AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cardiff ││ Privado
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Cardiff ││ Privado
por Mara Beaumont Mar Mar 08, 2016 11:01 pm
“Even paradise could become a prison
if one had enough time to take notice of the walls.”
― Morgan Rhodes, Falling Kingdoms
if one had enough time to take notice of the walls.”
― Morgan Rhodes, Falling Kingdoms
Las voces de los presentes resonaban como martillazos en su cabeza, los últimos meses -desde que su abuela había fallecido- incluso ella se encontraba insoportable a si misma, mas que de costumbre, no había nada que le pareciera o que lograra mantenerla entretenida, todo se le hacía tan vacío, simple y cotidiano. Justo como la reunión a la que tenía que asistir.
Toda la calma que podía manejar, todo recato acumulado, lo estaba utilizando justo ahora, si de por si no soportaba estar en contacto con mas de un individuo a la vez, estar en la misma habitación que mas de veinte, era todo un reto a su cordura. No recordaba la última vez que había asistido a un evento de ese tipo, caridad, exposiciones, pláticas... todo se le hacía parecido, hipócrita y sin sentido.
La ecuanimidad de sus palabras y respuestas a saludos, era algo que confundía a mas de uno al sentir la frialdad de su trato, para ella, una cosa iba de la mano de la otra, hasta el momento, nadie había despertado el interés de la morena como para esforzarse en recordar las palabras de su abuelo sobre la amabilidad, que no se confunda la falta de calidez en su trato con la falta de educación, aquello lo aprendió con sangre, sus abuelos se revolcarían en la tumba de lo contrario.
Después de los saludos debidos, de las interacciones forzadas y justo cuando el director del afamado y honorable College de France diera la bienvenida y agradeciera la asistencia al evento, Mara desapareció, necesitaba tiempo, espacio, silencio. Aquel lugar, pese a la amargura y acidez de la joven, siempre había sido uno de sus favoritos, los salones donde diversas materias se impartían, la gran biblioteca, los pasillos sin final aparente, cuando no estaba en horario de bullicio, se le antojaba perfecto.
¿Por que decidió abrir justo esa puerta? sería como responder porque se respira, simplemente fué un impulso, elegir una de las tantas cerradas y encontrar allí el recinto de paz que añoraba. La manija de la puerta giró y descubrió un salon amplio con un ventanal que daba hacia el jardín trasero del edificio, las cortinas corridas que invitaban a que se asomara por ella, que saliera al balcón y disfrutara de la sensación cálida que ofrecía el sol junto con la frialdad del viento, contrastes que, contrario a lo que podría llegar a creerse, Mara encontraba relajante. No se dio cuenta de que no era la única persona en el salón hasta que la respiración fue mas que obvia.
Se giró sobre sus talones y dirigió su mirada al sitio de donde el ruido provenía ―Lo lamento monsieur, no sabía que había alguien aquí - sentenció mas por educación que por verdadero arrepentimiento.
Toda la calma que podía manejar, todo recato acumulado, lo estaba utilizando justo ahora, si de por si no soportaba estar en contacto con mas de un individuo a la vez, estar en la misma habitación que mas de veinte, era todo un reto a su cordura. No recordaba la última vez que había asistido a un evento de ese tipo, caridad, exposiciones, pláticas... todo se le hacía parecido, hipócrita y sin sentido.
La ecuanimidad de sus palabras y respuestas a saludos, era algo que confundía a mas de uno al sentir la frialdad de su trato, para ella, una cosa iba de la mano de la otra, hasta el momento, nadie había despertado el interés de la morena como para esforzarse en recordar las palabras de su abuelo sobre la amabilidad, que no se confunda la falta de calidez en su trato con la falta de educación, aquello lo aprendió con sangre, sus abuelos se revolcarían en la tumba de lo contrario.
Después de los saludos debidos, de las interacciones forzadas y justo cuando el director del afamado y honorable College de France diera la bienvenida y agradeciera la asistencia al evento, Mara desapareció, necesitaba tiempo, espacio, silencio. Aquel lugar, pese a la amargura y acidez de la joven, siempre había sido uno de sus favoritos, los salones donde diversas materias se impartían, la gran biblioteca, los pasillos sin final aparente, cuando no estaba en horario de bullicio, se le antojaba perfecto.
¿Por que decidió abrir justo esa puerta? sería como responder porque se respira, simplemente fué un impulso, elegir una de las tantas cerradas y encontrar allí el recinto de paz que añoraba. La manija de la puerta giró y descubrió un salon amplio con un ventanal que daba hacia el jardín trasero del edificio, las cortinas corridas que invitaban a que se asomara por ella, que saliera al balcón y disfrutara de la sensación cálida que ofrecía el sol junto con la frialdad del viento, contrastes que, contrario a lo que podría llegar a creerse, Mara encontraba relajante. No se dio cuenta de que no era la única persona en el salón hasta que la respiración fue mas que obvia.
Se giró sobre sus talones y dirigió su mirada al sitio de donde el ruido provenía ―Lo lamento monsieur, no sabía que había alguien aquí - sentenció mas por educación que por verdadero arrepentimiento.
Mara Beaumont- Realeza Francesa
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Re: Cardiff ││ Privado
por Jarko Räsänen Lun Abr 11, 2016 11:01 pm
Jarko, jamás mezclaba placer con trabajo. Para ser honestos, ni siquiera recordaba la última vez que hizo algo para sí, que no tuviese que ver con la Santa Inquisición. Vivía por y para la causa. No es que estar en ese evento benéfico fuese diferente. Estaba allí, no para salvaguardar las apariencias, sino como un favor de último momento para su adorada hermana. Katriina, no le había dado muchos detalles. A decir verdad, no le había dado ninguno, sólo mencionado a su objetivo. Cuando lo veas, sabrás qué hacer, había dicho. Acto seguido, la había visto marchar, aparentemente fuera de la ciudad, si su equipaje para varios días no mentía. ¡¿A dónde demonios se dirigía?! Esa era una pregunta que, si bien formuló, la rubia se las ingenió para no contestar. Y ese, era sólo uno de los motivos de que su sentido del humor, siempre amargo, ahora cargase también un tinte por lo más despreciable. Si bien los hermanos Räsänen, llevaban a cabo misiones para la Iglesia sin rendirse cuentas el uno al otro, eso no significaba que Jarko no quisiera saber lo que pasaba con ella. Era su hermano, maldita sea. Que lo colgaran si no iba a iniciar sus averiguaciones sobre lo que sucedía con Katriina, ¡si es que sobrevivía! Si otra de esas mujeres, le hablaba sobre el jodido clima una vez más, iba a estallar. Preferiría, por mucho, estar cazando vampiros.
Por lo que le pareció una eternidad, el cazador estuvo observando y esperando. Sólo tenía el nombre de la dama y poco más. Tener que fingir interés por una de ellas, le enervaba hasta la médula. Quizás por eso, su hermana no había dicho más. ¡¿O quién sabe?! Ella bien sabía que no podría negarle nada. Era la única mujer que existía en su vida y, al paso que iba, probablemente sería también la última. Un día, desde luego, tendrían que asegurarse de preservar su apellido; pero hasta entonces, sólo eran ellos. Fastidiado por toda esa situación y, sin encontrar a la susodicha, decidió que podía tomarse un tiempo antes de volver a socializar. Salió de allí, sofocado, estirando el cuello de su camisa y entró a la primera habitación que encontró vacía. Estaba apenas poniéndose cómodo cuando fue interrumpido. Una mueca de disgusto, curvó su boca aunque, no detuvo su escrutinio sobre los libros que se encontraban apilados sobre un escritorio. ¡¿Es que no se enseñaban nada de relevancia en ese maldito colegio?! Serían más útiles, si estuviesen entrenando para eliminar la plaga que contaminaba a la ciudad. – Ahora ya lo sabe, así que puede marcharse. – Ni siquiera dirigió una mirada a la desconocida. Lo único que quería oír, era la puerta haciendo clic al cerrarse.
Por lo que le pareció una eternidad, el cazador estuvo observando y esperando. Sólo tenía el nombre de la dama y poco más. Tener que fingir interés por una de ellas, le enervaba hasta la médula. Quizás por eso, su hermana no había dicho más. ¡¿O quién sabe?! Ella bien sabía que no podría negarle nada. Era la única mujer que existía en su vida y, al paso que iba, probablemente sería también la última. Un día, desde luego, tendrían que asegurarse de preservar su apellido; pero hasta entonces, sólo eran ellos. Fastidiado por toda esa situación y, sin encontrar a la susodicha, decidió que podía tomarse un tiempo antes de volver a socializar. Salió de allí, sofocado, estirando el cuello de su camisa y entró a la primera habitación que encontró vacía. Estaba apenas poniéndose cómodo cuando fue interrumpido. Una mueca de disgusto, curvó su boca aunque, no detuvo su escrutinio sobre los libros que se encontraban apilados sobre un escritorio. ¡¿Es que no se enseñaban nada de relevancia en ese maldito colegio?! Serían más útiles, si estuviesen entrenando para eliminar la plaga que contaminaba a la ciudad. – Ahora ya lo sabe, así que puede marcharse. – Ni siquiera dirigió una mirada a la desconocida. Lo único que quería oír, era la puerta haciendo clic al cerrarse.
Jarko Räsänen- Inquisidor Clase Alta
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Re: Cardiff ││ Privado
por Mara Beaumont Jue Ago 11, 2016 12:01 pm
“Moderate strength is shown in violence,
supreme strength is shown in levity.”
― G.K. Chesterton, The Man Who Was Thursday: A Nightmare
supreme strength is shown in levity.”
― G.K. Chesterton, The Man Who Was Thursday: A Nightmare
Enarcó una ceja ¿acaso se dirigía a ella de esa manera? un tono altanero, imperativo y ególatra... ¡oh, es verdad! el mismo que ella usaba en millones de situaciones, pero ¡era ella! no cualquier persona.
Clavó los ojos marrones en aquel chico de cabello rubio cenizo, desparramado sobre aquel sillón individual de terciopelo rojo con remaches plata, respaldo alto y estructura que lo hacia ver como amo y señor del lugar. Pero aquello distaba de la realidad. Cruzó los brazos sobre su pecho y ladeó la cabeza ―¿Disculpe? - preguntó escupiendo ácido en cada letra ―¿Acaso es usted el dueño del Colegio, o el directivo quizá? - bajó las manos a su cadera y alzó la diestra al aire ―¡Ah no! no lo es, no tiene relación con ninguno de ellos, ni siquiera con aquel que organiza el evento - dijo altanera y con ese aire de superioridad que le caracterizaba.
Mara era una persona nefasta cuando se le provocaba, sabía herir con sus palabras, no se detenía a pensar si sus comentarios humillarían a su interlocutor y si lo hacían, no sentía remordimiento. Quizás era la típica imagen de alguien de la realeza, aunque en realidad fuera otro tipo de persona.
―Su nombre... - estiró el cuello y alzó la barbilla, una esfinge cuyo único poder intimidatorio era su carácter y su título. Esperó allí, cerca del ventanal abierto, y lo único que obtuvo fue aquel silencio que la recibió al entrar a la habitación ―Dije su nombre... - avanzó hacia el frente, segura de lo que hacía ¿acaso estaba loca? ni siquiera sabía que clase de persona era y ella ya se encontraba amedrentándolo, pero es que Mara no podía pasar por alto aquella actitud.
Terminó por recorrer la distancia entre ellos, quedando justo frente al sillón ―¿Acaso tiene problemas auditivos? - se inclinó recargando ambas manos en los recarga brazos del sillón, allí fue consciente de que aquel extraño no era mucho mas grande que ella y que tampoco era un adefesio, por mas que ella hubiese esperado que así fuera. Clavó la mirada en los ajenos, profundos, enigmáticos, invitaban a perderse para siempre en ellos a sabiendas de nunca encontrar una salida.
Clavó los ojos marrones en aquel chico de cabello rubio cenizo, desparramado sobre aquel sillón individual de terciopelo rojo con remaches plata, respaldo alto y estructura que lo hacia ver como amo y señor del lugar. Pero aquello distaba de la realidad. Cruzó los brazos sobre su pecho y ladeó la cabeza ―¿Disculpe? - preguntó escupiendo ácido en cada letra ―¿Acaso es usted el dueño del Colegio, o el directivo quizá? - bajó las manos a su cadera y alzó la diestra al aire ―¡Ah no! no lo es, no tiene relación con ninguno de ellos, ni siquiera con aquel que organiza el evento - dijo altanera y con ese aire de superioridad que le caracterizaba.
Mara era una persona nefasta cuando se le provocaba, sabía herir con sus palabras, no se detenía a pensar si sus comentarios humillarían a su interlocutor y si lo hacían, no sentía remordimiento. Quizás era la típica imagen de alguien de la realeza, aunque en realidad fuera otro tipo de persona.
―Su nombre... - estiró el cuello y alzó la barbilla, una esfinge cuyo único poder intimidatorio era su carácter y su título. Esperó allí, cerca del ventanal abierto, y lo único que obtuvo fue aquel silencio que la recibió al entrar a la habitación ―Dije su nombre... - avanzó hacia el frente, segura de lo que hacía ¿acaso estaba loca? ni siquiera sabía que clase de persona era y ella ya se encontraba amedrentándolo, pero es que Mara no podía pasar por alto aquella actitud.
Terminó por recorrer la distancia entre ellos, quedando justo frente al sillón ―¿Acaso tiene problemas auditivos? - se inclinó recargando ambas manos en los recarga brazos del sillón, allí fue consciente de que aquel extraño no era mucho mas grande que ella y que tampoco era un adefesio, por mas que ella hubiese esperado que así fuera. Clavó la mirada en los ajenos, profundos, enigmáticos, invitaban a perderse para siempre en ellos a sabiendas de nunca encontrar una salida.
Mara Beaumont- Realeza Francesa
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Re: Cardiff ││ Privado
por Jarko Räsänen Dom Ago 28, 2016 8:56 pm
Aunque pasaba la mayor parte del tiempo entrenando para ser el mejor dentro y fuera de la Inquisición, Jarko tenía experiencia tratando con distinta clase de mujeres; especialmente aquéllas que pertenecían a su mismo círculo social. Después de todo, el apellido Räsänen era conocido incluso en los barrios pobres. No existía ni una sola persona, que pasase por las pastelerías que pertenecían a su familia y no desease probar de esos manjares. Si no se equivocaba y, dado que nunca lo hacía, habían contribuido en ese evento benéfico con tales exquisiteces. Quizás por ello, cuando la mujer exigió que le dijera su nombre, prefirió guardar silencio. Tal vez, simplemente, estaba esperando ahuyentarla con esa manera tan déspota de tratarla. No tuvo suerte, sin embargo. Comenzaba a deducir, por el tono altivo con que la fémina se dirigía, que había tenido la mala suerte de cruzarse con alguien de la nobleza. Maldijo internamente, jurando que su hermana le debía una muy grande, por cubrirla en esa misión. Cuando la joven se acercó, Jarko levantó la mirada, clavando la suya con completa intensidad en ella. Un gruñido bajo salió de su garganta ante su atrevimiento. Advertencia o no, era muy tarde para la dama. Las manos del inquisidor se cerraron sobre los brazos ajenos y, un segundo después, jaló en su dirección. Como había de esperar, la extraña perdió el equilibrio, cayendo sobre él. O al menos, casi lo hizo.
– Espero que haya echado el seguro, de lo contrario, alguien podría entrar y sacar conclusiones erróneas sobre lo que estamos haciendo. – Masculló, totalmente serio. – ¿Olvidaron enseñarle que una dama y un caballero no deben estar solos en una habitación? ¿U olvidó asistir a su clase de etiqueta, señorita…? – Dejó la frase en el aire, esperando que su acompañante la completara. – Debido a la incómoda situación en la que nos ha puesto, satisfaré su pregunta. No, no tengo problemas auditivos. Me encuentro perfectamente de salud. Gracias por su preocupación. – Y entonces, finalmente, le sonrió. No era una sonrisa sincera, dado que el finlandés, no era empático con nadie. Por primera vez, se dio a la tarea de estudiarla. Mentiría si dijera que no la encontró hermosa, una combinación peligrosa. No era de extrañar que fuese altanera y caprichosa. En esa ocasión, fue él quien se inclinó desde su asiento, consumiendo el poco espacio que los separaba. – ¿Está segura que desea saber mi nombre? En éstos casos es mejor el anonimato. – El ingenio y malhumor, desbordaba en sus palabras. Estaba siendo grosero, pero parecía no importarle. Al contrario, correría con suerte, si ella prefería marcharse.
– Espero que haya echado el seguro, de lo contrario, alguien podría entrar y sacar conclusiones erróneas sobre lo que estamos haciendo. – Masculló, totalmente serio. – ¿Olvidaron enseñarle que una dama y un caballero no deben estar solos en una habitación? ¿U olvidó asistir a su clase de etiqueta, señorita…? – Dejó la frase en el aire, esperando que su acompañante la completara. – Debido a la incómoda situación en la que nos ha puesto, satisfaré su pregunta. No, no tengo problemas auditivos. Me encuentro perfectamente de salud. Gracias por su preocupación. – Y entonces, finalmente, le sonrió. No era una sonrisa sincera, dado que el finlandés, no era empático con nadie. Por primera vez, se dio a la tarea de estudiarla. Mentiría si dijera que no la encontró hermosa, una combinación peligrosa. No era de extrañar que fuese altanera y caprichosa. En esa ocasión, fue él quien se inclinó desde su asiento, consumiendo el poco espacio que los separaba. – ¿Está segura que desea saber mi nombre? En éstos casos es mejor el anonimato. – El ingenio y malhumor, desbordaba en sus palabras. Estaba siendo grosero, pero parecía no importarle. Al contrario, correría con suerte, si ella prefería marcharse.
Jarko Räsänen- Inquisidor Clase Alta
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Re: Cardiff ││ Privado
por Mara Beaumont Miér Sep 14, 2016 8:52 pm
“How much you are close you see less!”
― Deyth Banger, The Life Of One Kid
― Deyth Banger, The Life Of One Kid
Aquel tirón que la sacó de balance, no le dio siquiera tiempo de pensar en lo que pasaba, un ligero grito -o mas bien queja- ahogado detrás de los labios apretados, sus manos fueron arrancadas de la comoda posición en la que se encontraban sobre los descansa brazos, ahora con un espacio reducido, se encontraban apoyadas sobre el pecho del extraño.
Si hubiera podido, si sus brazos no fueran prisioneros de unas manos completamente ajenas y pudiera mover sus manos con mayor libertad, le hubiera propinado una bofetada ante aquel comentario, pero el verse privada de sus movimientos la hizo consciente de su posición.
Manos juntas sobre el pecho varonil, rostro a centímetros del ajeno, pierna derecha doblada y recargada en el espacio entre el muslo del joven y el sillón, pierna izquierda recargada en la contraria casi como si fuera a sentarse a horcajadas sobre él. Respiró profundo intentando controlar el corazón desbocado que solo delató su nerviosismo ―Me salté esa lección, de la misma manera que usted decidió saltarse las de galantería - oh no, no dejaría que sintiera que tenía el control de la situación, aunque físicamente así fuera.
Y ¿por que no forcejear, propinarle una patada e irse? porque lo había podido descifrar, al menos la parte en donde sabía que no la dejaría ir si dañaba de esa forma su orgullo, él tenía que salir victorioso, él tenía que ahuyentarla. Desafortunadamente para ambos, Mara no huía con facilidad.
Rodó los ojos en blanco al escuchar aquella pausa, no planeaba facilitarle las cosas, no le daría su nombre solo porque estuviera amedrentándola ―¿Yo nos he puesto en esta situación? si de incomodidad vamos, mi espalda me esta matando monsieur, mientras a usted, lo veo plácidamente sentado - forcejeó un poco intentando zafarse del agarre, parando cuando escuchó la segunda pregunta mirando directamente a los ojos de su interlocutor aunque esto significara respirar el aliento que él expedía ―Para su desgracia, lo único que no se es su nombre, pero ahora tengo una clara imagen de su rostro, así que el anonimato lo ha perdido ya - no, no planeaba rendirse tan fácilmente.
Si hubiera podido, si sus brazos no fueran prisioneros de unas manos completamente ajenas y pudiera mover sus manos con mayor libertad, le hubiera propinado una bofetada ante aquel comentario, pero el verse privada de sus movimientos la hizo consciente de su posición.
Manos juntas sobre el pecho varonil, rostro a centímetros del ajeno, pierna derecha doblada y recargada en el espacio entre el muslo del joven y el sillón, pierna izquierda recargada en la contraria casi como si fuera a sentarse a horcajadas sobre él. Respiró profundo intentando controlar el corazón desbocado que solo delató su nerviosismo ―Me salté esa lección, de la misma manera que usted decidió saltarse las de galantería - oh no, no dejaría que sintiera que tenía el control de la situación, aunque físicamente así fuera.
Y ¿por que no forcejear, propinarle una patada e irse? porque lo había podido descifrar, al menos la parte en donde sabía que no la dejaría ir si dañaba de esa forma su orgullo, él tenía que salir victorioso, él tenía que ahuyentarla. Desafortunadamente para ambos, Mara no huía con facilidad.
Rodó los ojos en blanco al escuchar aquella pausa, no planeaba facilitarle las cosas, no le daría su nombre solo porque estuviera amedrentándola ―¿Yo nos he puesto en esta situación? si de incomodidad vamos, mi espalda me esta matando monsieur, mientras a usted, lo veo plácidamente sentado - forcejeó un poco intentando zafarse del agarre, parando cuando escuchó la segunda pregunta mirando directamente a los ojos de su interlocutor aunque esto significara respirar el aliento que él expedía ―Para su desgracia, lo único que no se es su nombre, pero ahora tengo una clara imagen de su rostro, así que el anonimato lo ha perdido ya - no, no planeaba rendirse tan fácilmente.
Mara Beaumont- Realeza Francesa
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Re: Cardiff ││ Privado
por Jarko Räsänen Dom Ene 15, 2017 9:55 am
Jarko sonrió. Oh sí, se había saltado esas clases también. Había estado más inmerso en aprender técnicas de espionaje, rastreo y combate, acerca del uso de armas blancas y de fuego, investigando sobre las fortalezas y debilidades de sus enemigos. Cuando su padre murió, Lastor le había cogido bajo su protección. Sus clases, no eran para nada sencillas, pues su reputación lo precedía. Él siempre había querido estar a la altura de su tutor, de modo que nunca le había importado cuán difíciles o arduas fueran las lecciones, nunca se quejaría o se rendiría. Jamás lo haría. Quería la aprobación de Lastor, después de todo, lo consideraba como su padre. La posición que éste tenía dentro de la Santa Inquisición, sólo lo llevaba a querer esforzarse más, hasta el punto de dejar la vida durante las misiones. No era de sorprenderse que no tuviera tiempo para sí. La vida del rubio, giraba alrededor de números. Cuántas bajas, cuántos avistamientos de sobrenaturales, cuántas secciones patrulladas. Ese evento benéfico era lo más cercano a tomarse un descanso, mismo que se vio interrumpido por la presencia de la dama en la biblioteca. Su biblioteca, pensó con disgusto, porque él la había ocupado primero. Si bien pudo haberla dejado escapar de su agarre, no lo hizo. Tenía que reconocer, que sentía cierto placer en tenerla en esa posición. Parecían encajar a la perfección.
Demonios. ¿Hacía cuánto tiempo que no satisfacía su libido? ¿Estaba dispuesto a arriesgar la reputación de la dama, si alguien los encontraba? Al parecer sí porque, ante su queja, la acomodó más contra su pecho. En esa ocasión, se inclinó más sobre ella, hasta alcanzar a rozar su boca contra el lóbulo de la joven. – No me provoques, o sólo lograrás empeorar tu situación. Si alguien nos encuentra así, estarás arruinada, mientras que mi reputación de caballero a libertino, sólo será una transición. Indeseable, pero tratable. – Amonestó, importándole un comino. Su boca se había cerrado sobre la curva del cuello de la joven, a la par que deslizaba el vestido fuera de su hombro, para desnudar más piel y dejarla a su merced. ¿Hasta dónde le dejaría llegar? Jarko estaba a punto de descubrirlo. Cuando se cansó de dejar besos húmedos en su cuello, decidió que devorarle la boca, era justo lo que necesitaba. – Luukas. Puedes llamarme Luukas. – Demandó, dándole a conocer su segundo nombre. Uno que casi nadie solía utilizar. – Te hará falta saberlo, cuando tengas la imperiosa necesidad de gritar. – Y vaya que lo haría, sino salía de allí, como se lo había sugerido la primera vez. Una sugerencia que, no volvería a hacer.
Demonios. ¿Hacía cuánto tiempo que no satisfacía su libido? ¿Estaba dispuesto a arriesgar la reputación de la dama, si alguien los encontraba? Al parecer sí porque, ante su queja, la acomodó más contra su pecho. En esa ocasión, se inclinó más sobre ella, hasta alcanzar a rozar su boca contra el lóbulo de la joven. – No me provoques, o sólo lograrás empeorar tu situación. Si alguien nos encuentra así, estarás arruinada, mientras que mi reputación de caballero a libertino, sólo será una transición. Indeseable, pero tratable. – Amonestó, importándole un comino. Su boca se había cerrado sobre la curva del cuello de la joven, a la par que deslizaba el vestido fuera de su hombro, para desnudar más piel y dejarla a su merced. ¿Hasta dónde le dejaría llegar? Jarko estaba a punto de descubrirlo. Cuando se cansó de dejar besos húmedos en su cuello, decidió que devorarle la boca, era justo lo que necesitaba. – Luukas. Puedes llamarme Luukas. – Demandó, dándole a conocer su segundo nombre. Uno que casi nadie solía utilizar. – Te hará falta saberlo, cuando tengas la imperiosa necesidad de gritar. – Y vaya que lo haría, sino salía de allí, como se lo había sugerido la primera vez. Una sugerencia que, no volvería a hacer.
Jarko Räsänen- Inquisidor Clase Alta
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