrirse, se giró y encontró un sweater café de tela delgada, lo tomó justo cuando Finn reapareció.
-¿Qué se te antoja? - preguntó Aishe ya fuera del departamento mientras Finn cerraba con llave. Se recargó en la pared, sin dejar de mirarlo. Depositó un ligero y rápido beso sobre la mejilla derecha de su acompañante, sabía que no le agradaba el contacto físico, sabía que no debía de hacerlo… pero lo hizo igual -Gracias…- pronunció agachando la vista, no quería toparse con una mirada que renegara de lo que acababa de hacer -Realmente, bueno, no tengo como agradecerte todo lo que has hecho por mi - se atrevió a alzar el rostro para buscar sus ojos.
-¡Perfecto! - dio un pequeño brinco de alegría juntando ambas manos frente a su pecho, pero pronto, la vergüenza la invadió cuando se dio cuenta que sus esfuerzos por que Finn no notara que iba descalza fueron en vano -Ah… y-yo… dime algo el día que ande así en la calle - sentenció con un tono notorio de broma mientras se erguía y alejaba la mirada.
No había dicho nada, no había reproches, ni reprimendas. Pudo ver directo en aquellas orbes azules tan distintas a las propias.
Aprovechó la distancia que Finn puso entre ellos para ocultar el rubor en sus mejillas olivo, apartó la mirada e intentó recobrar la respiración ¿por qué su corazón estaba desbocado? [color:65a8=#d6cf45-¿El diario? - murmuró mas para ella que para ser realmente oída, captó las palabras mas no el origen de ellas ¿de que hablaba?, giró la cabeza y se encontró sola en la cocina, y aunque aquel lugar no era grande, tuvo que salir y asomarse por el marco para ver en el pasillo y encontrarse con el chico -¡Ah! Claro… digo no, si… - empezó a balbucear y eso la hizo resoplar en señal de hastío -Me refiero a que no hay ningún problema - por fin pudo recobrar el sentido de sus palabras.
Se quedó allí pegada a la pared del diminuto pasillo para dejarle paso libre cuando decidió ir por su prenda, miraba la punta de sus desgastados zapatos asomarse por el faldón color fiucsia subió la mirada, llevaba una blusa blanca sin mangas, probablemente sería mejor si también tomaba algo con que cubrirse, se giró y encontró un sweater café de tela delgada, lo tomó justo cuando Finn reapareció.
-¿Qué se te antoja? - preguntó Aishe ya fuera del departamento mientras Finn cerraba con llave. Se recargó en la pared, sin dejar de mirarlo. Depositó un ligero y rápido beso sobre la mejilla derecha de su acompañante, sabía que no le agradaba el contacto físico, sabía que no debía de hacerlo… pero lo hizo igual -Gracias…- pronunció agachando la vista, no quería toparse con una mirada que renegara de lo que acababa de hacer -Realmente, bueno, no tengo como agradecerte todo lo que has hecho por mi - se atrevió a alzar el rostro para buscar sus ojos.
Aishe Barrul- Gitano
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Re: The amnesty - privado
“I am still so naïve; I know pretty much what I like and dislike; but please, don’t ask me who I am.”
— Sylvia Plath, The Unabridged Journals of Sylvia Plath
— Sylvia Plath, The Unabridged Journals of Sylvia Plath
Podía ser el más negado en cuanto a interacción humana se refería. Lo sabía bien, le avergonzaba, pero tampoco negaba esa parte suya. Porque era tan de él como su memoria infalible o su amor por los libros. Quizá por eso mismo estaba justo ahí, en ese momento, en ese lugar, acompañado precisamente de Aishe y no de otra persona; porque tercamente Finn se negaba a traicionarse a sí mismo, aún cuando si lo hubiera hecho, hoy estaría gozando de los privilegios de ser hijo de Francis Hooper, aquel tirano inglés que, de haberse doblegado ante él, le hubiera legado su imperio construido sobre la zozobra ajena. Pero no pudo, simplemente no pudo y quizá eso era muestra de que era más fuerte de lo que él solía creer. Y fue esa misma lealtad a sí mismo la que lo conducía a ayudar a la chica como lo hacía, aunque eso significara salir de su propia zona de confort. No iba a mentirse, Aishe le era más beneficiosa de lo que podía ser dañina, pero aún así, no podía dejar de lado el hecho de que, la mayor parte del tiempo, quisiera estar solo.
Y no era por ella. Al contrario, porque se trataba de la chica, tan pura como el bosque, coronada en flores y descalza, que sabía que valía la pena el sacrificio personal. Sólo esperaba que ella lo entendiera de ese modo y no a la inversa. Ella era la primera persona en su vida por la que era flexible, sin traicionarse y ese era un hito como ningún otro.
Tras cerrar la puerta, se giró para verla. Le sonrió de ese modo taimado tan suyo y pudo contemplarla mejor, como quien se siente deslumbrado al presenciar una obra maestra por primera vez. Tan radiante y tan alegre. Tan salvaje, tan honesta, con esas mejillas como chocolate y ojos aceituna. Era pequeña y frágil, y fuerte, y aguerrida. Era hermosa… El pensamiento se quedó en el aire. Como una gota de rocío en la hoja de una peonia, a punto de lanzarse al vacío, pero sin hacerlo. Aquel beso lo tomó completamente desprevenido, tanto, que tardó varios segundos en reaccionar.
—Yo… —se llevó una mano a la mejilla—, yo lo hago con gusto Aishe, en serio —agachó la mirada, pero sonreía. ¡Ay, cómo sonreía! Cómo un niño en primavera, como un adolescente enamorado y tonto—. Aunque no lo creas, tú también me estás ayudando. Así que se puede decir que estamos a mano —rio un poco, apenado, sin mirarla, encogido en ese sitio como si en lugar de un beso hubiera recibido un balazo.
Tragó grueso. Una vez más, no quería que sus acciones fueran mal interpretadas. En dos movimientos raudos como pinceladas de artista manieristas, alcanzó una de las manos de Aishe, de dedos largos y morenos, aunque ásperos por el trabajo. La haló y le regresó el beso. Lo hizo con los ojos cerrados y con la habilidad de un mono entrenado. Tan poco preciso fue, que lo colocó peligrosamente en la comisura de los labios.
—La verdad, se me antoja una buena sopa de tomate —al fin dijo y la soltó. Aquello fue tan mundano, tan ordinario que pareció que no había hecho nada de lo anterior. Se hizo para atrás, se llevó las manos a los bolsillos y la observó de soslayo antes de entretenerse con un hilo suelo de su chaqueta.
No sabía qué era lo que había hecho. No sabía cómo iba a reaccionar ella o qué se suponía que pretendía. No sabía, tampoco, de dónde había sacado cordura para ejecutar esa locura. No sabía nada, y sin embargo, sintió aquel acto como una muestra de honestidad, más de que otra cosa, como una necesidad, un mensaje sutil y secreto. La verdad era que no se arrepentía en absoluto.
Finn Hooper- Humano Clase Media
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Re: The amnesty - privado
“And falling's just another way to fly.”
― Emilie Autumn
― Emilie Autumn
Las reacciones que Finn tenía, eran complejas, aunque a la vista saltaran por la simpleza y por su facilidad de entendimiento -a ojos de alguien totalmente ajeno- realmente nunca eran lo que pretendían ser. A la gitana le llevó un poco entenderlo, comprender que el que se aleje no era sinónimo de desagrado, la mirada distante de hastío, el silencio de enojo... si no todo lo contrario.
Alzó la mirada mas no la cara, lo miró casi de soslayo era la primera vez que se atrevía a romper aquella barrera invisible entre ambos, era la primera vez que el aroma de Finn le llegaba de lleno, era la primera vez que sentía su calidez tan cercana y realmente, no sabía como reaccionaría.
Sonrió, sonrió ampliamente al escucharle hablar y se contuvo de dar pequeños brincos, aquello confirmaba el hecho de que ya comenzaba a descifrarlo, que ya estaba entendiéndolo. Entrelazó las manos al frente, eso era suficiente para ella.
Con aquello, dio por terminada su breve interacción física, no lo forzaría a mas además de que no tenía ni idea de que mas pudiera hacer ¿abrazarlo? ¿tomarle la mano? no, eso ya era demasiado; se pasó la mano por el cabello acomodando un mechón detrás de su oreja -Será mejor... - pero su oración no pudo ser completada puesto que Finn la tomó de la mano y la haló hacia él besándola en la comisura de los labios un centímetro que la gitana hubiese movido el rostro y hubiera sido otra primera vez para contar en la lista que llevaba de Finn. Sentía el rostro caliente y a pesar de las ventajas de su tez obscura, el rubor en sus mejillas fue mas que notorio.
-Y-yo... - tartamudeó quedamente cuando lo notó aun tan cerca, tanto que fue capaz de observar esos hermosos ojos azules. ¿Le había molestado? ¿le había ofendido? ¿le había producido repudio? ¡Por supuesto que no! sintió una corriente eléctrica recorrerle el espinazo, sintió no solo mariposas en el estómago si no una colmena entera de avispas, la piel se erizó... y aquello solo la confundió ¿y si no había sido su intención? eso era lógico y claro pero ¿y si ella solo mal interpretaba las cosas?.
Mil y un preguntas de este estilo se aglomeraron en su mente en tan solo un segundo, y todas ellas se esfumaron con la misma rapidez cuando Finn la soltó y comentó lo que quería comer -¡C-claro! - las palabras aun se tropezaron en sus labios con tal de no dejar silencio entre ambos, con tal de actuar con naturalidad. Hubiera querido preguntarle, hubiera querido que al menos la mirara a los ojos, pero era parte de como era Finn aunque sinceramente, ese acto no supo como interpretarlo. Aún así, cuando fue consciente de lo que había ocurrido, cualquier pensamiento sobre si fue intencional o no, no borraron la sonrisa de su rostro.
-Entonces... sopa de tomate será - dijo con entusiasmo, con aquella alegría tan propia de ella, aunque por dentro fuera todo un manojo de nervios con centenares de emociones a punto de explorar. Le sonrió, como siempre lo hacia, aunque con un motivo oculto -¿Vamos? - se giró sobre sus talones y dio dos pasos, la diestra se cruzó al lado contrario en su rostro, justo ahí donde la piel aún palpitaba por el roce, volvió a sonreír.
La relación entre ambos crecía, a su tiempo y con calma, se alimentaba. La morena creyó que debía alentarla a continuar -Cuando era niña... - comenzó, no era muy dada hablar de ella, pero Finn, sin pedírselo, la hacía querer abrirse con él -Martya solía llevarme al campo, podíamos pasarnos horas allí, inclusive llegamos a regresar a media noche al campamento - iba caminando, pero su mirada que seguía las grecas del piso que recorría parecía estar mas bien en algún punto del pasado -Pero sin importar la hora que fuera, ella siempre llegaba a darme sopa de tomate con garbanzos - le miró de lado -Asi que me ganaste con la propuesta - tan transparente, tan sencilla, tan ella en ese momento.
Alzó la mirada mas no la cara, lo miró casi de soslayo era la primera vez que se atrevía a romper aquella barrera invisible entre ambos, era la primera vez que el aroma de Finn le llegaba de lleno, era la primera vez que sentía su calidez tan cercana y realmente, no sabía como reaccionaría.
Sonrió, sonrió ampliamente al escucharle hablar y se contuvo de dar pequeños brincos, aquello confirmaba el hecho de que ya comenzaba a descifrarlo, que ya estaba entendiéndolo. Entrelazó las manos al frente, eso era suficiente para ella.
Con aquello, dio por terminada su breve interacción física, no lo forzaría a mas además de que no tenía ni idea de que mas pudiera hacer ¿abrazarlo? ¿tomarle la mano? no, eso ya era demasiado; se pasó la mano por el cabello acomodando un mechón detrás de su oreja -Será mejor... - pero su oración no pudo ser completada puesto que Finn la tomó de la mano y la haló hacia él besándola en la comisura de los labios un centímetro que la gitana hubiese movido el rostro y hubiera sido otra primera vez para contar en la lista que llevaba de Finn. Sentía el rostro caliente y a pesar de las ventajas de su tez obscura, el rubor en sus mejillas fue mas que notorio.
-Y-yo... - tartamudeó quedamente cuando lo notó aun tan cerca, tanto que fue capaz de observar esos hermosos ojos azules. ¿Le había molestado? ¿le había ofendido? ¿le había producido repudio? ¡Por supuesto que no! sintió una corriente eléctrica recorrerle el espinazo, sintió no solo mariposas en el estómago si no una colmena entera de avispas, la piel se erizó... y aquello solo la confundió ¿y si no había sido su intención? eso era lógico y claro pero ¿y si ella solo mal interpretaba las cosas?.
Mil y un preguntas de este estilo se aglomeraron en su mente en tan solo un segundo, y todas ellas se esfumaron con la misma rapidez cuando Finn la soltó y comentó lo que quería comer -¡C-claro! - las palabras aun se tropezaron en sus labios con tal de no dejar silencio entre ambos, con tal de actuar con naturalidad. Hubiera querido preguntarle, hubiera querido que al menos la mirara a los ojos, pero era parte de como era Finn aunque sinceramente, ese acto no supo como interpretarlo. Aún así, cuando fue consciente de lo que había ocurrido, cualquier pensamiento sobre si fue intencional o no, no borraron la sonrisa de su rostro.
-Entonces... sopa de tomate será - dijo con entusiasmo, con aquella alegría tan propia de ella, aunque por dentro fuera todo un manojo de nervios con centenares de emociones a punto de explorar. Le sonrió, como siempre lo hacia, aunque con un motivo oculto -¿Vamos? - se giró sobre sus talones y dio dos pasos, la diestra se cruzó al lado contrario en su rostro, justo ahí donde la piel aún palpitaba por el roce, volvió a sonreír.
La relación entre ambos crecía, a su tiempo y con calma, se alimentaba. La morena creyó que debía alentarla a continuar -Cuando era niña... - comenzó, no era muy dada hablar de ella, pero Finn, sin pedírselo, la hacía querer abrirse con él -Martya solía llevarme al campo, podíamos pasarnos horas allí, inclusive llegamos a regresar a media noche al campamento - iba caminando, pero su mirada que seguía las grecas del piso que recorría parecía estar mas bien en algún punto del pasado -Pero sin importar la hora que fuera, ella siempre llegaba a darme sopa de tomate con garbanzos - le miró de lado -Asi que me ganaste con la propuesta - tan transparente, tan sencilla, tan ella en ese momento.
Aishe Barrul- Gitano
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 26/08/2015
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Re: The amnesty - privado
“Trees that are slow to grow bear the best fruit.”
― Molière
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Congeniar con las personas, conectar con ellas no se trataba de trucos, era algo natural, algo que nacía de la sinceridad y se traducía en confianza. O al menos, ese era el proceso en la mayoría de los casos, pero no con Finn, un ser tan extraño y tan ajeno, que tenía sus propios modos, como si proviniera de un mundo distinto, de un país olvidado. Con él, la paciencia debía ser mucha; la capacidad de aguantar, de saber hasta dónde llegar. El joven jamás había encontrado a nadie que lo entendiera… hasta ahora. No sabía si Aishe estaba demasiado asustada de él, o había en verdad, aprendido a leerlo, pero su capacidad de tolerar y aguardar era grande, y cualquiera que fuera el caso, el chico lo agradecía.
Sin embargo, no podía evitar estar demasiado consciente de lo que sucedía. Luchaba todos los días por alejar los pensamientos al respecto, pero estos regresaban, como traídos por el mar, dejados en la desolada playa. Y se sentía acobardado, porque esa misma capacidad, consciente o inconsciente, que tenía la joven, le había abierto paso con una facilidad apabullante y ahí estaba él, en una etapa con otro ser humano en la que nunca había estado, y simplemente no sabía cómo actuar. Jamás, nunca se había abierto tanto con alguien. Quizá para un espectador ajeno, pareciera poco, insignificante, pero para él era mucho, un compromiso y un regalo. Su problema no radicaba en temer salir herido —era demasiado ingenuo para eso— sino en que no sabía qué seguía. Cómo actuar, qué decir. Estaba a oscuras y solo y perdido.
Dio un súbito suspiro. Había comenzado a caminar al lado de ella casi sin darse cuenta y cuando retomó la conversación, la miró como un niño que no sabe dónde está. Es que Finn era eso, un chiquillo extraviado en la inmensidad del mundo y sus pensamientos, pero al observarla, ahí, tan cerca y tan real, tan hermosa y tan honesta, fue como si finalmente se encontrara en el mundo. La sensación fue nueva, pero le gustó. Sonrió un tanto aturdido todavía.
—Vaya —se rascó la nariz. Nunca le había preguntado demasiado sobre su vida con los gitanos, y se daba cuenta del error que había cometido, pues sonaba a que había mucho que contar—. Sopa de tomate con garbanzos, nunca la he probado así, pero suena genial, quizá podamos pedirla de ese modo —reflexionó mientras sus pasos lo condujeron hasta una calle cercana al centro, y de la casa donde habitaban ambos.
—Conozco justo el lugar para ello, ya lo verás —sin más, la tomó de la mano, más bien de la muñeca, con torpeza aunque su agarre se afianzó pronto y la jaló, apretando el paso—. Es un restaurante donde me conocen —explicó, aunque no dio más detalles. Antes de la llegada de la chica, salía un poco más a comer solo, y en aquel local siempre lo trataron bien, en parte porque ayudaba a los niños de los dueños con sus tareas.
Se detuvo frente a un negocio pequeño, familiar y acogedor. Un restaurante nada elegante, pero sí muy hospitalario. La comida ahí sabía a hogar. Antes de entrar, se giró para verla, sonriendo. Hace años que no sonreía de ese modo, al grado que las mejillas comenzaban a dolerle, pero no le importó, era imposible que dejara de hacerlo a esas alturas. Suspiró y al fin abrió la puerta para dejarla pasar a ella primero, una campanita anunció su llegada. El lugar, como siempre, tenía los clientes habituales y uno que otro distraído que había ido a parar ahí por error, pero se había enamorado de la sazón.
Escogió una mesa junto a la ventana. Se adelantó para jalar una silla para Aishe, esperando que tomara asiento.
Finn Hooper- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 26/09/2015
Localización : París
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