Before The Dawn | Privado

por **Heinrich Von Eschenbach** Miér Mar 09, 2016 12:16 pm

Necesitaba un espacio, hoy en día en París le costaba trabajo aún levantarse e iniciar la rutina del día a día, su único consuelo en momentos sobrios era abrazarse a ciertos instantes de su niñez y juventud que le costaban mucho trabajo dejar ir hasta la fecha, a veces por las noches debatiendo en su contra, sonreía pensando que era demasiado adulto ya para mantenerse en esa especie de sueño, un letargo que le brindaba cordura cuando no se encontraba ejecutando cualquiera de sus instrumentos predilectos. Y es que desde que había llegado a la capital su estancia se había reducido a esos últimos momentos a lado de la música después de eso nada.

Una caída libre sin césar que le llevó a beber sin medida y posteriormente caer en el abismo de donde este don se había aferrado a su esencia. Había conocido el final y renacido de cierto modo atado a las visiones, a los sueños que alertaban de cosas sin sentido. Se estaba volviendo loco, cada gesto, cada saludo o roce con sus semejantes le colocaban en una situación un tanto incómoda, pues su intención nunca ha sido el conocer que existe detrás de sus sonrisas o tristezas. Nunca. Observó a su alrededor mientras caminaba con un paso acompasado y reparó en lo bello del atardecer parisino.

Pocos transeúntes habían ya para esa hora que se había convertido en su predilecta, pues la atmosfera taciturna le brindaba cierta calma al dejarse engullir por sus sonidos. Las farolas apenas iniciaban a encenderse una por una indicando los senderos a seguir. Saludé cortésmente a un par de jóvenes que cruzaron su mirada con la suya, no lograba entender del todo que había de agradable en él cuando sonreía, su padre siempre le había dicho que poseían el mismo carácter. Fuerte, pero noble al momento de socializar con el resto de las personas, las únicas pinceladas existentes en su memoria de su imagen habían sido logradas gracias a un par de frescos que él conservaba hasta antes de su partida.

Tan solo quería mantenerse lo más lejos posible de la artificialidad de la mansión en la cual su secreto sobrenatural se mantenía aun oculto de la sociedad. Las acanaladas paredes eran frías y los muros que le sostenían parecían derrumbarse a la más mínima provocación. Era por estas circunstancias que un paseo al aire libre no le caería nada mal. Todo era más bello, más colorido cuando la bestia yacía dormida. Suspiró con nostalgia pensando que eran aquellos momentos por los cuales valía la pena sobrellevar la maldición que llenaba de maculas su consciencia.

por **Arielle Krauz** Miér Mar 09, 2016 10:04 pm

Before The Dawn

Los problemas en casa no cedían, su padre quería que Arielle consiguiera un marido para tener una boca menos que mantener, sus hermanos uno a uno se iban casando y ella simplemente se mantenía en aquél hogar que la había visto nacer. Logró encontrar un trabajo sencillo en una casa, para ayudar en la cocina a una señora de bastante dinero, ganaba un poco, pero para su progenitor aquello no era suficiente, la menor de los Krauz sentía una presión inmensa de saber qué haría ahora.

Los fantasmas nocturnos iban y venían como ella no podía concebir. Era una cosa bastante extraña a decir verdad, a veces no le querían dar el medicamento por falta de dinero y su padre ya le estaba recortando el gasto que le daba para las cosas de la casa, se encargaba de que en verdad apenas si le daba lo necesario para que le hiciera sólo la comida de él. Ese día decidió que no quería ver los gestos de su padre, no quería ver el reproche reflejado en su rostro.

Tomó un abrigo un poco viejo y se cubrió apenas, para salir a caminar en las calles, buscaba cansarse, tal vez pensar en algo, tal vez era momento de salir de aquella casa, pensó que buscar un empleo de tiempo completo, donde le dieran alojo en una habitación pequeña sería de las mejores opciones, pero ya lo tendría que meditar con más calma. Se iba tronando los dedos, ya no quería estar viviendo en esa angustia, de sentir que mil voces le hablaban, dando mil órdenes y sin querer seguir ninguna en realidad.

Iba tan ensimismada con sus pensamientos que no supo en qué momento chocó con alguien. Parpadeó varias veces y sintió que su nariz le ardía, había golpeado con su espalda de lleno -Lo siento- dijo intentando que la inconsciencia no le invadiera -Ay- se quejó y llevó su diestra a su rostro, para ver si no salía sangre de alguna de sus fosas nasales.

por **Heinrich Von Eschenbach** Vie Abr 08, 2016 4:26 pm

Apenas pudo percatarse cuando el cuerpo de una mujer se estrellaba de lleno contra el suyo. Le produjo un sobresalto, aunque se vio ligeramente sorprendido pues su intención no era conseguir compañía en esos momentos donde el oleaje espeso de sus pensamientos le tenía en un estado aparentemente letárgico.

–Disculpe, se encuentra bien– respondió –No era mi intención causarle dicho contratiempo–

Los orbes de Piotr se posaron sobre el rostro delicado de la desconocida, cerciorándose que no se había lastimado con el ligero golpe.

–Por favor, tome asiento, le vendrá bien reposar por unos instantes–

Se dirigían a una de las bancas que se encontraban a los alrededores de la plazoleta y cuando el momento se tornó un poco menos vergonzoso, el hombre dedicó una ligera sonrisa a su acompañante. Una que difícilmente mostraría a una extraña, sin embargo aún se sentía culpable de haberle ocasionado el percance.

–Estaba distraído, lo siento–

Señaló con un ápice de nostalgia en sus palabras. Pues no había sido eso el hecho que le había arrastrado hasta ese lugar sosegado de la gran urbe, sino la incertidumbre de saber dónde se encontraba su hermana, esos pensamientos recurrentes le apartaban de ser completamente feliz, o al menos sentirse completo. Tiempo atrás cuando, las cartas dejaron de ser respondidas por Zenevieva, una mancha oscura empezó a consumir sus días y noches donde aguardando una respuesta lógica a aquella ausencia trataba de igualmente sobrevivir al peso que conllevaba soportar a cuestas la maldición que le separaba de las raíces mundanas del resto de los residentes en ese lugar. ¿Qué habría sucedido con ella todo este tiempo? ¿Porque no había recurrido a él? Apartó momentáneamente esos pensamientos para centrarse en su realidad. La desconocida habría notado su ausentismo de no ser porque aun parecía estar conmocionada por el golpe.

–Piotr Nikolaievich–

Susurró para ella, mientras estiraba su diestra, en un intento por enmendar su torpeza, si no era el momento correcto para ser un hombre de refinados modales, trataba de parecerse lo mínimo a aquello enseñado por Vladislav. Después de todo, nadie tenía que sufrir por la apatía que a últimos días daba color a la existencia del ruso.

por **Arielle Krauz** Dom Mayo 01, 2016 11:29 pm

Before The Dawn

Se supone que ella intenta hacer lo mejor para su familia, desde pequeña se dedicó al hogar, intentando que nadie extrañara a su madre, que su ausencia pesara menos, pero no, no lo estaba logrando, no porque su padre le recordaba todos los días que ella era un estorbo, que no merecía vivir, que sólo daba problemas. Sus palabras se quedaban tan grabadas en su interior que sólo hacían que este se oscureciera, a veces intentaba matarse, al menos eso era lo que había estado planeando de nueva cuenta, pero tenía miedo, no de hacerlo, sino de que volvieran a impedir que se quitara la vida, tenía miedo de no lograr su cometido.

Mira al hombre un momento, cuando siente que su nariz deja de palpitar, parecía que hubiera golpeado contra una pared de cemento y no contra un hombre. Niega con la cabeza, él no tuvo la culpa, después de todo ha sido ella. -No se preocupe señor, en verdad ha sido mi culpa, venía pensando en muchas cosas, menos por donde debía caminar, no me ha pasado nada, sólo ha sido el susto que me he llevado, pero debo poner atención a mi presente.- Dejar el futuro a un lado, pues aún no llegaba, pero su padre quería acelerar todo aquello, suspiró largamente, apenas un momento, pero terminó por tomar asiento, no quería que él se preocupara más.

Sus manos se reposaron sobre sus rodillas mientras lo miraba, parecía una niña asustada, aunque sabía que le había pasado algo menor. -Arielle Krauz, señor, para servirle.- Aquello era una costumbre, su padre le había enseñado siempre que ella estaba ahí para servir, que no podía levantar la mirada, la voz, no podía decir lo que escuchaba ni tampoco cuestionarlo, no tenía voz, mucho menos ideas, ella era un cero a la izquierda, que no sumaba ni restaba, pero sí estorbaba.

por **Heinrich Von Eschenbach** Dom Mayo 08, 2016 1:33 pm

Ver a la joven en aquella condición no era realmente algo que le hiciera sentirse cómodo. No obstante permitió que respondiera en un tono apenas audible, en una forma que aparentemente era a la que estaba habituada o más bien, dicho carácter seguramente había sido forjado por los preceptos de los suyos. Quien era Piotr para juzgar, ciertamente resultaba ser el menos indicado en ese tipo de situaciones, su misma sangre, su familia trató de ocultarle un hecho que conllevaba eventualidades oscuras en su pasado. Hasta el día de hoy, solo poseía esbozos, retazos y suposiciones que le daban vuelta en la cabeza. Su tan solo hallara a su hermana, seguramente ambos serían capaces de armar el gigantesco rompecabezas.

Suspiró y no pudo evitar que esa joven, una desconocida trajera a su realidad el recuerdo de su ser querido.

–El gusto es mío madmoiselle Krauz–

Ella había mencionado algo importante en demasía, pero que no había analizado con el detenimiento necesario como para caer en la cuenta que todo aquello vivido en su natal Rusia, había quedado atrás. Debía cerrar ciertos círculos para que su existencia no se centrara meramente a vagar de un lado a otro evitando todo contacto físico para que su habilidad de predecir eventualidades futuras no ahogara la poca cordura que le mantenía con vida.

–El clima es muy agradable a esta hora del día, si me permite añadir, aunque seguramente ya se habrá habituado a las sorpresa que la capital ofrece a sus visitantes– le miró un par de segundos para entornar los ojos posteriormente al ocaso que alcanza a divisarse entre las altas construcciones a su alrededor.

–Por el apellido que lleva madmoiselle, debo suponer que no es residente, descuide, no pretendo incomodarle con mis conjeturas, solo me gustaría que no se sintiese abrumada por mi presencia, al igual que usted, soy sólo un forastero que trata de adaptarse lo mejor que puede–

Encogió los hombros. La brisa era tenue, sin resultar una complicación para mantenerse ahí por un par de horas más. Las risas de algunos niños y la plática banal de mujeres ataviadas en indumentarias ensordecían su alma doliente. Y sin embargo, estaba tratando de mostrarse como un hombre seguro de sí mismo.

Volteó el rostro ligeramente hacia ella.

–¿Ya mucho mejor?–

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